Historia
La historia[n. 1] es la narración de los sucesos del pasado; generalmente los de la humanidad, aunque, también puede no estar centrada en el humano.[n. 2] Hay quien más breve y concisamente afirma que la historia es el conocimiento del pasado humano.[2][3][4] Asimismo, es una disciplina académica que estudia dichos acontecimientos. A la ciencia o disciplina académica también se le denomina historiografía para distinguirla de la historia entendida como los hechos objetivos sucedidos. Es una ciencia social debido a su clasificación y método; pero, si no se centra en el humano, puede ser considerada como una ciencia natural, especialmente en un marco de la interdisciplinariedad; de cualquier forma, forma parte de la clasificación de la ciencia que engloba las anteriores dos, es decir, una ciencia fáctica (también llamada factual).
Su propósito es averiguar los hechos y procesos que ocurrieron y se desarrollaron en el pasado e interpretarlos ateniéndose a criterios de la mayor objetividad posible; aunque la posibilidad de cumplimiento de tales propósitos y el grado en que sean posibles son en sí mismos objetos de estudio de la historiología o teoría de la historia, como epistemología o conocimiento científico de la historia.[cita requerida]
Se denomina historiador o historiadora a la persona encargada del estudio de la historia. Al historiador profesional se le concibe como el especialista en la disciplina académica de la historia, y al historiador no profesional se le suele denominar cronista.[5]
Etimología
editarLa palabra historia deriva del griego ἱστορία (léase historia, traducible por «investigación» o «información», conocimiento adquirido por investigación), del verbo ἱστορεῖν («investigar»). De allí pasó al latín historia, que en castellano antiguo evolucionó a estoria (como atestigua el título de la Estoria de España de Alfonso X el Sabio, 1260-1284) y se reintrodujo posteriormente en el castellano como un cultismo en su forma latina original.
La etimología remota procede del protoindoeuropeo *wid-tor- (de la raíz *weid-, «saber, ver» —construcción hipotética—)[6] presente también en las palabras latinas idea o visión, en las germánicas wit, wise o wisdom, la sánscrita veda,[7] y las eslavas videti o vedati, y en otras lenguas de la familia indoeuropea.[8]
La palabra antigua griega ἱστορία fue usada por Aristóteles en su Περὶ τὰ ζῷα ἱστορίαι (léase Perí ta zóa jistoríai, traducido "Historia acerca de los animales", latinizado Historia animalium, traducible por Historia de los animales [el título griego es plural y el latino es singular]).[9] El término se derivaba de ἵστωρ (léase jístōr, traducible por «hombre sabio», «testigo» o «juez»). Se pueden encontrar usos de ἵστωρ en los himnos homéricos, Heráclito, el juramento de los efebos atenienses y en las inscripciones beocias (en un sentido legal, con un significado similar a «juez» o «testigo»). El rasgo aspirado es problemático, y no se presenta en la palabra cognata griega εἴδομαι («aparecer»). La forma ἱστορεῖν («inquirir»), es una derivación jónica, que se expandió primero en la Grecia clásica y más tarde en la civilización helenística.
Definición
editarA su vez, se llama «historia» al pasado mismo, e incluso puede hablarse de una «historia natural» en que la humanidad no estaba presente,[cita requerida] que se utilizaba en oposición a la historia social, para referirse no solo a la geología y la paleontología, sino también a muchas otras ciencias naturales —las fronteras entre el campo al que se refiere tradicionalmente este término y el de la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la paleoantropología—, y que se pretende complementar con la historia ambiental o ecohistoria,[n. 3] y actualizarse con la denominada «Gran Historia».[10][11][12]
Ese uso del término «historia» lo hace equivalente a «cambio en el tiempo»[n. 4] En ese sentido, se contrapone al concepto de filosófico equivalente a esencia o permanencia (lo que permite hablar de una filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios académicos anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo del conocimiento, se puede tener una perspectiva histórica —el cambio— o bien filosófica —su esencia—. De hecho, puede hacerse eso para la historia misma (véase tiempo histórico[n. 5]) y para el tiempo mismo. En este sentido, todo pasado en relación con el presente hace alusión al tiempo y a su cronología, y por lo tanto tener historia.[cita requerida]
Estudio de la historia
editarComo ciencia
editarDentro de la popular división entre ciencias y letras o humanidades, se tiende a clasificar a la historia entre las disciplinas humanísticas junto con otras ciencias sociales (también denominadas ciencias humanas), o incluso se la llega a considerar como un puente entre ambos campos, al incorporar la metodología de estas a aquellas.[13]
No todos los historiadores aceptan la identificación de la historia con una ciencia social, al considerarla una reducción en sus métodos y objetivos, comparables con los del arte si se basan en la imaginación (postura adoptada en mayor o menor medida por Hugh Trevor-Roper, John Lukacs, Donald Creighton, Gertrude Himmelfarb o Gerhard Ritter). Los partidarios de su condición científica son la mayor parte de los historiadores de la segunda mitad del siglo XX y del XXI (incluyendo, de entre los muchos que han explicitado sus preocupaciones metodológicas, a Fernand Braudel, E. H. Carr, Fritz Fischer, Emmanuel Le Roy Ladurie, Hans-Ulrich Wehler, Bruce Trigger, Marc Bloch, Karl Dietrich Bracher, Peter Gay, Robert Fogel, Lucien Febvre, Henri Marrou, Lawrence Stone, E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, Carlo Cipolla, Jaume Vicens Vives, Manuel Tuñón de Lara o Julio Caro Baroja). Buena parte de ellos, lo hicieron desde una perspectiva multidisciplinar (Braudel combinaba historia con geografía, Bracher con ciencia política, Fogel con economía, Gay con psicología, Trigger con arqueología), mientras los demás citados lo hacían a su vez con las anteriores y con otras, como la sociología y la antropología. Esto no quiere decir que entre ellos hayan alcanzado una posición común sobre las consecuencias metodológicas de la aspiración de la historia al rigor científico, ni mucho menos que propongan un determinismo que (al menos desde la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX) no proponen ni las llamadas ciencias duras.[n. 6]
Por su parte, los historiadores menos proclives a considerar científica su actividad tampoco defienden un relativismo estricto que imposibilitaría de forma total el conocimiento de la historia y su transmisión, y de hecho de un modo general aceptan y se someten a los mecanismos institucionales, académicos y de práctica científica existentes en la historia y comparables a los de otras ciencias (ética de la investigación, publicación científica, revisión por pares, debate y consenso científico, etcétera).[cita requerida]
