Pedagogia Emancipatoria
Pedagogia Emancipatoria
Pedagogia Emancipatoria
Tlacahuapahualiztli
Felipe Cuevas Méndez
Imaginemos esta idea náhuatl de comunalidad en la educación del ser humano. El arte de criar y
educar a los hombres o Tlacahuapahualiztli, de los términos tlaca: “hombres”, y huapahualiztli:
“crianza o educación”.
Para nuestros antepasados es la filosofía de formación “del rostro y el corazón” (dar sabiduría a los
rostros y firmeza a los corazones), que contrario a la filosofía aristotélica, parte de una integración
antes que de la fractura, estando desde los cimientos de la historia náhuatl.
Fuera del marco de las versiones oficiales occidentalizadas, resulta ser el arte en la comunicación de
la herencia cultural, en la inducción en el amor para la formación del ser, y en la formación de las
nuevas generaciones como individuos y colectividades hacia el proceso social. La comunalidad es
entre otras cosas nuestra primera raíz educacional y pedagógica, en este sentido, el
Tlacahuapahualiztli es su expresión más desarrollada en nuestra historia.
Pues bien, a pesar de todo, pese al olvido colectivo que nos han creado en torno a la memoria
histórica, pese al genocidio perpetrado sobre nuestras raíces y fundamentos culturales, pese al
despojo de la instrucción burguesa sobre estos saberes; perdura y renace su huella genética en
ciertos trasfondos de nuestra enseñanza y vida social, desde luego, subyugada bajo las pedagogías
dominantes, subordinada a sus pautas y desvirtuada al control social u otras enseñanzas morales
del sistema.
Estamos lejos de tomar una actitud exclusivista de posicionar esta proposición ancestral como el
centro de todo cuanto haya por hacer para replantear la educación y la pedagogía. Más respecto de
nuestra memoria histórica, nos enfocamos en percibir ese arte como una entre tantas cuestiones
descartadas y quebrantadas por la ideología y enseñanza dominante.
Es por demás tan notorio que su atención conduce a ver diversos aspectos de hasta dónde hay que
reconfigurar la panorámica educativa actual en función de la conciencia colectiva y el desarrollo del
ser social; que incluso algunas corrientes de la enseñanza burguesa se proponen un utilitarismo de
lo social y moral para restablecer los fracasos estrepitosos en la materia.
Otra razón para retomar la carga histórica, resulta del hecho de que la instrucción existente inculca
la conformidad con el mundo establecido tanto como lleva al rechazo o vulgarización de lo nuestro.
La educación neoliberal aquí busca administrar el saber y la ignorancia. Esta ignorancia inducida
fortalece la circulación cínica de posiciones frívolas en torno a los grandes procesos de la historia en
México y América Latina, por ejemplo, es un lugar común comenzar las historias oficiales sobre la
pedagogía a partir de la invasión europea, poniendo la historia anterior en un anecdotario estéril.
Si seguimos abriendo más el arco del proceso histórico mexicano, advertimos que en especial el
neoliberalismo tiende a desmantelar la laicidad, a suplantar los aportes sustanciales de los procesos
democráticos y revolucionarios acontecidos, a degradar e invisibilizar la construcción educacional y
pedagógica desde abajo, a negar la trascendencia del 2 de octubre del 68 y Ayotzinapa como
procesos en que se transparenta la naturaleza autoritaria del Estado y la necesidad de cambios
trascendentales.
Todo el sistema social establecido avanza a desestimar los aportes de los sectores y clases populares
en la batalla de las ideas y por la formación, impugnando además el fondo de las tradiciones e
identidades culturales del pueblo. O negando tantas luchas y reivindicaciones sociales en que nos
debatimos hasta el presente, que innegablemente aportan a la educación y la cultura, puesto que
la lucha de clases de nuestros pueblos se inscribe en una tradición formativa y sociocultural.
A más de que, como debemos comenzar descolonizándonos de las historias oficiales en torno a
nuestro devenir. Aunque el descolonizarse es sólo un aspecto del proceso de emancipación del
dominio colonial y neocolonial, los cuales no son otra cosa que expresiones históricas especiales de
las relaciones sociales capitalistas en la América Latina y el Caribe hasta nuestro presente. Una vez
despejado esto, inmediatamente cabe proyectar la necesaria visión revolucionaria.
En particular la idea-raíz de la cual partimos no solo es viable en sí misma para recuperar el hilo de
una educación emancipadora de mayores alcances en el seno del pueblo mexicano, sino que está
en la labor formativa de nuestro desenvolvimiento socio-histórico y nuestra configuración
sociocultural.
Si bien este arte estuvo concebido para los objetivos de la estructura social de su época, como
incorporación de los nuevos seres humanos a la vida y objetivos de la comunidad. Dicha
recuperación es irreemplazable, dada la profunda interconexión de nuestros pueblos antiguos en el
mundo que constituyeron y los sentidos que estos dieron a su accionar social en diversos trazados
comunes, además de su permanencia entre nuestros pueblos originarios y de sus reductos entre
nuestras comunidades urbanas o rurales.
Necesario es señalar que el capitalismo avanzó a una cultura de la opresión sistemática, al modo de
enfocar las cosas y relaciones según lo requiera la sujeción del ser. Obra así, sabiendo de las
potencialidades en nuestras raíces, en la educación popular, en la pedagogía crítica, socio-histórica
y revolucionaria.
Como se sabe, el capitalismo siempre está en el empeño de cubrir las brechas que permitan a la
pedagogía romper con los fueros de la educación burguesa, hasta imponiéndole fronteras
conceptuales y reducción de sus líneas. Porque la pedagogía es más que un modelo en que se
concreta la instrucción, es el vehículo de las cosmovisiones de clases, de las ideologías y batallas de
ideas con que se reconstruye una y otra vez las premisas de la formación socio-cultural, técnica y
científica de los pueblos. La pedagogía popular es una herramienta para subvertir el orden de la
enseñanza establecida, por lo cual es ferozmente rechazada desde arriba, desde sus burocracias
académicas y por sus castas intelectuales.
