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La cuestion educativa

Publicado en Agencia de noticias NOTINAC.com, Buenos Aires (25-3-2014) http://www.notinac.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=6255:lacuestion-educativa-el-rey-sigue-y-probablemente-seguira-desnudo&catid=44:opinion&Itemid=83 LA CUESTIÓN EDUCATIVA. El rey sigue (y probablemente seguirá) desnudo Héctor A. Palma Hay hechos o situaciones en que cada uno de los distintos sectores y actores involucrados juegan sus propios intereses en las arenas mediáticas: abogados, periodistas, sindicalistas, medios periodísticos, políticos oficialistas y de la oposición, etc. Puede ser un crimen, un accidente importante, una tragedia natural, el prolongado paro docente u otra cosa. Son esos casos en que hay una monumental y desproporcionada cobertura mediática que desaparece tan rápidamente como se instaló por unas horas o unos pocos días; casos en los que todos (muchos desde la más absoluta ignorancia) emiten opiniones impúdicamente y en los que surgen temas de fondo que también desaparecen tan rápido como la polvareda de la coyuntura se disipa. El inusitado y virulento paro docente, como decía, es uno de esos episodios que excede a su propia coyuntura. En pocos días más se terminará (esperamos) de discutir el salario docente y seguramente también terminarán (hasta marzo de 2015) los ya folklóricos paros de comienzo de año; los medios concentrados silenciarán la falta de vacantes en la Ciudad de Buenos Aires y un poco más lejos queda la desmesurada repercusión por las pruebas PISA. También quedará naturalizado, como si fuera un logro inalterable que ya no se podría perder, que estamos en un contexto inédito en cuanto a esfuerzos presupuestarios con relación al PBI, que incidió en una recomposición salarial sostenida durante años, así como también en infraestructura escolar y en el sistema científico en general (incluidas las universidades); continuará la sobreactuación de muchos actores (funcionarios, gremialistas, directivos escolares, docentes), que en un gran simulacro fundacional de la política cínica, declaman ampulosamente la prioridad y la preocupación por la educación, mientras los hechos los desmienten obstinadamente. En paralelo, algunas cuestiones importantes y fundamentales que hacen al problema educativo en sí mismo (y que solo se han esbozado incipientemente a lo largo del conflicto) serán olvidadas en una terca omisión, a veces culposa, a veces dolosa (si se permite la metáfora jurídica). Veamos algunas cuestiones cuyo tratamiento sería deseable luego de la urgencia salarial (sin ninguna pretensión de exhaustividad ni mucho menos de jerarquías o de urgencias de los temas). Uno de los problemas centrales de la educación argentina se relaciona con la formación de la planta docente que, casi exclusivamente, se hace en Institutos de Formación Docente y que, salvo muy honrosas y escasas excepciones resulta deficitaria académicamente. Los docentes, en general, no manejan acabada y adecuadamente sus propias disciplinas. Como contrapartida, transitan por una exagerada formación didáctica y pedagógica. Todos los actores del sistema (autoridades, docentes y sindicatos) son conscientes de este déficit, pero en lugar de atacar la raíz del problema que es la formación de base, se apela a todo tipo de ingenierías variadas de cursos de capacitación y/o actualización. No se toca la estructura académica de los Institutos, por lo tanto no se modifica la formación docente y, al mismo tiempo se les hace creer a los docentes que ellos son el problema, pero que su déficit es pedagógico y didáctico por lo cual proliferan todo tipo de cursos, cursitos y cursillitos sobre las banalidades y trivialidades más insospechadas. La clave para que funcionen estos circuitos de sindicatos, consultores y cuentapropistas que viven de las capacitaciones, y que tuvo su momento de auge en los ’90, es que las jurisdicciones les reconocen unos insólitos puntajes para los concursos docentes. Es cierto que los sistemas de puntaje han mejorado algo con relación a los ’90 pero en lo esencial sigue la misma lógica. Por ejemplo, por tomar un caso al azar, en la Provincia de Buenos Aires un título docente obtenido en un Instituto terciario vale 25 puntos y un “postítulo docente” de 1 a 2 puntos. Lo curioso es un título de Licenciado obtenido en una universidad vale solo 1 punto, incluso los Ciclos de Complementación Curricular que imparten algunas universidades y que otorgan un título de Licenciado también valen 1 punto cuando su carga horaria y estatus académico suelen ser mucho más altos que los llamados “Postítulos”. Para completar: cualquier posgrado universitario (especializaciones, maestrías y doctorados) vale 1 punto, lo mismo que un conjunto no muy grande de cursos sueltos. Hace poco el Ministerio de Educación de la Nación pareció encarar el problema a través del Programa Nacional de Formación Permanente 2014-2018. Sin embargo lo hizo bajo el mismo supuesto erróneo: dejar tal y como está la formación docente aunque la existencia misma del programa sea el reconocimiento del déficit. Asimismo, la publicidad oficial señala tres cosas, al menos, muy discutibles: que se hará en horario de trabajo, en grupo y que es un derecho del docente. La capacitación en horario de trabajo sólo sería aceptable si en paralelo se encara transformar la formación de base de los futuros docentes; sobre el aprendizaje en grupo, todos los que estamos relacionados con las prácticas docentes, sabemos de qué se trata; y por último que los docentes sepan y enseñen bien es, en primer lugar, un derecho de los alumnos y una obligación para con la sociedad. Otro tema que surgió en las discusiones sobre paritarias docentes fue el del presentismo docente. El Estado, sabiendo que uno de los grandes problemas del sistema público es el elevadísimo ausentismo docente, trató de negociar un premio por presentismo, mientras que los sindicatos con diversos argumentos (algunos atendibles, otros ofensivos a cualquier racionalidad elemental) trataron de rechazarlo. Pero ninguno reconoce que el gran problema es el estatuto docente. Estatuto que resistió la avanzada neoliberal de los ’90 y significó, en ese momento una resistencia heroica, pero que en estos momentos tiene que ser revisado. La brevedad de este espacio obliga a terminar. Sólo dos paradojas más. Nuestra educación ha llegado a ser laica y eso es un valor progresista y democrático en sí mismo. Sin embargo muchos establecimientos públicos ostentan imágenes religiosas; en la provincia de Salta, por ejemplo, se enseña religión católica; y hay provincias enteras en que se evita la enseñanza de la evolución biológica porque la iglesia católica la rechaza en sus puntos fundamentales. Finalmente: por un lado hay un convencimiento más o menos generalizado de que estamos en una sociedad del conocimiento y que el saber es un valor en sí mismo y de progreso de las sociedades; pero, por otro (y esto no solo ocurre en la Argentina), se tiende a desvalorizar los títulos académicos acortando artificialmente las carreras, relajando las condiciones de ingreso, permanencia y egreso de los estudiantes. El problema educativo es inmensamente multifacético, probablemente como resultado de un cambio cultural de la concepción misma de la educación. Es difícil vislumbrar cómo será el sistema educativo dentro de 50 años, pero un buen diagnóstico de algunos problemas actuales y centrales, no sería poca cosa.