Crimson Rivers (Traducción)
Crimson Rivers (Traducción)
Crimson Rivers (Traducción)
Rating: Explicit
Archive Warning: Graphic Depictions Of Violence
Category: M/M, Other
Fandom: Harry Potter - J. K. Rowling
Relationship: Regulus Black/James Potter, Sirius Black/Remus Lupin, Minor or
Background Relationship(s)
Character: Regulus Black, James Potter, Sirius Black, Remus Lupin, Marlene
McKinnon, Dorcas Meadowes, Pandora Lovegood, Bartemius Crouch
Jr., Fabian Prewett, Gideon Prewett (Harry Potter), Peter Pettigrew,
Evan Rosier, Euphemia Potter, Fleamont Potter, Mary Macdonald
(Harry Potter), Tom Riddle, Albus Dumbledore, Horace Slughorn,
Minerva McGonagall, Lily Evans, various OCs
Additional Tags: Alternate Universe - Hunger Games Setting, Graphic depictions of
violence - Freeform, Murder, injuries, Descriptions of Blood, Heavy
Themes about Death, Minor Character Death, People will die be
warned, it's a hunger games au so there's really no way around that
sorry, but rest assured that no one who gets a POV will die, Mentor
Sirius Black, James and Regulus as Tributes, Peeta Mellark was a
James Potter Varient, Katniss Everdeen was a Regulus Black Varient,
Enemies to Lovers, (but is it really?), Romance despite all the angst, its
about balance, love is like a flower that blooms even in the harshest of
conditions, trust them on this, Complex Family Dynamics,
Complex...Everything pretty much, No Misscommunication, but there
are a few secrets so maybe not, there will be in depths warning in the
chapters, Angst, Jealousy, Death, depictions of mental illness,
depictions of ptsd, and despite these things, Flirting, Fluff, Humor,
sometimes Dark Humor, Falling In Love, Hurt/Comfort, Angst with a
Happy Ending, good friendships, good family dynamics, basically you're
gonna suffer but you'll be happy about it, Possible Explicit Sexual
Content, Translation, Traducción, Español | Spanish
Language: Español
Stats: Published: 2022-07-22 Updated: 2023-03-30 Chapters: 11/? Words:
98891
Summary
Regulus Black tenía quince años la primera vez que su nombre fue mencionado en una
cosecha. Tiene veinticinco cuando vuelve a pasar. Muchas cosas han cambiado en ese lapso
de tiempo, y una de ellas es que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para volver a
casa. Nada ni nadie lo detendrá, ni siquiera James Potter.
James Potter no tiene planes de evitar que Regulus Black vuelva a casa. De hecho, sus
planes giran en torno a lo contrario. Tiene sus razones, pero tomó la decisión de sacar a
Regulus de esa arena, aún sabiendo que será la última cosa que haga.
Sirius Black tenía dieciséis cuando se ofreció como voluntario para tomar el lugar de su
hermano en la arena. A los veintiséis, sin la opción de hacerlo de nuevo, no cuenta con otra
alternativa sino que ser el mentor de su hermano y mejor amigo, sabiendo que solo uno de
ellos podrá volver.
Dos nombres son llamados, un mentor al borde del derrumbe, y más secretos y dolor entre
ellos de lo que son capaces de manejar. Ninguno de ellos está preparado para lo que les
espera, o para lo lejos que llegarán para sobrevivir a ello.
Notes
Soy Syere y no hace mucho me decidí a por fin traducir este increíble fanfic de zeppazariel;
la historia apenas está siendo publicada, pero como el autor lo ha dicho, será una historia
extensa y esto va para largo; es increíble lo mucho que la he disfrutado, así que quiero
darles la oportunidad a las personas (que no tienen el inglés como segundo idioma, se les
complica leerlo en el idioma original, solo quieren tener el chance de leerlo en español,
etc.) de disfrutar este asombroso universo alternativo con los personajes de la época
merodeadora en la distopía de los Juegos del Hambre.
Llevo un poco adelantado el proceso ya que estoy haciéndolo yo sola. Dejaré las
advertencias de cada capítulo al inicio junto con las notas del autor (ya sea para más
información, entre otras cositas que pueden interesarles).
No habrá días específicos de actualización para esta traducción, pero haré todo lo posible
para publicar por lo menos dos veces a la semana, en unos días empezaré la universidad así
que les pido tengan paciencia y sean amables:)
Creo que sin más que decir, espero disfruten su lectura y que la suerte esté siempre de su
lado.
(Las explicaciones sobre traducciones están en las notas finales)
Está bien, este va a ser pesado, y largo. Van a querer abrocharse el cinturón para esto. Así
que, vayamos a ello.
En primer lugar, para leer esto, técnicamente no tienen que leer la trilogía de los Juegos del
Hambre, o ver las películas. Hay varias similitudes, pero cambié muchas cosas. Si los has
leído o visto, encontrarás las similitudes y diferencias con facilidad; si no, no hará una gran
diferencia para ti.
Para ser claro, no he leído los libros en años, y ha pasado un tiempo desde que he visto las
películas, así que no será exactamente lo mismo. Básicamente tomé la trama y la torcí un
poco para usarla con estos personajes y sus dinámicas. Por ejemplo, no puedo recordar la
edad exacta que tienen las personas para ser seleccionadas en los libros, pero en este fic,
será entre los trece y veinticinco. Otra cosa, aquí no están divididos por género, y también
hay personajes con género fluido. Hombres, mujeres, o cualquier género, pueden ser (y
serán) elegidos.
Aquí, Sirius es un mentor porque ya ha estado en la arena. Gracias a que veremos su PDV,
presenciaremos cómo esto lo afectó, lidiando con cosas como TEPT (Trastorno de Estrés
Postraumático), enfermedad mental, y referencias a adicciones en el pasado.
Este fic toca temas sobre la muerte de todas las maneras posibles, incluyendo asesinato
(mencionado y explicado), suicidio (mencionado y explicado), asesinato por piedad
(mencionado y explicado), y solo como un trasfondo para la historia por todo el asunto de,
ya saben, personas siendo mandadas a la arena y forzadas a matarse entre ellas.
Este fic no es para todos, y eso está bien. Absolutamente no lo leas si estás esperando una
historia feliz de inicio a final. Tengo un feliz y largo fic con personajes LGBTQ+, sin
muertes, pero esto no va a ser así. Este será angsty, y complicado, y habrá humor de horca
con el que no todos estarán cómodos, como también relaciones toscas y crudas realidades a
la par de la situación. Se va a poner brutal por momentos, así que estén advertidos y
preparados para eso. Cuiden de si mismxs ante todo.
Si les sirve de consuelo, este capítulo tiene el PDV de Regulus, James y Sirius, así que al
menos saben que ellos no morirán. ¡Espero esto ayude!
Disfruten???
NOTA DE TRADUCTORA: Antes de que comiencen a leer, el autor tiene una playlist para el fic
que pueden encontrar aquí.
~•~
Se suponía que la 84° cosecha anual sería la última en la que Regulus participaría.
Tiene veinticinco, y tendrá veintiséis antes de la siguiente, lo que significa que estará fuera del
rango de edad. Su cumpleaños tiene lugar dos días antes de la cosecha de cada año, así que es
bastante afortunado en ese aspecto.
James Potter no lo es, a cómo resultan las cosas. Está a dos meses de cumplir los veintiséis, y si
solo hubiera nacido unos meses antes, podría haber huído de su destino.
El primer nombre al que llaman es el suyo, y Regulus no puede evitar mirar entre la multitud para
observar a James abrirse paso lentamente al abismo. Sus padres lloran silenciosamente. Un nudo se
forma en la garganta de Regulus mientras desliza su mirada de James al escenario, donde Sirius ya
se encuentra de pie, su mandíbula se aprieta mientras asiente hacia James cuando éste sube los
escalones.
En la mente de Regulus no cabe duda de que Sirius hará todo lo que esté en su poder para que
James sobreviva a la arena. El suplicará, prestará y robará; le enseñará a James todo lo que necesita
saber; será el mejor mentor que su distrito habrá visto alguna vez, y traerá a su mejor amigo de
regreso a casa. Quien quiera que sea el otro tributo, Regulus siente pena por ellos de antemano,
porque no existe una vida que Sirius sea capaz de poner por encima de la de James.
“¡Regulus Black!”
Esa es la segunda vez que Regulus ha escuchado su nombre ser llamado en una cosecha— y aquí
estaba él, atreviéndose a pensar que era afortunado.
La primera vez que lo escuchó, tenía apenas quince años, y había sentido su cuerpo entero helarse
tan pronto como lo hizo. Al principió ni siquiera se movió, demasiado aterrado para hacerlo, no
siendo capaz de comprender cómo es que le había pasado a él. Tenía que pasarle a alguien, pero
nadie se detiene a pensar que será el siguiente, hasta que lo és.
Regulus había dado dos pasos fuera de las filas cuando Sirius estalló y se ofreció como voluntario
en su lugar, solo dieciséis años y listo para lanzarse a la hoguera para que Regulus no tuviera que
hacerlo.
Sirius había ido a la arena, y Regulus no creía que hubiera posibilidad de que volviera a casa. El
observaba, día tras día, mientras su hermano luchaba por su vida. El observaba, día tras día,
mientras Sirius corría, pasaba hambre, y asesinaba solo para volver. El observó, durante el último
día, cómo Sirius se desmoronaba cuando fue anunciado Vencedor, riendo como un maníaco en las
pantallas.
Diez años después, y está pasando de nuevo. Esta vez no hay nadie como voluntario en su lugar,
porque Sirius es un Vencedor, y no puede hacerlo. Nadie más lo haría, e incluso si pudiera, después
de todos estos años, Sirius tampoco lo haría.
A su lado, Barty empuja suavemente su hombro, mirándolo con los labios presionados en una fina
línea, y es entonces cuando Regulus se mueve. Se obliga avanzar, colocando un pie frente al otro,
sintiéndose ajeno de su propio cuerpo conforme se acerca al escenario. Mientras sube los
escalones, sus ojos ascienden hasta encontrarse con los de su hermano, y Sirius lo observa de
vuelta por cinco segundos completos antes de cerrarlos abruptamente, como si al no mirarlo,
entonces no sería real.
No lo es.
Aparta sus ojos de su hermano, y los encuentra arrastrándose hacia los de James. Por un largo
momento, simplemente se miran el uno al otro, y luego ambos miran hacia otro lado al mismo
tiempo.
~•~
James está muy seguro de que está a punto de vomitar. La única razón por la que no lo hace, quiere
pensar, es porque sus padres están aquí. A pesar de todo esto, las manos de Effie acunando su
rostro lo hacen retornar a tierra.
“Mamá,” croa James, sus ojos pican. Bebe de la vista de ella, al igual que la de su padre, turnando
su mirada entre ambos. El no volverá a verlos después de esto.
Effie traga con fuerza. “No mires de esa forma, James. Puedes ganar. ¿Lo entiendes? Puedes
hacerlo”
Ella debería saberlo. Como la ganadora de los 44° Juegos del Hambre hace cuarenta años, a la
mera edad de trece años, ella debería saberlo. Era su primera cosecha, un desliz en la urna, y nadie
pensó que sobreviviría—pero lo hizo. Ella no habla de ello, ella nunca habla de ello, y Sirius sabe
más sobre eso que James. Effie fue su mentora, después de todo, y lo ayudó a volver a casa. Y
entonces, cuando James tenía dieciocho, sus tareas como mentora podrían terminar, si Sirius se
atrevía a tomar su lugar, que fue lo que hizo.
James ha vivido en la Aldea de los Vencedores su vida entera, y Sirius ha sido su mejor amigo
desde los once, cuando él se escabulló por la pared detrás de la aldea y cayó por una pendiente,
directo hacia Sirius. Se habían visto antes, por supuesto, desde la distancia, pero vivían diferentes
vidas en ese entonces. James tenía tutores personales—una ventaja de pertenecer a la Aldea de
Vencedores—y Sirius iba a la escuela. Cuando se conocieron apropiadamente, la primera cosa que
hicieron, como los niños que eran, fue pelear (porque ambos se escaparon y pensaron que el otro
iba a hacer que los atraparan), y después de eso, en menos de veinte minutos, se prometieron ser
mejores amigos por siempre—y es una promesa que ninguno de los dos ha roto.
Cuando Sirius se ofreció como voluntario por Regulus cuando tenía solo dieciséis años, James
pudo sentir algo dentro de él marchitarse y romperse, para nunca volver a ser encontrado. Lo
recuerda, recuerda haber luchado tanto por ver a Sirius antes de que se marchara, y solo tuvo unos
pocos segundos para abrazarlo antes de que lo arrastraran fuera de sus brazos. La última cosa que
Sirius le dijo fue una súplica. Cuida de Regulus, James, por favor, rogó.
James lo intentó, pero Regulus era una persona difícil de cuidar a los quince, y, puede presumir, es
igual de complicado a los veinticinco. No está seguro de qué es, pero empezó a dejar de agradar a
Regulus a los quince. James no necesitaba agradarle, no para cuidar de él, pero Regulus lo
esquivaba a cada movimiento. El cuidó de sí mismo, principalmente, sin importar cuánto lo
intentara James. Siendo sinceros, James no podía hacer mucho. La única vez que Regulus no lo
evitó fue durante los días donde se reunían en la plaza para observar a Sirius en la arena. Solo una
vez, James recuerda a Regulus tomando su mano, aferrándose a ella entretanto presenciaban a
Sirius ser atacado para que luego asesinara brutalmente a su atacante.
Cuando Sirius y su familia se mudaron a la aldea después de que regresara de la arena, tenía solo
dieciséis años pero había guerra en sus huesos y fantasmas en sus ojos, James fue quien cuidó de
él. Ciertamente, sus padres no se dieron a la tarea, siendo siempre indolentes y abusivos. Regulus
—bueno, él no podía cuidar de Sirius. No era tan simple. Sirius no era el mismo que fue antes de ir
a la arena, y era James el que le hablaba entre alucinaciones; fue James quien lo hizo reír por
primera vez después de que regresara a casa; fue James quien se aseguró de que comiera, quien lo
sacó del borde de la adicción, quien lo sostuvo mientras se desmoronaba.
James es su mejor amigo, e hizo una promesa, y esa es solo una parte de la razón por la que mira a
su madre y sonríe tristemente antes de susurrar, “No regresaré a casa, mamá”
"James," dice Monty bruscamente, sus ojos brillan. El padre de James es un hombre callado, a
pesar de su estatura. Un gigante amable, Effie siempre lo llamó así, cuando no lo llama Flea* para
molestar, puramente por la ironía. Las pulgas son pequeñas; Fleamont Potter es lo opuesto. Es un
hombre sencillo, generalmente, doméstico y sabio, feliz de estar con su familia, un esposo
amoroso, y el mejor padre que James pudo haber deseado. Se ve destrozado. "Hijo, no—no digas
eso. Si luchas—"
"Lucharé," lo corta James en voz baja "Lucharé. Pero, cuando llegue el final, y solo seamos él y
yo… no lucharé contra el"
Los ojos de Effie se oprimen, sus labios tiemblan antes de que pueda esconderlos y agache la
cabeza. Desliza sus manos de las mejillas hasta los hombros de su hijo, apretujandolos. Un sonido
horrible escapa de su garganta, y ella suena derrotada cuando susurra, " Por favor."
"Lo siento," exhala James, tragando bruscamente. Monty mira hacia otro lado, su mandíbula
trabaja mientras las lágrimas caen. Un suspiro tembloroso escapa de Effie, y levanta la cabeza para
mirarlo fijamente, su cara está hundida en tristeza. James intenta sonreírle, pero su rostro tiembla.
"Mamá, Papá, lo lamento. No puedo hacerlo. No le haré eso a Sirius. Voy a asegurarme de que
Regulus salga de ahí. Eso es por lo que lucharé"
"Hay—incontables formas de morir en la arena, James" dice roncamente Effie. "¿Quieres luchar
para sacar de ahí a Regulus? Está bien, pero si—solo si él no lo logra, si algo pasa, pelearás con
todo lo que tengas para volver a casa, ¿lo entiendes? Tu corazón—tienes un corazón tan grande,
tan lleno de amor, y no quiero que lo pierdas nunca, ¿pero ahí? No puedes dejar que eso se
interponga en el camino de tu supervivencia."
James asiente incierto. "Esta bien, mamá. Está bien, pero eso no va a pasar, porque lo sacaré de ahí,
incluso si eso me mata" Pausa, para luego esbozar una débil sonrisa. "Bueno, de hecho, si me
matará, así que realmente—"
"Así es como quiero que me recuerden," susurra James, y ellos lo contemplan, desconsolados.
"Esto, justo aquí, porque lo que pase aquí, antes de que me vaya… Eso no es lo que quiero que
recuerden. ¿Sería mucho pedir que no lo vieran?"
"Si," dice Effie firmemente. "Eres nuestro hijo, James. No hay nada que puedas hacer en esa arena
que cambie la forma en la que te vemos, o lo mucho que te amamos. Nosotros—te amamos tanto."
"Yo también te amo, mamá. Los amo a ambos, " dice ásperamente James, sintiendo que no se ha
explicado lo suficiente, como si sus palabras fueran inadecuadas para expresar debidamente lo
agradecido que está de tenerlos.
Effie lo engancha en un apretado abrazo, y Monty se acerca para rodearlos a ambos con sus brazos,
entonces James cierra sus ojos y deja que sus padres lo sostengan. La mayoría de la gente no sabe
cuándo abrazará a sus padres por última vez.
James lo sabe.
~•~
Sirius anda de ida y vuelta, escuchando los murmullos silenciosos de sus padres a través de la
puerta. No puede escuchar lo que Regulus contesta, lo que significa que no lo está haciendo. Sirius
puede adivinar lo que sus padres están diciendo sin necesidad de escucharlo, solo órdenes
seleccionadas sobre volver a casa, o no tener una muerte que avergüence a la familia. Nada distinto
de lo que le dijeron a Sirius hace diez años.
Sirius volvió a casa, después de haber hecho cosas deshonrosas para lograrlo, cosas que aún viven
debajo de sus uñas de las manos y párpados hasta este día. El no le dió a su familia una muerte de
la que avergonzarse, pero desde que volvió, vivió una vida que seguramente lo hizo.
Bueno, así es como sus padres lo ven, en todo caso. A veces es difícil venir de una extensa familia
de Vencedores, lo es aún más si tú mismo eres uno de ellos. Sirius lo encuentra ridículo, realmente,
porque no es como si Walburga u Orion alguna vez hubieran estado en la arena. Solo Alphard,
Cygnus, Bellatrix y Narcissa— todos siendo Vencedores. Alphard no manejó muy bien las
secuelas de la arena y causó muchas escenas públicamente hasta que eventualmente, en esencia se
mató en alcohol y mala salud. Cygnus lo sobrellevó bien y crió tres hijas que también lo harían, si
en algún momento se encontraban en esa situación. Y, cuando Bellatrix y Narcissa lo hicieron, lo
comprobaron.
Después de los juegos, Narcissa se marchó para casarse con alguien en el primer distrito, más
cercano al Hallow. Siendo una Vencedora, podía hacerlo, y además podría llevarse a sus hermanas
con ella cuando se fuera. Bellatrix se fue con ella, pero Andromeda no. Ella se quedó para asentarse
con un hombre llamado Ted, a quién la familia no aprobó para nada. Ahora está distanciada de la
familia, pero no de Sirius, que siempre está escapando para verla a ella y a la pequeña
Nymphadora, la bebé más adorable que ha conocido. Walburga y Orion se dieron por vencidos con
Sirius hace muchos años, y hace un largo tiempo que no le hablan o reconocen, a pesar de utilizar
felizmente los beneficios que tienen a causa de él siendo un Vencedor. Sin embargo, ellos aún
tienen control sobre Regulus, así que le prohíben ver a Andrómeda, y Regulus los escucha.
Por supuesto que Regulus los escucha, porque si no lo hace, nunca acaba bien. Sirius puede
entenderlo, incluso si lo enloquece, porque él nunca los escuchó. Esperar lo mismo de Regulus era
inútil. Regulus solo hace lo que tiene permitido hacer.
Eso lo va a matar.
Su estómago se retuerce. Recuerda cuando se ofreció como voluntario por su hermanito, fue el
primer voluntario en décadas, al menos en su distrito. Aunque, él tenía que, porque tan pronto
como escuchó el nombre de Regulus ser llamado, supo que su hermano pequeño moriría. Regulus
—a esa edad— nunca habría sobrevivido la arena.
Francamente, Sirius no estaba seguro de cómo él sobreviviría a la arena, pero lo hizo. A veces
deseaba no haberlo hecho. A veces odia a Regulus por ser alguien que ama tanto como para ir en
su lugar. Pero él nunca—ni una vez— se arrepintió de hacerlo. El nunca se arrepentiría de salvar la
vida de su hermano pequeño.
Esto se siente como si le hubieran escupido en la cara. Como si solo hubiera retrasado lo
inevitable. Porque aquí está Regulus, su nombre aún haciendo eco en los oídos de Sirius, y él no
puede salvarlo esta vez.
Y luego está James.
Siquiera pensarlo hace que su estómago duela. Su mejor amigo. Mierda, su mejor amigo también
irá a la arena, y Sirius tampoco puede tomar su lugar. James es—es su mundo entero,
honestamente. Sin él, Sirius no estaría vivo justo ahora. Sin él, Sirius no sabría qué hacer.
James irá a la arena con Regulus. ¿Cómo es eso justo? ¿Qué se supone que tiene que hacer con
eso? Lo hace querer gritar, golpearse contra las paredes de un encierro interno, impactar su puño
sobre lo más cercano hasta que su mente se calle. Él no puede hacer esto. No puede—no sabe
cómo va a hacerlo. No tiene una jodida opción.
Sirius está destinado a entrenarlos. Prepararlos. Enseñarles. Está destinado a darles cada truco,
consejo, y herramienta para sobrevivir, para luego verlos ir a enfrentar a la muerte. Sirius nunca ha
acarreado un tributo a casa, ni una vez en los últimos ocho años, y ahora su hermano pequeño y su
mejor amigo vendrán a él por ayuda. No sabe cómo decirles que no hay ayuda para ellos, que
verdaderamente, al final del día, todo recae en la necesidad desesperada de sobrevivir.
El puede poner armas en sus manos, enseñarles cómo evitar morir de deshidratación o hambre,
hacerlos memorizar plantas venenosas, y decirles los usuales que hacer y qué no hacer para
mejorar sus posibilidades—pero la verdad era que, ellos sólo sobrevivirán si lo anhelaban lo
suficiente. Sirius ganó sus juegos estrangulando a un hombre hasta la muerte solo con sus manos—
no fue su primer asesinato, o incluso el más grotesco—pero estaba muerto de hambre hasta el
punto de perder la cabeza, medio muerto por deshidratación, y sangrando. El hombre tenía un
cuchillo, y Sirius contaba con una herida de arma blanca. El hombre tenía la ventaja, y Sirius la
voluntad de sobrevivir.
Ese hombre debió haber vivido, pero Sirius se aseguró de que no lo hiciera.
Es extraño, porque Sirius piensa—y siempre lo ha hecho, desde que ganó— que morir en la arena
es un acto de amabilidad, ciertamente. Pero eso fue antes de que las personas que amaba se
convirtieran en tributos. Tal vez sea egoísta, porque incluso si es un acto de bondad o no, aun así
quiere que ambos sobrevivan, pero no pueden. No ambos.
Esto es como tratar de pedirle que escoja entre su corazón y sus pulmones. El corazón deja de
trabajar si los pulmones no funcionan, y los pulmones dejan de trabajar si el corazón deja de latir.
Tienen que coexistir; el no puede sobrevivir la pérdida de ninguno de los dos.
La puerta se abre conforme Walburga y Orion salen, ambos paran en él un momento y él se
detiene. Todo lo que su madre dice es una orden, "Tráelo a casa."
Tomando un hondo suspiro, Sirius avanza y cruza la puerta, su corazón se aprieta cuando ve a
Regulus. Se ve tan pequeño a pesar de tener veinticinco, pero tal vez es porque Sirius lo mira y lo
ve como el niño que era cuando tenía solo quince años. Solo su hermano pequeño. Siempre su
hermano pequeño.
No hablan como solían hacerlo. Son muy diferentes, y al mismo tiempo, muy parecidos. Sirius ha
pasado por mucho, y Regulus se ha distanciado. Regulus aún sigue en esa casa con padres
autoritarios, y quizá ya no los golpeen ahora que son mayores, pero eso no significa que sus
métodos de crianza hayan progresado. Sirius no ha estado en esa casa desde que tenía dieciséis,
desde que pudo irse apropiadamente y mudarse con los Potter al final de la calle. Le pidió a
Regulus que se fuera con él una vez. Regulus se negó.
"Tengo la peor de las suertes," declara secamente Regulus, y Sirius lo mira fijamente por un largo
momento antes de resoplar una risa débilmente y cerrar la puerta. Para alguien más, Regulus
probablemente se vea imperturbable, sólo vagamente molesto, pero Sirius puede ver el miedo
centelleando sutilmente en sus ojos. Está tratando de ocultarlo, pero Sirius lo ha visto lo suficiente
durante toda su vida como para pasarlo por alto, no importa lo distantes que sean actualmente.
"Digo, literalmente soy la única persona en el mundo que ha sido seleccionado por segunda vez."
"Si, eso es una mierda," admite Sirius. Se recuesta contra la puerta y deja que su cabeza se
encuentre con ella en un golpe sordo.
El silencio se apodera de ellos, pesado y espeso. Sirius recuerda cuando él era un tributo. Regulus
había esperado hasta que estuvieran solos para aferrarse a él llorando, suplicándole que volviera.
Sirius recuerda cuando volvió, y todo se sentía—terminado. El mundo entero se sentía así, y él
piensa que Regulus pudo haberlo abrazado cuando regresó, pero no puede recordarlo. Sus
memorias son como un kaleidoscopio, solo luz fracturada, algunas veces imposible de distinguir, y
siempre cambiando.
Las memorias situadas antes de la arena son raquíticas, y se sienten como algo directamente de
otra vida. Las memorias situadas justo después de la arena, incluso un año después, son como
avispas; apenas puede distinguirlas, y no sabe lo que hay ahí. Eso es, por lo menos, un año entero
de su vida que no puede lograr recordar. Si no fuera por James, probablemente hubiera vivido de
esa forma para siempre.
La cosa es, Sirius fue a la arena y luchó tanto para volver a casa, completamente inconsciente de lo
que arrastraría consigo cuando lo hiciera. Llevas piezas de la arena contigo si vives lo suficiente
como para salir, y esas piezas aún siguen con Sirius hasta este día. James y Regulus lo entenderán,
si sobreviven. Uno o el otro, pero no pueden ser ambos.
"Está con sus padres," contesta Sirius, parpadeando a un punto fijo sobre el hombro de Regulus.
"Quería darles tiempo."
"No," dice Sirius firmemente, mirando de golpe a Regulus, encontrando sus ojos. "No hagas eso,
Regulus. Tu resentimiento, tu amargura, lo que sea que es—eso ya no importa, ¿lo entiendes? No
hay espacio para nada más que no sea tu voluntad de sobrevivir. Escúchame—no, cállate." la boca
de Regulus se cierra de golpe desde donde comenzó a hablar, para protestar sin duda alguna, pero
Sirius nunca ha hablado más en serio en su puta vida. "Dejarás todo eso aquí. Cualquier cosa que te
haga dudar, todo eso puede interponerse en tu supervivencia, lo dejas aquí y ahora. No puede
existir en los juegos."
"Los juegos comienzan desde el momento en el que dicen tu nombre, y no acaban hasta que estás
muerto," corrige Sirius sin rodeos.
Sirius se queda sin aliento, sintiendo su corazón estrujarse con el mero pensamiento . Regulus
sostiene su mirada firmemente, esperando, y Sirius no lo sabe. El no sabe si su hermano pequeño
morirá. El no sabe si su mejor amigo morirá. No sabe cómo intentará ayudarlos a sobrevivir,
sabiendo que solo uno lo logrará.
Exhalando temblorosamente, solo atina a decir, "Tienes una chance de veinticuatro, Regulus."
"Tu mejor amigo es uno de esos veinticuatro," le recuerda. "¿Vas a pedirme que no lo mate?"
vuelve a esperar, pero Sirius no sabe cómo responder a eso. El no sabe lo que está haciendo.
"Porque lo haré, si tengo que. No le voy a perdonar la vida y sacrificar la mía solo porque él te
importa. Puede que no me desgaste en matarlo, pero si se presenta esa situación, Sirius, no dudaré
en hacerlo."
Y, si fuera alguien más que James, estaría aliviado de escuchar eso, de saber que Regulus planea
pelear para sobrevivir. Pero es James, así qué se siente como si los pulmones de Sirius fueran
aplastados , y el miedo se instala en el fondo de su estómago como plomo.
"¿Estás dispuesto a mandarme por mi cuenta, por él?" Regulus replica bruscamente, un músculo en
su mejilla se contrae cuando aprieta la mandíbula. Sus ojos son fríos. Siempre lo son estos días.
James no está muy lejos, Sirius llega justo cuando Effie y Monty están siendo escoltados fuera. Los
dos han estado llorando abundantemente, es bastante obvio, y Sirius quiere ir hacia ellos, llamar su
atención, y encontrar una manera de mejorar la situación. No obstante, no puede hacerlo, así que se
queda ahí, dejándolos marcharse sin notarlo.
Tan pronto como James ve a Sirius, avanza hasta atraparlo en un abrazo. Se necesita todo dentro de
Sirius para no romper a llorar ahí mismo, pero él se niega, porque no es él quien será arrojado a su
suerte en la arena—solo dos de las personas que más ama en el mundo. James se afianza en él
como si no fuera a tener otra oportunidad, y Sirius… él sabe lo que significa.
"No," croa Sirius mientras retrocede, cómo si hubiera sido apuñalado. Sacude su cabeza, reacio a
enfrentarlo. "No, James, no te malditamente atrevas. No—"
"Basta," lo interrumpe James gentilmente, extendiendo sus manos para tomar sus hombros y
encontrar sus ojos. "No está abierto a discusión, Sirius. Voy a llevarlo a casa, ¿lo entiendes?"
Sirius escucha el quejido que sale de su boca, y la peor parte es, que no es para nada sorprendente.
Por supuesto que James haría esto. Por supuesto que lo haría, porque es desinteresado y de oro,
porque él es bueno. No necesariamente por la bondad en su corazón—aunque ahí haya de sobra—
pero solo porque él sabe bien con lo que podrá y no podrá vivir. Su moral, su sentido de lo que es
correcto—él moriría por ello.
Impotente, Sirius piensa en la diferencias entre James y Regulus, como uno de ellos no titubeó en
decir que no se sacrificaría, mientras que el otro no dudó en decirle exactamente lo contrario. Sirius
no puede soportarlo.
"Dije que no está abierto a discusión, y no—" James respira hondo, y exhala lentamente. "Él es tu
hermano pequeño."
"Exactamente. Es una de las razones por las que tomé esta decisión."
No puedo, piensa Sirius. Gracias, piensa Sirius. Quiero que ambos vuelvan a casa, piensa Sirius.
No sé cómo se supone que haré esto, piensa Sirius. Y, al final, Sirius no dice nada.
James vuelve a atraerlo en un abrazo hasta que, por segunda vez con un cambio de roles para el
que Sirius nunca pudo haberse preparado, está siendo arrancado de los brazos de James.
NOTA AUTOR
Este fic no está terminado, pero he escrito con bastante antelación (ya tengo unas 80k
palabras, así que ahí está), y sé exactamente cómo todo va a pasar. Será terminado, se
los puedo asegurar.
Así que, háganme saber lo que piensan, los veré el sábado, y cada sábado a partir de
ese <3
____________
NOTA TRADUCTORA
El Hallow: para las personas que han leído/visto los Juegos del Hambre, tenemos
conocimiento sobre Capitolio, pues el Hallow es un tipo de Capitolio en este universo,
haciendo también referencia al título de las últimas peliculas y libro de la saga "The
Deathly Hallow", traduciendose directamente como "reliquia", sin embargo, siento
que queda mejor como está originalmente, así que decidí dejarlo así; para aquellos que
no tienen conocimiento sobre esto, es un tipo de capital del país en el que reside la
gente importante del mismo, y donde se llevan a cabo las actividades sociales de los
juegos; actualmente esto no se ha explicado con profundidad, pero si el autor piensa
que debe haber algun tipo de cambio, lo editaré después.
Eso es todo por ahora, gente lindaa; si encuentran algun error no duden en decírmelo:)
NOTA TRADUCTORA
NOTA AUTOR
disfruten!
“Bueno, al menos hay beneficios,” dice James con falso entusiasmo, tomando una pequeña tarta de
limón de una mesa repleta de comida, seguramente exquisita.
Regulus resiste el impulso de rodar sus ojos. Por supuesto que James intentará encontrarle el lado
positivo a la situación. Es tan fastidiosamente positivo, Regulus lo odia. Lo ha odiado por años.
Sirius se ve cansado. No está comiendo, y Regulus tampoco. El tren sigue andando, y el único que
ha dicho algo es James. Regulus lo observa y se pregunta cómo es capaz de fingir que las cosas
están bien. ¿Mirará a Regulus y se preguntará si tendrá que matarlo, de la misma forma que
Regulus lo mira a él y se cuestiona si siquiera será capaz? Nada sobre esto está bien.
"No, de verdad, tienes que comer uno de estos," declara James con la boca llena, sus ojos están
abiertos de par en par mientras sacude una tarta en su dirección.
"Pues, esto es bastante… sombrío," dice Pandora deslizándose dramáticamente dentro del vagón,
sus labios se fruncen. Es una Hallow de pies a cabeza. Con su estilo bulliciosamente excéntrico y
dramático. Su voz, a pesar de haber sido quien lo llamó en la cosecha—la segadora, si gustas—es
bastante tranquilizante.
Regulus se recuesta en su silla y dice, llanamente, "Puesto que la muerte es un tema sombrío,
generalmente, excepto para los Hallows, supongo. James y yo estaremos llamando a su puerta muy
pronto, así que disculpa si estamos algo… emotivos."
"La muerte también es un tema sombrío para nosotros," espeta Pandora frunciendo el entrecejo, sus
cejas se juntan.
"Vaya, que impactante," contesta, ladeando su cabeza con falsa confusión. "Pensé que ustedes
prosperaban con ese tipo de cosas, pero solo cuando le sucede a personas como nosotros, ¿no es
así?"
Los labios de Pandora se presionan en una línea delgada, viéndose absurdamente herida, y Regulus
no se arrepiente. Ella esnifa ofendida y entrecierra sus ojos hacia él. "Sabes, con tu actitud, no
espero realmente que consigas muchos patrocinadores, Regulus."
"Tienes que darme algo con lo que trabajar, Reg, " dice Sirius con cansancio, su mirada está en la
ventana mientras observa cómo el mundo se mueve a su paso. "No puedo presentarle algo a los
patrocinadores si no me das algo que pueda gustarles."
"Entonces, lo que estás diciendo es que , para tener patrocinadores, no tengo permitido ser… ¿yo?"
pregunta incrédulo.
"Sí, exactamente," responde Sirius en seguida, el imbécil. "Sé cómo James."
"Si, acabamos de dejarlo muy en claro, que es el problema'', enuncia Sirius, completamente ajeno a
la forma en que esas palabras son un cuchillo clavándose en el estómago de Regulus. Él ya lo
sabía. Regulus lo ha sabido por un largo tiempo.
"Yo creo que—no lo sé," balbucea James, mirando abajo hacia el plato de tartas. "Me refiero a
que, yo lo partocinaría."
"Tu patrocinarías a todos," dice Sirius, expulsando un suspiro. Inclina su cabeza hacia Regulus.
"Incluso a los menos atractivos."
James coloca su codo en la mesa y se inclina hacia Regulus, sus labios se curvan hacia arriba.
"¿Estás inquiriendo que no lo soy? ¿No dirías que soy atractivo?"
"Diría que lo único que me atrae de ti es la idea de que te alejes," declara Regulus arqueando una
ceja.
"Si, bueno, soy bastante parcial," murmura James, estirándose perezosamente para tomar otra tarta,
ofreciéndosela a Regulus. "Para tí. Agria y amarga, justo como tú."
Regulus acepta la tarta, y luego—sin necesidad de mirar—gira su muñeca y la lanza directamente
a la cabeza de Sirius. Por el grito que le sigue, su puntería sigue siendo correcta. James procede a
romper en carcajadas tan fuertes que comienza a jadear en busca de aire, incluso Pandora suelta una
risita mientras Sirius emana quejas sobre la tarta mezclada con su cabello.
Lo hace igualmente, porque la risa de James se desvanece conforme observa fuera de la ventana
con un bajo, "Mierda, mira eso."
Siguiendo su mirada, Regulus puede distinguir el Hallow apareciendo sobre la colina entre tanto el
tren sube por las vías, demasiado cerca para lo que pudo haberse mentalizado. Francamente, es una
fortaleza. Una ciudad, sí, pero en definitiva impenetrable. En el centro, el edificio más grande es
un castillo, alzándose sobre todos los demás edificios con tejados inclinados y torres que terminan
en punta. James se pone de pie lentamente y se acerca a la ventana maravillado, pero Regulus se
niega a moverse.
Lo es, pero Regulus se cortaría la lengua antes de admitirlo. Nunca se había sentido así de
evidente, la desdicha absoluta de no haber nacido en el Hallow, pero ahora lo azota el hecho de lo
desafortunado que eso es. Todo el que nazca en el Hallow es protegido, está a salvo por siempre,
sin tener que vivir asustado por una muerte inminente o por estar bajo el control de el Hallow, no
tan obviamente, en todo caso. Sus ojos se arrastran hasta Sirius.
Sirius contempla el Hallow con una expresión amarga en los labios, con un eco maldito destellando
en sus ojos. El lugar más hermoso que alguien podría presenciar, y Sirius lo mira como si estuviera
hecho de pura maldad. Regulus es y siempre ha sido influenciado por su hermano, no importa
cuanto ha luchado contra ese instinto, no sirve de nada, especialmente aquí y ahora. Solo por eso,
por la mirada en los ojos de Sirius, Regulus no confía. Encuentra consuelo en el hecho de que no
hay manera de que lo hubiera hecho, pero la reacción de Sirius fundamenta el sentimiento.
"¡Oh!" James deja escapar, y Regulus gira su cabeza para ver cómo el tren desacelera un poco y
hay gente afuera, corriendo a su lado, gritando y ovacionando como si los que llegaran fueran
nuevas celebridades.
Todos son Hallows, no se puede negar. La desconexión pura del horror implícito es el factor final
para darse cuenta de ello, pero es la mezcla singular de estilos lo que termina de delatarlos.
Personas en capas, túnicas, sombreros exóticos, colores chillones—todo eso es suficiente para que
el estómago de Regulus se revuelva. Las sonrisas y los gritos ahogados de alabanza solo empeoran
la sensación, y Regulus resiste el impulso de ordenarle a James que vuelva a sentarse, en especial
porque ahora los está saludando .
"No te veas tan perturbado," murmura Sirius, su expresión está suavizada para cuando Regulus
encuentra sus ojos. Inclina su cabeza hacia James. "Los juegos ya empezaron, ¿recuerdas? Y
parece que él sabe cómo jugar."
Los dientes de Regulus rechinan, pero Sirius no vacila ni un poco. Finalmente, con una exhalación
brusca por la nariz, Regulus empuja su silla hacia atrás y se acerca a la ventana al costado de James
con los brazos cruzados. No importa cuánto lo intente, no puede lograr poner una expresión ni
vagamente sincera o cálida, solo logra mostrar una cara en blanco.
"¿Cómo puedes soportarte, haciendo eso?" Regulus pregunta por lo bajo, desplazando su mirada
hacia James.
"Ellos no lo saben," responde James, su sonrisa no flaquea conforme los saluda como si estuviera
ansioso por hacer nuevos amigos. "Así como nosotros hemos sido condicionados, ellos lo están por
igual, Regulus. Si piensas en eso, no es su culpa. Ellos no crearon los juegos."
"Si, justo como les enseñaron a hacerlo. Justo como nosotros los vemos. Y como nos enseñaron a
temerles."
Regulus sacude la cabeza. "¿Cómo puedes preocuparte por ellos? ¿Incluso por ellos? Nos amarán,
y luego se lamentarán cuando morimos, después olvidarán que siquiera llegamos a existir cuando
lleguen los siguientes."
"Puesto que la meta es no morir, no habrá problema con eso, ¿o sí?" pregunta James con ligereza,
observándolo brevemente.
"Tengo malas noticias para ti," le informa Regulus, manteniendo su tono de voz bajo en tanto sus
ojos viajan por la multitud conforme pasan. "No vas a llegar hasta el final, incluso si tengo que
hacerlo por mi mismo, James. No importa lo importante que seas para Sirius, haré lo que sea
necesario."
"¿Lo harás?" dice James, su mano se presiona contra el cristal de acuerdo con el final de la oración
y gira su cabeza para mirar directamente hacia Regulus. Hay una chispa en sus ojos, y su sonrisa
no flaquea ni una pulgada. En cualquier caso, Regulus puede notar cómo se transforma en algo más
genuino. "Yo también lo haré, sabes. Ese es justamente mi plan—hacer lo que sea necesario."
"¿Ni por un segundo?" lo reta James, sus sonrisa se suaviza hasta que es más triste que otra cosa, y
Regulus…
Regulus duda por un segundo, uno demasiado largo, y la sonrisa de James vuelve a crecer mientras
se gira para saludar una vez más.
~•~
"Estarás bien," le asegura Sirius a James. "Solo van a asearte y ponerte lindo para que desfiles
alrededor como una presentación. Creo que—bueno, Pandora dice que tenemos un buen equipo
este año, así que le tomaré la palabra. Necesito ir a husmear un poco, pero los veré a ti y a Reggie
en un rato, ¿sí?"
James, quien se siente bastante fuera de sí mismo, y cómo si las cosas estuvieran pasando
demasiado rápido, sólo logra dejar escapar un, "Eh, sí," antes de que Sirius se vaya rápidamente.
Apenas puede inquietarse antes de que él y Regulus sean dirigidos hacia diferentes secciones.
James mira sobre su hombro y se sorprende al encontrar a Regulus ya mirándolo de vuelta. Por
supuesto, tan pronto como James lo atrapa, se gira y no vuelve a mirar atrás.
"Ah, maravilloso," una voz pía entusiasmada tan pronto como James entra al cuarto. Dentro hay un
hombre con el cabello rojo brillante estilizado en una fusión de mullet-mohawk que luce bastante
bien, de hecho. "Mi nombre es Fabian. Eres mi muñeco, y el otro tributo es de mi hermano,
Gideon. Ven, ven, desnúdate."
"Oh, no hay porque ser modesto," le asegura Fabian. "Claramente me estás dando con que
trabajar." pausa, luego alza su mano y se golpea la frente. "Dios santo, lo siento, estoy acelerando
todo el proceso. Apenas y estás cómodo conmigo, ¿cierto? Perdón, perdón, es solo que,
tristemente, no tendré mucho tiempo contigo. Aquí, te prometo que no miraré. Bueno, no, eso es
mentira; mi trabajo es literalmente mirarte, pero te lo aseguro, no es nada nefasto. Solo voy a
ayudarte a verte mejor de lo que ya lo haces. Confía en mí, vas a disfrutar el proceso."
"Pues, al menos hasta que tengas que darte un baño, claro," concede Fabian, meneando su mano y
volteandose.
Fabian es un mentiroso. James, en efecto, no disfruta el proceso. Es tan extraño darse un baño con
alguien más presente, incluso si no está mirándote (y Fabian no lo hace, afortunadamente). Le
permite a James amarrarse una toalla a la cintura cuando sale, pero es ahí cuando todo el proceso
comienza a asemejarse un poco a la tortura.
Hay una desafortunada cantidad de cera, jalones de vello, picoteos y empujones. En un punto,
Fabian está charlando casualmente mientras sostiene el brazo de James y luego tira con fuerza del
vello de su axila desde la raíz. Chasquea la lengua cada vez que James aúlla de dolor, dándole
palmadas en el hombro y hablándole dulcemente antes de hacerlo de nuevo.
Fabian si hace cosas que James encuentra placenteras, como un masaje facial entero, que es
honestamente brillante. Tristemente, no hay más de eso. Está la exfoliación, y la hidratación, y más
jalones de vello, ahora en sus cejas, lo cual logra hacer a sus ojos lagrimear—curiosamente, al ojo
contrario de la ceja que está siendo depilada. James también está incómodo porque Fabian le quitó
sus gafas y lo hizo colocarse lentes de contacto, para luego escuchar serenamente a James
despotricar por casi diez minutos seguidos del porqué debería usar sus gafas , solo para hacerlo
usar los lentes de contacto de todas formas. Termina necesitando ayuda, porque James no tiene idea
de cómo colocarlos, y recibe tres pinchazos en el ojo porque no deja de sobresaltarse, incapaz de
quedarse quieto.
Pero, honesta y verdaderamente, James pone el alto con su cabello. Fabian lo lava y le hace un
pequeño y agradable masaje a su cuero cabelludo que casi lo pone a dormir, pero cuando visualiza
las tijeras por el rabillo de su ojo, está completamente despierto. James nunca se había levantado
tan rápido de una silla en su vida.
"Estoy completamente consciente de lo que es mi cabello, pero estás en lo correcto al decir que es
mío , Fabian."
"Puedo solo—"
"No."
"Pero qué tal si—"
" No."
"Yo—" Fabian lo mira fijamente, desconsolado, luego lanza un suspiro y baja su mano. En efecto,
se ve realmente triste, lo que lo haría sentirse mal, si no fuera su cabello el que está en juego.
Fabian deja lentamente las tijeras fuera de su alcance y asiente. "Si, de acuerdo, está bien. Tenía
muchos planes para él, sabes. ¿Por lo menos puedo arreglarlo un poco?"
James presiona sus labios, pero siendo sincero, la esperanza en los ojos de Fabian es lo que lo
convence. Se relaja un poco. "Siempre y cuando no lo cortes, o lo alises, puedes hacer lo que
quieras."
"Yo… puedo trabajar con eso,'' dice Fabian decididamente, entrecerrando sus ojos mientras inclina
la cabeza hacia James y le indica que vuelva a la silla.
Realísticamente hablando, James sabe que luce bien. Puede ver que luce bien. Siempre ha sido
guapo, y no se avergüenza de reconocerlo, pero la cosa es que… Bueno, ahora eso ha aumentado,
eso es todo. No se ve muy diferente, pero al mismo tiempo, casi no se reconoce. El traje no se ve
muy chillón, o altanero, pero es más elegante y llamativo que cualquier cosa que haya usado antes.
Su cabello es ligeramente diferente, más… ¿lleno, de alguna manera, y sencillo? De acuerdo,
puede que James le pregunte a Fabian como lo hizo. Pero, sobre todo, es muy extraño verse sin sus
gafas. Se siente como si su rostro estuviera desnudo, por extraño que suene. Sus ojos se ven más
grandes.
"Es…ah…" aclara su garganta y mira a Fabian, quien está aguantando el aliento en espera de su
respuesta. Inerme, James le regala una sonrisa torcida. "Es encantador. Hiciste un trabajo
encantador."
El rostro de Fabian se ilumina completamente. "¡Gracias! Estoy feliz de que te gustara. Ven,
Gideon ya debió haber terminado."
James se toma un segundo para pensar por lo que el pobre de Gideon tuvo que pasar si tuvo que
trabajar con Regulus, tratando de hacer todo lo que Fabian hizo con el anteriormente, tiene que
ahogar su risa cuando sigue a Fabian fuera del cuarto. La burla muere en su garganta cuando ve a
Regulus.
La doble ojeada que le da Regulus cuando lo ve es evidente, parpadea bruscamente, pero James no
tiene la capacidad para entender lo que eso significa, porque está muy ocupado admirando a
Regulus. Es solo que—pues, Regulus siempre usa negro, usualmente, y el es… tan, sí, él es
indiscutiblemente hermoso. No se puede negar, y James ni siquiera se molesta en intentarlo. El lo
sabe, por supuesto que Regulus lo sabe, el jodido distrito entero lo sabe.
Pero esto es… Bueno, también asearon a Regulus. Hay un rubor consentido en sus mejillas, su
cabello está brillando (y fue cortado), y tiene puesto un traje que se acopla perfectamente al de
James, excepto que el suyo es de un verde tan oscuro practicamente negro con acentos plateados.
El corte de su cabello no es un cambio drástico, pero lo que sea que Gideon le hizo le dió una masa
de ondas y rizos que caen alrededor de su cara y orejas haciéndolo lucir imposiblemente más dulce
de lo usual. Irónicamente, en realidad, porque Regulus no ha sido exactamente dulce desde antes
de que Sirius fuera a los juegos.
"¿Dónde carajos están tus gafas?" se detona Regulus, sonando francamente aterrado , rozando lo
horrorizado.
James se siente inmediatamente respaldado con eso. Zarandea sus manos alrededor y grita,
"¡Gracias! Tengo que usar lentes de contacto, Reg. Realmente no quiero usarlos. ¿Me veo muy
raro?"
"Te ves—" Regulus guarda silencio, posteriormente aclara su garganta y entrecierra sus ojos hacia
Fabian. "Devuélvele sus gafas."
"Un par obstinado, ¿no?" señala Gideon con ironía, mirando a Fabian con las cejas elevadas. A
James le toma un segundo darse cuenta de que él y Fabian son gemelos, porque después de todo
sus caras son las mismas por unos pequeños, casi imperceptibles detalles a los ojos, sus peinados y
ropa son sumamente diferentes.
"Dejaste que te cortara el cabello," balbucea James, regresando su mirada a Regulus, quien frunce
el entrecejo.
"Ahora, ¿por qué no pensé en eso?" refunfuña Regulus con una mueca. "Gideon tuvo que atarme a
la silla."
" Aún te mordería," advierte Regulus, mirándolo fijamente, y Gideon mira exhausto a Fabian.
James se sobresalta cuando una alarma comienza a sonar, y Fabian da un aplauso en seguida.
"Correcto, sí, es tiempo de que suban a los carruajes. Ahora, son halados por thestrals, así que no
podrán verlos a menos de que hayan presenciado una muerte en persona—no solo por una pantalla,
por supuesto. Pero hemos escuchado que son unas criaturas muy gentiles, así que no se estresen por
ellos."
"Conocerán a Dorcas muy pronto. Es la cabeza del equipo y la creadora de los temas y diseños de
sus vestuarios," explica Gideon guiándolos.
"Todo lo que tienen que hacer es conducir el carruaje," aclara Fabian. "Quizás estén algo
abrumados por las multitudes, pero se terminará antes de que se den cuenta. Una vez que se acabe,
Sirius estará esperándolos al final. Continúen, vayan, manténganse erguidos, ahí lo tienen…"
James siente que apenas y puede seguirles el paso, otra vez. El y Regulus son guiados a un túnel
con un carruaje solitario que pareciera está sosteniéndose por sí solo. Ambos suben cautelosamente
en la parte de atrás y se quedan de pie, porque realmente no tienen otra opción. Apenas llegan a su
lugar antes de que el carruaje arranque, obligándolos a manotear para aferrarse a algo, tratando de
permanecer firmes.
La brecha de luz al final del túnel crece, y con ello, el sonido distante de gritos ahogados de deleite
se hacen más fuertes. El corazón de James se acelera por razones que no puede explicar, y está
tenso por todas partes, la anticipación—y no de la buena—asciende por su cuerpo hasta que es casi
incapaz de respirar.
La luz comienza a caer sobre ellos y son sacados al medio de una arena con personas gritando y
alentando, lanzando flores mientras los fuegos artificiales explotan y chisporrotean sobre sus
cabezas.
James se siente sobresensibilizado, inseguro de a donde mirar, sin nada para enfocarse. Sus ojos
vagan a su alrededor casi frenéticamente, y ni siquiera tiene el confort de sus propias gafas. Su
cabeza gira como si estuviera estancada en un palo, el mundo es una avalancha de colores y caras
saltando hacia él hasta que se siente un poco enfermo. Tiene que cerrar los ojos con fuerza, pronto
se rinde y mira hacia Regulus, la única cosa que tiene sentido en todo esto.
La cosa es que, es agradable mirar a Regulus. Como mencionó anteriormente, el siempre ha sido
hermoso, así que eso no es realmente nada nuevo. Los cambios ligeros en su apariencia no
cambiaron mucho, solo resaltan lo que era obvio. Sin embargo, eso no es lo único que James
obtiene de mirarlo. También es reconfortante. En todo esto, cuando se siente como si estuviera
perdido e intimidado, mirar a Regulus es lo que lo reconforta. Verdaderamente lo ayuda a respirar.
"¿Por qué estás mirándome?" le pregunta Regulus sin siquiera girar su cabeza hacia él. Su voz se
alza levemente, y aún así, es difícil escucharlo sobre la multitud.
"Yo solo—quiero decir, te ves diferente," detona James, porque no cree que Regulus aprecie el
hecho de que encuentre comodidad solo con verlo. Regulus lo odia. James lo sabe.
"No," dice Regulus, apartando la mirada otra vez. Su voz es más baja cuando vuelve a hablar, tanto
que James casi se pierde lo que viene después, cuando dice suavemente, "Extraño tus gafas."
James empieza su respuesta, pero se detiene cuando la cabeza de Regulus se levanta de golpe
concorde el carruaje se detiene. Sigue su mirada hacia lo alto de la torre que alberga personas
claramente importantes. Allá arriba no está nadie más que Riddle, Maestro del Hallow. Él es quien
está realmente detrás de los juegos, y si James debe culpar a alguien por el estado actual del
mundo, sería a él.
Es un hombre viejo, aunque la edad le favorece. Su cabello es gris con ligeros toques marrones
entrelazados, lo mismo que en su barba limpiamente estilizada. Es pálido, pero no de una manera
enfermiza. De hecho, es algo guapo—claramente distinguido. Está usando lo que solo pueden ser
túnicas caras, el tipo de túnicas que son hechas a la medida, con un reloj de bolsillo plateado
colgando claramente de su chaleco donde la túnica se mantiene abierta. Incluso desde donde está,
James puede notar que es el tipo de hombre que atrae miradas cuando entra a una habitación,
refinado, con porte e intimidante. Sus ojos marrones se deslizan entre ellos, afilados y críticos, no
hay ni una pizca de calidez en ellos.
Por un segundo, está mirando directamente a Regulus, está tan atento en estudiarlo que James
puede sentir un escalofrío recorrerle la columna. Entonces, tan fácil como eso, Riddle aparta la
mirada, como si estuviera aburrido, como si no les encontrara sentido, como si ya estuvieran
muertos. Más que los mismos Hallows, la gente del Hallow, James desprecia a su Maestro. Él es
con quien James tiene problemas.
El carruaje se sacude conforme vuelven a avanzar, y James aleja la mirada para volver a observar a
Regulus.
~•~
"Bien, hogar dulce hogar;" declara Pandora alegremente mientras empuja la puerta y los lidera al
interior.
Sirius recuerda su respuesta cuando entró por primera vez a los alojamientos que el Hallow les
proveía. La incredulidad pura y la duda impotente, consciente de sobra de lo ridículo que es todo.
Es tan cegadoramente obvio que ningún distrito debería vivir en la pobreza o estar hambrientos con
todas las frivolidades que existen dentro del Hallow. Después de pasar diez años expuesto a esto,
Sirius ya ha superado la amargura y se asentó firmemente en el cansancio. La realidad es una perra.
"Ahora, cada uno de nosotros tiene su propia habitación," continúa Pandora, girando para caminar
de espaldas para seguir dirigiéndose a ellos. Casi tropieza sobre sus pasos, pero Sirius toma su
mano para estabilizarla, vulnerablemente afectuoso con ella. Sirius no es afectuoso con muchos
Hallows, pero ha estado trabajando con ella por dos años, y es una buena persona, a pesar de ser
una Hallow. Es una píldora difícil de digerir, pero algunos de ellos lo son genuinamente. "La cena
estará lista dentro de una hora, así que tienen tiempo para explorar sus habitaciones, y sus armarios,
cambien esos trajes encantadores por algo más cómodo. Vamos, todos ustedes, fuera. Nos
volveremos a encontrar aquí en cuarenta y cinco minutos exactos, y no me obliguen a arrastrarlos
de las orejas. Lo haré."
James y Regulus comparten una mirada breve, y luego se separan, sin duda necesitando un
momento para ellos. Los dos se han mantenido callados desde que desfilaron frente a los Hallows.
Sirius lo entiende. También recuerda cómo fue.
Sirius también necesita aclimatarse. Nunca ha sido fácil para él, regresar al interior del Hallow,
como mentor en particular. Es solo una versión diferente de los juegos; lo cierto es que con menos
probabilidades de morir, pero eso no lo mejora.
Dentro de su propia habitación, Sirius se sienta en el borde de su cama y suelta un hondo suspiro
mientras cierra los ojos con fuerza. Se siente como si se despojara de una máscara que colocó
apenas entró a la ciudad, a la arena donde fue colocado a la fuerza e incluso desde su victoria.
Ahora, el ha estado corriendo alrededor para encontrarse con varios mentores y patrocinadores
reconocidos, tratando de conseguir la disposición de lo que se espera y de lo que James y Regulus
se encontrarán a merced, tanto en competencia como en apoyo.
Sirius se ha creado un nombre por sí mismo en el Hallow, él lo sabe. Es tan carismático como
quiere serlo, y cada año, lo intenta todo para ver al menos a uno de los tributos en casa, lo que
significa que se ha hecho agradable. A pesar de esto, sabe que a veces puede ser un bocazas,
demasiado rebelde, haciendo cosas que no debería, cosas que pueden meterlo en muchos
problemas. Moody, un colega mentor de un distrito distinto, le dijo que fuera más cuidadoso.
Aunque fuera un bastardo paranóico, Sirius tomó su consejo lo suficientemente en serio como para
caminar en una fina línea.
Se hace lo suficientemente querido para salirse con la suya con cosas con las que no debería, pero
tiene cuidado de no presionar demasiado, no cuando vidas que no le pertenecen están en juego. Se
presenta a sí mismo como el joven apuesto que todos quieren llegar a ser, o con el que quieren
estar, encantando a todos con sonrisas y palabras grandiosas, para luego volver a la reclusión de su
habitación y odiarse por ello. ¿Pero qué más puede hacer? Si no lo hace , entonces no está haciendo
todo lo que está en su poder para salvar al menos a uno de sus tributos, y la culpa lo mataría.
Este año, las cosas ya se ven poco prometedoras. Regulus no se da cuenta del impacto que implica
el cómo se presenta. Ya es perceptible, las personas se tornan agrias ante la mera mención de su
nombre, gracias a su comportamiento. No se ve para nada contento de estar aquí , había dicho un
patrocinador, y tomó todo dentro de Sirius para que no le sacara los ojos justo ahí. Por supuesto
que no está feliz de estar aquí, tu maldito idiota, Sirius quizo gritar, y aún así, milagrosamente, no
lo hizo. Conservó su sonrisa fija en su rostro y pintó a Regulus como el tipo silenciosamente fuerte,
cuando literalmente es todo menos eso. El es genuinamente sombrío, una pequeña mierda a la que
no le agrada casi nadie, cosa que Sirius siempre ha encontrado entrañable.
No ayudaba que la gente se encontrara vigorizada por hacer a Regulus y James enfrentarse el uno
contra el otro. Estaban escogiendo lados. Volviendolos enemigos en una guerra directa entre sí.
Las personas están prosperando alrededor de la idea, sedientos por la sangre del drama del mejor
amigo y hermano pequeño de Sirius estando en lados opuestos, y era claro para quien se inclinaba
la balanza.
James. Por supuesto que es James. Se alzó y saludó. Sonrió. Es físicamente más grande que
Regulus—que honestamente no significa nada, siendo franco. Después de todo, Sirius mató
personas tres veces su tamaño en la arena. El tamaño no jodidamente importa , y las personas están
subestimando a Regulus por eso, ellos no saben nada sobre sus habilidades.
Sirius, desde luego, ha hecho su mejor esfuerzo para disipar esta noción, porque lo ideal es
conseguir patrocinadores para ambos tributos, y si ellos son vistos como competencia, eso será casi
imposible. No está funcionando. No importa qué diga, las personas se enfocan en quien creen que
matará al otro, o en quien quieren que gane, a quién está apoyando en realidad, como si nunca se
les cruzara por la cabeza que esto no era divertido para el, que él está asqueado por el mero
pensamiento, como si fuera como ellos.
Suspirando, se obliga a levantarse y arrastra sus pies hasta el armario, apenas mirando lo que se le
ha proporcionado. Usualmente siempre es lo mismo, y sabe exactamente dónde buscar una
camiseta suave y joggers holgados, algo en lo que relajarse mientras come la cena. Pero primero,
necesita una ducha para fregar lejos lo inmundo que el día lo ha hecho sentirse, así que eso es
exactamente lo que hace.
Para cuando sale, es casi la hora de la cena, y Pandora realmente vendrá a arrastrarlo por la oreja si
llega tarde (lo ha hecho antes), por lo que medio seca su cabello, dejándolo húmedo en su mayoría
y secándose sobre su hombro, mojando el collar, y luego sale. No está sorprendido de notar que
James y Regulus también se ducharon, pese al trabajo en ellos de parte de Fabian y Gideon. Sabe
bien lo que es desfilar frente a los Hallows como pedazos de carne, y eso también era
nauseabundo.
La mesa ya está puesta, hay una propagación de comida lujosa frente a ellos. Regulus y James se le
quedan viendo como si no estuvieran seguros de poder tocarla, o quererla, pero Pandora comienza
a llenar su plato inmediatamente mientras canturrea por lo bajo. Sirius les da un pequeño
asentimiento, llenado su propio plato, y eso los incita a hacer lo mismo.
Unos segundos después, alguien se precipita con un carrito de vinos para elegir. Sirius levanta la
mirada cuando se detiene a su lado, y oh no, él no hace esto. El no lo tolera, y Pandora ya está
acostumbrada a esta oposición.
"Disculpa, lo siento, solo—" Sirius se levanta de su asiento y alcanza al hombre del carrito,
llevando su mano a la parte trasera de su cabeza para encontrar el broche de la máscara en su cara.
La cabeza del hombre se alza alarmada, sus ojos marrones claros se agrandan, y los dedos de Sirius
manosean el broche sin cuidado cuando sus ojos se encuentran.
Durante un latido, Sirius se congela en su lugar, aún cuando este generalmente es un asunto rápido
para él, remover estas máscaras. En este momento, se vuelve muy consciente de que tiene la vida
de este hombre en sus manos. El hombre debió haber sentido lo mismo, porque está igualmente
congelado, tan rígido que parece de piedra.
La máscara está ajustada a su cara hasta la punta de su nariz, hecha de un metal negro e implacable,
con tres rendijas sobre su boca, apenas mostrando un vistazo de sus labios. La forma en la que la
máscara está ceñida a su mandíbula tiene el propósito de asegurarse de que quienquiera que la
tenga no sea capaz de abrir la boca para hablar. Sus ojos son visibles, como también lo son un
ligero puñado de pecas justo debajo de ellos, pero eso es todo. Un criminal del Hallow—este es su
destino, ser amordazados o experimentados, o ambos, todo en el nombre de los juegos,
encontrando nuevas cosas que incluir cada año, para después sentenciarlos a una vida de
servidumbre en el Hallow.
Sirius—cuando se enteró de ello—lo odió. Nunca había estado tan asqueado por el Hallow como lo
estuvo cuando aprendió que todos aquellos que pertenecían a los distritos y se atrevían a desafiar al
Hallow de cualquier forma, o solo habían tratado de escapar, eran capturados y obligados a pasar
por esto. Conoció por primera vez a un sirviente enmascarado cuando tenía dieciséis, le había
rogado que se la quitara, para que Effie terminara informandole que si la atrapaban quitándosela, o
si alguien se enteraba de que lo hizo, la matarían. Así que, él se ofreció a removerla por ellos.
La cosa es que, sigue siendo un riesgo. Tienen que volver a ponérsela cuando se van para regresar a
sus celdas por la noche, pero Sirius siempre ha dejado en claro que pueden andar sin ella siempre
que estén aquí. Pandora estuvo sorprendentemente tranquila cuando se lo informó, y ella le
prometió no soltar una palabra sobre ello, incluso después de que él amenazó con matarla si lo
hacía, prometiendo que sería su palabra contra la de ella, y él se había hecho lo suficientemente
importante para creyeran en él de antemano. Ella ni siquiera parpadeó y simplemente aceptó.
Por la forma en la que esto funciona, Sirius tiene que quitarles la máscara, porque ellos no lo harán
por sí solos. Si era muy afortunado, algunos de ellos se sentirían lo suficientemente cómodos para
acudir a él a primera hora para que se las quitara, pero eso era lo más cercano a que ellos se
despojaran de ella por sí solos. Él lo entiende. Ellos literalmente pueden morir si lo hacen, y esta es
solo una escapatoria que nadie se ha atrevido a probar abiertamente. Ninguno de ellos, él incluído,
ha sentido la necesidad de tomar el riesgo de ver qué es lo que pasaría si alguien se enterara de que
sus máscaras han sido removidas, pero ellos no se las habían quitado.
Usualmente, Sirius quita la máscara antes de que puedan hacer cualquier cosa. Aprendió por las
malas que algunos de ellos entran en pánico y se arrojan lo más lejos posible, incluso es posible que
se lastimen a sí mismos, y el no quiere que eso pase, nunca. El solo remueve rápidamente la
máscara y les explica que no tienen que usarla, no aquí, están a salvo aquí, con él.
"Está bien," murmura Sirius. "Estás bien."
Eso no debería funcionar. El hombre debería alejarse y volver a su trabajo, pero no lo hace. El solo
—se queda justo donde está, mirando a Sirius con esos grandes ojos suyos.
"Iba a removerla," explica Sirius, y esa mirada en su cara se agudiza, estudiandolo atentamente.
"No tienes que usar eso aquí. Yo no—no lo requerimos. Cuando estás aquí, estás a salvo. Nadie lo
sabrá, lo prometo. No estoy tratando de hacer que te maten; solo te estoy dejando respirar."
Lentamente, el hombre se aleja, y por primera vez desde que Sirius era un tributo, falla en quitarle
la máscara al sirviente que se le asignó a su suite. Su mano cae lentamente contra su costado, y se
siente decepcionado, hay un nudo formándose en su garganta porque ésto es—está mal . No es
justo. Nadie se merece esto, y es genuinamente enfermizo que estén condicionados a temer por sus
vidas, que sientan que tienen que vivir de esta forma.
La botella de vino que el hombre estaba sosteniendo vuelve a ser colocada en el carrito, y sus ojos
siguen en los de Sirius cuando alza su mano detrás de su cabeza y remueve la máscara por sí
mismo.
"Oh," Sirius suspira, mirándolo, y no sabe qué decir a continuación. Su mente está completamente
en blanco.
Pandora, afortunadamente, ahora conoce suficiente su rutina lo suficiente para tomar su lugar y
preguntar, "¿Cuál es tu nombre?"
"¿Estás—tienes hambre?" pregunta Sirius, aún mirándolo fijamente. Hace un ademán hacia la
mesa, nunca apartando sus ojos de Remus. "Podrías dejar el vino en la mesa y nosotros nos
serviremos. Únetenos. Tenemos bastante."
A lo largo de sus años haciéndoles la oferta, ni un sirviente se ha atrevido, no importa lo cómodos
que se sientan con él y sus tributos. Preguntó en cada comida, y ellos nunca aceptaron.
Remus voltea a ver la mesa, y luego vuelve a mirar a Sirius. Sus labios se curvan hacia arriba
mientras dice, "Podría comer."
Casualmente, Remus deja la máscara sobre la mesa, saca una silla, y se sienta. Sirius solo se queda
ahí parado, mirándolo, extrañamente aturdido, y Regulus tiene que patearlo con fuerza por debajo
de la mesa para hacerlo moverse de nuevo.
NOTA AUTOR
vi a algunos de ustedes preguntando por remus. aquí está. no era lo que nadie
esperaba, puedo apostarlo, pero confíen en el proceso. hay una razón para todo esto, lo
prometo. veremos más de el.
por otro lado, pandora, fabian, gideon!!! y la mención de dorcas! oh y tom riddle,
también está ahí. si están abucheandolo, están en todo lo correcto al hacerlo.
no voy a hacer un repaso muy profundo de cada capítulo en mis notas (probablemente,
pero no me obliguen a eso), porque quiero ver sus pensamientos y teorías! ya he visto
unas muy buenas, y amo leer sus comentarios!
________________
NOTA TRADUCTORA
eso es todo por la segunda actualización de esta semana! espero que lo hayan
disfrutado, y para cualquier comentario o duda, estoy aquí para leerlos, con
confianza:)
espero tengan una bonita mañana/tarde/noche, les veo muy pronto <3
Primer Día de Entrenamiento.
Chapter Notes
NOTA TRADUCTORA
hola holaaa:) perdón por la espera, yo sé que ya pasó un tiempo, pero por fin pude
tomarme un tiempo para editar, y ya estab ansiosa de publicar algo más
NOTA AUTOR
¡hola a todos!
y estoy bastante seguro de que eso es todo. las advertencias lo hacen ver realmente
malo, pero este es un capítulo bastante lindo. disfruten mientras puedan. tenemos algo
de tensión, así como adorables y torpes torpezas, ¡y una sorpresa!
"Ahora, recuerden," dice Sirius mientras los guía hacia el centro de entrenamiento, "los siguientes
tres días son muy importantes. No solo les mostrarán a los demás de lo que son capaces, sino que
verán también de lo que ellos son capaces. Si no escucharán nada más de lo que diga, escuchen
esto." Gira y se detiene, rotando para enfrentarlos con una mirada particularmente intensa.
"Regulus, aléjate de las dagas."
" ¿Qué? " escupe Regulus, su boca se abre. Se siente absoluta e inmediatamente traicionado. "Pero
eso es—"
"Escúchame, tu, completo imbécil," lo interrumpe Sirius bruscamente. "No lo entiendes, habrá ojos
en tí, y espero que los tuyos estén en los demás también. El problema es que eres mi hermano
pequeño, y vienes de una familia de Vencedores. Eso te convierte en un blanco, y no puedes
dejarles saber que lo eres, ¿puedes comprenderlo? Ellos te querrán fuera del camino lo más pronto
posible si piensan que serás un problema."
"Espera, ¿eres bueno con las dagas?" murmura James, mirándolo con las cejas alzadas.
Regulus aprieta sus labios y mira deliberadamente hacia otro lado, lo que le saca un bufido a Sirius.
Así que, sí, Regulus es bueno con las dagas. Sirius se aseguró de que lo fuera, e incluso después de
que dejara de obligarlo a practicar con ellas, Regulus continuó haciéndolo por sí mismo.
Sirius solía hacerle a Regulus dagas hechas de piedra. Trabajaría durante meses para astillarlas y
darles forma, para después ponerles una empuñadura. A veces, encontraba vidrio roto o trozos de
metal descartado, y buscaba la manera de volverlos dagas también. Sirius dejó de crearlas cuando
volvió de la arena, así que Regulus tuvo que aprender a hacerlo. Y lo hizo, pero nunca fueron tan
buenas como las de Sirius.
Pero si, Regulus era bueno con ellas. Bastante bueno, de hecho, más que con cualquier otra cosa.
Que Sirius le estuviera pidiendo hacerse parecer débil era—molesto. Va en contra de todos sus
instintos, pero lo hará. Lo hará, porque Sirius se lo está pidiendo.
"Y tú, James," dice Sirius, enfocándose en él,"tampoco tienes permitido alardear."
"¿Y tú en qué eres bueno?" cuestiona Regulus, arqueando una ceja en su dirección.
"Pues, soy muy bueno con mis manos," empieza James, una sonrisa se contrae en las comisuras de
sus labios. " Bastante bueno, de hecho."
Sirius vuelve a bufar. "James es fuerte, tiene precisamente cero habilidades con cualquier tipo de
arma, lo cual es un gran descuido de mi parte y de parte de Effie, ahora que me doy cuenta. Así
que, James, harás un entrenamiento ligero con cualquier arma con la que te cruces. Preferiblemente
de largo alcance, o cualquier cosa intercambiable, pero te sorprenderá cuanto cuerpo a cuerpo
habrá en la arena. La fuerza bruta puede llevarte muy lejos, pero no significa que no puedan
matarte. Entonces, intenten cosas, identifiquen lo que les funciona, pero no se conviertan en un
espectáculo. Si resulta que eres un Dios con la espada, asegúrate de que se te caiga varias veces
para verte como un maldito idiota, ¿lo entendieron?"
La cabeza de James se inclina hacia delante, con sus hombros temblando de la risa. Sirius se ve
exasperado, y Regulus resiste el impulso de soltar un suspiro. Insultar a James nunca ha
funcionado. El siempre piensa que es tan jodidamente divertido.
