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GEOGRAFIA Y LITERATURA*
Bertrand Lévy
Universidad de Ginebra, Suiza
En los alrededores de las encrucijadas entre la poesia, la geografia y la
historia, es donde para mi residen en gran medida las cuestiones que me-
recen ese nombre. Esas cuestiones sélo adquieren vida entre los dedos
bajo la forma de organos gigantes: gracias a la superposicion de multiples
teclados (Julien Gracq, 1992: 93)
Por qué la literatura en geografia? El amor por la literatura, es ante todo, la transmisién de
uma pasién, de una antorcha que electriza a la persona, que inspira los pensamientos ¥ las
acciones mas elevados y més radicales que aquellos a los cuales nos condena el universo
eburotragico> (la expresiéin es de Pablo Neruda) de lo cotidiano. Pasion personal por un autor,
un movimiento literario, un concepto, una temdtica, una regidn, que nos otorga la fuerza de
convicci6n y de persuasién que afectaré al corazon de nuestro interlocutor. Esta fuerza trans-
mitida por la obra literaria se refleja en iniciativas muy diversas: no sélo nos lleva a escribir
textos siguiendo la estela de nuestras preferencias literarias, sino que, ademas, puede inducir-
nos a concebir proyectos espirituales o culturales, s6lidamente anclados en la realidad mate-
rial. Ast, podemos colaborar en la fundacién de un museo dedicado a nuestro escritor predilec-
to, renovar una antigua casa en la que vivid —ésta es la problemitica de las casas de los escri-
tores (Poisson, 1997)—, concebir paseos de turismo literario y cultural, o incluso, escribir una
gufa literaria de una ciudad 0 una regidn (Regas, 1996). Todas estas iniciativas muestran bas-
tante bien que el enfoque geoliterario, aunque en principio corresponde a una geografia mas
bien tedrica y desconectada de las realidades sociales, puede prolongarse ¢ ir al encuentro de
un pablico mucho més vasto, al encuentro de una «demanda social» cada vez més importante
y motivada; en ese sentido, pensamos en todas las manifestaciones de turismo literario y cultu-
ral que se desarrollan en todo el mundo. Un testimonio suplementario de esto Jo constituye la
creacién reciente de una coleccién de bolsillo, publicada por Mercure de France, llamada «Le
got de villes (El gusto por las ciudades)», y que permite descubrir una ciudad a través de las
miradas cruzadas de escritores.
En algunos trabajos anteriores (Lévy, 1997) planteamos los argumentos de un alegato a
favor de la utilizaci6n de la literatura en geografia: en principio, el hecho de familiarizarnos
con las bellas letras nos Ileva a escribir mejor, a exponer mejor nuestras ideas, lo que no es
* Traduceién: Ménica Portnoy. Revisisn y cotejo: Daniel Hiernaux y Alicia Lindén,
460 ‘TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA.Geograffa y literatura
nada despreciable en el contexto académico actual en el que el uso del lenguaje cientifico
frecuentemente se acompatia de una parquedad en el tono y una pobreza de vocabulario,
més alld de las expresiones especializadas. El lenguaje literario contiene en sf mismo los
gérmenes de una intercomprensién mutua, cierto grado de complicidad intelectual, resulta-
do de un encuentro de concepciones entre el autor y su lector (Lotman, 1973). La literatura
también se presta al debate, puesto que sigue razonamientos a veces extremos que conducen
a la reflexion, a la reacci6n; la literatura siempre estimula la discusién. Ademas, permite
expresar las contradicciones, las paradojas, en un mundo demasiado sumiso frente a las
ideas y a las ideologias dominantes; siempre fue el arma de las ideas marginales que, poco a
poco, se convirtieron en centros de referencia, como plantea uno de los mensajes del Lobo
estepario de Hermann Hesse.
Para precisar determinados puntos de referencia, y antes de constituir una pasién, el
trampolin hacia una geografia con un lenguaje més fluido, con contenidos evolutivos y filo-
soficamente fundados, cualidades que pueden descubrirse en los inicios de la geograffa hu-
manista anglosajona (Ley, Samuels, 1978; Meinig, 1979), el tema debe reubicarse en el mar-
co de una historia y de una epistemologia de la geografia.
1. La tradicién literaria y filoséfica en geografia
La herencia literaria de la geografia se puede remontar hasta la geografia de los griegos. De
hecho, desde los inicios de la historia de la disciplina se trazan dos fuertes tendencias: una
geografia cualitativista, ciencia de los lugares y de la concepcién de la Tierra, en la que el
discurso mitico, filos6fico y metaférico ocupa un lugar fundamental, y una geografia
cuantitativista, ciencia de las localizaciones, en la que se aplican la medicién matematica y los
métodos de las ciencias naturales. Se trata de las geografias de Estrabén en contra de la de
Tolomeo. Asi, de entrada, se constituyen dos polos epistemol6gicos, un polo literario y un polo
cientifico, que unas veces se complementan, como en la Geografia de Estrabén, y otras se
excluyen, como en la de Tolomeo, que despeja la ciencia de los lugares o la corografta de su
vision de la geografia. Desde Alexander von Humboldt, fundador de la geografia moderna en
el siglo xrx, estas dos concepciones aparentemente antitéticas se encuentran de manera alter-
nada en el tiempo en un mimero creciente de ge6grafos. Se debe al hecho de que la literatura,
que describe las relaciones entre el hombre, la tierra y el cielo, representa un metalenguaje que
infunde no s6lo un sabor incomparable al lenguaje de la cultura, sino que expresa, ademas, de
una manera sensible, el nudo gordiano que vincula al hombre con los lugares.
