El-Ama-De-Llaves Masliah

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 26

www.dramaturgiauruguaya.gub.

uy

El ama de llaves
Leo Maslíah

1984 Fue estrenada el 15 de agosto de 1992 en el Café


Laberinto (Montevideo) bajo la dirección de Leo Maslíah y
con el siguiente reparto:

El señor Dotti: Leo Maslíah


Inés: Sylvia Roig
Andrés: Riki Musso
El inspector Ferrer: Tomás Blezio
Juan Alberto: Olivier Noël

La “acción” transcurre en una sala de la supuesta casa del supuesto señor


Dotti.

Escena 1

Dotti. Inés, yo la hice venir aquí porque...


Inés. ¿Sí?
Dotti. Escuche, Inés, usted sabe lo que pasó con Andrés y aquella otra
muchacha, no me acuerdo ahora cómo se llama, este...
Inés. Beatriz.
Dotti. No, Beatriz no es, estee...
Inés. Claudia.
Dotti. No, no es Claudia.
Inés. Rufina.
Dotti. No; cómo es que se llama esta chica...
Inés. Milca.
Dotti. No, no es Milca. Pero Inés, ¿entonces usted no sabe lo que pasó?
Inés. ¿Qué pasó?
Dotti. Bueno, no fue nada grave. Obedeció solamente a un sentimiento de
celos, que por otra parte es muy natural en una muchacha de la edad de...,
de..., cómo es que se llama, este...
Inés. Sonia.
Dotti. No.
Inés. Delia.
Dotti. No, no es Delia.
Inés. Edith Sandra.
Dotti. No, no es ninguna de esas chicas. Además yo no tendría nada que decir
de ellas. En fin, no importa, el caso es que el hecho, felizmente, no tuvo mayor
relevancia.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. ¿Pero qué fue lo que pasó?


Dotti. Es como le digo, Inés. Las muchachas a veces se ponen un poco celosas
y en fin, usted comprende.
Inés. Pero no comprendo, señor Dotti. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Dotti. No se preocupe, Inés, no se preocupe. Además, para su tranquilidad,
permítame asegurarle que usted no se vio para nada involucrada. Créame que
yo jamás lo habría permitido.
Inés. ¿Pero qué pasó, señor Dotti? ¿Por qué me hizo venir a su despacho?
Dotti. Bueno, Inés, le voy a hablar sin rodeos. Después de lo que pasó entre
Andrés y esta chica de que le hablé recién, no recuerdo ahora el nombre...
Inés. Sofía.
Dotti. No.
Inés. Esther.
Dotti. No, Inés, no se trata de Esther.
Inés. Judith.
Dotti. No.
Inés. Julia.
Dotti. No, no.
Inés. Marta Sánchez.
Dotti. No, Dios la perdone.
Inés. María de Lourdes.
Dotti. Pero Inés, ¿usted sinceramente cree que María de Lourdes podía haber
estado allí ese día?
Inés. ¿Dónde? ¿Qué día?
Dotti. Déjelo, no importa. Todo eso ha sido superado. Inés, hay algo que quiero
que usted sepa.
Inés. Sí, ¿qué es? ¿Qué es lo que tiene que decirme?
Dotti. Usted ya dejó de ser una adolescente y podrá comprenderlo. Ayer de
tarde yo no pude ocultar mi desazón cuando doña Amparo me contó lo de
Andrés y...
Inés. ¿Y quién?
Dotti. Ahora no me sale el nombre. Es esa chica que le nombré hace unos
instantes.
Inés. Rosa.
Dotti. No, ya le dije que no es Rosa.
Inés. Diana.
Dotti. No.
Inés. Entonces no sé quién puede ser.
Dotti. (Enojado.) ¡Pero caramba, Inés! ¡Usted la ve todos los días! Cómo es que
se llama...
Inés. Graciela.
Dotti. No.
Inés. Dinora.
Dotti. No.
Inés. Úrsula.
Dotti. (Muy enojado.) ¡Ya le dije que no!
Inés. Linur.
Dotti. No.
Inés. Nahir.
Dotti. No.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. ¿Entonces quién es?


Dotti. Si yo lo supiera créame que se lo diría.
Inés. Pero ¿entonces no lo sabe?
Dotti. (Enojado.) ¡Claro que lo sé! Pero en este momento no lo recuerdo. Inés,
¿tiene usted alguna idea de lo que me motivó a hacerla venir aquí?
Inés. No. Dígame. Lo escucho.
Dotti. Usted aprecia a Andrés, ¿verdad?
Inés. ¡Claro!
Dotti. Desea lo mejor para él, ¿no es cierto?
Inés. Supongo que sí.
Dotti. Sin embargo esta chica, cómo es que se llama...
Inés. Leonor.
Dotti. No.
Inés. Nancy.
Dotti. ¡No!
Inés. María Dolores.
Dotti. (Muy enojado.) ¡Ya le dije que no!
Inés. (También enojada.) Entonces no sé.
Dotti. Vamos, Inés, recién hablábamos de ello, no sé cómo se me escapó el
nombre.
Inés. Bueno, pero ¿qué pasa con ella?
Dotti. ¡Cómo! ¿No se enteró?
Inés. No.
Dotti. Todo el mundo lo sabe; usted también debe haber escuchado algún
comentario. Usted sabe, algún chisme.
Inés. Le juro que no, señor Dotti.
Dotti. De todos modos no importa. Se puede vivir muy bien sin conocer esos
detalles de la vida ajena.
Inés. Sin embargo, señor Dotti, me gustaría igual saber algo sobre eso que
pasó con Andrés y aquella chica.
Dotti. ¿Qué chica?
Inés. Usted hablaba recién de ella.
Dotti. De quién.
Inés. De esa chica que...
Dotti. Que qué. No entiendo lo que me quiere decir. Inés, hágame un favor,
siga mi consejo.
Inés. ¿Qué consejo?
Dotti. Una muchacha fina y culta como usted lo comprenderá enseguida.
Inés. ¿Qué cosa?
Dotti. No quiero afectar su sensibilidad con precisiones que no vienen al caso.
Prométame que procederá con buen tino, Inés.
Inés. Sí, pero ¿con respecto a qué?
Dotti. ¿Usted se ha visto con Andrés en los últimos, digamos, dos días?
Inés. No.
Dotti. Pero estoy seguro de que debe haber escuchado algo.
Inés. ¿De qué?
Dotti. Bueno, si no lo sabe creo que quizás sea mejor que continúe así.
Inés. ¡Pero santo Dios, dígame qué es!
Dotti. Simples escenas familiares; usted sabe, cuestión de celos.
Inés. ¿Celos de quién?

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. Andrés no procedió adecuadamente. Prométame que usted no hará lo


mismo.
Inés. Claro que no, pero no sé de qué se trata.
Dotti. Sé que usted es una buena chica y que es incapaz de causar problemas.

Escena 2

Andrés. (Entrando.) Acabo de sufrir un accidente. (Su aspecto es normal.)


Inés. ¡Qué horror! Hay que llamar a un médico enseguida.
Andrés. No..., no, ya estoy bien.
Dotti. ¿Está seguro?
Andrés. Sí, sí, no se preocupe.
Inés. ¡Pero Andrés, usted sufrió un accidente!
Andrés. Lo sé... Pero deje, no importa.
Inés. (A Dotti.) Señor Dotti, hay que llamar a un médico.
Andrés. No, por favor, no.
Dotti. Andrés, usted necesita atención médica.
Andrés. Puedo asegurarle que me siento bien; muchas gracias.
Inés. ¿No cree que de cualquier manera sería bueno conocer la opinión de un
facultativo?
Dotti. ¡Claro! Eso es lo que haría falta.
Andrés. No, no, en serio. Me encuentro perfectamente.
Dotti. ¡Pero Andrés, usted acaba de sufrir un accidente!
Andrés. Sí, pero por fortuna ya estoy bien.
Inés. Por las dudas, ¿puedo llamar a un médico?
Andrés. No es necesario que se moleste, Inés, en serio se lo digo.
Dotti. El doctor Pereira vendría enseguida si lo llamamos.
Inés. Sí, él es muy servicial.
Andrés. Ya lo sé; sé que es un excelente médico.
Inés. ¿Lo llamo, entonces?
Andrés. No, Inés, insisto, que me siento bien. Muy bien.
Dotti. Inés, llame al doctor.
Andrés. Pero por favor, entiendan, no tengo nada. Ya estoy completamente
repuesto.
Dotti. Usted no puede estar seguro de eso. Se necesita una opinión autorizada.
Tenga en cuenta que usted...
Andrés. Qué.
Inés. Que acaba de sufrir un accidente.

Instantes de quietud y silencio.

