3) Derechos Humanos

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TEMA: DERECHOS HUMANOS

Originalmente, las personas tenían derechos sólo por pertenecer a un grupo,


como familia o clase social. Para el año 539 A.C, Ciro el Grande, tras conquistar la
ciudad de Babilonia, hizo algo totalmente inesperado: liberó a todos los esclavos y
les permitió volver a casa. A su vez declaró que la gente tenía derecho a escoger
su propia religión. El cilindro de Ciro, una tablilla de arcilla con estas proclamaciones
inscritas, se considera la primera declaración de derechos humanos en la historia.

La idea de los derechos humanos se difundió rápidamente hasta India,


Grecia y finalmente Roma. Los avances más importantes desde entonces incluyen:

• 1215: La Carta Magna, que dio a la gente nuevos derechos e hizo que el rey
estuviera sujeto a la ley.
• 1628: La Petición de Derechos, que estableció los derechos de la gente.
• 1776: La Declaración de Independencia de Estados Unidos, que
proclamaba el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
• 1787: La Constitución de Estados Unidos de América, es la ley fundamental
del sistema de gobierno federal estadounidense y define los derechos
básicos de los ciudadanos.
• 1789: La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, un
documento francés que establecía que todos los ciudadanos son iguales
ante la ley.

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• 1971: La Carta de Derechos de Estados Unidos, limitando los poderes del
gobierno federal de Estados Unidos y protegiendo los derechos de todos los
ciudadanos, residentes y visitantes en territorio estadounidense.
• 1864: La Primera Convención de Ginebra, estableciendo las normas para las
leyes internacionales.
• 1948: La Declaración Universal de los Derechos Humanos, el primer
documento que proclama los treinta derechos que corresponden a todo ser
humano.

El tema de los Derechos Humanos, es uno de los más álgidos dentro de las
áreas de estudio de las Ciencias Sociales.

La historia de los derechos humanos está muy ligada a la historia de la


humanidad, puesto que los hechos que dinamizan las diversas luchas sociales,
políticas, económicas e incluso, culturales, están inspiradas en los principios
doctrinarios de estos derechos: la búsqueda de la dignidad, la igualdad, la libertad,
la equidad y el bienestar.

Definir los Derechos Humanos es una tarea compleja en tanto que se trata
de un tema que puede abordarse desde distintas disciplinas o teorías sociales,
entre ellas el derecho, la sociología o la filosofía.

Existen dos corrientes del pensamiento totalmente opuestas y que difieren


en su concepción de los Derechos Humanos: la Iusnaturalista y la Iuspositivista.

Para los Iusnaturalistas el fundamento de los Derechos Humanos está en la


dignidad de la persona humana, en cambio para los Iuspositivistas el fundamento
de los derechos fundamentales se encuentra exclusivamente en las normas del
derecho positivo que los reconocen.

Nikken, Pedro (1994), citado por Duarte E. (2003). En su “Manual de Derechos


Humanos para Jueces y Juezas y Otros Operadores de Justicia” señala que la
noción de Derechos Humanos se corresponde con la afirmación de la dignidad de

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la persona frente al Estado. Estos derechos, atributos de toda persona e inherentes
a su dignidad, que el Estado está en el deber de respetar, garantizar, son los que
hoy conocemos como Derechos Humanos. Esta concepción parte de la base de
afirmar que el ser humano por el hecho de serlo tiene derechos que le son
inherentes y además que dichos derechos se afirman frente al Estado.

Por su parte, Faúndez Héctor (1999), citado por Duarte E. (2003). En su


“Manual de Derechos Humanos para Jueces y Juezas y Otros Operadores de
Justicia” dice que los Derechos Humanos pueden definirse como las prerrogativas
que, conforme al Derecho Internacional, tiene todo individuo frente a los órganos
del poder para preservar su dignidad como ser humano y cuya función es excluir
la interferencia del Estado en áreas específicas de la vida individual, o asegurar la
prestación de determinados servicios por parte del Estado, para satisfacer las
necesidades básicas y que reflejan las exigencias fundamentales que cada ser
humano puede formular a la sociedad de que forma parte.

El autor afirma que esta definición tiene un carácter integral ya que asocia
tanto el elemento material como el elemento formal inherentes al concepto de
Derechos Humanos; ella alude el carácter jurídico universal de estos derechos y
comprende las obligaciones del Estado tanto en lo que se refiere a los derechos
civiles y políticos como a derechos económicos, sociales y culturales. Asimismo, esta
definición también resalta el carácter histórico y valorativo de los Derechos
Humanos, sugiriendo que son el producto inacabado de las luchas sociales y que
reflejan el tipo de sociedad que tenemos.

Es decir, que, Los Derechos Humanos son un conjunto de prerrogativas que le


son inherentes a las personas por su condición de tales. Estas libertades podrán ser
ejercidas frente al Estado, quien está en la obligación de respetarlas, promoverlas
y garantizarlas. Dichas prerrogativas son reconocidas en el ámbito internacional
como derechos humanos y derivan, ante todo, de la noción de dignidad de las

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personas frente al Estado. Los derechos humanos representan el núcleo de la
justicia.

