La Salvacion de Los Pecadores
La Salvacion de Los Pecadores
La Salvacion de Los Pecadores
La Salvacin de los Pecadores Antonio Rodrguez Galende Editorial Discpulo Apartado 202 22080 Huesca, Espaa copyright 2001 Antonio Rodrguez Galende Todos los derechos reservados
Impreso en Romany/Valls, S. A. Verdaguer, 1-08786 Capellades (Barcelona, Espaa) ISBN: 84-89870-24-1 Depsito Legal: B-9.953-2.001
Pgina ... 1. LA JUSTIFICACIN 1 Justificacin. 2 Justificacin por la fe. 3 Contradiccin en la Escritura? 4 Causa de la justificacin. 5 Necesidad de la justificacin. 6 Aspecto legal de la justificacin. 7 Aspecto demostrativo de la justificacin. 8 Est Pablo en solitario? 9 Torciendo las Escrituras. 10 Conclusin. 2. PASOS PARA LA SALVACIN EN CRISTO 1 Reconocimiento de la situacin. 2 Arrepentimiento de pecados. 3 Conversin a Cristo. 4 Confianza en Cristo. 3. LA SEGURIDAD DE LA SALVACIN ETERNA 1 Seguridad de la salvacin. 2 Jesucristo: El gran Pastor de las ovejas. 3 Conducta del cristiano.
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...121 4. LAS OBRAS QUE AGRADAN A DIOS ...124 1 Que hayan sido ordenadas por Dios. ...127 2 Que sean hechas por convertidos. A) El rbol malo no puede dar buenos frutos. ...129 B) Haced el rbol bueno, y su fruto ser bueno. ..132 ...135 C) El rbol se conoce por sus frutos.
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3 Que tales obras se hagan para Su gloria. 4 El servicio cristiano ser movido y guiado por Dios el Espritu Santo. CAP. 5 EL JUICIO DE DIOS 1 Juicio. 2 Clases de juicio. 3 El Tribunal de Cristo. 4 El Juicio Eterno. 5 Corolario.
...137 ...140
CAP. 6 EL CASTIGO ETERNO DE LOS CONDENADOS ..163 1 Un lago de fuego. ...166 2 Duracin del lago de fuego. ...170 3 Sufrimientos en el lago de fuego eterno. ...172 4 Tomando conciencia a tiempo ...179
MI ACTITUD Tambin con temor santo se escriben estas pginas; y las diferencias con otros grupos de pensamiento, no signan menosprecio a ellos, ni que haga mera crtica o semejante, sino solamente expongo aquello que creo, porque lo creo fundamentado en la Palabra de Dios; y todo ello a fin de que el lector pueda analizar esta obra bajo la lupa bblica, tal como es ordenado en la Escritura, 1 Tesalonicenses 5:21, pues no es deber prudente permanecer detenido en un mero formulismo religioso, sino indagando continuadamente la voluntad divina. Y si en los asuntos materiales de la vida nos entregamos a ellos cuidando con diligencia de cada uno, no habremos de preocuparnos an mucho ms de nuestra salud espiritual -nuestra salvacin-, cuya trascendencia se explaya incluso a la misma eternidad? Carece de sentido el adoptar y mantener la postura obsoleta del sapo de la laguna Olleros: aqu muri mi padre, aqu muri mi abuelo, y aqu yo muero!!! Y esto digo, porque es posible mantenerse anclado toda una vida CREYENDO QUE UNO CREE, O IMAGINNDOLO, cuando barreras religiosas impiden en muchas ocasiones y a muchas almas conocer el Evangelio y descansar fiando en Cristo. Y, a fin de mostrarlo, relatar seguidamente un hecho histrico, que manifiesta la inmensa ceguera espiritual de muchedumbres: ERROR COMN En cierta ocasin habl a una persona: T no tendrs miedo de la muerte, pues no has perdido Misa en toda tu vida, y has desgastado ms de un rosario. Ella me confes tener miedo de partir a la eternidad. Senta temor porque no saba qu poda aguardarle ms all de esta vida terrenal, y era consciente de que -por su edad- pronto habra de partir a las regiones eternas, y verse obligada a afrontar lo que ignoraba.
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Me dej estupefacto y pasmado de asombro, y no por el hecho, temeroso por su parte, de traspasar el velo oscuro de la fra muerte y encarar lo ignoto, sino de que ella, habiendo practicado la religin catlica romana durante prolongados aos, no haba confiado en las veraces e inmutables promesas que el bendito Cristo nos ha legado en su Santa y Gloriosa Palabra, y garantizadas ellas en su omnipotencia y en su fiel amor. Ella haba dejado transcurrir toda su vida nadando en el sistema religioso que la envolva. Toda su vida besando el crucifijo, pero no haba confiado en el Crucificado. No haba hecho suyas las palabras del Seor Jess: El que CREE (confa) en el Hijo, TIENE VIDA ETERNA, Juan 3:36. Venid a M, que Yo os har descansar, Mateo 11:28. No crea en Cristo (s crea en el Cristo de la Historia, pero no confiaba o crea en l como Seor y Salvador suyo); no tena vida eterna en l. No haba ido a Cristo; no descansaba en l. Ella slo tena: mucha religiosidad, y el vaco profundo de los corazones que no se han amparado por fe en los brazos todopoderosos del Cordero de Dios. Apenas unos das ms tarde, aquella persona parti a las regiones eternas, y alguien coment de aquella anciana: No hay que preocuparse por su destino eterno, pues si estas mujeres que han pasado toda su vida entre la Misa, la Novena, el Rosario,,,, no van al cielo, quin entonces podr ir? Tal vez en aquellos sus ltimos das de vida terrena se convirtiese a Cristo y descansase en sus inmutables promesas de perdn y paz, o tal vez no lo hiciese. Ahora bien, si ella no se abandon por fe en los todopoderosos brazos de Cristo el Salvador, entonces no sin causa habra de continuar temiendo a la eternidad que la aguardaba. Y es que, sin sombra de duda alguna, tanto Misas como dems religiosidades, no pueden salvar a nadie, ni aportar certidumbre ni gozo al desolado corazn del inconverso. Y esto as, pese a quien pese, porque Dios no ha establecido Misas ni otras prcticas religiosas como medio de
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salvacin para los pecadores. Y de nada vale el anclarse considerando: as nos lo ensearon, as lo hemos visto y as lo creemos, imitando en ello al sapo de la laguna Olleros. Estmese que, de las fauces potentes de la muerte eterna, tan slo el Salvador de los pecadores es quien puede salvar. S, llamars su Nombre Jess, porque l salvar a su pueblo de sus pecados Isaas 9:6; Mateo 1:21. l salvar; no otros, ni por otros medios. En fin, la invariable Escritura es tersa y contundente: SIN FE (en Cristo) ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS, Hebreos 11:6. De modo que no es cuestin de poner la fe o depositar la confianza en religin, religiosidad, o en cualquier otro asidero, sino de descansar por fe en la Persona Gloriosa y Bendita del Seor Jess. Muchedumbres CREEN que creen, pero al no haber CONFIADO PLENAMENTE EN CRISTO, y observar las demandas del Dios de la salvacin, su fe o confianza se queda ubicada all en donde la han puesto: en alguna o algunas vanidades. Y esto ha motivado que se escriban estas pginas. Si fue o no fue salva aquella ancianita, no es deber nuestro investigarlo, y mucho menos concluirlo, pues es slo que al arcano divino corresponde tal asunto. Aunque estoy persuadido de que, ms de una persona que haya sido vctima de la oscuridad religiosa, y haya clamado al Cristo de la Salvacin an en la misma hora extrema de su muerte implorando su ayuda, ha recibido un rayo de luz, el suficiente para asirse por fe al fiel Salvador, y ser salva, como as lo fue el llamado buen ladrn instantes antes de su muerte junto a Cristo. Pero, cuidado, nadie se confe! Nadie deje para ltima hora lo que puede hacer ahora. La referida ancianita, que das antes de su muerte no tena el testimonio del Espritu Santo dando testimonio a su espritu de que era hija de Dios (Romanos 8:16) senta en su ser el vaco de los muertos espirituales, de los SEPARADOS de Dios por causa del pecado sin perdonar. Y es comprensible que el temor a lo desconocido la alcanzase, 1 Juan 4:18.
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Sin duda que hay muchedumbres en la misma situacin que aquella anciana: son almas religiosas que no han confiado en Cristo y, por tanto, dudan y temen. Portan sobre su pecho un crucifijo, pero no tienen en su corazn al Crucificado reinando glorioso en ellas. Caminan hacia la eternidad engaadas por sus propios pastores, Mateo 23:13, y tambin engaados ellos, 2 Timoteo 3:13, y aunque pareciera imposible que esta calamidad aconteciese, hay que asumir su veracidad por cuanto se encuentra ampliamente indicada en el anuncio proftico de Aquel que vio lo porvenir del extravo humano y lo hizo notorio en su Santa Palabra. Muchedumbres hoy asisten a las iglesias, pero an no son salvas; y su tragedia, desconocida e inimaginada por ellos, apremia mi pobre corazn; y es por ello que mi dbil mano empua mi humilde pluma para levantar al Cristo de la Salvacin por encima de las religiones del mundo, y que suene y resuene que regala el cielo por la fe en Su Nombre. Tal es su alta generosidad para con los pobres pecadores que a l acuden. Y si la prodigalidad de las entidades bancarias es devolver el uno por ciento a sus estimados clientes que en ellas depositan su dinero, la de Cristo es gratificar al ciento por uno, y vida eterna, para todos aquellos cuantos a l se confan y le siguen, Mateo 19:29. Slo su inmenso amor por los perdidos puede obrar tan alta generosidad para con ellos. El Dios de amor no es ningn mezquino, ante quien deba el hombre hacer presencia cargado de obras meritorias para que le sean franqueadas las puertas del cielo. Sencillamente: l regala el cielo, Romanos 6:23. Y tan magnfico REGALO queda perdido para muchas personas que quieren creer que son cristianos pero, cerrados en banda, lo nico que desean es perseverar sin complicacin alguna en un sistema religioso de mero tinte cristiano, que se precia de cristiano y que, como en otros, sus adeptos no tienen la salvacin.
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La orden del Dios soberano es que: se analice todo (a la luz de Su Palabra), y se retenga LO BUENO, 1 Tesalonicenses 5:21. Y conviene tomar nota de tan seria indicacin, y no imitar al sapo de la laguna Olleros, que en ella quiere seguir a troche y moche, es decir: sin reflexin ni consideracin alguna. La salvacin de la condenacin eterna bien merece parar a considerar el terreno en que se pisa. Por tanto, y como Cristo dijo: desde los das de Juan el Bautista, el Reino de los Cielos se hace fuerte, y slo los valientes lo arrebatan, Mateo 11:12. Un buen reto para aquellos que, deseando solventar un problema, se enfrascan con l de la nica manera que pueden darle solucin: afrontndolo y dilucidndolo. NO A LA MERA RELIGIN No es asunto de t con tu religin y yo con la ma, como si de mera religin se tratara, o de seguir los directivos de los partidos polticos. Se trata de ponerse a los pies de Cristo, orle y obedecerle. l es el Seor, y las religiones sobran, pues no salvan. Bien, no trataremos de religin, sino de salvacin. Y es que religiones ha habido desde el albor humano, y hoy se multiplican como hongos. Pero la religin, hemos dicho y repetimos, no salva. Y si salvarse de desfallecer y hundirse en alta mar es muy apetecible al pobre nufrago, cun ms inmensamente significativo y trascendente es librarse de sucumbir al mismo infierno? La sola posibilidad de caer a los abismos de la perdicin eterna debiera estremecer de terrorfico espanto a las almas que an no tienen a Cristo como Seor, Salvador y fiel Pastor, como estremeci un da (ya antes de la fundacin del mundo) el mismo corazn de Dios, y en sus eternos planes decidi el consejo de la Tri-unidad divina que el Hijo eterno cumplira la obra redentora para librarnos de esa tan grande muerte, la muerte eterna 2 Corintios 1:10.
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(NOTA: La palabra muerte significa SEPARACIN. Y si la muerte fsica es separacin entre el cuerpo del hombre y su espritu, la muerte eterna es eterna separacin del Creador). Los ngeles del cielo, conocedores de la triste y lamentable situacin de los pecadores inconversos al Hijo de Dios, bullen de gozo cuando un slo pecador se arrepiente en la tierra y pasa a ser oveja de Cristo, Lucas 15:10. Dios, s, es bondadoso, y en su benignidad sigue advirtiendo todava: Paraos en los caminos, y ved, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por l, y hallaris descanso para vuestras almas, Jeremas 6:16. Y es que l desea satisfacer las ms profundas necesidades del ser humano, y colmarlo de sus bendiciones, pero no siempre le dejamos que lo haga. Cerramos y atrancamos la ptrea puerta de nuestro endurecido y enceguecido corazn. Hacemos nuestros caminos, opuestos a los de l Isaas 55:8-9; y opinamos a conveniencia de nuestro necio egosmo, sin considerar que Su opinin es la que prevalecer, pues l es el Seor. Y aunque la Cristiandad nominal arrastra innumerables errores, la Escritura proclama a gritos que la salvacin de los pecadores Dios la otorga por la sola fe en la Bendita Persona del Seor Jesucristo, y que las buenas obras del cristiano son el fruto de esa fe, y no la causa de la misma. Y, puesto que creo que esta doctrina netamente bblica ha sido alterada, y tal error -posiblemente- sea el que ms almas ha enviado a los infiernos, (ojo al dato) tratar de esclarecer el asunto en estas pginas. Y es que, aunque el ser humano haya desatinado ampliamente de la realidad que le envuelve, su actitud no le libera de su responsabilidad ante Dios, al cual hay que rendir cuentas. La vida humana no se extingue con el roce siniestro de la fra muerte, sino que la muerte fsica es meramente como quitar la funda de trabajo y proseguir camino. Con esa muerte el cuerpo vuelve a la tierra, de la que era, y el espritu vuelve a Dios, que lo
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dio, Eclesiasts 12:7. S, la vida contina tras las exequias funerarias, y la muerte es la puerta de entrada a la eternidad; es como la rotura del cascarn del huevo, que libera al polluelo y lo adentra al principio de una nueva vida. La muerte es la salida de nuestro envoltorio de carne para volar a vivir con Cristo, o para la eterna separacin de l. Por tanto, oh alma: Preprate para venir al encuentro de tu Dios, Ams 4:12. Pues la muerte no tardar en encontrarte, y partirs a las regiones eternas. Acogerse al indulto en Cristo es evitar la vara de su recto y justo juicio. Y cada cual elige por s y para s su residencia eterna. Y si el lector desea librarse del juicio divino que por sus pecados merece: abandnese en los brazos de Cristo. No hay otro recurso, porque Dios no puede excusar al culpable, ya que es justo. Y si lo excusara, el mismo diablo sera el primero en llamarle injusto, y DIOS NO PASA POR AH. QUERIENDO AYUDAR Mi ayuda es ofrecida como socorro de mendigo que indica a otros mendigos que Jesucristo es el pan del cielo, Juan 6:41-50, o como ayuda de pecador que orienta a otros pecadores que en Cristo, y slo en Cristo, se encuentra la fuente del perdn. Yo anuncio el camino de la salvacin, como otros hacan, Hechos 16:17; y el camino es Cristo, Juan 14:6, y otro no hay, Hechos 4:12. Tambin mis disculpas y peticin de comprensin vayan delante, por si quiz he de hacer reiterada insistencia sobre algunas facetas acerca de la salvacin, pues tal vez algunas mentes de mayor sensibilidad intelectual puedan sentirse ofendidas por esa mi persistencia, la cual creo conveniente para otras almas de mayor sencillez en la comprensin de estos conceptos; almas para las cuales tambin est mi amor, y por las cuales tambin muri Cristo, porque las ama ms que yo.
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Adems, por la inmensa trascendencia de la salvacin, o condenacin, eternas ambas, todo cuanto insista, se aclare, se calque o recalque, nunca debera ser tenido por dems. Y sea notorio que as consideraron, y en consecuencia actuaron, los ms insignes Apstoles del Cordero de Dios, pues Pablo lleg a decir: A m no me es molesto escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro, Filipenses 3:1, y Pedro manifest tambin que no se fatigaba insistiendo en las mismas verdades, an y a pesar de que aquellos cristianos estaban en aquel presente bien afirmados en ellas, 2 Pedro 1:12. EL PODER DE LA COSTUMBRE Comprendo tambin que para aquellas personas que han permanecido por largos aos viendo, o creyendo ver algo de algn modo determinado y concreto, no les va a resultar muy fcil poder considerarlo de otra manera. Yo recuerdo tuve que observar y sobre observar durante unos ocho o diez das una defensa o proteccin de un auto, que estaba rota, para convencerme de que era fibra plstica. Yo siempre haba considerado que esos parachoques eran metlicos, y ello por cuanto los coches que yo haba conocido anteriores a aquel, metlicos los tenan. Externamente eran idnticos, y la pintura me engaaba. Recuerdo que observaba la rotura durante unos segundos da tras da, y cada da me admiraba extraado de que me resultase como inaceptable que su interior fuese tal como era, en vez de ser metlica. Reconozco que muy fuerte puede ser el poder de la costumbre, (a menos en ocasiones), de poder ver errores preconcebidos que refrenan e impiden ver la realidad de las cosas. Esta experiencia, un tanto llamativa, hoy me sirve para comprender mejor a las almas que albergan conceptos equivocados por muchos aos, y les cuesta aceptar, y adaptarse, a las formas de pensamiento acordes a la verdad bblica.
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De todos modos, habr algo difcil para Dios? Gnesis 18:14. l puede dar vista a los ciegos espirituales. Y es por ello que traigo de nuevo una oracin del salmista: abre mis ojos y mirar las maravillas de tu Ley Salmo 119:18, con el deseo de que el lector la haga suya tambin, implorando en oracin de fe el favor divino, para que el Dios de la misericordia, y Mdico Divino abra los ojos espirituales a cuantos acudan a su consulta oftalmolgica fiando en l, y puedan descansar en las inmutables verdades de su Santa Palabra. CONCLUSIN Nos agrade o no, de Dios hemos venido y a Dios vamos, Eclesiasts 12:7; y cun hermoso y bendito es considerar que al trmino de nuestra jornada por el mbito adverso de este mundo tan saturado de miseria, de calamidad espiritual y de tanta confusin, podamos concurrir a Su santa presencia estando lavados con el detergente divino: la sangre de Jesucristo, que nos limpia de todo pecado, 1 Juan 1:7. Es mi anhelo y oracin al Todopoderoso Dios, tres veces santo, que se digne servirse de esta pequea obra para aclarar conceptos, para extender su reino, para que muchas personas puedan hallar la Luz que les conduzca al gran Salvador, y asilarse al amparo de las riquezas de su gracia, y ello redunde para la gloria de Su Divina Majestad. Que tu meta, lector, sea ponerte a los pies de Cristo, acatando su seoro y fiando en su perdn, pues que l y slo l es quien te puede salvar. Considera que: En tu desgracia Jess te ha visto, Y ha descendido con tierno amor Para seguirte, como a la oveja Extraviada sigue el Pastor.
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Un pensamiento llena su alma, Y un fuerte anhelo su corazn: Verte en sus brazos salvo y seguro, Suyo y gozando su salvacin. Nada ms dulce que sus cuidados; Nada ms rico que su favor; Nada ms grande ni ms sublime Que el insondable mar de su amor. Y an rechazas, y an prefieres Un mundo falso, con su ilusin, Que deja herido, triste y sediento, Y esclavizado el corazn? La vida es breve; t no lo ignoras. La noche llega, la eternidad. Slo en su aprisco hay vida eterna, Eterna dicha y eterna paz. M. San Len
Lector, si an no has acudido, v a Cristo, para que l te d el ms preciado Tesoro que la mente humana jams hubiera podido imaginar: LA VIDA ETERNA. l despus, como Todopoderoso y fiel Pastor, te la preservar de la barbarie destructora del maligno enemigo de las almas. Recuerda que, si quieres huir de la ira o justicia de Dios, debes echarte en los brazos de Cristo. No hay otra va de escape; no existe otro recurso. Hechos 4:12.
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CAPTULO - 1
LA JUSTIFICACIN
Hay un concepto que afirma Dios no te salva sin ti, y yo lo creo cierto. Yo no considero que Dios tome a ste para llevarle al cielo, y deje a aquel abocado irremisiblemente al mismo infierno. Su amor por los seres humanos, y su justicia, impiden que realice tal seleccin, o eleccin entre las gentes. Mas bien: Dios llama, y la gente elige orle o no. Y como Pedro Apstol se expresa: l (Dios) es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento, 2 Pedro 3:9, si es que quieren arrepentirse, ya que Dios no obliga a ello, ya que Dios NO SALVA SIN TI. Y si el ser humano de alguna forma interviene en su propia salvacin, qu alcance tiene esa intervencin? Tendr que hacer obras de misericordia en favor de sus congneres para merecer el cielo? Tendr que asistir a los actos religiosos de sta o aquella iglesia para acumular puntos por su religiosidad y sus piedades? Tendr que...? La Santa Palabra de Dios es taxativa. l habla muy en claro, y con contundencia arrolladora y en bondad le dice al hombre: T slo tienes que extender tu mano, y aceptar por fe el regalo que te doy; aprpiate de l, tuyo es.
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Y queda en el margen de movilidad que Dios nos ha dado el ACEPTAR o el RECHAZAR libremente Su regalo, Su don inefable. Y si en su imperio soberano Dios nos concede este margen de movilidad, confiar en Cristo, o REHUSAR confiar en l, (Juan 3:36) obedece a la libre decisin de cada cual. El lugar que cada persona conceda al Cristo de la Gloria, depende de su voluntad humana, y no de la divina, pues Dios no obliga. Signemos que, si a un menesteroso del mundo alguien le ofrece gratuitamente un cheque sustancial, qu puede hacer? Dos cosas: aceptarlo o rechazarlo. Y as acontece en cuanto a la salvacin de Dios, pues el DIOS RICO EN MISERICORDIA, ve al indigente ser humano en su triste realidad, y le ofrece por pura gracia en Cristo el perdn de sus pecados; le ofrece una nueva vida en Cristo, y le regala el cielo. Y qu podemos hacer ante tan preciosa y trascendental oferta? Lo mismo que aquel pobre: aceptar por fe el regalo, o rechazarlo. Y toda la obra humana para salvacin, se reduce en su nivel personal a: -Reconocer la necesidad de salvacin. -Decidir huir del pecado. -Convertirse a Cristo, y confiar en l. Ahora bien, el concepto Dios no salva sin ti, muchos lo toman como trampoln para considerar que la salvacin se obtiene por la dependencia en parte de las obras humanas que el sujeto realice que le ameriten un asientillo en el cielo. Pero tal modo de considerar el asunto colisiona de plano con el proyecto divino para la salvacin de Dios. Repito que, toda la obra del hombre para su propia salvacin, se limita exclusivamente a abrir por fe su mano, y aceptar gratuitamente lo que Dios le regala en virtud de los mritos de su Hijo Jesucristo.
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Dios es muy generoso, pero a expensas de Cristo, que fue quien gan en la cruz el regalo que Dios da. Y cuando el pobre pecador llega a Cristo y es recibido a misericordia sempiterna, comienza entonces su andadura en el Rebao del Seor, en su Iglesia; y entonces, y slo entonces, s que deber de hacer buenas obras. Pero, cules son stas? Las que el Espritu Santo produzca en l, Glatas 5:22-23. Alterar el imperativo divino, nada resuelve. Y conocer y acatar el plan salvador del Dios de la salvacin, es la nica salida con cordura del problema. Cada verdad conviene conocerla en su justa medida, y valorarla en su preciso alcance sin traspasar sus exactos lmites, sin extrapolar en nada su exacta valencia. Cada cosa es lo que es, segn Dios haya indicado en Su Santa Palabra, sin que ofrezcan validez las adiciones ni las menguantes colaterales con las que la mano humana teologice. El maligno, en muchas ocasiones, toma verdades que posteriormente retuerce, y en ello desorienta y engatusa a inmensas muchedumbres que desconfan de la Palabra veraz del Dios de amor. Dios NO TE SALVA SIN TI, cierto. Pero cuidado, para que ello no te eleve a ti a convertirte, ni total ni parcialmente, en salvador de ti mismo. T tan slo eres un pecador, un necesitado de la gracia o indulto del que PUEDE y QUIERE indultarte, si es que quieres que lo haga, pues respeta la libertad que te ha dado en amarle o en rechazarle. La eleccin de tu futuro, t la elijes, libremente, por ti y para ti. Quiero signar tambin otro prenotado, pues cada vez aparece mayor confusin. Y se trata de que telogos de lite catlico-romanos, manifiestan actualmente que la salvacin o justificacin de Dios se obtiene por la sola fe en Jesucristo. Tal aseveracin deja perplejos a algunos, y deja admirados a otros; admirados de que la Iglesia de Roma haya tornado a los
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fundamentos de la Santa Escritura. Ahora bien, realmente ha vuelto a esos principios? Indagando en los entresijos del pensamiento de tales telogos catlico-romanos, se ven obligados a confesar que Dios salva o justifica al pecador por la fe, PERO obtenindose la gracia por la prctica de los sacramentos y dems ordenanzas del Vaticano, las cuales se practican por la fe. Bueno, otra lmina de latn, para recubrir un pedrusco e intentar venderlo por oro puro. No, Roma no ha cambiado. Vaticano II apenas dio cuatro pinceladas en lo externo, dejando, y an reafirmando, la raigambre del desatinado Concilio de Trento, y otros concilios. El ansia ecumnica del Romanismo extiende an mayormente y en ms refinada sutileza sus tentculos y, ms que nunca, se precisa atender la Escritura: A la Ley y al Testimonio, y si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Isaas 8:20. La iglesia que an contina en su venta de perdn con indulgencias, con rogativas para sacar de las llamas del Purgatorio, Misas, Novenas, imaginadas mediaciones de santos, y todo el arsenal de su gran parafernalia, no ha cambiado en nada; y contina en plena vigencia su riguroso decreto de que la salvacin es por fe y por obras humanas. Y an mantiene anatemas (maldiciones) contra aquellos que no acatan sus santos decretos. Tal es la realidad. Pese a ello, Cristo ofrece algo mejor, y es lo que deseo manifestar en estas sencillas pginas. LA JUSTIFICACIN La justificacin es la accin y efecto de justificar o justificarse. Y ahora hacemos referencia expresa a la justificacin del pecador ante el Dios de toda justicia y santidad. Ante ese
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Dios que, por Justo, no pasa por alto injusticia alguna y, por Santo, no va a tolerar tampoco suciedad alguna en aquellos seres humanos que deseen irse con l a su eterna casa: su palacio del cielo. All slo se va vestido de justicia, y plenamente emblanquecido, Mateo 22:1-14. La Santa Escritura es categrica en extremo afirmando que todos nosotros, y sin excepcin alguna, somos pecadores, Romanos 3:10-12, pues todos hemos quebrantado la Ley de Dios, los 10 Mandamientos. Por tanto: todos precisamos ser declarados justos, ser justificados. El hombre, es bien sabido, en su injusticia declara muchas veces justos a injustos. Ahora bien, y en contraste, podr el Dios Justo declarar justos a los injustos seres humanos? vaya preguntita! Y conviene que t, lector, hagas alto ahora y la contestes para ti. Haz alto, s, y concluye si el Dios Justo declarar inocentes a los culpables, a los que roban o matan, explotan a los nios, ordenan masacres para saciar su sed de sangre, o quebrantan cualquier precepto de la Ley Divina. Tenemos, pues, que, no habiendo para Dios nada imposible, Lucas 1:37, le es posible declarar inocentes a los culpables; y ello, sin necesidad de alterar la inalterable justicia de su inflexible Ley. Ahora bien, cmo es posible lo que aparentemente es imposible? Pues bien, Jesucristo un da carg sobre S el peso de nuestras iniquidades. l se responsabiliz de nuestras injusticias, y la justicia divina descarg sobre Aquel Santo Ser el golpe justiciero. Y as, la justicia de la Ley que tantas veces hemos quebrantado, est satisfecha, porque Cristo la satisfizo. De tal modo que Cristo es quien puede salvar para siempre a los que POR L se acercan a Dios, Hebreos 7:25. Y no en vano es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, Juan 1:29. As, pues, en virtud de los mritos de Cristo: Dios puede declarar inocentes a los culpables; pero es slo merced de la obra
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redentora de Cristo, que el Dios Justo declara justos a los culpables, los justifica. Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impo, su fe le es contada por justicia. Como tambin David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Romanos 4:5-7. En verdad que no hay muchas formas de justificacin, o salvacin, como errneamente se afirma en nuestros das. Y es slo en Cristo donde se halla provisin divina para el pobre pecador, sin que nada valgan las provisiones imaginadas por la mano humana, pues no podrn justificar o salvar a pecador alguno ante el Trono del Juez Supremo. Y es slo acatando las condiciones que Dios en su soberana ha establecido, que podemos ser salvos del juicio que merecemos. Esos requisitos, impuestos y demandados por l, se hallan definidos en clara constancia en Su Palabra; y es mi nimo esclarecer este punto a fin de facilitar la labor al lector que desee dicho conocimiento. Rechazar las condiciones divinas para justificacin humana, trae privacin de bendiciones. Y aquellos cuantos aceptan otras, (pues sabido es que el que no quiera creer la verdad va a creer a alguna forma de mentira, 2 Tesalonicenses 2:11), aquellos que constituyen otros principios opuestos a la Escritura, a Dios ponen por mentiroso, 1 Juan 5:10, aadiendo con ello ms lea al incendio en que persisten. Y es que el hombre, experto fabricante de falsarios dioses segn su imaginacin, no puede suplantar el plan justificador de Dios, ni su divina autoridad. Muchas son las maquinaciones que enjaeza el culpable y sus abogados para zafarse de la justicia. Y cmo contrasta ello con el desinters general que se observa en lo referente a la justificacin divina para librarse de sucumbir al juicio y la condenacin eterna. Extraa conducta humana? Ver 2 Timoteo 2:26.
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Recuerda, oh lector, que Dios justifica a aquel que es de la fe de Jess, Romanos 3:26, y que el creyente VERDADERO, ya est justificado delante de Dios, Romanos 5:9; 1 Corintios 6:11. No pierdas tu oportunidad, ni la sigas descuidando si an no ests justificado. JUSTIFICACIN POR LA FE Lutero, el controvertido catlico-romano del siglo XVI, que se apart de su iglesia, ha sido acusado muy injustamente de haber inventado y difundido la doctrina de la justificacin por la fe. Ahora bien, y en honor a la verdad, ni Lutero ni el mundo luterano, ni el cristiano evanglico (que exista antes que Lutero) somos herejes por cuanto nuestra fe descansa en la justificacin divina mediante la fe en Cristo, pues esta doctrina es puramente bblica, y perfectamente demostrable, y no mera invencin del rebelde fraile agustino. La aplicacin de la justificacin por la fe al pobre pecador, es posible gracias a Aquel Salvador que se puso en lugar del culpable. Cristo fue tratado como injusto para que los injustos pudisemos ser considerados justos. Maravilla de la gracia divina, que en Cristo indulta a cuantos se refugian por la fe bajo la proteccin del Salvador. El ms descomunal y gigantesco error de la Iglesia Catlica, posiblemente, es el haber asentado en su seno la doctrina de la justificacin por la fe ms buenas obras que se aaden a la fe, Trento, Sesin Sexta, Canon 32. Doc. Vat. 2 Pg. 62. Dicha iglesia mantiene en plena vigencia tal doctrina, y la concluy, fundamentalmente, de una mala interpretacin de la Epstola de Santiago, cap. II. Pues bien, se discierne claramente que la justificacin por la fe es una doctrina puramente bblica, Romanos 5:1; Efesios 2:8; Tito 3:5, y no es invencin humana.
