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Con más de ochenta partidos en directo comenzó un mes soñado para los amantes del fútbol: una oportunidad para disfrutar de este bello deporte, por supuesto, pero también para gozar con todo lo que va más allá del juego. Porque el fútbol es mucho más que un deporte: es una ocasión para aprender de geografía y de culturas lejanas, por ejemplo; para repasar viejos conflictos bélicos y conocer hermandades forjadas a lo largo y ancho de los continentes.El fútbol fue inicialmente, para mí, una conexión con mi padre y su grupo de amigos, con quienes visitaba religiosamente el Atanasio desde los años ochenta. También fue el mejor canal que encontré para mantenerme conectado con mi ciudad y mi cultura en los años en que viví lejos de Colombia. Gracias al fútbol conocí personas con las que nunca hubiera podido compartir: en el estadio me enamoré, me despeché y volví a amar de nuevo, pues los sentimientos parecen girar como el propio balón. Allí hice amistades que aún conservo y conocí de primera mano las bondades del barrismo, su poder de convocatoria y su capacidad de crear lazos sociales.El fútbol ha sido una excusa, para mí y para muchos, para socializar, ampliar la mente e indagar en los recovecos de nuestra sociedad y nuestra humanidad; un escenario de reconocimiento del otro y de nosotros mismos. Por ejemplo: un viaje futbolero cambió mi vida, me mostró la potencia que puede tener una pasión debidamente encaminada y me lanzó al mundo del servicio público. Como a mí, a millones de personas un partido, un torneo o una simple camiseta les dejó recuerdos imborrables y les señaló nuevos caminos.El fútbol ha sido en nuestra sociedad una fuente de inspiración. No en vano alrededor del él se tejen historias de vida, se escriben poemas y se componen canciones legendarias. Este juego de pelota nos ha llevado a nuevas ciudades, nuevas amistades; así como ayudado a evocar viejos amores. Gracias a él hemos sentido, aunque sea de manera efímera, la gloria y el fracaso, el éxtasis y la desazón. Él ha puesto a prueba nuestra resistencia, nuestra fidelidad y nuestro sentido de la lealtad; así como también hemos visto tragedias, escenas terribles y vidas destruidas alrededor de la pasión que detona; pues no es solo el fútbol, es la humanidad.Después de este mes vendrán los Juegos Olímpicos, el mundial femenino -a disputarse en Colombia-, después otro torneo, luego otro más y seguiremos rodando, como esféricos, buscando en el juego y sus expresiones sociales otra razón para vivir, para encontrarnos y reconocernos. Quizás la Selección Colombia sea uno de los factores que más nos una como nación; pues entonces hagamos patria brindando nuestro apoyo a la Selección y respetando la pelota, siendo ejemplares con nuestro comportamiento; recordemos que el fútbol es una metáfora de la vida, una puesta en escena de lo que somos y de los medios que usamos para alcanzar nuestras metas. Podemos hacerlo muy bien, pues el entusiasmo que nos une representa lo mejor de todos. ¡Vamos, Colombia!
