Trabajo Comercial
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HUANUCO
CICLO: 7°
Bajo esa línea, los principios del Derecho del Trabajo, como lo señala Alonso García, “son
aquellas directrices o postulados que inspiran el sentido de las normas laborales y
configuran la regulación de las relaciones de trabajo con arreglo a criterios distintos de los
que pueden darse en otras ramas del Derecho” ; en palabras de Dworkin, “los principios
del Derecho del Trabajo son estándares que han de ser observados, no porque favorezcan
ventajas económicas, políticas o sociales, sino porque son una exigencia de la justicia, la
equidad o alguna otra dimensión de la moralidad” . En efecto, siendo el Derecho del
Trabajo la disciplina encargada de procurar establecer un equilibrio entre los sujetos de la
relación laboral, habida cuenta de la evidente desigualdad entre ambas partes, los
principios del Derecho del Trabajo configuran aquellos parámetros indispensables que han
de inspirar la elaboración, interpretación y aplicación de las normas de índole laboral,
“amén de servir de fuente de inspiración directa o indirecta en la solución de conflictos,
sea mediante la interpretación, aplicación o integración normativa”
LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO AL
TRABAJO
1. DEFINICION
Toda persona tiene derecho al trabajo. El derecho al trabajo es la base para la realización
de otros derechos humanos y para una vida en dignidad. Incluye la oportunidad de
ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado. En la realización
progresiva de este derecho, los Estados están obligados a garantizar la disponibilidad de
orientación técnica y profesional, y a tomar las medidas apropiadas para crear un entorno
propicio para existan oportunidades de empleo productivo. Los Estados deben garantizar
la no discriminación en relación con todos los aspectos del trabajo. El trabajo forzoso está
prohibido por el derecho internacional.
Los trabajadores tienen derecho a asociarse entre sí y a negociar de manera colectiva para
mejorar las condiciones de trabajo y los niveles de vida. Tienen el derecho a formar y
afiliarse a un sindicato de su elección, y los sindicatos tienen derecho a formar
agrupaciones nacionales o internacionales. Los trabajadores tienen el derecho de huelga,
siempre y cuando se realice de conformidad con las leyes nacionales. Los derechos
laborales colectivos no pueden ser objeto de restricciones por parte de los Estados
distintas de las prescritas por la ley y que son necesarias en una sociedad democrática, de
acuerdo con los intereses de seguridad nacional, orden público, o para la protección de los
derechos y libertades de los demás.
constatar que ni esta región del mundo escapa a los problemas citados y que se encuentra
en plena regresión en estos temas (véase el capítulo III.B).
En este contexto, si bien el derecho laboral es conocido por todo el mundo, el derecho al
trabajo no lo es tanto. Por supuesto, la reglamentación de las relaciones de trabajo es
extremadamente importante, pero hay gozar previamente de un empleo del que poder
beneficiarse.
Esta publicación pretende justamente aclarar esta dimensión, sin, por supuesto, olvidar el
derecho laboral.
Así, en ella se presenta el impacto de la mundialización sobre los derechos al trabajo y del
trabajo – derecho laboral – (capítulo I), el contenido y el alcance del derecho al trabajo y
sus corolarios, así como las normas aplicables a nivel internacional y regional (capítulo II),
las obligaciones de los Estados y ejemplos de puesta en práctica a nivel nacional (capítulo
III), así como los mecanismos de control a nivel nacional, regional e internacional (capítulo
IV).
2. PRINCIPIOS DEL DERECHO DEL TRABAJO
I) PRINCIPIO DE BUENA FE
Este principio está presente en todas las ramas de nuestro ordenamiento jurídico
(conjunto de derechos y normas jurídicas de una sociedad). Se encuentra reconocido
en el artículo 1546 del Código Civil el cual establece que “todos los contratos deben
ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no solo a lo que en ellos se expresa,
sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación o
que por la ley o la costumbre pertenecen a ella”.
El Derecho individual del trabajo, dice relación con los vínculos laborales entre
empleadores o empleadoras y trabajadores o trabajadoras en el plano individual;
siendo su pilar el contrato de trabajo. En virtud de este principio se exige un
comportamiento recto en la ejecución del contrato, por lo que no será permitida
aquella conducta que carezca de honradez.