Características y principios de los derechos humanos:

• Los derechos humanos son universales; todas las personas sin distinción de
sexo, edad, condición social, identidad religiosa o nacionalidad, son sujetos
de derechos. No podrán invocarse diferencias de regímenes políticos,
sociales o culturales como pretexto para no respetarlos, garantizarlos o
reconocerlos.
• Los derechos humanos son inalienables e intransferibles; la persona humana
no puede afectar su dignidad, renunciar a sus derechos o negociarlos.
Tampoco el Estado puede violentarlos ni transgredirlos. Sin embargo, hay
que acotar que existen límites legítimos a los derechos humanos, que no
pueden imponerse en dos tipos de situaciones: normales y de emergencia.
En situaciones de normalidad, los límites no pueden nunca afectar el
contenido esencial del derecho humano sujeto a restricción. Por otra parte,
en situaciones de emergencia la ocasional suspensión de garantías está
sujeta a determinadas condiciones, que pueden resumirse en las siguientes:
a) Estricta necesidad; b) Proporcionalidad; c) Temporalidad; d) Respeto a la
esencia de los derechos humanos; e) Publicidad.
• Los derechos humanos son irreversibles e imprescriptibles; cuando un
derecho ha sido reconocido formalmente como inherente a la persona
humana, este es irreversible, no admitiéndose ningún retroceso en cuanto a
su goce y su ejercicio. Esto se fundamenta en que la dignidad humana no
admite relativismos, por lo que ninguna disposición gubernamental posterior
al reconocimiento de un derecho puede desconocerlo ni suspenderlo.
• Los derechos humanos son inviolables; nadie puede atentar, lesionar o
destruir los derechos humanos. Esto supone que las personas y Estados
deben regirse por el respeto a los derechos humanos, las leyes dictadas no

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pueden ser contrarias a estos y las políticas económicas y sociales que se
implementen tampoco.
• Los derechos humanos son trasnacionales; no dependen de la nacionalidad
de la persona ni del país o territorio donde se encuentre.
• Los derechos humanos son indivisibles, interdependientes, complementarios
y no jerarquizables; todos los derechos humanos están interrelacionados
entre sí la realización de uno por lo general depende de la realización de
otros.
• Los derechos humanos son progresivos; la historia de los derechos humanos
nos demuestra que la progresividad es una de sus características, que ha
permitido a la humanidad avanzar en los últimos dos siglos, hasta lograr el
desarrollo internacional, regional, constitucional y legal que conocemos
hasta el día de hoy.
• Los derechos humanos son correlativos con los deberes; el cumplimiento de
los deberes debe entenderse como parte del hecho de vivir en comunidad,
porque de manera libre y voluntaria los ciudadanos pueden colaborar con
el Estado en la gestión de políticas públicas asumiendo de manera
responsable el principio de corresponsabilidad.

Todos los derechos humanos tienen su origen en la propia naturaleza del ser
humano, deben ser reconocidos a todas las personas, sin discriminación o distinción
alguna.

Con el desarrollo de la jurisdicción universal para la protección efectiva de


los derechos humanos y con la expansión del derecho internacional de los
derechos humanos, se ha conquistado un espacio jurídico y político que se
constituye hoy día en una verdadera categoría de carácter normativo que obliga
de manera indefectible a los Estados en el contexto internacional.

El derecho internacional conforma un muro de contención que coloca


límites firmes dirigidos a proteger a los individuos del abuso del poder del Estado,
colocando a estos por encima de los derechos del Estado o de la sociedad.

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Los derechos humanos se caracterizan porque sus obligaciones correlativas
recaen en los Estados y no en otros individuos, aspecto a que la doctrina se ha
referido como el efecto vertical de los derechos humanos; esta característica de
ninguna manera implica desconocer la repercusiones que las relaciones con otros
individuos tienen para el goce y ejercicio de esos derechos los que constituyen su
llamado efecto horizontal y que también trae consigo obligaciones específicas
para los Estados, en cuanto garante de esos mismos derechos.

La responsabilidad del Estado por violaciones a los derechos humanos se


deriva de la naturaleza de los crímenes cometidos, los cuales se consideran que
afectan a la humanidad en su conjunto y en la responsabilidad que el mismo ha
asumido frente a sus nacionales y ante la comunidad internacional. El castigo a los
responsables es uno de los aspectos más importantes de la defensa y promoción
de los derechos humanos, toda vez que cuando un Estado aplica a través de su
cuerpo normativo las sanciones que correspondan y realiza investigaciones
objetivas, está enfrentando el terrible flagelo de la impunidad.

La obligación de garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos tiene


un carácter positivo, una obligación de hacer. Efectivamente implica el deber del
Estado de adoptar todas las medidas que sean necesarias y que de acuerdo a las
circunstancias resulten razonables para asegurar el ejercicio de los derechos
humanos.

La obligación del Estado no solamente radica en el respeto a los derechos


humanos, si no también, en garantizar el libre ejercicio de sus derechos. Esta
obligación de garantía, impone al Estado el deber de la efectividad de los
derechos humanos con todos los medios a su alcance. Todo ciudadano debe
disponer de medios judiciales sencillos y eficaces para la protección de sus
derechos.

El Estado, al ratificar y suscribir los instrumentos de protección de los derechos


humanos, adquiere inmediatamente las obligaciones que ellos contemplan y el
compromiso internacional que de estas se deriven.

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Cabe destacar, que el término de la Primera Guerra Mundial, fue adoptado
en abril de 1919, la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo,
creando la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las razones que llevaron
a los Estados a crear la OIT fueron motivos humanitarios, pues las condiciones
mundiales de explotación de los trabajadores eran inhumanas; motivos políticos,
pues los trabajadores empezaban a organizarse para defender sus derechos; y
motivos económicos ya que en los países en donde más se explotaban a los
trabajadores tenían productos más competitivos en el mercado.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, en 1945 fue adoptada la Carta de las


Naciones Unidas dando paso a la creación de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU).

La ONU es la sucesora de la Sociedad de las Naciones que luego de la


Primera Guerra Mundial jugo un rol importante en la codificación de los derechos
humanos.

