Analisis de La Sentencia de La Corte Interamericana
Analisis de La Sentencia de La Corte Interamericana
Analisis de La Sentencia de La Corte Interamericana
TEMA:
ANALISIS DE LA SENTENCIA DE LA CORTE
INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
GRUPO: 3B
DOCENTE:
LILIANA MILLAN
ESTUDIANTES:
MELANIE PAREDES GONZALEZ
DALYS ORTIZ POLO
CRISTIAN TORRADO CASADIEGO
LUIS PACHECO CALDERA
2020-01
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA
Gracias a las peticiones presentadas en 1999, 2000 y 2003 por Humanidad
Vigente Corporación Jurídica, Horacio Perdomo Parada y la Corporación
Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, fue posible atribuir la
responsabilidad internacional al Estado colombiano por las ejecuciones
extrajudiciales de Villamizar Durán, Carrillo, Uva Velandia, Quiñónez Bárcenas,
Romero Reyes y Ramírez Jorge, ocurridas entre junio de 1992 y mayo de
1997.
Todos estos asesinatos se dieron en manos de agentes de seguridad del
Estado y tuvieron lugar en el contexto de los denominados “falsos positivos”.
En el ámbito interno, el caso fue sometido a la competencia de la Justicia Penal
Militar que deja entrever, al igual que en un sin número de casos de iguales
características, la impunidad de que gozan los procesos en los que se
encuentran inmersos miembros de las Fuerzas Armadas del Estado, a saber:
“el sistema de justicia militar ha demostrado ser eficaz para garantizar la
impunidad por violaciones del derecho penal ordinario respecto de actos
(asesinato, tortura, secuestros) cometidos por miembros de las fuerzas
armadas en cumplimiento de sus funciones” Gracias a las presiones ejercidas
por las organizaciones defensoras de los derechos humanos en Colombia y los
letrados representantes de cada una de las víctimas, la competencia se
trasladó, meses después, a la Justicia Ordinaria y Contencioso Administrativo.
Esa medida no fue efectiva para garantizar un debido proceso, toda vez que
muchas de las investigaciones llevadas a cabo por los auxiliares de la justicia
no agotaron los recursos a su alcance. Eso conllevó a tal nivel de impunidad
que la gran mayoría de los responsables directos de esos actos aún no tienen
una sentencia firme.
En función de lo expuesto se promovieron peticiones ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos que observó, previo estudio exhaustivo
de las denuncias, los procesos judiciales internos y las pruebas acompañadas
por las organizaciones sociales en cabeza de sus abogados, una violación
evidente del derecho al acceso a la justicia y al debido proceso, a saber: el
someter al conocimiento de los hechos a la justicia penal militar, el
incumplimiento del deber de investigar con debida diligencia, y la inobservancia
de la garantía de plazo razonable, entre otros aspectos. De ese modo, la CIDH
en julio de 2015 emitió el Informe de Fondo No. 41/15, a través del cual
desarrolló una serie de aclaraciones y efectuó una cadena de
recomendaciones al Estado colombiano, la gran mayoría de ellas incumplidas.
Por petición de los representantes de las víctimas y después de dos prórrogas
solicitadas por el Estado, sometió el presente caso a la competencia de la
Corte IDH.
En el camino a esclarecer lo ocurrido y reparar integralmente a las víctimas, fue
necesario analizar uno por uno y de manera separada los derechos
fundamentales vulnerados según la CIDH, a saber: el derecho a la vida, la
integridad personal, la libertad, la honra y dignidad, las garantías judiciales y la
protección judicial, la integridad personal y la honra de los familiares de las
víctimas, así como los artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura.
En lo que respecta a la integridad personal, la CIDH alegó la responsabilidad
del Estado colombiano en razón a los tratos crueles, inhumanos y degradantes
a que fueron sometidas las víctimas según lo apreciado en las pericias, las
pruebas acompañadas por las partes, la magnitud de las heridas y el accionar
de las fuerzas militares. En un contexto de violencia como la que vive el Estado
colombiano, ser señalado e identificado por la opinión pública como guerrillero
provoca una estigmatización tanto para la persona como para su grupo familiar,
y eso ocurrió con Gustavo Giraldo Villamizar Durán, Elio Gelves Carrillo y sus
familiares al ser vinculados infundadamente con los grupos guerrilleros que
operaban en la zona para explicar y “justificar” sus muertes, vulnerando su
derecho a la honra y dignidad. Estos aspectos fueron tenidos en cuenta por la
Corte para encontrar responsable al Estado colombiano. Los hechos
obedecieron a un patrón de conducta instalado en el accionar militar: bajas de
civiles, escenarios de enfrentamientos armados, ausencia de investigación,
características propias de las víctimas –muchas de ellas, campesinos–,
obediencia debida, competencia de la justicia penal militar e impunidad de los
actos cometidos por miembros de la fuerza pública.
