En la estación de policía, Zero contempla los carteles amenazadores que hay en su barrio, se preocupa por una entrevista en la televisión y se topa con un viejo amigo.
Zero recuerda cuando conoció a Cesare en una sala de videojuegos en los años ochenta. Luego, cena en casa de Cesare, por invitación de su madre, y arranca más carteles.
En un esfuerzo por entender cómo Cesare se convirtió en quien es ahora y poder razonar con él, Zero y el armadillo recuerdan sus tiempos adolescentes.
Zero recuerda el momento en que su amistad con Cesare se rompió. Indecisa entre sus ideales y su empleo soñado, Sarah debe soportar las críticas de sus amigos.
Con todo en su contra y con la amenaza de la violencia aproximándose, Zero piensa en abandonar, pero cuando Secco le confía lo difícil que fue su infancia, elige la justicia.
Llegar a un acuerdo se pone difícil. Cesare pierde su posición predominante y se desata una batalla campal. Durante la trifulca, Zero tiene una epifanía.