El Sistema Universal de Protección a los Derechos Humanos, ha sido creado


por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para vigilar la protección de los
derechos humanos en el mundo. Está integrado por las 191 naciones que han
suscrito la Carta de Naciones Unidas; se trata, del sistema que más países acoge,
lo que constituye una contribución innegable hacia una visión compartida de los
derechos humanos y de sus formas de protección.

El tema de los derechos humanos ha sido objeto de un desarrollo particular


y cuenta con un peso específico dentro de la ONU. Efectivamente, en su
documento fundacional, la ONU establece como uno de sus propósitos “el respeto
universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin
hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión y la efectividad de tales
derechos y libertades”.

Esto ha sido muy importante porque impulso el desarrollo y fortalecimiento


del derecho internacional de los derechos, a través de la elaboración y adopción

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de un gran número de tratados e instrumentos internacionales que protegen la más
amplia gama de derechos.

Especial mención merece la promulgación de la Declaración Universal de


los Derechos Humanos (DUDH) en fecha 10 de diciembre de 1948, que constituye
el primer instrumento internacional que reconoce los derechos humanos en todas
sus dimensiones y que es aceptada por la mayoría de las Naciones. Puede decirse
que la DUDH es el hito más importante en la historia reciente de los derechos
humanos, pues dio pie al conjunto de tratados y convenios que hoy constituyen el
marco de protección nacional e internacional de los derechos humanos.

Las Naciones Unidas crearon la Declaración Universal de los Derechos


Humanos (DUDH), el primer documento sobre derechos humanos verdaderamente
universal. Eleanor Roosevelt, la mujer que dirigió el comité que creó este
documento, estableció que la Declaración garantiza los derechos para toda la
humanidad. Sostuvo; "no basta con hablar de paz; hay que creer en ella. Y no basta
con creer; hay que trabajar para conseguirla".

Lo que hoy se conoce como la Carta Internacional de los Derechos


Humanos es el compendio de cuatro de los instrumentos internacionales más
importantes promulgados por las Naciones Unidas: La Declaración Universal de los
Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Protocolo
Facultativo al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Venezuela forma parte del Sistema Universal, ha suscrito la Carta de las


Naciones Unidas y casi todos los instrumentos Internacionales de protección a los
derechos humanos, por lo que ha asumido la jurisdicción de este Sistema.

El sistema ONU es muy complejo, abarca un conjunto de organismos e


instancias que se entrelazan, las cuales tienen competencias para el examen de
los Derechos Humanos. Pueden identificarse dos mecanismos de protección: los

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convencionales, que derivan de las disposiciones de un tratado y los
extraconvencionales que derivan de otros instrumentos que no son Tratados.

Ahora bien, el Sistema Interamericano de Protección a los Derechos


Humanos ha sido creado por la Organización de Estados Americanos (OEA) para
examinar y vigilar los derechos humanos en la región americana. Comprende a
todos los países que han suscrito la Carta de la OEA y que se han hecho parte de
los tratados de este Sistema, entre los cuales se encuentra Venezuela.

La OEA ha tenido una historia particular cuyos orígenes se remontan a los


procesos de integración iniciados desde las luchas de independencia. En lo que
respecta a los derechos humanos, su protección queda reflejada al establecerse
como uno de los principios de la Carta de la OEA, que “los Estados Americanos
proclaman los derechos fundamentales de la persona humana sin hacer distinción
de raza, nacionalidad, credo o sexo”.

Sin embargo, un antecedente que muestra la importancia de los derechos


humanos en la región es la adopción de la Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre, la cual fue aprobada en mayo de 1948, antes del
nacimiento formal de la OEA, e incluso antes de la proclamación de la Declaración
Universal de Derechos Humanos por parte de Naciones Unidas.

El ámbito Interamericano cuenta con un conjunto de instrumentos y tratados


sobre Derechos Humanos que constituyen el marco de referencia mediante el cual
se examina el comportamiento de los Estados. Para que esto pueda ser posible, es
necesario que los Estados, además de suscribirlos, lo ratifiquen en un acto interno
que supone la aceptación de esas competencias.

El Sistema Interamericano de Protección a los Derechos Humanos está


integrado por dos órganos principales: La Comisión Interamericana de los Derechos
Humanos (CIDH) y La Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

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La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos fue creada en el año
1959, siendo su marco normativo la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre.

La CIDH tiene carácter autónomo y su función primordial es promover la


observancia y la defensa de los derechos humanos. Sus funciones pueden
agruparse en tres áreas: a) promoción y divulgación de los derechos humanos, b)
asesoría y recomendaciones a los Estados, c) protección de derechos humanos.
Igualmente atiende solicitudes y denuncias de particulares u organizaciones que
hayan sido víctimas de violaciones a sus derechos y tiene potestad para dictar
medidas de protección, como las medidas cautelares destinadas a evitar que se
concreten las potenciales amenazas denunciadas por los afectados. Un carácter
importante de la CIDH es su papel mediador y conciliador.

La Corte Interamericana de los Derechos Humanos es un órgano de carácter


autónomo cuya creación derivo de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Su objetivo es la aplicación e interpretación de dicha Convención. De
acuerdo a su estatuto ejerce dos funciones: jurisdiccional y consultiva.

Mediante su competencia jurisdiccional, la Corte conoce de casos de


violaciones a los derechos protegidos en la Convención y en otros tratados de
derechos humanos de la OEA. La competencia consultiva establece que la Corte
puede interpretar de manera autorizada a la Convención y generar con ello
jurisprudencia.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la


Cultura (UNESCO), su objetivo principal es la promoción de la paz y la seguridad en
el mundo promoviendo la colaboración entre las naciones a través de la
educación, la ciencia, la cultura y la comunicación, para un respeto universal de
la justicia, el derecho y los derechos humanos entre los pueblos y sin discriminación
por razones de raza, sexo, religión o idioma.