Escena 3

Andrés. Bueno, tengo que irme. Varias personas me esperan.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. Un momento, Andrés, por favor; qué tonto soy, no se me ocurrió


ofrecerles nada. Es que mi ama de llaves está de vacaciones, y...
Inés. No importa, señor Dotti, yo estoy perfectamente bien.
Dotti. Permítanme de todas maneras ofrecerles una copa.
Andrés. Agradezco su buena disposición, señor Dotti, pero estoy bien así.
Dotti. ¿Usted, Inés? ¿Acepta un trago?
Inés. No, gracias. Gracias de todos modos.
Dotti. ¿Usted, Andrés? ¿Qué puedo servirle?
Andrés. Nada, nada, muchas gracias.
Dotti. ¿Inés? ¿Qué dice usted?
Inés. Le agradezco, pero no quiero. No se moleste, señor Dotti.
Dotti. ¡Pero si no es ninguna molestia! ¿Qué le preparo?
Inés. No, en serio, señor Dotti, no quiero nada, muchas gracias.
Dotti. ¿Usted, Andrés? ¿Qué apetece?
Andrés. ¡Por favor, señor Dotti! Tanto Inés como yo estamos muy bien así.
Dotti. No se apure a responder por los demás, Andrés. Estoy seguro de que
Inés gustaría servirse una copa. (A Inés.) ¿Estoy en lo cierto, Inés?
Inés. Lo siento, señor Dotti, no apetezco. Andrés tiene razón. Los dos estamos
muy bien así.
Dotti. ¿Van a decirme que no aceptan un trago? ¡Vamos!, ¿qué clase de
jóvenes son? ¿Qué le sirvo, Andrés?
Andrés. A mí nada, gracias, ya le dije.
Dotti. ¿Usted, Inés?
Inés. No, yo tampoco. De todas formas, gracias.
Dotti. No haga cumplidos.
Inés. No son cumplidos, señor Dotti, le juro que estoy bien así, no se preocupe,
gracias.
Dotti. ¡Pero cómo! ¿No van a tomar nada? Miren lo que tengo aquí. (Saca de
algún lado un tarro de mayonesa.) Andrés, vea esto. ¿No le parece que es una
buena ocasión para vaciarlo?
Andrés. No.
Dotti. (Muestra a Inés el tarro.) Mire, Inés, observe.
Inés. No conozco esto. Creo que nunca probé.
Dotti. ¿Nunca probó? ¡Entonces vamos a descorcharlo enseguida!
Inés. No, por favor, por mí no. Yo estoy bien así. No sé si Andrés...
Andrés. No, por mí no lo destape. Le agradezco.
Dotti. Está bien. Entonces..., ¿en otra ocasión, quizás?
Andrés. Sí, eso es. En otra ocasión.
Inés. No faltará otra ocasión.
Dotti. ¿Qué les parece mañana? Los invito a los dos mañana. Brindaremos los
tres juntos.
Inés. Me parece una idea estupenda.
Andrés. Magnífico.
Dotti. Mañana será la ocasión propicia. Creo que... les debo a los dos una
disculpa. No debí apresurarme.
Andrés. No se preocupe, señor Dotti. Todo está bien.
Inés. Perdonen, pero... acabo de recordar que tengo que ir de compras. Nos
veremos mañana. (Da la mano a Dotti.) Hasta mañana, señor Dotti.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. Adiós, Inés. (Sin soltarle la mano.) Y por favor, tenga en cuenta mi
consejo. No se precipite, actúe con prudencia; mantenga buen criterio. ¿Lo
promete?
Inés. (Tratando de zafar la mano.) Sí, se lo prometo, señor Dotti.
Dotti. Hoy hemos conversado usted y yo como dos personas maduras, capaces
de reflexionar.
Inés. Sí, voy a tener en cuenta todo eso. (Logra zafarse. Tiende la mano a
Andrés, que se la toma de modo “normal”.) Adiós, Andrés.
Andrés. Adiós.
(Inés se va.)

Escena 4

Dotti. (Trata de alcanzar a Inés, pero no llega.) ¡Inés! (A Andrés.) Qué


muchacha excelente. Es una lástima que haya tenido que retirarse tan
temprano.
Andrés. Ahora que lo menciona, señor Dotti, yo también tengo que irme. Se me
está haciendo tarde.
Dotti. Sí, Andrés. No voy a retenerlo. Sé que usted es un hombre muy ocupado.
Andrés. Sí. He asumido numerosas responsabilidades.
Dotti. ¿Recientemente?
Andrés. Algunas sí... otras no.
Dotti. ¿A qué responsabilidades se refiere?
Andrés. Cada una de mis ocupaciones genera docenas de responsabilidades.
Dotti. Por supuesto, por supuesto. Ya decía yo que usted es una persona
sumamente ocupada.
Andrés. Sí. A veces ansío... disponer de más tiempo libre. Aunque, por cierto,
en caso de tenerlo lo emplearía para desempeñar ciertas ocupaciones que
ahora tengo relegadas por falta de tiempo.
Dotti. ¿Qué ocupaciones, Andrés? Perdone, no debí preguntarle eso. Soy un
meterete.
Andrés. Se trata de trivialidades, señor Dotti. Usted sabe, cosas sin
importancia; pero que deben hacerse, de todos modos.
Dotti. Es natural. El desempeño de cualquier función exige dedicación aun en
las tareas de escaso interés.
Andrés. Sí. Habitualmente me rijo por ese precepto.
Dotti. Entonces ya tiene la mitad de la partida ganada.
Andrés. ¿Y la otra mitad?
Dotti. Confío en que su talento y su vitalidad le permitirán ganarla también.
Andrés. Eso espero. Bien, señor Dotti, temo que deba regresar a mis
quehaceres.
Dotti. Sí, sí, adelante. No vaya a ser que por culpa mía descuide usted algún
compromiso.
Andrés. Le quedo agradecido, aunque a decir verdad no...
Dotti. ¿Qué ocurre? ¿No hay compromisos de por medio?
Andrés. Bueno, sí, los hay en el sentido de que toda obligación contraída los...
presupone. Usted sabe que mi agenda está siempre muy nutrida.
Dotti. Sí, usted es un hombre muy ocupado. Eso lo he venido notando desde
hace mucho tiempo. Quizá mi curiosidad no esté del todo satisfecha en lo que

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

se refiere a la índole de sus ocupaciones, pero en fin, no me haga caso.


Disculpe, creo que no fue muy cortés de mi parte decirle esto último.
Andrés. No se preocupe; mis obligaciones no tienen nada de particular. Ojalá
dispusiera yo de tiempo para pintar, para bucear. Pero no: debo permanecer
atado todo el tiempo a...
Dotti. ¿A qué?
Andrés. A mis quehaceres.
Dotti. Sí, comprendo. Aunque es poco lo que usted me ha dicho al respecto.
Andrés. ¿A qué respecto?
Dotti. Me refiero a sus ocupaciones.
Andrés. Ah, sí, desde luego.
Dotti. ¿No ha pensado en... hacer un viaje? Para descansar, para reponer
energías.
Andrés. Bueno, alguna vez lo pensé, pero...
Dotti. Entiendo; un hombre ocupado como usted seguramente tiene dificultades
para encontrar esos momentos de esparcimiento.
Andrés. Reconozco que mis obligaciones no me dejan mucho tiempo para eso.
Dotti. Es un poco enojoso, ¿verdad?
Andrés. Sí; pero, en fin, tengo que aceptar esa situación. Al menos
transitoriamente.
Dotti. ¿No consideró usted la posibilidad de... hacer un viaje... para... cambiar
un poco?
Andrés. Lo pensé, pero creo que no podría.
Dotti. ¿Por qué?
Andrés. Varios asuntos me reclaman aquí.
Dotti. ¿Asuntos de qué... de qué...? ¿Qué clase de asuntos, Andrés?
Andrés. Ah, en su mayoría cosas sin importancia. Pero tengo que resolverlas.
No puedo dejar todo en este estado.
Dotti. Claro; usted es como yo: no podemos dejar las cosas a medio hacer.
Andrés. Sí, me enferman los asuntos que quedan pendientes.
Dotti. Sin embargo, yo creo que en un caso como el suyo, un viaje puede ser
muy provechoso. Para despejarse, para renovarse. ¿No ha pensado en eso?
Andrés. Es que no podría ausentarme ahora. Mis ocupaciones se verían
seriamente afectadas.
Dotti. Admiro su sentido de la responsabilidad, pero yo le hablo de un viaje
corto: no más que unos pocos meses.
Andrés. Es una buena idea, pero para mí, lamentablemente, es impracticable;
al menos por un tiempo.
Dotti. Comprendo. Usted necesita tiempo para resolver sus problemas, para...
encaminar sus diversas actividades.
Andrés. ¡Claro! Tengo que poner orden en mis cosas. Todas ellas requieren mi
atención.
Dotti. Sí, es primordial que usted las atienda. Escuche, Andrés, lo que voy a
decirle ahora es importante: si en algún momento yo pudiera serle útil en algo,
por favor no vacile en avisarme. Puede usted disponer de mí cuando quiera.
Andrés. Muchas gracias, señor Dotti. Le prometo tenerlo en cuenta.
Dotti. Para eso están los amigos.
Andrés. Es una gran cosa para mí saber que puedo contar con usted.
Dotti. Pero ¿entonces antes no lo sabía?
Andrés. Claro que lo sabía, pero ahora puedo comprobarlo.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. Sí. Puede pedirme lo que quiera.


