Zoila Vega

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CUADERNOS DE MÚSICA IBEROAMERICANA. Vol.

31
enero-diciembre 2018, 23-55
ISSN: 1136-5536
ISSN-e: 2530-9900

ZOILA ELENA VEGA SALVATIERRA


Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (Perú)

La partitura como testimonio de la tradi-


ción Un caso sobre identidad y etnomusi-1
cología en la historia
The Score as a Testimony of Tradition. A Case
about Identity and Ethnomusicology in History

En el presente trabajo se propone el empleo de obras de música académica como


fuente para el estudio de géneros populares andinos en la época colonial tardía y albores
de la república en los actuales territorios de Perú y Bolivia, época difícil de documentar
debido a la escasez de fuentes escritas. Este planteamiento podría contribuir al estudio de
fases tempranas de dichos géneros, cómo difieren de sus versiones contemporáneas, do-
cumentar aquellos que ya han desaparecido y la forma en que autores académicos plas-
maron en sus obras el material de origen tradicional. Se emplea como ejemplo de estudio
el tercer y quinto movimiento del Divertimento Concertante Opus 43 para guitarra, dos flau-
tas y cuarteto de cuerdas del compositor peruano-boliviano Pedro Ximénez Abrill y Tirado
(Arequipa, Perú, 1784?; Sucre, Bolivia 1856)
Palabras clave: Pedro Ximénez Abrill, yaraví, vals, música popular del Siglo XIX, identi-
dad.
This article proposes the use of works of art music as a source for the study of Andean popular genres
in the late colonial period and the dawn of the republic in the present-day Peru and Bolivia, a difficult
period to document due to the scarcity of written sources.This approach could contribute to the study of
the early phases of such genres, how they differ from their contemporary versions, to documenting those
that have already disappeared, and how academic composers have reflected material of a traditional origin
into their works.The third and fifth movements of the Divertimento concertante, op. 43 for guitar,
two flutes and string quartet by the Peruvian-Bolivian composer Pedro Ximénez Abrill y Tirado
(Arequipa, Peru, 1784?; Sucre, Bolivia, 1856) are used as a case study.
Keywords: Pedro Ximénez Abrill, harawi, waltz, popular music of the 19th century, identity.

Introducción
En 2005, María Madrazo realizó algunas reflexiones sobre el término
“tradición” y sus definiciones desde diversas disciplinas y conceptos rela-
cionados al cambio, transmisión e incluso olvido de los contenidos cultu-

1 El presente trabajo es parte de la investigación doctoral titulada La composición académica como

fuente testimonial del género popular: el yaraví temprano y otros géneros populares en la obra de Pedro
Ximénez de Abrill y Tirado que la autora realiza como alumna del programa de doctorado en musico-
logía de la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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rales considerados tradicionales al interior de las comunidades. Ella definía


la tradición como
un proceso de transmisión, que viene del pasado al presente, se realiza mediante una
cadena de repeticiones que no son idénticas, sino que presentan cambios e innova-
ciones, y se van acumulando para crear lo que sería la gran tradición, un acervo reu-
nido a lo largo de las repeticiones y que abarca las diferentes versiones de la
transmisión2.

Madrazo explica que, desde el punto de vista sociológico y antropoló-


gico, la tradición tiene un significado colectivo, que posee conocimientos,
prácticas, creencias y valores originados en el pasado, pero esenciales en el
presente para establecer la continuidad y cohesión de la comunidad3. Por
este enraizamiento en el pasado, la tradición alcanza validez y autoridad y,
de esta manera, al ser custodiado y conservado por sus poseedores, su con-
tenido crea el presente desde el pasado y se convierte en un signo de iden-
tidad en la comunidad a la que pertenece. No obstante, los miembros de
este mismo grupo pueden moldearla, adaptarla y transformarla según sus
necesidades, por lo que la tradición está, en realidad, en cambio perma-
nente4.
Este pasado que proporciona a la tradición su fundamento y autoridad
es, en palabras de Caroline Bithell, “una fuente de símbolos culturales que
tienen poder más allá de la mera historia”5 y, por esta razón, el poder de
estos símbolos culturales, dentro de los cuales consideramos a los géneros
musicales, tendría vigencia no solo en la dimensión histórica, sino en el
presente, como indica Madrazo. Así pues, los habitantes buscan emplearlos
con mayor asiduidad, según sus necesidades, especialmente porque estas
tradiciones del pasado “ofrecen un refugio para las complejidades y con-
fusiones de la vida moderna, al servir como un ancla en la tormenta que
amenaza destruir identidades desde sus raíces […]. Las elecciones musica-
les pueden ser parte del proceso en el cual la gente en el presente escoge
o construye una historia que sustenta sus necesidades actuales” y, además,
“al mantener aspectos vivos del pasado, la música también puede funcio-
nar como un símbolo de resiliencia y sobrevivencia […], el estilo musical
define no solo quién es la gente, sino quienes no son” 6. Una tradición que
proporciona herramientas para defender o afianzar la identidad necesaria-

2 María Madrazo Miranda: “Algunas consideraciones en torno al significado de la tradición”, Con-

tribuciones desde Coatepec, n.º 9, 2005, p. 115-132; 123.


3 M. Madrazo: “Algunas consideraciones…”, p. 122.
4 Ibid., pp. 117-127.
5 Caroline Bithell: “The past in music: introduction”, Ethnomusicology Forum, 15, 1, 2006 pp. 3-

16; 5.
6 Ibid., pp. 5 y 8.

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mente extrae del pasado dichas herramientas para emplearlas en el pre-


