Atrapado por una inusual combinación de sequía, calor y humo de incendios generalizados, Brasil tiene un horizonte igualmente empañado en cuanto a su capacidad de medir y reaccionar ante los niveles críticos de calidad del aire.
Tomando como base modelos internacionales, especialistas afirman que municipios, estados y el Gobierno Federal están muy por debajo en tres pasos básicos para enfrentar la crisis: la adecuación de los parámetros de calidad del aire, el monitoreo en todas las regiones habitadas y la adopción de acciones estandarizadas para proteger a la población.
Para ser saludable, el aire no debe superar determinadas concentraciones de contaminantes, como materiales particulados y gases.
El índice de calidad del aire está representado por valores numéricos que comienzan en cero, para una condición muy buena, y superan los 200, para una situación considerada pésima, según las normas de la OMS (Organización Mundial de la Salud).
En la tarde de este jueves (12), el indicador de São Paulo era 111, dentro de la clasificación "mala" – de 81 a 120.