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Esta doctrina, ya en el Antiguo Testamento se afirma, y es ponderado que: el justo vivir por la fe, Habacuc 2:4. Y en el Nuevo Testamento, el ms claro representante o exponente de ella, es el Apstol Pablo. l la explaya muy amplia y niveamente en sus Cartas, e incluso en ocasiones se expresa igualmente que Habacuc, Romanos 1:17; Glatas 3:11; Hebreos 10:38. Sentencias del Apstol Pablo, no admiten la menor duda. Notemos algunas: Mas al que no obra, sino cree en Aquel que JUSTIFICA AL IMPO, su fe le es contada por justicia Romanos 4:5. Por tanto, es por fe... Romanos 4:16. Pues todos sois hijos de Dios por LA FE EN CRISTO JESS Glatas 3:26. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Seor Jesucristo Romanos 5:1. Y que por la Ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque el justo por la fe vivir Glatas 3:11. Concluimos, pues, que el hombre se justifica POR LA FE SIN OBRAS DE LA LEY Romanos 3:28. Estas afirmaciones, y otras muchas afines, son irrefutables. Luego, entonces: habr contraposicin a ellas en Santiago captulo 2, o en otros puntos escriturarios? Si alguna hubiere, la Escritura mentira, y en tal supuesto NO PODRA SER LA PALABRA INSPIRADA DE DIOS, SINO UN LIBRO CON FALACIA, y quin podra saber con cunta, y cul o cuales calificativos merecera por falsario. No obstante esta salvedad, mantenemos en alza nuestro pensar, pues TODA LA ESCRITURA (no una parte de la misma) ES INSPIRADA POR DIOS 2 Timoteo 3:16, y no hay error en ella. CONTRADICCIN EN LA ESCRITURA? Actualmente muchas personas cacarean multiformemente que la Santa Escritura contiene muchos errores. Uno de esos pretendidos fallos es sobre la justificacin del pecador. Pese a ello, la Escritura permanece inclume, y la
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inmutabilidad de la Palabra es patente a quien indague los Santos Escritos guiado por Aquel que le conducir a toda la verdad, Juan 16:13. En efecto, ojeando superficialmente la Palabra, bien puede parecer que en ella surgen inconsistencias, y an errores y contradicciones. En cuanto a la justificacin por la fe, que es asunto muy significativo y primordial, cabe esperar que Dios no habra de dejarlo en profunda oscuridad, y en su Palabra resplandece claramente. Y es slo que mentes un tanto despistadas no encuentran la maravilla de Dios, o Evangelio de la Paz; y an se entretienen sembrando por el mundo la cizaa de su propio error, y con ello engaan a otras almas, cual advierte la Escritura, 2 Timoteo 3:13. Presentamos, pues, dos textos que parecen enfrentarse entre s como dos ejrcitos enemigos ordenados para comenzar una batalla: Concluimos, pues, que el hombre se justifica por la fe sin las obras de la Ley Romanos 3:28. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe... porque como el cuerpo sin espritu est muerto, as tambin la fe sin las obras est muerta Santiago 2:24-26. S, Pablo y Santiago parecen impugnarse mutuamente; y actualmente son bastantes los telogos (y qu telogos) que manifiestan hallar contrariedad en estos pasajes precitados. Y no faltan tampoco aquellos otros telogos (y vaya telogos) que avanzan ms, y llegan a suponer, e incluso afirmar, que ambos Apstoles estaban celosos entre s, y por ello el uno escriba contrariando al otro. Ellos suscitan una contienda, imaginada por ellos, y alzan muy grande acusacin, blasfemia ciertamente, y muy grave digresin. Se acercaron a la Escritura sin el clamor debido y sin la reverencia oportuna al Seor de esa Palabra, Isaas 66:2 y por tanto l no les mostr las cosas grandes y dificultosas que ellos desconocen, Jeremas 33:3. Y nada ms lejos de la
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verdad que su desvaro, tan errado como irreverente, pues aquellos testigos especiales de Cristo, Hechos 1:21-22, aquellos que entregaron al servicio divino sus vidas de manera incondicional, y las quemaron tributando fiel funcin rendidos a su amado y bendito Salvador: no andaban guerreando entre s, celosos y envidiosos uno de otro, y dando fruto de tediosa enemistad. Ellos no abandonaron la labor fructfera de su santo llamamiento cristiano y apostlico. Nada ms lejos de ello! Y se delinque contra la sana verdad aseverando tamaos dislates, y se deturpa en ello la Sana Palabra y al Seor que la dio. Santiago y Pablo no eran apstoles de la rebelin al Cristo a quien servan; no tronaban anatemas el uno con el otro, como ciertos telogos y teologuillos, maestros y maestrillos les impregnan altiva y falazmente. Y cun penoso es observar que en tales telogos se cumple la triste advertencia de que la propia Escritura les viene a ser tropezadero a ellos, 1 Pedro 2:6-8. Y as, pues de Dios nadie se burla, Glatas 6:7, en tanto creen hallar contradicciones en los Escritos Sagrados, resulta que los imaginados errores y las supuestas contradicciones de la Palabra de Dios, se hallan tan slo en sus ofuscadas mentes, pues al no ser iluminadas por el Espritu de Dios, no alcanzan a ver las preciosas verdades del propsito sagrado de la revelacin divina; verdades ellas que Dios descubre a los pequeos que se acercan a l con santo temblor, santa reverencia, y con santo anhelo de conocer la verdad, a fin de practicarla y agradar a Dios, y las deja ocultas a sabios y a entendidos, tal como Cristo as ha afirmado Mateo 11:25-26. Y a nadie extrae que profesando ser sabios, se hicieron necios, Romanos 1:22. Se trata entonces de comprender correctamente el pensamiento de ambos Apstoles y entender sus enseanzas, pues sus postulados, muy lejos de contradecirse, y distando mucho de albergar discrepancia alguna, estn bien conciliados mutuamente, y se complementan entre s. Adems: no pudiera ser de otra
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manera, porque Dios el Espritu Santo, el que inspir toda la Escritura, 2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21, no puede mentir, Tito 1:2; Hebreos 6:18. As, pues, y pidiendo un poco de paciencia al lector, presentar el compendio de armona existente entre dichos pasajes; los cuales, insisto, muy lejos de contradecirse, se complementan y son plenamente correctos. CAUSA DE LA JUSTIFICACIN El pecado es la fuente del mal, y el propio mal, del cual debemos ser librados. La definicin de la palabra pecado podemos transcribirla de las Escrituras, pues leemos que el pecado es la INFRACCIN DE LA LEY 1 Juan 3:4. O, dicho de otro modo, pecado es la desobediencia, quebrantamiento o incumplimiento de la Ley de Dios, o los 10 Mandamientos. Actualmente se alzan infinitud de almas rechazando ampliamente el concepto pecado, pero Dios muestra y demuestra que el pecado existe. De hecho, Cristo muri por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, 1 Corintios 15:3, y Cristo Jess vino al mundo para salvar a los pecadores, 1 Timoteo 1:15; Lucas 19:10. As, pues, el pecado, la desobediencia a Dios, forma una barrera de separacin o muerte entre Dios y el pecador, Isaas 59:2, y pone a ste en enemistad contra el Ser Supremo, Romanos 5:10, Colosenses 1:21, y tambin bajo su recto y justo juicio; por lo cual estrecha cuenta demandar el Creador a sus humanas criaturas que, habiendo transgredido sus santos mandatos, no quisieron convertirse a l, Nmeros 32:23; Salmo 50:21. Su inalterable justicia as lo determina y as lo demanda de manera indubitable e inexorable, y anula al ser humano toda oportunidad de poder alardear por propia cuenta yo he limpiado mi corazn, limpio estoy de mi pecado, Proverbios 29:9. Y esto
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es as porque aunque el ser humano se lave con leja y amontone jabn sobre s, la mancha de su pecado permanecer an delante de Dios, Jeremas 2:22. Grave asunto el del pecado, ciertamente, pero existe todo un inmenso mar de gracia en Cristo, y slo en Cristo, fuente de toda bendicin y canal de toda gracia que del cielo desciende a los habitantes de la tierra. De tal manera que l extiende carta de indulto a todos cuantos fan en l, Romanos 3:21-22. Dios dice que donde ABUND el pecado, SOBREABUND LA GRACIA, Romanos 5:20, de modo que hay amplio recurso para cubrir todo pecado y que nadie desespere por su caso, 1 Timoteo 1:16. S, es maravilla de la bondad divina el que Cristo se encarase con el obstculo que impeda a los moradores del mundo poder acercarse a Dios y recibir sus magnnimas, magnficas e innumerables bendiciones, Juan 19:30; Colosenses 2:14. As, pues, el cncer del pecado tiene cura en Cristo, el Mdico Divino, el Salvador de los pecadores que a l acuden, el que con su poder venci aun a su propia tumba, y hoy vive para SIEMPRE y puede salvar para SIEMPRE a los que POR L se acercan a Dios Hebreos 7:25. Sea notorio tambin que, debido a la santidad inmanente e inherente en Dios, no habr ni persona ni cosa alguna que, hallndose en situacin impura, pueda hacer entrada en su palacio del cielo, Apocalipsis 21:27, siendo tan slo la sangre de Cristo lo nico y exclusivo que puede limpiar al hombre de todos sus pecados 1 Juan 1:7. Y reside en la propia responsabilidad de cada individuo el tomar una libre decisin sobre su personal salvacin. De tal modo que, si se rechazare la sangre del Pacto Eterno, tan slo puede hallarse la eterna separacin del Divino Seor. Esto es muerte eterna: eterna separacin del Dios eterno. Y aunque muchas personas no se sienten pecadoras, pues no han atracado entidades bancarias, ni han puesto bombas
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practicando el terrorismo, la verdad es que Dios manifiesta que todos somos pecadores, Romanos 3:10-12, y l jams miente. Muchedumbres no se sienten pecadoras y, por tanto, necesitadas del perdn divino. Ellos descargan sin contemplacin alguna SU SANTA JUSTICIA contra los atracadores, traficantes de drogas, terroristas, violadores y cualquier otros que vengan a turbar los derechos humanos, la convivencia y paz social, ven la paja en el ojo ajeno, e incluso la viga en el ojo ajeno, pero no ven cmo Dios los ve a ellos en sus inmoralidades, idolatras y otras virtudillas de esas, y por ello no van a Cristo a que les saque la viga de su ojo. Estmese que justo no hay ninguno Romanos 3:10-12, y por ello TODOS necesitamos la salvacin de Dios en Cristo. Y si no hemos cometido graves faltas a los ojos de la sociedad, no olvidemos que con un slo pecadito que tengamos en nuestro haber, la Ley de Dios nos culpa Santiago 2:10. Y aquel a quien la Ley acuse, aquel sobre el cual el dedo indicador de la Ley apunte, Dios le juzgar y condenar, si antes no se ampara en Cristo. S, el pecado humano es la causa que ha provocado la enemistad con Dios; pero Dios, en Cristo, puede justificar al pecador. V pues a l, no te detengas, y despus podrs decir justificado por la fe, tengo paz para con Dios mediante mi Salvador Cristo Jess, Romanos 5:1. NECESIDAD DE LA JUSTIFICACIN El ser humano precisa satisfacer muchas y muy variadas necesidades, pero ninguna de ellas alcanza un matiz tan preocupante como la justificacin de sus pecados ante el Dios de la justicia y santidad. En verdad que, observando el panorama de la justificacin desde la ptica bblica, el asunto toma un cariz impresionante, pues es la eternidad lo que el hombre se juega, y vaya broma! Y
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ahora divisemos la panormica, y consideremos a Pablo Apstol expresarse: ...y toda transgresin y desobediencia (a Dios) recibi justa retribucin, cmo escaparemos nosotros si DESCUIDAMOS una salvacin tan grande? Hebreos 2:2-3. Pablo escribe a creyentes, y no indica si perdemos esa salvacin, sino si descuidamos, si no adornamos esa salvacin tan grande, la cual Pablo tena asegurada, como todo cristiano. El que por la fe en Cristo vino a ser hijo de Dios Juan 1:12; Glatas 3:26, lo va a ser por toda la eternidad, 1 Tesalonicenses 4:17. Pablo no tema perder su salvacin, sino que deseaba andar en su vida cristiana como es digno de todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Pablo deseaba que todos los creyentes adornasen en todo la doctrina de Dios Tito 2:10. l saba que toda desobediencia haba recibido justa retribucin; l no olvidaba que habra de dar cuanta de su mayordoma, Lucas 16:2. l no olvidaba que Dios le haba otorgado el don (regalo) de la vida eterna, 2 Corintios 9:15, y haba puesto en l la responsabilidad de anunciar el Evangelio, y Pablo dijo: ay de m si no lo anunciare!, 1 Corintios 9:16. Pablo saba que tena un compromiso muy serio adquirido para con Dios el Seor; y l instruye en sus cartas que muchos creyentes, descuidados en sus deberes, haban cado bajo severas disciplinas del Pastor Soberano. Hebreos 12:5-11. Ahora bien, si Pablo saba a perfeccin que no iba a escabullirse, caso de no adornar la salvacin que posea asegurada en Cristo, Colosenses 3:3, qu podra esperar dicho apstol para aquellos que rechazan el indulto misericordioso que en Cristo despliega el Dios de gloria? Qu podra Pablo esperar para los que no tienen la salvacin? Vemoslo. Les espera una horrenda expectacin de juicio y de hervor de fuego. Y si violar la Ley de Moiss, con testimonio de dos o tres testigos, acarreaba irremisiblemente la muerte, cunto mayor castigo no habra de merecer aquel que PISOTEARE EL
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HIJO DE DIOS Y TUVIERE POR INMUNDA LA SANGRE DEL PACTO, en la cual fue santificado, e HICIERE AFRENTA AL ESPRITU DE GRACIA? Pablo conoca al que dijo: MA ES LA VENGANZA, YO DAR EL PAGO, dice el Seor. Y otra vez: el Seor juzgar a su pueblo. HORRENDA COSA ES CAER EN MANOS DEL DIOS VIVO Hebreos 10:27-31. Que hoy vivimos en los tiempos peligrosos advertidos por Pablo en su Carta a Timoteo, 1 Timoteo 4:1, (Traduccin literal: tiempos feroces, a nivel espiritual) no cabe la menor duda; ver tambin 2 Timoteo 3:1-5. Y en la actualidad, peligro tal como la apata espiritual, no es difcil hallar. Yo paso de todo, se oye decir. Y las muchedumbres se entregan a los placeres carnales, al ocio, la diversin o la codicia, entre otras vanidades idoltricas. Pero el desinters por Cristo no libra al ser humano de su triste realidad, y antes lo adentra a ella. Y de nuevo recordamos que palabra fiel, y digna de ser recibida por todos, que Cristo Jess vino al mundo PARA SALVAR A LOS PECADORES 1 Timoteo 1:15. Y es, sin penumbra alguna, que los anales de la historia del hombre sobre la tierra no registran hechos que puedan ser equiparados, ni siquiera en mnima aproximacin, con la muerte y resurreccin de Cristo. Y si l cumpli tan magna obra como es la redencin humana para poder declarar justos a los que somos injustos, grave asunto es que la altivez humana desafe y desdee al Dios Eterno, que puso a su Santo Hijo como propiciacin por los pecados del gnero humano 1 Juan 4:10. No es accin muy inteligente tener en poco la Sangre de Cristo; no conviene al ser humano pisotear al Hijo de Dios con semejante menosprecio. El pecado del hombre le puso en enemistad con su Creador, y en tanto no sea restaurado a la plena armona con el Ser Supremo, no podr recibir sus bendiciones, y permanecer sujeto a la aplicacin de Su justicia, cuando el Juez Supremo juzgue en ltima instancia y no haya posibilidad de apelacin alguna.
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Quienes no aprovechen su oportunidad para reconciliarse con Dios, permanecern como enemigos suyos Romanos 5:10, y pasarn la eternidad lamentndolo. Y es que la gravedad del castigo va en equivalencia con la grandiosidad del Cristo que se ha desestimado. S, el hombre necesita urgentemente ser justificado de sus pecados por Aquel que puede justificar a los impos Romanos 4:5. Y es que, como escribi el apstol: Si el justo con dificultad se salva, En dnde aparecer el impo y el pecador? 1 Pedro 4:18. Recuerda que Dios sigue diciendo al pecador inconverso: Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sera yo como t; Pero te reprender, y las pondr delante de tus ojos. Entended ahora esto, los que os olvidis de D i o s , no sea que os despedace, y no haya quien os libre Salmo 50:21-22. (Estmese por JUSTO el declarado tal, el justificado. Y el cristiano ha sido justificado desde que confi en Cristo, 1 Corintios 6:11; Romanos 5:1 y 9) ASPECTO LEGAL DE LA JUSTIFICACIN POR LA FE Dios es justo, y justifica a todo aquel que es de la fe de Jess, Romanos 3:26. Sentencia divina; inamovible. Y a la luz que refulge y desprende el Nuevo Testamento, la justificacin por la fe procede de la fuente misericordiosa que es el amor divino. Dios la ha asentado en Su Palabra para conocimiento y memoria de las almas a travs de las generaciones de los tiempos; y lo que Dios establece, lo que Dios estatuye, no puede ser suplantado por el hombre en su errado antagonismo. Comprendo, s, que muchas personas con tan slo or de la justificacin por la fe en Cristo, de inmediato sentencian luteranismo; hereja protestante... y el Magisterio de la iglesia Catlica Romana, infalible l, ha definido la justificacin por fe ms obras aadidas a la fe. Y esto es la verdad.
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Cierto, s, la Iglesia Romana mantiene la posicin asentada en la reunin de Trento y reasentada en el Conc. Vat. II, pero en verdad est en lo cierto? no puede un catlico romano aceptar la posibilidad de que su Iglesia tenga algn error doctrinal? NO conviene parapetarse antes de tiempo y conformarse con un mero socaire. Los judos de Berea (Ciudad ubicada al norte de Grecia) fueron felicitados por el Apstol Pablo, porque ellos sometan a anlisis bajo la lupa bblica las cosas que les decan Pablo y su ayudante Silas. En cambio, los judos de Tesalnica fueron a Berea y, cerrando sus ojos a la realidad, alborotaron a la multitud con saa infernal contra Pablo y dems cristianos, Hechos 17:1013. Antagnica actitud, que origina la ferocidad satnica, y cuya perseverancia en ella es deletrea. Vaya actitud, verdad? Los seres humanos tenemos una responsabilidad, por lo tanto nos conviene medir bien nuestros pasos. Y cuando la orden de Cristo es que se analicen bien las Escrituras... Juan 5:39, y Pablo vuelve a la carga indicando que se sometan las cosas bajo la lupa de esas Escrituras, 1 Tesalonicenses 5:21, no conviene echar en saco roto el mandato divino, pues es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres Hechos 5:29, aunque estos hombres formen el magisterio que quieran componer. Dios es el Seor, y es a l a quien hay que rendir obediencia. Por tanto, cerrar los ojos a la realidad manteniendo una postura obsoleta, como el sapo de la laguna precitada, a nadie le va a librar de su error. Hoy tenemos la Escritura, y no hay excusa. Aun el mismo Concilio Vaticano II, aos 1962-1965, aconseja a los fieles catlicos que lean la Santa Biblia, Constitucin Dei Verbum, Cap. VI. La Sagrada Escritura en la Vida Cristiana, 22 y 25. Pablo expone olmpicamente la doctrina de la justificacin por la fe. Y no slo Pablo, sino que tambin Santiago, Pedro y Juan hacen lo mismo en sus enseanzas apostlicas, y la Escritura de
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ello deja clara constancia. As hemos de demostrar, e invitamos al lector contine leyendo, y haga como los sabios judos de Berea: Compruebe por las Escrituras si estas cosas son as Hechos 17:11. Conviene, pues, tomar conciencia de uno mismo, de Dios, de la eternidad que aguarda al ser humano. Y es en la escuela de esta vida donde tenemos la oportunidad de obtener el aprobado. Por tanto: manos al estudio. Sin duda alguna, la justificacin por fe, lejos de ser invencin de Lutero ni de ningn ser humano, est establecida legalmente en las Santas Escrituras, y no es nuestro nimo hacer una manifestacin exhaustiva sobre el tema, pues ya hemos presentado textos tales como Romanos 3:28, donde leemos: Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe SIN LAS OBRAS DE LA LEY; o Romanos 5:1 donde se expone: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Seor Jesucristo. Incuestionable: la justificacin por la fe es una doctrina asentada por Dios en su Palabra. Aceptarla o rechazarla, es asunto muy particular de cada cual. ASPECTO DEMOSTRATIVO DE LA JUSTIFICACIN POR LA FE Bien, he manifestado que en el Nuevo Testamento est implantada la justificacin por la fe, y es sin duda Pablo quien con mayor claridad la expone. Y es que el Evangelio, ms que columbrar en lontananza la verdad divina, narra en sus cuatro versiones (que se complementan y aumentan la visin del conjunto) una serie de datos y enseanzas del Maestro. Pero las cartas apostlicas nos ofrecen una buena explicacin de ese Evangelio de la paz con Dios por la fe en Cristo. Y as, como leemos en la pg. 48 del libro La Virgen Mara de Rogelio Archena, (UNILIT).
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Vemos en los Evangelios la PREPARACIN para la Iglesia. En los Hechos Apostlicos la PROPAGACIN de la Iglesia. En las Epstolas la INTERPRETACIN del Evangelio por la Iglesia. En Apocalipsis vemos la CONSUMACIN del Evangelio. Ahora bien, si Pablo explaya tal doctrina tan amplia y niveamente, qu es lo que en verdad nos dice Santiago cuando en su Epstola leemos: (Cap. 2 verso 17) Que el hombre se justifica por las obras y no solamente por la fe? Vayamos a la iglesia de Jerusaln, donde Santiago ejerca su pastorado, y veamos cmo trata l a los judos burladores, aquellos que decan: como la salvacin es por la sola fe, para qu hacer buenas obras? A stos el Apstol les dej patente constancia de que su fe no era fe alguna, pues LA FE SE DEMUESTRA MEDIANTE LAS OBRAS. Y es aqu donde radica todo el quid de la cuestin: LA DEMOSTRACIN DE LA FE QUE SE POSEE. En efecto, Santiago expone que el hombre justifica su fe, o demuestra su fe, mediante sus obras. Y el texto Santiago 2:1426, tan slo es posible comprenderlo correctamente bajo la luz que arroja el versculo 18, donde se lee: Mustrame tu fe sin tus obras, y yo te mostrar mi fe por mis obras. De demostracin de la fe se trata aqu, y no de ganarse la salvacin. Ciertamente, la demostracin de la fe que se posee, tan slo es posible mediante la conducta. Y as hemos dado con la llave adecuada para la exacta comprensin de lo que Santiago manifiesta:que la fe SE DEMUESTRA mediante las buenas obras, y que quien diga que tiene fe, pero carece de obras (o stas no son propias del fiel cristiano), su fe es una fe muerta. De qu sirve decir que uno es cristiano si su comportamiento no se acompasa a la tica, a la moral y a la actividad cristiana? (Aqu no vale el cuento de que soy de tal
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religin, pero no soy practicante. La anorexia espiritual es anorexia espiritual solamente). Probablemente a algn lector le cueste comprender que Santiago est sosteniendo su argumento a la luz del verso 18, del cap. II, pero una sana exgesis en la interpretacin del texto, examinado l a la luz de su contexto, no puede aportarnos otra conclusin. Y tengo que aadir que, a este servidor, cost un cierto tiempo dilucidar este asunto. Pero esta es la enseanza bblica, y la concluida en el campo cristiano evanglico de todos los siglos de la era cristiana desde sus comienzos en el siglo I. Entindase tambin que las buenas obras en la vida cristiana, y antes de que ellas sean la demostracin de la fe, son EL FRUTO DE LA FE. Son el resultado natural de una fe viva, de una fe en accin. Son el fruto de la fe verdadera en la persona bendita de Cristo el Salvador. De tal modo y manera que se comprende y acepta la expresin de Santiago 2:17: As tambin la fe, si no tiene obras, es muerta en s misma. (Repetimos: con Santiago no vale decir: soy creyente, pero no soy practicante). Tenemos, pues, que: en tanto el cristiano verdadero hace obras por amor y gratitud a Aquel que le ha regalado el cielo, que le ha recibido a misericordia y LE HA RESERVADO un lugar en los cielos 1 Pedro 1:4, hay un inmenso grupo de cristianos, entre ellos los catlicos romanos, que hacen obras PARA HACERSE MERECEDORES DEL CIELO. Y as, con su conducta, con sus obras, demuestran que no han confiado en Cristo, y manifiestan que tratan de ganar el cielo. No han confiado en la Obra de Cristo y tratan de hacer obras y -por ellas- hacerse dignos merecedores del cielo. Demuestran haciendo obras la clase de fe que tienen. Quien cree o confa en Cristo, sabe que tiene vida eterna, Juan 3:36. Quienes, no habiendo puesto su fe, su confianza, en el Salvador, e intentan ganar el cielo amasando mritos propios, muestran y demuestran a grito limpio que
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desconocen por completo el Evangelio de la Gracia de Dios. Y es espantoso el ver que, despus de dos mil aos de Cristianismo, inmensas legiones de almas hayan cado en tan sutil y terrible trampa diablica: la mera religin de la fe y las obras. No en vano un cristiano ingls manifest que la religin es el opio del pueblo (frase que Carlos Marx adopt aos ms tarde torciendo su significado). La religin, el opio del pueblo, que lo duerme y atolondra, es la que engaa, y tambin crea un orgullo espiritual en aquellos que amontonan obras para que -por ellas- a ellos les franqueen las puertas del cielo. Orgullo espiritual? Dios desea que todo orgullo y altivez se deponga a los pies del Crucificado, y que todo pecador se ampare nica y exclusivamente en LA OBRA DEL CRUCIFICADO, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificacin, Romanos 4:25. Acaso no instruy el Maestro Divino al respecto? Vase la parbola del fariseo y del publicano, Lucas 18, y se comprobar. El cielo, la vida eterna, es UN REGALO de Dios, Romanos 6:23, y se obtiene mediante la sola fe en Cristo. Y es de fuente de engao donde se nutre el errado concepto de fe y obras para salvacin. Es imposible ameritar el cielo, ni siquiera parcialmente. Lo gan Cristo y Dios lo regala, pero el orgullo del religioso eleva al hombre a imaginadas virtudes, y le aparta de conocer y ampararse por fe en la virtud salvfica que Dios despliega en Cristo, regalando el cielo. Hay un viejo refrn de los antiguos romanos, que as reza: DE MORUIS NIHIL, NISI BONUM (acerca de los muertos, nada, sino slo lo bueno), y lo altero a fin de indicar que Lutero, el reformador catlico romano del siglo XVI, no supo conciliar la aparente contrariedad entre Pablo y Santiago acerca de la justificacin. l acept la doctrina bblica de la justificacin por la fe. La entendi claramente expuesta en el Nuevo Testamento. Pero, no habiendo comprendido la
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epstola de Santiago, y considerando que ste Apstol demandaba fe y obras para salvacin, llam a su epstola: la Epstola de Paja. Por qu de paja? Porque lo que vale es el grano, y no la paja, Mateo 3:12. Y l consider que el libro de Santiago era apcrifo, espurio, y nunca deba de haber sido incluido en el Canon del Nuevo Testamento. Lutero estaba muy equivocado en este aspecto, pues Santiago no demanda obras para salvacin, sino como demostracin de fe, y fruto de fe. Y es que el olmo no puede presumir de dar como fruto peras. Poco o nada vale si dijera: soy un peral. Tendra que demostrarlo por su fruto, y lo dems es viento y vanidad. Hemos manifestado que el ms claro representante o expositor de la doctrina de la justificacin por la fe fue el Apstol Pablo, y a l tambin se le podra haber endosado (como a otros se nos ha sobrepuesto el sambenito) aquel dicho tan aciago como infundado: cree mucho y peca ms. S, pero diremos: NADIE COMO EL APSTOL PABLO ABUND EN OBRAS PARA LA GLORIA DE DIOS, 1 Corintios 15:10; 2 Corintios 11:23, pues el resultado de la fe de Pablo (como la de cualquier otro cristiano fiel) es el fruto abundante de buenas obras, y no el pecado. Nadie puede entrar honradamente en un pacto si no intenta guardar sus condiciones. Y una de ellas para entrar al Pacto de Gracia, es la conversin a Cristo. Dios la demanda. Y la conversin a Cristo es ponerle a l en primer lugar de nuestra vida; ponerle en segundo lugar l no lo acepta, Lucas 14:25-33, porque Cristo es el Seor, y los cristianos sus operarios por amor agradecido. Cristo nos salv (a los cristianos) NO POR OBRAS, sino PARA HACERLAS, Efesios 2:8-10. As, pues, religiosos de barniz cristiano, as obreros o empresarios, sacerdotes o laicos: deponed vuestra actitud. Id a Cristo, descansad en su obra
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redentora, y haced obras de amor agradecido a vuestro Santo Seor y seguro Salvador. Poned el caballo delante del carro para que bien lo arrastre; no se pretenda que lo empuje con su hocico y por detrs. No ofrezcis a Dios en vuestra religiosidad esas vuestras obras de justicia propia -ante Dios trapo inmundo-, Isaas 64:6. (Y es lgico que para Dios le sean de mala vista y peor olor, ya que por ellas el sujeto le muestra despreciar su plan de salvacin y a Su Hijo el Salvador). Antes bien: id a Cristo como sois realmente, como pecadores necesitados de su divino perdn, y descansad en l. Y a Aquel que os salv a perpetua eternidad, servidle bien, pues os brinda la oportunidad de hacerlo, y as podris vivir para l y demostrarle cunto le amis. EST PABLO EN SOLITARIO? En crculos evanglicos suele manifestarse que san Pablo es el claro exponente de la doctrina bblica de la Justificacin por la Fe. Y estimo que ello obedece a la clara forma de expresin de dicho Apstol, la cual no admite indicio alguno de mnima duda, ahuyentando as toda sombra de incertidumbre. Ejemplo, Romanos 3:28; 5:1. Ahora bien, acerca de la justificacin, qu opinan los grandes Apstoles: Santiago, Pedro y Juan? Pablo indica que ellos parecan ser las columnas de la Iglesia, Glatas 2:9; por tanto debemos considerarles al respecto. Y debemos tambin, y cmo no? asomarnos a los Evangelios, pues si las Epstolas son la explicacin de stos, es lgico que en ellos tambin aflore y florezca dicha doctrina, bien de manera implcita, o explcita, o de ambas. Veamos, pues, un slo pasaje como muestra: (Jess dijo) Venid a m todos los que estis trabajados y cargados, que yo os har descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m... Mateo 11:28-29. A quienes llama el Seor? A quienes dice Cristo VENID A M? A los religiosos que tienen guirnaldas que
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ofrecerle a l? No, y mil veces no. El Seor vino a llamar a los pecadores, Mateo 9:13; quiso citar a su santa presencia a los trabajados y cargados del peso de sus pecados; a los que ni penitencias ni otras actividades de la parafernalia religiosa, ni otros esfuerzos personales, han podido librar de su carga. l llama y promete descanso a cuantos acudan a su convocatoria. Les quitar la penosa carga con que se presentan junto a l. Sea cual sea la situacin del menesteroso pecador, y siendo siempre por la misma causa: el pecado, en Cristo hay recurso. Y aunque l no salve de la tormenta, SI SALVA EN ELLA. Y hay victoria en l. De una vez y para siempre los va a perfeccionar, y nunca ms se acordar de los pecados de ellos, pues perdona y recibe a misericordia Hebreos 10:14-19. Les hace descansar; les da su paz. Y contina indicando el Seor Jess: Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de m... Aqu, ya s, la vida cristiana debe dejarse notar en la andadura de aquellos que previamente acudieron al llamamiento de Cristo y hallaron el perdn y la filiacin divina. De manera que est claro: 1 Ir a Cristo. 2 Descansar por la fe en Cristo. 3 Vivir en Cristo haciendo las obras que glorifican a Dios. Bien, nos baste esta cita de Mateo, en la que vemos la instruccin directa de Cristo, pues no es necesario extendernos; y aunque la doctrina de la salvacin por la sola fe, y para buenas obras, descansase tan slo en la mencionada cita de Mateo, necesitaramos de otros puntos bblicos ms? No obstante veamos tambin las opiniones de aquellos insignes apstoles del Cordero de Dios. Y psmese asombrado el mismo asombro, pues la justificacin por fe, lejos de ser invencin de Lutero, y hallndose cimentada por Pablo, encontramos que tambin Santiago est de acuerdo con ella. Y es
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por Hechos 15:13-28 donde vemos que Santiago, el que presida el concilio de Jerusaln, se identifica, apoya, y est plenamente de acuerdo con Pablo, el gran expositor de sta doctrina. Y por si alguno tena alguna duda, an se corrobora en Hechos 21:17-20. Y no solamente Santiago est en concierto con Pablo, sino que Pedro Apstol tambin concuerda y coincide plenamente con las enseanzas del Apstol de las Gentes, y hace una solemne y tremenda advertencia indicando que: muchos INDOCTOS (faltos de instruccin) tuercen las Escrituras de Pablo para su propia perdicin 2 Pedro 3:15-16. As, pues, tomen seria nota los telogos y teologuillos, maestros y maestrillos que creen hallar las doctrinas paulinas encontradas frontalmente con las de Santiago; e igualmente aquellos otros que, sin haberse doctorado en teologa, alcanzan tambin tan embotada, obtusa e irreverente conclusin. No sin verdadera pena y profunda lstima me encuentro obligado a recordar al Maestro Divino en sus expresiones: Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipcritas! porque cerris el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entris vosotros, ni dejis entrar a los que estn entrando. Mateo 23:13 . Si el ciego guiare al ciego, ambos caern en el hoyo. Mateo 15:14. Pedro tambin nos deja amplsima constancia de la soteriologa, segn el plan divino (salvacin por fe, y despus buenas obras como fruto de fe) a lo largo de su primera Epstola. Ver tambin 1 Juan 1:9-17 y cap. 3 de la misma carta. Y nos baste como prueba evidente de lo que hemos afirmado: que Pablo no est en solitario. S, Dios conoca el futuro y, previendo los errados caminos de los hombres en el devenir de los siglos, dej bien claro la sealizacin para conducir en la verdad a cuantas almas deseasen andar en ella.
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Los caminos de la salvacin estn bien delineados y perfectamente trazados en la Santa Escritura. Pese a ello, muchos en el da del juicio de los incrdulos, al Hijo Eterno alzarn su voz para manifestar al Juez Supremo: yo err porque T indicaste mal la senda que yo deba seguir. Mateo 7:21-23. No, no sern atendidas semejantes reclamaciones. Y es que el error se encuentra en el hombre, y no en Dios. Lector, no te es fcil comprender cuanto hemos afirmado? Entonces, an hay antdoto a tu mal: Clama a m, y yo te responder, y te ensear cosas grandes y ocultas que t no conoces Jeremas 33:3. Pero CLAMA POR SU LUZ Y SU VERDAD PARA QUE ESTAS TE GUEN Salmo 43:3. Y si es necesario: clama y clama, y sigue clamando hasta que Dios te de cuanta luz t necesites. Parece que el infalible Magisterio de la Iglesia Catlica no atina con la verdad sobre la justificacin. El gravsimo error fue asentado en Trento (y se refortalece en VaticanoII), y an pesa la maldicin de aquellos prelados sobre cualquiera que osare negar que la salvacin es por fe, ms obras que se aaden a la fe. (Los ms de 100 anatemas del concilio de Trento, Roma no los ha anulado). Pues bien, Pablo no est en solitario, cual si fuese un pobre quijote a quien se le haba secado el cerebro por tanto leer libros de la caballera andante. Es la Palabra de Dios que proclama a gritos una de las doctrinas ms importantes y transcendentes: la salvacin por la sola fe en Cristo. Y aqu vale recordar las palabras del Maestro: El que tenga odos para or, oiga Marcos 4:9, Apocalipsis 2:7. Y es que la salvacin, siendo de pura gracia, y no por obras, s es para hacer esas obras que el Dios de la Gracia de antemano las prepar para los suyos, Efesios 2:8-10, y a l gracias por ese precioso privilegio que concede a sus redimidos para servirle a l como siervos por amor agradecido.
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TORCIENDO LAS ESCRITURAS La rectitud de Dios y la inmutabilidad de su sabio e infalible consejo se hacen patentes a lo largo de las Santas Escrituras. Y, en realidad, no cabra esperar otra cosa, salvo si estimamos al Ser Supremo cual mero charlatn de feria. Por tanto, su Palabra es verdad Juan 17:17, como as manifest Cristo. Oigamos a Pedro Apstol, lo que deca a los cristianos (y lo que dice hoy): Y tened entendido que la paciencia de nuestro Seor es PARA SALVACIN; como tambin nuestro amado hermano PABLO, segn la sabidura que le ha sido dada, os ha escrito, CASI EN TODAS SUS EPSTOLAS, hablando en ellas de estas cosas, entre las cuales hay algunas difciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes, tuercen, como tambin las otras Escrituras para SU PROPIA PERDICIN. As que vosotros, oh amados, SABINDOLO TODO DE ANTEMANO, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Seor y Salvador Jesucristo. A l sea la Gloria AHORA Y HASTA EL DA DE LA ETERNIDAD 2 Pedro 3:15-18. Hay una riqueza instructiva muy amplia en este pasaje de Pedro, pero fijamos nuestra atencin solamente en dos asuntos: 1 Que ciertos puntos de los escritos de San Pablo pueden presentar en principio cierta dificultad de comprensin, y los indoctos los tuercen para su propia perdicin. ( Y la de aquellos que engaen, pues si el ciego gua al ciego, al hoyo caern ambos, sentenci Cristo. Mateo 15:14). 2 Que los creyentes (y cunto ms los inconversos) pueden ser arrastrados por el error de esos indoctos, (ver 2 Timoteo 3:13). Es, pues, deber de todo cristiano, y de cuantos aspiren a serlo, el afianzarse en las Santas Escrituras. Y aunque las gentes de nuestro tiempo suelen imaginar que Dios es muy pasivo y
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permisivo con las opiniones y andanzas humanas, enfatizamos de nuevo que l es inflexible en la rectitud e inmutabilidad de su consejo. Su propia justicia as lo establece. Y menos mal que l es fiel y justo 1 Juan 1:9 y podemos descansar plenamente en su santa y gloriosa Palabra, 2 Timoteo 3:16-17. Pues bien, venamos manifestando que Roma (as como otras denominaciones de nombre cristiano) demanda de sus adeptos fe ms obras para salvacin, y as vemos cmo a su paso sale de nuevo la Escritura, invariable e inviolable Escritura, con su autoridad divina: Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Romanos 11:6. S, con mayor claridad que la luz de medioda, Pablo Apstol est afirmando que a la suma, o mezcla de fe y obras para salvacin, se le ha impuesto el mayor y el ms completo vedamiento, porque la salvacin, segn Pablo, o es por GRACIA (perdn, regalo, indulto, misericordia...) o no es por gracia. Y si no es por gracia (gracia divina en virtud de los mritos de Cristo), entonces hay que ganarla, hay que merecer esa salvacin, Romanos 11:6. (Vase tambin Romanos 4:5; 4:16; 9:30-33; Glatas 3:12 y 18). La amalgama, la mezcla de fe y obras para salvacin, es incompatible. Semejante aleacin ES IMPOSIBLE, segn la Escritura. La pluma apostlica es magistral y tajante, y hay que optar: o salvacin por gracia exclusiva mediante la fe en Cristo, o salvacin mediante obras de justicia propia. Y hay que preguntarse: puedo yo prescindir de la obra de Cristo y presentarme ante Dios cargado de mis obras? Miremos la Escritura, y veamos cmo actu Pablo: NO DESECHO YO LA GRACIA DE DIOS; pues si por la Ley fuese la justicia, por dems muri Cristo Glatas 2:21. Puedes t, oh alma, prescindir de Cristo? La respuesta honrada es decir: No, no puedo. De modo y manera que no hay otra alternativa que acogernos al indulto de Dios. Y nuevamente la
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pluma infatigable de Pablo Apstol nos aporta luz: Por las obras de la Ley NINGN SER HUMANO SER JUSTIFICADO (DECLARADO JUSTO) delante de Dios Romanos 3:20. Sabiendo que el hombre NO es justificado por las obras de la Ley, SINO POR LA FE EN JESUCRISTO, nosotros tambin hemos credo en Jesucristo para ser justificados por la fe de Cristo y NO por las obras de la Ley, por cuanto POR LAS OBRAS DE LA LEY NADIE SER JUSTIFICADO Glatas 2:26. Pues bien, a la luz de la Palabra, hemos visto que es un patente desatino pretender salvarse del juicio eterno mediante fe y obras aadidas a la fe. Y si Dios demanda fe, confianza -confianza plena y absoluta-, en la Persona bendita y gloriosa de su Hijo Jesucristo, como claramente muestra en Su Santa Palabra, es entonces que no demanda fe, ms obras aadidas a la fe. Es indudable que, aquellos cuantos aaden sus obras a la fe, es porque realmente no tienen fe; no tienen la verdadera fe. Y si hubiesen puesto su fe PLENAMENTE en la Persona de Cristo, no imaginaran ponerla en Cristo y en sus obras personales. Y es que cuantos ejercen fe y sus obras para salvacin, su actitud emana de no haber confiado plenamente en la sola Obra del Crucificado. Debieran primero considerar que l es la propiciacin por nuestros pecados 1 Juan 2:2, y debieran tambin ampararse por fe solamente en la Obra redentora del Seor Jess, y no en las suyas. Y este concepto de la sola fe para salvacin, debe estar debidamente esclarecido en la mente del lector, y ello por la importancia que tiene. Seamos realistas: no es un menosprecio a la Obra del Crucificado el pretender agregar a ella nuestras imaginadas buenas obras humanas? Gan nuestra salvacin Cristo, o a su Obra hay que aadir como aditamento nuestras buenas obras? Cristo protege a todos cuantos a l acuden en bancarrota espiritual, a los que fan nica y exclusivamente en l. Qu clase
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de misericordia divina sera aquella que se aplicase al ser humano si ste tuviese que poner sus obras para conseguirla? No sera misericordia, sino recompensa por una labor. De todos modos, es slo cuando el pobre pecador es lavado por la Sangre de Cristo, la Sangre del Pacto Eterno, 1 Juan 1:7, que l queda emblanquecido por el detergente divino, y entonces, y slo entonces, puede el hombre hacer algo y ofrecerlo al Dios del cielo sin mancharlo con sus manos. Sin duda alguna que es torcer las Escrituras el adoctrinar a las gentes instruyndolas que tienen que hacer obras adicionales a la fe para hallar la vida eterna. Las Epstolas de Pablo, as como todo el Nuevo Testamento, son un fanal de luz; y cerrar los ojos a la clara realidad, no libera del error. Una de las enseanzas de Santiago, en el Cap. II de su Epstola, es que las obras son la demostracin de la fe que se posee. Y, muestra el religioso que hace obras para auto-salvarse aadiendo a su fe, que su fe no es la fe demandada en las Escrituras, pues la fe que salva, segn las Escrituras: es slo fe; no es fe ms obras aadidas a ella. CONCLUSIN Volviendo a aquel figurado enfrentamiento entre Pablo y Santiago respecto al tema de la justificacin del pecador ante el Dios de la justicia, y hecha seria introspeccin, resulta manifiesto que no aparece en la Santa Palabra ningn desfiladero laberntico que sirva para confusin, sino que, manifiesta la Escritura que: en tanto que Pablo se dedica a ensear la doctrina de la justificacin tal y como es, Santiago ensea LA PRCTICA DE ESA DOCTRINA, es decir: que la fe deber de dar el fruto de buenas obras, Santiago 2:17, y que esas obras son la DEMOSTRACIN de la fe que se posee en el corazn, Santiago 2:18; y su final conclusin, es que: una fe que no produzca obras, es una fe muerta en s misma, no es fe
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alguna, Santiago 2:26. Esta razn se confirma tambin por Pablo en Efesios 2:8-10: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glore. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jess para buenas obras, las cuales Dios prepar de antemano para que anduvisemos en ellas. (Parece que no han ledo la Epstola de Santiago -y otras Epstolas- aquellos que dicen: soy creyente, pero no soy practicante, digo por 3 vez. Y aquellos que los justifican, tampoco tienen en cuenta la enseanza divina: fe sin obras, es fe muerta). Y este modo de entender el asunto de la fe y de las obras es el nico capaz de mantener una armona escrituraria. Y cualquier otro modo de pensar en este asunto har que colisionen de plano entre s los ya citados textos de Pablo y Santiago, lo cual sera una manera errada de entender las Escrituras, y hara imposible conciliar entre s los claros argumentos de ambos apstoles del Seor Jesucristo. Creo que la doctrina expositiva de la fe y de las obras, SEGN DIOS EN SU PALABRA, queda debidamente esclarecida; y te invito, lector, que pruebes a entender la Escritura partiendo del concepto catlico romano fe ms obras para salvacin, pero no puedo darte solucin alguna para que consigas acallar los innumerables textos bblicos que se alzaran sobre t y contra ti gritando y denunciando tu error. Recuerda que 2 Pedro 3:15-16 te dira implacable: HAS TORCIDO LAS ESCRITURAS PARA TU PROPIA PERDICIN. (E incluso la de otros, si los adoctrinas mal 2 Timoteo 3:13; Mateo 23:13). Sencillamente es as: Dios primero salva a todos cuantos a l acuden fiando en la obra redentora del Crucificado; y despus obra en sus corazones, a fin de que ellos, por amor y gratitud a l, lleven a cumplimiento aquellas obras que Dios de
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antemano les prepar para que en ellas se ejercitasen (ejercitasen su fe) Efesios 2:8-10. Pretender salvacin mediante obras propias, o por fe y obras, cual Roma propugna, tan slo es un menosprecio a la GRACIA divina, por tanto: al Seor de la gracia; y fomenta un orgullo espiritual, pues el que las hace se ampara (total o parcialmente) en sus pretendidos mritos, y no da todo el mrito a Cristo el Salvador, el Seor de la Gracia, del perdn inmerecido. No olvidemos que EL REGALO DE DIOS ES VIDA ETERNA EN CRISTO JESS, Romanos 6:23, y tengamos patentizado que el regalo: o se toma o se deja, o se acepta o se rechaza. Y esto as, porque un regalo no hay que ganarlo, ni tampoco devolverlo. El sueldo s que hay que ganarlo, y el prstamo hay que devolverlo. Pero el regalo procede del amor desinteresado, y de otro modo no sera regalo. Desgraciadamente, en nuestra sociedad se hacen REGALOS con metas lucrativas, con la finalidad de obtener algo; pero tales actuaciones no son regalos, sino inversiones. El regalo autntico procede del amor desinteresado, y es la expresin de tal amor. Y si el regalo de Dios es vida eterna en Cristo, quin osara rechazarlo? La contundencia bblica es demoledora con innumerables textos, pero recordemos solamente algunos: (Cristo) se dio a S mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para s un pueblo propio, celoso de buenas obras Tito 2:14. Vemos, pues, que Cristo tuvo varias intenciones: 1 Redimirnos de toda iniquidad, 2 Purificar para s un pueblo propio, 3 Ese pueblo sera celoso de obras de gratitud para Aquel que le salv.
