Minutos después presentábase el esbirro. Quien le hubiese visto antes difícilmente le reconocería ahora. Venía pulcrísimo, correctamente vestido de frac azul con botones dorados, calzones de nankín barquillo, botas de montar, y jugaba con un latiguillo de puño de cornalina.Emilia Pardo Bazán. Misterio. Capítulo Parte 1, capítulo 6. 1902.
↑Ramón Joaquín Domínguez. «pulcrísimo» en Diccionario nacional ó gran diccionario clásico de la lengua española. Página 1438. Editorial: Establecimiento tipográfico de Mellado. 2.ª ed, Madrid.