Como El Hombre Piensa de James Allen
Como El Hombre Piensa de James Allen
Como El Hombre Piensa de James Allen
James Allen
Titulo original:
Prefacio
Pensamiento y carácter
Efecto del pensamiento en las circunstancias
Efecto del pensamiento en la salud del cuerpo
Pensamientos y propósito
El factor pensamiento en el éxito
Visión e ideales
Serenidad
Prefacio
James Allen
1 . Pe ns a m ie nto y ca r á cte r.
Así como una planta brota de su semilla, y no podría ser de otra manera,
así cada acción de un hombre brota de las semillas invisibles del
pensamiento, y no podrían existir sin ellas. Lo anterior es aplicable por
igual a aquellos actos considerados “espontáneos” y “no premeditados”
como a aquellos que son deliberadamente ejecutados.
El desarrollo del hombre está gobernado por leyes, no por artificios, y la ley
de causa y efecto es tan absoluta e inevitable en el reino oculto de los
pensamientos como lo es en el mundo de los objetos visibles y materiales.
Un carácter admirable no es asunto de azar o de favor, sino el resultado
natural de un constante esfuerzo en albergar los pensamientos correctos, el
efecto de una muy larga y apreciada asociación con pensamientos
admirables. Un carácter in noble y bestial, por el mismo proceso, es el
resultado de pensamientos viles albergados continuamente.
De todas las maravillosas verdades del alma que han sido recuperadas y re-
descubiertas en esta era, ninguna más grandiosa y fecunda de divina
promesa y esperanza que esta – el hombre es el amo del pensamiento,
forjador del carácter, creador y modelador de condiciones, entorno y
destino.
En ese sentido, como en ningún otro, está la ley absoluta “Aquel que
busque encontrará; a aquel que toque la puerta ésta se le abrirá”; sólo con
paciencia, práctica, e impertinencia incesante puede un hombre entrar por
la Puerta del Templo del Conocimiento.
Cada hombre está donde está por la ley de su propio ser. Los pensamientos
que ha construido en su carácter lo han llevado allí, y en la disposición de
su vida no hay elemento de azar, sino el resultado de una ley que no puede
fallar. Esto es cierto tanto para aquellos que se sienten descontentos con
su entorno como para aquellos que están satisfechos con él.
Los hombres no atraen aquello que quieren, sino aquello que son. Sus
antojos, caprichos, y ambiciones se frustran a cada paso, pero sus más
íntimos pe nsami entos y deseos se alimentan de sí mismos, sean estos
sucios o limpios. La “divinidad que nos da forma” está dentro de nosotros
mismos; somos Nosotros Mismos. El hombre está maniatado sólo por sí
mismo. El pensamiento y la acción son los carceleros del destino – ellos
nos apresan, si son bajos; ellos son también ángeles de Libertad – nos
liberan, si son nobles.
No consigue el hombre aquello que desea y por lo que ora, sino aquello que
con justicia se gana. Sus deseos y plegarias sólo son gratificadas y
atendidas cuando armonizan con sus pensamientos y acciones.
Un hombre puede ser desgraciado y ser rico; puede ser bendito y pobre. La
buenaventura y riqueza sólo se juntan cuando la riqueza es empleada
correctamente y con sabiduría; y el hombre pobre sólo desciende a la
miseria cuando considera su destino como una carga injustamente infligida.
La prueba de esta verdad está en cada persona, y por ello puede verificarse
fácilmente mediante una introspección y auto-análisis sistemáticos. Cambie
un hombre radicalmente sus pensamientos, y se asombrará de la rápida
transformación que operará en las condiciones materiales de su vida.
El hombre imagina que puede mantener en secreto sus pensamientos, pero
no puede; rápidamente estos se cristalizan en hábitos, y los hábitos toman
forma de circunstancias. Pensamientos indulgentes se cristalizan en hábitos
de indulgencia respecto a la bebida y el sexo, que toman forma de
destrucción y padecimiento; pensamientos impuros de todo tipo se
cristalizan en hábitos de desorientación y debilidad, que toman forma de
circunstancias de perturbación y adversidad; pensamientos de temor, duda
e indecisión se cristalizan en hábitos de debilidad, falta de hombría e
irresolución, que toman forma de circunstancias de fracaso, indigencia, y
dependencia; pensamientos de pereza se cristalizan en hábitos de desaseo
y deshonestidad, que toman forma de circunstancias de inmundicia y
mendicidad; pensamientos de odio y condena se cristalizan en hábitos de
acusación y violencia, que toman forma de circunstancias de injuria y
persecución; pensamientos narcisistas de todo tipo se cristalizan en hábitos
egoístas, que toman forma de circunstancias de mayor o menor angustia.
No hay mejor medicina que los pensamientos felices para disipar los males
del cuerpo; no hay mejor reconfortante que la buena voluntad para disipar
las sombras de la pena y la amargura. Vivir continuamente con
pensamientos malévolos, cínicos, y envidiosos, es confinarse en una prisión
hecha por uno mismo. Pero pensar bien de todos, ser amable con todos, y
pacientemente aprender a encontrar el lado bueno de las cosas – tales
pensamientos son las verdaderas puertas del cielo; y vivir el día a día en
pensamientos de paz hacia toda criatura atraerá paz en abundancia a su
poseedor.