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Por tanto, primero est la redencin, cumplida en Cristo, y que se traduce en salvacin de cuantos fan en l. Y, segundo: Dios crea un celo santo en sus convertidos para que hagan buenas obras en respuesta de amor agradecido a Aquel que les ha salvado de las fauces potentes y espantosas de la condenacin eterna. Estmese tambin Tito 3:4-8: Pero cuando se manifest la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salv, no por obras de justicia que nosotros hubiramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneracin y por la renovacin en el Espritu Santo, el cual derram en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, vinisemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y tiles a los hombres. En fin, claramente resulta que la salvacin se obtiene de pura gracia, y queda completamente excluida toda obra hecha por el ser humano. Mas, por qu as? Sencillamente porque la salvacin de los pecadores fue lograda por la sola obra, perfecta y gloriosa, Salmo 111:3, del Seor Jess, y a precio carsimo. De tal modo que l y slo l recibir la honra de sus redimidos, Apocalipsis 1:5-6. Y nadie suee con llegar al cielo y poder estimar el haber llegado all mediante sus buenas obras y honrarse a s mismo flotando en sus imaginadas grandezas, que religiosamente muchos cubren de un sucio manto de falsa humildad. Salvacin por la sola fe en Cristo, y de pura gracia, s; y sin embargo es exigida al creyente la demostracin de su fe, Santiago 2, y as el cristiano tiene que demostrar su fe. Pero, cmo lo har? Por sus frutos, como el rbol; por sus obras, que son el fruto del cristiano, o mejor dicho fruto del Espritu Santo obrando en l, Glatas 5:22-23.
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La salvacin pertenece a nuestro Dios, Apocalipsis 7:10, cantaremos los redimidos en los cielos, y as le honraremos a l. Dios no sera debidamente glorificado si se le cantase: la salvacin pertenece a nuestro Dios, y a nosotros, por nuestros mritos. Pero, no, no habr lugar para ello. Que el mrito humano es slo la culpa de su pecado, es taxativo. Y al Dios de la Gloria es toda la honra y la gloria de sus hijos. l es el Dios de la Salvacin. Y cuantos nos hemos refugiado al amparo de su indulto amoroso, pobres pecadores rescatados del pozo sucio y cenagoso del pecado, y librados de la eterna condenacin por el brazo todopoderoso de nuestro gran Salvador, nos ha tocado el beneficio incalculable de su obra PERFECTA para nuestra redencin. Y a lo PERFECTO, a la perfecta obra del Crucificado, nada se le puede aadir, pues para Dios es perfecta (y para nosotros). Y a la perfecta obra del Crucificado, nada se le puede restar, pues para Dios es perfecta (y para nosotros). Los seres humanos tan slo podemos ampararnos en el brazo potente de Cristo, o podemos dejarle relegado y pospuesto, cual si fuese un segundn, en tanto l, con gracia amorosa, nos extiende su carta de divino indulto. Qu hars, lector, con tu Salvador? Uno hay que tom mi lugar en la cruz, 1 Corintios 15:3. Aunque indigno yo fui de su amor. Efesios 2:3. Anhelando mi negro pecado borrar, Juan 13:27. Ese cliz de muerte bebi. Lucas 22:42. Mi pecado en la cruz, fue clavado con l, Isaas 53:6. Con qu sed anhel mi perdn! Juan 19:28. Con qu paz, con qu amor Hoy contemplo esa cruz, Donde l mi maldad expi! Colosenses 1:20.
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Nunca ms esa carga de muerte y dolor Sobre mi dbil hombro pondr. Yo la dejo clavada all en la cruz, Pues que all fue clavada por l. Colosenses 2:13-14. Cun paciente conmigo, cun sabio es hoy, Que de escorias librndome va. Hebreos 13:20. Bajo un cielo sin sombra de condenacin, Gozo libre su amor sin igual. Romanos 8:1. Mi anhelo creciente es asirme de l, Juan 15:4. Y ofrendarle mi vida en su altar; 1 Corintios 10:31. Proclamar en un salmo de amor y de fe Que en la cruz l tom mi lugar. Marcos 16:15. M. San Len S, honor a quien honor merece: Al Cristo de la salvacin. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al nico y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amn. 1 Timoteo 1:17. Porque Digno es el Cordero de recibir la gloria, la honra y el poder, Apocalipsis 4:11.
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CAPTULO - 2
Pues bien, as como Pablo y Silas, acto seguido de haber dicho al carcelero de la ciudad de Filipos que creyera en el Seor Jesucristo y sera salvo, LE HABLARON LA PALABRA DEL SEOR explicndole el cuadro de la salvacin, as es mi deber ahora el exponer seguidamente, y con toda la claridad posible y la mayor sencillez, ese cuadro que enmarca la doctrina de la salvacin en Cristo Jess, a fin de que los lectores de stas pginas puedan tambin, como aquel carcelero una vez que fue informado, creer en el Seor Jesucristo y ASEGURAR su salvacin eterna, si an no lo han hecho y si as desean. Y esto as, pues Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad 1 Timoteo 2:4. En efecto, la temtica de la salvacin requiere una clara explicacin de s misma y no solamente el punto final o cota de culminacin, que se alcanza cuando el pobre pecador se rinde por fe a los pies benditos del Seor Jesucristo. Y es por ello que se expresa la Escritura indicando cree en el Seor Jesucristo y sers salvo. Y notado el concepto antedicho, nos adentramos a considerar los pasos para salvacin, que son aquellos requisitos indispensables que Dios demanda de cada persona que desea cobijarse al amparo de los todopoderosos brazos del fiel Salvador, y Salvador nico: el Seor Jesucristo. Estos pasos son: 1) Reconocimiento y aceptacin de la situacin. 2) Arrepentimiento de pecados. 3) Conversin a Cristo. 4) Fe (confianza exclusiva) en el Santo Salvador. Considero que hay otras maneras tambin de exponer la invitacin del Evangelio de Cristo, y no dudo de su eficacia, pero presento la entrada al Evangelio mediante estos cuatro pasos ya que estimo que es una forma clara y
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seria de cara al objetivo que persigue este libro. Estos pasos a seguir por el pecador NO son requisitos antojadizos, sino las instrucciones de Dios oportunas, PROPIAS, para que el Salvador saque del pozo del pecado a todos cuanto lo deseen y, para ello, acaten Sus normas a seguir para el xito de la operacin de rescate. As que nos conviene estudiarlas a conciencia, y cumplirlas sanamente. Pues bien, la concatenacin existente entre estos pasos no permite sea dejado descolgado alguno de ellos, pues unidos entre s forman el conjunto indisoluble para el fin determinado y concreto de la salvacin de los pecadores que los dan. Y si en uno slo de ellos se fallase, el pobre pecador ya no podra alcanzar su salvacin. Es cual si de transitar un puente se tratase, y que este puente tuviese cuatro arcadas: o todas se iban pasando, una tras otra, o no se lograba alcanzar la otra ribera. Sencillamente: o el sujeto logra llegar al lugar de seguridad (salvacin en Cristo), o antes o despus la inundacin de muchas aguas (la condenacin eterna) le arrastrar a la muerte eterna, que es la eterna separacin de Dios. El concepto de la salvacin conviene tenerlo muy claro, por lo inmenso de su trascendencia, que es eterna. Y no en vano instruye la Santa Escritura que Cristo Jess vino al mundo para salvar a los pecadores. Salvacin para el perdido hoy ofrece el Salvador. Salvacin al pobre, al rico, y gratis la da el Seor. En la cruz su vida ha dado, en ofrenda de expiacin. Y con su sangre ha logrado una eterna redencin. Salvacin gratuita, eterna, y un magnnimo perdn. Salvacin segura y plena del pecado y perdicin.
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A salvar ha descendido el piadoso Salvador. A salvar al que contrito pone fe en su gran amor. Si una salvacin tan grande desechares, pecador, Cmo esperas escaparte de los juicios del Seor? Autor que desconozco Acurdate de tu Creador en los das de tu juventud, antes que vengan los das malos y lleguen los aos de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento Eclesiasts 12:1.
NOTA: Hay muchas personas que, no queriendo ellas rendir su vida a Cristo, y para acallar y enmudecer su propia conciencia, se limitan a ejecutar lo que suele llamarse buenas obras. Pero tal actitud, lejos de someterse bajo las demandas divinas, que exigen el arrepentimiento, la conversin, y la plena confianza en Cristo el Seor, lo nico que hace es manifestar absoluta rebelda al Ser Supremo.
Carece de sentido alguno pretender autosalvarse con obras de tinte humanitario, religioso u otros. Y mxime, como muchedumbres hacen: se amparan an en la propia Escritura para justificar su conducta errada, y an esperan recompensa por sus imaginadas buenas obras. Para ello acuden, fundamentalmente a Mateo 25:31-46, cuyo verso 40 dice as: ...de cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos ms pequeos, a M lo hicisteis. Que lo asiente el cielo en los corazones; que lo oiga el mundo, y quede claro: Dios jams vende la salvacin del pecador, ni da recompensa alguna a aquellos que, sin arrepentimiento de pecados ni rendir su vida a Cristo, se obstinan en hacer su propio camino, y lo adornan de sus buenas obras. Ellos tienen primero que AMPARARSE PLENAMENTE EN LA OBRA DEL CRUCIFICADO, y luego obrar para la sola gloria de su Salvador.
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Y es que para hacer las obras cristianas se requiere primero ser cristiano; como para ejercer la paternidad (no sustitutoria) es necesario primeramente ser padre. No se puede retorcer el Escrito Sagrado, en Mateo 25, para justificar lo injustificable, y tratar de usurpar lo que, ni corresponde ni ser otorgado por el Dios Justo. Otras personas hacen obras levantadas en un por si acaso, y en su duda nada van a conseguir con ellas, pues sin fe es IMPOSIBLE agradar a Dios Hebreos 11:6. PRIMER PASO: RECONOCIMIENTO Y ACEPTACIN DE LA SITUACIN Quin soy, de dnde vengo y adnde voy? Qu es una criatura humana en medio de unos seis mil millones que actualmente poblamos el planeta? Quiere Dios algo de m? Muchas seran las preguntas que podramos hacernos, y sus respuestas estn en las Escrituras para que, en efecto, sepamos quines somos, de dnde venimos, qu quiere Dios de nosotros, y a dnde vamos. Pues bien, es axiomtico o evidente en teologa que Dios es soberano y es el Eterno, el Creador y Sustentador de las cosas visibles e invisibles, Hebreos 1:2-3. Los mismos cielos cuentan su gloria y el firmamento anuncia la obra de sus manos, Salmo 19:1; de modo que, como indica Pablo Apstol: negar la existencia del Divino Seor viendo su creacin, es inexcusable, Romanos 1:20. De su ilimitada grandeza y de su poder infinito nos habla bien en claro su obra creadora, la cual contemplan en lo poco que alcanzan nuestros limitados ojos y nuestros diminutos pensamientos, y se explaya a dimensiones insondables e inconmensurables para nuestro pequeo intelecto, sin que aporten demasiado los modernos y potentes aparatos telescopios y microscopios, con los que la falsamente llamada
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ciencia 1 Timoteo 6:20, consider ir desvelando los indescifrables secretos que envuelven e intrigan al pensamiento humano sobre el origen del universo. Y esto as, porque los grandes e impenetrables misterios que Dios no ha querido descubrir al ser humano, nos permanecern en oculto por su voluntad divina, Deuteronomio 29:29. Dios tambin, en su soberana, ha prefijado el orden de los tiempos y los lmites de su habitacin; PARA QUE BUSQUEN A DIOS Hechos 17:26-27. Y cuando el hombre, lejos de buscarle, en su libre albedro se sale del tiesto en que fue puesto, traspasando as el lmite de su habitacin, al salir fuera de la Tierra, viene a caerse por s mismo, pues de Dios nadie se burla. Habitar en obediencia a Dios, en luz y santidad, y buscando ms armona con Dios es su sagrado mandamiento. El ser humano incumple la ordenanza del Ser Supremo. Por ello, triste es el panorama que ofrece masivamente la sociedad del momento, y a los sabios de este mundo Dios les prende en la astucia de ellos 1 Corintios 3:19, y slo Su consejo permanecer Salmo 19:21. Su existencia, generalmente es aceptada, pero las diferencias aparecen con las desavenentes y heterogneas disertaciones acerca de este Dios: Quin es, cmo es, qu hace, si ha hablado o no ha hablado al ser humano...? Entendemos que la Santa Biblia es LA PALABRA DE DIOS, y no una parte de ella, pues toda la Escritura es inspirada por Dios... 2 Timoteo 3:16; y en ella el Dios vivo se presenta a S mismo como existente de eternidad a eternidad, Salmo 106:48; Miqueas 5:2, y como creador y sustentador de todo el universo, Gnesis 1:1; Juan 1:1-2; Hebreos 1:2-3. Este Dios habl muchas veces y de muchas maneras a los hombres por medio de sus profetas, y despus habl por su Hijo Jesucristo, Hebreos 1:1-2. Hay, pues, que escucharle; y manifiesta que su criatura humana se rebel contra l, y que todos
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quebrantamos sus santas demandas contenidas en sus mandatos soberanos, y tales infracciones son pecado 1 Juan 3:4. Y aunque el hombre en la actualidad no parece reconocerse pecador, Dios deja bien patente que No hay justo, ni aun uno... no hay ni siquiera uno. Romanos 3:10-12, pues no slo es culpable de pecado aquel bandolero declarado, sino que quien infrinja un slo precepto de la Ley de Dios, es culpable no de infringir el precepto, sino toda esa Ley que ha transgredido Santiago 2:10, y el Dios justo, el equitativo guardin de la justicia de todo el universo, le tiene que poner bajo el peso y el rigor de su inexorable justicia; y esto as porque l de ningn modo va a dar por inocente al culpable Nahum 1:3. Hacemos aqu parntesis para reflejar que muchas personas dejan or: Si realmente hay un Dios, y es justo, Por qu permite el mal y por qu no ajusticia de inmediato a aquel violador y asesino de una nia de 12 14 aos, o sucesos de ndole semejante? Dios no es justo, dicen muchos al ver tanto mal. Respondo: No es ahora ocasin de tratar ste asunto, pero s de recordar que por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazn de los hijos de los hombres est en ellos dispuesto para hacer el mal, Eclesiasts 8:11. Y, como Dios es soberano, aplica su justicia cuando bien considera; y debo preguntar: qu sera del lector si el Dios justo le hubiese ejecutado su pronto juicio sobre su primera mala accin? Seguro que no estaras leyendo ahora. Antes, y en contrario, la Escritura manifiesta que Dios es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento 2 Pedro 3:9. Y cun ms bueno y mejor le sera al pobre pecador cobijarse al amparo de la misericordia divina que andar acusando de injusto al Dios justo, al que es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia, Salmo 103:8, el cual ser severo e inflexible un da para cuantos hayan rechazado su
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perdn en Cristo. Y preguntamos: Es sabidura contender con el Omnipotente? Job 40:2. Condenaremos a Dios para justificarnos nosotros? Job 40:8. S, la Ley de Dios que tanto hemos quebrantado, nos pone bajo el juicio divino, Romanos 3:19. Y si todos somos pecadores y, por ello, todos estamos destituidos de la gloria de Dios, Romanos 3:23, tendr el Seor que enviarnos a todos a los tenebrosos habitculos infernales, alejados de su gloria para siempre? Eso merecemos, y no otra cosa. Pero la gracia divina tom cimiento en el amor de ese Dios que ES AMOR, y en Cristo Jess podemos ser perdonados, pues Cristo pag la deuda que hemos contrado con la Ley de Dios, Ley que tantas y tantas veces hemos quebrantado. Ahora bien, y puesto que Cristo cumpli la obra de la redencin mediante su obra expiatoria, nos aplicar Dios su perdn en Cristo a todos, y todos embarcados rumbo al cielo? l pudiera haber permitido que as fuese, pero en su voluntad opt por concedernos libertad para que elijamos libremente, por nosotros y para nosotros mismos, aquello que bien quisiramos escoger. Si bien, l nos advierte, con toda severidad e insistencia, y, por la gravedad del asunto, de las desastrosas consecuencias para todos cuantos rechacen su gracia o indulto en Cristo. Y Cristo mismo fue quien ms advirti del infierno de fuego: eternas amarguras, Marcos 9:43-48. Por todo lo antedicho, el ser humano debe reconocer la existencia y soberana de Dios, su santidad y su justicia. Debe de reconocer o confesar ante Dios su pecado; debe tambin arrepentirse y convertirse, y finalmente confiarse al Crucificado, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificacin. Romanos 4:25. Y ciertamente: la confianza en Cristo la ponen solamente aquellos que reconocen su pobreza o bancarrota espiritual, Mateo 5:3; no as aquellos que creen tener algo bueno para ofrecer a
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Dios. Y al respecto, cun bien instruye la parbola del fariseo y del publicano, Lucas 18:9-14. Y es lamentable que muchas almas, especialmente las personas religiosas, creyendo tener algo muy bueno que ofrecer a Dios, rechazan la gracia en ese Cristo, en el que ellas dicen confiar. Pero su confianza no se halla en Cristo, sino en sus buenas obras que creen tener. En la Escritura son llamadas obras de justicia propia Isaas 64:6; Tito 3:5, carecen de valor, Hebreos 10:8-10, y no deben presentarse ante Dios, Daniel 9:18, pues le son desagradables, Isaas 64:6.(Fiar en obras propias es no fiar plenamente en la de Cristo, y esto es un grave menosprecio al Salvador, y al que lo envi). En efecto, Dios slo se agrada en la obra de su Santo Hijo realizada en el madero sobre el Glgota; y si el hombre se pudiera salvar haciendo obras, para qu, entonces, muri Cristo, Glatas 2:21? Concluyendo: Dios es el Seor, amo absoluto y sustentador de su inmensa creacin. Y el ser humano debiera estarle agradecido por haberle dado vida y aliento y todas las cosas Hechos 17:25, pero cun lejos de ello, pues, en la insensatez de su altivez y rebelda, se alza soberbio relegando y an desafiando a su Seor. Y, no obstante, el Dios bondadoso ha obrado remedio para el grande mal que le asola: redencin expiando su pecado. Cristo la cumpli, Juan 19:30, y en Cristo hay vida, pues l es la vida, Juan 14:6.
NOTA: Permita el lector hagamos un inciso, pues muchas veces se oye decir: No puedo comprender que Dios, si todo lo sabe como cabra esperar de l, crease al ser humano para luego verse sorprendido por la rebelda de ste. De modo que, una de dos; o Dios no cre al hombre, o si lo cre no supo lo que hizo, y en tal caso, qu clase de Dios es?
Debo responder que mucha es la cizaa que el maligno ha sembrado a travs de los tiempos. Y, por otra parte, a Dios nada ni nadie le va a sorprender, pues mucho antes de la fundacin del mundo la Santa Trinidad deliber en concilio, y opt por crear al
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hombre an sabiendo cul habra de ser la alta cota de maldad a la que ste llegara. Y ya en aquel entonces la Segunda Persona de esa TRI-UNIDAD DIVINA se ofreci libre y amorosamente para llevar a feliz trmino la obra expiatoria del pecado humano en la humana naturaleza que tomara de una virgen. Dios quiso manifestar su amor a toda su creacin y declararle su bondad; y como quiso ha hecho, y para ello, permiti el pecado, y l mismo en Cristo ha expresado la inmensidad de su amor. Y nosotros, en nuestra libertad damos a Dios la respuesta que determinamos. Sin duda: a Dios no le va a sorprender ninguna actitud humana, porque tiene anticipado conocimiento de todo, pues en l el futuro es un eterno presente. Adems, las propias advertencias de la Santa Biblia avisan de los tumbos que dara este mundo, beodo por sus pecados, hasta estrellarse en los das espantosos de la gran tribulacin, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habr. Mateo 24:21. Reconocer la situacin no solamente es verla o darse cuenta de ella, sino que implica un reconocimiento o confesin delante de Dios. El ser humano debe de asumir su propia culpabilidad ante la santa presencia del Soberano. Si no nos vemos en bancarrota espiritual, sumidos en la propia culpabilidad y precisados de la misericordia divina en Cristo, para qu podramos necesitar al gran Salvador de los pecadores? Comprensible es, ciertamente, que antes de arrepentirse de pecados hay que reconocerse pecador. Y aqu, como para recibir indulto cualquier preso, debe antes reconocer sus desatinos. Generalmente las personas aceptan la existencia de un Dios Creador y Seor, y reconocen tambin que ellas han fallado bastante en las demandas de ese Seor, y Supremo, pero se quedan ah en ese punto. Permanecen impasibles a la entrada del puente de la salvacin; no alcanzan la otra ribera del ro, en cuyas alturas el azote del turbin no lograr atraparlas;
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permanecen detenidas y no dan el siguiente paso para la salvacin (el segundo, arrepentimiento). Y si en aquel punto el seor de la guadaa les sorprende, caern al ro de la muerte eterna; ro turbio y renegrido que las llevar al lago de la eternidad sin Dios, Apocalipsis 20:14-15; 21:8. Lastimoso estado el de aquel que no alcanza a verse sucio del pecado; y an ms lastimero el de quienes, sabiendo su situacin, no acuden prestos a lavarse en Cristo. Yo escucho buen Jess Tu dulce voz de amor Que desde el rbol de la cruz Invita al pecador. Yo soy pecador; Nada hay bueno en m; Ser objeto de tu amor Deseo y vengo a Ti. T ofreces el perdn De toda iniquidad Si el llanto inunda el corazn Que acude a tu piedad. Yo soy pecador Ten de m piedad; Dame llanto de dolor Y borra mi maldad. T ofreces aumentar La fe del que crey, Y gracia sobre gracia dar A quien en ti esper. Creo en Ti, Seor Slo espero en ti; Dame tu infinito amor Y basta para m. J. B. Cabrera SEGUNDO PASO: ARREPENTIMIENTO DE PECADOS Imaginemos que una persona reconoce la soberana y santidad divinas y acepta tambin su propia culpabilidad por sus pecados, pero prefiere proseguir el camino de su curso viviendo un poco ms en la maldad, pues tiempo hay (dice ella, para as justificar su actitud y postergarla) de arreglar cuentas con Dios.
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Tal persona estara paralizada en el puente, detenida all sin avance alguno y dejando al Cristo bendito, que le brinda salvacin gratuita, relegado y pospuesto, cual si fuera un segundn, para cuando ella decida caminar a l y aceptarle como Seor y Salvador. (Cristo no merece tan despreciable disposicin, y menos an de quienes tanto y tanto le necesitan). Tal actitud es bien posible; quiz es muy frecuente, y ciertamente es muy peligrosa, pues la vida de cada persona est en las manos del Supremo Seor, cuya paciencia con aquellos que dejan esperando al Hijo de su amor, es imprevisible cundo puede tocar trmino. De modo que, como informa la Escritura: He aqu, AHORA, el da de salvacin 2 Corintios 6:2. Pues bien, arrepentimiento en s no es tener un pequeo o gran pesar por algo que se ha hecho mal, ni es tampoco la actitud de golpearse desde un ngulo de hipocresa, diciendo: psame, Seor mo, que vuelvo a hacer falsedades. Arrepentimiento es aquel cambio de nimo, generalmente acompaado de dolor y tristeza por algo que la persona reconoce haber obrado mal, y lleva consigo un sincero deseo de reparacin, si posible, y el propsito de no volver a cometerlo. Hasta aqu, arrepentimiento en general, aplicable a cualquier accin humana digna de arrepentimiento. Sin duda que la palabra arrepentimiento, para muchas almas, carece de valor alguno. Ahora bien, la demanda divina permanece vigente, cual consta en la Escritura: pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, AHORA MANDA A TODOS LOS HOMBRES EN TODO LUGAR QUE SE ARREPIENTAN, Hechos 17:30. As pues, la necesidad de arrepentimiento obedece al imperativo divino; y an instruye el Seor Jesucristo: Si el hombre no se arrepiente, perecer, Lucas 13:3-5. Y si el mandamiento de arrepentirse no contempla posibilidad de escapatoria alguna, pues Dios manda a todos los
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hombres y en todo lugar que se arrepientan, la sentencia del Seor, en cuanto al hecho de perecer, tampoco contempla ocasin de evasin alguna. Sencillamente: Dios no bromea. Enfatizamos que, arrepentirse no es COMPRENDER que se debe de abandonar todo pecado, sino que es DECIDIR seriamente abandonarlo, y en el plano prctico, intentar cumplir la decisin tomada. De todos modos, el espritu est presto, pero la carne es dbil, Mateo 26:41, y habr muchas cadas a lo largo del camino. Ahora bien, una cosa es que un ave vuele sobre nuestra cabeza y la manche, y otra es permitir al pjaro que anide en ella. El arrepentido dice NO al pecado, e intenta huir de l, por cuanto sabe que el Dios tres veces santo no lo tolera. Estima seriamente que a Cristo le cost muy caro en precio el cumplir la expiacin de sus iniquidades, y no quiere seguir pecando, pues no desea continuar ofendiendo al Dios que ama al pecador, pero que no tolera el pecado. l slo desea vivir la vida de santidad que Dios espera de aquellos que aspiran a ser cristianos, y de quienes ya lo son. Dios, s, es paciente y no quiere que las almas que ha creado perezcan, sino que desea que se arrepientan y sean salvas del juicio divino y de la consiguiente sentencia de condenacin eterna, 2 Pedro 3:9. De todos modos, la paciencia y longanimidad del Ser Supremo tienen limitacin para los contumaces y rebeldes a su gracia en Cristo. Por ello, y como as est escrito: Mas si oyereis hoy su voz, no endurezcis vuestro corazn Hebreos 3:8, pues, es aqu, y es ahora, el da de salvacin, 2 Corintios 6:2. Si bien es cierto que muchos corazones se encuentran muy endurecidos, y de tanto andar desnudos ya no alcanzan a ver su propia desnudez, an el Seor Dios puede salir en socorro de aquellos que en su debilidad e impotencia espiritual vayan a l tal cual son, Mateo 11:28. Pero distinto es que las almas, lejos de buscar la ayuda divina para su ms honda necesidad espiritual, imiten a aquellos de los cuales Cristo dijo: Amaron ms las
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tinieblas que la luz Juan 3:19, o aquellos otros a quienes Cristo, con profunda tristeza, les manifest: Y no queris venir a M para que tengis vida Juan 5:40. Recuerda, lector: sin arrepentimiento de pecados no puede haber perdn de ellos, Lucas 13:3-5; Hechos 17:30; 26:20. La exigencia de arrepentimiento obedece al imperativo divino y no a mandatos humanos. Adems, el Seor Jess principi Su ministerio diciendo a los pecadores arrepentos Mateo 4:17; y tambin Cristo Jess al fin de sus das en la tierra orden a los suyos que predicasen EN SU NOMBRE EL ARREPENTIMIENTO Y EL PERDN DE PECADOS EN TODAS LAS NACIONES, Lucas 24:47. Yo creo que muchas personas han dado el primer paso para salvacin, es decir: ellas aceptan la existencia de Dios como Ser Supremo y como Seor Soberano de toda la eternidad, sin principio ni fin; y aceptan tambin y confiesan su propia culpabilidad como transgresores de la Ley Divina. Pero algo les impide dar el segundo paso para salvacin: arrepentirse de sus pecados. Ellos, s, comprenden que no deben obrar mal, pero perseveran en sus malicias, y no optan por el abandono de las mismas. Sucumben muy pronto en la escalada de la salvacin; no ascienden hasta el lugar santsimo donde se encuentra el gran Salvador pidindoles con gracia amorosa: Venid a m,... y yo os har descansar, Mateo 11:28. Se quedan ah parados; detenidos se ubican, y estacionados as no van a ninguna parte. Algo as como aguas de estancadas charcas, las cuales por detenidas se corrompen en sus propios fangos, lo cual es toda una pena. De todos modos, si tal es tu caso, lector, an puedes clamar a Dios y l te socorrer, 2 Crnicas 26:5; Salmo 34:4; Jeremas 33:3.
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Oh, Cristo, tu ayuda yo quiero tener En todas las luchas que agitan mi ser. Tan slo T puedes mi alma salvar, T slo la fuerza la puedes prestar. Oh, Cristo, la gloria del mundo busqu, Y ansioso mi vida y afn le entregu. Y en cambio mi pecho tan slo encontr Torturas sin cuenta que el alma apur. Oh, Cristo, ya quiero llegar a vivir De aquellos alientos que T haces sentir Al alma que, huyendo del mal tentador, Se vuelve anhelante a tu fiel amor. Oh, Cristo, ya quiero tus huellas seguir, Y gracia constante de Ti recibir; hallar en mis noches contigo la luz, Y alivio a mis penas al pie de tu cruz. Vicente Mendoza
NOTA: En cierta oportunidad mantuve discrepancia con un pastor que afirmaba que la conversin NO ES NECESARIA para la salvacin del pecador, sino que la persona deba convertirse despus de haber sido salva, despus de haber venido a ser hecho hijo de Dios por haber credo en l, Juan 1:12. Yo alegu Hechos 3:19, donde leemos: as que, arrepentos y convertos PARA QUE sean borrados vuestros pecados. Este texto no tena validez para mi interlocutor, pues entenda que fue dicho por Pedro A LOS JUDOS, quienes haban dado muerte a Cristo, y eran ellos, y por ese pecado de haber dado muerte a Cristo, quienes TENAN QUE ARREPENTIRSE Y TENAN QUE CONVERTIRSE. Pero NOSOTROS, los espaoles, que ni somos judos ni estbamos oyendo a Pedro en aquel da, no tenemos nada que
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ver con ese texto que demandaba arrepentimiento y conversin de pecados para que stos sean perdonados. Mi amigo se basaba en Juan, donde l deca que slo se demanda FE EN CRISTO para obtener la filiacin divina. Yo nunca haba odo tal idea, y me pareci un sutil dislate, y en prudencia somet a estudio el asunto, teniendo en mente que Aquel que no hace acepcin de personas en cuanto a la salvacin, (es decir: que Dios no va a salvar a los pecadores judos de manera distinta a los pecadores espaoles) no demandaba dos formas de salvacin distintas, sino slo una para todo ser humano. Dos aos ms tarde, Dios hizo llegar a mis manos un libro que yo ni conoca ni haba pedido, y se titula EL SEORO DE CRISTO. (De la misma Editorial). Y en l pude leer, pg. 17 y 18: Algunos dicen que porque el Evangelio de Juan no menciona la palabra arrepentimiento, no debemos preocuparnos en predicar el arrepentimiento. (NOTA DEL TRADUCTOR: es un argumento tpico de los licenciados y afiliados al Seminario Teolgico Dallas). Y as me enter yo dnde est el semillero de sta idea, o al menos, alguno de entre ms semilleros que puede haber.
Pues bien, notaremos en la ms mnima amplitud acerca de ambas palabras en entredicho, comenzando primeramente con EL ARREPENTIMIENTO. Sin sombra de incertidumbre alguna, es necesario para el perdn. A Dios no le engaamos, y de qu nos va a perdonar si nos acercamos a l acariciando el pecado y deseando enfangarnos en l a la primera oportunidad como perro que vuelve al vmito y como puerca lavada que acude presurosa a revolcarse en el cieno? 2 Pedro 2:22. Si un preso pide indulto, deber mostrar de algn modo: 1) Que asume su culpa por la que fue encarcelado. 2) Que no desea volver a cometer su crimen nuevamente. 3) Que desea asumir las leyes del pas, y comportarse como ciudadano normal.
