El Trabajo Terapéutico Con La Familia: Una Perspectiva Dialógica Centrada en La Persona

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El trabajo teraputico con la


familia: una perspectiva dialgica
centrada en la persona1
Javier Armenta Meja2
1
Agradezco la lectura y valiosas sugerencias que sobre este trabajo hicieron Susana Signorelli, Miguel Martnez Mgulez, Sergio Michel Barbosa, Celina Aguirre, Virginia Moreira y Vera Alves.
2
Psiclogo clnico mexicano. Miembro de la Asociacin Iberoamericana del Enfoque Centrado en la Persona. Ver ms en nuestro link de Autores.

Introduccin
El presente escrito busca hacer una profundizacin
de la aplicacin de la terapia centrada en la persona al
trabajo teraputico con la familia. Se presenta la teora del
cambio teraputico postulada por Rogers (1951, 1961) a
la vez que se describen las condiciones necesarias y suficientes del proceso teraputico, pero aplicadas a la familia. De la misma manera se trata de integrar los desarrollos
conceptuales y prcticos elaborados por algunos tericos
centrados en la persona y experienciales. (Barrett-Lennard, 2005; Boisvert and Johnson, 2002; Cain and Seeman,
2002; Gaylin, 2001, 2008; Goldman y Greenberg, 2008;
Greenberg, y Johnson, 1994; OLeary, 1999, 2008; Tausch y
Tausch, 1986; Seeman, 2008; y Worsley, 2006, 2008).
En este sentido, y estableciendo una diferencia con
las corrientes estructurales, psicodinmicas, intergeneracionales y orientadas a la solucin, este escrito busca
profundizar y entender: Qu puede aportar el enfoque
centrado en la persona al entendimiento de los conflictos en la familia? Cmo acta la tendencia actualizante
o formativa en la familia en conflicto? Y, tal vez todava
ms importante, qu puede aportar a la solucin de los
problemas, al enriquecimiento de la vida familiar o a una
convivencia dirigida a la plenitud de sus miembros esta
forma de trabajo teraputico con la familia?
Finalmente, este trabajo hace un nfasis particular
en la dimensin relacional del trabajo teraputico con la
familia (Barrett-Lennard, 2007, 2009; Barrett-Lennard y
Motschnig, 2010; Cox, 2009; Daz, 2010; Friedman, 1983,
1985; Mearns y Schmid, 2006; Moustakas, 1994; Riego
de Moine, 2010; Rispo, 2002; Schmid, 2006; Snyder, 2002;
Tillich, 1961; Ure, 2001; Van Kaam, 1966).

Pg. 44

A continuacin se expone brevemente la dimensin


dialgica-relacional en la terapia centrada en la persona.
La perspectiva dialgica
En la terapia centrada en la persona, esta lnea la
podemos ver claramente en el trabajo de algunos tericos y terapeutas centrados en la persona que han ido
desarrollando planteamientos afines o complementarios
en diversos momentos y contextos.
Entre ellos podemos citar el trabajo en Sudfrica
de Len Holdstock (1993) el cual ha cuestionado el constructo de un self individual y separado, proponiendo
un self en relacin o con un fuerte sentido comunitario.
Igualmente estaran las aportaciones en Australia de
Godfrey Barrett-Lennard (2005, 2007, 2009) sobre la
primaca de los vnculos o entramado relacional en la
constitucin de la persona. Otra contribucin muy importante sera el trabajo seminal en Estados Unidos de
Garry Prouty (1994) sobre la importancia del contacto
psicolgico con esquizofrnicos, llamado pre-terapia,
as como tambin el trabajo de Arthur Bohart y Karen
Tallman (1999) sobre el cliente como agente activo en su
proceso teraputico y de las dimensiones de auto-sanacin de las personas. Igualmente las aportaciones en
Inglaterra de Dave Mearns y Mick Cooper (2005) sobre el
trabajo en profundidad relacional, y finalmente las mltiples aportaciones en Austria de Peter Schmid (2006,
2008) al tratar de lograr una vinculacin o aplicacin de
la filosofa dialgica de Emmanuel Levinas a la terapia
centrada en la persona.
Sobra decir que esta recopilacin es breve e incompleta, ya que existen otras aportaciones que no se

PERSONA . Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario


N16, ao VI, Abril 2011 / ISSN: 1851 - 4693

mencionan por cuestiones de espacio.