Estrabon, en la introduccion de su Geografia, insiste en que el gedgrafo también debe
ser un filésofo, es decir, un investigador dotado de un pensamiento critico y reflexivo. Para
Estrabon, el primer ge6grafo fue Homero, Estrab6n (1890: 2) pretende encontrar una cien-
cia de sintesis, una disciplina capaz de hablar de la existencia de los hombres en la tierra.
.. en ese mismo espiritu filoséfico, acostumbrado a meditar sobre el gran arte de vivir y de
ser feliz.
Estrabon y los epictireos atin no habian integrado la dimensi6n trégica o inquieta por la
existencia sobre la tierra, tal como la concibiera el existencialismo de Dardel (1990) en el
siglo Xx. Si los gedgrafos de la Antigtiedad hacen muchas referencias a la filosoffa, a la
mitologia y a la literatura antigua, es porque esos émbitos todavia se encuentran bajo la
autoridad de una filosoffa tan poderosa que domina a las demas ciencias. El lugar original de
Ja literatura se inscribe en la lengua del filsofo que evoca la contemplacion de la naturaleza
y del cosmos. De hecho, cacaso puede haber algo mas noble para el gedgrafo que considerar-
se como un pensador del mundo?
‘TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA 461Bertrand Lévy
2. Sentimiento de la naturaleza, del paisaje y Ia literatura: el aporte de Alexander
von Humboldt
Para Humboldt, autor de la primera sintesis sobre nuestro tema, inicamente la literatura es
capaz de exponer el sentimiento de la naturaleza, tal y como se enunciaba en las mds anti-
guas civilizaciones conocidas en su época: los griegos, los romanos, los hebreos, los indios,
los europeos de la Edad Media, del Renacimiento y hasta las civilizaciones del siglo xvi.
¢Por qué raz6n Humboldt decidié pasar por el tamiz de la Weliliteratur, literatura mundial
apreciada por el romanticismo aleman, la cuestién del sentimiento de la naturaleza? En la
mente de alguien como Humboldt, el mundo fisico se encuentra inevitablemente ligado a la
metafisica, incluso si e] conocedor naturalista no mezcla resultados cientificos y considera-
ciones filos6ficas. En este caso, nos ubicamos en la problematica de la influencia de la natu-
raleza sobre el hombre, no sobre su modo de vida material, sino sobre su vivencia psiquica y
espiritual. Consideremos la sorprendente modernidad del autor a este respecto:
Pasamos de la esfera de los objetos exteriores a la esfera de las percepciones. En el primer
volumen expusimos, mediante un cuadro amplio de la naturaleza, gue la ciencia, basada
en observaciones rigurosas y separada de las falsas apariencias, nos ensefié a conocer
fenémenos y leyes del universo. Sin embargo, ese espectiiculo de la naturaleza no seria
completo si no consideréramos cémo se refleja en el pensamiento y en la imaginacién
propicia para las impresiones poéticas. Un mundo interior se nos revela. No lo explora-
mos, como hace la filosofia del arte, para distinguir aquello que, dentro de nuestras emo-
ciones, pertenece a la accién de los objetos exteriores sobre los sentidos y aquello que
surge de las facultades del alma o tiene que ver con las disposiciones nativas de los diver-
sos pueblos. Basta con sefialar la fuente de esta contemplacién inteligente que nos educa
enel sentimiento puro de Ia naturaleza, de buscar las causas que, sobre todo en los tiem-
pos modernos, deben, despertando la imaginacion, propagar cl estudio de las ciencias
naturales y el gusto por los viajes lejanos (Humboldt, 2000: 345).
Deesta manera, la literatura es considerada como una fuente de imaginacién cientifica,
de estimulacién intelectual, capaz de despertar deseos, de influir en los gustos, de incitar a la
acci6n. La literatura antigua también expresa el gran mito de la época romantica de la con-
templacién de la naturaleza. El método del autor es hermenéutico, intertextual y comparati-
vo; Humbolat cuestiona, traza filiaciones y confronta los grandes textos del pasado acerca de
esta cuestién fundamental. Asj, la literatura se considera un lenguaje de una utilidad tesrica
irreemplazable, apto para entregar el mensaje del sentimiento de la naturaleza, tal y como se
presenta en los diferentes pueblos. Humboldt adopta una perspectiva critica, al relacionar lo
dicho con lo no dicho:
Probablemente, en la antigtiedad griega, en la flor de la edad de la humanidad, se encuentra
un tiemo y profundo sentimiento por la naturaleza unido a la representacién de las pasiones
ya las leyendas fabulosas. Pero el género exclusivamente descriptivo, en ese caso, nunca es
mas que un accesorio. El paisaje aparece s6lo como el fondo de un cuadro delante del cual se
mueven las formas humanas. La raz6n para esto es que, en el arte griego, todo sucede en el
cfrculo de la humanidad. El desarrollo de las pasiones absorbia casi todo el interés, las
preocupaciones por la vida piiblica complicaban répidamente los stefios silenciosos a los
que nos Ileva la contemplacién de la naturaleza (Humboldt, 2000: 350).