En cuanto a la decisión de la Corte de no encontrar responsable al Estado
colombiano por la violación del artículo 5.2 de la Convención en perjuicio de
Wilfredo Quiñónez Bárcenas, José Gregorio Romero Reyes y Albeiro Ramírez
Jorge, deja mucho que pensar y tela jurídica para discutir. Al respecto, la
Convención señala que “Para los efectos de la presente Convención se
entenderá por tortura la aplicación sobre una persona de métodos tendientes a
anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental”.
Desde mi punto de vista, los aspectos mencionados quedan satisfactoriamente
probados en el desarrollo de todo el proceso, por lo que consideramos que una
interpretación exegética de la normativa por parte de la Corte IDH llevó a no
dar lugar a la debida responsabilidad del Estado. En razón a la violación de las
garantías judiciales y la protección judicial contenidas en los artículos 8.1 y 25
de la Convención, la Corte encontró responsable al Estado colombiano pues
fue evidente en todo el desarrollo del proceso la violación del principio de la
debida diligencia en que debió llevarse a cabo las investigaciones relacionadas
con los asesinatos.
La reparación
En su sentencia, la Corte IDH decidió una serie de medidas interesantes en
concepto de reparaciones en base al artículo 63.1 de la Convención. Por un
lado, y en consecuencia de las razones de fondo expuestas ut supra, dispuso
el deber del Estado colombiano de continuar con las investigaciones
necesarias para determinar, juzgar y sancionar a los responsables por las
muertes de las víctimas.
La Corte adoptó como medida de satisfacción la publicación de la sentencia en
diarios y sitios webs de gran relevancia. También dispuso la obligación del
Estado colombiano de brindar una atención psiquiátrica y/o psicológica
adecuada a las víctimas que así lo requieran, previa manifestación de voluntad
y según las necesidades de cada una. Sin desconocer y exaltar el
reconocimiento parcial de responsabilidad efectuado por el Estado, la Corte
IDH ordenó la realización de un acto público de reconocimiento de
responsabilidad internacional en Colombia, en relación a los hechos de este
caso, previa divulgación e invitación a las organizaciones defensoras de
derechos humanos, autoridades del Estado, víctimas y sus representantes.
También ordenó y determinó el pago de indemnizaciones por los daños
materiales e inmateriales que sufrieron las víctimas y sus familiares. En su
sentencia, la Corte también encumbra los avances llevados a cabo por el
Estado en la adopción de medidas de prevención e investigación para evitar
que estos hechos se repitan y enaltece las políticas públicas, el desarrollo
jurisprudencial y normativo que se dio con posterioridad a los hechos de la
sentencia por parte del Estado.
La sentencia Villamizar Durán y Otros Vs. Colombia se convierte en un
referente y un instrumento normativo de gran relevancia e importancia para la
defensa de los derechos humanos en Colombia en casos que compartan las
características propias de los hechos aquí narrados. Se constituye en un
instrumento jurídico para que la impunidad de la que gozan hasta nuestros días
los actos cometidos por miembros de la fuerza pública tenga un punto final y
sean denunciados y puestos bajo la lupa e investigación de la comunidad
nacional e internacional que vela por la guardia y protección de los derechos
humanos, en especial, de la CIDH y la Corte IDH. Esta sentencia conllevó de
manera positiva a una toma de conciencia por parte de las autoridades
estatales, en particular, del poder legislativo y judicial, lo que conllevó a
elaborar un escenario de garantía y protección de los derechos humanos en el
ámbito interno.
HECHOS RELEVANTES
1. Ejecuciones extrajudiciales de personas de la población civil, llevadas a
cabo por integrantes de las fuerzas de seguridad del Estado durante el
conflicto armado colombiano, específicamente en la década de los años
1990.
2. La Procuraduría General de la Nación ha señalado que en el año 1992
fueron cometidos 403 homicidios y 74 masacres por agentes estatales”.
Además, observó que la gran mayoría de las víctimas eran civiles, sin
participación alguna en el conflicto armado, pero que eran considerados
“enemigos o aliados del enemigo” por las Fuerzas Militares. Señaló en
su tercer informe sobre “las violaciones habían sido tan numerosas,
frecuentes y graves en los últimos años por parte de oficiales de
graduación media o inferior sin imputar ninguna responsabilidad política
a la jerarquía civil y militar, el Gobierno y el alto mando militar eran
responsables de las acciones y omisiones de sus subordinados.