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Desde la aparición de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en
1948 en los espacios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en materia
de defensa de estos derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción se
ha recorrido satisfactoriamente un largo camino con logros y reveses, sin embargo,
los esfuerzos parecen en muchos aspectos, insuficientes.

En la actualidad, las situaciones de pobreza, inequidad, desigualdad,


exclusión social, discriminación religiosa, étnica, cultural, económica, social y sexual
en el planeta, en lugar de disminuir significativamente, siguen avanzando e
incrementándose, así como avanza y se incrementa la población mundial, y el
deterioro de nuestro fiel, tolerante, paciente e indudablemente amoroso pero
maltrecho planeta tierra y sus recursos no renovables.

SISTEMA UNIVERSAL

• Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). 10/12/1948.

• Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.


16/12/1966. Entró en vigencia 03/01/1976.

• Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. 16/12/1966. Entró en


vigencia 23/03/1976.

• Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de


Discriminación Racial. 21/12/1965. Entró en vigencia 04/01/1969.

• Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o


degradantes. 10/12/1984. Entró en vigor 26/06/1987.

• Convención sobre los Derechos del Niño. 20/11/1989. Entró en vigor


02/09/1990

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SISTEMA INTERAMERICANO

• Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. 1948.

• Convención Americana sobre Derechos Humanos “Pacto de San José”.


22/11/1969. Entró en vigencia 18/07/1978.

• Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia


contra la Mujer. 09/06/1994. Entró en vigencia 05/03/1995.

• Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. 09/12/1985.

• Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.


09/06/1994. Entró en vigencia 28/03/1996.

• Convención Interamericana para la Eliminación de todas las formas de


Discriminación contra las Personas con Discapacidad. 07/06/1999.

Cabe destacar, que Ángel Zerpa en su artículo publicado “Debido Proceso


y Derechos Humanos. El caso venezolano desde la perspectiva constitucional”
señala que: el concepto del debido proceso como derecho humano de fuente
constitucional envuelve comprensivamente el desarrollo progresivo de
prácticamente todos los derechos fundamentales de carácter procesal o
instrumental, cuyo disfrute satisface inmediatamente las necesidades o intereses
del ser humano, ya que, como lo expresa Ricardo Combellas, “la Constitución tiene
en los Derechos Humanos su razón de ser…”

Así, el debido proceso constitucional, conforma una serie de derechos y


principios tendentes a proteger a la persona humana frente al silencio, el error o la
arbitrariedad y no solo de los aplicadores del derecho, sino también bajo las pautas
de lo que se ha llamado el debido proceso sustantivo o sustancial, para
diferenciarlo del adjetivo del propio legislador.

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En Venezuela la garantía no es nueva, lo novedoso es la sistematicidad en
su concepción integradora tal y como está establecido en el artículo 49 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela(…) dicha norma no es más
que el punto de partida de una más global concepción de la garantía: el proceso,
para ser debido, debe ser justo, como atribución inherente de un concepto de
Estado al que no le basta ser catalogado como de Derecho, sino que le importa
más ser entendido como un Estado de Justicia. La noción del Debido Proceso (…)
comporta el categorizar a dicho Derecho como uno de los Derechos Humanos,
vinculado éste a todo proceso jurisdiccional o administrativo y con miras a
posibilitar tanto el requerimiento como el reconocimiento judicial a un juicio justo.
Dicha garantía así concebida, tiene su antecedente tanto a nivel nacional como
a nivel mundial (pág. 93-94).

Cabe señalar, que la historia de las declaraciones de derechos está


íntimamente ligada a la historia del constitucionalismo, es decir, a aquella corriente
de pensamiento que propugna la limitación y el control del poder político por
medio del derecho.

Desde sus orígenes, las declaraciones de derechos han tenido como


finalidad primaria proteger a los particulares frente al Estado: la acción de todos los
poderes públicos debe hallar un tope jurídicamente infranqueable en esos
derechos solemnemente declarados. Puede decirse que las declaraciones de
derechos constituyen el estatuto jurídico-político básico de los ciudadanos y más
en general, de las personas. Así, las declaraciones de derechos son, junto a la
búsqueda de una regulación equilibrada de los poderes públicos, uno de los dos
grandes temas de todo el constitucionalismo.

El concepto de derechos humanos y del Derecho de los Derechos Humanos


son, por naturaleza, dinámicos. Esto quiere decir que, aunque una gama de
derechos humanos fundamentales ya tiene reconocimiento jurídico, nada excluye
la posibilidad de darles una interpretación más amplia o de luchar para que la
comunidad internacional acepte, en cualquier momento, derechos adicionales.

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De esta forma, los derechos humanos van adquiriendo nuevos significados y
dimensiones. Este dinamismo hace de los derechos humanos una herramienta
potencialmente muy poderosa para promover la justicia social y la dignidad de
todas las personas. En la medida en que los grupos oprimidos demanden el
reconocimiento de sus derechos y visibilicen la necesidad de nuevas formas de
protección, así irán transformándose los derechos humanos para ir incluyendo
cada vez más y mejor la variada gama de necesidades humanas.

La democracia, basada en el Estado de derecho, es en última instancia un


medio para lograr la paz y la seguridad internacional, el progreso y el desarrollo
económico y social, y el respeto de los derechos humanos; los tres pilares de la
misión de las Naciones Unidas enunciados en la Carta fundacional.