El antropocentrismo de los griegos, que no hay que confundir con el humanismo con-
temporaneo, impedia un retrato completo de la naturaleza; carecfan del vocabulario natura-
lista. Asi, las escenas de la naturaleza se presentan como intermedios discontinuos entre las
462 ‘TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANAGeograffa y literatura
escenas mas destacables: las tragedias familiares o las batallas. La tradicién pastoral y la
poesfa bucdlica se destacan en algunas lineas de La Iliada de Homero:
El pastor disfruta de la calma de la noche, de la pureza del aire, del resplandor de las estrellas
que brillan bajo la boveda celeste. Desde lejos, escucha el ruido del torrente crecido que cae,
llevando en su negro limo los robles desarraigados (Homero cit. en Humboldt, 2000: 352).
Para Julien Gracg (1995), siempre es conveniente que un espacio o un paisaje aparez-
can «tensionados», se trata de convertirlo en un campo cargado magnéticamente porque, de
locontrario, el interés porla lectura se pierde rapidamente. Stefan Zweig también compartia
esta visién en el siglo xx, siglo de la impaciencia. Las largas descripciones naturalistas a lo
Balzac, que marcaban las competencias reales en materia de historia, de arquitectura, de
urbanismo, de botiinica, etc., seran cada vez més cortas en Ja literatura contempordnea, La
velocidad y la precisién de las imagenes las dominaron. Humboldt cita habitualmente la
precisién de las Cartas de Cicerén en la descripcién de lugares que subsistieron hasta el siglo
XIX, pero critica los préstamos demasiado frecuentes y sistematicos de las ciencias y de las
téenicas a la literatura:
Cuando la verdadera poesfa se extinguié en Grecia con la vida ptiblica, la poesia didadctica
y descriptiva se dedic6 a la transmisién de la ciencia. La astronomfa, la geografia, la caza
y la pesca se convirtieron en los temas favoritos de los versificadores, quienes a menudo
desplegaron una maravillosa flexibilidad. Las formas y los habitos de los animales se des-
cribieron con gracia y con una exactitud tal que la ciencia moderna pueden encontrar en
esas descripciones sus clasificaciones en géneros e incluso en especies. Pero a todos esos
poemas les falta la vida interior, el arte de darle pasién a la naturaleza, y esta emocién con
la cual el mundo fisico se impone a la imaginacién del poeta sin que este tiltimo tenga una
consciencia clara de esto (Humboldt, 2000: 354).
Humboldt no sélo se encuentra en la busqueda del justo medio entre la descripcién del
paisaje, la accion humana y el pensamiento metafisico, sino también en la busqueda de la
imaginacién magica de los magos roménticos que componian los elementos dela naturaleza
enuna alquimia personal. Cingria (ca 1970), en un contexto completamente distinto, el de la
evocacién de una ciudad, no dice nada diferente: demasiada geografia o historia descriptiva
asociada a un lugar terminan por matar el interés del lector: Siempre se trata de conservar la
dimensién «temblorosa» del relato. De esta manera, los préstamos demasiado frecuentes de
Ia ciencia o de la técnica a veces encubren la indigente inspiracién poética del escritor. E]
trabajo de andlisis de Humboldt, que luego prosigue con Virgilio, Horacio, Plinio el viejo y
Plinio el joven, resalta el carécter utilitario de la naturaleza para los romanos, lo que no es de
sorprender en absoluto cuando se trata de ese pueblo pragmatico
‘Mas tarde, Humboldt evoca la Ascension al Mont Ventoux (1337) de Petrarca (1990) y la
califica como un texto pre-paisajistico mas que paisajistico, contradiciendo de este modo la
interpretacién contemporanea de Jean-Marc Besse (2000). En el caso de Petrarca hay un co-
mienzo de descripcién, més topografica que paisajistica por otra parte, un inicio de un andar
fenomenolégico répidamente reprimide mediante el cédigo atin muy estricto de la teologia
medieval: en ella la naturaleza es considerada como pecadora, incluso si la experiencia de
Petrarca contradice algunos malos presagios. Cuando llega a la cima, Petrarca se aparta del
mundo exterior para sumergirse en las Confesiones de san Agustin. La época atin no est lo
suficientemente madura como para una contemplacién del mundo exterior. Una vez dicho
esto, el texto de Petrarca constituye un texto bisagra frente a la experiencia del paisaje de
montaiia; el escritor se anticipa a la ciencia: pensemos en la clemental o inexistente represen-
tacién cartogréfica de la montafia en ese entonces.
TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA 463Bertrand Lévy
La importancia de los cédigos culturales y de las convenciones del lenguaje se encuen-
tra perfectamente evidenciada por Humboldt. La poesia caballeresca alemana de los
Minnesanger' —que inspirara al romanticismo alem4n— esté en asidua negociacién con la
naturaleza, pero limita las descripciones a la evocacién de algunos elementos simbélicos,
restituidos de manera muy estilizada:
Los poetas liricos del siglo x, cuando cantan al amor (die Mirme) [...], a menudo hablan
del dulce mes de mayo, del canto del ruisefior, del rocio que brilla sobre las flores del
brezal, pero siempre sucede en el momento en que los sentimientos parecen reflejarse en
estas imagenes (Humboldt, 2000: 371).
Este argumento se mueve en el sentido de una concepcién alegérica de la naturaleza,
que cristaliza sentimientos humanos, motivo recurrente del romanticismo.
La literatura persa de la Edad Media se encuentra atin mas limitada que la europea.
Humboldt ve en ella un efecto de medio geogrdfico sobre el contenido poético; la ausencia de
selvas en Irdn impide el despliegue de la vida solitaria de los bosques, gran proveedora de
idilios romanticos:
El objeto preferido de la poesia persa, el amor de la rosa y el ruisenior, regresa siempre de
una manera fatigante, y el sentimiento intimo de la naturaleza expira en Oriente con los
refinamientos convencionales del lenguaje de las flores (Humboldt, 2000: 380).
