Refrán
El que busca encuentra... En literatura, una refrán es un fragmento sabiduría que se transmite genéticamente de abuelos a abuelos desde la Prehistoria porque no hay peor ciego que el que no quiere ver. Son como haikus de pueblo. A buen entendedor pocas palabras bastan.
Los refranes son valorados en todo el mundo por el conocimiento científico que transmiten aunque el que mucho abarca poco aprieta. El refrán se caracteriza por contener niveles inusualmente altos de sabiduría útil para la supervivencia de la especie humana. Están destinados a personas que sepan que al pan, pan y al vino, vino.
Muchas culturas tienen colecciones de refranes, siendo Anónimo el autor más prolífico.
El empezar es el comienzo del acabar
Saber refranes poco cuesta y mucho vale. De refranes y cantares tiene el pueblo mil millares, además de que refranes y consejos todos son buenos. Ya lo dice el dicho: hombre refranero, medido y certero; mujer de lengua certera, mujer refranera. Cada día tiene su refrán y su afán.
Porque decir refranes es decir verdades, y desde antiguo es bien conocido que los refranes no engañan a nadie: refrán viejo nunca miente, pues los refranes de los viejos siempre son verdaderos. Y es que en cada refrán tienes una verdad, por lo que cien refranes cien verdades. También es bien sabido que lo que dice el panadero siempre es verdadero. De esto se desprende que los panaderos se deberían dedicar a los refranes, aunque zapatero a tus zapatos, y pese a que más alimenta el pan casero que el que vende el panadero. Además, ya se sabe que no hay mejor refrán que buen vino y buen pan, pero cuidado: el que al vino le echa agua, de dos cosas buenas hace una mala; y pan ajeno, caro cuesta y poco engorda. Haría bien en recordar que más vale gorda y hermosa que flaca y asquerosa.
Pero no se engañe, quien habla por refranes es un saco de verdades. O un saco de panes. O de vinos aguados. Pero por mucho pan nunca mal año, y no digamos de vino. No en vano, Jesús se dedicaba a desaguar el vino en las bodas, y multipliciar los panes, y los peces. Y aunque a río revuelto ganancia de pescadores, ya se sabe que más vale pan duro que ninguno: bueno es pan duro cuando es seguro, aunque pan con pan comida de tontos, y el que tonto nace tonto muere. Y Jesús no era tonto. Porque aunque pan para hoy hambre para mañana, quien mal anda mal acaba, ya que ir de mal en peor no hay cosa peor. Mal de muchos consuelo de tontos, aunque no hay mal que por bien no venga, así que dame pan y dime tonto. Y dame vino. Y dale perico al torno.
Del dicho al hecho hay un buen trecho
No solo de pan vive el hombre. Al pan pan y al vino vino, y el que bebe vino y pee fuerte lejos tiene la muerte, porque ni comer sin beber ni mear sin peer. Además, a nadie hace daño el vino si se bebe con tino, pero agua que no has de beber déjala correr. Ya se sabe: agua pasada no mueve molino, y a lo pasado no hay consejo ninguno, porque a toro pasado todos somos Manolete. Así que donde dije digo digo Diego, y por todos es sabido que el que de refranes se fía no llega bien al mediodía, por lo que refranes y consejos pocos y de lejos. Ya lo dice el dicho: hombre refranero, hombre majadero; mujer refranera, mujer puñetera.
Y es que refrán antiguo mentira vieja, y quien te engañó una vez jamás le has de creer. De una mentira ciento se derivan, y quien mucho miente le huye la gente. Pero gente popular a donde la llevan va, porque ¿adonde va la gente? a donde va Vicente, y todos los caminos llevan a Roma. Por otra parte, más vale malo conocido que bueno por conocer, por lo que más vale camino viejo que sendero nuevo. Camino malo pásalo pronto, si bien mientras vas y vienes no falta gente por el camino.
Además, cuando el gallo canta la gente se levanta, aunque gallo que no canta algo tiene en la garganta. Hablando se entiende la gente, pero quien mucho habla mucho yerra, y en boca cerrada no entran moscas, igual que por la boca muere el pez. Así que obrar mucho y hablar poco, que lo demás es de loco, y al loco todos lo dejan solo. Aun así, cada hombre cuerdo lleva un loco dentro, y fingir locura algunas veces es cordura. Cada loco con su tema, porque más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, y una palabra deja caer una casa.
Palabras vanas ruido de campanas, pero a buen entendedor pocas palabras bastan, y no hay palabra mal dicha si no fuese malentendida. Y es que las palabras se las lleva el viento, aunque mucho vuela el viento pero más el pensamiento, y una cosa piensa el borracho y otra el tabernero. Porque cuando el vino entra echa el secreto afuera, y más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo. Con el tiempo todo se acaba, y bien está lo que bien acaba, pero a mal tiempo buena cara, porque más vale morir bien hablando que vivir mal callando.
Y quien calla otorga.