Como Un Hombre Piensa James Allen

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Como un Hombre Piensa,


Así es su vida
(As a Man Thinketh)

James Allen

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Como un Hombre Piensa


(As a Man Thinketh)
James Allen

ÍNDICE

1. PENSAMIENTO Y CARÁCTER …………………………………………. 3

2. EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LAS CIRCUNSTANCIAS …….. 5

3. EFECTO DEL PENSAMIENTO EN LA SALUD DEL CUERPO …. 13

4. PENSAMIENTOS Y PROPÓSITO …………….……………...……….. 15

5. EL FACTOR PENSAMIENTO EN EL ÉXITO ……………………….. 17

6. VISIÓN E IDEALES …………….……………………………………….. 20

7. SERENIDAD ……………………….……………………………………… 23

PREFACIO

Este pequeño volumen (resultado de la meditación y la experiencia) no


intenta ser un tratado exhaustivo acerca del poder del pensamiento, de lo
que ya mucho se ha escrito. Es más bien sugestivo antes que explicativo,
su objetivo es estimular a hombres y mujeres al descubrimiento y la
comprensión de la siguiente verdad:

Ellos (hombres y mujeres) son forjadores de sí mismos.


Los pensamientos moldean la vida de la persona.

En virtud de los pensamientos que escogen y estimulan, que la mente es la


fábrica maestra que teje las ropas que visten tanto en lo profundo del
carácter como en lo externo de las circunstancias, y que si hasta ahora
han tejido ignorancia y sufrimiento pueden tejer iluminación y felicidad.

James Allen
1. Pensamiento y Carácter

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El Aforismo (Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en


alguna ciencia o arte.), “Como un hombre piensa en su corazón, así es
él,” no sólo abarca su ser, sino que incluye cada condición y circunstancia
de su vida. Una persona es literalmente lo que piensa, siendo su
carácter la suma de todos sus pensamientos.

Así como una planta brota a partir de su semilla, -y no podría ser de otra
manera-, así cada acción de una persona brota de las semillas invisibles
del pensamiento, y no podrían existir sin ellas. Lo anterior es aplicable por
igual a aquellos actos considerados “espontáneos” y “no premeditados”
como a aquellos que son deliberadamente ejecutados.

Las acciones son brotes del pensamiento, y la dicha y el sufrimiento


son sus frutos; De este modo el hombre cosecha los frutos dulces y
amargos que él mismo siembra.

Los pensamientos en la mente nos hacen lo que somos


Nos forjan y modelan.
Si albergas en tu mente pensamientos inferiores,
el dolor te seguirá como sigue el arado al buey.
Si en cambio tus pensamientos son elevados,
te seguirá la dicha como tu propia sombra, es un hecho.

El desarrollo del hombre está gobernado por leyes, no por artificios, y la ley
de causa y efecto es tan absoluta e inevitable en el reino oculto de los
pensamientos como lo es en el mundo de los objetos visibles y materiales.

Un carácter admirable no es asunto de azar o de favor, sino el resultado


natural de un constante esfuerzo en albergar los pensamientos correctos,
el efecto de una muy larga y apreciada asociación con pensamientos
admirables. Un carácter innoble y bestial, por el mismo proceso, es el
resultado de pensamientos viles albergados continuamente.

El hombre es hecho o deshecho por sí mismo; en la armonía del


pensamiento forja las armas con las que se destruye; también elabora las
herramientas con las que construye para sí mansiones celestiales de
felicidad, fortaleza y paz. Con la elección y aplicación de los pensamientos
correctos el hombre asciende a la perfección divina; Con la aplicación y el
abuso de los pensamientos incorrectos, desciende bajo el nivel de las
bestias. Entre estos dos extremos están todas las categorías del carácter, y
el hombre es su maestro y hacedor.

De todas las maravillosas verdades del alma que han sido recuperadas y
redescubiertas en esta era, ninguna más grandiosa y fecunda de divina
promesa y esperanza que esta – el hombre es el amo del pensamiento,

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forjador del carácter, creador y modelador de condiciones, entorno y


destino.

Como un ser de Poder, Inteligencia y Amor, y señor de sus propios


pensamientos, el hombre posee la llave de cada situación, y lleva consigo
la agencia de transformación y regeneración por la cual hace de sí mismo
lo que quiere.

El hombre es siempre el amo y señor, aún en su estado de mayor debilidad


y abandono; pero en su debilidad y degradación es el amo necio que
gobierna mal sus asuntos. Cuando empieza a reflexionar acerca de su
condición, y a buscar diligentemente la Ley que lo llevó a ese estado, se
transforma en el amo sabio, canalizando inteligentemente su energía, y
elaborando pensamientos fructíferos. Ese es el amo sabio, y el hombre sólo
puede llegar a serlo descubriendo dentro de sí mismo las leyes del
pensamiento; descubrimiento que es resultado de aplicación, auto-
análisis, y experiencia.

Solamente después de mucho buscar y excavar el oro y los diamantes son


obtenidos, y el hombre puede encontrar cada verdad asociada con su ser
si cava con determinación en lo profundo de su alma; y probará
inequívocamente que es forjador de su carácter, modelador de su vida, y
constructor de su destino, si vigila, controla, y altera sus pensamientos,
siguiendo el rastro de sus efectos en sí mismo, en otros, en su vida y
circunstancias, enlazando causa y efecto con práctica e investigación
pacientes, y utilizando cada experiencia, aún la más trivial, cada hecho
cotidiano, como medios para obtener el conocimiento de sí mismo que es
Entendimiento, Sabiduría, Poder. En ese sentido, como en ningún otro,
está la ley absoluta “Aquel que busque encontrará; a aquel que toque la
puerta ésta se le abrirá”; sólo con paciencia, práctica, e impertinencia
incesante puede un hombre entrar por la Puerta del Templo del
Conocimiento.

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2. Efecto del pensamiento en las circunstancias

La mente de un hombre se compara a un jardín, que puede ser


inteligentemente cultivado o ser abandonado y llenarse de hierbas; pero
sea cultivado o descuidado, está destinado a producir. Si no se siembran
semillas útiles, entonces semillas de hierba mala caerán, crecerán en
abundancia y se reproducirán.

