Resumen Final Psicosis + Odette

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Clínica de las psicosis

La psique se constituye desde las experiencias con lo somático, desde las experiencias corporales.

Esencialmente entiende al discurso psicótico comprendido como “ese tiempo antes” entendiendo que hubo
“otro” que configura también con su respuesta esta vivencia. Un antes que no tiene palabra y la adquiere
mediante el análisis.

Como sujetos de cultura estamos inmersos en el lenguaje, incluso antes de nacer ese bebé está inmerso
en el deseo. Luego de nacer hay otro que brinda un discurso. Esto se lo vamos transmitiendo.
Dependiendo de la construcción psíquica que vaya teniendo va a poder generar pensamientos y
demandas propias, ideas, etc. o también puede quedar adherido al discurso del otro y a la constante
dependencia del otro (demanda de saber: que hacer, como hacer, etc)

Se le da mucha importancia a los “encuentros” momentos en que un sujeto y su psiquis se encuentra


con otro.

Va a haber encuentros de la psique con el mundo. En función de las respuestas que de este mundo en el
encuentro posibilita que haya determinadas inscripciones y no otras. Dependiendo que cuestiones
aparezcan en estos encuentros puede que se constituya un aparato psíquico sano o no. (estructura/
configuración Piera la llama Potencialidad)

¿Pero qué va a diferenciar esta potencialidad (como queda armado el aparato psique) de lo manifiesto?

Se refiere a la puesta en entredicho de los pictogramas, esas representaciones. El surgimiento de un


factor desencadenante. Un factor desencadenante es un tipo de encuentro (en el caso de Odette el que la
analista no la atienda más)

Una vez que el aparato psíquico queda conformado de manera sana, se pretende que se posea cierta
autonomía, que construya sus propios enunciados, sin quedar anclado a los objetos: madre-padre, que
tenga un proyecto de vida.

La falla está cuando:

- Se da de manera repetitiva
- En los tres procesos (1° desencuentro con quien cumpla la función materna, 2° con quien cumpla la
función paterna y 3° con los otros). Es decir: que haya respuesta psicótica o que no la haya para
Piera va a tener que ver con el entorno familiar, con el discurso materno y después con el paterno,
con lo que puedan hablarle y significarle a ese infans. También con como este discurso opere y el
efecto que produzca.

La persona psicótica va a poder establecer transferencia:

- Con catexia libidinal al analista


- Se le hace una demanda a su saber, al saber del otro. Lo demanda en un saber y acerca de un
discurso porque necesita que haya otro con un discurso y con un saber, con un grado de certeza
que de algún modo sostenga ese Yo endeble que se fue construyendo a lo largo de la construcción
del aparato psíquico.
Transferirá a la situación analítica lo que continúa repitiendo de su relación con el discurso del otro
y por ende con nuestro discurso, discursos que en sus orígenes se encontraron cargados de
certezas irrefutables y violencias que negaron la autonomía del sujeto.

- ¿Como tenemos que escuchar el discurso psicótico?


No desde la falta sino desde lo que nos quiere transmitir y por eso hay que escuchar el “antes de la
historia del sujeto”.
Si podemos como analistas escucharlo, le vamos a poder dar otro sentido y otro significado que ya
no va a ser el de la carencia sino de quien tiene algo para decir acerca de su vida y de su historia.

Piera nos va a decir que el aparato psíquico tiene la actividad especifica de la representación. Esta
actividad es el equivalente del trabajo psíquico de metabolización.
La meta de los procesos psíquicos es la metabolización. 1
La actividad psíquica está constituida por 3 procesos de metabolización, que se suceden
temporalmente en un orden preestablecido. Una vez instaurados se superponen y coexisten toda la
vida. Estos procesos son:
- Proceso originario
- Proceso primario
- Proceso secundario

1) Proceso originario (PICTOGRAMA)

Se inaugura la actividad psíquica en el encuentro boca-pecho. A partir de este momento cada


vez que el infans tenga hambre se genera una tensión de necesidad que podrá ser satisfecha
por la presencia del objeto real o bien por una alucinación que subsane esa falta.
Pero esta alucinación debe ser un estado pasajero, que permita tolerar la espera, ya que en
esta tensión se ponen en juego los afectos de placer-displacer y si la espera se prolonga o no
llega del modo que el infans necesita primara la experiencia displacentera con todas sus
consecuencias.
Durante este proceso solo existe lo que se puede representar a través del PICTOGRAMA (la
primera obra de su psique). No hay diferenciación yo- no yo.
El postulado que rige este proceso es: todo existente es autoengendrado por la actividad
del sistema que lo representa.
Los elementos de información que se metabolizan son a nivel somático y de carácter sensorial,
todo aquello que se pueda experimentar a través del contacto corporal y de los sentidos. Es la
experiencia corporal la que da origen a la psique.
Hay que pensar que la primera representación que la psique se forja de si misma como
actividad representante se realizará a través de la puesta en relación de los efectos originados
en su doble encuentro con el cuerpo y con las producciones de la psique materna. El proceso
originario quiere puede estar informado sobre la cualidad placer y displacer del afecto presente
en este encuentro.
El intervalo que separa este proceso del siguiente es breve. Lo que da paso al siguiente
proceso es la necesidad de conocer un aspecto del objeto hasta ahora ignorado y ello es de
carácter de extraterritorialidad: poder reconocer un espacio separado del propio.