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De otro modo NO TENDRA SENTIDO INDULTARLE. Recomiendo a quienes puedan tener alguna duda sobre el arrepentimiento, lean el precitado libro El Seoro de Cristo. Adems, noten que Pablo tambin predic el arrepentimiento a los gentiles, Hechos 26:20. No obstante, acudamos al terreno de quienes se escudan slo en Juan, (y si las dems Escrituras no les valen en lo referente al arrepentimiento, tampoco les valdrn en todo su contenido. Si Hechos 3:19 es para los judos, la epstola a Efesios, tambin ser para los habitantes de feso) y as VEMOS EN JUAN 16:8 que el Espritu Santo tiene una labor que hacer en los corazones, de judos y gentiles, antes de que stos sean recibidos a misericordia. Dios el Espritu Santo les tiene que CONVENCER DE PECADO, DE JUSTICIA Y DE JUICIO. No obstante, si despus de que el Santo Espritu haya hecho en la persona esa magna obra, los sujetos no se quieren enterar de lo que es el pecado para Dios, de cmo lo juzg en Cristo y etc., etc., entonces vean un poco la conducta de Toms despus de manifestar su incredulidad, y haber tenido su famoso encuentro con Cristo: cul fue su reverencia a Cristo, su santo temor, su dolor por el menosprecio a Dios en resucitarle, Oseas 6:2, as como la promesa personal que Cristo haba hecho a Toms mismo y sus once compaeros, de que al tercer da haba de resucitar, Mateo 20:17-19; Lucas 9:22, que apenas pudo articular un dbil y tembloroso Seor mo y Dios mo, Juan 20:28. Si alguien se acerca a la CRUZ DE CRISTO, y contempla al Hijo de Dios, y lo que hizo en ella, no va a decir a Cristo: Seor, te acepto como mi Salvador, sin haber pensado siquiera en su pecado. De qu tiene que salvar Dios a quin no se cree pecador; o se sabe pecador y desea seguir pecando? Y si el Espritu no le convence de pecado, de justicia y de juicio, seguir como estaba. Quiz empeore pensando: Seor, te he hecho un favor aceptndote, y as aumenta su alejamiento, como el fariseo de la parbola, Lucas 18, que se encontraba lleno
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de s, pero vaco de Dios. Si no hay arrepentimiento, no va a haber perdn de pecados. LA CONVERSIN. Si algn lector piensa que slo se demanda a los judos, estime Hechos 4:27, donde leemos as: Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad (Jerusaln) contra tu Santo Hijo Jess, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los GENTILES y el pueblo de Israel... De modo y manera que no slo eran los judos los que estaban metidos en el ajo. Adems, a Cristo le coronamos de espinas, le clavamos en el madero, empujamos la lanza as el lector como un servidor. No slo fue el judo acusador ni el romano ejecutor: fuimos t y yo, lector, quienes tenemos acciones en el crimen contra el Hijo de Dios. Por tanto, no imitemos a Pilato con su Petronio, trae la palangana, que tengo que lavarme en inocencia. Pablo predic a judos y A GENTILES el arrepentimiento y la conversin, Hechos 26:20. Y para cuantos consideran que Juan no demanda CONVERSIN, lean mejor, pues Juan s que lo demanda. Veamos: ceg los ojos de ellos, y endureci su corazn, para que... Y SE CONVIERTAN, Y YO LOS SANE, Juan 12:40. (Tomado de Isaas 6:10). Dios exige la conversin. Y es que no se puede subestimar la rectitud, la santidad y la gloria divina, que demandan arrepentimiento. Tampoco debe menospreciarse el SEORO DE CRISTO, QUE EXIGE CONVERSIN, previa al perdn y a la subsiguiente filiacin divina. El Espritu Santo habla tan claro en el Evangelio segn Juan que, caso de no conocerse las palabras arrepentimiento y conversin, habra que inventar dos palabras con el significado de esas dos, pues estn claramente implcitas en dicho Evangelio. De todos modos, creo yo, muchas veces Dios el Espritu hace Su obra en personas que nunca oyeron esas palabras; y, aunque no conozcan muchos datos tcnicos en la materia, fan en
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Cristo y obtienen su salvacin. De algn modo ellas perciben y asumen, as el arrepentimiento como la conversin, pues Dios ha obrado en ellos. Y, distinto es que ciertos maestros y maestrillos, telogos y teologuillos (que hoy abundan ms que gramneas) expliquen el Evangelio Santo como a ellos les parezca. Pero, recurdese: prohibido aadir a la revelacin de Dios (como quienes imponen fe y obras para salvacin); y prohibido restar, (como hacen aquellos que se olvidan la exigencia del Dios Soberano en cuanto al arrepentimiento, y a la conversin a Dios para ser salvos), Apocalipsis 22:18-19. Estmese que abundarn las reclamaciones de los maestros y de los alumnos equivocados y que sern desestimados, Mateo 7:21-23. En fin, Dios sigue GRITANDO su arrepentos y convertos PARA QUE sean borrados vuestros pecados. Y es que Hechos 3:19 cae de plano como espada de dos filos sobre toda cabeza que an no tiene quebrantado el corazn en cuanto al pecado, ni se ha sometido al seoro de Cristo. Y ay! de todo aquel que parta de este mundo a la eternidad sin haberse arrepentido, convertido y confiado a Aquel que fue muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificacin, Romanos 4:25. Estmese que si el justo con dificultad se salva, en dnde aparecer el impo y el pecador?, 1 Pedro 4:18. La puerta es estrecha, dijo Cristo; y hoy sigue con la misma estrechura. La verdad es que Dios pone sus doctrinas con cierta dificultad, porque as ha querido. Por tanto, inevitable recordar Isaas 28:13: La Palabra, pues, de Dios, les ser mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, rengln tras rengln, lnea sobre lnea, un poco aqu, otro poquito all, hasta que vayan y caigan de espaldas y sean quebrantados, enlazados y presos. Moraleja: aunque hay muchos maestros que tuercen muchos Santos Escritos, 2 Pedro 3:16, al Dios previsor no le
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podemos burlar por un atajo, pues deline bien sus caminos para nosotros en Su Santa y Gloriosa Palabra, y en ella nos garantiza que l prende a los sabios en la astucia de ellos, Job 5:13; 1 Corintios 3:19. Y si el error es por despiste, a veces tiene un pase, Mateo 5:19, pero otras veces es plenamente mortfero, Mateo 7:21-23. TERCER PASO: LA CONVERSIN A CRISTO A ste Jess, a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Seor y Cristo, Hechos 2:36. Extend mis manos todo el da a pueblo rebelde, el cual anda por caminos no buenos, en pos de sus pensamientos, Isaas 65:2. Arrepentos y CONVERTOS para que sean borrados vuestros pecados, Hechos 3:19; 26:20. Quien se ha visto a s mismo en los lodazales del pecado, y de sus pecados se ha arrepentido, si en verdad desea ser de Cristo y vivir la vida de Cristo, prosigue su escalada dando el tercer paso para su salvacin: la conversin al Seor. La conversin va de la mano con el previo arrepentimiento, pero la significacin de ambas palabras difiere entre s. Y as tenemos que: si el arrepentimiento de pecados es desear y decidir no pecar, la conversin va ms lejos, pues englobando el buen deseo de huir de la accin de pecar, abarca tambin una entrega absoluta para la completa sumisin al Seor del cielo. No es Seor el que es Salvador? Pues, naturalmente, debe ser tratado como tal. Tenemos entonces que no es asunto tan solo de no pecar, y pasar la vida a la sombra del ciprs cmodamente, sino de entregar absolutamente todo el ser para obediencia y servicio de Aquel que se quiere aceptar como Seor y Salvador. (La puerta es estrecha, dijo Cristo, Mateo 7:14, mas no el horizonte, que es un inmenso campo para servir a Dios).
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La palabra conversin significa cambio, y de ah la demanda divina exigiendo al pecador que cambie de direccin: si en anterioridad caminaba direccin sur, (de pecado en pecado y de maldad en maldad) deber dar media vuelta y hacerlo en direccin norte. En suma: acepta a Cristo como Seor en toda la extensin de la palabra, y queda postrado a sus divinos pies como siervo obediente, rendido por aquel amor divino que percibe del monte de la crucifixin, y que a l desciende con aromas del cielo. Est convertido a Dios aquel que est listo para obedecer en todo lo que sabe de la Palabra de Dios, y no detiene el camino de su curso, tanto si es ya cristiano como si aspira a serlo. Y, naturalmente, Dios no podra esperar menos que una genuina conversin de parte de todas aquellas personas que desean ser salvas, y de aquellas otras que ya lo son porque llegaron a dar el cuarto paso para la salvacin: la confianza en Jesucristo. Incuestionable: Cristo es el Rey de reyes y el Seor de seores, Apocalipsis 19:16, por lo cual nuestra actitud para con Aquel que dej temporalmente su trono de gloria en los cielos y pen sobremanera a fin de rescatarnos de la maldicin de la Ley acusadora, debe ser de absoluta rendicin en total sumisin, con gratitud plena y santo anhelo de glorificarle y agradarle en todo, con santo temor y suprema reverencia, porque: en verdad que el Rey de reyes y el Seor de seores es digno acreedor de un total acatamiento de su voluntad en fidelidad de parte de todos cuantos aspiran a ser cristianos (as como de aquellos cuantos ya lo son). Nuestra sociedad, en trminos genricos, bien puede cuestionar la soberana de Cristo, incluso rechazarla de plano, como muchos hacen, pero Cristo en su Palabra dice: Vivo Yo, dice el Seor, que ante m se doblar toda rodilla, Romanos 14:11. Y en Filipenses 2:9-11 leemos acerca de l: Por lo cual Dios tambin le exalt hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jess se doble toda rodilla de los que estn en los cielos, en la
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tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Seor, para gloria de Dios Padre. Oh alma que lees, si antes o despus tu rodilla ser doblada ante Su santa presencia, por qu, entonces, no doblarla hoy de grado, y no maana de por fuerza, cuando el juicio divino y la correspondiente sentencia de condenacin ya sean irreversibles?! Que no quiero Yo la muerte del que muere, dice Dios el Seor, CONVERTOS, pues, y viviris, Ezequiel 18:31-32. Debemos manifestar que la CONVERSIN A CRISTO no puede obrarla religin alguna, ni tampoco el duro cilicio del ms austero ermitao del desierto, el cual flagele su cuerpo sin piedad ni misericordia alguna en su ascetismo solitario. Y aunque algunos creen que la vida austera del eremita le hace alcanzar santidad, Dios en Su Palabra dice lo contrario, Colosenses 2:23, y nadie olvide que el pecado traspasa las cavernas de los caverncolas y los muros de los conventos, aunque stos sean de clausura. Donde haya un ser humano, all hay un corazn inclinado al mal, y sujeto a pasiones y concupiscencias de la carne. Notemos lo que afirma San Pablo: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en m. As que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal est en m. Porque segn el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que est en mis miembros. Romanos 7:19-24. Se ha afirmado que hubo hombres que guardaron LA PUREZA BAUTISMAL. Qu dislate! 1) El bautismo no lava a nadie de pecado alguno. Apocalipsis 1:5; 1 Juan 1:7; Glatas 3:26. 2) San Pablo mismo confiesa hacer el mal que no quiere... y esto aos despus de su conversin.
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De modo que los ascticos no piensen que el ascetismo sirve para mucho. La conversin procede de la gracia divina y obra en el corazn humano que responde favorablemente a dicha gracia divina. (Y estmese que el ser humano, en su libre albedro, bien puede rechazar el torrente de gracia que Dios le enva). En suma: el seoro de Cristo, visto desde la ptica bblica, es totalmente incuestionable. Y Cristo demanda la negacin de s mismos a aquellos que quieran seguirle, Marcos 8:34, y requiere de ellos que acepten su seoro con todas las implicaciones y consecuencias que de ello puedan derivar, Lucas 14:25-33. Dios demanda, s, de manera imprescindible, incuestionable e incontrovertible, la conversin a l para que l otorgue el perdn de pecados, Isaas 55:7; Mateo 13:15; Hechos 26:18-20. Dios al pecador le exige para llegar a ser salvo: comparecer ante l tal cual es: pecador; pero arrepentido y convertido, para poder llegar a estar confiado en Cristo y ser salvo. Y slo de ste modo, el SEOR DE LA GLORIA PUEDE RECIBIR TODA LA GLORIA. Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdicin, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan, Mateo 7:13-14. S, lector: INCLNATE ANTE L (convirtete a l) PORQUE L ES TU SEOR Salmo 45:11, pues Cristo es el Seor de todos, Hechos 10:36. Nunca has odo que Dios te ama? Que hay una oferta de salvacin? Que hay una fuente de vida eterna Y un sacrificio de expiacin?
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S, t lo sabes, y cuntas veces En lo secreto del corazn Or pudiste la voz de Cristo Que te ofreca paz y perdn! S, tu bien sabes que eres la oveja Extraviada, y que el Pastor Sigue tus pasos fiel y constante, Pero rechazas su fiel amor! Qu mal sendero te sealaste! Qu triste herencia fue tu eleccin! Qu fruto esperas de tu extravo? Y del pecado, qu galardn? La triste mancha de tu pecado Hasta la muerte quieres llevar? Quieres, cargado con tus delitos A la presencia del Juez llegar? Cunta locura, cunto extravo! Cunta ceguera y cunto error! Toma conciencia de qu sentencia Te ests haciendo merecedor. Tal vez conoces, desde pequeo, Del Evangelio la invitacin; Pero prefieres cegar tus ojos, Ir demorando TU CONVERSIN.
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Mira hasta el cielo, ve tu desgracia, Ve la ternura del Buen Pastor. De nuevo llama Su voz amiga Y no respondes a tanto amor? Mariano San Len
NOTA: La verdad es que uno encuentra muchas personas que cuando ellas ven (o antes de ello) que tienen que rendir toda su vida de una manera absoluta y plena al seoro de Cristo, y posicionarse en l para entrar a la OBEDIENCIA DE LA FE, toman entonces medidas preventivas a fin de no complicarse la vida. Y una de ellas es que CONDICIONAN el Evangelio Santo y, por tanto, al Seor del Evangelio. Es decir: imponen condicin, y sta es: YO, ANTE TODO, SIGO MI RELIGIN. Creyente, s, pero a mi manera. (Y algunos incluso hablan de que jams van a traicionar a su iglesia; quiz porque les importe poco o nada el Evangelio, o porque lo ignoran bastante, y de este modo: dan espaldarazo a Cristo).
En fin, hago advertencia de que ANTE TODO, Y SOBRE TODO, debe de ser Cristo y Su Palabra. Porque si las doctrinas en que la persona se ampara no se ajustan plenamente a la autoridad indubitable de la Palabra de Dios, entonces, qu sentido tiene someterse a ellas? No conviene escudarse en el error colectivo, mirando para muchedumbres presas de desaciertos. Hay que or a Cristo, que habla claro en Su Palabra. No hay que huir de l por ninguna va de sutileza de entre tantas que el maligno ha trazado para engatusar a los desprevenidos.
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El Evangelio no puede ser acomodado a intereses personales de ser humano alguno. Y lo PRIMERO que el hombre debe de hacer es: RECONOCER el seoro de Cristo. Lo SEGUNDO es: SOMETERSE a ese seoro, y no huir de l, porque Dios demanda obediencia a su Palabra, y no a decretos humanos, quienquiera los decrete, Hechos 5:29. Por tanto, lo primero NO es yo, ante todo, de tal o cual religin, como si la religin salvara a alguien. Porque a Dios el Seor nadie le impone restriccin alguna, sino que l mismo YA IMPUSO SUS PROPIAS CONDICIONES, y una de ellas es LA CONVERSIN A L, y no a religin alguna que los hombres hayan levantado suplantando la verdad divina con sus sofismas humanos. Y todo condicionante, con aire de religiosidad o sin ella, tan slo es la mera excusa para no rendir obediencia al Dios Soberano, el cual instruye algo ms de quinientas veces que se vaya a l. Por tanto: lo PRIMERO es Cristo, Mateo 10:37; lo SEGUNDO Su Palabra, Salmo 138:2; lo TERCERO es obedecerla pamente (temerosamente), Isaas 66:2; y lo CUARTO: la vida cristiana, slo se basa fielmente en Dios y Su Palabra, y recuerda, lector, que el nuevo nacimiento en Cristo, Juan 3, suele presentarse con ciertos dolores de parto, y a veces son fuertes. Ahora bien, aunque la puerta es estrecha, (y muchos no van a pasarla, porque NO SE MOLESTAN LO BASTANTE o porque tomaron camino que no conduce ni a ella), Lucas 13:24, algunos s que lo consiguen, aunque con esfuerzo, Mateo 11:12. CUARTO PASO: LA FE (CONFIANZA) EN EL SALVADOR RESUCITADO De cierto de cierto te digo: el que CREE (confa) en m, tiene vida eterna. Jesucristo, Juan 6:47. Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo, nosotros tambin
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hemos credo (CONFIADO EN JESUCRISTO), para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la Ley NADIE ser justificado. San Pablo, Glatas 2:16. Todos sois hijos de Dios POR LA FE EN JESUCRISTO. San Pablo, Glatas 3:26. (No por el bautismo en agua, ni por creacin, ni por parentesco, Juan 1:12-13) Si bien es cierto que por la fe deben darse todos las pasos para salvacin, pues la fe viene del conocimiento de la Palabra de Dios, Romanos 10:17, como as tambin es cierto que por la fe debe andar todo cristiano sus das o sus aos hasta que el Seor le llame a su presencia, 2 Corintios 5:7, no es menos cierto que este cuarto paso para salvacin es el definitivo en la escalada, es el que culmina la labor para ASEGURAR la salvacin eterna. Mediante este cuarto paso el pecador contrito se abandona por la fe a la total proteccin en absoluta confianza en los todopoderosos brazos salvadores del Seor Jesucristo, quien con tanto amor y paciencia le ha guardado y no le va a defraudar, pues como l previamente manifest: el que a m viene, no le hecho fuera, Juan 6:37, le acojo - le recibo. Al fin lleg el pobre pecador a los brazos amantes de su bendito y fiel Salvador. Suyo y para siempre, Juan 10:29; Romanos 11:29. Suyo y para siempre, que es la ms grandiosa bendicin que el ser humano jams puede hallar, y motivo de gozo y alegra el que su nombre haya sido registrado en el Libro de la Vida all en los cielos como propiedad de Cristo, Lucas 10:20, de lo cual se gozan las criaturas anglicas, Lucas 15:10, porque ellas contemplan expectantes y anhelan ver la formacin del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, 1 Corintios 12:27, Iglesia que l gan por su propia sangre, Hechos 20:28.
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Y sta es la fe salvadora del Evangelio Santo: la absoluta confianza y dependencia en el Seor, quien con su sacrificio consumado del Glgota efectu nuestra redencin, a fin de poder otorgar completa salvacin, gratuita y eterna, a todos cuantos a l acudan. Y es por ello que la Escritura registra innumerables veces que el que CREE en el Hijo TIENE vida eterna, Juan 3:16, 18, 36... y que quienes rehsan creer en l, MUEREN EN SUS PECADOS, Juan 3:36; 8:34. De tal modo que, aunque Dios es amor, su inmenso amor para con el mundo pecador qued puesto all (como punto necesario de partida para ser hijo de Dios y vivir la vida de Dios) en la cruz bendita del Hijo de su amor, Juan 3:16. Y no hay otra alternativa que poner la fe, la confianza, nica y exclusivamente, en Cristo el Salvador, Hechos 4:12. Despus se caminar con l, tambin por fe, pues el que se une al Seor UN ESPRITU ES CON L, 1 Corintios 6:17. S, la Palabra de Dios es bien categrica al respecto: no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos, Hechos 4:12. De tal modo que es slo Jesucristo quien salva. Y vano intento es pretender salvacin mediante las llamadas buenas obras, los sacramentos, misas, donaciones econmicas, intentar cumplir los 10 Mandamientos, etc., etc., pues no hay otro nombre que Su slo Nombre para salvar al pecador. Hoy se dice que hay diversos caminos de salvacin, cual son: ser bueno; cumplir con cualquier religin, etc. pero la bendita Palabra de Dios es rotundamente categrica y solemnemente terminante: para salvacin no hay otro nombre que pueda salvar, ni nada ni nadie que no sea exclusivamente Cristo el Seor. De tal modo que, sin temor alguno, aseveramos que aunque del ser humano hubiesen procedido grandes ros, profundos mares y extensos ocanos de suplicantes lgrimas, an todas juntas jams habran podido mover a compasin el corazn de Dios para salvar por ellas a un slo pecador, pues su inmensa misericordia tan slo fluye de la obra redentora del Hijo de su
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amor: Jesucristo el Seor. Y Dios lo advierte con meridiana claridad, a fin de que nadie se llame a confusin. Y l no es cual charlatn de feria, que bien puede cambiar de inmediato en su opinin, pues es fiel a su Palabra y sta permanece para siempre, 1 Pedro 1:25. As pues, slo salva Cristo, y slo salva por la fe en l. Tal es el camino que Dios indica; y los que emprenda el hombre tan slo le llevarn a estrellarse en la ms terrible locura sobre rocas inaccesibles que le rebotan al lamento eterno y a la cruda amargura de haber rechazado al Hijo de Dios como su Seor y Salvador. Cierto que: quien cree, no duda; y quien duda, no cree. Dudar es no creer, y creer es no dudar. Quien CREE sabe que TIENE vida eterna, Juan 3:36; 1 Juan 5:12-13, y sabe tambin que su vida est muy asegurada en Cristo Jess, Colosenses 3:3-4, pues es VIDA ETERNA, y lo eterno no va a dejar de ser. Dios se la ha dado en Cristo, y l la tiene. Por ello el creyente acta en base a lo que ha credo. Y as acontece con todas las actividades de la vida, pues el trabajador presta sus servicios durante el mes porque cree que se los van a pagar; el agricultor, como indica Pablo Apstol, ara y trilla con la esperanza de recibir el fruto, 1 Corintios 9:10, y si creyera que no lo obtendra, probablemente no hara sementera. Y t, lector, an no crees que Cristo te dar vida eterna si a l acudes? Si rechazas su invitacin, el peligro se cierne inminente sobre ti; y no es positivo el permanecer impasible al amor divino en Cristo mientras se camina rumbo a la eternidad sin el perdn de los pecados. Por tanto, conviene tomar conciencia de uno mismo, de Dios, y de la salvacin que l ofrece gratuita y eterna. Y vale la pena someter a serio anlisis la temtica de la salvacin en Cristo para poder, finalmente, rendirse y abandonarse por fe en Sus todopoderosos brazos. No en vano la Escritura Santa martillea y martillea, cual vers el poeta: Como yunque de hierro que incesante canta desde el alto cerro donde
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se levanta e invita a los pecadores a refugiarse al amparo del Seor Jesucristo, a fin de que todo aquel que en L CREA no se pierda, mas tenga vida eterna, Juan 3:16. Y en enorme pena torna el presenciar que muchas almas se dejan transportar por la muerte espiritual a la miseria y desolacin de la noche eterna, al eterno lamento de haber rechazado a Cristo, al interminable rechinar de dientes, y al lloro amargo que advierte el Seor Jess, Mateo 22:13; 25:30. Oh, si las almas vinieran al Cristo bendito que les tiende su gratuita invitacin: Venid a m, que yo os har descansar! Mateo 11:28. Oh, si las almas escalaran la ladera del monte de la crucifixin y se rindiesen a los pies del Crucificado! Entonces cada persona sera salva y elevada a la categora ms excelsa que la mente del hombre jams hubiese imaginado y que el Dios que es amor quiso conceder a sus humanas criaturas que se acogieran humildemente en sus corazones a la proteccin del Hijo de su amor: la categora estupenda, grandiosa, bendita y sublime de venir a ser hechos hijos de Dios por la fe en Jesucristo, Juan 1:12. Tal es la misericordia tan laudable del Ser Supremo. S, esto es amor: Porque de tal manera am Dios al mundo que ha dado a su Hijo unignito, para que todo aquel que en l crea (confe) no se pierda, mas tenga vida eterna, Juan 3:16. V a Cristo, y l TE HAR DESCANSAR, Mateo 11:2830. Entonces, y slo entonces, descansars en Cristo y hallars la PAZ y el DESCANSO, verdaderos. Paz en Cristo y descanso espiritual que NI LAS MISAS, prctica de sacramentos y dems religiosidades, no han podido ni podrn drtelos. Estos cuatro pasos para salvacin pueden ser dados en breves segundos, en cualquier momento y en cualquier lugar, y quien los da queda instantneamente sellado para Dios. Vale o no vale la pena ser acreedor de una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible RESERVADA en los cielos para cuantos fan en Cristo? 1 Pedro 1:4.
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Salvacin, s, para cuantos llegan a confiar en el verdadero Cristo, y no en esos imaginados cristos inventados, tales son: una oblea de pan; un cristo paternal que perdona a todos sin excepcin alguna, aunque maldigan su nombre y abiertamente le rechacen; un cristo comunista, un cristo obrero, u otros cristos. Lector, solamente el que muri y resucit, y que es Seor de vivos y de muertos, Romanos 14:9, es quien recibe a eterna misericordia a todos cuantos a l acuden y confan en su perdn. l mantiene su oferta de gracia, y contina diciendo: VENID A M... Y YO OS HAR DESCANSAR, Mateo 11:28. El no aceptar la maravillosa gracia divina en Cristo, o indulto de Dios, slo puede reportar la miseria espiritual y la densa gelidez y desolacin de la noche eterna. Y en ste asunto, cada cual decide por s y para s. No obstante, Cristo contina llamando. Por tanto: Venid junto a la Cruz Los que buscis perdn; Hallar podris la paz, salud Y eterna redencin. Venid al Pacto Eterno del Amor Od la voz de vuestro Salvador. Qu amarga vuestra sed! Qu lejos la virtud! Ya no ignoris la sutil red De vuestra esclavitud. Venid, la Cruz de Cristo es manantial De redencin y gozo perennal. Miris con ansiedad La llaga y el borrn Que vuestra ciega iniquidad
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Dej en el corazn. Pensis amedrentados que tal vez A su presencia os llame pronto el Juez. An siendo tal baldn Cual grana y carmes, El ms daado corazn Remedio tiene aqu. Venid, la sangre de la expiacin Os habla de clemencia y compasin. Venid junto a la Cruz, Venid y descansad. El sacrificio de Jess Expi la maldad. La Cruz es el mensaje del amor Que Dios anuncia al pobre pecador. M. San Len Recuerda, oh alma, que un da el Seor de la guadaa llamar a tu puerta, y tal caballero el rey de los terrores, Job 18:14, cumplir su funcin an por ms que llames al mdico, y por ms potingues que te recomiende. Que no te falte Cristo entonces, cuando la vida se escapa. Cuando la vida sale y te vas de aqu! Cuando tu vayas a la eternidad, que tengas a Cristo en ti! Mi amigo, como la duracin de nuestra vida en este valle de lgrimas no depende de nosotros, conviene ya mismo, ponerla, entregarla en las manos de Cristo, y dejar que l sea el nico y soberano Seor de nuestro ser, desde ahora y por la eternidad.
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CAPTULO 3
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Sin duda que nadie como el Seor Jesucristo expone la seguridad de la salvacin eterna. Oigmosle: Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy VIDA ETERNA, y no perecern jams. Juan 10:27-28. Claro, ms an que la luz de medioda: el Seor da a sus ovejas una vida eterna, una eterna salvacin de la muerte y condenacin eternas. l no da una salvacin temporal, que puede adquirirse por estado de gracia y puede perderse al caer de nuevo en pecado. Se trata de ser oveja del Seor. Si creemos al Seor, tenemos que creer A SU PALABRA. Y el asunto es: tienes, lector, asegurada tu salvacin eterna? Ests bajo el Pacto Eterno que Dios hace con los pecadores que fan en el Seor Jess? Si an no ests bajo el Pacto de la Gracia, o el Nuevo Pacto, Cristo an no te ha salvado, y el Salvador de los pecadores an no te tiene por oveja suya. Recuerda que Cristo habla de sus ovejas como de personas que Su Padre le ha dado, y que las potencias del mal no podrn nunca arrebatarlas de su todopoderosa mano. Y el fiel creyente, sea que viva o que muera: es del Seor. Romanos 14:8. Tenemos que considerar tambin que la vida eterna es un REGALO de Dios, (Romanos 6:23; Efesios 2:8), y debemos preguntarnos: si alguien nos regala algo, tiene derecho tal persona de quitarnos aquello que en anterioridad nos ha regalado? El regalo es un regalo, un don, una ddiva. Quien da el regalo, lo da y nada ms, y carece de derecho alguno a reclamarlo. Quien da algo con derecho a reclamacin, hace un prstamo o hace una inversin. Y no, Dios no es un prestamista ni inversionista, sino sencillamente: un Dios de amor que quiere derramar abundante bendicin y vida ETERNA en cada corazn que se refugia al amparo de su amor en Cristo Jess. Y si hemos recordado que el regalo de Dios es vida eterna Romanos 6:23, cmo podremos pensar que el Dios rico en misericordia nos va a quitar posteriormente esa VIDA ETERNA que nos ha dado en Cristo?
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Eso jams. Y si Dios lo hiciera, ni la vida que habra otorgado era eterna (pues habra sido temporal, limitada), ni habra sido un regalo, pues habra sido un prstamo temporal condicionado, o semejante. En verdad es significativo el hecho de que el Seor, conociendo de antemano el futuro del extravo humano en el porvenir de los tiempos, estim dejarnos en su Palabra ampliamente claro que sus regalos (y recordemos que la vida eterna es uno de ellos, Romanos 6:23) lo son para siempre, y quienes los reciben no deben temer perderlos. La Escritura es transparente en grado mximo, y as leemos en ella: irrevocables (otras versiones traducen sin arrepentimiento) son los dones (regalos) y el llamamiento de Dios, Romanos 11:29. Y es por ello a todas luces deducible y axiomtico que l no va a arrepentirse de haber dado vida eterna a sus ovejas, ni a revocar su don inefable 2 Corintios 9:5, que ha otorgado a todos cuantos fan en su Santo Hijo. Ya hemos indicado que las ovejas de Cristo, son suyas, y lo son para siempre, Juan 10:27-29. Los conversos tenemos presente que: Sea que vivamos o que muramos, somos del Seor, Romanos 14:8. Pues bien, el creyente que en verdad lo es, sabe que es oveja del Seor, y con derechos de hijo, (porque es hijo de Dios por la fe en Jesucristo, Juan 1:12; Glatas 3:26) y que su Padre Dios no le va a abandonar jams. El anzuelo del maligno jams puede capturar a los hijos del Dios Eterno; porque aquellos que Dios salva, aquellos a quienes Dios indulta, aquellos que han recibido por la misericordia divina el perdn de sus pecados, se hallan bajo el Pacto de Gracia, bajo el indulto del Omnipotente, y ellos ya no pueden perder su salvacin porque Dios se la dio de pura gracia, y fueron sellados con el Espritu Santo como propiedad de Cristo Efesios 1:13-14, cuyas ovejas, propiedad suya, nadie puede arrebatrselas. (Abrimos parntesis para indicar que, los redimidos del Seor, como otrora Pablo Apstol
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a veces no hacemos el bien que queremos, y hacemos el mal que no queremos Romanos 7:19, pero an siendo nosotros un tanto infieles, l permanecer fiel 2 Timoteo 2:13. Y sabemos que para nuestras debilidades tenemos un Abogado Defensor, 1 Juan 2:1 -no de esos que pierden juicios-, sino un Abogado que l mismo pag previamente las culpas de sus defendidos; y las pag en su Cruz. S, pag todas las culpas de todos los hombres y de todos los tiempos. Ahora bien, ello no nos da derecho para pecar libremente; y de esto hablaremos posteriormente). Entendemos que en el mundo catlico romano, el asunto que tratamos, la seguridad de la salvacin, es tema desconocido y, por ello, ha de causar gran sorpresa la afirmacin bblica de que quien nace de nuevo (Juan 3) ya es oveja del Seor, y lo ser a perpetua eternidad. Por ello intentamos seguidamente que se comprenda mejor el principio que consideramos ya asentado, y para ello traemos a escena el siguiente relato: Servidor recuerda que, cuando en pasados aos visitaba algn mercado de ganados, observaba que aquellos tratantes, o compradores, una vez que fijaban precio con los vendedores, marcaban los animales que ellos haban comprado. Cada comprador tena su propia marca o seal que dejaba impresa en los animales que haba comprado (poda ser una V con tinta roja o azul, supuesto que el comprador se llamase Victorino; y el marcado de animales admita gran variedad de formas). Cada comprador tena su propia marca o identidad, y era respetada por todos. De este modo, aquellos animales que eran adquiridos por el precio acordado con la parte vendedora, le quedaban reservados y, un corto tiempo posterior, (apenas unas horas) el comprador acuda al lugar donde se encontraban los animales, pagaba el importe de su compra, y eran cargados a los vehculos que los transportaban al lugar de destino. Sencillamente, una operacin de compra, una espera, un destino.
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Guarda cierta similitud con estas operaciones de compra venta, el hecho de que cada oveja de Cristo, cada persona que confa en l, por precio l la ha comprado, (el precio de su sacrificio consumado del Glgota) y la ha marcado o sellado para S con su Santo Espritu, como sello inviolable, como marca indeleble, como imborrable seal, como las arras de una redencin para la eternidad, y vase 2 Corintios 1:21-22; Efesios 1:13, 4:30, y transcurrido un tiempo, Cristo lleva a cada oveja suya a la morada del cielo, cuando l quiera hacerlo. Y aunque las ovejas tengan que esperar un cierto tiempo, ellas saben de quin son, y que l no va a dejarlas olvidadas. No, pues le costaron muy alto precio y no las abandonar jams. Si bien, aquellos animales de los mercados eran marcados con seal externa, cada oveja del Seor tiene marca interna, no visible al ojo humano, y tal signo es el mismo Espritu de Dios morando en cada redimido, y morando para siempre, Juan 14:16. Y as, todo sellado para Dios, est reservado para su Amo Divino, y cuando a l plazca llevar a cada una de sus ovejas a la morada del cielo, como as transportaban aquellos compradores de ganados a su destino las cabezas que haban comprado. Y al respecto, bien manifiesta el Dios del cielo: Te puse nombre; mo eres t, Isaas 43:1; Apocalipsis 2:17. Y si bien es cierto que cada cual de aquellos compradores de ganados escogan para s aquellas cabezas que seleccionaban de entre cuantas haba en el mercado, Cristo no ha obrado as, sino que REDIMI, COMPR, a todos los hombres, y espera paciente que a l acudan cuantos libremente deseen hacerlo. Ahora bien, los que hemos ido a l, hemos pasado a ser sus ovejas, y somos suyos. l nos ha salvado, nos cuida, le pertenecemos, y cuando plazca a Su voluntad soberana, nos llevar a su palacio del cielo. Entre tanto, fiando en l: sabemos que si vivimos o si morimos somos del Seor Romanos 14:8. Propiedad suya inajenable, inalienable, intransferible.
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De veras vale la pena estar reservado para el cielo. Y Pedro apstol bien en claro lo manifiesta con las siguientes palabras: para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, RESERVADA en los cielos PARA VOSOTROS (los creyentes verdaderos), 1 Pedro 1:4. Pablo apstol tambin lo afirma, Efesios 2:6; Colosenses 3:3, y nada nuevo indican, pues el Seor Jesucristo previamente lo haba manifestado al exponer: el que cree en M, (el que confa en M) TIENE vida eterna, Juan 3:36. Y el apstol amado del Seor, tambin escribi al final de su vida: Estas cosas os escribo a vosotros los que CREIS en el Hijo de Dios para que SEPIS que TENIS vida eterna, 1 Juan 5:13. Se puede pedir mayor claridad an? El fiel creyente debe saber que tiene vida eterna asegurada en Cristo, y debe de vivir confiado en ello. Cierto, s, el verdadero creyente (no los falsos creyentes, ni los creyentes ilusionarios que se hallan bajo los efectos de falsos espejismos) es salvo en esperanza. Sabe, o debe saber, en certidumbre que tiene la vida eterna asegurada en Cristo, y estima tambin que debe tener sus pies sobre esta tierra por un tiempo. Pero, con Pablo apstol, creemos que somos salvos en esperanza, Romanos 8:24. Y esto es algo que guarda cierta sinonimia con quien acert en su nmero de lotera, y an no ha recibido en sus manos el dinero que le corresponde, pero se puede sentir millonario; millonario en esperanza, pues quiz al siguiente da, o unos das despus, tendr en sus propias manos los millones que ya son suyos. Y as el cristiano: no est en el cielo, pero es ciudadano del cielo, Filipenses 3:20, pues su destino es el cielo, Colosenses 1:5. Para algunos asuntos administrativos de nuestra sociedad, hay registros oficiales, y cuando una propiedad est registrada, su dueo descansa sin temor de que nadie se apropie de ella. Y as en los cielos hay tambin un registro oficial: el Libro de la Vida.
