Tú y yo somos tres
Chantajista, asesino y fundador de TV-3
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
A raiz de la publicación del interesantísimo retrato sobre Alfons Quintà 'El fill de xofer', del ensayista Jordi Amat, en el templo de 'El Palmar de Troya', 'FAQS' le han dedicado un oficio. Creo que de los allí presentes el único que le conoció personalmente –trabajó con él en los inicios de TV-3– era nuestro querido compañero Josep Maria Ureta. El resto o no habían nacido o eran unos niños cuando Quintà cabalgaba por Catalunya como un Atila de la extorsión, camuflado de periodista. Yo también le conocí. No es ningún merito el mío: son los muchos años que llevo en este oficio. La ventaja de Amat, autor del libro, es que lo ha estudiado a fondo, ha hablado con muchos que lo conocieron y sufrieron, y ha consultado archivos. Ha sido una sesión curiosísima. El fundador y primer director de TV-3, analizado en la propia TV-3. Fue televisivamente sugestivo, sí. A Quintà lo perfilaron bien. Malvado, ruin, chantajista, homófobo, psicópata y asesino feminicida. En efecto. Y recordaron cómo acabó: mató a su esposa en el 2016 y acto seguido se suicidó. O sea que el perfil, la radiografía, de tan horroroso personaje ha sido bien dibujada y explicada. Es decir, nos han retratado bien el alma, el carácter, y su ADN enfermizo. El público, la audiencia, la feligresía, han conocido el contenido humano de este despreciable elemento, sí. Pero no ha habido interés en profundizar sobre el continente, los poderosos que, conociéndole como le conocían, lo auparon y le dieron cargos de mando periodístico de colosal magnitud. Dijo la presentadora, en un momento dado, un poco horrorizada: «¿Cómo puede ser que una persona tan siniestra tuviera un poder tan impresionante?». Formulemos bien la pregunta, si me permiten: ¿cómo puede ser que una persona tan siniestra fuera elegida por Pujol y Prenafeta para fundar, poner en marcha y dirigir TV-3, y que luego le siguieran premiando encargándole la fundación y dirección del diario 'El Observador'? ¡Ahh! Schisssttt! No profundicemos. Que se quede la feligresía con que Quintà era horrible, abominable y malísimo. Y punto.
En la estimable película 'L’Empereur de Paris', el maquiavélico Fouché le dice al prefecto de policía, acerca de un turbio delincuente llamado Vidocq: «Conocemos todas sus fechorías. Y él lo sabe. Pues démosle un cargo, bien pagado, y pondrá su maldad a nuestro servicio. Hasta que deje se sernos útil».
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