Tecnica de Restauracion de Suelos - Vitrificacion
Tecnica de Restauracion de Suelos - Vitrificacion
Tecnica de Restauracion de Suelos - Vitrificacion
Sección: 1001
El suelo se puede contaminar por muchos motivos, en algunos casos, nosotros los seres humanos
tenemos gran influencia en esto ya que nosotros somos culpables de contaminar el suelo. Si bien
a veces los suelos se pueden contaminar por casos naturales por medio de la erosión, la pérdida
de carbono orgánico, la salinización, la compactación, la acidificación y la contaminación química
que son los principales responsables del deterioro actual del suelo.
La contaminación del suelo es una alteración del suelo por la presencia de sustancias químicas
producidas por el hombre. En otras palabras, es la degradación o destrucción de la superficie y
del suelo como resultado de la acción directa o indirecta de los seres humanos.
Pero no todo este perdido, existen varias técnicas para poder restaurar o recuperar los suelos, La
recuperación de un suelo consiste en hallar o proponer un estado alternativo mejor de la inicial.
La rehabilitación se entiende si se logra un avance en la funcionalidad del ecosistema, pero aún
en una situación a medio camino de la función ecológica original. La restauración se produce si
se alcanza el estado original del sistema u estado primigenio. En este informe veremos una técnica
y veremos cómo se aplica en casos de la vida real.
Objetivos
La vitrificación es una técnica in situ e ex situ que, mediante el calentamiento del suelo
contaminado a alta temperatura, transforma éste en un material cristalino y químicamente
estable. Con ello se consigue reducir la movilidad de los contaminantes inorgánicos y
destruir los compuestos orgánicos por reacciones de oxidación y/o pirolisis. La técnica
opera favoreciendo la fusión del suelo para lo cual es preciso que éste contenga (o, en su
defecto, hay que añadirlos) los minerales que permiten la formación de la masa vítrea
(óxidos de silicio, aluminio, fósforo y plomo) y los óxidos alcalinos (Na, Li, K) que le
confieren estabilidad y durabilidad.
Campo de aplicación
En cuanto a las características del suelo, hay que garantizar un contenido en sílice
suficiente para la formación de la masa vítrea y un contenido alcalino (óxidos de Na, Li,
K) entre 1,4 y 15% en peso (rango óptimo de 2-5%). La mayor parte de los suelos
naturales poseen estas características, por lo que es infrecuente tener que corregir estos
parámetros mediante adiciones o mezclas. La granulometría aceptable del suelo es muy
amplia; no obstante, se debe vigilar que el contenido de limos y arcillas no llegue a
impedir la liberación del agua al calentar el suelo.
Vitrificación Ex situ
En cuanto a la humedad del suelo, el rango aceptable también es muy amplio (se citan
casos hasta un 70%). No obstante, para su aplicación in situ a suelos saturados de
formaciones de permeabilidad media o alta (orientativamente, de conductividad
hidráulica superior a 10-6 m/s), se recomienda rebajar el nivel freático antes de vitrificar.
En este tipo de aplicación, la profundidad máxima alcanzable es de unos 6-7 metros en
formaciones porosas homogéneas; en formaciones heterogéneas con alternancia de capas
y presencia de niveles rocosos, dicha profundidad se reduce a unos 5 metros.
Vitrificación In situ
Ventajas y Desventajas
Desventajas: El consumo energético es elevado (entre 700 y 1.000 kWh/tonelada para las
aplicaciones in situ). Una vez tratado el suelo, su estructura original queda totalmente
modificada, por lo que la posible reutilización del mismo se ve limitada.
Costes
El coste de aplicación de esta técnica in situ varía entre 650 y 900 € (17,752 y 24,580.57
lempiras) por m3. La aplicación ex situ a suelos contaminados ha sido hasta el momento
mucho más limitada. Los escasos datos disponibles indican costes entre 500 y 1.000 €
(13,655.87 y 27,311.74) por m3 para la vitrificación ex situ, de los cuales el consumo de
energía eléctrica supone un 60-70%.
Caso
Marco geológico
La primera zona objeto de este estudio, depósito de lodos del Arteal en Sierra Almagrera,
se encuentra situada en el sector oriental del valle bajo del río Almanzora, cerca de uno
de sus afluentes: la rambla de Canalejas, y limita al E con Sierra Almagrera. Dicha Sierra
es básicamente un conjunto de filitas grafitosas, filitas cuarcíticas y metavulcanitas de
composición ácida, asimilables a la unidad Nevado-Filábride del Lomo de Bas. Estos
materiales se extienden en un gran arco geotectónico que va desde el Norte de Águilas
hasta Sierra Almagrera, prolongándose por Sierra Cabrera y Sierra Alhamilla, en una
posición similar al manto del Veleta. Por encima de los niveles filíticos aparecen filitas
coloreadas, cuarcitas y una formación carbonatada, de carácter alpujárride. La estructura
actual de los materiales les parece controlada por una serie de fracturas posteriores a la
disposición de los mantos, y que en este sector son un sistema de fracturas paralelo al
sistema de Alborán, y al desgarre senestro de Terrenos de dirección N15-E, paralelo a la
falla de Palomares. El vulcanismo neógeno aflora en Sierra Almagrera (Cala Panizo, Pozo
del Esparto) y en áreas cercanas (isla de Terreros), así como en varias zonas de la cuenca
de Vera y depresión de Pulpí (Cerro Colorado, Alifraga, Guazamara, etc.).