La utilización que hace la historia de otras disciplinas como instrumentos para obtener, procesar e interpretar datos del pasado permite hablar de ciencias auxiliares de la historia de metodología muy diferente, cuya subordinación o autonomía depende de los fines a los que estas mismas se apliquen.[cita requerida]
Como disciplina académica
editarEl registro de anales y crónicas fue en muchas civilizaciones un oficio ligado a un cargo institucional público, controlado por el Estado. Sima Qian (denominado padre de la Historia, en la cultura china) inauguró en esa civilización los registros históricos oficiales burocratizados (siglo II a. C.). La crítica del musulmán Ibn Jaldún (Muqaddima —Prolegómenos a la Historia Universal—, 1377) a la manera tradicional de hacer historia no tuvo consecuencias inmediatas, y se le consideró un precedente de la renovación de la metodología de la historia y de la filosofía de la historia que no se inició sino hasta el siglo XIX, fruto de la evolución de la historiografía en Europa occidental. Entretanto, los cronistas oficiales castellanos y de Indias dieron paso en la España ilustrada del siglo XVIII a la fundación de la Real Academia de la Historia; instituciones similares existen en otros países.[14]
La docencia de la historia en la enseñanza obligatoria fue una de las bases de la construcción nacional desde el siglo XIX,[15] proceso simultáneo a la proliferación de las cátedras de historia en las universidades (inicialmente en las facultades de letras o Filosofía y Letras, y con el tiempo, en facultades propias o de Geografía e Historia —disciplinas cuya proximidad científica y metodológica es una característica de la tradición académica francesa y española—)[16] y la creación de todo tipo de instituciones públicas[17] y privadas (clubes históricos o sociedades históricas, muy habitualmente medievalistas, respondiendo al historicismo propio del gusto romántico, empeñado en la búsqueda de elementos de identificación nacional); así como publicaciones dedicadas a la historia.
En la enseñanza media de la mayor parte de los países, los programas de historia se diseñaron como parte esencial del currículo. En especial la agregación de historia presente en los lycées franceses desde 1830 adquirió con el tiempo un prestigio social incomparable con los cargos similares en otros sistemas educativos y que caracterizó el elitismo de la escuela laica republicana hasta finales del siglo XX.
A ese proceso de institucionalización, siguió la especialización y subdivisión de la disciplina con diferentes sesgos temporales (de cuestionable aplicación fuera de la civilización occidental: historia antigua, medieval, moderna, contemporánea —estas dos últimas, habituales en la historiografía francesa o española, no suelen subdividirse en la historiografía anglosajona: era moderna—), espaciales (historia nacional, regional, local, continental —de África, de Asia, de América, de Europa, de Oceanía—), temáticos (historia política, militar, de las instituciones, económica y social, de los movimientos sociales y de los movimientos políticos, de las civilizaciones, de las mujeres, de la vida cotidiana, de las mentalidades, de las ideas, cultural), historias sectoriales ligadas a otras disciplinas (historia del arte, de la música, natural, de las religiones, del derecho, de la ciencia, de la medicina, de la economía, de la ciencia política, de las doctrinas políticas, de la tecnología), o centrada en cualquier tipo de cuestión particular (historia de la electricidad, de la democracia, de la Iglesia, de los sindicatos, de los sistemas operativos, de las formas —literarias de la Biblia—, etc). Ante la atomización del campo de estudio, también se han realizado distintas propuestas que consideran la necesidad de superar esas subdivisiones con la búsqueda de una perspectiva holística (historia de las civilizaciones, historia total o historia universal) o su enfoque inverso (microhistoria); sin olvidar el nuevo campo académico e interdisciplinar de la Gran Historia como «el intento de comprender de manera unificada, la Historia del Cosmos o Universo, la Tierra, la Vida y la Humanidad», cubriendo la historia desde el Big Bang hasta la Historia del mundo actual.[18][19] Examina los tiempos de larga duración utilizando un enfoque multidisciplinar basado en la combinación de numerosas disciplinas de la ciencia y las humanidades que estudian el pasado, las Ciencias-Históricas, y explora la existencia humana en el contexto de un panorama más amplio, que en relación con el presente hace alusión al tiempo y la cronología, enseñándose en universidades y escuelas.[20]
El Premio Nacional de Historia (de Chile —bianual, a una personalidad— y de España —a una obra publicada cada año—) y el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (a una personalidad del ámbito de la historia, la geografía u otras ciencias sociales) son los más altos reconocimientos de la investigación histórica en el ámbito hispanohablante, mientras que en el ámbito anglosajón existe una de las versiones del Premio Pulitzer. El Premio Nobel de Literatura, que puede recaer en historiadores, solo lo hizo en dos ocasiones (Theodor Mommsen, en 1902, y Winston Churchill, en 1953). Desde una perspectiva más propia de la consideración actual de la historia como una ciencia social, el Premio Nobel de economía fue concedido a Robert Fogel y Douglass North en 1993. Por otra parte, el Premio Pfizer de la History of Science Society se estableció en 1958. El premio consiste en una medalla y una cantidad en metálico. Este premio se otorga en reconocimiento a un libro extraordinario sobre la historia de la ciencia. Cada año, un centenar de autores compiten por este premio, que es considerado el más importante para libros de historia de la ciencia.[21]
El Premio Internacional de Ciencias Históricas, es el premio internacional más prestigioso de Historia otorgado por el Comité Internacional de Ciencias Históricas (International International Committee of Historical Sciences / Comité international des sciences historiques), la asociación internacional de Ciencias Históricas fundada en Ginebra el 14 de mayo de 1926,[22] que concede desde 2015 el Premio Internacional de Historia del CICH, Jaeger-LeCoultre, al «historiador que se ha distinguido en el campo de la Historia por sus obras, publicaciones o docencia, y haya contribuido significativamente al desarrollo del conocimiento histórico». Considerado el "Premio Nobel" en Ciencias Históricas, el jurado del Consejo del CISH, que cuenta con 12 miembros de diferentes países, selecciona al ganador dentro de un grupo de candidatos excelentes y altamente calificados. Solo los miembros colectivos del CISH (sus comités nacionales o sus organizaciones afiliadas internacionales) pueden presentar candidatos.