Somos pensados desde una programación de nuestras mentes que inicia con nuestras vidas, aquí
somos pensados desde los valores de la educación burguesa, no para crearnos unos valores
nuestros, sino para adaptarnos a la moralidad establecida, al deshonor de la burguesía y el
imperialismo, así también a la justificación de las acciones pertinentes a esta compleja sociedad y
de determinadas clases o sectores sociales.
Esta formación se centra en el individuo, fue proyectada desde el occidentalismo a través del Emilio
de Jean-Jacques Rousseau en la relación del individuo con la sociedad, en la construcción de un
sistema educativo del ideal individual para convivir en una sociedad corrupta. Lo cual entra en
consonancia con el carácter del actual modo de producción, pero en su esencia constituye su más
grande “error” interno; el individualismo no es educativo en el nivel humanístico más profundo, es
ante todo un medio instruccional. El individualismo occidental viene de la desestructuración de
nuestra comunalidad por la división social sustentada en los tantos antagonismos de nuestra
sociedad.
Por lo que respecta a los antagonismos, podemos decir que en el centro de estos se encuentran los
que sustentan las bases del capital, siendo los ejes sobre los que opera el sistema a lo profundo de
su proceso socio-histórico, económico y político. No cabe desdeñar la relevancia de otros
antagonismos que acrecientan las dificultades y crisis educativas del sistema.
De entre esta siguiente línea antagónica tenemos los que surgen de las relaciones conflictuadas
entre la autoridad académica y el poder subyacente, frente a la base docente y trabajadora que
hace el oficio en los sistemas educativos.
A su vez se exacerban los antagonismos ante la existencia del cuerpo y acción burocrática, la
corrupción congénita a la estructura, el interés público en confrontación, el poder político como
centro gravitacional para las relaciones opresivas, la instrucción privada, la instrucción religiosa y
más, que en su conjunto actúan en un universo de relaciones sociales problematizadas y
conflictuadas. Es decir, que en el campo educativo se viven contradicciones que llevan a conflictos.
Que las relaciones sociales como se desarrolla este campo, han sido erigidas sobre la base de
conflictos sociales en su entorno y al interior de su formación.
Cabe incluir en ellos la naturaleza conflictiva antagónica entre los propósitos globales del Estado en
la materia y los intereses radicales de los monopolios de la cultura de masas que con sus
producciones recargan la caotización de la sociedad, des-culturizan al extremo y replantean
aprendizajes proclives a la reestructuración de nuestras mentes hacia una ultramoderna supremacía
aristocrática burguesa hacia nuevos picos de alienación para hacer de nosotros y nosotras otro
ladrillo más en la pared1. Si en general el sistema funciona de este modo, en lo concreto se
problematiza más creándose antagonismos, conflictos y callejones sin salida a su crisis educacional
y pedagógica.
No negaremos que para muchos y muchas la educación en valores alberga buenos propósitos, la
cuestión es que está trabajada sobre una manipulación moralista de nuestro compromiso educativo.
Sin embargo, en tanto desintegra los procesos sociales queriendo solucionarlos por las ramas de sus
consecuencias en torno a la ética y la moral; es una desviación de las verdaderas causas de la mayor
crisis social y educativa que estamos viviendo. Tal crisis que golpea asimismo valores universales y
particulares, sin trazarse una cosmovisión de mayor calado para nuestros pueblos, puesto que el
sistema va por nuestras raíces y saberes para hacerlos operar en su exclusivo beneficio, modificarlos
a versiones convenientes o reducirles a apariencias.
1
La canción Otro ladrillo en la pared, del grupo de rock Pink Floyd es considerada toda una metáfora del
sistema educativo dominante: https://www.youtube.com/watch?v=HUUdwuMkg_Q
En este contraste, las cosas se tornan tan manoseadas que dichos valores liberales se adoctrinan a
partir de nuestros procesos culturales, conduciendo el llamado epistemicidio o destrucción
sistémica de los saberes de nuestros pueblos. Llegamos al punto en que a través de nuestra propia
historia y cultura manipuladas, las burguesías yanqui, europea y nacional nos meten en la cabeza
sus dogmas educacionales trans y desculturalizados.
Visibilizar el Toltecáyotl como sabiduría cultural popular, como elemento en nuestra vida social y
organización profunda de nuestros pueblos es una labor de conciencia, pero también de lucha. Está
en nuestras batallas y el sentido revolucionario transformador, así como en el espíritu reivindicador
de futuro tras los grandes acontecimientos de la lucha del pueblo mexicano.
Respecto de las actuales condiciones que nos abruman; está presente aún en buena parte de los
pueblos a través de su gobernanza en usos y costumbres, tequio, trabajo comunitario, ciertas
estructuras del pensamiento colectivista, el mandar obedeciendo, el consejo a las nuevas
generaciones, nuestro optimismo por la vida, el resurgir de otras lógicas sobre la vida, la naturaleza
y lo productivo. Es también un rechazo a la opresión y su razón, la conexión e información colectiva
para solventar algunas de sus necesidades más urgentes y activar el sentido de comunidad solidaria.
Reflexionando desde estas perspectivas, ante tantas matanzas a nuestra cultura y nuestros pueblos,
recuperando sus realidades y ejes, podemos permitirnos pensar en la construcción de un proyecto
propio, de nuestro sentido sobre la tríada compleja entre individualidad y lo social. Se trata de
hilvanar un pensamiento colectivo necesario que impulse a amplias corrientes de educación
popular, integral, con formación cultural, crítica, revolucionaria y en el arte para vivir; que procese
y accione a la formación del ser social necesaria frente al capitalismo depredador, explotador y
deshumanizante.
Como sabemos, la idea predominante, que configura todo nuestro mundo educativo capitalista para
asimilarnos a una realidad hecha fetiche, es muy opuesta, convirtiéndonos en objeto de su riqueza.
