Al portador
El falso dilema de Felipe VI en tiempos de paradojas
Feijóo lidera el partido más votado, pero para que el Rey lo proponga para una investidura debe demostrar o aportar indicios de que puede conseguir una mayoría, algo que no parece posible
Bertolt Brecht (1898-1956), poeta y dramaturgo alemán perseguido por el nazismo, pensaba que «la historia ama las paradojas». Él mismo es un ejemplo. «Y vinieron por mí» es un famoso poema atribuido a él en el mundo de habla hispana, compuesto en realidad por el pastor protestante Martin Niemöller (1892-1984) en un campo de concentración. La reina Sofía le habría dicho a Pilar Urbano en 1996 para un libro que preparaba sobre ella: «¿Casarse con la cabeza? ¿Casarse con el corazón? ¿Y por qué ese dilema? ¡Con la cabeza y con el corazón!». Felipe VI, su hijo, concluye hoy la primera ronda –puede haber más– de consultas con los líderes parlamentarios prevista en la Constitución antes de encargar a uno de ellos que intente formar Gobierno. El Rey puede estar atrapado en una paradoja, pero no encara ningún dilema, ni de la cabeza ni del corazón, aunque la síntesis de su madre es todo un tratado. Don Felipe solo tiene que seguir lo que dice la Carta Magna y cubrir el trámite, casi protocolario, de proponer un candidato a jefe del Gobierno. Puede, en teoría, elegir a quien quiera, pero en la práctica debe optar por el que tenga más posibilidades de lograr una mayoría parlamentaria, tras conocer de forma directa las intenciones de los distintos partidos.
El asunto se complica cuando los representantes de Junts (los de Puigdemont), ERC, Bildu y BNG han rechazado explicar sus intenciones al Rey. A pesar de eso, todo indica que Felipe VI propondrá a Pedro Sánchez, que necesita los votos favorables de quienes niegan el pan, la sal y las consultas al Jefe del Estado. Todavía más, y es la paradoja que afecta a la Monarquía española, el Rey está impelido constitucionalmente a facilitar la llegada de un Gobierno apoyado por partidos que pretenden –y presumen de ello– acabar con la institución monárquica y con España como el Estado que es ahora. Son las reglas democráticas y Felipe VI, por supuesto, las respetará porque es lo que le dictan la cabeza y el corazón, pero la situación no deja de ser esperpéntica. Núñez Feijóo lidera el partido más votado, pero para que el Rey lo proponga para una investidura debe demostrar o aportar indicios de que puede conseguir una mayoría, algo que no parece posible. El Rey tampoco puede comprobar, de forma directa, si los indepes apoyarán a Sánchez, pero como es lo más probable y lo contrario resulta imposible, no le queda otra opción que el líder del PSOE, recordar las palabras de su madre, celebrar la victoria de España en el Mundial femenino y aceptar que «la historia ama las paradojas», como decía Brecht.
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