Historiador
editarPerspectivas: justificación, importancia y objetivo
editarTampoco deben confundirse los supuestos fines teleológicos del hombre en la historia con los fines de la historia es decir, la justificación de la propia historia como memoria de la humanidad. La historia, al ser una ciencia social, no puede abstraerse del porqué se encarga de estudiar los procesos sociales: explicar los hechos y eventos del pasado, sea por el conocimiento mismo, sea porque nos ayudan a comprender el presente.
Cicerón bautizó a la historia como maestra de la vida,[23] y como él Cervantes, que también la llamó madre de la verdad.[n. 7]
Benedetto Croce remarcó la fuerte implicación del pasado en el presente con su toda historia es historia contemporáea. La historia, al estudiar los hechos y procesos del pasado humano, es un útil para la comprensión del presente y plantear posibilidades para el futuro.[24]
Salustio llegó a decir que entre las distintas ocupaciones que se ejercitan con el ingenio, el recuerdo de los hechos del pasado ocupa un lugar destacado por su gran utilidad.[25]
Un tópico muy difundido (atribuido a Jorge Santayana) advierte que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla,[26] aunque otro tópico (atribuido a Karl Marx) indique a su vez que cuando se repite lo hace una vez como tragedia y la segunda como farsa.[27]
La radical importancia de ello se basa en que la historia, como la medicina, es una de las ciencias en que el sujeto investigador coincide con el objeto a estudiar. De ahí la gran responsabilidad del historiador: la historia tiene una proyección al futuro por su potencia transformadora como herramienta de cambio social; y a los profesionales que la manejan, los historiadores, les es aplicable lo que Marx dijo de los filósofos (hasta ahora se han encargado de interpretar el mundo y de lo que se trata es de transformarlo).[28] No obstante, desde otra perspectiva se pretende una investigación desinteresada para la objetividad en la ciencia histórica.[29] Aunque llegar a conocer los hechos tal como fueron, como pretendía Leopold Ranke, es imposible, sí es un imperativo de la investigación histórica acercarse al máximo a ese objetivo, y además hacerlo con una perspectiva tal que sitúe los hechos en su contexto, de modo que al conocimiento factual se añada el entendimiento de lo que realmente pasó; y aunque sea inevitable que sesgos de todo tipo alteren la forma en que tal entendimiento se produce, al menos ser conscientes de cuáles pueden ser y en qué grado actúan.[30]
Ramas
editarHistoriografía
editarLa historiografía es el conjunto de técnicas y métodos propuestos para describir los hechos históricos acontecidos y registrados, entendida como la ciencia que se encarga del estudio de la historia. La correcta praxis de la historiografía requiere el empleo correcto del método histórico y el sometimiento a los requerimientos típicos del método científico. También se denomina historiografía a la producción literaria de los historiadores, y a las escuelas, agrupaciones o tendencias de los historiadores mismos.
La identificación del concepto de historia con la narración escrita del pasado produce, por un lado, su confusión con el término historiografía (historia se llama a la vez al objeto estudiado, a la ciencia que lo estudia y al documento resultado de ese estudio); y por otro justifica el empleo del término prehistoria para el período anterior a la aparición de la escritura, reservándose el nombre historia para el periodo posterior.
Según ese uso restrictivo, la mayor parte de la humanidad queda fuera de la historia, no tanto porque no accede personalmente a la lectura y la escritura (el analfabetismo fue la condición común de la inmensa mayoría de la población, incluso para las clases dominantes, hasta la imprenta), sino porque los reflejados en el discurso histórico han sido siempre muy pocos, y grupos enteros quedan invisibilizados (las clases bajas, las mujeres, los discrepantes que no pueden acceder al registro escrito), con lo que ha sido objeto de preocupación de algunos historiadores la reconstrucción de la visión de los vencidos y la historia desde abajo.