3. Durante ese período se ha podido constatar que comenzó una práctica
de ejecuciones extrajudiciales de civiles por miembros de las fuerzas
militares colombianas, que posteriormente fueron presentados
públicamente por parte del Ejército como “guerrilleros dados de baja en
combate”. Las fuerzas armadas, las llamadas brigadas móviles, son
responsables, de cierto número de muertes de civiles en zonas rurales.
En esas zonas, los habitantes son considerados por el Ejército como
colaboradores potenciales de los guerrilleros y por lo tanto sometidos a
violaciones de los derechos humanos, incluyendo ejecuciones.
4. El Informe del Relator Especial, en seguimiento a la visita a Colombia de
octubre de 1994 afirmó que “entre junio de 1990 y junio de 1994, un total
de 9.497 personas resultaron muertas por motivos políticos o
ideológicos”. Agregó que, entre enero de 1993 y marzo de 1994, se
atribuyó conjuntamente a miembros de las fuerzas de seguridad del
Estado (50,28%) y grupos paramilitares (18,98%) casi el 70% de las
presuntas ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias”.
5. El caso del departamento de Arauca, el informe presentado afirma que
la mayoría de las violaciones de los derechos humanos y del derecho
humanitario internacional se produce en situaciones que no son de
enfrentamiento armado. Además, los relatores dejan constancia de la
información que recibieron en cuanto a la identificación de civiles como
enemigo interno.
6. El informe Relator constató que “en las zonas de conflicto armado
continúan registrándose violaciones y abusos de los derechos humanos
en gran escala por parte de los miembros de las fuerzas de seguridad” y
que en las mismas las fuerzas armadas continúan aplicando, una
estrategia antisubversiva basada en el concepto de la “seguridad
nacional”, añadió que en las zonas calificadas de “zonas rojas” las
fuerzas de seguridad consideran que prácticamente todos los civiles son
colaboradores de la subversión.
7. Sobre las ejecuciones extrajudiciales, la Procuraduría General de la
Nación de Colombia afirmó en su Segundo que “Los organismos de
seguridad y defensa del Estado están entrenados para perseguir a un
enemigo colectivo y por lo general consideran que las víctimas forman
parte de él” y que “en buena parte los casos actúan bajo la premisa de
que se establece una relación directa, cuando se llevan a cabo acciones
contra guerrilleras los campesinos no son identificados como víctimas
'independientes' sino como parte del enemigo”.
8. Existe una “impunidad que gozan los violadores de los derechos
humanos en Colombia es casi total. El sistema de justicia militar ha
demostrado ser eficaz para garantizar la impunidad por violaciones del
derecho penal ordinario respecto de actos (asesinato, tortura,
secuestros) cometidos por miembros de las fuerzas armadas en
cumplimiento de sus funciones”.
9. El Informe del Relator especificó que el Gobierno de Colombia no ha
cumplido con prevenir e investigar las violaciones de los derechos
humanos y castigar a los miembros del ejército que cometen esas
violaciones.
contrainsurgente del Ejército, encubriendo los crímenes cometidos y
protegiendo a sus autores”.
DERECHOS VULNERADOS
1. La violación del derecho a la vida (artículo 4 de la Convención)
2. La violación del derecho a la honra y dignidad (artículo 11 de la Convención)
3. La violación del derecho a la integridad personal (artículo 5 de la
Convención)
4. La violación a la libertad personal (artículo 7 de la Convención)
5. La violación a las garantías juridiciales y protección judicial (artículos 8 y 25
de la Convención)
7. La violación a la garantía de juez competente por el conocimiento del caso
por parte de la justicia militar, a alegada violación al deber de investigar con la
debida diligencia,
8. La alegada violación al plazo razonable
9. La violación del derecho a la integridad psíquica y moral (artículo 5 de la
Convención)
ULTRA VIRES
Este término es una locución latina compuesta por dos palabras, ultra y vires,
las cuales significan más allá (ultra), y fuerza, competencia o autoridad (vires),
respectivamente. Al unir estas dos palabras obtenemos la locución latina ultra
vires que significa más allá de sus fuerzas, de su competencia o de su
autoridad. En el mundo jurídico se ha empleado para hacer referencia a los
actos de entes públicos o privados que sobrepasan el mandato de la ley. Por
ejemplo, se dice que una actuación administrativa que no se ajuste al principio
de la estricta legalidad, la extralimitación de funciones de un funcionario
público, o los actos de una entidad privada que rebase los límites de su esfera
de actuación son ultra vires, porque todos estos actos van más allá de la
fuerza, competencia u autoridad que confiere la ley. Lo Podemos definir como
el principio jurídico que considera nulos los actos de las entidades públicas o
privadas que rebasan el límite de la ley, y cuyo objetivo es prevenir que una
autoridad administrativa o entidad de derecho privado o público actúe más allá
de su competencia o autoridad. En este sentido, el principio ultra vires es
aplicable en todas las ramas del Derecho.
