Un bifaz suele estar tallado por medio de golpes (percusiones) que desprenden esquirlas cortantes de piedra (lascas), hasta que la pieza adquiere una forma simétrica y aproximadamente almendrada: con un filo cortante en su perimétro, una zona terminal apuntada y una base redondeada (aunque hay otras variantes morfológicas extremadamente diversas). Su característica principal es la de estar trabajado en su dos caras por una talla total o, al menos, invasora (salvo en el caso de los bifaces parcialmente tallados y los que sólo están trabajados por una cara que, aunque se consideran, en sentido amplio, bifaces, se denominan, en sentido estricto, monofaces).