El Habla de Los Silencios en Terapia

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El habla de los silencios en terapia

 Fact Checked

 
05 marzo, 2021
Este artículo ha sido escrito y verificado por el psicólogo Marcelo R. Ceberio

El silencio en terapia puede manifestarse de diversas maneras y en cada una de


ellas, comunica algo distinto. Por ello, podemos percibir silencios de tristeza,
respeto, cansancio, enfado... y mucho más.
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El primer axioma de la comunicación humana, el que dice que “ es imposible no
comunicarse” (Watzlawick et. al), da un cuerpo teórico específico para afirmar
que los silencios en terapia hablan por sí mismos .
Son numerosas las oportunidades en la que los silencios conforman ciertas
lagunas en el diálogo. Muchas personas intentan llenar esos vacíos con
palabras superficiales  y suntuarias para aliviar la angustia que las subyace.
En este sentido, cubrir esos huecos de silencio evita, como defensa, entrar
en la angustia de inmediato, angustia fruto de los conflictos en los que la persona
se halla involucrada. Profundicemos.
Los significados de los silencios
Resultaría imposible elaborar una clasificación de los silencios en terapia y en
cualquier tipo de relación. No solo por el gran subjetivismo que supone, sino
porque dependería de la relatividad que implica la atribución que codificaría el
interlocutor.

Cada vez que percibimos algo, realizamos nuestra propia interpretación, dentro de
los miles posibles. Esto es porque los seres humanos vivimos e
interaccionamos atribuyendo categorías a las acciones.  Y en el lenguaje
gestual es donde se hace mayor hincapié para proyectar la atribución que se crea
más adecuada, que de no cotejarse con el interlocutor, se corre el riesgo de
construir una profecía autocumplida..
Por ello, en cualquier diálogo humano, es importante no quedarse en la
categorización e intentar metacomunicar evitando la suposición  a través
de preguntas como: ¿qué significa este profundo silencio?; ¿qué me está diciendo?;
¿de qué habla?

En las intervenciones que tienen que ver con el lenguaje no verbal, la


instrumentación de los silencios en diferentes momentos de una relación produce
efectos que enzarzan cualquier punto de diálogo. Por ejemplo, el silencio puede ser
una compañía contenedora, aunque también puede resultar provocativo. Todo
depende del tramo de la secuencia del diálogo y el impacto en las vivencias.

Cualquiera que fuese el motivo que originó el silencio es un momento propicio para
la observación aguda de todos los rasgos no verbales del otro, como la gestualidad
del rostro, la postura corporal y, principalmente, la mirada. Estos signos permiten,
pregunta mediante, interpretar más correctamente la gestualidad e indagar acerca
de ella.

“El silencio no siempre es cobardía, a veces es prudencia y otras


inteligencia”.

-Walter Riso-

Tipos de silencios en terapia


Hay diferentes momentos en los que se producen silencios en
terapia. Una observación aguda de las actitudes del paciente puede ayudar a
entender el silencio con diferentes significaciones.
Silencios de aburrimiento
Por ejemplo, existen silencios en terapia de aburrimiento. Son aquellos que
surgen cuando un tema o un problema se repite y se repite , sin encontrar
eco de solución en la acción.

El terapeuta no solamente se aburre con el discurso de siempre, sino es el mismo


paciente el que se aburre hablando más de lo mismo, con más del mismo
resultado. En muchas ocasiones, este silencio es fruto de la queja. El paciente
se queja, critica y rumia, mientras se sumerge en la inacción.

Silencios de resistencia y de reflexión


En otros momentos,  se observan silencios de resistencia , en los que los
pacientes rehuyen a ingresar al trabajo del problema que los aqueja. Hacen silencio
mientras juegan desde el perímetro sobre lo que les sucede y realizando
comentarios banales… hasta que el libreto de la huida concluye en la sesión, mas
no en su vida.

El terapeuta puede denunciar este juego de manera intempestiva o, simplemente,


observar y sonreír irónicamente, en el intento de generar la pregunta curiosa del
paciente acerca de su actitud.

Tras una intervención provocadora o redefinidora, se establece un silencio


pensante, de reflexión. Entonces el paciente masculla el señalamiento del
terapeuta, asocia y comprende, o por lo menos intenta pensar acerca de lo que le
señaló.