2) Proceso primario (FANTASÍA)

Inaugura este proceso la necesidad de extraterritorialidad del objeto la presencia de este


carácter particular del objeto es necesaria para su placer.
Esta información solo podrá ser metabolizada por la actividad del proceso primario. , donde si
bien encontramos dos espacios separados: el propio (infans) y el del otro (madre) ambos son
sometidos al poder de una sola de estas partes: al deseo materno.
De esta manera queda establecida la posibilidad de reconocer a otro como distinto y separado
de si mismo, con lo cual se genera una elación de ausencia-retorno respecto del objeto que
satisface las necesidades. Esto lleva a que el infans no tenga la seguridad de poseer al objeto
1
Metabolizar: función a través de la cual se rechaza un elemento heterogéneo al sistema o se lo transforma en un elemento
homogéneo al mismo. Los elementos metabolizados son elementos de información. En este caso se estaría hablando de
elementos cuyo aporte es necesario para el funcionamiento del sistema y de elementos cuya presencia se impone al sistema, al
cual no puede ignorar su acción.
pecho: es suyo cuando está presente pero también puede no estarlo y la vivencia es la pérdida.

el equilibrio entre estos momentos de ausencia-retorno va a estar regido por las respuestas que
la madre pueda brindarle: estas coincidirán o no con el modo de relacionarse con el mundo.
Al percibir un mundo separado el infans tendrá que reconocer los afectos que no siempre serán
idénticos al fantaseante. Aquí no solo se vivencian las experiencias en términos de placer-
displacer, sino que también debe tenerse en cuenta la irrupción del deseo del otro. De qui se
desprende el postulado todo lo existente es efecto del poder omnímodo del deseo del
otro.

3) Proceso secundario (REPRESENTACION IDEICA O ENUNCIADO)

El proceso secundario necesita ser puesto en marcha para la actividad de significación. Esta
implica reconocer la relación entre los elementos que ocupan el espacio exterior. Esta relación
está definida por la relación entre las significaciones que el discurso proporciona acerca de
esos mismos elementos. Así puede operarse una puesta en sentido del mundo, que respetara
un esquema relacional idéntico al esquema que constituye la estructura del Yo.

(darle sentido, construir sus propios enunciados).


El postulado es: “Todo existente tiene una causa inteligible que el discurso podrá
conocer” Todo lo que podemos conocer a través del lenguaje va a ser todo lo conocible. La
psique conoce al mundo a través del lenguaje.
No importa la estructura o configuración psíquica que haya, siempre va a haber un Yo. El Yo va
a defender su existencia como de lugar. Necesitamos del discurso del otro porque va a permitir
que el Yo lleve a cabo su tarea. ¿cuál es la tarea del Yo? La historización: dar un sentido de
significado a la historia propia.
El infans necesita de otro hablante, que le hable a el y de el para que, en un primer momento,
donde haya una posición más pasiva, donde toma los discursos pueda empezar a construir su
historia propia. Ese discurso materno es lo que Piera llama Portavoz. Es sumamente necesario
que haya otro hablante que desempeñe la función materna que historice sobre los orígenes de
ese infans: es importante que esa historia esté contada por otro, porque ninguno de nosotros
recuerda ciertos datos, por lo que es importante que la voz del Otro esté y que el Yo lo reciba
de una forma pasiva.
Un poco de esto es parte de “ese tiempo antes” del discurso psicótico. Se necesita del portavoz
que le imponga el discurso a ese niño para que luego ese niño pueda a su vez contar su propia
historia y pueda tener sus propios enunciados, su propia autonomía: autonomía de discurso, de
pensamiento, de sentimiento, etc.

El discurso psicótico, independientemente del sentido manifiesto de sus enunciados, los experimentamos
como una: palabra-cosa-acción. De ello deriva nuestra hipótesis acerca de esto modo de representar que
será definido mediante el concepto de “lo originario”: pictograma que ignora la “imagen de palabra” y
posee como material exclusivo la “imagen de cosa corporal”.

En cuanto al Yo: su objetivo de trabajo es forjar una imagen de la realidad del mundo que lo rodea y de
cuya existencia esta informado, que sea coherente con su propia estructura. Para el Yo, conocer el mundo
equivale a representárselo de tal modo que le sea inteligible. En este caso inteligible quiere decir que el Yo
puede insertarlos en un esquema relacional acorde con el propio. Esta sería la lógica que el discurso
impone a los enunciados que lo constituyen.

Para el sujeto, la realidad no es mas que el conjunto de las definiciones que acerca de ella proporciona el
discurso cultural. La representación del mundo, obra del Yo, apunta a poder establecer entre los elementos
un orden de causalidad que haga inteligibles para el Yo la existencia del mundo y la relación que hay entre
estos elementos.
así la actividad de representación se convierte para el Yo en sinónimo de una actividad de interpretación.
Lo que caracteriza al yo es imponer a los elementos presentes en sus representaciones un esquema
relacional en consonancia con el orden de causalidad que impone la lógica del discurso.

Los elementos que no fuesen aptos para sufrir esta metabolización no pueden tener una representación en
el espacio psíquico y por lo tanto, carecen de existencia para la psique.