Al igual que un jardinero cultiva su parcela, manteniéndola libre de mala


hierba, cultivando las flores y frutos que requiere, así debe también el
hombre atender el jardín de su mente limpiándola de pensamientos
dañinos, inútiles e impuros, y cultivando hasta la perfección las flores y
frutos de pensamientos correctos, útiles y puros. Sólo siguiendo este
proceso el hombre tarde o temprano descubre que él es el jardinero
maestro de su espíritu, director de su vida. También descubre en sí
mismo, las leyes del pensamiento, y entiende, cada vez con mayor
precisión, cómo la fuerza del pensamiento y los elementos de la mente
operan en la formación de su carácter, sus circunstancias y su destino.

El pensamiento y el carácter son uno solo, y mientras el carácter sólo se


manifiesta y descubre a través de las circunstancias, el entorno de la vida
de una persona siempre estará en armonía con su estado interior. Esto no
significa que las circunstancias de una persona en un momento dado son
un indicador de todo su carácter, sino que aquellas circunstancias están
íntimamente conectadas con algún elemento vital de pensamiento en su
interior que, en ese momento, es indispensable para su desarrollo.

Cada hombre está donde está por la ley de su propio ser. Los
pensamientos que ha construido en su carácter lo han llevado allí, y en la
disposición de su vida no hay elemento de azar, sino el resultado de una
ley que no puede fallar. Esto es cierto tanto para aquellos que se sienten
descontentos con su entorno como para aquellos que están satisfechos con
él.

Como ser de evolución y progreso, el hombre está en un punto en el que


debe aprender que ha de crecer; y mientras aprende la lección espiritual
que cada circunstancia le ofrece, ésta termina y da lugar a otras
circunstancias.

El hombre es abofeteado por las circunstancias mientras se piense a sí


mismo como un ser creado por las condiciones exteriores, pero cuando se
da cuenta de que es un poder creativo, y que puede manejar las tierras y
semillas de su ser de las que las circunstancias nacen, se convierte en el
dueño y señor de sí mismo.

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El hombre que por algún tiempo ha practicado el autocontrol y el auto


purificación sabe que las circunstancias nacen de los pensamientos,
porque ha notado que la alteración de sus circunstancias ha estado en
exacta relación con la alteración de su estado mental. De este modo, es
verdad que cuando un hombre tenazmente se dedica a subsanar los
defectos de su carácter, y realiza un progreso rápido y marcado pasa
rápidamente por una sucesión de cambios repentinos.

El alma atrae aquello que secretamente alberga; aquello que ama, y


también aquello que teme; alcanza la cúspide de sus más preciadas
aspiraciones, cae al nivel de sus más impuros deseos; y las circunstancias
son los medios por los que el alma recibe lo que es suyo.

Cada semilla de pensamiento sembrado dejado caer en la mente, y que


hecha raíces, se reproduce a sí misma, floreciendo tarde o temprano en
acciones, produciendo sus propios frutos de oportunidad y circunstancias.
Buenos pensamientos producen buenos frutos, malos pensamientos
malos frutos.

El entorno de las circunstancias toma forma en el mundo interno de los


pensamientos, y todas las condiciones externas, agradables y
desagradables, son factores que finalmente existen para el bien del
individuo, el hombre aprende tanto sufriendo como disfrutando.

Siguiendo los más íntimos deseos, aspiraciones, pensamientos, por los


cuales se deja dominar (persiguiendo visiones engañosas de impura
imaginación, o caminando con pie firme el camino de elevadas
aspiraciones), el hombre finalmente recibe por completo los frutos de estos
en el entorno de su vida.
Las leyes del crecimiento y adaptación se cumplen en todo lugar.

Un hombre no llega a un asilo de ancianos o la cárcel por la tiranía del


destino o las circunstancias, sino por el camino de pensamientos serviles y
bajos deseos. No cae un hombre de pensamientos puros de repente en el
crimen por estrés o por fuerzas meramente externas; pensamientos
criminales han sido secretamente albergados en el corazón, y la hora de la
oportunidad revela su poder acumulado. Las circunstancias no hacen al
hombre; lo revelan a sí mismo. No puede existir condición tal como
descender en el vicio mientras la persona sufre por sus inclinaciones
viciosas; o ascender en la virtud y su felicidad pura sin el cultivo
continuado de aspiraciones virtuosas; el hombre, por lo tanto, como amo y
señor del pensamiento, es el hacedor de sí mismo, el formador y autor de
su entorno. Aún en el nacimiento el alma se revela, y en cada paso de su
peregrinación atrae aquella combinación de condiciones que la revelan,
que son el reflejo de su propia pureza o impureza, su fortaleza y debilidad.

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Los hombres no atraen aquello que quieren, sino aquello que son. Sus
antojos, caprichos, y ambiciones se frustran a cada paso, pero sus más
íntimos pensamientos y deseos se alimentan de sí mismos, sean estos
sucios o limpios. La “divinidad que nos da forma” está dentro de nosotros
mismos; somos Nosotros Mismos. El hombre está maniatado únicamente
por sí mismo. El pensamiento y la acción son los carceleros del destino –
ellos nos apresan, si son bajos; ellos son también ángeles de Libertad –
nos liberan, si son nobles. No consigue el hombre aquello que desea y por
lo que ora, sino aquello que con justicia se gana. Sus deseos y plegarias
sólo son gratificados y atendidos cuando armonizan con sus pensamientos
y acciones.

A la luz de esta verdad, ¿cuál es entonces el sentido de “Luchar contra las


circunstancias?” Significa que el hombre está continuamente revelándose
contra el efecto exterior, mientras todo el tiempo está nutriendo y
preservando la causa en su corazón.

Esta causa puede tomar la forma de un vicio consciente o de una debilidad


inconsciente; pero cualquiera sea, tercamente retarda los esfuerzos de su
poseedor, que de ese modo clama por una cura.