Su enfoque delirante consiste en promover el individualismo, el sujeto competitivo-destructivo, lo
lineal, la inserción en las reglas del capitalismo salvaje, el socavamiento de las condiciones sociales
y de vida, el adoctrinamiento y la renuncia a un mundo libre de las actuales relaciones de opresión,
y la incapacidad de recuperar la fuerza transformadora de lo colectivo.
Por supuesto, la cultura burguesa finge, está aferrada al sueño de suponer que combate la
desigualdad, pero a 200 años de despliegue de su fuerza institucional, ella dista mucho de haber
resuelto los dilemas de nuestra sociedad al respecto, centrándose en combatir toda revolución
social, cultural, educativa o política. Su premisa de adaptar o educar al individuo para un mundo
colmado de angustias, no logró establecer armonías sociales ni mucho menos.
Por si ese engaño fuese poco, la cultura burguesa borra de un plumazo otras visiones, otras
percepciones, declarándolas no compatibles con sus criterios, sus interpretaciones, sus valores, o
más prosaicamente, al no coincidir con sus prioridades; en tanto para el pueblo de lo que se trata
es de retomar todo el acervo conseguido, suministrándole un sentido universal y profundo.
Ello dio impulso a la construcción de fuerzas populares y proyectos de formación alternativos ante
el abandono del Estado a las áreas del proletariado y sectores suburbano-populares. Así, en especial
en estos sectores tuvo lugar la formación de una educación popular alternativa a la impuesta por el
Estado y las empresas en la educación, por ende el conflicto con los actores de la instrucción
burguesa es constante.
Entre tanto el régimen priista se abocó a perseguir los liderazgos, establecer organizaciones
gubernamentales, especular con el suelo, captar votantes y reprimir recurrentemente estos
procesos, por lo que se desarrollaron resistencias bajo las cuales ha sido posible continuar luchando.
La lucha sigue aún ahora que la burguesía actúa con la modalidad de crear escuelas privadas y
públicas con fines económicos, ideológicos y políticos.
El factor preponderante, revelado por sí mismo en esta madeja concreta de situaciones trazadas
por la política gubernamental; es que el sistema educativo se convirtió en un entramado de poder,
y la educación propiamente dicha pasó a ser una moneda de cambio de acuerdo con las dinámicas
e intereses del aparato estatal.
Sobre este último aspecto, que va en el sentido general despótico, hay que subrayar que los
métodos de enseñanza establecidos, al tiempo que tienden al elitismo, proporcionan una base de
argumentación clasemediera del conocimiento desvinculada con las necesidades y posibilidades de
producción capacitación o profesionalización. Argumentación que no encaja en las especificidades
culturales de nuestras poblaciones urbanas, originarias y rurales, dificultando todavía más el
aprendizaje.
El sistema capitalista forjó así un ciclo para el estatus de marginación que funciona con gran
precisión donde (en comparación porcentual con las clases medias y la burguesía), pocos
contingentes de jóvenes del pueblo logran superar los obstáculos, y generalmente en las carreras
de menor remuneración. Caso sintomático de esta situación es el de las carreras docentes, más
accesibles al pueblo, pero con la peor remuneración. Situaciones de este tipo divulgadas por la OCDE
sobre la “falla estructural” desalientan el estudio ante la reducción del estatus o de alcanzar un
empleo estable. Sería irresponsable dejar pasar que la no superación de las pruebas, se debe en
cierta medida a que los dados están cargados, tratándose de pruebas inclinadas a favorecer a
determinados sectores sociales por cuestiones de “política educativa” de las instituciones media y
superior.
Frente a estos proyectos, al igual que contra toda perspectiva de formación, la educación burguesa
aniquila otras narrativas sociales, comunitarias o libertarias. Para este objetivo ella se articula en
subsistemas y separa sus tareas como si fuese de su exclusiva competencia resolver cuestiones tales
como el futuro social en torno a los resultados supremos de su labor, en la simulación de que con la
buena instrucción se resuelve toda la madeja de problemas sociales. Sin embargo a la hora de
cuestionar a sus autoridades sobre su crisis, los gestores de la enseñanza burguesa sabrán decir que
se trata de condiciones de orden superior que les rebasan o están fuera de su competencia.
De esta manera, la complejización y la problematización del sistema llegan a ser herramientas para
el discurso del poder en su fuga de las responsabilidades y los cuestionamientos al sistema social en
sí mismo.
Dado que desde el sistema en general y el sistema educativo en particular se predica que cada área
es una competencia única pero que no atenderá plenamente sus problemas o resultados; por tanto,
la cuestión de la crisis educativa será imposible de resolver si es que no se le dimensiona en el todo
que es. Porque ese todo implica innumerables relaciones de fuerza, o en el caso de reducirle sus
proporciones a ciertas esferas tecnocráticas para la enseñanza, sus obligadas atenciones e
intervenciones no superarán la grave situación, ya que en 30 años en el conjunto de problemas no
han hecho otra cosa más que empeorar sus consecuencias.
Cuando de una crisis civilizatoria se trata, el sistema ya no tiene respuestas coherentes, no invierte
lo necesario en educación, el Estado mexicano es de los que menos aporta en esta inversión social.
Y lo que invierte lo mal invierte centrándose en cubrir los ingresos de su alta burocracia para pagar
mal a su base docente, dedicando poco a su infraestructura y menos a los sujetos sociales a quienes
se dedica la enseñanza. Sus subsistemas no resuelven, ni su conjunto es capaz de conducir una
energía eficaz, dados los antagonismos, las implicaciones directas en dicha crisis y su sentido
despótico.
No obstante, claro está que no todo es opresión, los pasos en cultura y humanización de la
enseñanza son colosales, nadie lo duda, no se los pone en tela de juicio. Esa es sólo una cara de la
realidad, la única que el poder nos permite ver, enajenándonos a ella e impidiendo que podamos
ver su cara oculta.