Todo acto de representación va de la mano con un acto de catectización y todo acto de catectización se
origina en la tendencia de la psique de preservar o reencontrar una experiencia de placer. Se puede decir
así que: toda actividad de representación implica una experiencia de placer. Pero esta el problema de la
dualidad pulsional: responsable de lo que definimos como un “deseo de no tener que desear” Ello dará
lugar a que la actividad psíquica, a partir de lo originario, forje dos representaciones antinómicas:
- La realización del deseo (causa de placer) Eros
- El propósito del deseo será la desaparición de todo objeto que pueda suscitar el deseo: esto determina
que toda representación del objeto se presente como causa del displacer. (odio) Tánatos.

Si yo pienso o entiendo el discurso psicótico partiendo de la base de como fue el proceso originario,
primario y secundario, si se sintió rechazado, cómo se sintió excluido, cuantos NO tuvo, ahí es donde yo
puedo clínicamente abordar la psicosis, entendiendo que van a haber fallas que aparecen que tienen que
ver con la constitución psíquica peo que no por esto no pueda responderme nada.

También es importante la función paterna, ya que cumple la figura de corte para que no se cree algo
simbiótico.

Estos discursos son impuestos y anticipatorios ¿por qué? Porque se les habla desde el proceso originario
(donde no esta la capacidad de comprender el lenguaje). Esto es anticipatorio: yo le hablo a alguien que
no me va a poder dar una respuesta. Con mi accionar yo me anticipo y estoy ejerciendo una violencia
sobre alguien que no me va a poder responder. Pero lo que buscamos no es una respuesta, sino de
alguna manera, convocar a este niño: “pensé en vos”. Convocar al otro a que forme parte, de alguna
manera libidinizar, volcar algo en el orden del deseo.

Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo que el niño puede conocer de ellos,
la oferta precede a la demanda, si el pecho es dado antes de que la boca sepa lo que le espera; este
desfasaje, por otra parte, es aún más evidente y más total en el registro del sentido.
La palabra materna derrama un flujo portador y creador de sentido que se anticipa en mucho a la
capacidad del infans de reconocer su significación y de retomarla por cuenta propia.
La madre se presenta como un «Yo hablante» o un «Yo hablo» que ubica al infans en situación de
destinatario de un discurso, mientras que él carece de la posibilidad, de apropiarse de la significación del
enunciado y que “lo Oído” será metabolizado Inevitablemente en un material homogéneo con respecto a la
estructura pictográfica.
Pero, si es Cierto que todo encuentro confronta al sujeto con una experiencia que se anticipa a sus
posibilidades de respuesta en el instante en que la vive; la forma más absoluta de tal anticipación se
manifestará en el momento inaugural en que la actividad psíquica del infans se ve confrontada con las
producciones psíquicas maternas y deberá formar una representación de sí misma a partir de los efectos
de este encuentro, cuya frecuencia constituye una exigencia vital.
Cuando hablamos de las producciones psíquicas de la madre, nos referimos en forma precisa 'a los
enunciados mediante los cuales habla del niño y le habla al niño. De ese modo, el discurso materno es el
agente y el responsable del efecto de anticipación impuesto a aquel de quien se espera una respuesta que
no puede proporcionar; este discurso también ilustra en forma ejemplar lo que entendemos por Violencia
primaria.

Mientras nos limitamos a nuestro sistema cultural la madre posee el privilegio de ser para el infans el
enunciante y el mediador privilegiado de un «discurso ambiental» del que le trasmite, bajo una forma
predigerida y premodelada por su propia psique, las conminaciones, las prohibiciones, y mediante el cual
le indica los límites de lo posible y de lo lícito.

Por ello, en este texto la denominaremos la portavoz, término que designa adecuadamente lo que
constituye el fundamento de su relación con el niño. A través del discurso que dirige a y sobre el infans, se
forja una representación ideica de este último, con la que identifica desde un comienzo al «ser» del infans.

Los enunciados de la voz materna tienen un orden no aleatorio y se limitan a dar testimonio de la sujeción
del Yo que habla a tres condiciones previas:

1) El sistema de parentesco

2) La estructura lingüística

3) Las consecuencias que tienen sobre el discurso los afectos (que intervienen en la otra escena).

Este trinomio es causa de la primera violencia radical y necesaria que la psique del infans vivirá en el
momento de su encuentro con la voz materna.

El fenómeno de la violencia, tal como lo entendernos aquí, remite, en primer lugar, a la diferencia que
separa a un espacio psíquico, el de la madre, en que la acción de la represión ya se ha producido, de la
organización psíquica propia del infans. La madre, al menos en principio, es un sujeto en el que ya se ha
operado la represión e implantado la instancia llamada Yo; el discurso que ella dirige al infans lleva la
doble marca responsable de la: violencia que él va a operar. Esta violencia refuerza a su vez, en quien la
sufre, una división preexistente cuyo origen reside en la bipolaridad originaria que escinde los dos
objetivos contradictorios característicos del deseo.