Una de las caracteristicas metodoldgicas de Humboldt es que él no distingue entre los
diferentes géneros literarios (relatos miticos y de conquistadores, escritos filos6ficos 0 reli-
giosos, cartas, novelas, poesfa, etc.) sino los sistemas de intencién que operan detrés de cada
texto. Esto constituye una manera de evitar los atajos interpretativos entre escritos de natu-
raleza tan distinta como el Antiguo Testamento, narracién extremamente codificada en el
plano moral, y las cartas de viaje, cuya inspiracién es més libre. Tomada en sf misma, la
interpretacién del Antiguo Testamento es pertinente:
Uno de los caracteres que distinguen la poesfa de la naturaleza en los hebreos es que, como
reflejo del monoteismo, entrelaza siempre al mundo en una unidad importante que com-
prende tanto al globo terraqueo como a los espacios luminosos del cielo. Raramente se
detiene en los fendmenos aislados, y se complace en contemplar las masas. La naturaleza
no se representa como si tuviera una existencia aparte y un derecho a los homenajes por su
propia belleza. Se presenta siempre ante los poetas hebreos en su relacién con el poder
espiritual que la gobierna desde arriba. Para ellos, Ia naturaleza es una obra creada y
ordenada, la expresion viviente de un Dios omnipresente en las maravillas del mundo
sensible (Humboldt, 2000: 382).
En la Biblia, el Salmo 103 representa una visién teocéntrica de la naturaleza, el bosque-
jo de un mundo perfecto, de una Creacién que regocija el coraz6n del hombre y que contras-
ta con el destino, a veces sombrio y melancdlico del pueblo hebreo, como destaca el autor:
El Seiior, revestido de luz, extendié el cielo como si fuera una alfombra. Cre6 la tierra
sobre su propia solidez, de manera que ella no vacilara durante todo el transcurso de los
siglos. Las aguas escurren desde lo alto de las montafias a los valles, a los lugares que les
fueron asignados, de manera que nunca rebasen los limites prescritos pero que puedan
dar de beber a los animales de los campos. Los pajaros del cielo cantan bajo el follaje. Los
1. Trovadores alemanes de los siglos XII a XIV. [N. dela T]
464 TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANAGeogratia y literatura
arboles del Padre Eterno, los cedros que el mismo Dios plant6, se erigen llenos de savia.
Los pdjaros hacen su nido en ellos, y el azor construye su habitacion sobre los abetos
(Humboldt, 2000: 383),
Esta sugerente representacion de la naturaleza posee evidentemente un alcance ideal.
Todavia no existe el sentimiento emocional de la naturaleza, sino mas bien el retrato de una
naturaleza vista desde arriba, dibujada en el seno de un cuadro perfecto que tiene valor de
aspiracién para la region que le sirve de marco; Ia presencia del agua, de los Arboles, de los
pajaros, es rara en esta comarca.
La Biblia ha sido objeto de diversas interpretaciones geograficas. Si C.G. Glacken (1967)
extendié el andlisis de Humboldt al multiplicar los puntos de vista y las articulaciones
metodolégicas, si Manfred Biittner (1980) hace una lectura geosdfica? de los textos religio-
sos, después de que John K. Wright (1947) forjé ese neologismo (Terrae Incognitae) que para.
l significaba un conocimiento global de la Tierra y que inchifa las dimensiones poética y
filos6fica asi como el saber pragmatico, Jean-Luc Piveteau (1978) aplicaré modelos y con-
ceptos mas recientes como el modelo centro-periferia, la territorialidad, los lugares de me-
moria o la presencia de tensiones geopoliticas cn el Antiguo Testamento. De esta manera, se
toma conciencia de que el gedgrafo siempre interviene en Ia literatura con su propio acervo
profesional, las preocupaciones cientificas de su época y su experiencia personal.
Uno de los puntos notables de este primer capitulo dedicado a la literatura realizada por
un geografo cs que él aborda tanto textos literarios como paraliterarios. Las relaciones que
surgieron de los Grandes Descubrimientos, como el Diario de a bordo de Cristébal Colén o
las Cartas de Américo Vespucio, la narracién que hace el poeta portugués Camées en los
Lusiadas, todos esos escritos fueron reunidos y examinados por el sabio aleman desde la
misma 6ptica. Luego siguen Shakespeare, Rousseau, Buffon, Bernardin de Saint-Pierre,
Chateaubriand —amigo de Humboldt— y Forster, el compafiero de Cook en su segundo viaje
alrededor de la Tierra. La ayuda de ge6grafos posteriores interesados en las cr6nicas de viaje,
como Vidal de la Blache que dedica su primer libro a Marco Polo (Mercier, 2000), 0 de los
lingiiistas del siglo xx, sera necesaria para precisar la naturaleza del topos presente en la
literatura (Weisgerber, 1978; Mondada, 1994).
3. L’homme et Ia terre de Eric Dardel o los fundamentos literarios de la geografia
No citaremos a todos los gedgrafos que utilizaron el arte de la cita para ilustrar un paisaje 0
un proceso de geografia fisica o social, ni a todos los que, sin ser
,
Brosseau entiende los factores de origen y de clase social, de condicién étnica, de sexo 0 de
orientaci6n sexual (j!). Las demés determinaciones las constituyen las relaciones de poder, la
posicién del autor en el campo literario y editorial o su eventual «estrategia de escritura» con
Tespecto a los lectores. Brosseau reconoce que, a menudo, esta forma de andlisis tiene un
lado mecanico, simplificador, hasta caricaturesco.
