Evaluacion Cuentos de Cortazar Transformar

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Colegio San Juan Evangelista Las Condes.

Electivo de Literatura e Identidad


Profesora Natalia Figueroa
.

““La cultura es el ejercicio profundo de la identidad”.”

Leyendo a Cortázar

Nombre:________________________________ Curso: ____ Fecha: ________

META: Los estudiantes realizan lectura comprensiva de un cuento de Julio Cortázar


a través del análisis y la investigación de su contexto de producción para construir
un texto no literario que incorpore los antecedentes recopilados.

Instrucciones.

1. Lee con atención el cuento asignado. Pon atención en cómo se dan en el


relato los conceptos de: tensión, intensidad narrativa y final abierto.
2. Investiga datos del autor y contexto de producción del cuento.
3. Realiza un organizador gráfico con los elementos principales del cuento
leído

Acción central y acciones


secundarias

Espacios : físico, sicológico y


social

Personajes
Tiempo Contexto de producción
y Narrador

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4. Transforma el cuento en una noticia entregando la mayor cantidad de
información posible. Usa el siguiente organizador gráfico.

5. Redacta la noticia siguiendo su estructura (si tienes dudas, revisa el siguiente


link http://www.educarchile.cl/ech/pro/app/detalle?id=104783)

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II. Lectura Central

Casa tomada (Julio Cortázar)

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas
antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los
recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la
infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa
casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la
mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las
últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía,
siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos
resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos
bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la
que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí
se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los
cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso
matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por
nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos
primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el
terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes
de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad
matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por
qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor
el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre
necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para
ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo
no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada
resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a
comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca
tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por
las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa.
Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no


tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede
releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin
escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de
pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una
mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No
necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el
dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una
destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos
plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se
agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con


gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más
retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza
puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la
cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios
y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel
daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba
al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que
conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta
de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la
izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que
llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que
la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que

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se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte
de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la
limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será
una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay
demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los
mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da
trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento
después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles.
Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se
me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la
entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina
cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso
y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de
conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo
del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared
antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo;
felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo
para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del
mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su
labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte
tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por
ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina
de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días)
cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
-No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun


levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya
estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y
ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo
preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos
alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios
al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio
de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un
poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a
revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo.
Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el
dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

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Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para
que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a
poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude


habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de
la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a
veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio,
pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser,
presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y
frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos,
el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum
filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el
baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz
más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados
ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces
permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living,
entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para
no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba
a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de
acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua.
Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina
o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó
la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra.
Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado
de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde
empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la
puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre
sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el
zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras
iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían
quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.

-No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi


dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con
mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la
calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave
a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se
metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

FIN

Criterio de 4 3 2 1
evaluación

5
Planificación Se utiliza de forma Se utiliza de forma Se utiliza el organizador No utiliza el
correcta y completa completa el gráfico, pero la información organizador
el organizador organizador contenida no se desarrolla gráfico
gráfico para la gráfico para la en su texto posterior o no
planificación de su planificación de su se relaciona de forma
escritura, utilizando escritura, pero no directa con lo solicitado.
conceptos claves, es sintético en esa
ideas relevantes. planificación, por
lo que escribe
párrafos.
Propósito El texto responde a El texto responde El texto responde de El texto no
la tarea solicitada, a la tarea manera emergente a la responde a la
ya que entrega solicitada, sin tarea solicitada, ya que en tarea
información sobre embargo, no algunas ocasiones solicitada.
un tema propuesto transmite la informa, pero luego realiza
para hacerla información en un giro hacia la narración
comprensible a un cantidad y forma o la opinión, o bien la
receptor. para hacerla información no está
completamente organizada para asegurar
comprensible, por la comprensión del tema.
lo cual no cumple
cabalmente su
propósito.
Integración El texto evidencia el El texto evidencia El texto menciona las El texto no
de la desarrollo de una un desarrollo ideas sin desarrollarlas y desarrolla
información serie de ideas, una incipiente de presenta un esbozo de ideas ni
y estructura organización de la algunas ideas, las organización de la presenta una
del texto. que corresponde a cuales se información, en la cual a lo integración de
la estructura de organizan a partir menos dos partes de la la
introducción, de una estructura no aparecen o información.
desarrollo y organización no logran distinguirse. No
conclusión. Existen general de la incorpora relaciones
transiciones y información que lógicas y solo se aprecian
marcadores obvia o no transiciones básicas para
discursivos que dan desarrolla una de unir las ideas (se puede
fluidez a la las partes de la asemejar a un listado).
progresión temática. estructura.
Existen
transiciones y
marcadores
discursivos, pero
son escasos, lo
que le da al texto
una estructura
más bien
segmentada.
Coherencia El texto se El texto se El texto se El texto no se
comprende comprende; sin comprende con comprende o
fácilmente, dado embargo, es dificultad y es se comprende
que, por ejemplo: necesario necesario releer muy poco,
presenta detenerse en muchas veces, dado que no
autonomía, algunas dado que, por desarrolla
manifiesta una ocasiones, dado ejemplo: el información o
organización lógica que, por ejemplo: desarrollo de la la ideas están
de las ideas y todas existen aspectos información es solo
ellas se refieren al del texto que superficial, lo cual enunciadas
mismo tema, requieren le resta autonomía (ni se
agregando nueva contexto, la al texto, la estructuran ni
información, según información está información se organizan).
un patrón de organizada aparece
organización. lógicamente, desestructurada,
aunque en fragmentada o
algunos casos dispersa.
aislados la
información no se
comprende, no
obstante ello, es
posible
comprender de
manera global el
texto.
Cohesión El texto está bien El texto está bien El texto presenta El texto
cohesionado, es cohesionado, sin problemas de cohesión, presenta
decir, utiliza embargo, en una cometiendo tres o cuatro cinco o más
mecanismos o dos ocasiones errores en la utilización de errores de
variados de aparecen errores los mecanismos de cohesión, lo
cohesión como de cohesión. cohesión. que afecta la
conectores, comprensión
correferencia, del texto.
pronominalización
los cuales siempre

6
son usados
correctamente.

Transformar 10 7 4 2
cuento a
noticia

El texto es una El texto recoge El texto se relaciona de No hay


adecuación del parcialmente los manera lejana con el relación entre
cuento de Cortázar. elementos del texto. No se menciona el un texto y
cuento o cambia hecho central . otro.
Incorpora
un acontecimiento
elementos centrales que resta
de ambos coherencia a la
organizadores. narración.

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