sente e, incluso, pueden usarse de maneras muy diferentes a sus propósitos
originales, transformando contenidos y formas. La necesidad de conservar,
transformar u olvidar determinados productos sonoros, podría explicarse
por lo que Rice llamó los nuevos significados asignados a viejas formas
musicales para satisfacer nuevas demandas7. Este trabajo pretende ofrecer al-
gunos ejemplos de cómo estos símbolos culturales, expresados como gé-
neros musicales hoy considerados tradicionales pueden ser historiados desde
fuentes escritas tempranas para explicar mejor la asignación de sentido que
se les ha dado tanto en el pasado como en el presente.
En la región sur del Perú, en la ciudad de Arequipa, capital de la pro-
vincia y región del mismo nombre, perviven varios ejemplos de géneros
tradicionales como el yaraví, el vals y la marinera. Sin embargo, los cam-
bios sociales y culturales ocurridos en la ciudad en las últimas cuatro dé-
cadas han desafiado los conceptos de identidad y de “lo arequipeño” y los
géneros musicales se han visto contrastados por expresiones culturales pro-
venientes de regiones aledañas (zonas alto andinas de Arequipa, Cusco y
fundamentalmente Puno), o por las que difunden los medios masivos de
comunicación (radio, cine, televisión e internet).Tales expresiones y géne-
ros, desconocidos en la región hasta hace relativamente poco tiempo, bus-
can espacios y oportunidades en la zona urbana, sobre todo en los distritos
de reciente fundación, en contraposición a los pueblos tradicionales y el
centro histórico de la ciudad.
En respuesta a este fenómeno, en años recientes se ha suscitado un no-
torio interés por recuperar, conservar y descubrir raíces culturales deno-
minadas “propias”, “tradicionales” o “auténticas” que sustenten la identidad
del arequipeño frente a estas influencias foráneas. Los estudios referidos a
música, literatura, historia, cultura popular, gastronomía, lingüística y ar-
queología se han multiplicado en los últimos lustros. Aunque se han hecho
aportes notables, la tendencia parece reforzar el sentido de lo que se es (o
lo que se piensa que se es) antes de descubrir información nueva o des-
arrollar nuevas perspectivas de investigación y reflexión sobre la tradición
y sus contenidos. Peter Burke ha explicado este fenómeno al afirmar que,
en el presente, “se constata un gran interés popular por las memorias his-
tóricas. Este interés creciente constituye probablemente una reacción a la
aceleración del cambio social y cultural, que amenaza las identidades es-
cindiendo lo que somos de lo que éramos”8.

7 Timothy Rice: Ethnomusicology. A very short introduction, Oxford, Oxford University Press, 2014,

p. 93.
8 Peter Burke: ¿Qué es historia cultural?, Barcelona, Paidós, 2004, p. 87.

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Los géneros tradicionales a los que recurre la población para afianzar su


propia identidad, no conocieron la escritura hasta épocas relativamente re-
cientes. No obstante, algunas referencias pueden encontrarse en obras es-
critas como lo son el repertorio producido en el ámbito surperuano en la
primera mitad del siglo XIX. En este artículo, analizamos el Tercer y
Quinto Movimiento del Divertimento Concertante Op. 43 para guitarra, dos
flautas, dos violines, viola y violonchelo del compositor Pedro Ximénez Abrill
y Tirado (Arequipa, Perú 1784?; Sucre, Bolivia 1856), uno de los primeros
compositores sudamericanos que emplea formas hoy llamadas tradiciona-
les en música de cámara. En esta obra, Ximénez usa elementos de tres gé-
neros: uno cantado conocido como yaraví y otros dos danzados, el vals y
otro al que llamaremos “gallinacito” a falta de otra denominación. En su
tiempo, el lenguaje neoclásico coexistía con otras expresiones como for-
mas cantadas de poesía popular y géneros bailables, pero en el presente, el
público ha cambiado su manera de decodificar el contenido sonoro de di-
chas obras al desaparecer las formas bailables como el gallinacito y las con-
venciones sonoras del clasicismo, y transformarse la forma de escuchar y
danzar el vals, mientras que el yaraví se ha convertido en un símbolo de “lo
arequipeño” –aunque cada vez es menos cultivado, pero que por eso
mismo obtiene mayor valor identitario como defensa contra el cambio
cultural, social y económico–. La obra de Pedro Ximénez funciona como
un valioso referente para el estudio de dichas formas tradicionales. Con
este trabajo nos proponemos reflexionar sobre el aporte que la música es-
crita puede significar para el estudio de músicas asociadas a la tradición
oral.

El Divertimento concertante, op. 43 para Guitarra, dos flautas y cuar-


teto de cuerdas de Pedro Ximénez Abrill y Tirado
El compositor y la obra
Pedro Ximénez Abrill y Tirado nació en Arequipa, entonces Virreinato
del Perú, muy probablemente en 1784. Se sabe muy poco de su vida, ex-
cepto que era pariente de algunas de las familias más notorias de la ciudad
y que, con el tiempo, fue miembro de las instituciones más representativas
de la temprana vida republicana como la Academia Lauretana y el Cole-
gio Nacional de la Independencia Americana. Tampoco se sabe quiénes
fueron sus maestros, pero se especula que realizó algunos viajes a Lima
donde mantuvo contactos con compositores de la época como Andrés Bo-
lognesi y José Bernardo Alzedo, dando conciertos y dejando un buen nom-
bre como compositor de música de cámara. Su prestigio probablemente le
sirvió para una oferta que le hizo el gobierno boliviano y que lo motivó

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para que en 1833 se trasladase a Sucre, Bolivia, junto con su familia, donde
ejerció el cargo de maestro del Colegio de Educandas y maestro de capi-
lla de la catedral de Sucre hasta su muerte en 18569. La gran mayoría de sus
obras conocidas se conservan en dicha ciudad y en colecciones privadas y
comprenden tanto música profana –de cámara y sinfónica–, como música
sacra. El Archivo y Biblioteca Nacionales de Sucre (Bolivia) conserva en la
actualidad varias composiciones suyas para diversas combinaciones de cá-
mara. Una de ellas es el Divertimento concertante para guitarra, dos flautas y
cuarteto de cuerdas, op. 43 que empleamos como fuente en este estudio10.
El Divertimento consta de cinco movimientos:
1. Adagio-Allegro
2. Allegro Moderato
3. Tiempo de Vals
4. Adagio Molto
5. Allegretto
Carecemos de la fecha de composición exacta de este divertimento y es
difícil determinar si lo llevó con sus pertenencias cuando salió de Arequipa
o si fue compuesto en Sucre durante la estadía del maestro allí. De acuerdo
con el análisis del inventario de obras que el mismo compositor realizó en
los últimos años de su vida y comparándolo con informaciones existentes
en la prensa musical limeña de la década de 1830, José Manuel Izquierdo
especula que las obras de cámara y las sinfonías contenidas entre los Op. 47
y 57 podrían haber sido creadas antes de 1830, lo que le daría al Op. 43 una
datación correspondiente con la época en que Pedro Ximénez vivió en
Arequipa11, por tanto, se trataría de una obra escrita en su época peruana.
Sí es posible decir es que empleó música popular oída o inspirada en su ciu-
dad natal para escribirlo, ya que el quinto movimiento, si bien solo titula
“Alegretto”, tiene elementos melódicos y rítmicos claramente relaciona-
dos con géneros orales de la música tradicional arequipeña de la primera
mitad del siglo XIX.
En el presente artículo, se hará un breve estudio del tercer y del quinto
movimiento, el “Tiempo de vals” y el “Allegretto”, que son los que con-
tienen referencias a géneros tradicionales surperuanos del primer tercio del
siglo XIX y se relacionarán sus características con las de dichos géneros.