Otro elemento del debate metodolégico es el siguiente: gacaso se debe privilegiar la pues-
taenevidencia «documental» de los contenidos geograficos, el mensaje moral del autor surgi-
do de su concepcién del mundo o cuestiones mds textuales como el tipo de palabras utilizadas,
su frecuencia de aparicién o las convenciones literarias del autor? En el caso de Bukowski,
cuyo vocabulario transgresor es muy conocido, la dimensién textual tiene una importancia
absoluta. Se evidencia en su obra que la manera en que se expresa recibe una influencia direc-
tadel entomno de vida y de su atraccién por los bajos fondos.
En el caso de Bukowski, como en el de otros autores cuya personalidad esté inscrita en
filigrana detras del texto (pensamos en Dostoyevski, en Pablo Neruda o en Carlos Fuentes),
autores que sostienen una posicin metafisica, social o politica, nos parece muy dificil saltar-
nos los aspectos de la personalidad del autor y contentarnos tinicamente con un acercamien-
‘TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA aniBertrand Lévy
to textualista. Con el regreso del sujeto a las ciencias humanas, la Escuela de Ginebra de
critica literaria, que ponia en perspectiva la vida y la obra de un autor (Poulet, 1963; Raymond,
1964), esta destinada a tener un cierto futuro; las interpretaciones hermenéuticas de tipo
biografico, existencial y culturalistas viven un renacimiento.
7. Cludad y literatura: algunos ejemplos tomados de las letras latinoamericanas
La geografia finalmente se dio cuenta que cl solo anilisis de las formas
materiales no podria dar cuenta de manera adecuada de la realidad de una
ciudad (Racine, 2004: 77).
La ciudad no es sdlo un organismo complejo que un metalenguaje como el de la literatura es
capaz de situar y restituir, también y sobre todo es una suma de afectos, de emociones indivi-
duales y colectivas, que hace nacer y resonar en su habitante multiples llamadas de sentido:
Si la ciudad esta ahi es porque funciona. Por y para aquellos que la habitan, que trabajan
enella, que la viven, viven de ella, la visitan, pero también suefian con ella, la bendicen o la
detestan. ¥ la dicen. Puesto que, mas que cualquier otro objeto, la ciudad hace hablar a la
gente. Quizas, en tanto que ciudad, ella misma hable, a través del conjunto de signos que
lleva y que la llevan hasta el coraz6n de los hombres. Ella hace hablar, y puede ser que, atin
més, los haga ser. A través de una geografia secreta, con miltiples facetas, que tinicamente
revelan los escritores (Racine, 2004: 77).
La literatura posee un lugar primordial en esta llamada de sentido. Mientras que la
fotografia y la pintura exponen extensamente visiones sincrénicas del espacio, la literatura,
gracias al continuum literario, restituye una percepcién diacrénica de la realidad. De esta
manera, en un libro se llega a identificar una marca simbdlica de la ciudad que teje una
trama de lugares de memoria, lugares que chablan» al poeta y al lector. Los grandes escrito-
res siempre tuvieron necesidad de la ciudad, de algunas ciudades, para ubicar su accién y
alimentar sus reflexiones. Algunos dieron nacimiento a una mitologia urbana que los asocia
intimamente al alma de los lugares. Qué serfa de Dostoyevski sin San Petersburgo, de Stefan
Zweig sin Viena ni Rio de Janeiro, de Georges Haldas sin Ginebra, de Roland Barthes sin
Paris y la Torre Eiffel, de Carlos Fuentes sin México? También podriamos dar vuelta la pre-
gunta: ¢qué serfa de Buenos Aires sin Borges? ¢Por qué se da esta primera identificacion,
fundada en una experiencia de vida y un espacio muy fragmentario? Porque el escritor nos
ofrece una Have de acceso tinica, nos abre una via personal, nos entrega un informe explica-
tivo esencial sobre la ciudad que nosotros reconocemos, pero a la cual le falta un sentido
general. La lectura de textos literarios que desarrollan su continuum en una ciudad nos pone
en relacién con los lugares intimos de la ciudad; de esta manera, se construye una trama
simbélica a través de la cual leemos el espacio y los lugares urbanos. Una de las funciones de
la literatura es dar sentido a las cosas, y la citidad actual, fragmentada e ilegible, tiene una
necesidad particular de esto.
De la barroca riqueza de Evaristo Carriego, uno de sus primeros libros, hasta el tono lacé-
nico de cuentos como La muerte y la brijula (que tiene como marco una ciudad bajo
pseudénimo), o la posterior y mas extensa fabula E! Congreso, Borges construyé para
Buenos Aires una cadencia y una mitologia con las cuales la ciudad de hoy esta identifica-
da. Cuando Borges empe76 a escribir, se crefa que Buenos Aires (tan lejana de esa Europa
coneebida como el centro de Ja cultura) era imprecisa e indiferenciada, carente de una
imaginaci6n literaria para imponerse sobre la realidad [...]. E] Buenos Aires que Borges le
472 TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANAGeogratia y literatura
ofrecié a sus lectores encuentra sus raices en el barrio de Palermo, donde se hallaba antes
Ja casa familiar [...]» (Manguel, 2003: 57-58).