Lo cierto es que, por ejemplo, así como la ciencia y las industrias desarrollan inmensas fuerzas
productivas y otras tantas formas de beneficiarse las sociedades, a su par, dadas las relaciones
sociales en que encuentran su cauce, corren los intereses especiales y los inmensos daños
colaterales a la vida, a la libertad, a la igualdad. Y así al decir del tema educativo, sus logros
conllevaron a un poder y monopolio colosal de la gran empresa y el Estado en el control y
adoctrinamiento social. Además del impulso de tendencias educativas proclives a las variantes
culturales del posmodernismo, del occidentalismo y de la cultura de masas para la sujeción de las
personas en la reproducción del capital.
A la llegada del siglo XXI, dicha prédica, vino haciendo agua, especialmente después de la última
gran crisis global. La enseñanza en más de un sentido vio reducir sus posibilidades para nuestros
pueblos, si bien mantiene las expectativas de su sistema dada la amplitud de su propagación y su
vinculación al mercado laboral. El tema de la desigualdad hace tiempo que cobró curso también a
través de los procesos de elitización y formación del estatus de profesiones, lo cual hizo del campo
de estudio un refuerzo potenciador de las tendencias del sistema, cancelando logros antes
conseguidos.
El ejército de profesiones resultó ser un amplio sector igualmente sujeto a las leyes del capital con
sus desigualdades internas y externas en los ámbitos del predominio neoliberal con sus distintas
vertientes entre “centros y periferias”.
Con ello, y debido a otras líneas del progreso o desarrollo capitalista, la reconversión de la educación
como empresa desplomó las viejas percepciones del campo educativo como promotor de la
igualdad y bienestar de nuestros pueblos. Si bien la absolutización de la idea de educación como un
bien deseable, su materialización en términos capitalistas, bajo este esquema de depredación
sistémica, se hizo íntimamente despótica, se transparentó en la sustancia que le configura por su
relacionalidad capitalista que determina los alcances de su eje individualista, se volvió en el revés
de su propuesta liberal al decir de Galeano2.
Este era el tránsito ineludible en un mundo regido por la propiedad privada y el ánimo de lucro,
rectores de nuestras relaciones: golpear una y otra vez los sueños y aspiraciones acariciados por
nuestros pueblos en torno a la mirada de la educación como punto de apoyo para solventar algunos
de sus problemas o generar capacidades para superar las actuales condiciones. Lo cual sólo fue
posible en los márgenes de la individuación del propósito educativo contra su sentido comunitario.
El modelo excluyente
Particularmente el normalismo rural, que llegó a contar con 32 centros de internado por todo el
país, antaño orgullo del campesinado y demás sectores populares del campo, a estos momentos
únicamente cuenta con cerca de la mitad de ellos porque el Estado decidió cerrarlos y mantener en
la quiebra a los restantes para que dejen de ser catalizadores de importantes necesidades sociales
y educativas desde abajo.
En otras formas ello es lo que el neoliberalismo reproduce como línea económica y política hacia
todo el proceso educativo, porque hasta sus anteriores ejes de formación son ahora motivo de
reconversión privatizadora o de anulación plena para hacer de la ignorancia general una prioridad.
Dice la regla capital en esta región del mundo que a mayor ignorancia, mayor gobernabilidad, por
lo que la ignorancia es ya una política educativa oculta detrás de las frases superadoras oficiales.
Los programas de enseñanza tienden a anular la esencia formativa del ser humano, suplantándola
por lo instruccional para asegurar dependencias, y además a impedir que fluya el conocimiento
significativo del que se pueda levantar el hombre nuevo.
2
Eduardo Galeano, Patas arriba, la escuela del mundo al revés.
Desde el momento en que se impuso el neoliberalismo en nuestro país, bajo la justificación de
alcanzar la calidad educativa, la equidad, la coordinación de sus subsistemas y la actualización de
sus programas; las realidades arrojan un saldo que simplemente no acredita las políticas oficiales y
empresariales en este campo.
Ante el ajuste estructural y la crisis de los años 80´s, el neoliberalismo coronó sus políticas de
recambio y desmantelamiento de la formación nacional con Miguel De La Madrid, en la figura de la
“modernización y descentralización educativa”. Experimentación que en el contexto del resto de
políticas al final pasó a ser conocida como la década perdida. En ese periodo la matrícula escolar
básicamente creció por la dinámica demográfica, aunque en la enseñanza primaria fue manifiesto
su estancamiento, lo cual sería una constante en las fases sucesivas del neoliberalismo, resaltando
un estancamiento en la captación de alumnos, bajando la creación de nuevas infraestructuras
escolares.
Vicente Fox en su gobierno de 2000-2006, el cachorro del imperio, nos habló de cobertura con
equidad, calidad de los procesos educativos, niveles de aprendizaje e integración, funcionamiento
del sistema educativo y enseñanza en valores, mas sus expectativas terminaron en farsa.
Canderón se dedicó a mantener las cosas como estaban. Ciertamente las luchas magisteriales
consiguieron formalizar la obligatoriedad de la instrucción secundaria, al tiempo que se impuso el
recorte al presupuesto del sector educativo. Su reforma a los contenidos educativos trajo consigo
la pérdida de contenidos históricos, el caos en estos, la anulación de contenidos humanísticos, y el
fortalecimiento de los viejos procesos de adiestramiento.
El gobierno de Peña Nieto se presentó en la fase más avanzada del neoliberalismo, lo suyo fue el
saqueo y la corrupción, como ya no hayan a quien robar, se roban entre ellos mismos. El accionar
educativo se enfocó a su reforma punitiva, manteniendo la verborrea neoliberal de las
competencias, la educación en valores, los clubes, la calidad, el liderazgo, el adiestramiento, la
transparencia, las habilidades.
Al final su labor consistió en arrastrarnos al desastre de una crisis educativa, afrontando una
desculturización general, la carencia de saberes universales, la privación de conocimientos
necesarios para una sociedad que requiere herramientas de transformación.