En primer lugar, esta rectitud de conducta es requerida desde las etapas previas a la
celebración del contrato. Aquello implica por ejemplo el deber de información, en
virtud del cual las partes deben proporcionar información cierta y cabal; también
podemos mencionar el deber de secreto en caso de asuntos reservados; y finalmente
el deber de respeto por el interés de la contraparte, con lo cual sus conductas se
deben adecuar de manera de no perjudicar al otro u otra contratante. No estaría
permitido por tanto que en la etapa precontractual el empleador o empleadora,
valiéndose de la desigualdad en el poder de negociación de las partes, impusiera
clausulas injustas.
Además, la honradez en las actitudes de las partes se requiere durante la vigencia del
contrato, de modo que las conductas que falten a la honradez, traen aparejada una
sanción en nuestro Código del Trabajo. El ejemplo más claro lo encontramos en el
artículo 160 N° 1 del Código del Trabajo el cual enumera una serie de
comportamientos tales como, falta de probidad, injurias, acoso sexual, acoso laboral,
abandono del trabajo, negativa a trabajar injustificada; sancionando al trabajador o
trabajadora que incurre en ellos con el término de la relación laboral sin derecho a
indemnización. Ahora bien, este deber de probidad (honradez e integridad) también
involucra al empleador o empleadora, ya que en caso de ser este quien incurra en
dichas conductas, permite al trabajador o trabajadora poner término al contrato y
exigir el pago de la indemnización por años de servicio con un recargo del 80%, según
señala el artículo 171 del Código del Trabajo. Este último caso se refiere al
denominado “autodespido”, o “despido indirecto” donde es el empleador o
empleadora quien incumple sus obligaciones contractuales y es el propio trabajador o
trabajadora quien le pone término al contrato, con las respectivas indemnizaciones
legales, lo cual no se debe confundir con una renuncia.
2) PRINCIPIO PROTECTOR
Este principio es fundamental en el ordenamiento jurídico laboral, ya que, no existe
igualdad entre las partes, ni el mismo poder de negociación y resistencia económica.
Por ello surge la necesidad de proteger especialmente a la parte más débil, esto es, al
trabajador y trabajadora.
Este principio se puede traducir en tres reglas: indubio pro operario, la regla de la
norma más favorable y la regla de la condición más beneficiosa. Respecto a la regla del
in dubio pro operario, si una norma admite diversas interpretaciones el juez deberá
preferir aquel que sea más conveniente para el trabajador o trabajadora. Un ejemplo
que podemos mencionar en el cual se aprecia esta regla de interpretación aplicada a
los hechos, la encontramos en el artículo 9 inciso 4° de Código del Trabajo; “la falta de
contrato escrito hará presumir legalmente que son estipulaciones del contrato las que
declare el trabajador.” En cuanto a la regla de la norma más favorable en caso de
existir más de una norma que aplicar al caso, debe elegirse aquella que resulte más
benéfica al trabajador o trabajadora. Por su parte, la regla de la condición más
beneficiosa implica que ante una nueva norma nunca podrá reducir los beneficios del
trabajador o trabajadora.
El artículo 5° del Código del Trabajo señala en su inciso segundo “Los derechos
establecidos por las leyes laborales son irrenunciables, mientras subsista el contrato
de trabajo”. De este modo se indica de manera expresa una serie de ejemplos entre
los cuales encontramos el artículo 73 que señala que el feriado anual (vacaciones) (15
días hábiles) no podrá compensarse en dinero, salvo que el trabajador o trabajadora
deje de pertenecer a la empresa.
Estos tres principios son fundamentales en la legislación laboral y son una antorcha
importante a la hora de encaminar al legislador en la difícil tarea de iluminar recovecos
obscuros que podrían mejorar las condiciones de reciprocidad laboral entre
empleadores, empleadoras y trabajadores o trabajadoras. (Santiago, 13 diciembre
2020)
Este principio hace referencia a la negativa que recibe una parte de una relación
laboral al negarse voluntariamente a disfrutar de los derechos laborales establecidos
en la ley. El principio de irrenunciabilidad supone la protección de derechos en materia
laboral, por eso son inválidos los actos de renuncias de derechos no disponibles. Es
decir, prohíbe que, por medio de un acto de disposición, el titular de un derecho
renuncie a un derecho establecido en una norma imperativa.
Sobre esto, diversos autores centran el debate en la renuncia voluntaria de una norma
imperativa. Al suceder esta situación, el principio de irrenunciabilidad declara esta
decisión o acuerdo como inválido.