El hombre está ansioso de mejorar sus circunstancias, pero no está tan


deseoso de mejorarse a sí mismo; por eso permanece atado. El hombre que
no se encoge ante su propia crucifixión nunca fallará en alcanzar el
objetivo que se traza en su corazón, esto es tan cierto en las cosas
terrenales como divinas. Aún el hombre cuyo único objetivo es alcanzar
prosperidad debe estar preparado para realizar grandes sacrificios
personales antes que pueda lograr su objetivo; ¿y cuánto más preparado
aquel que quiera lograr una vida próspera y equilibrada?

Este es un hombre miserable y pobre. Está extremamente ansioso


deseando que el confort de su entorno y su hogar mejoren, aun así todo el
tiempo es mezquino en su trabajo, y se considera justificado al tratar de
engañar a su empleador basado en lo miserable de su sueldo. Tal hombre
no entiende los simples rudimentos de los principios que son la base de la
prosperidad, y no sólo está incapacitado para alzarse sobre su miseria,
sino que atrae aún mayores miserias al albergar y actuar siguiendo sus
pensamientos indolentes, falsos y cobardes.

Este es un hombre rico que es víctima de una penosa y persistente


enfermedad resultado de la glotonería. Está dispuesto a gastar enormes
sumas de dinero para curarse, pero no está dispuesto a sacrificar su
glotonería. Quiere satisfacer su gusto con comidas poco saludables y gozar
a la vez de buena salud. Tal hombre es totalmente incapaz de gozar de
buena salud, porque no ha aprendido los principios básicos de una vida
saludable.

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Este es un empleador que adopta medidas deshonestas para evitar el pago


de sueldos reglamentarios, y, en el afán de mejorar sus ingresos, reduce
los sueldos de los empleados. Tal hombre no está preparado para la
prosperidad, y cuando sus finanzas y su prestigio se encuentren en
bancarrota, el culpará a las circunstancias, sin siquiera saber que es él
mismo el autor de su condición.

He presentado estos tres casos solamente para ilustrar la verdad de que el


hombre es la causa (aunque casi siempre sin ser consciente) de sus
circunstancias, y que, mientras aspira un buen fin, continuamente frustra
su cometido al estimular pensamientos y deseos que no armonizan con ese
fin. Tales casos pueden modificarse y multiplicarse casi indefinidamente,
pero no es necesario, porque el lector podrá, si así lo resuelve, rastrear el
efecto de las leyes del pensamiento en su propia mente y en su propia
vida, y hasta que lo logre, meros hechos externos no servirán como base
de su razonamiento.

Las circunstancias, sin embargo, son tan complicadas, el pensamiento


está tan profundamente enraizado, y las condiciones de felicidad varían
tanto entre individuos, que la condición del alma del hombre en su
totalidad (aunque él la conozca) no puede juzgarse de otro modo que no
sea por el aspecto externo de su vida. Un hombre puede ser honesto en
cierta dirección, y aún así sufrir de privaciones; un hombre puede ser
deshonesto en cierta dirección, y aún así adquirir riquezas; pero la
conclusión usual de que el primero falla debido a su particular honestidad,
y que el segundo es próspero gracias a su particular deshonestidad, es
resultado de un juicio superficial, que asume que el deshonesto es
corrupto casi por completo, y el honesto es casi enteramente virtuoso. A la
luz de un profundo conocimiento y mayor experiencia, tal juicio se
encontrará erróneo. El deshonesto ha de tener algunas virtudes
admirables que el otro no posee; y el honesto, vicios dañinos que están
ausentes en el otro. El hombre honesto cosecha los buenos resultados de
sus pensamientos y actos honestos; también atrae el sufrimiento que su
vicio produce; El deshonesto del mismo modo cosecha sus propios
sufrimientos y dichas.

La vanidad humana se complace al creer que uno sufre por causa de su


virtud; pero hasta que el hombre haya extirpado cada pensamiento
malsano, amargo e impuro de su mente, y limpiado cada mancha
pecaminosa de su alma, no estará en posición de saber y decir que sus
sufrimientos son resultado de su buenas, y no de sus malas cualidades; y
en el camino de la perfección, habrá encontrado funcionando en su mente
y en su vida, la Gran Ley que es absolutamente justa, y que no da bien por
mal, ni mal por bien. En posesión de tal conocimiento, entenderá, mirando
atrás en su pasada ignorancia y ceguera, que su vida se desarrolla, y
siempre se desarrolló, con justicia, y que todas sus experiencias pasadas,

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buenas y malas fueron fruto imparcial de su propio ser en proceso de


evolución.

Buenos pensamientos y acciones jamás pueden producir malos


resultados; malos pensamientos y acciones no pueden jamás
producir buenos resultados. Esto no es otra cosa que afirmar que no
puede cosecharse más que trigo del trigo, u ortiga de la ortiga. El hombre
entiende esto en el mundo natural, y trabaja con ese conocimiento; pero
pocos lo entienden en el mundo moral y mental (aunque esta operación es
tan simple y directa), y por lo mismo no cooperan con esa ley.

El sufrimiento es siempre el efecto de los pensamientos equivocados en


alguna dirección. Es indicador de que el individuo está fuera de armonía
consigo mismo, con la ley de su ser. El único y supremo uso del
sufrimiento es la purificación, quemar todo aquello que es inútil e impuro.
El sufrimiento cesa para quien es puro. No hay sentido en quemar el oro
después que la escoria se ha retirado, y un ser perfectamente puro e
iluminado no puede sufrir.

Las circunstancias por las que un hombre se encuentra con el sufrimiento


son el resultado de su propia falta de armonía mental, las circunstancias
por las que el hombre se encuentra con la buenaventura son los
resultados de su propia armonía mental. Buenaventura (Dicha), no
posesiones materiales, es la medida del pensamiento correcto; la infelicidad,
no la falta de posesiones materiales, es la medida del pensamiento errado.
Un hombre puede ser desgraciado y ser rico; puede ser bendito y pobre. La
buenaventura (dicha) y riqueza sólo se juntan cuando la riqueza es
empleada correctamente y con sabiduría; y el hombre pobre sólo desciende
a la miseria cuando considera su destino como una carga injustamente
inflingida.