"Espera, ¿entonces James puede saber cual es mi peso?" protesta Regulus. "El también es la
competencia."
Sirius mira a James, quien le sostiene la mirada por un segundo antes de inclinarse para mirar sus
manos. El rostro de Sirius se contrae, sus labios se presionan en una línea delgada, y luego vuelve a
mirar a Regulus. "Él es el menos problemático de todos ellos, confía en mí. Esto es—se que no te
agrada la idea, pero necesitarás aliados en la arena, Reggie."
"¿Me estás pidiendo que confíe en personas que tratarán de matarme en algún momento?"
"Te estoy pidiendo que confíes en James. ¿Todos los demás? No. Solo busquen a aquellos que sean
menos propensos a cazarlos e intenten ser agradables, ¿sí? No quieren conseguir enemigos; quieren
aliados reacios, que mirarán a otro lado si llegan a encontrarse, en lugar de perseguirlos."
Por un momento, Sirius lo mira más afectuosamente de lo que lo ha hecho en años, y después su
expresión se desvanece en preocupación.
"Entonces, ¿puedo saber cual es tu peso?" habla James, hay una pequeña mueca en la esquina de su
boca que hace que Regulus quiera golpearlo.
"Perdón," murmura James, levantando su mano para frotar su nuca mientras tose. "Son—los
nervios, ya sabes."
La expresión de Sirius se suaviza, y mira a Regulus, perdiéndose como James levanta la cabeza y
contonea sus cejas hacia Regulus junto con un guiño. Regulus no quiere reírse. Se niega a reírse. El
lucha intensamente para no hacerlo, y casi lo logra, pero pierde la batalla contra la sonrisa que se
abre paso en sus labios. Al notarla, James aparta la mirada con una mueca sonriente.
Sirius continua, completamente indiferente. "Hoy, no quiero que ninguno de ustedes se esfuerce
demasiado en nada. Regulus, enfócate en todas las cosas ambientales. Eres bueno para recordar
cosas, así que aprende sobre las plantas que pueden matarte, y las que no. Entérate de qué tienes
que hacer cuando estás muy frío, o muy caliente. Aprende cómo atar un nudo, y empezar una
fogata, y buscar agua. Aprende tanto como si tu vida dependiera de ello, porque lo hace."
"¿Hay alguna forma de saber las condiciones en las que estaremos en la arena antes de que
estemos ahí?"
"No. Los creadores del juego construirán la arena de acuerdo a los tributos, a las habilidades con
las que cuentan como con las que no. Quieren un buen espectáculo, no algo excesivamente difícil
que los hará morir demasiado rápido, pero un desafío al fin y al cabo. Ahora, cuando llegue la
evaluación al final de estos tres días de entrenamiento, será entonces cuando mostrarás tus
habilidades con las dagas, así ellos sabrán que tienen que ponerlas ahí para tí. Aún así, necesitas
estar preparado para lo que sea."
"Prueba algunas armas, pero también aprende lo mismo que Regulus," le dice Sirius. "Ambos
necesitan ser observadores. Miren a los demás. Presten atención a las alianzas que se formen, y
encuentren a los mortífagos."
"Mortífagos," repite Sirius. "Cada año, los tributos más fuertes, y hábiles gravitan entre ellos y
forman algo parecido a una alianza. Son conocidos como mortífagos porque—bueno, el nombre lo
explica. Usualmente son los que cazan a los demás, y lo he presenciado lo suficiente para saber que
irán detrás de los demás y luego lucharán entre ellos. Ustedes no quieren ser su objetivo, porque
son despiadados, y no se detendrán hasta encontrarlos y matarlos."
"Manténganse fuera de su radar," responde Sirius con simpleza, "pero tomen nota de lo que son
capaces. Eso va para todos, en realidad. Conocer sus fortalezas y debilidades es lo ideal, pero
esfuércense en no revelar las suyas. No provoquen a los mortífagos, evítenlos a toda costa, y—y
sean inteligentes. Véanse estúpidos, pero sean inteligentes. ¿Está bien? Digan está bien."
"Está bien," dice James inmediatamente, y luego se une a Sirius para mirar expectante a Regulus.
Es extraño entrar a un cuarto y ser brutalmente consciente de que estas personas tratarán de matarlo
, o de que él matará a varios de ellos. Puede sentir la conmoción recorrer su cuerpo cuando ve
cabezas girando hacia él y James.
Hay veinticuatro tributos en total, incluyendo a James y a él. Esos eran veintidós contra dos—o,
más precisamente, veintitrés contra uno. Regulus los digiere lentamente con James a su costado,
incómodamente al tanto de que están siendo analizados. Regulus no sabe el nombre de ninguno.
Por lo menos seis de ellos son preadolescentes, entre los trece y dieciséis años.
Verlos hace que se le forme un nudo de incomodidad en el estómago, pensar que alguno de ellos—
cualquiera en absoluto— puede terminar muerto a sus manos. El no… Al contrario de otros, él no
va a la arena con el anhelo de matar. Algunos tributos lo hacen; esperan por ello. Regulus no, y no
tiene planes de matar a alguien a menos de que no tenga otra alternativa.
Cuando Sirius estaba en la arena, nunca mató a nadie que no estuviera tratando de matarlo. Una
vez incluso ayudó a una chica a escapar de una trampa. Regulus recuerda haberlo visto llorar
cuando su nombre y foto fueron proyectados en el cielo, indicando que había muerto. No, Sirius
nunca mató solo por matar; mató cuando la única otra opción era ser matado. Supondrías que eso
significaba que no había matado a muchos, y aún así, mató a doce personas.
Doce personas. La mitad de su competencia. Le hace cuestionarse cómo utilizó sus tres días de
entrenamiento, y cómo es que sabe que venir de una familia de Vencedores hace las cosas más
difíciles para ellos. Rememorando, Regulus reconoce que Sirius era un blanco. Regulus cree que
ahora sabe el porqué.
Con un intercambio breve de miradas entre James y él, se separan y van en diferentes direcciones.
Por primera vez, Regulus realmente entiende a lo que se refería Sirius cuando dijo que los juegos
ya habían comenzado. Lo entiende demasiado bien.
No le toma mucho tiempo localizar a los mortífagos. No se avergüenzan de serlo, agrupandose y
usando armas como juguetes. Son todo risas estruendosas y miradas sucias hacia los demás. Hay
dos hombres mayores y una mujer, claramente rondando la edad de Regulus, y un chico más joven
por mucho, viéndose entre los catorce o quince años. Regulus hace su mejor esfuerzo para no
mirarlos, incluso cuando puede sentirlos mirando en su dirección.
En medio de lo que está haciendo, escanea el cuarto, almacenando mentalmente cualquier cosa de
importancia. Hay otras dos personas que están haciendo esencialmente lo mismo que él,
aprendiendo todo lo que pueden sobre supervivencia, así que en realidad no puede obtener nada de
ellos. Hay una adolescente que demuele por completo a un muñeco de entrenamiento golpeándolo
repetidamente con un garrote; no hay delicadeza alguna en el acto, así que Regulus asume que solo
es una chica enojada.
En un punto, Regulus ve a James hablando con alguien mientras lanza un hacha de una mano a
otra. El chico tiene ojos amables y mejillas redondas, y está riendo de algo que James le está
diciendo. Regulus aparta la mirada.
Después de un momento, Regulus lo tiene. Memorizó caras, más que nada, y tiene una lista mental
de quién puede hacer qué, basada solo en lo que ha podido ver.
"Te ves concentrado," susurra James mientras se pone de cuclillas a su lado y observa cómo
Regulus gira una rama hacia delante y hacia atrás.
"Suenas frustrado."
Los dientes de Regulus rechinan. "¿Qué es lo que quieres? ¿Estás aquí para aprender a encender
una fogata, o solo para molestarme?"
"¿No puedo hacer ambas?" pregunta James ligeramente, moviéndose para acoplarse a su costado
con las herramientas proporcionadas por la estación, las cuales no son muchas. Solo son cosas que
encontrarás en la naturaleza. Hay un video instruccional y un libro con pasos concisos, así como
con imágenes, a las que les presta la suficiente atención como para callarse por un rato. Sin
embargo, vuelve a abrir la boca eventualmente, "entonces, adivina quiénes son los mortífagos."
"Los ví."
"Seguramente Sirius lo sabe," murmura Regulus, sus labios se inclinan hacia abajo. A él tampoco
le agrada.
"¿En serio?"
"Sí. Trataron de reclutarme, tienen la impresión de que te quiero muerto. Ellos te quieren muerto,
porque están asumiendo que eres un objetivo, así que Sirius estaba en lo correcto."
"¿Y qué?"
"Oh, les dije que se fueran a la mierda. Bueno, no al niño; es muy callado, hasta donde sé," medita
James.
Las manos de Regulus se detienen cuando su cabeza se alza de golpe. "¿Que tu qué? James, Sirius
dijo—oh, Sirius va a matarte. Se suponía que no los provocaríamos, tu idiota."
"Bueno, fui educado. En general," refunfuña James. "¿Qué se suponía que hiciera, Regulus?
¿Unirmeles? No soy—no haré eso. Ni siquiera pretenderé hacerlo."
"¿No deberías estar aliviado por eso? Más posibilidades de sobrevivir para tí, ¿no?"
Lanzando un suspiro, James levanta su cabeza para observarlo, sus manos se detienen sin soltar la
rama. "Mantenerse fuera del radar es algo difícil de hacer cuando estuvimos ahí desde el principio,
¿sí? Ellos querían saber dónde estaba parado, y no iban a dejarme evitarlo, así que yo solo…
Bueno, lo dejé en claro. No existe un mundo en el que me rebajaría lo suficiente para alinearme
con personas como ellos. Ya están hablando de todas las matanzas que harán, Regulus, y yo—yo
no—no puedo—"
"De acuerdo," lo interrumpe Regulus. "De acuerdo, James." Es la máxima pérdida de compostura
que Regulus ha precenciado en James desde que todo esto empezó, y no es algo que Regulus sea
capaz de resistir. Baja la mirada y empieza de nuevo. "¿Al menos encontraste un arma con la que te
sientas lo suficientemente cómodo?"
"Bueno, sabes, solía cortar madera para la chimenea de nuestra casa, lo hacía para que mis padres
no tuvieran que hacerlo," explica James, volviendo a sonar estable. "Resulta que hacerlo
constantemente a lo largo de los años te acostumbra a las hachas. Nunca había pensado en ellas
como armas, pero…No me siento perdido cuando las uso, así que tengo eso."
"No son muy limpias," murmura Regulus. "Digo, matar a alguien con una será brutal, James."
"Matar a alguien con cualquier cosa es brutal, Regulus. También pueden ser de largo alcance, si las
lanzas."
"Hay un arte al lanzar armas. No puedes solo arrojarlas a tu antojo. Bueno, puedes hacerlo, pero sin
práctica, las posibilidades de que aciertes son muy bajas."
"Eso es cierto, te lo concedo," admite James. "Hablé con algunas personas. ¿Y tú?"
"Lo es," coincide Regulus. "¿Alguien te agradó lo suficiente como para confiar en él?"
Regulus casi vuelve a titubear, pero no está de humor para volver a empezar. Esa sola palabra y el
tono en el que James la dijo lo hacen frotar la rama más rápido, y maravillosamente, comienza a
salir humo. Aleja la rama y se inclina, soplando la chispa con cuidado para que encienda, se aleja
cuando el fuego empieza a tomar forma.
"Mierda, ¿cómo hiciste eso?" James estalla, y Regulus voltea para encontrarlo mirando su fogata
boquiabierto.
"Bueno, para empezar, lo estás sosteniendo completamente mal," farfulla Regulus, alcanzando las
manos de James hasta cubrirlas y luego colocarlas correctamente. "Tienes que girarlo en un
movimiento descendente, así crearás la fricción que producirá la chispa. Intentalo." James no lo
intenta, sus manos se mantienen en su lugar. "¿James? Solo gíralo hacia abajo y—"
Regulus mira hacia arriba y deja de hablar, porque James ni siquiera le está prestando atención.
Solo está mirándolo, escaneando su cara donde ambos se inclinan juntos, muy cerca. Los dedos de
Regulus se ciñen contra las manos de James, y quiere apartarlas, pero encuentra imposible moverse
cuando James lo está mirando tan atentamente.
"Retandote," lo corrige James, sosteniéndole la mirada, mirándolo como si supiera algo que
Regulus no, y eso es lo que lo hace tan peligroso, porque Regulus teme que esté en lo correcto.
Regulus aparta sus manos como si lo hubiera quemado, y se pone de pie para alejarse, llamando
demasiado la atención. Pero la mirada de James es lo único que siente cuando se va.
~•~
Sirius ve a Marlene alzar la mano para pedir otro trago, desparramada sobre la barra del bar. Se ve
tosca, pero mucho mejor que el año pasado, y el anterior a ese.
Hace cuatro años, ella ganó sus juegos, y ha sido mentora desde entonces, así que es su tercer año.
Sirius la ha tomado bajo su ala, dándole tanta ayuda como puede. El recuerda sus juegos; la
recuerda matando a uno de sus tributos; recuerda haber pensado que ella debió haber sido la
primera en morir, para luego sorprenderse cuando fue la última de pie.
Este año, los dos tributos de Marlene son menores de dieciséis. Uno tiene catorce, y la otra quince,
siendo más jóvenes que Sirius y Marlene cuando entraron a sus propios juegos.
"Van a morir," murmura Marlene, mirando directamente al vaso que fue empujado en su dirección.
"Son tan—Sirius, son tan jóvenes, y están aterrados, y yo no—"
Hay un entendimiento singular entre los mentores. O entre la mayoría. Existen excepciones, que
son usualmente los mentores de los mortífagos; generalmente florecen en los juegos tanto como
sus tributos, y los Hallows. Entre ellos están Lucius Malfoy, Antonin Dolohov, y Corban Yaxley.
A pesar del hecho de que sus tributos estarán compitiendo entre ellos, muchos mentores pasan el
tiempo juntos haciéndose amigos. Todos están en el mismo bote, en realidad, y no hay nada como
un vínculo entre aquellos que se entienden, especialmente cuando nadie más puede hacerlo. Saben
que sus tributos estarán matándose entre ellos muy pronto, pero no es algo de lo que pueden
escapar, o evitar, así que tienen que coexistir con esa realidad. Gran parte de ellos lo hace. Entre
ellos se encuentra el mismo Sirius, Marlene McKinnon, Frank Longbottom, y Emmeline Vance.
Al inicio, apegarse a los tributos es una zona común. Crecer para cuidar de ellos, conocerlos, y
tratar malditamente tanto para salvarlos—y la mayoría del tiempo, no lo logras. Como mucho,
puedes salvar a uno de ellos, y la posibilidad de lograrlo es literalmente del ocho por ciento. Sirius
hizo los cálculos. Él lo sabe.
Así que ver a tus tributos morir nunca es fácil, especialmente cuando terminas encariñandote.
Tienes tanta esperanza en ese ocho porciento, pero la realidad es que posiblemente no lo consigas.
Sirius nunca lo ha conseguido. Tampoco Marlene, en los dos años de su mentoría. Hay doce
mentores, y solo uno de ellos puede llevar a casa a un Vencedor; las posibilidades de que seas tú
también son del ocho porciento. Eso es lo que no te dirán. La suerte nunca está de tu lado.
Sirius ha aprendido a no apegarse a la mala, a hacer todo lo que pueda por sus tributos, pero
enfrentar la cruda verdad de que probablemente morirán. No hace que duela menos cuando ocurre,
pero es la única forma de hacerle frente. A Marlene aún se le dificulta sobrellevarlo. Sirius sabe lo
difícil que es.
"Y la peor parte es que todos lo saben,"dice Marlene, finalmente, incapaz de soltarlo. "Todos ellos
saben que no lo lograrán, así que tengo patrocinadores rechazándome, y no ayuda que mi equipo de
diseño sea una completa mierda. No tengo nada—absolutamente nada —con lo que trabajar,
Sirius."
Hace una mueca y empuja su vaso desde la base para animarla a beber. Probablemente no sea el
mejor mecanismo de defensa, especialmente por lo sencillo que puede convertirse en una muletilla,
pero a veces—bueno, a veces, no hay otra forma de enfrentarlo más que entorpecer los sentidos.
Sirius estaba en muy malos términos con ello cuando regresó de los juegos, antes de que James lo
drenara repetidamente, antes de que aprendiera a moderarse. No es como si James le diera muchas
opciones.
Nunca fue grosero al respecto. Esa era la peor parte. Nunca se quejó, o enfadó, o le rogó para que
mejorara y se esforzara más. Sólo cuidó de él sin preguntar, cada vez. Nunca culpó a Sirius cuando
volvía a la adicción una y otra vez; solo lo levantó, lo aseó, y lo ayudó. Fue James quien evitó que
se ahogara con su propio vómito; fue James quien se escabulló en su habitación y tiró cada bebida
y droga que conservaba; fue James quien lo bañó cuando no podía darse un baño por sí solo, lo
vistió cuando temblaba demasiado como para poder hacerlo, y creyó en él cada vez que mejoró,
incluso cuando Sirius volvía a empeorar, tantas veces antes. Fue James quien evitó que se suicidara
como su tío Alphard.
Entonces, mediante la determinación firme y calmada de James para cuidar de él, Sirius se
recolectó a sí mismo y mejoró, porque ama a James lo suficiente como para no colocarle todo eso
encima. Él sabía—ambos sabían— que James cuidaría de él por el resto de sus vidas y seguiría
sonriendo cada día, y Sirius no podía hacerle eso. Se negó.
"Marlene, estás haciendo todo lo que puedes," le dice Sirius tranquilamente, con sus labios
torciendose hacia abajo.
"¿Lo hago?" croa Marlene, cerrando sus ojos con fuerza mientras presiona el vaso contra su frente.
Sirius suspira. "Lo haces. Escuchame, lo haces . Te conozco, y la fachada que le muestras a los
patrocinadores; esa no eres tú. ¿Para quién más haces eso, si no es por ellos?"
"No es suficiente."
"Tiene que serlo." Sirius estira su mano y le quita el vaso de la suya, esperando que lo mire. "
Tiene que serlo, porque es todo lo que puedes hacer. Es todo lo que puedes hacer, Marlene."
Marlene se estremece y exhala hondo, apartando la mirada. "Si pudiera ir y morir en su lugar, lo
haría."
"Lo sé," dice Sirius suavemente, porque lo hace. Ahora lo sabe más íntimamente, tomando en
consideración quienes son sus tributos este año. Cada célula en su cuerpo anhela tomar sus lugares
y morir para que ellos no tengan que hacerlo.
"¿Qué hay de ti?" farfulla Marlene, mirándolo de nuevo. "Lo tienes duro este año. Tu hermano, tu
mejor amigo, y un nuevo equipo de diseño. ¿Entonces, cómo te va?"
Sirius duda. Marlene es una amiga, y confía en ella más que en cualquier otro mentor, pero aún así,
no es ingenioso revelar mucha información. No tomará el riesgo, no con Regulus y James en la
línea. Así que opta por la opción segura, la que Marlene le concedió. "Hasta ahora el equipo nuevo
parece bastante bueno. Mucho mejor que en años anteriores. Los lidera Dorcas. No he hablado
mucho con ella, pero ya consiguió las medidas de James y Regulus por Gideon y Fabian, y está
trabajando en algo, eso es prometedor. La conocerán mañana."
"Dorcas… Dorcas… ¿Dorcas Meadowes?" pregunta Marlene, sus cejas se disparan hacia arriba.
"No personalmente, pero… Bueno, se creó un nombre por sí sola como estilista. Ha hecho
declaraciones con su trabajo, suficientes como para que las personas más pretenciosas la hayan
maldecido."
"Para ser una Hallow, ella es…" Marlene carraspea. "Bueno, ya sabes, la mayoría de ellos se ven
ridículos. Ella… no lo hace."
"¿En serio, McKinnon?" pregunta Sirius, arqueando una ceja en su dirección, ella frunce los labios
y aparta la mirada.
Sirius sería la última persona en juzgarla por tener algo con una Hallow, a pesar de que él nunca lo
haya hecho, aunque en realidad nadie lo sepa. Los rumores vuelan en el Hallow, y aquellos que lo
rodean tienen mucho que ver con todas las aparentes relaciones sexuales que tiene con todo el
mundo. Ha sido de esa forma desde que ganó sus juegos, incluso a los dieciséis, porque él coquetea
y encanta y se mofa, y nunca niega o afirma directamente ninguna insinuación que crean las
personas. Eso es lo que les gusta—el misterio, y la pequeña esperanza que guardan en el fondo de
su mente de que, algún día, ellos tendrán su turno si hacen o dicen la cosa correcta. Ha tenido
muchos patrocinadores y sobornos, pero es un experto para esquivarlos y aún así mantener su
reputación.
Todos piensan que ha tenido muchos amantes, especialmente aquellos que son Hallows, pero la
última cosa que hizo fue besar a Mary cuando tenía dieciséis, apenas unos días antes de que la
cosecha terminara con el ofreciéndose como voluntario por su hermano. Ellos ni siquiera estaban
saliendo. Ni siquiera fueron más lejos que eso, y es todo lo que ha hecho alguna vez. Volverse un
símbolo sexual para los Hallows le dejó un gusto agridulce en la boca, porque sabe que ellos solo
lo quieren para decir que lo tuvieron, no por él.
"Ah, mira la hora," balbucea Marlene, poniéndose de pie de golpe. Ella lleva su mirada al reloj en
la pared. "El entrenamiento debería haber acabado ya. Necesito ir a ver a mis tributos, y tú deberías
hacer lo mismo."
"Mhm," tararea Sirius, labios ciñéndose, pero se levanta obedientemente de todos modos, porque
no está equivocada.
Cuando Sirius vuelve a la suite, James y Regulus ya se encuentran ahí, y están siendo reprendidos
por Pandora. Sirius en realidad no sabe por qué, pero se ven malhumorados, y ambos se levantan y
se ven aliviados cuando entra.
"Lo que sea que hicieron, no lo hicieron," anuncia Sirius, colocando una mano tranquilizadora en el
hombro de Pandora, y ella le lanza una mirada cruzada antes de desplomarse en una silla con un
bufido. Sirius toma asiento frente a Regulus y James, manos en las rodillas mientras se inclina
hacia el frente. "Entonces, ¿qué aprendimos?"
"James es jodidamente estúpido ," estalla Regulus inmediatamente, y James arroja sus manos hacia
arriba. "Le dijo a los mortífagos que se fueran a la mierda, Sirius."
"Tu—" Sirius dispara su mirada a James, quien se encoge un poco y baja los ojos. Sirius alza la
mano y aprieta el puente de su nariz, sus ojos se cierran con fuerza, hay un dolor de cabeza
tomando forma mientras susurra. "Por supuesto que lo hiciste. La única cosa que te ordené no
hacer, claro que lo hiciste."
"Lo lamento, " James gimotea angustiado. "¡Querían reclutarme, Sirius! ¿Qué se supone que
hiciera? Yo—lo dije… ¿amablemente?"
Sirius deja caer sus manos y suspira. "¿Les dijiste amablemente que se fueran a la mierda?"
James sacude su cabeza rápidamente. "No, te prometo que no. Apenas tomé algunas armas antes de
que se me acercaran. Er, la cabeza del grupo parece ser Mulciber, pero también están Avery,
Bernice, y un chico más joven llamado Hodge. Él—él es muy pequeño, Sirius. Diminuto, en
realidad."
"Si, es normal para los mortífagos. Toman a una o dos personas que realmente no son muy fuertes.
Personas desechables. Los eslabones más débiles que matan primero si es que llegan al final.
¿Asumo que querían que fueras el segundo?"
"Yo—bueno, no lo sé. No lo creo. Ellos—ellos me querían porque pensaron que querría ayudarlos
a matar a Regulus."
"Ah," dice Sirius suavemente, tratando de mantener una expresión neutral mientras su corazón se
desploma . Él esperaba—oh wow, él esperaba que Regulus no fuera un objetivo solo por su
nombre. Había esperado qué hubiera alguna posibilidad de que Regulus saliera ileso, porque Sirius
logró hacerlo.
"Realmente no tenía otra opción además de aceptar o rehusar. Me pusieron en un aprieto, Sirius.
¿Que se supone que hiciera? ¿Unirmeles?" cuestiona James, con los ojos muy abiertos.
Sirius suspira. "Debí haberlo anticipado. Tu y Regulus están siendo enfrentados, que no es lo
ideal. Son como—lados. Equipo James versus Equipo Regulus. No, nunca diría 'únete a los
mortífagos', porque son jodidamente viles, pero esto… no es bueno. Nada bueno. No solo Regulus
es un blanco, ahora tu también lo eres, James."
" No los provoquen más, ninguno de los dos," insiste Sirius, mirándolos entre sí casi
desesperadamente.
"Sí," confirma Sirius, con temor corriendo por sus venas. "Ahora irán por ambos, así que hay un
cambio de planes. Regulus, cuando entres mañana, irás directo por las dagas. James, ¿encontraste
algo con lo que te sientas lo suficientemente cómodo?"
"Practica con ellas,"le dice Sirius. "Y ustedes dos—se mantienen juntos . Permanezcan alejados del
otro por solo unos pasos en todo momento. Tengan un frente común y asegúrense de que sepan que
no serán blancos fáciles. Algunas personas son más blandas en el interior de lo que parece, y si los
intimidan, lo pensarán dos veces antes de ir por ustedes primero. No entrenen cuerpo a cuerpo
mañana; lo harán el último día. Mañana será sobre mostrarles a todos que son una amenaza."
"La confianza es la clave," dice Pandora. "He visto incluso a los tributos más fuertes y seguros de
sí mismos vacilar porque alguien más estaba más seguro que ellos de que ganaría. Los juegos son
más que físicos; también son juegos mentales."
"No," contesta Sirius. "Quiero que los intimiden a distancia. Los queremos prevenidos, no
enojados. Sigan evitándolos, y nunca se les acerquen directamente. Tu, James, asumo que ya has
hablado con otros tributos, si Regulus no lo hizo."
"Si, con varios," admite James. "Hubo uno que realmente me agradó. Peter Pettigrew. Es gentil.
Inofensivo, en realidad. Aprensivo también, él mismo lo dijo. Está bastante seguro de que morirá
muy rápido, y está aterrado."
James parpadea, abriendo su boca, y volviéndola a cerrar. "Er, bueno, no lo sé. Lo vi varias veces
con un cuchillo, pero no parecía que supiera qué hacer con él."
"Está Vanity," dice James débilmente. "Es brillante con los insectos. Los supo todos solo con
imágenes. Ella tiene, em, quince."
Los ojos de Sirius se cierran de golpe. "¿Quién más?
"... Veintisiete."
"Veintisiete."
James lanza un suspiro mientras los ojos de Sirius se abren. "¿Qué quieres que diga, Sirius? Son
con los que pude convivir, ¿de acuerdo?"
Son los que morirán , piensa Sirius, pero no lo dirá. De todas formas se sitúa como plomo en su
garganta, y desvía la mirada para posarla en Regulus. "¿Y tú? ¿Cualquier persona?"
"Hubo alguien," dice Regulus, y James se ve asombrado por esto. Sirius también está sorprendido.
"No hablé con él exactamente, pero lo observé. Se quedó solo la mayoría del tiempo, ni siquiera
convivió con la otra persona de su distrito. Solo—es inteligente, y puede escalar. Pasó mucho
tiempo en las cuerdas colgantes, y ata nudos de la forma más rápida que he visto nunca."
"Oh, sé de quién hablas," suelta James, sus ojos se amplían. "Evan Rosier. Hablé con él por uno o
dos minutos. Me enseñó a atar un nudo con lianas. Aunque, fue callado, y casi siempre pareció que
quería que lo dejaran en paz."
"Tiene potencial," murmura Sirius. "Vean si algo sale de eso, supongo, pero no lo fuercen. No
quieren agitarlo de más para que termine haciendo una horca."
"Gracias por esa encantadora imagen mental, Sirius," dice Regulus con una mueca, alzando su
mano para tocar su cuello ligeramente.
"Te ves cansado," comenta James, sus cejas se fruncen, porque James se preocupa por él, incluso
ahora.
"Estoy bien," miente Sirius, apretando una sonrisa. "Solo necesito una ducha."
Pandora se estira para empujar su rodilla. "Andando, ve a tomar una ducha. Me ocuparé de ellos
por un rato. La cena será hasta dentro de unas horas, tenemos tiempo para descansar."
"Si, está bien," masculla Sirius, porque el Hallow siempre lo hace sentirse sucio, y nunca logra
sentirse limpio.
"Lo hago, si, gracias," Sirius dice mientras se aleja, confiando en que ella lo manejará. Es una de
los pocos Hallows en los que realmente confía. Honestamente, nadie sabe lo mucho que ella se
esfuerza.
Cuando llega a su habitación, deambula un poco, tomando la ropa que se pondrá después, aún con
el traje para encantar a los patrocinadores el día de hoy. Es como ponerse un uniforme, y Sirius
siempre extraña su ropa en casa cuando está aquí. Todo aquí se basa en cachemira y seda y satín,
cosas que se ven y sienten objetivamente bien, pero no es la chaqueta de cuero remendada y
estropeada que ha usado por años. Tal vez sea algo ridículo, pero cuando volvió a casa después de
sus juegos, acostumbraba enroscarse alrededor de la prenda y llorar como un niño pequeño. Estaba
tan asustado de que ya no le quedara, como si fuera otra persona en un cuerpo completamente
diferente, y aún así lo hizo. Hasta este día, su chaqueta aún le queda.
Hay un golpe en su puerta, y cuando la abre, Remus está de pie al otro lado con una tanda de
toallas blancas y esponjosas. Sirius aspira con fuerza, parpadeando con rapidez.
Estúpidamente, la primera cosa que suelta es, "No llevas puesta la máscara."
"Tenía la impresión de que no tenía que hacerlo aquí," responde Remus. "Oh, y hola. Traje las
toallas que pediste."
"No tienes porqué. Digo, hola. Hola. No, ah, no tienes que usarla, por supuesto que no," Sirius dice
apresuradamente. "Yo solo—bueno, muchas personas no se la quitan. Usualmente soy yo el que
tiene que retirarlas por ellos."
"No hace mucha diferencia quien la retira, ¿o sí? De cualquier forma, si me atrapan o se enteran,
me matarán, o peor," murmura Remus, alzando un hombro en un medio encogimiento de hombros.
"No se lo diremos a nadie, y nadie te atrapará aquí," le asegura Sirius. Hace una pausa. "Algo
peor… Algo peor que morir."
Remus lo mira por un largo momento, y luego asiente. "Bien, entonces, tengo tus toallas."
"¡Oh! Oh, sí, um…" Sirius carraspea y da un paso atrás. "Puedes entrar. Yo solo—me estoy
preparando para ducharme."
"Oh, no, no tienes que hacer eso. Puedes solo ponerlas en la cama. Gracias."
"De nada," dice Remus mientras se mueve por la habitación para dejar las toallas sobre la cama.
Sirius regresa a su armario, a pesar de que ya ha tomado su ropa. Él está como escondiéndose. En
su armario. Alza la voz para preguntar mientras tose, "Entonces, ¿sería muy cliché de mi parte
preguntarte cuál fue tu crimen, Remus?"
"Oh no—no tienes que llamarme así. Solo Sirius está bien."
"¿Necesita algo más, Solo Sirius?" pregunta Remus, con un leve deje de diversión en su voz.
Sirius deja caer su cara en sus manos por un momento, luego golpea el talón de su mano
repetidamente contra su frente. Respirando hondo, levanta su cabeza y sale del armario, con las
manos completamente vacías. "Sirius. A eso me refería, llámame Sirius."
"Sirius," dice Remus suavemente, las esquinas de sus labios se curvan hacia arriba. Le sostiene la
mirada de Sirius mientras asiente. "¿Necesitas algo más, Sirius? ¿Lo que sea?"
"Solo—me refería a que, ¿hay algo que necesites?" pregunta Sirius, sintiéndose peligrosamente
cerca de agitarse. "¿Tienes hambre? Puedes unirte a la cena de nuevo, si quieres."
Sirius pausa, y luego murmura, "Estás usando nuestra cocina para hacerla, ¿no?"
"Sí."
"¿Necesitas ayuda?"
"No lo hago."
"¿Quieres… ayuda?"
Remus lo mira fijamente por un buen rato una vez más, y sus labios se tuercen aún más. Sus ojos
hacen esta cosa donde se suavizan en los bordes, y hace que el estómago de Sirius se retuerza como
si fuera cuesta abajo por una colina. "Si quieres."
Sirius no está preparado en lo absoluto para el efecto que esas palabras tienen en su cuerpo. Está
muy seguro de que está sonrojado de pies a cabeza, alcanza su boca con una mano para ocultar su
sonrisa creciente mientras mira hacia otro lado. "Si, está bien. ¿Entonces, cuándo planeas
empezar?"
"De acuerdo, Sirius," dice Remus resoplando una risa. "¿Puedo retirarme?"
"¿Qué?" parpadea Sirius, y luego se sacude. "¡Oh! Oh, si, por supuesto. No tienes que preguntar.
Puedes ir y venir cuando quieras e irte cuando estés listo. O no irte. Digo, si tu—solo si no estás…
listo. Um."
"De acuerdo," repite Remus, le dirige una mirada persistente antes de darse la vuelta e irse sin
decir otra palabra, se le escapa una pequeña risa mientras se va.
La cara de Sirius arde , y toma una toalla para ahogar un gemido en ella mientras se dirige a la
ducha. Durante el camino, choca directamente con la pared, porque por supuesto que lo hace.
~•~
La cosa sobre ser un sirviente de los Hallows es que te acostumbras a pasar desapercibido, tanto
que te haces hiperconsciente de cuando eres notado, hasta el punto en el que puedes sentir que hay
ojos en tí.
Remus puede sentir que hay ojos en él, en la cocina, mientras corta vegetales en la máquina que se
le proporcionó. Está levemente apartado de la puerta, así que no puede ver quién lo observa, pero
no necesita pensarlo dos veces para saber quién es.
No alza la cabeza por un rato, preguntándose por cuánto tiempo más Sirius se le va a quedar
viendo sin anunciarse. Nadie había hecho eso antes; solo observar, como si fuera algo que valiera
la pena mirar. No aquí, en el Hallow. Aquí, es solo una sombra que deambula por una habitación,
ignorado completamente, menos impactante que los malditos muebles.
Sirius, en pocas palabras, había cambiado su vida en una fracción de segundo. En el momento
donde se acercó para remover la máscara de Remus, él literalmente vió su vida pasar ante a sus
ojos—y no era exactamente una de la que estuviera orgulloso, al menos no desde que fue traído al
Hallow. ¿Y qué era lo que tenía que esperar? ¿Más de lo mismo? Así que, en esa fracción de
segundo, Remus casi lo agradecía.
Pero resultó no ser eso en lo absoluto. En su lugar, fue y es algo mucho más peculiar de lo que
esperaba.
Las personas, como una regla, no se interesan por los sirvientes. Ellos solo—no lo hacen. No
importa si son Hallows, o tributos, o mentores; no tiene sentido preocuparse por los sirvientes,
porque no pueden hacer nada por ellos. Su destino está sellado hasta la muerte, y no hay manera de
ayudarlos. Así que las personas no lo intentan, y no les interesa.
De hecho, Remus no puede culparlos. Es lo más sencillo, ¿no? De cierto modo, todos son sirvientes
del Hallow; él solo es más obvio al respecto. No es como si tuviera muchas opciones,
desgraciadamente.
A Sirius le importa. Le importa lo suficiente para notarlos, lo suficiente como para darles libertad y
espacio para malditamente respirar apropiadamente, para hablarles y tratarlos como si en realidad
fueran seres humanos. Le importa lo suficiente como para socavar repetidamente la posición que
tiene sobre ellos, permitiéndole a Remus llamarlo por su nombre, ofreciendo opciones y voluntad
propia. Le importa lo suficiente como para que esa sea la norma en su presencia, hasta el punto de
que todos a su alrededor lo siguen, y aceptan.
Y, miren, Remus ha escuchado sobre Sirius Black. Por supuesto que lo ha hecho. Los sirvientes lo
saben todo sobre todo , porque pueden estar callados, pero aún escuchan. Remus lo ha escuchado
todo; él solo no es el tipo de persona que cree una maldita cosa sobre alguien antes de conocerle.
La única impresión en la que confía es la suya, y Sirius—bueno, sí que ha causado una gran
impresión.
Sirius sigue ahí, y Remus ya no puede soportarlo, así que mira en su dirección para encontrar a
Sirius observandolo como si todos sus movimientos fueran fascinantes. Se pierde en la acción por
un latido, y luego se agita cuando se da cuenta de que ha sido atrapado. Se endereza y tose.
"Hola, lo siento, yo solo estaba—"Sirius hace un gesto vago con su mano hacia Remus. "Nunca
había visto eso ser usado, entonces…"
"Es bastante simple. ¿Quieres intentarlo?" pregunta Remus, señalando la máquina con una cebolla
sin cortar.
"Oh. Claro," dice Sirius, arrastrándose hacia la cocina. Vacila cuando se acerca a Remus, como si
no estuviera seguro de si es bienvenido en su espacio. Incluso hace un gesto para asegurarse, y
Remus lucha contra una sonrisa mientras asiente.
Esto. Este es el hombre que trató de removerle la máscara del rostro sin siquiera preguntar. Él es
tan… inesperado.
Su cabello se riza sobre su hombro en tirabuzones húmedos de nuevo, justo como la primera vez
que Remus lo vió, brillante bajo las luces de techo. Remus puede oler su shampoo, algo parecido al
romero y la menta. Sirius mira la máquina fijamente, sus manos oscilan sobre la encimera, y luego
mira a Remus, visiblemente perdido.
Remus lucha para no reírse. No cree que se haya esforzado tanto en mucho tiempo. "Estabas
observando, ¿no es así?"
"Sí, a tí ," contesta Sirius, e inmediatamente se tropieza con sus palabras. "Me refiero a que, no—
no estaba—quería decir, estaba observando como tu—"
"Sirius," interrumpe Remus, y se emociona por haberlo hecho. El no sería capaz de hacerlo con
nadie más, pero Sirius se lo permite. Él incluso cierra la boca de golpe, sus mejillas se encienden.
"Solo volveré a mostrarte. Te prometo que no es complicado."
Sirius asiente, el sonrojo se extiende, y Remus se asombra por un segundo de que este sea el Sirius
Black famoso por ser el afable y encantador hombre capaz de seducir a todo el que lo conoce.
Hasta el momento, Remus ha aprendido que Sirius es un lío de tartamudeos, la mayoría del tiempo.
Un hermoso lío de tartamudeos, pero aún así. No es exactamente lo que Remus esperaba del
hombre que se rumorea tiene una serie de amantes satisfechos por todo el Hallow. A Remus le
gusta más el hermoso lío de tartamudeos, si es honesto.
Remus toma la cebolla y la pone en el mostrador, luego la agarra y la parte por la mitad, dejando
de lado una parte para que Sirius la use y le muestra cómo utilizar la máquina con la otra. Sirius
tiene un breve ataque de tos, pero se golpea el pecho y parpadea con rapidez, murmurando que está
bien mientras observa atentamente.
"No lo rompiste."
"Espera, déjame ver," dice Remus, luchando de nuevo por no reírse del tono cauteloso de Sirius. Le
ofrece una sonrisa pequeña y tira más cerca de la máquina, alzándola para echarle un vistazo desde
abajo. Un momento después tararea y la suelta. "Bueno, la rompiste. Encantador. Ahora me
cortarán los dedos por esto."
Un extraño sonido de asfixia sale de Sirius. " ¿Qué? No, eso no—"
"Estoy bromeando," lo interrumpe Remus con un bufido, estirándose para presionar el botón de
mantenimiento. La máquina comienza a zumbar. "Solo sostuviste el cortador por mucho tiempo,
entonces la cebolla se atascó en el mecanismo. Dale un momento, y lo escupirá."
"Oh, no hagas eso. Casi me das un ataque al corazón," suelta Sirius, mirándolo incrédulo.
"No. No, no me refería a—esa no era una orden, o—quiero decir, no doy órdenes. No hagas lo que
digo."
"¿Nunca?"
"Si, señor."
"No tienes—Remus, no tienes porqué llamarme así," le dice Sirius, hay tensión en su voz.
Remus ya no puede mantener una expresión seria. Impotente, una sonrisa se abre paso en su rostro.
"Sí, aún estoy bromeando, Sirius."
"Oh." Sirius parpadea hacia él. Tiene una pestañas injustamente gruesas y largas. "Me estas
jodiendo."
"Un poco, si," admite Remus. Sirius jadea una risa sorprendido, sacudiendo su cabeza con
asombro. "Perdón, tendrás que perdonarme. Ya no puedo joder a nadie estos días. Lo echaba de
menos."
Sirius carraspea y se inclina contra la encimera, mordiendo su labio. "¿Cuánto tiempo ha pasado
desde que pudiste hacerlo? No tiene que contestar, por supuesto."
"Cinco años," contesta Remus de todos modos. Sabiendo que no tiene que hacerlo sentir cómodo
haciéndolo. "He sido un sirviente por cinco años."
"No aquí," declara Sirius, sonando seguro. "Nunca te había visto aquí antes."
"Tal vez solo no me notaste," murmura Remus, desviando una mirada curiosa hacia el.
"No, definitivamente te hubiera notado." dice Sirius, mirando abajo hacia sus manos, donde sus
dedos juegan inquietos. Aún está mordiendo su labio inferior. Remus espera que nunca se detenga.
"Estás en lo correcto. Algo así," le cuenta Remus, y la cabeza de Sirius se levanta de golpe, sus
cejas están fruncidas. "Durante los primeros tres años, no, no estaba aquí. Los últimos dos, sí, pero
no tenía permitido trabajar en eventos formales, y nunca se me había asignado trabajar contigo, así
que es por eso que nunca me habías visto."
"Demasiadas sanciones."
Remus se ríe. "Los sirvientes ganamos sanciones por no hacer correctamente nuestras tareas, o por
comportamiento inaceptable. Vienen de las quejas. Estás ante un impenitente por atreverse a rodar
los ojos. Oh, y una vez, derramé vino accidentalmente en la camisa de un oficial gubernamental."
"Hizo una apuesta sobre alguien muriendo en los juegos, y estaba riéndose y presumiendo haber
ganado la apuesta. En lugar de haber actuado como una persona sensata y estar molesto porque
alguien acababa de morir," explica Remus. "Así que, no, no fue accidental."
Sirius lo observa con respeto evidente. Remus puede verlo , el brillo en sus ojos, algo pesado y
cálido. "¿Sí? Pues, que bueno. Es lo mínimo que se merecía. ¿Qué significan las sanciones?"
"Castigos. Acondicionamiento posterior. Tareas particulares que les impide tener la oportunidad de
meter la pata en otro lugar," habla Remus. "Demasiadas sanciones es la muerte, pero nadie sabe
cuántas. Tuve cuatro antes de arreglar mi mierda lo suficiente como para terminar aquí."
"No vamos a quejarnos, si eso ayuda. Podrías literalmente vaciar una botella de vino en mi cabeza,
y aún así no nos quejaríamos," le dice Sirius, y Remus ríe. Eso hace que Sirius le sonría. "¿Hay un
sistema de recompensas, o algo así? ¿Y si te doy una crítica brillante? ¿Qué obtienes?"
"Nada," responde Remus, y la sonrisa de Sirius se desvanece. A Remus no le gusta eso, así que tira
de la bandeja, mirándola aparecer con la cebolla en trozos. "Ahí estás. Una cebolla cortada. ¿Lo
ves? No la rompiste."
"Lo que es una suerte. ¿Conoces a esas personas que les gusta remendar cosas? ¿Como, cuando les
pones cosas en las manos, y lo arreglarán o construirán algo con eso?"
"Supongo."
"Si, bueno, soy lo contrario," le informa Sirius tímidamente, levantando sus manos. "Soy
malditamente destructivo, usualmente sin quererlo. Yo solo—destruyo cosas. Las arruino. Así que,
ya sabes, si alguna vez necesitas romper algo, soy tu hombre." Suspira y baja sus manos. "Lo
siento, no creo que sea de mucha ayuda. Realmente podría romper algo."
Remus puede ver como es algo doloroso para él, y hace que su corazón se apriete en su pecho de
una manera que pensó que nada en el Hallow sería capaz de lograr. "Bueno, entonces es algo bueno
que no necesite tu ayuda, ¿no? Estás aquí porque quiero tu compañía, ¿recuerdas? No puedes
arruinar eso."
Como antes, la cara de Sirius se enrojece tanto que Remus casi se apiada de él. El sonrojo se
sumerge en todo el camino hasta alcanzar también su cuello. ¿Nadie lo había querido antes por su
compañía, solo para tenerlo cerca? Remus no puede evitar pensar que eso es increíblemente triste.
El no es un sirviente, no como Remus, ¿entonces porque nadie lo ve? Remus lo ve. Está mirando
directamente hacia él, y no tiene ningún deseo de mirar hacia otro lado. Eso no es correcto, y él
realmente no debería, pero él nunca ha sido bueno para ser correcto o hacer lo que debería.
"Realmente podría," masculla Sirius mientras aparta la mirada. "Arruinarlo, quiero decir. Confía en
mí, Remus, realmente podría."
"No lo creo." Remus inclina su cabeza para atrapar su mirada, sonriéndole. "Demuéstrame que
estoy equivocado. Te reto."
"Bueno, si insistes," Sirius exhala, luego procede a alzarse sobre la encimera, balanceando sus
piernas como un niño y sonriendo como si no pudiera evitarlo, como si estuviera encantado de
estar aquí.
Remus vuelve a cocinar, y Sirius comienza a charlar, y para cuando la comida está lista, lo único
que Sirius había conseguido fue darle la razón a Remus.
NOTA AUTOR
remus, mi amado<3 no puedo creer que la gente se preocupara de que matara a remus.
REMUS??? la luz y el amor de mi vida???? pfft, nunca me recuperaría. podrá tener
momentos difíciles, pero no se preocupen, remus está a salvo.
también marlene, mi amor. y tenemos muchas menciones de otras personas de las que
eventualmente veremos más.
también², estoy seguro de que reconocieron los nombres de otros tributos, y sobre eso,
no tengo comentarios.
me estoy recordando a mi mismo la regla de no divagar en las notas, así que voy a
callarme ahora y les dejaré sacar sus propias teorías y conclusiones!
NOTA TRADUCTORA
a que no se esperaban saber de mí tan pronto eh, estoy llena de sorpresas, y falta de
sueño:')
en fin, ¡capítulo cuatro! hay cosas que disfrutar esta vez, suerte!
_______________
NOTA AUTOR
advertencias:
-menciones breves y vagas de los problemas de sirius después de salir de la arena,
pero nada muy fuerte
-menciones de asesinato (en defensa propia) en el nombre de explicación de armas
-el tema común de la muerte (por toda la cosa de lucha hasta la muerte en la arena)
-algunos combates ligeros (no violentos)
-coqueteo. una ridícula cantidad de coqueteo.
y si, estoy bastante seguro de que eso es todo. este es sorprendentemente un capítulo
ligero. incluso algo divertido, de hecho.
disfruten <3
Regulus ya está cansado de esto, y apenas es el segundo día. Ha estado en el Hallow durante tres
días seguidos, y para este punto, él solo quiere irse a casa. En su lugar, por segunda vez, está
caminando hacia la sala de entrenamiento con James e instrucciones estrictas de nunca alejarse
mucho de él.
James, por otro lado, le sonríe a otra tributo y la saluda alegremente. La joven se anima y le
devuelve el saludo. Bastante alegre, James dice, "Ella es Vanity Clyde. Tiene tres hermanos, todos
menores, y una ligera obsesión con los insectos."
"De acuerdo," farfulla Regulus, luchando por no hacer una mueca. Oh, desearía que James no
supiera eso. Desearía que a James no le importaran tanto las personas; le va a romper el jodido
corazón cuando mueran. "Iré por las dagas."
"Voy contigo."
Regulus rueda los ojos conforme se mueven por la sala. Hay muchas miradas en ellos por el
momento, observando cada uno de sus movimientos. "Solo haces todo lo que Sirius dice, ¿no?"
"No," Regulus estalla, como si no fuera exactamente lo que está haciendo. No puede evitarlo.
Sirius ya ha pasado por esto antes, y si hay alguien en el mundo en quien Regulus confíe de todo
corazón, sin importar qué, es Sirius. Cuando se trata de vida o muerte—que ciertamente lo hace—
Sirius es a quien busca.
Es irónico, en realidad, porque con todo lo demás… Bueno, en su día a día de vuelta en casa,
Regulus no buscaba a Sirius para nada, y Sirius realmente no le dió nada que buscar . Cuando
volvió como Vencedor, volvió a casa desorientado, como si hubiera perdido, como si partes de él
hubieran muerto en la arena. Fueran las partes que fueran, eran las que Regulus había reclamado
como suyas, y luego se habían ido. Para nunca volver a ser vistas.
James fue el único que tenía a Sirius después de eso. Era James a quien Sirius necesitaba, no
Regulus. Había veces en las que Sirius ni siquiera podía mirarlo. Era igualmente difícil para
Regulus mirar a Sirius, sabiendo que todo lo que le pasó había sido su culpa. Todas esas partes de
él que murieron cuando ganó, Regulus fue quien las mató, y él ni siquiera eligió hacerlo. Sirius
tomó esa decisión cuando se ofreció como voluntario.
Sirius nunca lo dijo. Nunca lo ha dicho, y Regulus piensa que morirá antes que admitirlo, pero él
está seguro de que Sirius se arrepiente de tomar su lugar.
Pero ahora es su turno, y todos esos problemas no tienen lugar aquí, como Sirius dijo. Se trata de
sobrevivir, y por supuesto que Regulus buscó instintivamente a Sirius para eso. Si no fuera por
Sirius, Regulus no habría sobrevivido para siquiera llegar hasta aquí.
"Entonces, ¿cómo sabes cuales te gustarán?" James susurra directamente en su oído cuando se
detienen frente a una exhibición de diversas dagas.
"Bueno, él no dijo que no pudiera, " responde James, sonriendo perversamente cuando Regulus lo
interrumpe con una mirada afilada, pero se aleja obedientemente como se le pidió. "Pero de verdad,
¿cómo sabes cuales te gustarán? Hay… muchas."
Hay, de hecho, un montón de dagas diferentes. Hay dagas tradicionales, hechas de distintos
metales; pequeñas, pero con puñales mortales; karambits, con la hoja curvada en forma de garra;
stilettos, con la hoja delgada como una aguja; e incluso hay una sección de balisongs, o navajas
mariposa, como son conocidas. Regulus se siente como un niño entrando a una tienda de dulces,
excepto que son solo él y una variedad de armas afiladas. Le gustaría una de cada una, por favor.
"Estas no son las opción más eficiente, dependiendo de la situación, incluso si son divertidas,"
murmura Regulus mientras toma una balisong. "Tienes que ser rápido y practicar para abrirlas si
están cerradas, si no eres lo suficientemente rápido, te puede costar la vida."
"Si," dice Regulus, y se lo demuestra. Sirius le hizo una de estas una vez, literalmente construyendo
el mecanismo para ello. Durante meses y meses, Regulus practicó con ella, andando por ahí con
banditas en los dedos, con cortes por todas sus manos gracias a su uso constante. Tiene unas
cuantas cicatrices en los nudillos incluso ahora, tenues y pequeñas.
Esta no es realmente como la suya, a si que le toma unos cuantos balanceos y giros de muñeca para
acostumbrarse, pero una vez que lo tiene, lo tiene . Hay un patrón en ello, influenciado por la
distribución de peso y el conocimiento del movimiento que tomas, hacia dónde va la espada y
donde ha estado. En unos segundos, la abre, luego vuelve a cerrarla.
"Eso es—eso es realmente—" James lo observa, lanzando su mirada entre la mano y el rostro de
Regulus.
"Estas son especialmente buenas para un cuerpo a cuerpo, particularmente muy corto alcance,"
dice Regulus conforme deja la balisong para tomar una daga de puño. El mango se asienta en la
palma de su mano, sus dedos se curvan bajo la pequeña hoja. La alza delante de la nariz de James,
observando sus ojos cruzarse. "No son difíciles de usar, muy buenas para defensa personal. Si
encuentras una, quédatela. Es fácil apuñalar a alguien en la garganta si te inmovilizan en el suelo, o
en cualquier lugar que puedas alcanzar, en realidad."
Regulus la suelta y cierne su mano sobre las karambits, recogiendo una con un tarareo. "Una
karambit. No la sostengas con la hoja hacia arriba. Tu dedo índice pasa por el agujero abierto aquí,
y la hoja se curva hacia afuera de esta forma." La sostiene y gira el brazo hacia un lado para que
James pueda verla. "Es bueno conservar una postura defensiva, y luego puedes balancear tu brazo
hacia afuera, casi como si fueras a golpearlos, pero con la intención de abrirles la garganta en su
lugar. Honestamente, una para cada mano es lo ideal, para tener mayor amplitud de movimiento."
"¿Cómo es que alguien sabe algo?" responde Regulus, balanceando la hoja en su dedo. Los ojos de
James siguen el movimiento, hacia arriba y hacia abajo. "Tengo libros. Presto atención. Incluso
tuve algunas como estas—o lo más parecido que puedes conseguir cuando las haces en casa. Sirius
—bueno, solía hacerlas para mi antes de ir a la arena. Se detuvo después de eso."
"Sirius…" James pausa, manteniéndose callado mientras Regulus aleja la karambit, cerniendo su
mano sobre las otras con una expresión pensativa. "No tenía—eso no tiene nada que ver contigo,
Reg. ¿Lo sabes, no? No estaba tratando de renunciar a tí, si es lo que crees. Él solo—él salió
sintiéndose… mal. Muy, muy mal. Ya no construye cosas, ¿lo sabías? No lo ha hecho en diez años.
Solía crear cosas, arreglarlas, y ahora—" James traga con fuerza y aparta la mirada. "Ahora solo
siente que rompe cosas. No era que no quisiera construir para ti, Regulus. Es que olvidó cómo
hacerlo."
"Me afectó, pero nunca necesité nada de él," susurra Regulus, su mano se posa suavemente sobre
una de las dagas más tradicionales, una hecha para lanzamientos y cuerpo a cuerpo. "Solo
necesitaba que fuera… él."
"Dije que se recordó a sí mismo," declara Regulus, hay un filo en su tono lo suficientemente afilado
como para competir con las cuchillas que tenía delante. Alza su mirada hacia la de James. "No dije
que me recordara a mí ."
"Creelo o no," le dice James, "tu nunca fuiste parte de las cosas que olvidó."
Regulus sacude su cabeza y arranca tres dagas en una sucesión rápida. "Déjalo, James. No voy a
hablar más del tema. Iré a lanzar estas. Si vas a seguirme, cállate."
Con eso, Regulus gira sobre sus talones y marcha hacia los puestos donde puede lanzar sus dagas.
Entre la conversación que él y James acaban de tener y el peso de todas las miradas en él de las
que no puede escapar, se siente tenso y enrollado con fuerza, con el pelo de punta, preparado para
un impacto que no llegará hasta dentro de unos días. El suspenso de ello hace que sus huesos
duelan. Desearía poder retroceder en el tiempo.
James lo sigue obedientemente, pero claro, no se calla como se lo pidió. Aunque, afortunadamente
suelta el tema de Sirius. "¿Qué hay de estas dagas?"
"Más tradicionales. Buenas para corto alcance, pero también para lanzar. Suficientemente
polivalentes como para utilizarlas como desees—apuñalar, cortar, cosas como esas. Tienes
opciones, y bastantes," explica Regulus.
"Pequeñas cosas bonitas, ¿no?" medita James, su cabeza se inclina con una sonrisa ladeada
mientras Regulus gira una de las dagas en su palma y se pone en posición.
"Oh sí. Bonitas," dice Regulus rotundamente, luego alza su mano y exhala mientras saca su mano
de golpe, permitiéndole a la daga volar por el aire hacia el objetivo. Aterriza con un golpe fuerte,
enterrada hasta la empuñadura justo en medio de la frente de la figura.
"Pudo haber sido suerte," dice James, sus ojos brillan cuando Regulus gira la cabeza de golpe en su
dirección con incredulidad. James se muerde el labio, como si tratara de no sonreír. "Hazlo de
nuevo, pero apunta al brazo izquierdo, justo arriba del codo."
Regulus entrecierra levemente los ojos, luego vuelve a voltearse, girando de nuevo la daga en su
palma con pereza. Después de un latido, levanta el brazo y la envía volando, mirándola aterrizar
con satisfacción justo donde James lo retó a hacerlo. Se gira con sus cejas alzadas, lanzando la daga
restante al aire y atrapándola una y otra vez.
"Si."
"Si."
"Oh, lo siento, pensé que la pregunta era si aún podía poner una daga en el costado de tu maldito
cráneo."
James ahoga una risa, con la cabeza echada hacia atrás con deleite, y cuando se calma unos
momentos después, se acerca y ofrece su mano. "De acuerdo, bueno, tal vez es fácil. Déjame
intentarlo, ¿si?"
"Si estás interesado en dejarte en ridículo, claro, adelante," contesta Regulus, lanzando la daga
hacia arriba para sostenerla por la hoja y mantenerla con la empuñadura hacia fuera.
"Eres muy malo," susurra James, como si fuera un secreto, pero del tipo que estás emocionado de
guardar. Se acerca cuando Regulus retrocede, e inmediatamente no.
"No," dice Regulus, acercándose de nuevo, alcanzando el hombro de James con su mano,
moviéndose ligeramente para darle un empujón a sus tobillos con sus zapatos. Agarra a James por
la cadera y lo gira un poco, luego se aleja. "De acuerdo, continúa."
"No," interrumpe Regulus de nuevo, girando en torno a su brazo, golpeando por debajo de su codo,
girando su muñeca. James casi suelta la daga porque su agarre es demasiado flojo, y Regulus
chasquea su lengua, mientras desliza su mano para cubrir los dedos de James con los suyos,
empujándolos hacia abajo. "Quieres mantener tu agarre ligero, pero no tan ligero cuando la lances.
Apuñalar requiere un agarre firme. La última cosa que quieres es que salga volando si—James,
¿siquiera estás escuchándome?"
"¿Qué? Si. Lanzar ligero. Puñalada firme. Lo tengo, continúa. Por favor continúa," James le dice,
mirándolo atentamente.
"James, esto literalmente es de vida o muerte. Ahora no es el momento para descubrir que tienes un
fetiche por los cuchillos," Regulus sisea.
"Basta," regaña Regulus, dándole un golpe en el hombro, y la sonrisa de James se suaviza en algo
más dulce. Regulus aparta los ojos de él, porque mirarlo ya es difícil, y no parece que merezca
observar. "Estoy tratando de ayudarte . Esto también aplica a tu hacha, sabes."
"Eso es—bastante."
"Visto de esa forma, si, pero se convierte en instinto después de suficiente práctica. Piensa en ella
como una extensión de tí. Eso ayuda."
"Claro, lo tengo. ¿Puedo intentarlo ya?"
"Seguro," dice Regulus, alejándose otra vez, y a su crédito, se nota que James intenta seguir sus
consejos. Aún así, Regulus puede ver donde se ha equivocado en cuanto la deja ir, así que está
diciendo, "No," antes de que la empuñadura siquiera golpee la pared a un costado del objetivo y
aterrice en el suelo en un ruido sordo.
James tararea, posando sus manos en sus caderas. "Hubo un exceso de toqueteo, Regulus. Tu sabías
lo que estabas haciendo, y el chiste es para tí, porque podría haber funcionado, pero no estoy
avergonzado en lo más mínimo por eso."
"James," gruñe Regulus, alzando su mano hacia los objetivos, "ve a traer mis dagas."
"Mandón," farfulla James, lanzándole una sonrisa antes de guiñar y correr obedientemente para
hacer lo que se le ordenó.
Tampoco está equivocado. Es un día largo. Por mucho que le hubiera gustado solo pararse por ahí,
lanzando dagas todo el día, no es lo único que debe hacer. James también lo arrastra de un lado a
otro para charlar con personas, como si no fueran posibles amenazas.
James y Regulus obtienen información nueva de otros tributos, cosas que Sirius ya ha aprendido,
como quienes son sus mentores—porque aparentemente eso importa—pero aún hay más que
aprender. Niveles de amenaza que evaluar. Aliados que cementar.
Está Peter, que es alguien divertido y reconfortante, pero esas no son habilidades que ayuden en la
arena. Pasa gran parte de su segundo día en habilidades de supervivencia, parece haber renunciado
por completo a las armas. Peter habla rápido y con calma por igual, es fácil ahogarse cuando habla
rápidamente, pero imposible de ignorar cuando te atrae con su tono tranquilizador. De nuevo, no es
una habilidad que pueda salvarle la vida. No es una amenaza, y Regulus intenta no aprender nada
sobre él cómo James lo hace, porque está bastante seguro que el miedo de Peter a ser uno de los
primeros en morir, va a hacerse realidad. James ya se lleva tan bien con él que, de hecho, toca una
fibra sensible en Regulus.
Lo que resulta interesante es que el mentor de Peter resulta ser Dolohov, cosa que Sirius les había
informado con sorna en su tono. Es el mismo mentor que el de Bernice, y eso tendría que levantar
sospechas para Regulus, si no fuera por el hecho de que Sirius básicamente declaró abiertamente
que Dolohov no tiene planes para Peter. Entonces, no solo Peter no está preparado en lo absoluto
para la arena, sino que esencialmente ya ha sido abandonado por su mentor, lo que está… jodido,
honestamente.
Está Vanity, la niña a la que le gustan mucho los insectos. Pasa literalmente todo su tiempo en la
estación de insectos, infinitamente fascinada por ellos. James sigue tratando de convencerla de por
lo menos ir a otras áreas de supervivencia, pero ella simplemente se lo quita de encima. Sirius,
curiosamente, no mencionó quien era su mentor.
Está Dylan, que tiene un enamoramiento descarado hacia James. Se pone nervioso cada vez que
James le sonríe, o se acerca para tocar su hombro. Es más joven, pero no por mucho a los veintiún
años, tampoco cuenta con muchas habilidades cuando se trata de armas, pero es muy bueno cuando
se trata de crear fuego. Lo hace más rápido de lo que Regulus ha visto a nadie conseguir hasta
ahora. Nivel de amenaza: bajo. A Regulus aún no le agrada.
Está Irene, veintitrés años, y alguien más que tiene una reacción intensa hacia James. Suelta
innumerables insinuaciones sobre escabullirse juntos de la sala de entrenamiento, las cuales pasan
por encima de la cabeza de James por completo. Se ríe de literalmente todo lo que él diga, incluso
si en realidad no está contando ningún chiste, y claro que a James le gusta eso. Lo complace, la
reacción de un elogio implícito; le gusta hacer reír a las personas, siempre lo ha hecho. Regulus
rueda los ojos tantas veces que es un milagro que no se le salgan de la cabeza. Sin embargo, las
habilidades de Irene no son inexistentes, y lo demuestra el segundo día. Empuña la espalda como si
hubiera sido entrenada para ello, claramente practicaba, y claramente era una amenaza. Su mentor
es un amigo de Sirius llamado Frank Longbottom. Ella tampoco le agrada.
Está Mathias, que tiene dieciocho, y es muy amigable. A Regulus le recuerda un poco a James, de
hecho, si no un poco más tranquile. Ha mejorado con la ballesta, y se toma el tiempo de aprender
habilidades de supervivencia, así que está consiguiendo variedad. Nivel de amenaza: medio. A
Regulus le agrada en gran parte, pero aun así intenta no aprender mucho. Como con Irene, su
mentor es Frank.
Finalmente, está Evan. En el segundo día, está en la estación de cuerdas otra vez, atando nudos
repetidamente y escalando, así como balanceándose con ellas. Nadie lo molesta realmente, o
parece notarlo en lo absoluto. Su compañera tributo es una adolescente llamada Juniper, la que se
había pasado el día entero golpeando un muñeco de entrenamiento con un garrote; lo hace de
nuevo el segundo día, como si tuviera mucha frustración en la que trabajar. La gente se mantiene
alejada de ella, que, honestamente, puede ser el objetivo. Regulus simpatiza con ella. Su mentora es
otra amiga de Sirius llamada Emmeline Vance, y les advirtió no subestimar a sus tributos.
En cuanto a Evan, no parece importarle que James y Regulus se le acerquen. Les enseña algunos
nudos cuando se lo piden, y los escucha cuando le cuentan sobre cosas que han aprendido en la
estación de supervivencia, pero es claro que no está aquí para hacer amigos. Sin embargo, existe un
silencioso respeto mutuo entre ellos, por el intercambio de información; una clase de 'tú rascas mi
espalda, y yo rasco la tuya'. Regulus no cree que Evan lo atacaría inmediatamente si se
encontraran, pero él no lo sabe, no está seguro. Nivel de amenaza: ?
Los mortífagos se han expandido de Mulciber, Avery, Bernice, y Hodge, para incluir otras tres
personas. Están Willa, Axus, y Quinn. Willa es una chica joven rondando la edad de Hodge, pero
es letal con el arco y flecha, que parece ser su boleto de entrada. Axus ató un puto gancho al
extremo de una cuerda que puede lanzar con una precisión aterradora, arrastrando repetidamente
varios objetos y muñecos de entrenamiento por la sala. Quinn es como Hodge, Regulus está seguro
de eso, es solo otro eslabón débil del que van a deshacerse primero.
Mulciber y Avery comparten mentor, que es—para malestar de Regulus— Lucius Malfoy. Su
primo político, técnicamente hablando, y está haciendo todo lo posible para no pensar en ello.
Bernice tiene a Dolohov, como Peter, y de nuevo, Sirius les advirtió no suberstimarla. Axus y
Willa también tienen el mismo mentor, un hombre llamado Yaxley, que generalmente tiene
mortífagos cada año, igual que Lucius y Dolohov. Sirius no mencionó a los mentores de Hodge y
Quinn en absoluto.
Los diez restantes se apegan a sí mismos, o a sus compañeros tributos, y eso es todo. Se esmeran en
evitar a los demás, hasta el punto de alejarse si alguien se les acerca.
Al final del día, Regulus está cansado, física y mentalmente. James mejoró con el hacha, al menos
un poco. Lo suficiente como para que sus posibilidades de sobrevivir en una pelea no sean tan
bajas como para que a Regulus se le hunda el estómago solo de pensarlo.
A pesar del cansancio, el tiempo de descanso aún está lejos, porque James y él tienen que conocer
a su estilista.
Dorcas es…
Bueno, Regulus nunca había visto a una Hallow verse tanto como una Hallow y también como
ninguna otra Hallow que haya visto, pero todo a la vez. Es llamativa, francamente. Sus trenzas
están estilizadas sobre su cabeza con broches dorados y ornamentos entrelazados, y su piel oscura
también tiene un tenue resplandor de polvo de plata, pero su vestido se ve como una obsidiana
goteante, con la solidez de una piedra mientras parece estar hecho de terciopelo. Hay un collar
alrededor de su cuello con tres pequeñas palabras escritas en cursiva, Hallow is Hollow, que es toda
una declaración. Sus dedos están repletos de anillos que se conectan con su brazalete, y tiene uno
de esos protectores de dedos que acaban en punta, que golpea contra el reposabrazos de la silla
mientras mira de forma crítica a Regulus y a James.
James, siendo James, eventualmente no soporta más el silencio, y la primera cosa que suelta es,
"Entonces, um, tu collar… ¿Tu lo, er, hiciste, o…?"
"¿Esto?" la mano de Dorcas revolotea hacia el accesorio. "Si, yo lo diseñe. ¿Te gusta?"
Dorcas tararea. "Bueno, soy una persona muy audaz, James. ¿Dirías lo mismo de tí?"
"Quiero decir, eso supongo," James responde con las cejas fruncidas.
"Si," contesta Regulus por el. "No lo dejes engañarte. Es una de las personas más audaces que
jamás conocerás." James lo mira, viéndose asombrado, pero visiblemente complacido. "Ese no fue
un cumplido, James."
"Si, lo fue," lo corrige Dorcas sin rodeos. Entrelaza sus dedos sobre sus piernas cruzadas, sus
anillos tintinean cuando chocan. "Diseño en audacia. Es un cumplido." Hace una pausa, pasando su
mirada por ambos. "No mentiré, este es mi primer año como estilista de tributos. Me gustaría
representarlos de una manera que sea significativa pero que también cuente con una declaración
política."
Regulus comparte una mirada breve con James, para luego volver a enfocarse en Dorcas. "¿Con
moda?"
"Con expresión ," le cuenta Dorcas. "Eso les habla, y quiero hacer algo que no puedan dejar de
mirar. Todos van a estar mirándolos, así que asegurémonos de que vean algo importante, ¿si?"
Sirius y Pandora, que se han mantenido murmurando en voz baja en un costado, se detienen y alzan
la mirada, claramente prestando atención. Nuevamente, James y Regulus comparten otra mirada,
esta vez un poco más larga. Cuando la aportan, ambos se inclinan hacia adelante.
Dorcas sonríe.
~•~
James no está muy seguro de qué esperar de su tercer día de entrenamiento, pero Regulus y él
tienen un objetivo. Entrar, practicar más, aprender más, y luchar un poco de cuerpo a cuerpo; en
realidad, suena bastante simple.
Nuevamente, hay muchos ojos en ellos apenas entran a la sala. Se está haciendo viejo para este
punto. Es como si la mitad de ellos esperara que iniciasen un problema, mientras que la otra
esperaba que empezaran a pelear entre ellos. La tensión se le mete bajo la piel y le dificulta
mantenerse concentrado.
"Oh, hola," dice James, iluminandose cuando Peter se acerca a saludarlo. "¿Cómo es que nos ganas
siempre?"
"Una gestión de tiempo brillante, cortesía de mi mentor," le cuenta Peter con una risita.
"Sirius no reconocería la gestión del tiempo ni aunque saltara y lo mordiera," farfulla Regulus
rodando los ojos.
James resopla. "Eso es verdad. La pobre cosa se ve tan miserable cada vez que tiene que levantarse
temprano. Siempre ha sido algo como un búho nocturno, si te soy honesto. Solía decir que era una
cosa de estrellas."
"Por ser nombrado como una estrella, supongo. Él dijo que tenía sentido, porque las estrellas están
despiertas y alertas en el cielo nocturno, ¿entonces por qué él no lo estaría?" dice James con cariño.
"Lo sé." murmura James, sus labios se curvan hacia arriba. "Sin embargo, no contradice lo que
Sirius dice. A ti también te gusta estar despierto por la noche. Nunca he visto a alguien tan enojado
como tú por levantarse temprano, a excepción de Sirius."
"Si, bueno…" Regulus se queda callado, claramente incapaz de refutar la afirmación de Sirius. No
admite su derrota, sino que se niega a aceptarla frunciendo los labios y mirando hacia otro lado.
"Te vi ayer, sabes," dice Peter, llamando la atención de James otra vez. "Quiero decir, con las
hachas. Eres bastante bueno. He escuchado susurros…" Peter da un vistazo alrededor y se acerca,
bajando la voz. "Los otros— Mulciber y su grupo—han estado hablando sobre eso."
"¿Que han estado diciendo?" pregunta Regulus, Peter parpadea hacia él. "Los escuchaste hablar,
así que ¿qué fue lo que dijeron?"
"Te vi ayer, sabes," dice Peter, llamando la atención de James otra vez. "Quiero decir, con las
hachas. Eres bastante bueno. He escuchado susurros…" Peter da un vistazo alrededor y se acerca,
bajando la voz. "Los otros— Mulciber y su grupo—han estado hablando sobre eso."
James asiente. "Estoy seguro de que lo hacen."
"¿Que han estado diciendo?" pregunta Regulus, Peter parpadea hacia él. "Los escuchaste hablar,
así que ¿qué fue lo que dijeron?"
Peter se encoge de hombros incómodo. "No mucho, en realidad. Solo que James es una amenaza
más grande de lo que pensaron. Dijeron que parecía muy blando al principio." Hace una pausa,
alcanzando el puente de su nariz para rascarlo. "Ellos también—bueno, los escuché decir que te
estás convirtiendo en la amenaza que esperaban. Honestamente, eres jodidamente mortal con esas
dagas."
"Claro." Peter traga visiblemente. "Claro, bueno, iré a… hacer algo. Sí. Entonces, adiós."
"Encantador," dice James por lo bajo con un suspiro mientras observa a Peter alejarse con rapidez.
"Estás asustando a nuestros aliados."
"Ellos lo saben," admite James, porque lo hacen. Lo dejó muy en claro desde el primer día; están
muy conscientes de que Regulus es una de sus prioridades, y no puede ser herido. No es como si
alguien con quien James se lleva bien quiera lastimar a otra persona en absoluto, pero eso no es lo
importante. El punto es, ellos lo saben. "Andando, vamos a hacer otro circuito en la parte de
habilidades de supervivencia, luego practicamos con armas, y podemos acabar el día yendo a las
colchonetas y dándoles un espectáculo."
