María, Madre de Dios

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¿Cómo puede ser María madre de Dios,

si Dios ya existía antes de que ella naciera?

Dios escoge desde el principio a María, para ser Madre de su Hijo humanado, para ser su propia Madre.
No elige una mujer al azar, sino desde antes de su concepción la ordena como madre de su Hijo. Su
figura es imprescindible no solo como madre del Salvador, sino también como parte del plan de
salvación, y esto se puede constatar en el Magisterio de los Romanos Pontífices.

En la bula Ineffabilis Deus de Pio IX se dice: “Desde el principio y antes de los siglos (Dios) eligió y
ordenó para su Hijo Unigénito una madre, de la cual, hecho carne, había de nacer en la dichosa
plenitud de los tiempos y de tal modo la amó sobre todas las criaturas, que con voluntad propensísima
se complació en ella sola.”

Para unirse con los hombres, Dios escoge la manera más humana: formarse en el seno de una mujer, y
hacerse de esa forma parte de una generación en la tierra. Queda claro entonces, que María es la
Madre elegida para el Mesías, y sin embargo surge la pregunta ¿Por qué Madre de Dios? Pues bien, por
ser en sentido verdadero Madre de Cristo, quien es a su vez Dios, entonces es también en sentido
verdadero Madre de Dios. Este título le es merecido desde que acepta concebir a Jesús. Desde que el
ángel Gabriel le anuncia la Encarnación del Verbo en su vientre, y ella responde con humildad “He aquí
la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”, se consuma en su interior la concepción de
Cristo, y ella queda constituida como Madre de Dios.

En tiempos antiguos, la expresión “Madre de Dios” no era común, y la virgen era llamada Madre de
Cristo. La primera controversia respecto a este término vino de la doctrina nestoriana, Nestorio
interpretó las naturalezas en Cristo como personalidades distintas, alegaba que en cristo existían dos
personas (natural y divina). De esta forma, María era Madre de Cristo, por ser Madre de su naturaleza
humana, mas no Madre de Dios. Esta controversia fue discutida en el Concilio universal de Efeso (431).
Cirilo, obispo de Alejandría, presento varios textos que refutaban la posición de Nestorio.

Schmaus (1963), nos cuenta: “Cirilo sometió también al Concilio los doce llamados anatemismos
contra Nestorio. Estas doce proposiciones no son, a decir verdad, decisión infalible del Concilio
Ecuménico, pero fueron reconocidas más tarde repetidamente como doctrina de la Iglesia. La primera
de estas doce proposiciones reza así: Si alguno no confiesa que Dos es según verdad el Enmanuel, y que
por eso la Santa Virgen es Madre de Dios (pues dio a luz carnalmente al Verbo de Dios hecho carne), se
anatema.”

Es así como el Concilio de Efeso, proclama oficialmente el término “Madre de Dios” mediante estas
palabras: "Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la segunda persona
de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la naturaleza, del cuerpo pero también de la persona
quien es Dios desde toda la eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde
toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre del cuerpo humano
sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es ambos Dios y hombre, entonces
Ella es la Madre de Dios" 
El hecho de que María sea Madre de Dios no solo se sustenta en la Maternidad de Jesús, sino también
en Símbolos Eclesiásticos, en las Sagradas escrituras, y como no, en los Dogmas de la Santísima
Virgen María.

 Símbolos Eclesiásticos

“La confesión de que María es la Madre del Señor, y, por tanto, la Madre de Dios, constituye el
fundamento de todas las restantes afirmaciones mariológicas. Les da la firme y segura
orientación histórica. Las excelencias de María son consecuencias de su maternidad y pueden
sacarse de ella. Y esta se funda en la voluntad de Dios y en su plan eterno de salvación.”
(Schmaus, 1963)

El símbolo apostólico nos dice: “… fue concebido por obra gracia del Espiritu Santo y nacio de
Santa María Virgen…”

Los Sibolos del Concilio universal de Nicea (325), y del Epifanio (374), se expresan de forma
parecida. Todos coinciden en decir que Jesucristo fue engendrado de Santa María Virgen por
obra del Espiritu Santo. Así, podemos seguir enumerando citas famosas que se dieron a
conocer en lso concilios ecuménicos, todas coinciden en lo mismo. Cabe resaltar, el Concilio de
Letrán (649): “Si alguno no confiesa, de acuerdo con los Santos Padres propiamente y según
verdad por Madre de Dios a la santa y siempre Virgen Maria, como quiera que concibió en los
últimos tiempos sin semen por obra del Espíritu Santo al mismo Dios Verbo propia y
verdaderamente, que antes de todos los siglos nació de Dios Padre, e incorruptiblemente lo
engendró, permaneciendo Ella, aun después del parto, en su virginidad indisoluble, sea
condenado.”

 Sagradas Escrituras

En la Sagrada escritura nunca se menciona a María como Madre de Dios, sino como Madre de
Jesús. Esto no significa que no valore su maternidad, pues en diversos pasajes la atestigua. Nos
dice que a través de Ella desciende Dios a la tierra en una naturaleza humana, sometida a
muerte.

Debido a que la expresión no era muy usada, se tuvo que hacer un esfuerzo para que se haga
usual y válida en el pueblo católico una vez consagrada por el Concilio de Efeso. Es válido decir
que María concibió una naturaleza humana que era el Logos divino; así, también es válido
decir: Dios ha nacido de María.

 Doctrina de los Padres

El proceso de la mariología se divide en tres grados. Los dos primeros nos hablan de los
primeros siglos, cuando la expresión Madre de Dios no era común. El tercer periodo se
inaugura después de la controversia nestoriana, y se habla más que nada sobre María, la Madre
de Dios.