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Y en tal registro consta el nombre de los redimidos del Seor Jess, como propiedad suya, Lucas 10:20; Apocalipsis 21:27. Ahora bien, preguntamos: habr en la tierra, en los cielos, y an en los mismos infiernos, poder alguno que pueda arrebatar al Cristo de la gloria alguna de sus ovejas? Esa imaginada fantasa sera ms que imposible, Juan 10:27-29; Romanos 8:28-39. De modo que puede entonces cada creyente en el Seor descansar seguro de que le aguarda la vida eterna, y no teme caer de la gracia, pues para sus pecados hubo el ms amplio perdn. Atrs quedaron en la Cruz de Cristo hace dos mil aos. Y aunque el fiel creyente, aquel que su nombre consta en los ficheros del cielo, an puede tropezar y caer en el pecado (como as aconteca a los ms insignes personajes de la Biblia, Romanos 7:18-19; 1 Juan 1:8; Isaas 6:5), an y a pesar de ello, tiene recurso en el Abogado Divino, de quien hemos dicho que pag previamente las culpas de sus defendidos, y l aboga las causas de ellos y los defiende ante el Trono de la Gracia, que es diferente del Trono del Juicio, (1 Juan 2:1-2). No extrae, pues, la expresin de Pablo: Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espritu Santo; porque despus de haber dicho: este es el pacto que har con ellos despus de aquellos das, dice el Seor: pondr mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribir, aade: y nunca ms me acordar de sus pecados y transgresiones. Hebreos 10:14-17. Quiz algn lector piense que la seguridad de la salvacin slo es posible cuando estemos en el cielo, pero hasta aquel entonces, no es posible tenerla asegurada, pero recordemos que Pedro Apstol dice que los cristianos tenemos una herencia eterna RESERVADA en los cielos, 1 Pedro 1:4. Reiteramos que el renacido ya es salvo. Dios lo dice, tambin con las sanas palabras: Porque por gracia SOIS salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
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no por obras, para que nadie se glore. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jess para buenas obras, las cuales Dios prepar antemano para que anduvisemos en ellas. Efesios 2:8-10. El SOIS no est en futuro. Se le dijo a los renacidos en Cristo, y por extensin Dios lo aplica tambin a los conversos de nuestros das, ya que ese SOIS es un continuo presente. Podra ser ms abundante, pero estimando la suficiencia, paso a notar Romanos 8:16, donde leemos: El Espritu mismo da testimonio a nuestro espritu, de que somos hijos de Dios. Y te invito a que te preguntes seriamente si: El Glorioso Espritu de Dios reposa sobre ti, 1 Pedro 4:14 y si este GLORIOSO ESPRITU da testimonio a tu humano espritu de que t, en verdad, eres hijo de Dios. Has de saber si Dios el Espritu Santo grab claramente en lo ntimo de tu ser con su sagrado fuego la certidumbre indeleble de que verdaderamente eres Su hijo por a fe en Cristo Jess. Estimado, lector, HAS SIDO SELLADO POR DIOS Y PARA L? 2 Corintios 1:22. Te puso el Tratante Divino Su indeleble marca cuando confiaste en Cristo? Dice tambin la Santa Escritura: En l (en Cristo) tambin vosotros, habiendo odo la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvacin, y habiendo credo en l, fuisteis sellados con el Espritu Santo de la promesa, Efesios 1:13. Y no contristis al Espritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el da de la redencin, Efesios 4:30. Sabes si Dios te sell para S? Yo s lo s, y mira si Dios lo ratifica: El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en s mismo, 1 Juan 5:10a. En fin, te comunico que tengo ese testimonio.
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CONCLUSIN Primero: El creyente tiene vida eterna asegurada en el cielo con Cristo en Dios, Colosenses 3:3. Segundo: Cristo pastorea su vida aqu y ahora, en tanto dura su peregrinaje al cielo, Salmo 23; Ezequiel 34; Juan 10. l es el Pastor de su Rebao, y lo que l permita en la vida de todas y cada una de sus ovejas, es un asunto exclusivamente suyo; y ser, sin incertidumbre alguna, para bien de ellas Romanos 8:28. Tercero: El cuidado divino sobre sus amadas ovejas, Dios lo prolongar an ms all de esta vida terrenal Salmo 48:14, pues l jams de los jamases abandonar a su amada Iglesia, Salmo 94: 14; 1 Tesalonicenses 4:17, la cual un da ser su esposa, y esta bendita unin vendr a alcanzar y a permanecer por todas y cada una de las interminables edades de toda la eternidad, 1 Tesalonicenses 4:17. Y su amor divino las abrigar siempre jams, Romanos 8:35-39. Vale o no la pena entregarse a Cristo y vivir confiado en Sus infalibles promesas? Conviene o no conviene al pobre y desventurado pecador ASEGURAR AQU Y AHORA SU SALVACIN ETERNA? Si el lector an no posee en su haber esa salvacin tan grande Hebreos 2:3, puede asegurarla yendo a Cristo, pero yendo tal cual es: pecador arrepentido, en confianza para salvacin. Tal como soy, sin una sola excusa, Porque tu sangre diste en mi provecho, Porque me pides que a tu seno vuele, Oh, Cordero de Dios, acudo, vengo. Tal como soy, sin esperar siquiera A borrar ni una mancha de mi seno, A Ti, que todas borras con tu sangre, Oh, Cordero de Dios, acudo, vengo.
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Tal como soy, de penas combatido, De torpes dudas, de conflictos lleno, De luchas y temores rodeado, Oh, Cordero de Dios, acudo, vengo. Tal como soy, tan dbil, pobre y ciego, Vista riquezas y salud encuentro, Y cuanto necesito, si a tus plantas, Oh, Cordero de Dios, acudo, vengo. Tal como soy, tu amor desconocido Toda barrera rompi en mi provecho; Y para ser tuyo, y tuyo slo, ahora, Oh, Cordero de Dios, acudo, vengo. Tal como soy, a disfrutar la Gloria De ese profundo amor, gratuito, inmenso; Por poco tiempo aqu, despus arriba. Oh, Cordero de Dios, acudo, vengo. Jos Mora
JESUCRISTO: EL GRAN PASTOR DE LAS OVEJAS. Del pastoreo divino sobre su pueblo, no nos ocuparemos en tratar ahora tal maravilla en s, sino de que, siendo realidad el ejercicio de tal maravilla, al Pastor del cielo no se le perder ninguna de sus ovejas amadas. Pues bien, la carta a Hebreos nos presenta a Cristo como EL GRAN PASTOR DE LAS OVEJAS, 13:20. Y vemos tambin que el propio Seor Jesucristo dijo de S mismo: YO SOY EL BUEN PASTOR, Juan 10:11.
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Y estas afirmaciones resaltan y contraponen la advertencia de Ezequiel 34, donde se denuncia a los malos pastores, los que explotan para s el rebao. As como tambin la que sentencia el Seor en Juan 10:12-13, con la que asevera y confirma que los pastores asalariados, al ver que el lobo hace presencia, abandonan al rebao en vileza y cobarda. No as el Gran Pastor de las Ovejas, el Buen Pastor, el que dio su vida por todas y cada una de ellas, Juan 10:11, y que ha venido para que sus ovejas tengan vida, y vida en abundancia, Juan 10:10. De tal modo y manera que, cual preanunciaba el Salmo 23: ...a sus ovejas nada les faltar. Ahora bien, y pensando en el Rebao de Cristo que peregrina en este mundo, preguntamos: Podr Cristo el Pastor perder alguna de sus amadas ovejas entre los matorrales del bosque? Tendr l que permanecer impotente viendo al lobo feroz cmo le arrebata alguna de sus ovejillas y no podr ofrecer plena proteccin? Le quedar alguna muerta por enfermedad, o por inyeccin deletrea que la vbora maldita pudiera descargar sobre alguna sin que el Curador o Guardador pudiera evitarlo, o en todo caso no le fuera factible el aplicarle el antdoto adecuado? Qu clase de pastor sera l, si el maligno enemigo de las almas le arrebatase alguna en sus horrendas fauces? Podr la aridez abrasadora del desierto espiritual de este mundo dejar postradas algunas ovejas del Salvador de ellas? Pues s que sera buen salvador, y buen pastor. Y si un padre y una madre haran lo imposible (en condiciones normales) por defender la integridad fsica de sus retoos, podremos colegir que el Soberano de la eternidad ha de permitir que el maligno le arrebate alguna de sus amadas ovejas, sean jvenes o ancianas, o algn tierno corderillo? Pero, qu clase de pastor conceptuamos al Seor Jesucristo si entendemos que l va perdiendo sus ovejas a lo largo del camino?
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Se puede estimar que el Supremo Pastor y Guardin de los cristianos, 1 Pedro 2:25, no ejerce pastoreo eficaz, y ha decidido que: la oveja que logre por su propia cuenta defenderse de enfermedades, de la podredumbre de alimentos y escasez de agua en los desiertos, la que se enfrente y venza a lobos feroces, la que sortee las vicisitudes o altibajos del camino, esa ser salva? Pero, quin concibe un rebao sin pastor? Y, quin logra imaginar a los conversos sin la proteccin del Prncipe de los Pastores, 1 Pedro 5:4, el Pastor del cielo, Cristo el Seor? Es indudable, e innegable, que son muchos los que, bien por ignorancia, o bien por impiedad, deturpan los oficios sagrados de Cristo el Seor, los cuales no admiten empata alguna. Y a la clara luz de la Santa Escritura, Cristo pastorea a sus ovejas, por su Espritu y por su Palabra; y an por otros medios providenciales. CERTIDUMBRE APOSTLICA. Si bien el terreno bblico es de plena convergencia en s mismo, muchos sectores de la cristiandad nominal se abren a mltiples divergencias al introducirse en ellos digresiones de interpretacin. De modo y manera que debo presentar algunos textos que no admiten vuelta de hoja, y que son meramente punta de iceberg en la Escritura Santa y de nuestro tema. Y si los Apstoles no tenan duda alguna sobre el particular que nos ocupa, propio viene a resultar que aportemos algunos de sus testimonios (sabiendo que para nosotros han sido escritos, Romanos 15:4; 1 Corintios 10:11). JUDAS (No Iscariote, el traidor) se expresa as: ...a los llamados, santificados en Dios Padre, y GUARDADOS EN JESUCRISTO, verso 1. Y el verso 24 de su Epstola, reza as: Y a Aquel que es poderoso para guardaros (a los convertidos) sin cada, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegra... JUAN APSTOL se expresa en los siguientes trminos: Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el
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testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en s mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha credo en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: QUE DIOS NOS HA DADO VIDA ETERNA; y esta vida est en su Hijo. El que tiene al Hijo, TIENE LA VIDA; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creis en el nombre del Hijo de Dios, para que SEPIS QUE TENIS VIDA ETERNA, y para que creis en el nombre del Hijo de Dios. 1 Juan 5:9-13. PEDRO certifica: Bendito el Dios y Padre de nuestro Seor Jesucristo, que segn su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurreccin de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, RESERVADA en los cielos para vosotros. 1 Pedro 1:3-4. CARTA A LOS HEBREOS : Por lo cual, queriendo Dios mostrar ms abundantemente a los HEREDEROS DE LA PROMESA la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortsimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. 6:17-18. Por lo cual puede tambin salvar perpetuamente a los que por l se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Por que tal sumo sacerdote nos convena: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho ms sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada da, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofrecindose a s mismo. 7:25-27. Porque con una sola ofrenda para siempre hizo perfectos a los
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santificados. 10:14. Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenis ahora; porque l dijo: NO TE DESAMPARAR NI TE DEJAR. 13:5. PABLO expone magistralmente: Pues mucho ms, estando justificados por su sangre, por l seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho ms, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Romanos 5:9-10. En l tambin vosotros, habiendo odo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvacin, y habiendo credo en l, fuisteis sellados, con el espritu santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redencin de la posesin adquirida, para la alabanza de su gloria. Efesios 1:13-14. Y no contristis al Espritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el da de la redencin. Efesios 4:30. Estando persuadido de esto, que el que comenz en vosotros la buena obra, la perfeccionar hasta el da de Jesucristo. Filipenses 1:6. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergenzo, porque yo s a quin he credo, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depsito para aquel da. 2 Timoteo 1:12. Y el Seor me librar de toda obra mala, Y ME PRESERVAR PARA SU REINO CELESTIAL. A l sea gloria por los siglos de los siglos. Amn. 2 Timoteo 4:18. Cierto, s, la claridad y brillantez expositiva de los apstoles del Cordero de Dios es digna de mucho encomio, pero no le va a la zaga la del Seor Jess. As, pues, oigmosle expresarse en algunas de sus muchas manifestaciones: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envi, tiene vida eterna; y no vendr a condenacin, mas ha pasado de muerte a vida. Juan 5:24. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envi: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el da postrero. Juan 6:39. Todava un poco, y el mundo no me
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ver ms; pero vosotros me veris; porque yo vivo, vosotros tambin viviris. Juan 14:19. El Seor Jess, antes de partir a las regiones eternas, dej patente constancia a los suyos de que no los dejaba abandonados, sino que se expres terminantemente: NO OS DEJAR HURFANOS, Juan 14:18. Y cmo habra de dejar abandonadas a sus amadas ovejuelas el Cristo que tanto nos ama y tan caros le hemos costado? Aun los cabellos perdidos de las cabezas lisas de los convertidos han sido contados por el Soberano, Mateo 10:30, de manera que, cual consta en Lucas 12:32: no temis, manada pequea, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. El que a M viene, NO le echo fuera, dice el Seor Jess, Juan 6:37, de manera que quien va a Cristo, es recogido, y NO VA A SER EXPULSADO de su amparo misericordioso, porque PARA SIEMPRE es su misericordia, Salmo 118:1-4; Romanos 11:29. Porque l da vida ETERNA, Juan 10:28; no da vida temporal. Seran ms que innumerables las citas bblicas que en esta lnea podran presentarse, pero basten stas, si es que se quieren atender. No es fcil comprender por qu en ocasiones el hombre soslaya estos textos, sin tener motivo ni explicacin para hacerlo; y suscita, de otros textos mal interpretados, conclusiones contrapuestas a las taxativas aseveraciones que Cristo y sus Testigos especiales hacen, y que el Espritu de Dios ha querido registrar a perpetuidad en las sagradas pginas de las Santas Escrituras. Es innegable que la seguridad de la salvacin eterna, que el converso debe gozar ya en esta vida, est profundamente fundada en el mismo cimiento de la Palabra de Dios, quien la garantiza as. Y tan importante doctrina, jams podr ser derrocada. Podr ser desconocida; podr ser desatendida; podr ser incluso vilipendiada, pero imposible destruirla porque Dios la garantiza.
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Y Aquel que ha prometido plena proteccin a los suyos, cumple su compromiso en plena fidelidad por su amor incondicional. Y las ovejas de Cristo, podemos recrearnos con Pablo Apstol: Quin nos separar del amor de Cristo? Tribulacin, o angustia, o persecucin, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como est escrito: Por causa de Ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos ms que vencedores por medio de Aquel que nos am. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ngeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podr separar del amor de Dios, que es en Cristo Jess Seor nuestro, Romanos 8:35-39. Sin sombra de la menor incertidumbre, la seguridad de las ovejas de Cristo queda plenamente garantizada por las inmutables promesas del Pastor Divino: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecern jams, ni nadie las arrebatar de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre, Juan 10:27-29. Y ante lo dicho, tiene el hombre voz que alzar contra la perfeccin del pastoreo de Cristo en la trashumancia de sus ovejas hasta el cielo? Enmudezca el alma detractora de esta sagrada verdad. Y si Dios am al mundo impo hasta el extremo de enviar a su Hijo Jesucristo a morir como maldito en un madero, llevando all nuestros pecados en su propio cuerpo, 1 Pedro 2:24, cul no ser el amor divino para esas ovejas que han recibido por la fe a su Hijo y han credo que de l vino?, Juan 16:27. Y todos cuantos consideran que las ovejas del Seor Jesucristo que hemos obtenido la salvacin en virtud de sus propios mritos, la podemos perder, sea de manera consciente o
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inconsciente, denigran en grave menosprecio la excelsitud del oficio divino y permanente en cuanto al perfecto pastoreo de todo su pueblo por el Gran Pastor de las Ovejas. Estmense las palabras de Pedro Apstol: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Seor Jesucristo que, segn su grande misericordia, nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurreccin de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada, e inmarcesible, RESERVADA EN LOS CIELOS PARA VOSOTROS QUE SOIS GUARDADOS POR EL PODER DE DIOS MEDIANTE LA FE. 1 Pedro 1:3-5. Ciertamente que Cristo, cuando alguna de sus ovejuelas es presa de algn mal, y queda enzarzada o detenida de algn modo, se conmueve y la torna al rebao bajo sus tiernos cuidados, Mateo 18. Y aunque las ovejas podemos descarriarnos de cuando en cuando un poco, no por ello nuestro Dueo y Pastor Cristo Jess pierde ningn derecho de propiedad que a l corresponde por derecho de conquista en la cruz, ni abandona su tarea pastoral. Su Padre, que se las dio, es mayor que todos, y nadie le arrebatar ni una sola oveja. Si: Porque Dios no abandonar a su pueblo, ni desamparar su heredad, Salmo 94:14. Qu consuelo y seguridad de las ovejas de Cristo en este mundo! Rubriquen este punto las consoladoras palabras del Gran Pastor, y que con ellas finaliza el Evangelio segn Mateo: ...y he aqu YO estoy con vosotros todos los das hasta el fin del mundo. Amn. S, amn y amn. El Buen Pastor no est con sus ovejas cual mero adorno; ni para maltratarlas en sus posibles descuidos; menos an para abandonarlas. l est con ellas para cuidarlas, protegerlas, y colmarlas de toda bendicin (Salmo 23). Es, pues, cuestin de formar parte de Su Rebao. Y lo que el Pastor permita en la vida de todas y cada una de sus ovejas, es asunto exclusivo Suyo. Y, sin duda, para bien de ellas, Romanos 8:28.
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Vida eterna, pobre alma, hoy te ofrece el Salvador. Has pensado en la grandeza y hermosura de este amor? En su aprisco quiere verte libertada de tu mal, conducida por su diestra a la casa celestial. Para ti, que ves tu vida bajo un yugo de opresin, y, pensando en tus pecados, ves tu triste condicin qu ventura no sera el tenerle por Pastor y mirar su fuerte brazo conducirte con amor? Son felices sus amados aun si cruzan un erial; su voz dulce les alienta con un gozo celestial. Nadie cual l pastorea, nadie ms tierno y ms fiel, cambia en luz temidas sombras y el desierto en un vergel. Ni el infierno, ni la muerte su promesa burlarn; son tus dudas las que slo de su bien te privarn. Pobre alma, ven y atiende esa voz del Salvador:
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yo les doy la vida eterna, hoy te dice el Buen Pastor. M. San Len
CONDUCTA DEL CRISTIANO Como cristiano, que confa plenamente en la misericordia divina, hablo a las almas del inmenso amor de Dios en Cristo Jess, y manifiesto que la salvacin es otorgada de pura gracia y, por cuanto es una salvacin eterna, no puede perderla quien la obtiene. Y la respuesta inmediata que brota de la prctica totalidad de las personas religiosas del mundo catlico-romano, con las que he dialogado a este respecto, me viene a confirmar el error colectivo en que se encuentran. Y es por ello que no puede quedar en el tintero el desatinado concepto en que han cado. He aqu su modo de pensar: Pues siendo as, vosotros los protestantes, como de todas formas os vais a salvar, YA NO TENIS QUE HACER BUENAS OBRAS y, adems, ahora podis pecar libremente. Con decir creo en Cristo y hacer lo que os venga en gana, ya tenis bastante; creis lo que queris; hacis lo que os parece y, como vuestro jefe Lutero: cree mucho y peca ms. En verdad que en principio resulta muy sorprendente el or tamaos dislates, pero es comprensible por la equivocada conclusin que han asimilado acerca de las llamadas buenas obras, y de la salvacin eterna. Conceptos que han fundado anclados en el ms completo desconocimiento acerca del Evangelio de la Gracia de Dios, que nos informa de la salvacin gratuita y eterna, y de unas obras que surgen como fruto del amor agradecido por la obtencin del perdn por pura gracia, por puro regalo en Cristo. Oseas 14:4, no habla de gracia, sino que la enfatiza expresando: Yo -Dios- sanar su rebelin, los amar DE PURA GRACIA; PORQUE MI IRA SE APART DE ELLOS.
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En cuanto a las buenas obras, nos ocuparemos en otro captulo. Y, en lo referente al nombre de protestantes, sea notorio que nada tiene que ver con el mundo cristiano evanglico. El mundo protestante, surgi de una reforma catlica romana, y (en lneas generales) se qued en medio de la posicin catlico romana y la cristiana evanglica. Y, esto as, nos pasma de asombro se nos endose que Lutero sea nuestro jefe, cuando nuestro gran Pastor y Seor es Jesucristo, de quien somos y a quien nos debemos. Pero el asunto que nos interesa ahora tratar es: ...podis pecar libremente. S, la naturaleza humana se encuentra corrompida por el pecado, se inclina al mal y se recrea en l. Un cristiano dijo: la religin es el opio del pueblo. Y sta expresin vino a ser popular, porque Carlos Marx la abanic ms tarde. Dos cosas tenemos: la naturaleza humana, contaminada del pecado e inclinada al mal; y la mera religin, como droga que atolondra al pueblo, impidiendo que las almas acudan a Cristo y se conviertan a l. Resalta de manera indudable, y es innegable, que las personas ms religiosas en los das de Cristo eran los fariseos. Y ellos, precisamente, fueron quienes ms resistencia ofrecieron al Seor. Jess tambin manifest del grave chasco que se van a llevar inmensas legiones que se precian a s mismas de cristianas, Mateo 7:21-23; 23:13. Religin: opio del pueblo; conversin a Cristo: nueva vida en l. Los religiosos, son capaces de matar, incluso a los cristianos, considerando que rinden servicio a Dios, Juan 16:1-2. Religin: opio del pueblo. Pero el cristiano est convertido a Cristo. Si alcanz a ser cristiano, es que cumpli los requisitos requeridos; entre ellos: la conversin a Cristo. La persona se convirti para servir a Cristo 1 Tesalonicenses 1:9, no para pecar libremente, como se nos acusa infundadamente.
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Aquellos cuantos no han gustado del deleite puro de las aguas del amor divino, aguas que calman definitivamente la sed del pobre pecador, Juan 4:14, y se conforman, cuando ms, con una mera religiosidad de barniz cristiano, no pueden alcanzar a saber que quienes somos del Seor, lo somos para siempre, quienes somos del Seor porque l nos redimi, quienes hemos hallado tan grandiosa bendicin, quienes hemos quedado prendados de la gracia de Dios por el amor divino en Cristo Jess, quienes jams de los jamases podremos ser separados del amor de Dios que es en Cristo Jess Romanos 8:33-39, NO VAMOS A RECREARNOS EN EL PECADO. Y aunque antes de nuestra conversin a Dios s que nos desenvolvamos de pecado en pecado y de maldad en maldad muchos de los cristianos, (especialmente aquellos que nos volvimos a Dios en edad ms que juvenil), despus de rendirnos a los pies benditos del Crucificado: ya no deseamos pecar, sino que decimos con Pablo Apstol: Pero cuantas cosas eran para m ganancia, las he estimado como prdida por amor a Cristo, Filipenses 3:7. Un hombre, profundamente religioso, llamado Saulo de Tarso, fue convertido a Cristo despus de un encuentro con l en el camino a Damasco. Este hombre enfatiza que su anterior religiosidad con toda su austeridad y parafernalia religiosa, la dej a un lado en su camino, pues para nada le vala. El encuentro con Cristo, que trae un nuevo nacimiento, Juan 3, y por lo tanto una nueva vida, trastoca la anterior. Y es por ello que cada converso deja lo que no est de acuerdo a la Palabra de Dios. En su nueva vida, el cristiano tiene tambin nuevos horizontes que la mano del Seor prepar para su amado pueblo. Y en otra ocasin tambin dice Pablo: Pero qu fruto tenais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzis? Romanos 6:21. S, cierto, triste nos es, y vergonzoso, el recordar muchas de nuestras andanzas pasadas; y as es porque ahora caminamos en
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sendas de santidad y luz. No queremos rendir traicin a nuestro buen Salvador. No deseamos pecar libremente; no queremos imitar a la mujer de Lot, que anhelaba en su corazn las riquezas, lujos, comodidades, posicin social y cuanto atrs dejaba destinado al fuego devorador. Y aquella MIRADA ATRS, aquel desear lo que Dios tena bajo el fuego de su juicio, Gnesis 19, le trajo el castigo a ella. No, no queremos imitarla. Oigamos de nuevo la Escritura: Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que despus de haberlo conocido, volverse atrs del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vmito y la puerca lavada a revolcarse en el cieno, 2 Pedro 2:21-22. Aquellos en quienes Dios grab sus leyes en sus corazones, y las escribi en sus mentes, Hebreos 10:16, aquellos que saben cul es la voluntad divina sobre sus vidas, pues Dios el Espritu Santo la ha imprimido de forma indeleble en ellos con fuego sagrado, tiemblan slo de pensar en no glorificar a Dios. No, un hijo de Dios no puede ni quiere pecar libremente. Dice la Palabra del Seor en 2 Corintios 5:15 lo siguiente: Y por todos muri (Cristo), para que los que viven, ya no vivan para s, sino para aquel que muri y resucit por ellos. De modo y manera que, el convertido a Cristo, vivir para Cristo, y no para satisfacer sus gustos, y menos an para pecar libremente. Leemos tambin en 1 Tesalonicenses 1:9: ...y cmo os convertisteis de los dolos a Dios, para SERVIR al Dios vivo y verdadero... Oh, lector, quienes vinimos al bendito Salvador sucios y menesterosos y fuimos lavados, santificados, justificados... 1 Corintios 6:11, cmo abandonaramos los preciosos horizontes que la mano divina alz para nosotros, su amado pueblo, y desde los cuales se proyecta nuestra visin a una eternidad gloriosa? Habramos de cambiar las innumerables
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bendiciones del Seor por volver a enfangarnos nuevamente en aqullas malavas que voluntariamente dejamos atrs cuando nos convertimos a Cristo PARA SEGUIRLE Y SERVIRLE por amor y gratitud? Son las huellas del Maestro del cielo las que atraen, cual poderoso imn, a nuestros pies. Y sentimos en el corazn que sean tantas las personas que no nos conocen, porque tampoco conocen a Cristo, 1 Juan 3:1. Y aquellos que creen que podemos pecar libremente, por cuanto de todos modos somos de Cristo y con l iremos a la eterna morada, nos inspiran una profunda pena y una grande conmiseracin, pues demuestran permanecer en un sombro desconocimiento respecto del Evangelio de la Gracia de Dios, Hechos 20:24. Ellos, s, se consideran a s mismos miembros de la verdadera Iglesia de Cristo, por cuanto se precian de buenos catlico-romanos (pues miran a otros que ni siquiera acuden a los actos religiosos de dicha Iglesia, y con tal baremo se ven muy elevados), pero en su error no slo desconocen el verdadero Evangelio, sino tambin los frutos del Evangelio en los corazones de los redimidos del Seor. Y los que decidimos darle espaldarazo al pecado, tenemos nuestro gozo en la Persona bendita del Seor Jess; tan bendita, tan gloriosa, y no le cambiamos por un plato de lentejas, como hizo Esa, y cunto menos por pecado, que slo trae tristeza al corazn, y privacin de armona con Dios. El convertido a Cristo, a Cristo ama ms que a nadie, ver Mateo 10:37-38, y no desea relegar ni posponer ni traicionar a su Seor; de modo que no va a pecar a sus anchas. Antes bien, oigamos a Pablo: Pecaremos porque no estamos bajo la Ley (Ley de Dios que antes nos condenaba) sino bajo la Gracia (Gracia que nos ha indultado a los redimidos, indultando de la Ley que nos condenaba por no cumplirla)? EN NINGUNA MANERA, Romanos 6:15-23.
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Lejos de recrearnos en el pecado, Dios nos ordena todo lo contrario, Colosenses 3:5; 2 Timoteo 2:19. Y an ms, TODO cuanto ejecute el convertido a Dios, deber de glorificar a Dios, 1 Corintios 10:31, y el pecado no le glorifica. Tambin leemos en otra parte de la Escritura: que todo lo que hagamos, lo hagamos en el nombre de Cristo y dando gracias a Dios Padre por medio de l (Cristo) Colosenses 3:17. (No a travs de otros imaginados mediadores, 1 Timoteo 2:5). Recordemos que, el convertido no vivir para s, sino para Aquel que muri y resucit por l, 2 Corintios 5:15. Si alguno me ama, mi palabra guardar, ha dicho Cristo, Juan 14:23. Y la cuestin es estar enamorado de Cristo, y es entonces el guardar Su Palabra es UN DESEO. Y es que la vida cristiana no finaliza cuando el sujeto se convierte a Dios, sino que es entonces CUANDO EMPIEZA, y debe desarrollarse en obediencia al pastoreo de Cristo. Supongo que estar bien claro que Dios no permite a su pueblo se revuelque en el pecado, ni el pueblo de Dios desea hacerlo, pues deseamos glorificar a Aquel que nos am y nos lav con su sangre (precisamente) de nuestros pecados Apocalipsis 1:5. Cristo nos am primero, y en amor queremos responderle, 1 Juan 4:19, pero nuestra conducta, siempre tan imperfecta para aquellos que ven en nosotros una pajita y no ven el rbol enraizado en ellos Mateo 7:3-5 (pues todava no son salvos), aunque no sea del todo laudable, aunque esa nuestra conducta no sea todo lo elogiosa que, tanto ellos como nosotros pudiramos desear, a lo menos s queremos mejorarla y poder agradar ms y ms a nuestro Dios Colosenses 1:10; Hebreos 12:28. En la vida del converso no hay albergue para aquel dicho tan popular como infundado: CREE MUCHO Y PECA MS. No, pues el creyente vivir santamente consagrado a Dios y en continuo contacto con el cielo, y desplegando las maravillas de la
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gracia divina en Cristo Jess, como luz del mundo y sal de la tierra, testimoniando de su Santo y fiel Salvador. Tal es, y no otra, la labor de cada convertido a Dios. Trigo y cizaa ha de haber. Por ello, religiosos inconversos los hay y los seguir habiendo, y ellos estn bajo la mano malvada del maligno 1 Juan 5:19, que los engaa como bien quiere, 2 Timoteo 2:25-26, y en muchas ocasiones disfrazado de ngel de luz, 2 Corintios 11:13-14; pero al fin, el falso cristianismo ser desenmascarado, y los falsos cristianos se vern sorprendidos, y sern condenados por Cristo Mateo 7:21-23. Pero an hay tiempo de ponerse a cubierto para evitar sorpresas. Dios dice: Clama a m, y yo te responder, y te ensear cosas grandes y ocultas que t no conoces Jeremas 33:3. De conversin hemos hablado, y el convertido a Cristo habr de acariciar y desear en su intimidad aquello que Cristo abomina? El converso no olvida fcilmente que estuvo cautivo en el pozo del pecado, y no olvida que fue libertado por Cristo, el Cordero de Dios que a caro precio le rescat de la muerte y condenacin eterna. El alma convertida al Seor Jesucristo bien sabe que su amado Pastor desea conducirlo por veredas de justicia y santidad, a fin de colmarlo de gozo y de toda bendicin que del cielo desciende para todos aquellos que aman al Hijo de Dios Juan 16:27. En verdad que no resulta nada lgico estimar que el convertido se ha de privar libre y voluntariamente del gozo que reporta la armona con Cristo por mancharse nuevamente practicando los pecados que un da aborreci. Est convertido al Seor Jess o no lo est? El problema se encuentra en quien, precindose de cristiano, ni siquiera ha comenzado a pensar en lo que es la conversin a Cristo el Seor, y en su corazn reinan ciertas formas de pecado.
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Sin sombra de duda alguna, el inconverso (religioso o no) bien puede recrearse en la ponzoa del pecado y, por ello, puede considerar el conocido refrn que dice: piensa el ladrn que todos son de su misma condicin. El pecador culpable que vio en Cristo un amor tan grandioso, tan profundo, tan sublime, y se convirti a l, se ve en deuda con su Santo Salvador y su Soberano Seor, y trata de responder por amor agradecido. Alguien, que permanece su nombre en el anonimato, escribi hace siglos la siguiente oda a Jess Crucificado: No me mueve, mi Dios, para quererte El cielo que me tienes prometido. Ni me mueve el infierno tan temido Para dejar por eso de ofenderte. T me mueves, Seor; muveme el verte Clavado en una cruz y escarnecido. Muveme el ver tu cuerpo tan herido; Muveme, tus afrentas y tu muerte. Muveme, al fin, tu amor, y en tal manera, Que aunque no hubiera cielo yo te amara, Y aunque no hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, Pues aunque lo que espero no esperara, Lo mismo que te quiero te quisiera. Autor desconocido (atribuda por el comn a Teresa de Jess)
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De otra conmovedora poesa tomamos lo siguiente: Quin puede su vista posar en Su leo, Y luego insensible su ruta seguir? Quien haya mirado un poco de cerca al Crucificado, no podr continuar insensible en su camino; y aunque Cristo no fuese el verdadero redentor, y se quedase tan slo en un mero hombre bueno, que luch y dio su vida por un mundo mejor, bien merecera el amor de esa Humanidad que l quiso mejorar. Y as expres el poeta: que aunque no hubiera cielo yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera. (Entindase que por temor, aqu, hay que estimar el temor reverente, el temor a no corresponder debidamente a ese a quien se ama). El poeta manifiesta haber comprendido bien el amor de Cristo, y nos muestra su amor incondicional para Aquel que le am primero 1 Juan 4:19. Solamente aquellas almas en las cuales Dios el Espritu Santo derram el amor divino cuando ellas se convirtieron a Dios Romanos 5:5, son las que pueden dar al Divino Seor la respuesta de amor que Dios quiere y espera de sus redimidos, Juan 15:4-6. La Santa Escritura manifiesta que Cristo es Dios sobre todas las cosas, Romanos 9:5, y es incuestionable que l es digno acreedor del tributo de amor agradecido, y de la vida de santidad y consagracin a l por parte de todos y cada uno de sus redimidos, de los amados de su alma. Y negar al Seor de la gloria los derechos gloriosos que le corresponden, empaando as la celebridad de su Santo Nombre, tan slo sera, y demostrara, una bochornosa carencia de sensibilidad espiritual que en nada glorificara a Dios, sino todo lo contrario.
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Pero eso no lo desea el convertido, sino que en su corazn se recrea agradecido y esperanzado en su amado y bendito Salvador, a cuyo Nombre canta alabanzas como sta: Nunca, Dios mo, cesar mi labio De bendecirte y de cantar tu gloria, Porque conservo de tu amor inmenso Grata memoria. Cuando perdido en mundanal sendero No me cercaba sino niebla oscura, T me miraste, y me alumbr un rayo De tu luz pura. Cuando inclinaba mi abatida frente Del mal obrar el oneroso yugo, Dulce reposo y eficaz alivio Darme te plugo. Cuando los dones malgast a porfa Con que a mi alma prdigo adornaste, Padre, he pecado, con dolor te dije, Y me abrazaste. Cuando en mis propios mritos fiaba Nunca mi pecho con amor lata. Hoy de amor late, porque en tus bondades Slo confa. Y cuando exhale mi postrer aliento Para volar a tu eternal presencia, Cierto hallar, con tu justicia unida, Dulce clemencia.
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Esta interesante poesa, que principia con una promesa hecha a Dios por amor agradecido, y finaliza expresando la esperanza de su autor en las inmutables garantas de las Santas Escrituras, como fiel Palabra del Dios Eterno, fue escrita por D. Juan Bautista Cabrera, hace como cien aos. l haba sido en anterioridad sacerdote catlico romano, escolapio, y tras su conversin al Dios de la salvacin, compuso esta y otras muchas poesas, en las que nos deja bien patente las vivencias de aquella fe fielmente basada y desarrollada en el Santo Evangelio. En las cuatro estrofas intermedias, Juan Bautista Cabrera expone a grandes rasgos algunos errores del Catolicismo Romano; y es curioso cmo las cuatro comienzan manifestando equivocaciones y terminan expresando bendiciones recibidas. Pero es la quinta la que ms me conmueve. Y es que el concepto de los propios mritos para salvacin (aadidos a la fe, o ellos solos), posiblemente sea la doctrina que ms almas ha mandado a los infiernos. Y es que cuantas almas conceden valor alguno para salvacin a sus propias obras, lo hacen porque no otorgan de una manera absoluta todo el mrito al Crucificado, que es a quien le corresponde por derecho de conquista en su Cruz. (Ver Glatas 6:14). Cabrera indica que sus abnegados servicios religiosos, privaciones, mortificaciones, penitencias, donaciones econmicas, y todo un arsenal de buenas obras, las cuales eran el fruto de una austera y abnegada religiosidad, no hacan latir con amor su pecho. Pero cuando fi en Cristo, cuando se dio cuenta que el Seor de la salvacin era Jesucristo y no sus imaginadas buenas obras, y descans confiado en la Persona bendita del Seor Jess, entonces, s, su pecho herva de amor y gratitud para con su amante y bondadoso Salvador, igual que Pablo Apstol, Filipenses 3:3-9. MAS NO TODO QUEDA AH, pues si se es salvo NO por obras, s se es PARA hacerlas, Efesios 2:8-10.