Violencia primaria Violencia secundaria

Designa lo que en el campo psíquico Se abre camino apoyándose en su predecesora, de la que


se impone desde el exterior a representa un exceso por lo general perjudicial y nunca
expensas de una primera violación de necesario para el funcionamiento del Yo, pese a la
un espacio y de una actividad que proliferación y a la difusión que demuestra.
obedece a leyes heterogéneas al Yo;

Es una acción necesaria, en la que el La violencia se ejerce contra el YO,tanto si se trata de un


Yo del otro es el agente, tributo que la conflicto entre diferentes «Yoes» como de un conflicto
actividad psíquica paga para preparar entre un Yo y el diktat de un discurso social cuya única
el acceso a un modo de organización meta es oponerse a todo cambio en los modelos por él
que se realizará a expensas del placer instituidos. Es en esta área conflictiva donde se planteará
y en beneficio de la constitución futura el problema del poder, del complemento de justificación
de la instancia llamada YO. que solicita siempre al saber, y de las eventuales
consecuencias en el plano de la identificación.

Si esta violencia secundaria es tan amplia como


persuasiva, hasta el punto de ser desconocida por sus
propias víctimas, ello se debe a que logra apropiarse
abusivamente de los calificativos de necesaria y de
natural, los mismos que el sujeto reconoce a posteriori
como característicos de la violencia primaria en la cual se
originó su Yo.

Lo necesario o de la necesidad: el conjunto de las condiciones (factores o situaciones) indispensables


para que la vida psíquica y física puedan alcanzar y preservar un umbral de autonomía por debajo del cual
solo puede persistir a expensas de un estado de dependencia absoluta.
En el campo físico, los ejemplos abundan. ¿Pero qué ocurre en el campo psíquico? Y, sobre todo, ¿qué se
puede entender por vida psíquica? Si se designa con ese término toda forma de actividad psíquica, lo
único que ella exige son dos condiciones:

- la supervivencia del cuerpo

- la persistencia de una catexia libidinal que resista a una victoria definitiva de la pulsión de
muerte.

Cuando estas dos condiciones se cumplen, se encuentra garantizada la presencia de una actividad
psíquica, cualesquiera que sean su modo de funcionamiento y sus producciones. Por ello no hablamos de
vida psíquica en sentido general, sino de la forma que adquiere a partir de determinado umbral que no
existe desde un primer momento. Una vez que alcanza este umbral, podrá consolidarse la adquisición de
una cierta autonomía de la actividad de pensar y de la conducta.

En el registro del Yo hay un umbral, por debajo del cual el Yo está imposibilitado de adquirir (en el registro
de la significación) el grado de autonomía indispensable para apropiarse de una actividad de pensar. Un
pensar que permita entre los sujetos una relación basada en un patrimonio lingüístico y un saber sobre la
significación en relación quienes se reconocen como iguales.
De no ser así se impondrán siempre la voluntad y la palabra de un tercero, sujeto o institución, que se
convertirá en el único juez de los derechos, necesidades, demandas e, implícitamente del DESEO DE
ESE SUJETO. Esta expropiación del derecho de existir se manifiesta abiertamente en la vivencia
psicótica, aunque puede estar sin que se presente una psicosis manifiesta. Esta expropiación
experimentada es por el YO, que solo tiene la ilusión de funcionar de modo normal mientras en el afuera
existe realmente otro real que le sirve como prótesis y anclaje.

Designamos como violencia primaria a la acción mediante la cual se le impone a la psique de otro una
elección, un pensamiento o una acción motivados en el deseo del que lo impone, pero que se apoyan en
un objeto que corresponde para el otro a la categoría de lo necesario.

Al ligar el registro del deseo del uno al de la necesidad del otro, el propósito de la violencia se ~segura de
su victoria: al instrumentar el deseo sobre el objeto de una necesidad, la violencia primaria alcanza su
objetivo, que es convertir a la realización del deseo del que la ejerce en el objeto demandado por el que la
sufre. Aparece la imbricación que ella determina entre estos tres registros fundamentales que son lo
necesario, el deseo y la demanda. Esta imbricación le posibilita a la violencia primana impedir que se la
devele como tal, al presentarse bajo la apariencia de lo demandado y de lo esperado. Se debe añadir que,
por lo general, permite a los dos partenaires desconocer sus caracteres constitutivos. La violencia primaria
que ejerce el efecto de anticipación del discurso materno_ se manifiesta esencialmente a través de esta
oferta de significación, cuyo resultado es hacerle emitir una respuesta que ella formula en lugar del infans.

En el encuentro original entre dos espacios psíquicos lo que los distingue es el desfasaje total entre el
infans que se representa su estado de necesidad o de satisfacción y el de la madre que responde a los
efectos de estas representaciones interpretándolas de acuerdo con una significación anticipada que solo
en forma progresiva será inteligible para el infans y que exigirá la puesta en marcha de los otros dos
procesos de metabolización.

La entrada en acción de la psique requiere como condición que al trabajo de la psique del infans se le
añada la función de prótesis de la psique de la madre, prótesis que consideramos comparable a la del
pecho, en cuanto extensión del cuerpo.
Las tres pruebas que el pensamiento delirante remodela

El YO defiende su posibilidad de existir mediante la respuesta psicótica y el delirio. Estos son la


culminación de 3 condiciones, que solo son operantes a causa de su repetición en el momento de los 3
encuentros que inauguran las 3 formas, mediante las cuales los procesos psíquicos representan su
relación con el mundo.

Los tres encuentros

1) El encuentro entre lo originario y la organización de lo exterior a sí

La primera condición implica que lo originario y sus pictogramas encuentren una realidad exterior que no se
preste--o solo se preste en escasa medida- a reflejar un estado de fusión, de totalización, de unión. Es
posible, que la «constitución» de la psique presente «por naturaleza» una mayor o menor sensibilización a
la -ausencia del objeto, a la frustración inevitable a la espera.

Es más importante subrayar que, cuando la edad del niño o el discurso materno le permiten una
reconstrucción histórica relativamente detallada del primer año (nos referimos, por supuesto, a niños o
sujetos que presentan manifestaciones psicóticas), se escuchan, en la mayor parte de los casos, dos tipos
de relatos:

a) la historia vacía: lo que se destaca en ese caso es el silencio, la no-historia de una máquina corporal
que, en efecto, parece haber funcionado como una máquina perfecta pero deshabitada; b) la historia
somática: enfermedades, trastornos alimenticios, insomnios, toxicosis, convulsiones, etc.
Pensamos que. en estos casos el vacío de las manifestaciones expresivas, al igual que la plenitud del
lenguaje corporal atestiguan el predominio del pictograma del rechazo y del deseo de autoaniquilación
coextenso con él.
El primer momento, la primera experiencia del encuentro con la realidad exterior, si producen una herida,
no bastan para constituir el núcleo esquizofrénico o paranoico, pero desempeñan un papel inductor si los
hechos posteriores no pueden curar esta primera herida.
Como lo “decible” es posible recién en lo primario, estas experiencias “originarias” no pueden inscribirse en
la psique mediante la imagen de palabra, y ningún sujeto las recuerda. Solo son “decibles” mediante la
reconstrucción teórica que realiza sobre ellas el analista, cualesquiera que sean los conceptos a los que
recurra. Lo que se construirá en esta escena llevará su marca.
Lo primario es lo que permitirá que secundariamente los afectos sean “decibles”.
Cuanto mayor sea el dominio de Tánatos sobre los afectos más metabolizará lo primario, para sus puestas
en escena en el exterior se ofrecen materiales como signos de agresión, odio, rechazo.

2) El encuentro entre lo primario y los signos de la realidad


Es condición y causa de lo primario que la psique reconozca lo “exterior así”.
En un primer momento, la única existencia psíquica de ese «exterior a sí» será la representación
fantaseada que forja la psique acerca de él. Esta se producirá Por la introyección de los elementos que
provienen del exterior.
La fantasía rechaza el principio de realidad. desde el comienzo su meta (la alucinación del pecho lo
ejemplifica) es recrear un fragmento del, exterior tal como sería si concordase con el deseo de lo
primario. La fantasía no niega la existencia de lo «exterior a sí», niega la existencia de algo exterior al
deseo; su sueño no es que el mundo se aniquile, sino que sea idéntico a la Imagen que forja acerca de
él.
Importancia de la noción de concordancia entre: la representación y el mundo.
En la conducta de la madre y del entorno, en su manera de ofrecer y de exigir, en lo que ella da y
demanda, el niño reconoce, con razón, los signos de un no-deseo y del conflicto.
Tanto si él proyecta en todo ello su fantasía como si intenta negarlo mediante la fantasía contraria no
basta para precluir de su espacio psíquico lo que terminará por imponerse como justa percepción de la
ausencia real, de algo que se espera y que es, para la psique un derecho y una necesidad.
Ejemplos de esto no son excepcionales: Es exactamente igual que la madre rocíe con su leche el rostro
del niño corno que le dé el pecho a toda prisa, arrancándole brutalmente el pezón. En ambos casos,
son manifiestos los signos de su displacer; la realidad confirma la puesta en escena del rechazo,
desmiente la puesta en escena de un estado de placer que el niño representaba, y se representaba,
como respuesta acorde con el deseo materno.
La obra del proceso primario es la metabolización que trasforma las percepciones que el exterior ofrece
e impone como signo de lo «exterior a sí» para con el que percibe.
En aquel que puede llegar a ser psicótico, el destete demostró que él era efectivamente, parala madre,
la prohibición planteada desde el origen sobre todo placer que el niño habría podido reconocer como tal
y que no sería reductible a la necesidad ni recibido pasivamente como un placer que solamente ella
dispensaría.
El aprendizaje de los hábitos higiénicos no es Impuesto en nombre de una ética compartida: «hacerse
encima» y «hacerlo todo por sí mismo» son para ella intolerables porque toda manifestación de un
placer autónomo suscita~ un eco que ella no puede aprehender.

3) El encuentro entre el YO y el discurso identificante.


Se requieren tres condiciones para crear la falla:

A) El encuentro entre lo originario y un mundo acorde con el pictograma de la nada.

B) El encuentro entre la puesta en escena de lo originario y un mundo en que faltan los signos del deseo
que se tendría derecho a esperar.
PERO ESTAS DOS CONDICIONES NO SON SUFICIENTES PARA CREAR LA FALLA.

C) El encuentro con la realidad del discurso, con la significación que el discurso del portavoz pretende
imponer a la causa de los afectos experimentados.
Estos afectos solo podrían perder algo de su dramática intensidad si se le ofreciesen a la psique
signos «sensatos» con los cuales ligarlos; ello permitiría relativizar su efecto.