Persona, familia y plenitud
Dentro de las aplicaciones de la terapia centrada en
la persona, el trabajo con la familia comparte ciertos principios fundamentales que orientan el trabajo teraputico
del facilitador.
Entre estos podemos mencionar brevemente a los
siguientes:
a) la tendencia actualizante como punto de partida
que permite entender que la familia como sistema vivo
y dinmico, y bajo las condiciones adecuadas, puede
encontrar vas o caminos para la resolucin de sus problemas y para el surgimiento de sus potenciales creativos
para un mejor funcionamiento familiar y un mayor crecimiento humano (Berkow y Page, 1994; Cornelius-White
y Kriz, 2008; Gaylin, 2001, 2008; OLeary, 2008; Rogers,
1977; y Seeman, 2008).

El contacto psicolgico
La primera de las condiciones propuestas por
Rogers establece que dos personas se encuentren en
contacto psicolgico. Es decir, que una de ellas, en este
caso el facilitador, puede hacer una diferencia significativa en el campo perceptual de la persona o familia.
Esta condicin implica que poco a poco se va
construyendo un entramado relacional entre el facilitador y cada uno de los miembros de la familia. Relacin
caracterizada en este primer momento por un acercamiento fenomenolgico y un respeto a la experiencia
vivencial de las personas y del sistema como un todo.
En el caso del trabajo con una familia, el contacto se debe hacer con cada uno de los miembros de la
familia, atendiendo a la forma particular que cada uno
de ellos tenga en ese momento para ir estableciendo o
construyendo este tipo de vinculacin o contacto.

De los problemas al sufrimiento de la familia


b) La actitud no-directiva: que posibilita en el facilitador una confianza en la familia para que encuentre sus
propias respuestas y marque el rumbo
En esta forma de aproximacin
y la direccin del proceso que se est
al trabajo con la familia, va a ser
En un nivel interno, la
facilitando, generando en la familia
fundamental el vnculo que se estaactitud de aprecio positivo
un mayor sentido de proactividad y
blezca entre la familia y el facilitador,
incondicional facilita una
de poder compartido (Gaylin, 2001; y
as como la cualidad de los vnculos
mayor integracin de
OLeary, 1999).
que se vayan generando entre los
la persona en el sentido
miembros de la familia.
de un reconocimiento,
c) Un nfasis en la relacin
aceptacin y amor hacia
teraputica, y en el entramado relaEs por esto, que tanto el diagtoda la complejidad del
cional entre la familia (De la Fuente y
nstico como una serie de trastorser del cliente. Tal vez lo
Domnguez, 2007; Haugh y Paul, 2008;
nos o perturbaciones no ocupan
ms interesante es que
Mearns y Cooper, 2005).
un lugar importante en la forma de
precisamente porque el
trabajo del facilitador, ya que su escliente se siente aceptado y
d) Una actitud dialgica que
fuerzo est dirigido hacia la promoamado tal como es, aprende
encarna las condiciones necesarias
cin de nuevas formas de ser, ms
gradualmente a amar
y suficientes del proceso de cambio
congruentes y constructivas, entre
cada una de las partes de
(Anderson, Arnett y Cissna, 1994;
los miembros de la familia (Duncan,
s mismo, incluyendo las
Armenta, 2003; Barrett-Lennard y
Rusk y Solovey, 1992; Rogers, 1980).
repugnantes o las que no se
Motschnig, 2010; Cox, 2009; Mearns
asuman como propias y se
y Schmid, 2006; Rispo y Signorelli,
Charles OLeary (2008) desproyectaban en los dems.
2005; Schmid, 2006, 2008; y Worsley,
cribe la situacin a la que se puede
2006, 2008).
enfrentar una pareja o familia que
vive una serie de problemas y que
A continuacin se presentan las condiciones
por alguna razn no ha podido resolver, y el efecto que
necesarias y suficientes del proceso teraputico al
todo esto tiene en los vnculos y las emociones de las
trabajar con la familia.
personas. Expresa que las relaciones en conflicto pueden estar llenas de crticas, actitudes defensivas, una
negacin u obstruccin de la comunicacin, desprecio,
y una ausencia consistente de dilogo o acciones posiPg. 45

PERSONA y Psicoterapia

tivas. Las personas en relaciones carentes de felicidad


pueden ser vistas como estancadas en tratar de controlar al otro, en sentir lstima, en una actitud competitiva
para no ofrecer un entendimiento al otro, y en un nivel
persistente de desconfianza (p. 297).
Lo interesante es que incluso en la situacin
descrita anteriormente por OLeary, el facilitador
sigue trabajando para proveer las condiciones o el
ambiente relacional que restituya un poder compartido, creatividad y nuevos vnculos, que permitan a
la familia retomar su proceso de desarrollo, temporalmente bloqueado o disminuido por los problemas
que haba enfrentado.
La tendencia formativa dentro de este sistema la
veramos representada como un proceso que tiende a
un mayor orden, complejidad e interrelacin entre los
subsistemas, a la vez que mantiene o ayuda al sistema
a encontrar sus propias soluciones a los dilemas u obstrucciones que enfrenta dicho sistema (Cooper, OHara,
Schmid y Wyatt, 2007; Cornelius-White y Kriz, 2008; y
Rogers, 1980).
Igualmente entenderamos que en el modelo del
sistema humano de Seeman (2008) los dos elementos
clave para el funcionamiento ptimo de un sistema son
la comunicacin y la conexin. En este modelo, la interaccin de los subsistemas, desde el fisiolgico, el cognitivo, el perceptivo y el interpersonal, y la cualidad tanto
de la comunicacin y de la conexin de los subsistemas,
sera lo que mantendra funcionando de manera constructiva al sistema.
Por otro lado, en la teora sistmica interdisciplinaria (Cornelius-White y Kriz, 2008) ms que buscar o
imponer orden o direccin a un sistema desde afuera,
se trabaja para facilitar las posibilidades inherentes del
sistema, tomando en cuenta tanto la historia de dicho
sistema como su medio ambiente actual.
A partir de lo anterior, se postula que dicho sistema, bajo las condiciones necesarias, entra en una etapa
donde emergen nuevos patrones y nuevas formas de interrelacin entre los miembros del sistema, dando paso
a una fase de transicin hacia una auto-organizacin del
sistema con un mejor funcionamiento (Cornelius-White
y Kriz, 2008).
Podramos hipotetizar que pequeos cambios en
algunos de los subsistemas pueden ser los detonantes
de procesos constructivos de una mayor auto-organizacin sistmica, o de procesos personales de descubrimiento o reorganizacin interna.