9 Para mayor información sobre sus datos biográficos, José Manuel Izquierdo König y Zoila Vega Sal-

vatierra: “Nuevos aportes acerca de la vida del compositor peruano-boliviano Pedro Ximénez Abrill Ti-
rado (1784-1856)”, Revista Musical Chilena, 71, 227, 2017, pp. 48-78.
10 Conservada en el catálogo del archivo con el número ABNB 1305. La autora desea agradecer al

Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, sede Sucre que se le haya facilitado el material para la re-
dacción del presente artículo.
11 J. M. Izquierdo Köning: Being a Composer in the Andes during the Age of Revolutions. Choices and

Appropriations in the Music of José Bernardo Alzedo and Pedro Ximénez Abrill Tirado, tesis doctoral, Uni-
versity of Cambridge, 2017, p. 117-118 (https://doi.org/10.17863/CAM.12398).

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El tercer movimiento del Divertimento Concertante, op. 43: “Tiempo


de vals”
Antecedentes sobre el minué y el vals en Sudamérica
El tercer movimiento del Divertimento concertante, op. 43 lleva el título de
“Tiempo de Vals” aunque posee algunas características de la conocida danza
de tres tiempos, se trata más de un minueto que de un vals en regla. Ambas
danzas, en un momento determinado, compitieron en popularidad en los
salones sudamericanos. El minué, de acuerdo con Carlos Vega, ya se en-
cuentra en Sudamérica en 1735 y para 1840, era la danza más importante
de los salones puesto que servía de apertura a las fiestas y saraos12. Para
Remi Hess, el vals nace como expresión de ciertos sectores alemanes que
se oponen (consciente o inconscientemente) a la cultura francesa aristo-
crática representada por el minué13. El rápido ascenso del vals se ve bene-
ficiado por una serie de eventos histórico sociales en la Europa que lo ve
nacer, como la Revolución Francesa, el fin del Antiguo Régimen, el as-
censo al poder de la burguesía y el advenimiento de la pareja en la socie-
dad europea como forma de danza, pero también como modo de vida y
de entidad social14.
En Sudamérica, el vals tiene una aparición temprana. Está citado en
Montevideo y Buenos Aires desde 180415 y Carlos Vega asegura que alre-
dedor de 1810 y 1815 ya se encuentra en toda América del Sur16. Al Perú
llega casi por la misma época, pues está tempranamente documentado en
Arequipa por Antonio Pereyra y Ruiz en su Noticia de la muy noble y leal
ciudad de Arequipa terminada en 1816. En su folio 7 dice:“la disposición para
la música y el baile es buena pero no progresan en esto por falta de maes-
tros. Sin embargo, el minué, el wals [sic], el Bolero, el Zapateo, el Rin, la
Contradanza y otros bayles de Europa los baylan bien, pero nunca dan a su
cuerpo la elegancia que en los bayles propios del país”17.
Treinta años después, un visitante francés, Eugene de Sartiges, visitó Are-
quipa en 1833 (el mismo año en que Ximénez partió para Sucre) y por ello
su testimonio es doblemente valioso para nuestro estudio:
Me acordaré siempre de un baile dado en gran parte en honor mío. […] Una vez
que llegaron los invitados, la dueña de casa fue a buscar a una señora a la que llevó al
12 Carlos Vega: El origen de las danzas folklóricas, Buenos Aires, Ricordi, 1956, p. 142.
13 Remi Hess: El vals. Un romanticismo revolucionario, Buenos Aires, Paidós, 2004, pp. 20-23.
14 Ibid., p. 17.
15 Ibid., p. 128.
16 C. Vega: El origen de las danzas…, p. 81.
17 Hemos empleado tanto la edición clásica de Enrique Carrión Ordóñez: Estudio de un texto de la

ilustración, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1983, p. 374, como la última edición y es-
tudio crítico y biográfico de Manuel Hernández González: Antonio Pereyra, Noticia de Arequipa, Tene-
rife, Ediciones Idea, 2009, p. 39.

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piano. [Después de una contradanza] comenzó el vals y quise valsar a la alemana, como
se baila en todas partes en Europa. Mi compañera, después de tres o cuatro saltos fuera
de compás, declaró sin aliento que jamás había oído hablar de un movimiento de vals
tan violento y que le era completamente imposible seguirme. A propósito de esto me
hicieron muchas preguntas sobre el vals en Europa y me rogaron valsar como en París.
Una señora más valerosa que las demás se decidió a servirme de pareja y empezamos.
No habíamos recorrido la mitad del salón cuando mi compañera se detuvo de im-
proviso y se sentó en un sillón riendo a carcajadas. Los espectadores hicieron coro y
yo con ellos de buena gana. Su vals es muy lento, con muchos contoneos y está
enriquecido con toda clase de movimientos de los brazos y los hombros18.

No solo el vals era más lento que el europeo. Una forma de danza con-
siderada ya extinta en Europa se bailaba todavía en los salones arequipe-
ños, como dice Sartiges: “El minuet está a la moda y se admiraron que
yo no lo supiera bailar. Me vi obligado a jurar que jamás lo había visto
a no ser en la Ópera o en algún ballet de fantasía”19.
Ya en una fecha tan tardía como 1833, Arequipa atesoraba el uso del
minué. La conservación de un baile tan antiguo que en Europa era consi-
derado caduco puede deberse a la influencia tardía del rococó clásico de la
mano de Haydn, que era un músico muy apreciado en España a comienzos
del siglo XIX y, por consiguiente, en sus antiguas colonias, que vivían en esa
época los remanentes de un clasicismo que servía, en palabras de José Ma-
nuel Izquierdo, como un símbolo de modernidad, cosmopolitismo e ilus-
tración20. También puede deberse la supervivencia del minué a la difusión
tardía de las ideas de la Revolución Francesa en Sudamérica, ideas que aca-
baron con la preeminencia del minué en la Francia Revolucionaria, pero
que no consiguieron lo mismo en la España imperial y sus colonias.
En la época inmediatamente posterior a la Independencia, uno de los
géneros más característicos en el salón es el vals, pero es muy probable que
el gusto por el minué acerque esta danza del siglo XVIII al recién impor-
tado vals europeo produciendo formas mixtas regionales, a diferencia del
Viejo Mundo donde cada género encarnaba filosofías y estamentos socia-
les contrapuestos. El ejemplo enunciado por Pedro Ximénez en el tercer
movimiento del Divertimento concertante, op. 43 muestra esta ambigüedad
estilística y parece ser un ejemplo de ese vals temprano, con aires de mi-
nueto, de ritmo lento que se bailaba en los salones sudamericanos en el pri-
mer tercio del siglo XIX. En otras obras para guitarra, las únicas que se
conservan en ese período, Ximénez cultiva indistintamente el vals y el
minué con características muy semejantes entre sí.