En este momento nos han estrechado el pensamiento social del pueblo, hemos quedado sin poseer
extensamente los últimos adelantos del conocimiento, de la ciencia y la tecnología, y sin recuperar
el sentido de nuestro ser social o nuestra comunalidad perdida frente a la educación individualista,
consumista, conformista, instrumentalista, conductista, memorista, mecanicista, de conocimientos
fragmentados.
En el diseño del poder hegemónico, ocurre que quienes lo detentan, generalmente se enfrentan a
la dificultad, imposibilidad o incapacidad de establecer lazos comprensivos sobre las y los otros,
tienden a desechar las experiencias alternativas al modelo instituido, a lo sumo admiten
interpretaciones acordes a lo que el sistema apetece. Esta circunstancia también es llevada al nivel
de las relaciones de poder dentro del aula por los actores que en ella concurren, sean las relaciones
establecidas, la autoridad del saber oficial, la burocracia, el poder económico, o la naturalización de
los cánones.
Con esta admisión exclusiva de sus prerrogativas, el neoliberalismo vino a cerrar el paso, a perturbar
el escenario popular alterno; porque en sus propósitos está el reducir las perspectivas liberadoras
de la educación, máxime cuando se ponen en juego sus dogmas y estrategias de dominación
ideológica. Tan sólo si atendemos a los programas de estudio, es notorio que estos buscan reforzar
la posición del Estado y la gran empresa frente a la sociedad.
En el caso de los pactos sociales históricos del Estado burgués con o frente a las sociedades, han
sido quebrados por las élites dominantes detrás del aparato, para quienes la educación entró
definitivamente en la esfera de los grandes negocios sin perder su carácter reproductor. Esos pactos
se rompieron porque en general el capitalismo entró en una fase crítica de grandes complicaciones
para seguir creciendo exponencialmente, requiriendo de la educación, la concentración de los
aprendizajes hacia la dominación y el mercado; en tanto durante un largo proceso la tendencia
concurrió las fuerzas al ensanchamiento de la educación como una necesidad del crecimiento social
capitalista que se fue.
A todo lo cual se le ha llamado benevolencia del capital para permitir que los pobres asciendan
económica, social y culturalmente asimilándonos a su visión, sobre la base de la ausencia o
eliminación de nuestra conciencia social.
El modelo de calidad gerencial ve a la educación como un gasto social, por ello se enfoca a la
privatización sistemática, asimilando las necesidades educativas hacia la población como el impulso
de un mercado fuente de ganancias para la burguesía. Entre tanto, como ha quedado dicho, desde
la perspectiva de los pueblos, la enseñanza siempre será una valiosa inversión social frente a tantas
necesidades implicadas en la formación hacia todos los campos de la vida. Desde nuestra óptica el
carácter de inversión social es un factor de lanzamiento para una política consecuente con el interés
popular y social.
Si bien se resuelven temas sobre la exclusividad en torno a los rudimentos del saber, la enseñanza
siempre corrió a la zaga de la división social, entre el trabajo manual y el intelectual, el empuje de
los privilegios, o la agudización del analfabetismo.
Para comprender la caída de la enseñanza del país en el cambio de prioridades en la estructura del
sistema de opresión, debemos considerar los hechos acaecidos el 2 de octubre de 1968, el control
sindical y represivo sistemático al magisterio en general, la agresión a las distintas expresiones de la
educación pública, las continuas reformas emprendidas desde los años 80s del siglo pasado, y la
amplia cobertura brindada a la educación privada. Pues estas acciones fueron propulsadas por una
burguesía cada vez con mayor capacidad de decisión, en seguimiento de su línea estratégica de
reconstitución del poder político-económico a su favor.
Dicho estrechamiento contrario al movimiento en pro de la educación popular, fue trazado bajo el
proceso de acumulación capitalista tal como se emprendió en los últimos 30 años. Las relaciones
capitalistas consolidadas, el despotismo financiero sobre el país, la crisis global del 2008, las crisis
recurrentes, al igual que el mismo proceso de imposición absoluta del neoliberalismo; son las
principales causas de fondo del deterioro educativo tal cual ahora podemos ver:
Son muchos más los problemas del país que trascienden a este campo, pero sirvan estos de
ejemplificación al propósito nuestro. Por otra parte, en la línea de reflexión sobre la
problematización educativa, vale hacer referencia a estos otros aspectos que repercuten en la
situación.
Como en otras áreas, la detentación del poder no permite ver a los otros, ni a las demás perspectivas
educacionales, aun cuando las academias siguen saqueando conocimientos ancestrales o
desarrollados desde abajo para presentarlos como suyos y no de nuestros pueblos en su proceso
independiente de construcción del saber.
Por si fuese poco, la reproducción de las relaciones de poder en el aula, viene eslabonada en la
actividad educativa propiamente dicha. Tales relaciones afincan una enseñanza de las reglas sociales
sobre la dominación que posteriormente habrá de sufrir o ejercer el sujeto.
Por otro lado son críticos los bajos salarios a los y las trabajadoras de la educación, los presupuestos
deplorables, el deterioro y retraso del equipamiento tecnológico de las escuelas y universidades, la
creación de elefantes blancos supuestamente para la investigación y la ciencia cuyos aportes están
muy por debajo de los recursos que se les destina. En las universidades públicas podemos ver esos
extremos entre la vida de potentados que se dan las autoridades educativas en tanto que algunos
sectores estudiantiles suelen vivir hacinados en casas de estudiantes sostenidas con la lucha, o sus
profesoras y profesores llevan condiciones económicas que desincentivan su labor formativa.
Finalmente subrayamos las formas obsoletas de formación y trabajo docente por los métodos
burgueses, en que sigue repitiéndose las herencias escolásticas, el teoricismo y las limitaciones para
la práctica como medio esencial en la construcción de conocimientos, u otras tendencias al
tecnicismo.