4. Pensamientos y propósito.
Un hombre fuerte no puede ayudar a uno débil a menos que el débil desee
ser ayudado, más aún, el débil ha de hacerse fuerte por sí mismo; debe,
con su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en otro. Nadie
más que él puede alterar su condición.
Antes de que un hombre pueda lograr cualquier meta, aun metas terrenales,
debe elevar sus pensamientos por encima del esclavismo animal y la
indulgencia. No ha de rendirse, si quiere triunfar, ante su animalidad ni
egoísmo, de ninguna manera; pero una parte de él debe, al menos, ser
sacrificada. Un hombre cuyo pensamiento principal es de indulgencia animal
no puede pensar claramente, ni planear metódicamente; Si no empieza a
controlar con valentía sus pensamientos, no está en capacidad de controlar
otros asuntos y adoptar responsabilidades serias. No está preparado para
actuar de forma independiente y por sí solo. Pero sólo lo limitan los
pensamientos que él escoge.
Aquel que quiera lograr poco ha de sacrificar poco; quien quiera lograr
mucho ha de sacrificar mucho; quien quiera lograr grandezas debe
sacrificar grandemente.
6. Visión e ideales.
Los soñadores son los salvadores del mundo. Así como el mundo visible se
sostiene por fuerzas invisibles, así el hombre, entre todos sus juicios,
pecados y vocaciones sórdidas, se nutre de las visiones de belleza de sus
soñadores solitarios. La humanidad no puede olvidar a sus soñadores, no
puede dejar sus ideales desaparecer y morir; la humanidad vive en estos,
los conoce como las realidades que un día serán vistas y conocidas.
Aquel que lleva en el corazón una visión maravillosa, un ideal noble, algún
día lo realizará. Colón llevó en su corazón la visión de otro mundo, y lo
descubrió; Copérnico impulsó la visión de muchos mundos y un universo
más extenso, y lo descubrió; Buda contempló una visión de un mundo
espiritual de santidad y paz perfecta, y entró en él.
Valora tus visiones; valora tus ideales; valora la música que agita tu
corazón, la belleza que se forma en tu mente, la gracia que viste tus más
puros pensamientos, de ellos crecerán condiciones encantadoras, un
ambiente celestial; de ellas se construirá, si te mantienes fiel, tu mundo.
Querer es poder; soñar es lograr. ¿Deberán los bajos deseos del hombre
recibir la máxima gratificación, y sus aspiraciones más puras morir sin
sustento? Esa no es la ley: Tal condición nunca ocurrirá: “Pide y recibirás”.
Los logros más grandes fueron al inicio y por un tiempo un sueño. El roble
duerme en la bellota; el ave espera en el huevo; y en la más elevada visión
del alma un ángel de la guarda se agita. Los sueños son las semillas de la
realidad.
Muy pronto su mente ha sido tan alterada que el taller no puede retenerlo
más. Se ha convertido en algo tan fuera de armonía con sus pensamientos
que queda fuera de su vida como una ropa que es tirada, y, al crecer las
oportunidades que encajan con las miras de su creciente poder, se
desvanece para siempre.
Años más tarde, vemos a este joven como todo un hombre. Lo encontramos
dueño de ciertas fuerzas mentales que esgrime con influencia universal y
poder casi inigualado. En sus manos toma los hilos de responsabilidades
gigantescas; él habla, y mira! las vidas cambian, hombres y mujeres toman
sus palabras y las siguen para modificar su carácter, y, como la luz del sol,
se convierte en el centro y eje luminoso alrededor del que innumerables
destinos se giran.
Llegarás a ser tan pequeño como los deseos que te controlan, tan grande
como tus aspiraciones dominantes: en las hermosas palabras de Kirkham
Davis, “Puedes ser contador, y en breve has de salir por la puerta que por
tanto tiempo ha parecido la barrera para tus ideales, y te encontrarás ante
una audiencia - el lápiz aún sobre tu oreja, la tinta aún en tus dedos – y allí
y entonces derramar el torrente de tu inspiración.
Ellos no ven los intentos, fracasos y la lucha que estos hombres han
enfrentado voluntariamente para ganar experiencia; no conocen del
sacrificio que han hecho, de los esfuerzos intrépidos que se han propuesto,
de la fe que han ejercido para lograr lo aparentemente imposible, y realizar
la Visión de su corazón.
7. Serenidad.
Cuánta gente conocemos que envenena sus vidas, arruina todo lo que es
dulce y bello con un temperamento explosivo, destruyen el equilibrio de su
carácter, ¡y hacen mala sangre! Es una cuestión si la gran mayoría de gente
no arruina sus vidas, y estropea su felicidad por falta de dominio de sí
mismos. Cuán poca gente conocemos en la vida con un carácter
balanceado, que tiene ese exquisito equilibrio que es característico de un
carácter refinado.
Almas sacudidas por la tempestad, donde quieran que estén, sea cual fuere
la condición bajo la que viven – en el océano de la vida las islas de dicha
sonríen, y la orilla soleada de tu ideal espera tu venida. Mantén tu mano
firme sobre el timón de tus pensamientos. En la barca de tu alma se reclina
el Maestro al mando; sólo esta dormido; despiértalo. El control de ti mismo
es poder; el Pensamiento correcto es maestría, la Calma es poder, di dentro
en tu corazón, “la Paz sea contigo”.