18 Eugene de Sartiges: “Arequipa”, Imagen y Leyenda de Arequipa, Edgardo Rivera Martínez (comp.).

Lima, Fundación Manuel Bustamante de la Fuete, 1996, pp. 273-274. El énfasis es de la autora.
19Ibid., p. 275.
20 J. M. Izquierdo Köning: Being a composer…, p. 124.

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Observaciones a la obra
El “Tiempo de Vals” está dividido en diecinueve secciones de ocho com-
pases cada una, en lo que obedece la norma de la música danzada para el
desplazamiento de las parejas. Las quince primeras secciones se repiten y, a
partir de la decimosexta sección, en el compás 113, se inicia una reexpo-
sición que desemboca en una larga coda final.
A continuación, mostramos algunas frases en melodía y acompaña-
miento de este movimiento. El primer ejemplo es la melodía de la primera
frase en el primer violín y muestra características muy semejantes al mi-
nueto clásico.
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Ejemplo 1: Tercer movimiento “Tiempo de Vals”. Melodía de la primera frase en el violín 1, cc. 1-8

Como puede observarse, el motivo de la frase de dos corcheas y dos


negras es más propio del minueto que del vals. Los finales femeninos de
sub-frases y frases se corresponden con el estilo de minueto del siglo XVIII.
Los acompañamientos, por otro lado, no son típicos del vals, sino del mi-
nueto. En la primera frase, la guitarra acompaña con primer y segundo
tiempo en negras.
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Ejemplo 2: Tercer Movimiento “Tiempo de Vals”. Acompañamiento de la guitarra en la primera frase, cc. 1-8

Las siguientes frases mantienen esta característica, excepto en la frase


N.° 5 y N.º 6. La guitarra entra como instrumento solista con una melo-
día que tiene reminiscencias del minué:
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Ejemplo 3: Melodía de la guitarra en la frase 5, cc. 33-40

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A continuación, el acompañamiento del tutti, más propio del vals: pri-


mer tiempo en silencio, segundo y tercer tiempos en negras.
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Violín I & # 43 Œ œ œ Œ œ œ Œ œ œ Œ œ œ Œ œ œ Œ œ œ Œ œ œ œ Œ Œ

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Violonchelo
œ
Ejemplo 4: acompañamiento del cuarteto de cuerdas, cc. 33-40

Como carecemos de indicación metronómica exacta, la ejecución po-


dría asumir un valor intermedio entre vals y minué.Ya hemos visto cómo
el vals temprano en América era mucho más lento que su símil europeo y
conservó el pulso del minué y otras características de acentuación y figu-
ración, como lo demuestra esta obra.
Con el tiempo, este vals que se encuentra en los salones sufre modifi-
caciones importantes hasta convertirse en un género tradicional que en la
actualidad se cultiva con largueza. Según Carpio Muñoz, el vals en Are-
quipa siguió dos caminos: uno fue el vals de salón, con algunos ejemplos
indigenistas, abordado por compositores académicos como Manuel Agui-
rre (1863;1951) o Luis Duncker (1874; 1922), puramente instrumental y
originalmente escrito para piano, bajo la forma de vals vienés que conca-
tena varias melodías relacionadas entre sí por la tonalidad. Otro fue el vals
popular, con influencia del yaraví, con letra para ser interpretado en espa-
cios públicos y que, a semejanza del vals criollo limeño, se difundió am-
pliamente en sectores donde la transmisión oral cedió paso a la difusión de
la música grabada, todo ello en un periodo comprendido entre finales del
siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, dando origen a lo que hoy se
conoce como vals arequipeño21. De esta manera, este género fue transfor-
mándose hasta alcanzar características muy distintas del que tuvo en la pri-
mera mitad del siglo XIX.

El quinto movimiento del Divertimento Concertante, op. 43: “Allegretto”


El quinto movimiento del Divertimento Concertante Op. 43 tiene tres sec-
ciones claramente definidas. Una primera sección en allegro escrita en to-

21 Juan Guillermo Carpio Muñoz: El Pendón musical de Arequipa, Lima, Adrus D & L, 2014, pp.

312-314.

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nalidad de Re menor y en compás de 6/8, una segunda sección contras-


tante en adagio, que mantiene la tonalidad anterior y está escrita en com-
pás de 4/4 y una tercera sección que reexpone la primera en su mismo
ritmo y carácter y luego cambia a una sección en Re mayor, manteniendo
el mismo compás. En la primera y tercera sección, Pedro Ximénez emplea
una forma bailable de la época que podía recibir varios nombres como
bailecito, cielito o gallinacito y, en la segunda, emplea un yaraví. Comen-
zaremos por la primera y la tercera y su relación con danzas similares de la
época.

La primera y la tercera sección del quinto movimiento “Allegretto”.


Se presenta como un aire danzable en modo menor, en compás de 6/8.
Es muy posible que se trate de una danza de la época, bien establecida en
el altiplano peruano y boliviano, con ramificaciones hasta Arequipa y su
zona costera.
El movimiento comienza con un tema en menor expuesto por la gui-
tarra y luego desarrollado por el resto de los instrumentos en cinco frases
de ocho compases cada una, lo que ayuda a establecer la rigurosa métrica
de la danza.

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Ejemplo 5: Primer tema en la guitarra, quinto movimiento del Divertimento, op. 43, cc. 1-8

Aquí vemos la segunda frase con el tema principal encargado a las flautas

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Ejemplo 6: Tema de la frase 2 en las flautas con el mismo motivo rítmico, cc. 9-16

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Después se desarrolla la segunda sección que analizaremos más adelante.


En la tercera sección, se presenta una breve reexposición del primer tema.
A continuación (compases 116-312), hay un cambio a modo mayor y pre-
sentación de un tema mucho más largo y desarrollado en cinco frases me-
lódicas que sugieren un contraste o desarrollo del tema menor, pues
conservan el mismo patrón rítmico hasta crear un clímax que da fin a la
obra, que podría equivaler perfectamente a lo que en bailes tradicionales
se conoce con el nombre de “remate”.
En el siguiente ejemplo vemos cómo el motivo rítmico es muy seme-
jante, aunque haya pasado a modo mayor.
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Flauta & # 68 J J J Œ J J Œ
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Flauta J JJ

Ejemplo 7: Tema en modo mayor de la sección tercera del quinto movimiento, cc. 118-125

Como se observará, el motivo principal de cuatro corcheas y una negra


es la constante de este tema, lo que lo emparenta con una danza docu-
mentada en otras fuentes a principios del siglo XIX.