Andrés. ¿En serio?
Dotti. ¡Claro! Es lo que estoy tratando de decirle.
Andrés. ¿Qué es lo que está tratando de decirme?
Dotti. Lo que le acabo de decir. Que recurra a mí cuando sea preciso. En
cualquier circunstancia.
Andrés. ¿En cualquier circunstancia? ¿De verdad, señor Dotti?
Dotti. ¡Desde luego que sí! ¿Acaso cree que yo podría retacearle mi
colaboración?
Andrés. No quiero decir eso. Sólo pensaba que, bueno, que usted también
tendrá sus asuntos que atender, y yo no soy quién para entorpecerlos.
Dotti. Pero Andrés, hay tiempo para todo. Será que yo no soy una persona tan
ocupada como usted.
Andrés. Es afortunado.
Dotti. No, más bien creo yo que usted es un hombre demasiado ocupado.
¿Nunca se le ocurrió... hacer un viaje, para reposar un poco? Conocer otros
sitios, otra gente. Tomarse unas vacaciones, usted sabe.
Andrés. Me temo que por ahora mis quehaceres me lo impidan.
Dotti. ¿Qué clase de quehaceres puede haber que se antepongan a un
merecido viaje de reposo?
Andrés. Es que no podría viajar tranquilo, pensaría constantemente en los
asuntos que me ocupan.
Dotti. Dígame, Andrés, ¿hay alguno de esos asuntos que... que sea
notoriamente más importante que los demás? ¿Alguno que no pueda
desatenderse –por viaje o por lo que sea... bajo ningún justificativo?
Andrés. Sí.
Dotti. ¿Cuál es?
Andrés. Pienso que... pienso que todos. Todos deben resolverse, desde el más
inocuo hasta el más engorroso.
Dotti. ¿Y cuál es el más engorroso?
Andrés. Me es difícil responderle. Todos son engorrosos.
Dotti. Pero usted dijo que... ¿no mencionó usted que algunos eran algo así
como... inocuos?
Andrés. Sí, es verdad. Usted tiene razón, señor Dotti. Debo haberlo dicho.
Discúlpeme, creo que estoy un poco distraído. Es que no puedo dejar de
pensar en...
Dotti. ¿En qué?
Andrés. En mis quehaceres.
Dotti. Sí..., claro. Perdone, creo que están tocando el timbre. La semana
pasada tuve que despedir a mi ama de llaves, así que... tendré que ir yo mismo
a ver quién es.
Andrés. Lo acompaño, señor Dotti. Yo me tengo que ir de todos modos.
Dotti. Creí que íbamos a cenar juntos.
Andrés. Eso sería maravilloso, señor Dotti.
Dotti. Entonces haré los preparativos.
Andrés. No, no, espere, es que no puedo quedarme.
Dotti. ¿Por qué?
Andrés. Otro día se le explicaré, señor Dotti, tengo que retirarme ahora.
Dotti. Espere, Andrés, voy a ver quién está en la puerta y enseguida
continuaremos discutiendo el asunto. (Se va.)

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Andrés. Pero... (Hace un gesto de fastidio. Entra Inés.) ¡Inés!

Escena 5

Inés. Hola, Andrés.


Andrés. ¿Usted aquí? ¿No se iba de compras?
Inés. Es que tuve que regresar... Olvidé algo aquí.
Andrés. ¿Qué olvidó? Quizá yo pueda ayudarla a buscar.
Inés. No, no se moleste. ¿El señor Dotti?
Andrés. ¿No lo vio? ¿No fue él quien le abrió la puerta?
Inés. No. No lo vi al entrar.
Andrés. Es curioso. Quizá se dirigió a la puerta de atrás.
Inés. Pero ¿adónde iría?
Andrés. No lo sé. Escuche, Inés, quisiera aprovechar que estamos solos para
conversar un asunto con usted.
Inés. ¿Qué cosa es?
Andrés. Mire, Inés, yo... ¿cuánto hace que nos conocemos, Inés?
Inés. No recuerdo bien. Creo que... hace bastante, ¿no?
Andrés. Sí, por cierto, pero...
Inés. ¿Usted no lo sabe?
Andrés. ¿De qué habla? ¿Hay... algo que yo... tenga que saber?
Inés. Me refiero al tiempo que hace que nos conocemos.
Andrés. Ah, sí, desde luego.
Inés. ¿Usted cree que yo... hablaba de... alguna otra cosa?
Andrés. No..., es que no sabía. No comprendí su pregunta en un primer
momento. Pues bien, ¿cuánto hace que la conozco, Inés?
Inés. Es que no sé... algunos años, ¿no?
Andrés. Sin duda, pero... ¡ah! ¡si pudiera recordar la cantidad exacta de tiempo!
Inés. Sí... yo... lo lamento, pero no puedo ayudarlo, en eso.
Andrés. ¿Le incomoda el tema?
Inés. ¿Qué tema?
Andrés. No sé, lo que hablábamos. Si usted prefiere podemos conversar sobre
otra cosa.
Inés. Pero si no sé sobre qué estamos conversando.
Andrés. Ni yo tampoco, claro. No hablábamos de nada en particular.
Inés. Claro.
Andrés. Sí.
Inés. Usted mencionó que quería aprovechar... esta ocasión para hablar de
algo conmigo. ¿Qué quería decirme?
Andrés. ¿Dije eso? Sí, claro, es cierto. Sólo que... ahora no recuerdo bien lo
que tenía que decirle.
Inés. Es una pena.
Andrés. Sí..., pero ya lo recordaré, no se preocupe. Podemos hablar de
cualquier cosa mientras tanto.
Inés. Sí.
Andrés. ¿Qué fue lo que olvidó aquí, Inés? ¿Por qué tuvo que regresar?
Inés. Ah, no fue nada en especial, no importa, se lo aseguro.
Andrés. Menos mal. Por suerte.
Inés. Sí.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Andrés. Inés...
Inés. ¿Sí?
Andrés. No sé si usted se habrá dado cuenta de que yo...
Inés. Adelante, siga, que usted qué.
Andrés. No, dejemos esto. No es momento para hablar de estas cosas.
Inés. ¿Qué cosas?
Andrés. En fin, Inés, yo... No, otro día se lo diré.
Inés. ¿Es eso lo que pensaba decirme hoy? ¿Lo que había olvidado?
Andrés. No, no era eso, no.
Inés. ¿Qué era, entonces?
Andrés. Era algo... irrelevante, por favor, no se preocupe por eso.
Inés. Está bien.
Andrés. Inés...
Inés. ¿Sí?
Andrés. ¿Qué opina de mí?
Inés. ¿Era eso lo que quería preguntarme?
Andrés. No, no; en realidad no era eso.
Inés. ¿Entonces por qué me lo preguntó?
Andrés. Bueno, porque... de todos modos me gustaría saberlo.
Inés. Bien, se lo diré.
Andrés. No, espere. No debí importunarla con eso. Creo que fue una pregunta
tonta. No tiene por qué tenerla en cuenta. Hablemos de otra cosa.
Inés. Bueno, si a usted le parece preferible.
Andrés. Sí..., a menos que usted insista.
Inés. ¿Insistir en qué?
Andrés. En nada, discúlpeme, no sé por qué dije eso. ¿Así que... fue de
compras, Inés? ¿Qué compró?
Inés. Ah, nada de importancia.
Andrés. ¿Utensilios para los quehaceres domésticos?
Inés. ¿Para cuáles quehaceres domésticos?
Andrés. No me refería a ninguno en especial.
Inés. Comprendo. No, no era eso.
Andrés. Claro, perdone. No sé por qué lo pensé. Fue lo primero que se me
ocurrió.
Inés. Es que usted es muy espontáneo, Andrés.
Andrés. ¿Le parece?
Inés. Sí; siempre dice lo primero que se le ocurre, ¿no es así?
Andrés. Sí, supongo que sí. Inés, yo...
Inés. ¿Sí?
Andrés. Hace poco, en una revista leí que hará cuestión de cincuenta o cien
años era cosa frecuente que los padres concertaran los matrimonios de sus
hijos. ¿Cree usted que procedían correctamente?
Inés. Es posible que para la época en que vivían ése fuera el criterio correcto,
pero no creo que mantenga su vigencia hoy en día.
Andrés. ¿No? ¿Y por qué cree que en algún momento ese criterio tuvo validez?
Inés. Bueno, supongo que de no tenerla no lo hubieran usado.
Andrés. Sí, eso suena sensato.
Inés. ¿Por qué me preguntaba eso, Andrés?
Andrés. ¿Qué cosa? ¿Se refiere a la... concertación de los matrimonios por los
padres?