La indigencia (pobreza) y la indulgencia (disimular las culpas, “hacerse de


la vista gorda”) son dos extremos de la miseria, (de la desdicha). Ambas
son igualmente innaturales y el resultado de un desorden mental. Un
hombre no está correctamente adaptado hasta que es un ser feliz,
saludable y próspero; y la felicidad, salud y prosperidad son el resultado
de la armonía entre su mundo interno y externo, del hombre con su
entorno.

Un hombre sólo empieza a ser hombre cuando deja de lamentarse y


maldecir, y comienza a buscar la justicia oculta que gobierna su vida. Y al
adaptar su mente a este factor gobernante, cesa de acusar a otros como la
causa de su situación, y se forja a sí mismo con pensamientos nobles y
fuertes; deja de patalear contra las circunstancias, y empieza a utilizarlas
como ayuda para progresar más rápido, y como un medio para descubrir
el poder y las posibilidades ocultas dentro de sí.

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Ley, y no confusión, son el principio dominante del universo; justicia, no


injusticia, es el espíritu y sustancia de la vida; rectitud, y no corrupción,
es la fuerza moldeadora y motivadora que gobierna el espíritu del mundo.
Siendo esto así, el hombre no tiene opción más que descubrir que el
universo funciona correctamente, y al rectificarse, encontrará que
mientras cambia sus pensamientos respecto a las situaciones y la gente,
las situaciones y la gente cambiarán respecto a él.

La prueba de esta verdad está en cada persona, y por ello puede verificarse
fácilmente mediante una introspección y auto-análisis sistemáticos.
Cambie un hombre radicalmente sus pensamientos, y se asombrará de la
rápida transformación que operará en las condiciones materiales de su
vida. El hombre imagina que puede mantener en secreto sus
pensamientos, pero no puede; rápidamente los pensamientos se cristalizan
en hábitos, y los hábitos toman forma de circunstancias.

 Pensamientos indulgentes (que se hacen de la vista gorda) se


cristalizan en hábitos de indulgencia respecto a la bebida y el sexo,
que toman forma de destrucción y padecimiento;

 pensamientos impuros de todo tipo se cristalizan en hábitos de


desorientación y debilidad, que toman forma de circunstancias de
perturbación y adversidad;

 pensamientos de temor, duda e indecisión se cristalizan en hábitos


de debilidad, falta de hombría e irresolución (Falta de resolución),
que toman forma de circunstancias de fracaso, indigencia (pobreza),
y dependencia (Situación de una persona que no puede valerse por
sí misma.);

 pensamientos de pereza se cristalizan en hábitos de desaseo y


deshonestidad, que toman forma de circunstancias de inmundicia y
mendicidad;

 pensamientos de odio y condena se cristalizan en hábitos de


acusación y violencia, que toman forma de circunstancias de injuria
y persecución;

 pensamientos narcisistas de todo tipo se cristalizan en hábitos


egoístas, que toman forma de circunstancias de mayor o menor
angustia.

Por otro lado,

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 Pensamientos nobles (Generosos, honrosos, estimables) de cualquier


tipo se cristalizan en hábitos de gracia y bondad, que toman forma
de circunstancias de felicidad y cordialidad;

 Pensamientos puros se cristalizan en hábitos de temperancia y


dominio de sí mismo, que toman forma de circunstancias de paz y
tranquilidad;

 Pensamientos de valentía, auto-confianza y decisión se cristalizan en


hábitos valerosos, que toman forma de circunstancias de éxito,
plenitud y libertad;

 Pensamientos llenos de energía se cristalizan en hábitos de


pulcritud y laboriosidad, que toman forma de circunstancias
placenteras;

 Pensamientos nobles y caritativos se transforman en hábitos de


generosidad, que toman formas de circunstancias de protección y
preservación;

 Pensamientos de amor y generosidad cristalizan en hábitos de


desprendimiento, que toman forma de circunstancias de
prosperidad perdurable y riqueza verdadera.

La persistencia en una sucesión dada de pensamientos, sean estos buenos


o malos, no falla en producir resultados en el carácter y las circunstancias.

Un hombre no puede escoger directamente sus circunstancias, pero puede


escoger sus pensamientos, y de ese modo, indirectamente, pero con
certeza, dar forma a sus circunstancias.

La naturaleza se encarga de ayudar a todos los hombres en la satisfacción


de los pensamientos que lo dominan, y le presenta las oportunidades que
hagan realidad de la manera más rápida tanto sus pensamientos
constructivos como destructivos.

Cese un hombre de pensar pecaminosamente, y el mundo se ablandará


para él, y estará listo para ayudarlo, deje de lado sus pensamientos débiles
y enfermizos, y las oportunidades nacerán en cada mano para ayudarlo en
sus resoluciones; motive buenos pensamientos, y no habrá fatalidad que lo
ate a la miseria y la vergüenza. El mundo es tu calidoscopio, y la variedad y
combinación de colores que a cada momento te presenta son las imágenes
exquisitamente ajustadas de tus pensamientos siempre en movimiento.

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“So You will be what you will to be; Serás lo que has que ser;
Let failure find its false content Que la derrota encuentre su falsa felicidad
In that poor word, ‘environment, ’ en lo que cree que es tu realidad
But spirit scorns it, and is free. pero tu espíritu la desprecia

“It masters time, it conquers space; Domina el tiempo y conquista el espacio;


It cowes that boastful trickster, Chance, vence aquella vanidosa embaucadora, “la
And bids the tyrant Circumstance suerte”
Uncrown, and fill a servant’s place. derrota a la circunstancia,
la pone a su servicio
“The human Will, that force unseen,
The offspring of a deathless Soul, El deseo humano, que poder
Can hew a way to any goal, descendiente de un espíritu inmortal
Though walls of granite intervene. puede hacer un camino a cualquier
objetivo
“Be not impatient in delays aunque murallas inmensas se opongan
But wait as one who understands;
When spirit rises and commands No te impacientes cuando intentes
The gods are ready to obey.” que cuando logres entender
que tu espíritu es quien manda
hasta los dioses han de obedecer.