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Cristo es la mxima expresin de la bondad divina, y l no vino a salvar a aquellas personas que le presenten todo un arsenal de obras humanas, sino que vino para salvar a los pecadores, a los que en bancarrota espiritual se acercan a l reconociendo y acatando su seoro y su poder salvador, 1 Timoteo 1:15. Cristo slo sera un pobre cicatero si estuviese esperando a los religiosos cargados de buenas obras para franquearles las puertas del cielo. Y entonces dnde estara su bondad si tuviramos que ganar nuestra salvacin? Oigamos Su Palabra: Pero cuando se manifest la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, NOS SALV, NO POR OBRAS DE JUSTICIA QUE NOSOTROS HUBIRAMOS HECHO, SINO POR SU MISERICORDIA, Tito 3:4-5. Estmese que donde el pecado ABUND, SOBREABUND LA GRACIA, Romanos 5:20. Es decir: que sobra gracia para borrar el pecado. Dios tiene mucho remanente para perdonar, para otorgar perdn a quien en l fa. S, Dios haba salido al encuentro de Cabrera, y le envi un rayo de su luz para esclarecerle aquella visin que le haban cegado las densas nieblas del Catolicismo en que se encontraba, (segunda estrofa). A Dios tambin le agrad dar a Cabrera dulce reposo y eficaz alivio, (estrofa tercera). Dios tambin le haba recibido a misericordia, cual prdigo arrepentido, (cuarta estrofa). Y un alma que, al igual que Juan Bautista Cabrera, sinti en lo ms profundo de su ser el abrazo de Dios, ya NO QUIERE PECAR LIBREMENTE. Sencillamente: no desea pecar. Y esto as, pues si un da quiso huir voluntariamente del pecado, (esto es: se arrepinti) para acercarse al Cristo bendito, Seor de la gracia y del perdn, y obtener de l su magnnimo indulto, cunto ms, ya convertida, no desear abandonar todo pecado a fin de agradar a Aquel que le perdon, le abraz, y en su pastoreo divino le cuida y protege continuamente?
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Seamos realistas: dicen que la ignorancia es muy atrevida, y slo ella puede estimar que los redimidos del Seor deseamos pecar libremente, cuando la realidad es que es todo lo contrario. Vivir para ver! Por ello no dudo en recomendarte, amable lector, que si no ests cubierto del vestido de bodas que alude el Maestro Divino en la parbola, Mateo 22:1-14, corras presuroso a ponerte bajo la proteccin de Cristo, del que ya en el Antiguo Testamento era llamado EL SOL DE JUSTICIA, Malaquas 4:2, y ello a fin de que por SU justicia, t seas declarado justo, Romanos 5:18, y luego descanses plenamente en los todopoderosos brazos del gran Salvador, del que muri por ti en un tosco madero, tan slo porque te amaba. Y recuerda que, en su amor, te espera paciente acudas a l para colmarte de bendiciones innumerables e insospechadas por ti, y otorgarte la vida eterna. Despus de tu encuentro feliz con l, podrs, como todo redimido, cantar con gozo, gratitud y plena certidumbre de fe: Grata certeza; soy de Jess! Hecho heredero de eterna salud. Su sangre pudo mi alma librar De pena eterna y darme la paz. Esta es mi historia y es mi cancin, Gloria a Jess por su salvacin, Aun para m fue su redencin: Bendita historia, bella cancin! Siempre sumiso a su voluntad, Glorias celestes empiezo a gustar; Cuanto ms cerca sigo al Seor Ms goza mi alma su amplio perdn.
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Siempre confiando, encuentro en Jess Paz, alegra, descanso y salud; Del cielo mi alma llega a gozar, Mientras a Cristo logra mirar. Autor que desconozco
NOTA. Es caracterstico or de muchas personas lo siguiente: si tenis la salvacin eterna asegurada por creer en Cristo, qu ocurre cuando tenis alguna cada en el pecado? Y, si mors sin confesar ese pecado, cmo podris ir al cielo? No es ello incompatible con la santidad de Dios, que impide entrar a su eterna morada a las personas y cosas manchadas por el pecado, Apocalipsis 21:27?
Pues bien, responda la Escritura. Y ella muestra que hace como dos mil aos Jesucristo carg sobre S toda la iniquidad humana, y que su obra expiatoria satisfizo las justas demandas de la Ley quebrantada, y dando fe a todos con haberle levantado de los muertos, Hechos 17:31. Dudar estas verdades sera blasfemia y menosprecio al Sacrificio perfecto del Seor Jess. l mismo desde la cruz dijo: Hecho est, Juan 19:30. Pues bien, si como Pedro apstol afirma (1 Pedro 2:24), Cristo llev nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, resulta entonces que el Documento del Perdn est extendido, incluso para aquellos que en la mente de Dios deban nacer, pero que an no han venido a este mundo. Este servidor se apropi del referido documento o indulto divino, all por el lustro de mis treinta a treinta y cinco, y aos despus pregunto: acaso no quedaron en Su Cruz mis faltas actuales? S que quedaron, pero debe ser tenida en cuenta la significacin de las siguientes palabras: salvacin; comunin; disciplina.
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Salvacin. CRISTO EXPI de una vez y para siempre TODO pecado pasado, presente y futuro de la Humanidad, Hebreos 10:10-14, por ello la salvacin se obtiene y no puede perderse. Es eterna, y basta. Dios la da de pura gracia, y es consecuente con sus regalos, pues los da, y dados quedan, Romanos 11:29. Comunin. La comunin es la comn-unin, relacin o armona que debe existir entre el convertido, (el que tiene al Salvador, y por tanto la salvacin que ste le ha dado) y su Salvador. Esta relacin debe de ser pura y santa en toda su extensin, y si un slo pecado hubiere en la vida del cristiano, del converso, del redimido, del hijo de Dios, sera suficiente tal pecado para romper esa armona. Disciplina. Cuando el cristiano, el hijo de Dios por la fe en Cristo pierde su comunin con el Seor, y persevera en su fallo, bien puede esperar la disciplina de su Padre Dios. Esta disciplina, en principio suele ser un tanto instructiva, y si se persevera en el mal obrar, el asunto adquiere rigor y severidad paterna, llegando a alcanzar el corte de la vida fsica, pero nunca se perdera la vida eterna. El Buen Pastor no permite al enemigo le arrebate ninguna de sus amadas ovejas, aunque stas si pueden ser mordidas por los perros guardianes que ayudan a mantener una lnea de obediencia cuando hay desobediencia. Sobre la disciplina en la vida del cristiano, ver Hebreos 12:1-11. Recurdese que Cristo, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los santificados, Hebreos 10:14, pero stos tienen el sagrado deber de vivir para Cristo, y disfrutar el privilegio de poder hacerlo. Y lo que el Gran Pastor de las ovejas (Cristo el Seor) permita en la vida de cada una de ellas, es asunto Suyo. Y lo importante, en principio, es ser oveja Suya. Recordaremos que cuando un solo pecador viene a ser oveja de
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Cristo, aun las criaturas anglicas bullen de gozo, Cunto debe de valer a los ojos de Dios una sola conversin! Por eso, oh lector, conviene que atiendas aquellas palabras que a Lot se le dijeron una da: ESCAPA POR TU VIDA; NO MIRES ATRS (no desees lo que tienes que dejar destinado al fuego) NI TE PARES EN TODA ESTA LLANURA; ESCAPA AL MONTE, NO SEA QUE PEREZCAS, Gnesis 19:17. O escapas al monte donde Cristo te recibe a misericordia, o el fuego de la santidad y la justicia divina, antes o despus, te alcanzar.
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CAPTULO 4
aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Isaas 1:11-14. Cuando ofrecemos algn presente a alguien, deseamos le resulte grato. No nos gustara tener posterior conocimiento de que no agrad ni caus ilusin alguna, ni fue tampoco de oportuna utilidad prctica. Por tanto, debemos de aguzar nuestro ingenio a fin de averiguar qu regalo debemos ofrecer. Pues bien, trasladando el pensamiento a la vida espiritual en Cristo Jess, no deberamos afinar nuestro talento al nico objeto de agradar a nuestro Dios? En efecto, el fiel creyente no desea ser un obrero en paro en medio de un mundo en el cual quiere mantener estrecha armona con su Seor, su Salvador, su Dios. l quiere adorarle, quiere rendirle la ms santa y profunda alabanza, quiere interceder para ayudar, quiere aprender para saber andar, quiere saber para poder obedecer, quiere conocer para ensear correctamente (as en la iglesia como en el campo de la evangelizacin), quiere hacer bien las cosas para agradar ms y ms a su Dios. Pues no quiere fracasar en su actividad cristiana, como as fallaron los judos en los das de Isaas, o como en la actualidad desatinan muchas personas, cuyas obras, lejos de agradar a Dios, le resultan abominacin; Lucas 16:15. S, es inmensa la panormica que se extiende a los pies del cristiano en el plano laboral que Dios le ha provisto, a fin de que ejercite su fe y sirva a su Seor. Y es medida prudente y cautelar el tener conocimiento de cul sea la voluntad divina sobre el particular que nos ocupa. Y si no es pertinente que el obrero ejecute tareas en su lugar de trabajo sin la adecuada orden de su superior, cunto menos conveniente no ser que el convertido a Dios le rinda servicios sin la oportuna indicacin divina? Cierto, s, el obrero precisa la instruccin de su capataz para saber cual sea su funcin a realizar en aquel lugar donde hay otras personas y otras actividades. Y el cristiano necesita
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tambin saber en qu lugar de la batalla estar, y cules sean sus acciones a las rdenes precisas del Supremo Capitn, el Seor Jesucristo, y poder acabar sus das y sus aos de labor cristiana haciendo suyas aquellas palabras de Pablo Apstol: he peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, 2 Timoteo 4:7. El cristiano se convirti de los dolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, 1 Tesalonicenses 1:9, de modo y manera que su servicio deber de estar supeditado por entero a la expresa voluntad divina, al deseo de su Seor. No es enigma alguno el averiguar las instrucciones del Seor respecto de las obras en la vida cristiana, pues l se ha ocupado previamente de dar la orientacin oportuna y determinar las condiciones acerca de esas obras que l desea de su verdadero pueblo y que a l le glorifican. Y a fin de dar una mnima instruccin, haremos cuatro apartados, y el consiguiente comentario explicativo a ellos. Estos son: 1) Que las obras hayan sido ordenadas por Dios. (No en vano es el Capitn de sus soldados, y l dice: vosotros sois mis amigos si hacis las cosas que yo os mando, Juan 15:14). 2) Que esas obras sean realizadas por verdaderos convertidos a l. (Deben ser sus soldados, soldados suyos, no del ejrcito enemigo. Recordemos que algunas personas son hijos de Dios por la fe en Jesucristo, Glatas 3:26, y otras personas: son hijos de su padre el diablo, Juan 8:44). 3) Que tales obras se hagan para LA GLORIA DE DIOS, 1 Corintios 10.31. (El cristiano servir a su Seor; no se servir a s mismo, Colosenses 3:24). 4) El servicio cristiano ser movido y guiado por el Espritu Santo (no por otros espritus, como puede ser el espritu humano conducido por espritus de error que han salido por el mundo, 1 Juan 4:1).
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PRIMERO: QUE HAYAN SIDO ORDENADAS POR DIOS. Es incuestionable que toda accin cristiana, para que a Dios le sea grata, deber ser cimentada y levantada en la ms absoluta obediencia al mandato del Supremo Capitn, el Seor Jesucristo. De modo y manera que no se trata de hacer obras y ms obras segn el parecer humano, sino segn la voluntad divina (registrada en las pginas sagradas del Libro de Dios) Juan 15:14. Sin duda que el ser humano a lo largo de su vida tiene que reconocer que ha cometido errores; y aunque se obre con la mejor voluntad, los pasos equivocados no fueron dados en la verdad. Y si tal acontece con sobrada frecuencia en las reas ordinarias de la vida, habr de ser distinto en los asuntos espirituales? Hay un fallo soberanamente grave, pues inmensas legiones de almas aceptan errados conceptos que dirigentes religiosos, de tinte o no cristiano, diseminan por el mundo. Y verdad es que pareciera que esos grandes rebaos se encuentran conformes con su religiosidad. Pero, insistimos, la ms fervorosa intencin deber ser originada y fundamentada en la autoridad inviolable y suprema de la Palabra de Dios, y no en pensamientos y argumentos humanos que se oponen frontalmente a esa Palabra, Hechos 5:29. El reinante despiste espiritual del momento presente mantiene a muchsimas personas bajo la llamada filosofa de la buena intencin, pero la buena intencin no basta de por s, y puede dar buenos o malos resultados. Pues, qu pensar de un padre de familia que, con su mejor intencin recoge setas de los campos para deleitar el paladar de los suyos y, por error, recolecta algunas venenosas, y manda a sus seres queridos al otro mundo? De qu le ha valido su buena voluntad? Y qu, si un error facultativo daa la salud de algn enfermo en vez de sanarle? Cuidado, pues, con creer erradas doctrinas, pues, qu importa que un falso cristiano queme su vida en el campo
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misionero si, con su creencia, no va a ser salvo y, amn de engaar a otros, establece un falso sistema que, lejos de glorificar a Dios, se alza contra la voluntad divina? Se esforzar enormemente tal persona, pero lejos de agradar a Dios, cae de plano en la advertencia proftica: Los malos hombres y los engaadores irn de mal en peor engaando y siendo engaados, 2 Timoteo 3:13. Ay de vosotros... pues ni entris vosotros, ni dejis entrar a los que estn entrando, Mateo 23:13. Si el ciego guiare al ciego, ambos caern en el hoyo , Mateo 15:14. No todo el que me dice Seor, Seor, entrar en el reino de los cielos, sino EL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE QUE EST EN LOS CIELOS. MUCHOS me dirn en aquel da: Seor, Seor, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declarar: Nunca os conoc, apartaos de m, hacedores de maldad, Mateo 7:21-23. Conmovedor sobremanera el pensar en el gravdico chasco que MUCHOS se han de llevar. Cristo lo advierte solemnemente, con todo rigor y con la debida antelacin. Y, no obstante, al hombre natural le parece imposible que un da Cristo rechace tan drsticamente a MUCHOS que crean ellos que haban predicado el verdadero Evangelio, que haban expulsado demonios de los posedos, y que hicieron tambin muchos otros milagros, y todo ello realizado en el nombre de Cristo. Pero la inflexible afirmacin del Hijo de Dios vendr a cumplimiento y, efectivamente: MUCHOS se llevarn un grave chasco. El cielo y la tierra quedarn atrs en el pasado cumplido, pero las palabras de Cristo no habrn de quedar sin cumplimiento, Mateo 24:35. Cierto: hay en la Escritura un cdigo vigente, una normativa o conjunto de instrucciones, para que el hombre que desee sepa cmo llegar a ser cristiano, y despus cmo conducirse como cristiano.
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Si el hombre no nace de nuevo, (nacer de nuevo a la vida espiritual en Cristo) no entrar al reino de los cielos, Juan 3. Y, quienes no hayan nacido de nuevo, aun por muchos demonios que expulsen de los posesos, muchos milagros que realicen, mucho que profeticen, (enseen la Palabra de Dios) y todo ello en el nombre de Cristo, seguirn bajo la enemistad con Dios, Mateo 17:21-23. Nos entre en la cabeza que, si no hacemos las obras bajo las demandas determinadas y establecidas por Dios el Seor, nos va a ocurrir como a Can, cuya ofrenda no agrad a Dios, Gnesis 4:5. Sin duda que Can pensaba que ofreca lo mejor que tena, pero no era lo que Dios demandaba. Y el error de Can es imitado por infinitud de personas en la actualidad: obran por su cuenta, o por cuenta ajena, sin tener en cuenta a Dios, y as lucir el pelo. Y estmese que, un error suele traer otros, como le ocurri a Can. En la Iglesia de Roma se estila mucho el siguiente pensamiento: cuando se hace una buena obra, ella reporta cierta satisfaccin a quien la realiza, y ello es tambin la confirmacin de que tal obra lleva en s la aprobacin divina. Sin duda que este concepto es errneo. Volvemos a lo anterior: qu adelanta el que trae satisfaccin de ofrecer exquisito bocado a su familia, si lo que en verdad trae es muerte por error? La lente humana puede estar distorsionada, y si tal acontece se yerra en la visin y se tropieza en el juicio, Isaas 28:7, de modo que no olvidemos que Satans se disfraza como ngel de luz, 2 Corintios 11:13-15, y siembra cizaas, parecidas al trigo pero sin serlo, embaucando as a muchedumbres, en los que germinan y fructifican tales cizaas. S, se hace necesario alzar la vista al cielo desde en medio de las densas nieblas que circundan e invaden este pobre mundo de confusa oscuridad, porque el fiel cristiano, as en el fragor del combate como en el da de la bonanza, deber de rendir absoluta obediencia a Aquel que le salv de sucumbir a la muerte eterna y
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le ha puesto para que lleve mucho fruto, pues separados de Cristo nada se puede hacer, Juan 15:1-5. La obra o actividad cristiana, (la del verdadero cristiano, no la del falso) el fuego de la Palabra de Dios la probar; y quien haya edificado ajeno a la voluntad de Dios, su obra la ver consumirse y nada quedar de ella, 1 Corintios 3:11-13. Dios lo ha advertido. Cuidado, pues, con el sndrome del prado verde. S, hay praderas que a los ojos del viajero aparecen saturadas de verdor primaveral. Y el inexperto, sin duda, no puede distinguir que en ellas predominan las malas hierbas. Y es leccin insuperable la que ensea el Maestro Divino instando a sus seguidores a diferenciar entre trigos y cizaas. Hablaremos de ello en posteriores pginas. Cuidado, pues, con el sndrome del prado verde! Bien dice el refrn popular: no todo lo que reluce es oro. SEGUNDO: QUE SEAN HECHAS POR CONVERTIDOS A DIOS, POR HIJOS DE DIOS. Es maravilloso pensar en el hecho estupendo de que Dios est dispuesto a recibir, y sin previa peticin de audiencia, al ms vil y depravado pecador que desee acogerse a su divino indulto de perdn en Cristo, pues la grandeza de su misericordia es tal que hay perdn en l para todos cuantos a l acuden, Isaas 55; Mateo 11:28. Y el hecho de que Dios se digna ejercer su libre gracia, su perdn, su perdn gratuito y eterno, dispone los corazones de sus redimidos para que l sea reverenciado, Salmo 130:4, y vivan para l, Filipenses 1:21; Colosenses 5:15. Muchos contemporneos de Cristo no queran ir a l para tener vida, Juan 5:40, y hoy les imitan muchedumbres que se precian de cristianas. No acuden a Cristo ni confan en el poder limpiador de su preciosa sangre, y se resisten guarecidos nadando en el sistema religioso que les engaa; en tanto perseveran en su asiento religioso tratando de ganar una parcela en el cielo. Y en su
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ceguera espiritual, no slo resisten al Seor, sino que le ofrecen lo que ellos llaman buenas obras, cual si Dios se agradase en ellas. Mas, qu tremendo e inconsciente orgullo origina y nutre su desmentido error. No que nieguen directamente al Seor Jesucristo, pero s indirectamente. Y no que hagan obras en abierta impiedad contra Dios, sino obras de religiosidad que desagradan al Dios del cielo, Isaas 64:6; 2 Timoteo 3:5. De modo que no conviene dar la espalda a Cristo, fuente de toda bendicin y canal de toda gracia que puede descender al ser humano. Y la actitud de esas personas, nos recuerda inevitablemente a los antiguos judos, cuya conducta es reprendida por Dios, que as muestra: Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a m, fuente de agua viva, y cavaron para s cisternas, cisternas rotas que no retienen agua, Jeremas 2:13. Toda una verdadera pena que hoy se siga tropezando en la misma piedra. Y es incuestionable que para poder ejecutar obras de cristiano hay antes que ser cristiano; como as sucede para poder oficiar misas y ocuparse de atender una parroquia. En efecto, la Iglesia de Roma demanda que para cumplir las funciones sacerdotales, los sujetos deben previamente ser ordenados sacerdotes. Y as en cuanto al cristiano y sus obras: primero ser cristiano, ser hijo de Dios por la fe en Cristo, Juan 1:12; Glatas 3:26, y seguidamente efectuar las obras cristianas, las que glorifican a Dios, las que Dios prepar previamente para ejercitar a sus amados hijos en Cristo, Efesios 2:8-10. Como se puede colegir, el procedimiento que Dios tiene difiere del que impera en la Iglesia Catlica Romana, que manda a sus adeptos ganen la vida eterna por buenas obras aadidas a la fe, Trento. Sesin Sexta, canon 32. (Vase Doc. Vat. II, pg. 62). Se comprende que si la mano humana no ha sido lavada por la Sangre del Pacto Eterno, Hebreos 13:20, manche aquello que tome para ofrecer a Dios; y que el Seor, por sucio, no lo acepte. La Escritura es terminante: el que no cree YA HA SIDO
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condenado, porque no ha credo en el nombre del unignito Hijo de Dios, Juan 3:18. De manera que si en la santa presencia de Dios est condenado, en qu lugar estarn sus imaginadas buenas obras? Se irn al mismo infierno que l, pues que llevan el ms riguroso rechazo de parte de Dios, pues el que se ampara en sus obras: rechaza la de Cristo, y eso es muy grave para Dios. La puerta a toda bendicin es Cristo, Juan 10:7-9, y si no se est en Cristo, si el sujeto no descansa en Cristo, aun por grandes obras sociales, polticas, religiosas, humanitarias o de cualquier otra ndole, y al precio que sean hechas, no puede obtener el beneplcito del Ser Supremo, porque dejar al Cristo glorioso a la izquierda del camino, con su carta del perdn extendida, no puede en modo alguno agradar al Padre Eterno, que puso a su Santo Hijo como propiciacin por los pecados humanos, 1 Juan 2:2. Decimos, pues, que partimos de la premisa, o base de nuestro argumento, de que las obras que a Dios agradan deben ser hechas por cristianos. La Escritura es abundante en esta enseanza, pero nadie como el Maestro Divino lo patentiza tan clara, sencilla y magistralmente, cuando de sus labios brotan las palabras siguientes: a) El rbol malo no puede dar buenos frutos, Mateo 7:18. b) Haced el rbol bueno y su fruto ser bueno, Mateo 12:33. c) El rbol se conoce por sus frutos, Lucas 6:44. A) EL RBOL MALO NO PUEDE DAR BUENOSFRUTOS. La enseanza del Maestro del cielo es categrica, y resulta comprensible que el mal rbol no pueda producir buenos frutos. Tenemos, pues, que el inconverso, el que es hijo de su padre el diablo, Juan 8:44, el que es hijo de ira y de desobediencia, Efesios 2:3; 5:6, un muerto (separado de Dios) en
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delitos y pecados, Efesios 2:1, aquel que no ha sido acercado a Dios por medio de la sangre de Cristo, Efesios 2:13, uno que an no es hijo de Dios por la fe en Jesucristo, Glatas 3:26, no es buen rbol, no est injertado en Cristo, no corre por l la savia divina y no puede dar buen fruto. Para llevar fruto EN Cristo primero es necesario nacer EN Cristo, Juan 3:1-10, y despus se lleva el fruto EN Cristo, Juan 15:4-5. La enseanza del Seor es magistral, pero el hombre no ve las cosas como Dios las ve, Isaas 55:8-9; mas lo que Dios sostiene es veraz, y lo dems es viento y vanidad. La Escritura defiende que todo cuanto no proviene de la fe es pecado, Romanos 14:23, y por tanto el pecador debe poner su fe en la Persona de Cristo, y si no lo hace es imposible que agrade a Dios, Hebreos 11:6. Y si l no agrada a Dios, le agradarn sus obras, cualesquiera que sean? Nada ms lejos de ello. Y es que la Palabra, como hemos visto, enfatiza que cuanto no proviene de la fe es pecado, de tal modo que la labranza del impo es pecado, Proverbios 21:4. As pues, tanto el impo como sus vacas, su carro, sus fincas y sus cosechas, su labranza en s es pecado. Sabemos, s, que hablamos palabra fuerte para muchas almas, pero es Dios quien lo instruye en su Palabra. Y el inconverso, le guste o no, est en pecado, en pecado se desenvuelve, y cuanto hace es pecado. Y en tanto Cristo no lo saque del pozo del pecado en que se encuentra, su vida toda se desenvuelve en el fango del pecado, y tanto l como todos sus frutos son pecado. Y como Cristo sostiene: o se est conmigo, o se est contra m; y el que conmigo no recoge, desparrama, Lucas 11:23. No hay, pues, otra alternativa: o soldado del Seor o se lucha contra l, Mateo 12:30; Lucas 11:23. Piensa, querido lector, cmo osa presentarse ante el Seor aquella alma que no acepta a Cristo, (es decir: que no ha sido lavada en la Sangre del Cordero de Dios), y le ofrece sus buenas
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obras de justicia propia, cualesquiera que sean ellas? Y cuando parta a la eternidad, qu rostro pondr al descubrir que sus justicias son ante el Divino Seor como trapos de inmundicia, Isaas 64:6? Si el inconverso a Cristo NADA pesa en las balanzas del Omnipotente, Salmo 62:9, acaso pesarn algo sus obras en esas mismas balanzas? Muchedumbres se encuentran enlazadas en la misma trampa satnica que los antiguos judos, a quienes Pablo tanto amaba, y de los cuales lleg a decir: Porque IGNORANDO la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, NO SE HAN SUJETADO A LA JUSTICIA DE DIOS; porque el fin de la ley es Cristo, para JUSTICIA A TODO AQUEL QUE CREE, Romanos 10:3-4. En verdad que todos aquellos cuantos obedecen mandamientos humanos y profesan conocer a Dios, mas con sus hechos lo niegan (aun los de tipo religioso, humanista, etc.), Dios NO LES APRUEBA PARA HACER NINGUNA buena obra, Tito 1:14-16. Cuando el mal rbol presenta sus frutos al Dios santsimo, (frutos obviamente malos, pues l es inconverso) a Dios le son desagradables, porque como declara el Proverbio 15:8-9: el sacrificio de los impos es abominacin a Dios. S, abominacin a Dios es todo altivo de corazn (y el que no acepta a Cristo es altivo ante Dios), y no quedar sin castigo, Proverbios 16:5, y nada importa que la persona aparente o no mucha humildad ante los hombres, e incluso simule un cristianismo que no tiene, pues: o dobla la rodilla de su corazn ante el Seor Dios, o tanto l como sus obras son abominables al Ser Supremo. Conviene, pues, acatar el seoro de Cristo y aceptar la gracia divina, el indulto del Omnipotente. Incuestionable: el mal rbol no puede dar buenos frutos. Y para hacer las obras cristianas (las buenas obras ante Dios) hay antes que ser cristiano. Ser cristiano verdadero y no un seudo
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cristiano o falso cristiano. S, grave asunto el rechazar directa o indirectamente a Cristo, e ir a ofrecerle buenas obras. Cun inmensa es tal ceguera! Ceguera que recuerda la expresin de Malaquas 1:10: Yo no tengo complacencia en vosotros, dice el Dios de los ejrcitos, ni de vuestra mano aceptar ofrenda. B) HACED EL RBOL BUENO Y SU FRUTO SER BUENO. Jesucristo us un lenguaje sencillo, conocido de las gentes de sus das en la tierra, y conocido de nosotros tambin hoy, y ello a fin de ilustrar que del corazn no regenerado por el Evangelio NO PUEDE SALIR COSA BUENA. Y es que EL MAL RBOL (el hijo de su padre el diablo, Juan 8:44) debe de ser hecho bueno (hijo de Dios por la fe en Cristo, Glatas 3:26) para que por l corra la savia divina y de l salgan frutos agradables al Dios Eterno. Y es que, del rbol silvestre, cuyos frutos son malos, cidos, diminutos, incomestibles e indeseables, si es que alguno surge de l, debe ser cambiado de forma tal que sus frutos vengan a ser codiciables. Ahora bien, qu haremos para alcanzar a conseguir tal finalidad? Dos mtodos podemos usar: el uno es trabajar en l podndolo, regndolo, abonando el terreno y otros cuidados de arboricultura; pero tales labores nunca podran cambiar la naturaleza del rbol, y sus frutos seran siempre los mismos. Hay otro mtodo, el cual es: injertarlo de un buen patrn, y despus, s: cuidar el rbol con correctas tcnicas de arboricultura, tales como abonado, riego, poda, etc. La primera tcnica, la tcnica de la religin, no vale; no se pueden pedir peras al olmo reza el refrn popular. Y la segunda, implantando nueva naturaleza al rbol mediante injertos, esa dara los frutos deseados. Jesucristo bien saba que el hombre natural y sus frutos, no glorificaban a Dios, de manera que instruye que los pecadores
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debemos ser injertados del Patrn divino por el Jardinero del cielo. Y en tanto la savia divina no corra libremente por el corazn humano, es imposible que de l salgan buenas obras a los ojos de Dios. Saldrn, s, muy buenas a los ojos de muchos hombres, y muy vistosas y llamativas, pero Dios distingue bajo la piel de ellas. Pues bien, as como el hortelano comn injerta un rbol silvestre de un buen patrn al nico objeto de obtener preciados frutos, as el Hortelano del cielo injerta en Cristo a todos cuantos fan en l, y ello a fin de levantar para S un pueblo que le glorifique Isaas 60:21; 1 Pedro 4:11, y crear para S un pueblo propio, celoso de BUENAS OBRAS Tito 2:14, 3:8. Es, pues, cuestin de estar en Cristo y ser una nueva criatura, lista a producir frutos para la gloria de Dios, 2 Corintios 5:17-18. Y aqu podemos recordar la demanda catlica romana: primero sacerdote, y luego se le encomienda que atienda una parroquia. (Como ilustracin, pues no significa que estemos de acuerdo con el sacerdocio catlico-romano). Las obras del inconverso no pueden agradar a Dios, y menos an pueden servir de recompensa para salvarle de la muerte eterna, Mateo 16:26. S, haced al rbol bueno, y su fruto ser bueno. Fruto bueno, fruto natural de una fe en accin, Tito 2:14; Hebreos 13:21, pues Dios prepar esas buenas obras de anticipado modo para que sus redimidos gocen la oportunidad y privilegio de ejercitarse en ellas, como hemos dicho repetidas veces. Y an ms dice la Escritura: que es Cristo mismo quien las efecta obrando en los suyos, 1 Corintios 4:17; Filipenses 2:13; Hebreos 13:20-21. Quin no recuerda que Andrs y Pedro -no slo Pedrofueron escogidos por Cristo para ser pescadores de hombres, Mateo 4:18? Y as Pablo Apstol, Hechos 9:15; como tambin cada creyente, que no es salvo por obras, Tito 3:5; Efesios 2:8, sino para hacerlas, Efesios 2:10. Estas obras son,
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fundamentalmente: ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios POR MEDIO DE JESUCRISTO, y anunciar a las almas perdidas su misericordia, 1 Pedro 2:5-10. S, haced el rbol bueno y su fruto ser bueno, de tal modo que el fruto del cristiano, esas OBRAS DE AMOR Y GRATITUD A DIOS, glorifiquen Su Nombre. Y esto difiere con el religioso que amontona obras meritorias para que le dejen por ellas entrar en los cielos. Vedlo bien: ah trabaja, en su egosmo religioso, sin darse tan siquiera cuenta de que Dios le regala el cielo Romanos 6:23. Oh, cun absurda su actitud, por lo inmenso de su ceguera! Debemos connotar tambin que las obras del cristiano no son peso para l, 1 Juan 5:3 sino gozo en el Seor. La Escritura dice que el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venci 2 Pedro 2:19. Y Cristo no nos venci con fuego y espada, ni nos obliga a tributarle en dura esclavitud, sino que su amor nos rindi, y por amor le servimos sus redimidos. Nos convertimos de los dolos a DIOS PARA SERVIRLE, 1 Tesalonicenses 1:9, para ejecutar su voluntad soberana sobre nuestras vidas, en un servicio de amor y gratitud, Hebreos 12:28", como siervos por amor, Colosenses 3:24, que guardan Su Palabra y que no niegan su Nombre, Apocalipsis 3:18. Dios slo quiere una relacin de amor: porque l es amor, 1 Juan 4:8 y 16, y sus mandamientos no nos son gravosos, pues toda obediencia nace y se ejerce del amor a l. En fin: las obras cristianas llevan en s la sola etiqueta de amor y gratitud al fiel Salvador Jesucristo. Estas obras se harn por convertidos a l, y tambin se realizarn exclusivamente para la gloria de Dios 1 Corintios 10:31, y no para la gloria del que las ejecuta, Proverbios 25:27. Y ello no es ninguna carga para el cristiano, 1 Juan 5:3.
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C) EL RBOL SE CONOCE POR SUS FRUTOS. Dice el Seor Jesucristo: No es buen rbol el que da malos frutos, ni el rbol malo el que da buen fruto. Porque cada rbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazn saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazn saca lo malo; porque de la abundancia del corazn habla la boca, Lucas 6:43-45. Se distingue de inmediato que ciertas manifestaciones humanas, levantadas ellas en abierta impiedad y declarada rebelda contra Dios y su Palabra, no son buenas obras, ni sus autores son buenos rboles. En efecto, diferenciamos a considerable distancia un espino de un manzano, o una zarza de un peral, pero debemos afinar la puntera cuando se trata de discernir con precisin aquello que, en primer plano, contiene una aparente similitud. Recordemos que no todo lo que reluce es oro. Jesucristo, en Mateo 13:24-30, instruye al respecto mediante una parbola, y en ella nos habla que en un campo fue sembrado trigo, pero en la noche del tiempo un enemigo sembr cizaa, y sta naci y creci juntamente con el trigo. La cizaa es una planta gramnea que guarda mucha afinidad con el trigo antes de la infrutescencia de ambos. Y a tal punto llega esta sinonimia o parecido que, vista la parcela desde apenas unos metros de distancia, no pueden distinguirse entre s estos vegetales, siendo necesario acercarse mucho a ellos y ser experto en esa materia para poder diferenciarlos. Y as acontece con las personas: hay verdaderos creyentes (trigo del Seor) y hay tambin falsos creyentes (cizaas del maligno enemigo, sembradas entre el trigo, mezcladas con el trigo en la parcela del mundo, que a muchas personas les parece trigo, pero que no son trigo, e incluso importunan al trigo). Y, ante esta realidad, se precisa de la lente bblica para saber distinguir y no
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errar en la visin ni tropezar en el juicio. Esta mezcla se halla muy claramente advertida en las Escrituras, y nos baste recordar un par de puntos bblicos que as pronuncian: Tambin debes saber esto: que en los postreros das vendrn tiempos peligrosos. Porque habr hombres... que tendrn apariencia de piedad, pero negarn la eficacia de ella; a stos evita, 2 Timoteo 3:1-5. S, hombres con apariencia de piedad, as en sus modos, sus dichos y sus hechos. Personas que aparentan ser muy buenos cristianos, pero estn negando la esencia del Evangelio, engaados ellos y engaando a otros 2 Timoteo 3:13. Y as, en tanto creen ellos trabajar activamente para Cristo, Cristo les tiene por obradores de maldad, y en su da les manifestar pblicamente su ms pleno y drstico rechazo, Mateo 7:21-23. Notemos tambin la Escritura en 2 Pedro 2:1: Pero hubo tambin falsos profetas entre el pueblo, como habr entre vosotros falsos maestros, que introducirn encubiertamente herejas destructoras, y aun negarn al Seor.... S, falsos creyentes, y con grado de maestros, diseminando errores doctrinales a diestra y siniestra, y arrastrando discpulos tras de s, Hechos 20:30. La historia confirma la veracidad de estas precisiones antedichas, e igualmente los tiempos presentes proclaman a gritos el desastre pre-anunciado. Vemos, pues que, en la llamada Cristiandad, lo que unos afirman otros niegan, cuando no todo puede ser verdad, porque si dos ms dos son cuatro, no son tres; y nunca debemos aplicar la ley del embudo en propia conveniencia. Y as las cosas, pues un error engendra otros si no se erradica a tiempo, y aquello que en un principio aparenta ser una simple nadera, resulta imprevisible saber lo que puede terminar. Un ro muy caudaloso nace de una simple fuentecilla, y abandonar la gotera viene a derrumbar la casa.
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S, muchas almas se equivocan cuando creen que aquel misionero que sufre penalidades en el corazn del frica, que levanta congregaciones, que expulsa demonios de los posesos, es un gran siervo de Dios, y sus obras son gratas al Dios de los cielos. Pero la verdad es que misioneros hay muchos, y unos son cristianos y otros no son cristianos; y es slo mediante la luz que arroja la Palabra de Dios que podemos clarificar el asunto, porque en apariencia todo el mundo es bueno, pero conoce el Seor a los que son suyos 2 Timoteo 2:19, y l bien sabe distinguir entre lo verdadero y las imitaciones. Y aunque nosotros no podemos saber en exactitud quin es y quin no es hijo de Dios, s sabemos en la inmensa mayora de los casos lo que son, y ello por sus confesiones y por sus frutos. De todos modos, siempre hay casos en los que queda reservado al ojo divino el conocer si en verdad son buenos o malos rboles. Y recordamos nuevamente que en los corazones que no corre por ellos la savia divina, ni son rboles buenos ni pueden dar frutos buenos. Con todo, debo decir que no somos jueces sobre nadie, pero generalmente se distingue ampliamente entre rboles y rboles, entre trigos y cizaas, pues la Palabra de Dios es lmpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino Salmo 119:105. As, pues: cuidado, lector, con el sndrome del prado verde. Recuerda que: todo rbol que no de buen fruto segn el Hortelano del cielo, ser cortado y ser echado al fuego (eterno) Mateo 7:19. As pues, primero ser injertado en Cristo; y luego se producir buen fruto. TERCERO: QUE TALES OBRAS SE HAGAN PARA SU GLORIA. Hemos indicado en anterioridad que Dios quiso para s un pueblo propio, celoso de buenas obras Tito 2:14, (es decir: que primero fuese su pueblo y segundo: hubiere en cada redimido suyo, celo santo de obrar para Su gloria. No quiso Dios que las
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personas hicieran estas o aquellas obras y, luego, por mritos humanos, se lograse la jubilacin divina y formar parte de su pueblo.) y Cristo tambin se expresa diciendo a su Padre: he acabado la obra que me diste que hiciese Juan 17:4, y en otra ocasin: mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo Juan 5:17. Bien, nos basten estas citas para estimar que hay responsabilidades por doquier. Ahora bien, Cristo no busc su propia gloria, Juan 8:54, y cuanto hizo y ense iba encaminado a buscar la gloria de Dios. Y, naturalmente, si el Hijo no quiso buscar gloria para s, Juan 8:50; habremos de querer hallarla para nosotros los seres humanos, tanto si somos redimidos como si somos inconversos? Atendamos la Escritura, pues en ella leemos: Dad a Dios la gloria debida a Su nombre, Salmo 29:2. Ahora bien, qu gloria debemos darle? La debida a l. Y la debida a l, la que le corresponde, es TODA cuanto podamos. Toda para l; nada para nosotros. El buscar la propia gloria no es gloria Proverbios 25:27, pero acaso no busca su propia gloria aqul que mediante sus obras trata de ganarse algo? Los unos hacen donaciones econmicas para alguna iglesia, acaso para alguna causa altruista, pero anotndose el tanto; los otros hacen penitencias buscando santidad que a ellos les reporte gloria en los cielos, y anotan igualmente en su haber el tanto. En suma: quien obra para s, no obra para Dios. Y hay un orgullo en muchos corazones, los cuales se gloran en s mismos al verse tan morales, tan ticos, tan religiosos y con tanto mrito. Toda una pena, porque a los cristianos se nos dice: El que se glora, glorese en el Seor 1 Corintios 1:31. Y es que los inconversos, los que an no estn lavados en la sangre del Pacto eterno, nada tienen de qu gloriarse; y los redimidos del Seor, tenemos de qu gloriarnos: de estar limpios por esa sangre que nos limpia de todo pecado 1 Juan 1:7, por lo cual damos la gloria a Aquel que nos limpi; No a
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nosotros, oh Seor, no a nosotros, sino a tu Nombre da Gloria Salmo 115:1, deca el salmista. Y tambin los Apstoles se expresan diciendo: A l la gloria por los siglos de los siglos. Amn. Romanos 11:36. A l la gloria en la Iglesia EN Cristo. Efesios 3:21. Al Dios y Padre nuestro sea la gloria. Filipenses 4:20. A l la gloria hasta el da de la eternidad. 2 Pedro 3:18. Oh, s: a l sea la gloria de sus redimidos; no a nosotros, no a Mara, no a los san Antonios; s a l, porque l quiso crear para s un pueblo que le glorificase Isaas 60:21, y no quiere que honremos a las criaturas, Romanos 1:25, tales son, entre otras, Mara y los sanantonios. Mas, por qu as? Porque hemos sido comprados por precio (la sangre de Cristo) y debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espritu, los cuales son de Dios 1 Corintios 6:20. S, la Escritura es terminante: todo cuanto el fiel creyente haga, ser hecho para la gloria de Dios, 1 Corintios 10:31; 1 Pedro 4:11, y no para la suya. Y el que se glore, glorese en el Seor. 1 Corintios 1:31. Concluimos indicando que las obras del cristiano, obras que agradan a Dios, hechas por convertidos, llevan el sello de la gratitud y el temor santo, y la reverencia a Dios Hebreos 12:28, son obras de amor. Es el resultado natural de aquellos corazones que se han sentido amados de Dios, pues l nos am primero 1 Juan 4:19. Gloria a l por su regalo inefable, indescriptible, 2 Corintios 9:15. Somos sus hijos por la confianza en Cristo, Juan 1:12; Glatas 3:26; y como hijos de amor, por amor le respondemos, tratando de vivir lo mejor posible para l. En cambio, las obras del religioso son obras egostas; buscan, en los mritos propios, algunos beneficios aquellos que las hacen. Trabajan para s, y de alguna manera buscan su gloria, su enaltecimiento, su propio beneficio. Mas, cun bueno les fuera elevar su vista al cielo, contemplar al Crucificado, arrepentirse de
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sus pecados, convertirse a Cristo, y dejar sus pecados a los pies del Seor. Entonces, y slo entonces, se veran libres de ellos; tampoco haran ms penitencias, pues el penitente por ellos fue Cristo, y podran descansar felices en su Salvador, y libertados del pecado seran siervos de la justicia Romanos 6:18, y cantaran las maravillas del indulto de Dios sobre sus vidas. Y entonces, y slo entonces, sentiran el anhelo creciente de obrar, de vivir PARA LA GLORIA DE DIOS, obedeciendo Su Palabra y honrando Su Nombre. S, el cristiano servir a su Seor, no se servir a s mismo; y no obra como el ciego religioso que amontona sus obras en favor suyo, y en su engao instruye a otros que imitan su error. Son ciegos guas de ciegos; y si el ciego gua al ciego, al hoyo caern ambos, Mateo 15:14. Ni siquiera se han percatado de lo que Dios por SU GRACIA les regala en Cristo. Su ceguera se lo impide. CUARTO: EL SERVICIO CRISTIANO SER MOVIDO Y GUIADO POR EL ESPRITU SANTO. Los que rechazan a Cristo estn bien descartados de obrar para la gloria de Aquel que, directa o indirectamente, han desestimado. No son suyos, y no pueden trabajar para l de una forma que glorifique Su Nombre. Y aquellos que tenemos el precioso privilegio de rendir a sus pies el tributo de nuestra adoracin y servicio cristiano, en ocasiones no lo hacemos movidos y guiados por Dios el Espritu Santo, sino que obramos un tanto despistados y a nuestra manera, sin tener en cuenta que debemos supeditarnos a la sola indicacin del Espritu, a fin de ejecutar estrictamente la voluntad del Soberano. Puede ser que el Seor tenga previsto encomendar que tal o tales tareas las haga otra persona, o que no se hagan, Jeremas 7:31b, y en tal supuesto estamos haciendo algo que no debemos; y esto, tanto en las
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congregaciones del pueblo cristiano como fuera de ellas. De tal manera que, es imprescindible estar atentos a la direccin del Espritu. Y si en las actividades ordinarias de la vida no podemos andar desenvolvindonos como bien nos parezca, sino que hay que sujetarse a las autoridades, Tito 3:1, y acatar tambin toda indicacin de nuestros jefes en el trabajo, Efesios 6:5-6, (excepcin especfica en Hechos 4:19 y 5:29 si el caso surge), cunta mayor sujecin no debemos rendir al Espritu de Cristo que se nos ha dado? S, en todas las facetas de nuestro diario vivir debemos depender de la gua amorosa, soberana e imprescindible del Espritu de Dios, si es que en verdad queremos tributar la adoracin y el servicio mejor a Aquel que nos am y nos lav con su sangre de nuestros pecados. Cierto, el Espritu Santo ha sido dado al creyente, 1 Corintios 3:16, y morar en l para siempre, Juan 14:16. La actividad del Espritu es inmensa, pero nos basten apenas unos textos bblicos para mostrar que la vida cristiana debe ser conducida por Dios el Espritu Santo. El Espritu Santo ensea al creyente, Juan 16:13; 1 Juan 2:27. El Espritu Santo ensea y recuerda las cosas de Cristo, Juan 14:26. El Espritu Santo GUA Y DIRIGE AL CREYENTE EN SU DEBER, Romanos 8:14. El Espritu Santo conduce a los creyentes a la manera de adorar que a Dios el Padre Eterno le agrada, Juan 4:23-024; Filipenses 3:3. El Espritu escoge a los misioneros de Cristo y los gua y dirige en sus trabajos, Hechos 13:2; Hechos 16:6-7. El Espritu de Dios nos ayuda a orar como conviene, Romanos 8:26. El Espritu de Dios est por algo y para algo, y no debe desconsiderarse.
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Ahora bien, al Espritu podemos MENTIRLE, Hechos 5:3; podemos CONTRISTARLE, Efesios 4:30; le podemos TENTAR, Hechos 5:9; podemos hacerle AFRENTA, Hebreos 10:29; le podemos APAGAR, 2 Tesalonicenses 5:19. Y luego podemos hacer infinitud de obras de tinte o barniz cristiano, pero en el tribunal de Cristo comprobaremos que no jugamos limpio, y sern descalificadas tales obras. Estas actitudes contra el Espritu pueden ser hechas por cristianos, cristianos carnales, y ello al precio de perder, no la salvacin, pero s la comunin o buena relacin con Dios. Por tanto, y antes bien: nuestro deber es andar en el Espritu y no satisfacer los deseos de la carne Glatas 5:16, tanto para agradar a Dios como para evitar la severa disciplina paterna, e incluso aprovechar el gran privilegio de servirle en fidelidad y honor. Volvemos de nuevo a mirar al mundo de los inconversos, y por su importancia, connotamos que hay otros espritus tambin que han salido por el mundo, y engaan a muchas almas 1 Juan 4:1; 1 Timoteo 4:1; 1 Samuel 18:10. Y es toda una pena que muchedumbres honren a dioses extraos y sean engaados de espritus de error y doctrinas de demonios 1 Timoteo 4:1. La Biblia es categrica al expresar: Si alguno no tiene el Espritu de Cristo, no es de l, Romanos 8:9. Esto es para los inconversos; y para los conversos: El Espritu mismo da testimonio a nuestro espritu, de que somos hijos de Dios, Romanos 8:16. El que cree en el Hijo de Dios, TIENE el testimonio en s mismo, 1 Juan 5:10. En fin que, quienes no tienen el Espritu de Dios, aunque se precien a s mismos, y sean tenidos por otros como buenos cristianos, no son de Cristo. Y si el Espritu no da testimonio a sus espritus de que SON HIJOS DE DIOS, vean su triste situacin, y acudan a arreglar cuentas con Dios fiando en el Hijo de su amor. Acudan ya, y con prioridad a toda otra actividad.
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Sin duda que si visemos cara a cara a Cristo y estuvisemos en su grupo, le diramos: Seor qu quieres que yo haga ahora? Chico trabajador, vete a... haz tal cosa... nos dira. Pues as hagamos los creyentes: busquemos su direccin en todo. Cierto, s, precisamos de su gua, pues la Santa Escritura no explica todas y cada una de cuantas decisiones hemos de tomar cada cristiano en nuestro diario vivir. Y es que la Escritura da instrucciones, unas veces son genricas, otras son especficas, pero no puede dar de manera minuciosa cada accin de cada cristiano, y es por ello que cada convertido buscar la gua suprema en el Espritu de Dios cuando la propia Escritura no se la d. Ilustramos lo antedicho con dos ejemplos, el uno sobre pequeos asuntos de la vida cristiana, y el otro acerca de grandes decisiones que el convertido debe tomar en algunas ocasiones. 1) Qu har en una maana libre de trabajo: ir a llevar a las almas perdidas el mensaje de salvacin? Visitar algn enfermo? Estudiar la Escritura?. 2) Cristo dijo: id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Pero, el alma se pregunta: ir a China a predicar? Hablar, en mi ciudad, del Seor Jesucristo? Ir toda mi vida de misionero a tal o cul pas? (en este aspecto la decisin sera para aos). (Ver notal al final del captulo). S, deber sagrado de todo cristiano es buscar la direccin del Seor para toda actividad que realice, mxime para las ms importantes de su vida. Para ello deber mantener una lnea de santidad y comunin con Dios. Dicho de otro modo: nuestra antena espiritual estar libre de xidos u otros cualesquiera agentes que nos impidan mantener buena onda de comunicacin con el GUA DE LA IGLESIA DE CRISTO, que es Dios el Espritu Santo. Y si queremos honrar a Dios y hacer siempre Su voluntad, no podemos prescindir de la direccin que, por su ESPRITU, CRISTO nos brinda. Cristo es nuestro Pastor, y por Su Espritu y
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por su Palabra nos conducir. Por tanto, no atenderle, bien sea desoyendo su Espritu, bien desoyendo su Palabra, es un claro signo de desobediencia, aunque sta sea por ignorancia. Desgraciadamente, el reinante despiste espiritual del presente, es la clara marca del desorientado caminar de la tibia, despistada y orgullosa Laodicea, Apocalipsis 3:15-20, la cual obra a su manera, sin tener muy en cuenta a su Seor. Oh, Piloto Divino, ven y gua mi nave, Esta pobre barquilla que hoy cruza la mar. Contra el viento y las olas, nada puede mi brazo; Sin tu ayuda, oh Piloto, el naufragio vendr. Oh, Piloto Divino, ven y gua mi nave, Que traidora es la noche y traidor el mar. Oh, Piloto Divino, el timn en tu mano Bello har mi sendero y feliz mi bogar. De las playas de muerte desprend mi barquilla Cuando caros amigos me hablaron de Ti; Y a las playas eternas, donde reinas glorioso, Mi bajel, como ellos, dese dirigir. Sobre un mar que embravece, viento extrao a tu gracia, Deslizarse tu planta veo lleno de fe; Y mi pecho se hinche de bendita esperanza Al saber que tu vienes a guiar mi bajel. Es tan rico el tesoro de tu amor y potencia Que la noche ms negra no te puede borrar. Y al poner en tu mano el timn de mi nave Canto ya tu victoria sobre vientos y mar. M. San Len
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NOTA: La orden de Cristo es que todo ser humano oiga el mensaje de salvacin de la condenacin eterna. En Mateo 28:19 el mandamiento del Seor Jess es que se hagan discpulos a todas las naciones, entendiendose con ello la clara referencia a los seres humanos que las pueblan. En Marcos 16:15 ordena el Seor que se predique el Evangelio a toda CRIATURA que puebla el planeta, criatura humana, naturalmente. Mas, por qu decimos esto? Sencillamente, porque est muy extendido el difundido concepto de que todo ser humano es HIJO DE DIOS, y no es as. Para ser hijo de Dios hay primero que recibir por fe a Cristo Juan 1:12; Glatas 3:26. Y el ser humano, sin cumplir esta demanda divina, tan slo es CRIATURA del Seor. Y, adems, criatura rebelde a su Creador. Por tanto, y como Cristo manifiesta es HIJO DE SU PADRE EL DIABLO Juan 8:44, hijo en sentido espiritual, se sobreentienda.
Cuidado, pues, con confundir los conceptos de criaturas de Dios con la filiacin divina mediante la confianza en Cristo.
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CAPTULO 5
EL JUICIO DE DIOS
Si rechazar la salvacin implica aceptar el juicio, desechar al Salvador significa someterse bajo el Juez. Y mi deber cristiano es advertirlo. Y advierto tambin que nadie considere que mi nimo obedece meramente a amedrentar infundiendo temor en los lectores, sino ms bien manifestar que las admoniciones preanunciadas por Dios se han de cumplir inexorablemente debido a la rectitud e inmutabilidad de su infalible consejo, pues aunque hay muchos pensamientos en el corazn del hombre contrarios a Dios-, tan slo el consejo divino permanecer Proverbios 19:21. Me adhiero a la Escritura, donde se lee que, nosotros, los cristianos, como embajadores de Cristo 2 Corintios 5:20, hacemos advertencia de que el juicio de Dios aguarda a todos cuantos rehsan confiar en su amado Hijo Jesucristo, Juan 3:36. En efecto: est establecido a los hombres (inconversos) que mueran una sola vez y, despus de esto, el juicio Hebreos 9:27. As, pues, creyendo que Dios es justo, porque l manifiesta serlo, Daniel 9:14; Romanos 3:26, no podemos poner trmino a esta sencilla labor sin patentizar que Dios ha de juzgar aun las acciones ms secretas de los hombres, Romanos 2:16, y que de todas ellas habr constancia en los vdeos del cielo. S, de todas y cada una, estrecha cuenta rendir cada inconverso a Cristo en el
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juicio del gran da. Nada escapa al escrutinio omnisciente del Dios Omnipotente; y, de otro modo, l no sera ni justo, ni omnipotente, omnipresente... lo cual es impensable en teologa. Por otra parte, entendemos que muchas personas estiman que sern pesadas en balanza, de un lado las llamadas buenas obras, y del otro las malas, y segn la inclinacin de aquella as se dictaminar sentencia. Pero debemos manifestar que este concepto de los antiguos judos, tan arraigado en nuestro tiempo, carece de fundamento alguno desde la perspectiva bblica, y ello por un doble motivo, a saber: Primero: porque no es, precisamente, la manera de hacer Dios el juicio a los incrdulos usando una balanza donde se pesen buenas y malas obras. Segundo: porque el que rehsa creer en Cristo, no podr presentar ninguna buena obra, como se ha demostrado anteriormente. Naturalmente, a aquellos que nada bueno tienen para poner en balanza, Dios les ha privado incluso de ella. Para qu la necesitaran? Sera pleno absurdo que se les ponga balanza cuando nada tienen ni pueden poner en ella. En realidad, el Salvador es Cristo, no las mal llamadas buenas obras. Y, en realidad tambin, la condenacin la escogen las personas (y esta es la condenacin: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron ms las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, Juan 3:19). A fin de cuentas, el Juez Justo les sancionar conforme ellos han ameritado y lo merecen: no por haber hecho obras, sino por haber amado el pecado y rechazado al Salvador, que les podra haber librado de sus pecados y sus consecuencias, Juan 3:18. S, la imaginada balanza es un falso concepto, y es abominacin para Dios tal peso y medida falsa, Proverbios 20:10, pues no armoniza con los decretos imperativos del Soberano.
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JUICIO Como definicin de esta palabra, podemos decir que juicio es un hecho que realiza el entendimiento, en virtud del cual se discierne y se crea la opinin respecto de la naturaleza real de un suceso o de alguna cosa, as como del verdadero carcter de alguna persona que fuese enjuiciada, o de algn acto suyo. De nuestros juicios humanos, qu decir? patinamos demasiado, y en mil ocasiones intencionadamente. Y nuestros magistrados? Tambin suelen errar con sobrada frecuencia, y an hasta por cohecho, quiz en mil ocasiones, se imparta la justicia. Pero no as el juicio que Dios forma de las personas y de las cosas, porque sus juicios son justos y verdaderos Apocalipsis 19:2. El Juez Supremo ha de juzgar en justicia y fidelidad, pero lo har de acuerdo al Cdigo (conjunto de leyes e instrucciones) de su Palabra, la Santa Biblia. Y no en vano Cristo despliega la solemne advertencia a todos cuantos no aceptan su seoro: como Salvador de sus almas y Seor soberano de sus vidas. l dice: yo no os juzgo, os juzgar la palabra que habis odo (y rechazado) Juan 12:48. En el juicio divino no se admitirn opiniones de quienes, en su favor, pasaran por alto aun las ms negras pginas de su desgraciada historia alegando cndidas disculpas. El juicio de Dios retribuir a cada enjuiciado conforme a sus obras, tenindose en cuenta los factores que en su vida influyeron, la luz que recibieron y la que rechazaron. Recta cuenta rendirn a Aquel que est preparado para juzgar a los vivos y a los muertos, 1 Pedro 4:5. CLASES DE JUICIOS En la Escritura aparecen diversas clases de juicios, tales son los juicios de Dios sobre Israel, sobre naciones paganas y, entre otros muchos, el famoso juicio de Salomn ordenando partir un nio en dos mitades para averiguar cul era en verdad la madre del beb, 1 Reyes 3. Pero aqu nos interesa especialmente
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dos clases de juicios, los cuales trataremos en la ms mnima amplitud, y son: Tribunal de Cristo y Juicio Eterno. Comnmente se entiende que hay un juicio universal reservado en el futuro, y en l seremos juzgados todos y cada uno de los habitantes del planeta de todos los tiempos, as pasados, presentes y futuros. Pero este concepto no tiene fundamento bblico. Y, aunque la Escritura manifiesta que todo ser humano rendir cuentas al Ser Supremo, debemos distinguir que los convertidos a Dios pasaremos por el TRIBUNAL DE CRISTO; y aquellos que han rehusado confiar su vida a Cristo y rendirla al seoro de Jess el Salvador, han de sufrir el JUICIO ETERNO por sus pecados. Uno y otro grupo, rendirn cuentas a Dios, pero de diferente modo, y desde diferente ngulo. EL TRIBUNAL DE CRISTO La Palabra de Dios instruye que existe este tribunal, Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10, el cual examinar LA OBRA DE AMOR POR CRISTO DE CADA UNO DE SUS REDIMIDOS, y dar la recompensa que cada uno se merece. Es decir: se juzgar la obra, el trabajo cristiano de cada convertido a Cristo, y se determinar si recibe o no recompensa, y cul sea sta, 1 Corintios 3:7-15; 2 Corintios 5:10. Se juzgar la obra del cristiano, pero no al cristiano. En verdad que este tribunal no es tribunal de condenacin, sino de RETRIBUCIN; y aqu, al igual que en el juicio sobre los pecadores inconversos, nada va a escapar a la mirada omnisciente del Seor. Oigamos la Palabra inspirada de Dios: No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas estn desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta, Hebreos 4:13. Cuenta, s, cuenta de nuestra mayordoma, pues cada cristiano poseemos dones para servirle, y debemos rendir segn se nos entreg, Mateo 25. Aqu tampoco habr excusa alguna ante
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la santa presencia del equitativo guardin de la justicia de todo el universo. S, da llegar cuando el Seor aclarar tambin lo oculto de las tinieblas, y manifestar las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibir su alabanza de Dios, 1 Corintios 4:5. En efecto: cada cristiano recibir su alabanza de parte de Dios. El pueblo de Cristo ser transformado, ser introducido en la mansin gloriosa, y miraremos nuestro pasado desde aquella luz: veremos nuestros fallos, aciertos, nuestros porqus y para qus de nuestro servicio cristiano en este mundo que atrs qued. Desde all veremos, o ms bien conoceremos como fuimos conocidos 1 Corintios 13:12. Veremos claramente cmo Dios nos conoci, pues ahora no vemos exactamente si nos ocupamos en cosas buenas o en excelentes. (Filipenses 1:10a puede traducirse por para que discernis las cosas excelentes). Desde aquel santo y justo Tribunal, viendo ntido el pasado de obediencia y servicio de amor y gratitud a Dios, aceptaremos satisfechos el veredicto de Cristo a nuestra recompensa, o falta de ella por desobediencia, pues habr sorpresas, y muchos de los primeros van a ser postreros, Mateo 19:30, y viceversa. Y con recompensa, o sin ella, siempre habr himnos de alabanza al que nos am y sac del pozo sucio y cenagoso del pecado, y nos condujo con amor y ternura del cielo por este valle soportando nuestra calamidad, y en su bondad nos guard de peligros y ms peligros, y al fin nos pone en su gloria eterna, donde brillaremos como las estrellas a perpetua eternidad, Daniel 12:3; Mateo 13:43. Tal es su precioso pastoreo, que se extiende an mas all de nuestra muerte, Salmo 48:14. Estmese que a cada convertido a Dios le fueron perdonados sus pecados cuando recibi a Cristo por fe, y por ello, Dios no le va a juzgar por pecador. La Escritura es categrica al respecto con las siguientes afirmaciones: Con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados, Hebreos 10:14.
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Y si ya les hizo perfectos para siempre a aquellos que les aplic la sangre de Cristo, de qu les va a acusar y someterles a juicio? Dios no cae en el absurdo de juzgar a los que tendra que declarar justificados. No es un necio para juzgar a los que previamente perdon y pastore. Y nunca ms me acordar de sus pecados y de sus iniquidades, Hebreos 8:12. De manera que tampoco se acordar para enjuiciarlos como transgresores de sus santas leyes y mandatos soberanos. Os dio vida juntamente con l, PERDONNDOOS TODOS los pecados, ANULANDO el acta de los decretos que haba contra nosotros, que nos era contraria, QUITNDOLA DE EN MEDIO Y CLAVNDOLA EN LA CRUZ, Colosenses 2:13-14. De manera que ya no hay acta acusando a cada convertido al Seor, pues fue quitada de en medio y clavada en la cruz bendita del Seor Jesucristo. Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Seor Jesucristo, Romanos 5:1. Justificados de nuestros pecados y en paz con Dios; y gracias a que Cristo satisfizo nuestra culpa, Dios de nada nos acusar. Gloria a l por su grande amor y su mucha misericordia; misericordia en Cristo Jess Seor nuestro. Quin acusar a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. Quin es el que condenar? Cristo es el que muri; ms aun, el que tambin resucit, el que adems est a la diestra de Dios, el que tambin INTERCEDE por nosotros, Romanos 8:33-34. De aqu que nadie puede acusarnos, pues Dios NOS JUSTIFIC; nadie nos puede condenar, pues CRISTO MURI POR NOSOTROS, resucit y tambin intercede por nosotros, como abogado que previamente pag nuestras culpas, 1 Juan 2:1. Efesios 4:32 dice: DIOS OS PERDON EN CRISTO y no es razonable pensar que Cristo haya pagado nuestra deuda, Dios
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nos haya perdonado y, al final, nos someta a juicio. Impensable. Si nos perdon de qu nos va a juzgar? Vuestros pecados OS HAN SIDO PERDONADOS, 1 Juan 2:12. Y gloria a Dios por su indulto, merced de la obra del Seor Jess expiando la maldad. Baste, pues, este breve compendio sumarial que, con luz pristina, arrasa con la refulgencia del error con que se trata de ocultar esta preciosa verdad. EL JUICIO ETERNO Esta expresin se encuentra en Marcos 3:29; Hebreos 6:2, y nos habla del indefinido alcance de condenacin para aquellos que, habiendo rechazado al Hijo de Dios, no se refugiaron al amparo de su misericordia. La sentencia irreversible de parte del Juez Supremo, ser: MUERTE ETERNA. Eterna separacin del Divino Seor, y sin satisfaccin alguna en el plano espiritual, amn de arrastrar tambin el peso de los pecados por las interminables e infinitas edades venideras de la noche eterna, de su desgraciada eternidad. Terrible panorama, ciertamente! Panorama que debiera hacer estremecer de terror y espanto a quienes an estn ajenos a los pactos de la promesa (promesa de Dios), sin esperanza (esperanza de vida eterna) y sin Dios en el mundo Efesios 2:12. La Escritura nos informa que, Felix, el gobernador romano en la provincia de Judea, oyendo hablar a Pablo apstol del juicio venidero, se asust, Hechos 24:25, y el caso no es para menos. El da del juicio comprende aquel tiempo en el futuro, del que no es posible saber cundo ser llevado a cabo, ni cul ser su duracin, pero sabemos que Cristo se sentar en aquel entonces a juzgar al mundo incrdulo como Rey soberano de todo el universo, Hechos 17:31, y sern tradas a juicio ante su santa presencia aun las acciones ms nfimas y ms secretas de los hombres, Romanos 2:16, incluidas tambin aquellas PALABRAS OCIOSAS de los enjuiciados, Mateo 12:36. Y, naturalmente, para
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que el juicio sea justo, debern de ser tenidas en cuenta aun las palabras ociosas, palabras vanas, palabras sin sentido positivo ni negativo: tiempo perdido. Del tremendo e imponente espectculo que compondr el escenario de tan terrible y espantoso juicio, Daniel, Profeta del Altsimo, dice as: Un ro de fuego proceda y sala de delante de l (y aunque imagino que este ro es muy superior al de cualquier volcn en erupcin, nos valga ste para ilustrar que habr una infranqueable separacin entre el Juez y los enjuiciados); millares de millares le servan y millones de millones asistan delante de l; el Juez se sent y los libros fueron abiertos, Daniel 7:10 Libros? Qu libros? Se entiende que el Libro de la Providencia, Romanos 2:4-5; estar presente el Libro de la Conciencia, Romanos 2:15; no faltar el Libro de la Ley y el Evangelio, Juan 12:48; y tampoco ser olvidado el Libro de la Vida, Lucas 2:10; Apocalipsis 3:5 y 20:12. Y de ste se indica que el que no fue hallado inscrito en el Libro de la Vida, fue lanzado al lago de fuego Apocalipsis 20:15. Es tremendo y espantable el considerar que EL DIOS QUE ES AMOR 1 Juan 4:8 haya querido que sus humanas criaturas que rechazan abiertamente al Hijo de su amor puedan ir, y vayan a ir, al lugar que libremente escogieron para ellas de antemano: a la separacin de Dios para siempre jams. Para muchas almas esto les parece ms que imposible, pero Dios no regatea. Y rechazar al bendito Salvador, burlarse de Dios y su misericordia tan caramente ganada por Cristo al precio de la Sangre del Pacto Eterno, no puede acarrear sino una eterna condenacin. En realidad, el castigo est proporcionado a la grandeza del Cristo que se rechaza. De manera que conviene evitar esa condena a tiempo. Urge soslayar la sancin preparndose para ir al encuentro del Seor Ams 4:12. S, porque: Dios, habiendo
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pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a TODOS los hombres de TODO lugar que se arrepientan, por cuanto ha establecido un da en el cual juzgar al mundo (recuerda, lector, que el verdadero creyente YA NO ES DEL MUNDO, y por ello no sufrir este juicio, Juan 15:18-19) con justicia, por Aquel Varn a quien design, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos, Hechos 17:30-31. El ro de fuego, que hemos notado refera Daniel, impedir acercarse a Dios. Ya no habr splica alguna que pueda ser oda. La sentencia de Dios el Juez es inapelable. La Corte Divina habr juzgado en ltima instancia; el Tribunal Supremo habr dado su veredicto, y su dictamen ser inamovible: ya no habr posibilidad alguna de recurrir la sentencia. Las puertas de una terrible eternidad se abren, y el lago de fuego recibir implacable a los que haban rehusado creer en Cristo. Apocalipsis 20:15. Y como al Lot de antiguos tiempos se le dijo, (Gnesis 19:17), tal te digo ahora: ESCAPA POR TU VIDA. (Ponte a salvo del juicio que se te avecina). Cmo puedes pecar sin temor contra Dios Echando en olvido su amor? Cmo puedes vivir rechazando la voz de Cristo, tu buen Salvador? El verano acab, la siega pas, Y tenemos que ir y la cuenta rendir Delante del trono de Dios. Cmo puedes pensar que al infierno t vas Sin estremecerte de horror; Sin pedir a tu Dios, mientras haya lugar, Que tenga de ti compasin?
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Cuando acabe el verano y llegue la mies, La muerte vendr con su hoz, Y tendrs que dar cuenta a Cristo, tu Juez; Entonces no habr salvacin. Cuando Dios haya puesto su trono de luz, Llamndote a su tribunal, Y buscares en vano refugio en Jess, Qu espanto y terror sentirs! Enrique Turrall
NOTA. En los das presentes, aqu en Espaa, se oye decir por los sacerdotes catlicos en los funerales la siguiente oracin (o parecida) que en el da del juicio seas misericordioso (con el difunto o difunta). Y tal peticin puede aparentar ser muy piadosa, pues se pide al Dios de la Misericordia un gran favor para aquel difunto que va a ser juzgado. Pero mejor mirado, y ciertamente, a Dios se pide (quiz inconscientemente) que SEA INJUSTO con aquel a quien l va a juzgar.
Y es que al Dios de toda justicia no se le puede pedir que NO la aplique en rigurosa exactitud. Y si tal hiciese dejara de ser justo. El asunto est bien esclarecido en la Santa Palabra: Dios es MISERICORDIOSO. Pero su misericordia est en Cristo. Y no amparase plenamente en el Salvador, equivale a rechazar directa o indirectamente la misericordia divina que Dios ofrece en Cristo; el perdn de pecados. Y aquellos que de una manera u otra, por una causa u otra rehsen creer en Cristo, se enfrentarn al juicio. Y aquel a quien Dios someta a juicio, ni pida ni espere misericordia del Dios de la misericordia, porque l habr cerrado la puerta de su gracia (o misericordia) y habr abierto la del juicio, y entonces ser, no Dios de misericordia, sino de inexorable juicio. As pues: he aqu, AHORA, el da DE SALVACIN, 2 Corintios 6:2.
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As est escrito: AQU Y AHORA. Y tras la muerte, ya no puede haber misericordia para aquellos que en su da la rechazaron, porque aunque Dios es amor, no conviene rehusar su amor y quedar sometido bajo su juicio venidero. La parafernalia religiosa de los sufragios por los muertos, lejos de ayudar a stos, tan slo es una parodia blasfema inspirada por el maligno, con la que logra engaar incluso a personas que de algn modo temen a Dios, y pone a la obra perfecta de Cristo para la expiacin del pecado, cual mera nimiedad. Y se colma el vaso pidiendo a Juez Supremo que, cuando ejecute juicio, lejos de aplicar su justicia con rigor y exactitud, sea injusto, impartiendo entonces misericordia. Qu barbaridad, que no proviene ni de la Santa Palabra ni del Santo Espritu de Dios! Hoy, que es el da que Dios imparte misericordia gratuita en Cristo, ensea el Romanismo que hay que ganar el cielo, y pide a Dios que cuando haga juicio, para aquel entonces no imparta justicia, sino misericordia. Slo la inspiracin satnica puede generar tamaas barbaridades que se enfrentan de plano contra la misericordia y la justicia de Dios! Por tanto: contra Dios mismo! Y esto se hace tras el principal engaadero satnico: LA RELIGIN aparentemente cristiana. Oh lector, hoy est abierta la puerta de la gracia, y cuando sta sea cerrada, se abrir la del juicio inexorable, porque Dios es justo: Justo es en su gracia, y justo ser en su justicia. Fiar en Cristo es lo oportuno para escapar al juicio, pero hay que fiar ahora. Maana ser tarde, pues el efugio de los sufragios por los difuntos, aunque aparenta ser noble empresa, no para de ser un mero subterfugio. Ni siquiera existe el purgatorio, ya que donde se purg el pecado, fue en LA CRUZ DE CRISTO. Y CRISTO, HABIENDO EFECTUADO LA PURGACIN O PURIFICACIN DE NUESTROS PECADOS, POR MEDIO DE SI MISMO, se sent a la diestra de la majestad en las alturas, Hebreos 1:3.
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COROLARIO El creyente verdadero no debe temer al juicio eterno, porque su nombre est inscrito en el Libro de la Vida del Cordero de Dios, y esto es lo ms grandioso que ha podido acontecerle. Y notemos que el Seor Jess envi en cierta ocasin a 70 misioneros, los cuales, y una vez cumplida su tarea, regresaron sumamente felices exponiendo ante el Maestro Divino el gozo de su viaje misionero: Seor, an los demonios se nos sujetaban en tu Nombre. Pero Jess les dijo: no os regocijis de que los espritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres estn escritos en los cielos, Lucas 10:17-20. S, maravilla de la bondad divina: millones y millones de redimidos, cuyos nombres constan en tan precioso libro; pecadores perdonados por Dios, recibidos a misericordia eterna, propiedad de Cristo, redimidos por l. Y ahora: NINGUNA CONDENACIN HAY PARA LOS QUE ESTAMOS EN CRISTO, Romanos 8:1. Y, naturalmente: Dios no somete a juicio ni a eterna condenacin a aquellos cuantos previamente nos ha perdonado, y que nuestros pecados arroj a lo profundo de los mares, Miqueas 7:19, para nunca jams acordarse de ellos, Hebreos 8:12 y 10:17. Y tonta accin sera someter a juicio a quienes con anticipacin se nos ha perdonado. Dios no obra as, pues perdon y basta. El convertido no teme al juicio porque ha sido perfeccionado en el amor del que muri por l 1 Juan 4:18. Oigamos tambin manifestarse al Seor Jesucristo: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y CREE al que me envi, TIENE VIDA ETERNA; Y NO VENDRA A CONDENACIN, MAS HA PASADO DE MUERTE A VIDA. Juan 5:24. ( Y si Cristo asevera que el que CREE TIENE VIDA ETERNA, pregntate, lector, si TIENES vida eterna, si crees t, y si vas a ser juzgado o no).