Lo mismo ocurre con gran número de pueblos y culturas (las consideradas como culturas primitivas, en una terminología ya desfasada de la antropología antigua) que no tienen historia. El tópico los idealiza al considerar que son pueblos felices.[n. 8] Entran en ella cuando se produce su contacto, habitualmente destructivo (aculturación), con civilizaciones (sociedades complejas, con escritura). Incluso en ese momento no son propiamente objeto de la historia sino de la protohistoria (historia realizada a partir de las fuentes escritas producidas por los que generalmente son sus pueblos colonizadores por oposición a los pueblos indígenas). No obstante, independientemente de que los historiadores y los antropólogos ideológicamente tengan una tendencia etnocentrista (eurocentrista, sinocentrista[31] o indigenista) o, de forma opuesta, multiculturalista o relativista cultural, existe la posibilidad de obtener o reconstruir un relato fiable de los acontecimientos que afectan a un grupo humano utilizando otras metodologías: fuentes arqueológicas (cultura material) o historia oral. En buena parte, esta diferencia es artificial, y no necesariamente novedosa: el mismo Heródoto no puede sino usar ese tipo de fuentes documentales cuando redacta la que se considera la primera Historia, o al menos acuña el término, en la Grecia del siglo V a. C. para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones de los hombres y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del conflicto que puso a estos dos pueblos en la lid. Así comienza su obra titulada Ἱστορίαι (léase históriai, literalmente «investigaciones», «exploraciones», latinizado Historiae —«Historias», en plural—), seminal para la ciencia histórica, y que suele denominarse en castellano Los nueve libros de historia. La lid citada son las guerras médicas y los bárbaros, persas.[32]
Historiología
editarLa historiología o «teoría de la historia» es el conjunto de explicaciones, métodos y teorías sobre cómo, por qué y en qué medida se dan cierto tipo de hechos históricos y tendencias sociopolíticas en determinados lugares y no en otros. El término fue introducido por José Ortega y Gasset[33] y el DRAE lo define como el estudio de la estructura, leyes y condiciones de la realidad histórica.[34]
Ramas de otras ciencias relacionadas
editarFilosofía de la historia
editarLa filosofía de la historia no debe confundirse ni con la historiología, ni con la historiografía, de los que se separa claramente. La filosofía de la historia es la rama de la filosofía que concierne al significado de la historia humana, si es que lo tiene. En su origen especuló si era posible un fin teleológico de su desarrollo, o sea, se pregunta si hay un diseño, propósito, principio director o finalidad en el proceso de la historia humana. En la actualidad se discute más sobre la función del conocimiento histórico dentro del conocimiento y las implicaciones del mismo. También se ha discutido sobre si el objeto de la historia debe ser una verdad histórica, el deber ser, o si la historia es en algún sentido es cíclica o lineal y el devenir histórico se aparta indefinidamente del punto de partida. También se ha discutido si es posible hablar de la idea de progreso positivo en ella.
Áreas de estudio por región geográfica
editarHistoria universal
editarPeriodización tradicional
editarNo hay un acuerdo universal sobre la periodización de la historia, aunque sí un consenso académico sobre los periodos de la historia de la civilización occidental, basado en los términos acuñados inicialmente por Cristóbal Celarius (Edades Antigua, Media y Moderna), que ponía al mundo clásico grecorromano y su Renacimiento como los hechos determinantes para la división; y que actualmente es de aplicación general.[n. 9] La acusación de eurocentrismo que se hace a tal periodización no impide que sea la más utilizada, por ser la que responde precisamente al desarrollo de los procesos históricos que produjeron el mundo contemporáneo.
En cuanto a la división del tiempo prehistórico en Edad de la Piedra y Edad de los Metales, fue propuesta en 1836 por el arqueólogo danés Christian Jürgensen Thomsen.[n. 10]
La evolución tecnológica presenta dos grandes cesuras en el pasado de la humanidad: la revolución neolítica y la revolución industrial, lo que permite hablar de tres grandes periodos: el caracterizado por la exclusividad de sociedades cazadoras-recolectoras, el preindustrial y el industrial (a veces se emplea el adjetivo postindustrial para el periodo de la historia más reciente).[n. 11]
El problema de cualquier periodización es hacerla coherente en términos sincrónicos y diacrónicos, es decir: que sea válida tanto para el transcurso del tiempo en un único lugar, como para lo que ocurre al mismo tiempo en distintos ámbitos espaciales. Cumplir ambos requisitos resulta difícil cuando los fenómenos que originan el comienzo de un periodo en un lugar (especialmente el Próximo Oriente, Asia Central o China) tardan en difundirse o surgir endógenamente en otros lugares, que a su vez pueden estar más o menos próximos y conectados (como Europa Occidental o el África subsahariana), o más o menos lejanos y desconectados (como América u Oceanía). Para responder a todo ello, los modelos de periodización incluyen términos intermedios y periodos de solapamiento (yuxtaposición de características distintas) o transición (aparición paulatina de las novedades o características mixtas entre el periodo que empieza y el que termina). La didáctica de la historia se ayuda frecuentemente de diferentes tipos de representación gráfica de la sucesión de hechos y procesos en el tiempo y en el espacio.[n. 12]
Historia de Europa | ||||||||||||
Protohistoria | Edad Antigua | Edad Media | siglo XV |
Edad Moderna | siglo XVIII |
Edad Contemporánea | ||||||
Antigüedad clásica | Antigüedad tardía | Alta Edad Media | Baja Edad Media | |||||||||
Plena Edad Media | Crisis | siglo XVI |
siglo XVII |
siglo XIX |
siglo XX |
siglo XXI |
- Prehistoria. Desde la aparición del hombre (diferenciación de las distintas especies del género Homo, subtribu hominina, superfamilia Hominoidea, orden de los primates), de fechas inciertas, hace más de dos millones de años; hasta la aparición de la escritura, en torno al iv milenio a. C.[35] Se considera un campo académico o especialidad muy ligada a la Arqueología.
- Paleolítico (etimológicamente Antigua Edad de Piedra, por la piedra tallada). Los hechos más decisivos son los ligados a la evolución humana, en lo físico, y a la evolución cultural primitiva (utilización de herramientas y del fuego y desarrollo de distintos tipos de colaboración y conducta social primitiva; destacadamente el lenguaje). Los grupos sociales no superarían el tamaño de hordas, con una densidad de población inferior a un habitante por kilómetro cuadrado. La economía se limitaba a una relación depredadora con el medio ambiente (caza, pesca y recolección), lo que no impedía un impacto notable (primera humanización del paisaje natural y extinciones provocadas por la presión de la actividad humana en los ecosistemas donde se introduce).
- Paleolítico inferior. Primeros modos de talla lítica de instrumentos (Olduvayense o modo 1 y Achelense o modo 2), asociados a restos fósiles de homínidos: Australopitecus, Homo habilis y Homo ergaster (África sudoriental), Homo erectus (extendido por todo el Viejo Continente); Homo antecessor y Homo heidelbergensis (específicos de Europa —yacimiento de Atapuerca—).