No basta desear para que el pecho surja, pero tampoco basta representarse que ha sido definitivamente
perdido para que: no se re-presente y ofrezca nuevamente placer y amor. Solo si este segundo enunciado
es demostrado por la prueba de realidad, el primero podrá ser aceptado sin correr el riesgo de que el duelo
consecuente exceda las posibilidades de respuesta del Yo.
La tercera condición se constituye en el momento del encuentro entre un «poder de aprehender» y los
enunciados del portavoz de los que intenta apropiarse. Este poder es uno de los fundamentos del proceso
que instituye al Yo.
El proceso secundario y el Yo tienen una relación de creación recíproca con el discurso: el Yo se catectiza
gracias a aquello que, en el discurso aprehendido y catectizado, retorna sobre la escena psíquica para
ofrecerle sus enunciados identifican tes. Estos enunciados no pueden ser autocreados por la instancia a la
que deben inicialmente dar nacimiento; el primer tiempo no es remplazable: implica la apropiación por
parte de la psique de enunciados impuestos y formulados por un discurso, cuyo portavoz debe ser él
mediador. Pero se requiere que estos enunciados, confirmen el derecho a reconocerse en una imagen
narcisizante y valorizada.

En los casos analizados, la escucha del niño es confrontada con una puesta en escena de su cuerpo, de
sus funciones, de sus experiencias y del mundo que desmiente a lo primario que impone una serie de
duelos dolorosos.
la imagen identificatoria que los enunciados imponen no ofrece una imagen del cuerpo unificado ni
unificante, ni una imagen de lo pensante que se valorice, ni una imagen del mundo en la que el deseo y el
placer tengan derecho.
Así: El Yo naciente se ve confrontado con una triple negación y una triple violencia:

l. Se le niega todo derecho a reconocerse como agente de una función pensante autónoma, a sentir placer
creando «pensamientos» que podría reivindicar como producción propia y catectizar narcisísticamente.

2. Se le niega todo derecho a pretender como verdaderos los sentimientos experimentados, a decir que
está triste cuando se le afirma que debe estar contento o a la inversa.

3. Se le impone un relato histórico que carece de todo fundamento, en el sentido que hemos dado al
fundamento de los enunciados, y que oculta esa falta remplazándola mediante un enunciado falso.
«Está prohibido pensar~ es obligatorio pensar a lo pensado por el otro~~».
La condición previa y necesaria para pensar lo «pensado por el otro» es que se pueda pensar:
precisamente, lo que -la madre teme por encima de todo es esta posibilidad.

El campo de lo secundario o el espacio del Yo está minado; avanza sobre un camino lleno de agujeros
dispersos. El yo comprende muy pronto que no puede habitar ese espacio a menos que cambie algo en él;
comprende también muy pronto qué más vale fingir que no ve los agujeros si no quiere detenerse
inmovilizado por los riesgos de la catástrofe.
A fin de evitar verse obligado a abandonar la ruta recurrirá a tres operaciones:

I) Crear el “pensamiento delirante primario”, es decir, evitar su enunciado sobre los fundamentos.

II) Intentar gracias a ello que lo secundario sea apto para lo primario

III) Utilizar parte de su energía en un trabajo de autoexclusión, desconociendo lo que conoció.

El Yo se frente a una realidad histórica en la que, en forma repetitiva, encuentra una serie de enunciados a
él referidos que contradicen las percepciones que le impone la realidad y ante los cuales no es ni Ciego ni
sordo.
Frente a esta exigencia, que Impone un discurso efectivamente pronunciado y. aprehendido, el Yo
responderá creando un· sentido a donde no existía" gracias a su construcción del pensam1ento delirante
primario. A las contradicciones”, las omisiones del discurso las interpreta' como lo manifiesto de un sentido
latente' que él autocrea. Sentido que remplaza lo «indecible» de su propio origen y, por ende, de los
orígenes en general.
A partir de este «pensamiento delirante», lo dicho y lo contradicho, materno o paterno, volverán a tener
sentido: se llegará así al autoconvencimiento de que la contradicción, la omisión y la negación se deben a
que 10 dicho no debe ser referido ·al postulado que funda la lógica del discurso de los otros, sino al
postulado que solo uno, junto con otro, conoce.

El Yo no puede habitar un espacio cuya organización haría, y le haría, ininteligible su propio deseo de vida.
De esta manera se remodelará lo que no se adecue a una lógica tomada de lo primario.

Niega toda relación de causalidad entre lo que ocurre en la escena de lo real y el no-deseo y la falta
presentes en la madre. Afirmará entonces que un deseo que le concierne sigue siendo causa de lo que
experimenta: el deseo del perseguidor, el deseo de Dios, etc.
De ese modo, preserva la posibilidad de conservar su catexia para la madre, de creer en los postulados de
su discurso.
Caso Odette

Motivo de consulta: demanda asistencia para luchar contra sus “crisis de deshumanización” súbitas. La
invadía un vivenciar incalificable que la obligaba a ponerse a correr en redondo en su cuarto, gritando sin
parar y arrancándose mechones de cabello.
Estas crisis duraban entre un cuarto de hora y una hora y eran de finalización repentina. La dejaban en un
estado de postración y con un vivenciar que se asemejaba al sentimiento de despersonalización.

Inicio: hace un mes y medio. Al inicio sucedían entre el atardecer y el anochecer, pero al tener una crisis a
la mañana consulta preocupada temiendo manifestaciones en el trabajo.

Un amigo psiquiatra le diagnostico crisis de histeria, pero para ella eso era archi falso ya que dijo nunca
haber tenido problemas edípicos, sino que su problemática se debía a sus defensas paranoicas.