Silencios de angustia
Muchos son los silencios de angustia que surgen en la terapia.  En general,
son fruto de una situación conflictiva que afecta profundamente a las emociones y
no produce efecto de palabra, sino un llanto silencioso. Este tipo de silencio puede
surgir también en relación a una intervención terapéutica de fuerte tenor afectivo.
En determinados momentos de escalada, en una pareja o en una familia,
adjuntando cierto gesto de tristeza en el terapeuta,  los silencios pueden
resultar un golpe bajo. A veces, logran acabar con un estilo de interacción
agresivo y sumerge a los integrantes en un largo silencio de angustia. Un señor fija
su vista al piso. Una señora asoma sus primeras lágrimas. Un niño que se tapa sus
oídos y un adolescente mira hacia fuera intentando tragar saliva.
Silencios de desinterés
También están los silencios en terapia de desinterés, o mejor dicho, de la falta de
consciencia de la importancia de un problema o su existencia.  Estos son
comunes en la persona que asiste a la terapia por decisión de otros, como un
adolescente que es mandado por sus padres, y en los que las personas que
descreen en la psicoterapia.
Silencios de desafío y de expectación
En terapia pueden surgir silencios de desafío, en los que la persona asiste a la
sesión, no solo descreyendo de la efectividad de un tratamiento, sino
también con la secreta intención -como señala Watzlawick- de “derrotar”
al experto. Este tipo de silencio, espera la intervención del terapeuta, con la
secreta expectativa de confrontarlo o negarlo.
A diferencia de estos, los silencios de expectación no buscan negar ni
confrontar al terapeuta. Al contrario, el paciente tiene unas notables ganas de
expresar lo que le sucede, acelerado por resolver su problema, y por ello mismo
vuelca un borbotón de historias, frases y anécdotas y luego espera ansiosamente la
devolución del terapeuta.
En estos casos, son muy altas las expectativas colocadas en la psicoterapia y en la
palabra del profesional. La persona mira de manera insistente al profesional, con el
cuerpo encorvado hacia delante en su asiento, a la espera de respuesta. Su
lenguaje corporal dice: ¡Ud. qué piensa sobre lo que me sucede doctor!

Silencios de desconcierto y algunos otros


Los silencios de desconcierto son aquellos que se establecen de cara a una
intervención que resulta inesperada, o que resulta inentendible para el paciente, o
porque altera la lógica racional. Estos silencios buscan la respuesta en el
terapeuta. La persona mueve la cabeza como diciendo: ¡No puede ser..! No
entiendo… y mira al profesional en actitud de espera para hacer entendible la
situación.
Otros silencios transforman la angustia en bronca. La persona se muerde
los carrillos, mueve la mandíbula, contrae sus puños, en ocasiones, golpea un puño
con otro, se contractura. Este tipo de silencios es el resultado de conectarse, entre
otras cosas, con historias de dolor, vivencias de haber sido manipulado, muertes
injustas, o intervenciones terapéuticas provocativas o irónicas.
Hay silencios que simplemente muestran un estilo de comunicación tipo
telegrama.  Este es el tipo de silencios de las personas que, por lo general, hablan
poco y cuando se disponen a contar alguna historia, no entran en detalles ni en
anécdotas anexas, son, más bien, guturales en sus expresiones. Muchos de ellos,
son tímidos o vergonzosos o desvalorizados que creen que tienen poco que
aportar a las conversaciones.
Otras veces, los silencios tienen que ver con la atención, o el respeto
hacia el interlocutor.  Un terapeuta habla y la persona hace silencio porque está
atenta a lo que le dicen.

Como ya señalábamos, algunas personas poseen un estilo de comunicación tipo


telegrama, hablan poco y son oyentes la mayoría del tiempo. Pero hay algunas que
solo son así en terapia para mostrar un excesivo respeto por la palabra del
profesional, pero luego puede que resulten invasivos y descalificadores con el resto
de las personas.

“Cerré mi boca y te hablé de mil maneras silenciosas”.

-Rumi-
Cuidarse en la interpretación del silencio
Como hemos podido ver a lo largo de este artículo, los silencios son
factibles de ser categorizados y de esta manera lograr introducir o tomar
un dato más de los mensajes no verbales. Tal codificación alienta, en la
dialéctica de las relaciones humanas, a construir significados variados
que pueden facilitar la comunicación.
Es importante mantener la prudencia en la interpretación del
silencio. Una categorización errónea puede llevar a una mayor confusión en la
relación con nuestros interlocutores.

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