El baile del gallinacito (1816) y otras danzas


En la ya mencionada Noticia de Arequipa, escrita entre 1814 y 1816, An-
tonio Pereyra consigna algunos ejemplos musicales de bailes y tonadas po-
pulares que se escuchaban durante la época que él vivió en esta ciudad, lo
que la convierte en el primer documento histórico en consignar música
arequipeña popular que hoy está perdida. Tres son los ejemplos que en-
contramos: Un Gallinasito (sic), bayle de Arequipa en el folio 53, un Bayle del
Moro en el folio 54 y un Cielito, bayle de Potosí, en el folio 55 como para de-
mostrar la estrecha relación en cuanto a música que existía entre Arequipa
y el altiplano boliviano. La Noticia no indica letra para la primera pieza,
que es la que nos interesa. Está escrita en un registro muy agudo que su-
giere su instrumentación para violines o flautas y al parecer se trata de una
danza influenciada por el fandango andaluz, con compás doble de 3/4 y
6/8, pariente de otros géneros similares muy extendidos en el resto de
América Latina hasta el tiempo presente, pero que en Perú se extinguió a
mediados del siglo XIX, desplazado por la zamacueca, la actual marinera y
el tondero. Ahora bien, según lo registra Enrique Carrión, el gallinazo es
una danza que se bailaba en Perú a comienzos del siglo XIX22. Aquí colo-
camos la transcripción.
22 E. Carrión: Estudio de un texto…, p. 247.

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210 Cuadernos de Música Iberoamericana. volumen 31, 2018

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Vn. I & J œ
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Ejemplo 8: El “baile del Gallinasito” (sic) recopilado por Antonio Pereyra y Ruiz

Hay una notable semejanza de este fragmento con el del tema del Di-
vertimento. El motivo de cuatro corcheas y el uso de la hemiolia son las ca-
racterísticas comunes más llamativas.
En 1870, la casa editora Edoardo Sonzogno de Milán publicó el
Álbum Sudamericano de Claudio Reblagliati, compositor genovés afin-
cado en el Perú, y que reunía en sus páginas veintidós aires o danzas de
Sudamérica que Rebagliati recogió durante sus viajes por este conti-
nente. Es uno de los primeros intentos serios por recopilar música po-
pular en el Perú, si bien el autor no da información precisa de dónde se
había recogido cada ejemplo y las circunstancias de su ejecución. Ade-
más, Rebagliati “arregló” los aires tratando de “sugetarlos (sic) a las re-
glas del arte”23, por lo que en algunos casos no cabe esperar
transcripciones fidedignas o exactas. Con todo, es un documento va-
lioso para documentar el folclore sudamericano y sobre todo peruano
del siglo XIX. La última melodía consignada llamada El amor en cuarto,
lleva el subtítulo de “baile arequipeño”, y tiene características muy simi-
lares a las del Gallinacito arriba mencionado, especialmente en sus pri-
meros compases de introducción y en la primera frase que va del compás
5 al 10, escrito en 6/8. A continuación se cita el tema principal:

23 Claudio Rebagliati: Álbum Sudamericano: colección de bailes y cantos populares para piano solo,

Fort Worth, Filarmonika, 2010, p. vi.

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Ejemplo 9: Introducción y tema principal de El amor en cuarto recopilado por Claudio Rebagliati24

Como se observará, la característica de estos ejemplos es el uso del


mismo patrón rítmico de cuatro corcheas y una negra también presente
tanto en el Gallinasito, como en el tema del quinto movimiento del Diver-
timento.
La presencia de un motivo rítmico para los tres ejemplos es lo que nos
hace suponer que tanto el Baile del Gallinasito consignado por Pereyra y
Ruiz, El amor en cuarto, recopilado por Claudio Rebagliati y el tema inicial
del quinto movimiento del Divertimento Op. 43, pertenecen al mismo gé-
nero bailable, en boga en Arequipa probablemente desde finales del siglo
XVIII hasta mediados del siglo siguiente.
Otra característica de estos aires o temas, es el uso de la hemiolia, pro-
pia de ritmos ternarios con doble acentuación: en 3/4 y 6/8, acentuación
binaria y ternaria propia de géneros de origen español que se diversifica-
ron en América como el huapango mexicano, el bailecito boliviano, la
cueca chilena y la chacarera argentina.Veamos cómo se presenta la hemiola
en estos ejemplos:
En la segunda frase de El Gallinasito vemos claros patrones de compás
en hemiolia en los primeros compases, señalados con flechas.

P
# œ œ œ P œ œ. œ œ œ œ œ œ Pœ œ
& œ Œ ‰ J J Œ

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6
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J
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J œ œ
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Ejemplo 10. Motivo hemiolado en la melodía de El Gallinasito

24 Citado con permiso de Filarmonika Music Publishing.

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En El amor en cuarto, tenemos la misma característica.



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Ejemplo 11. Hemiolas en el motivo principal de El amor en cuarto

Mientras que en el Divertimento es aún más claro especialmente en el


acompañamiento. En la primera frase, se expresa en la voz del violonchelo:

Pœ P Pœ P P œ œ
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Ejemplo 12. Hemiolias en el acompañamiento del bajo en el quinto movimiento del Divertimento

En cambio, en otras el acompañamiento de las cuerdas toma la figura-


ción en hemiolia:
P1 & b 68 œ Œ œ œ Œ œ œ Œ œ œ Œ œ

P2 B b 68 œ Œ œ #œ Œ œ #œ Œ œ #œ Œ œ

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P3 b 8

Ejemplo 13: Acompañamiento de las cuerdas medias y graves

Las melodías en mayor también presentan esa peculiaridad:


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P1
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& # 68 J œ œ‰œœœ Œ œœœœœ
J
œ œ œ œ œJ œ œ œ
Œ
P2 J JJ

Ejemplo 14: Melodía en modo mayor en las flautas con motivos en 3/4 sobre compás de 6/8

Los patrones rítmicos expresados en estos tres ejemplos difieren noto-


riamente de los de la zamacueca. Si tomamos como ejemplo las zamacue-
cas que consigna Rebagliati en el mismo Álbum Sudamericano,
encontraremos una combinación de patrones rítmicos y hemiolias distin-
tas y más complejas que las utilizadas en los fragmentos estudiados, así como
síncopas y combinaciones de motivos rítmicos diferentes. Ximénez recoge

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un tipo de baile cuyo nombre desconocemos. En algún punto se le llamó


gallinacito, pero también pudo recibir el nombre de bailecito de la tierra o
baile de pañuelo. En qué momento desapareció es imposible de determi-
nar. Progresivamente, fue reemplazado por la zamacueca y la marinera y, en
el último tercio del siglo XIX, ya no se escuchaba. No se encuentran ejem-
plos vigentes en Arequipa, pero sobreviven danzas semejantes en otros lu-
gares del continente, particularmente en Sucre y Potosí.