El temor a que sus crisis sobrevinieran en público la había recluido. Decía no saber que hacer para
evitarlas, pero si de donde venían: del deseo de muerte presente y activo del que hasta hace dos meses
había sido su analista. Decidida a pasar al acto, tenia un plan. Pero aún no se había establecido relación
analítica. Se contentaba el analista cuando ella hablaba de la pena y buscaban pensar juntas al respecto.

Tuvo un sueño con una cabeza de cadáver, a la cual se le sacaba la tapa y veía en su interior gusanos del
color de los ojos de ella. Esto indicaba la dimensión perseguidora que había cobrado la relación
transferencial con su anterior analista. La angustia que le produce este sueño más que la espera que tiene
que soportar es la que se expresa en un acto agresivo que hace poner fin a la relación analítica.

Le escribe una carta al analista para expresarle que lo ocurrido no era mas que la expresión de un
movimiento transferencial, más este rechaza continuar atendiéndola tras seis años de tratamiento.

Cuando lo había conocido quedó fascinada. Pensaba en el de una manera obsesiva. Y terminó por
convertirse en su paciente.

Con el tiempo el le propuso trabajar con él en su institución como consejera conyugal. Ella acepta
entusiasmada y comienza a perder interés en su antiguo empleo en la casa de modas, creyéndose una
gran psicoanalista de parejas. Esto hace que la despidan de su trabajo pago el analista la recomienda a
otras instituciones como consejera para que pudiera trabajar.

Todo dio un giro 1 año antes del fin del análisis, con el divorcio del analista. Ella estaba convencida que la
esposa de este (similar a ella físicamente) lo había dejado y que por eso proyectaba en ella deseos
mortíferos. Esto se debe a que por esa fecha el analista le dijo que debía dejar su lugar a otros para que
tuvieran la oportunidad en la institución.
pero una vez que el sujeto solo puede hacerte ocupar la posición del perseguidor toda interpretación será
reinterpretada de manera de confirmar su convicción delirante.

Ella se había propuesto que el analista tomara cc de sus deseos ICC, pero El analista le decía que eran
los propios deseos ICC de muerte de Odette, pero para ella esto no hacía mas que culpabilizarla.

Uno de los caracteres de toda constitución delirante es esta retroyección al pasado, de lo que de hecho se
construyó en el tiempo del delirio y por obra de este.

La historia de la infancia de Odette

Odette cuenta que el discurso de su madre sobre su nacimiento y sobre los primeros años de su vida era
el siguiente: “es escandaloso que se exija que las mujeres den a luz”. “es increíble que una tenga que
padecer semejantes leyes naturales”.
la madre no parece locuaz.
dice que la pusieron en la pelela cuando tenia cuatro meses y que a los 8 ya era totalmente limpia.
Limpieza precoz que la madre presenta como una competencia educativa. También se le mencionó
caprichos que hacía para comer. Cuando ella pretendió saber más, su madre le replicó que caprichos
quería decir caprichos y que “todo eso” no tenía ninguna importancia. Sin ser anoréxica, Odette desde
siempre come demasiado poco.

Ni Odette ni su madre calificarían de maravilloso el tiempo de la infancia. Ese tiempo estuvo signado por
una historia llena de furor. Si su madre decreta carente de interés todo acontecimiento referido
directamente a la infancia de Odette, y si ella misma conserva solo algunos recuerdos penosos, la historia
de su infancia es reemplazada en el discurso de la madre y en Odette hace lo suyo por la versión repetida
y repetitiva de agravios contra el padre. A este padre, la madre dice haberlo despreciado siempre, lo hace
responsable de todos los males y se divorcia de él cuando Odette tenía unos 15 años.

El discurso de la madre, como Odette lo había oído día por día, reemplaza la historia de una relación
madre-hija por la historia de una relación madre-marido, padre-hija, llena de furor y de odio. Odette
intentará entonces construir su historia infantil ausente del discurso de la madre, retomando el postulado
esencial de la versión matera de la historia no de Odette, sino de la pareja: la abyección del padre, explica
lo que Odette ha vivido, visto, sufrido. El odio, como único vínculo de la pareja que le dio la vida.

Los acontecimientos alucinados

Tiene 8 días cuando la madre vuelve de la clínica y enseguida pone la cuna de Odette en la habitación que
le tenían destinada. recuerda perfectamente su aflicción cuando abría los ojos por las noches y veía la
nada.

Está segura que cuando mamaba (le dieron pecho solo hasta los 3 meses) debía amar tanto el pecho que
querría tragar el máximo y por eso recuerda que tragaba torcida. Puede recuperar el miedo de sofocación
que la invadía. Lo revive como un peligro actual.

Se acuerda de lo que experimentaba cuando mojaba sus pañales y la madre tardaba en cambiarla.
Cuando permanecía mojada, tenía la sensación del cuerpo de otro bebé pegado al mío y me ponía a gritar
porque tenía miedo de que, cuando me lo quitaran mi piel quedara pegada a la suya y yo , totalmente
desollada.

Se recuerda a si misma a los cuatro o 5 meses, en la pelela, las sensaciones de su “esfínter anal” su
miedo a perder un pedazo de su cuerpo, el placer experimentado cuando el esfínter se volvía a cerrar y
recobraba la seguridad de la unidad de su cuerpo.

Ahora bien, la formulación de estos recuerdos, se acompañaba cada vez de un afecto intenso totalmente
actual.