La identidad de una ciudad, para un escritor, esta sometida a las fluctuaciones de su
existencia, a proyectos que se levan 0 no a cabo, a dinamicas humanas que se hacen y se
deshacen; lo mismo sucede con cada hombre. En Borges, el sentimiento de reconocimiento
domina con respecto a determinadas ciudades cuyo recuerdo esté ligado a épocas de su vida:
Ja Ginebra de 1914-1918 donde realiz6 sus descubrimientos de adolescente, la Buenos Aires
de las décadas de 1920 y 1930, Montevideo, Nara en Jap6n y Austin, en Texas, donde fue
recibido por la universidad. Horacio Capel (2001), experimentado gedgrafo que domina tan
bien la geografia urbana como la econémica, dedicé un importante ensayo a Borges. El
| profesor barcelonés destaca toda la leccién que un autor como Borges es capaz de ofrecer a
la geografia. Por su sentido de la metafora, de la analogia espacial y temporal, Borges, que se
consideraba como «un hombre de la ciudad», posefa un «sexto sentido» del espacio, el que a
veces desarrollan los ciegos, capaces de condensar la realidad en algtin pensamiento abstrac-
to extraordinariamente esclarecedor. No es para nada sorprendente que Horacio Capel, apa-
sionado por la historia y la epistemologia de la geografia, haya analizado las influencias
intelectuales de Borges —que se saben nérdicas y anglosajonas— as{ como su transcripcién
geogrdfica. Su sentido de la leyenda, sus asociaciones de ideas inéditas, sus suefios y sus
pesadillas ligados a las figuras del espejo y del laberinto, su célebre metafora sobre el mapa
del imperio que nunca es el territorio (todo el papel del modelo...), toda una dimension mas
alla de lo visible con la que la geografia clasica no estaba acostumbrada, se ponen de relieve.
Esta concepcién relativamente abstracta del espacio en el que se proyectan los suefios, los
descos y las obsesiones, donde también se entretejen las relaciones de poder, ocupara un
lugar primordial en la geografia del siglo xx1 (Capel, 2001).
Si Borges forma parte de los escritores que no permiten el ingreso del mundo entero a sus
libros, sino que consideran mas al mundo como un libro, Pablo Neruda compuso una literatu-
ra mucho mis impregnada de elementos concretos. Dicho esto, Neruda forma parte de los
poetas que no aceptan al mundo tal como es pero lo someten a una critica social. En su magni-
fica autobiografia, Neruda (1974) firma un capitulo llamado «El vagabundo de Valparaiso», en
donde a cada paso se encuentra el retrato climatico, ambiental, topografico y, por supuesto,
social y humano del puerto chileno. Antes de emitir algunos comentarios, vale la pena sefialar
que un anilisis de texto siempre es reduccionista y unidimensional con respecto a la polisemia
de un poema. Comencemos por esta evocacién que compara Valparaiso y Santiago:
Valparaiso esta muy cerca de Santiago. Las separan tan sélo las hirsuta montaiias en
cuyas cimas se levantan, como obeliscos, grandes cactus hostiles y floridos. Sin embargo,
algo infinitamente indefinible distancia a Valparaiso de Santiago. Santiago es una ciudad
prisionera, cercada por sus muros de nieve. Valparaiso, en cambio, abre sus puertas all
infinito mar, a los gritos de las calles, a los ojos de los nifios (Neruda, 1974: 80).
El ge6grafo advierte la imposicién del paisaje en el seno de esta oposicién entre dos
ciudades cercanas, complementarias aunque radicalmente diferentes. Modelo de la compa-
racién interurbana que vuelve a encontrarse bajo la pluma de Stefan Zweig (1992) a propé-
sito de Sao Paulo y de Rio de Janeiro en Brasil y que es omnipresente en algunas naciones
‘como Italia (Roma versus Milén), Espafia (Madrid versus Barcelona) 0 Rusia (Moscit versus
San Petersburgo). {Qué aporta el poeta con respecto al lenguaje geografico? Una modelizacién
dela realidad expresada en términos graficos (Valparaiso, ciudad abierta hacia el marversus
Santiago, prisionera de sus montafias), a veces determinista aunque expresada en rasgos
fulgurantes. Lo deslumbrante de la imagen y la rapidez del juicio no impiden que se desplie-
TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA, 473Bertrand Lévy
gue, en términos sugerentes, la condici6n de objeto del paisaje. Esta visién rapida pero fun-
damentada completa el discurso geografico objetivo.
En el pasaje siguiente, el escritor condensa de manera pottica el contexto geografico y
humano del puerto chileno, antes de la construccién del canal de Panama:
Valparafso centelle6 a través de la noche universal. Del mundo y hacia el mundo surgieron
navios engalanados como palomas increibles, barcos fragantes, fragatas hambrientas que
el cabo de Hornos habia retenido més de la cuenta... Muchas veces los hombres recién
desembarcados se precipitaban sobre el pasto... Feroces y fantasticos dias en que los océa-
nos no se comunicaban sino por las lejanias del estrecho patagénico. Tiempos en que
Valparaiso pagaba con buena moneda a las tripulaciones que la escupfan y la amaban
(Neruda, 1974: 90).
Dardel (1952) escribié que el mito funda la realidad geogralica; el poeta participa en
esta empresa de mitificacién de los lugares al procurarles un sentido coronado de imagenes
yde simbolos universales. A Pablo Neruda, que cuenta con el sentido del encuentro, le gusta
personificar las ciudades. En el Canto general, el poeta apostrofa Valparaiso como si fuera
una mujer que encarna los simbolos del agua y del fuego:
Amo, Valparaiso, cuanto encierras,
y cuanto irradias, novia del océano,
hasta més lejos de tu nimbo sordo.