- Paleolítico medio. Ligado a cambios en la cultura material (Musteriense o modo 3) y en las especies de homínidos (Hombre de Neanderthal en Europa, Homo sapiens arcaico en África —Hombres de Kibish—), desde hace 130 000 años hasta hace 35 000 años aproximadamente.
- Paleolítico superior. Ligado a la cultura material asociada al Homo sapiens moderno: el modo 4 (Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense, Magdaleniense —en Europa—, Clovis y Monte Verde —en América, donde por primera vez aparecen homínidos—); desde hace 35 000 años hasta hace 10 000 años aproximadamente. Ya no hay cambios significativos para la paleoantropología en el registro fósil; las variaciones entre distintos grupos son mucho más sutiles: las estudiadas tradicionalmente por la antropología física y que se conocían como razas humanas, y que la moderna genética de poblaciones estudia con renovadas metodologías (genética molecular). Junto con la paleo-lingüística pretende reconstruir las migraciones primitivas.[n. 13]
- Mesolítico/Epipaleolítico/Protoneolítico. Periodo de transición, ligado a los cambios que produjo el fin de la última glaciación. Desde el x milenio a. C. hasta el viii milenio a. C., aproximadamente. En las zonas en las que significó una transición hacia el neolítico se denomina mesolítico, mientras que en el resto, en las que solo significa una fase de continuación del paleolítico, se denomina epipaleolítico.
- Neolítico (etimológicamente «nueva Edad de Piedra», por la piedra pulimentada: modo 5). Del viii milenio a. C. al iv milenio a. C. aproximadamente. Su inicio en cada zona está ligado al desarrollo de la denominada Revolución Neolítica: sustitución de la economía depredadora (caza, pesca y recolección) por la economía productora (agricultura y ganadería), lo que intensificó extraordinariamente la densidad de población (de crecimiento limitado —régimen demográfico antiguo—) y el impacto en el medio ambiente. Aparición de la cerámica, sustitución del nomadismo por el sedentarismo (asentamientos estables o aldeas). Tuvo lugar a partir del viii milenio a. C. en el Creciente fértil del Oriente Próximo, y se difundió hacia el norte de África y Europa (en España a partir del vi milenio a. C.) y Asia. La aparición de la agricultura y la ganadería se produjo de forma endógena en otras zonas del mundo (con seguridad en América, de forma menos clara en otras zonas).
- Edad de los Metales. Desde el iv milenio a. C. (o más tarde, según la zona), que aunque es una época ya histórica en el Próximo Oriente Antiguo, es aún prehistórica en la mayor parte del mundo. Innovaciones tecnológicas de difusión paulatina (metalurgia, rueda, arado, vela). Algunas aldeas se amurallan y aumentan de tamaño hasta transformarse en ciudades. La economía y la sociedad se hace más compleja (excedentes, comercio a larga distancia, especialización del trabajo, estratificación social con una élite dirigente caracterizada por la exhibición de riqueza en forma de armas y monumentos funerarios). El tránsito a la historia se dará cuando se complete la formación de las sociedades complejas (civilizaciones) con estado y religión institucionalizada, que producirán la escritura.
- Calcolítico o Edad del Cobre (iii milenio a. C. aproximadamente, en Europa Occidental).
- Edad del Bronce (ii milenio a. C. aproximadamente, en Europa Occidental).
- Edad del Hierro (i milenio a. C. aproximadamente, en Europa Occidental, hasta la romanización).
- Paleolítico (etimológicamente Antigua Edad de Piedra, por la piedra tallada). Los hechos más decisivos son los ligados a la evolución humana, en lo físico, y a la evolución cultural primitiva (utilización de herramientas y del fuego y desarrollo de distintos tipos de colaboración y conducta social primitiva; destacadamente el lenguaje). Los grupos sociales no superarían el tamaño de hordas, con una densidad de población inferior a un habitante por kilómetro cuadrado. La economía se limitaba a una relación depredadora con el medio ambiente (caza, pesca y recolección), lo que no impedía un impacto notable (primera humanización del paisaje natural y extinciones provocadas por la presión de la actividad humana en los ecosistemas donde se introduce).
- Historia. Desarrollo de la escritura como consecuencia de la aparición de los primeros estados. iv milenio a. C. en Sumeria.
- Protohistoria. Período de solapamiento: las civilizaciones que desarrollan escritura dejan constancia escrita no solo de sí mismas, sino de otros pueblos que no lo han hecho. Habitualmente los pueblos colonizadores son los que dejan testimonio histórico de su relación los pueblos indígenas (por ejemplo, de los pueblos prerromanos).
- Edad Antigua
- Nacimiento de la civilización en el Antiguo Oriente Próximo (a veces denominado Antigüedad temprana).[36] Primeros estados (templos, ciudades-estado, imperios hidráulicos) en Mesopotamia (Sumeria, Acad, Babilonia, Asiria), Antiguo Egipto, Levante Mediterráneo (Fenicia, Antiguo Israel) y el resto del Mediterráneo Oriental (civilizaciones anatólicas —hititas—, y egeas —minoica y micénica—); con muy poca relación con esos núcleos en India (cultura del valle del Indo), China; y de forma endógena en la América precolombina y en algunas culturas del África Subsahariana.[37]
- Antigüedad clásica: Entre el siglo VIII a. C. y el siglo II. De validez restringida a las civilizaciones griega y romana, caracterizadas por la cultura clásica (término de gran ambigüedad, que en su aspecto espacial y temporal puede considerarse ampliado a todo el Próximo Oriente por el helenismo posterior al Imperio de Alejandro Magno y al Mediterráneo occidental por el helenizado Imperio romano; o restringido al periodo clásico del arte griego —siglo V a. C. y siglo IV a. C.—; o de forma aún más estricta reducido al siglo de Pericles —la Atenas de mediados del siglo V—), y unos precoces conceptos de libertad, democracia y ciudadanía que se basaban paradójicamente en la sumisión de otros pueblos y la utilización intensiva de la fuerza de trabajo esclava. Ambas civilizaciones contaban sus eras desde fechas del siglo VIII a. C. (la primera olimpiada o la fundación de Roma, respectivamente). Simultáneamente se desarrolló el Imperio persa, que ocupa el espacio intermedio y pone en contacto las civilizaciones mediterráneas con las civilizaciones asiáticas, especialmente la hindú, mientras que las civilizaciones de Extremo Oriente, como la china, se desarrollan de forma prácticamente independiente, y las americanas en total desconexión.
