La muerte de Paulo Gustavo, a la edad de 42 años, marca el final prematuro y repentino de una carrera estelar, con pocos paralelos en la industria del entretenimiento en Brasil.
El comediante, fallecido el martes (4), llevaba hospitalizado con covid en la UCI de un hospital de Río de Janeiro desde el 13 de marzo.
Una semana después de su ingreso, tuvo que ser intubado porque tenía problemas para respirar. El 2 de abril empeoró y necesitó la ayuda de una especie de pulmón artificial que se usa solo en los casos más graves. Un mes después, sufrió una embolia gaseosa.
La trilogía “Minha Mãe É uma Peça”, protagonizada por su alter ego Dona Hermínia, vendió alrededor de 22 millones de entradas. El tercer largometraje ostenta actualmente el título de mayor taquilla nacional de todos los tiempos, con un ingreso bruto de R$ 143,9 millones.
Paulo Gustavo se convirtió en un nombre muy conocido en todo el país, prácticamente sin aparecer en canales abiertos. Iniciada en el teatro, su carrera profesional floreció en programas de humor del canal de pago Multishow.
El actor creó a la extrovertida Dona Hermínia inspirada en su propia madre, Déa Lúcia Vieira Amaral. El personaje apareció en el debut profesional del actor, en la obra “Surto”, representada en Río en 2004. El éxito en el teatro llamó la atención de la industria audiovisual.
Tras apariciones puntuales en telenovelas y series de comedia, Paulo Gustavo finalmente consiguió un programa, “220 Voltios”, en el que interpretó a varios personajes. En el cine, hizo su primera aparición de relevancia en la comedia “Divã”, de José Alvarenga Jr., de 2009.
Con su estilo irreverente y su ametralladora verbal, Paulo Gustavo fue un digno representante de una escuela del humor brasileño que se remonta a Zé Trindade y Dercy Gonçalves, el comediante sin pelos en la lengua que dice todo lo que se le pasa por la cabeza.
Su desaparición deja un vacío inmenso, y la sensación de que muchos triunfos -como la serie "Doña Hermínia", en producción en Globo- estaban por llegar.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA