BREVE BIOGRAFIA ACERCA DE
MOISÉSMoisés
, pertenecía a la tribu de Leví, hijo se Amram y Jocabed,nace en Egipto, en la época en que Israel era allí esclavo. Sumadre lo esconde de los egipcios y le salva de la muerte,poniéndolo en una canasta que deposita en el rio Nilo, la hija delFaraón lo encuentra y lo adopta. Los primeros ocho es educado por los hebreos incluidos su padres. Como heredero al trono de Faraónes educado para ser gobernante de los egipcios, donde se levantasoberbio, altivo, iracundo y orgulloso.Por matar a un egipcio que maltrataba a un israelita, tiene que huir de Egipto al desierto, es acogido en el hogar de un sacerdotemadianita, se casa con una hija del sacerdote, y se convierte enpastor de ovejas. Andando por el desierto ve una zarza que no seconsumía y fue a investigar que pasaba, tenía un carácter reactivo,reaccionaba ante las circunstancias, a aquí el Señor se le rebelacomo el Dios de sus padres y le pide que saque de Egipto a supueblo, y Moisés regresa junto a Aarón y comunica a Faraón elpedido del Señor, aquí empieza su liderazgo para el que sin saber había sido preparado en dos etapas, la primera con los egipcios,con quienes adquiere conocimientos para ser un gran líder deEgipto, y la segunda por igual cantidad de años en el desiertodonde desarrolla humildad, paciencia, compasión, presencia,cualidades necesarias para ser un líder exitoso; en Moisés vemosun personalidad sobresaliente, moldeada por Dios, preparado conun propósitoMoisés ha sido catalogado con el más grande líder judío, pues pusoen movimiento el éxodo; se le reconoce como Profeta, puesDcpios hablaba al pueblo a través de él y Legislador, registro los 10mandamientos, autor del Pentateuco. Fue Príncipe, pastor, y líder de los israelitas. De su esposa Séfora tuvo dos hijos Gersón yEliezer. No pudo entrar a la tierra prometida por su desobediencia aDios, pero desde el monte Nebo la puede ver. Moisés muere a laedad de 120 años. A través de la vida de Moisés podemos ver con claridad como Diosnos prepara y luego nos utiliza y su programa o plan es para toda lavida, y como hace sus más grandes obras a través de gente débil.
asesinato. Obliga no sólo a dejar vivir, sino también a no dejar morir al hermano (véaseEx 21,12-15; Lv 19,11; 24,17).
El séptimo
(Ex 20,14) prohíbe el adulterio, defendiendo a la esposa, trasmisora dela vida y eje del matrimonio y la familia. Recalca positivamente el amor fiel como raíz dela pareja y el hogar (véase Lv 20,10).
El octavo
es un poco ambiguo (Ex 20,15). El verbo en hebreo significa “notomarás para ti”, pero le falta el objeto y puede referirse tanto a personas como a cosas.Sin descartar la interpretación normal de “robar cosas”, que se repite en el último, puede prohibir también toda acción encaminada a privar al prójimo de su libertad (rapto) ohacerlo esclavo. Obviamente, la libertad va detrás del derecho a la vida y a la familia yantes de la fama y las posesiones.
El noveno
(Ex 20,16), al prohibir los testimonios falsos, quiere defender la fama oel buen nombre de los demás, cuya pérdida puede conducir a la privación de la libertad,al aislamiento o a la muerte. Este mandamiento se refiere fundamentalmente a lasdeclaraciones hechas ante un tribunal de justicia que pueden comprometer el honor y lavida del prójimo. Defiende positivamente el buen nombre de las personas, la fama, un bien tan importante como la vida, y garantiza una justicia recta y fiable, base y centro deuna comunidad fraterna.Finalmente,
el décimo mandamiento
(Ex 20,17) prohíbe todo intento deapropiarse de las posesiones de la familia: la mujer, la casa, los siervos, los animales, etc.En su aspecto positivo, intenta frenar los instintos egoístas y la codicia del hombre.
¿Es el decálogo un fenómeno exclusivo y original del pueblo de Israel?
Loscuatro primeros preceptos: monoteísmo, imágenes y sábado, son exclusivamente hebreosen el sentido de que no tienen paralelos en el mundo antiguo. En cambio, los seisrestantes tienen paralelos en los antiguos códigos extra-bíblicos, pues pertenecen a laética natural como normas fundamentales de toda sociedad humana, por primitiva quesea.En Egipto, el capítulo 125 del “
Libro de los muertos
” (s. XVI a. C.) presenta aldifunto haciendo una confesión para probar su inocencia ante el tribunal de Osiris, diosde los muertos:
“no he sustraído tortas sagradas a los dioses; no he cazado los pájaros sagrados de los dioses; no he adulterado; no he robado; no he mentido; no he matado anadie; no he quitado la leche de la boca de los niños; no he falseado las medidas; no hedesviado el agua de los canales de riego; no he ultrajado al rey; no hice llorar, etc.”
.En Babilonia, el ritual mágico “
Shurpu
” pregunta a los familiares del enfermo las posibles faltas que hubiesen sido la causa de su enfermedad:
“¿Ha ofendido a algún dioso diosa? ¿Ha despreciado a su padre o a su madre? ¿Tiene odio a sus antepasados?¿Tiene rencor a su hermana mayor? ¿Ha empleado balanzas falsas? ¿Ha derramado la sangre de su prójimo? ¿Se ha acercado a la mujer de su prójimo? Etc.”
.Como se observa, hay en conjunto grandes semejanzas con el decálogo, inclusoen su formulación negativa. Sin embargo, esto no supone una dependencia, sino unreflejo de la ley natural inscrita en toda conciencia humana. Se trata, por tanto, de uncompendio moral universal y la base de toda civilización basada en la justicia y el amor.Entonces,
¿qué necesidad tenía el pueblo de Israel de darles una dimensión religiosa?
Como se sabe, la ley natural muchas veces se oscurece en las conciencias de los hombres,15
se va degradando y llevando a la confusión. Así pues, para darle mayor claridad yfirmeza, el pueblo las coloca bajo la autoridad suprema de Dios.
El código de la alianza (Ex 20,22-23,19)
Es una colección de 86 leyes que desarrollan y aplican a la vida cotidiana losgrandes principios del decálogo. El código fue escrito sustancialmente por Moisésdurante la larga estancia en el oasis de Cadés-Barnea, o quizás en las estepas de Moabantes de morir en el monte Nebo a la vista de la tierra prometida.Son leyes comunes al derecho vigente en antiguo Oriente Próximo. Se asemejannotablemente al código de Hammurabi (Mesopotamia, siglo XVIII a. C.), al código de losHititas (s. XV) y al decreto de Horemheb (Egipto, s. XIV). Este código refleja unasociedad arcaica, rural, que depende del ganado más que de la agricultura. Las estructurassociales son el clan y la familia, sin una autoridad específica. Existe el culto, pero no lossacerdotes. Las fiestas están motivadas por el recuerdo de la salida de Egipto. Es unasociedad pluriforme: libres y esclavos, ricos y pobres, emigrantes asociados y extranjeros.El nivel más elevado o evolucionado del código es el de la justicia y del amor,especialmente hacia los pobres e indefensos; por ejemplo:
“No maltratarás al forastero,ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto. No vejarás a laviuda ni al huérfano. Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor”
(Ex 22,20-22).De ahí el valor teológico del código de la alianza: sólo en la medida en que cada israelitaes justo y bueno con sus hermanos en la vida diaria, forma parte de la alianza con Dios. Y para que esa relación con Dios sea sincera, es imprescindible vivir en paz y en armoníacon los semejantes.La fórmula introductoria del código: “
Dijo Yahvé a Moisés
”, no significa unarevelación especial de Dios, sino que estas leyes gozan de su aprobación.
La celebración de la alianza
Este es el momento más trascendental de la historia de Israel, su nacimiento como pueblo de Dios. En Egipto no era más que un conglomerado de tribus. Una vez liberado,ya es un pueblo que camina unificado bajo la guía de Moisés en busca de una patria libre bajo el sol. Ahora, en el Sinaí, en virtud de la alianza que va a sellar, Israel será el pueblode Dios con una ley propia y un destino de alcance universal. La escena, en susimplicidad, es de una grandeza única. En primer lugar, Moisés escribe y lee al pueblo los10 mandamientos que deben regular el pacto entre Dios e Israel. El pueblo acepta a unasola voz: “
Cumpliremos todas las palabras que ha dicho Yahvé
” (Ex 24,3.7). Con este“sí” queda pactada la alianza, cuya fórmula por excelencia es: “Yo seré vuestro Dios, yvosotros seréis mi pueblo”. Y se ratifica el pacto. Nosotros ratificamos un contrato firmando al pie del documento con tinta y pluma. Para un semita este proceder hubiera resultado muy pobre. Un semita sella unaalianza con sangre. Para ello, unos jóvenes inmolan novillos sobre un altar improvisado.Moisés derrama la mitad de la sangre sobre el altar, que representa a Dios, y con la otramitad rocía al pueblo diciendo: “
Ésta es la sangre de la alianza que Yahvé ha hecho convosotros
” (Ex 24,8). Una misma sangre une a Dios y al pueblo. Es una unión recíproca deamor y de fidelidad, como entre los esposos. Culmina la ratificación con otro rito16
comunitario: con la carne de las víctimas inmoladas se celebra un banquete festivo decomunión doble, del pueblo con Dios y de los miembros del pueblo entre sí (Ex 24,11).En otras palabras, estos elementos los vamos a encontrar siglos más tarde en la misa, elsacrificio de la nueva alianza: lectura pública de la palabra de Dios, un sacrificio y un banquete de comunión.