- Antigüedad tardía: De validez restringida a Occidente, es un periodo de transición, desde la crisis del siglo III hasta Carlomagno o la llegada del islam a Europa (siglo VIII), en que el Imperio romano entra en decadencia y sufre el impacto de las invasiones germánicas, nuevas religiones monoteístas (cristianismo e islam) se imponen como religiones dominantes y el modo de producción esclavista se sustituye por el modo de producción feudal. En Oriente sobrevive el Imperio bizantino rehelenizado.[38]
-
Cara de la guerra en el Estandarte de Ur, iii milenio a. C. Aparecen tropas uniformadas y en formación, carros de guerra y la figura destacada de un líder. Los enemigos vencidos son pisoteados por los caballos o sometidos.
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Dos guerreros griegos en combate singular. Tras ellos hay carros de guerra. Fragmento de una crátera ática de figuras negras, Selinunte, siglo VI a. C. (contemporánea a las reformas de Clístenes). El equipamiento militar para el combate cuerpo a cuerpo (casco, lanza) es similar al que usarán los hoplitas, pero ellos luchan agrupados en falanges, y el escudo estará diseñado para proteger tanto al compañero de filas como al que lo lleva.
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Sarcófago Ludovisi, hacia 250. Las legiones romanas luchan contra los godos, que en los siglos siguientes (periodo de las invasiones bárbaras) contribuirán decisivamente tanto a la continuidad como a la Caída del Imperio romano, tras la que instaurarán algunos de los más importantes reinos germánicos de la Alta Edad Media.
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Chac Mool (Chichén Itzá, ciudad maya fundada en el siglo VI). Las civilizaciones mesoamericanas desarrollaron una cultura peculiar ligada a la guerra ritualizada entre ciudades-estado rivales, que incluía el sacrificio de los prisioneros para garantizar el orden cosmológico, además de una antropofagia de debatida consideración.[39]
- Edad Media: De validez restringida a Occidente, desde la caída del Imperio romano de Occidente (siglo V) hasta la caída del Imperio romano de Oriente (siglo XV). En un periodo tan prolongado se produjeron dinámicas muy complejas, que poco tienen que ver con los tópicos de aislamiento, inmovilismo y oscurantismo con que se la definía desde la perspectiva de la modernidad, que la infravaloraba como un paréntesis de atraso y discontinuidad entre una mitificada Edad Antigua y su renacimiento en la moderna.
- Alta Edad Media: siglo V al siglo X. Una época en la que destaca el retroceso de la vida urbana y de la descomposición del poder político central que caracterizan al feudalismo. La Iglesia, sobre todo a través del monacato, se convierte en la única continuidad de la tradición intelectual. La nobleza y el clero, vinculados familiarmente, son los señores que ejercen el poder político, social y económico sobre los campesinos sometidos a servidumbre. Castillos y monasterios se imponen en un paisaje de bosques, baldíos y pequeñas aldeas casi incomunicadas.[40]
- Baja Edad Media: Del siglo XI al siglo XV. A veces se restringe al siglo XIV y al siglo XV, como Crisis de la Edad Media o Crisis del siglo XIV; denominándose el periodo del siglo XI al siglo XIII como Plenitud de la Edad Media. Se produce una revolución urbana y un aumento de la actividad comercial y artesanal de una incipiente burguesía, al tiempo que se fortalece el poder de las monarquías feudales. Los poderes universales (Pontificado e Imperio) se enfrentan y entran en crisis. Las Cruzadas demuestran la capacidad de expansión europea hacia el oriente del Mediterráneo, mientras en la península ibérica se terminan imponiendo los reinos cristianos a Al-Ándalus (España musulmana) en un proceso denominado La Reconquista. La universidad medieval reelaboró el saber antiguo a través de la escolástica (revolución del siglo XII). En los siglos finales se conforman los rasgos que caracterizarán todo el periodo del Antiguo Régimen: una economía en transición del feudalismo al capitalismo, una sociedad estamental y una monarquía autoritaria en transición a la monarquía absoluta.[41]
- Edad Moderna: De mediados o finales del siglo XV a mediados o finales del siglo XVIII. (Para los anglohablantes, Early Modern Times, es decir, «Primera Edad Moderna» o «Edad Moderna Temprana»). Se toma como hitos que marcan su comienzo la Imprenta, la toma de Constantinopla por los turcos o el descubrimiento de América; como final, la Revolución francesa, la Independencia de los Estados Unidos de América o la Revolución industrial. Es por primera vez, un periodo de validez casi mundial, puesto que para la mayor parte del mundo (con la excepción solo parcial de China o Japón —que tras unos primeros contactos optan por cerrarse a la influencia exterior en mayor o menor medida— o de espacios recónditos de América, África y Oceanía —colonizados en el siglo XIX—), significó la imposición de la civilización occidental y la denominada economía-mundo. Se inició con la era de los descubrimientos y la expansión del imperio español y el portugués, mientras el mundo de las ideas experimentaba las innovaciones del Renacimiento, la Reforma Protestante y la Revolución científica; contrapesadas por la Contrarreforma y el Barroco. Mientras en la Francia de Luis XIV triunfaba el absolutismo, en otras partes de Europa noroccidental lo hacían las primeras revoluciones burguesas que desafiaban al Antiguo Régimen (revolución neerlandesa, revolución inglesa) y en el sur y este del continente se observaba un proceso de refeudalización. El eje de la civilización se desplazó de la cuenca del Mediterráneo al océano Atlántico. La crisis del siglo XVII y los tratados de Westfalia reedificaron un nuevo equilibrio europeo que imposibilitaba las hegemonías española o francesa, y que se mantuvo durante el siglo XVIII, caracterizado intelectualmente por la Ilustración. A lo largo de todo el periodo se van gestando los modernos conceptos de nación y estado.[42]
