SOBRE LA EMPATÍA CON LOS PROCESOS FRAGILES (Vanaershot, 2004)
SOBRE LA EMPATÍA CON LOS PROCESOS FRAGILES (Vanaershot, 2004)
SOBRE LA EMPATÍA CON LOS PROCESOS FRAGILES (Vanaershot, 2004)
http://www.er.uqam.ca/nobel/d222307/PSY5860_H07
En este artículo intento describir este proceso frágil. Me refiero al punto de vista
de Stern (1985) sobre el desarrollo del sentido de sí mismo y el mundo interpersonal
del infante con el fin de diferenciar en profundidad el proceso frágil y para ofrecer
especulaciones sobre las raíces de desarrollo de este proceso. Más aún, esta visión
proporciona un marco en que la utilidad de diversas maneras empática de intervenir
que son normalmente usadas por los terapeutas centrados-en-el-cliente
/experienciales puede clarificarse. Basándome en mi comprensión de la manera de
experienciar de estos clientes, también considero maneras empáticas de intervenir y
responder que probablemente sean útiles.
Las características y el desarrollo del proceso frágil y las intervenciones
empáticas dinamizadoras de proceso.
Proceso frágil.
Clientes con un proceso frágil encuentran difícil tomar el punto de vista de otra
persona mientras permanecen en contacto con su propia experiencia. Entender el
punto de vista de otra persona parece implicar la destrucción de su propia experiencia.
Consecuentemente, estos clientes tienen severas dificultades para convivir con el
reconocimiento de diferencias psicológicas. Es casi imposible para ellos permitir y
aceptar diferencias en las experiencias entre ellos y los otros, y son incapaces de vivir
“sin entender a los otros". Obviamente, estas dificultades se traducen en una seria
amenaza para la estabilidad de las relaciones de estos clientes. Las relaciones a
menudo son experimentadas como un esfuerzo por conservar la propia vida interna.
Estos clientes parecen dudar si sus experiencias tienen el derecho a existir. Es probable
que ellos perciban cada reflejo inexacto de sus sentimientos o cualquier sugerencia
para ver las cosas un poco diferentes como una negación de su derecho para existir
como una persona con su propia vida interna privada significativa. Comentarios del
terapeuta a modo de consejo útil o que se usan para generar insight generalmente son
una razón para que el cliente interrumpa el contacto con su experienciar interno.
Clientes en un proceso frágil de alta intensidad son proclives a interpretar esto como
un esfuerzo del terapeuta para destruir su experiencia, lo que los puede llevar a
arranques de rabia. Para el terapeuta, parece como si la rabia del cliente fuera
irracional e incomprensible y ciertamente no en proporción a las perturbaciones
triviales del proceso de terapia.
Estos clientes son sumamente dependientes de otros para que les regulen y les
afirmen su experiencia para la adquisición o mantenimiento de un sentimiento más
estable de identidad. Por lo tanto, aquéllos otros son idealizados. Al mismo tiempo, hay
un miedo intenso de volverse dependiente del otro debido al abandono, la
manipulación y el control; y la negación y la destrucción de la propia experiencia por
parte del otro está siempre entre las posibilidades; por consiguiente, el otro es
devaluado.
Para los adultos con un estilo frágil de experienciar, este desarrollo saludable se
ha perturbado o no ha tenido suficientemente lugar. Esto se traduce en una fuerte
necesidad de contar con otros seguros, confiables, y empáticamente sintonizados que
puedan sostener la fragilidad de su experienciar. Sin embargo, esta dependencia es
muy riesgosa debido a que las experiencias tempranas de estos individuos con sus
cuidadores primarios les han llevado a menudo al rechazo y a la destrucción de su
experienciar y a más desregulación afectiva. La hipótesis centrada-en-el-
cliente/experiencial sobre el desarrollo de maneras saludables y deficientes de
experienciar puede diferenciarse detalladamente con las ideas de Stern (1985) acerca
del desarrollo del sí mismo.