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3. Efecto del pensamiento en la salud del cuerpo

El cuerpo es el siervo de la mente, obedece a las operaciones de la mente,


sean estos deliberados o automáticos. Siguiendo pensamientos indebidos
el cuerpo rápidamente se hunde en la enfermedad y el decaimiento;
siguiendo pensamientos virtuosos se viste de juventud y belleza.

La salud y la enfermedad, al igual que las circunstancias, tienen su raíz en


los pensamientos, pensamientos enfermizos se expresan a través de un
cuerpo enfermo. Se ha sabido que los pensamientos de temor matan a un
hombre tan rápido como una bala, y continuamente matan miles de
personas, tal vez no tan rápido, pero sí con igual efectividad. La gente que
vive con temor a las enfermedades es la gente que las contrae. La ansiedad
rápidamente debilita el cuerpo, y lo deja expuesto a la enfermedad;
mientras pensamientos impuros, aunque no tengan un origen físico,
pronto destruirán el sistema nervioso.

Pensamientos energéticos, de pureza y dicha producen en el cuerpo vigor y


gracia. El cuerpo es un instrumento muy delicado y plástico, que responde
rápidamente a los pensamientos que lo dominan, y los hábitos de
pensamiento producirán sus efectos sobre él, sean estos buenos o malos.

El hombre continuará teniendo sangre impura y envenenada mientras sus


pensamientos sean impuros. De un corazón limpio emana una vida y un
cuerpo limpios. De una mente contaminada proceden una vida y un
cuerpo corruptos. El pensamiento es la fuente de toda acción, de la
vida y su manifestación; construye una fuente que sea limpia y todo
será puro.

El cambio de dieta no ayudará a un hombre que no cambia sus


pensamientos. Cuando un hombre purifica sus pensamientos, no deseará
más comida impura.

Pensamientos puros (limpios) crean hábitos puros. El llamado santo que


no lava su cuerpo no es un santo. Quien ha fortalecido y purificado sus
pensamientos no debe preocuparse por el microbio malévolo.

Si deseas perfeccionar tu cuerpo, sé celoso con tu mente. Si quieres


renovar tu cuerpo, embellece tu mente. Pensamientos de malicia, envidia,
decepción, desaliento, le arrebatan al cuerpo su gracia y salud. Una cara
amarga no es cuestión de azar, sino de pensamientos amargos.
Las arrugas que desfiguran están hechas por la necedad, la pasión y el
orgullo.

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Conozco una mujer de noventa y seis años que posee la inocente y


luminosa cara de una niña. Conozco un hombre que no alcanza la
mediana edad cuya cara está desfigurada por líneas sin armonía.
Una es el resultado de una disposición dulce y vívida, el otro el resultado
de la pasión y el descontento.

Así como no puedes tener un hogar saludable y dulce si no dejas entrar


libremente el aire y la luz del sol en las habitaciones, así un cuerpo vívido,
feliz, o un rostro sereno sólo puede ser resultado de dejar entrar
libremente en la mente pensamientos felices, buenos deseos y serenidad.

En la cara de los ancianos hay arrugas producidas por la simpatía. Otras


por pensamientos puros y vigorosos; y otras talladas por la pasión: ¿quién
no puede distinguirlas? Para aquellos que han vivido correctamente, la
edad trae calma, paz, como una puesta de sol. Recientemente he
observado a un filósofo en su lecho de muerte. Era viejo sólo de años,
murió tan dulce y calmadamente como vivió.

 No hay mejor medicina que los pensamientos felices para disipar los
males del cuerpo;

 no hay mejor reconfortante que la buena voluntad para disipar las


sombras de la pena y la amargura.

 Vivir continuamente con pensamientos malévolos, cínicos, y


envidiosos, es confinarse en una prisión hecha por uno mismo.

 Pero pensar bien de todos, ser amable con todos, y pacientemente


aprender a encontrar el lado bueno de las cosas – tales
pensamientos son las verdaderas puertas del cielo;

 y vivir el día a día en pensamientos de paz hacia toda criatura


atraerá paz en abundancia a su poseedor.

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4. Pensamientos y propósitos

Hasta que el pensamiento no esté acompañado de un propósito no habrá


logro inteligente alguno. La mayoría permite que sus pensamientos
naveguen sin rumbo y a la deriva por el océano de la vida. Tal falta de
propósito es un vicio, y no ha de permitirla aquel que quiere estar a salvo
de la catástrofe y la destrucción.

Quien no tiene un propósito central en su vida cae presa fácil de


preocupaciones banales, miedos, problemas, y auto-compasión, y así se
dirige, tan seguro como si lo buscara con intención (aunque por un camino
distinto), al fracaso, la infelicidad, la pérdida de lo querido, porque la
debilidad no puede perdurar en un universo de poder.

El hombre debe concebir un propósito legítimo en su corazón, y luchar por


alcanzarlo. Debe hacer de este propósito el centro de sus pensamientos.
Puede tomar forma de un ideal espiritual, o puede ser un objeto terrenal,
de acuerdo con su naturaleza y los tiempos; pero cualquiera sea, debe
firmemente enfocar la fuerza de sus pensamientos hacia el objetivo que
tiene ante él. Debe hacer de este propósito su tarea suprema, y debe
dedicarse por completo a conseguirlo, evitando que sus pensamientos
divaguen en caprichos, antojos y fantasías, este es el camino real del
dominio de sí mismo y la verdadera concentración del pensamiento. Aún si
falla una y otra vez en alcanzar su propósito (como tiene que suceder
hasta que venza su debilidad), la fuerza de carácter ganado será la
verdadera medida de su poder y su conquista, y formará un nuevo punto
de partida para la victoria y el poder futuros.