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. Sí.
Andrés. No lo recuerdo. Fue... lo que se me ocurrió en ese momento. Será que
soy... espontáneo, como dice usted.
Inés. Sí, seguramente fue eso.
Andrés. Inés, ¿sabe que...?
Inés. Qué.
Andrés. No..., es que aquella revista mencionaba algunas cosas más, pero no
puedo recordarlas.
Inés. Lástima.

Escena 6

Entra el señor Dotti.

Dotti. ¡Inés! ¿Usted aquí, de vuelta?


Inés. ¿Cómo está, señor Dotti?
Dotti. Bien.
Andrés. Inés olvidó algo y tuvo que regresar.
Dotti. (A Inés.) Qué contrariedad; aunque por supuesto estoy encantado de
tenerla aquí, con nosotros.
Andrés. Sí, Inés estaba conmigo... aquí.
Inés. Estábamos preocupados, señor Dotti.
Andrés. Sí: ¿dónde estaba usted?
Dotti. Oh, en fin, yo...
Andrés. ¿Había salido?
Dotti. No, no, no había salido, es que...
Inés. (A Andrés.) Quizá el señor Dotti estaba cansado y fue a su recámara... a
recostarse un poco.
Dotti. ¿Me cree usted tan desconsiderado? No podría haber hecho eso
sabiendo que tenía visitas.
Andrés. Claro, además usted me dijo que había oído el timbre y...
Dotti. Lo que ocurres es que yo salí de aquí con la intención de abrir la puerta
pero...
Andrés. ¿Acaso algo lo hizo cambiar de idea, señor Dotti?
Dotti. Sí, eso es. Tuve que cambiar súbitamente de idea.
Inés. ¿Es que... hay algo que ande mal, señor Dotti?
Dotti. No, no, todo está bien, todo está muy bien.
Andrés. Pero estamos preocupados por usted, señor Dotti, ¿qué fue lo que
pasó?
Dotti. Oh, no fue nada, es que sentí...
Inés. ¿Qué sintió?
Andrés. ¿Se sintió mal?
Dotti. No, no, no quiero que piensen eso.
Inés. Ya sé. Usted tenía hambre y fue a la cocina a ver si encontraba algo.
Dotti. No, Inés, no fue eso. No estuve en la cocina. Además mi ama de llaves
está de vacaciones.
Andrés. No habrá sufrido usted ningún desmayo, ¿verdad, señor Dotti?
Dotti. No, no, nada de eso.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. (A Andrés.) Quizá mientras nosotros conversábamos aquí, el señor Dotti


estaba en el pasillo aferrándose a las paredes para tenerse en pie.
Dotti. Oh, no, ¡qué imaginación, Inés! Me alegra ver que se preocupan tanto por
mí. Pero pueden estar tranquilos, no sufrí ningún desmayo; ni siquiera un
mareo. Por fortuna disfruto de una buena salud; al menos por ahora.
Inés. No diga eso, señor Dotti.
Andrés. (A Dotti.) ¿Está seguro de que ahora se siente bien?
Dotti. ¡Claro! Como un roble.
Andrés. Usted me inquieta, señor Dotti, ¿no le habrá pasado nada mientras
Inés estaba aquí conmigo?
Inés. Creo que el señor Dotti necesitaba estar un momento solo, y quizá lo
pasó en la sala de ajedrez. Eso no debería importarnos, Andrés.
Andrés. Claro, es que yo temía que...
Dotti. Les ruego que no se acongojen; no estuve en la sala de ajedrez.
Inés. ¿En el salón de pintura, quizá?
Dotti. No, nada de eso.
Inés. (A Andrés.) Entonces el señor Dotti se recluyó un instante en la sala de
música.
Andrés. (A Inés.) Sí, eso es. (A Dotti.) ¿Estaba allí, verdad, señor Dotti?
Dotti. No; lo siento, pero no.
Andrés. ¿Entonces dónde estaba? Señor Dotti, se lo pregunto no por
indiscreción, sino porque...
Dotti. (Lo interrumpe.) Sí, lo sé, lo sé, pero les repito, no hay por qué
preocuparse, es que de golpe sentí que (se toca el vientre)...
Inés. ¿Se siente usted bien, señor Dotti?
Dotti. Sí, sí, descuide.
Andrés. Deberíamos llamar a un médico.
Dotti. No, déjeme explicarle, es que de golpe tuve la sensación de que...
Inés. ¿Qué sensación?
Dotti. Estoy seguro de que ustedes deben haberla sentido alguna vez.
Andrés. ¿A qué alude usted, señor Dotti?
Dotti. ¿No me comprenden? Es que tuve que ir a... ¿cómo decirlo?
Inés. Andrés, creo que no deberíamos insistir en esto. Se ve que al señor Dotti
le resulta penoso hablar del asunto.
Andrés. Pero es que quizá esté en nosotros poder ayudarlo.
Dotti. No, Andrés, muchas gracias, pero esas son cuestiones que se resuelven
personalmente. Además, ya lo hice.
Andrés. ¿Hizo qué?
Dotti. Ah, vamos, Andrés, no me diga que usted nunca... (A Inés.) O usted,
Inés, estoy seguro de que muchas veces tiene que haber frecuentado el ...
Inés. ¿El qué?
Dotti. No, perdonen; es posible que yo esté equivocado; que las cosas no
funcionen exactamente como yo pensaba.
Andrés. Nos faltan elementos de juicio para poder darle la razón, señor Dotti.
Dotti. No es necesario que me la den. Olvídense de esto, ¿eh?
Inés. ¿Está seguro? ¿No necesita ayuda?
Andrés. Si se le ofrece algo en especial, puede contar con nosotros.
Dotti. No, les repito que no; son ustedes muy amables.
Inés. Andrés, ¿no deberíamos retirarnos? El señor Dotti quizá necesita estar
solo unos momentos.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. Le aseguro que no. Pueden quedarse todo el tiempo que quieran.
Andrés. ¿No lo estaremos estorbando, señor Dotti?
Dotti. ¿Estorbando? No, por el contrario.
Inés. (A Andrés.) El señor Dotti es demasiado bueno y no nos quiere pedir que
nos vayamos.
Dotti. Inés, por favor no siga, eso es absurdo. Les ruego que se queden.

Escena 7

Entra Ferrer.

Ferrer. Con permiso. ¿El señor..., eh... (consulta un papel), Bartolomé


Francisco Dotti Peralta?
Dotti. ¿Quién es usted? ¿Cómo entra en una residencia privada sin tocar el
timbre?
Ferrer. Le pido perdón, es que no vi ningún timbre. Soy (saca un carné) el
inspector Ferrer, de la policía.
Dotti. ¿Y qué se le ofrece?
Inés. ¿Qué pasó, inspector?
Ferrer. ¿Alguno de ustedes es el señor... eh... Bartolomé Dotti Peralta?
Dotti. Sí. Soy yo.
Ferrer. Señor Dotti, queda arrestado por el delito de violación. Cinco mujeres
presentaron cargos contra usted.
Andrés. ¡Eso es imposible!
Dotti. No termino de entender. ¿Cargos contra mí?
Ferrer. Así es, señor Dotti.
Dotti. ¿Por qué causa?
Ferrer. Violación.
Dotti. ¿Qué dice? ¿Violación?
Ferrer. Sí.
Dotti. ¡Pero no puede ser!
Inés. Inspector, por favor entienda que el señor Dotti jamás pudo haber hecho
esas cosas. Él sería incapaz.
Andrés. Inspector Ferrer: usted está poniendo en duda la integridad moral de
nuestro amigo, el señor Dotti. Y eso es muy grave.
Ferrer. Soy consciente de la gravedad del asunto, señor... eh...
Andrés. Laborde. Andrés Matos Laborde.
Inés. Inspector Ferrer: comprenda que se trata de un error. ¿No es así, señor
Dotti?
Dotti. ¡Claro! Es una equivocación. Sin duda.
Andrés. ¡Una trágica equivocación!
Inés. ¿Lo ve usted, inspector?
Ferre. Quisiera creer en ustedes, pero (a Inés) ¿le parece que cinco mujeres
pueden equivocarse? ¿Cree usted que cinco mujeres pueden cometer el
mismo error en la identificación del hombre que abusó de ellas?
Dotti. ¿Quiénes son esas mujeres? Deberían hacerlas ver por un psiquiatra. Es
evidente que no están en su sano juicio.
Ferrer. Esas mujeres fueron sometidas a varios tipos de exámenes, para que
fuera verificada la exactitud de sus declaraciones.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Andrés. ¿Fueron vistas por un médico? ¿Se pudo dictaminar si efectivamente