La segunda sección: el tema contrastante (compases 48-87)


Esta sección posee las características musicales del yaraví arequipeño, salvo
por el hecho de estar escrito en 4/4. Posiblemente, el compositor lo hizo así
para adaptar a un esquema más rígido el ritmo libre del yaraví debido a las
licencias expresivas propias de este género. Además, la conversión a compás
de 4/4 permite la construcción de frases equilibradas y simétricas (antece-
dentes y consecuentes) propias de la música del clasicismo. Los acompaña-
mientos del bajo, las escalas mestizas (escalas pentáfonas anhemitónicas del
quinto modo con notas de paso que ejercen funciones de escala menor) y el
desarrollo de la melodía en terceras paralelas, son propias de esta canción y
se incorporan sin alterarse, al punto que la transformación rítmica no hace
desaparecer el carácter del género. Las frases pierden simetría, se hacen más
pequeñas e irregulares, como corresponde a un género recitado o cantado
que sigue la prosodia de un texto. Además, cada frase melódica entonada por
las flautas, la guitarra y los violines son respondidas por la viola y el bajo en
movimiento descendente en arpegio, imitando un motivo guitarrístico que
es común en este canto y que recibe el nombre de bordoneo.
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Flauta & b 44 ‰ J J J J J Œ Œ Œ

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Flauta & b 44 ‰ J J J J J Œ Œ Œ
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Violín I J J J
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Violonchelo b 4 œ œ. œ œ

Ejemplo15. Tema de yaraví en la sección media del quinto movimiento, cc. 48-51

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Motivo de Bordoneo
Motivo de Bordoneo

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Violonchelo œ œ œ œ. ‰ œ. ‰ œ œ
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Motivo de Bordoneo
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Motivo de Bordoneo
7 Motivo de Bordoneo
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Ejemplo 16. Uso del bordoneo en el violonchelo, cc. 48-59

Conserva siempre una estructura de arpegio, para afianzar la zona ar-


mónica en la que se encuentra (tónica, dominante) y no deja de presentarla
al final de cada frase, que, en este caso, no es de estructura regular, pues
cada frase puede contar con tres, cuatro o más compases.
La melodía, en cambio, se halla en las flautas, que la llevan por terceras,
imitando las voces que cantan. Pueden detectarse falsas relaciones cromá-
ticas cuando la voz superior emplea, dentro de una escala menor armónica,
el sexto y el séptimo grado alterados al ascender y sin alteraciones al des-
cender, mientras que la segunda voz emplea la escala menor sin alteracio-
nes, salvo para la sensible cuando hace cadencia sobre la tónica. Esto puede
verse en el siguiente ejemplo, en el que las flechas señalan las falsas rela-
ciones cromáticas entre las voces.
P# œ œ . œ œ . œ œ . œ n œ . œ . œPn œ œ œ œ œ œ œ œ .. œ œ3 œ œ œ . œ
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Ejemplo 17. Melodía de yaraví en las flautas, cc. 48-62

El yaraví del siglo XIX y el yaraví hoy


El yaraví es un género vocal tradicional peruano que tiene equivalen-
tes con otras formas musicales en otras regiones andinas, tanto en Bolivia,
como en Argentina y Ecuador. Está tan diversificado que se conocen va-

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riantes regionales claramente diferenciadas como la ayacuchana, la cus-


queña y la arequipeña. En la costa peruana recibe el nombre de triste y
suele ir acompañado de una sección bailable, mientras que en la sierra se
entona sin baile. En el caso de la ciudad de Arequipa se ha convertido en
un género fuertemente asociado a la identidad local que se considera como
parte del patrimonio cultural inmaterial, pese a que su uso ha ido en franco
declive durante el último siglo.
Antonio Pereyra, en su ya citada Noticia, explicaba que los yaravíes eran
unas canciones que los habitantes del Perú
componían llenas de dolor en que sólo expresaban lamentaciones, quejas y penas.
[…] Con el tiempo y la civilización pasaron estas al estrado en los que, concertando
un poco más estos tristes ecos, aunque sin perder la languidez de su carácter el amante
manifiesta el sentimiento de que se siente agitado, se lamenta de su suerte, y expresa
a su amoroso objeto todo lo que quiere hacerle saber”25.

Pereira describe cómo un género de origen oral o popular entró a los


salones donde se interpretó de manera más refinada. Más adelante añade:
“la guitarra se toca generalmente en los estrados y entre la plebe”26.
Tomando en cuenta que el sacerdote escribía lo que vio entre los años
de 1810 a 1815, nos encontramos con una perfecta correspondencia entre
su época y la de Ximénez, en la cual la guitarra solista no era una rareza y
menos en música de cámara y sabemos con certeza que el yaraví ya se in-
terpretaba como música de salón.
El yaraví tiene una lejana correspondencia con el harawi precolombino,
el cual se diversificó y asumió diferentes usos y significados como ha estu-
diado Julio Mendívil27. Uno de estos usos es el yaraví mestizo que se halla
mencionado en fuentes literarias del siglo XVIII, donde casi siempre se le
menciona como música triste propia de indígenas, y en otros casos apare-
cen empleados en diversos contextos (como en el teatro y la iglesia). A fi-
nales del siglo XVIII y comienzos del XIX, las élites criollas empezaron a
unir poesía amorosa con la música indígena a la que consideraban natural-
mente triste y produjeron el tipo de canción con temática de amor con-
trariado que hoy conocemos como yaravíes, asignándole un origen y
sentido indígena que creaba lazos de unión entre ambos grupos sociales, en
un momento en que la Independencia hacía necesario que los criollos
desarrollaran símbolos de pertenencia al territorio en que habían nacido

25A. Pereyra: Noticia…, p. 68.


26Ibid.
27 Julio Mendívil: “El Harawi histórico incaico y sus reminiscencias en los Andes Actuales”, La me-

moria popular y sus transformaciones, Martin Lienhard (ed.), Frankfurt, Iberoamericana, 2000, pp.
173-183.