Como sabemos, los derechos pueden nacer de una norma dispositiva o imperativa; sin
embargo, cuando se habla de la irrenunciabilidad, necesariamente estaremos ante una
norma imperativa. Cabe recordar que la norma imperativa es de cumplimiento
obligatorio, esto es, no puede pactarse en contra.
En el derecho laboral, diversas normas son de carácter imperativo; entre otras, por
ejemplo, se encuentran las normas sobre la remuneración mínima, las vacaciones, la
jornada de trabajo, las licencias especiales, entre otras.
Tal como sabemos, la irrenunciabilidad opera respecto de los derechos de los cuales el
trabajador es titular. Además, debemos considerar que son derechos provenientes de
la ley o convenio colectivo.
La Constitución Política del Perú establece que hay una proscripción sobre la
renunciabilidad de los derechos laborales que provengan de la ley y la Constitución.
¿Solo caben los derechos reconocidos en la Constitución y la ley? No, también caben
los supuestos de derechos provenientes de convenios colectivos.
Este principio tiene como sustrato el principio protector del Derecho Laboral y opera en
cualquier situación en la que se produzca una discordancia entre lo que los sujetos dicen que
ocurre y lo que efectivamente sucede, para preferir esto sobre aquello. No significa que la
declaración efectuada por las partes no tenga importancia. El ordenamiento presume su
conformidad con la voluntad real de ellas, pero permite desvirtuar dicha presunción si
constata la discrepancia entre una y otra. Y es que, en muchos casos, las reales condiciones de
trabajo no constan en los documentos, o constando no se condicen con lo que
verdaderamente sucede en la realidad, por lo que resulta necesario que los jueces deban
verificar directamente los hechos mismos. Así por ejemplo, este principio es utilizado con
frecuencia por la jurisprudencia para descartar la apariencia de un contrato civil de locación de
servicios ante la realidad de una relación laboral. También opera para determinar la duración
indefinida del vínculo, cuando la declaración de temporalidad del mismo no corresponde con
la naturaleza de las labores desempeñadas. En la mayoría de veces se llega a concluir que las
verdaderas condiciones en que los trabajadores realizan sus servicios son muy distintas de las
establecidas en el contrato o en otros documentos aparentes.
CONCLUSIONES
El derecho laboral se funda en principios, los cuales pueden ser definidos como
enunciados práctico-normativos máximamente universales que se encuentran en la
cúspide del orden jurídico normativo.
Los principios generales del derecho son la base dogmática y axiológica del sistema
jurídico y sus normas fundamentales. Junto a los principios generales del Derecho, que
son anteriores a la ley positiva y que la fundamentan, existen otros, de carácter menos
general, que informan una rama del ordenamiento, por mandato constitucional o
legal. Los principios del Derecho del Trabajo son reglas rectoras que informan la
elaboración de las normas de carácter laboral, amén de servir de fuente de inspiración
directa o indirecta en la solución de conflictos, sean mediante la interpretación,
aplicación o integración normativas. El principio de buena fe se concreta en el deber
de obrar de buena fe, que se define como la disposición personal de realizar las
prestaciones voluntariamente asumidas, con probidad en la ejecución y efectiva
voluntad de correspondencia a la confianza ajena, que excluye el engaño y cualquier
finalidad que pudiese alterar el equilibrio de la relación contractual. El principio
protector logra generar una desigualdad de signo inverso a la que origina el contrato
de trabajo, que pone al trabajador en situación de dependencia económica, jurídica y
fáctica frente a su empleador. El principio de irrenunciabilidad de derechos se define
como la imposibilidad jurídica de privarse voluntariamente de una o más ventajas
concedidas por el derecho laboral en beneficio propio sin percibir algo proporcional a
cambio: es un acto abdicativo unilateral. La indisponibilidad, en cambio, impide
cualquier acto de disposición sobre un derecho sea éste cierto o dudoso y no está
comprendida en el principio de irrenunciabilidad. El trabajador es un ciudadano capaz
de realizar transacciones y conciliaciones para trocar un derecho litigioso o dudoso por
un beneficio concreto y cierto, siempre y cuando sea proporcional. El juez debe velar
para que los acuerdos entre trabajadores y empleadores no escubran simples
renuncias. El principio de continuidad de la relación laboral impone limitaciones tanto
a la contratación temporal como al despido no justificado, ya que ese principio
confluye con el de causalidad, en virtud del cual la duración del contrato debe ser
garantizada mientras subsista la fuente que la originó.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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PASCO COSMÓPOLIS, Mario. "Reafirmación de los principios del Derecho del Trabajo." en Los
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