" Mezclarnos ," farfulla Regulus en voz baja, como si detestara la idea, pero no se queja más.
James, de nuevo, lucha para no sonreír mientras lo guía lejos.
Entre la parte de habilidades de supervivencia, James charla con los tributos con los que se siente
cómodo hasta ahora. Vanity, por supuesto, está en la estación de insectos. Su cara se ilumina tan
pronto como lo ve, e incluso Regulus es más suave con ella, probablemente por lo joven que es.
James habla con ella sobre sus hermanos por nombre (Divan, Curio, y Hoosier), la escucha
parlotear sobre insectos, y le cuenta sobre sus padres. Vanity les da a Regulus y a él una clase
sobre los insectos a los que tienen que prestarles atención, tanto por ser peligrosos como por ser
buenos en proteínas, algo en lo que James honestamente no quiere pensar. La última cosa que
quiere hacer es comer insectos, pero… bueno, nunca se sabe, ¿verdad?.
Después de Vanity está Irene en la estación de plantas, quien se rinde en tratar de identificar las
venenosas para poder hablar con él, contándole sobre todos sus amigos en casa mientras él la
escucha atentamente. A James le agrada Irene, pero es claro que a Regulus no. Rueda los ojos y se
apropia de la estación, haciendo comentarios sarcásticos en voz baja que Irene ignora directamente.
Siendo sincero, James no está seguro de porqué Regulus tiene un problema con ella. Ella es
realmente agradable.
Se topan con Dylan en la estación de fogatas, admite que le gusta estar ahí porque es la única cosa
en la que es realmente bueno. A Regulus tampoco le agrada, por cualquier razón que James no
puede entender. A James le agrada Dylan; es dulce, y algo nervioso, y habla de su mejor amigo en
casa con la misma devoción feroz que James siente por Sirius.
James vuelve a cruzarse con Peter, pausando un momento para tranquilizarlo por el susto que
Regulus le dió antes. James aprende, como con la mayoría de las cosas, que Peter se recupera
fácilmente. El y James charlan un rato hasta que ambos están retorciéndose, jadeando por aire
mientras ríen y se sostienen del hombro del otro para no caer. Regulus se queda parado en un
costado viéndose aburrido.
Encuentran a Mathias practicando con la ballesta, que James y Regulus aprenden a usar en su
camino para comenzar con las armas. Tan pronto como se le acercan, Mathias los mira con una
sonrisilla. Inmediatamente se lanza a contarles con entusiasmo lo mucho que ha mejorado con la
ballesta (veinte de veintiséis tiros hasta el momento), y James le sonríe ampliamente,
genuinamente orgulloso de su proceso. Habla con Regulus y James por unos minutos, pero está
claramente enfocade—o en su zona , como le llama— así que James y Regulus le dejan en paz,
alejandose para comenzar a practicar también.
A James en realidad no le gusta utilizar el hacha como un arma, si es honesto, pero sabe que
necesita estar preparado. Quiere llegar al final sin lastimar a nadie, pero duda que eso sea posible si
su meta es que Regulus regrese a casa, que lo sigue siendo. Practicar con un arma es realmente
preparar a tu cuerpo con memoria muscular, porque no existe una preparación para lo real—eso fue
lo que Sirius dijo, y James le cree. El en verdad no puede imaginarse lastimando a otro ser vivo, no
es capaz ni de proyectarlo en su cabeza, y aun así, esa es la realidad que se acerca a él a toda
velocidad.
Mientras tanto, Regulus usa sus dagas como… bueno, no hay duda alguna en él. Es confianzudo
con ellas, como también preciso . Peligroso. Mortal, incluso. La gente es inteligente al ser
cautelosos con Regulus y sus dagas; sin embargo, como fue establecido previamente, James es
estúpido, así que por supuesto que está fascinado por ello. Regulus atrae su mirada una y otra vez,
observando cómo se mueve, observando la calma que le envuelve el cuerpo mientras empuña sus
armas. Pequeñas cosas bonitas, sin duda alguna.
Después de terminar con eso, hacia el final del día, James y Regulus se detienen para ver a Evan en
la estación de cuerdas de nuevo. Es como Vanity en el sentido de que claramente ha encontrado lo
suyo, y no planea hacer nada más . Todo lo que se sabe de él es que es bueno atando nudos y
escalando cuerdas, que en realidad no es mucho. James no puede decir si es amistoso o no, pero
nunca se ha visto molesto cuando hablan con él. No divulga información personal ni parece
importarle la de los demás, pero parece abierto con ellos al compartir cosas que han aprendido, y
cada vez que lo hacen, se asegura de enseñarles algo a cambio.
Regulus consigue sacarle a Evan una breve y silenciosa risa, solo una vez, y esa singularidad hace
que James se sienta mejor. Lo hace preocuparse menos ante la posibilidad de que Evan tome la
oportunidad de matarlos cuando se los encuentre, o en su defecto, de cazarlos. Ahora, por lo menos,
James cree que Evan tal vez, posiblemente de un paso atrás si ellos lo hacen, en lugar de tratar de
luchar inmediatamente, así que tienen eso.
Conforme el día se acerca a su final, antes de las evaluaciones programadas por la noche, James
sigue a Regulus hacia las colchonetas al costado. No es directamente el centro de la habitación,
pero todos serán capaces de verlos. Ambos se quitan los zapatos, y luego suben.
"Sin daños en el rostro," le recuerda James, porque Sirius fue muy claro con eso, al igual que
Pandora. No querían moretones visibles antes de las próximas entrevistas.
"Lo sé," dice Regulus, rodando los ojos. "No voy a golpearte en el rostro, James."
"Bueno, lo hiciste una vez," molesta James, sonriendo cuando la cara de Regulus se pone roja.
"Eso fue un accidente ," balbucea Regulus, "y pensé que habíamos acordado no hablar de eso."
James ríe y rebota sobre sus pies. "Un niño de trece años muy fogoso, andando por ahí agrediendo
a la gente."
"¡Entraste a mi casa por mi ventana!" chisporrotea Regulus. "Era la mitad de la noche. Pensé que
eras un intruso. ¿Qué se suponía que hiciera en esa situación?"
"Bueno, no esperaba que gritaras, salieras de la cama, y me golpearas en el rostro." admite James,
riendo sin poder evitarlo mientras la cara de Regulus se encendía aún más. "Pensé que era la
habitación de Sirius, lo sabes. Todo lo que quería era colarme en la habitación de mi mejor amigo,
y en su lugar, su hermano pequeño casi me rompe la nariz."
James sacude la cabeza y se ilumina una vez más, su pecho se siente cálido ante la memoria. El en
verdad estaba tratando de colarse en la habitación de Sirius, así que no estaba preparado en lo
absoluto cuando un puño colisionó contra su cara tan pronto como cruzó la ventana. Tan pronto
como Regulus se dió cuenta de que era él, había empezado a tartamudear disculpas mientras James
gemía del dolor y se inclinaba, agarrándose el rostro porque había malditamente dolido. Aunque,
recuerda que lo dejó asombrado, aturdido mientras miraba a Regulus con pura incredulidad, muy
sorprendido porque ni siquiera lo vió venir. De hecho, ese es un tema común con el.
Regulus estaba tan avergonzado, y se había apresurado en conseguirle una toalla para su nariz, sus
mejillas estaban rojas. Casi se ponía a llorar. James recuerda sentarse en su cama mientras Regulus
se disculpaba una y otra vez, para luego no poder evitar reírse, solo para soltar un quejido por el
dolor que eso le causó. Regulus sostuvo la toalla contra su rostro mientras James le sonreía, y
volvió a ponerse rojo mientras se iba raṕidamente para traer a Sirius. Por supuesto, cuando Sirius
se enteró de lo que había sucedido, se carcajeó tan fuerte que tuvo que recostarse en el suelo, y el
pobre Regulus se veía como si deseara arrastrarse debajo de su cama para no volver a salir nunca.
Esos eran tiempos más simples. Antes de que Sirius se fuera a la arena. Antes de que Regulus
odiara a James. Antes de que James supiera lo que era sentirse como un fracaso. Eran tan jóvenes.
"¿Vas a quedarte ahí parado todo el día, o…?" Regulus alza sus cejas y se desplaza ligeramente
sobre sus pies.
"Es mejor no dejarlo en un toque de salida," reflexiona James, las esquinas de sus labios se curvan
hacia arriba. "Eres tan testarudo que nunca lo harías."
"Bueno, al menos lo sabes," responde Regulus, un destello de diversión le cruza los ojos.
James asiente, y luego se mueve al interior. En realidad, él nunca ha hecho algo como esto con
alguien que no fuera Sirius, pero lo ha hecho lo suficiente con Sirius como para saber qué hacer.
De alguna forma, es como un baile, uno en donde tu compañero en realidad es tu oponente y tienes
que anticipar sus pasos mientras haces lo posible para no revelar los tuyos. Tienes que poner
atención y concentrarte, confiar en la defensa y ofensa indistintamente, identificando cual es la más
eficiente.
Regulus probablemente tampoco lo ha hecho con alguien más además de Sirius, eso significa que
conoce todo lo que James sabe. Al igual que James, no se tensa, y permanece atento a cada
movimiento.
James sabe que hay personas viéndolos desde la distancia, sabe que han reunido una clase de
público, pero no le interesa. Su mundo se reduce a Regulus, y eso es todo.
Hay unos primeros desplazamientos tentativos de sus cuerpos rondando al otro como una danza, o
un enfrentamiento, y luego Regulus salta hacia atrás cuando James suelta el primer golpe por él,
con los pies ligeros. Pasa otra vez, y otra vez, y luego James percibe como anticiparlo, atrapando
su brazo. Regulus agarra inmediatamente la mano de James y gira a su alrededor, torciendolo
contra su espalda. Aprovecha el momento para empujar a James por la espalda, haciéndolo tropezar
unos pasos hacia delante.
Cuando James voltea, Regulus sigue en el mismo lugar, flojo y relajado. Resoplando una risa por
lo bajo, James sacude la cabeza y vuelve a moverse dentro.
"Tu y tus maniobras evasivas," farfulla James mientras Regulus vuelve a bailar fuera de su alcance.
Regulus le manda una sonrisa rápida, vino y se fue en un instante. Oh, lo está disfrutando.
"Seguramente no pensabas que te lo iba a poner fácil, ¿verdad, James?"
James sonríe y se desplaza hacia delante, atrapando el codo de Regulus cuando comenzó a
levantarlo y engancha su pie detrás de su pantorrilla para barrerle las piernas debajo de él. Regulus
cae, golpeando la colchoneta con un ruido sordo y un silbido suave, el aliento se arranca de sus
pulmones. James mira hacia abajo con suficiencia. "¿Ves? Eso fue divertido."
Regulus entrecierra los ojos, y luego James aulla cuando unos dedos fríos se le enrollan en el
tobillo y jalan. No vió eso venir, de nuevo, así que tropieza hacia atrás, y Regulus levanta una
pierna y empuja para que James caiga. James aterriza con fuerza, gimiendo ya en el suelo,
parpadeando con rapidez. Le toma un segundo recuperar el aliento, y luego se gira lo suficiente
para atrapar la muñeca de Regulus.
Hay un breve forcejeo, la rodilla de Regulus golpea el estómago de James y James está torciendo
el brazo de Regulus hacia atrás. Ruedan, y vuelven a rodar, y luego Regulus rueda hasta quedar
sobre él, sosteniendo a James con fuerza por las muñecas y estampándolo contra la colchoneta.
"¿Aún te diviertes?" cuestiona Regulus, consiguiendo de alguna manera arquear su ceja incluso con
su pecho agitándose por el esfuerzo.
"Bastante," silva James, para después rodar sus muñecas y sacudir las caderas mientras se lanza
hacia un costado. Sacude un brazo sobre y por debajo de Regulus, empujándolo boca abajo
mientras deja caer su rodilla en medio de su espalda. Podría arrancarle el brazo, pero no tendría
sentido, notando que habría dejado que James lo rompiera antes de siquiera avisar.
Regulus maldice por lo bajo, dejando a su frente presionar contra el tapete mientras respira con
fuerza. Su cuerpo está tenso, y James puede ver sudor deslizándose por detrás de su cuello,
desapareciendo en su clavícula. Después de un latido, Regulus se relaja de golpe, y luego extiende
su mano libre hacia atrás para enganchar sus dedos en el pliegue de la rodilla doblada de James.
Tira de ella al mismo tiempo que balancea su cuerpo hacia un costado, causando que James se
desbalancee y casi caiga. Regulus consigue voltearse debajo de él, liberando su brazo, pero ahora
James está a horcajadas sobre sus caderas y trata de agarrar sus muñecas frenéticamente.
No funciona muy bien, sinceramente. Regulus aleja sus manos de un golpe, se sostiene de las
caderas de James, y se arroja completamente hacia un lado, aprovechando el momento de su giro
para contrarrestar el peso de James. Una vez más, James choca con la colchoneta de espaldas, con
un gruñido y una maldición amortiguada. Regulus lo sigue directamente.
"Tu primero," exhala Regulus. Tiene las manos de James atrapadas entre sus rodillas y el cuerpo
del mismo, manteniéndolo en su lugar mientras una de las manos de Regulus de presiona contra su
pecho. Su otra mano sostiene el hombro de James, conservándolo inmovilizado.
James respira hondo, su mente se dispara. Trata de retorcer sus dedos, pero las rodillas de Regulus
aprietan más fuerte sus costados, manteniendo las manos de James atrapadas. Honestamente, James
no puede moverse mucho, o eso cree. Le toma un minuto recordar que puede doblar sus rodillas, y
luego hace justo eso, lanzando su pierna lo suficientemente fuerte contra la espalda de Regulus
para desplazarse lo necesario para liberar sus manos.
Mientras Regulus vuelve a estabilizarse, James rodea con sus manos cada una de sus muñecas justo
a tiempo para tirar de sus brazos hacia atrás conforme se levanta. Esto los alza un poco hasta que
Regulus está sentado sobre los muslos de James mientras él se sienta y le clava los brazos en la
espalda. Llegan a un callejón sin salida, porque Regulus no puede liberar sus manos, y James no
puede quitarse a Regulus de encima, así que están presionados pecho contra pecho, jadeando
mientras se miran fijamente y tratan de idear qué hacer a continuación.
"Podría darte un cabezazo, pero eso dañaría tu rostro," se queja Regulus. Hace una pausa, luego
carraspea. "Y el mío."
"Sabes, en realidad, estoy replanteando esa decisión. A estas alturas, valdría la pena."
Regulus se mofa. "¿Estás bromeando? Si tuviera mi daga, ya te habría matado diez veces."
"Mm, pero no la tienes." le sonríe James, luego se muerde el labio cuando Regulus echa su cabeza
para atrás y suelta un quejido. "Oh no hagas eso. Me estás dando todo tipo de ideas sucias."
"¿Lo hago?" Regulus levanta la cabeza y estrecha los ojos hacia él, tirando de sus manos, pero
James mantiene sus muñecas firmemente atrapadas detrás suyo. Regulus bufa. "Bueno, siendo
realistas, no puedo hacer nada más, y tú no puedes hacer más, así que eso es todo."
"Hay muchas cosas que podemos hacer en esta posición," lo corrige James, sonríe cuando Regulus
lo mira con desprecio. "Oh, te referías a—claro, lo siento, estaba pensando en otras cosas."
"No podrás coquetear conmigo cuando estés muerto," le comenta Regulus, el sonrojo en su rostro
no se desvanece ni un poco.
James tararea. "Supongo que tendré que vivir lo suficiente para hacerlo un poco más."
"Si te acercas a intentarlo, no tendrás la oportunidad."
"¿Qué vas a hacer? ¿Arrastrarte a mi regazo y dejarme sostener tus manos en tu espalda? Oh no,
estoy aterrado ."
"Tienes dos segundos para soltarme, o te daré un cabezazo y dejaré que Sirius nos grite," estalla
Regulus. "Uno—"
"Está bien, está bien'', concede James soltando sus manos, porque esa es su voz de no estoy
jodiendo. James la ha escuchado lo suficiente durante años para conocerla bien.
"Idiota," dice Regulus para inmediatamente, sin dudarlo, volver estampar a James contra la
colchoneta por los hombros.
"Sabes, yo diría que has recorrido un largo camino," James murmura sin aliento, sus manos se
asientan en las caderas de Regulus—y podría intentar quitarlo de encima, pero no lo hará.
Las cejas de Regulus se elevan hacia él, sus manos se aflojan contra los hombros de James,
deslizándose más allá como si estuviera sintiendolos bajo sus palmas. "¿Lo hice? ¿Cómo?"
"Bueno, venimos de ti golpeándome el rostro cuando solo tenías trece, y ahora aquí estas a los
veinticinco, usandome como un asiento y manoseandome a tu antojo," le comenta James,
resoplando una risa mientras Regulus deja de inclinarse sobre él, sentándose recto con lentitud.
Mientras lo hace, sus manos se deslizan hacia abajo, pasando de los hombros hasta el pecho de
James. James ve a Regulus atrapar su labio inferior entre sus dientes, sus ojos siguen el recorrido de
sus propias manos. James le aprieta gentilmente la cintura, tratando de no reír. "¿Lo estás
disfrutando?"
"Lamentablemente, sí, al menos un poco," confiesa Regulus, lo que deja a James sintiéndose
bastante triunfante, en realidad. Regulus sacude la cabeza y golpea gentilmente entre las costillas
bajas de James, en el hueco de su estómago. "Eres impío , James, ¿sabes eso? No es justo. Tú no
deberías ser tan—tan—"
"Inclinado al deporte," completa Regulus con el ceño fruncido. Uno muy lindo, pero un ceño
fruncido en todo caso.
Regulus rueda los ojos y empuja su puño contra el estómago de James lo suficientemente fuerte
para hacerlo gruñir y hacerse un ovillo ligeramente. Con una sonrisa pequeña, Regulus se estira y
le da una palmadita a la mejilla de James mientras suelta un quejido por lo bajo. "Algo así."
"Brillante. Me encanta eso para mí," dice James sin aliento mientras Regulus se levanta de encima
de él. James presiona ambas manos contra su estómago, respirando con dificultad, y luego una
mano se extiende sobre él. Regulus espera con las cejas alzadas, y James—después de recuperar el
aliento—se alza para tomarla.
James ríe. "Eres como una serpiente, midiendo mi cuerpo para saber con precisión como necesitas
matarme." Los labios de Regulus se crispan, pero no lo niega. James sacude la cabeza y se mueve
sobre sus pies. "Si, está bien. Hagámoslo otra vez."
Lo hacen otra vez, y otra, y unas cuantas veces más por si acaso, hasta que los dos están
desparramados en el tapete, jadeando mientras miran fijamente al techo. Han estado en todas las
posiciones posibles para este punto, y cada uno ha ganado por lo menos una vez. James ahora sabe
lo que es tener los muslos de Regulus alrededor de su cabeza,y cuando hizo un comentario sobre
cómo podría morir en ese instante como un hombre feliz, Regulus lo estrujó como si estuviera
tratando de reventar su cabeza como un melón. James ni siquiera intentó escapar de eso, si es
honesto.
La gente dejó de ver el show a mitad de camino cuando se hizo evidente que no iban a tratar de
matarse. Algunos de ellos incluso se vieron sorprendidos o entretenidos de escuchar a James
tratando de coquetear con Regulus en cada oportunidad que tenía. Irene preguntó si podía entrenar
con James, y Regulus afortunadamente la rechazó con un simple y afilado no, busca a alguien más
, que salvó a James de encontrar una forma de negarse.
La sala de entrenamiento ya estaba vaciándose, las personas se iban y preparaban para las
evaluaciones individuales. James sabe que él y Regulus necesitan levantarse e irse, pero ninguno de
los dos lo hace por un largo rato. Se quedan en el tapete, sus pechos se agitan mientras yacen
acostados al lado del otro, completamente agotados.
Sorprendentemente, Regulus es el primero en romper el silencio. Su voz es baja. "A veces, trato de
imaginar poner estas habilidades en práctica, y no es—no es claro. No será como esto, James. No
en la arena. Estaremos luchando por nuestras vidas. "
Yo estaré luchando por la tuya, no dice James. No puede atreverse a decirlo, y no sabe por qué. Tal
vez debería. Tal vez solo debería decirle a Regulus que planea ayudarlo a regresar a casa, pero él
solo—no puede. No hará que Regulus lo odie menos. James sabe que hará que Regulus lo odie aún
más.
"No puedes dudar," susurra Regulus, sonando fúnebre. Se alza con sus codos y mira hacia abajo a
James, su garganta se mueve. "Ni por un segundo, ni por nadie."
"Ni siquiera por mí," dice Regulus suavemente, y luego le da a James una sonrisa. Es pequeña y
triste. "Pero soy más rápido."
"Si, lo eres," admite James, porque lo es. "Así que, mientras no dudes, ni siquiera tendré la
oportunidad de hacerlo."
La cosa es que, James no cree que Regulus lo matará, si se le da la oportunidad. Es difícil para él
incluso contemplarlo. Ha conocido a Regulus desde que tiene diez años, solo un niño siendo
cargado en la espalda de su hermano mayor cuando no se sentía bien, dormido sobre su hombro.
James pensó que era menor cuando lo vió por primera vez, porque se veía tan inocente y pequeño
cuando dormía, dejando una mancha de baba en el hombro de Sirius por tener la boca abierta. Le
sorprendió enterarse de que era solo un año más joven—casi dos años menos que Sirius. Es solo un
bebé, había pensado James.
Eventualmente, James creció pensando eso sobre Regulus, y Regulus dejó de ser dulce demasiado
pronto. Eso no significa que James no lo recuerde. Eso no significa que James no sepa que es capaz
de serlo. Regulus, con sus ceños fruncidos y palabras duras, solía sonreír y tartamudear y recurrir a
la amabilidad como primer instinto. Solía ser tímido . Todas esas cosas aún existen dentro de él;
ahora simplemente se manifiestan de diferente manera.
Jamos no siempre logra comprender a Regulus, no de la forma en la que lo hacía, pero sabe una
cosa con seguridad. Regulus no es un asesino. Él es un sobreviviente, y hará lo que sea necesario
para sobrevivir, pero no va a desvivirse para lastimar a nadie. Especialmente no a James. Puede
decir lo que quiera, pero después de todos estos años, los ojos de Regulus son los mismos, aunque
solo sea por eso, y James solo necesita mirarlos para ver quién es él realmente.
"Entonces no tendrás la oportunidad de hacerlo, porque no dudaré," le dice Regulus en voz baja, no
por primera vez, y James no se lo cree en absoluto.
Tal vez sea un riesgo, pero James mira en los ojos de Regulus, y se siente completa y enteramente
seguro.
Como si pudiera sentir la fuente de su debilidad, Regulus baja la mirada y se empuja hacia arriba
completamente, parándose sobre sus pies. Podría irse y dejar a James atrás, pero no lo hace. Le
ofrece su mano, se la tiende a él.
NOTA AUTOR
resúmen rápido:
solo poniendo esa información ^ ahí para sus teorías, porque por ahora, es todo lo que
saben.
regulus cuando era pequeño: im just a baby
james, al conocerlo: he's just a baby!
NOTA TRADUCTORA
heeeeyy, ¿qué tal todo? este es un capítulo bastante tranquilo, en lo que cabe je
NOTA AUTOR
Regulus sabe que no debería. El sabe que es una mala idea, y Sirius estaría furioso si se enterara,
porque dejó muy en claro desde el principio que no podía enemistarse con los vigilantes.
Las cosa es que, cuando Regulus se presenta a su evaluación por la noche en el último día de
entrenamiento, entra con un plan. Es un plan simple aprobado previamente por Sirius. Entrar,
presumir con varias dagas, luego irse. Muy simple.
Bueno, es solo que Regulus detesta ésta experiencia entera, aún más cuando mira hacia arriba para
ver a varias personas observandolo atentamente, riendo y notándose emocionados cuando les
muestra de lo que es capaz. Solo es un peón para ellos. Un personaje en su espectáculo. Ellos no
entienden la gravedad de esta situación; ellos no saben lo que está en juego; ellos no saben lo que
es estar asustado, ni por un momento.
Regulus quiere que estén asustados, que se enfrenten a su propia y frágil existencia. Horace
Slughorn es el Vigilante en Jefe, y es el objetivo de Regulus. Solo es una torcedura rápida en su
muñeca, y la daga vuela por el aire, enterrándose en el cojín justo a un lado de la cabeza de
Slughorn. Regulus apunta lo suficientemente cerca para cortarle un mechón de cabello que se
desliza por su hombro, pero no lo suficientemente cerca para lastimarlo.
Todos guardan silencio, y Slughorn gira la cabeza con lentitud para mirar fijamente la empuñadura
del cuchillo con los ojos bien abiertos. Se estira y quita el mechón de cabello de su hombro,
sosteniéndolo con una incredulidad notoria, y todos están agitados. Regulus puede ver que los
asustó, y se deleita con ello. Cuando todos lo miran, les regala una reverencia fingida y sale con la
cabeza en alto.
~•~
"¡¿Le lanzaste una daga a la cabeza ?!" brama Sirius, sintiéndose peligrosamente cerca de volverse
jodidamente loco. Alza sus brazos y los sacude salvajemente. "¡¿Has perdido la cabeza ?! ¡¿Qué
estabas pensando?! ¿Tienes alguna idea—"
"Slughorn vino a quejarse conmigo de eso, diciéndome que mantuviera a mis tributos a raya,"
estalla Sirius, sus fosas nasales se agitan. "¡No puedes solo hacer cosas como esa, Reggie! ¡No
entiendes que no solo te pones a ti, sino a James y también a mi en riesgo cuando actúas como un
niño egoísta e imprudente!"
"¡Este es el Hallow!" explota Sirius, golpeando el dorso de una mano contra la palma de la otra.
"Las reglas son distintas aquí. No puedes solamente hacer lo que se te dé la gana solo porque te
sientes un poco enojado. ¡Noticia de última hora, pero todos nosotros nos sentimos un poco
malditamente enojados! Cada movimiento que haces, cada palabra que sale de tu boca, cada
decisión que tomas—se refleja en ti, y no solo en tí, sino en nosotros . Y eso controla en cuanto
jodido peligro nos encontramos, ¿lo entiendes?"
"¡Está bien!" grita Regulus, lanzando sus manos de golpe mientras se levanta de su asiento. "Esta
bien, lo entiendo, solo callate, ¿puedes? Creo que ya probaste tu punto, Sirius. No puedo hacer
nada bien para ti, no soy lo suficientemente como James, soy una enorme jodida decepción—bien,
entendido, lo has hecho descaradamente obvio durante la última década "
"Buena charla," masculla Sirius, soltando un pesado suspiro mientras sacude la cabeza y se dirige a
la cocina, yendo directamente por el carrito de licor que espera por él.
"Sirius." ese es James, por supuesto, siguiéndolo y hablando gentilmente. Cuando Sirius lo mira,
los ojos de James están tristes.
"Yo—tengo que ser más duro con él, lo sabes, porque está en mucho peligro, James. Él ni siquiera
se da cuenta—" Sirius se ahoga, su cabeza se inclina mientras se para frente a los estantes con vino
y otros licores para elegir.
"Basta. Hey, Sirius, detente," susurra James, moviéndose para tomarlo del hombro, girándolo para
que se miren el uno al otro. "No voy a dejar que eso pase, ¿está bien?"
"Puedes intentar, ambos podemos intentar, pero a veces—" Sirius inhala bruscamente, las lágrimas
salen cada vez que parpadea. "A veces no es tan sencillo, James. Y—y luego estás tú. Porque tú no
—porque decidiste—"
James lo interrumpe atrayéndolo en un abrazo apretado, y las palabras le fallan a Sirius a partir de
ahí. No intenta decir nada más, incapaz de expresar lo injusto que es todo esto, lo difícil que es, y
cómo lo está astillando y desgastando hasta sentir que se desmorona todo el tiempo. En su lugar,
Sirius entierra su rostro en el hombro de James y trata de no llorar demasiado.
Se siente mal, de cierta manera, necesitar que James lo consuele ahora, cuando es él quien irá a la
arena. Debería ser Sirius quien que lo consuele, y él lo sabe. Realmente no se ha dado el tiempo
entre tratar de hacer todo lo que puede para mantenerlos vivos a ambos. Cómo hace James para
manejar todo esto, Sirius realmente no lo sabe; no piensa que James será honesto sobre eso
tampoco.
James puede fingir que está convencido de su decisión todo lo que quiera, pero Sirius sabe que no
es así de simple. Las personas no solo se resignan con su decisión de morir en situaciones como
esta. James debe estar asustado, preocupado, estresado; y aún así, a pesar de todo eso, es él quien
sostiene a Sirius justo ahora, firme como una roca.
Sirius se separa, avergonzado, y sacude su cabeza mientras desliza su muñeca debajo de sus ojos.
Gira para acicalarse, agarrando la primera botella de líquido ámbar que se le cruza y dos vasos. La
peor parte, que Sirius aún no ha enfrentado, es aceptar la elección de James. Sabe que quiere que la
respete, ¿pero cómo se supone que Sirius haga eso? Con su hermano pequeño del otro lado, todo es
tan jodidamente complicado.
El aún no sabe como se supone que haga esto, y helo aquí, haciéndolo. Porque es todo lo que puede
hacer.
"Regulus no se refería a eso, sabes," murmura James conforme Sirius les sirve un trago.
"Si, lo hizo," dice Sirius en tono áspero, asentando la botella. "Y está en lo correcto, ¿no es así?
Cuando volví de la arena—"
"Cuando volviste de la arena, estabas herido , Sirius. No tienes que disculparte por cómo sanaste.
Por como aún sigues sanando," dice James firmemente. "No hiciste nada malo yéndote de esa casa
y viniendo a la mía."
"Le pedí que viniera," confiesa Sirius por primera vez, y James se ve sorprendido. Sirius aparta la
mirada. "Dos años después. Dos años tarde."
Sirius mira fijamente su bebida y susurra, "Él necesitaba escucharlo de mí. Él necesitaba que fuera
yo quien se lo pidiera, y yo—yo no lo hice. No lo hice hasta que supe que no vendría."
"No lo hiciste hasta que pudiste ," lo corrige James suavemente. "Sirius, no te sientas culpable por
lo que pasaste. Tú estabas—hiciste lo mejor que pudiste."
James no tiene respuesta, no para eso. Sirius mueve su mandíbula, luego alza su trago y lo toma de
golpe, sus ojos se cierran ante el ardor que le recorre la garganta.
La verdad es que Sirius no podía mirar a Regulus. No podía estar cerca suyo. No podía hablarle.
No podía hacer nada con él, o por él, porque Sirius era un maldito desastre. Estaba
irreparablemente roto, y no sabía cómo manejarlo.
Sirius no podía descifrar cómo iba mirar a su hermano pequeño a los ojos sabiendo que Regulus lo
observó asesinar en su nombre. Todo lo que Sirius hizo—absolutamente todo—fue para que
Regulus no tuviera que hacerlo, y eso es demasiado para poner en una persona, especialmente un
chico de quince años que lo admiraba. Sirius regresó a su casa mal , y no quería que Regulus lo
supiera, que lo viera. Es el hermano mayor de Regulus, el que lo cargaba cuando estaba cansado, y
cuidó de él cuando estaba enfermo, y se ofreció como voluntario cuando su nombre fue llamado.
Sirius no quería que Regulus viera en lo que se había convertido, que lo mirara y recordara lo que
había hecho por él. Regulus era el espejo que Sirius estaba evitando, demasiado horrorizado con el
reflejo de todo lo que había hecho para siquiera acercarse lo suficiente para echar un vistazo.
Regulus tampoco podía mirarlo. Sirius no recuerda mucho del primer año luego de regresar, pero
tiene presente que Regulus era diferente. Severo, frío, distante, y defensivo. Solo se puso peor
conforme pasaron los años, y Sirius solo podía mirarlo y saber que él había hecho eso. Era su
culpa. Sirius fue a la arena y luchó para regresar con su hermano pequeño, solo para volver y
perderlo de todos modos.
Regulus no lo ha dicho. Él nunca lo ha dicho, y Sirius cree que morirá antes de admitirlo, pero está
seguro de que Regulus se arrepiente de que haya tomado su lugar.
"Estás siendo duro contigo mismo," le dice James mientras hace girar la bebida por su vaso. "Estás
desgastándote hasta el hueso para ayudarnos a Regulus y a mí . No pienses que no lo he notado."
"No es tan dificil, dejame decirte," farfuulla Sirius por lo bajo, estirándose para deslizar el vaso de
James de su mano, bebiendoselo si él no lo hará. "Regulus no lo hace más fácil."
James resopla. "Bueno, es Regulus. Sabes como es, y honestamente, ¿puedes culparlo? Como si tú
no quisieras hacer que los vigilantes se cagaran del miedo." James sacude la cabeza, agachándose
para ocultar su sonrisa, aunque Sirius puede verla de todos modos. "Eso fue jodidamente brillante."
"James," lo regaña Sirius ligeramente, y James le da una mirada. Sirius trata de mantener una
expresión seria, pero no puede evitarlo; una risita se le escapa, y después está carcajeandose,
porque de verdad es jodidamente brillante. En el fondo, Sirius está tan orgulloso. Desearía haber
estado ahí para verlo, si es honesto.
Por un instante, a pesar de todo, son solo dos mejores amigos riendo por lo absurdo que es que
Regulus le haya lanzado una daga en la cabeza a alguien. Es tan surrealista, y ambos ríen tan fuerte
que se inclinan jadeando en busca de aire, casi al borde de las lágrimas. El tipo aceptable de
lágrimas esta vez. James lo mejora todo; siempre lo ha hecho.
"Lo peor," continua Sirius, conforme la risa se apaga, "todos ellos piensan que Regulus y tú están
en algún tipo de guerra personal. Los están enfrentando en contra del otro, ¿puedes creerlo?"
"Sé que estás preocupado," dice James, "pero lo que suceda, sucederá a pesar de todo. Sé que lo
estás intentando por ambos, y que estás haciendo todo lo que puedes, pero también tienes que
cuidar de ti. Tu—tu tienes que cuidar de ti, Sirius." Traga saliva, luciendo más solemne al sostener
la mirada de Sirius. "Tienes que hacerlo, ¿entiendes?"
"Incluso cuando—" James inhala con dificultad, dejando caer la mirada cuando exhala, sus ojos se
cierran con fuerza. "Incluso cuando ya no esté aquí para asegurarme de que lo haces, tienes que
cuidar de ti."
"Prometemelo."
"Basta," se ahoga Sirius, sus ojos están ardiendo de nuevo. No puede hacer esto. No puede salir de
este estado de negación. Es una cosa débil y desesperada a la que aferrarse, pero no aceptará nada
más. Él no lo hará.
James se estira para dejar a su mano descansar en el brazo de Sirius, buscando sus ojos hasta que
ya no puede evadirlo. "Por favor, Sirius. Necesito que me lo prometas, y necesito que lo cumplas.
Tienes que, ¿de acuerdo? Necesito que hagas eso por mí. ¿Harías eso, por favor?"
Sirius haría cualquier cosa por James, pero no sabe cómo hacer esto. No sabe cómo puede hacerlo.
Y aún así, Sirius contesta áspero, "Lo prometo."
El caso es que es una mentira, porque Sirius haría cualquier cosa por James, pero no será capaz de
hacer esto.
Regulus no está en su habitación cuando James toca y asoma la cabeza incierto. Ha pasado una
hora, así que James espera que se haya calmado, aunque sea un poco. La puerta de su balcón está
entreabierta, hay una brisa gentil fluyendo desde afuera. James se acerca, luego duda, entonces
sacude su cabeza y sigue.
El balcón es lo suficientemente grande para tener dos sillas y una mesa pequeña entre ellas, con un
cenicero de cristal descansando en el centro. James no se sorprende al verlo vacío y limpio; Sirius
es quien fuma ocasionalmente, no Regulus. En cuanto a Regulus, solo está sentado en la silla con
las piernas dobladas debajo de él mientras mientras mira a la gente caminando por las calles,
luciendo como unas extrañas y coloridas hormigas gracias a la altura.
Regula ni siquiera levanta la mirada cuando dice bruscamente, "¿Qué te hace pensar que quiero
tener algo que ver contigo ahora mismo?"
"Er," dice James, y Regulus suspira. Hay un largo segundo de silencio antes de que James se siente
con cuidado en la silla restante, carraspeando. "Bueno, mejor yo que alguien más, supongo. Digo,
puedo ir por Sirius si quieres—"
"Estoy bien."
"Ninguno de nosotros lo está, y no podemos estarlo, no con todo esto," James contesta, girando su
cabeza para observar con el ceño levemente fruncido a las personas pasar por la calle. "No creo
que obligarnos ayude a cualquiera de nosotros, y pretender estar bien es… inútil."
Regulus no dice nada. Solo abraza sus piernas más cerca de su pecho, recargando su barbilla en sus
rodillas. Tomó una ducha. Su cabello está húmedo y rizado, y se puso ropa más suave, como si
estuviera listo para irse a dormir. Parece tener sueño, en realidad, o tal vez solo está cansado. Hay
una diferencia; una es adorable y otra es triste, y de algun modo, Regulus se las arregla para ser
ambas.
"Sirius—"
"Claro." James deja salir un suspiro tranquilo, escondiendo sus labios e inclinando la cabeza para
mirar los dedos sobre su regazo. Pellizca uno de sus nudillos, luego vuelve a levantar la mirada,
escaneando el costado del rostro de Regulus. "¿Recuerdas tu quinceavo cumpleaños?"
Regulus alza levemente la cabeza y gira lo suficiente para apoyar la mejilla en su rodilla, mirando a
James con los ojos medio cerrados. En su rostro está el fantasma de una sonrisa, tenue y apenas
presente. Su voz es suave cuando dice, "Si, lo recuerdo."
"Nevó la noche anterior," rememora James, las esquinas de sus labios se alzan. "Sirius te arrastró
hasta mi casa con por lo menos cinco capas de ropa y ese gorro que solías usar siempre. El
abultado con una bolita deshilachada en la cima."
"Sirius lo hizo para mí," murmura Regulus, sus ojos se cierran. Así, se ve pacífico. "Solía tener una
campanilla en la bola, sabes, así Sirius podría escucharme acercarme. Decía que me movía como
un fantasma, demasiado callado. Eso fue antes de que ustedes dos se conocieran. Para cuando
llegaste, la campanilla ya había dejado de sonar. Nunca pudimos averiguar por qué."
"Nunca me enteré de eso," medita James. "Ese día, tu cumpleaños… Recuerdo que pasamos horas
afuera en la nieve. Construimos un muñeco de nieve en mi porche, y le pusiste tu gorro. Lo
olvidaste ahí cuando nos fuimos para hacer ángeles de nieve."
"Bueno, tu y Sirius tuvieron que irse rápido para no meterse en problemas con tus padres, y yo—"
James se aclara la garganta cuando los ojos de Regulus se abren de golpe. "Tú solo—lo dejaste, así
que lo llevé adentro. Tenía planeado devolvértelo, pero—"
"Pero, dos días después, la vida como la conocíamos se vino abajo," completa Regulus, resoplando
una risa amarga.
"Supongo que ya no importa," farfulla Regulus, dejando que sus ojos vuelvan a cerrarse.
"Aún tengo tu gorro," confiesa James. Las cejas de Regulus se fruncen, pero sus ojos no se abren.
"Está—está, ah, en el cajón superior del buró junto a mi cama."
"Si, lo sé," masculla James. "Pero… solo por si acaso querías recuperarlo, o…no lo sé. Es—ahí es
donde está."
"¿Por qué harías eso?" susurra Regulus, sus ojos finalmente se abren de nuevo. "¿Por qué te lo
quedarías?"
Regulus lo mira fijamente por un largo rato, sin decir una palabra, y hay algo insoportablemente
suave en sus ojos ahora mismo. James los observa pasar de esa ternura a algo mucho más
devastador; simple dolor. "Sirius me dijo el día anterior a la cosecha que me haría uno nuevo y le
pondría una campanilla por mí. Nunca vi ese tampoco."
A James se le dificulta hablar más allá del nudo en su garganta y descubre que no puede, porque
esto va mucho más allá de un simple gorro, y él lo sabe. Para Regulus, para Sirius, es sobre todo lo
que cambió para ellos. Eran tan jóvenes para haber pasado por tanto. Ninguno de los dos lo
merecía. Ninguno de ellos se merece lo que están pasando ahora.
"Suena estúpido, ¿no?" pregunta Regulus, dejando caer su mirada a sus propios dedos que pinchan
la costura sobre su rodilla. No hay hilo suelto, pero está buscando uno. "¿Que tiene de importancia
un gorro en medio de todo eso, en realidad? No la tiene. Nunca me importó más que a él. James,
nunca fue sobre el sombrero, o las dagas, o todas las cosas que hizo para mi."
"Lo sé," la voz de James sale áspera, y Regulus vuelve a cerrar los ojos, dejando de hablar por un
largo rato. Sus dedos suben y bajan por la costura arrugada donde su rodilla está doblada; no pudo
encontrar un hilo que arrancar. James vuelve a enfocarse en sus propios dedos, sintiendo su pecho
apretarse. "Recuerdo la nieve en tu cabello."
"¿Qué?" masculla Regulus, abriendo un ojo con pereza, casi como un gato. No, exactamente como
un gato. Un gato muy desconfiado que quiere algo pero no te dirá lo que es.
James tose y se estira para rascar su nuca. "Solo—en tu cumpleaños, recuerdo la nieve que se
quedó en tu cabello. Cuando—solo, ya sabes, después de levantarte de hacer tu ángel de nieve. Ya
te habías quitado tu gorro, y había un poco de nieve en tu cabello, como escarcha tenue. No se
porque yo—bueno, digo, sólo lo recordé."
"Okay," dice Regulus, ahora con ambos ojos abiertos, pero no mucho. Lo mira con ojos
entrecerrados, aún desconfiado.
"No lo sé," masculla James, dejando caer su mano para entrelazar sus dedos. Se queda mirándolos,
pero su mente vuelve a rebobinar, llevándolo de vuelta al pasado. "Te veías—realmente feliz. Creo
que esa fue la última vez que te ví así de feliz. Recuerdo que justo después, estaba riéndome con
Sirius, y una maldita bola de nieve me golpeó justo en la nunca de la nada."
El rostro de Regulus se tuerce, y ahí está—esa pequeña sonrisa que abre un poco más sus ojos,
mostrando lo cálidos que pueden ser cuando se llenan de diversión y un deleite secreto. "Quería tu
atención."
"La tienes," James contesta secamente, y Regulus gira su cabeza para presionar su sonrisa contra su
rodilla. James desearía que no lo hiciera. Quiere verla. " Si, definitivamente la tienes."
Es verdad, James recuerda ese momento con perfecta claridad, porque fue uno de impacto. Sirius
estaba parloteando sobre el fuerte de nieve que tenían que construir, hablando velozmente sobre lo
magnífico que sería, y James solo podía reír por cada ridícula idea adicional con la que salía, así
como los nombre tontos que sugería.
El caso es que, James sí escuchó a Regulus llamar su nombre la primera, segunda y tercera vez. A
él solo no le importó lo suficiente como para voltear, mucho más interesado en lo que Sirius decía
para prestarle atención a su hermano pequeño. Regulus dejó de llamarlo, y James se olvidó por
completo de él rápidamente—por unos cinco segundos. Regulus, quien se estaba volviendo cada
vez menos tímido conforme crecía, lanzó una bola de nieve a la parte trasera de su cabeza con tanta
fuerza que hizo que Sirius se callara a la mitad de una frase y James lo mirara boquiabierto con
incredulidad pura durante unos dos segundos.
Sirius, por supuesto, procedió a aullar de la risa, literalmente doblándose en dos y golpeando su
rodilla, con un torrente de elogios cayendo de su boca para su hermanito de mierda. Mientras tanto,
James alzó su mano lentamente para retirar los bultos de nieve de su cabello y giró en su lugar,
totalmente preparado para amenazar a Regulus e ir inmediatamente por la revancha lanzándole
bolas de nieve, pero nunca llegó tan lejos.
Ahí parado estaba Regulus, con una tenue capa de nieve en su cabello oscuro, el rostro sonrojado
con deleite, ojos brillantes de pura satisfacción. Sonreía y se limpiaba los guantes para quitarse la
nieve. Fue la primera vez que James lo miró y pensó en él como algo más que el hermanito de
Sirius. Se le cortó la respiración, porque en ese momento se dió cuenta de que Regulus era total e
innegablemente hermoso.
Regulus había transformado su expresión en algo neutral, a pesar del brillante destello en sus ojos,
y había arqueado una ceja directo hacia James mientras decía, "Estaba hablándote. No me
ignores."
Pero, en realidad, nada fue lo mismo después de eso. Dos días después Sirius se ofreció a ir a la
arena para que Regulus no tuviera que, y Regulus… Bueno, Regulus comenzó a ignorar a James.
Nunca dejó de hacerlo, y solo empeoró cuando Sirius volvió a casa. La distancia de Regulus se
había transformado en odio en algún punto, y James tenía que vivir con ello.
A veces, James se pregunta qué habría pasado si el nombre de Regulus nunca hubiera sido
llamado, si Sirius no se hubiera ofrecido, si los juegos no existieran en absoluto. A veces, James se
pregunta qué hubiera pasado si Regulus y él se hubieran molestado en prestarle atención al otro al
mismo tiempo. No tiene sentido preguntarselo, en realidad. Nunca lo sabrá.
"Ese fue un buen día," murmura Regulus, su rostro se suaviza con afecto. "El último buen día,
creo. Antes de—todo."
"Nunca me dijiste que era lo que querías," dice James, causando que Regulus parpadee hacia él.
"Digo, me golpeaste en la nuca con una bola de nieve, y nunca dijiste por qué."
"Solo quería que me miraras," le cuenta Regulus, entonces se sobresalta y aprieta los ojos. "Espera.
Espera, no, yo no—"
"Oh, ¿es así?" molesta James, inclinándose hacia delante con una sonrisa mientras Regulus gruñe y
comienza a golpear su frente contra su rodilla repetidamente. Sus mejillas se están poniendo rojas.
"¿Querías que te mirara? ¿Eso es todo? Entonces me golpeaste en la—"
"Tenía quince ," sisea Regulus, su cabeza se levanta de golpe mientras mira ferozmente a James.
"¡Apenas!"
"Un quinceañero muy violento. Querías mi atención lo suficiente para causarme daño cerebral."
"Dolió, Regulus."
"Eso también."
James tararea y apoya sus codos en la mesa, pasando su mirada por el rostro de Regulus—el débil
rojo en sus mejillas, la sonrisa secreta en las esquinas de su boca, el destello de humor en sus ojos.
"Esa fue la última vez que cometí ese error."
"Esa fue la última vez que me importó si lo hacías o no," le informa Regulus sin rodeos,
jodidamente despiadado al respecto sin siquiera tener que esforzarse tanto. En una fracción de
segundo, todo el deleite y humor se han drenado, y la sonrisa secreta se desvaneció de la existencia
como una vela que se apaga.
"Lo sé," dice James suavemente, hundiéndose de nuevo en su asiento y escondiendo sus manos
debajo de la mesa otra vez, retorciéndolas en su regazo. Observa los labios de Regulus presionarse
en una fina línea antes de apartar la mirada para mirar fijamente su rodilla, y justo después James
deja caer sus ojos hacia sus dedos inquietos.
El silencio se estira entre ellos, pesado y forzado. James no sabe cómo romperlo, y a Regulus
claramente no le interesa hacerlo, así que permanece intacto. Incluso aquí, en el silencio, James
está consciente de Regulus en demasía. Han pasado diez años, y James aún no puede encontrar
dentro de sí mismo la posibilidad de ignorarlo nunca más.
Tal vez en algún lugar profundo, donde ese alegre quinceañero sigue vivo, a pesar de todo lo que
ha tratado de asfixiarlo, incluyendo al chico de veinticinco que es actualmente—tal vez ahí, a
Regulus aún le importa, porque eventualmente rompe el silencio para decir, "Gracias por guardar
mi gorro."
"De nada," contesta James en voz baja, y no dice que Regulus volverá a verlo, pero lo hará. Ahora
sabe dónde está, y James va a asegurarse de que lo recupere. Volverá a usarlo cuando todo esto se
acabe.
~•~
Remus mira fijamente la puerta frente a él, el interior de su labio inferior está enganchado entre sus
dientes con preocupación. Es una cosa tan simple—solo levantar la mano y tocar. Lo hace todo el
tiempo, pero nunca en los últimos cinco años lo ha hecho por voluntad propia, solo para aparecer y
buscar a alguien.
Le enfurece que haya miedo arraigado dentro de él por hacer una cosa tan simple. Ha sido
entrenado—acondicionado—para no hacer esto, y odia que ahora esté luchando con ello. Una
restricción autoimpuesta a la que habría gruñido y sacudido hace solo cinco años. Ahora, ni
siquiera puede llamar a la puerta.
Remus respira profundamente y lo suelta con lentitud, esperando que los latidos causados por la
ansiedad inducida disminuyan. Adentro y afuera, respira, mirando hacia sus pies. Hay confianza en
esto también, y es Sirius. Es Sirius, quien no ha sido nada sino amable con él, quién le ha dado más
de una razón para confiar en él más que en cualquier otra persona en los últimos cinco años. Sirius
incluso le dijo que podía hacer esto, ir y venir a su antojo, así que no tiene porqué contenerse. Lo
peor que podría pasar es que Sirius resulte ser un mentiroso, y Remus termine muerto. O peor.
Bueno, eso no ayudó en absoluto. Remus aprieta sus ojos, frustrado sin remedio, y empieza a
girarse antes de obligarse a detenerse. En todo esto, Remus nunca quiso perderse a sí mismo; nunca
quiso dejarlos ganar. ¿Esto? Esto sería dejarlos ganar. El miedo significa que ya lo han hecho.
Apretando su mandíbula, Remus alza su mano y contiene la respiración mientras golpea. Lo hace
solo dos veces antes de apartar la mano de golpe, su corazón se acelera, sus nervios se tensan lo
suficiente como para romperse. No debería estar aquí. No debería—
"Remus," Sirius suelta tan pronto como la puerta se abre, sus ojos cansados se expanden de
inmediato y se llenan de una chispa de sorpresa. Su mano tantea la perilla, casi haciéndolo
tropezar, y carraspea violentamente mientras se endereza, hay una débil sonrisa abriéndose paso en
su rostro.
Y de pronto, Remus ya no tiene miedo. Es extraño lo que un sentido de identidad puede hacer por
alguien, y Remus se siente más real cada vez que Sirius pronuncia su nombre. "Sirius. Hola."
"Hola. Hey. Hola," dice Sirius, luego resopla una risa y arruga la nariz. "Yo—ah, dije hola dos
veces."
"Claro. Perdón. Hola," le dice Sirius y cierra los ojos con fuerza, sus mejillas se tiñen de rojo.
"Perdón. Ese—um, probablemente ese fue el último. Tal vez." Tose y vuelve a levantar la cabeza,
hay una media sonrisa tímida y mortificada en su rostro. "Es—¿te envió Pandora? No pedí más
toallas."
"No, no lo hizo, y no, no lo hiciste," concuerda Remus, y Sirius parpadea hacia él. Remus vacila,
de repente no está muy seguro de cómo explicar lo que está haciendo. Ha pasado mucho tiempo
desde que tuvo alguna interacción social, honestamente. El cree que, cinco años atrás, hubiera sido
más discreto, tal vez menos contundente, pero ahora… Bueno, ahora es mucho más directo. "Vine
aquí por mi cuenta"
Sirius vuelve a parpadear, y su rostro entero se ilumina. "Oh. ¿Lo hiciste? Eso es—¡es genial!
Quiero decir—" Se balancea sobre sus talones, sonriendo ampliamente. "Claro, por supuesto. No es
que no puedas, puedes hacer todo lo que quieras, pero… ¿por qué? Solo—¿necesitas algo más
específico? ¿Puedo ayudarte con lo que sea?"
"No," dice Remus, luego suelta una leve risa. "Digo, a menos que quieras ayudarme a lavar ropa,
cosa que dudo, entonces—"
"¡No! Digo, ¡sí! Digo, me encantaría. Ayudar. Con eso," Sirius estalla, inhala con brusquedad y lo
mira fijamente.
A Remus se le dificulta tanto no sonreír, y se pregunta porqué siquiera está luchando contra eso.
Deja que florezca en su cara lentamente, sintiendola, la libertad de hacerlo. "¿ Quieres ayudarme a
lavar ropa?"
"Está bien," dice Remus con lentitud, ladeando la cabeza. No es exactamente su plan, si es honesto,
pero hay algo agradable sobre ello, sobre no saber dónde puede acabar, dejándose llevar por la
corriente y ver la libertad en la sorpresa. "Esta bien, ven conmigo entonces."
El cuarto de lavado está situado en la parte de atrás de la suite, nunca ha sido usada por nadie más
que los sirvientes. Sirius claramente nunca supo que estaba aquí atrás, si la expresión de
desconcierto en su cara es algo para guiarse. Remus se pregunta qué es lo que pensaba que pasaba
cuando su ropa desaparecía y aparecía en su closet, cuando sus toallas eran tomadas y
reemplazadas. El pensamiento no se te cruza mucho por la mente cuando no eres quien lo hace,
pero Remus es el que lo hace, por lo que siempre lo ha irritado un poco que nadie se haya parado a
pensar en ello. Sirius no está por encima de sus propios privilegios, y eso debería molestar a Remus
—lo hace, un poco—pero en su mayoría, lo hace verse más real también.
Lo que más le gusta a Remus de Sirius es que no tiene miedo de reconocer estas cosas. La primera
cosa que dice es, "Nunca había pensado en lavar la ropa, ni una vez. Lo haces por todos nosotros,
¿no es cierto? ¿Aquí?"
"Si," admite Remus. "Me agrada más Regulus, si te soy honesto. Mantiene su ropa sucia en una
pila ordenada para que la encuentre. No tengo que andar buscándola, y no la deja tirada en el
suelo." A esto, Remus le tira a Sirius una mirada aguda, ligeramente entretenido con la expresión
horrorizada que aparece al instante en el rostro de Sirius. "James no deja sus toallas mojadas en el
suelo, lo que es agradable. Y Pandora… Bueno, ella nunca deja ropa para lavar. Creo que la tira, o
la quema, o… No tengo idea."
"La dona, o recicla la tela," explica Sirius, resoplando una risa débil. "Pandora es… un alma
amable, en realidad. Le tocó una buena mano, haber nacido en el Hallow, y no lo desaprovecha, si
puede evitarlo. Intenta ayudar a los desafortunados tanto como es posible."
"No se parece nada a un Hallow."
Remus tararea. "Es amable conmigo. Todos ustedes lo son. Bueno, Regulus es… De hecho, no creo
haber compartido más que un pequeño hola aquí y allá con él. Por otro lado, James habló conmigo
por casi una hora ayer sobre algo que aprendió mientras entrenaba. ¿Sabías que algunas polillas y
mariposas beben sangre y lágrimas de personas? Es llamado mud-puddling*. No sabía eso hasta
que James sintió la necesidad de contármelo."
"Oh, James," Sirius dice con un cariño palpable, riendo por lo bajo mientras sacude la cabeza.
"Suena a él."
"Los vi a ambos hace un rato en la cocina, sabes," confiesa Remus al girarse para dar la cara a la
pila de ropa sobre la mesa. Su voz sale regulada con una tímida curiosidad, sin poderlo evitar. "No
era mi intención. Solo estaba pasando por ahí. No espiaba, lo prometo."
Sirius camina hacia el otro lado de la mesa, observando a Remus separar la ropa en pilas distintas y
más pequeñas con un surco en la frente. "Perdón si me metí en tu camino. Podrías haber entrado si
necesitabas hacerlo. Um, ¿qué estás haciendo?"
"Clasificando la ropa," explica Remus. "Algunas necesitan ser lavadas a distintas temperaturas,
varias no pueden secarse, y otras no pueden lavarse juntas."
"Oh," Sirius dice débilmente. Parece muy desubicado cuando levanta la mirada para encontrarse
con la de Remus. "No sabía eso." De nuevo, a Remus le gusta que él solo—lo admite. "¿Puedo…
ayudar?"
"Puedes separar la ropa blanca del resto," dice Remus, sus labios se curvan hacia arriba. Sirius se
ve aliviado e inmediatamente empieza a hacer lo que se le dijo. A Remus también le gusta eso. "No
quería interrumpir. Me refiero a James y a ti. Se veía como un momento íntimo. Los dos se ven…
cercanos."
"Si, lo somos," murmura Sirius, sonriendo suavemente, y luego parpadea antes de levantar la
mirada de golpe. "Oh, te refieres a—tu piensas—no, no, no, juro que nosotros no somos— solo
somos mejores amigos. Era íntimo, pero no íntimo. No como—no estamos juntos."
"Okay," Remus responde casualmente, asintiendo con facilidad mientras sigue clasificando la ropa.
"Nunca hemos estado juntos," Sirius aparentemente siente la necesidad de agregar. "Solo mejores
amigos. Me refiero a que, lo conozco desde que tenía once años. Él es…" Su rostro se suaviza a
algo más triste. "Es el mejor amigo que he tenido."
Remus siente su corazón apretarse, porque sabe que Sirius está en una posición difícil ahora
mismo, entre su hermano pequeño y mejor amigo yendo a la arena. Solo uno puede salir, y las
posibilidades de que eso ocurra son deprimentemente bajas. "Yo, ah, tengo uno de esos. Una mejor
amiga muy especial. Sé a lo que te refieres."
"No. En casa," murmura Remus, sus ojos caen a la seda sobre sus manos. Traga con fuerza. "Lily.
No la he visto en cinco años, pero cuando son mejores amigos como nosotros—como James y tú—
el tiempo y la distancia realmente no tienen importancia, ¿o sí? Va más allá de eso."
"Si. Si, sé a lo que te refieres," croa Sirius, ofreciéndole una sonrisa trémula y apretada. Hay un
largo segundo de silencio, y luego se aclara la garganta. "Cinco años. No puedo ni imaginar estar
tanto tiempo sin James. Debes extrañarla."
Sirius le sonríe con gentileza. "Puedes—digo, si quieres, puedes contarme sobre ella."
Y Remus se da cuenta de que quiere hacerlo, porque extraña a Lily como un dolor permanente en
sus huesos, ha pasado tanto desde que la ha visto; está hambriento, de cierta forma, desesperado
por tener una oportunidad para hablar con ella. Es como si pudiera mantenerla más cerca si la hace
real para alguien que no sea el.
Así que, Remus le cuenta a Sirius sobre Lily. Entre la clasificación de ropa, le cuenta cómo él y
Lily se conocieron en la escuela, cómo se volvieron amigos rápidamente, cómo comían juntos el
almuerzo todos los días e iban a las vías del tren después de la escuela para subir y bajar por ellas
mientras hablaban de todo y de nada hasta que el sol se hundía bajo la línea de los árboles. Le
cuenta a Sirius sobre el rojo del cabello de Lily, el bufido en su risa más fuerte, la luz que aparecía
en sus ojos verdes cada vez que veía a Remus llegar.
Mientras empieza la primera carga de ropa—y le da a Sirius una pequeña lección sobre cómo usar
la lujosa máquina del Hallow—habla sobre cómo Lily y él iban a todas partes y hacían todo juntos,
tanto que algunas personas asumían que estaban saliendo. Habla sobre cómo ellos pensaron, por
esas suposiciones, que tenían que salir, solo para darse cuenta, después de un beso que hizo a
ambos reírse a carcajadas, que sus deseos se alejaban del sexo opuesto. Habla sobre cómo estuvo
ahí para Lily cuando se llevaron a su primera novia en una cosecha y nunca volvió a casa. Habla
sobre cómo Lily golpeó a su primer novio en la cara cuando lo atraparon besando a otro chico de
su clase.
Conforme vuelven a clasificar ropa, Remus habla sobre cuán cercanas eran sus familias. Lily
siempre iba a la casa de los Lupin, y Remus siempre estaba en la casa de los Evans. Habla sobre
los largos veranos, del calor que se arremolinaba en las mejillas redondas de Lily, de las noches
donde se sentaban en las vías del tren para mirar a las luciérnagas. Habla sobre su tradición de
drogarse la noche antes de la cosecha, fumando y soltando risitas sofocadas como si no tuvieran
ninguna preocupación.
Remus no habla de cuando las cosas salieron mal. Cuando todo se derrumbó. Cuando él y Lily
estaban cruzando las vías por primera vez, corriendo por sus vidas y yendo más lejos de lo que
nunca se atrevieron, con sangre en sus manos y Aurores en sus talones. No habla de cómo sólo uno
de ellos pudo escapar, y de cómo se aseguró de que fuera ella.
No suelta ni una palabra sobre el hecho de que no sabe si ella lo logró o no, de si está muerta o
viva, y de si logró escapar, donde está ahora.
Gracias a que no menciona ninguna de esas cosas, Sirius esencialmente rompe su corazón al
decirle tímidamente, "Yo—bueno, sabes que tengo que hacer un recorrido de regreso por los
distritos, entonces, si quieres escribirle una carta, o solo enviar un mensaje, no creo que sea
imposible para mi entregárselo."
"Gracias," dice Remus suavemente, tragando el nudo en su garganta, "pero sería imposible. Sin
embargo, yo—yo aprecio la oferta, de verdad. Eres muy amable, Sirius."
"Está bien," murmura Sirius, sus cejas se fruncen. "Si cambias de parecer, la oferta siempre está
abierta."
Remus le da una sonrisa estrecha y da la vuelta para poner a secar la primera carga, luego regresa y
se aclara la garganta. "El resto de esto es realmente tedioso, y no hay nada más que puedas hacer
para ayudarme, así que no tienes porqué quedarte. Gracias por toda tu ayuda, pero puedo hacerlo
desde aquí."
"Realmente no hice nada," dice Sirius.
"Escuchaste," le cuenta Remus. "Eso es más de lo que nadie en el Hallow ha hecho nunca. Yo
solo…"
Sirius escanea su rostro, luego inhala profundamente antes de exhalar con lentitud. "Remus, no
necesitas una excusa para decirme que me vaya. Si—si quieres estar solo, puedes solo decirme que
no quieres mi compañía. Está bien. No voy a… dije que podías hacer lo que quisieras, y eso
incluye mandarme a la mierda. No tienes que contenerte conmigo, ¿de acuerdo?"
Que se lo digan tan claramente le hace ver que también es un miedo. El miedo débil e intermitente
en el fondo de su mente de que esta nueva libertad que Sirius le otorgó le sea arrebatada si lo
molesta de alguna manera. Es una preocupación tan pequeña que ni siquiera la notó, porque
realmente no se lo cree; realmente no piensa que Sirius haría de esto algo condicional. El es tan
veraz, y Remus puede sentir cómo su confianza en Sirius crece con cada interacción.
Eso no significa que sea fácil. Eso no significa que Remus no está siendo cuidadoso
inconscientemente, teniendo dudas, aferrándose a la restricción que ha tenido recableada en su
cerebro después de cinco años. Es como un salto de fe, empujar los límites incluso cuando Sirius le
dice que puede hacerlo. Esto es más grande que llamar a la puerta, y aun así, con Sirius aquí, no
está tan asustado como debería.
"Me—me gustaría que te fueras," dice Remus, e inmediatamente, su corazón se agita y despega en
su pecho, siente su estómago hundirse.
"Está bien," es la respuesta silenciosa de Sirius, una pequeña sonrisa vacilante le cruza el rostro, y
luego se tira hacia atrás y comienza a irse.
"¡Sirius!," deja escapar Remus, un poco sin aliento, y Sirius pausa para mirar hacia atrás,
parpadeando y esperando. Es extraño. Remus quiere volver a encogerse en la libertad como un
abrigo familiar y querido, pero eso disminuye cuando se trata de liberarse de Sirius. No es que
Remus haya olvidado que quiere cosas; es que se olvidó de que lo tiene permitido. Está volviendo a
aprender a navegar por eso, y quiere hacerlo con Sirius. "Yo solo—quiero un poco de tiempo.
Estoy—aún tengo que preparar la cena cuando termine de lavar, así que si quieres, podrías—digo,
podrías ayudar también con eso."
"Bueno, esa es la cosa," le comenta Remus, resoplando una risa suave, "es tu compañía lo que
quiero."
"Si estás seguro," dice Sirius, sosteniendo su mirada, sus labios se retuercen en las esquinas
luchando para no sonreír.
"Pues, está bien," medita Sirius, escondiendo sus labios con ojos brillantes. Asiente y se aclara la
garganta. "Yo solo… iré a asegurarme de no tener ropa esparcida por todo el suelo."
Remus baja la mirada con una sonrisa. "Lo aprecio mucho. ¿Te veo en la cocina en una hora,
entonces?"
"Si. Si. Estaré—si," contesta Sirius, tropezando con las palabras mientras retrocede. Choca
directamente con la puerta. "Mierda." Vuelve a mirar a Remus, y luego arrastra la mano por su
cara mientras su cabeza cuelga, mejillas rojas. Abre la puerta con una tos. "Claro. Adiós. Digo, te
veo luego. En la—okay. Adios."
Remus se mueve conforme Sirius se marcha por el corredor, reprendiendose en voz baja mientras
avanza. Remus cierra la puerta lentamente y presiona su frente contra esta, una pequeña sonrisa se
curva en su boca. Sirius—más que cualquier otra cosa que haya encontrado—es el desastre favorito
de Remus. Nada ni nadie podría compararse.
A pesar de eso, Remus está feliz de que se fuera. Feliz de que se hubiera ido, todo porque Remus
reunió el coraje de preguntar, todo porque Remus necesitaba que lo hiciera. Porque, ahora mismo,
Remus necesita estar solo.
Se gira y pone su espalda contra la puerta, deslizándose con lentitud por su largo hasta aterrizar en
el suelo, sus rodillas se doblan frente a él. Su sonrisa ha desaparecido hace tiempo, mientras mira
fijamente a la máquina zumbar por lo bajo con la ropa de personas que ni siquiera se molestan en
pensar quien la lava. No puede ver realmente a través del borrón de lágrimas en sus ojos, porque en
este momento, la única persona con la que quiere estar es Lily, y nunca podrá verla de nuevo. Ni
siquiera sabe si está viva.
Por primera vez en cinco años, a Remus se le otorga la libertad de sentarse y llorar por ello.
NOTA AUTOR
he sido alentado a divagar a mi voluntad en mis notas finales, así que lo haré cuando
me apetezca.
primero que todo, regulus siendo una mierdecilla desafiante es tan divertido para mí,
pero también, el efecto mariposa es real, y regulus acaba de causar un aleteo.
tambien, sirius está PASANDO por ello. el pobre chico está siendo orillado a
arrancarse todo el pelo, como james y regulus están tratando de darle un ataque al
corazón, para este punto. y la complicada relación entre regulus y sirius me pone tan
triste. es tan, tan compleja, y honestamente, a pesar de todo el angst de ella, es de
hecho muy interesante de navegar y explorar. no hay dolor como el dolor entre ellos,
en mi opinión. como, eso siempre me lastima más.
y sirius estando en negación sobre james decidiendo morir. él realmente dijo: esta
señal no puede detenerme, porque ME NIEGO a leerla.
same, sirius. yo tambien no acepto ninguna versión de las muertes de james potter. es
válido, rey!
y finalmente, LILY!!! LILY LILY LILY!!! oh, no tienen IDEA de lo emocionado que
estaba por su mención. pero también, remus llorando porque su mejor amiga
probablemente está muerta ☹☹☹ oh, eso es tan triste. su backstory es… bueno, es una
maravilla, déjenme decirlo.
cada vez falta menos para el terrible día!! hay que irse mentalizando ok
espero que les haya gustado! si ven algún error por favor avisenme y lo arreglaré con
gusto
TRADUCTORA
AUTOR
- un tema general de fondo sobre la muerte (por toda la cosa de “posiblemente morir
en la arena”)
- referencias a asesinato (no explíicitas, solo menciones)
- referencias a abuso infantil (vagas, pero obvias, si es la paternidad A+ de Walburga y
Orion de nuevo)
- más referencias y descripciones de Sirius siendo cosificado por los Hallows
- pensamientos violentos
- angst
pero hey, también tienen mucho coqueteo! y algo de humor, eso es agradable. también
algunos celos, para el spice! disfruten :)
Sirius despierta por los golpes en su puerta, y sabe que es temprano porque tiene que luchar contra
el deseo de gruñir y esconder su cabeza debajo de su almohada para ocultarse de quien sea que
estuviera tratando de arrastrarlo a la tierra de los vivos antes de tiempo. Su dulce olvido; ya lo
extraña. Casi puede sentir que se hunde de nuevo en él, sus ojos se cierran mientras—
Gruñendo por lo bajo, Sirius se levanta a trompicones de la cama con un ojo entrecerrado mientras
refunfuña, "¿Qué carajos quieren? Es muy jodidamente temprano para estar—"
Se traga abruptamente el resto de sus palabras cuando abre la puerta para encontrar a Remus al otro
lado, con una expresión apacible en el rostro. Sirius intenta cambiar su cara para no parecer un
lunático desquiciado mirándolo con solo un ojo entrecerrado.
"Remus, hola," saluda Sirius débilmente, arrepintiéndose de los últimos cinco segundos más que
de cualquier otra cosa en su vida, y él realmente ha asesinado gente.
"Buenos días, Sirius," dice Remus tranquilamente. "Pandora me pidió que te despertara, ya que
aparentemente pediste iniciar temprano el día."
Sirius hace una mueca. "Si, bueno, Sirius del pasado es un imbécil, y no me agrada." Esto hace
temblar a los labios de Remus, pero su expresión sigue siendo bastante neutral por lo demás.
"Perdón por—no tenías que hacer eso. No eres una alarma. Podrías haberle dicho que no."
"No me molesta," Remus murmura. "Me libró de hacer el desayuno. Pandora dijo que todos sabían
cómo usar la tostadora, y que el día sería demasiado agitado para un gran desayuno que solo
atrasaría el programa."
"Es—sí, va a ser un día agitado," admite con cansancio, soltando un suspiro mientras se pasa la
mano por el cabello. Es probable que esté todo apuntando en distintas direcciones, pero intenta no
enfocarse en el hecho de que Remus puede verlo. "Tenemos que preparar a James y Regulus para
sus entrevistas de mañana. Es—bueno, si te soy completamente honesto, será difícil."
"¿Regulus?" cuestiona Remus, porque ya ha pasado cuatro días a su alrededor, y eso es todo lo que
se necesita para saber que Regulus no es el mejor conversador.
"No, y honestamente, creo que su entrevista causará el menor drama," admite Sirius. "Regulus…
Bueno, mis esperanzas no son altas, si soy honesto, y tuvimos una pelea ayer, entonces… Y
después tienen que ir a probarse sus trajes con el equipo de diseño mientras que yo tengo que ir a
una puta fiesta a besuquear patrocinadores."
"Si," dice Remus. Hace una pausa, alzando sus cejas hacia él con lentitud. "Tú—tú no puedes
hablar conmigo, Sirius. O quitar mi máscara. O tener algo que ver conmigo ahí, en realidad. Quiero
decir, estoy seguro de que sabes eso, pero… solo un recordatorio."
"Claro, no, lo sé," responde rápidamente, a pesar del hecho de que su cerebro ya ha creado
escenarios cada vez más ridículos con todas esas cosas involucradas. Pero así no funciona en el
Hallow. El hace eso, y Remus sería asesinado. "Pero, bueno, puedo mirarte."
"Tú… puedes," concuerda Remus, sus labios se curvan hacia arriba. "Supongo que eso no es un
crimen."
"Eso será suficiente para mejorar mi noche," admite Sirius, porque es verdad, y está tan contento
de haberlo dicho cuando la sonrisa de Remus crece.
Remus tararea y aparta la mirada, su perfil aún delata la sonrisa en su rostro. No puede esconderla
en absoluto. "Claro, bueno, supongo que debería dejarte para… empezar el día."
"¿No vas a ducharte y vestirte?" pregunta Remus, volviendolo a mirar con las cejas alzadas.
Sirius cree que es injusto que el suelo no se abra y se lo trague justo ahora cómo está rogando
internamente con desesperación. "Ah, si, pero—digo, podrías ayudarme a elegir que usar para esta
noche. Así me reconocerás."
"Sirius, creo que podrías usar una bolsa de plástico, y aún así te reconocería," le cuenta Remus con
diversión.
"Usaría una bolsa de plástico si me lo pidieras," responde Sirius, y lo haría. Lo haría sin una
maldita duda.