Stern (1985) desarrolló una teoría sobre la experiencia subjetiva de los infantes
y los niños pequeños, basada en hallazgos observacionales y de investigación
experimental de la psicología del desarrollo. Él describió el progreso de la experiencia
en términos del desarrollo sucesivo de cuatro diferentes formas de experiencia del sí
mismo o sentimiento de uno mismo, a los que llamó sentidos de sí mismo. Cada
sentido de sí mismo está ligado a una forma específica de experiencia interpersonal o
"manera-de-ser-con", qué Stern llamó dominios de relacionabilidad. A continuación,
describo la postura de Stern brevemente.
El periodo entre los 2 y los 6 meses es, según Stern (1985), el período de vida
más exclusivamente social. El cuidador primario reacciona hacia el infante de un modo
que es generalmente hablando de una manera exagerada y preferente estereotipada.
"Hablar como bebé" es un bueno ejemplo de este tipo de conducta social por parte del
cuidador: Cada palabra se reitera muchas veces con mínimas variaciones en las
características paralingüísticas. Los mismos característicos "temas con mínimas
variaciones" también aplican a expresiones faciales repetitivas o juegos de contacto
corporal. Esta repetición con mínimas variaciones en varios canales sensoriales hace
posible para el infante identificar qué es invariante y qué es específico en sí mismo y
los otros. Al mismo tiempo, estas conductas exageradas que llaman la atención son
útiles regulando el nivel de excitación del infante a fin de mantenerlo en un nivel
soportable: ni demasiado alto ni demasiado bajo. El propio infante también regula su
nivel de excitación, por ejemplo, mirando al cuidador o, por el contrario, apartando su
mirada. Esto se traduce en que el infante gana experiencia regulando su propio nivel
de excitación y en regular, a través de señales, el nivel de estimulación de su cuidador
respondiente. Al mismo tiempo, el infante gana la experiencia de estar con otro que le
ayuda a regular su nivel de excitación. El otro es experimentado como un otro que le
regula.
La teoría de Stern (1985) ofrece un marco para diferenciar con más precisión el
proceso frágil y para la tarea de diagnosticar diferentes clases de maneras frágiles de
experienciar. El proceso de diagnóstico en que el terapeuta centrado-en-
cliente/experiencial está comprometiendo no se refiere a la actividad de diagnóstico
tradicional promulgada desde una posición aislada y observadora, sino que parte desde
una actitud empática (Greenberg et al., 1993). No es un diagnóstico de estados o
rasgos estables sino una sintonía empática a la naturaleza constantemente cambiante
de los estados afectivos, procesos, manera y estilo de experienciar, y expresión de los
clientes. Este proceso de diagnóstico le permite al terapeuta identificar maneras
disfuncionales de experienciar o dificultades específicas de procesamiento experiencial,
así como las intervenciones que probablemente sean facilitadoras de proceso. Para
diferenciar efectivamente el proceso frágil, los clínicos necesitan entender el punto de
vista de Stern sobre los desórdenes de personalidad. Stern consideró los desordenes
de personalidad como el resultado de patrones de interacción específicos, acumulativos
y perturbadores que caracterizan la relación entre el infante y sus cuidadores y que
permanecen presentes en el curso del desarrollo posterior. La experiencia concreta del
cliente en el aquí y el ahora y su manera-de-estar-con el terapeuta es la suma y la
integración de la experiencia del cliente en cualquier momento particular en todos los
cuatro sentidos de sí mismo y dominios de relacionabilidad. Como es el caso para
todas las experiencias, en experiencias del proceso frágil, todos los dominios están
envueltos, pero es probable que uno de ellos esté más severamente dañado, y este
terminará coloreando el proceso frágil. Además, requerirá más atención
psicoterapéutica, y probablemente demandará la primera atención para proceder en la
psicoterapia. Un proceso de diagnóstico exacto y específico de las maneras
problemáticas de relacionarse y de experienciar que un cliente tiene en la relación en
el aquí-y-ahora con el terapeuta, junto con una identificación del dominio de sí mismo
que se ha comprometido severamente, apunta a y ofrece insight dentro del tipo de
intervenciones terapéuticas relacionales orientadas al experienciar que probablemente
promoverán el experienciar. Así, varios tipos de intervenciones empáticas que los
terapeutas centrados-en-el-cliente/experienciales usan, a menudo sobre una base
intuitiva, pueden situarse en un marco de referencia comprensible y coherente.