El Obispo Severiano, en una homilía sobre la Virgen dice: “Nada hay en el mundo que sea
comparable a María, la Madre de Dios. Recorre, oh hombre, con el pensamiento la creación entera
y observa si hay algo que se le asemeje o le sobrepase. Atraviesa la tierra, mira el mar, investiga
los aires, escudriña en espíritu los cielos y ve si existe maravilla semejante en la creación. Pues los
cielos anuncian la gloria de Dios, pero los ángeles le sirven con temor y los arcángeles le adoran
con temblor: los querubines se estremecen ya que no sufren su mirada, los serafines vuelan en
derredor suyo, pero no se atreven a acercarse y escuchan su voz temblando… Recuenta todas las
maravillas y admírate de la grandeza de la Virgen: toda la creación, temblorosa y estremecida,
canta a Aquel quien inconcebiblemente la Virgen lleva en sus entrañas. En Ella son
bienaventuradas todas las mujeres. El sexo femenino no está ya bajo la maldición, pues ha
conseguido una grandeza que sobrepasa los ángeles… Acude a María porque es Madre y Virgen,
nube y cámara nupcial y lazo de la alianza del Señor: Madre, pues engendró al que quería ser
engendrado; sierva, pues confiesa su naturaleza humana y glorifica su amnistía; nube, pues
concibió del Espíritu Santo a Aquel a quien dio vida sin movimiento alguno de la concupiscencia…
Por esto le decimos: Bendita entre las mujeres, Tú, la única que has curado la tristeza de Eva; Tú,
que has enjugado las lágrimas de los que lloras; Tú, la única que has hecho brotar la redención de
todo el mundo; Tú, la única que has conservado todo el tesoro de perlas que se le confió.”

No cabe duda, que María es la mujer por excelencia, que sobresale por encima de todas las
madres. Ella concibió un hijo sin necesidad de varón, algo que no le sucedió a nadie más, pues
la concepción de Dios mismo es incomparable.

 Los Dogmas Marianos

Maternidad divina:

“Si María había engendrado y dado a luz virginalmente al Verbo hecho hombre, que era Dios
como el Padre y el Espíritu Santo, podía y debía ser llamada “Madre de Dios”, Theokos.”
(Orozco, 1996)
Siendo la maternidad de María un misterio, este nos lleva a un misterio más grande aún: la
encarnación del Verbo, Jesús asumiendo la naturaleza humana concebida en el seno de María.
Fue así concebido como hombre verdadero, asumiendo su naturaleza humana con la que fue
creado, sin embargo, no dejaba de ser Dios.
Es María Madre de Jesús, y de eso no nos cabe duda, pero Jesús siendo Segunda Persona de la
Santisima Trinidad es más que uno solo. María, como madre que es, tiene que serlo de todo su
ser completo, por ende de todas sus naturalezas. De ahí que sea llamada Verdadera Madre de
Dios, pues concibió ambas naturalezas de Jesús.

Inmaculada Concepción
Por su excelsa dignidad, y en virtud a los méritos de su Hijo, Dios otorgo a María privilegios y
gracias, uno de estos privilegios es el de la Inmaculada Concepción. Claro está, que no nos
referimos a la concepción de Jesús, sino a la de la misma Virgen María en el seno de su madre,
concebida sin pecado original.
Tanto ama Dios a su Madre, que la llena de gracias y bendiciones. Todas estas gracias que
cubren a María, son explicadas por los teólogos de la siguiente forma: Convenía, Dios podía
hacerlo, luego lo hizo. Esta explicación es la más clara lógica del porque Dios lleno a María de
privilegios desde el momento de su concepción

Virginidad Perpetua

Orozco (1996) nos dice: “La Maternidad divina de María es el principal y más grande misterio
que se refiere a su persona y con vista a ese prodigio inmenso que se realizara unos años
después, María ha sido concebida sin mancha alguna de pecado, llena de gracia; y llamada a
permanecer virgen para siempre. Maternidad y virginidad; son alternativas de la mujer,
excluyentes por naturaleza, que Dios quiere reunir milagrosamente en su Madre”.

Asunción al cielo

La relación Madre – Hijo entre María y Dios mismo hecho hombre no tenía fin en la vida
terrenal, debía continuar en el cielo, desde donde ambos ejercerían el misterio de la salvación
en el mundo entero. Es así como se hace partícipe del triunfo de Jesús resucitado, quien ejerce
su reinado sobre toda la creación.
Una de las razones de este dogma es la estrecha relación afectiva entre María y su Hijo, quien
exige su glorificación anticipada. No solo Dios Hijo, sino también Dios Padre, busca honrar a su
madre. Así pues, queriéndola conservar en la eternidad, libre de toda mancha y pecado, lo hace
mediante su asunción.

Juárez Meneses María Jimena


Bibliografía y Linkografía

 Alastruey, Gregorio. Tratado de la Virgen Santísima. Segunda Edición. Madrid. Biblioteca


de autores cristianos, 1947.

 Concilio Vaticano II. Lumen Gentium. De


http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-
ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html

 Juan Pablo II. Encíclica: Redemptoris Mater. De http://w2.vatican.va/content/john-paul-


ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031987_redemptoris-mater.html

 Orozco Antonio. Madre de Dios y Madre Nuestra: Iniciación a la Mariología.Quinta Edicion.


Madrid. Rialp, 1998.

 Schmaus, Manuel. Teología Dogmática. Madrid. Rialp, 1960.

 http://www.es.catholic.net/op/articulos/15429/mara-madre-de-dios.html

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