Pg. 46

En este sentido, pero en una dimensin prctica,


podemos pensar que el crecimiento se da a travs de
aprender como comprometerse, cooperar, afirmarse a s
mismo y a los dems, creando situaciones donde todos
ganamos, ms que de yo gano t pierdes. La competencia es balanceada por la cooperacin, y la auto-afirmacin
por el respeto a los otros (Berkow y Page, 1994, p. 128).
Esta visin nos permite respetar la integridad sistmica de la pareja o familia. No importa que tan disfuncionales parezcan, poseen la capacidad de cambiar por
su propia cuenta (Zinker, 1994, p. 292).
Basado en lo anterior, el facilitador adopta una
postura fenomenolgica en la que puede entrar o acercarse al mundo experiencial de la familia, para a partir
de ah, iniciar o acompaar en un proceso de reorganizacin interna o de auto-organizacin sistmica. (Johnson
y Moser, 2008; Snyder, 2002).
Habra que recordar que una persona no puede
existir sin un contexto de apoyo. La existencia requiere y significa vivir en y a travs de sentirse conectado
(Barrett-Lennard, 2007, p. 185).
En un acercamiento desde la filosofa dialgica de
Levinas (1969) postularamos que una visin totalizadora
de la persona equivaldra a una visin cerrada, donde
el ser humano es reducido a una categora diagnstica,
una etiqueta o una percepcin rgida, que probablemente no tiene relacin alguna con la realidad existencial de la persona.
En este mismo sentido, entenderamos el infinito en
la persona, como la profundidad y la riqueza de la persona, la radical alteridad del otro, la cual slo puedo intentar
conocer a travs de un acercamiento fenomenolgico
que reconoce y afirma a ese otro como persona.
Igual que en la terapia existencial, postulamos que
el encuentro humano es el ncleo de la psicoterapia, la
base del cambio y desarrollo por medio de la interaccin
personal. Es la esencia de la curacin en su sentido ms
profundo (Van Kaam, 1966, p. 20).
Desde una postura fenomenolgica existencial podemos entender tambin las dificultades en la familia en
trminos de la alienacin o de la inautenticidad (Arnold
y Van Deurzen, 2005). Es decir, que el organismo puede
iniciar un proceso de separacin o divorcio de su propia
experiencia, lo que lleva a un estado de incongruencia.
Igualmente en esta lnea existencial, entenderamos que cualquier situacin existencial anquilosada,
hablar del modo de ser sin el otro, separado o contra, y

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a travs del cual casi el nico modo expresivo de ser, es


el de la agresividad, el de la desconsideracin, o directamente el del olvido (Rispo y Signorelli, 2005, p. 161).
Es decir, que el desajuste psicolgico de una persona consistira esencialmente en el establecimiento de
relaciones inadecuadas con otras personas de especial
significancia para ella (Martnez, 1999, p. 184).
Dicho en otros trminos, las relaciones se pueden
basar en la inautenticidad al estar las personas temporalmente fuera de contacto con lo que realmente sienten,
desean o experimentan (Berkow y Page, 1994).
En un sentido existencial, y pensando en el proceso teraputico, podemos reconocer solamente una
patologa y una cura. La patologa es la alienacin de s
mismo y la cura es el encuentro (Johnson, 1971, p. 119).
Finalmente podemos concebir el encuentro como
una experiencia interpersonal radical en la que dos
personas se hacen recprocamente presentes de modo
significativo, se acogen y se donan mutuamente, y establecen entre las dos una comunicacin fecunda (De la
Fuente y Domnguez, 2007, p. 26). De ah la importancia
fundamental de facilitar esta experiencia primordial y
transformadora de encuentro en la familia.
La congruencia del facilitador
Esta condicin establece que el terapeuta sea congruente en la relacin. Es decir, que en las interacciones
con cada miembro de la familia, el facilitador se presente
tal como es, sin pretensiones o roles prefabricados. Que
en su vinculacin con la familia, el facilitador pueda
tener acceso a su experiencia organsmica y pueda existir un embonamiento entre la simbolizacin de dicha
experiencia, su auto-concepto y la comunicacin que
puede hacer de todo este flujo experiencial.
Una implicacin importantsima de la congruencia
es el abandonar el rol de experto que puede asumir el
terapeuta, ya que no importa lo que sabemos como
producto de nuestra competencia, no importa lo que
creamos, en realidad no conocemos qu es lo mejor
para otro ser humano (Zinker, 1994, p. 177).
Es por esto que el facilitador adopta una postura
fenomenolgica para acercarse a la realidad de la familia,
basado principalmente en la humildad. Es decir, desde una
postura que trata de entender y se muestra falible; de ah
que me presente al encuentro con el otro como compaero
que busca aprender o comprender a la otra persona desde
un marco de referencia en donde el otro tiene la ltima

palabra sobre su propia experiencia (Armenta, 2003, p. 66).