Sintonía e intervenciones empáticas dirigidas hacia el proceso frágil del “sí mismo
nuclear”.
Los clientes en un proceso frágil, sobre todo los clientes con desórdenes de
personalidad limítrofe, a menudo experimentaron severas carencias empáticas en el
dominio del sí mismo y de la relacionabilidad nuclear. A menudo ellos tuvieron una
historia de abuso sexual severo y múltiple y otras formas de violencia física a una edad
temprana. Ser dañado en el sí mismo nuclear significa ser dañado en: (a) la
experiencia corporal de ser el iniciador y el autor de la acción y el sentimiento, (b) en
el sentimiento de coherencia y límites corporales, y, finalmente, (c) en el sentido de
continuidad, de "estar siendo". Así, problemas de autonomía en el dominio de tener un
sentido de sí mismo nuclear es probable que se relacionen con síntomas como una
falta de iniciativa y una falta de sentimiento de control, especialmente en el caso de
interacciones físicas. Posiblemente, la anorexia podría entenderse como un problema
de autonomía en el nivel corporal, a saber, en el sentido de límites corporales y en el
sentido de ser el autor de las acciones. Por ejemplo, una cliente con anorexia nerviosa
describió el cuidado maternal que ella experimentó como centrado en la comida: "¡Mi
madre está llenando mi boca con comida!"
A menudo, los clientes con un proceso de sí mismo nuclear frágil no tienen éxito
en permanecer con su experienciar (entendido como sensaciones afectivas internas)
por el tiempo suficiente para encontrar significando en él o para verbalizarlo, ya sea
porque las sensaciones son demasiado intensas o, por el contrario, porque no lo son
suficientemente. Parece como si estos clientes no hayan desarrollado RIGs o
interacciones internalizadas con un otro regulador para estos dominios del experienciar
para los que tienen un estilo frágil de procesamiento. En la medida que los clientes
desarrollan la habilidad de mantenerse en contacto con su proceso frágil y con la
ayuda de sus terapeuta, ellos se sentirán muy dependientes de sus terapeutas durante
algún tiempo, y a veces para un periodo largo. Puede ser necesario incrementar la
frecuencia de las sesiones o hacer uso de una clase de objeto de transición (por
ejemplo, un objeto del cuarto de terapia que les rememore al terapeuta) para
estrechar el espacio entre dos sesiones sin que el cliente pierda el sentimiento de
conectividad.
Clientes que tienen un proceso de sí mismo nuclear frágil a menudo temen que
si permitieran la ocurrencia de los afectos incontrolables y rechazados que les
sobrevienen, tales como rabia o ansiedad, les conducirían a conductas destructivas o a
la desintegración. Como resultado, estos afectos rechazados son reemplazados por
ansiedad y confusión. Lo que es necesario, en mi opinión, es un delicado balance entre
un envolvimiento empático y estar presente de una manera aceptante, por una parte;
y por otro lado, indicar auténticamente los propios límites y los límites de la relación
terapéutica. Por consiguiente, el terapeuta debería estar alerta a lo que puede
aguantar o no; el terapeuta no debe estar sobre-involucrado, pero tampoco debería
desconectarse emocionalmente. Es más, el terapeuta debería estar dispuesto a
permitir que sus límites sean conocidos por el cliente. Así, a través de la confrontación
con los límites del terapeuta y de la relación terapéutica, el cliente puede darse cuenta
de la lucha relacional que está instigando, así como también puede darse cuenta de
sus propios sentimientos internos, para que pueda tomarlos como significativos y
sensibles y como aspectos de su propia vida psíquica.