Para caracterizar estas antiguas zonas mineras se han llevado a cabo distintas campañas
de muestreo realizadas. En el caso de los residuos mineros, suelos y sedimentos, tras su
cuarteado, secado y molienda, se determinaron mediante activación neutrónica (INAA)
los siguientes elementos: Au, Ag, As, Ba, Br, Ca, Co, Cr, Cs, Fe, Hf, Hg, Ir, Mo, Na, Ni,
Rb, Sb, Sc, Se, Sn, Sr, Ta, Th, U, W, Zn, La, Ce, Nd, Sm, Eu, Tb, Yb y Lu. Mediante
digestión ácida y posterior espectrometría de emisión atómica con plasma acoplado por
inducción (ICP-AES), se determinaron: Ag, Cd, Cu, Mn, Mo, Ni, Pb, Zn, Al, Be, Bi, Ca,
K, Mg, P, Sr, Ti, V, Y e S, en Actlabs (Ontario, Canadá). También se han llevado a cabo
determinaciones mediante difracción de rayos X, empleando un difractó metro Philips
PW 1050 equipado con una fuente de Cu R-X y operando a 40 kv y 30 mA (Actlabs).
Horno solar
Vitrificación
Los ensayos realizados muestran resultados bastante diferentes en las muestras, a causa
de la diferencia entre las temperaturas alcanzadas y la duración de las experiencias. Así,
en el caso del residuo del Arteal no se alcanza un verdadero vitrificado, mientras que en
el caso del lodo de Jaravías se obtiene un material que recuerda a la escoria de fundición,
posiblemente por la cantidad de Fe presente. Además, en el ensayo con el residuo del
Arteal la temperatura alcanzada únicamente llega a los 1.200°C al final de la experiencia
(12:33 h), permaneciendo durante buena parte de ella por debajo de 1.200 °C y sufriendo
algunas variaciones debido a las condiciones meteorológicas. Por el contrario, en el caso
del ensayo con el lodo minero de Jaravías, se alcanzan los 1.300 °C, sobrepasándose los
1.200 °C durante más de una hora de ensayo.
En relación con los resultados de los ensayos de lixiviación, puede observarse en ambos
casos la movilización del As, el cual aparecía en concentraciones inferiores a 30 μg/l en
los lixiviados de los residuos sin tratar, mientras que alcanza concentraciones de 200 μg/l
y 159 μg/l en los lixiviados de las muestras tratadas del Arteal y Jaravías, respectivamente.
Para los demás elementos se detecta un comportamiento muy distinto, según la muestra
vitrificada. Así, en el caso del residuo del Arteal, cuyo tratamiento se realizó a menor
temperatura, únicamente disminuye claramente la movilidad del Bas, Cu, Fe y Ni,
incrementándose la del Pb y Sb, mientras que Cd y Mn presentan concentraciones
parecidas en los lixiviados de las muestras tratadas y sin tratar. La razón debe estribar en
la baja temperatura alcanzada en el tratamiento térmico, habiéndose producido un
material calcinado o “tostado”, más que un material vitrificado. Así, en un proceso de
tostación, la reacción general que afecta a los sulfuros es la siguiente:
En el caso del Pb y del Sb podrían generarse óxidos más o menos solubles, que explicarían
la movilización de estas sustancias, así como en el caso del Zn, aunque los datos analíticos
no son concluyentes al respecto. Por el contrario, en el caso del residuo minero de
Jaravías, cuyo tratamiento térmico a mayor temperatura produjo un material escoriáceo
la movilidad de los principales contaminantes se reduce sensiblemente, salvo en el caso
del As y Ba. En ese sentido destacan los resultados obtenidos para el Fe, Mn, Pb y Zn,
pasando los lixiviados del residuo sin tratar de concentraciones de 8.190, 1.850, 310 y
285 μg/l respectivamente, a concentraciones de 520, 351, 22,1 y 41,2 μg/l
respectivamente, en la muestra tratada. En relación con el Cd, Cu, Ni y Sb se consiguen
también reducciones apreciables. En cuanto a la movilización del As, su causa debe estar
en la forma de presentarse el metaloide en los residuos, probablemente entrando a formar
parte de la pirita arsenical, común en todas las mineralizaciones explotadas. En ese
sentido, resulta interesante señalar la similar concentración de As en las muestras de
residuos y de material tratado, lo que indicaría que el As no se ha volatilizado, en contra
de lo que cabría esperar. Así, en la tostación de piritas arsenicales mediante el empleo de
hornos de “turbulencia” o de lecho fluid izado, el As queda íntegramente en las cenizas,
tal y como parece suceder en las experiencias realizadas.
Los suelos son un recurso natural muy importante, no solo porque son una parte
fundamental en el equilibrio de los ecosistemas: funciona como filtro y amortiguador
al retener sustancias, protege las aguas subterráneas y superficiales contra la
penetración de agentes nocivos y transforma compuestos orgánicos
descomponiéndolos o modificando su estructura consiguiendo la mineralización,
también por que el suelo es vida.
Hay que cuidar los suelos porque, los suelos saludables pueden garantizar la seguridad
alimentaria, proporcionar mejores medios de subsistencia y reducir la migración
forzada. La degradación de los suelos supone la pérdida de fuentes de alimentos y
medios de vida.
Los diferentes sistemas de conservación del suelo garantizan el uso a largo plazo de
la tierra y la mantienen productiva para las generaciones futuras. La conservación del
suelo es una parte fundamental de la agricultura sostenible.
Bibliografía
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