Es importante señalar, que, según Juan Carlos Toro, en su artículo publicado


“La Participación Ciudadana y la Educación en Derechos Humanos y Cultura de
Paz”, señala que: “una Educación en Derechos Humanos y Cultura de Paz, debe
orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su
dignidad. Además, debe fortalecer el respeto a los Derechos Humanos, el
pluralismo ideológico, las libertades fundamentales, la justicia y la paz. Así mismo,
debe capacitar a todas las personas para lograr su participación activa,
protagónica y efectiva en una sociedad democrática y pluralista, que favorezca
la comprensión, la tolerancia entre las naciones y los grupos raciales, étnicos o
religiosos y lograr una subsistencia digna en estado de paz.

Del mismo modo, una Educación en Derechos Humanos y Cultura de Paz,


debe estar orientada a la construcción de sociedades comprometidas con el
cometido, porque sólo a través de los Derechos Humanos y Cultura de Paz,
podremos dignificar al ser humano. Es decir, los elementos que forman la piedra
angular de la Educación en Derechos Humanos y Cultura de Paz son: autoestima,
Derechos Humanos, pluralidad, sustentabilidad, comprensión, respeto, tolerancia,
generación de actividades que favorezcan la paz (pág. 155-157).

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Ahora bien, no existe una clasificación uniforme, pero la más acertada parece
ser la que divide a los Derechos Humanos, por generaciones de derechos,
haciendo referencia a los momentos históricos que dieron lugar a su
reconocimiento y que es comúnmente conocida.

De esta forma serán derechos de primera generación los civiles y políticos


(libertades); de segunda, los económicos, sociales y culturales (igualdad) y los de
tercera serían los colectivos (solidaridad). Ello no significa supremacía entre unos y
otros, al contrario, implica interrelación y complemento.

Los derechos civiles y políticos de primera generación, aquellos que inciden


sobre la expresión de libertad de los individuos, proceden de la tradición
constitucionalista liberal, y están recogidos en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948 y los Pactos Internacionales de 1966, a saber, el de los
Derechos Civiles y Políticos, y el de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

El derecho a la dignidad de la persona, y a su autonomía y libertad frente


al estado, su integridad física, las garantías procesales, nacen de la Ilustración y el
contractualismo social.

Por su parte, el liberalismo impulsó la inclusión de dichos derechos en las


constituciones de los Estados nacionales europeos durante siglo XIX, favoreciendo
así la universalización de los derechos civiles y políticos básicos. Limitando el poder
del estado frente los individuos se garantizaba un cierto equilibrio entre las
instituciones y los ciudadanos.

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Los derechos de segunda generación nacen de una tradición de
pensamiento humanista y socialista; son de naturaleza económica y social, y
afectan a la igualdad de los individuos.

Del mismo modo, los derechos de primera generación defendían a los


ciudadanos frente al poder del Estado, pero ahora es el Estado quien debe
garantizar un acceso igualitario a los derechos anteriormente citados,
compensando las desigualdades naturales creadas por las ventajas y desventajas
de clases, etnia y religión que caracterizan las diferencias sociales de los individuos
desde su propio nacimiento. Se pedía así al Estado que garantice el acceso a la
educación, el trabajo, la salud, la protección social, etc., creando las condiciones
sociales que posibiliten un ejercicio real de las libertades en una sociedad donde
no todos los hombres nacen iguales. La universalización del sufragio y el reformismo
social permitieron que las constituciones liberales del siglo XIX pudieran encajar
estos derechos. Las ideologías de corte socialista impulsaron definitivamente la
conciencia de la necesidad de extender a todos los ciudadanos, y de forma
progresiva, el derecho a la educación, al trabajo, a una salud garantizada por el
Estado, etc.

En el mismo orden de ideas, los llamados derechos de la solidaridad constituyen


una tercera generación que se concretiza en la segunda mitad del siglo XX, y
parten de la acción de colectivos que reclaman legítimos derechos. Aparecen en
forma de declaraciones sectoriales que protegen los derechos de colectivos
discriminados grupos de edad, minorías étnicas o religiosas, países del Tercer
Mundo, que se ven afectados por alguna de las múltiples manifestaciones que
cobra la discriminación económica y social.

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En las dos últimas décadas estos derechos han ido cobrando un papel cada
vez más importante, y gracias a ellos se ha desarrollado el concepto de diálogo
Norte-Sur, el respeto y la conservación de la diversidad cultural, la protección del
medio ambiente, la conservación del patrimonio cultural de la humanidad, etc.
Son expresión de un nuevo contexto en el que surgen nuevas necesidades
humanas y donde estas exigencias exigen nuevos derechos que garanticen el
acceso universal a formas más avanzadas de ciudadanía y civilidad, de libertad y
de calidad de vida.

De allí que, la globalización económica, así como la ideológica y simbólica,


la transición de la sociedad de información a la sociedad del conocimiento, la
integración del mundo a través de la extensión universal de los medios de
comunicación de masas, así como los fenómenos de multiculturalismo provocado
por los flujos migratorios, son claros síntomas de que algo sustancial está
cambiando. Comienzan a reivindicarse con fuerza el derecho a la paz y a una
justicia internacional, a poder intervenir desde instituciones de carácter
supranacional en los conflictos armados locales, imponiendo la paz desde una
fuerza legítima. La persecución sin fronteras de los dictadores, la limitación del
derecho a la inmunidad diplomática para determinados delitos, y el derecho a
crear un tribunal internacional que actúe de oficio en los casos de genocidio y
crímenes contra la humanidad.

El derecho a escoger modelos de desarrollo sostenible que garanticen la


biodiversidad y que permitan preservar el medio ambiente natural, así como el
patrimonio cultural de la humanidad. El derecho a un entorno multicultural que
supere el concepto de tolerancia, permitiendo la articulación de sociedades que
albergan en su seno culturas diferentes. Estas nuevas condiciones permiten que
vayan cristalizando nuevos derechos que aspiran a concretarse en declaraciones

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como las anteriores de los derechos civiles y políticos y de los derechos económicos,
sociales y culturales.

