Desde Londres

A nueve días de las elecciones, el escándalo de las apuestas está hundiendo cada vez más al primer ministro Rishi Sunak que no hace pie en la campaña tal como no lo hizo en sus casi dos años al frente del gobierno.

La Comisión de Apuestas está investigando a un mínimo de cinco diputados conservadores cuyos nombres fueron revelados por la prensa y a un número indeterminado que aún siguen en el anonimato.

Usted se preguntará: ¿qué tiene que ver la Comisión de Apuestas con la elección para el parlamento británico del 4 de julio? En caso de enigma detectivesco, basta seguir ese aroma que arrastra a mucha gente a cualquier lado: el perfume del dinero.

En el caso de los legisladores británicos se los investiga por haber apostado a que habría una elección anticipada en julio antes de que el primer ministro Rishi Sunak hiciera el anuncio oficial. ¿Y por qué ese anuncio podía convertirse en fuente de jugosas apuestas? Porque todos los analistas, comentaristas y políticos “on y off the record” daban por descontado que la elección anticipada sería en noviembre. El mismo Sunak lo había insinuado en abril.

A 20 puntos de distancia en las encuestas durante todo su gobierno, ¿quién podía imaginar que el primer ministro iba a adelantar los comicios en vez de esperar un brote verde económico o algún cisne negro que mejorara sus casi nulas chances de reelección? El debate de por qué lo hizo continúa hoy. Unos dicen que se debió a que tenía datos de que en vez de brotes verdes en el segundo semestre habría pantano económico. Otros sugieren que se quiso pasar de listo en ese juego de poker que es la política y tomar la iniciativa con el factor sorpresa.

Mr. Sunak sorprendió a casi todos, incluyendo a muchos diputados conservadores que con toda seguridad perderán su escaño la próxima semana. Pero hubo un grupo que estaba muy al tanto del plan del primer ministro y se subieron con antelación al carro de las sorpresas.

Un beneficioso error de juicio

El escándalo saltó hace dos semanas cuando el matutino “The Guardian” reveló que tres días antes del anuncio de Sunak, su secretario parlamentario, el diputado Craig Williams, había apostado 100 libras a que la elección sería en julio. Williams admitió el hecho y reconoció que había sido un “error de juicio” de su parte. Con los días fue emergiendo que había una lista creciente de errores, que los conservadores, por así decirlo, estaban perdiendo la cabeza en un cubo de dinero.

En cadena se reveló que entre los que habían cometido un “error de juicio” se encontraban la candidata a diputada Laura Saunders, su esposo Tony Lee, director de la campaña conservadora, y uno de los encargados de la Data partidaria, Nick Mason. También un oficial de la policía metropolitana, que es parte del equipo de seguridad de Sunak, había participado en este equivocación colectiva, solo que a diferencia de los honorables diputados, el cana fue en cana.

Con la bola de nieve del escándalo engordando cada día, Sunak tuvo que reaccionar públicamente la semana pasada. Hace rato que el primer ministro no anda muy inspirado. El jueves pasado dijo que estaba “increíblemente enojado” y que el que haya violado las reglas “tiene que enfrentar no solo todo el peso de la ley sino que me encargaré personalmente de que sean expulsados del partido”.

Como de costumbre con Sunak, algo se le olvidó en el camino, quizás lo confundió la desmemoriada cercanía de Joe Biden en la cumbre del G7, en todo caso tardó una eternidad política en que sus palabras se concretaran en hechos. Cobrando conciencia de que el goteo de información y especulación diaria estaba embarrando a los 650 candidatos conservadores al parlamento, el partido anunció este martes que no apoyaría la candidatura de Craig Williams en el distrito de Montgnomeryshire y Glyndŵr (Gales) y la de Laura Saunders, en Bristol, sudoeste inglés.

Así las cosas, en caso de ser electos, Williams y Saunders no formarán parte del bloque conservador parlamentario. Es cierto que con el escándalo sus chances se han reducido al mínimo: nadie en su sano juicio va a apostar una libra por su victoria.

¿Cuántos más hay?

Los conservadores no estuvieron solos en este “martes negro”. La policía anunció que había cinco oficiales más investigados por el mismo tema (ningún arresto). Y el laborismo suspendió a Kevin Craig, candidato en Central Suffok y Norths Ipswich, luego de la que la Comisión de Apuestas le informó que lo estaba investigando.

Nadie sabe si hay más nombres. Entre los conservadores casi seguramente, según han reconocido los mismos tories. El ex ministro de economía conservador George Osborne calculó que al menos unas 40 personas estaban al tanto de la fecha de la elección antes de que Sunak hiciera el fatídico anuncio el 20 de mayo.

El actual ministro de Igualación, Michael Gove, comparó este escándalo con el Partygate, las más de cien fiestas en 10 Downing Street durante el confinamiento, que condujeron a la renuncia de Boris Johnson. “Es como que hay una regla para nosotros y otra para ellos. Eso es lo más peligroso. La percepción de que no respetamos las reglas que les imponemos a los demás. Fue lo que más nos golpeó con el Partygate. Es igual ahora”, dijo Gove.

El laborismo le escribió a la Comisión de Apuestas esta semana exigiendo que revele todos los nombres que están siendo investigados porque la “actual especulación está ensombreciendo la transparencia del acto electoral”. El mismo Sunak tuvo que negar categóricamente haber hecho alguna apuesta al respecto.

Por un puñado de libras

Los hechos investigados son una variante de los casos de “inside information” que suelen aparecer en la adquisición de compañías o los cambios regulatorios que favorecen a un empresa.

En este caso se combina con rasgos muy británicos: la obsesión por el dinero y el atajo de las apuestas para conseguirlo. No sorprende que aparezca un candidato laborista: tampoco asombraría si se revela que alguien del entorno real ha puesto sus morlacos a la fecha. Como buen país puritano, tiene sus vicios.

Las apuestas deportivas son las favoritas: el año pasado representaron unas 25 mil millones de libras (equivalente a un tercio de las exportaciones argentinas de 2023). Pero ningún área de la vida social se libra de esta compulsión al “gambling” (juego de apuestas): de la monarquía a la música, de los divorcios de celebridades a los ganadores de reality shows.

En política se apuesta mucho menos que en deportes, pero hay un fuerte repunte cuando se producen grandes eventos. En estos días hay apuestas para los resultados de la elección de diputados para las 650 circunscripciones en que está dividido el Reino Unido. En 2016 la victoria de Donald Trump en Estados Unidos le ocasionó una pérdida de cinco millones de libras a una de las casas de apuestas más importantes del país, Paddy Power Betfair, que había respaldado a Hillary Clinton como ticket ganador.

          Nadie sabe hasta donde crecerá la proverbial bola de nieve, pero está claro que las chances de los conservadores, que eran prácticamente nulas al principio de la campaña, han descendido abruptamente a bajo cero. Como están las cosas no sorprendería que aparezcan tories que no apostaron por la fecha de la elección, pero sí pusieron unas cuantas libras anticipando su propia derrota.