Remus comienza a reír; una risa completa y genuina que le sacude el cuerpo y hace que sus ojos
brillen y aporten un brote de vida a sus mejillas. Alza una mano cómo si fuera a cubrir su boca
para esconderla, o sofocarla, y la mano de Sirius se apresura en atrapar su brazo. Lo baja
gentilmente, y la risa de Remus se desvanece con lentitud, dejando atrás una sonrisa y algo
cambiando en sus ojos. Sirius retira su mano, con el estómago revuelto y el corazón latiendo con
fuerza en su pecho.
Tal vez no debería haber hecho eso. El nunca—no ha tocado a Remus desde que trató de quitarle su
máscara, cuidadoso de no hacerlo sin su permiso. De alguna forma, evitar que Remus cubriera su
boca fue—malo, y presuntuoso. Debería haber dejado a Remus hacerlo, porque era lo que quería;
él simplemente no estaba pensando, porque le gustó ver su sonrisa y escuchar su risa, y Sirius no
creía que Remus debiera sentir que tenía que ocultarlo en absoluto.
"Tu tampoco tienes que contenerte conmigo, sabes," contesta Remus en voz baja, su rostro se
suaviza. "De verdad, está bien. Vamos, escojamos algo para que te pongas."
"¿No una bolsa de plástico?" bromea Sirius mientras se gira para dejar entrar a Remus, su corazón
salta cuando Remus cruza y desliza muy breve y gentilmente las puntas de sus dedos sobre el brazo
de Sirius al pasar. Sirius jura que hace a su cuerpo entero cosquillear; incluso su cuero cabelludo se
estremece tras el toque apenas perceptible.
Remus mira hacia atrás con una pequeña sonrisa. "Sin promesas."
~•~
James no está nada contento por la tensión que revolotea entre Sirius y Regulus ahora mismo. Lo
está poniendo al límite, si es honesto, porque necesitan arreglar su mierda antes de los juegos—que
empiezan en tres jodidos días, incluyendo este.
El asunto es que James ya aceptó que va a morir. ¿Está feliz por ello? Bueno, obviamente no. No
está feliz de que no volverá a ver a sus padres, de que nunca volverá a casa, de que no se quedará
con Sirius, quien lo va a necesitar, quien va a envejecer mientras él no podrá. No, por supuesto que
James no está jodidamente conforme con la situación en la que está, pero la aceptó de todas
formas, porque es su decisión. La alternativa—él no puede hacer eso. Él no hará eso.
Así que, de alguna manera, se siente como una bofetada en el rostro que Sirius y Regulus estén
desperdiciando el tiempo que podrían dedicar a mejorar su relación, permaneciendo distantes.
James sabe que es complicado, sabe que ellos no pueden solo superar una década de problemas en
cuestión de días, especialmente bajo las muy estresantes limitaciones en las que se encuentran
ahora; habiendo dicho eso, aún desea que puedan estar solo—bien de nuevo.
James está molesto con Regulus, porque Sirius va a necesitarlo; James está molesto con Sirius,
porque Regulus ya lo hace. Se aman tanto, incluso más de lo que el otro se da cuenta, y si pudieran
solo aceptarlo, y demostrarlo, entonces las cosas serían mejores para ellos. Ambos son tan tercos,
tan resistentes, y están volviéndolo loco.
Pero, gracias a que James está dispuesto a encontrar el lado brillante de la situación, puede admitir
que aunque todo esto sea jodidamente horrible, no obstante, obliga a Regulus y Sirius a interactuar
entre sí. Hey, es algo. Va a tomarlo.
Sirius va de aquí para allá por la habitación, claramente midiendo sus palabras con cuidado, así que
al menos está haciendo un esfuerzo. No se puede decir lo mismo de Regulus, que está desplomado
en su silla, con los brazos cruzados y un entrecejo fruncido grabado en su rostro. James no cree que
sea justo que alguien se vea tan bien haciendo una expresión tan agria, pero ese es Regulus.
"Rita Skeeter," empieza Sirius, y Pandora hace un sonido bajo de desdén, que hace temblar a los
labios de Regulus. Los de James por igual, francamente, porque no le ha tomado mucho tiempo
encariñarse con ella. Incluso Regulus ha cedido para este punto. "Lleva cuatro años haciendo
entrevistas y comentarios. Se ha establecido y creado un nombre, amada por muchos Hallow, y
sabe lo que está haciendo."
"No todos los Hallows," refunfuña Pandora, y James tiene que sofocar una risita ante la burla en su
tono.
Sirius tose sobre una risa. "Ah, originalmente, Pandora trató de ir por el mismo trabajo, pero
Rita…"
"Es una serpiente insípida y moralmente corrupta que pasaría sobre cualquier cosa y por cualquiera
para conseguir lo que quiere," estalla Pandora, y las cejas de Regulus se alzan, visiblemente
impresionado por el veneno en sus palabras. Mira hacia James, y tan pronto como sus ojos se
encuentran, ambos apartan la mirada rápidamente para no estallar en risas. Mientras tanto, Pandora
resopla. " Algunos de nosotros tenemos estándares. No iba a bajarlos o a rebajar el nivel requerido
para conseguir ese trabajo. Es una fea y horrenda posición, sabes. Quería hacerlo con simpatía, con
sinceridad genuina para los tributos que conocería y perdería, pero no, todo se trata de drama.
Tch."
"Claro, si, tienes nuestra simpatía, Pandora," le dice Sirius, pareciendo que lo dice en serio. Eso
suaviza bastante a Pandora, y James se sorprende una vez más al encontrar que Sirius realmente se
preocupa por alguien en el Hallow; compañeros mentores, un Hallow aquí y allá, y definitivamente
Pandora. "Ciertamente habrías sido una mejor opción, no hay duda, pero estoy egoístamente
agradecido de tenerte para mi de todos modos. Todos lo estamos, ¿no es cierto?"
"No hay mucha diferencia para m—¡ow!" el ceño de Regulus se hunde cuando Sirius se acerca y lo
golpea detrás de la cabeza. Sirius le lanza una mirada bastante severa, y Regulus rueda los ojos.
"Si, Pandora, estamos muy agradecidos por todo lo que haces por nosotros. Eres apreciada."
Ahora Pandora se ve mucho más feliz. "Gracias. Si les soy honesta, de todos modos soy mucho
más feliz donde estoy. Prosigue, Sirius."
"Entonces, como Pandora nos describió útilmente, Rita no es una buena persona," anuncia Sirius
conforme reanuda la marcha. "Le importan un carajo. Lo que le interesa es el drama. Ella aguarda
por una historia, un escándalo, cualquier secreto que pueda encontrar. La he visto arruinar a
hombres del doble de su tamaño durante entrevistas y llevarlos de tener incontables patrocinadores
a no tener ninguno."
"Ella puede, y lo hará ," advierte Sirius. "Si detecta incluso un indicio de debilidad, ella
simplemente se lanzará a ustedes. Si existe cualquier cosa que pueda desenmascarar, entonces lo
sacará de la raíz."
"Secretos. Mentiras. Drama. Cualquier cosa que vuelva locos a los Hallows," explica Sirius. "En tu
caso, James, estás bien. No tienes nada que esconder, y no habrá mucho drama a tu alrededor."
"Asumo que ese sería yo," espeta Regulus plenamente. Suelta un suspiro. "¿Por qué siempre
volvemos a mí?"
"Porque eres un Black, y nuestra familia está maldita," responde Sirius, y Regulus bufa débilmente,
levantando sus manos en algún tipo de acuerdo. "Pero, si, recaerá en ti. Regulus, escúchame, si
capta incluso un indicio de tus sentimientos complicados hacia mi, los destrozará. ¿Entiendes lo
que te estoy diciendo? Si se te escapa que no estamos—que las cosas son más complicadas de lo
que parece, va a triturarlo hasta que no quede nada, y luego lo expondrá para que todo el mundo lo
vea. Y me refiero a todo el mundo ."
"Regulus," Pandora lo interrumpe gentilmente, "por eso estamos aquí. Vamos a ayudarte, ¿de
acuerdo? Estarás preparado para lo que sea que esa vil arpía pueda pensar en lanzarte."
"Mírame," Sirius dice en voz baja, hincándose junto a la silla de Regulus para sostener su mirada.
"No puedes—no puedes apagarte, Reggie. Cuando estés ahí arriba, no puedes encerrarte en ti
mismo y esconderte. Sé lo mucho que querrás hacerlo, pero tienes que presentarte de una manera
que haga que te amen. Sé que lo odias, y lo entiendo—realmente lo hago—pero tu supervivencia
depende de eso. Solo tienes que pasarlo, ¿de acuerdo?"
"No se como hacer que las personas me amen," responde Regulus suavemente, y esa podría ser la
cosa más singularmente desgarradora que James ha escuchado en su jodida vida. Oh, eso le
atraviesa el corazón, lo hace.
La garganta de Sirius tiembla y cierra los ojos con fuerza, exhalando lentamente. Cuando abre los
ojos murmura, "No tienes que hacer que las personas te amen."
"Acabas de decir—"
"Sé—sé lo que acabo de decir, pero ya no estoy hablando de eso. No estoy hablando sobre los
Hallow. Yo— quiero decir, en la vida, Regulus. No tienes que hacer que las personas te amen; solo
lo hacen. Aquellos que lo hacen—lo hacen, solo porque tú eres tú."
"Nadie—" Regulus se detiene, su boca se cierra de golpe, y así de simple, su expresión se apaga. El
se apaga visiblemente, y luego aparta la mirada. James siente a su corazón hundirse, porque sabe
dónde acaba eso; todos lo saben; era jodidamente obvio a dónde se dirigía. Nadie me ama.
James podría decirlo. Podría decir , eres amado . Podría decir, Sirius te ama . Hay mucho que
podría decir, pero lo peor de saber lo que se necesita ser dicho es que no es él quien tiene que
decirlo. Regulus no quiere escucharlo de él, ninguna versión que James pueda lanzarle, y no le
creería. Francamente, James no cree que Regulus quiera escucharlo tampoco de Sirius. De alguna
manera, eso solo hace las cosas más difíciles para ambos.
Sirius ríe entre dientes, e incluso Regulus esboza una pequeña y sarcástica sonrisa, como si
estuvieran compartiendo un chiste interno que fuera gracioso, pero al mismo tiempo no lo fuera en
lo absoluto. "Es este juego que solíamos jugar cuando éramos niños, algo como prepararnos para
intentar evitar cualquier castigo de nuestros padres. Era como—practicar, supongo. No siempre
funcionaba, pero lo hacía a veces."
"Era para cuando hacíamos algo malo. Cuando rompíamos algo, o llegábamos tarde a casa, o
decíamos algo que no debíamos," explica Regulus. "El método de Sirius era ponerse lo más
errático posible. Una vez rompió un jarrón, y cuando Madre comenzó a castigarlo, divagó por—no
bromeo—como una hora sobre varios chismes que había escuchado por el distrito, con la
esperanza de que otra cosa la enfureciera más. Realmente funcionó esa vez. Solo fue enviado a su
habitación."
"Uno de mis momentos más suertudos," dice Sirius irónicamente. "Ahora, el método de Regulus
era ser su inocente angelito que nunca hacía nada malo. Oh, ¿esa ventana rota? No, Madre, por
supuesto que tu precioso bebé no le lanzó una pelota. Tu bebé estaba llevando la pelota dentro
cuando tropezó y cayó, y la pelota salió volando, y él quería recoger los vidrios, ¿pero qué si se
lastimaba? Madre, tu bebé lo lamenta tanto, levantará el vidrio ahora. ¿Qué es eso? ¿No quieres
que tu querido angelito se corte los dedos? ¿Solo ser más cuidadoso la próxima vez? Por supuesto,
Madre. Por supuesto."
Los labios de Regulus se curvan hacia arriba en una sonrisa. "Sigo sin creer que se haya tragado
eso, en realidad."
"Ganó el juego de redirección más que yo," declara Sirius sacudiendo la cabeza.
"Alguien está amargado," comenta Regulus. "No puedo evitar que se me diera bien."
"Contigo está todo en los ojos," farfulla Sirius. Apunta a Regulus y eleva las cejas hacia James y
Pandora. "Puede llorar a propósito, saben. Hace que se le salgan las lágrimas en segundos, y todo
es falso. Lo he visto. Está malditamente loco."
"Yo voto que no," interrumpe James. "Mantengamos las lágrimas al mínimo, ¿si? Falsas o no."
Regulus bufa una risa. "De todos formas, eso dejó de funcionar en Sirius cuando yo tenía ocho
años."
"Sabes cuando es real," es todo lo que Sirius dice. Se encoge de hombros cuando James lo mira
incrédulo. "Confía en mí, lo real no es tan calmado. Se pone todo tembloroso y se le dificulta
respirar cuando está llorando apropiadamente."
"Si, bueno, tu eres feo cuando lloras, entonces," refunfuña Regulus, y se burla cuando Sirius le da
la espalda.
" No, " dice James rotundamente. "Podemos solo—¿hay un punto en todo esto? ¿Me estás diciendo
que quieres que él llore falsamente durante su entrevista, Sirius?"
"No, no creo que llevarlo tan lejos haría mucho bien, especialmente no en la arena." Sirius se cruza
de brazos y vuelve a marchar, sus ojos se entrecierran en concentración mientras traza sus labios
con un dedo. "El problema, es que esto es en realidad un acto de equilibrio, y uno muy importante.
Piensa en ello como platillos giratorios, y no quieres dejar caer ni uno de ellos, porque eso
seguramente también haría caer a los demás."
"Si, lo sé. James es el torpe." Sirius frunce los labios y luego junta sus manos con un aplauso. "Está
bien, entonces tienes tres platillos, ¿si? Uno es el nivel de amenaza, lidiando primeramente en
cómo te ven tus enemigos en la arena. Empezando, equilibraste ese bastante bien, pero es probable
que lo hayas estropeado con ese acto que te hizo obtener una puntuación alta. Son cautelosos
contigo, Regulus, lo que es bueno. Lo que no es bueno es que están ansiosos por deshacerse de ti lo
más pronto posible. Así que ese es un platillo menos, pero no un platillo roto. No lo rompiste. Eres
bueno con las dagas, puedes pelear, y puedes correr. Eres lo suficientemente inteligente para burlar
a esos idiotas descerebrados."
"Está bien," dice Regulus lentamente, sonando cauteloso, claramente no esperando que Sirius se
deshiciera del orígen de su última pelea.
"El segundo platillo es daño político," continúa Sirius, soltando un suspiro mientras cruza sus
brazos. "Este es sobre los vigilantes y funcionarios del gobierno, particularmente de su opinión
sobre ti. Si eres su favorito, o si los estás aburriendo, o si les causaste problemas y los hiciste
enfadar—que lo hiciste, dándole a Slughorn un corte de pelo improvisado."
"Solo le quité un poco del costado," protesta Regulus. "Sirius, honestamente, ¡ni siquiera puedes
notarlo! Y pude haberlo matado, sabes, pero no lo hice. ¡Eso es algo!"
Sirius cubre toda su cara con su mano, y luego, milagrosamente, se ríe. Sigue riéndose cuando
logra soltar ahogadamente, "¿Tú—te das cuenta de que suenas como yo?"
"Reggie, eso es algo que yo absolutamente hubiera hecho, y te estás defendiendo señalando cuán
peor podría haber sido, qué es exactamente lo que yo hago," le informa Sirius dejando caer su
mano.
"No," niega Regulus, sacudiendo su cabeza. "No, absolutamente no." Mira a James, quién arruga
su rostro e inclina la cabeza de un lado al otro. Regulus se ve espantado. "No. Me niego a—no,
James. Esa—esa no fue una jugada de Sirius."
"Bueno, si—si es verdad, que no lo es," destaca Regulus, y parece que su ojo realmente titila,
"¿entonces por qué estabas tan jodidamente enojado, Sirius?"
"Porque no es mi vida la que está en juego," le comenta Sirius, alzando las cejas. "Es la tuya. Es la
de James. Hiciste algo increíblemente imprudente, y si no fuera por el hecho de que aumenta las
posibilidades de que seas asesinado, no estaría enojado. Pero lo hace, y no puedo creer que tenga
que decirte esto a ti de todas las personas, pero tienes que ser más cuidadoso."
Regulus se ve afligido. "Oh, fue una jugada de Sirius. ¿Por qué hice eso? ¿Por qué habría siquiera
—"
"Bueno, para ti, me imagino que viene de un lugar de mezquindad, porque eres una perra furiosa."
dice Sirius casualmente.
Sirius sonríe en una mueca hacia él. "Lo mismo, en realidad, solo que soy más escandaloso al
respecto. No pudiste haber elegido un peor momento para elevar el volumen. Bájalo, ¿podrías?"
"Oh, jódete," farfulla Regulus, pero algo sobre su tono o lenguaje corporal debe leerse como
obediente, porque Sirius se ve satisfecho mientras asiente. "Entonces, ¿también menos el platillo
político?"
"Bueno, ciertamente se está cayendo, lo que no es bueno," espeta Sirius con una mueca de dolor.
"Estas personas controlan tu experiencia en la arena, particularmente Horace Slughorn. Son los
que pueden hacer desaparecer un arroyo justo cuando estás muriendo de deshidratación, o mandar
una jodida bola de fuego a tu cabeza cuando duermes. Algunas cosas sobre la arena están talladas
en piedra, como la distribución y el diseño original, pero también pueden controlar otras cosas. No
pueden matarte directamente, siendo que en realidad no sería un buen show, sin embargo, pueden
influenciar qué tan fáciles o difíciles son las cosas para ti. Si los enfureciste, bueno, puedes asumir
que no va a ser fácil."
"Encantador," colmena Regulus, sus ojos se cierran. "Un platillo menos, y otro dirigiéndose al
suelo. Simplemente encantador."
James se mueve inquieto con las manos en el regazo. No le gusta esto en absoluto. Cada vez suena
más y más como si fuera a ser jodidamente difícil mantener vivo a Regulus y traerlo a casa. Ya sea
algo simple, o la cosa más agotadora por la que James pasará alguna vez, va a hacerlo de todos
modos, pero no se avergüenza de admitir que desea que no fuera tan difícil.
"¿Y el último platillo?" James pregunta con cautela, porque a estas alturas, no está esperando
buenas noticias.
"Imágen pública," anuncia Sirius. Regulus se mofa mientras sus ojos se abren de golpe, y Sirius lo
apunta. "No, no hagas eso. No hagas esa cara y te apresures en descartarlo. La imágen pública es
más importante de lo que crees; no sé cuántas veces tengo que decírtelo. Creelo o no, es lo más
importante."
"Lo es," confirmó Pandora. Se inclina hacia adelante con un suspiro pesado, entrelazando sus
manos. "¿Para quién crees que es todo esto en realidad? Quiero decir, piensa realmente en eso."
Sirius asiente. "Las personas—los Hallows, principalmente—tienen más poder de lo que piensas.
Los tributos que les importan, los que quieren ver, esos son los tributos que llegan lejos. No solo
porque sus patrocinadores se vacíen los bolsillos; también se trata de la opinión pública. Si tienen
una buena opinión de ti, quieren verte vivir, y luchar, e incluso ganar. Los juegos…en realidad
nunca se dejan al azar, ni al destino. Hay una ventaja injusta para aquellos que llegan con
habilidades, y hay una ventaja injusta para los que se hacen querer por el público. Tu quieres esas
ventajas, y no importa que no sean justas, porque podría ser lo único que se interponga entre la
muerte y tu. Es muy, muy raro que alguien entre a los juegos sin habilidades y sin apoyo y salga
vivo. Puede pasar, pero casi nunca lo hace, y no cometas el error de pensar que lo hará para ti. Las
posibilidades son que no lo hará."
"¿Pero eso ha pasado?" pregunta Regulus sonando genuinamente curioso. "Quiero decir, tú dijiste
que es posible, ¿pero lo ha hecho?"
"Solo una vez que haya visto," murmura Sirius. "Mi amiga, Marlene. Prácticamente no tenía
patrocinadores, y nunca antes había practicado con un arma antes del centro de entrenamiento."
"Luchó cuando lo necesitó. Se escondió bien. Sorprendió a todos, porque nadie esperaba que
viviera más allá del primer día, y mucho menos ser la última de pie. Ni siquiera yo."
Regulus guarda silencio por un largo momento, sopesándolo, y luego lanza un suspiro. "Así que,
¿supongo que entonces el platillo de mi imágen pública está absolutamente destrozado en el
suelo?"
"De hecho, no," corrige Sirius. "Sigue de pie y girando, pero está un poco inestable.
Afortunadamente, aún no has tenido que aparecer mucho en público. La entrevista va a decidir si el
platillo cae o no, y ¿Regulus? Necesitas no dejarlo caer, ¿entiendes? Si lo mantienes en pie, los
otros dos también pueden ser levantados. Pero si cae, todos los platillos están abajo, y tus
probabilidades en la arena… Bueno, no son buenas. No lo son en absoluto."
"El problema aquí, es que no sé cómo evitar que se caigan, Sirius," gruñe Regulus entre dientes.
"Estoy al tanto, por lo que he mencionado el juego de redirección. Vas a jugarlo," le manifiesta
Sirius firmemente. "Vas a ser el ángel de los Hallows evitando problemas. Eso es todo. Puedes
hacer eso; lo has hecho toda tu vida."
Pandora explota en carcajadas, golpeando su muslo. La miran fijamente hasta que se calma, y ella
sacude la cabeza entretenida. "Oh, vas a mentir, absolutamente, Regulus. Todos estarán mintiendo
cuando hablen con Rita. Ella no es el tipo de persona a la que quieras confiarle la verdad."
James siente una descarga de nervios recorrerlo, porque él no es un buen mentiroso, especialmente
cuando está ansioso. Comienza a llamar la atención sobre eso, pero Sirius y Pandora se inclinan y
se lanzan a entrenar a Regulus sobre cómo sobrevivir a su entrevista. James se queda en silencio,
pero no puede evitar pensar que él también necesita entrenamiento.
~•~
Regulus no quiere admitirlo, pero ha llegado a querer a Gideon como persona a regañadientes, a
pesar del hecho de ser un Hallow. Es lo mismo que con Pandora y Dorcas. Ser forzado a pasar
tanto tiempo con ellos le ha demostrado que son más de lo que esperaba que fueran. No muchos
Hallows lo son.
"No, no así," dice Gideon con un suspiro, estirándose para apartar con una palmada las manos de
Regulus del broche en su cuello. Parece que no le molesta la mirada que le lanza Regulus. Incluso
rueda los ojos. "Oh, detente, estoy tratando de ayudarte. ¿Qué vas a hacer? ¿Intentar morderme
otra vez?"
"El día que nos conocimos me dijiste que era el muñeco más lindo que has tenido," Regulus dice
llanamente.
Gideon suelta una risita. "Si, pues, no me culpes por apreciar el potencial cuando lo veo. Tu, mi
amigo, tienes lo que uno llamaría belleza atemporal y natural." Se inclina y baja su voz a un
susurro. "Esa también es un arma, si la usas correctamente."
"Bueno, el objetivo es hacer que los Hallow me amen, entonces…Supongo que ser bonito no hace
daño," responde Regulus con una mueca, un hondo suspiro escapa de él. No puede evitar los
nervios que se enreden bajo su piel solo de pensar en la entrevista.
"Hey," murmura Gideon, su voz se suaviza mientras coloca sus manos sobre los hombros de
Regulus. "Lo harás bien. ¿Y esto, lo que te hemos dado? Es una herramienta, Regulus, y puedes
usarla. Estaremos en el público, sabes. Así que, si necesitas una cara conocida, busca a Fabian,
Dorcas y a mí."
En realidad, si Regulus quisiera que alguien esté ahí, solo por seguridad, sería a Sirius. No lo hará,
porque estará en la parte trasera antes y después de cada entrevista. Aún así, en realidad lo que
ofrece Gideon es bastante agradable. "Gracias."
"¿No está muy apretado?" pregunta Gideon gentilmente al tirar de la capa que descansa sobre los
hombros de Regulus.
"No."
Gideon asiente y retira sus manos. "Excelente. Tengo que decir, Regulus, te ves absolutamente
atractivo."
"Yay," farfulla Regulus, y Gideon esnifa. "Sé que esto es básicamente tu sustento de vida, pero no
es…lo mío."
"Si, lo descubrí por mi cuenta," Gideon medita, sus labios se crispan. "Sabes, Fabian y yo... La
moda fue una de las cosas que siempre nos dió independencia. Nos hemos expresado de formas
distintas desde que éramos niños, y esto realmente nos dió ese sentido de independencia que—
bueno, diría que de verdad nos empoderó a ambos. Lo necesitábamos. Algo que nos mantuviera
separados, pero que nos uniera por igual. Cuando son hermanos, algo como eso es sagrado."
Algo que nos mantuviera separados, pero que nos uniera por igual. Cuando son hermanos, algo
como eso es sagrado. Regulus piensa en él y Sirius, y luego, de forma bastante ridícula, lo que pasa
por la mente de Regulus es una palabra. Un nombre. James.
Traga saliva con fuerza y baja la mirada, pasando los dedos sobre la capa que se desliza por sus
dedos. Es oscura y suave, apenas barriendo el suelo.
"Andando," dice Gideon retrocediendo, "Vamos a llevarte a Dorcas para que te explique todo."
Regulus lo sigue afuera y no se sorprende de encontrar a James y Fabian charlando con facilidad.
James se está doblando de la risa, riendo sobre algo que Fabian está diciendo, y se ve injustamente
bien en el traje diseñado para él. No es muy diferente del de Regulus, a excepción de la ausencia
de la gargantilla en forma de corona alrededor de su cuello. En su lugar, su corona ha sido partida a
la mitad y colocada en cada hombro, sosteniendo su capa. Es similar a la de Regulus, salvo que la
suya es blanca, y parece más una capa para una armadura que una capa real. Se extiende
mayormente por su espalda, haciéndolo parecer algún tipo de miembro de la realeza.
"Oh, bueno ¿no te ves bien?" comenta James cuando ve a Regulus, una sonrisa se expande por su
rostro inmediatamente. Lo han afeitado recientemente, un afeitado minucioso y limpio que hace
que su rostro se vea suave. Regulus ha apreciado su barba incipiente antes, así que esto es…nuevo.
"¿Van a regresarte tus gafas en algún momento?" es todo lo que Regulus logra decir en respuesta.
"Pregunté la misma cosa." admite James, claramente reivindicado. Le lanza a Fabian una mirada
que dice abiertamente ¿lo ves? Fabian solo rueda los ojos, y James vuelve a mirar a Regulus.
"¿Ellos, er, esponjaron tus rizos? Se ven—esponjosos."
"Si, se le llama volumen, querido," dice Fabian divertido, y James bufa. "Pero si, Gideon
obviamente los ha despeinado para él. El objetivo aquí es hacerte ver angelical, y diría que se ve lo
más parecido posible a un querubín. Bien hecho, Gid."
"Gracias, gracias," responde Gideon magníficamente, inclinándose en una reverencia con una
mueca de satisfacción.
Regulus se mofa. "Oh, déjalo. No me veo—"
"No, lo haces," corta James, luego tose cuando Regulus lo mira fijamente, sorprendido. "Yo solo—
digo, te ves…dulce. Por Gideon. Lo que hizo, quiero decir. Te ves—si."
Fabian resopla una risa, luego lo disfraza como un carraspeo fuerte, de pronto encontrando el techo
completamente fascinante. Mientras tanto, Gideon comienza a sonreír, solo para esconder los
labios y mira sus zapatos como si nunca los hubiera visto antes. James, por otro lado, parece un
ciervo asustado.
"Si, como…joven," dice James lentamente, después empieza a balbucear instantáneamente. "No—
no, no me refiero a que te ves muy joven, porque no lo eres. Solo—bueno, no estoy diciendo que
seas viejo. Tenemos la misma edad, es todo. Y es—no te veo como, ya sabes, más joven o
inocente o—o algo como eso, solo porque eres el hermano bebé de Sirius. Bueno, no bebé. Más
joven. Quiero decir—"
"Bonito," completa Dorcas conforme se desliza en la habitación, sus labios están curvados hacia
arriba. "Piensa que eres bonito."
"Si, eso fue doloroso," dice Fabian, y James lo golpea con el codo en el costado, lo que le hace
reprimir una risa.
"Si, bueno, James está en lo correcto. Eres muy bonito. Ambos lo son. Vengan, déjenme verlos,"
dice Dorcas, moviéndose para estirarse y tomar los hombros de Regulus, girándolo con lentitud.
Tararea complacida cuando él vuelve a enfrentarla. "Si, muy bonito, pero no solo eso. Eres una
estrella, Regulus."
Dorcas suelta una risita, girando sobre su eje para estar frente a James. "Ahora, déjame verte. Oh,
esto es bueno. Muy bueno. Estás brillando, James."
"La risa es la música del alma, mis amores," dice Dorcas sabiamente. "Esta bien, empecemos
contigo, Regulus. Eres el que más le preocupa a Sirius. Ahora, tu traje es una muy buena pieza de
la que hablar si te sientes incómodo, o no sabes que decir, o cómo responder. Habrá cámaras de
todos los ángulos, entonces cuando te levantes y extiendas su capa, da un giro lento para que todos
puedan verla."
"Tu capa es el evento principal. La constelación de Leo con la estrella más brillante: Regulus.
¿Conoces el mito detrás?"
"No temas contarlo, y no dudes en señalar la comparación entre Hércules y tú. El venció al león,
haciéndolo un campeón. Juega con eso, si lo necesitas."
"Claro, pero Regulus es el corazón del león. La comparación entre Hércules y yo no tiene sentido.
No soy el campeón; soy el asesinado."
"Lo sé," le comenta Dorcas, su voz se suaviza. "Ese es el mensaje escondido, Regulus. Esa es la
verdad. Las personas lo verán. No todos ellos, pero algunos, y significará algo. Puede significar
algo para ti también, porque eres quién será enviado a su muerte. Sé un campeón de todas formas."
Regulus se da cuenta de que no puede responder a eso más allá del nudo que bloquea su garganta.
Teme por cada segundo que lo acerca más a la arena. Aún queda el resto del día de hoy, las
entrevistas de mañana, y luego se irán al siguiente día. No está listo. No cree nunca llegar a estar
listo.
"Esto es algo personal," murmura Dorcas, estirándose para pasar sus dedos gentilmente sobre la
gargantilla en forma de corona alrededor de su garganta. "Vienes de una familia de Vencedores.
Realeza, por así decirlo. Hay un dicho—pesada es la cabeza que porta la corona. La cosa es que,
esta no es una corona que se asienta en tu cabeza y te otorga poder. Es un collar, y nadie debería
atreverse a pensar de otra forma. Haremos que lo miren, porque la ignorancia es felicidad, y ellos
no merecen felicidad cuando estás sufriendo a sus manos."
"Gracias," Regulus susurra, y en ese momento, entiende a lo que ella se refiere sobre expresarse, y
lo conmovedor que puede llegar a ser. Ella realmente diseña con audacia.
"No me agradezcas. Cree en ti mismo, porque yo ya lo hago," le cuenta Dorcas en voz baja,
sosteniendo su mirada por un largo momento, y luego ella sonríe y gira para enfrentarse a James.
"Ahora, tú."
"Tu capa funciona de manera muy similar a la de Regulus. Sirius me ha informado que tu entrevista
será después de la suya, así que no dudo que Rita querrá que lo presumas primero para deshacerse
de ello," explica Dorcas. "La tuya, por supuesto, es diferente en el sentido de que no son múltiples
estrellas; solo es una."
"Una estrella muy importante para todos nosotros, pero también hay un significado en ella,"
declara Dorcas firmemente. "Puedes apoyarte en que acercarte demasiado al sol asegura que te
quemarás. Eres el sol en este escenario, James, y esa es la advertencia. Aunque, ¿el significado
escondido? Necesitamos del sol para sobrevivir, y aún así se esconde. ¿Qué pasa si no vuelve a
salir?"
"Claro," susurra James, mirándola fijamente con los ojos bien abiertos, y Regulus lo entiende. La
fuerza de Dorcas Meadowes mirándote así es pesada y altera tu vida. Ella ve el mundo como nadie
más lo hace, y mira a los demás a su alrededor de la misma manera. Es aterrador y vigorizante a la
vez.
"Gib, Fab, desvístanlos y déjenlos ir a descansar," dice Dorcas. "Lo van a hacer muy bien, lo sé, y
tengo que ir a una fiesta. Buena suerte, mis amores, mañana estaremos justo ahí, en el público, solo
por ustedes dos."
Con el mismo comando, y la presencia más grande que la vida misma que utilizó durante su
entrada, ella se va. Regulus mira hacia James para encontrarlo ya mirando en su dirección, y luego
Gideon y Fabian los acompañan para salir. Cuando Regulus vuelve a mirar, James ya está
haciendo lo mismo.
Esta vez, Regulus no aparta la mirada hasta que no tiene otra opción.
~•~
A Remus, sorprendentemente, le gusta trabajar en eventos. Bueno, le gusta tanto como a cualquier
persona en su posición puede gustarle algo, lo que significa que lo odia con una pasión ardiente,
pero le saca algo de provecho de vez en cuando.
Lo que obtiene de todo esto, generalmente, es información. Chismes. Secretos. Hay mucho que
recoger de una fiesta llena de Hallows de alto nivel cuando hay bebidas fluyendo y las personas
están hablando con labios sueltos. A veces, Remus cree saber más sobre el funcionamiento interno
del Hallow que el mismo Riddle. Las cosas que oye… Las cosas que sabe… Pues, honestamente,
podría hacer mucho daño con todo eso.
Pero, en realidad, no puede. Tiene una máscara, una que no puede remover, no aquí. No con estas
personas. Lo odia, y lo que más odia es que está jodidamente acostumbrado a ello. La ha usado
todos los días durante cinco años, y el único momento en que se la quita es cuando está comiendo,
o cuando está en la suite a la que está asignado actualmente. No sabe cuándo fue que la molestia de
tener la máscara puesta se convirtió en una sensación de extrañeza cuando se la quita. También
odia eso.
Las tareas de Remus son bastante simples. No es el único sirviente aquí, y hay un acuerdo tácito
entre todos los sirvientes (tácito por obvias razones) de dividir y conquistar para mayor cobertura.
Es una rotación sólida, como engranajes trabajando en una máquina, todos ellos dando vueltas por
la habitación de una estación a la siguiente. Está el servir bebidas a la gente, u ofrecer bandejas de
comida, o trabajar en el bar, o limpiar atrás, o preparar más comida y bebidas en la cocina; y, por
supuesto, está la estación general que se mantiene como prioridad en todo momento, en la que los
sirvientes están a la orden de todos a su alrededor para cualquier cosa que necesiten o quieran.
Actualmente, Remus está en medio de servir más vino a Joffrey Macnair mientras escucha los
chismes sobre un tal Sirius Black. Siendo honesto, está bastante interesado; no debería estarlo, él lo
sabe, pero no puede evitarlo. Hay una secreta y brillante satisfacción en saber que están
equivocados.
"Francilla insiste en que la ha llevado a la cama," Joffrey dice en voz baja, hablando con Devina.
"Ella dice que no comprometería su patrocinio por nada menos, y hay susurros de una donación
importante ya prometida en su nombre."
"Si que está moviéndose este año," murmura Devina, tendiendo su vino. Ni siquiera en la dirección
de Remus. Ella solo la alza un poco y espera que sea llenada, que lo será. "No estoy sorprendida.
Esta vez son su hermano y amigo más cercano, así que naturalmente le importan más. Es una
lástima, ¿no es así?"
Joffrey tararea, sorbiendo su vino. "Si, lo sé. Le pregunté quién pensaba que mataría al otro, pero
no me dió una respuesta, la molestia. Solo guiñó, rió, y me dijo que mirara el show para verlo. Mi
dinero está en James."
"Oh, ¿lo está?" cuestiona Devina, inclinándose con un jadeo suave. "Tu, cosa traviesa. ¿También
prometiste una donación?"
"Bueno, un caballero nunca besa y cuenta, Devina," responde Joffrey con una risa tranquila.
Remus se aleja conteniendo el aliento. El quiere, de forma bastante violenta, romper la botella
sobre las cabezas de ambos. Por supuesto que Sirius no ha hecho tal cosa. El no ha llevado a nadie
a su cama, y está bastante ocupado haciendo todo lo que puede para ayudar a su hermano y mejor
amigo. Es más que jodido que no puedan ver lo horrible que es esta situación para Sirius, y ellos
solo están jodidamente sentados aquí, discutiendo sobre él como si no fuera más que un pedazo de
carne.
"Joffrey, Devina, pensé que eran ustedes," llega la brillante voz de nada menos que el mismísimo
Sirius Black, lo que causa que Remus se congele mientras Joffrey y Devina se alejan del otro para
girar en sus sillas.
"Sirius," Joffrey saluda cálidamente, lanzándose de su silla para inclinarse y besar cada mejilla de
Sirius, cosa que Sirius permite con una mueca encantadora.
"Vaya, te ves muy guapo esta noche, Sirius," comenta Devina mientras extiende su mano.
"¿Querido, dices?" Devina pregunta curiosamente mientras Sirius toma asiento a su lado. Remus se
da vuelta para servir otra copa de vino con una sonrisa intentando formarse debajo de la máscara, a
pesar de que, literalmente, nunca ha sucedido antes, y es casi imposible con lo ajustada que está a
su rostro. "Con querido, ¿te refieres a…?"
"Me engañan mis oídos, o alguien ha conseguido capturar y atrapar al siempre escurridizo Sirius
Black?" medita Joffrey, claramente en pesca de información.
"Tal vez solo soy escurridizo con aquellos que no tienen nada que ofrecerme," Sirius responde
fácilmente.
Remus se inclina a su lado y le ofrece una copa de vino. Sirius lo mira con brevedad antes de
tomarla, pero se asegura de que sus dedos rocen cuando aparta la mirada. Por un momento,
mientras Remus se endereza, fantasea con una vida en la que Sirius nació en su distrito, donde
podrían haberse conocido fuera de un entorno como este, donde Remus podría haber hecho cosas
que no se atreve a hacer aquí.
No tiene nada que ofrecerle a Sirius. Realmente ni una sola cosa. Está encadenado a su
servidumbre forzada al Hallow, sin nada a su nombre y sin posesiones que reclamar. Y aún así,
Sirius es la persona menos escurridiza que Remus ha conocido. ¿Es esa una elección? ¿O solo
conoce al verdadero Sirius?
"Bueno, no sabría nada sobre eso," anuncia Joffrey, cruzando sus piernas e inclinándose hacia atrás
con una sonrisilla. Como un tiburón. "Tengo mucho que ofrecer. Solo tienes que pedirlo."
"Si te lo pidiera, sería una petición, no una oferta," señala Sirius, y se acerca para poner su mano
suavemente en la rodilla de Devina como si fuera una reflexión. La hace esconder una sonrisa
detrás de su copa, y hace que los ojos de Joffrey se centren en ella, sus fosas nasales se agitan. "¿Y
tú, Devina? ¿Te esquivo?"
"Eres todo un enigma, en efecto," admite Devina con una fuerte risa, acercándose para poner una
mano en su pecho, como si tuviera el derecho. Sirius se lo permite. "Creo que hay algunos que
ofrecerían el mundo por ver el interior de tu mente. Me pregunto qué pasará allí arriba."
"Oh, no puedes imaginar las cosas que tengo escondidas ahí. Me temo que el costo de compartirlo
es una cantidad que muy pocos han sido capaces de alcanzar," le cuenta Sirius, sonriendo mientras
que ella desliza dos de su dedos sobre su pecho con lentitud, mirándolo a los ojos. Sin romper el
contacto visual, él alza su copa y toma un sorbo lento, la tentación de sus labios curvados se asoma
por el borde.
Sirius vuelve a enfocarse en él y retira su mano de la rodilla de Devina. "Haz una oferta. Veamos si
lo cumples."
Lo que le sigue es un baile muy complejo en el que Sirius toma por tontos a Joffrey y Devina,
usándolos en contra del otro para conseguir la promesa de su apoyo cuando los juegos comiencen.
Sirius apenas tiene que hacer nada, además de sentarse allí y dejar que Devina le pase las manos
por encima, claramente no dejando que Joffrey haga lo mismo; a cambio, Sirius solo toca la rodilla
de Devina, removiendo el contacto como una señal de aprobación cuando Joffrey hace algo que le
agrada.
Es—casi fascinante. Terrible, si, pero la forma en la que juega con ellos a su voluntad,
enroscándose en sus dedos con una conversación breve y algunos gestos—es como magia.
También hay algo peligroso en ello, lo sencillo que Sirius lo hace, lo seductor que es que pueda
hacerlo. Es magnético, y las personas lo quieren, pero nunca por las razones correctas. Ahí es
donde es triste. En realidad, el corazón de Remus se rompe por él, porque puede hacer esto, él tiene
que hacer esto, porque lo hace. Porque no hay duda en la mente de Remus de porque Sirius está
haciéndolo; todo es por James y Regulus, eso está bastante claro.
Remus rellena sus bebidas una vez más antes de rotar con el siguiente sirviente, terminando en la
barra. Desde este punto de vista puede ver toda la habitación, y puede ver como Sirius procede a
trabajar con ella. La noche continúa con Sirius haciéndose camino de persona a persona, riendo con
fuerza y convirtiendo a las personas en charcos para jugar en ellos.
Por lo que Remus puede notar, Sirius parece darse descansos, charlando con otros mentores.
Remus sabe que conseguir que todos estos patrocinadores hagan lo que él quiere es una precaución,
porque nadie sabe todavía lo que va a pasar. Y por lo que Remus ha aprendido a lo largo de los
años, puede tomar múltiples donaciones de múltiples patrocinadores para darse el lujo de conseguir
pequeñas barras de pan, por no mencionar las cosas más necesarias, como los medicamentos para
lesiones. Así que no le sorprende que Sirius solo se tome pequeños descansos, trabajando
constantemente tanto como puede.
Llega un momento en el que Sirius llega al bar con una mujer rubia de la que Remus aprende
rápidamente el nombre—Marlene. Charlan mientras ordenan bebidas, y debajo de las luces tenues,
Sirius le da una sonrisa muy especial. Remus nunca se dió cuenta hasta esta noche, pero Sirius le
sonríe de forma diferente a como lo hace con el resto de esas personas. Esta es una sonrisa más
cálida, una más tímida, y es mucho más dulce de lo que Remus puede llegar a entender.
"Oh, oh, Sirius," Marlene sisea mientras Remus le desliza un trago. Empieza a golpear el brazo de
Sirius. "Esa es Dorcas. Es—"
Marlene golpea más fuerte su brazo. "Callate. Joder, solo mírala. Quiero decir, es legítimamente
apetitosa. ¿Cómo estas a su alrededor sin desmayarte constantemente?"
Sirius suelta una risa sofocada. "Una Hallow sexy que claramente le gusta a mi amiga, entonces no,
no es mi tipo. Tengo un poco de integridad, lo creas o no. ¿Lo ves? Mira esto. ¡Oi, Dorcas!"
" Sirius ," se atraganta Marlene, girando en su lugar frenéticamente y casi derramando su trago.
Remus lo sostiene rápidamente antes que ella, y luego lo desliza gentilmente en su mano. Distraída
y viéndose peligrosamente cerca de desmayarse, Marlene alza su trago temblorosamente hacia
Remus y dice sin aliento, "Salud," antes de beberlo todo de golpe en un trago desesperado.
"Ah, Sirius, es un placer verte aquí," saluda Dorcas al acercarse, inclinándose por un abrazo tan
pronto como Sirius lo hace.
"Y es un placer verte, como siempre. Eres una visión, como siempre," responde Sirius al romper el
abrazo. "Dime, ¿Regulus y James se comportaron?"
"Tanto como lo hacen siempre," le cuenta Dorcas con diversión. Su rostro se suaviza mientras
asiente hacia él. "Se veían encantadores, Sirius, y sé que estarán bien."
La tensión se desliza de los hombros de Sirius notoriamente. "Gracias, Dorcas." Se gira levemente,
señalando a Marlene. "¿Ya conociste a Marlene? Está bastante encaprichada contigo."
"Por tu trabajo," Sirius aclara con una mueca sonriente. "Está bastante encaprichada contigo por tu
trabajo."
"Marlene McKinnon. Si, sé de ti. La Vencedora que impactó al Hallow," murmura Dorcas mientras
toma la mano de Marlene y la acerca rápidamente a su boca, besándola. Esto no es realmente
inaudito para los Hallows como forma de saludo, pero usualmente solo se usa con personas a las
que se tiene en alta estima, o personas que quieres que crean que tienes en alta estima. Marlene la
mira con los labios entreabiertos. "Honestamente, creo que yo debería ser la que se sienta honrada
de conocerte. Me agrada bastante cualquiera que pueda desafiar a los Hallows, incluyéndome a mí.
Nadie te vió venir, Marlene McKinnon, ni siquiera yo, y eso me encapricha de ti."
"Bueno, ¿no es eso encantador? Hay mucho encaprichamiento por aquí hoy," dice Sirius con
agrado, guiñandole a Marlene desde detrás de Dorcas. "Las dejaré a ambas con ello, ¿de acuerdo?"
"No puedes quedarte en un lugar por mucho tiempo, ¿verdad?" se burla Dorcas, pero ella sigue
mirando directamente a Marlene, incluso cuando sus manos se separan a la vez.
"Si, bueno, gente que hacer y cosas que ver, o como sea que vaya el dicho," Sirius dice
ligeramente. Se gira y mira a Remus. "Aunque, tomaré otro trago antes de irme."
Gracias a que Dorcas y Marlene parecen estar genuinamente arrastradas por un intenso contacto
visual, Remus se permite servir el trago de Sirius con lentitud. Quizá por la misma razón, Sirius lo
mira directamente, sin apartar la mirada durante la elaboración de su bebida. Su labio inferior
queda atrapado entre sus dientes, una sonrisa intenta formarse en su rostro, y Remus solo tiene que
mirarlo con un movimiento de ceja, un solo movimiento hacia arriba, para que sus mejillas se
inunden de color. Se ve ruborizado, y nervioso, y totalmente encantado, más de lo que nadie ha
sido capaz de hacer hasta ahora esta noche, y es—joder, es exhilarante.
Es genuinamente emocionante que pueda hacerle eso a Sirius cuando ni siquiera está mostrando
todo su rostro. Remus, un sirviente con nada, ni siquiera la habilidad de hablar, puede hacerle a
Sirius lo que los Hallows ricos con más palabras de las que saben utilizar no pueden. Todos quieren
hacerlo, todos lo intentan, y ninguno de ellos lo consigue—¿pero Remus? Lo hace con facilidad.
Cuando Remus empuja el vaso hacia él, sus dedos vuelven a rozar, una caricia cálida de contacto
que hace que a Remus se le ponga la piel de gallina. La mano de Sirius tiembla visiblemente, se le
escapa el aliento, y casi deja caer el vaso por completo. Remus estira la mano para atraparlo por la
base, agradecido de no haberlo llenado demasiado para que nada se tire por los lados, y se apresura
a retirar la mano. Sirius se sonroja aún más.
Encoge el vaso contra su pecho, y Remus se da cuenta de que quiere disculparse, acercándose
peligrosamente a divagar y tartamudear y convertirse en ese encantador desastre que Remus ha
aprendido a apreciar tanto. Eso sería muy malo para ambos, así que Remus se aleja e inclina la
cabeza.
Durante un rato más, Remus es sometido a observar a Dorcas y Marlene coquetear descaradamente
entre ellas. No están ordenando más bebidas, pero se quedan en la barra, y si es honesto, es algo
entretenido. Dorcas es muy audaz, y Marlene es algo reservada, así que esto es un gran
entretenimiento. Sin embargo, no puede negarse que se llevan muy bien, y Sirius es dulce al notar
que sus amigas tienen la oportunidad de disfrutar su… compañía. Que considerado de su parte.
Ellas siguen charlando, pero ahora la mano de Dorcas está en el brazo de Marlene sobre la barra, y
Marlene sigue distrayéndose descaradamente con los anillos en sus dedos, tanto que pierde
repetidamente el hilo de la conversación. Dorcas es paciente con ella, incluso parece encontrarlo
entrañable, y Marlene parece volverse un poco más perversa cuanto más nerviosa se pone. Pasaron
de una conversación tranquila a discusiones leves, y Dorcas asemeja estar divirtiéndose como
nunca. Marlene se ve como si quisiera arrancarle el vestido a Dorcas, la pobrecita.
Al final, Remus tiene que rotar de estación antes de presenciar cuál de las dos hará inevitablemente
un movimiento adecuado más allá de conocerse y burlarse entre ellas. Es un poco decepcionante,
honestamente, porque esa fue la interacción menos problemática que ha visto entre alguien en esta
malditamente horrible fiesta. Todos los demás aquí son una completa mierda, mientras que
Marlene y Dorcas se presentan como las únicas personas genuinas, más algunos de los otros
mentores. Bueno, a excepción de Sirius, pero está trabajando por el momento, y su trabajo no es
exactamente tan glamoroso como alguien pensaría. Es un actor, esencialmente, y un intérprete, y
un manipulador, y un misterio, y tantas cosas que Remus no puede siquiera comprender cómo se
las arregla para equilibrar todo con tanta facilidad.
Remus ve a Sirius varias veces más mientras trabaja, pero no se acercan al otro de nuevo. En su
lugar, Remus tiene que observar a través de la habitación a la gente tocar, hablar, y coquetear con
Sirius, mientras el toca, habla, y coquetea de regreso. Lo que está bien. Eso está bien. Remus está
bien. De hecho, tiene sentido, porque Sirius está haciendo lo necesario para ayudar a asegurar que
Regulus y James estarán seguros y tendrán apoyo. Remus sabe eso.
¿Eso significa que Remus no quiere romper cada dedo de cada mano que se atreve a tocar a Sirius?
No, por supuesto que quiere hacerlo. Quiere romperlos uno por uno, que es un pensamiento
violento del que debería huir, pero casi puede deleitarse en ello. Hacía años que no se ponía tan
ansioso por algo, así que esto es algo—agradable, de alguna manera, saber que aún lo tiene en él.
El hecho de que tiene que ver con Sirius… bueno.
Remus se dice a sí mismo que solo está siendo protector, porque en realidad, estas personas tratan a
Sirius como si fuera un jodido objeto con el que pueden jugar, o comprar, o tomar y dejar a
voluntad. El es mucho más que eso, por lo que el hecho de que Remus se enfadara por él tiene
mucho sentido. Son… amigos. Algo así. ¿Cierto?
Pero, en el fondo, Remus sabe lo que es. El sabe que es un inmerecido sentido de posesión,
enredado con celos y envidia que le dejan un sabor amargo en el fondo de la boca. Sabe que es
insensato, porque no tiene derecho a Sirius, pero los sentimientos existen de todas formas. El pulso
constante de él no es tuyo para tocar, que no tiene sentido, porque tampoco es de Remus; y luego
está ese giro brusco en su pecho a cada palabra que llegan a decirle a Sirius, libres de hablar y
ganar su atención, solo para jodidamente desperdiciarlo; pero quizá el sentimiento más importante
es la forma en la que quiere hacer las mismas cosas que todo ellos, pero sin quererlas por las
razones incorrectas. El también quiere toda la atención de Sirius. Su toque. Su risa. Cualquier cosa
y a todo Sirius Black, él lo quiere—lo más importante, lo quiere donde nadie pueda verlo, y quiere
que nunca se diga ni una palabra de ello, y quiere que sea algo que solo ellos sepan, nadie más.
Por supuesto, el reconocimiento de sus deseos solo lo frustra, porque él sabe que esa es literalmente
la peor cosa que podría hacer. Es la cosa más peligrosa que podría hacer. No habría un castigo para
eso; ellos solo lo torturarán hasta que jodidamente muera, si alguna vez lo descubrieran.
No es correcto. Remus no debería. Sigue diciéndoselo a sí mismo una y otra vez, y luego ve a un
hombre inclinarse para susurrar en el oído de Sirius y se le recuerda visceralmente que no es muy
bueno siendo correcto o haciendo lo que debería.
La única cosa que detiene a Remus de hacer algo muy, muy estúpido es el hecho de que ninguno de
ellos—nadie con quien Sirius hable, o coquetee—lo hace sonrojarse. Ellos no consiguen sus
sonrisas suaves. Ellos no hacen que sus manos tiemblen.
Remus está en medio de lavar un vaso cuando la puerta se abre de golpe, y el mira sorprendido
porque es demasiado pronto para una rotación, pero entonces sus ojos se abren de golpe cuando la
cabeza de Sirius se asoma. El inmediatamente abre su boca para hablar, pero Remus se lanza hacia
adelante para estampar una mano sobre su boca, lo que lo hace inhalar con fuerza.
Sirius lo observa con los ojos muy abiertos, congelado en su lugar. Remus sacude la cabeza y aleja
su mano, levantando un dedo frente a su máscara para indicar que debe estar callado. Muy
cuidadosamente, Remus deja el vaso y se extiende para hacer funcionar a la máquina antes de que
esté completamente cargada, el fuerte zumbido llena el lugar. Aún así, Remus mueve la cabeza y
se mueve a la habitación con las estanterías de secado, manteniéndola abierta para que Sirius entre.
Remus lo sigue y cierra la puerta, luego alcanza el broche de su máscara para quitarla.
"No deberías estar aquí atrás," susurra Remus, su voz es apenas un aliento. "Sirius, las personas se
darán cuenta—"
"Nadie va a darse cuenta, Remus," murmura Sirius, acercándose para compensar el tono bajo de su
voz. "Les dije a todos que ya me iba. La fiesta está disminuyendo, así que podía escabullirme. Yo
solo—quería decir hola. Um. Hola."
"Hola," Remus responde con una risa sin aliento. "Te ves bien. ¿Escuché que alguien muy querido
para ti te ayudó a escoger tu atuendo?"
Incluso en la baja iluminación, el rubor de Sirius es evidente. Se desplaza un poco inquieto. "Si,
bueno… si."
Lo que a Remus realmente le gusta sobre Sirius es el hecho de que solo dirá las cosas que sean
verdaderas. A veces con mucho tartamudeo y muy descaradamente avergonzado por ello, pero lo
hará. Es una mezcla perfecta de tímido y sinvergüenza.
"Bueno, esa persona tiene un gusto excelente," Remus se burla con suavidad.
"Ha sido de ayuda," susurra Sirius."Me refiero al traje. Sé que me has visto esta noche con—con
ellos. No es—no estoy exactamente orgulloso de ello, pero no hay nada que no haría por Regulus y
James. Sé como se ve, pero no soy—"
"Sirius," lo interrumpe Remus, "No tienes que darme explicaciones. Lo entiendo. Ya lo sé."
Sirius muerde su labio, y el movimiento atrae los ojos de Remus a su boca. "Aunque estoy seguro
de que has escuchado cosas. Nadie piensa en censurarse alrededor de los sirvientes, así que no
puedo imaginar las cosas sin sentido que has escuchado sobre mí."
"Bien, por favor no lo hagas," dice Sirius con una risa débil, como si estuviera intentando hacerlo
ver como un chiste, pero el en realidad lo dice en serio, desesperadamente. "Solo quería decir hola
antes de irme, y darte las gracias. Verte de verdad mejoró mi noche, Remus."
"Encantado de ayudar."
"No. Tengo que regresar a mi celda después de terminar aquí," admite Remus con un suspiro.
"Oh," Sirius asiente con lentitud, haciendo nada para ocultar cómo lo decepciona. "¿Te veré otra
vez por la mañana?"
Los labios de Remus se crispan. "Si, y estaré ahí viendo las entrevistas también."
"Brillante," exhala Sirius, animándose inmediatamente. Rompe en una mueca sonriente y señala
hacia la puerta mientras intenta deslizar una mano en su bolsillo. Sigue fallando. "Bien, debería
irme. No quiero arriesgarme demasiado. No debería haber—lo siento, Remus. Yo solo—solo te
veré por la mañana."
"Sirius," dice Remus, y Sirius pausa con la mano en la perilla de la puerta. Se quedan mirándose
fijamente el uno al otro por un momento, y es tan callado que Remus puede escucharlos parar de
respirar, conteniendo el aliento al mismo tiempo. Remus solo quiere a Sirius aquí por un rato más.
Con lentitud, Remus exhala y avanza para alcanzar y capturar un solitario mechón del cabello de
Sirius que caía por detrás de su oreja. Lo mete con cuidado de vuelta en su lugar, escuchando la
temblorosa y delgada exhalación, y el corte inmediato en la respiración de Sirius. Los nudillos de
Remus apenas rozan su mandíbula cuando aleja su mano, y Sirius se desliza hacia adelante como si
estuviera siguiéndole, como si estuviera atrapandolo.
"Buenas noches," murmura Remus, y Sirius se desliza de vuelta con un parpadeo violento de sus
ojos vidriosos y un intenso rubor pintado en sus mejillas.
Sirius se toma un momento, solo respirando, y luego le da a Remus una sonrisa muy especial antes
de decir, "Buenas noches."
Con eso, Sirius gira sobre sus pies y sale rápidamente de la pequeña habitación, la puerta rechina
cuando se va. Se cierra detrás de él, y Remus también se toma un momento para respirar, después
vuelve a ponerse su máscara y vuelve al trabajo.
AUTOR
sirius de verdad usaría una bolsa de plástico si remus se lo pidiera, y lo sostengo. son
tan lindos, quiero morderlos.
lmao, amo que literalmente todos ven a regulus y están como: ese es el hombre más
gruñón y torpe del planeta, no sabe NADA sobre cómo ser encantador, así que
absolutamente va a bombardear su entrevista AYUDA eso es tan malo, pero
es verdad. regulus NO es material de entrevista.
luego tienen a james, que está como: hey, entonces um, sé que soy encantador y todo,
pero soy un MUY malo mentiroso cuando estoy asustado y esto puede ser un
problema. ¿hola? ¿alguien está escuchándome? no. genial. simplemente genial.
fabian, mi amado <3 gideon, mi amado <3 dorcas, mi amada <3 marlene, mi amada
<3
también esas pequeñas pistas de dorlene confíen en mí, veremos más de ellas en el
futuro.
sirius teniendo a todos comiendo de la palma de su mano, pero no pudiendo ser
normal y calmado alrededor de remus por dos segundos es TODO para mi.
sirius, para remus: talented, brilliant, incredible, amazing, show stopping, spectacular,
never the same, totally unique, completely not ever been done before—
de todos modos, dejenme callarme. spoilers del próximo capítulo: ocurren las
entrevistas!!! algo muy emocionante. como alguien que ya escribió toda la cosa de la
arena, estoy tan impaciente por cumplir con este programa, entonces me está matando
lentamente hacerlo, pero estoy intentando no publicarlo muy rápido. solo que es muy
difícil, porque estoy tan adelantado en la historia que estoy como: quiero que
todos se pongan al día!!!!
TRADUCTORA
estoy consciente de que no mucha gente lee la traducción teniendo la historia original
justo aquí, pero a pesar de eso pienso seguir haciéndolo; traducir se ha convertido en
un hobby muy querido y me ayuda a relajarme y olvidarme un poco de mi vida tanto
personal como escolar, entonces para todas aquellas personas que se toman el tiempo
de leer esto: muchas gracias por estar aquí, se aprecia bastantisimo <3
bueno! se acerca el caos (más del que ya hay:’)), pero mientras tanto nos queda un
poco más de incertidumbre y tontos encantadores.
TRADUCTORA
AUTOR
hola a todos! estoy como, estúpidamente emocionado por este capítulo. cómo lo
sugiere el título, son las entrevistas!!!
-referencias a la muerte
-referencias a tortura
-descripciones de personajes estando ansiosos/nerviosos
-breve muestra de violencia (detenida rápidamente, y nadie es seriamente herido)
-un poco de angst
disfruten el drama ;)
Remus puede notar lo nerviosos que están todos. Se había ofrecido a ir y despertarlos, a lo que
Pandora había parecido agradecida. Comenzó con James, quien sabe que generalmente se levanta
temprano, así que no habría problema con él.
"Buen día, Remus," saluda James al abrir su puerta. Suena menos alegre de lo que suele ser cuando
lo saluda.
"Buenos días, James," murmura Remus. "Solo quería asegurarme de que estuvieras despierto y
listo para el día."
"¿Despierto? Si. ¿Listo para el día? Bueno…" James hace una ligera mueca y se pasa una mano por
el cabello.
Remus se queda callado por un momento, luego dice, "Si ayuda en algo, yo te encuentro muy
agradable. Eres amable y divertido, James. Dudo que tengas algún problema para tu entrevista."
"¿Si?" James se anima un poco ante eso. "Gracias, Remus. Solo estoy—bueno, estoy nervioso. No
solo por mí, sino también por Regulus. Y—y también es nuestro último día antes de…"
"Lo sé," dice Remus suavemente, el corazón se le aprieta en el pecho. Nunca antes se había
encariñado con nadie como sirviente; no le interesa a nadie, así que él les regresa el favor. Y aún
así, cuando se trata de este grupo de personas—Sirius, James, Regulus, e incluso Pandora—Remus
descubre que ha llegado a preocuparse mucho por ellos en muy poco tiempo.
James resopla una risa débil. "Es una pena que me iré pronto. Creo que tú y yo podríamos haber
sido amigos"
Hay algo tan irrevocablemente triste en eso, más aún porque Remus puede notar que James lo dice
en serio, y lo cree. Para él, no importa que Remus sea un sirviente. Así que Remus mantiene su voz
tranquila mientras se mofa, "Pensé que ya lo éramos."
"No, sí, lo somos," James está de acuerdo mientras sonríe. Parece tan aliviado de tener algo por lo
que alegrarse.
"Tengo que despertar a los demás," le cuenta Remus. "El desayuno ya está listo, y tú deberías ir a
comer."
"Está bien," dice James. "Hey, comerás con nosotros, ¿cierto? A Sirius le gusta cuando lo haces.
Bueno, a todos nos gusta, pero hoy… Er, tu siempre lo animas, es todo. Le agradas, Remus.
Mucho."
"Lo sé," Remus repite de nuevo, esta vez con una pequeña sonrisa, y los ojos de James brillan de
alegría. "No es muy sutil al respecto."
"El no—hace nada," Remus se aventura cautelosamente, no seguro del todo de cómo poner lo que
quiere decir en palabras.
"Si, no lo hará," responde James con simpleza, y Remus no puede evitar fruncir el ceño. James
suspira al darse cuenta. "Es—quiero decir, para ser justos, el desequilibrio de poder es… Bueno, sé
que ninguno de nosotros habla de ello, pero somos dolorosamente conscientes."
"No es su culpa, ni la de nadie," Remus señala. "No es como si ustedes me hubieran hecho esto, y
han hecho que mi trabajo aquí sea lo más cómodo y cercano a la libertad que jamás tendré.
"Entiendo eso, pero Sirius no cruzará un límite," le comenta James, sonando solemne. "Te vemos
como Remus, nuestro amigo, pero también sabemos que tenemos una superioridad sobre ti que
ninguno de nosotros pidió. Podríamos— no lo haríamos, nunca, pero podríamos hacer que te
maten, o hacerte hacer… cualquier jodida cosa, honestamente, es horrible. No está bien. Ninguno
de nosotros jamás, jamás cruzaría los límites contigo, porque los mereces, y mereces que los
respetemos."
Remus siente que hay una banda que le aprieta el pecho, solo por esa declaración de consideración
contundente. Son derechos humanos básicos que Remus no tiene como sirviente, y sin embargo,
todos se lo conceden sin rechistar. Eso es más importante para él de lo que podría expresar a
cualquiera de ellos. Aunque hay solo un pequeño problema.
"¿Pero qué pasa si quiero que Sirius… haga cosas?" Remus pregunta débilmente, sintiéndose
extrañamente avergonzado, su cara está calentándose.
James se ríe entre dientes. "¿Quién dice que tiene que ser Sirius? Tú puedes hacerlo. Eso alcanzaría
la balanza del desequilibrio de poder, ¿no lo crees?"
El mero pensamiento hace que el cerebro de Remus se convierta en un revoltijo de miedo y deseo
enredados entre sí. El podría. El podría, pero ¿podría realmente? Es jodidamente peligroso. Si
Sirius fuera el que hiciera algo, entonces Remus sería capaz de solo—seguir la corriente. Hay
menos control de esa forma, lo que es normal, es a lo que está acostumbrado. Hace cinco años,
Remus nunca se habría detenido a tener este debate interno. De hecho, hace cinco años, Remus
probablemente ya se habría cogido a Sirius.
Se quita firmemente la idea de la cabeza, porque le está acelerando el corazón, dejándolo agitado.
Está muy atraído por ella. Tentado. "Claro, ya voy a despertar a los demás. Buena charla, James."
"Lo mismo para ti, Remus, cuando quieras," responde James con una nota de satisfacción en su
tono. Hace que Remus se encariñe, lo contento que está de ser el casamentero de su amigo. Son
dulces, James y Sirius, y su amor por el otro es palpable.
La siguiente persona a despertar es Regulus. Como Sirius, él no aprecia estar despierto temprano, y
se ve muy cansado. Hay impresiones de color gris violáceo bajo sus ojos, que están inyectados en
sangre y llorosos, y su agotamiento practicamente se desprende de él en oleadas. Es callado y
reservado, pero nunca irrespetuoso con Remus. Lo saluda con un mascullo por lo bajo, le agradece,
luego espera a que Remus lo salude de regreso antes de cerrar la puerta. Remus espera que no
vuelva a dormirse, porque no va a tocar de nuevo. Pandora puede encargarse de eso.
Hablando de, ella es la siguiente persona a la que Remus despierta. Pandora lo saluda mediante un
bostezo, frotando sus ojos como un infante, y le sonríe dulcemente mientras le agradece por
haberla despertado. Ella le ofrece hacer el desayuno, luego lo reprende suavemente cuando admite
que ya lo ha hecho, después lo intimida ligeramente para que acepte compartir el desayuno con
ellos.
Remus admite haber dejado a Sirius para el final, porque es parcial y no está por encima de un
poco de favoritismo. Así que, bien, tal vez está dejando que Sirius duerma todo lo que pueda. ¿Qué
con eso?
Sirius no viene a la puerta mientras maldice, lo cual había entretenido a Remus la última vez. En su
lugar, abre la puerta y parpadea somnoliento hacia él. Una pequeña sonrisa ladeada curva su boca,
a pesar de lo cansado que también se ve, un cansancio del mundo más que de la falta de sueño. Se
ve insoportablemente suave así, apenas despertando, con el cabello alborotado y líneas que arrugan
su mejilla de las que probablemente no está consciente.
"Buenos días, Remus," saluda Sirius cálidamente, sus dedos jugueteando sin sentido con el pomo
de la puerta.
"Buenos días, Sirius," responde Remus, y recibe un impulso tan vívido de acercarse y tocarlo que
casi cree haberlo hecho sin darse cuenta. Mantiene las manos detrás de su espalda para estar
seguro, luego se pregunta por qué está haciendo eso, ¿por qué se está reprimiendo?, solo para que
se le recuerde luego porque lo hace y por qué debería. No es correcto. Es peligroso.
"Hola,"dice Sirius, luego resopla. "Oh, no, no voy a hacerlo otra vez. Una vez fue lo
suficientemente vergonzosa. Perdón, hola, yo solo—oh, encantador, lo hice otra vez. Voy a
callarme ya."
Al carajo lo correcto, en realidad. De todas formas ¿qué es la vida sin un poco de riesgo? Muy
aburrida, eso es. Remus no puede evitarlo; hay algo sobre Sirius que lo atrae hasta que
genuinamente no puede resistirse, y por el momento, no quiere hacerlo. Sigue siendo cuidadoso a
pesar de todo, acercándose solo para estirar su mano y tirar de la camisa de Sirius hacia arriba,
donde se desliza por encima de su hombro, de un algodón arrugado y cálido que es un poco
demasiado grande.
Los nudillos de Remus le rozan la clavícula, y Sirius se queda muy quieto mientras Remus dice,
"Realmente preferiría que no lo hicieras."
"Bueno, es la primera vez," Sirius exhala, mirándolo con tanta atención que Remus siente cómo se
le revuelve el estómago. "A la mayoría de gente le gusta que me calle, a menos que les esté
diciendo cosas que quieren escuchar. Por alguna razón, tengo la sensación de que oírme decir hola
una y otra vez no es precisamente el colmo de la conversación sofisticada para tí."
"No lo sé, me gusta," balbucea Remus, pasando demasiado tiempo sosteniendo el cuello de Sirius.
Puede sentir la calidez de la piel de Sirius debajo de sus dedos. Hay una guerra dentro de él en este
momento, un lado luchando a favor de él tirando de Sirius hasta que estén besándose mientras que
el otro se enfurece a favor de que lo deje ir.
Sirius no apoya a ningún lado en esta batalla, manteniéndose firmemente parado en su lugar. Solo
sonríe y pregunta, "¿Ah, sí?"
"Eres mi hola favorito," Remus admite, tragándose un suspiro mientras retira su mano. No es una
pérdida total. En su éxito, Sirius hace ese muy profundo e intenso sonrojo que se cuela hasta donde
su pecho se asoma un poco.
"Sabes, tal vez tengas razón. También me gusta." le cuenta Sirius con una amplia sonrisa.
"Mm, puedo notarlo," medita Remus sacudiendo la cabeza. "Vamos, vístete. El desayuno está
listo."
"Claro. Hoy," farfulla Sirius, su sonrisa cae. Dice hoy como si fuera la raíz de todo el mal. Parece
que le temiera, y luego sus ojos se fijan en Remus con esperanza, como si él fuera la única fuente
de bien en el hoy. "Podrías—"
"Si, tomaré el desayuno contigo," interrumpe Remus, aún secretamente complacido de poder
interrumpir. "Con todos, quiero decir, sabes lo que quiero decir."
Sirius está sonriendo de nuevo, que era el objetivo. "Brillante. Me prepararé, luego te veré ahí.
Bueno, veré a todos, pero—"
" Adiós, Sirius," dice Remus, exasperado porque Sirius está burlándose de él, sus ojos brillan con
humor.
"Adiós, Remus," responde Sirius con una pequeña risa encantada antes de cerrar la puerta, y
Remus se queda ahí parado por un largo rato, con esa risa resonando en sus oídos.
~•~
Regulus siempre ha sido muy bueno ocultando cosas, al menos desde que tiene cosas que ocultar.
Cuando está asustado, cuando está herido, cuando está nervioso, cuando siente algo que considera
una debilidad—sabe exactamente cómo ocultarlo, cómo cubrirlo para lucir calmado, neutral,
completamente indiferente.
Antes de su entrevista, Regulus hace justo eso, sentado en una habitación pequeña con Pandora
(que está viendo las otras entrevistas), Sirius (que se pasea con los brazos cruzados), y James (que
no hace nada para ocultar su propia ansiedad). ¿Qué podría tener James para estar ansioso?
Regulus no lo sabe. El no es por quien todos están preocupados; él no es quien tendrá que luchar
para que las personas lo amen; él no es el que tiene relaciones complejas y secretos que esconder.
Irene está siendo entrevistada antes que Regulus, y Rita le ha arrancado algunos secretos con una
precisión despiadada, incluyendo uno sobre tener un enamoramiento en James. Eso es algo irónico,
porque James está tan perdido en su propia cabeza que ni siquiera está prestando atención, así que
se lo pierde completamente. Aunque los Hallows lo aman. Irene es claramente una favorita, y está
manejando al público con sonrisas encantadoras y risas gentiles.
A Regulus no le agrada, pero tiene que admitir que es una sobreviviente que sabe lo que está
haciendo, y será un acto difícil de seguir. Se le hace un nudo en el estómago que solo va
empeorando a medida que se acerca el final de la entrevista. Alguien sale para decirle a Regulus
que tiene dos minutos, esperando para escoltarlo al escenario, y su jodido corazón cae.
"Hey," dice Pandora suavemente, moviéndose para ponerse de cuclillas frente a él, sus ojos son
claros cuando le sostiene la mirada. Ella se estira y ahueca sus manos entre las suyas, sonríe
gentilmente. "Quiero que hagas algo por mí."
Le toma un segundo responder más allá de sus nervios crecientes. Puede ver a Sirius y James
revoloteando en los bordes a su alrededor, como tratando de ser reconfortantes, o útiles, pero
Pandora toma toda su atención. "¿Qué?"
"Quiero que encuentres un recuerdo feliz, El primero que se te venga a la cabeza," Pandora
murmura. Regulus no está seguro de porqué aparece en su cabeza, pero piensa en la vez que Sirius
y él se escaparon de la escuela para ir a recoger nueces que podrían vender en el mercado, solo
para que pudieran comprar dulces. Fue idea de Sirius, por supuesto, y terminaron abriendo las
nueces por la cáscara y comiendolas juntos a la ardiente luz del día. Rieron tanto ese día, y cuando
fueron a vender las nueces que habían recogido, ni siquiera consiguieron el dinero suficiente para
comprar más que un muffin de chocolate, pero no les importó. Solo lo compartieron. Regulus tenía
nueve. "¿Lo tienes?"