Al respecto es de ver que a todo vaciamiento de conocimientos, a toda posición rígida de contar lo
que el Estado y la burguesía cuentan en sus textos de enseñanza, por más que se introduzcan
didácticas novedosas o alternativas; en el rango de dichos conocimientos lo que va en su vena y
torrente es la plasmación del proceso memorístico y positivista o te saldrás del aro rigurosamente
establecido, debiendo atenerte a las consecuencias. Como ya se echa de ver, para eso son las
evaluaciones al magisterio y los procesos pedagógicos calcados de las relaciones empresariales y de
producción capitalista.
Entre otras situaciones, de presión y represión en la juventud, los hechos del verano de 2018 contra
los y las bachilleres y universitarios de la UNAM, son parte de una gran montaña de agresiones
contra la juventud, contra su libre expresión, contra su derecho a reclamar. Tal como lo acaecido en
la desaparición de los 43 de Ayotzinapa revela el sentido que hasta hoy día ha tenido el formato
educacional del sistema, tanto como las nuevas muestras de control del sistema educativo como
monopolio de la burguesía y una rancia burocracia que pretende continuar por muchos años en el
dominio de esa esfera.
Lo que se vino a asentar derivó en un capitalismo académico, protagonizado por dos fuerzas
fundamentales, las cuales son la educación pública y la educación privada. El poder académico
como monopolio cultural e instruccional, se impuso sobre grandes contingentes magisteriales,
estudiantiles y de comunidades afines al campo, estableciéndose las líneas de un amplio mercado
que va de la asesoría, la “proveeduría” y la inversión capitalista directa.
Dicha actividad se sustenta en la hegemonía de sus proyectos, la legitimidad que les fue conferida
por el Estado, y la fuerza institucional para acreditar el saber. Todo esto, sin importar el
cuestionamiento global a sus méritos, la evidencia de sus fracasos formativos, la decadencia de su
paradigma educativo escolástico-neoliberal.
Ahora sinteticemos el entorno del sistema educativo cuya gestión es la base de tantos descontentos
y conflictos sociales. En el medio de esta crisis el sistema educativo lo que hace es acumular
problemáticas irresueltas o mal resueltas en el marco de la acción neoliberal eficientista,
productivista y privatizadora.
El sistema Básico está compuesto por Preescolar, Primaria y Secundaria, ha mostrado una
desconexión de sus componentes en el tránsito, contenidos y enseñanza de estos, además de estar
rigurosamente regimentado por sus burocracias administrativas y ejecutoras. Para variar el
charrismo sindical proclive a los de arriba, mantiene secuestradas sus estructuras en una red
clientelar y corrupta que impide, entre otras cosas, el debate abierto, las propuestas de pedagogía
crítica y el sentido revolucionario transformador de la educación.
El tipo superior es el punto cúspide de la ausencia de equidad educacional, tiene una cobertura cada
vez más elitista, generada mediante un híbrido público-privado ante las protestas contra su plena
privatización. Está compuesto por la Normal, las licenciaturas en general, la especialidad, la maestría
y el doctorado, además de otras opciones terminales previas a la conclusión de la licenciatura, como
el de Técnico Superior Universitario. Es un sistema que denota la represión, la baja calidad, las
intenciones privatizadoras, las ineficiencias de todo tipo, retraso en el diseño de contenidos, hasta
la instrucción de escasos niveles pedagógicos, deshumanizante en sus contenidos y desinteresada
por aproximar con todo el arte los esfuerzos formativos.
En la actualidad es necesaria una ardua batalla ideológica y política de largo aliento, desde los
movimientos estudiantiles y magisteriales, como condiciones para debilitar el imperio tecnocrático
que rige la enseñanza superior y las redes en como ésta se sostiene. Estas luchas y estos sujetos
sociales de cambio, históricamente establecen bases de una auténtica revolución y democratización
en su seno, contra el tradicional adoctrinamiento en torno a las prácticas y el pensamiento
dominante formador de sus reproductores.
Hemos descrito que de conjunto algunos aspectos obedecen al retraso en nuestras concepciones
pedagógicas, los esquemas neoliberales, la atmósfera de burocratismo, mercantilismo y relaciones
de poder, la elitización de la educación, la deserción escolar, los escasos incentivos a estudiantes,
docentes y profesionistas, los esquemas y relaciones de poder internas.
Para completar, existen varias cuestiones que dificultan o desincentivan la enseñanza superior, tales
como la disminución de los salarios de profesionistas durante la era neoliberal, la desatención
pública a la juventud y adultos en necesidad de estudiar, hasta el esquema represivo dentro y fuera
del aula. En conjunto es requerido un nuevo modelo formativo en estos planos, una nueva política
de formación en general y particularmente superior que se concentre en las prioridades
profesionistas que nos hacen falta como pueblo mexicano.
Sólo la gran burguesía y desde luego que sus seguidores, insisten en el auge de su cultura y la
educación vueltas negocio, aunque haciendo fraude sobre la realidad en torno a la profunda crisis
educativa, reportando logros ficticios en todos los rubros del campo de la enseñanza. Están
enorgullecidos de sus nuevas elites, de lo fascinante de sus preceptos tecnocráticos, del
reduccionismo antihumanístico en sus contenidos, y del practicismo de generar mentes abocadas a
nichos restringidos del conocimiento y la técnica.
Porque los hechos lo que remarcan es que ello trae alienación, desregulación y desincorporación de
las responsabilidades del Estado. Así también de aprendizajes con obsolescencia programada que
al cabo de unos cuantos años dejan a las personas al margen del cauce sin piedad de los intereses
trasnacionales, de la homogeneización de la cultura de masas para borrar los códigos de lucha
cuando el sistema agrede las comunidades, les saquea sus recursos e implementa la emigración.
Puede y debe cuestionarse los desastres de las reformas educativas a lo largo del periodo neoliberal,
para no ir más atrás, la pésima gestión gubernamental, la corrupción general y la ausencia de
compromiso de sus gestores de alto nivel; aun así, lo real es que esas reformas fueron hechas bajo
el auspicio de los grandes centros financieros e imperiales que dominan a México, en colusión con
las castas de gobernantes. En síntesis las reformas cumplieron con el objetivo de desmantelar la
antigua educación nacional, lo que obligatoriamente nos trajo a esta crisis y desintegración.