4.6. LA TIENDA DE LA PRESENCIA (EX 25-40)
Dios ordenó a Moisés construir un santuario móvil para erigirlo en el centro delcampamento cuando estaban acampados. Éste sería el lugar sagrado del encuentro deDios con su pueblo, y su culto sería la alianza vivida día a día. En estos 16 capítulosfinales del Éxodo, la tradición del autor sacerdotal nos describe minuciosamente eltabernáculo o tienda, su mobiliario, los ornamentos sacerdotales y las leyes del cultolitúrgico.La tienda de la presencia sería más o menos parecida a la que usan los beduinosdel desierto: un toldo de pelos y piel de cabra levantado con palos y sujetado con cuerdasclavadas al suelo. Con todo, la tienda de Yahvé era más rica y más grande. Una cortina de púrpura dividía el interior en dos habitaciones: el lugar santo y el lugar santísimo,separación común en los templos del antiguo Oriente. En el lugar santísimo está el Arcade la alianza. En el lugar santo estaba el altar de los perfumes, el candelabro de siete brazos y la mesa de los doce panes de la ‘presencia’ que representaban a las doce tribus.Rodeaba la tienda un espacioso patio con el altar de los holocaustos y la pila de broncecon el agua necesaria para las abluciones rituales de los sacerdotes. La tienda-santuarioera móvil. Los levitas la montaban, desmontaban y trasladaban de acampada enacampada. Es una bella imagen de un Dios peregrino que acompaña la andadura de su pueblo.Los materiales empleados en su construcción eran ricos y abundantes (Ex 35).Podían provenir del despojo de los egipcios, de las caravanas comerciales de madianitasque transitaban por el desierto y sobre todo de la gran colecta ordenada por Moisés. Laaportación del pueblo fue tan masiva que Moisés tuvo que suspender la colecta. Enrealidad el santuario del desierto sería más sencillo y rudimentario, en armonía con la pobreza del lugar y de la gente.Todo el pueblo contribuyó con entusiasmo en la empresa de construir una moradadigna para el culto divino. El autor quiere resaltar que, en Gn 1 Dios había construido lacasa del hombre; en Ex 35 el hombre construye la casa de Dios, un lugar donde Dios y elhombre pueden encontrarse en paz y amistad como en un verdadero paraíso terrenal.
4.7 muerte moises
Yahvé invita a Moisés a subir al monte Nebo, al mismo tiempo que le anuncia queva a morir allí. Desde la cima del monte contempla la tierra prometida, tierra verde yfértil por el agua del río Jordán. Esta mirada de la tierra implica una toma de posesión jurídica de la misma.La vida de Moisés, lo mismo que su muerte, ha estado siempre en manos delSeñor, pendiente siempre de la palabra de Dios. Moisés, servidor fiel, realizó signos y prodigios que le acreditaron como el más grande jefe y el profeta incomparable de Israel.De hecho en el libro del Deutoronomio 34,10-12 leemos: “
No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien Yahvé trataba cara a cara. Nadie ha vuelto a hacer losmilagros y maravillas que el Señor le mandó realizar en el país de Egipto... No hahabido nadie tan poderoso como Moisés
”
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BREVE BIOGRAFIA ACERCA DE MOISÉS. Moisés, pertenecía a la tribu de Leví, hijo se Amram y Jocabed, nace en Egipto, en la época en que Israel era allí esclavo.
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Moisés (Siglo XIII a. C.) Profeta y legislador de Israel cuyas acciones están descritas en el libro del Éxodo. Sin embargo, dicho libro del Antiguo Testamento ...
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I. En el antiguo Testamento El primer hombre, creado (Gn. 1.27) por Dios a su imagen en el día sexto, formándolo (como forma el alfarero, Gn. 2.7) del polvo de la ...
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"MOISES" Biografías Biblicas
Profeta y legislador hebreo. La historia de su vida se relata sobre todo en los libros Éxodo y Deuteronomio del A.T.. Nació en Gosén, región del antiguo Egipto. Los judíos residentes en Egipto se hallaban esclavizados por el faraón. Poco antes del nacimiento de Moisés, el faraón había ordenado dar muerte a todos los varones hebreos recién nacidos. Para salvar a su hijo, su madre le colocó en una cesta de papiro que echó al Nilo, episodio que fue observado por su hermana Miriam (Éx.2:4; Nu.26:59). Fue rescatado por la hija del faraón, que crió al niño como si fuera suyo.
A la edad aproximada de 40 años Moisés mató a un egipcio que a su vez había asesinado a un hebreo, por lo que hubo de huir de Egipto. En el exilio, Moisés fue pastor toda su vida. A los 80 años, Jehová, se le apareció en una zarza ardiente y le ordenó volver a Egipto y salvar a su pueblo de la esclavitud. Una vez hecho esto, debía guiarlos hacia la tierra de Canaán, donde debían instalarse de forma permanente. Para ayudarle en el proyecto, Jehová otorgó a Moisés el poder de realizar milagros.
Moisés se presentó ante el faraón junto con su hermano Aarón, pero a pesar de los milagros realizados azotando a los egipcios con una serie de plagas—, el faraón se negó a liberar al pueblo hebreo. Al final, aceptó que Moisés condujera a los hebreos fuera de Egipto, camino de Canaán. Al aproximarse al Mar Rojo, un ejército egipcio enviado por el faraón se les aproximó. Moisés extendió su brazo, dividiendo el mar y formando murallas de agua a derecha e izquierda. Los hebreos cruzaron el tramo, pero cuando los egipcios intentaron seguirles, las murallas de agua cayeron sobre ellos y los ahogaron.
Al llegar al pie del monte Sinaí, en la península homónima, Moisés subió a la cima para hablar con Jehová. Estuvo con él por 40 días y 40 noches y recibió dos tablas de piedra en las que estaban escritos los Diez Mandamientos.
Tras 40 años de travesía del desierto bajo la dirección de Moisés, periodo signado por diversas tribulaciones como terremotos, plagas, incendios, sequías y guerras con los pueblos nativos de Palestina, los hebreos llegaron al fin a Canaán. Jehová permitió a Moisés divisar la Tierra Prometida, desde la cima del monte Nebó, y después de esta visión murió. Sin embargo, ya había entregado el liderazgo del pueblo a Josué. Aunque es difícil precisar las fechas de nacimiento y muerte de Moisés, numerosos especialistas contemporáneos aseguran que el éxodo tuvo lugar en el siglo XIII a.C.
Además Moisés fue quizá el autor de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, denominados en su conjunto Pentateuco, así como de otras partes del A.T., incluyendo quizá el Libro de Job. Sin embargo, la opinión casi unánime de los especialistas es que estos libros son la obra combinada de numerosos autores.
Moisés se le menciona con frecuencia en el N.T. como en la transfiguración de Cristo, Moisés representa a la Ley (Mt. 17,3). El papel que desempeñó en el A.T. es reseñado en la Epístola a los Hebreos, comparándolo con el de Cristo (Heb. 3:1-6). También se le menciona en el Evangelio de San Juan, de nuevo para destacar el papel de Cristo (Jn.1:17) como refrendo de lo anunciado en las Escrituras.
También el islam, que le llama Musa, le venera.
Profeta y legislador hebreo, fundador de Israel o del pueblo judío. También el islam, que le llama Musa, le venera. La historia de su vida se relata sobre todo en los libros Éxodo y Deuteronomio del Antiguo Testamento. Según estos relatos, nació en Gosén, región del antiguo Egipto. A la sazón, los judíos residentes en Egipto se hallaban esclavizados por el faraón. Poco antes del nacimiento de Moisés, el faraón había ordenado dar muerte a todos los varones hebreos recién nacidos. Para salvar a su hijo, su madre le colocó en una cesta de papiro que echó al Nilo, episodio que fue observado por su hermana Miriam (Éx. 2,4; Núm. 26,59). Fue rescatado por la hija del faraón, que crió al niño como si fuera suyo. Ya adulto, Moisés mató a un egipcio que a su vez había asesinado a un hebreo, por lo que hubo de huir de Egipto. En el exilio, Moisés fue pastor toda su vida. A los 80 años, Dios se le apareció en una zarza ardiente y le ordenó volver a Egipto y salvar a su pueblo de la esclavitud. Una vez hecho esto, debía guiarlos hacia la tierra de Canaán, más tarde denominada Palestina, donde debían instalarse de forma permanente. Para ayudarle en el proyecto, Dios otorgó a Moisés el poder de realizar milagros.
