MEX526 S2 Neuroliderazgo
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Por otra parte el líder que estudia el cerebro no puede olvidar su conexión
con las emociones, y es por esto que si tuviéramos que elegir la zona más
significativa, quizá habría que escoger la amígdala: parte del sistema límbico
ubicada en los lóbulos temporales y que es una estructura de mayor tamaño en
los humanos que en nuestros parientes evolutivos más parecidos y que permite
que nuestra variabilidad emocional sea alta y variada. De la amígdala parten
impulsos nerviosos que llegan a regiones cerebrales muy diversas que guardan
relación con importantísimas funciones estrechamente vinculadas a las
emociones: expresiones faciales de miedo, secreción de algunas hormonas,
aumento de las frecuencias cardíaca y respiratoria, etc. En pocas palabras, este
control tiene una misión fundamental: ayudar a crear una conducta adecuada ante
los sucesos que ocurren alrededor. A estos factores emocionales se deben,
precisamente, la mayor parte de las posibilidades de éxito de un proyecto, que
bajo los efectos de una reforma, en este caso educacional, y que puede cambiar el
contexto del trabajo en equipo, ya sea de los docentes y los directivos, en donde el
líder debe encabezar la UCCM (unidad cuerpo cerebro mente).
La amígdala es un importantísimo “nudo”
de comunicaciones cerebrales y es un
controlador de gran parte de la información
sensorial que envía mensajes ante las
situaciones alarmantes o como se ha llegado a
escribir, la amígdala es “una especie de ventana
a través de la cual el sistema límbico, aprecia el
lugar de la persona en el mundo” (Guyton,
1989).
Es por esto que el líder debe tener estas dos aristas de manera muy activa
y desarrollada, no perder esa motivación que conlleva a crear y a explorar nuevos
territorios útiles para el cambio y el crecimiento. El trabajo en conjunto de las
partes del lóbulo frontal más la amígdala (sistema límbico) es un todo para
conseguir un buen desempeño en la sociedad en general, una persona consciente
de sus capacidades y falencias pero que aun así puede influenciar a las personas,
es lo que define a un líder. Fomentar estas capacidades y regular las falencias
tendrán por consiguiente un líder completo, capaz de tomar buenas decisiones,
controlar las emociones, etc. El líder debe trabajar en cada parte del cerebro los
neurotransmisores correspondiente tales como la dopamina (regulación
emociones), la serotonina (eleva el estado de ánimo), las endorfinas (placer) para
generar en él y en cada miembro de su equipo un funcionamiento óptimo en cada
área de trabajo.
Los líderes que comprendan cómo funciona el cerebro y que sus acciones
influyen en el modo de actuar de su equipo, gozarán de una capacidad y éxito
en su liderazgo que le permitirá distinguir notoriamente su trabajo del resto de
los líderes en tiempos de reformas.
“Los efectos del liderazgo suelen ser de mayor impacto,
ahí donde y cuando más se necesitan”
K. Leithwood, et al., 2004
Goldberg, E. (2001). The executive brain, frontal lobes and the civilized
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