- Edad Contemporánea. Desde mediados o finales del siglo XVIII hasta el presente. (Para los anglohablantes Later Modern Times, es decir, «Segunda Edad Moderna» o «Edad Moderna Tardía»). Una inicial era de las revoluciones (revolución industrial, revolución burguesa y revolución liberal) acabó con el Antiguo Régimen y dio paso en la segunda mitad del siglo XIX al triunfo del capitalismo que se extiende con el imperialismo a todo el mundo, al tiempo que se veía contestado por el movimiento obrero. Las guerras napoleónicas dieron paso a un periodo de hegemonía británica durante la era Victoriana. El comienzo de la transición demográfica (primero en Inglaterra, poco después en el continente europeo y posteriormente en el resto del mundo) produce una verdadera explosión demográfica que altera de forma radical el equilibrio social y el del hombre con la naturaleza, sobre todo a partir de la segunda revolución industrial (paso de la era del carbón y de la máquina de vapor a la era del petróleo y el motor de explosión y la era de la electricidad). La primera mitad del siglo XX se marcó por dos guerras mundiales y un período de entreguerras en el que las democracias liberales enfrentadas a la crisis de 1929 se ven desafiadas por los totalitarismos soviético y fascista. La segunda mitad del siglo XX se caracterizó por el equilibrio del terror entre las dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética), y la descolonización del Tercer Mundo, en medio de conflictos regionales de gran violencia (como el árabe-israelí) y una aceleración de la innovación tecnológica (tercera revolución industrial o revolución científico-técnica). Desde 1989, la caída del muro de Berlín y la desaparición del bloque socialista condujeron al mundo actual del siglo XXI presidido por la globalización tanto de la economía como de la presencia política, militar e ideológica (poder blando) de la única superpotencia, así como de sus aliados (potencias clásicas —Unión Europea, Japón—), socios o posibles rivales (potencias emergentes —China—) y opositores (potencias menores, como algunos países islámicos, y movimientos a veces expresados en terrorismo —11-S—).[43]
-
Código de Hammurabi, Babilonia. Edad Antigua.
-
Mezquita de Córdoba. Edad Media.
Historia nacional
editarVéase también
editarNotas
editar- ↑ Por regla general, se escribe con mayúscula inicial cuando haga referencia a estudios o materias regladas en contextos académicos (ciencia) y en minúscula cuando haga referencia a hechos pasados (objeto de estudio).[1]
- ↑ A partir del ser humano, surge la historia, al poder estudiar y reflejar por escrito su propio pasado y el que le precede (Prehistoria). El concepto de "prehistoria" es un convencionalismo, que hacía alusión a una historia previa a la historia oficial de la Iglesia (sobre la creación del mundo, Adán y Eva, etcétera), cuya denominación, que también representa un campo académico, se mantiene por tradición. Actualmente, la disciplina para el estudio de la historia se centra, fundamentalmente, en la historia del ser humano; también se debe tomar en cuenta que las ciencias históricas estudian muchas y diferentes realidades del pasado.
- ↑ Y las disciplinas de carácter paleoecológico
- ↑ El historiador francés Marc Bloch la definió como la "ciencia de los hombres a través del tiempo". Bloch, M. Introducción a la historia. México: Fondo de Cultura Económica.
- ↑ Se puede aplicar esa perspectiva temporal para cualquier otro campo de conocimiento, como el tiempo geológico, el tiempo biológico, el tiempo astronómico, etcétera.
- ↑ De hecho, son habituales las polémicas entre los propios historiadores sobre este punto, siendo muy llamativo el reproche que Cipolla (en su ensayo paródico El papel de las especias... -1973- y Las leyes fundamentales de la estupidez humana -1976-, recogidos en Allegro ma non tropo. Barcelona: Crítica-Drakontos, 1991 ISBN 84-7423-509-X) realizaba a los métodos cliométricos de Fogel y Stanley Engerman, o los debates de las distintas tendencias dentro de los historiadores marxistas británicos. Véase el artículo de Javier Ortiz Cassiani Historia y modas intelectuales, Historia Crítica núm. 28, 2004.
José Álvarez Junco, Los malos usos de la Historia, 21 de diciembre de 2013:
la Historia académica, una actividad que algunos de sus practicantes defienden como científica. No lo es, desde luego, en el mismo sentido en que puedan serlo las ciencias duras, en primer lugar porque el número de variables que entran en cada fenómeno es poco menos que infinito; es decir, que las “causas” de los hechos históricos no son únicas, ni en general claras. A estos asuntos se les puede aplicar aquello que dijo Oscar Wilde sobre la verdad: que raras veces es simple y nunca es pura. Tampoco es la Historia un conocimiento aséptico u objetivo porque los datos que nos llegan sobre el pasado (documentos, ante todo) son parciales, muchas veces escasos y, sobre todo, subjetivos, emitidos por alguien que estaba implicado en la situación que describía. Una distorsión a la que se añade la que introducimos nosotros mismos, quienes recogemos e interpretamos esos datos, que también somos parciales y subjetivos, ya que anotamos unos hechos y descartamos otros según que nuestra visión del mundo los considere o no significativos. Dentro de estas limitaciones, sin embargo, la Historia aspira a un status de ciencia social, un tipo de conocimiento que no admite la arbitrariedad, el ocultamiento o el falseamiento de fuentes. Y esto es lo malo: que muy buena parte de la Historia que se escribe cae en este tipo de deformación porque tiene una finalidad política: es decir, que se usa como argumento al servicio de una causa; normalmente, a justificar la existencia de la organización política en la que habitamos (o la de otra organización alternativa que pretendemos crear).