habían sido violadas o si...?
Ferrer. (Lo interrumpe.) Señor Matos: esas cinco mujeres no sólo presentaban
señales evidentes de haber sido violadas, sino que además tenían en sus
cuerpos todo tipo de contusiones, hematomas, torceduras y hasta algunas
heridas cortantes.
Dotti. ¡Dios mío!
Inés. Sepa, inspector Ferrer, que el señor Dotti no tuvo nada que ver con eso.
Ferrer. Aun cuando yo creyera lo que me dice, señorita, mi opinión no importa.
La acusación fue hecha y el señor Dotti debe ser juzgado por lo que hizo.
Dotti. ¿Por lo que hice? ¿Y se puede saber qué hice?
Ferrer. Me refiero a los cargos que le mencioné.
Dotti. Esos cargos carecen de validez. Ya le dije que esas mujeres son
enfermas mentales.
Ferrer. La violación en enfermas mentales no deja de ser un delito. Además no
creo que su opinión sea suficiente para asegurar ese diagnóstico.
Andrés. No voy a permitir que se ponga en tela de juicio la erudición y la
solvencia cultural de (señala a Dotti) este caballero.
Ferrer. No es ésa mi intención. Comprenda que yo sólo vine a cumplir con mi
deber.
Inés. Señores, por favor, creo que deben tranquilizarse, es absurdo que riñan
por esto. Todos sabemos que se trata de una confusión.
Andrés. Tiene usted razón, Inés. Yo ya me estaba acalorando inútilmente.
Inés. El inspector deberá reconocer que se equivocó de persona.
Dotti. Eso espero.
Ferrer. Bien, empecemos de nuevo. ¿Es usted (consulta sus papeles) el señor
Bartolomé Francisco Dotti Peralta, sí o no?
Dotti. Por supuesto que lo soy. No tengo por qué ocultarlo.
Ferrer. Entonces no hay más que hablar. Queda arrestado.
Andrés. Eso sí que no.
Ferrer. Usted tendrá que callarse o tendré que arrestarlo también, por
entorpecer la labor de la justicia.
Inés. Eso suponiendo que la justicia está de su parte.
Ferrer. Yo sólo soy un instrumento. Soy un asalariado que hace lo que le
mandan hacer.
Andrés. Entonces hágalo bien. No arreste a cualquier inocente sólo para
simplificar su trabajo.
Inés. Afuera hay un monstruo degenerado haciendo de las suyas y usted está
aquí perdiendo el tiempo y haciendo el ridículo en la casa de un caballero
respetable.
Ferrer. El acusado es él: no es ningún otro. Si es culpable o inocente se verá
después; por el momento tengo la orden de arrestarlo.
Dotti. Escuche: yo no quiero dificultades. Nunca las busqué.
Ferrer. Lo lamento. No puedo hacer nada al respecto.
Inés. Sí que puede, inspector.
Ferrer. Explíquese.
Andrés. Yo se lo voy a explicar: lo que tiene que hacer es ponerse a trabajar ya
mismo en la captura del verdadero delincuente.
Ferrer. Eso se hará sólo si se comprueba la inocencia de este señor. Y eso no
creo que ocurra.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Andrés. Ocurrirá siempre y cuando haya buena voluntad de parte de ustedes.


Ferrer. No, no, señor; las cosas no son así.
Inés. ¿Y cómo son, entonces? Lo que pasa es que usted no quiere dar el brazo
a torcer.
Andrés. Eso es. Debe reconocer que se equivocó de casa.
Dotti. Todo fue un malentendido, ¿no creen ustedes?
Inés. Sí, señor Dotti, así fue, un malentendido.
Ferrer. Quisiera saber entonces cómo explican ustedes lo que pasó.
Inés. Ése es su trabajo. Nosotros no tenemos por qué explicar la inconducta
ajena.
Ferrer. Si es ajena o propia, se verá.
Andrés. ¿Insinúa que yo tuve algo que ver con esos hechos aberrantes?
Ferrer. No compliquemos las cosas, por favor: usted sabe que me refiero al
señor Dotti.
Dotti. Le repito, inspector, que yo no sé nada de esas mujeres. Ni siquiera las
conozco. No siga insistiendo con sus acusaciones porque voy a salirme de mis
casillas.
Ferrer. Ellas presentaron pruebas contra usted.
Andrés. Permítame esas pruebas. Quisiera examinarlas personalmente.
Ferrer. ¿Qué es lo que quiere que le dé? No son pruebas escritas.
Dotti. ¿Lo ve usted, Andrés? Todo está basado en conjeturas.
Ferrer. Vi a esas cinco mujeres, señor Dotti.
Inés. ¿Y bien?
Ferrer. (A Inés.) Me gustaría que usted las viera. Se convencería de que hay
algo más que conjeturas.
Dotti. Eso me tiene sin cuidado. Sé que yo no soy culpable.
Inés. Me pregunto quién será el responsable de este equívoco.
Andrés. Yo creo que habría que apresar, no sólo al verdadero culpable de las
violaciones, sino a los que se atrevieron a acusar al señor Dotti.
Ferrer. Fueron las propias víctimas quienes dijeron eso. ¿Cree usted que,
amén de haber sido violadas, merezcan prisión esas mujeres?
Inés. Inspector Ferrer: la figura moral de este hombre (señala a Dotti) merece
ser preservada a cualquier precio.
Dotti. (Llevándose una mano a la cabeza.) No me siento bien.
Andrés. (Acercándose a Dotti para ayudarlo.) ¿Qué le ocurre?
Inés. (Acercándose también.) ¡Señor Dotti! ¿Se siente mal?
Dotti. No..., es que... no me siento bien.
Inés. (Lo sienta en una silla.) Venga, venga, recuéstese acá. Se sentirá mejor.
Andrés. (Al inspector.) ¿Ve lo que hizo? Consiguió aniquilar anímicamente al
señor Dotti.
Inés. (A Dotti.) Oh, por favor, reaccione, Bartolomé, ¿se siente usted bien?
Dotti. No, realmente no.
Inés. (A Andrés.) Andrés, ¿qué podemos hacer? (Al inspector.) ¡Usted, sea útil
en algo!
Andrés. (Al inspector.) ¡Consiga una ambulancia! (A Dotti.) ¿Cómo está, señor
Dotti?
Dotti. No lo sé.
Ferrer. (A Dotti.) ¿Está seguro de que se siente mal?
Dotti. Usted retírese. Sepa que su presencia no me hace ningún bien.
Ferrer. Pero...

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Andrés. ¡Ya oyó lo que dijo el señor Dotti! ¡Retírese! Y llame una ambulancia
cuanto antes.
Inés. Descanse, descanse, señor Dotti. (Lo abanica con una revista o algo así.)
Dotti. Sí. Gracias.
Andrés. (A Dotti.) Pronto se sentirá mejor. (A Ferrer.) ¡Usted! ¿Qué espera para
irse?
Ferrer. (Saca un papel.) No puedo irme solo. Traje esta orden de arresto y
debo cumplir con ella.
Andrés. Permítame ese papelucho. (Lo toma, lo lee rápidamente y lo rompe.)
Ferrer. ¿Qué hace? ¿Está loco?
Andrés. Ese documento no estaba fundado en hechos reales.
Ferrer. ¡Señor Matos! ¡Queda usted arrestado! (Lo toma del brazo.)
Andrés. ¡Suélteme! ¿Qué se ha creído usted?
Ferrer. (Empuja a Andrés hacia fuera.) ¡Vamos! Tendrá que responder ante la
justicia por lo que hizo.
Dotti. ¡Cálmese, inspector!
Ferrer. (Vuelve a tomar a Andrés de un brazo.) Señor Dotti, no abandone su
domicilio.
Andrés. Ya le dije que me soltara.
Inés. ¡Suéltelo, inspector! ¡Él ya le dijo que lo soltara!
Ferrer. (Se va llevando a Andrés.) Nada de eso. Vamos, camine.
Andrés. Esto le costará caro. Tengo muchos amigos en las esferas
gubernamentales.
Ferrer. Explíquele eso al comisario. ¡Vamos!
(Desaparecen Andrés y Ferrer.)

Escena 8

Dotti. (Mostrando aún sentirse mal.) Inés, no permita que se lo lleven.


