La turbulenta infancia de Hitler sienta las bases de sus grandes ambiciones políticas. El fin de la Primera Guerra Mundial marca el inicio de una nueva y tensa era para Alemania.
Utilizando su imagen pública y a sus fieles seguidores para ascender, Hitler trabaja para convertir a Alemania en una potencia mundial en medio de una violencia generalizada.
Mientras la propaganda nazi se extiende, Hitler establece una serie de leyes en contra de los judíos e incorpora a Austria, su tierra natal, al Tercer Reich.
Impulsado por el poder y el odio, Hitler se propone expandir el territorio alemán, lo que lleva a más conquistas y a la construcción de campos de concentración.
Con Hitler al mando de las Fuerzas Armadas de Alemania, los nazis invaden la Unión Soviética, lo que desemboca en asesinatos masivos y en los horrores del Holocausto.
Cuando la Alemania nazi se hunde, las potencias aliadas buscan responsabilizar a Hitler y a otros líderes por sus crímenes en los juicios de Núremberg.