- ↑
Si a esta [historia] se le puede poner alguna objeción cerca de su verdad, no podrá ser otra sino haber sido su autor arábigo, siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos; aunque, por ser tan nuestros enemigos, antes se puede entender haber quedado falto en ella que demasiado. Y ansí me parece a mí, pues cuando pudiera y debiera estender la pluma en las alabanzas de tan buen caballero, parece que de industria las pasa en silencio: cosa mal hecha y peor pensada, habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nonada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rancor ni la afición, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.El Quijote, Primera parte, capítulo IX.
- ↑ Una de las expresiones más contundentes es el famoso diálogo de El tercer hombre en que se comparan irónicamente los impresionantes logros culturales de los pueblos violentos con los de los secularmente pacíficos: Suiza y el reloj "cu-cú".
- ↑
En el siglo XVI los historiadores de la literatura y los filólogos, estudiando el latín señalaron tres fases en su gradual evolución: la "alta edad" o "superior" que llegaba hasta Constantino, etapa del latín clásico; la "edad media" de la lengua, que alcanzaba desde Constantino a Carlomagno (siglos IV al IX), y la "edad ínfima" iniciada en el 842 con el primer texto en romance, Los Juramentos de Estrasburgo. Por eso precisamente Ch. D. Du Cange tituló su famoso diccionario Glossarium ad scriptores mediae et infimae latinitatis (Paris, 1678). La primera ocasión en que se designa el término Edad Media con sentido histórico parece haber sido en 1639, por el liejense Rasuin en su Laodium. La expresión pasaría desde ese mismo siglo XVII a designar el período de transición entre la antigüedad clásica y el renacer de su cultura experimentada en la Edad Nueva que habita tomado cuerpo a lo largo del siglo XV. Y, en consecuencia, su uso tendía a menospreciar los valores de dicha edad intermedia como un puente o una noche de “mil años”. Los pedagogos fueron los responsables de que este nuevo concepto de la Edad Media adquiriera carta de naturaleza en los manuales o síntesis de historia. Un profesor de fines del siglo XVII, Cristóbal Séller (1634-1707) o Celarius —como gustaba llamarse latinizando su nombre a la manera humanista— introdujo la modalidad en uno de los manuales escolares de Historia Antigua editado en 1685, y la claridad que implicaba para la explicación histórica le indujo a repetirla en otro, titulado Historia Medii Aevi a temporibus Constanini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam deducta (Jena, 1688). Otro profesor, Loescher, la repitió en un manual alemán: Geschicchte der Mittleren Zeiten (1725), y no tardó en generalizarse el nuevo concepto, porque resultaba cómoda esa división de la historia.
- ↑ Ledetraad til Nordisk Oldkyndighed (Guía de la Antigüedad Escandinava)
- ↑ Francisco Bustelo: tres grandes hitos de la historia de la humanidad: el inicio de la hominización, la Revolución Neolítica y la Revolución Industrial. (Historia económica: introducción a la historia económica mundial, pg. 255.
- ↑ En las tablas que desarrollan la periodización habitual para Prehistoria e Historia, se ha pretendido que la extensión de los periodos, aun no siendo proporcional estrictamente al paso del tiempo, sí sugieran esa extensión de forma solo indicativa. Los colores se han utilizado de modo analógico: gris los periodos de transición, marrón los de crisis, verde los de comienzo, mientras que los rosados y anaranjados se disponen simplemente por necesidades visuales (contrastar con los periodos adyacentes). Excepcionalmente, en la edad de los metales tienen una analogía con los propios metales: cobre=rojizo, bronce=verde, hierro=negro. Para mapas históricos véase
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Mapas históricos..
- ↑ Uno de los principales autores que buscan la integración metodológica de lingüística, genética, demografía y arqueología es Luigi Luca Cavalli-Sforza. Es necesario señalar que este tipo de investigaciones, y sobre todo su divulgación mediática, eventualmente son interpretadas como confirmación de teorías etnográficas e historiográficas ya obsoletas (identificación de lo indoeuropeo, lo celta o lo ibero con razas en vez de con culturas como se hace desde la arqueología moderna) o de identificaciones nacionales anacrónicas:
Investigadores estadounidenses y suizos han hallado que el mapa genético y el mapa geográfico de Europa coinciden de una forma asombrosa, y en el primero es posible distinguir claramente lugares como la península Ibérica, la bota italiana o incluso las diferencias lingüísticas de distintas regiones en un país como Suiza... Los datos sugieren que el genoma de los europeos, a pesar de los siglos de migraciones y conquistas, es enormemente uniforme y que el viejo continente ha sido más conservador de lo esperado a la hora de relacionarse y buscar pareja. "La diferenciación en el genoma europeo es muy pequeña, aunque las poblaciones son muy distintas entre sí"
La patria se lleva en los genes. Un grupo de investigadores descubre la asombrosa coincidencia del mapa de mutaciones y el geográfico de Europa, El País, 26 de noviembre de 2008 (el artículo viene ilustrado con un espectacular mapa a color en que la península ibérica aparece visiblemente diferenciada). Tales extremos, mal interpretados, pueden llevar a abusos contra los que suelen advertir los propios genetistas:
No hay razas. Desde el punto de vista de la genética, solo vemos gradientes geográficos.Lluis Quintana-Murci, del Instituto Pasteur de París, citado por Gary Stix Huellas de un pasado lejano, en Investigación y Ciencia, septiembre de 2008, ISSN 0210-136X pg. 19.
Referencias
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- ↑ historiador/ra, en la página web del Diccionario de la lengua española, RAE.es (2020).
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Bibliografía
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- Marrou, Henri-Iŕenée (1968). El conocimiento histórico (José Manuel García de la Mora, trad.). Barcelona: Biblioteca Universitaria Labor.
Enlaces externos
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