La enseñanza escolarizada es una construcción histórica de los estados modernos, se emplea como
instrumento de sus ideologías progresistas y desarrollistas potenciando las fuerzas productivas y el
necesario despliegue cultural de la sociedad. Está encadenada al sistema capitalista, siendo
necesaria subvertirla hasta que sea otra, para una sociedad libre, transforme sus procesos e
inclusive se supere en todas las formas.
Para abordar en detalle este aspecto, puede auscultarse el cortometraje Mi amigo Nietzsche, a fin
de facilitarnos el acceso a la idea del pensamiento bloqueado, de la incapacidad de reflexionar que
la formación social y cultural dominante opera en los sectores magisteriales, convirtiéndose en un
serio problema para la conciencia social y popular. Este cortometraje brasileño despeja un conjunto
de temas sobre la enseñanza formal y plantea la necesidad de la escuela nueva, con cambios en los
roles, las didácticas, sin la opresión del pensamiento.3
3
https://www.youtube.com/watch?v=oDgiyJKFxSQ
Lógicamente en diversos sectores sociales se plantean la cuestión de la crisis de la educación,
algunos llaman la atención sobre la irresponsabilidad, atraso o ineficiencia del aparato estatal para
cubrir las demandantes necesidades educativas de cara a un capitalismo humanizado.
También es cierto que se clarifican los problemas a que ha llevado la privatización educativa y el
florecimiento de la instrucción privada masificada a todos los niveles de enseñanza. Como también
se cuestiona estos dos ejes por ser estructuralmente afines con el paradigma tradicional de la
enseñanza organizada, en tanto que privan de otras posibilidades o alternativas que retoman
elementos de las nuevas condiciones sociales para este campo, y se niegan los saberes y formas de
aprendizaje que subsisten en nuestros pueblos y sus procesos e instrumentos de organización.
Por lo que se refiere a la presente crisis de la educación, nos hemos concentrado en un conjunto de
diversos ámbitos como los recursos e infraestructura, la formación de docentes, “ilustración”
privatizadora, la práctica docente, descomposición y burocracia, inercias, relaciones jerárquicas en
sus estructuras, y el contexto globalizador imperialista cultural.
La organización social de hoy va constriñendo los derechos educativos, descarta a los sectores de
adultos sin estudio entre la clase trabajadora y el pueblo, adoctrina, distrae y divide a la juventud,
enajena desde la infancia, niega las necesidades específicas de la mujer u otros sectores que
requieren tantas atenciones educativas y el replanteo de una pedagogía crítica y revolucionaria.
El sistema educativo se sustenta en esta norma de exclusión social y clasista reforzada por la
conducción financiera del mundo y en especial por la política imperialista norteamericana que
durante mucho tiempo penetró en la enseñanza nacional. Esta cuadratura antipopular del sistema
es enfocada a los fundamentos de un orden regimentado en estructuras y acciones cuyo fin es lograr
el máximo de dominio sobre las conciencias y capacidades de los pueblos del mundo y sus clases
trabajadoras, como recurso para adelantarse a la constitución de controles cada vez más
penetrantes sobre nuestras vidas y nuestra formación.
Por supuesto, no hay idilio educativo al modo burgués, sino problematización constante de la
educación, no obstante en lugar de marchar hacia la edad de piedra, la formación debe colocarse
como instrumento de la formación humanística, creadora y transformadora del proceso social hacia
la emancipación del dominio capitalista y de todas sus ideologías. Para las y los revolucionarios en
este campo no cabe la renuncia en esta lucha, se deben tener presentes las posibilidades de elevar
la formación político cultural sobre la base concreta de la enseñanza en cualquiera de sus niveles, y
del trabajo social con los sectores que en él concurren.
El pueblo mexicano lucha por su formación, por salir del atraso seglar en que lo hundieron las elites
de antes y de ahora, batallando contra esas tendencias que de manera alevosa le inducen a una
mayor regresión cultural. Una pedagogía libertaria, es urgente, porque solo desde bases
socioculturales será posible reconstruir nuestro tejido social y replantear la profundidad de nuestra
educación y cultura popular.
Una pedagogía política con sentido crítico, popular y revolucionaria es posible para configurar las
líneas indispensables hacia una política educativa centrada en el pueblo y sus necesidades. Para ello
se propone avanzar, con la integración de Programas de estudio debidamente fundamentados en
los conocimientos y saberes que plasmen nuestra perspectiva de una formación popular, solidaria,
colectivista, impulsora de las conciencias y propulsora de cambios en el hacer profesional, el
compromiso y conjunción de esfuerzos con el pueblo mexicano.
En cada estudiante del pueblo hay la posibilidad del humanista, del talento, del profesional
comprometido, de la joven creadora, de la mujer cultora y organizadora de su entorno, del
intelectual capacitado para hacer gestoría social, para liderar soluciones comunitarias, elaborar
e impulsar proyectos del buen vivir comunitario, desplegar la información y comunicación desde
abajo, para tejer la conciencia colectiva de su comunidad y en su medio de trabajo.
Tal plano se proyecta por una formación integral y multifacética, capacitación concreta, práctica
continua, además de una especialización en determinada área. Así entonces esta formación será
siempre en relación estrecha entre el trabajo y el estudio, entre la colectividad y la individualidad,
en las condiciones y circunstancias particulares de la zona o región de trabajo, por tanto, como un
proyecto amplio para cubrir un horizonte mayor al que actualmente se puede visualizar.
Concebimos la educación como proceso social, colectivo-individua para la construcción activa de los
conocimientos ya dados, los que permanentemente crean nuestras sociedades y los que hay que
crear en el seno de la actividad cultural-educativa. Esta educación se sustenta en las tradiciones
pedagógicas de nuestros pueblos, donde la escuela va al pueblo, se asienta ahí y se hace pueblo,
cambiando su sentido tradicional, centrándose en su desarrollo concreto, local, profesional,
cultural, anticapitalista, sustentable y socialista. En esto mismo la apuesta está en una proyección
de impacto económico hacia amplios proyectos de lo productivo, social, cultural, técnico, político y
ecológico.