Inés. Temo que ya es tarde.
Dotti. Bueno, Andrés tiene muchas vinculaciones. (Dotti evidencia
recuperación.) Estoy seguro de que saldrá del paso.
Inés. Sí, supongo que sí.
Dotti. Andrés es un muchacho muy habilidoso, muy desenvuelto.
Inés. Sí.
Dotti. Sabrá deshacerse de esos tipos molestos.
Inés. Espero que sea como usted dice.
Dotti. Sí. ¿No cree, Inés, que... deberíamos distraernos un poco?
Inés. ¿Ya se siente mejor, señor Dotti?
Dotti. Sí. Estoy bien.
Inés. ¿No le convendría... descansar un poco más? Yo podría retirarme, así
usted...
Dotti. No, ni lo piense, Inés. Esta situación me ha puesto un poco... confuso; así
que su compañía me hará bien.
Inés. Quizá si durmiera unas horas se sentiría mejor. Debe olvidar lo que pasó,
señor Dotti.
Dotti. Sí, intentaré olvidar. No estoy acostumbrado. Debo... aprender a olvidar.
Inés. Eso es. Mirar hacia delante.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. ¿No le parece, Inés, que podríamos... tratar de... distraernos un poco?
Inés. Sí, creo que es una buena idea, pero... ¿qué propone usted hacer?
Dotti. Bueno, usted sabe, me refiero a... algún género de distracciones..., algo
en que pudiéramos ocupar el tiempo usted y yo.
Inés. Oh, sí, desde luego, señor Dotti, pero...
Dotti. ¿Qué le ocurre?
Inés. Es que... me preocupa Andrés. ¿Qué suerte correrá?
Dotti. ¿Andrés? No me haga reír. Estoy seguro de que a estas horas debe
estar en su casa. El que quizá se encuentre en problemas es el inspector
Ferrer, por ocasionar perjuicios a gente respetable.
Inés. Ojalá sea así.
Dotti. ¡Claro! Debe usted confiar en mí. ¿Qué dice?
Inés. ¿Sobre... qué?
Dotti. ¿Se distraerá conmigo, Inés?
Inés. Por supuesto, pero, ¿qué clase de pasatiempo es el que usted...
propugna?
Dotti. Inés, tiene que confiar en mí.
Inés. Claro que confío, señor Dotti, pero ¿de qué me está hablando usted?
Dotti. Tranquilícese, Inés, creo que está un poco nerviosa. (Le ofrece una silla.)
Siéntese por aquí. Debe usted relajarse.
Inés. No, gracias, señor Dotti. Estoy bien así.
Dotti. Inés, usted no está cooperando.
Inés. ¿En qué?
Dotti. Ya le dije que confiara en mí.
Inés. Sí, pero ¿con respecto a qué?
Dotti. Me refiero a nosotros.
Inés. ¿Y qué hay de nosotros?
Dotti. No sea tan terca, Inés.
Inés. Señor Dotti, usted no tiene derecho a hablarme de esa forma.
Dotti. Tiene razón; le pido mil disculpas. Creo que... me extralimité. Es que todo
lo que pasó hoy... no sé, fue demasiado para mí.
Inés. Comprendo. Necesita descansar, ¿verdad, señor Dotti?
Dotti. Puede que sí. Aunque más bien pienso que lo que me haría falta sería...
divertirme, entretenerme.
Inés. Podría ir al cinematógrafo.
Dotti. Oh, no, nada de eso.
Inés. Bien, señor Dotti, creo que ya es tiempo de que me vaya.
Dotti. No, por favor, no se vaya; ya le dije que la necesito aquí.
Inés. ¿Me necesita? ¿Para qué?
Dotti. Bueno, es que pienso que los hechos acaecidos en este día fueron muy
penosos, tanto para usted como para mí, y creo que los dos merecemos...
celebrar que todo haya arribado a feliz término.
Inés. ¡Andrés! Me había olvidado de Andrés. Me preocupa lo que le pueda
haber pasado.
Dotti. No tenga cuidado. Ese pillastre se las arregla muy bien solo.
Inés. Sí, pero es que puede estar en problemas; puede estar entre rejas.
Dotti. No creo que haya reja capaz de retener a ese muchacho. Él conoce
mucha gente influyente.
Inés. Pero ¿le darán la oportunidad de recurrir a ellos?
Dotti. El inspector Ferrer se encargará de eso.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. No sé si creer en el inspector Ferrer.


Dotti. Vamos, Inés. Confíe en mí. No tiene por qué preocuparse.
Inés. Qué tonta soy. Tiene razón.
Dotti. ¡Claro! Todo se resolverá.
Inés. Es usted muy bueno, señor Dotti.
Dotti. No diga eso. Yo sólo trato de... poner las cosas en su lugar. Eso es todo.
Inés. Sí.
Dotti. Bien, Inés, ¿qué le parece si ahora nos ocupamos un poco de nosotros
mismos?
Inés. ¿A qué se refiere?
Dotti. Quiero decir que no todo es pensar en los demás. También hay que
contemplarse un poco uno mismo.
Inés. Ah, sí, desde luego.
Dotti. Todo irá bien entre usted y yo; se lo aseguro, Inés.
Inés. ¿Qué es lo que irá bien? Temo que no lo comprendo. (Repentinamente
asustada.) ¡Señor Dotti!

Escena 9

Dotti. ¿Qué pasa?


Inés. Me pareció ver que hay alguien ahí... en el zaguán.
Dotti. ¿Y por qué supone usted que pueda haber alguien?
Inés. No es que lo suponga, es que... me pareció verlo.
Dotti. No sea tan imaginativa, Inés. Usted sabe perfectamente que estamos
solos aquí.
Inés. Eso es lo que yo creía, pero (se sobresalta) ¡mire, se movió!
Dotti. No se sugestione, Inés. Los fantasmas no existen; usted lo sabe
perfectamente.
Inés. No hablo de fantasmas. Hay alguien ahí, una persona.
Dotti. Quizá sea sólo un gato, o un perro.
Inés. Pero en esta casa no los hay, ¿verdad?
Dotti. No sé, Inés. Nunca me ocupé de controlar esas cosas. Mi ama de llaves
lo hacía.
Inés. ¿Y qué hay de su ama de llaves?
Dotti. Oh, ella padece... una enfermedad.
Inés. Por favor, señor Dotti, vaya a echar un vistazo. Estoy segura de que
alguien trata de esconderse allí, en el zaguán.
Dotti. Inés: hace más de veinte años que me domicilio aquí, y jamás vi que
nadie pretendiera introducirse furtivamente.
Inés. Pero señor Dotti, es que la puerta de calle puede haber quedado abierta.
Dotti. Es posible. Pero aun así me resisto a creer que haya alguien en ese
zaguán. ¡Bah! Ni siquiera es un zaguán.

Escena 10

Entra Ferrer.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Ferrer. ¿Bien, señor Dotti?


Inés. ¡Inspector Ferrer!
Dotti. (A Ferrer.) ¿Qué ocurre? ¿Cuál es la causa de que usted se atreva a
entrar en mi casa por segunda vez, sin ser llamado?
(A Inés.) ¿Es este sujeto el fantasma que tanto le molestaba?
Inés. No, creo que no. Lo que vi fue una figura más pequeña.
Ferrer. ¿De qué están hablando?
Inés. Alguien estaba escondido en el zaguán. Estoy segura.
Ferrer. ¿Quién era?
Dotti. (A Ferrer.) ¿Por qué no va usted a fijarse? ¿No es acaso... policía?
Ferrer. No entiendo quién podría tener un motivo para ocultarse en su casa.
Dotti. ¿Eso qué importa? El hecho es que una persona se está burlando de
nosotros, y si usted no tiene valor para afrontarlo, iré yo. Con permiso. (Se va.)

Escena 11

Inés. ¿Qué pasó con Andrés? ¿Qué hizo con él, inspector?
Ferrer. Bueno, él...
Inés. ¿Ocurrió algo?
Ferrer. El señor Matos intentó...
Inés. ¿Qué cosa?
Ferrer. Bueno, él... opuso resistencia.
Inés. ¿Trató de escapar?
Ferrer. Sí, así es. Eso es lo que trató de hacer.
Inés. ¿Y? ¿Qué pasó entonces?
Ferrer. Bueno, usted sabe, si una persona es detenida por la policía, no debe
hacer eso.
Inés. Lo sé. Pero dígame qué pasó con Andrés. ¿Se encuentra bien?
Ferrer. Señorita, el señor Matos cometió un error. Un error sumamente grave, y
por lo tanto... no menos costoso.
Inés. ¿Qué hizo?
Ferrer. Bueno, es lo que le decía, trató de huir. Intentó escapar.
Inés. ¿Y qué hizo usted?
Ferrer. Me limité a cumplir con mi deber.
Inés. ¿Y cuál es su deber? Por favor, no me obligue a hacerle tantas
preguntas. Quiero saberlo todo.
Ferrer. Yo más bien le aconsejo... dejar de preocuparse por eso.
Inés. Pero Andrés es mi amigo. Estoy interesada en conocer su estado.
Ferrer. Creo que mi tío Gómez tenía razón cuando decía que la curiosidad de
las mujeres es insaciable.
Inés. Ese tío suyo no era muy original.
Ferrer. ¿De veras? ¿Por qué lo dice?
Inés. ¡Oh, vamos, inspector! Dígame de una vez por todas qué pasó con
Andrés.
Ferrer. Ya se lo dije. Cometió una imprudencia.
Inés. ¿Y usted lo castigó?
Ferrer. Podría decirse que sí.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. ¿Qué le hizo?