PLAZO RAZONABLE
Se entiende por plazo razonable aquella que tiene como finalidad impedir que
los acusados permanezcan largo tiempo bajo acusación y asegurar que esta se
decida pronto, en busca de una verdad jurídica. Como en este caso donde está
involucrado el estado Colombia por “FALSOS POSITIVOS”. En otras palabras
el plazo razonable es que toda persona natural o jurídica debe ser llevado sin
demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer
funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgado dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin prejuicios de que continúe el proceso
contra este, ya que podría existir una violación de los derechos judiciales. Para
que prevalezca el plazo razonable se necesita de 4 elementos esenciales, los
cuales son: 1) la complejidad del asunto; 2) la actividad procesal del interesado;
3) la conducta de las autoridades judiciales, y 4) la afectación generada en la
situación jurídica de la persona involucrada en el proceso.
En relación al primer elemento, el Tribunal ha tenido en cuenta diversos
criterios para determinar la complejidad de un asunto. Entre ellos se encuentra
1) la complejidad de la prueba; 2) la pluralidad de sujetos procesales o la
cantidad de víctimas; 3) el tiempo transcurrido desde la violación; 4) las
características del recurso contenidos en la legislación interna, y 5) el contexto
en el que ocurrieron los hechos. En relación con el segundo elemento, es decir
con la actividad procesal del interesado, la Corte ha evaluado si los sujetos
realizaron las intervenciones en los procesos que le eran razonablemente
exigibles. En cuanto al tercer elemento, es decir la conducta de las autoridades
judiciales, la Corte ha entendido que las autoridades judiciales, como rectores
del proceso, tienen el deber de dirigir y encauzar las investigaciones y el
procedimiento judicial con el fin de no sacrificar la justicia y el debido proceso
en pro del formalismo. Sobre el cuarto elemento, es decir la afectación
generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso, la
Corte ha establecido que las autoridades deben actuar con mayor diligencia en
aquellos casos donde de la duración del proceso depende la protección de
otros derechos de los sujetos del proceso
DEBIDA DELIGENCIA
Según la corte, la debida diligencia es el principio del debido proceso, el cual se
refiere a los procedimientos que parten de la legalidad y que sea paso a paso
sin cometer algún tipo de error o irregularidad. En la investigación de la muerte
violenta de una persona, es crucial la importancia que tienen las primeras
etapas de la investigación y el impacto negativo que las omisiones e
irregularidades en tales etapas puede tener en las perspectivas reales y
efectivas de esclarecer el hecho. En este sentido, este Tribunal ha especificado
los principios rectores que son precisos observar en una investigación cuando
se está frente a una muerte violenta, tal como se desprende de los hechos del
presente caso. Las autoridades estatales que conducen una investigación de
este tipo deben realizar como mínimo: 1) identificar a la víctima; 2) recuperar y
preservar el material probatorio relacionado con la muerte, con el fin de ayudar
en cualquier potencial investigación de los responsables; 3) identificar posibles
testigos y obtener sus declaraciones en relación con la muerte que se
investiga; 4) determinar la causa, forma, lugar y momento de la muerte, así
como cualquier patrón o práctica que pueda haber causado la muerte, y 5)
distinguir entre muerte natural, muerte accidental, suicidio y homicidio. Además,
las autopsias y análisis de restos humanos deber realizarse en forma rigurosa,
por profesionales competentes y empleando los procedimientos más
apropiados. Además los investigadores también deben cumplir con un tipo de
procedimiento legal, los cuales son: 1) fotografiar dicha escena, cualquier otra
evidencia física y el cuerpo como se encontró y después de moverlo; 2) recoger
y conservar todas las muestras de sangre, cabello, fibras, hilos u otras pistas;
3) examinar el área en busca de huellas de zapatos o cualquier otra que tenga
naturaleza de evidencia, y 4) hacer un informe detallando cualquier
observación de la escena, las acciones de los investigadores y la disposición
de toda la evidencia coleccionada.