Se reivindica el derecho a un desarrollo sostenible que permita preservar el


medio ambiente natural y el patrimonio cultural de la humanidad; el derecho a un
mundo multicultural en el que se respeten las minorías étnicas, lingüísticas y
religiosas; el derecho a la libre circulación de las personas, no sólo de capitales y
bienes, que permita condiciones de vida dignas a los trabajadores inmigrantes. Este
conjunto de derechos va tomando forma en las últimas décadas, y abre el camino
para un gran reto añadido en el siglo XXI: las nuevas formas que cobran los
derechos de primera, segunda y tercera generación en el entorno del
ciberespacio, es decir, la cuarta generación de los derechos humanos.

El mundo moderno está siendo participe de una serie de cambios promovidos


por el fenómeno de la globalización y los derechos humanos representan una de
las temáticas propias de este mundo cambiante y global.

Hablar de derechos humanos en el contexto de la sociedad de la información


supone necesariamente hablar de calidad de vida y de acceso a mejores
condiciones para diseñar y realizar nuestras propias vidas, reconociendo en ellas
algo mucho más digno que la simple existencia biológica, y ello resulta imposible
sin hablar de la tecnología.

De allí que, si la información y el conocimiento son poder, la tecnología


puede ser una poderosísima infraestructura de liberación para el hombre. No es
apenas una liberación con respecto a las insuficiencias de su naturaleza, sino
también de sus propios miedos: de su miedo a la diferencia y a reconocer en los

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otros la misma apelación a la dignidad; del miedo a la felicidad; del miedo como
fundamento insuficiente de una ética de la responsabilidad.

Ahora bien, introducir la tecnología en este contexto ético, e introducir la


ética en un contexto técnico, significa atender a la necesidad de traducir el
discurso ético en términos que engloben a la ciencia y a la tecnología en el espacio
en el que se manifiestan, profundizan, y desarrollan los derechos humanos de
cuarta generación (Bustamante, 2001).

El desarrollo de la cuarta generación de derechos humanos está


intrínsecamente relacionado con la capacitación de los ciudadanos para disfrutar
de las posibilidades de realización personal que aportan las TIC (Técnicas de
Información y Comunicación). Hoy en día, estar digitalmente excluido significa
estar socialmente excluido. Al ser la información riqueza, la falta de acceso a las
TIC, o el desconocimiento de su uso, se convierte en un factor fundamental de
discriminación social, una nueva brecha que divide a ricos y pobres.

Esta cuarta generación tiene su reflejo en varios fenómenos que tienen que
ver con los usos más populares de las TIC, y con aquellos comportamientos que van
conformando poco a poco una cibercultura según ha sido definida por Lèvy
(1997).

Internet es valiosa, no porque es patrimonio de unos pocos, sino porque


muchos tienen acceso a ella, y suma el acervo aportado por sus propios usuarios.
Si fueran pocos los usuarios, también serían escasos los contenidos de la misma.

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Vale la pena destacar que, un programa funciona mejor cuando su código es
abierto, cuanto mayor es el número de usuarios que lo utilizan y depuran. Al
contrario de lo que ocurre con los bienes materiales, la riqueza basada en la
información no se consume, no se agota; se automultiplica al compartirse, sin que
pierda valor por ello. Cuantos más miembros de la comunidad virtual acceden al
servicio, mayor es el valor del mismo para todos. Esta es una de las bases filosóficas
del movimiento software libre (SL).

El papel del software libre (SL) no se reduce a la aportación de una novedosa


plataforma de desarrollo de software a través de la colaboración voluntaria de
decenas de miles de programadores en el mundo entero. Asistimos a una
revolución tecnológica que está reestructurando el mundo a través del proceso de
globalización, creando una nueva metáfora llamada sociedad de la información.

Del mismo modo, se puede decir que, el progresivo desarrollo y abaratamiento


de las tecnologías de la información y la comunicación, hacen que su uso se
extienda cada vez más y sea más difícil restringir su disfrute a sectores
habitualmente desfavorecidos de la sociedad. Quizá la propia esencia del SL no
sea por sí sola un elemento de transformación de la sociedad. Sin embargo, la
intersección de pericia técnica con una voluntad solidaria de desarrollo y
profundización de la democracia, puede convertirse en uno de los elementos
definidores de los nuevos patrones de liberación de los pueblos en la sociedad
futura.

Sin el desarrollo de una nueva generación de derechos humanos, no se


podrá profundizar en las posibilidades de poder solidario que las nuevas
tecnologías ponen en las manos de los individuos. Internet aparece como icono de
una nueva ciudadanía global, pues es una de las estructuras sociales más

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democráticas y participativas que las nuevas tecnologías de la comunicación
hayan traído. Por primera vez contamos con unas nuevas vías de acceso a la
información que con una inversión mínima permiten un alcance máximo.

De tal manera que, este cambio cualitativo trae consigo nuevas


oportunidades de control social horizontal y participación ciudadana, en pro de
una mayor transparencia social. Una consecuencia directa de este desarrollo
tecnológico será la amenaza al concepto de fronteras nacionales y creación de
comunidades electrónicas.

Por el hecho de ser Internet una infraestructura técnica orientada a


proporcionar una cobertura de comunicación barata, horizontal y de ámbito
global, las libertades de pensamiento, credo y expresión no sólo deben aplicarse
en toda su extensión a las actividades personales que se llevan a cabo en la red,
sino que cobran aquí una relevancia que no aparece en los medios tradicionales
de comunicación.