Quienes no están preparados para un propósito grandioso, deberán fijar


sus pensamientos en ejecutar sin faltas su asignación, no importa qué
insignificante pueda parecer. Sólo de esta manera pueden los
pensamientos ser concentrados y enfocados, y la energía y la resolución
pueden desarrollarse, y una vez logrado esto, no habrá nada que no se
pueda lograr.

El alma más débil, conocedora de su debilidad, y creyendo esta verdad –


que el poder sólo puede ser desarrollado con esfuerzo y práctica, podrá
aplicarla en sí misma, y añadiendo esfuerzo al esfuerzo, paciencia a la
paciencia, y fuerza a la fuerza nunca dejará de crecer, y al final crecerá
con fuerza divina.

Así como el hombre físicamente débil puede fortalecerse mediante un


cuidadoso y paciente ejercicio, así el hombre de pensamientos débiles
puede convertirlos en poderosos ejercitándose a sí mismo en el pensar
correcto.

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Eliminar la falta de propósito y la debilidad, y empezar a pensar con


propósito, es ascender al rango de aquellos que sólo reconocen el fracaso
como uno de los caminos al éxito; quienes hacen que las circunstancias
les sirvan, y quienes piensan con fortaleza, se lanzan con fiereza, y vencen
con maestría.

Habiendo concebido su propósito, el hombre debe marcar mentalmente


una línea recta que lo lleve a su objetivo, sin mirar a la derecha ni a la
izquierda. La duda y el miedo deben excluirse rigurosamente; son
elementos que desintegran, que rompen la línea recta del esfuerzo, y
la desvían, son inútiles, ineficaces. Los pensamientos de duda y temor
nunca han logrado una meta, y nunca podrán. Siempre conducen al
fracaso. El propósito, la energía, el poder, y los pensamientos enérgicos se
detienen cuando la duda y el temor se arrastran entre ellos.

La decisión y el propósito emanan del conocimiento de lo que podemos


hacer. La duda y el miedo son los grandes enemigos del
conocimiento, y aquel que los aliente, y no los elimine, encontrará la
frustración a cada paso.

Aquel que haya conquistado la duda y el miedo ha conquistado al fracaso.


Cada uno de sus pensamientos está aliado al poder, y las dificultades son
valientemente enfrentadas y derrotadas con sabiduría. Sus propósitos son
sembrados oportunamente, y florecen y producen frutos que caerán de tan
maduros.

El pensamiento aliado fuertemente al propósito se convierte en una fuerza


creativa; aquel que comprenda esto está listo para transformarse en un ser
superior y más fuerte que un simple atado de pensamientos vacilantes y
sensaciones cambiantes. Quien logre esto se habrá convertido en al amo
consciente e inteligente de sus poderes mentales.

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5. El factor pensamiento en el éxito

Todo lo que el hombre logra y todo en lo que falla es resultado directo de


sus pensamientos. En un universo gobernado con justicia, en el que la
falta de equidad significaría la destrucción total, la responsabilidad
individual ha de ser absoluta. La debilidad y fortaleza de un hombre, su
pureza e impureza, son suyas, y de nadie más; son labradas por él mismo,
y no por otro, y pueden ser alteradas sólo por él, nunca por otro. Su
condición es también suya y de nadie más. Su sufrimiento y su felicidad
emanan de adentro. Como él piense, así es él; como siga pensando, así
seguirá siendo.

Un hombre fuerte no puede ayudar a uno débil a menos que el débil desee
ser ayudado, más aún, el débil ha de hacerse fuerte por sí mismo; debe,
con su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en otro. Nadie
más que él puede alterar su condición.

Ha sido habitual para el hombre pensar y decir. “Muchos hombres son


esclavos porque uno es opresor, odiemos al opresor.” Actualmente, sin
embargo, hay una pequeña y creciente tendencia de invertir dicho juicio y
decir, “Un hombre es opresor porque muchos son esclavos; despreciemos a
los esclavos.”

La verdad es que opresor y esclavo cooperan en su ignorancia, y, mientras


parece que se afligen el uno al otro, se afligen en realidad a ellos mismos.
Un conocimiento perfecto percibirá la acción de la ley en la debilidad del
oprimido y en el poder mal aplicado del opresor; un Amor perfecto, al ver el
sufrimiento que ambos estados implica, no condena a ninguno; una
Compasión perfecta abraza a ambos, opresor y oprimido.

Aquel que ha conquistado a la debilidad, y ha alejado de sí pensamientos


egoístas, no pertenece a opresores ni a oprimidos. Él es libre.

Un hombre sólo puede elevarse, conquistar y alcanzar el éxito, elevando


sus pensamientos. Sólo puede permanecer débil, abatido y miserable al
negarse a elevar sus pensamientos.

Antes de que un hombre pueda lograr cualquier meta, aun metas


terrenales, debe elevar sus pensamientos por encima del esclavismo
animal y la indulgencia. No ha de rendirse, si quiere triunfar, ante su
animalidad ni egoísmo, de ninguna manera; pero una parte de él debe, al
menos, ser sacrificada. Un hombre cuyo pensamiento principal es de
indulgencia animal no puede pensar claramente, ni planear
metódicamente; Si no empieza a controlar con valentía sus pensamientos,
no está en capacidad de controlar otros asuntos y adoptar
responsabilidades serias. No está preparado para actuar de forma

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independiente y por sí solo. Pero sólo lo limitan los pensamientos que él


escoge.

No puede haber progreso ni logro sin sacrificio, y el éxito terrenal de un


hombre se logrará en la medida que sacrifique sus pensamientos animales
y confusos, y concentre su mente en el desarrollo de planes, y el
fortalecimiento de su resolución y auto-confianza. Y mientras más
elevados sean sus pensamientos, se convertirá en alguien más valeroso,
grande y correcto, mayores serán sus logros, benditos y duraderos serán
sus éxitos.

El universo no favorece al codicioso, al deshonesto, al vicioso, aunque


superficialmente a veces pareciera hacerlo; ayuda al honesto, al
magnánimo, al virtuoso. Todos los grandes Maestros de todas las eras han
declarado esto de distintas maneras, y para probarlo y entenderlo el
hombre no tiene más que persistir en hacerse más y más virtuoso
elevando sus pensamientos.