En este sentido, tal como lo establece Maurice
Friedman (1983): nos dirigimos a los otros no a travs
de nuestra conciencia o voluntad, sino a travs de lo que
somos (p. 24).
Es por esto, que Barrett-Lennard (2007), haciendo
nfasis en la primaca del contacto relacional que establecemos en nuestro medio ambiente ms cercano,
expresa: un individuo carente de vnculos, difcilmente
podra descubrir quin es como persona. Convertirse
en persona, en este sentido, se centra en procesos
relacionales y de conexin inherentes a la existencia
humana (p. 190).
En el trabajo con la familia sera fundamental la disposicin del facilitador para el encuentro con el otro y con
su experiencia, sea sta agradable, montona, profundamente dolorosa, confusa, catica, o lo que fuere. El facilitador ante esto no puede entrar en contacto con el otro, sino
a travs de su propia congruencia. Es decir, la llamada de
una persona no puede ser contestada sino con la presencia
total de otra persona (Van Kaam, 1966, p. 22).
Desde otra apreciacin podemos entender la congruencia como dialgica o relacional, en donde al encontrarme con el otro, tambin puedo poco a poco encontrarme conmigo mismo (Daz, 2010; Domingo, 2010).
Ms all de un individualismo recalcitrante, entendemos que el ser humano necesita radicalmente del t,
para poder decir yo (Daz, 2006, p. 34).
De ah la profunda importancia que el otro tiene
en mi plenitud, mi constitucin como persona y mi propia autenticidad. De alguna manera nos constituimos
como personas, fundamentalmente a travs de nuestras
relaciones con los dems Existimos porque siempre
existe la posibilidad de relacin con un T. Crecemos,
nos desarrollamos, cuando nos dirigimos al otro como
un T (Worsley, 2008, p. 186).
En este sentido dialgico existencial, la relacin
teraputica se estructura desde un comienzo a partir
de un encuentro de humanidades. De all en ms, todo
lo que pueda acontecer, estar referido a este aquahora-y-entre-nosotros (Rispo y Signorelli, 2005, p.
152).
Proceso emptico y familia
Cuando una familia acude a un proceso de ayuda
u orientacin, generalmente experimenta una dificulPg. 47

PERSONA y Psicoterapia

tad o dilema que no han podido resolver y que les genera malestar o sufrimiento.

el horizonte, de la apertura a nuevos horizontes (Gadamer, 1997, p. 372).

Adems de lo anterior, tambin pueden experimentar incomprensin, ansiedad, enojo, frustracin, depresin o una serie de sentimientos que muchas veces
no terminan resolvindose, y estancan el proceso de
desarrollo constructivo en la familia. (Goldman y Greenberg, 2008; Greenberg y Johnson, 1994; y, Greenberg y
Paivio, 2000).

Entonces, la labor del terapeuta sera la de crear un


espacio psicolgicamente seguro donde adems de que
cada miembro se sintiera validado, todas las voces contradictorias o las percepciones alternativas fueran igualmente entendidas y aceptadas (Armenta, 1999, p. 41).

Ante esto, un recurso fundamental del facilitador


es su comprensin emptica de cada miembro de la
familia y de la familia como un todo. La empata la podemos entender como el esfuerzo creativo del facilitador
de asumir el marco de referencia interno de la persona,
tratando de captar los matices de los sentimientos y
significados en la experiencia del otro (Duncan, Rusk y
Solovey, 1992).
En este sentido el terapeuta queda despojado
de casi todos sus atributos tcnicos y cientficos y se
convierte en un compaero del paciente, en una persona
profundamente comprometida en la relacin personal
(Martnez, 1999, p. 192).
En el caso del trabajo con la familia se postula una
red de vnculos o un entramado relacional donde la
presencia o ausencia del otro, siempre es un referente
primordial. En este sentido, abandonamos la concepcin
de un self individual separado, y concebimos un self
formado en las relaciones, sobre todo las significativas
(Daz, 1999, 2010; Domingo, 2010; Friedman, 1985; y
Levinas, 1969).
Es decir, que la labor del facilitador en el trabajo
con una familia se vuelve un poco ms compleja, debido
a que tiene que entrar en contacto con el mundo privado de cada miembro de la familia, sin perderse, imponer
significados o captar sentimientos inadecuadamente
(Johnson y Moser, 2008).
La comprensin emptica le permitira a cada
miembro de la familia sentirse plenamente entendido y
aceptado, y debido a esto, iniciar un proceso para abrirse
a la realidad del otro, y empezar un proceso tentativo de
cmo el otro vive o experimenta una situacin.
Lo anterior tendra algunas afinidades con un
proceso hermenutico en donde se establece un horizonte de comprensin, considerando que un horizonte es el mbito de la visin que abarca y encierra todo
lo que es visible desde un determinado punto. Aplicndolo a la conciencia pensante, hablamos entonces de
la estrechez del horizonte, de la posibilidad de ampliar
Pg. 48