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216 Cuadernos de Música Iberoamericana. volumen 31, 2018

para poder reclamar derechos de autodeterminación sobre él28. Enlistare-


mos las principales características musicales que posee el género basado en
las pocas transcripciones que se han conservado y en los ejemplos que pue-
den escucharse en la ciudad en el presente.
Características musicales:
- Son canciones que combinan elementos expresivos de letra y mú-
sica.
- Usan escala pentafónica menor con giros pentafónicos en melodía,
frase y cadencia.
- Se interpretan a dúo por voces masculinas o femeninas que siguen
líneas paralelas a distancia de terceras.
- En el acompañamiento se emplean las guitarras afinadas en temple
de baulí29 y la bandurria.
- El modo es menor.
- Las cadencias de la melodía emplean alteración de la tercera menor.
- El ritmo del yaraví es libre (rubatos, calderones y acelerandos de
acuerdo a las exigencias del texto).
- En ocasiones es bimodal, con la voz superior en mayor y la voz in-
ferior en menor.
- Su compás es de 3/4 o 3/830.
Observemos a continuación el tema de yaraví que propone Ximénez en
el Divertimento:
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P1 &b 4 œ œ
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Ejemplo 18. Tema de yaraví en la sección media del quinto movimiento. Parte de guitarra

No se ha podido identificar la melodía ni compararlo con ningún ya-


raví arequipeño del siglo XIX o del XX que se conozca, pero la escritura
ha sido alterada para poder hacerlo cuadrar dentro de un esquema formal
clásico y un compás de 4/4, que no es el propio del yaraví arequipeño.

28 Para estudios más profundos sobre el tema puede consultarse el libro de Juan Guillermo Carpio

Muñoz: El Yaraví arequipeño, Arequipa, La Colmena, 1976; la reedición del texto de Juan Luis Dam-
mert: “El ‘Delirio’ de Melgar o el intercambio entre poesías y culturas bajo el volcán de Arequipa”, In-
fluencia y legado español en las culturas tradicionales de los Andes americanos. III Encuentro para la
promoción y difusión del patrimonio folclórico de los países andinos, Bogotá, Dupligráficas, 2003, pp.
281-286; y el apartado que al tema dedica Marcela Cornejo Díaz en su estudio, Música popular tradi-
cional del Valle del Chili, Lima, Theia, 2011.
29 Baulí: Afinación de la guitarra (primera en natural, segunda en Do, tercera en Sol o Fa sostenido,

cuarta en Re, quinta en Sol, sexta en Re, que imita las sonoridades del arpa indígena). Ximénez emplea
esta afinación en Pasatiempo al pie del volcán, una obra escrita solo para guitarra.
30 J. Carpio: El Pendón…, p. 100.

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Emplea las terceras paralelas y las alteraciones en cada voz en las cadencias,
así como el bordoneo (motivo arpegiado) en el último compás.
Para poder comprender cómo sería la escritura de la melodía de este ya-
raví, proponemos la misma frase en lo que sería la métrica tradicional en-
tonada por cantores populares.

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Ejemplo 19. Reconstrucción hipotética del yaraví del tema del quinto movimiento del Divertimento

Esa transformación de un compás que originalmente pudo ser de 3/4


o 3/8 parece obedecer al propósito del compositor de introducir un ma-
terial contrastante no solo en carácter, sino en métrica y como el primer
tema del allegretto es un compás hemioliado quizás esa sea la razón por la
que el tema intermedio sea reformulado en 4/4. A pesar de la reconversión
rítmica, la línea melódica mantiene varias características fundamentales,
donde las flautas tienen la melodía la mayor parte del tiempo. Imitando la
evolución por terceras paralelas de las voces cantadas, las flautas y a veces
los violines, dibujan un perfil lleno de cromatismos que hacen una caden-
cia particular al final de cada frase. Las alteraciones se dan sobre todo du-
rante la escala ascendente, característica que coincide con la señalada por
Juan Carpio31.
Otras fuentes escritas, aunque muy posteriores, nos permiten identifi-
car similitudes en el material empleado por Ximénez. En las transcripcio-
nes de tres yaravíes, publicadas por Tchudi y Rivero en 185132, se usa el
compás de 4/4, lo que da la idea de que quizás en algún momento el ya-
raví pudo tener esa métrica, pero no existen pruebas suficientes que lo ava-
len. Presentamos a continuación el yaraví N.° 3 de esta colección33:

31 Juan Guillermo Carpio: Arequipa, música y pueblo, Arequipa, Cordea, 1984, p. 40.
32 Mariano Eduardo De Rivero y Ustáriz, Johann Jakob Von Tschudi: Antigüedades Peruanas, Ma-
drid, Imprenta Imperial de la Corte y del Estado, 1851, pp. 135-138.
33 Se ha omitido la introducción del original ya que se trata de una elaboración extraña a un yaraví,

concebida para tocarse al piano.

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218 Cuadernos de Música Iberoamericana. volumen 31, 2018

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Ejemplo 20. Yaraví n.º 3 en Re menor (fragmento).Transcrito por J. J. von Tchudi34

Puede observarse que la melodía va en un movimiento por terceras y


que se producen las características alteraciones y las falsas relaciones de ter-
ceras entre la primera y la segunda voz, especialmente en el compás 4, entre
Fa natural y Fa sostenido. En el tercer y sexto compás del fragmento, la
mano izquierda tiene a su cargo el motivo del bordoneo.
Aquí mostramos un fragmento de otro yaraví recopilado por Rebagliati
y publicado en 1870 en el mismo Álbum sudamericano al que aludíamos lí-
neas arriba:
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Ejemplo 21. Melodía del yaraví El pajarillo recopilado por Claudio Rebagliati

Como se observa, el compás ya está en 3/4, la melodía se sucede por ter-


ceras paralelas y aunque el acompañamiento fue modificado por Reba-
gliati, este yaraví es fácilmente reconocible. Todavía se canta hoy en día
con el siguiente texto:
Un pajarillo cautivo
Se halla sin poder volar
Pobre de aquel pajarillo
Cautivo y sin libertad

El siguiente ejemplo fue recopilado y publicado en el siglo XX por el fol-


clorista y compositor Benigno Ballón Farfán, quien fue un poco más respe-
tuoso con las particularidades de las canciones, además de consignar la letra35.

34
35 Benigno Ballón Farfán: Cantares Arequipeños, Lima, Maldonado, 1940, p. 6.

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Largo q = 50
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Voz

Di - me mi bien has - ta cuan - do ¡ay, mi due - ño! he de te - ner


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Piano U ˙ œ .. œ œ œ œ. œœœ œœ œ œ
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quea - go - tar mi su - fri - mien - to.

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Ejemplo n.º 22: Yaraví Delirio atribuido a Mariano Melgar. Recopilación y arreglo de Benigno Ballón Farfán

Nuevamente encontramos las terceras paralelas y el motivo de bordo-


neo en el bajo luego de cada verso.