Ya que los terapeutas no son súper-hombres o súper-mujeres, ellos necesitan el
apoyo de colegas para mantener esta lucha dentro de ellos y en interacción con el
cliente dentro de límites terapéuticos razonables. Más aún, realizar charlas
preparatorias con el cliente sobre cómo limitar eventualmente sentimientos de enojo
extremos e ingobernables y las conductas destructivas durante la sesión, así como
hacer distintos arreglos sobre esto, puede proporcionar la seguridad que se necesita
para que el cliente contenga la experiencia amenazante. También, nombro situaciones
que aparentemente parecen contener estímulos extremos y que pueden llevar a la
impulsividad y pérdida de control; y discuto con el cliente cómo puede evitar estas
situaciones, al menos por el momento.
Sintonía e intervenciones empáticas dirigidas hacia el proceso frágil del “sí mismo
subjetivo”.
Los clientes con un estilo frágil de proceso a menudo han perdido una sintonía
empática con su experienciar subjetivo. Los clientes que han experimentado carencias
empáticas en el dominio del sí mismo subjetivo y de relacionabilidad intersubjetiva a
menudo se sienten muy inciertos acerca de si su mundo interno de experienciar tiene
el derecho a existir. Esto los hace muy vulnerables en sus esfuerzos por permanecer
con su experiencia y para atenderla de manera aceptante. Para hacer esto, los clientes
temporalmente necesitan la ayuda de un otro empáticamente sintonizado y, como
resultado, ellos pueden sentirse muy dependientes del terapeuta en esta fase de la
terapia.
Para entender la manera-de-estar-con de estos clientes, así como sus
reacciones a las intervenciones del terapeuta, el terapeuta necesita comprender que
estos clientes pueden haber experimentado diferentes tipos de carencias empáticas o
una falta de sintonía empática. Stern (1985) describió diferentes formas de fracasos de
la empatía en el dominio de la relacionabilidad intersubjetiva.
Es rara una falta casi total de sintonía empática y aparece sólo en situaciones
extremas, por ejemplo, en el caso de una madre que está padeciendo una enfermedad
psiquiátrica severa, como psicosis o estados depresivos severos. En estos casos, la
madre está emocionalmente disponible de manera insuficiente, aunque ella siga
cuidando del bienestar físico del infante. Los clientes que experimentaron una carencia
severa de sintonía empática a menudo se sienten vacíos interiormente; ellos tienen el
sentimiento de que no hay nadie dentro, o ellos tienen el sentimiento de que son tan
malos que nadie los quiere. Esto puede estar acompañado por experiencias de
solitariedad que sólo pueden aliviarse a través de la proximidad física; de modo que,
estar solo puede ser literalmente insoportable. La proximidad física, una experiencia
del sí mismo nuclear, es la única manera de experimentar contacto o relacionabilidad
que estos clientes conocen como satisfactoria. Ellos no conocen la soledad, porque ella
implica experiencias de presencia y ausencia del compartir intersubjetivo de vivencias.
En un ejemplo de esto, un cliente solía telefonearme regularmente, sólo para oír mi
voz en la maquina contestadora. Ella decía, "Necesitaba oír su voz. Tuve miedo que ya
no existiera más, que desapareciera, que se desvaneciera y que dejara de existir para
mí". Esta dependencia extrema tiene que ver con el hecho de que la relación
terapéutica es, en ese momento en la vida del cliente, la única relación en la que su
experiencia frágil es validada. Esto es difícil de encontrar en las relaciones adultas
"normales" del cliente, ya que la tendencia del cliente a percibir cualquier equivocación
como un posible ataque, hace difícil para sus amigos confirmar la experiencia
sumamente vulnerable y frágil de éste. Esa es la causa por la cual los clientes con un
proceso frágil a menudo tienen dificultades para mantener relaciones estables. Para
ponerlo en palabras de Warner (1991), "Es como si el terapeuta sostuviera una
máscara de oxígeno para clientes que pasan el resto de la semana esforzándose en
respirar " (pág. 9). Por lo tanto, puede ser necesario buscar maneras de ayudar a que
el cliente estreche el tiempo entre sesiones -tales como permitir el contacto telefónico
o permitir que el cliente tome algo del cuarto de terapia - y eventualmente, aumentar
la frecuencia de las sesiones. Por ejemplo, en periodos difíciles, una cliente mía se llevó
a casa un pequeño cojín del cuarto de terapia. Después de unas semanas, ella lo trajo
de vuelta y diciendo que tenía que ponerlo durante algún tiempo en el cuarto de
terapia para que absorbiera el olor de allí de nuevo. Mientras la cliente mantuvo el
cojín en casa por demasiado tiempo, absorbió el olor de su propio hogar y así "no
funcionó más," cuando ella lo usaba.