Por otra parte, se hace indispensable superar los métodos obsoletos en el trabajo docente, innovar
las formas de aprendizaje hacia la construcción colectiva del conocimiento, hacia la evaluación
continua y diversificada en sentido de que constituya fuentes fehacientes de los aprendizajes
adquiridos, en lo escrito, oral, visual, exponencial, la reflexión, la práctica, lo tecnológico y los
cambios en el ser social.
Otra educación exige combatir el charrismo sindical, la estructura piramidal del sistema educativo,
la burocracia depredadora que posee todo el aparato educativo, el espíritu de lucro y amoralidad
del que está saturado, la corrupción, la carencia de recursos, los desatinos de sus reformas
educativas, y el desvío de las prioridades educativas.
Bajo estas premisas es necesario crear universidad en todas partes, llevarla a donde el pueblo la
requiere, para lo cual adelantamos una propuesta en el Proyecto Calmécac. Con comunidades
universitarias desplegadas en los cientos de ciudades del país, en sus 2,464 municipios y las alcaldías
de la ciudad de México. La lucha de clases del pueblo mexicano nos plantea precisamente generar
más medios que posibiliten avanzar y prepararnos política, científica, humanística y culturalmente
frente a la oligarquía, la reacción y el imperialismo.
Como queda establecido, el aprendizaje va hacia la asimilación de la experiencia social humana, lo
cual avanza consecuentemente en la asimilación de la experiencia integral, sociocultural, moral,
intelectual, estética, motriz en el proceso escolar. Esto se da en dependencia de los objetivos, las
clases, sectores, ideologías, teorías y métodos empleados. De esta manera la educación es un
proceso de múltiples dimensiones que se ejecuta en todos los campos de la vida social, sin embargo
atañe muy especialmente a los medios propiamente educativos y formativos ponerla en marcha de
forma sistemática conforme a propósitos sociales definidos. La educación puede significar un
proceso de construcción sociocultural y lucha democrática revolucionaria del pueblo, de
recomunalización integradora contra el capitalismo, de acción social integradora por la
emancipación anticapitalista.
Si nos referimos al campo especial de la pedagogía la tarea consiste en forjar también una educación
popular, cimentada en los lazos del interés colectivo y las formas para la adquisición, asimilación y
creación del conocimiento.
Sobre este último punto, es una revolución contrasistémica, organizativa, contrahegemónica, moral,
ética, epistemológica, pedagógica, magisterial, estudiantil, proletaria, popular, comunitaria y
formativa.
Las vicisitudes de la pedagogía en México son mayores dados los fenómenos políticos, culturales,
sociales y económicos a que se encuentra sujeta, por ello, en el esfuerzo desde abajo por reconstituir
nuevos planteamientos populares en materia de educación, en la visión de un nuevo tipo de
universidad-pueblo “la universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de
campesino” (Che Guevara). La formación del arsenal pedagógico, “los educadores serán educados”
(Carlos Marx), asume la necesidad de solución a una parte de las demandas de nuestros pueblos en
la materia educativa y de profesionalización con consciencia social de sus sectores.
¿Queremos lograr una cohesión en el hacer y propuesta pedagógica para afirmar los propósitos
programáticos de humanismo, compromiso social, la gestión de las demandas sociales, los
liderazgos en las soluciones comunitarias, el impulso de proyectos populares? pues tendremos que
luchar por todo.
Atendiendo la diversidad temática y enfoques en la instrucción, la perspectiva crítica y los aportes
indispensables en esta labor colectiva trabajamos por la formación integral y multifacética,
capacitación concreta, además de una especialización en determinada área de los sectores y clases
populares.
Tal es el cocrear una educación popular para y por el pueblo por una revolución también en el
aprendizaje y la pedagogía que forme a los niños y niñas en el desarrollo de sus vidas hacia su
felicidad y amor; que forme en las y los estudiantes y facilitadores de la enseñanza, auténticos,
críticos, autocríticos, éticos, participativas, protagonistas, abnegadas e identificados con la lucha
social, y en la formación de las nuevas generaciones desde la instrucción básica a la enseñanza
superior, pero que también genere para las y los adultos las posibilidades de estudiar.
Así mismo se requiere desarrollar las habilidades teóricas, metodológicas y procedimentales para
conducir la formación profesional crítico-revolucionaria hacia una pedagogía emancipatoria, para el
proceso social mexicano en sus nuevos contextos. Lo cual nos lleva a:
Una de las evidencias para afrontar la presente crisis de la educación la podemos ver en la tendencia
de importantes sectores populares y magisteriales a retomar las tradiciones propias y acopiarse del
acervo cultural-pedagógico de otros pueblos que con sus luchas forjaron las experiencias claves en
su desarrollo, en torno a la educación marxista y el proceso social que les tocó vivir.
Este es un proceso necesario para la lucha de clases y el planteamiento socialista. La educación del
pueblo, es obra de este, lo que nos lleva a la concurrencia de sus múltiples sectores y clases
trabajadoras, a la animación de las fuerzas y organizaciones hacia propósitos de lucha, a incentivar
y estimular a la juventud y niñez con la perspectiva de otro futuro opuesto a la opresión y
explotación capitalista, al trabajo de sus intelectualidades, talentos y profesionales, con un proceso
claro hacia una vida que solucione nuestras necesidades.
Vamos a un nuevo proceso social con la primera derrota electoral popular a los neoliberales, pero
nada está resuelto, el gran capital controla el poder económico y presiona para recuperar todos los
espacios del poder político. Esta situación abre otras compuertas de combate por mejores
condiciones de existencia, por mayores transformaciones sociales, por el socialismo y la educación
socialista.