El surgimiento de un momento de descompensación, ligado a la irrupción de un pictograma que enfrenta al


sujeto con una experiencia que definían como “incalificable”.

Cuando se escucha a Odette, se comprueba que no ve las escenas de que habla; pone en palabras
percepciones y afectos actuales. Estos recuerdos son de condición muy afín a la que se atribuye a las
alucinaciones. Para el que la escucha es evidente que al hablar experimenta esos sentimientos de
sofocación, con creer ella que simplemente rememora “recuerdos” y experiencias que pertenecen a un
lejano pasado.

La inscripción corporal reacciona a cualquier emoción que sobrepase cierto umbral.

Una vez que Odette tuvo a su disposición la teoría analítica se construyo el equivalente a una teoría
delirante sectorizada.
Para construir su historia de infancia tomo prestadas, de la versión freudiana de una historia infantil
universal, interpretaciones que le permiten dar un sentido a los efectos que la invadían y sobre todo
interpretar, de manera de resguardarlas de toda modificación, la imagen de una madre ideal que a toda
costa era preciso preservar y la de un padre que tenia que seguir siendo el único “asesino, violador”
posible, porque de lo contrario se asistiría al hundimiento de una construcción identificatoria que
descansaba en esos solos pivotes.

Los acontecimientos interpretados


La niñita que era Odette no pudo prohibirse pensar. Este rehusamiento a ponerle fin a la lucha contra una
“prohibición de pensar” enunciada por la madre es uno de los caracteres diferenciales entre esquizofrenia
y paranoia. A menudo se lo paga, como en el caso de Odette con una idealización delirante del progenitor
cuyo diktat se ha transgredido.

Cuando Odette hablaba de su vida entre su nacimiento y los 18 años, intenta convencerme de que era una
niña que vivía junto a una madre absolutamente perfecta y un padre totalmente abyecto. Convicción que
sin embargo no pudo evitarle ver ciertas escenas, extraer de ellas ciertas conclusiones y conservar
recuerdos no reprimibles. Interpretaría siempre estos recuerdos de manera de hacer inocente a la madre y
de atribuir al padre, las mas de las veces al ICC supuesto de su padre, todo lo que en la actitud de su
madre ha sido para ella fuente de sufrimiento, lo que ha amenazado develarle la contradicción entre su
vivenciar y la versión que quería darse de su infancia de la relación con su madre.

La historia de Odette nos muestra una de las vías que puede tomar en préstamo un sujeto para sustituir
una versión materna que develaría la presencia de un anhelo de muerte hacia el hijo, por otra versión, aun
si para conseguirlo el autor debe llegar a procurarse una interpretación delirante.

Odette se servía de la teoría analítica para interpretar lo que le ocurría y de ese modo hacerlo razonable y
soportable.

Para Odette, neurótica equivale a “niña que habría experimentado un deseo incestuoso por su padre”,
crimen que juzga totalmente inaceptable y que jamás pudo cometer. En cambio, el termino “paranoia”
cobra para ella una significación muy particular: “paranoia” es sinónimo de defensa paranoica, y esta:
sinónimo de defensa organizada por el sujeto frente a los responsables de un abuso de poder. Defensa, en
consecuencia, totalmente justificada, valorizada, sublimada, dirá ella, frente al deseo de violación presente
en un padre.

Durante su ultimo análisis, que duró 5 años, se persiguieron los siguientes objetivos:

 Permitir a Odette que renunciara a esta idealización apasionada de su madre, modificara su


relación con la imagen del padre, devolviera una significación no delirante a lo que había podido
ver, oír, comprender del comportamiento materno.
 Promover una convicción: nadie es responsable de las pulsiones presentes en su propio ICC.
Todos esos acontecimientos que habían signado su infancia y la habían hecho sufrir (la
agresividad de su madre hacia su propia hermana, las sesiones de terror al alba, cuando se tenia
que vestir en lo oscuro...) podían de este modo interpretarse como la consecuencia de la relación
ICC de su madre con su propia madre. No era Odette misma su blanco ni el objeto mismo de su
rechazo, sino que la madre estaba obligada a revivir con Odette lo que había vivido con su propia
madre.
Merced a esta interpretación, Odette fue capaz de reiniciar relaciones bastante normales con su
padre, alejarse de nuevo de su madre, a quien había tratado con asiduidad durante el ultimo año
de su primer análisis, procurarse una actividad mucho mas reducida y mejor encuadrada en la
institución en que trabajaba.

Odette mantiene intacta su convicción sobre el omni-poder del ICC en general y sobre su capacidad de
traer a la luz su propio ICC. Convicción que se asemeja a lo que llamaré certidumbre delirante.

 Desde hacía un año había vuelto a dibujar (la que había sido una actividad extremadamente
investida por ella) y volvió a tratar algunos amigos modistos.
 Se había alejado mucho de los diferentes medios “psi”, por lo que es posible que haya podido
encontrar y reinvestir una profesión mas conforme a su problemática.
 Si bien la relación trasferencial entre Odette y Piera fue a menudo tormentosa, el año que precedió
al final de su análisis se desenvolvió en un clima de confianza lo que le hizo pensar que Odette
habría buscado reanudar el contacto en caso de pasar de nuevo por una situación de conflicto.
Transcurrieron 6 años desde el final de su análisis.

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