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En suma: el Tribunal de Cristo es tribunal de RETRIBUCIN o recompensa por las fatigas de amor por Cristo que los suyos HAYAN HECHO. Y el Juicio Eterno ser para juzgar y, por ende, condenar a cuantos, no habiendo querido creer a la verdad, se complacieron en la injusticia, 2 Tesalonicenses 2:12, injusticia aun bajo formas religiosas de tinte CRISTIANO, con apariencia de piedad, pero negndola, 2 Timoteo 3:1-5. Cristo dice que no vino a condenar al mundo, sino a salvarlo, Juan 3:17; y maana no salvar al mundo que le rechaz, sino que por haberle rechazado le condenar. Por eso hoy es da de solventar el asunto ponindose en lnea con las demandas del Seor. Hoy es da de RECONCILIARSE CON DIOS POR LA MUERTE DE SU HIJO Romanos 5:10, y nosotros, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: RECONCILIAOS CON DIOS, 2 Corintios 5:20. La Escritura es categrica al manifestar que Dios... sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jess, Romanos 3:26. Y en otra parte sostiene el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha credo en el nombre del unignito Hijo de Dios, Juan 3:18. No por otra causa. Recordemos aquellas imponentes palabras del Moiss de antiguos tiempos: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vootros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendicin y la maldicin; escoge, pues, la vida, para que vivas t y tu descendencia, Deuteronomio 30:19. Y estmese que la vida es Cristo, Juan 14:6, y separados de l nada se puede hacer, Juan 15:5. He aqu, ahora, el da de salvacin, 2 Corintios 6:2; as pues: cree (confa) en el Seor Jesucristo y sers salvo, Hechos 16:31. AS SEA POR TU BIEN.
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Ni un momento en el camino - De tu triste rebelin Detener tus pasos puedes - Para or la voz de Dios? l te busca, y permaneces - Insensible a su voz? Hasta el Glgota, en su gracia, - l te quiere dirigir, Y mostrarte el sacrificio - Que por ti se ofrece all. Es su Hijo quien tus culpas - Ha cargado sobre S! Traspasado, zaherido - Cruelmente en su dolor Por la turba que, cegada - Como t, le despreci. Or puedes sus palabras, - Tierno ruego de perdn! Le coronan las espinas, - Se le ofrece amarga hiel, Son ya crdenos sus labios - Abrasados por la sed. Ve llagarse las heridas - De sus manos y sus pies. A qu precio tan sublime - l nos quiere redimir! Su agona, sus dolores, - Nada cuentan para ti? El amor es quien le entrega - A ese abismo de sufrir. Algn da hasta su trono - De justicia llegars, Cuenta estrecha de tu vida - Y pecados rendirs. Oye, pues, su voz y busca - En su Cruz perdn y paz. M. San Len Hay muchos pasajes en la Escritura demasiado solemnes como para dejarlos en el descuido, y uno de ellos se encuentra en Efesios 5:14: Despirtate, t que duermes, Y levntate de los muertos, Y te alumbrar Cristo. Divisa en Cristo el Glorioso horizonte que l te ofrece. No sigas anquilosado.
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l es el Seor. No UN Seor, sino EL SEOR. Y como EL SEOR, conviene que sea tu Seor, tambin tu Salvador, y despus l se ocupar de ser tu fiel Pastor. Crase o no en Cristo, l siempre es Seor de todos, Hechos 10:36, as de conversos como de inconversos. Y el Seor de todos, dice en Su palabra: He aqu, AHORA, el da de salvacin, 2 Corintios 6:2. S, aqu y ahora. Y, por qu tanta urgencia? Porque dentro de media hora, o an mucho antes, bien puede ser demasiado tarde para asegurar tu salvacin. Si hasta el adagio popular reza as: no dejes para maana lo que puedas hacer hoy, y esto incluso para pequeas cosas de la vida, por qu postergar el asunto ms importante y trascendente: la salvacin de la condenacin eterna? Adems, es preciso ir a Cristo, y luego caminar con l, y es un absurdo privarse de ello. No temas perder esas cosas del mundo y del pecado que tanto amas, sino que cuando halles a Cristo, esas vanidades se te caern solas de tus manos. No es comparable lo que se deja con lo que se encuentra. Lector, no tengas temor de la verdad (y recuerda que la verdad es Cristo, Juan 14:6), pues Cristo slo quiere bendecirte. l quiere salvarte; y quiere, mediante su pastoreo, prepararte para que seas un ciudadano del cielo por la eternidad. Lector, te guste o no, lo creas o no, t eres responsable de tu propio futuro si rehsas fiar en Cristo, pues Dios no perdona a quien no quiere ser perdonado; Dios no salva a nadie que no quiera ser salvo y no da los pasos para salvacin (de los que hemos dedicado un captulo) que l ha ordenado dar a todo pecador que desea ser recibido a misericordia para seguir despus al Dios de la misericordia. En suma: para cuantos no rinden plenamente su vida al seoro de Cristo: no habr misericordia, no habr gracia, no habr indulto, no habr perdn. No hallarn la bendicin que libremente rechazan. Escudarse en religin alguna, no vale.
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Recuerda que si Cristo pag todo, puede perdonarlo todo. Y si el mar de gracia en Cristo puede cubrir todo pecado, no te auto-excluyas de una u otra forma, sino ve a l, fa en l, y camina despus con l. Y estima que esto es lo mejor que puedo desearte, y lo que he tratado de decirte en estas sencillas pginas. As, pues, mira a Cristo y yele decir: Si alguno tiene sed, venga a M y beba. El que cree en M, como dice la Escritura, de su interior corrern ros de agua viva, Juan 7:37-38. Jess clam y dijo: El que cree en m, no cree en m, sino en el que me envi; y el que me ve, ve al que me envi. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en m no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a SALVAR AL MUNDO. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgar en el da postrero, Juan 12:44-48. Y acerba ser la noche eterna. Por ello: Religiosos, ateos, y todo menesteroso del mundo, atended la maravillosa invitacin del Maestro del Cielo, del Salvador de los pecadores que, con brazos de amor abiertos an persevera en Su amor por vosotros llamndoos en su bondad, diciendo y prometiendo: Venid a M... y yo os har descansar, Mateo 11:28.
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CAPTULO 6
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Y aquellos, todos cuantos ridiculizan la doctrina del castigo eterno que ha decretado el Dios Eterno, y la toman como desfasado asunto de los tiempos medievales, sepan desde ya que, si no se convierten a Cristo a tiempo, s que comprobarn por s mismos y en s mismos que Dios ya ha hablado seriamente y que de Su Divina Majestad NADIE se burla. Y si el atalaya da el aviso (en este caso es Dios mismo), y las gentes no quieren atender la voz bendita de Su llamada bienhechora, no duden que la espada enemiga les portar arrebatados como en un pincho moruno al horno eterno. No olvidemos que nadie en toda la Escritura vino a hacer tanta advertencia del Juicio Eterno del Seor como Jesucristo hizo. Ahora bien, nos ha mentido el Seor? Pretendera Cristo amedrentar a espritus timoratos? Querra l asustar a viejecitas encorvadas por la accin de sus largos aos, que aguardan pronto su muerte? Cuando yo me convert a Cristo no lo hice por pensar en huir de terrores infernales. Yo me convert porque quise responder a Su llamada. Y cuando yo llevaba, si mal no recuerdo, unos cuarenta das viviendo aquella relacin de amor indescriptible con mi Seor, Salvador y fiel Pastor, viv entonces una experiencia un tanto extraa. Se trata de que yo era sacado de mi mundo (y supongo que era cosa de segundos), y me vea a m mismo estar sentado bajo un rbol, y como a unos dos kilmetros de distancia de unos precipicios enormes, que signaban que del infierno de fuego nadie escapa en la eternidad. Y aunque la verdad es que yo me senta muy cmodo y seguro, y libre de ser absorbido por aquellos precipicios, confieso que el solo hecho de pensar que yo haba estado expuesto durante unos treinta aos a caer por ellos, me aterrorizaba. La experiencia dur 14 15 das. Y hubo das que apareca varias veces.
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Yo poda estar en mi trabajo, o leyendo, o en cualquier entretenimiento, e impensadamente apareca de sbito en mi mente esta situacin. Repito que, supongo que slo duraba unos segundos, y yo despertaba de nuevo a la realidad de mi vida ordinaria. En principio, como los cuatro o cinco das primeros, era sorprendente y asombraba que aquello aconteciera. Pero a medida que deslizaban los das siguientes, a cada da que suceda me resultaba ms fuerte el reconocer que estuve al borde de haber cado a la eternidad sin Dios. Y los ltimos das se haca insoportable vivir por segundos la cruda experiencia de haber estado expuesto al castigo eterno del Seor. No eran unos segundos de infierno, sino de slo pensar que estuve expuesto a caer en el infierno. Y tuve que rogar a Dios que nunca ms permitiese que viniese a mi mente aquella experiencia, pues yo entenda que la leccin ya estaba bien aprendida. Y, en efecto, nunca ms volvi a m tal vivencia, quedando yo libre del terror que los ltimos das haba llegado a provocarme durante aquellos momentos cada da. Lector, tal vez supones que fue alguna alucinacin provocada por temores subconscientes, o por alguna otra causa semejante. Pero no, yo no lo creo, y menos cuando yo jams me haba preocupado del infierno, pues yo respond al llamado de amor de Cristo despus de que l sali a mi encuentro en mi camino a Damasco con Mateo 11:25-30. Y en este pasaje no hay amenaza de juicio y castigo, sino slo un llamado a la vida bajo sus misericordias. Y es tremendamente curioso que, aunque yo no me haba preocupado del infierno de eternas amarguras al que estuve expuesto a haber cado, fue precisamente cierto que, cuando estaba libre de l, (y yo lo saba por haber credo a la Palabra de Dios que as me lo aseguraba) Cristo me hizo ver entonces la realidad del espantoso peligro al que estuve expuesto tantos aos.
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Dios tuvo aquella enseanza personal para m, y yo la comunico aqu. Y enfatizo: Que el pecador debe ir a Cristo y rendir su vida bajo Su seoro, porque Cristo lo merece, y debe ser glorificado. Debe de acudir al llamado divino porque lo necesita para ser perdonado y para vivir la plenitud de Cristo, as en esta vida como en la venidera por la eternidad. Y tambin debe saber que, si no quiere honrar al Hijo de Dios debidamente, honrar a Dios mismo, le esperan los juicios del Guardin de la justicia del universo. Y, aunque al presente parezca a muchos que se ha olvidado de ejecutarla, Eclesiasts 8:11, ESO ES IMPENSABLE, Habacuc 2:3; Sofonas 2:3; 3:8; Juan 3:36. Y bien, sirva lo antedicho a manera de introduccin, pues paso a demostrar por las Escrituras la existencia de un lugar de tormento eterno para quienes desestiman al Cristo de la salvacin, Seor de la gracia y del perdn. UN LAGO DE FUEGO La final revelacin de Dios (en griego Apocalipsis, ltimo libro que aparece en las Escrituras Santas) dice as: ...Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre, Apocalipsis 19:20. En el captulo siguiente hallamos an ms luz, y as leemos: Y el diablo que los engaaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y sern atormentados da y noche por los siglos de los siglos (Per scula seculorum). Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se hall inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego, (Versos 10, 14, 15). Y en el siguiente captulo, el 21, an hallamos ms informacin el respecto: Pero los cobardes (los que no se comprometen con Cristo y no dan la cara por l en este mundo adverso al Hijo Eterno) e incrdulos (dems inconversos que por
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otras causas distintas a la cobarda rechazaron al Seor), los abominables, y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idlatras y todos los mentirosos tendrn su parte en el LAGO QUE ARDE CON FUEGO Y AZUFRE, que es la muerte segunda, verso 8. Bien, pues duda no puede haber de que Dios habla claro, y con sano y santo rigor en sus informaciones. Y, no obstante, nunca faltan los maestrillos de turno que niegan la existencia de tan terrible lugar para los calificados anteriormente. Y, claro est: con negarlo no anulan tan espantable lugar. No podemos tratar aqu sus argumentaciones, pero quiero reflejar un par de ellas que estimo de importancia a estos efectos. La una es que amparndose en que DIOS ES AMOR, (y lo es, 1 de Juan 4:8 y 16) no les cabe en mente que Dios pueda tener eternamente y para siempre en un lugar que sufran sus humanas criaturas (que ellos suelen llamar hijos, y no criaturas humanas. Recordemos de nuevo que SE ES HIJO DE DIOS POR LA FE EN CRISTO JESS, Glatas 3:26). La segunda argumentacin se ampara en Mateo 10:28, donde leemos que Cristo dijo: No temis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed mas bien a aquel que puede DESTRUIR el alma y el cuerpo en el infierno Ellos interpretan que esta destruccin es una aniquilacin absoluta, con la cual cesa plenamente la existencia. En cuanto a la primera, indicamos mnimamente que, aunque Dios es amor, tambin Dios es santidad, es justicia, es fuego consumidor... y cunto ms podra agregarse aqu en esta lnea que nos presenta la rectitud, la santidad, y justicia divina. Y, para cerrar el tema, nos interroguemos: aunque de tal manera am Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unignito, para que todo aquel que en l cree, no se pierda, mas tenga vida eterna, Juan 3:16, podemos los seres humanos hacer lo que nos plazca?
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El amor divino para con los pecadores no signa que no haya responsabilidades, en este caso para con Dios, porque todos nosotros somos pecadores, y ay de cuantos quebranten el mandato de honrar al Hijo de Dios! Juan 5:23. Y, porque Dios es amor, ello no signa que cada uno de nosotros podamos hacer lo que bien nos plazca; como el amor humano no signa que el cnyuge pueda acostarse con todo el vecindario. El amor demanda responsabilidades, 2 Juan 6, Juan 14:21. No se puede picotear la tarta, sino que hay que aceptar TODO el consejo de Dios, Hechos 20:27. El paquete, o se acepta o se rechaza. Juan Apstol escribi que hay lugar de eternas amarguras para el diablo, sus demonios, y los rebeldes a Dios. (Ya se han expuesto unas citas). Y Juan tambin dijo que Dios el Padre ama a aquellos que hemos amado a su Hijo, Juan 16:27, y que para nosotros hay VIDA ETERNA, Juan 3:36; 1 Juan 5:11-13. El amor de Dios nunca va a anular su justicia, pues tan inherente en l es el uno como el otro atributo. Y nadie pretenda fabricar un dios tan amante, bondadoso y bueno, que resulta un bobo, porque Dios advierte que vindicar sus derechos soberanos, tan desacreditados y pisoteados por el impo ser humano. l no va a pasar por alto la rebelin alocada y enceguecida de la humana criatura, con la cual se ha manifestado solemne y sublimemente amante, bondadoso y bueno, enviando a Cristo a dar su vida por nosotros. Su amor se manifest especialmente all en la CRUZ DE CRISTO. Pero las iras de su justicia para los contumaces y rebeldes a su perdn en Cristo, no tendrn limitacin en el tiempo, pues sern perpetuas tras el juicio. S, Dios har justicia, y algo hemos notado anteriormente, Romanos 12:19, y en principio la muerte lo publica de continuo, Romanos 5:12. El lago de fuego es obligatorio que exista, porque Dios dice que existe, y porque nos advierte que la muerte eterna, a manera
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de ro turbio y renegrido, arrastrar inmisericorde a los inconversos a Cristo hasta el lago de la eternidad sin Dios. Para el hombre, el pecado parece no signar nada, e incluso para muchos es una gracia aplaudible, Romanos 1:32, pero el pecado es nefando a los ojos del Dios tres veces santo. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio, Habacuc 1:13. Si los seres humanos conocisemos la ltima esquina de la gloria del Ser Supremo, y de su santidad, huiramos horrorizados del pecado, de la desobediencia a ese Ser infinitamente Santo, Justo y Glorioso. Y en cuanto a la supuesta aniquilacin del cuerpo y del alma en el infierno, idea que ha anidado especialmente en los que se hacen llamar testigos de Jehov, a buen seguro que a muchos que defienden esa posibilidad ms les valdra que les fuera as, para no tener que sucumbir al juicio eterno del Seor, pues la refutacin de tan errada doctrina la ejecuta la Palabra de Dios con afirmaciones categricas y taxativas que no admiten sombra de incertidumbre alguna. Si fuera cierta la doctrina de la aniquilacin para qu, entonces, hacer juicio? Comprobando que el nombre de muchos no aparece en el Libro de la Vida, sera suficiente. Pero la Escritura no ensea la doctrina de la aniquilacin del cuerpo y del alma, sino que establece claramente que hay juicio, y Dios lo hace, precisamente, porque NO HAY ANIQUILACIN, ya que l es justo, y unos recibirn mayor condenacin que otros Mateo 23:14; Marcos 12:40; Lucas 20:47. No, el inconverso no escapar de la condenacin del infierno, Mateo 23:33.
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DURACIN DEL LAGO DE FUEGO A veces se alzan voces bastante necias manifestando sandeces como la de querer ir al infierno, para no pasar fro en invierno; o para juntarse all con personas de mala vida y recrearse en su compaa. Si el infierno durase cuatro das, quiz fuera bueno ir a l, para aprender a valorar la gracia de Dios y la eternidad en su gloria. Pero la verdad es que aquellos que sucumban al juicio del Seor, no saldrn nunca del lago de fuego. Isaas 66:24 habla de que su gusano NUNCA morir, ni su fuego se apagar. Y en Marcos 9:48 leemos que Cristo ha ratificado literal la cita de Isaas. Vimos en Apocalipsis 20:10 que el tormento perdura da y noche por los siglos de los siglos. Es decir: sin fin. Judas 6 habla de prisiones eternas para el juicio del gran da -o da eterno de castigo-. Y aunque esta cita habla acerca de los ngeles que no guardaron su dignidad y se alzaron en rebelin contra Dios, Cristo afirma que los hombres irn tambin a ese lugar y con esos ngeles impuros (diablo y sus demonios) al fuego ETERNO, PREPARADO PARA TODOS ELLOS, Mateo 25:41, advierte Cristo. Lucas 3:17 nos habla de fuego y tormento perpetuos. Ciertamente podra presentar aqu ms citas, pero basten stas para afirmacin y confirmacin del eterno castigo contra los rebeldes a la voluntad de Dios, la cual es que se crea en el que l ha enviado, que es su Hijo Jesucristo, Juan 6:40. Desde luego que, tanto la vida que tenemos en Cristo los que hemos pasado de muerte a vida (Juan 5:24) como la muerte (separacin de Dios y su castigo) que aguarda a los que rechazan el Seoro de Cristo para sus vidas, ambas son eternas, y nadie como Cristo lo expone con tanta claridad y transparencia: E irn stos al castigo eterno, y los justos (los justificados, los declarados justos) a la vida eterna, Mateo 25:46, Daniel 12:2
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Si la vida es eterna, por qu la muerte o el castigo no ha de ser eterno? Qu argumentos presentan los oponentes a Cristo, el cual afirma que el castigo es eterno? Y no vale la expresin en el decir: que el castigo es eterno, por cuanto se quedan sin vida eterna al haber sido aniquilados. No, esa argucia no vale, porque las citas hablan de gusano que no muere; fuego que no se apaga; tormento da y noche por los siglos de los siglos; castigo eterno, y no mera aniquilacin que priva del gozo eterno; se habla de quemante castigo eterno, sentido y bien sentido! Pero qu hermosura mirar a Cristo y saber que, por l, sus redimidos podemos entonar una preciosa cancin que en una de sus estrofas reza as: Y cuando pasen siglos mil y miles sin contar, Me quedar con l vivir igual que al empezar. En cambio, los inconversos debieran pensar que en el infierno entonarn sus endechas de muerte eterna con su aciago miserere: Ya han pasado siglos mil de mi triste eternidad, Y a m me queda sufrir igual que el empezar. As ser para los santos de Dios, y as tambin para los condenados: ETERNIDAD SIN FIN. De manera que convendra al hombre materialista del momento no afanarse aqu y ahora tanto y tanto por un poco de bienestar (que a veces se traduce por la mucha abundancia en malestar), y preocuparse de su futuro eterno. Y el consejo no es mo, sino que Dios sigue diciendo a los inconversos: Preprate para venir al encuentro de tu Dios Ams 4:12.
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Qu extraa locura lleva al mundo sin su Seor? Se acaba el tiempo, y se llega a presencia de ese Dios. Desechaste t el indulto que mi Hijo te ofreci? Fuiste capaz de pisar la sangre del Salvador? Terrible en tu corazn la voz de Dios tronar? Su laudo dictamin y al lago de fuego irs? Detente, amigo, que al fin te aguarda una eternidad. Confa en Cristo, pues as con l por siempre estars. Pronto cesar tu tiempo pues la muerte te hallar. Ponte en Cristo bien cubierto pues VAS A LA ETERNIDAD.
SUFRIMIENTOS EN EL LAGO DE FUEGO ETERNO Acerca de esto, nada fcil resulta saberlo. Y en cuanto a mi experiencia antedicha acerca del infierno, slo me fue permitido tomar conciencia de la inmensa peligrosidad a que estuve sometido en haber podido sucumbir a esos necrosos abismos. Dios ya ha revelado en Su Palabra acerca de esos sufrimientos para los desgraciados que sufran juicio por haber rechazado previamente la gracia divina o indulto del soberano de la Eternidad. Hay, s, un gran problema en cuanto a discernir con claridad acerca de los sufrimientos del tormento eterno. Y es que si antes los analfabetos eran los que no saban leer, (y, lgicamente tambin eran analfabetos los que no saban interpretar correctamente aquello que lean) resulta que hoy, como ya no quedan personas que no saben leer (salvo algn extrao caso), el analfabeto es aquel que no sabe interpretar bien aquello que ha
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ledo. Y, en cuanto respecta a la lectura bblica, el analfabetismo imperante es de una inmensidad que sobrecoge. Y qu podemos pensar al leer acerca del gusano que no muere y del fuego que no se apaga nunca? Ser en sentido literal? La descripcin es en sentido figurado? Cunto afectarn el gusano y el fuego? Sera una infinitud de preguntas a las que la mente humana no podra nunca dar una respuesta satisfactoria para todos, porque aunque hay revelacin, no tenemos iluminacin suficiente para comprender con la claridad que algunos pudieran desear. De todos modos, las descripciones bblicas no dejan lugar a dudas de que los sufrimientos van a ser solemnemente graves para todos los que sufrirn pena de eterna perdicin, excludos de la presencia del Seor y de la gloria de su poder, 2 Tesalonicenses 1:9. No, no pretendo yo tratar de exponer aqu cmo son exactamente los terrores infernales, que la Palabra de Dios informa de sus eternas amarguras para aquellos que sucumban al juicio eterno. Pero s que hay aspectos que no pueden ser dejados ahora en el olvido, tales son: 1- Que todo enjuiciado aceptar la sentencia de condenacin divina y la tendr por justa, con sus agravantes y atenuantes includos. 2- Que todos los enjuiciados soportarn el remordimiento de una conciencia despertada a la realidad espantosa de haber despreciado y pisoteado a Cristo. 3- Que los condenados se vern aplastados por aquella pesadez aterradora que reporta el saber la duracin del castigo: PARA SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE.
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1- ACATANDO LA SENTENCIA Cuando todo inconverso (que rehus fiar en Cristo y, por ello, la ira santa y justa est sobre su cabeza, Juan 3:36) haya partido a la eternidad y tome conciencia POR FIN de su desgraciada situacin, va a temblar esperando el juicio divino que le aguarda. Y llegar ese da de espanto para ellos, y comparecern sucios de sus pecados ante la presencia del Juez Supremo, el cual les har ver su culpabilidad, y que pudieron convertirse al Cristo que les brind esas maravillosas oportunidades de conversin que ellos quisieron menospreciar. Muchas de esas personas sern religiosos profesionales, pero sus alegaciones de nada servirn, pues creer que uno es cristiano, pero sin serlo, carece de validez ante el Dios Justo, Mateo 7:21-23. Y qu terror, pavor y espanto sobrecoger a unos y otros condenados. Dios les har ver su estado sucio del pecado. Reos culpables ante el Dios que inexorablemente les aplica todo el peso y el rigor de su terrible justicia, la que ellos no quisieron considerar en esta vida, y muchos aun la burlaron directamente y sin escrpulo alguno. Dios les advierte previamente: Estas cosas hiciste, y yo he callado; Pensabas que de cierto sera yo como t; Pero te reprender, y las pondr delante de tus ojos, Salmo 50:21. Qu espanto aterrador el mirar atrs y ver la pelcula de su vida despreciando tantas veces, y durante tanto tiempo, la oportunidad de convertirse a Cristo, que les habra limpiado de sus pecados, la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado, 1 Juan 1:7, sin dejar ninguno al imaginado purgatorio. Sus nombres no constan en el Libro de la Vida del Cordero Divino, y l dictamina laudo de sentencia eterna contra ellos. Y el que no se hall inscrito (su nombre) en el libro de la vida fue lanzado (catapultado) al lago de fuego, Apocalipsis 20:15.
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Cristo ya lo advirti: si no os arrepents, todos pereceris, Lucas 13:3-5. Cada sentencia llevar implcito el grado de castigo, ya que el tormento ser proporcionado a la luz y oportunidad recibidas, y rechazadas. Ser acorde al grado de culpa de cada cual, Mateo 10:12-15; Lucas 12:47-48. En el lago de eterna amargura, sufrirn mayor condenacin aquellos religiosos que, no slo no entraron ellos al reino de Cristo, sino que lo impidieron a aquellos que queran entrar, Mateo 23.13-14. Los ayes de Cristo (ay de vosotros) que aparecen en Mateo 23 son terribles admoniciones contra esos pobres ciegos, erigidos en ciegos guas de otros ciegos, desventurados como ellos. Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapar del lazo del diablo, en el QUE ESTN CAUTIVOS A LA VOLUNTAD DE L, 2 Timoteo 2:26. Se conviertan de la tinieblas a la luz, y de la potestad de Satans a Dios; reciban por la fe que es en Cristo perdn de pecados y herencia entre los santificados, Hechos 26:18. 2- CONCIENCIA QUE DESPIERTA AL ESPANTO DEL ETERNO DESTINO DE CONDENACIN. Las densas y negras espesuras de la noche eterna se abrieron para recoger en su hrrido seno a los pobres condenados que haban dado altivo espaldarazo a aquel Dios que comprenda sus necesidades espirituales y les ofreca misericordiosamente remedio absoluto a sus males. Dios me hizo ver, desde mi lugar de seguridad en Cristo, que estuve sujeto, o expuesto, a haber sido engullido al abismo eterno, y yo no poda ni soportar aquel pensamiento, y es por tanto que ahora puedo divisar algo ms de cerca lo que podr ser para aquellos desgraciados cuando sus conciencias hayan despertado a la ms espantosa realidad que nadie pudiera haber imaginado.
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Y qu impresin les quedar de s mismos despus de haber visto al mismo Cristo en su gloriosa majestad, cual Juez justo contra ellos? Estmese que Juan Apstol, aquel que en la Santa Cena reclin su cabeza sobre el pecho de Cristo, cuando aos ms tarde vio en Patmos al mismo Cristo en su esplendente realidad, y con slo verle cay como muerto a sus pies, Apocalipsis 1:17. Y si Juan, el discpulo amado del Seor, compaero de Cristo, testigo especial de Cristo, fiel siervo del Dios Eterno..., cae como muerto nada ms ver a Aquel que ya era su Salvador, qu ser, entonces, de aquellos impenitentes que hayan tenido que comparecer ante Su Divina Majestad, Rey de la Eternidad, y hacerlo sucios de sus pecados?, y lo ms grave: culpables y culpndose a s mismos de: haber pisoteado al Hijo de Dios, haber tenido por inmunda la Sangre del Pacto en la que fueron santificados, y de haber hecho afrenta al Espritu de Gracia, Hebreos 10:29 S, qu ser de ellos? Cuntas veces crucificaron de nuevo para s mismos al Hijo de Dios y lo expusieron a vituperio (burla pblica)? Hebreos 6:6. Qu conciencia de terror en aquel entonces para cuantos hoy tienen a Cristo cual pobre pelele que nada tiene til para ofrecer a ellos? Y qu de aquellos que an le ponen tantas y tantas veces aun como taza de water? Qu impresin para memoria eterna les quedar indeleble, tanto del rostro del Cristo glorificado, como de la propia certidumbre en haberle menospreciado? HORRENDA COSA ES CAER EN MANOS DEL DIOS VIVO, Hebreos 10:31. Y confieso que nuestra pobre mente humana bien poco puede vislumbrar de lo espantoso del juicio eterno.
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Recuerda, lector, que si simples calumnias, desprecios de protocolo, insultos y pisoteos a la dignidad de algn reyezuelo de este mundo, seran dignas acciones de un severo castigo, cul castigo correspondera al que pisoteare olmpicamente a Cristo? Conocemos al que dijo: Ma es la venganza, yo dar el pago, dice el Seor, Deuteronomio 32:35; Hebreos 10:30.
3- EL PESO ATERRADOR DEL CASTIGO ETERNO Mi dbil mente no alcanza a discernir qu resultar ms negativo para los pobres condenados: 1. El peso acerbo de la propia locura en haber rechazado el perdn divino en Cristo, 2. El recuerdo imborrable de la imagen misma del Juez Justo y Santo, al que han visto en su infinitud gloriosa, 3. Tal vez el peso aterrador de saber que de aquel lago de fuego en que se baan continuamente jams de los jamases van a poder salir. Sea como fuere, sern tres cargas para siempre. Y este apartado trata de la duracin del infernal destino: para siempre, siempre, siempre. El propio castigo se har espantoso en extremo al saber que nunca cesar, que ser eterno, que perdurar por los siglos infinitos, y nada podr hacer ni poseer el hombre para recompensar a Dios y salir de all, Mateo 16:26; Marcos 8:37. Para recompensar a Dios, o satisfacer su justicia por haber ofendido su dignidad, nada hay sino slo la Sangre del Cordero Divino que expi el pecado humano. Y los que rechazan al Crucificado, no hallarn goma alguna que pueda borrar sus manchas, Hechos 4:12.
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Y slo la eternidad soportando sus pecados tendr en calma al Dios, tambin Eterno, que vindica gloriosamente su justicia y glorifica su Nombre en ello. En el Evangelio segn Mateo hallamos que Cristo dijo seis veces (y probablemente otras muchas que dicho Evangelio no registra): ...all ser el lloro y el crujir de dientes. Cunto y cunto advierte el Seor que se huya del infierno de fuego! Y aunque muchos estimen que el tormento eterno de los rebeldes a la gracia divina no honrara a Dios, s que le honra y glorifica. Porque si en verdad Dios ha manifestado a su creacin que ha amado tanto al mundo enviando a su Hijo a morir para salvarnos del juicio que por pecadores merecemos, tambin manifestar y har bien patente su inexorable justicia enviando al lamento eterno a aquellos que rechazan, precisamente, a su Hijo. Qu inmensa alegra sera para los condenados a eterna desdicha si un da les pasasen informe que iban a ser aniquilados. Libres del peso lamentoso al fin! Pero ni esa breva les caer; y como de Judas dijo Cristo: ms les valdra a ellos no haber nacido. Mateo 26:24. Cuntos enfermos y ancianos desean verse libres de su situacin aceptando que Dios se acuerde de ellos y les enve la muerte! Pero para aquellos condenados se esfuma toda esperanza de verse libres de aquellos lamentos. Y saber que de tal lugar no saldrn jams, pues la condena es a perpetua eternidad, les aplanar constantemente en un fuego eterno presente. Dios puso eternidad en el corazn del hombre, Eclesiasts 3:11, a la eternidad vamos, y en ella moraremos eternamente y para siempre. Siempre? Si una persona escribiese un nueve, seguido de los ceros suficientes para cubrir la lnea de los cuarenta mil kilmetros que dicen circundan la tierra, tan incomprensible cifra traducida en siglos qu sera en la eternidad? apenas un simple segundillo de la eternidad sin fin.
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Hay telogos que estiman que el aspecto ms terrible y espantoso del lago de fuego eterno es su eterna duracin, que sobrecoger de espanto a los condenados. S, slo Dios sabe lo que significa Eternidad! TOMANDO CONCIENCIA A TIEMPO Aunque es cierto que algunas personas temen la posibilidad de ser conducidas al infierno de fuego, hay multitudes que caminan rumbo a l sin percatarse tan siquiera del espantoso peligro en que ellas moran. Tengo un amigo en Madrid que haba concursado para la obtencin de un puesto de trabajo apetecible para l. Y da lleg en que fue para comprobar si apareca o no su nombre en la lista de admitidos a aquellos puestos de trabajo. Mi amigo hall a otras personas lamentndose porque no haban conseguido vencer los exmenes, y su mente vol a pensar en cmo se sentirn aquella inmensidad de almas cuyos nombres no aparecern inscritos en el Libro de la Vida del Cordero de Dios, y sern catapultados inmisericordemente al lago de fuego por la eternidad. All s que ser el lloro y el rechinar de dientes. Aquellas personas que por un poquito no haban conseguido aquel trabajo, se apenaban profundamente por su fracaso. Y mi amigo, aunque su nombre s vena en la lista de aprobados, se fue a su casa hondamente conmovido, y pensando en los terrores y espantos de aquellos que, habiendo rechazado la salvacin en Cristo, se vern sometidos al juicio eterno del Seor. Ocurre que toma mayor conciencia del peligro aquel que ha sido librado de l que aquellos que estn en l, y que parece que an no lo han advertido. Y es por ello que desde estas sencillas lneas lanzo una clarinada de advertencia a estos respectos, porque, despus de todo, las miserias de la vida presente, qu son ellas comparadas con la eternidad en el cielo o en el infierno? (Romanos 8:18).
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Y mientras las muchedumbres viven despreocupadas de las cosas de ultratumba, siempre hubo portavoces de las verdades de Dios, pues l no se dej a S mismo sin testimonio, Hechos 14:17. A veces me asombro de por qu las almas caminan de espaldas al Dios del cielo, y me olvido de aquellos aos en que yo lo hice. Y me interrogo, por qu los seres humanos somos tan reacios a la llamada de amor del Bendito Salvador? Pero mira, lector, la Escritura Santa no bromea, y la ley de la siembra y de la siega (Glatas 6:7) se har finalmente realidad. Y es que Dios quiere que la terrible descripcin del infierno, como lago de fuego que arde con azufre por las interminables edades de la eternidad sin fin, (donde se expresa junto con el monte Glgota la severidad de la justicia divina) ponga a los pecadores en alerta de lo que all se guisa, y de lo que durar el lamento, y as ellos aprendan a huir de la ira venidera, Mateo 3:7; Lucas 3:7, porque esa ira santa o justicia de Dios, va a alcanzar a todos cuantos rehuyen confiar en Cristo, Juan 3:36. Por tanto, mi amigo, si an no ests bajo las alas protectoras del Salvador Cristo Jess, toma conciencia de lo que por tus pecados mereces, y toma conciencia tambin de lo que Cristo te ofrece, tan precioso. Y sea l quien te atraiga a S con su inmenso amor y con las ternuras de su gracia, de esa gracia que te libera del juicio del que eres digno. No menosprecies al Seor. Ya no tienes excusa, y debes decidir: Bien, el Cristo amante, bondadoso y bueno como tu Rey Salvador, y fiel Pastor, Mal, el Cristo al que desprecias, convertido en justo Juez contra ti, que dice que, aunque tarde, se le espere para juicio, (Habacuc 2:3) que se levantar para juzgar (Sofonas 3:8) y l nunca ha faltado a Su Palabra.
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Yo no he querido amedrentarte, sino plantearte la realidad. Y creo que bien te vale sacudir la somnolencia e irte presuroso a refugiarte en Cristo y, por l, ser librado de claudicar al juicio eterno. No es, acaso, que t eres el nufrago pecador, y l es el oportuno Salvador? T decides por ti y para ti tu destino eterno. Eternidad. El tiempo se acabar. Los breves momentos ya han de cesar. D, pecador, dnde estars En el da invariable de la eternidad? Horrorizado sin esperanza contemplars El tormento del infierno por la eternidad? Si en este da ya no respiras, Si el corto tiempo llega a su final; Pena perpetua, la muerte segunda Para los que a Cristo han de rechazar. Terrible el destino se mostrar. El tiempo se acabar, y luego... ETERNIDAD! Autor que desconozco Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo ni de da ni de noche, Apocalipsis 14:11. Alguien dijo que, ms vale un por si acaso, que cien por qu. Por tanto, como Pedro Apstol dijo a Cristo: Seor, a quin iremos? T TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA, Juan 6:68 Vida eterna donde Enjugar Dios toda lgrima de los ojos de ellos; y ya no habr muerte, ni habr ms llanto, ni
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clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aqu Yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Apocalipsis 21:4-5. Y el alma del convertido prorrumpe en la alabanza de su gratitud y adoracin con las palabras de 1 Corintios 15:57: Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Seor Jesucristo. S: AL NICO Y SABIO DIOS, NUESTRO SALVADOR, SEA GLORIA Y MAJESTAD, IMPERIO Y POTENCIA, AHORA Y POR TODOS LOS SIGLOS. AMN.
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