Uno de los grandes hitos de la Historia Económica del Imperio Romano es la reforma monetaria efectuada por el emperador Nerón (54-68 d.C.) En sus diez primeros años de gobierno el emperador limitó su producción monetaria a modestas...
moreUno de los grandes hitos de la Historia Económica del Imperio Romano es la reforma monetaria efectuada por el emperador Nerón (54-68 d.C.) En sus diez primeros años de gobierno el emperador limitó su producción monetaria a modestas emisiones en oro y plata, acompañadas sólo a partir del 62 de emisiones en bronce. La reforma del 64 supuso una reducción del contenido en oro del áureo en torno al 2.5-4.5 % y una muy superior del contenido en plata del denario, que ahora sabemos que pudo situarse en el orden del 25 %. Esta devaluación desigual fue el preámbulo de uno de los períodos de acuñación más intensivos de la historia romana. Contra lo que habría cabido esperar, esta masiva acuñación no se basó en la plata, más devaluada, sino en la moneda de oro. Nuestra Tesis Doctoral tiene como objetivo el análisis de la relación entre la política acuñadora de Nerón y su condición material, el suministro de metales acuñables. Dentro de este enfoque se ha otorgado una especial atención al caso de la provincia Bética, en tanto que fue una de las principales fuentes de suministro de metales amonedables durante el período republicano y altoimperial, papel al que se debió en gran medida el ascenso económico y político de la provincia durante el siglo I d.C. Desde el punto de vista metodológico, el trabajo apuesta por la necesidad de superar la escasez y heterogeneidad de las fuentes disponibles mediante la integración en un todo coherente de información de naturaleza interdisciplinar, combinando, de esa forma, el análisis de fuentes literarias, epigráficas, arqueológicas, numismáticas, metalográficas, geológicas, paleoambientales y comparativas. En síntesis, entendemos que la gran operación monetaria de Nerón debe interpretarse mediante una explicación articulada. El objetivo último de la operación era político: Nerón quería fortalecer su posición como príncipe incrementando el gasto, con una atención especial a sus dos clientelas estratégicamente más vitales: el pueblo romano y los ejércitos. La forma en que acometió esta tarea respondía a una estrategia fiscal, pero implicaba una percepción de los presupuestos monetarios y económicos de la fiscalidad. La razón por la que Nerón optó por basar en el oro la práctica totalidad de su gasto fue que contaba con un aprovisionamiento más holgado de oro que de plata, lo que hacía muy difícil mantener los equilibrios bimetálicos impuestos por Augusto. Ello le obligó además a equilibrar la escasez de plata con la reactivación y revalorización del bronce. Las causas de este reequilibrio entre reservas amonedables eran, por un lado, la pacificación de la economía romana, que tras Augusto había enrarecido la apropiación de botines de guerra o stocks económicos ajenos, por otro el declive de los grandes distritos argentíferos conocidos, en particular el Cinturón Pirítico Ibérico, que contrastaba con el auge de los distritos auríferos. La periodización de la reforma estuvo determinada por las guerras armenias, que absorbieron importantes reservas de plata para abastecer a los ejércitos. Sólo al término de ellas y gracias a la importación masiva de stocks orientales dispuso Nerón de las cantidades mínimas de plata necesarias para equilibrar el ingente volumen de acuñación de oro que había proyectado. El incendio de Roma del 64 no fue sino un catalizador de la operación monetaria, que sin duda precipitó su ritmo y determinó sus prioridades, obligando a posponer la atención a los campamentos occidentales a la atención de la propia Roma. La devaluación diferencial del oro y la plata respondió sin duda a un intento por optimizar la producción monetaria obtenible a partir de las menguadas reservas de plata de las que disponía, pero la forma precisa en que se acometió la devaluación de la plata obedecía a una estrategia específicamente monetaria, que pretendía alinear en torno a un patrón metrológico similar todas las monedas imperiales de plata del Imperio. El fin de esta homologación era, por un lado, favorecer la circulación económica y fiscal entre las provincias occidentales y orientales; por otro lado, homologar los medios de pago imperiales para consolidar la universal aceptación de la moneda imperial por parte de los agentes económicos y políticos menos determinados geográficamente, en particular los ejércitos. Finalmente, el fondo que explica el impresionante ritmo de aumento del valor monetario a partir del 64, así como las estrategias adoptadas en la puesta en circulación de la moneda, es el intenso proceso de monetización de las economías romanas, particularmente por el ascenso de las provincias noroccidentales y la recuperación de la vitalidad de las provincias orientales. En muchos aspectos la política monetaria de Nerón anuncia el fin de una época y el inicio de otra. En primer lugar, el desplazamiento hacia Oriente de las fuentes de suministro de metal precioso anunciaba un giro estructural que acabaría por imponerse a largo plazo. En segundo lugar, el carácter irregular y episódico que conservó la acuñación en el período neroniano y su limitado recurso a la refundición de moneda reflejan las últimas manifestaciones de una política monetaria que había de hacer frente, en la medida en que la situación apremiaba y los recursos lo permitían, a una acelerada monetización del Imperio. A partir de sus sucesores la regularización del suministro monetario y el creciente recurso a la refundición a gran escala de moneda ilustran la imposición de una situación monetaria crecientemente estabilizada. Por último, la política monetaria de Nerón marca el inicio de un proceso inexorable en la evolución del modelo monetario romano, que profundizaría en los siglos sucesivos en las direcciones marcadas por Nerón: devaluación de la moneda de plata, conversión de la moneda de oro en centro del sistema monetario e incremento del valor total acuñado en bronce. En términos de la propaganda neroniana, la «edad de oro» estaba llamada a reemplazar en el sistema monerario a la «edad de plata» republicana, que no volvería al solar europeo hasta la Edad Media.