Ferrer. Fue una cuestión de... rutina policiaca. (Pronunciar así, por favor.)
Inés. Yo no sé nada de eso. Explíquemelo.
Ferrer. No vine aquí a dictar cursos de instrucción básica.
Inés. Entonces me dirigiré a sus superiores. (Se dispone a salir.)
Ferrer. Espere, la necesito aquí. Debo hacerle algunas... preguntas.
Inés. Puedo negarme a contestar.
Ferrer. No, no puede. De ningún modo.
Inés. Bien. ¿Qué quiere saber?
Ferrer. Primeramente dígame su nombre completo.
Inés. Inés Martínez.
Ferrer. ¿Es todo?
Inés. ¿Qué quiere que agregue? Me llamo así.
Ferrer. Entiendo. (Consulta uno de sus papeles.)
Inés. ¿Qué tiene ahí?
Ferrer. Espere un momento. Su nombre figura aquí.
Inés. ¿Qué es eso?
Ferrer. Usted es una de las cinco denunciantes del señor Dotti. (Inés le da la
espalda.) No comprendo. Si Dotti abusó de usted, ¿qué está haciendo en su
casa?
Inés. Eso no le incumbe. Su deber es arrestar a los que componen figuras
delictivas.
Ferrer. ¿Cómo el señor Dotti?
Inés. Por ejemplo.
Ferrer. Eso se hará, no lo dude. Sólo que...
Inés. ¿Qué cosa?
Ferrer. No, no es nada. Iba a decir una estupidez.
Inés. Bien, inspector, ¿qué preguntas quería hacerme?
Ferrer. Oh, ninguna en especial. Sólo buscaba... cierta información.
Inés. ¿Concerniente a qué?
Ferrer. A este caso, por supuesto.
Inés. Bien. Lo escucho.
Ferrer. ¿Puede describirme a la persona que, en su opinión, se ocultaba en el
zaguán?
Inés. ¿Esa es una de las preguntas que quería usted hacerme hoy?
Ferrer. A decir verdad, no.
Inés. ¿Entonces?
Ferrer. Contéstela de todos modos.
Inés. Sí. Era una persona pequeña.
Ferrer. ¿Un niño?
Inés. Puede ser.
Ferrer. ¿O un enano quizá?
Inés. No había pensado en eso. Es posible.
Ferrer. ¿Era hombre o mujer?
Inés. No lo sé. Sólo vi que...
Ferrer. ¿Qué? ¿Qué es lo que vio?
Inés. Olvídelo, no iba a decir nada.
Ferrer. Insisto, señorita, dígame qué es lo que vio.
Inés. Descuide, inspector; sólo iba a decir un contrasentido.
Ferrer. Sin embargo...

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. ¿Sin embargo qué?


Ferrer. Nada..., nada.
Inés. Bien, inspector Ferrer, si no tiene más preguntas...
Ferrer. Qué.
Inés. Me retiro.
Ferrer. No la entiendo, señorita Inés.
Inés. ¿Qué es lo que no entiende? ¿Durante su larga carrera nunca vio que
una persona quisiera retirarse de algún lugar en algún momento?
Ferrer. He presenciado situaciones así. Pero nunca en un caso como éste.
Inés. ¿Por qué? ¿Qué tiene este caso de particular?
Ferrer. ¿Cómo tiene usted el valor suficiente para pasar por ese zaguán, en el
cual, según dijo usted, se oculta una persona, sin que se conozcan sus
intenciones?
Inés. Es que... supongo que el señor Dotti ya se hizo cargo de ese intruso.
Ferrer. Disculpe usted, pero me llama poderosamente la atención que confíe
tanto en el hombre que la privó de su inocencia.

Escena 12

Entra Dotti.
Dotti. ¿Todavía está aquí, inspector?
Ferrer. Así es, como ve.
Dotti. No creí que tuviera la osadía de permanecer en mi residencia.
Ferrer. ¿Por qué? ¿Acaso me vio salir?
Dotti. No. Y le confieso que su insolencia me sitúa en el colmo del asombro.
Ferrer. Yo soy quien debería estar asombrado. Usted se retira de aquí con el
pretexto de revisar el zaguán, y luego efectúa declaraciones inequívocamente
demostrativas de no haber permanecido allí. De lo contrario no se asombraría
de verme aquí todavía, ya que para salir yo hubiese debido pasar por el
zaguán.
Inés. (A Ferrer.) Es usted muy rebuscado.
Dotti. Su cháchara me aburre, inspector Ferrer; y acerca de su insistencia en
mantenerse dentro de mi casa, debo decirle que ella no es un hotel ni un club
de entretenimientos.
Ferrer. Le recuerdo que estoy aquí por un asunto policiaco.
Dotti. Pues mi casa no servirá a ningún policía para colonia de vacaciones.
Ferrer. Si tuviera vacaciones, esté seguro de que no las pasaría aquí.
Inés. Señores, yo me voy, con su permiso.
Dotti. No, Inés, por favor, no me deje a merced de este fulano.
Inés. Pero ¿qué puedo hacer yo, señor Dotti?
Dotti. (A Inés.) Dígale que se vaya.
Inés. (A Ferrer.) Retírese. Ya oyó al señor Dotti.
(Mientras Inés dice eso, a Dotti se le cae –o deja caer– una billetera.)
Ferrer. Se le cayó su billetera, señor Dotti.
Dotti. ¿Cómo dice?
Ferrer. Su billetera.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Dotti. (A Inés.) No sé de qué me está hablando.


Inés. (A Dotti.) Creo que él... se refiere a... una billetera.
Ferrer. (Recoge la billetera del piso.) Esta billetera. Se le acaba de caer.
Inés. Perdone usted, pero... el señor Dotti no usa billetera.
Ferrer. Vi perfectamente cuando se le cayó. No pretendan engañarme.
Dotti. Entonces... quizá alguien la introdujo entre mis ropas.
Inés. ¿Cuándo fue al zaguán, quizá?
Ferrer. (Revisando la billetera.) No contiene ninguna identificación. Pero trae
mucho dinero.
Dotti. Es extraño.
Ferrer. ¿No es suyo este dinero, señor Dotti?
Dotti. Permítame examinarlo. (Ferrer se lo da y Dotti lo estudia.) No. Este
dinero no es mío. Éste no es mi dinero.
Inés. Qué curioso. ¿Quién sería capaz de desprenderse así de tanto dinero?
Ferrer. (Retoma el dinero.) Tendré que estudiar el caso. Por el momento
conservaré la billetera.
Dotti. Eso es, inspector, consérvela.
Inés. Así develará el misterio.
Dotti. Confiamos en su agudeza, inspector Ferrer.
Ferrer. Ya veré qué puedo hacer.
Dotti. Discúlpeme, creo que el teléfono está sonando. Trataré de averiguar
quién llama.
Ferrer. Yo no escuché nada.
Dotti. ¿No? Entonces quizá sea el cartero. Con permiso. (Se va.)

Escena 13

Inés. Yo también tengo que irme. Buenas noches, inspector. (Empieza a irse.)
Ferrer. Señorita, espere, todavía me quedan algunas preguntas que hacerle.
Inés. Inspector, me siento fatigada; deseo regresar a mi casa; mi hermana
debe estar preocupada por mí.
Ferrer. ¿Usted... vive sola con su hermana?
Inés. Temo que sí.

Escena 14

Entra Juan Alberto.

Juan Alberto. Perdonen ustedes; vi la puerta de calle abierta y... decidí entrar.
Ferrer. ¿Quién es usted?
Juan Alberto. Soy Juan Alberto Dotti.
Ferrer. ¿Juan Alberto Dotti? ¿Tiene algún parentesco con el dueño de casa?
Juan Alberto. Sí. Digamos que soy su...
Ferrer. ¿Hermano?
Juan Alberto. Sí, eso es, su hermano.
Inés. Bien, yo me voy. (A Ferrer.) Buenas noches; hasta la vista.
Ferrer. Espere, Inés. Todavía tengo unas cosas que preguntarle.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Inés. Lo siento, creo que ya me las preguntó; además no puedo dedicarle tanto
tiempo. (Se va.)

Escena 15

Ferrer. (Acercándose a la salida, enojado.) ¡Inés! ¡Vuelva acá, se lo suplico!