El éxodo
Moisés se presentó ante el faraón junto con su hermano Aarón, pero a pesar de los milagros realizados -como convertir en sangre las aguas del Nilo y azotar a los egipcios con una serie de plagas-, el faraón se negó a liberar al pueblo hebreo. Al final, aceptó que Moisés condujera a los hebreos fuera de Egipto, camino de Canaán. Al aproximarse al Mar Rojo, un ejército egipcio enviado por el faraón se les aproximó. Moisés extendió su brazo, dividiendo el mar y formando murallas de agua a derecha e izquierda. Los hebreos cruzaron el tramo, pero cuando los egipcios intentaron seguirles, las murallas de agua cayeron sobre ellos y los ahogaron. Al llegar al pie del monte Sinaí, en la península homónima, Moisés subió a la cima para hablar con Dios. Estuvo con la divinidad 40 días y 40 noches y recibió dos tablas de piedra en las que estaban escritos los Diez Mandamientos, que a partir de entonces constituyeron las leyes fundamentales de los hebreos. Tras 40 años de travesía del desierto bajo la dirección de Moisés, periodo signado por diversas tribulaciones como terremotos, plagas, incendios, sequías y guerras con los pueblos nativos de Palestina, los hebreos llegaron al fin a Canaán. Dios permitió a Moisés divisar la Tierra Prometida, desde la cima del monte Nebó (hoy Jordania), y después de esta visión murió. Sin embargo, ya había entregado el liderazgo del pueblo a Josué. Aunque es difícil precisar las fechas de nacimiento y muerte de Moisés, numerosos especialistas contemporáneos aseguran que el éxodo tuvo lugar en el siglo XIII a.C.
El Pentateuco
Además de ser uno de los líderes nacionales y legisladores más famosos de la historia, Moisés fue quizá el autor de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, denominados en su conjunto Pentateuco, así como de otras partes del Antiguo Testamento, incluyendo quizá el Libro de Job. Sin embargo, la opinión casi unánime de los especialistas es que estos libros son la obra combinada de numerosos autores.
En el cristianismo
Moisés es un personaje bien conocido en el cristianismo, y se le menciona con frecuencia en el Nuevo Testamento. En la transfiguración de Cristo, Moisés representa a la Ley (Mt. 17,3). El papel que desempeñó en el Antiguo Testamento es reseñado en la Epístola a los hebreos, comparándolo con el de Cristo (Heb. 3,1-6). También se le menciona en el Evangelio de San Juan, de nuevo para destacar el papel de Cristo (Jn. 1,17) como refrendo de lo anunciado en las Escrituras
Biografía de Moisés
► Biografía
Moisés (nacido aproximadamente entre el siglo 13 y 14 a.C). Profeta y Líder religioso de origen hebreo, quien según las religiones judeocristianas liberó a su pueblo de la esclavitud del que era víctima por parte de los egipcios, a fin de conducirlo hacia lo que las sagradas escrituras llaman “la tierra prometida”, convirtiéndolos en el pueblo de Israel.
Por su parte, la religión musulmana también lo reconoce como el primer profeta de Dios, cuyo mensaje habría sido luego perfeccionado a través de Mahoma. Siendo así el profeta fundacional tanto para el cristianismo, como para el judaísmo y el Islam. Igualmente, es la figura bíblica a la que se le atribuye la escritura del Pentateuco, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, comunes tanto para judíos como para cristianos, así como el vehículo humano a través del cual Dios hizo llegar hasta los hombres sus Diez Mandamientos.
Vida temprana
Los investigadores carecen de evidencias que comprueben su existencia. La mayor fuente de referencias sobre su vida son las escrituras bíblicas, por lo cual se tienen dudas sobre ellas. De haber existido, según el Libro bíblico del Éxodo, Moisés pertenecería a la tribu de Levi, siendo hijo de Amram, quien a su vez sería hijo de Coat, descendiente de Jacob y perteneciente al primer grupo de hebreos llegado a Egipto, por lo que Moisés sería parte de la segunda generación, nacida en tierras egipcias. Su madre se llamaría Lojebed, y tendría dos hermanos: Miríam, mayor que el por siete años; y Jacob, menor que Moisés por tres.
En cuanto a la fecha de su nacimiento, los investigadores han tomado para su cálculo una referencia bíblica, del libro de Reyes I ( 6:1) en la que se señala que el Éxodo, liderado por Moisés, habría ocurrido “480 años antes” de que el rey Salomón iniciara la construcción del templo de Jerusalén. Se cree que la cifra “480” se refiere a una cuenta en base a las 12 generaciones entre Moisés y Salomón, siendo una generación equivalente a 25 años, la fecha más precisa del éxodo sería en el año 1290 a.C, haciendo entonces que el Faraón que reinaba fuese Ramsés II, ubicando la fecha de nacimiento de Moisés a finales del siglo 14 a.C.
De acuerdo a la Biblia, a los tres meses de nacido, Moisés habría sido puesto por su madre -en una cesta cubierta de brea- en las aguas del Nilo, a fin de salvarlo del decreto faraónico, que ordenaba la matanza de todo varón hebreo recién nacido. Su hermana Miriam habría seguido el curso de la cesta, hasta que ésta fue encontrada por la hija del Faraón, la cual al descubrir al bebé lo adoptó y bautizó con el nombre de Moisés (salvado de las aguas). La princesa, cuyo nombre se cree era Bitia, buscó una esclava hebrea que lo amamantara, escogiendo precisamente a Lojebed, con quien Moisés permaneció dos años, momento en el cual comenzó su vida en Palacio.
Ya adulto, un día presenció la represión brutal de un soldado egipcio hacia un esclavo hebreo, Moisés mató al soldado, y huyó de Egipto. Su camino lo llevó a Madián, donde salvó a un grupo de siete pastoras, ganando el aprecio del padre de éstas, Jetró. Moisés fue adoptado como hijo, permaneciendo en este pueblo por 40 años, durante los cuales fue pastor y se casó con Séfora, una de las hijas de Jetró, con quien tuvo un hijo llamado Gersón.
Misión y liberación de los hebreos
Según el Éxodo (3:5-14) un día en el monte Horeb, Moisés se encontró con un árbol de zarza que ardía sin consumirse, desde la cual le habló Dios, ordenándole volver a Egipto y pedirle al Faraón la libertad de “los hijos de Israel”. Moisés regresó y le pidió al soberano egipcio la liberación de los hebreos, obteniendo un “no” como respuestas. Después de varias negativas, Dios envió sobre los egipcios “Las diez plagas”, una serie de desgracias, entre las que se contaron una plaga de langostas, la aparición de llagas y hasta la muerte de todos los primogénitos, dentro de los que se encontraba el hijo del Faraón.
Después de su pérdida, el soberano liberó a los hebreos, los cuales salieron de Egipto, hacia el Este en una gran procesión. No obstante, el Faraón se arrepintió y mandó a su ejército a recuperar a sus esclavos. Los hebreos trataron de huir, quedando atrapados entre los soldados y el Mar Rojo. En ese momento, el Dios de los hebreos retiró las aguas marinas, para que su pueblo escapara, permaneciendo así hasta que los egipcios trataron de pasarlo también, muriendo ahogados con el regreso intempestivo de las aguas.
Las tablas de la Ley
El libro del Éxodo refiere que, mientras recorrían el desierto, Moisés subió al monte del Sinaí, donde Dios le dictó las Tablas de Ley, una serie de diez reglas, las cuales según estas creencias escribió con su propio dedo, dictándole las normas morales por las cuales debían regirse, siendo la primera de ellas la creencia en un solo Dios, mandato que para algunos marca el inicio de una especie de monoteísmo, que devendría en el que conocemos actualmente.
Legado
Se cree que a pesar de haber cumplido con su misión, no logró llegar a la Tierra Prometida. Al fallecer, dejó a su pueblo liberado, transitando el desierto. Haya existido o no, Moisés es uno de los hombres más influyentes de la historia, siendo considerado el libertador del pueblo hebreo, el patriarca de Israel y el primer Profeta de las tres más grandes religiones del mundo.
Poco antes de nacer Moisés, Faraón promulgó una ley que exigía que todos los recién nacidos israelitas fueran arrojados al Nilo. Iojebed, la tía paterna y esposa del levita hebreo Arman, dio a luz a un pequeño, y lo escondió durante los tres primeros meses. Cuando no pudo ocultarlo más, lo colocó en una cesta (embadurnada con barro en su interior y brea en el exterior para hacerla impermeable) y llevó ésta al Nilo, bajo el cuidado de Miriam, que siguió desde cerca dicha cesta. En dicho momento, la hija del Faraón se bañaba en el río, cuando encontró a Moisés dentro de la cesta. Miriam se acercó y consiguió que la princesa encargara el cuidado de Moisés a su propia madre.
Moisés es un personaje del judaísmo, el cristianismo, el islam y la fe bahá'í.
Según la Torá judía (el Antiguo testamento) era hijo de Amram y su esposa Iojebed. Es descrito como el hombre encomendado por Dios Hashem para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y como su máximo profeta y legislador.
No existen datos históricos que fundamenten la existencia real de Moisés, pues todas las referencias a él son muy posteriores, cuando ya se había formado el judaísmo.
MINISTERIO DE MOISES
La vida de Moisés
Si vamos a entender el ministerio de un apóstol, debemos empezar con la vida y el ministerio de Moisés. Ya que Moisés es un retrato de los apóstoles de los últimos días, necesitamos ver su vida para descubrir como opera el apóstol. Debemos ser cuidadosos en no trazar demasiados paralelos, porque Moisés hizo muchas cosas que fueron específicamente para Israel, y él produjo parte del Canon de la Escritura- muy parecido a los Apóstoles primitivos-. Pero esto no se puede aplicar a los apóstoles del tiempo presente. La historia ha mostrado siempre que cuando los hombres han clamado ser apóstoles, lo han tomado para sí, sobre sí mismos para de esta manera proclamar autoridad para producir Escritura, ó para hacer a un lado ó pisotear la Palabra de Dios.