Teóricamente cualquiera puede exponer sus opiniones a través de los


massmedia. En la práctica, sólo los grandes grupos de la comunicación y aquellos
que componen los variados mecanismos del poder social tienen la posibilidad real
de hacer oír su voz. Por el contrario, en Internet muy pocos medios son suficientes
para comunicar un mensaje, para hacerlo llegar a todos los rincones del globo.

Cualquiera puede crear sus páginas Web, participar activamente en foros


de discusión, enviar y recibir mensajes de correo electrónico a un coste
prácticamente nulo. En la red, cualquier ciudadano se convierte en emisor y
receptor a un tiempo, y la interactividad y la participación se agrupan como las

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reglas básicas del juego. Todas estas características son ajenas a los medios
tradicionales (Bustamante, 2001).

Cabe destacar que, las Técnicas de Información y Comunicación como


derechos humanos de cuarta generación y la importancia vital que tienen estas
herramientas para todas las personas, representan el poder de estar informadas,
interactuar y estar comunicados soportándose en el internet, software libre, etc.,
hay que tener en cuenta los cambios e impactos que estas tecnologías traerán a
la sociedad. En efecto, hay que reconocer que los desarrollos tecnológicos no son
neutros o inocuos, exhiben siempre un lado positivo y un lado negativo.

De allí que, lo paradójico de las innovaciones tecnológicas. Estas nuevas


expresiones de la tecnología digital, en especial la robótica y la inteligencia
artificial, pueden ser tanto un medio de progreso y de bienestar del ser humano,
como la expresión de una nueva forma de utopía negativa.

Ahora bien, los robots (entendiendo por tales, los “robots humanoides” o
“colaborativos” que conviven e interactúan con los trabajadores, como los “robots
convencionales” o estáticos protegidos en barreras) y los sistemas de inteligencia
artificial (IA) presentan innumerables ventajas en los ámbitos de la asistencia
sanitaria, la seguridad en el transporte y la energía, la lucha contra el cambio
climáticos y la anticipación de las amenazas en materia de ciberseguridad.

Por su parte, en lo que respecta al ámbito laboral, una de las posibles


ventajas de la robótica está relacionada con esa “utopía positiva” de la “sociedad
liberada del trabajo” de la que habla Vincenzo Ferrari en su ensayo sobre “El

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incierto futuro de los derechos en el trabajo humano”; las máquinas o robots tienen
esa aptitud de liberar a los humanos de las formas más odiosas de trabajo.

Los robots desempeñan un papel importante en la minoración del nivel de


exposición de los trabajadores a los riesgos laborales. Pueden contribuir a liberar a
los trabajadores de las actividades pesadas y peligrosas, principalmente en el
sector manufacturero y de logística, así como de todas aquellas actividades
repetitivas, o trabajos peligrosos, sucios, u opacos, que pueden representar un
riesgo para la salud de los trabajadores.

Los robots se revelan, en suma, claves para aliviar la fatiga física y la penosidad
que presentan muchos trabajos no solo de la industria, sino del sector servicios y
para mejorar su bienestar. Por otro lado, el desarrollo de ciertos robots o extensiones
robóticas aporta también beneficios positivos a las personas con movilidad
reducida, personas mayores, y, en particular, a las personas con discapacidad, en
tanto que puede ser un elemento relevante para mitigar los problemas de
desigualdad laboral.

Un exoesqueleto o las extensiones robóticas “se presentan como una gran


oportunidad de integrar a trabajadores discapacitados en el ámbito laboral
respecto a tareas o funciones que, por limitaciones físicas, no les sería posible
desarrollar sin ese suplemento”. Esos complementos robóticos pueden ayudar a las
personas físicas con algún tipo de deficiencia física o sensorial a conseguir un
puesto de trabajo o, tratándose de un trabajador con una discapacidad
sobrevenida, a que pueda desarrollar una actividad laboral con un rendimiento
normal, haciendo que la participación de tales personas en la sociedad sea plena
y efectiva.

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Desde esta perspectiva, los complementos robóticos muestran una
consistente potencialidad como medida antidiscriminatoria. Pero la robótica no
solo trae efectos positivos. Desde la perspectiva del trabajador se perciben
también importantes efectos globales que generan inquietud. En general
preocupa la amenaza que representa la automatización que los robots van a llevar
a cabo en los próximos años para el nivel de empleo existente y las condiciones de
trabajo. La inclusión masiva de los robots en los procesos productivos provocará la
destrucción de puestos de trabajo sin que se sepa si se van a crear otros puestos
de trabajo de sustitución en la misma proporción, y una presión a la baja de los
salarios. Todo lo cual podrá desencadenar, además, problemas de desigualdad
social.

Los sectores que ya cuentan con tecnología robótica son fundamentalmente


los de la industria manufacturera, (fábricas de montaje de vehículos), el de
almacenamiento y la logística y el del transporte (ferrocarril como el metro sin
conductor).

En el mismo orden de ideas, se puede señalar que, se está imponiendo en el


sector de la sanidad: Japón ha apostado con fuerza por la robótica para suplir la
falta de personal y atender a una población envejecida. Así, en muchas
residencias y casas particulares se utilizan artilugios como “como la máquina Hug,
que ayuda a los ancianos a incorporarse; sensores que miden su grado
acumulación de orina o que monitorean su estado de sueño; o el robot Sota, que
interactúa con los ancianos y tiene capacidad de activar, a través de una serie de
comandos orales, funciones de otros dispositivos domésticos o monitorear
constantes vitales”.