Tal como Karl Jaspers (1955) lo establece: llegamos a ser lo que somos a travs de una comunidad de
mutua comprensin. No puede existir un ser humano
que sea ser humano a travs del aislamiento o del individualismo (p. 205).
De ah la importancia de la experiencia vivencial
de sentirse plenamente entendido por otro, y en forma
gradual desarrollar o crecer en auto-empata, es decir,
en la capacidad de poder mantener una postura de un
profundo entendimiento, aceptacin y respeto de las
propias experiencias, sean las que fueren. Habra que
recordar que el hecho fundamental de la existencia
humana es el ser humano con el ser humano, el dilogo
genuino de persona a persona (). Entrar en relacin
slo es posible a travs de la confirmacin mutua en
la que una persona reconoce al otro en su unicidad
(Friedman, 1983, p. 29).
El lugar y la importancia del otro en este proceso
es de carcter fundamental ya que cuando la presencia
de otro la llego a percibir, puede nutrir mi ser interno:
me puede descubrir, permitindome ser ms plenamente yo (Marcel, 1960, p. 212). Es decir, que la empata
como proceso relacional de encuentro y entendimiento
con el otro, ayudara a destrabar o facilitar un movimiento constructivo en el sistema familiar (Cooper, OHara,
Schmid y Wyatt, 2007; Mearns y Schmid, 2006).
En palabras de Rispo y Signorelli (2005) si un ser
humano decide abrirse a otro como intimidad, lo har
cuando exista otro ser humano que lo pueda contener
de manera afectiva. Si alguien puede cambiar algo de las
estructuras rgidas, ser porque existe un clima creado
entre ambos, del cual participan con una autntica vinculacin amorosa (p. 168).
De lo anterior se desprende la importancia fundamental que en este proceso, que puede ser vivido como
lleno de conflicto e incomprensin, tiene el percibir al
otro como tratando de entender y de sentirse conectado
afectivamente al otro (Tausch y Tausch, 1986).
Para algunos autores existencialistas como
Tillich, el proceso teraputico no puede ser una
va unilateral sino un encuentro genuino. Desde el

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punto de vista existencial establece que la experiencia teraputica puede tornarse viva y transformadora slo si es un acompaamiento genuino ofrecido en una actitud de entendimiento y aceptacin
(Colm, 1967, p. 274).
Otra tarea del facilitador, aparte de entrar en contacto y entender el mundo interno de los miembros de
la familia, sera el acercarse tentativamente y percibir
la forma de los vnculos o el entramado relacional en la
familia. Por ejemplo, si el facilitador ha podido captar
los significados y sentimientos de Juan y tambin los de
Susana, este tipo de comprensin emptica tambin se
dirigira al vnculo o relacin entre Juan y Susana, que
cualitativamente sera distinto a ellos, considerados
individualmente. Aqu, la empata se dirige a sus experiencias personales, pero tambin al nosotros que se va
formando y reorganizando entre ellos.
La dignidad del otro
Esta actitud implica un respeto y una valoracin no
condicionada del otro. Es entender que mas all de las
ideas, concepciones o posturas que el otro pueda tener,
se encuentra por encima de todo esto su calidad de persona y de ser nico y distinto.
En el caso de la familia, qu sucede con el respeto al otro y a su dignidad, cuando se atraviesa por una
etapa llena de conflicto, incomprensin y falta de apertura a como el otro ve la situacin?
Desde la teora sistmica centrada en la persona
(Cornelius-White y Kriz, 2008) la actitud de aprecio positivo incondicional se ve claramente en la valoracin
que se hace del sistema para encontrar por s mismo sus
propias soluciones y evitar la bsqueda o imposicin de
soluciones externas al sistema mismo. Esta actitud de
plena aceptacin del otro por parte del facilitador genera un proceso gradual dirigido hacia la auto-aceptacin
y la reorganizacin del self (Armenta, 2003; BarrettLennard, 2005; Gaylin, 2001; y Mearns and Cooper, 2005,
Tausch y Tausch, 1986).
Igualmente esta actitud clida y receptiva del facilitador puede propiciar que haya poco a poco un encuentro entre los miembros de la familia, muchas veces
incierto, doloroso o tentativo, pero que finalmente les
permite nuevas formas de ser y de participar en la vida
familiar. De alguna manera, es la experiencia de sentirse
aceptado por los otros lo que parece ser la dinmica
esencial en un proceso de sanacin (Berkow y Page,
1994, p. 122).

