Warma Kuyay
Warma Kuyay
Warma Kuyay
CURSO: Comunicación
2023-2024
Este pequeño texto va dirigido a mis
profesores, compañeros y familiares
para q pueden saber sobre el triangulo
amoroso de dos niños por una niña.
EL TRIANGULO AMOROSO
GÉNERO: expositivo
Ya en la primera escena del cuento, se veía esta situación marginal del niño blanco
inmerso en la cultura quechua: "Se volteaban a ratos para mirarme y reían. Yo me
quedé fuera del círculo, avergonzado, vencido para siempre. Los cholos se habían
parado en círculo y Justina cantaba al medio. En el patio inmenso, inmóviles sobre
el empedrado, los indios se veían como estacas de tender cueros". La experiencia
de quedar fuera del círculo, avergonzado, rechazado, con los indígenas dándole las
espaldas, culminará al final del relato, sucediendo algo similar, en otro lugar, con el
agravante de que se tendrá como añoranza el lugar anterior -Viseca-, como
evocación y deseo terrible de volver, en virtud de todo lo allí sucedido, y en virtud,
además, de la inconsciencia absoluta, la de Viseca, hay atisbos, en todo caso, de la
dimensión verdadera de la situación. La madurez se los irá entregando, cada vez
más claros y obvios.
Por ejemplo, el indio Kutu se da cuenta de esta situación existencial de Ernesto, por
eso le dice a Ernesto: "tienes pena de los becerritos, pero a los hombres no los
quieres". Aparte de captar la situación de Ernesto, Kutu está prediciendo,
anticipando esa frase final del niño Ernesto: "gentes que no quiero, que no
comprendo". Anticipa, además, la conducta, que tendrá con "Zarinacha", la res, el
niño Ernesto. Y es evidente que no está tan integrado a los hombres el niño
Ernesto, ya que son dos las posibilidades que le propone a Kutu para matar a don
Froylán: "con galga" o con "honda".
Es cierto que Ernesto no pertenece propiamente a ninguno de los dos mundos, pero
tampoco es menos cierto que tiene la suerte de conocer dos ámbitos diversos, y
comúnmente opuestos. Y no solo los conoce, ha vivido y vive en ambos a la vez.
Son dos los ámbitos existenciales que posee, en suma.
La conducta hacia la naturaleza o sus instancias puede servir de una buena norma
para examinar la no pertenencia de un individuo al mundo indígena. Cuando Kutu
da de zurriagos a los becerros, ha dejado, en gran parte, de pertenecer al mundo
quechua. Sus actitudes están muy cerca de los blancos, de don Froylán, "que se
llevan las vaquitas de los otros, o las matan de hambre en su corral". Kutu no las
mata, solo las golpea, pero cuánto se aleja del mundo quechua con esos golpes, y
cuánto se aleja también el niño Ernesto, al gozar con esa acción.
En el momento final del relato, se observa que el niño Ernesto tiene sumamente
presente la quebrada de Viseca: "viví alegre en esa quebrada verde y llena del calor
amoroso del sol...", dado que la menciona como su "querencia". En ese viaje a la
costa, que alcanza valores psicológicos, al penetrar en la conciencia de su situación
de marginación, la quebrada surge como el lugar de la alegría por la inconsciencia
que allí se mantenía, por el hecho de que Justina se encontraba allí -aunque desde
muy lejos la contemplaban sus ojos-, por ser el lugar de su niñez.
Los cuatro versos de las canciones que figuran en las primeras líneas del relato se
pueden imbricar perfectamente con el momento final:
En los dos primeros versos, la palomita puede figurar perfectamente al niño Ernesto
en su soledad y marginación, mediante esa calificación de "pobre". Esa mención
"por los suelos", y la otra "por donde has venido", remiten a un camino de
esfuerzos y dificultades, una "peregrinatio", que tiene su base en la marginalidad
que se posee. El segundo verso entrega el objetivo encontrado. La aspereza, la
dureza y la esterilidad se encuentran aquí reunidas. Esa arena evoca esa existencia
marginal de Ernesto, angustiosa en el momento final.
Los "arenales candentes y extraños" de la última frase del cuento no están muy
alejadas de esta "arena". Los dos primeros versos, en suma, sintetizan la condición
existencial de Ernesto, con referencia a la raíz de sus penurias. Por otra parte, el
hecho de ser canción popular indica que el tipo de marginalidad de que se trata no
es singular, al parecer.
Los otros dos versos se oponen a estos recién observados. Ya no hay arena sino
que agua. Se ha cambiado de la palomita a una gaviota. Los gratos recuerdos no
son, en manera alguna, esos esfuerzos realizados por Ernesto en su existir
marginal. La posibilidad de ver a Justina ("gaviota") cantando en Viseca ("terso
lago") no es lejana; esas memorias se refieren a esos recuerdos -de los cuales es
expresión el cuento mismo- que aún permanecen en la interioridad del niño
Ernesto. Son "gratos recuerdos" de un existir sin conciencia del problema
existencial, sin ser correspondido, pero amando, en una quebrada "llena del calor
amoroso del sol".
Así, tenemos que estos cuatro versos se proyectan más allá de la expresión de una
mera canción, y su selección y presentación por parte del narrador remite al
contenido mismo del cuento, en el primer caso, y con respecto a la situación final
del protagonista, en el segundo.