Otra forma de desintonía, según Stern (1985), es el robo emocional. Esto pasa
cuando las desintonías se usan no para alterar la experiencia del niño sino para
robarla. El cuidador hace esto sintonizándose correctamente a la experiencia subjetiva
del niño al principio y luego alterándola gradualmente. Tales experiencias pueden ser
percibidas por el niño como intentos por robar su experiencia. Entonces, se vuelve
peligroso permitir que alguien se conecte a su estado subjetivo interno porque
compartirlo puede llevar a perderlo. La conducta de desintonía del cuidador a menudo
tiene que ver con una agenda oculta (por ejemplo, alterar gradualmente la intensidad
hacia un nivel más alto que resulta del miedo a que el niño sea como su padre no-lo-
suficientemente-dinámico). Es probable que los clientes con experiencias de robo
emocional sean altamente sensibles a la más pequeña distorsión de sus experiencias.
Ellos pueden reaccionar furiosamente cuando una respuesta no está reflejando
exactamente lo que ellos sienten. Ellos también son muy suspicaces y sensitivos hacia
la incongruencia desplegada por el terapeuta y están ansiosos sobre las supuestas
motivaciones y necesidades secretas del terapeuta. En un caso, un cliente se negó a
permitirme grabar nuestras sesiones porque ella no quería que yo necesitara algo de
ella de ninguna forma. Otro cliente me reprochó por querer que ella se sintiera bien de
modo que yo pudiera verme a mí misma como una buena terapeuta. Yo validé
explícitamente tales expresiones de sospecha sobre mis posibles intenciones ocultas
como si valieran la pena. Al mismo tiempo, invité al cliente a buscar maneras de
verificar la integridad de mis intenciones. Por lo tanto, en tales casos, yo podría decir,
"Lo que usted dice es de hecho verdad; usted no puede estar seguro de que yo no
tenga intenciones secretas. Y que yo le diga que no es mi intención no cambiará nada.
Y usted tiene razón al no creer lo que yo digo simplemente porque yo lo digo. Pero
puede ser sensato buscar juntos cómo usted puede conseguir más claridad y certeza
sobre mis intenciones o sobre cómo puede protegerse en caso de que mis intenciones
no sean lo que parecen". Entonces, yo podría expresar que el cliente puede tener una
buena razón para mirar mi involucramiento con sospecha, así dirijo la atención del
cliente a explorar su modo desconfiado de ser. También, yo podría decir, "Usted no
puede estar seguro si yo tengo intenciones ocultas. Y eso es difícil para usted. Es difícil
trabajar conmigo cuando usted no puede estar completamente seguro. Y, de hecho,
usted nunca puede estar seguro, no con cualquiera".
Sintonía e intervenciones empáticas dirigidas hacia el proceso frágil del "sí mismo
verbal".
Conclusión.
Trabajar clientes con un proceso frágil significa entender lo que el proceso del
cliente necesita en cualquier momento particular para poder proceder. Los terapeutas
centrados-en-el-cliente poseen un rico arsenal de intervenciones empáticas y maneras
sintonizadas de relacionarse, y esto los vuelve bien posicionados para entrar en el baile
frágil, complejo, e intenso con estos vulnerables compañeros de baile.
Referencias.
Este artículo está basado en una lectura presentada en la 6ta Conferencia sobre
psicoterapia y consejería centrada-en-la-persona y experiencial realizada en Egmond
aan Zee, Países Bajos, Julio-2003. Quiero dar un agradecido reconocimiento a Arthur
Bohart y a Germain Lietaer por sus comentarios sobre una versión previa de este
artículo.
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