Tal como lo establece Joseph Zinker (1994) al


hablar de la labor del terapeuta familiar: Nosotros aceptamos a la persona/sistema tal como se encuentran,
establecemos una unin y encuentro con ellos con una
actitud de aprecio por la competencia que poseen ().
Los ayudamos a reconocer que sus sntomas y conductas, incluso sus resistencias, son esfuerzos creativos que
poseen bondad, validez esttica y propsito. Nos esforzamos para ayudarlos a dejar cada sesin con la sensacin de que ellos como personas han sido confirmados
en su vala (p. 297).
En un nivel interno, la actitud de aprecio positivo
incondicional facilita una mayor integracin de la persona en el sentido de un reconocimiento, aceptacin y
amor hacia toda la complejidad del ser del cliente. Tal
vez lo ms interesante es que precisamente porque el
cliente se siente aceptado y amado tal como es, aprende gradualmente a amar cada una de las partes de s
mismo, incluyendo las repugnantes o las que no se
asuman como propias y se proyectaban en los dems
(Armenta, 1999, p. 42).
Por otro lado, desde la filosofa dialgica de Buber,
la relacin Yo-ello implica una visin del otro como objeto que se puede utilizar o manipular, y precisamente
por esto, dicha relacin no respeta la dignidad y vala
del otro. Es por esto que el terapeuta facilita un caminar
tentativo e incierto hacia el encuentro con el otro, hacia
el establecimiento de vnculos afectivos basados en la
comprensin y en el respeto a la unicidad de las personas en la familia. (Riego de Moine, 2010).
Habra que recordar que un individuo se convierte
en persona en el encuentro con otras personas, y de ninguna otra forma Cada ser humano es un lmite absoluto, un muro infranqueable que se resiste a cualquier
intento de hacer de l un objeto. Aquel que destruye
esta resistencia por la fuerza externa, destruye tambin
la humanidad del otro (Tillich, 1990, p. 46).
Desde el punto de vista del construccionismo
social, tambin existe una visin en donde la relacin
tiene prioridad sobre el yo individual. O sea que, segn
esta perspectiva, el yo slo se realiza como un subproducto de la vinculacin. No es que los yo independientes se junten para formar una relacin, sino que determinadas formas de relacin engendran lo que nosotros
tomamos por identidad del individuo (Gergen y Kaye,
1996, p. 214).
En esta misma visin, Harlene Anderson (1999)
establece que el inters y la intencin del terapeuta consisten en establecer una oportunidad para el
dilogo y, a travs del dilogo, en crear oportunidaPg. 49