Pandora sonríe. "Eso es encantador. Ahora, cuando vayas ahí afuera, quiero que pienses en ese
recuerdo, ¿si? Piensa en él y nada más, y quiero que sonrías, porque es un recuerdo feliz con el que
puedes sonreír. No pienses en Rita, o en el público, o cualquier otra cosa—solo piensa en ese
recuerdo mientras te sientas en esa silla. ¿Harías eso por mi?"
"Lo intentaré," dice Regulus.
"Estarás bien, Regulus," espeta James, atrayendo su mirada. Le da una sonrisa. "Recuerda, eres un
ángel que nunca ha hecho nada malo en su vida, nunca."
"Solo por hoy," Sirius está de acuerdo con una risa temblorosa, asintiendo cuando Regulus voltea a
verlo.
"No, no lo harás," Pandora contesta firmemente. Ella aprieta sus manos, sacudiendo su cabeza
hacia él. "La confianza es la clave, Regulus. No joderás esto. Saldrás y lo superarás, y robarás más
corazones de los que crees."
En realidad no consiguen decirle nada más, porque su tiempo se acabó y tiene que irse. Pandora se
aleja, y Regulus se pone de pie de un empujón, con el corazón latiendo fuerte en sus oídos mientras
se deja guiar fuera del cuarto. Mira hacia atrás una vez más para ver a Pandora sonriendo
alentadoramente, a Sirius luciendo preocupado, y a James solo—mirándolo, hay algo
insoportablemente suave en sus ojos. Regulus se gira, y se va.
El sonido distante de la voz de Rita hablándole al público lo alcanza conforme se acerca, diciendo,
"Ahora, no sé ustedes, pero yo estoy muy emocionada de hablar con nuestro siguiente tributo.
Regulus Black, el hermano menor de nuestro amado Sirius Black, lanzado a una tensa batalla
contra James Potter para regresar a casa con su hermano y enorgullecer a su familia, sin duda.
Démosle una cálida bienvenida, ¡¿de acuerdo?!"
Como respuesta hay una cacofonía de vítores y cánticos de su nombre que lo hacen querer girar y
correr en dirección opuesta. Su estómago se sacude, pero él sigue caminando, apretando sus ojos
cerrados mientras intenta hacer lo que Pandora le dijo. Piensa en ese día, riendo agudamente con
Sirius mientras él le mostraba como abrir dos nueces juntas, pelando la cáscara con una risa
sofocada entre ellos. Es difícil enfocarse en el recuerdo, pero hace lo mejor que puede, y consigue
dibujar una pequeña sonrisa en su rostro a pesar de todo lo demás.
La sonrisa perdura sólo cinco segundos mientras sale al escenario antes de que se le caiga la
fachada al ver las olas de rostros mirándolo, animándolo como si no fuera solo un cadáver
andante. Se pregunta amargamente si seguirían animando si muriera frente a ellos ahora, sí estarían
horrorizados si existiera fuera de sus pantallas, o si solo reirían sobre su cadáver porque, de todas
formas, eso es todo lo que fue para ellos.
Pero ahí, a la izquierda en la primera fila, Gideon está sentado con Dorcas y Fabian, y Regulus no
está preparado para el alivio que supone verlos. Ver a Gideon, especialmente, quien alza su mano
en un pequeño saludo y le regala una diminuta sonrisa. De alguna manera, eso logra mantener a
Regulus en marcha, a empujarlo a seguir a la silla justo frente a una tal Rita Skeeter.
Rita es una mujer rubia en un vestido de seda, con los labios pintados de rojo haciendo que su
sonrisa se vea aún más peligrosa. Mira directamente a Regulus como si estuviera ansiosa por
partirlo a la mitad y pelar su cáscara, no diferente a las nueces. Se necesitan dos para hacerlo, y
Regulus tiene el presentimiento de que Sirius será la otra. Repentinamente, ese recuerdo feliz no
parece tan feliz.
"Dios mío, Regulus," saluda Rita conforme el sonido se apaga, y ella se dirige a él como si fueran
viejos amigos, "eres casi tan hermoso como tu hermano."
Regulus reconoce un cumplido de revés cuando lo escucha, pero no está completamente seguro de
qué estaba esperando. Por supuesto que Rita haría eso, compararlos, como si a Regulus le
importara un carajo ser tan hermoso o aún más que Sirius cuando está a punto de luchar por su vida
literalmente mañana.
"Si, bueno, somos parientes, así que tiene sentido que seamos parecidos. Así es como funciona
generalmente la genética," responde Regulus. Se da cuenta tardíamente de que pudo haber sido
algo grosero y maldice internamente. "Pero, ya sabes, también he visto hermanos que tienen un
aspecto diferente. Es una pena que nunca hubieras podido entrevistar a Sirius, Rita. Es muy
divertido."
Rita tararea. "Oh, si, he escuchado muchas cosas sobre el encanto de Sirius Black, y creo que
conmovió a todos cuando se ofreció como voluntario por su querido hermano bebé. Ciertamente
me conmovió emocionalmente. ¿Cómo se sintió para ti?"
"Se sintió…" Regulus se queda sin palabras, y la sala entera parece esperar con la respiración
contenida. Angel inocente, se recuerda Regulus, y mira a Rita con los ojos bien abiertos,
parpadeando con lentitud. "Se sintió como si me salvara. Estaba preocupado por él, preocupado de
que no volviera, pero lo hizo."
"Debiste haber estado muy orgulloso de él cuando regresó como Vencedor," exhala Rita, con una
mano en el pecho, y el público parece hacer ruidos suaves y desconsolados como si simpatizaran.
Como si pudieran hacerlo.
Regulus miente, por supuesto. "Es un héroe. Mi héroe."
"Oh, eso es tan…" Rita hace un pequeño ruido y se estira para tomar su mano, estrujándola. Sus
dedos están fríos, y sus uñas tienen forma de ataúdes. Hay alguna clase de simbolismo en ello,
piensa Regulus. Alguien en el público está llorando, lo cual es tan jodidamente estúpido que
Regulus se esfuerza por no poner los ojos en blanco. "¿Y planeas volver a casa con tu hermano
justo como él lo hizo por ti, Regulus?"
Rita deja caer su mano y se inclina hacia atrás. "Una meta honorable a la que aspirar, pero sin duda
complicada. Irás a la arena con su mejor amigo, después de todo."
"¿Están James y tú compitiendo para ver quién logrará volver con Sirius?" cuestiona Rita,
claramente esperando que se alimente de eso, de presumir de sí mismo y de lo seguro que está de
su propia victoria.
Aunque un ángel inocente nunca haría eso, y Regulus honestamente no quiere perpetuar la creencia
de que están peleando. Hace las cosas más difíciles. "No, en absoluto."
"¿No?" dice Rita, enviando una mirada curiosa hacia el público antes de inclinarse más cerca como
si ella y Regulus estuvieran intercambiando secretos entre ellos. "¿No te molesta que James pueda
volver con tu hermano, si tu no puedes?"
"Si no puedo ser yo, entonces esperaría que James logre volver con él," admite Regulus, y ni
siquiera es una mentira, no en realidad. "Pero seré yo. Nada ni nadie va a detenerme."
A esto, Regulus duda, y Rita desafortunadamente percibe la duda. Puede sentir sus nervios
aumentar de nuevo, aunque apenas se habían asentado. Le toma esfuerzo no moverse inquieto en su
silla, y es como si pudiera sentir cada cámara, cada luz, cada ojo enfocado en él, todo al mismo
tiempo.
"¿Tu y James son cercanos?" pregunta Rita, con las cejas alzadas.
Regulus no puede aclararse la garganta, porque todos lo escucharan, pero quiere hacerlo
desesperadamente. "Pues, crecí con él, en realidad. Es el mejor amigo de Sirius, así que
obviamente no es un extraño."
Grosero, señala el cerebro de Regulus, ¿pero lo es? Él realmente no lo sabe. No sabe cuando está
siendo grosero la mitad del tiempo, porque la mayoría del tiempo, solo es él siendo honesto o
señalando lo obvio. No es como si estuviera tratando de ser un imbécil; realmente parece salirle
natural.
"Entonces, ¿nunca sentiste que tenías que luchar por tu lugar en la vida de tu hermano?" Rita reta,
su mirada en él es aguda, tratando de encontrar su debilidad para que ella pueda deslizar la cuchilla
y comenzar a pelar sus capas. "¿No hay ninguna parte de ti que esté ansiosa por triunfar contra
James?"
Regulus sabe lo que todos quieren oír. Sedientos de sangre y jadeantes por drama. Quieren caos,
algo de lo que hablar, algo que capture su interés. Se niega a dárselos, a pesar de que sabe que
debería. Podría decir que odia a James, y a Sirius, por las mismas jodidas razones; no podría decir
nunca que no los odia, no realmente, por razones completamente distintas. Está lleno de
complejidades con las que esta gente prosperará, y no mostrará nada de eso.
"Sirius nunca me ha dado una razón para sentirme así," Regulus miente sin perder la calma, y
puede ver un pequeño tick de frustración en la mandíbula de Rita. El público deja escapar suspiros
y murmullos suaves, un bajo aw a través de la habitación, como si todos estuvieran conmovidos.
Jodidos idiotas.
"Debe haber algo de presión en ti de todas formas, viniendo de una familia de Vencedores,"
continua Rita. "Seguramente odiarías ser el primero en fallar."
Regulus le sonríe , todo dientes, brillante y encantador justo como ha visto a Sirius hacerlo un
millón de veces. "Bueno, si la historia sirve de algo, no tengo nada de qué preocuparme. Viniendo
de una familia de Vencedores—no es un patrón que intente romper."
"Oh, esa confianza—amamos verla, ¿no es así?" Rita se dirige al público, ganándose risa y ánimo,
y Regulus puede sentir su sonrisa volviéndose fija. Nadie parece notarlo, por lo menos. Rita se
vuelve hacia él, riendo. "Ahora, sospecho que también estas ansioso de volver con tus padres, así
como Sirius."
Regulus no se lo espera, pero una risa cae de su boca antes de que pueda detenerla. Puede escuchar
el filo de la misma, así que trata de suavizarla, y termina siendo un poco jadeante. Lo absurdo de
su afirmación hace que su cabeza gire un poco. "Oh, pues, mis padres esperan que vuelva a casa,
eso es verdad."
"No lo tuve antes, y no empezaré a tenerlo ahora," Regulus miente, mirando al público con la
sonrisa más dulce que puede reunir, como si su madre estuviera ahí afuera observando. Es el juego
de redirección, justo como lo dijo Sirius. Sabe que su madre y su padre deben estar observando
desde casa, y por un momento, se pregunta si están preocupados por él.
Como si pudiera sentir sus pensamientos, Rita reflexiona, "Seguramente están mirando desde casa
ahora. ¿Quieres enorgullecernos, Regulus?"
"Eso espero," miente Regulus, mirando de vuelta a Rita. De nuevo, el público se ríe y parecen tan
conmovidos por lo que dice.
"¿Hay alguien más en casa al que quieras volver? ¿Un amante, tal vez?" pregunta Rita, y todos
parecen estar interesados en esto, lo que agita a Regulus hasta el extremo.
"Ya veo. Un hombre de familia," se mofa Rita, y el público vuelve a reír, casi burlonamente. Puede
notar que están descontentos, pero él sabe el porqué. Sirius tiene una reputación aquí, y todos
prosperarían ante la idea de que Regulus, como su hermano, sea un romántico. Aunque ellos no
conocen a Sirius, no realmente. Regulus no tiene intenciones de desempeñar ese papel. Nunca.
"Supongo que si eres un Vencedor, tendrás muchas opciones. Aunque, si tengo que ser honesta, no
puedo imaginar cómo es que no tienes opciones ya, con lo guapo que eres, especialmente ahora."
"Bueno, nunca dije que no tuviera opciones. Solo dije que no hay nadie a quien quiera en casa,"
señala Regulus, luego se da cuenta de que está siendo argumentativo cuando debería solo haber
estado de acuerdo. Su ritmo cardíaco se dispara, y quiere alejarse de este tema ahora mismo; tiene
una escapatoria, por suerte. "Puedo tomar todo el crédito por como me veo justo ahora. Una parte
tiene que ir al equipo de diseño." Inclina su cabeza hacia donde Dorcas, Gideon y Fabian están
sentados. La gente comienza a aplaudir educadamente, y todos ellos saludan y sonríen. "Mención
honorífica a Gideon, que trabaja conmigo personalmente. James tiene a Fabian, pero yo tuve
suerte." A esto, se puede oír a Gideon reírse a carcajadas, y el público le sigue, riéndose con él
como si Regulus acabara de contar un chiste muy divertido. "Pero, en realidad, mi traje es
encantador. Hay más de ello. Puedo mostrarles, si quieren."
"¿Oh?" Rita mira al público, y todos ellos estallan en vítores ansiosos, instándole a seguir. Rita ríe
con fuerza y extiende su mano. "Por favor, hazlo."
~•~
Sirius mira la pantalla mientras Regulus extiende su capa oscura y da un giro lento. Tan pronto
como la prenda se tensa, el brillo blanco de la constelación de Leo se forma en la capa, la silueta
del león centelleando para todos. El corazón de ello, la estrella Regulus, brilla con más intensidad.
Todos lo aman, por supuesto. La multitud literalmente se vuelve salvaje, y Sirius gira la cabeza
mientras vuelve a pasear por la longitud de la habitación, agitado. Puede sentir ojos en él, y sabe
que es James incluso antes de mirar.
"¿Qué?" pregunta James en voz baja. "Lo está haciendo bien, ¿no es cierto?"
James frunce el ceño. "¿Entonces qué pasa? Está haciendo todo lo que le dijiste."
"Si, bueno, tendrás que perdonarme por no estar emocionado de escuchar a mi hermano llamarme
su héroe, sabiendo que es una jodida mentira," Sirius gruñe, dándose la vuelta para pisotear en la
dirección opuesta.
James suspira. "Tenías dieciséis. No deberías haber sido un héroe. Todo por lo que pasaste, eso no
fue heróico. Eso fue una tragedia, y fue injusto para ti. Él también lo ve de esa forma."
"Creo eso," le espeta James firmemente. "Mira, esto tampoco es fácil para mi ¿Crees que no noté
lo difícil que fue para él no decirle a todos que me odia? Ni siquiera fue capaz de decirles que
éramos amigos."
"Cuando dijo que nunca lo hice sentir que tenía que luchar por un lugar en mi vida…" Sirius traga
con fuerza. "James, estaba mintiendo. Eso fue una mentira."
"Sirius," susurra James, sus ojo están tristes. "Mírame, tú sabes que es más complicado que eso. Tu
sabes que no es así de simple."
"Pero él se sintió de esa forma. Lo hice sentirse así," insiste Sirius, su corazón se siente como si se
le marchitara en el pecho. "No era mi intención, pero no podía—no estaba—"
Sirius sacude la cabeza. "Él aún se siente así, James. Es mi hermano pequeño, y él va a—él irá a la
arena, y no puedo—no puedo tomar su lugar, no puedo salvarlo, no puedo—"
"Sirius, hey, Sirius," James interrumpe rápidamente, lanzándose sobre sus pies para acercarse y
poner sus manos sobre los hombros de Sirius, sacudiendolo un poco. "Respira. Solo respira."
"No hay suficiente tiempo," Sirius se atraganta. "No tengo tiempo suficiente para hacerlo bien."
James inhala profundamente y lo deja ir con lentitud, esperando a que Sirius lo copie. Su voz se ha
suavizado. "Ustedes dos han pasado por cosas inimaginables, y han sufrido mucho, pero eres su
hermano, Sirius. Él lo sabe, ¿está bien? En el fondo, él sabe que te importa, no importa por lo que
hayan pasado."
"¿Cómo lo dejamos ponerse tan mal?" susurra Sirius, sus ojos arden. La pregunta pesa en su mente.
El sabe que la fuente fue él; él estuvo ahí cuando todo salió mal, incluso si no puede recordarlo.
Pero él mejoró, tanto como alguien en su situación puede hacerlo, entonces ¿por qué su relación no
mejoró? ¿Por qué no lo intentaron? Diez años. Han pasado diez años, y ninguno de ellos se atrevió
a intentarlo. Ahora, es demasiado tarde.
"Creo que es un esfuerzo en conjunto. Entre todos nosotros," dice James suavemente, con las cejas
arrugadas. "Nosotros—nosotros hicimos lo mejor con lo que teníamos, Sirius. Ninguno de nosotros
es culpable."
Sirius sabe lo que James está diciendo. Fue Regulus quien se alejó, James estaba muy ocupado
cuidando a Sirius, y Sirius estaba atrapado derrumbándose. Todos tenían sus problemas, y las
repercusiones de cómo manejaron esos problemas perduraron incluso después de que los
problemas no fueran tan abrumadores como al principio. Al final, ninguno de ellos supo cómo
arreglar lo que ya habían barrido bajo el tapete. Los restos destrozados crujieron bajo sus pies hasta
que les salieron callos y aprendieron a seguir caminando, a pesar de los cortes.
James le aprieta los hombros, sosteniendole la mirada. "Tendrás tiempo con él, mucho tiempo. Me
aseguraré de eso."
"Déjame ayudarte," susurra James. "Cuando yo no esté aquí para hacerlo, deja que él lo esté. Te
necesita tanto como tú a él."
"Siempre me tienes, Sirius. Siempre estoy contigo, incluso cuando me voy. Los que nos aman
nunca nos dejan." James sonríe, con un giro ligeramente tembloroso de sus labios, y sus garganta
sube y baja. Palmea el pecho de Sirius, asintiendo hacia él. "Estaré justo aquí. Ahí es adonde iré, y
es donde me quedaré. Contigo. Me llevarás contigo para siempre, ¿sí?"
Exhalando profundamente, James tira de él, atrayéndolo en un abrazo apretado. Sirius se aferra a
él, temblando por todas partes. Quiere tomar a James y Regulus, y correr. Correr tan rápido como
puedan, tan lejos como sea posible, y nunca mirar atrás. Quiere partirse a la mitad y tomar sus
lugares, morir en sus lugares, sufrir para que ellos no tengan que hacerlo. Quiere salvarlos, y
conservarlos, y no puede. Va a matarlo.
Alguien sale para dar el aviso de dos minutos, haciéndolos separarse lentamente. Pandora sigue
observando obedientemente la entrevista de Regulus. Usó mucho tiempo hablando de estrellas, lo
que está trabajando a su favor; hay menos posibilidades de que Rita le arranque secretos de esa
forma. Sin embargo, Rita ya se está retirando, claramente a punto de terminar con Regulus y
comenzar con James, quien se ve extrañamente ansioso.
"Estarás bien, James," le asegura Sirius, estirándose para apretar su brazo. "En todo caso, no eras tú
el que nos preocupaba. La parte difícil se acabó."
"Er, Sirius," dice James débilmente, sus ojos están bien abiertos.
Sirius le hace un gesto con la mano. "Cálmate, ¿sí? Solo tienes que ir y sacar ese encanto de James
Potter. Los tendrás comiendo de la palma de tu mano en poco tiempo."
"A Rita le importan los secretos, y tú no tienes ninguno. Bueno, ninguno que yo no conozca ya, y
te lo aseguro, el hecho de que lloraste la primera vez que te drogaste no es precisamente un secreto
que ella busque, asi que estas bien."
"Bueno, um," empieza James, pero no logra terminar antes de que Regulus entre al cuarto.
"Esa," declara Regulus, "fue la cosa más tortuosa por la que he pasado. Me siento asqueroso. Y
enfermo."
"Lo hiciste de maravilla," elogia Pandora, acercándose a él para llevarlo a una silla. El se hunde en
ella con una exhalación profunda, como si acabara de derrotar a un terrible enemigo.
"¿Lo hice?" pregunta Regulus, suena inseguro, y levanta su cabeza para mirar directo a Sirius para
su aprobación. En ese momento, podría haber sido el niño de cinco años, mirando a Sirius después
de haber logrado saltar sobre un charco de lluvia, buscando su orgullo.
Sirius siente su corazón apretarse, y su voz sale ronca cuando dice, "Si, Regulus, lo hiciste."
Sirius no tiene el corazón para decirle que , de hecho, tendrá que hacerlo de nuevo si gana. Los
Vencedores son entrevistados al final, y es otro proceso brutal de rebobinar todo lo que pasó en la
arena. Sirius no recuerda su entrevista de Vencedor, no realmente. Si no fuera por Effie, él
probablemente hubiera estado catatonico en el escenario.
James salta cuando es llamado, y parece preocupado a pesar de que todos han tratado de
tranquilizarlo. Sirius lo alcanza y le aprieta el hombro antes de que se aleje, y Pandora le da una
sonrisa gentil. Regulus ni siquiera abre los ojos para verlo marcharse.
Sirius se mueve para sentarse junto a Regulus, chocando sus rodillas gentilmente, Regulus no abre
sus ojos, pero hay una pequeña sonrisa curva brevemente en su boca.
~•~
Rita no pierde el tiempo en hacer que James presuma su atuendo, sin duda intentando sacarlo del
camino. El público ama cuando sostiene su capa y gira, mostrando el sol dorado que resplandece
en la tela blanca. La gente hace ooh y ahh, jadeando y aplaudiendo en silencio.
"Absolutamente encantador," comenta Rita cuando él se sienta, y ella sonríe directamente hacia él,
pero James no puede evitar notar que no hay calidez en su mirada. "Regulus la estrella, y tu el sol,
la estrella que lo eclipsa. ¿Tiene algún significado?"
"¿Qué? No," dice James, haciéndose un poco para atrás. "No lo eclipso. Es—ese no es el
significado. Solo, ya sabes, el sol es cálido, tan cálido que te quemará si te acercas demasiado."
"Como Icaro," reflexiona Rita, y James asiente tentativamente. "¿Y quién dirías que es tu Icaro,
James? ¿Regulus?"
James toma un pequeño y corto aliento. Se obliga a relajarse. Okay, él puede hacer esto; es
brillante en esto. Sabe cómo sonreír, cómo tranquilizar a la gente, mantenerlos felices. Mientras
exhala, sonríe ampliamente y sofoca una risa. "Sabes, mi madre siempre me dijo que fuera
humilde, y ella nunca se equivoca."
"Tu madre. Euphemia Potter, una Vencedora, y a la tierna edad de trece años también," dice Rita.
"Fue la mentora de Sirius cuando era un tributo, ¿no es cierto?"
"Lo fue."
"¿Crees que esté aliviada de saber que Sirius es tu mentor, o tal vez preocupada, ya que su hermano
menor también es un tributo?"
"Mi madre ama a Sirius como si fuera suyo," dice James, lo que hace que el público deje salir
sonidos suaves, casi arrullos. "Ella no tiene mala voluntad para él o Regulus en su corazón. Ella
está—pues, sé que está mirando ahora mismo. Hola, Mamá. Hola, Papá."
La habitación estalla en risas mientras él alza la mano y saluda a la cámara al costado del
escenario. Se imagina a sus padres mirando, presionando sus manos contra sus sonrisas al ver que
les sonríe, siendo su hijo bobo con una sonrisa que nunca decae. Lo pone inexplicablemente triste,
pero no va a dejar que se note. Ríe junto a los demás, dejando caer su mano mientras le guiña a
algunas personas en la primera fila antes de regresar su atención a Rita de nuevo.
"Un hombre que ama a sus padres de todo corazón; adoramos eso. Debes extrañarlos mucho,"
señala Rita.
Rita chasquea la lengua en simpatía, pero James no cree que sea real. "Estoy segura de que estas
ansioso de volver a casa con ellos."
"Me encantaría verlos de nuevo," James dice con cuidado, quizás con demasiado cuidado, pero él
de verdad es un mentiroso de mierda cuando está ansioso. Aunque esta es la verdad. "Conocen mis
intenciones de hacer lo que sea necesario, y sé que están orgullosos de mí."
"Que encantador," responde Rita con un tarareo. "Hablemos de tu selección, cómo debiste sentirte
cuando te llamaron, solo para escuchar el nombre de Regulus después. Solo puedo asumir que
estuviste aliviado en un principio, sabiendo que tu mejor amigo estaría a tu lado, pero seguramente
ese alivio se agrió cuando escuchaste que el hermano pequeño de tu mejor amigo sería tu
competencia."
"El no es—no estamos compitiendo," anuncia James, sacudiendo la cabeza. "No es así."
"¿No?" reta Rita. "¿No te preocupa que Sirius haga más por su hermanito que por ti?"
James aprieta la mandíbula. "No nos hacemos ilusiones de lo difícil que es navegar para todos
nosotros. Lo que importa es que todos estemos haciendo lo que podemos, y lo hacemos.
Especialmente Sirius."
"Eso es dulce, James, pero debo preguntar… ¿Qué harás en la arena cuando solo sean Regulus y
tú?" presiona Rita, acercándose con el ceño fruncido, como si se compadeciera de él. "Dijiste que
harías lo que fuera necesario. ¿Crees que Sirius te perdonará si eso incluye a su hermano bebé?"
"Pues…" James traga, sintiéndose perdido en el mar. Desea más que nada que Pandora y Sirius lo
hubieran entrenado para algo así, porque no tiene la menor idea de qué decir. No quiere que
Regulus—que está mirando—sepa de su decisión, y no cree que a la gente le agradaría mucho si
supieran que va a la arena con toda la intención de morir. Les gustan las personas que lucharán,
que no planean rendirse. Piensa, ¿qué haría Sirius? James se pregunta a sí mismo. Al instante, se
ríe y esboza una sonrisa, inclinándose hacia delante como si estuviera contando un secreto.
"Supongo que tendrás que mirar y descubrirlo."
"Oh, confía en mí, no tienes ni idea de los trucos que soy capaz de hacer," se mofa James,
recostandose perezosamente en su silla.
"Bueno, bueno, si que sabes cómo hacer que se sienta la expectación, James," elogia Rita. "¿Puedo
preguntar? ¿ Regulus sabe qué trucos escondes bajo la manga?"
"¿Honestamente? Conoce la mayoría de ellos," admite James, sus labios se curvan hacia arriba,
"pero no todos. Nunca todos."
Rita da un estremecimiento teatral. "Oh, suenas tan seguro que has ido y me has dado escalofríos.
Todos estamos al borde de nuestros asientos; me atrevo a decir que nos tienes enganchados."
"Bueno, los tengo justo donde los quiero, entonces," dice James con una mueca sonriente,
barriendo su mirada sobre la multitud. Esta vez, encuentra a Fabian con Dorcas y Gideon. Fabian
está ocultando una sonrisa detrás de su puño, y James le guiña. Algunas personas detrás de él
piensan que va dirigido a ellos, y parece que están a punto de desmayarse.
"No puedo evitar notar que hablas de Regulus muy cariñosamente," le cuenta Rita. "Él mencionó
que ustedes dos crecieron juntos, pero no dijo mucho más. Creo que fue tímido."
La sonrisa de James se suaviza sin remedio. "Creanlo o no, él de hecho era tímido cuando era más
joven. Era muy, muy dulce. La primera vez que lo ví, estaba sobre la espalda de Sirius, dormido en
su hombro." De nuevo, el público parece encontrar esto insoportablemente adorable, y James
realmente no puede culparlos. Era muy lindo, incluso entonces. "Lo conocí apropiadamente unos
días después cuando fui a su casa. Sirius lo arrastró afuera para presentarnos, y era ciertamente
más tímido entonces. Aunque muy educado."
"¿No es eso adorable?" Rita le pregunta al público, y ellos hacen fuertes ruidos concordando. Ella
ríe y se vuelve hacia James, su mirada es filosa. "Es casi como si también lo vieras como un
hermano pequeño. Eso tendría sentido, si crecieron juntos."
"Er, no, yo no—definitivamente no," James dice débilmente, aclarándose la garganta. Rita alza las
cejas en su dirección. "Yo solo—solo me refiero a que Regulus no es… El no es solo el hermano
pequeño de Sirius. Es su propia persona. Yo—yo, um, me dí cuenta de eso cuando crecí."
"¿Oh?" murmura Rita, su tono es ligero. "Entonces, ¿dirías que ustedes dos son cercanos? ¿Amigos
por si mismos, quizás?"
James puede sentir el ansia en la habitación, la presión aumenta ya que todo el mundo quiere una
respuesta de una manera u otra, con garras metafóricas clavándose en su piel en una demanda
persistente. Se tambalea por un momento, su corazón se acelera, sintiéndose helado en su lugar,
acalorado con todos los ojos en él. ¿Cómo carajo se contesta a eso? ¿El va a—puede mentir? ¿
Debería mentir? No puede decir la verdad, porque eso sería muy malo para todos los involucrados.
Pues, verás, Regulus me odia y me ha odiado por los últimos diez años o algo así, pero el
sentimiento no es mutuo, así que todo es muy complicado; ¿podemos hablar de cualquier otra
cosa?.
"Ah, nosotros—pues, tenemos muchos recuerdos juntos," tartamudea James, luchando por no hacer
una mueca de disgusto ante lo tembloroso de su tono. Rita se ve jodidamente encantada, como si
se diera cuenta de que está escondiendo algo. Mierda. Mierda, mierda, mierda. No es bueno.
"Muchos buenos recuerdos, de hecho. Con Sirius también."
"¿Pero también sin Sirius?" Rita ladea la cabeza mirándolo, sus ojos lo perforan. "¿Regulus y tú
pasan mucho tiempo solos?"
"Yo—bueno, no, no mucho. Quiero decir, a veces hablábamos cuando Sirius se preparaba para
bajar de su habitación, pero um, sobre todo… todos pasamos tiempo juntos." James se mueve
incómodamente en su asiento. "Pero también, estuvo la vez que Sirius estaba en la arena. Estuve
ahí para él tanto como pude."
Rita hace un ruido suave y se estira para palmear su rodilla, sintiéndose muy condescendiente y
solo logrando que los nervios de James se pongan aún más tensos. "Por supuesto que lo estuviste,
pero seguramente tuviste otros amigos."
"Er, si," admite James con lentitud. "Tuve muchos amigos en casa. Aún los tengo, de hecho."
"Eso es encantador," dice Rita. "Parece que también tienes muchos amigos aquí. Muchos otros
tributos han hablado bien de ti."
James rompe en una sonrisa. "Oh, si, he conocido muchas personas encantadoras aquí."
"Diría que eres un claro favorito, y con tu preciosa sonrisa e innegable encanto, no me sorprende en
absoluto. De hecho, creo que eres el que más ha captado el interés de Irene," le cuenta Rita, y el
público estalla en cuchicheos y suspiros soñadores. James está tan confundido ahora mismo,
sinceramente. ¿Está insinuando…? "¿Puedes ver algo floreciendo entre ustedes dos?"
"Er, ¿en la arena?" James pregunta escépticamente, un poco incrédulo. Entonces, ella obviamente
está insinuando lo que James cree que hace, pero no puede hablar en serio, ¿verdad?
Rita se ríe. "Oh, claro. El amor es como una flor que florece incluso en las condiciones más duras.
¿Buscas que eso ocurra?"
"¿Entre Irene y yo? No. Dios santo, no, solo somos amigos," declara James con rapidez,
sacudiendo la cabeza. Esto claramente no es lo más adecuado para decir, porque el público deja
muy en claro que esto no les agrada. James alza sus manos en rendición, entrando en pánico
internamente. "No—no por ella. Es encantadora, pero yo—yo solo, um, bueno—"
"Ya veo lo que pasa," Rita dice suavemente, extendiéndose para tomar la mano de James y palmear
el dorso de la misma. "Sientes algo por alguien en casa, ¿no es cierto?"
"Pues, si, de hecho" James confiesa, aliviado de que la multitud pasó de estar molesta a estar
intrigada.
Rita palmea su mano nuevamente, y el público la acompaña haciendo sonidos suaves y lastimosos.
"Siempre podrías decírselo ahora. Después de todo, James, podría ser tu última oportunidad."
"Ah, no, realmente no podría," James balbucea, bufando una risa débil. "Es… complicado."
"Los sentimientos siempre lo son, ¿no es verdad?" Rita aparta su mano y lo estudia. Parece que
tiene engranajes girando en su mente, y la fuerza punzante de su mirada está empeorando su
ansiedad. "Bueno, si ganas y regresas como Vencedor, tendrás que confesar tus sentimientos por
él."
James resopla y dice, "Bueno, si gano y regreso como Vencedor, no tendré a quien confesarme."
Hay una larga pausa, y la sala entera se queda en silencio. James se da cuenta demasiado tarde de
que esa es posiblemente la cosa más estúpida que pudo haber dicho. Se queda muy quieto, sus ojos
se agrandan, y puede ver una sonrisa abrirse paso lentamente en el rostro de Rita. Oh, carajo.
Mierda, mierda, mierda, piensa James, su corazón cae al fondo de su estómago. El no acaba de—
¿porqué dijo eso?
"¿Te refieres a…Regulus?" Rita pregunta, mirándolo fijamente con esta chispa en sus ojos,
totalmente triunfante. "Un chico en casa por el que sentías algo, una situación complicada, y si
ganas, eso significa que él no estará ahí. ¿Estoy en lo correcto?
James espera por alguien que venga a salvarlo. Espera por la habilidad de regresar el tiempo y
arreglar este error cometido en los cimientos tambaleantes de su ansiedad, que sólo empeoraba con
cada segundo que pasaba desde el inicio. Tiene ganas de encogerse y esconderse del mundo, pero
todos los ojos están en él, y no tiene a donde ir. Mira alrededor de la habitación, impotente,
encontrando nada más que ojos ansiosos y olas de deleite por el drama desenvolviéndose frente a
ellos.
"¿James?" pide Rita, atrayendo su mirada. Sus ojos siguen brillando, a pesar del tierno ceño en su
cara. Se estira para volver a colocar su mano sobre su rodilla. "¿Es verdad? ¿Sientes algo por el
hermano de tu mejor amigo?"
"Um," carraspea James, estirando sus dedos en los reposabrazos de la silla, y puede sentir a su
corazón latiendo fuertemente contra sus costillas, amenazando con romperlas en un intento de
liberarse. Abre y cierra la boca, entonces se siente hundirse en caída libre, porque no sabe qué más
hacer. Asiente con una risa temblorosa. "Si, bueno, ¿puedes culparme?"
Los labios de Rita se curvan al costado, solo por un momento, y le aprieta la rodilla antes de
inclinarse hacia atrás. "No, no creo que nadie pueda culparte por eso. Es hermoso, y creo que hablo
por todos cuando digo lo desafortunado que es que ambos estén en estas circunstancias. Es una
tragedia, ¿no es así?, ¿que nunca conocerán la vida que podrían haber vivido juntos? Pero recuerda,
condiciones duras o no, el amor es como una flor capaz de florecer donde sea. Espero que florezca
para ti. ¿No esperamos todos que florezca para James y Regulus?"
La habitación casi tiembla con los gritos y vítores de apoyo. Hay personas llorando, personas
gritando consejos, y algunos diciéndole que ame mientras tenga la oportunidad. Rita no lo
interrumpe, y James gira la cabeza para mirar a todos, sintiéndose débil y fuera de sí.
Tiene sentido, de alguna manera, porque el amor es una verdad universal. Es, a pesar de todo, algo
en lo que la mayoría—si no todos—pueden estar de acuerdo, en que la gente puede sentir su
llamado. Las personas encuentran esperanza en ello. Las personas creen en el amor, casi
instintivamente, porque el amor existe en todo a su alrededor. En la familia, en los amigos, en los
amantes. Hay tanto amor en la vida, y es lo que hace que vivir valga la pena.
Para James, en más de una forma, es lo que hace que morir también valga la pena. Por Sirius, si,
pero también Regulus.
La entrevista no duró mucho más. Rita da una declaración final mientras James fija una sonrisa en
su rostro, con los oídos zumbando, y luego es escoltado fuera del escenario. Está casi tan nervioso
de entrar a la habitación como cuando lo estuvo al irse. ¿Qué va a decirle a Regulus? Carajo, ¿que
va a decirle a Sirius? Su cerebro está atolondrado, hay mucho pasando para encontrarle sentido a
algo.
James vuelve a entrar a la habitación y cierra la puerta, girando con una inhalación profunda. No
tiene oportunidad de exhalar siquiera antes de que su espalda choque con la puerta en un fuerte
golpe, Regulus lo empuja contra ella y le clava el antebrazo en la garganta, manteniéndolo en su
lugar. James jadea, con ojos desorbitados al ver la furia pura en el rostro de Regulus, con su labio
curvado en un gruñido y los ojos ardiendo. Francamente, es jodidamente precioso. Tiene que
admitir que son las circunstancias menos ideales, pero James no puede evitar notarlo.
Un flujo constante de una diatriba furiosa sale de la boca de Regulus, incluso mientras James lo
mira y piensa, impotente, eres tan hermoso. Probablemente lo diría como un idiota, porque ya está
aquí, así que ¿por qué no? Pero Regulus no le está dando la oportunidad entre su brazo en la
garganta de James y su despotricar.
"¡¿Estás jodidamente loco?!" Regulus está gritando. "¿Piensas que esto es gracioso, alguna clase
de chiste? ¿Estabas tratando de molestarme? ¿Hacerme ver débil? Tú, maldito estúpido—"
"¡Reggie! ¡Regulus, basta!" regaña Sirius, entonces maldice fuertemente en voz baja y toma por
completo a Regulus por el frente para agarrarlo y levantarlo de sus pies mientras lo jala hacia atrás.
Regulus, siendo Regulus, intenta lanzarse hacia delante y alcanzar de nuevo a James, pero Sirius
ignora sus sacudidas dramáticas y sigo arrastrandolo hacia atrás.
Sirius lo golpea en el costado de la cabeza, estallando, "Lo haré cuando dejes de intentar atacarlo."
"El—"
Regulus estira la cabeza para mirar a Sirius con incredulidad, con el rostro enrojecido por la ira.
"¡Sirius! Dejame ir. Él acaba de decirle al jodido mundo entero que el—el—"
"Si, como habíamos establecido, lo sé," chirrea Sirius, dejandolo caer lo suficientemente fuerte
como para que se tropiece un poco. Sirius se hace al brazo de Regulus para que no pueda escapar.
"Deberías agradecérselo. ¿Tienes alguna idea de lo que acaba de hacer? Te hizo deseable,
Regulus."
"El—tu—" Regulus se echa hacia atrás, sus ojos están bien abiertos. "¡¿Tú lo metiste en esto,
Sirius?!"
"No, de hecho, eso fue todo el," farfulla Sirius, su mirada se dirige a James. Sus ojos están
levemente entrecerrados, pero mira de nuevo a Regulus. "Deja de ser un idiota. Pandora, llévatelo a
que se calme ¿podrías?"
De alguna manera, Pandora saca a Regulus de la habitación, y James se pincha la garganta con una
mueca. En realidad no duele, pero el dolor detrás del gesto tira de su pecho. Aunque, ¿qué estaba
esperando? Sabe que Regulus lo odia, así que solo tendría sentido que Regulus respondiera de esa
forma.
Vacilante, James deja caer su mano y desvía la mirada hacia arriba para encontrar a Sirius
mirándolo fijamente. Sus labios están presionados en una línea tensa, y sus brazos están cruzados.
Lentamente, una ceja se alza.
"Yo solo—no sé qué quieres que diga, Sirius. Ella fue horrible, y yo—yo intenté—" James hace
una clase de gesto impotente con sus manos, y Sirius aún se ve apretado por la agitación, y todo el
estrés que recae en James de golpe mientras su creciente frustración burbujea en él hasta
desbordarse. "¡Bueno, no es como si supiera que hacer! Te dije que estaba preocupado, y tú solo
seguiste denegando. ¿Qué es lo que esperabas cuando tu y Pandora no me entrenaron en absoluto?
Hice lo mejor que pude por mi cuenta, porque tú ciertamente no me jodidamente ayudaste,
¿verdad?"
Sirius no reacciona por un momento fuera del más mínimo estremecimiento, algo parecido al
horror parpadea en sus ojos, y luego sus cejas se juntan mientras deja caer sus brazos. Casi
instantáneamente levanta su mano para arrastrarla sobre su boca, y luego se la pasa por el cabello.
"No, tienes razón. Yo—lo siento. Solo pensé—no sé porque asumí que lo manejarías con facilidad.
Incluso yo no lo hice. Nadie lo hace, en realidad, y no debí esperar que tú lo hicieras. Es—solo que
te admiro, así que yo…"
"Sé que hago que parezca fácil llevarse bien con la gente, y para mí, generalmente lo es," James
grazna. "Solo…no lo es tanto cuando estoy siendo interrogado y estoy tan asustado que apenas
puedo parpadear."
"Carajo." los ojos de Sirius se cierran, su rostro se frunce. Su cabeza cuelga hacia delante y se
restriega la mano sobre el cabello con brusquedad una primera, segunda y luego una tercera vez
antes de dejar caer su mano y mirar hacia arriba con remordimiento en los ojos. "Carajo, James, lo
siento tanto. Eso fue mucho para ti. Debí haber—bueno, tienes razón, debí haberte ayudado. Si—si
te hace sentirte mejor, lo hiciste brillante por tu cuenta. Tú—tú no fracasaste."
James deja escapar una respiración profunda, sus hombros caen mientras mira a Sirius con los ojos
bien abiertos. "¿No lo hice?"
"No, tu…lo hiciste bastante bien, de hecho," dice Sirius, y James se siente mejor instantáneamente.
"Respondiste a las preguntas hermosamente, con solo algunos pequeños baches aquí y allá, pero
fueron suavizados rápidamente. Y no mentí cuando dije que Regulus debería agradecértelo."
Sirius sacude la cabeza. "Resolviste el problema de todos poniéndolos en contra del otro, y no solo
eso, también les diste razones para apoyarlos a ambos. ¿Qué es más apasionante que una guerra?
Una historia de amor, eso es."
"Oh," exhala James, sintiendo una risa histérica burbujear en el fondo de su garganta. El ni siquiera
pretendía hacer eso, pero sí ayudará a Regulus a sobrevivir… Bueno, brillante.
"La cosa es," Sirius dice lentamente, "no hiciste eso a propósito. Sé que no lo hiciste, James. Rita te
lo sacó. Pero eso quiere decir que es verdad…"
James lo observa fijamente, sosteniendole la mirada, y luego deja que su cabeza golpee contra la
puerta a su espalda. Bufa una risa débil y alza sus manos antes de dejarlas caer sin fuerza. "¿Qué es
lo que vas a hacer, Sirius? ¿Matarme?"
"Oh, por el amor de Dios," farfulla Sirius, luciendo francamente agotado. James se compadece de
él. "¿Mi hermano, James?"
"¿Perdón?"
"¿Lo sientes?"
"Quiero decir…" James divaga, mordiendo su labio. En su defensa, nunca ha hecho nada por lo que
arrepentirse . No es como si él y Regulus hubieran estado en algo a espaldas de Sirius. James solo
tiene sentimientos desesperados por él que no mencionó a Sirius, bastante a propósito.
"Pero, cómo, ¿por qué?" La cara de Sirius se tuerce. "Y no digas que es porque crees que es
bonito. Tu piensas que yo soy bonito—o será mejor que pienses que soy bonito—"
James rasca el costado de su cabeza, frunciendo los labios. "Digo, yo—yo sí pienso que es bonito,
siendo justo. Pero tienes razón. El solo es… Bueno, empezó—er, ¿recuerdas su quinceavo
cumpleaños, cuando me golpeó en la cabeza con una bola de nieve?"
"Sí. Es eso—" Sirius lo mira incrédulo. " No me digas que mi hermanito te maltrató para que te
enamoraras."
"Escucha—"
"Cállate, ¿si?" James masculla entre dientes, sintiendo su cara ponerse caliente. Desvía la mirada.
"Obviamente es más que eso. Él es más que eso. Sus ojos, la manera en la que habla, la pequeña
sonrisa que se esfuerza tanto en ocultar. Incluso su ira, su dolor, su—todo. No puedo evitarlo. No
puedo ignorarlo. No puedo ignorarlo a él. Y sé que es estúpido, sé que me odia, pero yo solo—yo
—"
"Si, está bien, ya—lo entendí," Sirius lo interrumpe con cansancio, exhalando un suspiro mientras
alza su mano para frotar su dedo furiosamente a lo largo de su ceja. James puede verlo morder el
interior de su mejilla, procesando. "Entonces, todo ese coqueteo últimamente…"
"Yo… puede que me haya estado dando un poco el gusto," admite James con cierto disgusto. Se
encoge de hombros cuando Sirius aleja su mano para mirarlo en blanco. "Bueno, ya sabes, voy a
morir pronto, así que también podría…"
Sirius se estremece de nuevo, con un aspecto angustiado al instante, y James está tan jodidamente
asustado de morir por muchas razones, pero la principal es Sirius. No quiere dejar solo a Sirius. No
quiere dejar a Sirius en absoluto.
Algo parpadea en la cara de Sirius, y luego sus ojos se agrandan mientras susurra, "Oh. Oh, ese es
el porqué, ¿no es cierto? Tu elección—dijiste que era más que solo por mí. Es por tí también."
Por un largo rato, solo se quedan ahí parados en un silencio sofocante, totalmente asfixiados por la
tragedia que eso es.
AUTOR
remus realmente fue con el mejor amigo de sirius y estaba como, hey ¿por qué sirius
no está haciendome cosas inapropiadas??? ayuda??? lmaoooo el hecho de que james
inmediatamente vendió a sirius. “a él realmente le gustas. Mucho” JAMES NI
SIQUIERA LO DUDO pero también, es uno de los verdaderos por estar
como, tal vez TU deberías hacer cosas inapropiadas, ¿alguna vez pensaste en eso,
remus, uh? james “mejor casamentero” potter está intentando que se acuesten con su
mejor amigo, y lo amamos por eso.
no sirius siendo el hola favorito de remus y su adiós más difícil ☹☹☹ ahora vuelvo
voy a llorar. todos llaman esto algo como un “fic jegulus” y hay momentos donde
jegulus tiene el foco de atención (particularmente en los juegos), pero este es tanto un
fic wolfstar como un fic jegulus. esto tiene un wolfstar muy, MUY pesado, y también
tenemos mucho dorlene. como también otros, pero no puedo hablar de las otras
relaciones porque aún no llegamos a ellas. llegamos a ellas cuando llegamos a ellas.
de todos modos, sobre las entrevistas. regulus de verdad hizo lo mejor que pudo,
tienen que reconocerle eso. se mantuvo firme y mintió hasta el cansancio. Adelante,
rey, sé un angelito inocente. james potter stan número uno de regulus: nunca ha hecho
nada malo en su vida. todos los regulus stans: i think he’s neat
nota extra: la historia de las nueces será usada en próximo angst más adelante, solo
una advertencia
pero también, sirius estando triste porque regulus estaba mintiendo, así que ahora sabe
que regulus no lo ve como su héroe eso es tan jodidamente molesto.
Escuchen, regulus y sirius tienen MUCHO que necesitan dejar salir y literalmente no
hay tiempo para dejarlo salir. hacen que mi corazón duela.
luego tiene a james, que estaba TAN ansioso por su entrevista y NADIE LO AYUDÓ
como, literalmente todos miraron a james y pensaron: ahora ESE es un
hombre que puede hacerlo todo y encantar a todos sin ningún problema. y si, viene de
un lugar de admiración—incluso sirius no es inmune. de cierto modo, es lindo, porque
él es como: james es genial, puede hacerlo todo, es tan cool y no necesita ayuda en
absoluto. si, muy dulce, excepto por el hecho de que james no es perfecto porque nadie
puede serlo, por lo que lo lleva a momentos como james confesando accidentalmente
sus sentimientos por regulus frente al mundo entero.
lmao regulus estaba a punto de arrancarle los ojos a james tenemos más de porqué
estaba tan molesto después, lo prometo. james realmente fue medio atacado por
regulus y AUN ASÍ estaba sentado ahí pensando que era hermoso. ayuden a este
tonto. y sirius golpeando a regulus en la cabeza nunca dejará de ser divertido para mí,
porque me recuerda a ese video donde ese gato está intentando pelear, y el perro solo
viene y lo agarra al gato por el pescuezo para que retroceda
no pandora estando como: guardalo para la arena. ella es un FOUL por eso, pero me
da tanta risa, pls
TRADUCTORA
TRADUCTORA<
ya sé, ya sé, ha pasado un tiempo, más del que me hubiera gustado, pero deTALLES:D
una disculpa por la espera, aquí tienen un nuevo capítulo!!
AUTOR
advertencias para este capítulo:
esa se ve como una lista muy mala, pero creanlo o no, también tenemos humor y fluff
en este capítulo—aunque hay algo de angst. ¿¿disfruten??
Regulus no está seguro de si es tenso por las entrevistas previas, o simplemente porque es el último
día de él y James, o ambas cosas. En realidad, Pandora es la única que habla, pero se rinde
rápidamente cuando nadie tiene mucho que decir en respuesta.
Sirius y Remus están haciéndose ojitos, lo que Regulus ignora en su mayoría. Usualmente, es algo
divertido ver a su hermano volverse un completo idiota en el momento que Remus apenas respira
en su dirección, pero detesta comprensiblemente cualquier indicio de romance en estos momentos.
La fuente de este problema—un James Potter, por supuesto, que apenas ha levantado la mirada de
su plato en toda la cena y no dice una palabra.
De hecho, James es el primero en irse, y lo hace de una manera nada propia de él. Sin un adiós,
solo se desliza fuera de su asiento y se va sin mirar atrás. Sirius tarda cinco segundos en levantarse
y seguirlo, viéndose preocupado y un poco enfermo.
Regulus no quiere ser amargado, pero lo es, un poco. Claro que Sirius iría con James, sin importar
que Regulus está literalmente en la misma situación que él. Claro que James querría la compañía
de Sirius antes que la de cualquier otro, sin importar el hecho de que Regulus se siente como él
ahora mismo. Así es como funcionan; siempre son James y Sirius, y Sirius y James. Nunca uno sin
el otro.
Se siente como un mal augurio, en cierto modo. Vagamente, Regulus se da cuenta de que el mundo
no tendría mucho sentido si Sirius y James no se tuvieran el uno al otro. Ir a la arena con James
cuando solo uno puede salir…este reconocimiento no es un consuelo. Sin embargo, nunca ha sido
un consuelo para Regulus, así que está acostumbrado.
Recuerda cuando solía estar tan, tan feliz de que Sirius y James fueran mejores amigos. Es gracioso
cómo cambian las cosas. Pero, en realidad, no es gracioso en absoluto. Regulus no se ha reído de
eso en años.
Pandora intenta levantarse y ayudar a Remus a limpiar, pero él la manda firmemente a la cama, lo
que probablemente sea lo mejor. Está cansada, puede que sea la única que descanse bien esta
noche, así que Regulus cree que alguien debería hacerlo.
Regulus no quiere admitirlo, pero no quiere estar solo ahora mismo. No quiere ir a sentarse a su
habitación y pensar en lo que le espera mañana. No quiere ahogarse en sus propios pensamientos.
Sobre todo, quiere evitar pensar por un rato; quiere evitar todo. Así que se pone de pie y comienza a
raspar platos sin decir una palabra.
“Lo sé,” es todo lo que Regulus responde, porque es muy consciente de que técnicamente es algo
que solo Remus debe hacer. No le interesa. Lo hace de todas formas.
Remus guarda silencio por un largo momento, luego dice, “En serio, Regulus, puedes ir a
descansar. Puedo hacer esto solo.”
Regulus alza la mirada y solo lo mira, el tenedor raspa lentamente contra el plato mientras continúa
con lo que está haciendo. Por un momento, Rasmus solo lo observa, luego parece darse cuenta de
que Regulus no va a ceder en esto, y le da un pequeño y singular asentimiento—principalmente
para sí mismo—y se gira sin una palabra.
En silencio, trabajan en tándem para tomar los platos de la mesa, tirando la comida. Regulus en
realidad lo odia, porque esta es comida que podría ir a personas que están muy, muy hambrientas
en varios distritos. El nunca desperdicia una comida, ni tampoco James o Sirius, pero… bueno, este
es su último día. No deja mucho espacio al apetito, así que Regulus lo deja pasar.
Regulus también ayuda a Remus a quitar los vasos de la mesa, luego se rinde y va a ayudarle a
lavar los platos. Si Remus se sorprende por ello, no lo demuestra. De hecho, Remus no dice
absolutamente nada al principio, dejándolos caer en un ritmo silencioso donde Regulus lava y
Remus enjuaga, seca, y guarda.
"Vi tu entrevista, sabes," dice Remus eventualmente. "Técnicamente no se supone que la vea, pero
ya estaba aquí, así que yo solo… Bueno, de todas formas, lo hiciste muy bien."
Remus tararea. "Si, pero asumí que no querrías hablar sobre eso."
"Nada se te escapa, Remus," dice Regulus secamente, y Remus resopla por lo bajo.
"Si, él también usó esa palabra, pero en realidad no es tan complicado en absoluto."
"No," confirma Regulus. "Lo odio. Ahora lo odio aún más, por involucrarme en una estúpida
mentira con la que no quería tener nada que ver. No tenía derecho a hacer eso."
"Claro," dice Remus lentamente. Hay una pausa larga. Remus guarda un vaso y vuelve, sus labios
están fruncidos cuando Regulus lo mira. "Espero no estarme sobrepasando, pero si puedo… no
estoy muy seguro de que sea una mentira, y las personas no pueden—no pueden evitar lo que
sienten, Regulus."
"No compares lo que está pasando entre Sirius y tu con James y yo. No es lo mismo," Regulus
responde en breve.
"Yo…no estaba haciéndolo," balbucea Remus, y Regulus aprecia que no intente negar nada sobre
Sirius y él. Solo enfadaría a Regulus si lo hiciera. "Es solo, pues, cuando eres un sirviente con nada
que hacer más que observar, aprendes a notar cosas, y James te mira. Realmente te mira. Mucho."
Regulus se burla y restriega el plato con más fuerza, su rostro se frunce en una mueca. "Eso no
tiene que significar nada."
"No, pero soy observador, y he observado que lo hace." Remus se estira para arrebatarle el plato
sin aviso, y Regulus resopla en voz baja. Remus encuentra esto entretenido, si la forma en que sus
labios se crispan quiere decir algo.
"Honestamente, esta es la menor de mis preocupaciones ahora mismo," dice Regulus en pocas
palabras, sacudiendo la cabeza.
"Lo sé." Remus exhala profundamente. "Solo que, en realidad, no creo que tenga que ser una
preocupación para ti. Rita prácticamente despedazó a James para llegar a lo que estaba
protegiendo, y eso resultó ser tú. El fue sincero, Regulus, y no fue malicioso."
Regulus gira su cabeza, porque tiene que reconocerlo, él realmente no lo ha—considerado. No sabe
porqué, y también lo sabe. Pero él estuvo ahí. Observó la entrevista. Vió la forma en que James se
veía, el jodido pánico en sus ojos en cuanto se dió cuenta de lo que había dicho, en cuanto se dió
cuenta de lo que había revelado. James—por supuesto que nunca habría hecho algo así por ser
malicioso; él literalmente anunció a todo el mundo que no sentía nada por Irene solo momentos
antes. El es así de sincero, sobre las cosas que importan, y sentimientos—los sentimientos de las
personas le importan. Rita lo partió como a una maldita nuez, y Regulus no estaba preparado para
que él fuera la otra que utilizara para hacerlo. No lo vió venir.
Pero, en realidad, en el gran esquema de las cosas, eso no importa. No puede importar, así que
Regulus no se está permitiendo pensar en ello. No quiere pensar en ello, no cuando el mañana
seguirá llegando sin importar lo que pase por su mente.
"Tengo cosas más importantes en que concentrarme que en lo que James pueda o no sentir,"
Regulus anuncia firmemente, pasandole el último plato. Se extiende para drenar el agua, mirando
fijamente la espuma que se adhiere a su antebrazo. "De todos modos, no va a cambiar nada en la
arena, entonces…"
Remus enjuaga el último plato, pero se toma su tiempo secándolo. Regulus puede sentirlo
mirándolo, así que lo mira de vuelta lentamente. Remus murmura, "¿Estás asustado?"
"Claro, pregunta estúpida," Remus admite con cansancio, sacudiendo la cabeza. "Yo solo—
supongo que quería darte la opción de hablar de ello, sí eso ayudaría."
"No lo hará," dice Regulus sin rodeos. "Hablar del miedo no hará que desaparezca mágicamente.
Sigue ahí, no importa lo que se diga de él."
Regulus lo observa, sus labios se presionan en una línea delgada. "Esto será difícil para Sirius. Ver
a James estar en peligro cuando no puede hacer nada al respecto… El será un desastre, Remus."
"Y a ti."
"¿Qué?"
"Ver a James y a ti estar en peligro, él será un desastre. Eres su hermano, Regulus." Remus frunce
el ceño cuando Regulus no responde a esto, y entonces suspira. "Sé que esto no va a ser fácil para
él."
"Tu lo harás fácil," murmura Regulus, sosteniendole la mirada, y Remus traga con fuerza. "Eres
importante para él. Estoy seguro de que ya te diste cuenta de eso, pero te lo digo en caso de que no
lo hicieras. Solo—no puedo obligarte, solo puedo preguntar, así que estoy preguntando. ¿Sabes lo
que estoy preguntando?"
Remus asiente con cuidado. "Si."
"¿Entonces lo harás?"
"Lo intentaré."
Regulus asiente, luego se gira y se marcha sin decir otra palabra, sintiendo que se asfixia en la
petición que no se atrevió a expresar en voz alta. Cuida de él. Siempre es difícil decirlo, porque
nunca es él a quien Sirius necesita, pero eso no le impide querer que Sirius esté bien.
~•~
Sirius recuerda cuando James perdió a su primera y única mascota. Una gata callejera que llevaba
años deambulando por la Aldea de los Vencedores, una que James había estado alimentando y
dejando entrar a su casa desde que era un niño. Era una gata vieja, y había estado ahí durante años,
pero cuando James tenía diecisiete, ella se había ido. El día que la encontró, muerta pacíficamente
mientras dormía en una parcela de sol, James había sido un puto desastre.
Había sido alarmante ver a James llorar. Desde que tenían once años, Sirius nunca había visto a
James llorar así. Lo había visto llorar de la risa, y lo había visto llorar mientras leía libros bobos de
amor, y estaba seguro de que James lloró cuando volvió a casa después de su tiempo en la arena—
incluso si no puede recordarlo. Ninguna de esas veces fue como cuando lloró ese día, con sollozos
crudos y una pena horrible, tan pesada que Sirius se había asustado.
James no había llorado así desde esa vez, hasta esta noche.
Es tan aterrador como lo fue en ese entonces. Esta noche, se acurruca en su cama junto a Sirius y
llora con tanta pena, tanta pérdida, que es una lucha para que Sirius no llore junto con él. ¿Por
quién está James de luto esta vez? Por si mismo.
Se siente como una especie de broma cruel que el universo le está jugando. Las personas no
pueden asistir a su propio funeral, y aún así, James ya se ha acomodado en su tumba.
Sirius se extiende a un costado de James en la cama, escuchándolo llorar como un sonido
estridente retumbando en sus oídos, sonando como los gritos que mantiene atrapados detrás de sus
dientes. El dice cosas, cosas suaves, cosas reconfortantes; envuelve un brazo alrededor de James y
lo sostiene; intenta e intenta ayudar, y realmente no hace nada en absoluto. No hay nada que hacer,
y aún así sus manos duelen para desenterrar a James de su tumba hasta que el lecho de sus uñas
esté tan desgarrado que sangre.
Sirius respira y piensa te devolveré la vida, porque James no está muerto. El no está muerto, y
Sirius no puede aceptar que lo estará en un día muy cercano. No lo acepta. Para él, la tumba es solo
una puerta, y Sirius se niega a cerrarla.
James llora hasta quedarse dormido, y Sirius se queda mucho tiempo después de todas formas, solo
mirándolo respirar. No puede alejarse hasta que James se gira en sueños, y entonces, Sirius entierra
su rostro en la almohada para amortiguar el sonido ahogado que se escapa de su boca. Lo empuja
más profundo, la pena y el dolor crecientes que amenazan con consumirlo, porque no tiene
motivos para sentirlo. No acepta las razones por las que estarían ahí.
Tira la manta encima de James, sus pulmones se sienten como si estuvieran en llamas, y luego se
va.
No es tarde. Aún están a la mitad del día, técnicamente. James solo se agotó con todo el llanto, y
Sirius espera que duerma hasta la mañana, solo por una última noche de los últimos dragados de
paz que podrá tener antes de que la arena se los exprima para siempre. Porque lo hará. Sirius puede
dar fe de ello.
No se sorprende de terminar en la puerta de Regulus. Por un largo rato, solo se queda parado fuera
de ella, ni siquiera está seguro de poder entrar. Descansa su mano sobre la perilla, sintiéndose
extrañamente vacío. Su mente zumba dulcemente, pero nada se queda realmente cuando se
desplaza a través de ella; es como si sus pensamientos fueran solo piezas de papel que revolotean
en el viento, rozando las yemas de sus dedos cuanto intenta tomarlos, siempre fuera de su alcance.
Gira la perilla lentamente, tiene los ojos cerrados cuando abre la puerta. Espera a que Regulus diga
algo, pero no lo hace, y Sirius entiende por qué cuando abre los ojos. Regulus no está en su
habitación. La puerta al balcón está entreabierta, y Sirius solo puede distinguir la silueta de su
hermano asomándose desde fuera de la brecha.
La memoria del pasado de Sirius es realmente mala, pero aún tiene problemas con ella en el
presente. Su mente no es—a veces no logra que funcione correctamente. No es daño cerebral de la
arena; fue revisado médicamente y se le dió el visto bueno cuando terminó. Tiene cicatrices físicas
de sus heridas, pero las mentales nunca sanaron completamente, y duda que alguna vez lo hagan.
Jode mucho su memoria, a veces incluso en tiempo real.
Como ahora. Sirius parpadea y se encuentra en la puerta del balcón sin recordar en absoluto cómo
llegó ahí. Está solo—en blanco. No sabe si caminó en línea recta, si se detuvo a mitad de camino,
si saltó o corrió o giró en círculos de un punto al otro. Y nunca lo sabrá. Esa vez—ese momento—
ahora está perdido para él, y sabe que nunca lo recuperará.
Es una de las secuelas más comunes de la arena que ha perdurado en su vida, incluso diez años
después. Ha mejorado, tiene que admitirlo. Solía perder días enteros, u horas, y no solo momentos.
Solía pasar frecuentemente y sin razón, no importa qué estaba haciendo o con quien estaba. James
le dijo una vez que no actuaba diferente de lo habitual, que simplemente sigue con lo que está
haciendo, y nadie se da cuenta de que se ha ido. Como si estuviera caminando dormido, pero
viviendo dormido, y lo asusta cada vez que despierta. Es diferente a las pesadillas o alucinaciones,
porque aún está presente en ellas, ¿pero esto? Es como si él ni siquiera existiera cuando pasa.
Sirius exhala en voz baja, extendiendo una mano temblorosa para abrir la puerta del balcón y salir.
Regulus está acurrucado en una silla, sus brazos están envueltos alrededor de sus piernas dobladas.
Su cabeza gira observando a Sirius moverse para sentarse en la única silla frente a él, no protesta, o
habla en absoluto.
Por un largo rato, Sirius tampoco habla. No puede. No está seguro de que decir. El silencio se
siente pesado entre ellos, grueso como arenas movedizas, algo en lo que se hunden cuanto más
luchan. Llevan tanto tiempo luchando que Sirius no cree que sepan hacer cualquier otra cosa. No te
ahogas en arenas movedizas; te sofocan. Hay una diferencia, y Sirius no sabe cuál es peor.
Sirius se siente peligrosamente cerca de romperse, pero no puede dejar que Regulus vea eso. Tal
vez sea un desastre, porque Regulus ha perdido la cabeza con él más de una vez cuando eran más
jóvenes, pero se supone que Sirius debe notar eso, se supone que intervenga y esté ahí para
limpiarle la cara y sostenerlo cuando no pueda hacerlo por sí mismo. No es el deber de Regulus
hacerlo por Sirius, porque él es su hermano pequeño, el que mira a Sirius y sabe que es fuerte,
firme, no alguien que pierde la cabeza.
Es, Sirius lo sabe, un verdadero desastre. Son hermanos, y la diferencia de edad no es grande en
absoluto, y ahora son adultos. Mayores, más sabios, capaces de entender lo que no entendían de
niños. Regulus los ve como iguales, y Sirius sabe lo mucho que Regulus quería cuidar de él, justo
como Sirius cuidó de Regulus por tanto tiempo, hasta que no pudo hacerlo más. Pero Sirius no
puede. No puede derrumbar ese muro y romper esa ilusión, porque él es débil—sabe que lo es—
pero por Regulus, tiene que ser fuerte. No puede perder eso.
Sirius inhala una respiración ruidosa, sus manos están temblando, está perdiendo la cabeza. Está
perdiendo la cabeza, ¿y qué pasa después? Nunca lo ha hecho, no con Regulus. ¿Qué pasa cuando
no tiene opción? No puedo evitarlo, él piensa, su visión es borrosa. Duele. Carajo, duele mucho.
"Yo—yo estoy—" Sirius enrolla sus manos en puños, su voz está raspada en carne viva, delgada y
puntiaguda, como si fuera a partirse a la mitad. Regulus se gira para mirarlo, solo observando, y
Sirius está demasiado cerca de las lágrimas para ver cómo es su expresión justo ahora. "Si pudiera,
iría para que tu no tuvieras que hacerlo, Regulus. Si pudiera—"
"Pero no puedes," murmura Regulus con una finalidad silenciosa, como el último clavo en un
ataúd.
Regulus se queda callado por un largo momento, y luego susurra. "Yo no. Creo que una vez fue
suficiente."
Y Sirius solo—él ríe, porque sí. Si, lo fue. La peor cosa que pudo haberle pasado, y lo haría cien
veces más por Regulus. Lo jodió sin remedio, y no lo elegiría de otra manera, aunque eso
significara volver a estar completo.
"Desearía—desearía poder recordar todo lo de antes mejor de lo que lo hago," Sirius confiesa
mientras su risa se desvanece. No había ningún humor real en ella de todas formas.
Sirius se aclara la garganta. "No, no realmente. Puedo recordar algunas cosas, pero no mucho. No
tanto como debería. Y lo que puedo recordar, algunas cosas no son claras, o vienen en este extraño
revoltijo, entonces no siempre sé que fue real o no."
Le toca una fibra sensible a Sirius que, a pesar de todo—todo por lo que han pasado, todo el tiempo
que ha pasado—Regulus sigue queriendo hacer la única cosa que Sirius nunca le dejaría hacer.
Sabe lógicamente que él no tiene toda la culpa; estaba pasando por mucho, y Regulus también, y
ninguno de ellos supo cómo manejarlo. No deberían haber tenido que manejarlo, no es diferente de
lo que nunca debieron soportar de parte de sus padres. Regulus se volvió amargado, frío y
resentido; se alejó y se mantuvo alejado, dándose por vencido con Sirius mientras Sirius estaba
intentando aprender cómo no darse por vencido con sí mismo. Sirius no dejó a Regulus entrar;
dejó que la distancia creciera y nunca supo cómo cruzarla una vez que estuvo ahí, porque se
supone que nunca debió estar ahí. La pusieron ahí juntos, y solo pueden deshacerse de ella
encontrándose en el medio, pero son diferentes, y han cambiado, y ninguno de ellos sabe realmente
cómo hacerlo.
Quizá es un comienzo. Quizá es muy tarde para empezar, y quizá no avancen más que este único
paso, pero Sirius cree que, a pesar de todo, este único paso podría significar el mundo para ambos.
Quizá es suficiente, o quizá tendrá que serlo, porque quizá esto sea todo lo que tendrán, y quizá sea
más importante que no tener nada en absoluto.
"¿Alguna vez…?" el rostro de Sirius se arruga. "Tengo esta especie de recuerdo incoherente de—
¿de vidrio rompiéndose? Pero no estaba asustado, y no fueron Madre o Padre. Creo—¿ creo que
estábamos lanzando botellas? Botellas de vidrio. ¿Es eso—nosotros—"
"No," dice Regulus suavemente. "No, eso nunca pasó, no conmigo. Con el tío Alphard. Solías ir a
su casa, y ambos lanzaban vidrio a la pared. Él estaba enfurecido y borracho, pero tú—pues, me
asustó. Me incomodó. Madre siempre nos dijo que nos mantuvieramos alejados, pero tu nunca lo
hiciste, por supuesto. A veces traías fragmentos de vidrio para usarlos en algo. Una vez me
construiste una daga con uno."
Sirius parpadea con rapidez. El no—incluso con Regulus contándolo, en realidad no lo recuerda del
todo, pero no se siente tan angustiado por no hacerlo. El recuerdo todavía está roto, y Sirius no
recuerda a Alphard ahí en absoluto, pero algo en él se alivia de saber qué es. Todo lo que sabía es
que no estaba asustado, y había asumido que eso significaba que estaba con Regulus.
"Oh," balbucea Sirius. "Está bien, ¿qué hay de…? Hay uno donde sé que estás ahí, pero yo no—no
puedo recordar que estábamos haciendo exactamente. Eras jóven, pero no recuerdo la edad que
tenías, ni siquiera la mía. Estábamos…persiguiendo algo, creo. Si, si, eso estábamos haciendo,
pero estábamos riendo, no estábamos—desesperados o lo que sea. Estaba esta—¿esta casa? Una
casa de barro. Como, una pequeña. Yo no…en realidad no puedo recordar nada más, pero eso fue
—¿sabes de lo que estoy hablando, o me lo estoy inventando?"
"Tenía nueve, y tú diez. Estábamos persiguiendo una lagartija, y yo la atrapé, así que decidiste que
necesitaba una casa para vivir. Había llovido, así que el suelo estaba lo suficientemente enlodado
para que construyeras un casita con él. Tenía algunas ventanas, creo, y trataste de construir una
puerta, pero seguía cayendo. Metimos a la lagartija, no más grande que la palma de mi mano, y se
quedó ahí como por…¿quince segundos, tal vez? Si, más o menos, y luego se lanzó por una de las
ventanas y salió corriendo," le cuenta Regulus. "La llamaste Lewis"
Sirius cierra sus ojos. Con los detalles, la memoria es más fácil de ordenar y encajar en su lugar,
menos borrosa y distorsionada al enfocar. No sabe si es porque realmente la recuerda, o porque
puede imaginarlo perfectamente, pero en cualquier caso, se siente bien tener algo sólido.
"Tengo—sé que es imposible, pero tengo este recuerdo de nosotros saltando del tejado de nuestra
primera casa, y volamos. Estábamos tratando de tocar las estrellas. Nuestras estrellas. Ni siquiera
sé si eran visibles en esa época del año, pero yo—yo recuerdo claramente que lo hicimos.
Obviamente no volamos, pero…nosotros…?"
"No. Ni siquiera subimos al tejado, pero solíamos hablar de volar a las estrellas. Yo, tu,
Andromeda, Narcissa, Bellatrix—todos nosotros. Todos solíamos planear grandes aventuras a lo
largo de las estrellas y constelaciones de nuestros nombres, y Narcissa pretendía ser dejada de lado
porque no tenía uno, pero no era real. Ellas eran mayores, así que solo era algo que hacían para
entretenernos, especialmente cuando nos cuidaban. Era como una pequeña historia que nos
contaban antes de ir a la cama, todas las aventuras que tendríamos en el cosmos."
Sirius tiene que tragar el nudo que se le forma en la garganta, porque ese recuerdo—uno que ni
siquiera es real—es tan vívido. Ha sabido por un largo tiempo que no es real, porque no es posible.
El y Regulus no habrían podido saltar desde un tejado y volar hacia el cielo con estallidos brillantes
de carcajadas, pero resuena tan claramente que puede sentir el aire en sus mejillas y escuchar a
Regulus chillar de alegría mientras se eleva por el cielo.
Tal vez fue un sueño y no puede separarlo apropiadamente de la realidad como todos los demás.
Tal vez tomó una historia que sus primas mayores les contaron y lo convirtió en un recuerdo que se
siente más real que las cosas que realmente experimentó. No sabe porqué está ahí, y es frustrante.
La forma en que su propia mente lo traiciona hace que quiera acurrucarse en una bola apretada y no
volver a moverse. Su pasado es tan endeble, tan irregular en algunos puntos, y es como si hubiera
perdido tanto de sí mismo que nunca podrá recuperarlo. Le duele la pérdida.
"¿Recuerdas el día que recolectamos nueces?" le pregunta Regulus, y el ceño de Sirius se frunce.
"Tú puedes—quiero decir, puedes contarme sobre eso, si quieres," sugiere Sirius. No lo recordará,
él lo sabe, pero le gustaría escuchar sobre ello.
"Está bien," dice Regulus mirando hacia otro lado. "No es un recuerdo muy feliz de todas formas."
"Aunque los tuvimos, ¿no?" pregunta Sirius, su voz es suave cuando baja la mirada. "Me refiero a
recuerdos felices. Antes, cuando éramos—las personas que solíamos ser."