Algunas consideraciones
Como podemos observar, Pedro Ximénez cita en su Divertimento, op. 43
tres géneros conocidos en su entorno en la segunda década del siglo XIX.
Cabe resaltar que estas tres formas musicales, dos bailables y una cantada,
tuvieron destinos muy diferentes: El vals fue sufriendo variantes y modifi-
caciones en las décadas siguientes hasta convertirse en un género muy cul-
tivado en la ciudad y la región. El “gallinacito”, por otro lado, se extinguió
durante el siglo XIX y el yaraví permaneció en el imaginario colectivo
como una representación de la identidad local que expresa “lo arequipeño”,
cultivada por varios estamentos sociales, con características localistas y usos
específicos que fueron consolidándose durante la primera mitad del siglo
XIX, y transformándose continuamente merced a la transmisión oral. Asi-
mismo, de acuerdo con Juan Carpio36, el yaraví es un género asociado a la
Arequipa campesina del siglo XIX, en tanto el vals está muy ligado a la
Arequipa urbana del siglo XX, cuando fenómenos como la migración del
campo a la ciudad, el comercio internacional y la industrialización, trans-
forman profundamente la visión que la ciudad tiene de sí misma. Por esta
razón, el vals arequipeño es considerado el sucesor del yaraví y se le per-
cibe como un producto más moderno y cercano a la población actual que,
sin embargo, no pierde sus nexos con el yaraví.

36 J. Carpio Muñoz: Arequipa, música y pueblo…, p. 104.

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No es un tema menor el hecho de que los tres géneros hayan tenido dis-
tinta presencia en fuentes escritas. El Gallinacito fue consignado temprana-
mente en 1816 en la Noticia de Pereyra y Pacheco y el siguiente ejemplo
de una danza similar es El amor en Cuarto recopilada por Rebagliati en
1868-1870, pero aquí termina toda referencia documental. En cambio, el
yaraví empieza a ser citado en 1851 en el libro Antigüedades Peruanas de
Mariano Eduardo De Rivero y Ustáriz y Johann Jakob Von Tschudi y en
adelante aparecerán una serie de referencias escritas que lo consignan cada
vez con mayor frecuencia y , a su vez, reflejan los gustos de cada época. Las
primeras fuentes lo “traducen” al piano, buscando igualdad métrica, mien-
tras que transcripciones más recientes se muestran más respetuosas con las
fuentes orales que recogen. Es muy posible que la persistencia en la reco-
pilación escrita se deba a la mayor valoración que tuvo el yaraví como ve-
hículo expresivo del “auténtico arequipeñismo”. El vals, por otro lado, es
el que mayor éxito ha conocido: tanto la versión de salón, originalmente
destinada al piano, como la versión cantada se han consignado en edicio-
nes cuidadas o rústicas, recopilaciones, grabaciones y hasta concursos, con-
virtiéndolo en el género popular arequipeño con más acceso, bien a la
edición o a la grabación, durante el siglo XX.
Peter Burke decía que en la transmisión de la memoria colectiva “los re-
cuerdos se ven afectados por la organización social de la transmisión y por
los medios empleados para la misma”, pero enumera además algunos me-
dios de transmisión de dicha memoria colectiva entre los cuales contaba las
tradiciones orales y el “registro escrito”, haciendo hincapié en que “dichos
registros no son concreciones inocentes de recuerdos, sino más bien in-
tentos de persuadir, de moldear la memoria de los demás”37. En este caso
concreto, la partitura también es un registro escrito que carece de inocen-
cia. No podemos saber cuál fue el grado de fidelidad con el que Pedro Xi-
ménez usó el material tradicional para escribir este Divertimento, porque
también abundan las preguntas sobre si en su tiempo el vals, el gallinacito
o el yaraví contenían elementos identitarios que servían como comunica-
ción entre creadores, intérpretes y oyentes; si eran parte de un discurso es-
tético o incluso político y si las características musicales eran originales o
adaptaciones propias del compositor. Tampoco podemos afirmar que en
esta obra se citaran elementos procedentes de géneros orales debido a un
propósito documental o a un deseo expreso de dejar constancia sonora de
lo que se escuchaba en el entorno de aquel entonces. Las obras de Pedro
Ximénez no son transcripciones con fines etnográficos, pero proporcionan
información que de otra manera nos estaría vedada. De esta manera, la par-

37 Peter Burke: Formas de Historia Cultural, Madrid, Alianza, 2000, p. 70.

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titura nos da, por sí misma y por su conexión con otras fuentes, informa-
ción que podemos emplear para determinar el grado de permanencia o
desaparición de determinados estilos o géneros en la memoria colectiva.
Pero, además, Burke explicaba que, con respecto a la memoria histórica,
esta puede abordarse como fuente histórica (la cual debe someterse a la
correspondiente crítica) y como fenómeno histórico, lo que Burke llama
“historia social del recuerdo”. En este último caso formula algunas pre-
guntas que nos resultan pertinentes para el caso abordado aquí: ¿Cuáles son
las formas de transmisión de los recuerdos públicos y cómo han cambiado
en el tiempo? ¿Cuáles son los usos de esos recuerdos, del pasado y cómo
han cambiado? Y, a la inversa, ¿cuáles son los usos del olvido?38.
Si tuviéramos que aplicar estas interrogantes a nuestro tema, visto el uso
que Ximénez hace de materiales de diversa procedencia y la permanencia
o desaparición de los mismos en la música tradicional actual del sur pe-
ruano, la primera pregunta que se nos planteasurge sería ¿cómo y por qué
se recuerda, se transforma o se olvida un género tradicional? E inevitable-
mente surgiría otra: ¿es la memoria colectiva la que selecciona qué preser-
var y la que descarta un género al surgir productos culturales que considere
más afines? Y si es así, ¿cómo lo hace? ¿Cuáles son los mecanismos por los
cuales algunos productos permanecen en el imaginario colectivo con o sin
cambios y otros no? ¿Son la transmisión permanente o la conservación de
productos que se consideran “finales”, “únicos” y a veces hasta “verdade-
ros” o se trabaja (aunque sea inconscientemente) en dichos cambios? Por
lo pronto estos interrogantes quedarán sin respuesta.
No solo los géneros en sí han sufrido olvido, cambio o permanencia.
Resulta llamativo que, en representaciones actuales de esta obra, el público
regional es capaz de reconocer e incluso sentirse identificado con el tema
del yaraví, pero no le sucede lo mismo con la sección del tema bailable, ni
con las formas de escritura emparentadas con el neoclasicismo (instru-
mentos de cuerda y aliento, frases simétricas, diálogo entre voces, estilo
concertante, etc.) que sí fueron familiares para los contemporáneos de Xi-
ménez.
Como puede observarse, son más las preguntas que las respuestas que
plantea el caso presentado en este artículo, preguntas que apenas estamos
empezando a formular y desde luego a responder, pero queda la idea cen-
tral de que la partitura puede ser una herramienta que no solo propor-
cione datos técnicos, sino que ayude a construir nuevas teorizaciones sobre
formas de conservación u olvido de géneros tradicionales y su potencial
historia.

38 Ibid., pp. 68-69.

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