Amo la luz violeta con que acudes
al marinero en la noche del mar,
y entonces eres —rosa de azahares—
Tuminosa y desnuda, fuego y niebla (Neruda, 1976: 263).
Si bien la ciudad adquiere la faceta metaférica de la flor, también toma la de un cuerpo
mitolégico:
Eres la montafiosa
cabeza capital
del gran océano,
yen tu celeste grupa de centaura
tus arrabales lucen la pintura
roja y azul de las jugueterias (Neruda, 1976: 264).
Lo que distingue la empresa mitica de Neruda de la de Homero es que Neruda empren-
de, siguiendo a la poesia simbolista francesa —cuyo precursor es Apollinaire—, un movi-
miento dialéctico que se mueve entre el mito y el contra-mito, como si encantamiento y
desencantamiento del mundo formasen una cadena solidaria:
Valparaiso, rosa inmunda,
pestilencial sarcéfago marino!
iNo me hieras con tus calles de espinas,
con tu corona de agrios callejones,
no me dejes mirar al nifio herido
por tu miseria de mortal pantano!
Me duele en ti mi pueblo,
toda mi patria americana [...] (Neruda, 1976: 262).
474 ‘TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANAGeogratia y literatura
Otro escritor formado en la americanidad y que posee una conciencia social aguda,
Carlos Fuentes, expresa el cardcter necesariamente ambivalente de la relacién que mantiene
con su propia ciudad. En su abecedario personal, el capitulo «Urbes, ubres» recorre las
ciudades en las que vivid con més intensidad, politica, intelectual, amatoria. Ahi, México
asume la figura de una amante:
Hay ciudades que slo visito las del norte de Europa, las ciudades de los Estados Unidos.
Hay otras en las que vivo. México, como un acto de masoquismo amoroso, es mi ciudad mas
vivida. Es mi gente, es mi historia, es mi suplicio, es mi asfixia, es mi prueba, es mi desafio
recuérdame bella, duenia chica dela Nueva Espana, no me veas de rodillas, Virgen de Guadalupe
accesible, no me veas recostada, inaccesible puta de Orozco...» (Fuentes, 2002: 250).
México también es la ciudad a la que fue enviado Pablo Neruda en 1940. El poeta
chileno siempre estuvo muy interesado en el sentimiento de americanidad, en una cierta
grandeza y en el caracter salvaje de la naturaleza. «México, con su nopal y su serpiente;
México florido y espinudo, seco y huracanado, violento de dibujo y de color, violento de
erupcién y creacién, me cubrié con su sortilegio y su luz sorpresiva» (Neruda, 1974: 213). Al
calificar a México como el tiltimo de los pafses magicos, Neruda domina su descripcién en
algunas Iineas poéticas. Lo que en ese momento golpea al joven poeta, no son los clichés
convencionales como «las guturales canciones de las peliculas» o «la falsa charreria de bigo-
tey pistola», sino su rasgo mas humane, més femenino, los mercados:
México es una tierra de pafolones color carmin y turquesa fosforescente. México es una tierra
de vasijas y cantaros y de frutas partidas bajo un enjambre de insectos. México es un campo
infinito de magueyes de tinte azul acero y corona de espinas amarillas (Neruda, 1974: 213).
‘Sintesis prodigiosa del paisaje mexicano en algunas pinceladas, un poco ala manera de
los pintores puntillistas. Por otra parte, la ciudad de México se aborda desde la éptica de la
pintura, «estos pintores de México cubrian la ciudad con la historia y la geografia» (Neruda,
1974: 216). A diferencia de Valparafso, de la cual el poeta evoca la tan caracteristica topogra-
fia, México nunca aparece en la representacién de su plano de la ciudad 0 de su configura-
ci6n urbana general: los encuentros artisticos (Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros...) do-
minan su breve texto.
En la literatura de la generacién beat la imagen que aparece de México es completa-
mente distinta, de William Burrough a Allen Ginsberg, pasando por Jack Kerouac y Neal
Cassidy (Hiernaux, s/f). Se trata de una «tierra de liberacién» para el hombre del norte psico-
Iogicamente oprimido, un paraiso perdido donde los Wanderer norteamericanos encontra-
ran, a bajo costo, un exotismo y un sentido de lo barroco que parecen haber desertado de su
civilizacin. Espejo de proyecciones mentales y culturales ocasionalmente algo alucinadas,
México poseer4 esta fuerza magnética del vecino cercano pero radicalmente distinto que
atraeré a los viajeros que buscan una extrafieza ensordecedora.
La literatura da cuenta de las articulaciones vividas entre lo morfoldgico, lo funcional y
Jo simbdlico. Lafhail-Molhino (1997) destacé la discriminacién socioespacial en Paris en el
trabajo de Aragon, Los bellos barrios, vision muy confrontada a la de Stefan Zweig en su texto
llamado «Paris, capitale de éternelle jeunesse», en el que el autor vienés pone de manifiesto
la sociabilidad, el espiritu de tolerancia y de libertad del Paris anterior a 1914. Para Walter
Benjamin, analista de las transformaciones y de la modernidad parisinas, los pasajes de
Paris expresan una porosidad urbana que estimula un proceso de conocimiento activo dela
citidad (Hiernatix, 1999); la nocién misma de pasaje posce un valor ideal més general para
Jos ojos del autor (pasaje entre categorias del pensamiento, entre campos de conocimiento
TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANA 475Bertrand Lévy
comola literatura ya ciencia social particularmente). Otro autor amante de la ciudad, Georges
Perec (1974), en sus sistemAticos inventarios urbanos, muestra hasta qué punto ya no somos
conscientes de la sofisticaci6n de la calle occidental; de esta manera Perec nos abre hacia
una pedagogia activa de la ciudad
En la ciudad estadounidense, el modelo surgido de la Escuela de Chicago de sucesién
de clases sociales dentro de un mismo barrio, ha sido refutado en las novelas negras de
Chester Himes, como La Reine des pommes, al trasladarse a Harlem (Nueva York), barrio en
el que esta sucesién se encuentra bloqueada. En la actualidad existe una literatura policial
que denuncia Ja criminalidad en algunas ciudades de América Latina, como Enfer de Patricia
Melo (2001) que se desarrolla entre una determinada juventud desorientada y violenta de las
favelas de Rio de Janeiro. Retrato de las favelas que contrasta con el escrito por Stefan Zweig
(1992) a inicios de la década de 1940, donde las favelas representaban la cortesia del hombre
que vivfa en contacto con la naturaleza.