Los logros intelectuales son el resultado de un pensamiento consagrado a la


búsqueda del conocimiento, o de la belleza y la verdad en la naturaleza.
Tales logros pueden estar a veces ligados a la vanidad y la ambición pero
no son el resultado de estas características; son el resultado natural de un
arduo y prolongado esfuerzo, y de pensamientos puros y desinteresados.

Los logros espirituales son la consumación de aspiraciones divinas. Aquel


que vive constantemente en la concepción de nobles y elevados
pensamientos, que vive puro y desinteresado, se convertirá, tan
seguro como que el sol alcanza su cúspide, y la luna llega a ser llena,
en un hombre sabio y noble de carácter, y se elevará a una posición de
influencia y buena fortuna.

El éxito, de cualquier tipo, es la corona del esfuerzo, la diadema del


pensamiento. Con la ayuda del dominio de sí mismo, resolución, pureza,
rectitud, y pensamientos bien orientados, el hombre asciende; llevado por
la irracionalidad, indolencia, impureza, corrupción, y pensamientos
confusos el hombre desciende.

Un hombre puede elevarse a grandes hazañas terrenales, e incluso a


sublimes altitudes en el mundo espiritual, y descender otra vez a la
miseria al permitir que pensamientos arrogantes, egoístas y corruptos lo
posean.

Las victorias obtenidas mediante el pensamiento correcto pueden ser


conservadas sólo con vigilancia. Muchos cesan sus esfuerzos cuando el
éxito está asegurado, y rápidamente caen en la derrota.

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Todo logro, sea en los negocios, intelectual, o espiritual, son el resultado


de pensamientos orientados con definición, están gobernados por la
misma ley y por el mismo método; la única diferencia es el objetivo.

Aquel que quiera lograr poco ha de sacrificar poco; quien quiera lograr
mucho ha de sacrificar mucho; quien quiera lograr grandezas debe
sacrificar grandemente.

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6. Visión e ideales

Los soñadores son los salvadores del mundo. Así como el mundo
visible se sostiene por fuerzas invisibles, así el hombre, entre todos sus
juicios, pecados y vocaciones sórdidas, se nutre de las visiones de belleza
de sus soñadores solitarios. La humanidad no puede olvidar a sus
soñadores, no puede dejar sus ideales desaparecer y morir; la humanidad
vive en estos, los conoce como las realidades que un día serán vistas y
conocidas.

Los compositores, escultores, pintores, poetas, profetas, visionarios, ellos


son los hacedores del mundo, los arquitectos del cielo. El mundo es bello
porque ellos vivieron, sin ellos la laboriosa humanidad perecería.

Aquel que lleva en el corazón una visión maravillosa, un ideal noble,


algún día lo realizará. Colón llevó en su corazón la visión de otro
mundo, y lo descubrió; Copérnico impulsó la visión de muchos mundos y
un universo más extenso, y lo descubrió; Buda contempló una visión de
un mundo espiritual de santidad y paz perfecta, y entró en él.

Valora tus visiones; valora tus ideales; valora la música que agita tu
corazón, la belleza que se forma en tu mente, la gracia que viste tus más
puros pensamientos, de ellos crecerán condiciones encantadoras, un
ambiente celestial; de ellas se construirá, si te mantienes fiel, tu mundo.

Querer es poder; soñar es lograr. ¿Deberán los bajos deseos del hombre
recibir la máxima gratificación, y sus aspiraciones más puras morir sin
sustento? Esa no es la ley: Tal condición nunca ocurrirá: “Pide y recibirás”.

Sueña nobles sueños, y mientras sueñes te convertirás. Tu visión es la


promesa de lo que un día serás. Tu ideal es la profecía de lo que un día
llegarás a revelar.

Los logros más grandes fueron al inicio y por un tiempo un sueño. El roble
duerme en la bellota; el ave espera en el huevo; y en la más elevada visión
del alma un ángel de la guarda se agita. Los sueños son las semillas de la
realidad. Tus circunstancias pueden no ser de tu agrado, pero no han de
seguir siendo las mismas si concibes un ideal y luchas por alcanzarlo. Tú
no puedes movilizarte por dentro y permanecer estático por fuera.
Este es un joven oprimido por la pobreza y el trabajo; confinado largas
horas en un taller insalubre; sin escuela, y sin el arte del refinamiento.
Pero sueña con cosas mejores; piensa en la inteligencia y el refinamiento,
en gracia y belleza. Concibe, y crea con su mente, una vida ideal; la visión
de una libertad más amplia y miras más elevadas toma posesión de él; la
ansiedad lo lleva a la acción, y utiliza todo su tiempo libre y sus medios,
aunque sean pequeños, al desarrollo de sus poderes y talentos ocultos.

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Muy pronto su mente ha sido tan alterada que el taller no puede retenerlo
más. Se ha convertido en algo tan fuera de armonía con sus pensamientos
que queda fuera de su vida como una ropa que es tirada, y, al crecer las
oportunidades que encajan con las miras de su creciente poder, se
desvanece para siempre. Años más tarde, vemos a este joven como todo un
hombre. Lo encontramos dueño de ciertas fuerzas mentales que esgrime
con influencia universal y poder casi inigualado. En sus manos toma los
hilos de responsabilidades gigantescas; él habla, y las vidas cambian,
hombres y mujeres toman sus palabras y las siguen para modificar su
carácter, y, como la luz del sol, se convierte en el centro y eje luminoso
alrededor del que innumerables destinos se giran. Ha realizado la Visión
de su juventud. Se ha convertido en uno con su ideal.