¿Qué quiere decir con eso de que ya se las pregunté? ¡Regrese! ¡Inés!
Juan Alberto. Parece que llevaba prisa.
Ferrer. ¿Quién?
Juan Alberto. La chica.
Ferrer. Ah, sí. Así parece. ¿Buscaba a su hermano?
Juan Alberto. ¿A mi hermano? Pues... sí, pero...
Ferrer. ¿Qué?
Juan Alberto. Parece que no está, ¿verdad?
Ferrer. Hasta hace unos momentos, estaba aquí.
Juan Alberto. ¿Usted es amigo suyo?
Ferrer. Sí, hemos... trabado amistad.
Juan Alberto. Creo que nunca me habló de usted. ¿Cómo se llama?
Ferrer. Ferrer.
Juan Alberto. Oh, ahora comprendo. No es casual que mi hermano evitara
mencionarlo.
Ferrer. ¿Por qué?
Juan Alberto. Él tiene algunos hábitos..., usted sabe, un tanto originales.
Ferrer. ¿Qué hábitos?
Juan Alberto. Veo que no conoce usted demasiado bien a mi hermano.
¿Cuánto hace que son amigos?
Ferrer. Nunca me detuve a pensarlo..., creo que..., unos pocos meses.
Juan Alberto. Es posible. De ser así, sería... lógico.
Ferrer. ¿Por qué?
Juan Alberto. No es casual que lo haya conocido en esa época y no antes ni
después.
Ferrer. ¿Por qué?
Juan Alberto. Eso obedece a normas generales de comportamiento.
Ferrer. Reconozco que a veces se me hace un poco costoso reconocer cuáles
son esas... normas de comportamiento.
Juan Alberto. ¿En general, o sólo en lo que concierne a mi hermano?
Ferrer. Ah, no, sólo en este caso en particular, por supuesto.
Juan Alberto. ¿Se conoce usted a fondo? ¿Está seguro de que esas
dificultades que tiene para interpretar la conducta de mi hermano no obedecen
a alguna deficiencia de orden más general?
Ferrer. ¿Cómo qué?
Juan Alberto. Una carencia de herramientas teóricas adecuadas a esos fines.
Ferrer. No lo creo así. Pero, para complacerlo a usted, no voy a descartar esa
posibilidad.
Juan Alberto. Gracias.
Ferrer. ¿Podría decirme en qué radica la... extrañeza de los hábitos de su
hermano?

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Juan Alberto. No existe tal extrañeza; los hábitos de mi hermano son un poco...
singulares; eso es todo.
Ferrer. Me cago en la diferencia.
(Instantes de silencio.)
Juan Alberto. Allá usted.
Ferrer. Perdone, creo que no estuve bien. No debí decir eso.
Juan Alberto. No hay cuidado. Por lo demás no me sorprende escucharlo
hablar así.
Ferrer. ¿Por qué?
Juan Alberto. No es el único que lo hace.
Ferrer. Supongo que no, pero eso no me justifica.
Juan Alberto. Además, en su propia conducta, señor... eh...
Ferrer. Ferrer.
Juan Alberto. Eso es. En su propia conducta, señor Ferrer, eso no constituyó
un hecho aislado.
Ferrer. ¿A qué se refiere?
Juan Alberto. Quiero decir que fue la culminación de todo un proceso dinámico.
Ferrer. Es posible. Dígame, ¿usted estuvo en el zaguán... varios minutos, antes
de entrar aquí?
Juan Alberto. ¿Qué zaguán?
Ferrer. Aquél.
Juan Alberto. Eso no es un zaguán. Pero entiendo que usted lo llame así.
Muchas personas lo hacen. Es una especie de enfermedad generalizada... del
lenguaje.
Ferrer. Pero... ¿estuvo ahí usted?
Juan Alberto. No.
Ferrer. ¿En esta casa vive alguien más, aparte de su hermano?
Juan Alberto. Perdone, pero...
Ferrer. Qué.
Juan Alberto. La noción de domicilio me resulta molesta en alto grado.
Ferrer. Eso no contesta mi pregunta.
Juan Alberto. ¿No le preocupa el carácter perentorio de nuestras estructuras
sociales?
Ferrer. Para serle franco, no.
Juan Alberto. Eso seguramente es el resultado del condicionamiento que esas
mismas estructuras ejercen sobre su modo de pensar.
Ferrer. Eso tampoco me preocupa.
Juan Alberto. Me lo suponía. Se debe a las mismas causas de que le hablé
recién. El condicionamiento.
Ferrer. ¿Y usted no sufre ese... condicionamiento?
Juan Alberto. En cierta medida sí.
Ferrer. En qué medida.
Juan Alberto. ¿Qué me pide? ¿Números?
Ferrer. No. Quiero saber si usted se considera... libre, un individuo libre.
Juan Alberto. ¿Libre de qué?
Ferrer. De ese condicionamiento.
Juan Alberto. Ya le dije que en cierta medida sí.
Ferrer. No; usted me dijo que en cierta medida lo sufría; no me dijo en qué
medida estaba libre de él.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Juan Alberto. Ya veo: usted quiere calcular la medida en que lo sufro,


sustrayendo del total la medida en que yo estoy libre. Es muy astuto.
Ferrer. Y usted es muy listo. Dígame, en cuanto a su modo de pensar, ¿piensa
usted libremente?
Juan Alberto. Esa pregunta es muy vaga. ¿Por qué insiste sobre ese tema?
Creí oírle decir que no le interesaba.
Ferrer. No dije que no me interesaba, sino que no me preocupaba. Es que...
son otras las preocupaciones que me aquejan hoy día.
Juan Alberto. Ahora entiendo. Pero no deje de tener en cuenta que cualquier
problema que usted tenga sólo hallará su solución definitiva cuando las
estructuras sociales vigentes sean reemplazadas por otras acordes a esta
coyuntura histórica.
Ferrer. ¿Qué es lo que caracteriza a esta coyuntura histórica?
Juan Alberto. Podríamos definirlo como cierto tipo de... desequilibrios
económicos y sociales.
Ferrer. ¿Qué tipo de desequilibrios?
Juan Alberto. Ya le dije que eran económicos y sociales.
Ferrer. ¿No sabe decir más que eso? Creí que sus ideas se sostenían en
basamentos más sólidos.
Juan Alberto. ¿A qué ideas alude usted?
Ferrer. A sus ideas sociológicas. Y políticas.
Juan Alberto. ¿Quién le dijo que tengo ideas políticas?
Ferrer. Por un momento lo creí así. Discúlpeme, creo que me equivoqué.
Hablemos de otra cosa.
Juan Alberto. No, no se equivocó. Tengo ideas políticas; sólo que... me
sorprendió que usted lo hubiese percibido. Todo el mundo tiene ideas políticas.
Ferrer. ¿Y cuáles son... las suyas?
Juan Alberto. Las que el momento requiere.
Ferrer. ¿O sea?
Juan Alberto. Ideas de cambio.
Ferrer. ¿Qué clase de cambio?
Juan Alberto. Cambios en diversos órdenes.
Ferrer. ¿En qué órdenes?
Juan Alberto. Ya le mencioné algunos.
Ferrer. ¿Está seguro? No lo recuerdo.
Juan Alberto. El orden económico, por ejemplo.
Ferrer. Ah, sí, ahora recuerdo; usted habló de ciertos desequilibrios en ese
campo. No mencionó que debieran operarse cambios en él. ¿De qué cambios
se trata?
Juan Alberto. De todos los que sean necesarios.
Ferrer. ¿Y cuáles son necesarios?
Juan Alberto. ¿No lo sabe usted?
Ferrer. No. Escuche, ¿qué le parece si usted me acompaña ahora a mi casa y
tratamos estos temas en profundidad? Unos amigos me están esperando y
creo que estarían encantados de conocerlo.
Juan Alberto. Pues... no sé qué decirle.
Ferrer. Mi esposa preparará café.
Juan Alberto. Eso sería estupendo.
Ferrer. Lo será sin duda. ¿Qué dice usted?
Juan Alberto. Creo que... iré.

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy

Ferrer. Magnífico. Todos van a ponerse muy contentos.


Juan Alberto. Bien. Iré.
Ferrer. ¿Vendrá?
Juan Alberto. Sí. Creo que iré.
Ferrer. ¿Vamos, entonces?
Juan Alberto. Sí. Creo que sí.
Ferrer. Bien. Cuando usted quiera.
Juan Alberto. Sí. Agradezco su invitación.
Ferrer. No entiendo por qué. ¿Vamos?
Juan Alberto. Sí.
Ferrer. Bien. Adelante.
Juan Alberto. Sí. Ha sido una buena idea la suya.
Ferrer. Excelente. Vamos.
Juan Alberto. Con gusto.
Ferrer. Muy bien. ¿Partimos?
Juan Alberto. Sí. Creo que esto puede terminar en una velada muy divertida.
Ferrer. Claro que sí. Bien, creo que es hora de irnos.
Juan Alberto. Desde luego que sí. No sea cosa de que usted llegue tarde por
culpa mía.
Ferrer. Eso no sucederá si nos vamos ahora.
Juan Alberto. De mi parte no hay ningún inconveniente.
Ferrer. Perfecto. Partamos, entonces.
Juan Alberto. Sí. Eso es lo mejor que podemos hacer ahora. Al menos en lo
que me concierne.
Ferrer. Sí, también a mí. Bien; vámonos de una vez o llegaremos tarde.
Juan Alberto. Sí. No veo razón alguna para seguir demorándonos.
Ferrer. Eso es hablar con sensatez. Vamos.
Juan Alberto. Sí, creo que ya debíamos de haber salido.
Ferrer. Estamos a tiempo. Después de usted.
Juan Alberto. Muy amable.
Ferrer. No faltaba más. Pase usted.
Juan Alberto. Sí. Gracias.
Ferrer. Vamos.
Juan Alberto. Sí.

Fin

Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos
Reservados. Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.

También podría gustarte