"Ya no lo sé," responde Regulus, igualmente tranquilo. "La verdad no recuerdo las personas que
solíamos ser."
~•~
Remus toca a la puerta de Sirius, no recibe respuesta, y decide irse. Está seguro de que será una
noche difícil para él, tanto como para James y Regulus, así que quizá Remus no debería
entrometerse. No cree que se habría atrevido, si no fuera por la conversación con Regulus hace
algunas horas.
Eres importante para él, Regulus había dicho. La cosa es que Remus lo sabe. Sirius lo ha dejado en
claro. De alguna manera, en sólo un puñado de días, se ha vuelto importante para Sirius. No ha
sido importante para nadie en cinco años.
Suspirando, Remus se gira para irse, solo para detenerse cuando ve a Sirius dirigirse hacia él. Sus
ojos están cansados y rojos, y aún así logra una pequeña sonrisa cuando mira a Remus. Es débil y
parpadea como una llama que amenaza con apagarse, sin embargo, está ahí.
"No querría eso. Tengo un tiempo divino, entonces," Sirius bromea débilmente, deteniéndose a su
lado, frente a su puerta.
"¿Estás bien?" pregunta Remus suavemente, luego se siente tan estúpido como cuando le preguntó
a Regulus si estaba asustado.
A diferencia de Regulus, Sirius no hace evidente lo estúpida que es la pregunta. El solo dice, "No,
honestamente, no lo estoy."
"No puedo quedarme toda la noche, pero lo haría si pudiera. Solo tengo unas pocas horas antes de
tener que regresar a mi celda," le cuenta Remus con una mueca de disculpa.
"Contigo," admite Remus, sintiendo que se le cae el estómago como si acabara de descender desde
una gran altura. Estos deseos que está aprendiendo a permitirse, lo asustan y emocionan a partes
iguales.
"Pues, eso funciona bastante bien, porque quiero la misma cosa," responde Sirius, y a pesar de
todo, hay un sonrojo en sus mejillas y una pequeña sonrisa curvandose en su boca. "¿Quieres
entrar?"
Sirius le sostiene la mirada por un momento, luego abre su puerta y entra. La mantiene abierta,
esperando a que Remus entre antes de cerrarla. Por un momento, Remus es consciente de que
confía en Sirius, incluso a puertas cerradas.
Totalmente ajeno a la magnitud de tal cosa, Sirius pasa por delante de él mientras respira
profundamente, balbuceando sobre cambiarse. Remus lo observa entrar a su closet, deslizando la
puerta para cerrarla. Lentamente, Remus le echa un vistazo a la habitación, quedándose en su lugar
con incomodidad.
Remus ha visto la habitación de Sirius muchas veces antes, por supuesto, pero el realmente no sabe
qué más hacer con sí mismo por el momento. Un ovillo de cariño se retuerce en su pecho cuando
piensa en el hecho de que Sirius ya no deja su ropa en el suelo. Ahora las dobla meticulosamente
como Regulus.
Justo a tiempo, Sirius sale del closet con la ropa que estaba usando anteriormente en una pila
ordenada que coloca en la silla en la esquina. Se ha puesto unos joggers y una camisa que parece
suave, y no hay mangas, el dobladillo termina en sus hombros y deja al descubierto la parte
superior de sus brazos. Remus no está preparado en absoluto para lo tonificados que se ven, o para
la cicatriz que brota de su hombro derecho, dentada como si alguien hubiera intentado rebanarlo en
un duro arco pero nunca llegara a terminar.
"Esa ni siquiera es la peor," dice Sirius, y la mirada de Remus se alza de golpe para ver que Sirius
lo ha atrapado mirando. Alcanza la cicatriz con un resoplido. "El siempre encantador Jericho
intentó cortarme el cuello. Pero lo esquivé y obtuve esto en su lugar."
"Recuerdo eso," Remus contesta, porque lo hace, aunque sea vagamente. "Le golpeaste el cráneo
con una piedra."
Parece que fue hace toda una vida, antes de que terminara en el Hallow. El observó a Sirius en sus
juegos. Todos observan, y Remus no fue la excepción antes de volverse un sirviente. En ese
entonces, Sirius era solo un chico en las pantallas haciendo cosas que revolvían el estómago de
Remus, incluso cuando estaba tan insensibilizado a ello que apenas dejaba que pesara en su mente.
¿Cuál sería el punto? Pasó el año anterior, y pasaría el año después. Remus sabía que incluso él
podría hacerlo algún día, si su nombre era llamado, pero las cosas no fueron así para él. Algunos
pensarían que fue suertudo. Estarían equivocados.
"Lo hice, si. Lo recuerdo muy bien." Sirius resopla una risa socarrona. "De todas las cosas que
recordar… Sabes, no puedo olvidar ni un detalle de mi tiempo en la arena, y aún así—" Sacude la
cabeza, sus labios se tuercen, y mira a Remus con una sonrisa apretada. "Si te soy honesto,
esperaba que no hubieras visto mis juegos. Sé que no eras un sirviente en ese entonces, pero…"
"No, los ví," confirma Remus, y Sirius asiente, mirando a otro lado mientras aprieta la mandíbula.
"Es—Sirius, está bien. Hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir."
"Podría haber muerto en su lugar," dice Sirius, sus ojos son brumosos y distantes, y hay una
cualidad melancólica en su voz como si casi desearía haberlo hecho. Hace que el estómago de
Remus se retuerza de pánico.
"Pues, estoy feliz de que no lo hayas hecho," espeta Remus con firmeza.
Sirius le echa un vistazo. "Viste lo que hice, de lo que soy capaz, y aún así dices eso. No sé cómo
puedes soportar estar en la misma habitación que yo, honestamente."
"No tenías opción," dice Remus, y es agudo como un látigo que cruza contra el concreto húmedo, y
él lo sabría. Sirius parpadea con dureza, separando los labios con sorpresa. Remus sacude la
cabeza. "Lo que te pasó—no fue justo. Tu no querías pasar por todo eso. No está bien que te hayas
visto obligado a matar para sobrevivir, y eso no es tu culpa."
"Es solo…" Sirius traga. "No lo sé. Solo esperaba que tal vez no me hubieras visto en mi peor
momento."
Remus se ablanda sin poder evitarlo y respira profundamente, para luego soltarlo lentamente.
"Sirius."
"Me ves en mi peor momento cada vez que me miras," Remus susurra. "Me gustaría más que nada
que pudieras haberme visto en mi mejor momento, pero esto es lo que obtienes, y de alguna manera
sigue siendo suficiente para ti. ¿Por qué iba a sentirme diferente si sufrieras a manos del Hallow?"
Sirius se estremece y aspira profundamente, moviéndose unos pasos hacia delante. Extiende la
mano lentamente, sin llegar a tocarlo, luego aleja su mano y flexiona sus dedos. "No veo lo que
crees que veo cuando te miro, Remus."
A Remus se le corta la respiración. Se mueve hacia delante, pasando su mirada por el rostro de
Sirius. "¿Por qué te alejaste? Ibas a tocarme, pero luego te detuviste."
"¿Puedo?" pregunta Sirius, y suena como un ruego, como si estuviera desesperado por hacerlo. Sus
ojos están muy abiertos, y sus dedos se estremecen a sus costados mientras mira a Remus hacia
arriba con la esperanza grabada en su rostro.
Este idiota, Remus piensa cariñosamente. Este encantador desastre de ser humano. Sacude la
cabeza con un soplo silencioso de risa, aún recordando su conversación con James. Sirius no
cruzará los límites, así que Remus tendrá que mostrarle que los límites se han movido. Alza su
mano y ahueca la muñeca izquierda de Sirius con su mano derecha, deslizandola brevemente hacia
arriba solo para observar la forma en que el pecho de Sirius trastabilla en una inhalación aguda,
para luego desplazarla de vuelta hacia abajo para entrelazar sus dedos gentilmente.
Se siente trascendental, esta brecha en la que han tenido tanto cuidado de no precipitarse, y aún así
es casi probablemente la cosa más fácil que Remus ha hecho. Tira de la mano de Sirius gentilmente
y le dice, "Si, sí puedes. Quiero que lo hagas."
Sirius exhala de golpe, fuerte, como si pudiera respirar mejor de repente, y entonces procede a
arrastrarse hacia delante para cerrar el último espacio entre ellos y deja caer su cabeza
directamente sobre el hombro de Remus. Se inclina en él con un hondo suspiro, su cuerpo se relaja
contra él; es tan sencillo para Remus deslizar sus manos por los brazos de Sirius y rodear de su
espalda, solo para sostenerlo.
"Mm," Remus concuerda distraídamente, demasiado ocupado reuniendo el coraje para rozar con
las yemas de sus dedos el cabello de Sirius donde se derrama sobre sus hombros. Es tan
jodidamente suave que el cerebro de Remus se desconecta brevemente, y sus manos pican para
ahondar en las hebras. "Me gusta tu cabello, sabes."
Sirius deja salir una risa baja contra su hombro, peligrosamente cerca de una maldita risita. Los
labios de Remus se retuercen, y tira gentilmente de una hebra que atrapa entre las puntas de dos
dedos. Lentamente, cuidadosamente, los brazos de Sirius se deslizan alrededor de Remus,
enrollándose flojamente alrededor de su espalda—y, así de sencillo, es un abrazo.
Por un largo rato, ninguno de los dos habla. Solo respiran y se aferran al otro. La respiración de
Sirius es uniforme y tranquila, y está tan relajado que en realidad está un poco flojo, como si
pudiera quedarse dormido aquí mismo. Su único movimiento es cuando frota su mejilla
ocasionalmente contra el hombro de Remus, como si estuviera asentándose. Mientras tanto, Remus
se consciente un poco más, incapaz de detenerse. Barre una mano de arriba a abajo en la espalda de
Sirius, y la otra tiene la misión de meterse en su cabello como si fuera lo último que hiciera. El lo
maneja, eventualmente, logrando finalmente solo jugar con los extremos o el mechón al azar aquí
y allá que se enrosca alrededor de sus nudillos. En su lugar, se rinde y arrastra sus dedos desde la
raíz hasta la punta, atraído de inmediato por el deslizamiento del cabello suave como la seda entre
ellos.
En respuesta, a Sirius le da un escalofrío de cuerpo completo y se gira para presionar su rostro más
firmemente contra el hombro de Remus. Remus aún puede escucharlo respirar, notando el titubeo
en ello antes de que vuelva tomar un ritmo ligeramente irregular.
"Desafortunadamente tengo otras cosas que debo hacer con mi tiempo," Remus bromea
ligeramente.
"¿No es justo?" Los labios de Remus se curvan hacia arriba divertidos mientras vuelve a pasar su
mano por el cabello de Sirius. A esto, el disgusto de Sirius se disipa y emite un leve zumbido de
aprobación.
Remus piensa en eso por un segundo, luego dice, "Bueno, necesitas descansar esta noche. Puedo—
quiero decir, puedo ayudar con eso."
"¿En la cama?" la cabeza de Sirius se levanta, casi desplazando la mano de Remus, y parece muy
interesado en esta idea inmediatamente. "¿Te meterás a mi cama? ¿Conmigo? Quiero decir—yo
solo—no estoy—si tu, um—"
"Bueno, ya sabes, hay muchas maneras para—" Sirius se detiene abruptamente, tosiendo mientras
le aparece ese rubor por todo el cuerpo que tanto le gusta a Remus. Parece mortificado. "Perdón,
eso fue—"
"¿Me estás ordenando que te agote de otras maneras?" cuestiona Remus, arqueando una ceja hacia
él.
Es casi cómico lo rápido que Sirius palidece, el rubor se drena completamente de su rostro. "¡No!
Maldita sea, no, nunca lo haría."
Remus frunce el ceño, pero a estas alturas, apenas está aguantando. En un momento, se va a
romper. "¿Hay algún problema con mi forma de realizar mis tareas? ¿Crees que no voy a manejar
esto a tu satisfacción?"
"Mi—mi satis—¿qué? ¿Remus?" Sirius parece un poco perdido, y aturdido. "¿No? Quiero decir, no
estoy preguntando—no es que yo—" se interrumpe a sí mismo tan pronto como los labios de
Remus tiemblan por las esquinas, lo que significa que está estudiando la boca de Remus demasiado
cerca, pero Remus no se queja. El leve pánico de Sirius se desvanece hasta quedar pasmado. "Oh,
estabas jugando conmigo otra vez."
"Lo hice, si," confirma Remus, rompiendo en una sonrisa mientras frota ambas manos por los
brazos de Sirius mientras comienza a alejarse.
Sirius amortigua un sonido bajo y alza su mano para sostener su frente, exhalando
temblorosamente. "Eso es—sabes, para ser algo que me asusta como la mierda, lo encuentro muy
atractivo. No me excita mi miedo, para ser claros. Creo que es la travesura la que lo hace, si te soy
honesto. Quizá…un poco de miedo, pero hoy no es el día para explorar eso."
"Gracias por llevarme contigo en tu corto viaje de autodescubrimiento," dice Remus cordialmente.
"Me haces sentir cosas," le informa Sirius, mirándolo con cierta impotencia, como si estuviera
perdido.
"Lo sé."
Los labios de Sirius tiran hacia arriba en una mueca sonriente. "Después de todo eso, tengo que
hacerte sentir cosas también, si todavía estás dispuesto a meterte en mi cama."
"Vamos," le dice Remus con una risa gentil, estirando su mano para empujarlo hacia la cama,
obteniendo una emoción interior al volverle a poner su mano encima y saber que puede hacerlo.
Desliza su pulgar sobre la cicatriz en su brazo, y Sirius apenas puede caminar derecho porque está
muy ocupado mirando a Remus.
Meterse en la cama de Sirius es sorprendentemente fácil, pero tal vez no debería ser una sorpresa.
Tantas cosas son fáciles con Sirius, ¿entonces porque esto no debería serlo también? No es
correcto, no debería hacerlo, yada yada yada—el mismo discurso de siempre, y a Remus de verdad,
de verdad no le interesa por el momento. Estar con Sirius siempre es un riesgo, y es uno que está
dispuesto a correr.
La cama es mucho más suave que el catre de Remus en su celda, y realmente tiene almohadas,
como también sábanas de satín y edredones encantadores que se sienten tan bien que Remus podría
llorar. A pesar de ello, no sabe como relajarse en él, porque no ha tenido nada ni parecido en cinco
años. Afortunadamente para él, el objetivo no es ponerse cómodo; el objetivo es deleitarse con más
de Sirius y su cabello, con el que Remus está ciertamente fascinado.
Remus termina apoyado de lado y con un codo, con su otra mano alzada para pasarla por el cabello
que Sirius ha esparcido a lo largo de la almohada como si fuera tinta derramada. Es casi artístico,
las olas de negro contra las fundas blancas de las almohadas, algo nítido y etéreo a la vez.
"Remus," murmura Sirius, mirándolo hacia arriba con los ojos medio cerrados.
"¿Hm?"
"Si te duermes antes de que tenga que hacerlo," dice Remus suavemente.
Sirius canturrea y cierra los ojos. "Quiero quedarme dormido contigo aquí. ¿Eso es extraño?"
"Gracias," Sirius susurra, sus ojos siguen cerrados. "Por estar aquí para mí, quiero decir. En
especial esta noche. Es—hubiera sido mucho peor sin ti, Remus."
Remus lo mira y continúa arrastrando su mano por el pelo. Con ternura, le susurra de vuelta, "Por
supuesto."
Sirius deja salir un suave suspiro, y no pasa mucho tiempo antes de que se duerma de verdad, su
boca se afloja y su cuerpo se hunde en el colchón. Remus continúa acariciando su cabello,
maravillado por el nivel de confianza que Sirius tiene en él, la misma confianza que Remus siente
reverbar en él por Sirius. Se queda donde está hasta que tiene que irse, deseando con cada célula de
su cuerpo que pudiera quedarse. El único alivio es que Sirius al menos pudo dormirse con él ahí.
Si Remus nunca podrá hacer lo mismo, se asegurará de tomar algo para sí mismo antes de irse. Un
pequeño capricho. Se inclina y presiona un beso en la frente de Sirius, suave y persistente, dejando
que se convierta en una sonrisa mientras se aleja.
~•~
James se despierta de un tirón, con el corazón latiendo con fuerza y el nombre de Sirius cayendo de
su boca en una voz ronca de puro pánico. Se sienta frenéticamente, desorientado, buscándolo—
pero él no está ahí.
Le toma un momento darse cuenta de que eso está bien. De que la falta de presencia de Sirius no
significa que algo malo haya pasado. De que Sirius probablemente está en su propia cama, con la
esperanza de que descanse todo lo posible. James exhala y se encorva hacia adelante para frotar las
palmas de sus manos en sus ojos cerrados y arenosos. Llorar hasta quedarse dormido, sobre todo
cuando aún llevas lentes de contacto, no contribuye a tener unos ojos muy felices y sanos. ¿Quién
lo hubiera pensado?
Dejando caer sus manos, James traga más allá del nudo en su garganta. Odia haber hecho eso. Él
no está—él no se arrepiente de su elección, ¿de acuerdo? El plan sigue siendo el mismo, y no
cambiará de parecer, pero…eso no lo hace fácil. Eso no significa que no esté asustado. Eso no lo
detiene de sentir que se está atragantando con su propia pena por la vida que no llegará a vivir.
Se arrastra para ver la hora—es la mitad de la noche—y entonces va a tomar una ducha. Está
sudado por su pesadilla, e intenta no dar por sentada la posibilidad de estar limpio.
Abre la puerta con cautela, y la luz sigue encendida, pero Regulus no está en cama. La puerta del
balcón está entreabierta, igual que la última vez. Hay un breve momento de duda, y luego James
entra, cierra la puerta, y se dirige al balcón.
Regulus está sentado en la misma silla en la que estaba la última vez, una criatura de hábito. A él
siempre le han gustado sus rutinas, sus pequeñas reglas de orden inventadas sobre cómo deben ser
las cosas, qué va dónde y cómo tienen que funcionar las cosas. Cuando toma una silla
inconscientemente, esa silla es suya. Cuando usa zapatos marrones, necesita usar calcetines negros.
Cuando las farolas se encienden, tiene que pasar por cada resplandor dorado del círculo en el suelo
en su ruta a casa. Regulus siempre se ha sentido cómodo con el orden en su vida, mientras que
Sirius y James prefieren la espontaneidad.
"Hola," saluda James cautelosamente mientras se hunde en la silla libre. Regulus no lo reconoce,
pero James puede ver cómo aprieta la mandíbula. "Er, ¿has dormido algo?"
Regulus exhala bruscamente y gira la cabeza para mirar a James. En la luz que irrumpe aquí desde
la puerta entreabierta, sus ojos están ardiendo. "¿Qué quieres, James?"
"No quiero tus jodidas disculpas. Quiero que no lo hubieras hecho," dice Regulus con dureza. "De
todas las malditas cosas que hacer, qué decir, y tú—y tu sabes que eso fue cruel—" Su voz se
rompe, y suena frágil. Gira la cabeza, con la mano cerrada en un puño sobre la mesa. Cuando habla
después, su voz suena pequeña, y rompe el corazón de James. "Fue cruel. No tenías derecho de
burlarte así de mi."
"No me estaba burlando de ti," le cuenta James. "Sé porque pensarías eso, pero—"
"¿Lo haces?" sisea Regulus, sus hombros están apretados, y suena furioso por lo que ya sabe.
James ya lo sabe también. Lo ha sabido desde que tenía once y fue presentado a Regulus por
primera vez, y Regulus había mirado a James con los ojos muy abiertos, como si fuera la cosa más
asombrosa que había visto. Lo ha sabido en todos los momentos después; cuando Regulus apenas
podía formar una oración a su alrededor; cuando Regulus se sonrojaba cada vez que James le
sonreía; cuando Regulus corría para llegar a la puerta antes que Sirius cada vez que James llegaba,
solo para tener unos preciados momentos a solas con él antes de que Sirius se robara la atención de
James por completo.
Por supuesto que James sabía que Regulus tenía un crush en él desde los once hasta los quince.
James lo sabía, y pensó que era gracioso. De hecho, le pareció hilarante, y a veces incluso se
prestaba a ello con guiños y comentarios juguetones, solo porque lo entretenía. No porque le
importara. A James no le importaba, por desgracia. Para James, Regulus solo era el hermano bebé
de Sirius con un crush sin remedio.
Y luego, pues, Regulus lo maltrató para que formara un crush de vuelta, literalmente golpeándolo
en la cabeza y diciendo que prestara jodida atención , lo que reorientó a James con tanta fuerza y
rapidez que pasó de siquiera pensar en el hermanito de Sirius a soñar despierto sobre cómo sería
besarlo. Este abrupto ciento ochenta pasó justo a tiempo para que Regulus hiciera un abrupto ciento
ochenta por su cuenta, pasando de flecharse de James con fuerza a odiarlo con la misma fiereza.
¿No es eso terriblemente irónico?
"Se que tuviste un crush en mi una vez," James admite en voz baja, y no puede evitar apreciar el
sonrojo que inunda las mejillas de Regulus, incluso cuando sigue enojado.
"Si, bueno, era joven y estúpido," farfulla Regulus con el ceño fruncido. "No es como si te hubiera
importado de todos modos, y ambos lo sabemos. Para ti, solo era una fuente de entretenimiento."
"No tienes idea por cuanto tiempo me he estado golpeando por ser joven y estúpido en el sentido
opuesto. Tuve tantas oportunidades que dejé pasar, y tan pronto como me di cuenta de cuan
jodidamente estúpido fui por eso, era demasiado tarde." James lanza un suspiro. "No más
oportunidades."
Regulus se queda callado por un latido, y luego mira a James con ojos entrecerrados. "Entonces lo
decías en serio."
"No pretendía contarle a literalmente todo el mundo mi más profundo y oscuro secreto," dice
James secamente, "pero tener sentimientos por ti era, de hecho, mi más profundo y oscuro
secreto."
"Profundo y oscuro," Regulus hace eco de ello, arqueando una ceja. "Gran halago. Muy romántico.
¿Debería desmayarme?"
James suelta un quejido y levanta su mano para restregarla entre su pelo. "Solo—maldita sea,
Regulus, sabes a lo que me refiero. Obviamente no quería que nadie lo supiera, o que nadie se
enterara así. Por un lado, Sirius no lo sabía. Por el otro, no quería que tú te enteraras."
"Si, lo hacía, pero—" James hace una mueca. "Pues, es una mierda, ¿no es cierto? Tan pronto como
empecé a tener sentimientos por ti, tus sentimientos por mi se fueron. ¿Qué se suponía que hiciera
con eso, especialmente con todo lo que estaba pasando con Sirius? Había tanto, demasiado, e
incluso cuando aprendimos a vivir con todo, no tenía sentido. Tu jodidamente me odias."
"¿Lo ves?" James levanta una mano cansada. "No tiene sentido."
"Bueno, la cosa sobre los sentimientos es que, si es inútil tenerlos o no, a veces persisten de todas
formas."
Regulus lo mira por un largo rato, ya no parece enfadado, pero su rostro es inescrutable. James se
remueve un poco, sintiéndose extrañamente estudiado, como si estuviera bajo un microscopio. La
mirada de Regulus es como un exámen, y James desea tanto aprobarla, pero sabe que no puede
hacerlo cuando es Regulus quien lo califica.
Lentamente, Regulus empuja su silla hacia atrás con un horrible chirrido, levantándose. James se
queda quieto al instante mientras Regulus rodea la mesa a un ritmo pausado, acercándose a él. Su
corazón se acelera, porque el—carajo, no sabe que está por pasar, pero Regulus se está acercando,
y lo hace sabiendo que James lo quiere más cerca que nunca.
"Uno de nosotros morirá en esa arena, o tal vez seremos ambos, pero ninguno de nosotros tiene
muy buenas posibilidades," Regulus dice suavemente, pausando para inclinarse contra la mesa, con
una mano recorriendo suavemente el borde.
James asiente lentamente. "Lo sé. Esta es—es nuestra última noche."
"Lo es," concuerda Regulus. "Las cosas son complicadas con Sirius, tengo asesinato y posible
muerte en mi muy cercano futuro, y no tuve más remedio que pensar mucho en quién era yo, en
quienes eramos todos. Estás en lo correcto, los sentimientos persisten, y mi odio por ti no irá a
ningún lado. Nunca. Si muero, lo haré odiándote. Si vivo, también lo haré odiandote."
"¿Incluso cuando—si estoy muerto?" cuestiona James, es cierto que está herido por esto, aunque no
debería. Él ya lo sabía.
Regulus lo mira, y sus ojos—esos ojos, James los conoce cuando no sabe nada más, y hay algo en
ellos ahora. Pesado e intenso. "Si, por estar muerto. Quizás por eso más que por cualquier otra
cosa."
James no debería encontrar eso abrumadoramente romántico, además de trágico, pero el aliento se
le entrecorta en la garganta de todos modos. Es tan extraño cómo el odio de Regulus puede sentirse
como una bendición cuando lo ejerce de esta forma. James nunca lo quiso antes, y ahora de repente
lo agradece. El odio no es apatía, o indiferencia, y James no cree que pueda sobrevivir a eso de
parte de Regulus. El odio tampoco es amor, pero está peligrosamente cerca, y James cree que
podría morir por ambos. El va a hacerlo.
"Podríamos estar muertos mañana," susurra Regulus, "y no quiero pasar mi última noche solo,
incluso si eso significa que tengo que pasarla con alguien que odio." Alza su mano de la mesa y la
extiende, con los dedos abiertos y suavemente curvados, como una ofrenda y una invitación. "Eres
suertudo, James. Puedes pasarla con alguien a quien no odias."
"¿Y el Regulus de catorce años que hay en tí?" James susurra de vuelta. "¿Por lo menos el se siente
afortunado?"
"El no siente nada en absoluto. Ha estado muerto desde que cumplí los quince," responde Regulus
con una breve sonrisa triste en los bordes. Mueve un poco los dedos. "Vamos, quiero ser joven y
estúpido una última vez, así que deberías tomar la oportunidad antes de que cambie de parecer."
James exhala temblorosamente, el significado de todo esto no se le escapa. Sabe que es porque irán
mañana a la arena, y entonces todo cambiará. Regulus nunca lo haría si fuera de otra forma. Pero
cuando te esfuerzas tanto por huir del mañana, la única dirección que puedes tomar es hacia atrás.
Regulus quiere ir tan atrás tanto como pueda, y a lo lejos detrás suyo hay un chico que una vez
quiso a alguien que nunca le tomó la mano cuando se la ofreció, pero lo haría ahora. Gracioso,
cómo cambian las cosas. Trágico, como algunos cambios no llegan a significar nada.
James desliza su mano en la de Regulus, su corazón hace este débil y patético aleteo mientras sus
dedos deslizan uno al lado del otro. Regulus sostiene su mano delicadamente, ahuecandola desde
abajo mientras su pulgar se desliza tiernamente por los nudillos de James, como si James fuera de
la realeza y él fuera a inclinarse sobre sus dedos. Aunque no lo hace. No, solo le da un tirón gentil,
animando a James a levantarse, y en cuanto lo hace, gira su mano para juntar sus dedos antes de
llevar a James a su habitación.
Ridículamente, James se siente un poco tambaleante en las rodillas, solo por la forma en la que sus
dedos están entrelazados, encajando en las hendiduras de cada uno como si siempre hubieran
estado hechos para ello. James pensó eso la primera vez que se tomaron de las manos, ese fatídico
día en la plaza mientras Sirius era atacado en la pantalla, y Regulus había enroscado sus manos
como si necesitara el contacto para dejar de temblar. En realidad no funcionó, pero ninguno de
ellos se soltó, incluso mucho después de que Sirius se hubiera alejado de la pelea con un cadáver a
su paso.
Regulus apaga la luz primero, e inmediatamente, las modificaciones que ha hecho en su habitación
con la tecnología del Hallow y los avances que se les ofrecen son evidentes. El techo es sólo el
cielo nocturno lleno de estrellas puntiagudas que ofrecen un tenue resplandor azul a la habitación
desde el dosel de medianoche sobre ellos. Es precioso, honestamente, y James tiene que reconocer
que se distrae tanto con ellas que no aparta la mirada hasta que Regulus vuelve a tirar de su mano,
exigiendo en silencio que se meta a la cama.
Es casi como si Regulus volviera a ser ese jovencito con un crush en él, reclamando la atención de
James. Aquí y ahora, es muy diferente, porque son adultos que están a punto de meterse juntos a la
cama cuando nunca lo han hecho antes. James tiene la boca seca mientras sigue a Regulus bajo las
sábanas.
"No te hagas ilusiones," farfulla Regulus, como si pudiera leer la mente de James que, en efecto,
tenía muchas ilusiones.
"Muy tarde," James admite. Esto le hace ganar un suave resoplido de risa, a pesar de todo, y sonríe
mientras se hunde en la almohada bajo su cabeza. Está en su lado, y Regulus está justo frente a él,
mirando su rostro en la oscuridad. Solamente se miran, pero James es un alma valiente, así que se
arma de valor para pedir lo que realmente, realmente quiere, por sobre todo. "¿Puedo abrazarte?"
¿Puedo tenerte? piensa James, desesperadamente. Solo por esta noche. Por favor.
Duda, pero luego desliza su brazo sobre Regulus y se relaja hacia adelante con un suave suspiro,
sus ojos se cierran ante la sensación de poder abrazarlo. Está cerca, y es cálido, y aparentemente es
la cuchara pequeña—y James ya se siente peligrosamente adicto a esto. No quiere soltarlo; quiere
quedarse justo aquí para siempre, donde puede sostener a Regulus y saber lo que es tenerlo, aunque
sea solo por un momento que no puede durar, porque el mañana viene en camino, y los alcanzará
eventualmente.
Pero, por ahora, James se acurruca junto a Regulus y piensa que tenía razón, porque aquí, así, a
pesar de todo lo que le espera cuando llegue el mañana, James sabe que es afortunado de pasar su
última noche justo así.
AUTOR
regulus y remus SI SERÁN amigos en este fic, no se preocupen, pero tenemos que
llegar ahí primero. es una amistad slowburn lmaooooooo. los amo tanto. remus solo
está como: entonces, como, ¿estas asustado por toda la cosa de “posiblemente morir
mañana?” y regulus solo está como: y remus es omo: ¿sabes
qué? es justo. sigue adelante, compañero. AYUDA SON TAN DIVERTIDOS PARA
MI VAN A SER TAN SASSY CUANDO TENGAN UNA AMISTAD DE VERDAD
NO PUEDO ESPERAR
mientras tanto, sirius y james están siendo chicas tristes nah porque sirius de verdad
dijo: james no va a morir, yo simplemente No Lo Acepto. y el es muy valido por eso.
la negación es fuerte en este. yo tambien, babe, yo también.
y luego el angst de regulus y sirius me tuve como ese meme donde esa celebridad está
como gritando y llorándole al gato, todos saben cual es. yo después de escribir cada
linea: BASTA, YOU’RE DONE, DEJA EL TELÉFONO. yo @ yo: déjalos en paz y
déjalos descansar también yo: *escribe más mierda triste*
pero la historia de las nueces siendo uno de los recuerdos más felices de regulus en el
capítulo anterior, solo para enterarse de que sirius ni siquiera lo recuerda en absoluto,
y LUEGO saber que ya no es un recuerdo feliz para regulus porque el Hallow
esencialmente se lo destruyó? estoy masticando vidrio. ☹☹☹
anyway, pasamos a james y regulus, y resulta ser que regulus solía tener un crush en
james, y james SABÍA al respecto, pero no le importó hasta que fue muy tarde.
cuéntame de tragedias, ¿cierto? en el lado positivo, regulus se guardó sus Problemas
Personales por una noche y estuvo como: sabes que, podría morir mañana, así que me
dejaré tener una (1) indulgencia humana de no tener que pasar la noche solo. adelante,
rey, sé la cuchara pequeña!! y james solo está feliz de estar involucrado
eso es todo, creo. Sé que muchos de ustedes están ansiosos por la arena (son unos
demonios) y estamos MUY cerca. SPOILER WARNING!!!! (estaremos en la arena en
el capítulo diez) OKAY SE TERMINÓ EL SPOILER
sin embargo, TENEMOS algo de acción en el capítulo 9, en más de una forma. hagan
lo que quieran con eso.
TRADUCTORA
TRADUCTORA
hola holaa!! estamos de vuelta y con un capítulo MUY emocionante, recuerden leer
las advertencias antes de comenzar <3
AUTOR
este es el punto en la historia donde les recuerdo a todos ustedes que este fic se pondrá
oscuro y personas morirán. son cosas muy muy pesadas, así que POR FAVOR revisa
las advertencias, y no dudes en revisar las descripciones más detalladas que pongo en
las notas finales para spoilers si lo necesitas, y también NO LEAS si lo mejor para tí
es no hacerlo. siempre, siempre ponganse a ustedes como prioridad principal. <3
si ayuda en absoluto, la primera mitad de éste capítulo es de hecho muy muy agradable
y fluffy??? es un tema común conmigo, llo estoy notando. empiezo con un sentimiento
falso de seguridad, y luego BAM!
perdón??? disfruten???
pondré advertencias muy detalladas en las notas finales, pero también les diré cuando
pueden saltarse o simplemente leer rápido esas partes, como para advertirles con
tiempo suficiente para que puedan bajar más rápido si es algo que preferirían hacer,
¡que también es válido!
Sirius está medio dormido cuando gira y se presiona en algo cálido y sólido, y usualmente, esto
sería lo suficientemente extraño como para que estuviera en peligro de responder a la defensiva,
pero recuerda haberse quedado dormido junto a algo cálido y sólido, así que está perfectamente
bien.
En su estado somnoliento, cálido y sólido significa algo bueno, igual que cuando se quedó
dormido, y por eso Sirius se acurruca en ello mientras se relame los labios e intenta volver a
dormirse.
Un rato después, su cerebro conecta cálido y sólido a Remus, y sus ojos se abren de golpe mientras
se levanta alarmado. Es, en efecto, Remus. Está medio despierto y mira a Sirius con cariño, pero el
corazón de Sirius se desploma abruptamente y el pánico se apodera de él.
"¿Te quedaste dormido aquí?" dice Sirius con voz ronca, su sangre bombea mientras su corazón se
acelera. "Remus, ¿estás—"
"Tristemente, no," interrumpe Remus con calma. "Si me fui anoche, pero volví. Pensé, ya que
querías quedarte dormido conmigo aquí, que te gustaría despertar de la misma forma."
"Oh," exhala Sirius, relajándose completamente mientras sus ojos se cierran y se acomoda de
nuevo. Un momento después, se siente como si su corazón creciera en su pecho cuando se da
cuenta de que Remus—hizo esto por su cuenta. El decidió hacer esto. El vino al cuarto de Sirius
sin preguntar y se metió en la cama con él, y si fuera cualquier otra persona, Sirius no estaría
mareado y delirando de alegría por ello. " Oh. Yo—si, si me gusta. Gracias. Hola."
"No, no, por supuesto que no," Sirius se apresura a decir. "Puedes hacer lo que quieras, Remus, lo
sabes. Quiero decir, um, tú si querías, ¿verdad? No tienes que estar aquí si tu—"
"Si quería. Quiero…" Los ojos de Remus viajan a la boca de Sirius, deteniéndose, y luego vuelven
a subir. "Quiero muchas cosas."
"Yo no babeo dormido," Sirius escupe, levantando por reflejo una mano para frotarla rápidamente
contra su boca.
"Oh, pues, en ese caso, yo si babeo dormido, de hecho," dice Sirus, rompiendo en una mueca
sonriente cuando Remus gira la cabeza y sofoca su risa en una almohada. Sirius piensa que él es
tan encantador, solo mirándolo, y antes de que se de cuenta, su mano se levanta para empujar
suavemente hacia atrás donde su cabello descansa sobre su frente. "¿Esto está bien?"
Sirius se muerde el labio, moviéndose muy cuidadosamente mientras pasa las yemas de sus dedos
por varios mechones de cabello. Sus dedos tiemblan por la importancia de este momento, por rozar
lo glorioso. No va muy rápido o muy lejos, absteniéndose de hacer demasiado, sin importar cuán
desesperadamente quiera más. Sirius rompe cosas, pero está decidido a no romper esto con Remus
—lo que sea que esto sea.
El solía construir cosas. Crear cosas. Y ahora es afortunado si no destruye lo que ya está hecho.
Esto, con Remus, se siente como construir algo, y lo asusta. Nunca quiere romper cosas,
especialmente lo que es importante, y Remus es, sin duda alguna, una de las cosas más importantes
que han llegado al alcance de la ruina que lleva en sus palmas.
Dominado por su desconfianza, Sirius retira la mano y traga con fuerza. Hay una mezcla de pena y
culpa que se le arremolina en las fauces abiertas del pecho, haciendo arder la parte posterior de su
garganta. Al instante, siente la necesidad compulsiva de disculparse, porque él no—él nunca puede
saber cuando en realidad ha hecho algo malo, o cuando solo siente que lo ha hecho.
"Perdón," suelta Sirius. "Lo siento. Ni siquiera pregunté, y no debería solo haber—"
"Sirius," interrumpe Remus firmemente, y Sirius se calla, su mirada es atrapada mientras Remus lo
observa fijamente. Sacude la cabeza ligeramente, entonces suspira profundamente. "No voy a
romperme, sabes."
"Solo espera, apenas he puesto mis manos en ti," dice Sirius.
"No puedes romper lo que ya está roto." Remus esboza una pequeña sonrisa. "Además, si
romperme es el resultado de ser tocado por tí, no estaré satisfecho hasta estar hecho pedazos."
"Si, absolutamente."
"Oh, eso no es justo. Es peligroso. Tu eres peligroso," anuncia Sirius sin aliento. "Serás mi muerte.
Todo lo que ha intentado llevarme a mi fin, y será Remus Lupin y sus poéticas insinuaciones."
Remus contiene una risa, luego procede a balancearse hacia adelante y rodar justo encima de
Sirius, empujándolo de espaldas sobre la cama con el peso de su cuerpo. Lo que—oh, okay. Eso es
mucho que manejar para el cerebro de Sirius, honestamente, y hace un breve cortocircuito. No, en
serio, Remus podría realmente ser su muerte.
Remus es. El solo es. Hay tanto de él, de alguna forma, y él literalmente solo está recostado sobre
Sirius, pecho a pecho. Sirius está bajo el grueso edredón de la cintura para abajo, lo que
afortunadamente evita que sus caderas se encuentren, con la esperanza de disuadir a su cuerpo de
responder en el momento en el que realmente se reúna con él. Por el momento, está congelado,
mirando arriba a Remus con los ojos bien abiertos y quedándose muy quieto.
"Tócame," repite, y ah, si, Sirius si lo escuchó correctamente la primera vez. ¿Cómo es que sigue
vivo justo ahora?, no tiene ni idea, pero no le sorprende que le cueste respirar bien. Estará muerto
pronto, probablemente. Lo que está bien. Vaya forma de irse, en realidad.
"Necesitas superar esto, Sirius. O tal vez solo necesito que lo hagas. No quiero que te contengas
conmigo, así que solo—solo tócame. Eso es todo."
Sirius está tan, tan tentado sin medida, como una abeja atraída por la miel. A pesar de la naturaleza
destructiva de sus manos, tiene tantas ganas, tan egoístas, de ponerlas encima de Remus de todos
modos. No solo eso, Remus se lo está pidiendo, y realmente no hay nada que Sirius no le daría si lo
quiere.
Lentamente, Sirius alza sus manos y las desliza por los costados de los brazos de Remus,
flexionando los dedos en la tela gris que los cubre, a pesar de que debería ser gentil. Ya no está
seguro de que sus manos sepan hacer eso, pero al menos a Remus no parece importarle. Solo mira
a Sirius con los ojos medio cerrados, pesados y caídos como si estuviera relajado.
Aligerado, Sirius llega después a los hombros, sintiendo la amplia línea entre ellos y hasta la curva
de su cuello antes de empujar hacia la parte superior de su espalda, presionando los dedos en sus
omoplatos, volviéndose jodidamente loco internamente con los firmes músculos bajo sus manos.
Las arrastra de nuevo hacia arriba, con la respiración entrecortada mientras desliza las palmas de
las manos por las clavículas de Remus, luego por su pecho hasta que se encuentra con el de Sirius.
Otra vez, se desliza de vuelta a cada curva del cuello de Remus, apretando su labio inferior
mientras sus dedos encuentran su camino hacia el cabello de Remus.
Remus aún está observándolo, y la mirada perezosa es de alguna forma obscena. Es como si Sirius
se entregara a algún placer secreto y hediondista mientras Remus observa con leve y reprimido
interés. No hay razón alguna para que parezca que Remus es un mirón cuando Sirius simplemente
lo está tocando, y sin embargo así se siente.
Con impotencia, los dedos de Sirius tiemblan al pasar por el cabello de Remus. Está fascinado por
el sentimiento, e incluso aún más por la forma en la que los ojos de Remus revolotean cerrándose
brevemente, sus labios se parten alrededor de un suave suspiro. El estómago de Sirius se llena de
mariposas y todo tu rostro se calienta.
"No lo sé," Sirius balbucea, y el solo sabe que ahora se sonroja con más fuerza. "Solo…tú. Esto. Es
íntimo."
Remus tararea. "Imagina cómo me siento. Nadie me ha tocado sin causarme dolor en cinco años."
"Yo nunca te lastimaría," dice Sirius inmediatamente, una respuesta automática, tan reflexiva e
instintiva como respirar. Puede inhalar y exhalar esa promesa; existir con ella, como si fuera una
necesidad para vivir, porque lo es.
Sirius siente su pecho apretarse, pero en el buen sentido, extrañamente. Le alborota el pelo a
Remus suavemente. "¿Se siente bien?"
Se quedan en silencio mientras Sirius desliza sus manos fuera del cabello de Remus y arrastra sus
dedos con cuidado por los lados de su cuello antes de deslizarse hacia el frente. Presiona
gentilmente un pulgar en la manzana de Adán de Remus, a lo que él tararea obedientemente, bajo y
profundo, para que Sirius pueda sentir sus vibraciones. Los labios de Sirius se curvan hacia arriba,
complacido, y Remus se ve tan querido por él.
Después está la mandíbula y mejillas. Sirius ahueca la primera en ambas palmas, luego acuna a la
segunda mientras roza tiernamente sus pulgares bajo los ojos de Remus. Sigue haciendo eso,
sintiendo una emoción recorrerlo al ver el rostro de Remus siendo sostenido en sus manos. Es
precioso. Es encantador. Es glorioso.
"Eres dolorosamente hermoso, ¿lo sabías?" pregunta Sirius suavemente, paseando su mirada por
todo el rostro de Remus. Esto significa que alcanza a ver con perfecto detalle cómo los ojos de
Remus bajan, sus labios se curvan hacia arriba, una respuesta tímida que solo se hace más evidente
cuando Sirius siente la mejillas de Remus calentarse bajo sus manos. El rubor brilla entre sus
dedos, resaltando las pecas que Sirius está ansioso por conectar. "Oh, eso te gustó, ¿no es cierto?
¿Quién se sonroja ahora, Remus, hm? Vamos, cuéntame—"
Remus se apoya para rodear el brazo de Sirius, tapándole la boca para amortiguar su risa burlona y
sin aliento. Sirius sonríe contra su palma, usando sus propias manos para empujar suavemente las
(aún cálidas) mejillas de Remus, haciendo que su cara se frunza un poco.
"Bastardo engreído," refunfuña Remus mientras mueve su mano, pero no va muy lejos, dejando a
su palma acunar la mejilla de Sirius. Hay una sonrisa en su rostro, una que pretende que no está
ahí, pero Sirius la tiene atrapada entre sus manos.
"Déjame tener esto. Siempre soy el que se sonroja. Es agradable saber que puedo hacer que tú
también lo hagas," se mofa Sirius.
"¿Lo es?"
Remus se ríe y lo mira con un afecto desenfrenado, haciendo nada para ocultarlo. Hace que Sirius
se derrita un poco, sus entrañas se convierten en sopa. No puede evitarlo; Remus lo hace sentir—
pues, todo, en realidad. Todo el espectro de emociones, cosas que Sirius ni siquiera sabía que era
posible experimentar, y Remus puede regalarselas con algo tan simple como una mirada.
"¿Es así?"
"Así es."
Remus arquea una ceja hacia él. "¿Te diste cuenta de eso justo ahora?"
"Sabes, Remus, podrías ahorrarle a un hombre la vergüenza de ser dolorosamente obvio," Sirius
farfulla sin enojo real en sus palabras.
"Me temo que no hay manera de salvarte de eso," dice Remus solemne, y Sirius ríe tanto que
resopla sin elegancia y sacude la cama mientras se retuerce en busca de aire. No puede ser una
vista bonita, francamente, y sin embargo, Remus lo mira y anuncia, "Tu también eres hermoso,
sabes."
La risa de Sirius se corta, ya está sin aliento cuando Remus le roba la respiración diciendo eso.
Hace que su corazón revolotee y su estómago se revuelva, hay una sensación borrosa y nada
desagradable que se forma en la punta de sus dedos, incluso donde todavía están cubriendo las
mejillas de Remus. Alza una mano para unir con cuidado la distancia entre las pecas de Remus
bajo sus ojos.
Los ojos de Remus son tan encantadores, marrón como un árbol de secuoya y ámbar cuando la luz
les da de lleno. Sirius recuerda la primera vez que vió esos ojos, cómo fue que se sintió como
perder un paso en las escaleras, algo suyo tambaleándose. Todo se detuvo cuando esos ojos
encontraron los suyos, y pasa de nuevo aquí y ahora. Sirius siente ese pequeño tambaleo en él,
como si el suelo cediera a sus pies y no pudiera evitar caer.
No por primera vez, la mirada de Remus cae en la boca de Sirius, con ojos vidriosos, y luego se
inclina, y entonces Sirius está soltando, "Necesito cepillarme los dientes," como el idiota más
grande en el planeta mientras su corazón intenta evacuar su pecho hacia su maldita garganta.
"Tú—" Remus parpadea, alguna clase de claridad vuelve a sus ojos, luego empieza a reírse. Cuelga
la cabeza hacia delante, presionandola en el pecho de Sirius, forzandolo a sostener sus orejas,
ligeramente desconcertado. Le toma a Remus un segundo recuperar la compostura, y luego levanta
la cabeza con una amplia sonrisa y ojos brillantes. "Claro, por supuesto. Te dejaré ir a hacer eso.
Necesito empezar el desayuno de todos modos."
La cara de Sirius está en llamas. "¿Puedo, um, ayudarte con el desayuno cuando salga de la ducha,
si no has terminado ya?"
"Puedes venir a pararte a mi lado y verte bonito, ¿qué tal eso?" se mofa Remus, aún sonriendo
hacia él.
"Perfecto," dice Sirius con un bufido. "Finalmente, algo en lo que soy bueno."
"Eres bueno en mucho más que eso, pero eres bueno en eso, si," medita Remus, sonando afectuoso.
Se inclina hacia abajo sin aviso y roza un beso contra la mejilla de Sirius, solo una leve presión
que es una especie de parpadeo.
Sin embargo, Sirius hace un sonido humillante en respuesta, y se calienta desde la línea del cabello
hasta el ombligo, sin duda sonrojándose más que nunca. Remus ya se ha separado, y el único
bastardo engreído aquí es él. Parece muy satisfecho consigo mismo mientras rueda sobre Sirius y
se levanta de la cama, diciendo oh tan casualmente que se reúna con él en la cocina cuando haya
terminado.
Tan pronto como Remus se va, Sirius se da vuelta y procede a morder su almohada, luego ahoga un
grito en ella por si acaso. Nunca ha sentido tanto a la vez en su vida.
~•~
Regulus se despierta con una mano acariciándole el pelo, y un pecho cálido subiendo y bajando
bajo su mejilla. Incluso antes de despertarse completamente, sabe que se trata de James.
Conoce a James solo por su mano. A los catorce, ya había memorizado la forma de las manos de
James, solo porque se sentían como una marca cada vez que consideraba tocar a Regulus. No había
nada como las manos de James en su brazo cuando tenía catorce; podría haber dado energía a
ciudades enteras por la manera en la que solo malditamente se encendía, la energía que le daba, lo
absolutamente mareado que se ponía. James podría tocarlo una vez, solo casualmente, y Regulus
pensaría en ello por tres días, repasando cómo se sintió, como lo hizo sentirse, una y otra vez hasta
la próxima vez que James hiciera otra cosa.
Regulus, para decirlo simplemente, era un adolescente patético con un enamoramiento tan
dolorosamente obvio que se podía ver desde el espacio. James lo sabía. Regulus sabía que él sabía,
incluso si no había sido confirmado en voz alta hasta la noche anterior. Ellos nunca dijeron nada,
pero James se le insinuaba a veces cuando Sirius no estaba, y Regulus se ponía impotentemente
nervioso y tímido, porque en ese entonces, la cosa más aterradora en la que podía pensar era James
riéndose de lo patético que era. Luego, bueno, Sirius fue a la arena, y nada fue más aterrador que
eso.
Diez años después, y las manos de James son diferentes, mucho más grandes, pero Regulus aún las
conoce. Conoce la manera en la que su dedo meñique se curva, y la forma despuntada y cuadrada
de sus uñas, y el calor que cargan las hendiduras de sus palmas. La manera en que lo hacen sentir—
bueno, eso también es diferente. Regulus ya no es un adolescente patético, por lo que no encenderá
ninguna ciudad ni dará vueltas por el mundo, pero es un adulto patético que pretende estar dormido
durante más tiempo del que realmente lo está solo para poder seguir deleitándose en lo
desgraciadamente bien que aún se siente.
También está—es solo que, cuando se levante, la realidad del día va a asentarse, y Regulus aún no
está listo para eso. Así, con James, consigue escapar. Aquí es seguro, con los latidos constantes de
James bajo su oído.
"Sé que estás despierto," dice James, porque él es terrible, y oh, claro, Regulus lo odia.
James se ríe entre dientes, con las vibraciones contra la mejilla de Regulus. Lo sacude un poco
donde está recostado sobre el pecho de James, sin importarle cómo es que acabó ahí. "Oh, claro."
Regulus no responde, manteniendo sus ojos cerrados mientras inhala y exhala, tratando de
quedarse en este estado de calma que sabe que no debe dar por sentado. Agradece con impotencia
que la mano de James siga abriéndose paso entre su cabello en un movimiento repetitivo, el mismo
movimiento repetitivo que coincide con la subida y bajada de su pecho. Honestamente, Regulus
podría volver a dormirse así, si no estuviera tan decidido en sentir cada centímetro de lo relajado
que está en este momento.
Es un poco patético que Regulus no ha dormido así de bien en—años, honestamente, pero
especialmente desde que llamaron su nombre. Odia que haya dormido como un maldito bebé solo
porque James estuvo con él anoche, todo envuelto alrededor de él, sujetándose como si nunca fuera
a soltarse. De hecho, todavía se aferra a él, con su brazo libre enroscado en la espalda de Regulus.
Tendrá que soltarse eventualmente, pero Regulus tampoco está listo para eso.
"No, no lo hago."
"Lo haces. Así desperté. Me estaba moviendo un poco, tratando de ponerme cómodo, y me dijiste
que me fuera a la mierda."
"Por supuesto, cuando intenté irme a la mierda, te diste la vuelta y te aferraste a mí como una
lapa," le cuenta James, y Regulus puede escuchar la sonrisa en su voz. "Había asumido que me
estabas echando de tu cama, pero sólo intentabas que dejara de moverme. Eres muy gruñón, sabes,
incluso dormido."
Regulus gruñe, negándose a avergonzarse literalmente por cualquier cosa que tenga que ver con
James. "Si no te callas, te echaré de mi cama. Literalmente."
"Adorable," reflexiona James con un suave suspiro, porque él siempre tiene la audacia. "Eso es lo
que eres. Solo adorable—y pegajoso también. En realidad, esa no la vi venir."
"No."
"Puedo respetar tu determinación para negar esto, incluso cuando estás literalmente pegado a mí."
"Te odio," anuncia Regulus con un suspiro pesado, abriendo sus ojos mientras comienza a alejarse,
por mucho que lo desprecie.
"Espera, espera, no, no hagas eso. Perdón, lo siento, no tenemos que hablar sobre eso," suelta
James rápidamente, estirándose para arrastrarlo de vuelta, exhalando un suspiro profundo cuando
Regulus se desploma contra él una vez más. "Solo estaba molestando, Reg, lo prometo. Podemos
pretender que no está pasando."
"Solo—si estuviéramos hablando sobre eso," continúa James, porque por supuesto que lo hace, "Te
diría que realmente, realmente no me molesta. De hecho, estoy bastante contento por ello, así que
—"
"James," estalla Regulus, desplazándose contra él para alzarse un poco y mirarlo fijamente. Esto no
recibe la respuesta que esperaba, sinceramente. Estaba preparado para disculpas, o tal vez una
sonrisa perezosa, o más comentarios serios. No espera que James inhale bruscamente mientras se
queda quieto, con los ojos ligeramente más grandes.
"Puede que quieras cuidar donde deslizas tu rodilla, amor," dice James débilmente, con tensión en
su voz. Desplaza sus caderas deliberadamente hacia otro lado mientras se estira para empujar la
pierna de Regulus hacia abajo.
Regulus mira hacia abajo y luego vuelve a mirar hacia arriba, con su rostro en blanco y voz plana
dice, "¿En serio, James?"
"Yo—pues, perdón, pero no puedo evitarlo," balbucea James, luciendo nervioso en un santiamén.
"Es solo—ya sabes, una respuesta corporal natural, ¿de acuerdo? Estoy en la cama con alguien
cálido y hueles realmente bien, y tu piel es suave, y también lo es tu cabello, y es—quiero decir,
eres tú, literalmente la persona con la que he estado soñando desde que tenía quince, así que
tendrás que perdonarme por estar…feliz al respecto."
"Sabes," dice Regulus pensativo, "hay algún tipo de simetría poética en esto. Solía masturbarme
con fantasías sobre ti todo el tiempo."
"Hm," Regulus lo estudia por un largo momento, sintiendo la figura de un pensamiento travieso
tomar forma en su mente. Es una idea, en realidad. Un capricho, y siendo franco, básicamente se lo
debe a su yo de catorce, quien tendría un maldito ataque al corazón si supiera que esto le pasaría
algún día. Circunstancias menos que ideales, en términos generales, pero aún así. "Es solo que,
pues, aunque no lo creas, una de mis fantasías empezó justo así."
"¿Lo hizo?" pregunta James, su voz es baja mientras abre los ojos y mira a Regulus, con los
párpados pesados. Puede oír el cambio en la voz de Regulus, no hay duda, el matiz sugerente de la
misma.
"Mhm," confirma Regulus. "Tu y yo juntos en la cama, recién despertando, nuestros cuerpos cerca.
No sé cómo terminamos ahí, pero para ser honesto, los detalles en realidad no importaban." Lleva
sus dedos a la mitad del pecho de James y luego empieza a deslizar la mano hacia abajo. La mirada
de James se dirige al movimiento, siguiéndolo. "Por supuesto, siempre eras tú el que me tocaba en
la fantasía, porque era demasiado tímido en ese entonces."
"Ahora eres menos tímido," balbucea James, su mirada está fija en el lugar donde la mano de
Regulus se desliza por su estómago.
"Pues, ya sabes, con la experiencia vienen menos razones para ser tímido," medita Regulus, sus
dedos coquetean con los bordes de la cinturilla de James.
"¿Experiencia?" dice James, su mirada revolotea hacia arriba. "Con—déjame adivinar, ¿Barty?"
James dice el nombre de Barty con gran burla. Regulus se hizo cercano a Barty cuando tenía
diecisiete, cuando trataron de comprarle la misma gallina a la señora Fibbs. Se habían metido en
una discusión por la gallina (Regulus lo estaba pasando mal, ya que su hermano se había mudado y
lo evitaba, y Barty siempre está dispuesto a iniciar un altercado), y luego Barty hizo un comentario
durante la discusión sobre Regulus teniendo una boca bonita ("Me importa un carajo lo bonita que
sea tu boca, Black; nada me hará renunciar a esta gallina," fueron sus palabras exactas), lo que de
alguna manera llevó a Regulus a responder de forma muy sugerente ("Mi boca podría hacer cosas
que te tendrían comprando, matando, cocinando, y alimentandome con esta gallina, Crouch, así
que ten cuidado" fue su respuesta), y eso los llevó inevitablemente a intercambiar mamadas menos
de veinte minutos después.
Todo esto para decir que se hicieron amigos rápidamente. Salieron por unos dos meses, pero nunca
pareció funcionar, sobre todo porque Regulus estaba lidiando con muchas cosas como para
preocuparse por manejar una relación y Barty estaba demasiado atraído por todas las otras personas
con las que también podría estar como para darlo todo. Llegaron a un compromiso que funcionaba
bien para ambos, uno en el que tenían sexo cuando querían, no lo tenían cuando no lo hacían, y no
habían condiciones.
Por encima de todo, eran amigos. Al llegar a los veintiuno, el sexo había disminuido por mucho, y
ciertamente ya no lo hacen tanto, usualmente solo disfrutan pasar tiempo juntos como amigos,
demasiado desinteresados o perezosos para masturbarse juntos como solían hacerlo.
A James nunca le agradó Barty. Cada vez que llegaba y Barty estaba ahí, se agitaba. Sabiendo que
James tenía (y aparentemente aún tiene) sentimientos por él, eso tiene sentido.
"Oh, si, hemos hecho todo tipo de cosas sucias juntos," admite Regulus, sonriendo agudamente.
"¿Celoso?"
"Pobrecito," responde Regulus suavemente, chasqueando su lengua, y luego enreda sus dedos en la
cinturilla de James para golpearla contra su piel. James se sobresalta un poco, inhalando
bruscamente otra vez, y Regulus ríe por lo bajo. "Como si tu no hubieras tenido a nadie. Besaste a
una chica justo frente a mi cuando tenía trece. Casi me rompes el corazón, lo hiciste."
"Tracy," murmura James, porque por supuesto que recuerda el nombre de la primera persona que
besó a los catorce.
Regulus tararea. "Si, esa. Y luego saliste con René cuando tenías quince. Te escuché contarle a
Sirius lo que hiciste con ella . Lo manejé mejor a los catorce, más o menos. Después, pues, pasó un
tiempo antes de que estuvieras con alguien más, creo, pero de nuevo, no estaba prestando
atención."
"Ravi fue después," le informa James. "Tenía diecinueve, y me gustaba mucho, solo…no lo
suficiente para superarte. Luego estuvo Holly, después Saxon, y luego Wellis, entonces me rendí
cuando me di cuenta de que nadie iba a hacerme sentir cómo lo hice cuando tuve un vistazo de ti."
"Mm, no creo hacerlo. Creo que me lo he ganado después de todos esos años que pasaste
aferrándote al mío," Regulus dice ligeramente.
James esboza una triste sonrisa. "Supongo que eso es justo. Debería haber sido más cuidadoso con
él mientras lo tuve. Tal vez entonces no estaría con las manos tan vacías."
"Pobre, pobre bebé," susurra Regulus, burlándose de él, y vuelve a estirar y dejar ir la cinturilla de
James. Esta vez, sumerge las puntas de sus dedos en el interior solo un poco y los saca de nuevo,
observando a James respirar profundamente y tranquilizarse. "Manos vacías y fantasías sin
cumplir; todo es muy trágico, ¿no es así?"
"Solo trágico," exhala James, atrapando su labio inferior entre sus dientes.
"Eso somos nosotros—una gran, gran tragedia," le cuenta Regulus. Vuelve a sumergir sus dedos,
solo un poco, y los deja ahí. "Ya no podemos cambiar eso, pero las manos vacías y fantasías sin
cumplir—pues, podemos hacer algo al respecto."
"Te lo diré cuando se acabe," dice Regulus, sosteniendo su mirada. Las pupilas de James están
dilatadas. "¿Estás bien con eso?"
Regulus guía el rostro de James a su hombro al mismo tiempo que desliza su muslo entre sus
piernas. Puede sentir el aliento de James trastabillar contra la curva de su cuello, y una de sus
manos se extiende para posarse en la cadera de Regulus que no está presionada en la cama, sus
dedos se flexionan y se amontonan en el suave algodón de la camisa de Regulus. El cierra los ojos
y gira la cabeza hacia el cabello de James, desliza de nuevo su mano libre por su pecho lentamente
mientras, con un movimiento practicado, lo toma por la cinturilla y empieza a tirar para animar a
sus caderas a moverse.
"Mierda," susurra James sin aliento, su mano libre se estira para agarrar la parte delantera de la
camisa de Regulus, tomándola con fuerza. Su otra mano aprieta la cadera de Regulus.
Regulus aprieta los dientes y se obliga a inhalar lentamente, con un escalofrío en todo el cuerpo que
le llega a la base de la columna vertebral. Lo ignora, porque una cosa es complacer a su pequeño
idiota interior que estaba obsesionado con todas y cada una de las cosas de James Potter, pero es
algo completamente diferente cuando está afectandolo en el presente. James dejó de afectarle
cuando tenía quince años, y Regulus no está dispuesto a dejar que eso cambie ahora.
Porque esa es la cosa. Regulus genuinamente superó a James, dejó toda esa idiotez en el pasado, y
creció para odiarlo en su lugar. Eso es real. No es una mentira; todo lo que Regulus sentía por
James se retorció y creció con espinas, hasta que esto es lo que es, irreconocible a lo que solía ser.
Eso le reconforta.
Pero, bueno, es sexo. No pueden culparlo por responder. James es exasperantemente cálido, y los
sonidos bajos que está empezando a hacer causan que una parte muy traviesa del cerebro de
Regulus se ponga en marcha. Muerde su labio inferior con fuerza para mantenerse callado,
negándose a desviarse de lo que está haciendo. Inhala y exhala, forzándose a calmarse.
"Mm, ahí lo tienes," murmura Regulus en señal de aprobación en el momento en que las caderas de
James comienzan a moverse, totalmente solo moliendose contra su muslo, lo que significa que
Regulus puede dejar de tirar de la cinturilla, haciendo que James trabaje por sí mismo. James
gruñe contra el hombro de Regulus, moviéndose casi sin sentido, su respiración es errática.
"Carajo," se ahoga James, y luego él solo—gimotea. Regulus cierra los ojos con fuerza mientras su
mente se torna estática, ese gimoteo siendo lo único que queda reverberando dentro de su cráneo.
Eso es pura mierda. Nadie debería sonar así de jodidamente bien; no es justo. "Yo—Regulus.
Regulus."
James dice su nombre como si fuera la única palabra que tiene significado. Su voz es áspera, y el
nombre de Regulus es descuidado y desesperado en su boca, como un Ave María o una forma de
salvación.
Regulus desliza su mano bajo la camisa de James, lo que habría sido un sueño hecho realidad en
otro tiempo. Lamentablemente, sigue dándose cuenta de que es jodidamente increíble, porque
realmente está en forma. Impotente, pasa sus dedos sobre su piel, mapeando cada bulto y hendidura
del estómago y pecho de James.
Las caderas de James se contraen y enroscan, sus dedos se flexionan donde se aferran a Regulus, y
luego abruptamente está pasando sus manos por todo Regulus, donde sea que pueda alcanzar. En su
cabello, sobre sus hombros, subiendo por sus costados; es codicioso al respecto, desesperado como
si no pudiera tener suficiente. Su cabeza se inclina hacia arriba, su boca roza la mandíbula de
Regulus, el aliento entrecortado y caliente contra su piel.
"¿Regulus? ¿Por favor?" exhala James, y Regulus no podría perderse lo que pide ni aunque lo
intentara. James es muy obvio al respecto, abriéndose paso a la boca de Regulus y esperando con lo
que parece ser una contención inconmensurable para besarlo.
Si, no, Regulus no hará eso. No besaría a James Potter ni para salvar su propia vida, y no le
interesa lo atrayente que parezca la boca de James en este momento; el ambiente lo está afectando,
obviamente. Es el calor, el sentir el cuerpo de James contra el suyo y bajo sus manos, los suaves
gemidos que salen de la boca de James. Por el amor de Dios, suena como un pecado. Eso debería
ser ilegal.
Regulus no dice que no, pero tampoco dice que si. Se le ocurre un compromiso para ambos, uno
que está bastante seguro de que es más de fiar que un beso. Inclina su cabeza y le ofrece a James su
cuello para que lo ataque a su antojo, asumiendo erróneamente que esto no tendrá mucho impacto.
Eso es antes de que James acepte la oferta como si fuera un regalo, inclinándose ansiosamente con
un gemido para poner su boca en la garganta de Regulus. Al inicio es tan gentil al respecto, solo
besos suaves y dulces que Regulus puede ignorar en su mayoría, pero con cada movimiento de
caderas, se vuelve más audaz. Regulus no se da cuenta de que está pasando hasta que está pasando
de repente, y luego James se prodiga en su piel como si fuera lo único que quisiera hacer.
A Regulus obviamente le ha pasado algo similar antes—Barty es un buen amante, no se puede
negar—pero estará jodido si James no es simplemente mejor .
Tiene que atrapar su labio inferior entre sus dientes para mantenerse callado, haciendo todo lo
posible por concentrarse, y no está jodidamente funcionando porque la boca de James es—su boca
es—es realmente, realmente—
James ahoga un gemido en su garganta, respirando con fuerza mientras sus caderas comienzan a
trastabillar, y Regulus se obliga a sacudirse y volver a ponerse en marcha. Parpadea con fuerza y
traga, entonces desliza su mano libre al cabello de James, manteniéndolo en su lugar mientras
desliza su otra mano bajo su camisa, rastrillando sus uñas suavemente por su abdomen a medida
que avanza, lo que le hace ganar un escalofrío en todo el cuerpo. Tarareando, Regulus hunde su
mano en la parte delantera de los calzoncillos y pantalones de James, impactando la cinturilla de
James contra su piel una vez más.
Las caderas de James se sacuden, presionando más fuerte contra su muslo, sin delicadeza. Solo
ansioso en la búsqueda de su propio placer. Él gime, y de verdad , Regulus va a necesitar que se
detenga inmediatamente y no lo haga nunca más. Nunca había estado tan desesperado por probar
un sonido en su vida, y no va a besar a James por nada del mundo. Absolutamente no.
"Regulus," James jadea, presionando una mano temblorosa en el cabello de Regulus y arrastrando
la otra hacia abajo palmeando su costado, tratando desesperadamente de tenerlo más cerca. "Esto
se siente—tu te sientes—es tan bueno. Yo estoy—yo—"
"Lo sé," murmura Regulus. "Sigue. No te detengas. Fantasía cumplida, y—bueno, nuestras manos
ciertamente ya no están vacías. Vamos, James, solo una última cosa."
"¿Qué? Lo que sea. Puedes tener—oh, oh, carajo." James gime y se acurruca, sus dedos se aprietan
en el cabello de Regulus.
"Ya me vas a dar lo que quiero," le cuenta Regulus, y James gime como si lo hubieran herido.
"¿Qué? ¿Qué es lo que—" James se corta, se pone tenso por todas partes, ahogando un gemido que
suena muy parecido al nombre de Regulus.
"Ya estás lo suficientemente cerca, y yo solo estoy aquí para mirar," Regulus susurra en su oído.
"Muéstrame, James."
"Mierda, carajo, Regulus, Regulus—" James se lo muestra, de acuerdo. Se arquea y tiembla por
completo, y Regulus comienza a mover su pierna para ayudarle en ello, escuchando a James gemir
y jadear su nombre como una plegaria.
Regulus no se detiene hasta que James está jadeando por aire, aferrándose a él y temblando
mientras se deshace contra él. Por un momento, Regulus cierra los ojos y vuelve la cabeza hacia el
cabello de James, inhalándolo, y luego abre los ojos de golpe y se aleja, dejando que James se eche
hacia atrás.
James se desparrama en la cama como un charco, con sus ojos cerrados y la boca floja mientras se
asienta. Le toma solo un segundo abrir sus ojos, viéndose absolutamente asombrado.
"Maldita sea, Regulus," James exhala en un graznido, alzando una mano temblorosa para
empujarla por su cabello. Suelta un profundo suspiro. "Eso fue—fue—¿estoy soñando? ¿Eso
realmente pasó?"
"Pasó."
"¿Porqué paso?"
"Porque podrías morir hoy," Regulus le cuenta sin rodeos, encogiéndose de un hombro mientras se
levanta. "Considéralo un regalo de despedida. Ahora, vete."
Antes de que James pueda responder, Regulus se gira sobre sus talones para tomar su ropa y
dirigirse a tomar una ducha. Cierra la puerta detrás de él y la bloquea, esperando por el sonido
distante de la puerta de su habitación siendo cerrada, señalando que James, en efecto, se fue.
Entonces, y solo entonces, Regulus abre y entra a la ducha.
Bajo el golpe caliente del agua, Regulus se toma entre sus manos y exprime un orgasmo tan
intensamente bueno que apoya su brazo en la pared y lo muerde para amortiguar los gemidos que
salen de su boca. No es una fantasía sobre James la que lo lleva ahí, como lo hubiera sido antes.
"¿James?"
Sobresaltado, James parpadea y dirige su mirada hacia Remus, quien está sacando un pan del
tostador, los toques finales del desayuno; un gran desayuno con casi cada opción en el disponible
en el mundo; el último desayuno adecuado que James tendrá.
Remus está mirándolo en lo que parece ser preocupación genuina, pero no hay sorpresa. Es como
si tuviera todo el sentido que James estuviera distante y callado, un poco aturdido y perdido en su
propia cabeza, como si fuera perfectamente justo y esperado por lo que le espera hoy. La arena,
precisamente, y eso es definitivamente algo que va a pesar en James tan pronto como la realidad se
acerque y comience a hundirse—pero, en realidad, la causa de su distracción es Regulus.
Tal vez sea estúpido fijarse en lo que pasó, considerando todo lo demás con lo que tendrá que lidiar
hoy, pero ¿honestamente? James prefiere esto. Por un lado, es sin duda una alternativa más
agradable—es preferible una muerte pequeña a una más grande y permanente. Aunque, si está
pequeña muerte que Regulus le dió—le regaló—es un presagio de lo que pasará en la arena…pues,
James está verdaderamente jodido.
Es solo que—se sintió tan jodidamente bien, y fue, para el, tremendamente confuso, pero mereció
infinitamente la pena, e incluso si todavía está desconcertado con el cerebro que no se le escapó
por las orejas, no necesita darle sentido por completo para saber que él está tan, tan malditamente
agradecido de que pasó.
Sin embargo, está desconcertado. De hecho, para él, es un verdadero rompecabezas. Simplemente
no cree que alguien que lo odia haría… eso. Como, literalmente nada de eso, ciertamente no de la
forma en que Regulus lo hizo, ni siquiera en un gesto amable de algún tipo debido a la inminencia
de la muerte. Un regalo de despedida, dijo Regulus. Bueno, fue un regalo encantador, pero alguien
que lo odia no le daría un regalo en absoluto, ni siquiera si él en realidad estuviera muriendo frente
suyo. Regulus es un enigma, sinceramente.
James no puede entenderlo. Sabe que Regulus lo odia; ha lidiando con eso por años. Sabe que
Regulus solía tener un crush en él; también ha estado lidiando con eso por años. ¿Pero esto? Esto es
nuevo.
James no está completamente seguro de que hacer, o qué pensar, al respecto. De ahí la disociación,
los ojos vidriosos y el silencio inusual. Aunque es agradable que Remus demuestre que le
importa.
"Si, estoy bien," dice James por reflejo, y se da cuenta tardíamente de que Remus va a saber que
esto es una mentira, porque no hay forma posible de que esté bien hoy. Se conforma con algo más
honesto. "Quiero decir, no realmente, pero no me ha…golpeado todavía, creo."
"No va a hacerlo," anuncia Sirius mientras se desliza en la cocina, y James baja la mirada al
instante por… tantas razones. Por un lado, tiene miedo de mirar a Sirius, porque si Sirius muestra
la más mínima expresión de disgusto en su cara por lo que está por venir, James se va a volver
jodidamente loco. Por otro lado, el hermano pequeño de Sirius acaba de masturbarlo hace menos
de treinta minutos y James no piensa decírselo, sobre todo porque va a morir muy pronto, así que
puede salirse con la suya y llevárselo a la tumba. Ajeno a todo esto, Sirius sigue hablando mientras
se mueve en la habitación. "Probablemente no te golpeará hasta que estés a punto de subir, o tal
vez hasta realmente estés ahí arriba. No me golpeó hasta que la cuenta regresiva había terminado y
el cañón sonó."
Cautelosamente, James vuelve a subir la mirada, dejando que se arrastre más alto hasta que puede
ver a Sirius pasar junto a Remus, con una mano presionada en la parte baja de su espalda mientras
pasa. El toque es visiblemente ligero, pero no vacilante, y los labios de Remus se curvan hacia
arriba. ¿Ellos…?