Y tú también, joven lector, lograrás la visión (no el deseo ocioso) de tu


corazón, sea éste bajo o hermoso, o una mezcla de ambos, porque tu
destino siempre te lleva hacia aquello que secretamente más amas. En tus
manos será entregado el resultado exacto de tus pensamientos; recibirás lo
que te ganes; no más, no menos. Cualquiera sea tu entorno actual,
caerás, permanecerás, o te elevarás con tus pensamientos, tu visión,
tu ideal. Llegarás a ser tan pequeño como los deseos que te
controlan, tan grande como tus aspiraciones dominantes: en las
hermosas palabras de Kirkham Davis, “Puedes ser contador, y en breve
has de salir por la puerta que por tanto tiempo ha parecido la barrera para
tus ideales, y te encontrarás ante una audiencia - el lápiz aún sobre tu
oreja, la tinta aún en tus dedos – y allí y entonces derramar el torrente de
tu inspiración. Puedes estar pastando ovejas, y vagarás en la ciudad –
bucólico y con la boca abierta; entrarás bajo la intrépida guía del espíritu
en el estudio del maestro, y después de un tiempo él te dirá, ‘no tengo
nada más que enseñarte.’ Y ahora te has convertido en el maestro, quien
hace poco soñaba grandezas mientras pastaba ovejas. Dejarás la sierra y
el cepillo para tomar en tus manos la regeneración del mundo”.

El descuidado, el ignorante, y el indolente, viendo sólo el efecto aparente


de las cosas y no las cosas en sí, hablan de suerte, fortuna, y azar. Al ver a
un hombre hacerse rico dirán, “¡cuánta suerte tiene!” Al observar a otro
hacerse intelectual exclamarán, “¡Que favorecido es!” Y al notar el carácter
santo y la gran influencia de otro comentarán, “¡Cómo lo ayuda el azar a
cada momento!” Ellos no ven los intentos, fracasos y la lucha que estos
hombres han enfrentado voluntariamente para ganar experiencia; no
conocen del sacrificio que han hecho, de los esfuerzos intrépidos que se
han propuesto, de la fe que han ejercido para lograr lo aparentemente
imposible, y realizar la Visión de su corazón. Ellos no saben de la
oscuridad y la angustia; sólo ven la luz y la dicha, y la llaman “suerte”; no
ven las largas y arduas jornadas, sino sólo contemplan el logro placentero,

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y lo llaman “buena fortuna”; no entienden el proceso, sino sólo perciben el


resultado, y lo llaman “azar”.

En todos los asuntos humanos hay esfuerzos, y hay resultados, y la


fortaleza del esfuerzo es la medida del resultado, no la suerte. “Regalos”,
poder, posesiones materiales, intelectuales y espirituales son el fruto del
esfuerzo; son pensamientos consumados, objetivos alcanzados, visiones
realizadas.
La visión que glorifiques en tu mente, el ideal que ganó el trono de tu
corazón – Con esto construirás tu vida, en eso te convertirás.

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7. Serenidad

La tranquilidad de la mente es una de las bellas joyas de la sabiduría, es el


resultado de un esfuerzo largo y paciente en el dominio de sí mismo. Su
presencia es indicadora de una experiencia madura, y de un conocimiento
más que ordinario de las leyes y el funcionamiento del pensamiento.

Un hombre alcanza la tranquilidad en la medida que se entiende a sí


mismo como un ser que evoluciona del pensamiento. Para tal conocimiento
necesita entender a los otros como el resultado del pensamiento, y
mientras desarrolla el entendimiento, y ve con mayor claridad las
relaciones internas de las cosas por la acción de causa y efecto, cesa su
agitación, su enfado, su preocupación y su congoja, y permanece en
equilibrio, inalterable, sereno.

El hombre calmado, habiendo aprendido cómo gobernarse, sabe cómo


adaptarse a otros; y estos, a su vez, reverencian su fortaleza espiritual, y
sienten que pueden aprender de él, y confiar. Cuanto más tranquilo sea
un hombre, mayor es su éxito, su influencia, su poder para el bien.
Aún el comerciante común encontrará que la prosperidad de sus negocios
crece mientras desarrolla un mayor dominio de sí mismo y ecuanimidad,
pues la gente siempre ha de preferir hacer tratos con un hombre cuya
conducta sea firmemente estable.

El hombre fuerte y calmado es siempre amado y reverenciado. Es como un


árbol que brinda sombra a una tierra sedienta, o una roca en la que
resguardarse de una tormenta. ¿Quién no ama un corazón tranquilo, una
vida dulcemente templada y balanceada? No importa si llueve o hay sol, o
qué cambios ocurran en el poseedor de estas bendiciones, pues serán
siempre dulces, serenos y calmados. Aquel equilibrio de carácter que
nosotros llamamos serenidad es la lección final de la cultura; es el
florecimiento de la vida, el fruto del alma. Es precioso como la sabiduría,
ha de ser más deseado que el oro – sí, más que el fino oro. Cuán
insignificante se ve quien sólo busca el dinero en comparación con una
vida serena – una vida que mora en el océano de la verdad, por debajo de
las olas, fuera del alcance de las tempestades, ¡en Eterna Calma!

Cuánta gente conocemos que envenena sus vidas, arruina todo lo que es
dulce y bello con un temperamento explosivo, destruyen el equilibrio de su
carácter, ¡y hacen mala sangre! Es una cuestión si la gran mayoría de
gente no arruina sus vidas, y estropea su felicidad por falta de dominio de
sí mismos. Cuán poca gente conocemos en la vida con un carácter
balanceado, que tiene ese exquisito equilibrio que es característico de un
carácter refinado.

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Sí, la humanidad emerge con pasión descontrolada, es turbulenta con


amargura ingobernada, está casi arruinada por la ansiedad y la duda. Sólo
el hombre sabio, sólo aquel cuyos pensamientos están controlados y
purificados, hace que los vientos y las tormentas del alma le obedezcan.

Almas sacudidas por la tempestad, donde quieran que estén, sea cual
fuere la condición bajo la que viven – en el océano de la vida las islas de
dicha sonríen, y la orilla soleada de tu ideal espera tu venida. Mantén tu
mano firme sobre el timón de tus pensamientos. En la barca de tu alma se
reclina el Maestro al mando; sólo esta dormido; despiértalo. El control de ti
mismo es poder; el Pensamiento correcto es maestría, la Calma es poder,
dentro en tu corazón, “la Paz sea contigo”.

FIN

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