PERSONA y Psicoterapia

des de autodeterminacin, libertad y posibilidades


nicas para cada cliente y su situacin, en cuya
invencin o perfeccionamiento el cliente participa
(p. 136).
Tambin en la filosofa personalista (Daz, 1999,
2010; Mounier, 1952; Riego de Moine, 2010) podemos
encontrar una serie de elementos afines a los planteamientos que se han expuesto a lo largo de este escrito,
tal como se puede constatar en el pensamiento de
Carlos Daz, el cual establece que: Yo despierto a la autoconciencia por la llamada de un t amante, diligor ergo
sum, soy amado luego existo. La originaria objetividad
de la experiencia de s mismo ocurre necesariamente
en la subjetividad del encuentro confiado y amoroso
con las otras personas; se experimenta uno a s mismo
al experimentar al otro, no a lo otro. Tal experiencia de s
mismo o auto-experiencia acontece en la unidad con la
experiencia de los otros; quien no encuentra al prjimo
tampoco se encuentra a s mismo, no es capaz de identificarse consigo mismo. De este modo la autorrealizacin
depende indisolublemente de la manera como un sujeto realiza su encuentro con el otro (Daz, 2010, p. 90).
De ah la importancia de poder iniciar caminos
que propicien el dilogo y el encuentro en la familia, y
permitan que se den relaciones o vnculos de persona
a persona que apuntalen su sentido de identidad y de
crecimiento en comunidad.
Fenomenologa y percepcin
Bsicamente el trabajo del facilitador se hace
desde una postura que trabaja con la experiencia vivencial de la familia y que busca mantenerse lo ms
cercano posible a dicha experiencia. Ms que con
sofisticadas formulaciones tericas o explicativas, el
facilitador trabaja con su propia persona y con las
experiencias de vida de cada uno de los miembros de
la familia.
Al igual que en la terapia centrada en la persona,
en algunos enfoques fenomenolgicos existenciales
la persona que acude a terapia es el eje central para
la decisin y la accin. La persona-en-terapia conserva el control sobre su propio destino. El cuidado del
terapeuta se proyecta en el mundo de esta persona,
evocando la conciencia de lo que se ha perdido, inspirando una bsqueda para entender lo que obstruye
el crecimiento, y finalmente moviendo a la persona a
reconocer y expresar nuevos sentimientos y nuevas
maneras de ser (Moustakas, 1994, p. 6).

Pg. 50

La ltima de las condiciones de la terapia establece que el cliente perciba, aunque sea mnimamente, la aceptacin y empata del terapeuta. A menos
que estas actitudes se hayan comunicado y percibido,
el proceso de la terapia no puede desenvolverse y se
estanca.
En el caso del trabajo con la familia, esta condicin de la percepcin, tanto de la comprensin
emptica y aceptacin del facilitador como del entendimiento vivido por parte de los otros miembros
de la familia, va a generar un proceso de cercana y
de apertura a la realidad de las otras personas, y por
lo tanto un proceso dialgico, aunque tentativo, no
constante, pero siempre facilitador de procesos de
mayor congruencia y de un sistema con una auto organizacin ms funcional.
Tal como Barrett-Lennard (2007) lo expresa, las
relaciones de ayuda con un fuerte nfasis experiencial-relacional son sumamente sensibles a la experiencia y el significado sentido en la conciencia personal,
pero surgen del mundo vivido, mundo constituido en
la interrelacin (p. 190).
A manera de conclusin
Finalmente podemos establecer que tanto la investigacin reciente que se ha realizado sobre las condiciones necesarias y suficientes del cambio teraputico
(Barrett-Lennard y Motschnig, 2010; Bohart y Tallman,
1999; Cain and Seeman, 2002; Davenport y Pipes, 2004;
Duncan, Rusk y Solovey, 1992; Haugh y Paul, 2008)
as como la implementacin de dichas condiciones al
trabajo teraputico con la familia, (Gaylin, 2001, 2008;
Johnson y Moser, 2008; OLeary, 1999, 2008) confirman
su efectividad y la generacin de cambios y procesos de
una mayor funcionalidad tanto en los integrantes como
en el sistema familiar como un todo.
Aunado a esto, agregamos que los aspectos dialgicos o relacionales de este tipo de trabajo teraputico
con la familia pueden integrarse a la teora centrada en
la persona, (Cox, 2009) sin modificar sustancialmente las
condiciones, sino enriqueciendo ciertos elementos del
proceso teraputico.
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