Unautor que logré notablemente la sintesis entre la literatura, el pensamiento urbano y
las ciencias sociales es Pierre Sansot (1995), quien en Les pierres songent a nous, su libro mas
concentrado, retrata lugares comunes a todos (el café, la plaza, el jardin péblico, las calles,
los patios interiores, las escaleras e incluso el supermercado) dibujando de esta manera una
micro-geograffa atenta a los detalles significativos. Este autor se interesa mucho por los
vinculos arquitecténicos, los caminos, las periferias, las costumbres de la «gente humilde»,
como reaccién frente a un urbanismo de prestigio y una geografia de los lugares emblematicos
instituidos por la clase alta. El escritor, que posee un talento observador agudo, un espiritu
eritico ast como un buen acervo en urbanismo y en sociologia urbana, revela «pequefias
cosas» en la disposicién urbana, que juegan un papel esencial en la calidad de un paisaje ode
los lazos sociales. En el mismo registro, Jean-Christophe Bailly (1998) sugiere que el alum-
brado de las ciudades francesas modernas, con sus rigidas luminarias en racimo que salen
del suelo, era, de lejos, muy inferior al de las antiguas ciudades de Italia. Ahi, las lamparas,
suspendidas de los cables a uno y otro lado de las calles y de las plazas, son sacudidas por la
intemperie y otorgan una luz esparcida y cambiante que baila sobre las fachadas al tiempo
que evidencia el caracter romantico del ambiente. Si escucharan més a los escritores, los
urbanistas no cometerian errores al realizar un acondicionamiento mas respetuoso del pa-
sado y de la identidad de los barrios. Sin embargo, esto forma parte de un debate mas am-
plio; los mas grandes escritores criticaron la modernidad en sus inicios, que termin6 por
imponerse como la Torre Eiffel (Barthes, 1964).
8. Conclusiones
La literatura, esa gran recopilacién abierta sobre las relaciones entre e] hombre y la tierra
(Tissier, 1992), refleja las tendencias pesadas de la territorialidad, asi como las evoluciones
sobresalientes de la historia de las sociedades, tanto en el plano de la realidad como en el de
su representacién. Por lo tanto, es normal que la literatura sobre la ciudad haya reemplazado
a la literatura rural y campesina, que ocupaba un sitio principal hasta la década de 1930
(Meizoz, 1995). Mientras que muchas de las novelas del siglo XIX celebraban la migraci6n a
a ciudad, a la capital, como en Rojo y negro de Stendhal o en La capital de Ega de Queirds,
muchas de las novelas contemporaneas muestran el movimiento inverso, el que va del cen-
tro hacia las periferias, que sigue el gran movimiento de los flujos turisticos. La route bleue de
Kenneth White, que parte de Montreal para dirigirse hacia las planicies blancasy blanquiazules
del Labrador —de hecho se trata de un libro de biisqueda mas que de narracién «turistica»—
ejemplifica esta evolucién. En el Japén clasico, de acuerdo con los grandes poetas miticos, la
ciudad debe ser abandonada; es el lugar de la mendicidad organizada, mientras que los
476 TRATADO DE GEOGRAFIA HUMANAGeogratia y literatura
grandes espacios vacios son los sitios en donde se desarrolla la vida intensa y contemplativa.
La literatura de evasi6n, tomada en sentido amplio, con la renovada moda de las narraciones
de viaje, sirve, de alguna manera, como antidoto frente a la civilizacién urbana moderna y
limitada. En la década de 1960, Les choses de Georges Perec, con su constante ida y vuelta de
Pars a Tunez, expresaba el caracter a veces absurdo de un turismo que no sabe exactamente
Jo que busca, un turismo que se encuentra a mitad de camino entre el pensamiento vago y el
consumismo. La critica social, la denuncia de ciertas practicas, incluso la dimensién clan-
destina de la literatura en los paises totalitarios, demuestra que siempre ha sido un termé-
metro de la libertad de expresién y de accién de los hombres. «El hombre es un ser de
Ienguajes, dijo Kenneth White, inventor de la geopoética, definida por él como tn «intento
de abrir un nuevo espacio cultural regresando a lo que constituye la base misma de la cultu-
ta, es decir, la relacién entre la mente humana y la Tierra, asi como el desarrollo de esa
relacién en los planos intelectual, sensible y expresivo» (White, 2005: 2).
Este amplio programa, esta vasta tarea, se abre en Ia actualidad a través de hombres y
mujeres de letras, de ciencias y de ciencias humanas. La geografia podria encontrar ahi la
esencia misma de su inspiracién.
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