Bueno, tal vez—a pesar de todo—todos ellos tuvieron una buena mañana. James no se lo va a
pensar demasiado. En su lugar, solo está agradecido por lo que es claramente una buena evolución
para su mejor amigo. No necesita saber los detalles, ya que de todos modos no importará, y
tampoco compartirá sus propios y muy buenos desarrollos. Solo—bien por ellos. Todos ellos.
En el último día antes de que todo cambie definitivamente, James está jodidamente agradecido por
tener algo positivo a lo que aferrarse.
"¿Qué va a pasar?" pregunta James, mirando valientemente al rostro de Sirius, aliviado al ver que
parece—tranquilo. Algo así. Es una fachada, James puede notarlo, pero es una que ambos pueden
usar para ignorar lo que realmente hay debajo. "Justo antes, quiero decir."
Sirius exhala mientras se sirve un poco de jugo. "¿Reggie ya está despierto? Quiero que escuche
esto."
"Está en la ducha," dice James, y luego cierra la boca tan violentamente que sus dientes chasquean.
La mirada de Sirius revolotea hacia él, fijándose para estudiarlo, y James se esfuerza por no
agitarse o moverse inquieto. Termina haciendo ambas, y Sirius deja a un lado el jugo lentamente,
alzando su barbilla mientras arquea una ceja hacia él. "Um. Es—quiero decir."
"¿Porqué," dice Sirius lentamente, con la pausa dramática y todo, "pareces tan seguro de eso?"
James podría mentir. Podría decir que solo pasó por la habitación de Regulus, se detuvo para
asomar la cabeza, y escuchó la ducha abierta. Sería tan fácil dejar que las palabras se deslicen de
sus labios—excepto que es Sirius, y James se sentiría muy culpable al respecto, y Sirius vería a
través de él de todos modos. James solo se queda mirándolo, totalmente indefenso en este
momento, y la única cosa en la que puede pensar es mirar a Remus por ayuda, casi
instintivamente.
Remus—oh, Remus es un maldito ángel, eso es lo que es. Se desplaza bruscamente y desliza su
mano por la espalda de Sirius de forma pretendidamente casual, si no fuera por el hecho de que
Sirius se endereza al instante con una fuerte inhalación y se centra en él, distraído en un instante.
Fácilmente, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, Remus toma una rodaja de
manzana del plato de fruta en la barra, acercándose a la boca de Sirius.
"Espolvoree un poco de canela en algunas de estas, solo para ver si sería bueno. Pruébalo por mí y
dime que piensas, ¿puedes?"
"Quiero tu opinión," le cuenta Remus, sosteniendo más cerca la rebanada de manzana, con una
sonrisa pequeña en su rostro.
"Oh, yo—de tu—quieres que yo—" Sirius genuinamente no parece poder formular una frase, el
pobrecito, y Remus solo lo saca de la miseria empujando la rodaja de manzana hacia delante,
apoyándola suavemente sobre su boca. Casi como un reflejo, Sirius la muerde, el crujido lo hace
sobresaltarse, y luego parpadea mientras mastica. Sus cejas se fruncen cuando traga. "Oh, espera,
de hecho… Remus, eso está bueno."
"Pensé que lo estarían," relfexiona Remus, pareciendo complacido, y se mete en la boca el trozo
restante de la rodaja, masticandola con un brillo en los ojos.
Sirius hace un ruido, silencioso y apagado. James esconde sus labios y agacha la cabeza, luchando
por no reír. Remus Lupin. Si hay una cosa buena que salga de todo esto, es él.
"Oh, encantador, todos estamos aquí," Pandora anuncia en lo que obviamente es una alegría
forzada mientras entra a la cocina, Regulus la sigue sin decir nada.
James no sería capaz de evitar mirar a Regulus si lo intentara, pero no se molesta en intentarlo. Es
algo estimulante que Regulus ya esté mirando de vuelta, sin rehuir su mirada en lo más mínimo. El
intercambio de miradas se siente cargado, al menos para James, como si ambos estuvieran
pensando al mismo tiempo en lo que pasó esta mañana, un reconocimiento silencioso que James
puede sentir como un toque intangible. Hace calor en la cocina, y James sigue temblando.
Remus se aclara la garganta. Ruidosamente. "Buenos días, Pandora, Regulus. Sirius estaba a punto
de explicar algo importante, pero te estaba esperando, Regulus."
"Perdón," dice Regulus, sin parecer arrepentido en absoluto, "Estaba en la ducha." Sirius frunce los
labios y lanza una mirada a James, pero no hace ningún comentario. "¿De qué se trata?"
"Pregunté qué podría pasar. Como, justo antes de la arena," explica James.
Sirius suelta un suspiro. "Ambos estarán conmigo hasta que tengan que irse. Los guiarán a un heli-
carrier del Hallow y se los llevarán, luego estarán en habitaciones separadas. Nadie cercano a
ustedes puede estar ahí con ustedes. Alguien va a inyectarles un pequeño dispositivo en su brazo
que rastrea todo lo relacionado con ustedes. Esto significa sus signos vitales, sus posiciones en la
arena, cosas como esas. Dolerá, solo un poco, pero lo olvidarán rápido. Se irán, y alguien hablará
por un intercomunicador para indicarles que se cambien a la ropa proporcionada para la arena.
Tendrán unos minutos, diez como máximo, y luego se les indicará entrar en el tubo que se cerrará
detrás de ustedes y elevará la plataforma en la que se encuentran para llevarlos directamente a la
arena. No bajen de la plataforma antes de que la cuenta regresiva se acabe y suene el cañón, o los
harán estallar."
"¿Qué pasa si me tropiezo y caigo de la plataforma?" pregunta James con los ojos bien abiertos.
"No lo hagas," responde Sirius, sus labios presionados en una línea delgada.
Ante el silencio incómodo, Pandora se aclara la garganta. "Me gustaría estar ahí también, por
supuesto, pero tengo que ir a casa por algunos días, así que no—no podré despedirme de ninguno
de los dos. Pero eso es—está bien. Tomaré el desayuno con todos ustedes antes de irme. Solo
vamos—tengamos un agradable desayuno juntos, ¿de acuerdo?"
El corazón de James se rompe un poco ante el temblor en su voz. Se esfuerza mucho por sonar
ligera y poco afectada, pero es claro que está muy emocional por el momento. Pandora hace mucho
por ellos, casi tanto como Sirius, y James ha llegado a apreciarla—más que eso, se ha encariñado
con ella. Ella es cálida, amable y divertida, y se pone un poco quisquillosa a veces porque
obviamente se preocupa por ellos, y es evidente lo mucho que le importan ahora. Se ve como si
estuviera a punto de llorar. La sonrisa en su rostro tiembla.
Hacen un esfuerzo por tener un buen—último—desayuno juntos, posiblemente solo por el bien de
Pandora. Pero, tristemente, en la mesa hay un invitado no deseado; el conocimiento implícito de la
muerte que cuelga entre dos de ellos. Pandora charla sin parar, halagando a Remus por la comida,
hablando sobre cosas sin sentido como si el hecho de que se detuviera significara que nunca
encontrará su voz de nuevo. Sirius apenas come, la mayoría solo siendo rodajas de manzana.
Regulus y James probablemente tampoco comerían—es difícil tener apetito cuando el tiempo se te
acaba—pero Sirius insiste en que se llenen.
"Necesitan comer para su fuerza, y para correr, y para—muchas cosas," farfulla Sirius. "Confíen en
mí, desearán haberlo hecho."
Entonces James y Regulus comen. A pesar de que James es muy consciente de que es la última
comida que tendrá fuera de la arena, no se atreve a disfrutarlo en absoluto. Tiene un sabor a ceniza
que le cubre los dientes y le deja un ardor acre en el fondo de la garganta. Es difícil tragar cada
bocado y aún más mantenerlo ahí abajo. Aunque, se obliga a hacerlo, cerrando los ojos y deseando
estar de vuelta en casa con todo lo que hay en él, comiendo la sopa caliente y abundante que sus
padres harían para él o Sirius cuando no se sentían bien. Mamá, Papá, no me siento bien, piensa
James mientras lucha para no vomitar.
Para el final del desayuno, cayó el silencio, y ya nadie está comiendo. Pandora mira fijamente
abajo a su plato medio vacío con un grueso brillo de lágrimas sobre sus ojos. Aún así, no caen.
Respira tranquilamente y se pone de pie, y todos la siguen para despedirla.
En la puerta, Pandora se gira hacia James y se extiende sin advertencia para acunar su rostro en sus
manos. Es un gesto sorprendentemente gentil, y por alguna razón, hace que James se sienta más
pequeño. Ella es más pequeña que él, casi cómicamente, pero abruptamente no se siente más
grande que un niño frente a ella.
"Estoy—" la voz de Pandora se va, y pausa para soltar un suspiro tembloroso, deslizando sus
manos hacia abajo para tomar sus hombros. "James, estoy tan agradecida de conocerte, y lamento
haberlo hecho. Cada nombre que llamo es un nombre que desearía no haber aprendido. El tuyo—tu
— quedarás grabado en mi corazón para siempre."
"Te perdono, sabes," murmura James, observando sus ojos con más lágrimas sin derramar. "Sé que
es mejor no disparar al mensajero, Pandora. Has sido tan amable al entregarlo."
Pandora traga con fuerza y tira de él en un abrazo feroz. En su oído, ella susurra, "Sé lo que harás,
James. Por ellos. Por Regulus y Sirius—y por ti. Eres tan, tan valiente. Lo siento. Lo siento tanto."
Los ojos de James se cierran con fuerza, y esconde su cara en su pelo, inherentemente consolado
por su dolor preventivo. Se siente como si él significaba algo, como si su impacto en el mundo y
las personas que lo habitan tuviera un peso del que puede estar orgulloso. Ella lo aprieta, y él la
aprieta de vuelta. Su cabello huele como limones.
Mientras ella se separa, James se pregunta cómo lo sabe. Sirius y James no han soltado una palabra
al respecto, y sabe que ninguno de ellos lo haría. Pandora le sostiene la mirada mientras se aleja, y
le da una pequeña y acuosa sonrisa. James la regresa, repentinamente seguro de que no importa
cómo lo sabe. Quizá lo sabe desde hace tiempo, descubriéndolo por sí sola, y no le pondrá un
nombre a esto, no atreviéndose a decirlo. Ella es la segadora. Cuando habla de algo con un
nombre, la muerte lo sigue, y está tan agradecido de que no está motivando esto a morir.
Cuando Pandora se vuelve para mirar a Regulus. Él sacude la cabeza y dice, con voz tensa, "No.
No lo hagas. No hay necesidad."
"Lo sé," dice Pandora suavemente, y Regulus se ve muy sorprendido por ello. Ella sonríe. "Te veré
pronto, Regulus."
La respiración de Regulus se entrecorta, sus ojos se ensanchan antes de dispararse hacia James,
como si no pudiera creer que acabara de insinuar lo que hizo. Que Regulus regresará, que él
ganará, y James no lo hará. Nadie, ni una vez, ha dicho directamente algo parecido.
Pandora estira la mano y toma la mano de Regulus, apretandola solo por un segundo, y luego la
suelta para girar y tirar de Sirius un abrazo. Ella lo sostiene por un largo rato, incluso más de lo que
sostuvo a James, y no pasa una palabra entre ellos, pero cuando ahueca su mejilla, él asiente y ella
asiente de regreso. Por último, Pandora rompe el ambiente sombrío encarando a Remus y
preguntando si podría abrazarlo a él también, para que no se sintiera excluido.
Remus acepta con un silencioso bufido de risa, posiblemente solo porque está aligerando el
ambiente, haciendo a James reír por lo bajo y a los labios de Regulus curvarse hacia arriba y a los
ojos de Sirius—anteriormente carentes de toda chispa—iluminarse de alegría. Pandora abraza a
Remus, pero no dura mucho, lo que parece mantenerlo tranquilo.
Después de que Pandora se va, no tienen mucho tiempo en absoluto. Remus va a limpiar la cocina,
y Sirius solo se sienta en silencio con James y Regulus mientras esperan. Ninguno de ellos puede
atreverse a decir nada.
~•~
Sirius quiere retroceder el tiempo, egoístamente, a esta mañana cuando Remus y él estaban en
cama juntos, cuando Sirius no se había permitido pensar en lo que era este día, cuando—por
primera vez en un largo tiempo—se permitió ser feliz, sin trabas.
El tiempo avanza de todas formas, un amante cruel que no se rendirá. Aquí está ante su mejor
amigo y hermano pequeño solo momentos antes de que lo dejen para enfrentarse a la muerte, y él
no sabe qué decir. No sabe dónde empezar.
James. James. James, James, James. Su mejor amigo. El aire en sus pulmones. Aquel que necesitó
cuando nada más le bastaba. Aquel que lo ayudó cuando vivir era lo más difícil. Si no fuera por
James, no habría un Sirius ahora, y aún se siente de esa forma. Incluso en el borde del precipicio,
Sirius no se permite aceptarlo, lo que James planea hacer. Cree que no importa, a la larga. No
James es igual a no Sirius. Si él deja de respirar, todo el oxígeno se secará en los pulmones de
Sirius, y no volverá a respirar.
Regulus. Reg, Reggie, su hermano bebé. Su corazón, y todas las fracturas en él. Aquel por el que
habría muerto con gusto, y así lo demostró. Aquel por el que vivía, aunque fuera a costa de
recordar cómo hacerlo en absoluto. Tienen mucho entre ellos, y a veces, no lo suficiente. Todo
salió mal, y Sirius desea con todo su ser que puedan, pero no sabe si alguna vez lo lograrán. Hace
diez años, Sirius regresó con un corazón roto, y aprendió a vivir con ello. Si el corazón de Regulus
deja de latir, las fracturas en el corazón de Sirius se agrietarán demasiado, y no volverá a latir.
"Regulus Black."
Es una especie de horrible ironía que el nombre de Regulus es el primero en ser llamado para
llevárselo. La mano de Sirius se estira inmediatamente para agarrarse a su brazo, aferrándose a él
mientras contiene el aliento. Regulus aparta la mirada del Auror esperándolo para mirar a Sirius en
su lugar, pálido y con los ojos bien abiertos. Se ve tan asustado, tan pequeño. El hermano pequeño
de Sirius. Siempre su hermano pequeño.
Y Sirius no puede dejarlo ir. No puede. El. No está funcionando. Sabe que tiene que; sabe lo malas
que serán las cosas para todos ellos si no lo hace, pero no puede despegar sus dedos. Su agarre en
Regulus es desesperado, contundente, y no puede soltarlo.
El Auror avanza, mano en el arma en su cadera, y James avanza por igual, estallando, "Deles un
momento. Por el amor de Dios, ese es su hermano."
James podría estar hablando de cualquiera de los dos. Tanto como Regulus es el hermano de Sirius,
Sirius es el de Regulus. Un intercambio equitativo. Una posesión instintiva y familiar. Está en su
sangre; esa simple verdad. Mío. James interpone su cuerpo entre ellos como un escudo, como si
fuera a proteger esa verdad con tendones y huesos. Su espalda está hacia ellos, y Sirius nunca se
había sentido tan asustado y tan seguro a la vez.
"Sirius," dice Regulus nuevamente, esta vez más frenético y angustiado. Está temblando, y Sirius
sabe cómo hacer esto, cómo dejar todo de lado, sus propios miedos y necesidades, solo para
reconfortar a su hermano pequeño. Ser firme y fuerte para él.
"Está bien. Estarás bien," Sirius carraspea, su voz es gruesa, y tira del brazo de Regulus para
atraerlo hacia el suyo. No se han abrazado en diez años, pero Regulus se pliega a él como si no
hubieran pasado diez años en absoluto, como si aún fuera un niño cayendo en la seguridad de los
brazos de su hermano mayor.
"Lo sé," grazna Sirius, sus ojos se cierran con fuerza al acunar la cabeza de Regulus por detrás. La
confesión le desgarra el pecho, haciéndolo sentir como si lo estuvieran partiendo a la mitad, porque
no puede tomar el lugar de su hermano esta vez. "Lo sé, Reggie."
"No quiero morir," exhala Regulus, las palabras se amortiguan en el hombro de Sirius. Eso no evita
que sean de las que destrozan el alma. Regulus se está aferrando a Sirius justo como lo hizo cuando
tenía quince y era Sirius el que se iba. También dijo las mismas cosas en ese entonces, solo para
Sirius. No quiero que te vayas, había dicho. No quiero que mueras.
No lo haré, Regulus. Prometo que no lo haré, Sirius había prometido, y luego no lo hizo. Se negó.
Sirius no debería hacer las mismas promesas para Regulus, porque no tiene forma de saberlo, y aún
así.
A Regulus se le escapa una respiración trémula, y se arranca abruptamente de los brazos de Sirius.
Sirius intenta agarrarlo otra vez, incapaz de imaginar dejarlo ir. Pero Regulus se aleja de un tirón.
Su rostro es como piedra, y mira a Sirius solo por un momento, apenas un mero aliento. En ese
aliento, Sirius piensa te amo, y no puede hacer que las palabras dejen su boca en una exhalación
antes de que Regulus se aleje con el Auror.
"Sirius," dice James gentilmente, volviéndose después de ver a Regulus irse. Se miraron fijamente
hasta que Regulus tomó la esquina, sin apartar la mirada ni una vez.
"James," Sirius prácticamente se queja, y en el siguiente segundo, se agarran el uno al otro para
abrazarse tan fuerte que duele, se sostienen tan fuerte que Sirius no puede respirar.
"Lo siento. Lo siento tanto, Sirius," susurra James, y la respiración de Sirius es arrebatada de sus
pulmones, porque sabe exactamente por lo que James está disculpándose.
James no lo ha hecho, ni una vez. No se ha disculpado por su elección, por dejar a Sirius, por
decidir morir y no volver nunca a su mejor amigo. Pero lo hace ahora. Hay tanto remordimiento en
su tono que parece que está ahogándose en él, pero él lo siente, lamenta tan descaradamente lo que
va a hacer, y eso—
Sirius ha rozado la muerte muchas veces, así que está consciente de lo brutal que puede ser. Ha
manejado a la muerte como un arma, y ha estado al borde de la misma lo suficiente como para
saber que no es pacífica. Es sangre, y violencia, y dolor. Es aterrador.
Un sollozo se las arregla para salir de su boca. James aún está parloteando su disculpa, diciéndole
una y otra y otra vez, pero nunca—ni por un segundo—vacilando en su decisión. Sirius lo agarra
con más fuerza, como si quisiera aplastarlo, como si pudiera reducirlo a polvo y sostenerlo en sus
manos y tragarlo como si así pudiera mantenerlos juntos. James lo agarra de la misma manera,
como si también estuviera intentado, y Sirius desearía que funcionara.
Y, si Sirius tiene que aceptarlo, si tiene que enfrentarlo— mi mejor amigo morirá, James morirá,
no va a volver— entonces la conclusión lógica es que Sirius simplemente lo acompañe. No James,
No Sirius. Eso es todo.
De alguna forma, Sirius puede vivir con eso, hasta que esté muerto. Hasta que estén muertos.
Puede aceptarlo de esa forma, como una verdad universal, algo inquebrantable, más incrustado en
este mundo que el núcleo de la Tierra. Regulus—él puede vivir sin ellos, lo ha hecho. El vivirá.
Este es el único compromiso de Sirius.
Todavía. Aun así, el desafío incentivo de Sirius lucha contra ello, empujándolo con manos débiles.
No James, no Regulus, no yo. Viviremos. De alguna forma, de alguna forma, de alguna forma…
"James Potter."
Sirius se ahoga en un sollozo crudo, aferrándose a James como nunca antes, y luego—
Ya no hay nada.
Sirius parpadea, aspirando un fuerte aliento mientras mira por el pasillo, completamente solo. Un
gimoteo roto cae de su boca, porque no, no, eso no es justo. Sus últimos momentos con su mejor
amigo—y no puede recordarlos. Están perdidos para él.
No.
No.
James estaba en sus brazos. Sirius lo tenía. Sirius se aferraba a él. ¿Intentó retenerlo? ¿El Auror lo
arrancó de sus brazos? ¿James dijo algo? ¿Lo hizo Sirius?
Nunca lo sabrá.
Y de nuevo, como una instantánea, Sirius se detiene cuando parpadea y se encuentra a sí mismo
caminando. Con los ojos rojos y la cara llena de lágrimas, se está moviendo, y no recuerda cuando
comenzó o a donde intentaba dirigirse. Sirius se tropieza contra la pared, hiperventilando mientras
cierra los ojos con fuerza y—
"Sirius."
Ese es Remus. Su encantadora voz, tan relajante, llamándolo. Sirius parpadea, y Remus está justo
ahí, justo frente a él. ¿Cuando volvió a la suite?
"No puedo recordar," dice Sirius, su voz se rompe. "Remus, Remus, no puedo—no puedo recordar.
No puedo—"
Los brazos de Remus están a su alrededor, abrazándolo, una mano se pasa suavemente por su
cabello mientras la otra recorre su espalda de arriba abajo. Sirius siente que vuelve a entrar en su
cuerpo, y como siempre, lo asalta la horrible idea de lo que lo ocupa cuando no está. Nadie sabe
que se fue.
Cuando Sirius alza la cabeza, la mano de Remus en su cabello se levanta para acunar su mejilla, su
mirada recorre el rostro de Sirius. Suavemente, dice, "Ahí estás."
"Te fuiste por un rato, creo," murmura Remus, tan simple como eso, y Sirius siente que su corazón
trastabilla en su pecho.
"Si," dice Remus, sus cejas se arrugan. "Está bien, Sirius. Solo respira. Estás aquí. Estoy aquí;
estoy justo aquí."
"No sé cómo llegué aquí," admite Sirius, atragantado, con los ojos ardiendo de nuevo. "No puedo
—no recuerdo. Yo—"
"Shh, está bien. Respira," Remus instruye gentilmente, inclinando su cabeza para presionar sus
frentes, su pulgar recorre la mejilla de Sirius con tanta ternura que se pone a llorar de nuevo.
Pero es un llanto suave y constante. De los ojos y no del pecho. Solo se derraman, y él cierra los
ojos, sintiendo sus pestañas húmedas y apelmazadas contra sus mejillas. Cada vez que una
exhalación de Remus se derrama sobre su boca, Sirius inhala. A su vez, exhala cada vez que Remus
inhala. Es un intercambio, una orientación, y cae en el ritmo suave hasta que no duele tanto.
Sirius se siente volverse más sólido por los bordes, ya no es un espectro de su propia vida mientras
la vive, entrando y saliendo sin comprender lo que se pierde cuando no está. El no lo recupera.
Él nunca lo recuperará.
~•~
James mira hacia arriba desde donde se pone la chaqueta que se le proporcionó, las últimas
palabras de Sirius zumban en sus oídos. El sonido de la puerta llama su atención, y se siente
sobresaltarse al ver a Fabian entrar.
"Estás aquí. ¿Cómo estás—" James aspira una fuerte inhalación de pura incredulidad. "Fabian—"
"Permiso especial del mismo Riddle, aparentemente," lo interrumpe Fabian con una sonrisa,
guiñandole mientras se acerca. "¿Qué? ¿No creíste que iba a dejarte ir a la arena sin nada más que
tu mejor aspecto, o sí?"
James suelta una risa ahogada. "Yo—yo en realidad no creo que vaya a importar como me veo."
"Lo sé," dice Fabian, suavizándose mientras se estira para apoyar sus manos en los hombros de
James, simplemente mirándolo.
"¿Por qué…?" James traga y lame sus labios. "¿Por qué Riddle te dejaría verme?"
"Entonces, ellos— ¿están planeando ordeñarnos por todo lo que valemos?" James farfulla, leyendo
fácilmente entre líneas.
"En efecto, lo hacen, y en efecto, lo harán," murmura Fabian, sin molestarse en mentirle. Desliza
sus manos hacia abajo y se mueve más cerca, bajando su voz a un susurro mientras juguetea con el
frente del abrigo de James. "Pero vales más de lo que ellos puedan obtener de ti. Eres el sol, James.
No olvides."
Siguiendo la mirada de Fabian hacia abajo, James ve un pequeño broche de bronce con la forma de
un sol, un círculo con triángulos que rodean su contorno. James alza la mano para frotar su pulgar
sobre él, y luego mira hacia arriba. Fabian le guiña y cierra su abrigo.
"El sol siempre vuelve a elevarse, y tu también," declara Fabian, luego tira de él en un abrazo.
James cierra los ojos y lo abraza de regreso, su pecho duele, porque Fabian no podrá volver a verlo
después de esto.
"James Potter, sube a la plataforma," una voz sale del intercomunicador, la misma que le instruyó
vestirse.
Hace que James salte un poco, su corazón se acelera mientras su ansiedad se dispara, un miedo
agudo se desliza por las crestas de su columna. Fabian lo aprieta más fuerte solo por un momento, y
luego de separa, dándole a James un asentimiento de ánimo.
Tragando grueso, James se acerca a la plataforma, dudando solo un momento antes de subir a ella.
En cuanto está dentro, el tubo se cierra, encerrandolo. Tan pronto como eso pasa, la puerta se abre
de golpe, y una avalancha de Aurores entra de golpe. James inhala con fuerza, entonces suelta un
grito que reverbera en el cristal y vuelve a él mientras observa, atrapado e inútil, mientras los
Aurores golpean a Fabian hasta caer al suelo. Fabian se derrumba, acurrucándose, y James golpea
el vidrio, rogándoles que se detengan.
Ellos no se detienen. Solo siguen golpeándolo con sus bastones, haciendo a su cuerpo sacudirse, su
cara se retuerce en un grotesco cuadro de dolor. Lo golpean en el rostro e inmediatamente se
desploma como si todos sus hilos hubieran sido cortados.
"Fabian," exhala James, con una mano en el vidrio mientras se agacha, intentando alcanzarlo
incluso cuando no puede. No se ve bien, pero Fabian sigue respirando. El sigue—
Un Auror saca su arma de la cadera, apunta directamente a la cabeza de Fabian, luego jala el
gatillo. El agudo chasquido del disparo es fuerte, James se aleja sobresaltado, congelándose
mientras choca contra el vidrio a sus espaldas.
La sangre gotea de la frente de Fabian. De la herida de bala. Una mano está extendida, floja en el
suelo. El también estaba intentando alcanzar a James.
Los Aurores arrastran el cuerpo de Fabian fuera de la habitación, y James se queda agazapado en la
plataforma, temblando tanto que no puede respirar.
~•~
Regulus sabe que tendría que sentarse y esperar, pero sigue dando vueltas, dirigiendo la mirada a la
plataforma a la que tendrá que subir pronto. Su estómago da un vuelco con el pensamiento. No
quiere hacerlo. Quiere volver a estar en los brazos de Sirius. Quiere volver más atrás, a cuando
tenía el latido constante de James bajo su oreja. Quiere volver aún más atrás que eso, a su
quinceavo cumpleaños, o a cualquier momento antes de eso.
"Ahí está mi muñeco favorito," dice Gideon suavemente, acercándose. "No te atrevas a morderme
por lo que voy a hacer."
Lo que Gideon va a hacer, aparentemente, es tirar de Regulus directo hacia sus brazos. Regulus no
lo muerde, ni siquiera lucha, porque está muy asustado y no quiere estar solo.
"¿Cómo estás aquí?" pregunta Regulus con voz rasposa. No abraza de vuelta a Gideon, no puede
hacerlo; no se siente bien, si Sirius no es la última persona a la que se aferró. Sin embargo, se deja
ser abrazado, y a Gideon no parece importarle.
“Regalo de despedida del propio Riddle,” murmura Gideon, retrocediendo con un pequeño surco
entre las cejas. “Es—no es realmente—cuando la solicitud fue hecha, Fabian y yo aceptamos al
instante; saltamos a la oportunidad, si te soy honesto. Pero ahora estoy pensando que…no fue
exactamente una solicitud. Estoy aquí por una razón, Regulus, y no sé si es buena.”
Regulus lo mira, el corazón le late con fuerza y la sangre se le acelera inmediatamente en las venas.
“¿Qué? Gideon, ¿eso qué significa? ¿Qué es—”
“No lo sé,” Gideon admite, “pero no tienes que preocuparte por eso ahora mismo. Necesitas estar
concentrado, ¿de acuerdo? Escuchame, Regulus, puedes ganar. Sé que puedes.”
Un nudo se le forma en la garganta, y se sobresalta un poco cuando Gideon le abre el abrigo solo
un poco. Es ligero, pero hay alguna clase de material térmico en el interior que sugiere que hará
frío en la arena. Regulus realmente espera que no haya nieve. Si Gideon le está quitando el abrigo
—
Oh. Gideon no le está quitando el abrigo. Regulus mira hacia abajo para ver un broche de bronce
bajo sus dedos con forma de estrella. Lentamente, Gideon vuelve a subir la cremallera, sonriendo
gentilmente cuando Regulus vuelva a mirar arriba para encontrarse con sus ojos.
Las instrucciones se roban el aliento de Regulus, y Gideon retrocede con un asentimiento alentador.
Hay algo en su rostro, en sus ojos, una corriente subterránea de malestar como si algo no estuviera
bien, pero es claro que está tratando de ocultarlo, concentrando en Regulus en su lugar. Parece que
tiene dolor de cabeza.
Con cuidado, Regulus se acerca a la plataforma, mirando repetidamente hacia atrás para ver nada
más que el apoyo de Gideon. Ese apoyo es el que logra que Regulus suba a la plataforma, y el tubo
se cierra a su alrededor instantáneamente.
Apenas pasa un mero aliento antes de que la puerta se abra de nuevo, y Regulus se congela
mientras olas de Aurores entran al cuarto. Gideon no pierde un segundo, tomando la silla en la
esquina y golpeándola contra el primer Auror que se atreve a acercarse demasiado. Él lucha, y
lucha con ganas, pero es rápidamente superado. Lo golpean una y otra vez con sus bastones hasta
que es un bulto en el suelo, y Regulus observa horrorizado, sin siquiera respirar.
No se mueve hasta que se saca un arma, y luego se tira hacia adelante, gritando, “¡Espere! Espere,
no, por fa—”
Ni siquiera llega a terminar de suplicar antes de que Gideon esté muerto. La sangre se acumula en
el suelo, dejando un pequeño charco mientras los Aurores se llevan su cuerpo sin siquiera
trastabillar.
Regulus es dejado ahí, congelado en su lugar mientras las lágrimas se acumulan en sus ojos, su
garganta se cierra, y entonces no puede importar, porque la plataforma comienza a moverse.
AUTOR
para todos ustedes que vienen a revisar las notas finales para advertencias más
detalladas y saber donde saltar:
Si NO quieres saltarlo, pero aún así quieres la advertencia con spoiler (que es válido):
Sirius se siente como si finalmente lo golpeara el hecho de que James está planeando
morir y no volver nunca, y tiene estos pensamientos de que morirá con él, antes que
vivir sin él. No está escrito explícitamente cómo o algo como eso, pero deja muy en
claro que planea morir si James lo hace.
Si NO quieres saltarlo, pero quieres la advertencia con spoiler (que es muy válido):
esencialmente, sirius se pone muy abrumado/molesto y pierde el momento/lo bloquea.
Su memoria va muy irregular, viene y va, como instantáneas en las que se encuentra a
sí mismo por un momento, y luego vuelve a irse. Está molesto y entrando en pánico
durante esto (es mencionado una vez que está hiperventilando), y logra volver a la
suite donde está Remus, pero el realmente no recuerda cómo llegó ahí. Es muy, MUY
molesto para él. Remus lo consuela, pero está escrito explícitamente que Sirius nunca
tendrá de vuelta esas memorias que perdió.
Si NO quieres saltarlo, pero quieres la advertencia con spoiler (que es muy válido):
Dos personas mueren en este capítulo. Fabian y Gideon. Está descrito explícitamente
que son golpeados hasta caer al suelo y luego son disparados por Aurores. Es violento,
pero breve en su mayoría. James y Regulus ven esto pasar y están extremadamente
molestos al respecto.
nota complementaria, porque soy malvado: james estaba en lo correcto, fabian nunca
lo VERÍA después de eso.
otra nota complementaria, porque otra vez, soy malvado: gideon tuvo un dolor de
cabeza porque fabian murió primero.
TRADUCTORA
si emmmmm,, tremendo capítulo, pero perfecto para volver!!:D (que no se note como
volví a sufrir leyéndolo otra vez)
si ven algún error o algo parecido, no duden en decírmelo, se los agradecería mucho.
les deseo un buen inicio de época navideña, abríguense y cuiden de ustedes, les veo
pronto!!!
La Arena
Chapter Notes
hola!!!
se me hizo eterno el tiempo que me tomó poder terminar de traducir otros capítulos
junto con la uni, pero al fin pude avanzar, así que les traigo esto! ya nos adentraremos
en la arena, por lo que las cosas se pondrán un poco más pesadas a partir de aquí, pero
es un comienzo tranquilo:)
advertencias:
-referencias a la muerte
-referencias a muertes previas
-muertes (ya estamos en la arena, así que tiene sentido, pero no es nada muy detallado.
en realidad solo se menciona)
-descripciones de personajes estando asustados/ansiosos/en pánico (no hay
descriciones a detalle de ataques de pánico o cosas como esas)
-una pelea de contacto físico muy breve (no dura mucho y es aclarada rápidamente)
disfruten el capítulo!!
Es cálido en su piel, brillante en sus ojos, haciéndolo estremecerse ante el cambio de temperatura y
entrecerrar los ojos mientras alza su mano para bloquear su rostro. El sonido del disparo aún
resuena en sus oídos, y la imagen del cuerpo muerto de Gideon se siente grabada en su mente. ¿Por
qué? ¿Por qué harían eso? ¿Por— Regulus?
Claramente había una razón para que Regulus lo viera. Ellos se aseguraron de que lo viera. ¿Para
desorientarlo? ¿Para enviarlo a la arena en un estado histérico? Está funcionando. Regulus aún está
temblando, su respiración sale entrecortada, pero Gideon…
Regulus cree que lo sabe. Hay algo… Los trajes, las entrevistas, el impacto que James y él tuvieron
en los Hallows… Por supuesto que a Riddle no le gustó. Eso fue una advertencia. ¿Pero por qué
Gideon? ¿Por qué…? No tiene sentido del todo. Regulus no puede entenderlo, pero aún puede
escuchar la voz de Gideon en su cabeza, diciéndole que se concentre.
Inhalando bruscamente, Regulus puede probar la sal en el aire. Hierro. Hace que sus dientes duelan
ligeramente, y el traga con dificultad, con el corazón bombeando al son de la cuenta regresiva que
cuelga en el cielo a la distancia. Números grandes y brillantes, la voz de un vigilante contando
hacia atrás a un ritmo constante y tranquilo.
Un gran campo se extiende a lo ancho y largo frente a la plataforma de Regulus. En medio del
mismo hay una cueva—una grande con gran entrada, como una boca amenazando con tragarse a
cualquiera que se acerque demasiado. Hay postes con bolsas y provisiones colgando de ellos
dispersos frente a la cueva, pero dentro de ella están las armas.
Frente a los postes, antes de que cualquiera sea capaz de alcanzarlos, hay un amplio río que
atraviesa todo el campo. Se arquea en un círculo, como si estuviera envolviendo a la cueva. Para
alcanzar la cueva, tendrán que cruzarlo. El agua es roja, de un rojo intenso que fluye como la
sangre. Un río carmín.
9, 8, 7…
Tragando, Regulus gira la cabeza, intentando respirar mientras su mirada se desliza a su alrededor.
Las plataformas están distanciadas, pero no le toma mucho tiempo encontrar a James. Está
encorvado, respirando con fuerza y pareciendo que está a punto de vomitar. Como si pudiera sentir
el peso de la mirada de Regulus, James vira la cabeza y lo mira. Sus ojos se encuentran.
3, 2, 1…
El cañón suena, y Regulus está corriendo antes de darse cuenta. Todos los demás también lo hacen,
está seguro— pero no puede concentrarse en eso. Correr por las armas primero es exactamente lo
que Sirius le dijo que no hiciera, pero los postes están dispersos lo suficientemente lejos para que
Regulus tome una bolsa y corra directamente al bosque que rodea el campo por todos lados.
Regulus es rápido. Muy rápido. Probablemente más rápido que la mayoría, y aún así hay otros que
logran vencerlo en llegar, lo que resulta ser una bendición inesperada. Hay un fuerte chapoteo de
agua, un grito, y luego el cañón vuelve a sonar.
Es tan inesperado, tan abrupto, tan rápido que Regulus tropieza y cae al suelo antes de que siquiera
alcance el agua. Otra vez: ¡BOOM! La gente grita, y Regulus se empuja hacia arriba con sus
manos, respirando con fuerza mientras observa a Mulciber atrapando a Avery por el pecho para
evitar que entre al río. Alguien más—alguien que Regulus no conoce—no es tan suertudo, y su
impulso lo empuja al agua.
Inmediatamente, manos pálidas salen del río para arañarlo, tirando de él hacia abajo mientras llora
a gritos. Su grito se corta, toma un minuto, y luego el cañón vuelve a sonar.
Regulus gira la cabeza frenéticamente, buscando a James, intentando buscar para asegurarse de que
los tres, no fue—pero James está ahí, levantando a Vanity con un brazo alrededor de su estómago,
tirando de ella y girándola justo antes de que caiga al agua. Ellos tropiezan y caen, y luego Vanity
se pone de pie y comienza a trotar hacia la derecha, hacia el bosque. James la sigue.
En ese momento, el pánico generalizado se siente casi—unificador. Ninguno de ellos está sobre él,
y solo por un segundo, el primer instinto que todos tienen—incluso los mortífagos—es evitar que
todos caigan al agua, entrando en pánico sobre cómo todos ellos sobrevivirán si no pueden tener lo
que necesitan. Dura solo un momento, y luego es caos total.
Empiezan peleas, y las personas comienzan a dispersarse. Regulus está entre ellos. Es un blanco, y
no pasará mucho tiempo antes de que empiecen a cazarlo, con o sin armas. Preferiría no ser
golpeado hasta la muerte, gracias. Así que se gira, y corre tan rápido y fuerte como puede hacia el
bosque. A la izquierda.
Se estrella entre el follaje, luchando un poco en el terreno. Es suelo irregular, lleno de ramas y
rocas y hojas secas. Los árboles son un borrón a su alrededor mientras se balancea, su mente está
en completo silencio, con el corazón acelerado y los muslos ardiendo mientras se obliga a correr.
Sigue corriendo. Siempre huyendo. Corre, corre, corre. No te detengas, no te detengas, no te—
Regulus se lanza alrededor de un árbol y colisiona contra alguien tan fuerte que él legítimamente
sale volando, al igual que con quien sea que haya chocado. Aterriza en el suelo con un fuerte
golpe, arrebatándole el aliento, y escucha el gruñido opuesto a él. El sonido lo incita a ponerse de
pie, luchando por levantarse, y se congela tan pronto como lo hace.
Evan se para hasta estar a su altura, respirando con fuerza, su mirada es aguda cuando sus ojos se
encuentran. Por un momento, ninguno de ellos se mueve, o habla.
Y luego, “Regulus.”
“Evan,” responde Regulus brevemente, con un nivel de precaución en su tono. Hay una roca entre
ellos. Cualquiera de ellos podría arremeter por ella en cualquier momento, y sin embargo, ninguno
lo hace.
Regulus no debería dudar, pero no va a matar a alguien que no está intentando matarlo. El
problema es que no sabe si Evan lo intentará o no. No son—no es como si alguna vez hubieran
acordado no hacerlo, como aliados reales o algo así. Algunas conversaciones y una risa ganada a
duras penas no es precisamente un contrato firmado con sangre.
“Un río, ¿eh, enamorado?” pregunta Evan ligeramente, sosteniendo su mirada. Regulus trata de no
hacer una mueca ante el apodo. Encantador. Si muere siendo llamado enamorado, va a estar
furioso.
Evan asiente. Toma un paso atrás, con cuidado. “Oh, lo ví. Hace un poco difícil que todos consigan
lo que necesitan, ¿no?”
“¿Qué?” farfulla Regulus, admitiendo estar un poco desconcertado de que sólo están—ahí parados,
hablando, no… haciendo nada.
“No pondrían todos esos premios ahí afuera, para nosotros, si no hubiera alguna forma de que los
consiguieras,” señala Evan, y Regulus… no puede discutir contra él en eso. “Tengo una idea.”
“Si.” Evan se queda callado por un momento, y luego toma otro cuidadoso paso atrás, como si
estuviera esperando ver qué es lo que hará Regulus. Regulus no hace nada. “Tengo una propuesta
para ti.”
“Creo que sé como conseguir las provisiones,” dice Evan, sin reaccionar a su sospecha. “Si ayudas,
te ayudaré a llegar a ellas también.”
“Soy generoso.”
“Por alguna razón, encuentro eso muy difícil de creer.” replica Regulus, y Evan rompe en una
media sonrisa. Es infantil, juguetona, pero no falsa. Regulus aún no confía en él. “¿Por qué yo?”
Evan agita una mano perezosamente, como si fueran viejos amigos teniendo una pequeña charla
encantadora. “Oh, porque eres la primera persona a la que me cruzo, honestamente, y no estás
tratando de matarme.”
“Bueno, tengo que trabajar con lo que consiga,” se queja Evan, encogiendo un hombro. “Parece
que ese eres tú, enamorado. Así que, si estás dispuesto a hacer una tregua, estoy dispuesto a poner
una daga en tus manos. ¿Cómo suena eso?”
Regulus sopesa eso por un largo segundo, pensando en ello, y luego tira de sus hombros. “¿Qué
necesito hacer?”
~•~
Vanity se tropieza con sus pies y cae al suelo, sollozando por lo bajo, y James regresa sobre sus
pasos rápidamente para alcanzarla y tomar su mano. Se aferra a ella mientras la pone de pie de un
jalón, y ambos están corriendo de nuevo, su pequeña mano sostenida en su agarre.
James no está—no está pensando, en realidad, solo reaccionando. Vanity es tan joven, solo tiene
quince años, y está asustada. Casi muere; el río casi la mata. Si no fuera por él, ella estaría muerta
ahora.
James no pudo ayudarlo. Había querido hacerlo. Lo había intentado, y no pudo. Fabian, piensa
James. Mierda, lo siento tanto.
Hay un jalón brusco en su mano, un peso tirando de él para que se detenga, casi haciéndolo
tropezar. Se gira, y Vanity lo mira hacia arriba entre lágrimas y dice, “James, por favor, no—no
puedo. Me duelen las piernas. No puedo respirar. Yo—”
“Okay. Okay, hey, vamos a—” James toma una respiración tranquila, su propio cuerpo adolorido
de tanto correr. Ya está sediento. Apretando la mano de Vanity, mira a su alrededor
cautelosamente. “Sé que estás cansada. Lo sé, y lo siento, pero nosotros no—no podemos
quedarnos a la intemperie así. Tenemos que seguir moviéndonos.”
“Lo sé,” susurra James de vuelta. “Yo también.” Tal vez no sea tranquilizador, o tal vez lo sea, pero
de todas formas, Vanity parece más calmada después del pequeño descanso. “Escucha,
encontraremos a donde ir, donde tomar un descanso, y luego—”
¿Y luego? ¿Y luego qué? El cerebro de James parece trastabillar sobre lo que sigue, lo que se
supone que debe estar haciendo, incapaz de pensar más allá de los próximos segundos que se
despliegan ante él. Su mente está demasiado llena, una letanía de Fabian, Regulus, Vanity, río de
sangre, Regulus, ya hay tres muertos, correr, esconderse, Regulus, Regulus, Regulus.
“Agua,” dice Vanity, sacándolo de su propia cabeza. Ella aprieta su mano. “Necesitamos encontrar
una fuente de agua, y realmente no creo que el río asesino allá atrás sea una buena idea. Solo digo.”
James parpadea hacia ella, luego exhala una risa sorprendida. “Er, claro. No, eso es—si, mala idea,
tienes razón. Okay, encontraremos algún lugar, y luego trabajaremos en buscar agua.”
“Claro, eso,” concuerda James, sus labios se curvan hacia arriba. “¿Lista para correr?”
Entonces, ellos corren. Esta vez no están esforzándose de más, y Vanity ya no está tropezando.
Adentrarse en el bosque no parece dar frutos, no al principio. Para empezar, solo hay muchos
árboles.
Eventualmente, cuando ambos están respirando con dificultad y han estado corriendo por un largo
rato, se cruzan con algo. Es otra cueva, pero mucho más pequeña que la primera que vieron al
comienzo. La cueva está acurrucada en el fondo de un acantilado afilado y sobresaliente; está
rodeada de trampas para animales y varios arbustos, casi completamente oscurecida.
Francamente, es lo más seguro que James ha visto hasta ahora. También Vanity, si el pequeño
jadeo de alegría es algo a tener en cuenta. Intercambian una mirada, con los rostros divididos en
sonrisas de alivio, y comienzan a caminar hacia ella. Son callados y cuidadosos, lo que James
agradece cuando ve huellas de zapatos en el suelo, como si alguien hubiera pasado sin cuidado y
luego corrido a la cueva. Dentro es silencioso, y James no sabe si tendrán otra oportunidad como
esta.
Cautelosamente, James suelta la mano de Vanity y alza ambas palmas hacia ella, diciéndole en
silencio que no se mueva. Vanity se pone de cuclillas, con el rostro tenso y los labios presionados
con fuerza. James le regala una mirada tranquilizadora—eso espera—y luego entra.
Apenas da unos pasos cuidadosos dentro antes de que se escuche un chillido confuso y un puño
impacte contra su mandíbula. El peso choca contra él así que tropieza fuera de la oscuridad de la
cueva y directo hacia la luz, aterrizando lo suficientemente fuerte para que le expulse el aire de los
pulmones.
Instintivamente, James arremete, su mano golpea algo que le hace ganar un grito ahogado. Levanta
su rodilla, golpeando sus manos contra el cuerpo que lo sujeta, empujándolo. Se pone de pie entre
tropezones justo a tiempo para escuchar a Vanity soltar algo parecido a un grito de guerra mientras
procede a golpear repetidamente a la persona con una rama. No una muy grande, eso sí, y se rompe
literalmente después de tres golpes. James la mira boquiabierto mientras ella procede a patear el
cuerpo en el suelo, viéndose absolutamente aterrada, pero haciéndolo de todas formas.
El cuerpo en el suelo está de frente hecho un ovillo, y James se siente a sí mismo sobresaltarse
cuando se da cuenta de que es… ¿Peter?
“¡¿Peter?!” suelta James, sus ojos se agrandan. “¡Espera! ¡Espera, Vanity, espera! ¡Es solo Peter!”
Vanity se congela, respirando con fuerza mientras lo mira fijamente con los ojos bien abiertos. En
el suelo, Peter lloriquea y solo—se deja caer, con el rostro arrugado mientras se sienta.
“James,” exhala Peter, pareciendo aliviado. “Por el amor de Dios, me asustaste como la mierda.
Pensé—no sabía quién eras. No sabía que eras tú.”
“Yo—si, me di cuenta,” James dice exhalando profundamente. Levanta sus manos hacia Vanity en
un gesto tranquilizador. “Está bien. Es Peter. Es un amigo, lo prometo.”
“Oh. Perdón,” responde Vanity tímidamente, soltando el trozo roto de su rama mientras retrocede.
Peter se levanta con lentitud, tomándose un momento para poner sus manos en sus rodillas y solo—
respirar. Sus hombros caen cuando se levanta. “Estoy…tan feliz de verte, James, no tienes idea.
Um, perdón por golpearte. Yo solo—entré en pánico.”
“Está bien,” asegura James, alcanzando su propia mejilla para picarla. Esboza una sonrisa débil.
“No está mal, Peter. Además, te cubro la espalda, y Vanity…”
James alza sus cejas hacia ella. Ella se cruza de brazos, pareciendo ligeramente avergonzada,
viéndose como cualquier adolescente testarudo en esta situación. Ante la mirada, Peter ríe, luego
gruñe mientras se sostiene el costado.
“Si, ella tiene una patada maldita.” Peter sacude la cabeza y deja salir un suspiro cuidadoso.
“Siendo honesto, tan pronto como escuché a alguien acercarse, estuve bastante seguro de que iba a
morir. Estoy muy feliz de no estar muerto. Lo del río es jodidamente horrible, ¿cierto?”
“Parece ser una falla fatal en el diseño,” refunfuña Peter. “¿Por qué tener provisiones y armas si ni
siquiera podemos llegar a ellas?”
James se encoge de hombros, tan desconcertado como él. “Ni idea. ¿Quizá no querían que los
consiguieramos tan pronto? ¿Tal vez el río se seque?”
“La única forma de saberlo es regresando, y sugiero que no lo hagamos,” dice James, y Peter
comienza a asentir al instante.
“Si, definitivamente prefiero esta cueva,” anuncia Peter, haciendo un gesto hacia ella. “No hay
mucho ahí, y está oscuro. Pero hay un flujo de agua del acantilado. Apenas es un goteo pequeño de
las paredes. Si la hervimos, debería ser seguro.” Mira entre ellos, esperanzado. “¿Alguien tiene
sed?”
“Estoy sediento,” dice James con una pequeña sonrisa. Confiando en que Peter les ofrezca refugio
inmediatamente. Seguridad en cantidad y todo eso, y James sospecha que no quiere estar solo.
Suena un cañón, haciéndolos brincar mientras miran a su alrededor. La sonrisa de James cae, e
inmediatamente piensa, Regulus. Su corazón da un vuelco, un pavor que hace que sus músculos se
tensen. James necesita llegar a él, asegurarse de que está—
Evan se ve exasperado. Planta sus manos en sus caderas y alza sus cejas a Regulus, inclinando un
poco la cabeza hacia el costado. “Me escuchaste. Ya déjalo, enamorado. No pretendas que no
puedes trepar; he visto a James, es más alto, y no me vas a decir que no lo trepas , ¿verdad?”
Regulus se retracta. Lamenta el día que mostró interés en ser posible aliado de Evan Rosier.
Regulus le frunce el ceño, pero eso solo lo hace sonreír.
“En primer lugar, treparse a una persona es completamente diferente a trepar un maldito árbol—”
“¿Cómo?”
“Pues, no puedes cortar mi lengua sin una daga,” Evan canturrea, lanzando la ridícula cantidad de
lianas que recolectó y enrolló de mano en mano. “Entonces, si quieres una daga, te sugiero
empezar a trepar.”
Regulus mira cautelosamente de Evan al árbol, más que un poco inquieto. Trepar no es
exactamente… el fuerte de Regulus . Puede que tenga un pequeño, diminuto, infinitesimal miedo a
las alturas—que es muy jodidamente sensible, honestamente. Las personas no tienen la habilidad
de volar por una razón; obviamente están destinados a quedarse en el suelo.
El árbol que Evan eligió es el más cercano a la parte trasera de la cueva en el campo. Es grande y
enervantemente alto, y hay algunas ramas diferentes que se estiran sobre el río carmín en el que ya
tres personas han perdido la vida. El plan de Evan de esencialmente escalar el árbol, balancearse
sobre el río, y caer con seguridad en el otro lado no es un mal plan, en general. Regulus solo lo
odia con cada fibra de su ser.
“Tu primero,” farfulla Regulus, lanzándole una mirada astuta a Evan, quien luce vagamente
entretenido.
Evan ríe y enrolla la liana alrededor de su pecho, metiendo y jalando para mantenerla en su lugar,
dejando sus manos libres mientras se acerca al árbol. Echa un vistazo hacia atrás a Regulus y le
guiña. “Claro, si quieres, pero eso significa que si caes, no podré atraparte. No te arrepientas ahora,
enamorado. Necesito que alguien distraiga a los demás para poder escapar si el río deja cruzar a la
gente de repente.”
“Oh, eso es lo que soy. Un blanco de alta prioridad. Una distracción. Tu vigilante personal,”
refunfuña Regulus, observando a Evan estirarse para tomar una rama del árbol y apoyar el pie en
un nudo sobresaliente, alzándose del suelo sin esfuerzo. Empieza a trepar con facilidad, como si
hubiera nacido para hacerlo.
“Todos tenemos cosas que nos hacen útiles,” Evan llama sin más que un gruñido, o cualquier
tensión en su voz, el maldito imbécil. “Como yo, ahora estoy siendo muy útil para ti. Y tú—no se
puede negar que entre tu y yo, hay mucha más gente queriendo tu sangre que la mía. Pero, ya
sabes, si todo termina bien, no será un problema.”
“Reconfortante, gracias,” dice Regulus secamente, acercándose a la base del árbol mientras Evan
se eleva cada vez más.
Evan no responde, así que Regulus toma una honda respiración e intenta hacer exactamente lo que
hizo Evan. No es como si el árbol tuviera puntos de apoyo perfectos o pequeños salientes para
aferrarse. Regulus lucha con toda la experiencia, jadeando y resoplando y temblando como una
hoja que preferiría estar segura en el suelo del bosque. Brevemente, imagina a Sirius riéndose de él
por meterse en este desastre, y luego desecha el pensamiento. Sirius solía molestarlo sobre su
pequeño miedo a las alturas, pero esto es…
Bueno, esto es diferente. Regulus no está trepando un árbol en casa y quedándose atascado,
necesitando que su hermano suba y lo convenza de bajar con bromas tranquilas y palabras suaves.
Regulus está trepando un árbol con alguien que esencialmente lo necesita porque él será el primero
que los otros intentarán matar si las cosas salen mal. Regulus está trepando un árbol para conseguir
un arma, así podrá defenderse de las personas que intentarán matarlo en algún punto,
especialmente cuando, inevitablemente, encuentren su propia manera de cruzar el río carmín.
Quizá están planeando construir un maldito bote, ¿quién sabe?
Si, Sirius no estaría riéndose de ésto.
Evan, quien Regulus está comenzando a odiar un poco, sigue trepando más alto—incómodamente
alto, para este punto. Regulus comete el muy estúpido error de pausar para recobrar el aliento,
mirando hacia abajo automáticamente y sintiendo su estómago hundirse de inmediato cuando ve lo
lejos que está el suelo.
“Oh, mierda,” se ahoga Regulus, cerrando los ojos con fuerza mientras presiona su frente contra la
corteza, con sus extremidades temblando por el esfuerzo de mantenerse de pie. Si cayera ahora, se
vería gravemente herido; podría romperse algo, sin duda alguna, y quizá malditamente morir.
Entonces, brillante, eso es simplemente brillante. Gime y alza la cabeza, el corazón se le hunde
cuando mira que Evan sigue trepando, totalmente tranquilo al respecto. “Okay. Okay, solo. Okay.
Sigue adelante, no mires abajo; sigue adelante, no mires abajo; sigue adelante, no mires abajo.”
Sirius le dijo la misma cosa ese día, cuando Regulus se quedó atrapado en el árbol. No era un árbol
particularmente grande; Regulus solo era un jodido bebé sobre todo el asunto. No pudo evitarlo. Ni
siquiera sabía que tenía miedo hasta que ya estaba ahí arriba, demasiado asustado para bajar, y
recuerda haber pensado—de forma bastante dramática—que simplemente moriría en ese árbol,
hasta que Sirius lo convenció de no hacerlo.
Regulus tenía siete. El mantra que Sirius usó no debería funcionar ahora, después de todos estos
años, pero de alguna forma lo hace. El sigue adelante, y no mira hacia abajo. Si Sirius está
observando, si este momento está siendo televisado, ¿Se da cuenta de lo que Regulus está
haciendo? ¿Siquiera lo recuerda?
Eventualmente, después de mucho tiempo, Evan se balancea sobre una rama gruesa, una vez más
con una gracia molesta por la que a Regulus le gustaría mucho golpearle. Se desplaza hacia atrás y
columpia sus piernas, mirando a Regulus con un resoplido.
“¿Necesitas ayuda?” pregunta Evan con diversión, inclinándose hacia abajo para ofrecer su mano.
Regulus tendría que trepar un poco más alto para lograr alcanzarla.
Este es un momento crucial, y Regulus lo sabe. Si toma la mano de Evan, es una señal de confianza
—una señal inestable, pero una señal en todo caso. Si no lo hace, muestra una completa falta de
confianza que podría ser determinante después. El problema es que, si Regulus toma su mano,
Evan fácilmente podría solo—dejarlo caer. A propósito.
Regulus le lanza una mirada de advertencia que esencialmente dice si intentas cualquier cosa, te
arrastraré conmigo. Evan solo parece entretenido de nuevo, así que Regulus resopla con fuerza y
lanza su mano hacia arriba, su corazón se acelera. Evan se estira hacia abajo para agarrarla,
apretando con fuerza y ayudando a levantarlo con un gruñido. Regulus se revuelve contra la
corteza y lanza una pierna sobre la rama, la respiración se le escapa una vez que está sentado.
Estúpidamente, Regulus echa un vistazo al suelo y casi vomita, su cabeza da vueltas mientras un
ruido débil sale de su boca. Es una debilidad de la que estaría avergonzado si no sintiera que está a
punto de desmayarse. Oh, eso es alto. Están muy alto. Carajo.
“Ah,” dice Evan, tenso, “Apreciaría que no rompieras todos los huesos de mi mano, gracias.”
Mortificado, Regulus le arrebata su mano a Evan, eligiendo en su lugar poner ambas manos sobre
la rama entre sus muslos para obtener alguna clase de estabilidad. Evan flexiona su mano con una
mueca ligera, luego resopla en silencio y sacude la cabeza.
“He trepado árboles toda mi vida,” Evan dice simplemente, aún balanceando sus piernas como si
se divirtiera. Oh, está loco.
Regulus en realidad no tiene nada que decir a eso. De cierto modo entiende a lo que Evan se refiere,
aunque trepar árboles nunca fue su método para esconderse. Tenía sus propios métodos—es un
caballo de Troya—pero sabe que eso es lo que Evan está diciendo, básicamente. Nadie piensa en
mirar hacia arriba; si Evan está arriba, nadie lo ve. Si, Regulus lo entiende.
“Vamos, necesitamos llegar lo más lejos posible en la rama, así podremos columpiarnos al otro
lado,” le cuenta Evan, luego procede a apoyar sus manos en el tronco y simplemente levantarse,
tan ágil como un gato, balanceándose sobre sus dedos de los pies mientras se pone de pie.
“Evan. Evan,” Regulus suelta en un grito de angustia, estirando sus manos frenéticamente para
tomar a Evan por el frente de su abrigo y tirar de él hacia abajo. La rama se sacude por el
movimiento, haciendo que un quejido salga de la boca de Regulus, pero Evan cae de vuelta con
facilidad, con las piernas separadas y balanceándose otra vez. “No. Solo—no. Absolutamente no.”
“Perderías el equilibrio y te caerías en el intento. Eres tan inestable, pobre cordero,” le arrulla
Evan, completamente imperturbable ante la amenaza. Sacude la cabeza. “Está bien, enamorado,
nos deslizaremos. Será más lento, pero… seguro.”
“No es como si tuviéramos prisa,” se queja Regulus, observando con el ceño fruncido mientras
Evan comienza a deslizarse hacia atrás a lo largo de la rama, usando sus manos para alzarse
brevemente y volver a sentarse unas pulgadas más lejos. Mira hacia atrás mientras lo hace, y la
rama se sacude un poco cada vez que lo hace.
“No, tal vez no, pero el sol ya está escondiéndose. Me gustaría estar ahí algún momento antes de
que anochezca. Esto será más difícil de hacer sin algo de luz.”
“Estás haciendo un progreso excepcional. ¿Deberías estar yendo tan rápido? ¿Que si—quiero
decir, ¿la rama no puede romperse?”
Evan rueda los ojos. “La rama es sólida. Es casi tan gruesa como el árbol. Prometo que estará bien.
Bueno, todas las ramas se rompen eventualmente, y se pondrá más delgada conforme nos alejemos,
así que tendremos que ser cuidadosos. Solo—vamos.”
“Si así es como muero, voy a estar furioso,” Regulus farfulla en una queja, pero obedientemente
comienza a… deslizarse. Lo hace con mucha menos delicadeza que Evan, pero lo hace.
“Ya hay cuatro muertos,” comenta Evan. “Tres en el río. ¿Qué crees que le pasó al cuarto?”
“Ni idea,” dice Regulus en voz baja, respirando profundamente. Está intentando no pensar en ello,
porque no quiere pensar en la posibilidad de que sea James.
Evan ríe.
Guardian silencio conforme se alejan, enfocándose en abrirse paso por la rama. Lo cierto es que
Regulus está un poco agradecido de que Evan está dándole rienda suelta. Seguramente no esperaba
tener que sostener metafóricamente la mano de Regulus durante todo el proceso, y podría ser
mucho más cruel de lo que ha sido. Honestamente, no ha sido cruel en absoluto.
Eventualmente, llegan lo suficientemente lejos para ver el río carmín y la cueva. Ambos se
detienen cuando ven a los mortífagos sentados al frente. Ahora son solo ellos, y algunos están
sentados, mientras los otros caminan conforme hacen gestos hacia el río. Claramente están tratando
de encontrar una forma de cruzar. No es fácil ir a cazar gente sin las armas para matarles. No es
imposible, claro, pero claramente tienen su objetivo.
Todos los demás—pues, Regulus asume que todos corrieron cuando comenzó la pelea. Lo más
probable es que los mortífagos hayan conseguido matar al menos uno, mientras que los otros
escaparon. No hay cuerpo, pero los cuerpos son recolectados para ser enviados a casa—si quedan
cuerpos que recolectar. Regulus se recuerda que James escapó. Él vió a James escapar, así que
probablemente esté bien.
Evan y Regulus intercambian una mirada después de observar fijamente a los mortífagos a la
distancia. Ninguno de ellos dice nada, no queriendo llamar la atención hacia ellos. Como dijo
Evan, nadie piensa en mirar hacia arriba, así que son lo más sigilosos posible por el momento.
Mantenerse desapercibidos es la meta.
Regulus realmente no quiere seguir deslizándose, pero ya está aquí, por lo que a este punto tiene
que ver a través de eso. La rama se hunde más, balanceándose con un duro crujido, y ambos se
congelan. Evan toma una respiración profunda y agacha la cabeza, luego mira de vuelta al resto de
la rama detrás de él.
Evan muerde su labio por un momento, luego mira el río carmín debajo de ellos. “Tendremos que
columpiarnos a lo largo, lo que significa que tendremos que ir más abajo en la liana. Es—será
riesgoso, y tendremos que ser rápidos, o nuestros amigos de por ahí nos notarán. Y—um,
probablemente estará incómodamente cerca.”
“Bueno, no estoy seguro de que quieres que haga, Regulus,” Evan sisea de vuelta, agitando las
manos de un lado a otro bruscamente. “Nuestras opciones son bastante limitadas. Ya estamos aquí,
así que podemos hacerlo. O morimos, o no lo hacemos”
“La liana te sostendrá, y necesitarás impulso para cruzar,” explica Evan, su voz es baja mientras
comienza a desenrollar la liana alrededor de su pecho. De hecho son algunas lianas diferentes
atadas entre ellas, enrolladas entre sí para hacerlas más sólidas desde el punto de vista estructural—
o eso es lo que él dijo. Tiene sentido, así que Regulus le cree. “Querrás bajar todo lo que puedas,
casi hasta que estés a unos dos metros por encima del agua. Debería quedar esta cantidad de liana
debajo de ti.”
Evan lo demuestra sosteniéndola de una mano a la otra, sus brazos extendidos en toda su
envergadura, que no es mucho comparado con todo lo que queda.
“Si, a mí tampoco me entusiasma,” Evan concuerda con el ceño fruncido. Él suspira y se agacha
para empezar a atar la liana entre ellos. “Columpiarse es simple. Te sostienes y meces tu cuerpo.
Tendrás que dejar tus piernas colgando para que puedas usarlas para tomar dirección, o de lo
contrario solo estarás columpiándote hacia todos lados. No sueltes la liana hasta que hayas pasado
al otro lado del río y estés seguro de que te impulsarás por encima. Querrás algo de aire.”
“Tu primero.”
Regulus se echa hacia atrás. “Yo creo que jodidamente no. Evan—”
“No puedo ser yo,” dice Evan con un suspiro profundo. “Quien sea que vaya último tiene que
sostener la liana cuando cruce, y no creo que tengas tanta experiencia como yo para manejarlo.
Será mejor para ti si la dejas ir, o si no podrías columpiarte de vuelta al río. He pasado días—y
años antes de la sala de entrenamiento—haciendo cosas como esta. Tu no.”
“No haré eso,” le informa Regulus contundentemente. No le interesa si eso lo hace testarudo. “No
lo—Simplemente no. No sabré como hacerlo si no te veo hacerlo primero.”
Evan pasa su lengua sobre sus dientes, ojos entrecerrados, y luego se inclina delante, bajando la
voz. “Regulus, necesitamos que esta liana llegue al otro lado, ¿entiendes? Necesitas confiar en ti
mismo, y necesitas confiar en mí. Ya estoy confiando en ti dejándote pasar primero, porque
fácilmente podrías conseguir un arma y matarme en el momento en que toque tierra. Ahora, la
confianza no se me da fácilmente—y obviamente a ti tampoco—pero necesitamos algún nivel de
confianza entre nosotros para hacer esto.”
Regulus lo mira fijamente por un largo momento, con las manos agarrando la rama con fuerza.
Evan mantiene la mirada fija, sin vacilar, y Regulus intenta ignorar la verdad en las palabras de
Evan. Tiene sentido, desafortunadamente, porque entiende lo que Evan está diciendo. Una parte de
Regulus quiere negarse de todas formas; una parte de él quiere abandonar todo este plan, todo
porque no sabe cómo trabajar bien con otros.
Aunque esa es la cosa. Sirius le dijo que, en algún punto, acabaría encontrándose en situaciones en
las que tendrá que depender de otras personas para sobrevivir. La arena se parece bastante a la vida
en ese sentido, solo que más condensada, y mucho más brutal al respecto. Regulus—si va a
sobrevivir—necesita aprender a jugar bien con los demás. Simplemente no esperaba que pasara tan
pronto, y en realidad, estas son circunstancias menos que ideales. Es fácil morir aquí. Un error, y
eso es todo.
Solo haces lo que estás dispuesto a hacer. Ahí, tienes que estar dispuesto a hacer más de lo que
nunca has hecho, o morirás, Sirius le había dicho. Carajo, Regulus odia cuando está en lo correcto.
Evan lo hace. Le dice a Regulus exactamente todo lo que tiene que hacer, sin saltarse ningún
detalle, murmurándole mientras ata la liana y la asegura. Y luego, todo lo que queda hacer es—
hacerlo.
Así que. A pesar de cada instinto gritándole que no lo haga, Regulus lo hace. Se desliza hacia
delante para estirarse hacia abajo y agarrarse de la liana, manteniendo un agarre firme mientras
engancha una pierna a su alrededor, luego trata convencerse a sí mismo de balancear la otra.
Necesita un segundo, porque su cuerpo protesta, rechazando cualquier posibilidad de caer.
Entonces, hay una mano enganchada debajo de su rodilla, y Evan lo ayuda gentilmente a bajar,
evitando que se columpie mucho. Se inclina tanto como puede y luego suelta la pierna de Regulus,
dejando que se sostenga a sí mismo en el aire.
A Regulus no le gusta esto. Su cuerpo entero se pega a la liana, y sus brazos aún están adoloridos
por haber trepado el árbol. Evan asiente hacia él, murmurándole, alentándolo a que baje. No muy
rápido, y sin deslizarse, o sus palmas podrían arder lo suficiente para hacer que se suelte
instintivamente.
Si, eso no es posible. Regulus no está seguro de que haya una fuerza lo suficientemente poderosa
en el mundo que lo haga soltar esta liana justo ahora. De hecho, es difícil bajar, porque su cuerpo
preferiría aferrarse a la liana y no moverse jamás. Sus extremidades tiemblan, pero baja de todas
formas.
Colgando en el aire sobre el río que lo matará si cae en él—bueno, no está pasando un buen rato,
por decir lo menos. Conforme baja, Regulus puede ver donde termina la liana, solo unos metros
encima del agua, lo que no es reconfortante en absoluto.
Cuando Regulus llega a donde cree que debe estar, solo se queda colgando ahí por un momento,
respirando con fuerza. Sus piernas aún están enrolladas en la liana, y convencerlas de soltarse es
una lucha, usando solo sus brazos para sostenerse. Estos comienzan a adormecerse, aunque duelan
y ardan. Es muy, muy desagradable, y aún tiene que jodidamente columpiarse.
Bueno, ya está aquí. No puede solo quedarse aquí, y el suelo está al alcance; todo lo que se tiene
que hacer es llegar ahí. Así que, con un gruñido, comienza a mecer su cuerpo. Le toma un poco
tomar impulso, y mantiene sus piernas juntas como Evan se lo dijo, lo que lo hace ir en su mayoría
en una dirección. La rama cruje y lloriquea sobre él, pero se obliga a ignorarlo. Solo puede
preocuparse por una cosa a la vez.
Regulus logra tomar impulso, aunque con esfuerzo. Puede escucharse a sí mismo jadear, y sus
manos están sudorosas, lo que es jodidamente aterrador ya que son la única cosa que evita que se
precipite a su muerte justo ahora, pero—no, él está bien. De hecho él está—él puede con esto. El
sabe que puede, porque está comenzando a ver el otro lado del río carmín, el suelo del otro lado
mostrándose como un faro de esperanza.
Se balancea hacia atrás una y otra vez, navegando hacia adelante, después lo hace una vez más
cuando está seguro de que se está arqueando sobre el otro lado. En el siguiente paso, el estómago
de Regulus se revuelve, resopla suavemente, mientras se suelta justo en la cima—justo como Evan
le dijo que lo hiciera. En efecto, recibe aire.
Por un momento, Regulus está volando.
Bueno, se siente más como flotar, honestamente, y la gravedad le recuerda quien está a cargo
tirando de él bruscamente hacia el suelo. De alguna forma logra no gritar mientras cae, pero no
puede evitar quejarse al caer al suelo. Evan le había aconsejado el método de enrollarse y rodar,
pero Regulus no lo logra. Rueda, si, pero lo hace sin absolutamente nada de gracia.
Cuando Regulus se detiene, solo se desparrama en el suelo, su pecho se agita mientras mira
desganadamente a Evan. Está tan arriba, y está inclinado para enrollar la liana y evitar que se
balancee demasiado. El movimiento podría atraer atención no deseada. El cuerpo entero de
Regulus está adolorido, pero él está, afortunadamente, en el suelo. A salvo. No muerto. O herido.
Bueno, no muy herido, al menos.
“Carajo,” susurra Regulus, cerrando sus ojos y soltando después una carcajada silenciosa y
apagada, posiblemente histérica.
Regulus no se mueve, solo se queda donde está, recuperándose mientras que el golpe de adrenalina
disminuye. Observa a Evan bajar (mucho más rápido y con más gracia que Regulus, el muy
bastardo), haciendo básicamente lo mismo que Regulus.
Evan se balancea, Regulus se levanta con una mueca, su cuerpo no está del todo complacido con
él, especialmente sus brazos. Aún así se levanta sobre sus pies, aunque se mantiene de cuclillas.
Están en la curva de la cueva, así que los mortífagos están fuera de vista por ahora, pero es mejor
no ser muy ruidosos o moverse mucho. Hasta ahora, nadie sabe que están aquí, y a Regulus le
gustaría bastante que se mantuviera así.
Podría, teóricamente, correr a la cueva para conseguir un arma con la que matar a Evan, pero no lo
hará. Evan tiene que confiar en que no lo hará, al igual que Regulus tuvo que confiar en él para
llegar hasta aquí. El se queda donde está, mirando con el ceño fruncido como Evan se balancea,
aflojando su agarre en la liana, pero manteniéndola en su mano con su brazo extendido mientras
navega hacia abajo. Llega al suelo peligrosamente cerca del río, pero retrocede a trompicones con
la liana aún en su poder.
Evan consigue su equilibrio, empujándose sobre sus rodillas con un gruñido, y luego rodando hasta
ponerse de pie. Saca el palo que metió en su bota y lo entierra en el suelo, asegurándose de que
esté bien sujeto antes de atar la liana a él para que no se aleje.
Regulus no quiere pensar en el hecho de que tendrán que volver a cruzar el río muy pronto. Ese es
un problema para el Regulus del futuro. El Regulus del presente está a cinco segundos de tener una
daga en sus manos, preferiblemente más de una, así que eso es en lo que se concentra.
“¿Lo ves?” susurra Evan mientras se acerca sigilosamente, hay una sonrisa en su rostro. Le da una
palmada a Regulus en el hombro. “Confianza.”
“No confiaré en ti otra vez. Eso fue horrible,” sisea Regulus, mirándolo fijamente.
Entrar a la cueva no será exactamente fácil. La cueva tiene una entrada, y su parte trasera se arquea
hacia abajo como una colina, cerrada donde se encuentra con el suelo. Su única opción es entrar
desde el frente, que es donde están los mortífagos. Si, están separados por el río, pero sí pueden
escabullirse sin alertarlos sería genial.
La noche se está acercando, así que no están haciendo esto a plena luz del día, por suerte. Regulus
no puede evitar notar el descenso de la temperatura mientras que el sol se desvanece más y más
rápido.
En silencio, Regulus y Evan comparten una mirada antes de agacharse junto a la cueva,
moviéndose lentamente por el costado. El exterior de la cueva es frío al tacto, como el hielo. Envía
un escalofrío por la espina dorsal de Regulus, y él se asegura de no tocarla. Está en el frente, así
que extiende una mano para detener a Evan detrás de él cuando llegan al costado de la entrada.
Regulus echa un vistazo a su alrededor cuidadosamente, mirando hacia donde están los mortífagos.
Hay siete de ellos, así que ninguno ha muerto todavía, o fue alguno de los que cayó al río. Mulciber
está sentado con Avery debajo de su brazo. Quinn, Hodge y Axus también están sentados, y están
de frente a Mulciber y Avery. Willa está completamente acostada, parece estar jugando
perezosamente con el cabello en su rostro. Bernice es la única de pie, y se mueve por la orilla del
río como si esperara algún tipo de milagro para cruzar.
Si Regulus tuviera que adivinar, han rodeado todo el río que envuelve la cueva, entonces saben que
no hay un puente o camino despejado para llegar al otro lado. No puede escucharlos, pero está
seguro de que todos están intentando pensar en alguna manera de llegar a las armas. Bernice
afortunadamente está caminando a lo largo del río en dirección opuesta a Regulus y Evan, pero
Regulus no puede estar seguro de que no girará de vuelta.
Frenéticamente, Regulus sacude una mano hacia Evan, luego se mantiene en el suelo mientras da
vuelta a la boca de la cueva, abrazando la pared aunque se sienta como hielo. Entra tan rápido
como se atreve, avanzando más allá en la oscuridad y agachándose detrás del estante de espadas
para cubrirse.
Increíblemente, lo hicieron.
Hay mucho más por hacer, pero lo lograron, y esa pequeña victoria hace que valga la pena.
No hay provisiones dentro de la cueva. Todas son armas, lo que significa que cualquier cosa útil
estará en el exterior atada a los postes colocados esporádicamente alrededor de la cueva. Todas las
cosas que realmente podrían necesitar; linternas, mantas de emergencia, fósforos o kits para
encender una fogata, botes para recolectar agua, y sin duda alguna clase de nutrición. Tener armas
es bueno, si, pero hay más en la arena que solo luchar por tu vida. También se tiene que luchar para
sobrevivir.
Regulus ya está sediento, y después de todo lo que hizo para llegar aquí, también está cansado y
hambriento. Cada vez hace más frío. Van a tener que arriesgarse a conseguir provisiones, que va a
ser difícil, ya que las bolsas están en su mayoría al aire libre.
Pero primero—armas.
Detrás de ellos hay una mesa con varias armas sobre ella, y si, hay dagas. Tres de ellas, para ser
exacto, y hay una funda de muslo para cada pierna que puede contener al menos dos. Regulus va
directo hacia ellas, sintiéndose instantáneamente bien tan pronto como tiene una en su mano. Se
coloca las dos fundas en los muslos, deslizando las dagas en su lugar, pero se queda con la tercera
en mano.
Cuando Regulus mira hacia arriba, Evan está sosteniendo el gancho atado a una cuerda, sus labios
están fruncidos. Eso es para Axus, sin duda, y mantenerlo fuera de sus manos es una buena idea,
porque es jodidamente letal con ella. Regulus inclina la cabeza hacia ella en señal de un ánimo
silencioso. A Evan le gusta la cuerda, ¿no?
Regulus alza su mano y avanza el hacha sobre la mesa, sosteniéndola con cuidado mientras se
muerde el labio. Realmente no debería. No es como si pudieran tomar todas las armas, ya que solo
tienen dos manos entre ellos, no tienen una bolsa y sus bolsillos no son lo suficientemente grandes
para guardarlas. Aún así, Regulus no puede evitar meter el mango en la parte delantera de su
abrigo, dejando que el borde afilado cuelgue sobre la cremallera.
Cuando Regulus levanta la mirada, Evan gesticula enamorado. Regulus lo golpea en el brazo, lo
que hace que Evan le sonría.
“El poste más lejano tiene dos bolsas,” masculla Evan, no atreviéndose a alzar su voz. Está
temblando un poco, probablemente por el frío. “Está lo suficientemente lejos de nuestros amigos, si
somos muy cuidadosos y muy sigilosos, podríamos tomarlas e irnos sin que nadie sepa que
estuvimos aquí.”
Con un asentimiento entre ellos, comienzan a salir de la cueva con armas que, maravillosamente,
no han puesto en contra del otro. Hm. Confianza, en efecto.
De nuevo, si van a conseguir esas provisiones, tienen que hacerlo ahora, mientras que los
mortífagos están distraídos. Evan se inclina para señalar el poste del que hablaba, y es el más
alejado de los otros, casi alrededor de la cueva. Está mayormente fuera de vista, y ni siquiera está
tan lejos de donde ataron la liana.
A la distancia, Mulciber suelta un grito que hace que tanto Regulus como Evan se tiren al suelo y
queden tendidos. Resulta ser una fuerte ovación, porque parece que alguien, en efecto, ha
encendido una fogata. Cautelosamente, Evan y Regulus vuelven a ponerse de pie y siguen
andando.
El corazón de Regulus está a punto de estallar cuando llegan al poste, y ninguno de ellos pierde el
tiempo mientras arrebatan las bolsas de sus ganchos. Cada uno agarra una sin ningún problema y
continúan inmediatamente, dirigiéndose a la liana.
Mientras se mueven, Regulus guarda el hacha en la bolsa, luego copia a Evan pasando los brazos
por las correas para que descanse entre sus hombros. Realmente debería guardar su daga en
preparación para cruzar el río, como Evan lo hizo, pero Regulus quiere mantener su agarre en ella.
Solo pondrá el mango entre sus dientes cuando cruce.
“Está bien, esto tiene que ser rápido,” Evan susurra mientras desenrolla la liana. “No vamos a
volver a trepar, solo columpiarnos al otro lado e ir directo al bosque. Tenemos que conseguir una
ventaja inicial y saltar, mantener las piernas arriba, y saltar al otro lado. Me gustaría volver al árbol
y arrancar la liana para que no la vean y piensen en usarla, pero la prioridad es cruzar. Mírame, ¿de
acuerdo? Voy a balancear la liana hacia ti y esperar en el otro lado, así que prepárate.”
Evan parece exasperado. “Por el amor de Dios, Regulus, solo confía en mí, ¿podrías? Tenemos que
acabar con esto lo más pronto posible y esto no es solo bajar. Necesitas verlo. Ahora, presta
atención y prepárate.”
Regulus resopla, pero finalmente cede, sobre todo porque las cosas pasan rápido y Evan no le está
dando muchas opciones, pero tal vez también un poco por la confianza.
Permaneciendo abajo, Regulus se queda a un lado, observando cómo Evan enrolla la liana entre
ambos brazos y llega tan alto como puede mientras retrocede. Con un impulso inicial, se dirige
directamente al río, solo para despegarse del suelo en el último segundo y enroscar las piernas
mientras navega al otro lado.
Está bien, al principio. Regulus puede ver que va a lograrlo. Y entonces, sin ninguna advertencia,
hay un fuerte chasquido y la rama cede mientras Evan se arquea sobre el costado. El maldice, su
cuerpo se agita en el aire, y se suelta casi desesperadamente mientras la rama cae. Evan apenas
logra llegar al otro lado cuando la rama cae al agua con un chapoteo ensordecedor. Manos pálidas
rompen la superficie para arrastrar hacia abajo la rama rota, llevándose la liana consigo.
“¡¿Escucharon eso?!”
“¿Quién está ahí? ¡Oi, creo que hay alguien por ahí!”
Evan se pone de pie al lado opuesto del río, con la mirada perdida al encontrarse con los ojos de
Regulus.
Los mortífagos pueden ser escuchados acercándose a toda prisa, y aún así, Evan no se mueve. El
solo se queda ahí parado, visiblemente horrorizado por lo que acaba de pasar, y suelta
ahogadamente, “Regulus, yo—yo no—”
Debí haber ido primero, piensa Regulus, aunque sabe que, si lo hubiera hecho, habría muerto. No
habría tenido las habilidades que Evan acaba de usar para lograr cruzar. Y ahí está Evan,
congelado en su lugar, con los ojos bien abiertos y fijos en los de Regulus. Sigue sin moverse,
incluso con los otros acercándose.
“¡Vete!”
Evan tropieza hacia atrás, respirando con fuerza, y hay fuertes llamados de, “¡Es Rosier!
¡Atrapenlo! ¡Atra—”
Aparentemente eso es todo lo que Evan necesita antes de dar la vuelta y atravesar el campo hacia el
bosque tan rápido como puede. Dos de los mortífagos—Willa y Axus—van tras él, pero Mulciber
y los otros no lo hacen. No, en su lugar, se detienen frente a Regulus en cuanto lo ven.
“Bueno, mira eso,” dice Mulciber con una risa fuerte y maliciosa. “Ahora, Black, ¿cómo llegaste
ahí?”
Bueno, mierda.
bueno, como siempre, habrá un resumen pequeño en las notas finales que quien mata
y quien muere en este capítulo para aquellos que quieran/necesiten estar
preparados/spoileados, cosa que es completamente válida!!
“Está empezando a hacer mucho frío,” susurra Peter, encorvado sobre sí mismo en medio de la
cueva, está junto a la pequeña fogata con sus brazos envueltos en su torso mientras se presiona
hacia delante en sus piernas dobladas.
James exhala temblorosamente y ve su aliento blanquecino frente a él. Conforme el día se vuelve
noche, hace tanto frío que es una preocupación legítima. A su lado, Vanity está temblando con
tanta fuerza que sus dientes castañean, y está prácticamente tocando el fuego con lo cerca que está
de él.
“S-sabes,” dice Vanity entre escalofríos, “mi m-mentora dijo q-que c-congelarse es la causa
principal de m-m-muerte en la ar-re-rena. Entonces, n-no se ve prometedor p-para nosotros.”
“Oh, qué poca fe,” masculla James, con los dedos entumecidos hasta el punto de sentir pinchazos.
“Ven aquí, Peter.”
Como si le doliera, Peter se mueve con un escalofrío, asintiendo cuando James le hace un gesto
para que se siente al otro lado de Vanity para encajonarla entre sus cuerpos. Todos se acercan al
fuego simultáneamente sin siquiera hablarlo, extendiendo sus manos para absorber el calor. Vanity
se presiona tensa a sus costados, aún temblando violentamente.
“J-James,” jade Vanity sin aliento, “s-si la temper-er-eratura baja aún m-más, entonces n-no se ve
pro-prometedor p-para mi.”
“Hey, te mantendremos caliente, ¿sí?” James dice suavemente, empujando su hombro con el
propio. “Peter y yo. Y mantendremos el fuego encendido toda la noche, ¿si? Lo prometo. Tal vez
congelarse es la causa principal de muerte, pero…no para ti, ¿okay? Tu mentora solo estaba
tratando de prepararte, es todo.”
Vanity le da un asentimiento tenso y brusco. “E-ella fue muy amable c-conmigo y Ho-Hodge. N-
nos dió m-muy buenos c-consejos.”
“Espera, ¿Hodge?” pregunta Peter curiosamente. “¿El fue el otro elegido contigo?”
James parpadea sorprendido. Sirius estuvo, por supuesto, siendo muy comunicativo sobre todo lo
que sabía y aprendió de sus compañeros mentores, como también de sus tributos, pero en algunos
casos, no había mucho que contar. Algunos mentores son de labios cerrados sobre estas cosas,
especialmente si saben lo que es bueno para ellos, o eso había dicho Sirius, porque dejar salir la
información equivocada a la persona equivocada podría ser la causa de muerte de sus tributos.
Aunque Sirius si mencionó a Marlene, pero tuvo muy poco que decir además del hecho de que
tenía a dos tributos jóvenes este año, quienes podrían—muy probablemente—morir rapidamente.
“Si, Marlene McKinnon,” comenta James suavemente, observando la pequeña y cariñosa sonrisa
que se dibuja en el rostro de Vanity. Ahí hay admiración, y hace que el corazón de James se
apriete. “Sirius nos habló un poco sobre ella—él es mi mentor. Bueno, es mi mejor amigo, pero
también mi mentor, técnicamente.”
“Lo s-sé,” dice Vanity, sonando exasperada mientras rueda los ojos, a pesar de sus escalofríos. “ T-
todo el m-mundo lo sabe.”
James bufa una risa débil, inclinándose sobre ella un poco más, agradecido de que Peter haga lo
mismo. Para este punto prácticamente la están aplastando entre ellos, luchando valientemente para
calentarla. “Claro. Pues, Sirius nos dijo lo increíble que era, sabes. Y ellos son amigos, él lo dijo.
Sabes lo que significa, ¿no?”
“Eso significa que sólo tiene sentido que nosotros también seamos amigos,” le cuenta James con
una suave curva en los labios.
A esto, Vanity rompe en una sonrisa radiante, incluso con sus dientes castañeando. Se gira y
presiona su sonrisa contra el hombro de Peter, tartamudeando una risa, y Peter ríe con ella.
La noche continúa, haciéndose más fría con cada minuto que pasa, hasta el punto en el que todos
ellos están temblando violentamente y Vanity casi ha parado—lo que, James sabe, es en realidad
una muy mala señal. Se ha quedado dormida, y eso lo pone ansioso, pero sigue avivando el fuego y
frotando una de sus manos con ambas palmas mientras Peter hace lo mismo con la otra.
“¿Si?” pregunta James mirándolo. Peter tiene una mirada de dolor en el rostro, y baja sus ojos a
Vanity antes de mirar cuidadosamente hacia arriba otra vez. James instantáneamente sacude la
cabeza, negándose antes de que Peter lo diga. “No. No, Peter. Ella está—sé que no se ve bien, pero
ella—ella estará—”
“Llegará a la mañana,” estalla James, con la voz firme, y frota su mano con más fuerza. Se siente
como hielo entre sus palmas.
Peter abre y cierra la boca, su rostro se frunce, y luego aparta la mirada sin decir una palabra.
Agrega temblorosamente otra ramita al fuego, con las cejas arrugadas en el resplandor naranja que
baña sus rasgos y baila en las paredes de la cueva. James mira a Vanity, con el pecho acalambrado
de preocupación.
En ese momento, suena un cañón, haciendo a James sobresaltarse y ponerse tenso completamente.
La primera cosa que piensa es, inmediatamente, ¿Regulus? Luego, seguido de eso, alza una mano
con rapidez para acunar el costado del cuello de Vanity tratando de comprobar si tiene pulso. Ella
aún sigue tiritando, pero no tanto, y su respiración golpea contra su brazo. Es preocupantemente
lenta, pero está ahí.
“Si, ella—ella está viva. Ella va a vivir,” dice James con una exhalación profunda, arrastrando su
mirada de vuelta a la de Peter mientras deja caer su mano de vuelta a calentar los dedos tiesos de
Vanity.
“Cinco,” exhala Peter, volteando la cabeza para mirar hacia la boca de la cueva. “¿Quién crees…?”
“No lo sé,” croa James, totalmente preocupado, su estómago se aprieta mientras su miedo y
ansiedad se disparan. El no. Por favor, él no. Traga con fuerza. “De verdad no lo sé.”
~•~
Regulus observa el cielo, aunque su visión se oscurece repetidamente con cada exhalación, una
nube de humo blanco que se eleva cada vez que su aliento sale de sus labios entumecidos. Está
temblando por todos lados, está tan frío que duele.
El cielo está repleto de estrellas. Se siente como si estuvieran burlándose de él. No hay
constelaciones que reconozca, como si el cielo hubiera sido diseñado sin ellas, solo estrellas sin
nombres colgando como accesorios en el cielo. No son reales. Aún así, Regulus observa la más
brillante y de todas formas imagina que es Sirius.
Su bolsa afortunadamente venía con una manta de emergencia, que probablemente es su salvadora
por el momento. Está envuelto en ella, atrapando el mínimo calor del que es capaz de irradiar.
Posiblemente es la única cosa que se interpone entre la muerte y el justo ahora. Hay una variedad
de muerte rodeándolo por todos lados, y no es solo él siendo dramático.
Un ejemplo: eso.
Regulus se burlaría si pudiera, pero realmente está demasiado frío para manejarlo. Ni siquiera se
molesta en girar la cabeza, ya sabiendo lo que verá. Mulciber, Avery, Bernice, Hodge y Quinn
están exactamente donde los vió por última vez, de pie al otro lado del río con rocas en mano, y
una gran fogata ardiendo para mantenerlos calientes. Willa y Axus aún no han regresado, y el
cañón más reciente—la quinta muerte—le suena en los oídos. Espera que no haya sido Evan. Se
niega a pensar que fue James.
Los mortífagos, después de descubrirlo al otro lado del río, comenzaron a acosarlo
inmediatamente. No tardaron mucho en lanzarle rocas, persiguiéndolo sin cesar. Entrar a la cueva
no funcionó, porque Bernice y Avery tienen una puntería extrañamente buena; la única cosa que
evitó que fuera golpeado hasta la muerte fue subir a la cueva, donde no podrían tener un ángulo
apropiado para dar en el blanco.
Aunque eso no significa que han parado de acosarlo. Hubo algunos descansos en el medio, por
supuesto—por ejemplo, pausando lo suficiente para encender una fogata cuando la temperatura
bajó (y sigue bajando)—pero siempre volvieron. Ha habido de todo, desde burlarse de él, hasta
amenazarlo, pasando por intentar provocarlo para que vuelva a bajar. En algún punto, Mulciber
incluso lo retó a lanzar una de sus dagas, a intentar acertar un disparo, pero Regulus no caerá tan
fácilmente. No pondrá un arma en sus manos, por nada en el mundo.
Cruzó su mente, por supuesto, solo lanzar todas las armas y provisiones al río para que nadie
pudiera conseguirlas, pero se muestra cauteloso de hacerlo por múltiples razones. No sabe cómo
será su tiempo en la arena, y si este solo es el primer día, estará bastante furioso consigo mismo si
necesita algo en el futuro y no puede tenerlo porque se deshizo de todo. Además, a los vigilantes
seguramente no les gustará, y no está dispuesto a darles más razones de las que ya tiene para
tenerlo como blanco. Además de eso, lanzar todo al río sólo sería posible si los otros no estuvieran
alrededor para lanzarle rocas. Aún está considerándolo, si los mortífagos se quedan dormidos, pero
aún así… cree que tendrá que estar en un estado emocional muy malo y completamente
desesperado antes de solo lanzar las provisiones y armas que podrían ser útiles en el futuro.
Avery—el muy idiota—intentó reclutarlo. Dijo que le perdonaría la vida si les daba armas y
provisiones. Solo lanzárselas. Regulus tuvo que decirles que se fueran a la mierda, justo como
James, pero él definitivamente no fue educado al respecto.
Al principio, Regulus se burló de ellos de regreso. Se mofó de ellos. Hizo todo lo posible para
sacarlos de quicio y enfurecerlos, que probablemente haya sido estúpido, pero no es como si
pudieran llegar a el, y ¿honesamente? Se había deleitado infantilmente con ello. Pero, conforme el
tiempo pasó, Regulus se quedó callado y dejó de participar, y ahora tiene demasiado frío para
hablar.
Técnicamente, Regulus tiene la ventaja. Tiene todas las armas y provisiones en la punta de sus
dedos. Aunque eso no significa una mierda cuando no puede hacer una retirada, o incluso acceder a
cualquiera de las armas o provisiones sin tener rocas siendo lanzadas hacia el. Hace tanto frío que
cree, francamente, que muchos de los pequeños se están congelando hasta la muerte. Quizás
algunos ya lo estén. Hay una quinta persona muerta. Quién o cómo está por verse.
No ayuda que Regulus no pueda encender una fogata en la cueva. Tiene fósforos, pero nada que
mantenga el fuego. Así que, aquí está él, temblando como una hoja y frunciendo el ceño al cielo.
Si muere así, va a hacer un jodido alboroto.
“¡Hey! Hey, ¿ven eso? ¡El río se congeló!” Avery grita abruptamente, y Regulus se congela.
Bueno, se congela tanto como puede cuando está temblando tan violentamente.
“¿Crees que—”
“Inténtalo.”
“Jódete. Intentalo tú .”
Regulus se levanta frenéticamente, enrollando su manta para meterla dentro de su bolsa mientras se
da la vuelta. Aún está muy frío y rígido, pero la forma en la que la adrenalina fluye por su sistema
nervioso y cómo su sangre comienza a bombear realmente lo estimula a la acción. Se arrastra sobre
la cueva, permaneciendo en lo bajo, daga en mano.
Se estira para echar un vistazo justo a tiempo para ver a Mulciber agarrar a Hodge por el brazo y
empujarlo hacia el río, soltando, “¿Bueno? Vamos, entonces. Ve si aguanta.”
Hodge mira el río dudosamente, con sus brazos alrededor de sí mismo, y Regulus inclina la cabeza
hacia abajo para examinarlo junto a ellos. Sigue siendo de un rojo vivo, incluso en la oscuridad,
pero una gruesa capa de hielo se extiende sobre él, haciéndolo ver casi rosa por debajo.
Lentamente, viéndose absolutamente aterrado, Hodge se acerca al borde del río. No se mueve por
un largo rato, y Bernice da un paso hacia delante para empujarlo por detrás de su hombro
bruscamente, impulsándolo a moverse.
Regulus se tensa cuando Hodge llega al río y lentamente, oh muy lentamente, saca el pie para
presionar la punta de su zapato contra el hielo. Inmediatamente, manos pálidas chocan contra la
barrera, haciendo a Hodge gritar y tropezar hacia atrás, pero las manos no rompen la superficie.
Solo se quedan en su lugar un momento, luego se vuelven a retirar, desapareciendo en las
profundidades.
“Oh, si, así es como cruzamos,” declara Avery, una sonrisa salvaje se extiende por su rostro.
Regulus ve su cuerpo tensarse, sus pies presionando contra el suelo, y luego empieza a correr,
acelerando despreocupadamente hacia el hielo e ignorando las manos golpeando el hielo a sus pies.
Dándose vuelta, Regulus aterriza sobre sus pies y sale corriendo, casi tropezando con el declive de
la cueva mientras se inclina hacia el suelo sólido. Logra mantener su equilibrio y usa el tropezón
para ganar impulso, lanzándose hacia delante con todo lo que tiene.
“¡Está escapando!”
“¡Armas, armas, primero tomen las armas, por el amor de Dios!” ruge Mulciber. “¡Avery!, Avery,
tu, maldito—”
Regulus no mira hacia atrás o se permite dudar mientras se lanza hacia el río congelado,
escuchando las manos que golpean bajo sus pies, tratando de alcanzarlo, y no deteniéndose por un
segundo. Con su bolsa en la espalda y sus dagas cerca, Regulus patina a través del hielo hasta que
alcanza tierra firme en el otro lado, y luego sale disparado hacia el bosque.
Alguien—Avery, sin duda—no se detiene a conseguir armas y, en su lugar, sigue persiguiendo, sin
menor intensidad ni reduciendo la velocidad. Regulus logra llegar al bosque y se precipita hacia el
interior, sin apenas poder ver a dónde se dirige, pero no ha estado cerca de un fuego caliente en las
últimas horas. No ha tomado agua (para ser justos, los mortífagos tampoco), y tampoco ha estado
holgazaneando todo el día. A pesar de ser tan rápido, el frío que tiene y su agotamiento son
problemas serios, los que hacen que Avery logre alcanzarlo.
Regulus sabe cuando él está cerca. Puede escucharlo. Está intentando escapar de él, pero no tiene
caso. Avery choca contra su espalda y lo lleva al suelo, Regulus aterriza con un golpe seco. Rueda
frenéticamente con el impulso, tratando de quitarse a Avery de encima de un empujón, pero Avery
lucha para ponerse sobre él. Se pone a horcajadas sobre Regulus, golpeando el suelo, y entonces
alza su mano en la oscuridad y golpea a Regulus en el rostro.
Avery está sosteniendo una roca. Una grande. Una piedra fría abre la mejilla de Regulus con un
corte y le pega en el labios lo suficientemente fuerte para hacer sangrar la esquina de su boca.
Regulus puede probarlo en su lengua, el peso grueso de sal, hierro y óxido. Es asqueroso,
honestamente, pero lo traga a favor de respirar, porque no puede escupirlo por el momento.
Respirando con fuerza, Avery parece agarrar mejor la roca con ambas manos, alzandolas alto sobre
su cabeza, y Regulus se da cuenta de repente de que está a punto de que le rompan el cráneo. El
mundo no se ralentiza con su inminente muerte; en todo caso, parece acelerarse, y el cerebro de
Regulus fracasa en seguirle el paso. Sin embargo, su cuerpo no tiene esos problemas.
Es reflexivo. Solo—instinto inmediato. Regulus lanza sus piernas hacia arriba para golpear a Avery
bruscamente entre las piernas con sus rodillas, haciéndolo doblarse hacia delante con un quejido, y
entonces mueve su mano hacia arriba y entierra su daga hasta la empuñadura en la garganta de
Avery.
Regulus puede verlo con perfecto detalle, incluso en la oscuridad. Puede ver la manera en la que se
congela, con sus brazos aún alzados como si fuera una marioneta con hilos que no saben que han
sido cortados. Sus ojos están bien abiertos en shock, su boca se abre y cierra mientras no sale
ningún sonido. Y luego, Regulus tira de la cuchilla hacia atrás con una respiración profunda. Los
brazos de Avery caen, y roca cae al suelo con un golpe seco. Sus ojos están vidriosos, y se
oscurecen visiblemente, se apagan. Cuando Regulus se inclina y lo empuja, Avery se desploma al
costado, con sangre brotando de su garganta.
Antes de que Regulus siquiera se ponga de pie, el cañón suena, y Avery ya no se mueve. Avery ya
no está respirando. Avery tiene esa quietud antinatural que proviene de la falta de vida, porque está
muerto. Regulus acaba de matarlo.
El mundo parece hacerse y deshacerse mientras Regulus mira fijamente el cuerpo de Avery,
congelado en su lugar y con los ojos abiertos de par en par. No vuelve a enfocarse hasta que
escucha el golpeteo de pies en el suelo del bosque, dirigiéndose directamente hacia él.
Tragando grueso, Regulus mira a Avery por un segundo más, bastante consciente de la sangre
goteando de su cuchilla, de la punta de sus dedos—y luego se gira en su lugar y sigue corriendo.
No mira atrás.
~•~
James es quien se mantiene despierto incluso cuando Peter se queda dormido. Vanity está
acurrucada contra él, y se han acercado tanto al fuego que probablemente sea técnicamente un
peligro, pero el calor parece haber ayudado. Está temblando otra vez, y respirando más
profundamente, lo que James toma como una buena señal.
Aún así, para mantener vivo el fuego, la madera es necesaria, así que se arrastra para enfrentar al
frío solo. Ya es tarde, la luna cuelga en lo alto del cielo, y los ojos de James pican con la necesidad
de dormir. Sin embargo, no será capaz de hacerlo, no hasta que se entere de quién está muerto y,
aún más importante, quien no lo está.
Ahora son seis. Sonó otro cañón por el sexto hace algunas horas, provocando que James entrara en
pánico brevemente cuando pensó que Vanity no estaba respirando—pero lo estaba. Ella es fuerte.
Es una guerrera, y luchará hasta la mañana, hasta que vuelva a hacer calor. Eso no significa que el
pánico general de James haya desaparecido, porque no lo ha hecho, y no lo hará hasta que esté
absolutamente seguro de que Regulus está vivo. James cree que lo está. Extrañamente, él piensa
que él—bueno, él solo siente que lo sabría, de algún modo. Solo… fundamentalmente.
Siendo más preciso, James sabe que no estará bien del todo hasta que vea a Regulus de nuevo. Lo
necesita. Tan pronto como salga el sol, James irá a buscarlo, porque ¿cómo carajo puede llevarlo a
casa si no está a su lado todo el tiempo? Ahora Vanity tiene a Peter para cuidar de ella hasta que
James vuelva con Regulus firmemente a cuestas. Mañana, James va a encontrarlo.
Fuera de la cueva es espantoso, duro, solo jodidamente brutal. El viento es como fragmentos en su
piel expuesta, implacable. Es tan frío que su cuerpo traquetea como si su esqueleto vibrara en un
intento de desprenderse de su carne como un abrigo particularmente rígido. James agacha la cabeza
y aprieta los dientes, planeando hacerlo rápido, recolectando las primeras ramas con las que se
cruza. Solo necesitan suficiente para llegar a la mañana.
James tiene un pequeño puñado en sus brazos y está a punto de volver a entrar al refugio de la
cueva—no es el mejor, pero es mejor que nada, eso es seguro—pero entonces hay un sonido de
trompetas y cuernos que lo hacen soltar todos los palos al girar. Alza la cabeza al cielo, con los
ojos bien abiertos mientras observa las pancartas de los tributos caídos comenzar.
“Por favor, por favor, por favor,” James corea en voz baja.
Se muestran en el orden en el que murieron. Primero, hay alguien que James no conoce—uno de
los que se negaron a hablar—y, a pesar de esto, su corazón aún duele cuando su rostro se cierne en
el cielo. Después de eso hay un niño—otro más que James no conocía, pero aún así un niño, no
pudo tener más de diecisiete años. Un nudo se le forma en la garganta. La tercera parece mayor—
lo que no lo hace más fácil, honestamente—pero James recuerda cuando ella cayó en el río,
momentos antes de que Vanity casi hiciera lo mismo.
El quinto tampoco es alguien que reconozca. Sin embargo, es otro niño. Muy, muy joven.
Desgarradoramente joven. Es suficiente para hacer lágrimas brotar de sus ojos, porque entre eso y
Dylan, no puede evitar sentirse terriblemente molesto. Las lágrimas escuecen en sus mejillas
conforme caen. Quizás se congelarán ahí.
El sexto…
James parpadea mientras mira fijamente el rostro de Avery en lo alto, ciertamente sorprendido por
este. Los mortífagos—eso no tiene sentido. James no puede entender porque Avery estaría muerto.
Quinn o Hodge, tal vez, porque son de quienes los mortífagos se desharán primero. Avery no se
alejaría mucho del resto de su grupo, así que sería difícil matarlo, al menos no sin que los demás se
apresuraran a matar a quien lo haya intentado. ¿Habrá caído al río? ¿Comió la planta equivocada?
Es simplemente—desconcertante.
Regulus está vivo. Aún sigue con vida. Aún está ahí afuera.
James alza la cabeza y mira hacia el cielo, entreteniendo el pensamiento de que Regulus tal vez,
solo tal vez, esté haciendo lo mismo, igual de aliviado de saber que James también está vivo.
“Solo mantente con vida. Voy a encontrarte,” James susurra en una exhalación, luego se agacha
para recoger las ramas y volver a la cueva, con un nuevo peso fuera de sus hombros.
~•~
Sirius desgraciadamente recuerda el primer día de sus juegos. Fueron diseñados como una
montaña, colinas por doquier, con las armas y provisiones en las puntas. Había muchos árboles,
pero eran delgados y no del tipo que alguien escalaría. El único refugio para esconderse dentro
eran las cabañas distribuidas aleatoriamente por todo el lugar, completamente destripadas y sin
ofrecer ninguna comodidad, usualmente tampoco sin puertas. En su primer día, lo pasó acurrucado
en una pequeña habitación en una de esas cabañas, cocinando la rata que logró atrapar y apenas
consiguiendo descansar.
Sirius no mató a nadie en su primer día. No, eso vino después. Bueno, muy pronto, de hecho—
mató a dos personas en su segundo día, cuatro en el tercero, tres en el quinto, uno en el sexto, nadie
en el séptimo u octavo, luego a los últimos dos en el noveno. Doce personas en menos de dos
semanas. Sirius Black, damas y caballeros.
Más bien en contra su voluntad, Sirius recuerda cada una de sus muertes en la arena. Cada una de
ellas, con un detalle atroz, tan vívido que puede cerrar los ojos y transportarse de nuevo a esos
momentos incluso diez años después. A veces eso le pasa de todas formas, especialmente en sus
sueños. Está fuera de su control, usualmente eran alucinaciones de las que James tenía que sacarlo
con charlas. Algunas veces, Sirius estaba tan fuera de sí que casi hiere a James, porque estaba de
vuelta ahí, o porque no era libre de su propia cabeza. James nunca lo culpó por ello, y Sirius nunca
se perdonará por ello. Vaya par, ¿eh?
Sin embargo, la primera muerte de Sirius. Gunther Biloby, veintitrés años, llegando directamente a
un Sirius Black de dieciséis años con un mazo con una cadena de acero, balanceándolo hacia la
cabeza de Sirius con una precisión salvaje y aterradora. Sirius no contaba con nada más que una
lanza de madera que había tallado descuidadamente para sí mismo la primera noche con un trozo
de piedra afilado.
Nada podría eliminar de su cerebro el recuerdo de haber tomado esa lanza y clavarla justo en el ojo
de Gunther, hasta que este dejó de moverse. La frágil lanza se había roto en su cráneo, así que
Sirius tomó el mazo con rapidez antes de alejarse de su primera muerte.
Diez minutos después, estaba de vuelta en su cabaña, observando fijamente la sangre en sus manos
y balanceándose hacia adelante y hacia atrás mientras luchaba para recordar como respirar. Nunca
recuperó su aliento después de aquello, y no cree haber respirado igual desde entonces.
Pues, la primera tiene peso. Es un peso permanente, de hecho, uno que no puedes quitarte de
encima. Ese cambio de algo inocente, a algo asesino. Porque ya has matado a alguien, y nunca
podrás cambiarlo. No importa si no eras realmente inocente antes; el asesinato desgarra el alma, y
la de Sirius es un tapiz triturado, pero recuerda la brutalidad de ese primer año.
Mientras tanto, Regulus está frotando furiosamente sus manos temblorosas, a pesar del hecho de
que ya limpió toda la sangre. Su daga también. Ya no hay más sangre, pero Regulus sigue
intentando frenéticamente de fregarla toda, como si aún pudiera verla ahí. El corazón de Sirius se
rompe, porque sabe lo que se siente. Sabe lo que es mirar tus manos y verlas manchadas con
sangre, permanentemente.
La única cosa que parece brindarle consuelo es el hecho de que el rostro de James no fue mostrado
en las pancartas en el cielo. Observó ávidamente, rígido y congelado en su lugar, y al final, toda la
tensión se drenó de su cuerpo por un momento breve. Sirius supo que estaba aliviado sobre James,
y posiblemente también por Evan. Aun así, no fue capaz de ver el rostro de Avery en el cielo. Tan
pronto como apareció, apartó la mirada y volvió a tratar de limpiar sus manos ya limpias.
En cuanto a James, está bien con Vanity y Peter. Sirius no está completamente seguro de que
Vanity logre pasar la noche, pero por su bien—tanto como por el de James y Marlene—espera que
lo haga. Por el momento, Peter volvió a despertar para tomar el siguiente turno para que James
pueda dormir un poco, pero James está contándole sobre las seis personas que murieron en el
primer día.
Pero, en realidad, eso es todo. Los juegos no son televisados veinticuatro siete. Los tributos tienen
que dormir, y generalmente hay mucho tiempo cuando están simplemente sobreviviendo
casualmente—nada ‘interesante’ para los Hallows—así que no pasa mucho tiempo antes de que
termine conforme varios tributos se preparan para la noche.
Por un largo momento, solo se queda ahí sentado en silencio, intentando encontrarle sentido a todo
lo que ya pasó. James, que está con Peter y Vanity, esencialmente desarmado y cuidando de
aquellos que Sirius—de forma poco caritativa pero realista—no sospechaba que llegarían lejos.
James puede arrastrarlos pataleando y gritando, pero también solo lo retrasaría. Esa es una manera
jodida de pensar, y James no pensará de esa forma en absoluto, pero esto se trata de hechos. De
supervivencia. James está cargando con peso muerto, y si lo hace por mucho tiempo, va a hundirse.
Luego está Regulus, quien—para sorpresa y leve desesperación de Sirius—ha estado ocupado,
hasta ahora. Día uno, y ya ha hecho tanto que es difícil organizarlo todo. Está el vínculo que parece
haber formado con Evan Rosier—que, de nuevo, Sirius no vió eso venir, no tan pronto. Quizá no
sea un vínculo seguro pero, no obstante, es una base de confianza inestable. En la arena, cosas
como esa pueden llevarte lejos. Un ejemplo de ello: Regulus.
Tiene armas y provisiones. También trabajó duro para conseguirlos. Sirius encuentra ese río
alrededor de la cueva indescriptiblemente cruel. Nunca había visto una arena hacer algo como eso
anteriormente; Horace Slughorn es un bastardo enfermo y creativo para pensar en algo como eso.
Todo está tan—meticulosamente diseñado, el terreno depende del clima. Necesitaban congelarlo
para cruzar el río, y el descenso de temperatura también ha jugado en su contra. No la tienen fácil
este año.
Sirius admitirá casi haber tenido ocho ataques al corazón mientras miraba a Regulus llegar a las
armas y provisiones. Sabiendo que le teme a las alturas, pero haciéndolo de todas formas, y
también no estar completamente seguro de las intenciones de Evan… Si, Sirius estaba conteniendo
el aliento todo el tiempo, básicamente
También estuvo muy cerca. Esa es la tragedia de todo. Regulus y Evan casi lo lograron. Casi, casi,
casi—la cosa más devastadora en el mundo. Jodido casi.
Observar a Regulus ser descubierto, luego que le tiraran rocas, eso fue difícil. Sirius se estremecía
cada vez que Regulus era golpeado, o casi golpeado. Eso no se comparó al horror absoluto y temor
que se apoderó de él cuando los mortífagos se dieron cuenta de que podían llegar a Regulus. Y
luego Avery…
Por un momento breve y aterrador, Sirius estuvo muy seguro de que Regulus estaba a punto de ser
asesinado. Avery golpeó a Regulus con una roca, después de todo. Lo dejó con un labio partido y
un corte, afortunadamente pequeño, en su mejilla; nada que no formará una costra y sanará
rápidamente. Pero en esa fracción de segundo, cuando Regulus solo estaba ahí en el suelo, el
corazón de Sirius casi jodidamente se dió por vencido por el estrés. Estuvo aliviado al instante,
instintivamente cuando Regulus mató a Avery sin dudarlo.
Aún así, saber que Regulus lo hizo, qué tuvo que hacerlo, hace que Sirius se sienta hueco y
exhausto. Sirius no se hacía ilusiones de que Regulus y James lograran pasar por la arena sin matar
gente. Son blancos, así que no había ninguna posibilidad de que eso pasara, honestamente. Eso no
significa que sea fácil. Eso no significa que no destroce a Sirius por dentro.
“¿Sirius?”
Exhalando temblorosamente, Sirius deja de lado el control remoto y mira a Remus, que sigue aquí.
Remus, que se quedó. Remus, que sostuvo su mano sin importar lo fuerte que Sirius la apretara.
Remus, que murmuró ánimos y un sinfín de promesas tranquilizadoras en los oídos de Sirius todo
el tiempo. Remus, que nunca lo juzgó por cualquier sonido de angustia que soltó, o por cada
estremecimiento que tuvo, o por las lágrimas que tuvo de ahuyentar. Remus, Remus, Remus.
“Necesito un trago,” dice Sirius roncamente, despegándose de su asiento para arrastrar los pies a la
cocina.
Remus lo sigue. Es callado y observador mientras Sirius saca un vaso, toma una botella, y se sirve
algo de whisky escocés. Algo salpicado, ahumado, un rizo del mar prende fuego en su garganta. Es
pesado, pero su tolerancia es… Bueno, se necesita mucho para que se emborrache, lo que viene de
haberlo hecho constantemente en el pasado. Pero, a veces, simplemente todo el ritual de ello puede
tener un efecto tranquilizador en él—toma el vaso, sirve la bebida, lo bebe, siente el ardor en su
pecho. Rutina. O solía serlo.
Sirius exhala un suspiro y deja el vaso después del segundo tirón, sintiéndose entrecerrar los ojos.
Siempre se siente—culpable, cuando se trata de sus comportamientos destructivos del pasado. No
todos fueron su culpa, pero es responsable de algunos de ellos, y probablemente es una de las
mayores razones por las que no se descontrola de nuevo. Bueno, eso, y James. También Regulus,
pensó en algún punto en el tiempo, pero ya no intenta engañarse pensando así. No es como si
hubiera hecho algo con su sobriedad. Incluso cuando Sirius consiguió estar sobrio (con la ayuda y
apoyo de James) y se mantuvo sobrio, no fue con su hermano a arreglar las cosas. Regulus apenas
supo lo mal que estuvo, honestamente. Además, no estar sobrio nunca fue la fuente de los
problemas de Regulus y él. Quizás solo una pequeña razón detrás de sus verdaderos problemas,
pero eso era todo.
Remus no dice nada, pero se inclina sobre la mesa con los brazos cruzados sobre su pecho, sus
dedos ahuecando sus propios codos. Es casi como si se sostuviera a sí mismo. Sirius tiene la muy
ridícula urgencia de agacharse y escabullirse entre esos brazos, así lo sostendrán también.
“Bueno,” dice Sirius eventualmente. Sostiene su vaso frente a su rostro y entrecierra los ojos ante
el líquido en su interior, estudiando cómo se mueve en el cristal estampado. En la luz de la cocina,
el whisky escocés tiene el mismo color que los ojos de Remus.
“Si,” Sirius concuerda en voz baja. Toma una respiración profunda y temblorosa y recuerda que el
hecho de que están vivos tiene que ser la cosa más importante. No puede persistir en lo que cuesta,
en lo que se necesita, para que eso sea cierto. Después, cuando estén frente a él—no, cuando uno de
ellos esté frente a él, porque no pueden ser ambos, carajo—cuando uno de ellos esté frente a él,
vivo pero no en buen estado por todas las formas en que tuvieron que sobrevivir, si lo hacen—si
uno de ellos lo hace, solo uno, y las posibilidades—
Sirius cierra los ojos con fuerza y drena su vaso, siseando a través de la quemadura y bajando el
vaso con un fuerte golpe. Hace el equivalente mental de abofetear a su propia mente para
ordenarla, forzándola a quedarse quieta por un jodido segundo. Cuando uno de ellos esté en casa, si
logran regresar a casa, entonces Sirius se preocupará por las repercusiones de todo lo que hizo que
eso pasara. La primera prioridad, y siempre, es—que están vivos.
No puede pensar en Regulus, solo y con frío dentro del tronco de un árbol. No puede pensar en
James, hambriento y con frío dentro de una cueva. No puede pensar en lo que ya han sufrido, o por
lo que sufrirán conforme el pasar de cada día hasta el final. La única cosa en la que puede pensar es
que están vivos, siguen con vida, y cómo puede ayudarlos para que se queden de esa forma.
“Sirius,” Remus dice suavemente, y hay dedos enrollándose alrededor del vaso en la mano de
Sirius, superponiendo con la suya, comenzando a jalarlo de su agarre.
Sirius aparta su mano de golpe, con los ojos abriéndose rápidamente mientras suelta con rudeza. “
No lo hagas.”
Hay un momento, un silencio breve, donde sus ojos están fijos y nada—nada en absoluto—está
pasando. Algo cambia en la mirada de Remus, y luego algo está pasando, pero Sirius no sabe que
es. En el siguiente segundo, Remus se estira para agarrar la muñeca de Sirius firmemente, no lo
suficiente para que duela, solo lo suficiente para que pueda sentirlo. No lo deja ir.
“No,” gruñe Sirius, malhumorado al respecto. “No, me lo voy a quedar, gracias, y ¿quien eres tu
para decirme—”
“Soy tu—” Remus vacila, sólo brevemente, luego resopla. “Soy importante para tí, ¿no es cierto?
¿O solo soy un jodido sirviente para ti?”
Sirius parpadea, ciertamente sacándolo de su mal humor por un momento para estar muy
desconcertado en su lugar. “Um, ¿qué?”
“Ya me escuchaste,” enuncia Remus bruscamente. “¿Tengo o no el derecho de preocuparme por ti?
Alguien muy querido para ti, eso fue lo que dijiste. Pero, ¿qué?, ¿solo un sirviente que no puede
opinar cuando es conveniente para ti? ¿Es así?”
“Yo—¿qué? ¿No? Maldito—por supuesto que no, no,” Sirius escupe en una mezcla de
incredulidad y… enojo, de hecho. Un enojo auténtico porque Remus pensara eso de él. “Yo—
maldita sea, Remus, ¿ahora es el mejor momento para esto? ¿de verdad?”
“Es el mejor momento cuando yo digo que lo es. Dame el maldito vaso, Sirius,” estalla Remus.
“¡Está bien!” detona Sirius, medio incrédulo y también desconcertado y agitado y tenso y—
Le da el vaso a Remus.
Remus lo deja de lado, luego deja caer la muñeca de Sirius. “Tengo todo el derecho de
preocuparme por ti. Tu me diste ese derecho, y no lo voy a soltar, especialmente cuando estás
herido. Estás enojado. Estás bajo una cantidad inimaginable de estrés justo ahora. Si quieres
retarme, está bien, pero no me echaré para atrás.”
“Era un maldito trago, Remus,” refunfuña Sirius, y Remus solamente arquea una ceja hacia él. “Lo
era. No soy un niño. Conozco la moderación, ¿de acuerdo? Puedo tomar un trago, o incluso
algunos más, y no tiene que significar—”
“Pero lo significa. Hoy lo hará. Esta semana—cuando están en la arena—lo va a significar,” corta
Remus, y Sirius aprieta la mandíbula, porque está en lo correcto. “Y no estoy—no te estoy
culpando, Sirius. No te estoy juzgando. Por lo que estás pasando justo ahora, nunca te echaría en
cara cómo lo manejas. Pero.” El traga, su rostro se suaviza. “Pero no voy a quedarme sin hacer
nada, si puedo ayudar. Sé que no hay nada que pueda hacer para arreglar lo que está mal, lo sé,
pero si puedo estar aquí para ti, y cuidar de ti, entonces voy a hacerlo. Y nada, ni siquiera tu,
evitará que lo intente.”
Sirius siente un nudo formarse en su garganta, y solo quiere que se vaya. Está tan cansado de
sentirse asfixiado. Está tan cansado de tener que tragar cosas repetidamente, una cosa horrible tras
otra, hasta que todo lo que puede hacer es asfixiarse. Quiere ahogarlo todo, adormecer los sentidos,
y tragarselo todo hasta que vuelva a subir como la bilis cuando esté lúcido.
Remus se estira como si estuviera a punto de tocar la mano de Sirius, y Sirius se aleja por reflejo
del toque. La mano de Remus retrocede inmediatamente, y Sirius también se asfixia en eso.
“No tienes que disculparte,” Remus murmura. “Claro que no tienes porqué, Sirius. Si no quieres
que te toque, entonces no quieres. Puedes alejarte. Puedes decirme que no. Puedes tener límites,
incluso respetando los míos.”
“Es solo que—solamente me siento tan… me siento a carne viva,” confiesa Sirius, las palabras se
arrancan de él con angustia. “Me siento como un nervio expuesto, Remus, y—es agonía. Porque
todo esto… No es justo. No lo es—todo eso está tan mal.”
Sirius sacude la cabeza. “Y nosotros solo. Nos lo tragamos. Nos ahogamos en ello, año tras año
tras año, porque ¿qué más podemos hacer? Eso es todo lo que podemos hacer. Y eso tampoco es
justo.” Exhala bruscamente y enrosca los dedos en la barra. “Y no soy mejor que nadie más. Soy lo
que ellos me hicieron.”
“No, no, lo soy,” Sirius insiste. “¿No lo entiendes, Remus? Hago mi papel como todos los demás.
Esto—soy parte de ello. Un Vencedor. Un maldito asesino en el que ellos me convirtieron, y yo—
los odio. Los odio. Quiero destrozarlos a todos. Quiero hacerles ver lo que crearon, y quiero que
mueran mirándolo. Quiero que ellos se asfixien en eso; quiero asfixiarles la vida. A todos ellos.
Cada patrocinador, vigilante y oficial del gobierno y al jodido Riddle.”
Las cejas de Remus se pellizcan. “¿Crees que eres el único? ¿Crees que eso te hace—malo? Porque
si es así, también lo soy. En esto…no estás solo.”
“Yo—yo solo—me siento…peligroso, a veces,” se ahoga Sirius, su rostro se frunce. “Me asusto a
mi mismo, la mayoría de los días.”
“Yo…” Remus pausa, luego suspira. “Si, está bien, lo haces. Pero no como te asustas a ti mismo.
A veces me asusta como me haces sentir, pero nunca, nunca porque sé de lo que eres capaz. Te he
visto empapado en sangre, Sirius. Me sigues pareciendo lo más hermoso que he visto nunca.”
“¿Lo viste entonces?” pregunta Sirius. “¿Cuando solo era una persona en la pantalla, cubierto en
sangre, te parecía hermoso entonces?”
Sirius respira profundamente, preguntándose y siempre preguntándose cómo es que Remus siempre
sabe qué decir. O quizás solo es perfecto, y lo que dice es la verdad. La cosa exacta que Sirius
necesita escuchar. El no era hermoso cuando fue forjado en un arma, empapado en sangre que
nunca quiso derramar. Era feo, feo, feo. Grotesco y desalineado. No querría ser otra cosa al hacer
eso.
Los Hallows lo encuentran hermoso. Les pareció hermoso antes y después y durante su violencia.
Aún les parece hermoso hasta la fecha, por todas las razones incorrectas, por todas las razones que
él odia. No era jodidamente hermoso. Estaba asustado, y muriendo, y perdiendo partes de sí mismo
que nunca recuperará. No era algo para maravillarse. Era perturbador; era algo en lo que las
personas no deberían haberse deleitado; era algo por lo que todos debieron estar horrorizados.
Y eso. Pues, eso es otra cosa. Eso es…algo muy diferente, una distinción muy importante de hacer.
Ser forzado a asesinar, a volverse lo que es—es un proceso desagradable. ¿Pero que Sirius lo
hiciera por sí mismo? Ser lo que él es por venganza, o su percepciṕn personal de justicia… Bueno,
eso es diferente.
Sirius está aprendiendo que la elección y autonomía significan algo para Remus que no significa
para la mayoría. Considerando su posición en el Hallow, eso tiene sentido. Identidad individual y
control sobre uno mismo, libertad e igualdad, eso es importante para él. Puede encontrar la belleza
en eso, y Sirius no tuvo eso en la arena, por lo que no puede encontrar la belleza ahí.
“Sirius, literalmente el día que nos conocimos, intentaste quitarme mi máscara para dejarme
respirar. Si fueras lo que crees que te han convertido, nunca hubieras hecho eso. No estaríamos
hablando justo ahora si no fueras mejor que ellos.”
“Eso es—solo fue lo que debía hacer,” balbucea Sirius. “Apenas es algo. Si pudiera hacer más—”
“¿Más?” Remus ríe, alto y filoso. “No te atrevas. Eso fue todo para mí.”
La boca de Sirius se cierra de golpe, tragando grueso. Remus sacude la cabeza con pesar, y Sirius
siente su corazón apretarse. “Oh.”
“Nunca socaves tu impacto de nuevo, no a mí,” le dice Remus, bajo y firme, con la mirada aguda y
punzante. “Tal vez no signifique mucho para ti, ¿pero para mi? Fue más de lo que tuve en cinco
años, y has encontrado maneras de darme incluso más que eso desde que intentaste quitarme mi
máscara, Y es—a veces, Sirius, me enoja. ¿Siquiera sabes lo frustrante que es que yo—que yo no
pueda darte nada de vuelta? Yo—yo—”
“No me debes nada,” dice Sirius, quien está hablando suavemente ahora, “y ya me has dado
mucho. Lo que hice—eso es solo… literalmente lo mínimo, y no quiero que tú—me elogies por
ello, o te sientas en deuda. Lo mereces, Remus. Mereces respirar, hablar, tener libertad y control y
mucho más. Mereces algo mejor.”
Remus baja la mirada a sus manos, sus labios se presionan en una línea. Sus ojos se cierran. No
dice nada.
“Es inmoral,” Sirius continúa en voz baja. “Lo que el Hallow le hace a sus sirvientes. Bueno, lo
que el Hallow le hace a… muchas personas. No conozco tu crimen, Remus, y francamente, me
importa una mierda lo que haya sido. Puedes contarme, o puedes no hacerlo nunca, y eso no cambia
que por lo que pasaste está tan jodido como lo que yo hago. No es una competencia, aunque al
Hallow le encantaría que lo fuera, pero no actuaré como si no importara solo porque les ponen
máscaras y los tratan como máquinas. Se que te torturan, o que lo han hecho antes, y no hablas
sobre eso fuera de términos generales, pero no pienses ni por un segundo que no estoy al tanto. No
estoy ignorándolo. Si pudiera matarlos, sería por ti también.”
La cabeza de Remus se levanta de golpe mientras toma una fuerte respiración. Da un paso brusco
hacia Sirius, luego inmediatamente toma un paso sólido hacia atrás antes de que Sirius siquiera
reaccione. El parpadea. “Perdón. Creo que estaba a punto de hacer algo muy estúpido. Eso es—yo
—no puedes decir cosas como esas, Sirius. Es… Es realmente…”
“Si, bueno, dame una pequeña advertencia a la próxima,” farfulla Remus, exhalando un profundo
suspiro y ensanchando sus ojos cómicamente mientras se pasa la mano por el pelo.
Los labios de Sirius se retuercen. “Perdón por—bueno, siento que hayas sentido que tenías que
parar. No soy—no es—yo solo—”
“Otra vez, no tienes que disculparte por necesitar—lo que necesitas,” dice Remus, dejando caer su
mano. “Justo ahora necesitas no ser tocado. Eso está bien.”
“No se siente—bien,” Sirius murmura. “James y Regulus están… Bueno, no se sentiría bien si yo
—”
“Oh, bueno, eso es algo totalmente distinto,” Remus anuncia con el ceño fruncido. ”No hagas eso.
No puedes castigar al Hallow castigándote a ti mismo.”
Sirius siente esas palabras como un puñetazo. Oh, eso es—eso impacta con fuerza. Porque eso es,
¿no? Eso es lo que hace, porque ha sido tan moldeado por el Hallow y todo eso que le han hecho se
siente como una extensión de ello. Quiere lastimarlo, así que se lastima a sí mismo, porque ya está
herido, así que ¿porqué no? Porque es mucho más fácil lastimarse a sí mismo que a los demás.
“James y Regulus—”
“—no necesitan, o quieren que sufras en solidaridad con ellos,” Remus lo corta, sosteniendo su
mirada. “¿Crees que eso los haría sentirse mejor? Ellos no querrían eso. Les consolaría saber que
estás consolado.”
“Es—yo—” Sirius traga con fuerza, luchando para explicar su culpabilidad ante el mero
pensamiento. Están sufriendo, y él también debería. James estaría devastado, si lo supiera.
Regulus…
“La última noche, después de la cena, Regulus me ayudó a limpiar,” le informa Remus, y la cabeza
de Sirius gira para enfocarse en él, completamente interesado de inmediato. Los labios de Remus
se curvan hacia arriba. “Hablamos un poco. Hablar con él es bastante interesante, sabes. Muy
franco. Me gusta eso de él.”
“Fue—intrigante notar las diferencias entre ustedes, y también lo similar que son esas diferencias,”
medita Remus. “Es franco, como dije, pero también muy—protegido. Llega a su punto solo
diciéndolo, usualmente con sarcasmo. Tu, por otro lado, eres simplemente transparente.”
“Sirius, eres tan sutil como un ladrillo a la cara,” Remus declara en una diversión cariñosa.
“Aunque también te proteges. Solo que no de la misma forma que él. Él se cierra. Tu… atacas.
Pero, cuando se trata de hacer entender tu punto, eres muy honesto y serio y obvio . Puedo ver a
través de ti. Quizás solo es porque me tomo el tiempo de mirar, no estoy seguro, pero no creo que
esas cosas sean mutuamente exclusivas.”
Remus alza sus cejas hacia él. “No puedo apartar mis ojos de ti en el momento en el que apareces
en mi línea de visión. ¿ Tú qué crees?”
“Entonces, ¿si?”
“Si, Sirius, obviamente me gusta.”
“Oh. Bien. Eso es—si, bien.” dice Sirius, aclarando su garganta. Remus parece exasperado.
“También me gusta lo que veo. Quiero decir, cuando te veo.”
“Lo sé,” le dice Remus con una risa ahogada. “Como dije, no eres muy sútil.” Su rostro se suaviza
cuando Sirius comienza a sonrojarse al instante. “Que eso no te preocupe, ¿si? Y no—no trates de
cambiarlo. No trates de cambiar quien eres, quien eres en realidad. Me gustas por tí.”
“¿Y tu culpa?”
“Que se vaya a la mierda. Mi deseo incesante por tí está estrangulándola actualmente. Me ocuparé
de ella después.”
“¿Oh?” Remus ríe suavemente, luego sacude la cabeza. “Pues, siento mucho retrasar tu deseo, pero
tengo algo que decir que—ojalá—ayude con la culpa.”
“¿Y cómo muestras tus puntos, Remus?” Sirius pregunta, al borde de la burla. Remus arquea una
ceja. “¿Debería decírtelo, ya que tu me dijiste cómo lo hago yo? No eres el único observador,
sabes.”
“Muestras tu punto como si nunca fueras a tener otra oportunidad. Como si fuera de vida o muerte.
Como si solo tuvieras un tiro, y te negaras a fallar. Muestras tu punto como si lo estuvieras
argumentando antes de que siquiera sea un debate, y sabes que tienes razón.”
Remus lo mira fijamente, luego frunce sus labios. “Bueno, tengo razón, entonces—” Sirius resopla,
y Remus rueda los ojos. “Claro, y ¿exactamente cómo llegaste a esa conclusión?”
“Remus,” Sirius dice lentamente, “eres el primer sirviente que se quitó su máscara por sí mismo,
jamás. Eres el primero en dar su nombre inmediatamente cuando se le preguntó. Eres el primero en
sentarse y comer con nosotros. Eres el primero en seguir quitándose la máscara por sí mismo,
porque ah, bueno, ¿a quién le importa quién lo hace si te matarán por eso de todas formas, verdad?
Esas fueron las palabras exactas que usaste, por cierto.”
“¿Me equivoqué?”
“También le tiraste una bebida encima a alguien, a pesar de saber que serías castigado por ello. Me
llamaste señor solo para joderme. Querías que te tocara, así que literalmente solo rodaste sobre mi
y demandaste que te tocara. Por el amor de Dios, conseguiste que no dejara mi ropa en el suelo
siendo pasivo-agresivo.”
“Mm, bueno, la cordura raramente obtiene resultados,” dice Remus, con los labios crispando
cuando Sirius lo observa con afecto impotente.
“Me gustas tanto,” Sirius susurra fervientemente, sintiendo cada pulgada de lo cierto que es.
Remus le gusta jodidamente tanto que siente como si necesitara—golpear algo.
“Si, lo sé.” la sonrisa de Remus crece, solo es más encantadora cuando hay más que ver. “Aún así,
tengo un punto que mostrar.”
“Lo sé. Estoy temiendolo. Me va a poner muy emocional, ya puedo sentirlo,” Sirius murmura con
un suspiro.
“Posiblemente,” Remus admite. “Volviendo—y buen intento con el desvío—estaba diciéndote que
tuve una conversación con Regulus después de la cena de anoche. Es bastante…conciso,
honestamente, pero creo que nos entendimos suficientemente bien. Dijo algo, sabes, sobre cómo
ibas a pasar un mal rato mientras él y James estuvieran en la arena.”
Sirius traga con fuerza. “¿Lo hizo?”
“Lo hizo,” confirma Remus. “Me dijo que lo haría más fácil, porque soy importante para ti.”
“Supongo que me conoce mejor de lo que pensé,” dice Sirius, y su voz se rompe.
La expresión de Remus es tan, tan suave. “Me pidió algo. Me dijo que no podría obligarme, solo
podía pedirlo, así que lo pidió. Sirius, me pidió que cuidara de tí.”
Un sonido entrecortado, pero apagado, escapa de la garganta de Sirius. Lo atrapa detrás de sus
dientes tanto como puede, inclinando su cabeza hacia delante mientras cierra los ojos con fuerza.
Su corazón se estira en su pecho como si estuviera despertando con un bostezo y un escalofrío.
Duele un poco, y se siente tan indescriptiblemente bien, porque Sirius—oh, ni siquiera se había
dado cuenta de cuán desesperadamente quería una prueba de que su hermano todavía se
preocupaba por él hasta que la tuvo. Porque él no lo sabía, hasta éste momento.
Regulus, que no ha pedido nada desde que tenía quince años, de nadie—hasta donde Sirius sabe.
Lo que estaba pidiendo de ese entonces no era a Sirius, sino a James. Sirius lo recuerda, una de las
pocas cosas que puede recordar en ese espantoso tiempo justo después de la arena.
“Por favor,” había dicho Regulus, su voz estaba tensa. “Por favor déjame verlo, James. ¿Por qué
no puedo verlo?”
James había sonado igual de tenso cuando respondió. “Lo siento, Reg. Él está—no se siente bien,
es todo. De verdad, está durmiendo mucho ahora mismo. Cuando se sienta mejor, él vendrá a
verte, ¿de acuerdo?”
Regulus hizo un sonido bajo y frustrado que se acercaba peligrosamente a las lágrimas. “James—”
“Dame una hora, y pasaré por ahí,” James dijo de todas formas.
“No pierdas tu tiempo,” Regulus había gruñido como respuesta, y luego ahí estaba el sonido de
sus pasos pisoteando con fuerza mientras se alejaba.
Sirius, en ese momento, estaba acurrucado en la cama y lidiando con un breve momento de lucidez.
No había salido de la cama en una semana más que para hacer sus necesidades. James lo intentó.
Bendito sea, el realmente trató de persuadir a Sirius para que saliera de la cama, trató de
persuadirlo de comer más, trató de persuadirlo a tomar una ducha o bajar a ver a Effie y Monty,
como mínimo, si no era Regulus o viejos amigos, porque no estaba del todo listo aún. Realmente
no funcionó. Sirius no podía soportar estar cerca de alguien que no fuera James, y a veces incluso
eso era malditamente difícil.
Esto fue antes del alcohol y las drogas; no los descubriría por algunas semanas más. No, esto fue
durante la neblina donde la única vez que se sintió vivo era cuando se despertaba lo suficiente para
desear estar muerto. Cuando era todo pesadillas y alucinaciones. Fantasmas en el rabillo de su ojo.
Gunther solía sentarse en la silla junto al closet con una lanza rota saliendo de su cráneo hasta que
Sirius le preguntaba a James por qué nunca parecía molestarle el hombre muerto en la habitación.
James, al enterarse de lo que se refería, removió la silla de la habitación por completo.
Pero, ese día, Sirius había salido de su aturdimiento ante la angustia genuina en la voz de Regulus.
Incluso entonces, incluso estando asfixiado por su depresión, sintió una chispa ante el pensamiento
de que su hermano lo necesitaba. Sin embargo, la chispa desapareció tan pronto como se formó, y
cuando James se alejó de la puerta y lo vió mirando, Sirius se giró para mirar la pared en su lugar.
Regulus nunca volvió a hacer esa petición. Regulus nunca hizo ninguna petición de nuevo, después
de eso, especialmente no a Sirius. No ha pedido nada que involucrara a Sirius desde entonces, y
aún así, le pidió esto a Remus. Cuidar de él.
“Porque eres su hermano. Solo quiere que estés bien, y quiere que cuiden de ti cuando no esté—
justo como tu quieres lo mismo para él,” Remus contesta simplemente.
“Yo no—él no estaba bien, y no cuidé de él,” confiesa Sirius, como si estuviera confesando su
mayor pecado. “Yo—yo—”
“Lo fue,” croa Sirius. “Remus, fue muy difícil. Lo sigue siendo.”
Remus sostiene su mirada. “Sé que es tu hermano menor, pero no es tu trabajo cuidar de él. No es
el trabajo de nadie cuidar de nadie, a menos que sean un padre o literalmente se les pague para
hacerlo. ¿Dónde estaban tus padres, Sirius?”
“Oh, ellos,” Sirius dice con voz ronca, y luego suelta una risa áspera. “Si, digamos que eran
inútiles y sigamos.”
“No, no las tenían. Ellos—pues, antes de que Regulus y yo estuviéramos en la arena, sabíamos lo
que era ser blancos. Nuestros padres… como dije, inútiles, pero si vas más allá de eso, entonces
creo que el término correcto sería abusivos. Es—eso paró cuando crecimos. Con crecer, me refiero
a más grandes. Como, cuando nos vimos como hombres, dejaron de golpearnos, porque era más
fácil golpear niños que no podrían luchar de vuelta. Yo, um—hice que mi madre atravesara una
pared, entonces…Si. Eso—ahí fue cuando paró para nosotros.”
“Ella—” Sirius cierra sus ojos, haciendo una mueca ante el recuerdo. “Fui ahí a—para ver a
Reggie. Fue después de que me mudé. Regulus y yo no estábamos exactamente…hablando en ese
momento, pero yo…”
Sirius se aclara la garganta. “Lo intenté. Fui a su habitación, y él estaba dormido, pero vi un
moretón en su mejilla. Mi encantador padre, sin duda. Madre nunca deja moretones; era sobre todo
verbalmente abusiva o usaba bofetadas y arañazos. Y—bueno, yo…no lo sé. En realidad no puedo
recordarlo todo. Recuerdo haberles gritado, y ellos gritando de vuelta. Regulus se despertó y bajó
para ver porqué había tanto alboroto, intentó que me fuera, me dijo que estaba haciendo un desastre
donde no debía…”
“Drama familiar,” farfulla Remus.
“No tienes idea,” le dice Sirius. “Ella—la recuerdo vívidamente diciéndome que no podía decirle
cómo tratar a su hijo, y le dije que no tenían permitido lastimarlo a él, o a mí, nunca más. Habían
pasado casi dos años desde que salí de la arena, pero volvía ahí cada noche en mis sueños, entonces
no creo que haya sido una amenaza vacía cuando le dije que los mataría si lo intentaban, Mi
madre, porque es quien es, agarró a Regulus por el brazo, muy bruscamente, y luego…”
“Y luego hice que mi madre atravesara una pared,” Sirius concuerda con un suspiro cansado,
tirando una mano hacia arriba. “Fue—quiero decir, era solo yeso, sabes, de la clase que puedes
atravesar fácilmente con tu puño. Ella estaba bien. Creo que yo solo—los asusté. Qué es. Pues.”
“Yo—” Sirius parpadea hacia él, luego resopla. “Um, si, funcionó. Eso es—¿te enteras de que hice
a mi madre atravesar una pared, y tu solo estás…muy tranquilo con esta información?”
“Difícilmente es—” Remus se detiene, parece pensarlo dos veces, luego aclara su garganta. “No te
olvides de los detalles importantes, Sirius. Hiciste a tu madre abusiva atravesar una pared en
defensa de tu hermano. No está completamente injustificado.”
“Descaradamente.”
“Descaradamente,” Remus repite, con la mirada cálida. Es suficiente para iluminar a Sirius desde
dentro. “Claro, pues, esto me dió una nueva perspectiva de ti y Regulus, tengo que admitirlo. Es—
siento que vale la pena repetirlo, especialmente ahora, pero no es tu deber cuidar de tu hermano, o
de nadie.”
“Puedo notar que quieres que esté de acuerdo con esto,” le informa Sirius solemnemente, “pero yo
solo—no puedo. No lo haré. Es mi deber.”
“ No lo es,” sostiene Remus, porque claro que lo hace, porque tiene un punto que probar. “No fuiste
traído a este mundo para cuidar de tu hermano, o de quien sea, y nadie fue traído al mundo para
cuidar de ti. Nadie es requerido para cuidar de nadie más, Sirius. Hacer eso es una elección, si no,
no tiene sentido. Ninguno.”
“Remus—”
“No, escúchame. ¿Las personas de las que yo cuido en el Hallow? ¿Nací para esto? No. Es una
obligación. Soy forzado. No lo hago porque quiero; lo hago porque moriría si no. James—lo he
visto cuidar de tí. ¿Crees que hace eso porque tiene que? ¿Tú cuidas de él porque tienes que? Lily y
yo—cuidamos del otro por elección, no por un sentido de responsabilidad. Cuando hiciste a tu
madre atravesar una pared, no lo hiciste porque era tu deber como el hermano de Regulus. Lo
hiciste porque él estaba herido, y te molestó, y porque te negaste a dejar que cualquiera de ellos lo
lastimara otra vez. Todo eso tiene significado. Eso es importante.”
“Lo que estás diciendo sobre el significado en ello, todo eso es verdad, tienes razón,” admite
Sirius. “Es importante que las personas se preocupen por las otras a propósito, no porque están
destinadas a hacerlo. Yo solo—se siente como… Bueno, eso es lo que pasa, ¿no? Siempre tomé esa
decisión para cuidarlo, para preocuparme por él, y luego yo…ya no pude. Y esa no fue una
decisión, Remus. Yo—yo genuinamente no pude.”
“Te culpas por ello, incluso aunque seas muy consciente de que no es tu culpa,” murmura Remus,
sus cejas están fruncidas. Sirius solo se encoge de hombros, porque sí, básicamente. “Podré estar
loco, pero tu eres un desastre, Sirius Black.”
Remus esboza una pequeña sonrisa. “Has estado cuidando mucho de tu hermano—y de James—
recientemente.”
“Podrías…no hacerlo.”
“Bueno, ahí lo tienes,” le dice Remus, con ojos suaves. “Tomaste tu decisión, y no importa las
circunstancias, eso significa algo. ¿Regulus? Él también tomó su decisión. Tomó la decisión de
pedirme que cuidara de ti, porque significa algo para él que cuiden de tí, incluso cuando no puede
ser él quien lo haga. Y ¿Sirius?”
“Vas a dejarme hacer esto por él,” murmura Remus, sosteniendo su mirada. “Vas a dejarme hacer
esto por él, por James, por tí, y por mí. Y no te sentirás culpable por ello, porque eso quita lo que
significa para todos nosotros.”
“Okay,” Sirius exhala, sintiendo como si alguna clase de peso se le quitara de encima. No mucho.
Más bien como cortar las puntas muertas de su cabello cuando se enreda mucho, y luego deleitarse
con lo fácil que es pasar un cepillo por los mechones.
“Muchísimo, si,” suelta Sirius, luego trata con todas sus fuerzas no sentirse egoísta por ello. James
no estaría molesto; ese rayo de sol estaría absolutamente encantado. Regulus—pues, se preocupa
por Sirius y quiere que cuiden de él, tal parece, así que no es como si fuera a estar ofendido.
Entonces Remus lo toca. Solamente se estira para deslizar su mano por el brazo de Sirius, luego
tira más cerca de él hasta que puede rodearlo y abrazarlo. Sirius cede contra él con una exhalación
profunda, cerrando sus ojos mientras devuelve el abrazo.
Sirius es como arcilla mojada en las manos de Remus, completamente a su merced y guía. Algo en
él se asienta tan pronto Remus lo sostiene así, como si el círculo de sus brazos fuera el lugar más
pacífico para estar. Si realmente hay un paraíso después de morir, Sirius no sabría que está muerto
si muriera en los brazos de Remus, porque nada cambiaría. Encontró su paraíso justo aquí.
Los labios de Remus rozan su frente, luego presionan más fuerte en el momento que Sirius se
balancea hacia él, su corazón se desborda al darse cuenta de que es un beso. Remus está besando su
frente. Y luego Remus está besando su sien. Y luego Remus está besando la esquina de su ojo
derecho, con una mano deslizándose detrás de su cuello para guiarlo a inclinar su cabeza hacia
arriba. Sirius lo hace, y luego es recompensado por su cumplimiento con Remus besando su mejilla.
Sin embargo, no pasa más allá de eso, por lo cual Sirius está agradecido. No esta noche. No ahora.
Quizá nunca, porque Sirius no puede manejar eso ahora mismo, con su hermano y mejor amigo en
la arena, con ellos sufriendo y el sabiéndolo. Simplemente no puede hacerlo, y está tan agradecido
de que Remus parece solo saberlo, y respetarlo. Empuja a Sirius a dejarse ser reconfortado, y eso
es todo, nada más. Por ahora, Sirius puede manejar eso, pero solo eso.
“Debo decir,” Sirius susurra, “que me siento muy cuidado ahora mismo.”
Remus ríe con esa risa suya tan encantadora y se dobla hacia delante para enterrar su rostro en el
hombro y pelo de Sirius. Sirius presiona una sonrisa contra su mejilla y se deja ser abrazado.
resúmen para aquellos que vienen a las notas finales: regulus termina matando a avery
en este capítulo apuñalandolo en el costado del cuello con su daga.
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