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Es importante señalar, que los derechos humanos en la actualidad no son
exclusivos de los seres humanos, ya que existe una extensión o ampliación de los
mismos, en las formas de titularidad, por el reconocimiento de nuevas situaciones y
posiciones jurídicas subjetivas. Esa progresiva evolución de los derechos subjetivos
ha permitido que se reivindique extender la atribución de derechos a sujetos no
humanos, como el reconocimiento a los derechos de los animales, las plantas o al
ambiente natural.

Es así, como los animales poseen derechos que las normas jurídicas han ido
reconociendo en la medida que los mismos han ido mutando en la mentalidad de
la sociedad. Los animales poseen dignidad y, como consecuencia tienen derechos
inalienables.

Finalmente, se puede decir que, las generaciones de derechos humanos no


entrañan un proceso meramente cronológico y lineal. En el curso de su trayectoria
se producen constantes avances, retrocesos y contradicciones que configuran ese
despliegue como un proceso dialectico. No debe escapar a la consideración de
esta problemática, que las generaciones de derechos humanos, no implican la
sustitución global de un catálogo de derechos por otros; en ocasiones, se traduce
en la aparición de nuevos derechos como respuesta a nuevas necesidades
históricas, mientras que, otras veces, suponen la redimensión o redefinición de
derechos anteriores para adaptarlos a los nuevos contextos en que deben ser
aplicados.

Una concepción generacional de los derechos humanos implica, en suma,


reconocer que el catálogo de las libertades nunca será una obra cerrada y
acabada. Una sociedad libre y democrática deberá mostrarse siempre sensible y
abierta a la aparición de nuevas necesidades, que fundamenten nuevos derechos.

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Mientras los mismos, no hayan sido reconocidos por el ordenamiento jurídico
nacional e internacional, actuaran como categorías reivindicativas, pre normativas
y axiológicas. Pero los derechos humanos no son postulados del deber ser. Junto a
su irrenunciable dimensión utópica que constituye uno de los polos de su
significación, entrañan un proyecto emancipatorio real y concreto que tiende a
plasmarse en formas históricas de libertad.

En este orden de ideas, vale la pena destacar artículos de la Constitución de


la República Bolivariana de Venezuela (C.R.B.V), vigente en materia de Derechos
Humanos, los cuales establecen lo siguiente:

Artículo 19 C.R.B.V

“El Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin


discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e
interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son obligatorios
para los órganos del Poder Público de conformidad con esta Constitución, con los
tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República y con las
leyes que los desarrollen”.

Artículo 22 C.R.B.V

“La enunciación de los derechos y garantías contenidos en esta Constitución y en


los instrumentos internacionales sobre derechos humanos no debe entenderse
como negación de otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren
expresamente en ellos. La falta de ley reglamentaria de estos derechos no
menoscaba el ejercicio de los mismos”.

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No puede englobarse en una lista los derechos humanos. Hay que entender
que las violaciones a los derechos humanos pueden adoptar formas nuevas y el
artículo 22 ha querido proteger a las víctimas en estos casos. El enunciado de este
artículo se sitúa dentro de lo que se ha llamado incorporación implícita de los
derechos inherentes a la persona humana, en particular, de los internacionalmente
reconocidos al orden jurídico constitucional.

Artículo 23 C.R.B.V

“Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y


ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden
interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más
favorables a las establecidas por esta Constitución y en las leyes de la República, y
son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder
Público”.

Este artículo es determinante en cuanto a la aplicación de las garantías de


los derechos humanos, hasta el punto que los convenios suscritos y ratificados en
Venezuela tienen jerarquía constitucional y son de aplicación inmediata por los
tribunales de la república. Reconoce el rango constitucional de las normas más
favorables a la protección de los derechos humanos contenidas en los tratados
sobre la materia que deben prevalecer sobre el orden interno, incluida la misma
constitución. De la interacción entre el derecho internacional y el derecho
constitucional va a resultar que, si un mismo derecho es regulado de modo
diferente por la constitución y un tratado, debe aplicarse la disposición más
favorable al ser humano. Este debe ser el principio rector para la interpretación y el
alcance de la protección a los derechos humanos ofrecidos por la Constitución de
1999.

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Artículo 31 C.R.B.V

“Toda persona tiene derecho, en los términos establecidos por los tratados, pactos
y convenciones sobre derechos humanos ratificados por la República, a dirigir
peticiones o quejas ante los órganos internacionales creados para tales fines, con
el objeto de solicitar el amparo a sus derechos humanos.

El Estado adoptará, conforme a procedimientos establecidos en esta Constitución


y la ley, las medidas que sean necesarias para dar cumplimiento a las decisiones
emanadas de los órganos internacionales previstos en este artículo”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CONGRESO IBEROAMERICANO. CULTURA DE PAZ Y DERECHOS HUMANOS. (2006).


Caracas. Venezuela.

DUARTE E. (2003). “Manual de Derechos Humanos para Jueces y Juezas y Otros


Operadores de Justicia”. Caracas. Venezuela.

REFERENCIAS NORMATIVAS

CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. (1999). Gaceta


Oficial nro.5.453 del 24 de marzo del 2000.

REFERENCIAS ELECTRÓNICAS

http://datateca.unad.edu.co/contenidos/90150/Curso_AVA/Curso_AVA_8-
02/Entorno_de_Conocimiento_8-
02/Bibliografia_Unidad_2/Concepto_de_Derechos_Humanos.pdf

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https://handbook.usfx.bo/nueva/vicerrectorado/citas/SOCIALES_8/Derecho/24.p
df

http://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2007/08/534.-496.-
Aplicaci%C3%B3n-de-los-TratInt-DH-en-el-Orden-Int.-07-Brewer-Car%C3%ADas.pdf

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