Carmen Amaya, la capitana que fascin� al mundo con su baile salvaje - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

Carmen Amaya, la capitana que fascin� al mundo con su baile salvaje

Lunes.4 de noviembre de 2013 912 visitas Sin comentarios
Centenario de la imperecedera bailaora. #TITRE

JULIO BRAVO / MADRID

La artista, nacida hace cien a�os en el Somorrostro, un m�sero barrio barcelon�s, se convirti� en un mito universal.

El Somorrostro barcelon�s era, a principios del siglo XX, una de las barriadas m�s pobres de la Ciudad Condal; entre sus habitantes, una nutrida colonia de gitanos. All�, en una m�sera barraca de madera, naci� Carmen Amaya. Fue el 13 de noviembre de 1913, hace cien a�os, y con el tiempo se convertir�a en una de las grandes leyendas del baile flamenco. De ella dijo Charles Chaplin: �Es un volc�n alumbrado por soberbios resplandores de m�sica espa�ola�. Es solo uno de los cientos de testimonios admirados de quienes la vieron bailar.

Era una mujer familiar, desprendida, arrogante y decidida

En las chabolas del Somorrostro se forj� el car�cter de Carmen Amaya, una mujer familiar, desprendida, arrogante y decidida, y con un notable sentido de la lealtad: por todo ello la conoc�an con el sobrenombre de �La Capitana�. Su padre, Jos� Amaya, �El Chino�, era un esquilador mallorqu�n que se ganaba la vida tocando la guitarra por las noches en los �colmaos�, acompa�ando a cantaores y bailaores. A Carmen, que en la escuela, en la que dur� apenas dos semanas, hab�a dado ya muestras de su nervio y personalidad, le gustaba bailar. �Aprend� a bailar con las olas del Somorrostro�.

Destacaba por su desparpajo. Siendo todav�a una ni�a, acompa�aba a su padre por las noches; primero sin atreverse a entrar en los locales, por miedo a la Polic�a. Finalmente, sus ganas de bailar la har�an entrar, y pronto se corri� la voz sobre el talento de una gitanilla que ten�a una manera especial de bailar. El cr�tico Sebasti�n Gasch, su descubridor, escribi� sobre ella tras verla en �La Taurina�: �De pronto un brinco. Y la gitanilla bailaba. Lo indescriptible. Alma. Alma pura. El sentimiento hecho carne. El tablao vibraba con inaudita brutalidad e incre�ble precisi�n. La Capitana era un producto bruto de la Naturaleza. Como todos los gitanos, ya deb�a haber nacido bailando. Era la antiescuela, la antiacademia. Todo cuanto sab�a ya deb�a saberlo al nacer�.
 

 
Todo nervio y coraz�n

Carmen Amaya logr� entre los a�os treinta y los sesenta universalizar el flamenco. Era una mujer menuda, todo nervio y coraz�n, que bailaba de una forma casi salvaje, que convert�a cada uno de sus movimientos en un im�n irresistible. �La mejor bailarina del mundo�, dijo Orson Welles; �el arte�, la defini� Greta Garbo. �Me dejo llevar por la m�sica y bailo lo que me va saliendo. S� c�mo empezar un baile y c�mo terminarlo. Pero entre medio no s� lo que pasa�, explicaba en una entrevista publicada en Buenos Aires.
Pocas artistas concitan en el mundo del baile y del flamenco tanta admiraci�n –rayando en el culto– como Carmen Amaya, de quien se ha destacado siempre tambi�n su bondad y su generosidad. Toda su familia viajaba siempre con ella y el dinero que ganaba le duraba apenas unos segundos en los bolsillos. Tras triunfar en Espa�a, y al estallar la Guerra Civil, viaj� por numerosos pa�ses, tanto en Europa como en Am�rica. All� se convirti� en una estrella, aunque no olvid� sus or�genes ni sus costumbres. Durante una estancia en Nueva York –cuenta la leyenda de la bailaora–, se le ocurri� comprar unas sardinas y asarlas en su habitaci�n para toda la compa��a. Aparte de que el humo y el olor alarmaron a la selecta clientela del hotel, se quemaron dos mesas, valoradas cada una en m�s de 900 d�lares.

Una tormenta de aplausos

�Carmen Amaya es el granizo sobre los cristales, un grito de golondrina, el cigarro que fuma una mujer so�adora, una tormenta de aplausos. Cuando su gente llega a una ciudad, suprime la fealdad, la monoton�a, la tristeza; cual vuelo de insectos devora las hojas de los �rboles. Desde el ballet ruso de Serge Diaghilev no hab�amos vuelto a encontrarnos este tipo de citas de amor en una sala de teatro�. Estas palabras de Jean Cocteau, escritas en Par�s en 1948, simbolizan la fascinaci�n que provoc� a lo largo de su vida Carmen Amaya.

El 19 de noviembre de 1963, poco despu�s de las nueve de la ma�ana, Carmen Amaya muri� por una enfermedad renal en su casa de Bagur (Gerona), acompa�ada por su marido, Juan Antonio Ag�ero, y varios de sus familiares y amigos. Enterrada en la misma localidad, sus restos fueron posteriormente trasladados al pante�n de la familia de su marido, en Santander. El d�a de su muerte, otro de los mitos de nuestra danza, Antonio Gades, se encontraba en Barcelona cuando se enter� de la noticia. �Me fui por todos los tablaos de Barcelona –contaba el bailaor a ABC en 1993–. Cuando llegu� al de la antigua vedette Bella Dorita, estaba la gente dando palmas y yo me puse a gritar delante de todo el mundo: ��No ten�is verg�enza! �Que est� Carmen Amaya de cuerpo presente y haya un tablao abierto!� Me dediqu� a cerrar todo lo que hubiera abierto de flamenco�.

Homenajes en Catalu�a

Barcelona ha recordado a la bailaora durante este a�o (en el que coinciden el centenario de su nacimiento y el cincuentenario de su muerte en apenas veinte d�as) con distintos actos y espect�culos, en los que el Ayuntamiento de la Ciudad Condal denomin� el A�o Carmen Amaya. Exposiciones como la que reuni� en el Palau de la Virreina de Barcelona medio centenar de fotograf�as realizadas por Colita y Julio Ubi�a en 1963, �ltimo de la vida de la artista; entre ellas se encuentran las del rodaje de la pel�cula �Los tarantos�.

El Mercat de las Flors, escenario barcelon�s dedicado a la danza, inaugur� en mayo una sala con su nombre, y el Teatro Nacional de Catalu�a presenta estos d�as (hasta el 10 de noviembre) el espect�culo �La Capitana�, un homenaje a Carmen Amaya en el que participan artistas como Ram�n Oller, Roc�o Molina, Joan Guinjoan, Mayte Mart�n y Jes�s Carmona, entre otros.

ABC