Esto es verídico en ciertas denominaciones, quienes claman estar restaurando el ministerio apostólico, y también ciertos líderes de culto quienes se instalan a sí mismos como autoridades dictatoriales.
Con estas cosas en mente vamos entonces a aproximarnos al tema y el Ministerio de Moisés con corazones abiertos, siempre acudiendo a las verdades claramente reveladas de la Palabra de Dios. Lo que estaremos presentando aquí, estará encuadrado básicamente en las Escrituras, aunque tendremos que interpretar ciertos aspectos en sentido figurativo para explicar los paralelos entre Moisés y el oficio apostólico. Sin embargo, lo que presentamos nunca violará la Palabra, pero confirmará siempre lo que es enseñado claramente dondequiera.
El ministerio de Moisés fue importante en la historia de Israel, y el fundamento sobre el cual los tratos de Dios con Israel fueron llevados a cabo. Tratar y encontrar paralelos entre todo lo que él hizo y el ministerio del apóstol, nos llevaría a cometer el mismo error que aquellos que sobre-alegorizan (en exceso) algunas de las parábolas de Jesús.
Terminaremos tratando de hacer que los pasajes signifiquen, lo que nosotros queramos que signifiquen. Entonces para evitar esto, consideraremos el ministerio de Moisés bajo las dos cosas o tareas más significativas que él hizo:
· La primera y principal tarea dada a Moisés, fue guiar al pueblo de Dios a salir de la Esclavitud en Egipto.
· La segunda función que le fue dada, fue presentarles el patrón de Dios para vida y adoración.
Cada una de estas tareas involucraba muchas cosas, y consideraremos cada una conforme avancemos, pero bajo estos dos encabezados podemos sumarizar el ministerio de Moisés y también el ministerio del apóstol.
LA IGLESIA EN EGIPTO
Antes de que entremos al tema principal que estamos estudiando, necesitamos establecer una breve reseña concerniente a la condición de Israel en el momento en que Moisés aparece en escena, y como esto es paralelo a la condición de la Iglesia en éste tiempo de la historia. Leemos de como José llegó a Egipto como esclavo y se convirtió en Primer Ministro de Egipto, como resultado de su fidelidad a Dios. Aquí tenemos un cuadro de como Dios puede tomar lo que está en el mundo y ponerlo a disposición de su pueblo. No solamente las necesidades de Israel fueron suplidas como resultado del ministerio de José, sino que también les fueron dadas las mejores tierras de Egipto para vivir y establecerse.
Dios les trajo prosperidad mas allá de sus sueños.
Pero todos sabemos que en la Escritura Egipto es un cuadro ó simbolismo del mundo. Egipto no era la tierra prometida que Dios le había dado a Abraham, Isaac y Jacob. Aún así Dios había usado a Egipto para proveerles en sus necesidades y prosperarlos durante un tiempo de escasez. Pero entonces ellos decidieron establecerse ahí y no regresar a su tierra prometida. Y éste es un cuadro de la Iglesia de los últimos tiempos. Han venido a buscar en el mundo como su fuente, y se han olvidado que hay una tierra prometida de bendición disponible para ellos. Como el antiguo Israel, han dejado escapar su herencia, y se han sometido a sí mismos a las ordenanzas del hombre antes que a las ordenanzas de Dios.
Pero leemos en Exodo capítulo 1 que los Israelitas empezaron a multiplicarse tan rápidamente que se convirtieron en una amenaza para los Egipcios. Entonces Faraón empezó a tomar medidas para prevenir que ellos crecieran hasta convertirse en un enemigo que no pudiera controlar. En lugar de ser el pueblo escogido de Dios, disfrutando las bendiciones de su tierra prometida, se convirtieron en esclavos de los capataces de Egipto. Fueron forzados a construir monumentos a Faraón.
El cuadro no podría ser peor, y Dios necesitaba traer a Su pueblo de regreso al lugar de Libertad, donde ellos podrían disfrutar lo que Él había provisto para ellos y para adorarle en Espíritu y verdad.
Echaremos mas tarde una mirada con mas detalle a como la Iglesia de hoy es un retrato del Israel en Egipto. Por ahora solo quiero que vean que Israel falló en reconocer lo que Dios había provisto para ellos, por lo tanto el Cuerpo de Cristo hoy día, esta fallando en alcanzar todo su potencial a causa de la presión del mundo. Dios levantó a Moisés cuando Israel estaba en su peor momento. Y en estos últimos días, cuando el Reino de las Tinieblas y el Faraón espiritual de este mundo están haciendo lo máximo para destruir la Iglesia de Jesucristo, el Bien levantará a los Moisés de Dios de los últimos tiempos. El ministerio apostólico sacará a la Iglesia de Egipto y la llevará de vuelta al Canán de bendición a donde pertenece.
Pero usted podría preguntar, "¿No es ese el ministerio del Profeta, el Elías de Dios, quien restaurará todas las cosas?" Seguramente esa ha sido la función del movimiento Profético- llamar a la Iglesia de regreso al orden de Dios? Si, ciertamente esa ha sido la función de los profetas, y en esto vemos un traslape y un entendimiento más claro del papel del Apóstol. Por tanto como Moisés fue un profeta y cumplió con la función de un profeta, entonces el Apóstol se levantará desde los rangos de profeta. El movimiento apostólico vendrá de en medio (del pleno) del movimiento profético. Aún Moisés era mucho más que un profeta. El no solo llamó y sacó al pueblo de Dios de Egipto, sino que les enseñó como volver al orden de Dios y los guió a entrar en él.
Vamos a dejar a Moisés e Israel por un momento y vayamos al Nuevo Testamento para ver otro paralelismo. Jesús dijo que Juan el Bautista era Elías. El vino a preparar al pueblo de Dios por medio de un llamado a regresar al orden de Dios, en preparación para aquel, quien los guiaría de regreso hasta Dios, ¿Y quien era aquel? De acuerdo a Hebreos 3:1 era Él, quien fue llamado Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión- Jesucristo. Y entonces en el verso 2 nos es dado un paralelo exacto entre Jesús y Moisés.
1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al Apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;
2 el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés (fue fiel) en toda la casa de Dios.
Vamos a considerar que pasó aquí. Juan el Bautista vino, llamando a la nación de Israel de regreso al Orden. Él predicó un mensaje feroz y causó agitación entre la gente. Pero no era él, quien habría de guiar a la gente de regreso a Dios. Era el Apóstol, en la forma de Cristo quien les enseñaría como hacer esto.
Vemos otra idea aquí que tendrá que ser tomada en cuenta cuando Dios levante sus Apóstoles de los últimos tiempos. Juan el bautista tenía un trabajo que hacer, pero llegó un tiempo en que él tenía que someterse a la persona quien continuaría su misión, hasta donde él llegó, ahí sería el inicio. Su confesión era, "Debo menguar, para que Él crezca". No estamos queriendo dejar implícito que el apóstol debe ser como Jesús.
Algunos han caído en este error con un sobre-énfasis de la manifestación de los hijos de Dios de los últimos tiempos, comentada por Pablo en Romanos 8. Lo que estamos tratando de apuntar es que el apóstol retomará desde el profeta y completará la obra de traer de vuelta a la Iglesia a donde debería de estar en el orden de Dios.
Parte del problema que creo existirá cuando esto tome lugar, es lo que sucedió cuando Jesús finalmente vino y tomó su rol o papel como apóstol. Juan el bautista había predicado fiel y fervientemente en contra del pecado, pero cuando Jesús vino el no utilizó la misma forma de acercarse. En lugar de eso, El vino con un mensaje de amor y gracia.
Esto confundió tanto a Juan que envió a sus discípulos a saber de Jesús, si Él era realmente el que habría de venir, porque él pensó que Jesús había cometido un error.
Es mi firme opinión que el surgimiento del ministerio apostólico no resultará en un énfasis a gran escala sobre el pecado y la justicia, sino en un énfasis sobre la vida de victoria para el creyente.
Esto va a causar confusión en los rangos de muchos de aquellos quienes se han parado, ó acomodado en el oficio profético, quienes han proclamado que la Iglesia debe salirse, apartarse del mundo y limpiarse a sí misma de toda impureza. En su celo por lograr que la Novia de Cristo sea ó esté sin mancha, ni arruga ó cosa parecida, no van a entender el énfasis sobre la gracia de Dios, que será traído por el oficio apostólico. Porque el profeta ha sido llamado para decirle a la Iglesia lo que deberían ser, pero el Apóstol les enseñará como llegar hasta ahí.
Vayamos a otro pasaje en el Nuevo Testamento para ver como Dios llamó a los Apóstoles de la Iglesia Primitiva en el libro de Hechos. Por supuesto que no estamos considerando aquí el llamado de los Apóstoles originales de Cristo-Los doce-. En Hechos 13 leemos el siguiente acontecimiento:
1 Había entonces en la Iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Noten lo que se nos dice concerniente a estos hombres en Antioquía, que eran profetas y maestros. De entre este grupo Dios llama a dos hombres para ser enviados a tomar el oficio de Apóstol. La conclusión obvia que obtenemos de esto es que cuando Dios llama a alguien para el oficio de Apóstol, éste saldrá de entre las filas de profetas y maestros, preferencialmente aquellos profetas quienes también tienen el oficio de maestro al mismo tiempo. En este caso ÉL tomó a Bernabé quien era profeta y lo ubicó en equipo con Pablo, quien era maestro. Entonces juntos conformaron un equipo apostólico. Así que, el ministerio apostólico debe abarcar ambos ministerios, el Profético y el de Enseñanza (maestro).
En su enseñanza sobre los ministerios de Liderazgo en 1 Co. 12, Pablo habla de Dios, designando primeramente al Apóstol, segundo al Profeta y tercero al Maestro. Y entonces él continúa para preguntar preguntas retóricas, como: "Son todos apóstoles, son todos profetas…etc." Él deja implícito, que no todos son Apóstoles, Profetas ó Maestros. Como quiera el no enseña ó no concluye que una persona no podría tener ó ejercer mas de un oficio o ministerio al mismo tiempo. De hecho si vamos a entender correctamente su enseñanza concerniente al orden de apóstol, profeta y maestro, deberíamos de analizar y reflexionar que el no está hablando acerca de un orden de autoridad, sino de un orden de capacidad.
Es posible para alguien quien es un Evangelista, añadir a su ministerio el de Pastor, y un Pastor puede añadir a su ministerio el de Maestro. El Maestro en cambio puede añadir el oficio de Profeta. Y es entonces posible para esa persona moverse hacia el oficio de Apóstol. Establecido simplemente, el Apóstol es sencillamente uno quien combina efectivamente todos los dones de liderazgo juntos en un ministerio. Así que el Apóstol no es uno quien tiene autoridad suprema sobre los otros oficios, sino que es simplemente alguien que puede llevar ó ejercer efectivamente todos los oficios y juntos combinarlos para formar un líder que sea capaz de cumplir un mandato como el que le fue dado a Moisés.
El sólo es capaz de establecer el patrón para la Iglesia y guiarla e introducirla a la Tierra Prometida de Bendición.
EL PATRON DE DIOS PARA LA IGLESIA.
Llegamos entonces a la segunda función ejercida por Moisés, la cual es un retrato del ministerio del Apóstol. Moisés expuso el Orden ó Patrón de Dios para Su pueblo. Esto era muy importante para Dios, y leemos en Hebreos 8:5 donde Jesús y Moisés son otra vez comparados: -
5. Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte.
Las obras de Dios de acuerdo a un patrón, y Él le dio detalles a Moisés de como Israel le iba a servir. ÉL insistió que Moisés se adhiriera estrictamente al patrón. Cada cosa u objeto en el tabernáculo debía ser hecho de acuerdo a las medidas dadas a Moisés. Moisés presentó estos planos a aquellos que iban a hacer los objetos. Y cuando ya habían sido hechos exactamente de acuerdo al plan, y se colocaron en los lugares correctos, Dios bajó en la nube de Su Gloria sobre el Tabernáculo de Moisés. Cualquier falla en seguir el patrón hubiera evitado que todo esto sucediera.
Hoy la Iglesia funciona de acuerdo a un patrón el cual nunca fue parte del plan de Dios y el cual fue introducido por las tradiciones de los hombres.
Así como Egipto vino a dominar las vidas de Israel, así el mundo ha venido a dominar el patrón y la estructura de la Iglesia de Jesucristo. Y así como Moisés vino a guiar a Israel fuera de Egipto y a presentarles el patrón correcto, así los Apóstoles de Dios de los últimos tiempos, no solamente llamarán de regreso al Orden de Dios a la Iglesia, sino que también provocarán y lograrán que sea restaurada. Seguirán una vez más los patrones a través de los cuales, el Espíritu Santo causó el florecimiento de la Iglesia Primitiva.
Así que el movimiento profético continuará levantando su voz en contra del sistema actual de Iglesia, guiando eventualmente al remover de patrones y estructuras incorrectas en la Iglesia institucionalizada. Esto preparará el camino para que el Movimiento Apostólico venga y restaure el orden correcto. Una vez que este orden haya sido restaurado, la Iglesia, bajo el liderazgo de todos los miembros del ministerio quíntuplo, regresará al patrón que Dios designó. Entraremos en la gloria y poder que acompañará el evento el cual la Novia de Cristo ha estado esperando- La Venida del Novio.
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Hombre del Dios verdadero” que fue caudillo de la nación de Israel, mediador del pacto de la Ley, profeta, juez, comandante, historiador y escritor. (Esd 3:2.) Nació en Egipto en el año 1593 a. E.C. Fue hijo de Amram, nieto de Qohat y bisnieto de Leví. Su madre Jokébed era hermana de Qohat. (No obstante, véase JOKÉBED.) Moisés tenía tres años menos que su hermano Aarón, mientras que su hermana Míriam era unos cuantos años mayor que ellos. (Éx 6:16, 18, 20; 2:7.)
Primera etapa de su vida en Egipto. Moisés era un niño “divinamente hermoso” que se salvó del genocidio que decretó Faraón cuando ordenó la muerte de todo varón hebreo recién nacido. Su madre lo tuvo escondido durante tres meses y luego lo colocó en un arca de papiro y lo dejó en el río Nilo, donde lo encontró la hija de Faraón. Gracias al ingenio de la madre y la hermana de Moisés, su propia madre consiguió criarlo y educarlo debido a que la tomó a su servicio la hija de Faraón, quien adoptó al niño como si fuese suyo. Como miembro de la casa de Faraón, se le ‘instruyó en toda la sabiduría de los egipcios’ y se hizo “poderoso en sus palabras y hechos”, expresión que probablemente se refiriese tanto a sus facultades mentales como físicas. (Éx 2:1-10; Hch 7:20-22.)
A pesar de esa posición favorecida y de las oportunidades que se le ofrecían en Egipto, Moisés se sentía ligado al pueblo de Dios, que entonces estaba en esclavitud. De hecho, esperaba que Dios se valiese de él para liberarlo. A los cuarenta años, mientras observaba las cargas que llevaban sus hermanos hebreos, vio a un egipcio golpear a un hebreo. En un intento por defender al israelita, mató al egipcio, y luego lo escondió en la arena. En ese preciso momento tomó la decisión más importante de su vida: “Por fe Moisés, ya crecido, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado”. De este modo rechazó el honor y los bienes materiales de que pudiera haber disfrutado como miembro de la casa del poderoso Faraón. (Heb 11:24, 25.)
En realidad, Moisés creía que había llegado el momento en que iba a poder salvar a los hebreos. Pero ellos no apreciaron su esfuerzo, y cuando Faraón se enteró de la muerte del egipcio, Moisés tuvo que huir de Egipto. (Éx 2:11-15; Hch 7:23-29.)
Cuarenta años en Madián. Moisés hizo un largo viaje a través del desierto hasta Madián, donde buscó refugio. Allí, al lado de un pozo, volvió a ponerse de manifiesto el valor y la solicitud que tenía para actuar con firmeza a favor de los que padecen injusticias. Cuando los pastores echaron a las siete hijas de Jetró y a su rebaño, Moisés libró a las mujeres y abrevó el rebaño. Como resultado, se le invitó a la casa de Jetró, donde trabajó para este como pastor de sus rebaños, y finalmente se casó con una de sus hijas, Ziporá, quien le dio dos hijos, Guersón y Eliezer. (Éx 2:16-22; 18:2-4.)
Preparación para servicio futuro. Aunque el propósito de Dios era liberar a los hebreos mediante Moisés, no había llegado Su debido tiempo; además Moisés tampoco estaba preparado para encargarse del pueblo de Dios. Tenía que pasar por otros cuarenta años de preparación. A fin de reunir los requisitos para dirigir al pueblo de Dios, debía desarrollar cualidades como la mansedumbre, la humildad, la gran paciencia, la apacibilidad de genio y el autodominio, y debía aprender a confiar en Jehová a un grado mayor. Tenía que prepararse para evitar el desánimo y la desilusión y resistir dificultades, así como para tratar con bondad, calma y determinación la multitud de problemas que se presentarían en una gran nación. Tendría ya la dignidad, confianza y aplomo propios de un miembro de la casa de Faraón, así como dotes de organización y mando, pero la humilde ocupación de pastor en Madián le permitió desarrollar otras cualidades que aún serían más importantes para su futura comisión. También a David se le sometió a una rigurosa preparación, aun después de que Samuel lo ungió, y Jesucristo fue probado para perfeccionarlo como Rey y Sumo Sacerdote para siempre. “[Cristo] aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido perfeccionado vino a ser responsable de la salvación eterna para todos los que le obedecen.” (Heb 5:8, 9.)
Su nombramiento como libertador. Hacia el fin de su estancia de cuarenta años en Madián, Moisés estaba pastoreando el rebaño de Jetró cerca del monte Horeb, cuando se sorprendió al ver una zarza que ardía sin consumirse. Al acercarse para inspeccionar aquel extraño fenómeno, el ángel de Jehová le habló desde las llamas y le reveló que había llegado el momento para que Dios liberara a Israel de la esclavitud, por lo que le comisionó para que fuera en su nombre memorial: Jehová. (Éx 3:1-15.) De modo que Dios nombró a Moisés profeta y representante suyo, y entonces se le podía llamar correctamente “ungido”, “Mesías” o el “Cristo”, como en Hebreos 11:26. Por medio del ángel, Jehová proveyó las credenciales que Moisés podía presentar a los hombres de mayor edad de Israel. Estas consistían en tres milagros que servirían de señales. Esta es la primera vez que leemos en las Escrituras sobre un humano que haya recibido poder para hacer milagros. (Éx 4:1-9.)
La falta de confianza en sí mismo no descalificó a Moisés. Sin embargo, Moisés demostró falta de confianza en sí mismo, y arguyó que no podía hablar con fluidez. Este era un Moisés cambiado, bastante diferente del que por propia voluntad se había ofrecido como libertador de Israel cuarenta años antes. Persistió en señalar inconvenientes en lo que Jehová le decía, y finalmente le pidió que le excusara de aquella misión. Aunque Jehová se molestó por esta actitud, no lo rechazó, sino que designó a su hermano Aarón para que fuese su portavoz. Como Moisés era el representante de Dios, sería para Aarón como “Dios”, y Aarón hablaría en representación suya. Parece ser que con ocasión del encuentro que tuvieron con los hombres de mayor edad de Israel y los enfrentamientos con Faraón, Dios dio instrucciones y mandatos a Moisés, quien a su vez se los comunicó a Aarón para que hablara ante Faraón (un sucesor del Faraón del que había huido Moisés cuarenta años antes). (Éx 2:23; 4:10-17.) Posteriormente, Jehová llamó a Aarón “profeta” de Moisés, queriendo decir que así como Moisés era el profeta de Dios, dirigido por Él, de manera similar Aarón sería dirigido por Moisés. También le dijo a Moisés que sería hecho “Dios para Faraón”, es decir, que recibiría poder divino y autoridad sobre Faraón, de modo que no tenía por qué temer al rey de Egipto. (Éx 7:1, 2.)
Debido a que Moisés no estuvo dispuesto a aceptar la inmensa tarea de ser el libertador de Israel, Dios lo censuró, pero no canceló su asignación. Moisés no había vacilado debido a su edad avanzada, aunque ya tenía ochenta años de edad. Cuarenta años más tarde, a la edad de ciento veinte años, aún conservaba todo su vigor y agudeza mental. (Dt 34:7.) Durante los cuarenta años que pasó en Madián, tuvo mucho tiempo para meditar, y se dio cuenta del error que había cometido al intentar liberar a los hebreos por su propia cuenta. Entonces comprendía su insuficiencia, de modo que debió ser para él una gran sorpresa el que de súbito se le ofreciera este cometido después de tanto tiempo desligado de toda actividad pública.
Más adelante la Biblia nos dice: “El hombre Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo”. (Nú 12:3.) Como persona mansa, reconoció que solo era un ser humano, con sus imperfecciones y debilidades. No se presentó como el caudillo indiscutido de los israelitas. No tuvo temor de Faraón, sino una clara conciencia de sus limitaciones.
Ante Faraón en Egipto. Moisés y Aarón eran entonces figuras clave de una ‘batalla de dioses’. Por mediación de los sacerdotes magos, cuyos jefes eran al parecer Janes y Jambres (2Ti 3:8), Faraón invocó los poderes de todos los dioses de Egipto contra el poder de Jehová. El primer milagro que realizó Aarón ante Faraón por instrucción de Moisés demostró la supremacía de Jehová sobre los dioses de Egipto, aunque Faraón se hizo más obstinado. (Éx 7:8-13.) Más tarde, cuando llegó la tercera plaga, incluso los sacerdotes tuvieron que admitir: “¡Es el dedo de Dios!”. Y la plaga de diviesos los afectó tanto, que ni siquiera pudieron comparecer ante Faraón para oponerse a Moisés durante esa plaga. (Éx 8:16-19; 9:10-12.)
Las plagas ablandan a unos y endurecen a otros. Moisés y Aarón anunciaron cada una de las diez plagas. Las plagas se produjeron según se habían anunciado, lo que demostró que Moisés era el representante de Dios. El nombre de Jehová se declaró y divulgó por todo Egipto, ablandando a unos y endureciendo a otros con respecto a ese nombre: los israelitas y algunos egipcios se ablandaron, y Faraón, sus consejeros y partidarios se endurecieron. (Éx 9:16; 11:10; 12:29-39.) En vez de creer que habían ofendido a sus dioses, los egipcios sabían que era Jehová el que estaba juzgando a sus dioses. Para cuando ya se habían ejecutado nueve plagas, Moisés también se había hecho “muy grande en la tierra de Egipto, a los ojos de los siervos de Faraón y a los ojos del pueblo”. (Éx 11:3.)
Asimismo, hubo un cambio notable en los hombres de Israel. Al principio habían aceptado las credenciales de Moisés, pero cuando se les impuso condiciones de trabajo más duras por orden de Faraón, se quejaron contra él hasta el punto de que Moisés, desalentado, pidió ayuda a Jehová. (Éx 4:29-31; 5:19-23.) El Altísimo lo fortaleció diciéndole que había llegado el momento de realizar lo que Abrahán, Isaac y Jacob habían esperado, a saber, revelar completamente el significado de su nombre Jehová libertando a Israel y estableciéndolo como una gran nación en la Tierra Prometida. (Éx 6:1-8.) Ni siquiera entonces escucharon a Moisés los hombres de Israel. Pero después de la novena plaga, estuvieron totalmente de su lado, y cooperaron de tal modo que después de la décima plaga pudo organizarlos y sacarlos de Egipto de una manera ordenada, “en orden de batalla”. (Éx 13:18.)
Se necesitó valor y fe para enfrentarse a Faraón. Moisés y Aarón estuvieron a la altura de las circunstancias gracias a la fuerza que recibieron del espíritu de Jehová. Solo hay que pensar en el esplendor de la corte de Faraón, el rey de la potencia mundial indiscutida de aquel tiempo. Tenían ante sí al altivo Faraón, de quien se decía que era un dios, con su séquito de consejeros, comandantes militares, guardas y esclavos, y también a los líderes religiosos, los sacerdotes magos, sus principales opositores. Estos hombres eran, aparte del mismo Faraón, los más influyentes del imperio. Todo este impresionante despliegue tenía el propósito de respaldar a Faraón en apoyo de los dioses de Egipto. Y Moisés y Aarón se presentaron ante Faraón, no solo una vez, sino varias veces. El corazón de Faraón se endurecía cada vez más, porque estaba resuelto a no perder a sus valiosos esclavos hebreos. Tanto fue así, que después de anunciar la octava plaga, a Moisés y Aarón se les echó de delante de Faraón, y después de la novena plaga, se les ordenó que no intentaran ver de nuevo el rostro de Faraón bajo pena de muerte. (Éx 10:11, 28.)
Con este cuadro presente, se entiende mejor que Moisés pidiera repetidamente a Jehová seguridad y fuerza. Pero debe notarse que nunca dejó de cumplir al pie de la letra las órdenes de Jehová. Nunca quitó ni una sola palabra de todo lo que Jehová le mandó decir a Faraón. El liderazgo de Moisés se aceptó sin discusión, pues dice el registro que al tiempo de la décima plaga, “todos los hijos de Israel hicieron tal como Jehová había mandado a Moisés y Aarón. Hicieron precisamente así”. (Éx 12:50.) Moisés es un ejemplo de fe sobresaliente para los cristianos. El apóstol Pablo dice de él: “Por fe dejó a Egipto, pero sin temer la cólera del rey, porque continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. (Heb 11:27.)
Antes de la décima plaga, Moisés tuvo el privilegio de instituir la Pascua. (Éx 12:1-16.) En el mar Rojo tuvo que hacer frente a más quejas de los israelitas, quienes se creían atrapados y a punto de ser aniquilados. Pero expresó la fe de un caudillo verdadero bajo la poderosa mano de Jehová, asegurándoles que Jehová destruiría al ejército egipcio que los perseguía. Parece ser que durante esta crisis clamó a Jehová, pues se le dijo: “¿Por qué sigues clamando a mí?”. Luego Dios le mandó que alzara su vara y extendiera su mano sobre el mar para partirlo. (Éx 14:10-18.) Siglos más tarde, el apóstol Pablo dijo con referencia al paso de Israel por el mar Rojo: “Nuestros antepasados todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar y todos fueron bautizados en Moisés por medio de la nube y del mar”. (1Co 10:1, 2.) Jehová efectuó aquel bautismo. Para librarse de sus perseguidores asesinos, los antepasados judíos tuvieron que unirse a Moisés como cabeza y seguir su acaudillamiento mientras este los conducía a través del mar. De este modo, toda la congregación de Israel fue de hecho sumergida en el libertador y caudillo Moisés.
Mediador del pacto de la Ley. Al tercer mes del éxodo de Egipto, Jehová demostró ante Israel la gran autoridad y responsabilidad que había conferido a su siervo Moisés, así como la íntima relación que existía entre ellos. Ante todo el pueblo de Israel, reunido al pie del monte Horeb, Jehová llamó a Moisés a la montaña y habló con él por medio de un ángel. En una ocasión se otorgó a Moisés un privilegio excepcional, tal vez la experiencia más imponente que jamás haya tenido hombre alguno antes de la venida de Jesucristo. En lo alto de la montaña, a solas, Jehová le dio una visión de su gloria, puso su “palma” sobre Moisés como protección, permitiéndole ver su “espalda”, lo que debió ser el resplandor que quedaba después de la manifestación divina de su gloria. Luego habló con él personalmente, por decirlo así. (Éx 19:1-3; 33:18-23; 34:4-6.)
Jehová le dijo a Moisés: “No puedes ver mi rostro, porque ningún hombre puede verme y sin embargo vivir”. (Éx 33:20.) Siglos más tarde, el apóstol Juan escribió: “A Dios ningún hombre lo ha visto jamás”. (Jn 1:18.) El mártir cristiano Esteban dijo a los judíos: “Este [Moisés] es el que llegó a estar entre la congregación en el desierto, con el ángel que le habló en el monte Sinaí”. (Hch 7:38.) De modo que un ángel representó a Jehová en la montaña. No obstante, la gloria de Jehová manifestada por su representante angélico fue de tal magnitud, que ‘la tez del rostro de Moisés emitía rayos’, de modo que los hijos de Israel no podían mirarlo. (Éx 34:29-35; 2Co 3:7, 13.)
Dios nombró a Moisés mediador del pacto de la Ley con Israel, una posición íntima como la que ningún hombre ha ocupado nunca ante Dios, a excepción de Jesucristo, el Mediador del nuevo pacto. Con la sangre de sacrificios animales, Moisés salpicó el libro del pacto, que representaba a Jehová como “un pactante”, y al pueblo (sin duda a los ancianos que representaban al pueblo), como el otro “pactante”. Leyó el libro del pacto al pueblo, y ellos contestaron: “Todo lo que Jehová ha hablado estamos dispuestos a hacerlo, y a ser obedientes”. (Éx 24:3-8; Heb 9:19.) En su calidad de mediador, tuvo el privilegio de supervisar la construcción del tabernáculo y la fabricación de los utensilios según el modelo que Dios le había dado, así como de efectuar la ceremonia de instalación del sacerdocio, con la unción del tabernáculo y del sumo sacerdote Aarón con un aceite de una composición especial. Luego supervisó los primeros servicios oficiales del sacerdocio recién dedicado. (Éx 25–29; Le 8, 9.)
Un mediador adecuado. Moisés subió varias veces al monte Horeb, y en dos ocasiones permaneció allí cuarenta días y cuarenta noches. (Éx 24:18; 34:28.) La primera vez volvió con dos tablas de piedra “en las que el dedo de Dios había escrito”, y que contenían las “Diez Palabras” o Diez Mandamientos, las leyes básicas del pacto de la Ley. (Éx 31:18; Dt 4:13.) En esta primera ocasión demostró tener las aptitudes necesarias para ser el mediador entre Jehová e Israel y para ser el caudillo de esa gran nación, compuesta quizás de tres millones de personas o más. Mientras Moisés estaba en la montaña Jehová le informó que el pueblo se había vuelto a la idolatría, y le dijo: “Ahora déjame, para que se encienda mi cólera contra ellos y los extermine, y déjame hacer de ti una nación grande”. La inmediata respuesta de Moisés puso de manifiesto que la santificación del nombre de Jehová era la cosa más importante para él, y que no tenía ningún tipo de egoísmo ni deseaba fama para sí mismo. No pidió nada para él, sino que demostró interés por el nombre de Jehová, nombre que Él mismo había ensalzado recientemente mediante el milagro del mar Rojo, y mostró respeto por la promesa de Dios a Abrahán, Isaac y Jacob. Jehová aprobó la súplica de Moisés y perdonó al pueblo. Aquí se ve que Jehová consideró que Moisés desempeñaba su papel de mediador de modo satisfactorio, y que Él respetaba el cargo para el que había nombrado a Moisés. De manera que entonces Jehová “empezó a sentir pesar respecto al mal de que había hablado que haría a su pueblo”, es decir, por causa del cambio de circunstancias, cambió de actitud con relación a traer el mal sobre ellos. (Éx 32:7-14.)
Cuando Moisés bajó de la montaña, se demostró su celo por la adoración verdadera como siervo de Dios. Al ver la fiesta estrepitosa que el pueblo idólatra había promovido, arrojó las tablas al suelo y las rompió, y pidió que los que quisieran se pusiesen de su lado. La tribu de Leví se puso de su parte, y les mandó que diesen muerte a todos los que habían participado en la adoración falsa, lo que resultó en la muerte de unos 3.000 hombres. Luego se volvió a Jehová, reconoció el gran pecado del pueblo y suplicó: “Pero ahora si perdonas su pecado..., y si no, bórrame, por favor, de tu libro que has escrito”. A Dios no le desagradó la súplica mediadora de Moisés, pero contestó: “Al que haya pecado contra mí, lo borraré de mi libro”. (Éx 32:19-33.)
Fueron muchas las veces que Moisés representó el lado de Jehová en el pacto, dio orden de que practicaran la adoración pura y verdadera y ejecutó juicio contra los desobedientes. Más de una vez también intercedió en favor de la nación —o de algunos de sus miembros— para que Jehová no los destruyese. (Nú 12; 14:11-21;16:20-22, 43-50; 21:7; Dt 9:18-20.)
Altruismo, humildad, mansedumbre. Moisés estaba interesado principalmente en el nombre de Jehová y en Su pueblo. Por consiguiente, no buscaba gloria o posición. Cuando Jehová puso su espíritu sobre algunos hombres del campamento y estos empezaron a comportarse como profetas, el ayudante de Moisés, Josué, quiso impedírselo, al parecer porque pensó que estaban quitando gloria y autoridad a Moisés. Pero él contestó: “¿Sientes celos por mí? No, ¡quisiera yo que todo el pueblo de Jehová fueran profetas, porque Jehová pondría su espíritu sobre ellos!”. (Nú 11:24-29.)
Aunque Moisés era el caudillo de la gran nación de Israel nombrado por Jehová, estaba dispuesto a aceptar consejo de otros, en particular cuando eso repercutía de forma positiva en la nación. Poco tiempo después de que los israelitas salieron de Egipto, Jetró fue a su encuentro acompañado de la esposa y los hijos de Moisés. Jetró observó cuánto trabajaba Moisés y cómo se gastaba al tratar los problemas de cada uno que acudía a él. Con sabiduría le sugirió que, de acuerdo con un criterio ordenado, delegara grados de responsabilidad en otras personas a fin de aligerar su carga. Moisés escuchó el consejo de Jetró y lo aceptó, de modo que organizó al pueblo en millares, centenas, cincuentenas y decenas, con un jefe como juez sobre cada grupo. Solo los casos difíciles se llevaban a Moisés. Es digno de mención también que al explicar a Jetró lo que estaba haciendo, Moisés dijo: “En caso de que se les suscite una causa, esta tiene que venir a mí y yo tengo que juzgar entre una parte y la otra, y tengo que dar a conocer las decisiones del Dios verdadero y sus leyes”. De este modo indicó que reconocía que no tenía que juzgar según sus propias ideas, sino según las decisiones de Jehová, y que además tenía la responsabilidad de ayudar al pueblo a conocer y aceptar las leyes de Dios. (Éx 18:5-7, 13-27.)
Moisés mostró repetidas veces que el verdadero Caudillo no era él, sino Jehová. Cuando el pueblo empezó a quejarse de la comida, Moisés dijo: “Sus murmuraciones no son contra nosotros [Moisés y Aarón], sino contra Jehová”. (Éx 16:3, 6-8.) Posiblemente debido a que Míriam pensó que la presencia de la esposa de Moisés podía eclipsar su prominencia, tanto ella como Aarón, con celos y falta de respeto, empezaron a hablar contra Moisés y su autoridad. El que en este punto del relato se diga: “El hombre Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo”, hace aún más censurable su comportamiento. Parece ser que Moisés aguantaba con mansedumbre el abuso verbal sin imponerse. Pero Jehová se encolerizó por este desafío, ya que en realidad era una afrenta contra Él mismo. Se encargó de la cuestión y castigó con severidad a Míriam. El amor de Moisés por su hermana le impulsó a interceder a su favor y clamar: “¡Oh Dios, por favor! ¡Sánala, por favor!”. (Nú 12:1-15.)
Obedeció y esperó en Jehová. Moisés esperó en Jehová. Aunque se le llama legislador de Israel, reconoció que no era el originador de las leyes. Tampoco actuó de manera arbitraria, decidiendo los asuntos según su propio conocimiento. Cuando no existía un precedente para un caso legal o no se podía discernir exactamente cómo aplicar la Ley, Moisés presentaba el caso a Jehová para que Él estableciera una decisión judicial. (Le 24:10-16, 23; Nú 15:32-36; 27:1-11.) Moisés siguió cuidadosamente las instrucciones divinas. Supervisó de cerca el complicado trabajo de construir el tabernáculo y de hacer los utensilios y las vestiduras sacerdotales. El registro dice: “Y Moisés procedió a hacer conforme a todo lo que le había mandado Jehová. Hizo precisamente así”. (Éx 40:16; compárese con Nú 17:11.) Varias veces se dice que las cosas se hicieron “tal como Jehová había mandado a Moisés”. (Éx 39:1, 5,21, 29, 31, 42; 40:19, 21, 23, 25, 27, 29.) Esto es provechoso para los cristianos, pues el escritor del libro de los Hebreos dice que estas cosas constituyen una “sombra” y una ilustración de cosas celestiales. (Heb 8:5.)
Moisés tropieza. Mientras Israel estaba acampado en Qadés, probablemente en el cuadragésimo año de vagar por el desierto, Moisés cometió una seria equivocación. El examinar este incidente nos ayuda a entender mejor, no solo la posición privilegiada que tenía Moisés, sino también su gran responsabilidad ante Jehová como caudillo y mediador de la nación. Debido a la escasez de agua, el pueblo empezó a protestar amargamente contra Moisés, culpándolo de haberlos sacado de Egipto al desierto árido. Moisés había aguantado mucho: tuvo que soportar la terquedad y rebeldía de los israelitas, compartir sus dificultades e interceder a favor de ellos cuando pecaban, pero en esa ocasión perdió momentáneamente su mansedumbre y su genio apacible. Exasperados y amargados de espíritu, Moisés y Aarón se levantaron ante el pueblo como Jehová había mandado. Pero en vez de dirigir la atención a Jehová como el Proveedor, hablaron con brusquedad al pueblo y asumieron un protagonismo que no les correspondía. Moisés dijo: “¡Oigan, ahora, rebeldes! ¿Es de este peñasco de donde les sacaremos agua?”. Luego Moisés golpeó la roca y Jehová hizo que fluyera suficiente agua para la multitud y sus rebaños. No obstante, Dios estaba disgustado con la conducta de Moisés y Aarón. No cumplieron con su responsabilidad principal, a saber, magnificar Su nombre. “Actuaron en desacato” contra Jehová, y Moisés ‘habló imprudentemente con sus labios’. Más tarde Jehová decretó: “Porque ustedes no mostraron fe en mí para santificarme delante de los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto ustedes no introducirán a esta congregación en la tierra que yo ciertamente les daré a ellos”. (Nú 20:1-13; Dt 32:50-52; Sl 106:32, 33.)
Escritor. Moisés fue el escritor del Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Durante toda su historia los judíos han reconocido a Moisés como el escritor de esos libros, sección de la Biblia que llaman la Torá o la Ley. Jesús y los escritores cristianos atribuyen frecuentemente la Ley a Moisés. Por lo general se le atribuye la escritura del libro de Job, así como el Salmo 90 y, posiblemente, elSl 91. (Mt 8:4; Lu 16:29; 24:27; Ro 10:5; 1Co 9:9; 2Co 3:15; Heb 10:28.)
Muerte y entierro. Aarón, el hermano de Moisés, murió a la edad de ciento veintitrés años, mientras Israel estaba acampado al pie del monte Hor (en la frontera con Edom), en el quinto mes del cuadragésimo año de su viaje. Moisés llevó a Aarón a la montaña, le despojó de sus prendas de vestir sacerdotales y vistió con ellas a Eleazar, el hijo mayor vivo y sucesor de Aarón. (Nú 20:22-29; 33:37-39.) Unos seis meses más tarde, Israel llegó a las llanuras de Moab. Allí Moisés explicó la Ley a la nación reunida en una serie de discursos, y explicó detalladamente los ajustes que sería necesario hacer cuando Israel dejara de llevar una vida nómada y se estableciera en su propia tierra. En el duodécimo mes del año cuadragésimo (en la primavera de 1473 a. E.C.), Moisés anunció al pueblo que, según el nombramiento de Jehová, Josué le sucedería como caudillo. Luego comisionó a Josué y le exhortó a ser valeroso. (Dt 31:1-3, 23.) Finalmente, después de recitar una canción y bendecir al pueblo, Moisés, siguiendo el mandato de Jehová, subió al monte Nebo para ver la Tierra Prometida desde esta posición elevada, y luego murió. (Dt 32:48-51; 34:1-6.)
Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando falleció. La Biblia dice con referencia a su fortaleza física: “Su ojo no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido”. Jehová lo enterró en un lugar que nunca se ha descubierto. (Dt 34:5-7.) Probablemente se hizo así para impedir que los israelitas cayeran en la adoración falsa convirtiendo su tumba en un santuario. Parece que el Diablo deseaba valerse del cuerpo de Moisés para algún fin semejante, pues Judas, el discípulo cristiano y medio hermano de Jesucristo, escribió: “Pero cuando Miguel el arcángel tuvo una diferencia con el Diablo y disputaba acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a llevar un juicio contra él en términos injuriosos, sino que dijo: ‘Que Jehová te reprenda’”. (Jud 9.) Antes de cruzar hacia Canaán acaudillado por Josué, Israel observó treinta días de duelo en memoria de Moisés. (Dt 34:8.)
Un profeta a quien Jehová conoció “cara a cara”. Cuando Míriam y Aarón desafiaron la autoridad de Moisés, Jehová les dijo: “Si llegara a haber un profeta de ustedes para Jehová, sería en una visión como me daría a conocer a él. En un sueño le hablaría. ¡No así con mi siervo Moisés! Tiene confiada a él toda mi casa. Boca a boca le hablo, y así le muestro, y no por enigmas; y la apariencia de Jehová es lo que él contempla. ¿Por qué, pues, no temieron hablar contra mi siervo, contra Moisés?”. (Nú 12:6-8.) La conclusión del libro de Deuteronomio pone de relieve la posición privilegiada de Moisés ante Jehová: “Pero nunca desde entonces se ha levantado en Israel un profeta como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara, tocante a todas las señales y los milagros que Jehová lo envió a hacer en la tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en cuanto a toda la mano fuerte y todo el grande e imponente respeto que Moisés ejerció ante los ojos de todo Israel”. (Dt 34:10-12.)
Según estas palabras de Jehová, aunque Moisés nunca lo vio literalmente, tuvo una relación más directa, constante e íntima con Él que cualquier otro profeta antes de Jesucristo. La declaración de Jehová: “Boca a boca le hablo”, reveló que Moisés tenía una comunicación personal con Dios (por medio de ángeles, que tienen acceso a la misma presencia de Dios, Mt 18:10). (Nú 12:8.) Como mediador de Israel, disfrutó de una comunicación bilateral casi constante. Podía presentar problemas de importancia nacional en cualquier momento y recibir la respuesta de Dios. Jehová le confió ‘toda su casa’ y lo usó como su representante personal para organizar la nación. (Nú 12:7; Heb 3:2, 5.) Los profetas de tiempos posteriores solo edificaron sobre el fundamento que se había puesto por medio de Moisés.
Jehová se relacionó con Moisés de una manera tan impresionante, que era como si este realmente hubiera contemplado a Dios con sus ojos, en vez de solo tener una visión mental o un sueño en el que oyera hablar a Dios, que era como normalmente se comunicaba Dios con sus profetas. Los tratos de Jehová con Moisés fueron tan reales que Moisés se comportó como si hubiera visto “a Aquel que es invisible”. (Heb 11:27.) La impresión que esto causó en Moisés debió ser semejante a la que la transfiguración causó en el apóstol Pedro siglos más tarde. La visión fue tan real para Pedro que tomó parte en ella y habló sin darse cuenta de lo que decía. (Lu 9:28-36.) Y el apóstol Pablo también experimentó una visión tan real, que después dijo de sí mismo: “Si en el cuerpo, no lo sé, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe”. (2Co 12:1-4.)
No cabe duda de que el extraordinario éxito de Josué en introducir a Israel en la Tierra Prometida se debió en cierta medida a las excelentes cualidades que Moisés le inculcó de palabra y con su ejemplo. Josué fue el ministro de Moisés “desde su mocedad en adelante”. (Nú 11:28.) Seguramente fue comandante del ejército bajo el mando de Moisés (Éx 17:9, 10), y estuvo cerca de él como ayudante en muchas experiencias. (Éx 24:13; 33:11; Dt 3:21.)
Prefiguró a Jesucristo. Jesucristo dejó claro que Moisés había escrito en cuanto a él, pues en una ocasión dijo a sus opositores: “Si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque aquel escribió de mí”. (Jn 5:46.) Estando con sus discípulos, “comenzando desde Moisés y todos los Profetas les interpretó cosas referentes a él en todas las Escrituras”. (Lu 24:27, 44; véase también Jn 1:45.)
Entre las cosas que Moisés escribió sobre Jesucristo se encuentran las palabras de Jehová: “Les levantaré un profeta de en medio de sus hermanos, semejante a ti; y verdaderamente pondré mis palabras en su boca, y él ciertamente les hablará todo lo que yo le mande”. (Dt 18:18, 19.) El apóstol Pedro citó esta profecía y la aplicó a Jesucristo. (Hch 3:19-23.)
Entre estos dos grandes profetas, Moisés y Jesucristo, hubo muchas correspondencias proféticas. Ambos escaparon en la infancia de una matanza en masa ordenada por los respectivos gobernantes de su tiempo. (Éx 1:22; 2:1-10; Mt 2:13-18.) A Moisés se le llamó de Egipto con el “primogénito” de Jehová, la nación de Israel, y fue el caudillo de esa nación. A Jesús se le llamó de Egipto como el Hijo primogénito de Dios. (Éx 4:22, 23; Os 11:1; Mt 2:15, 19-21.) Tanto el uno como el otro ayunaron durante cuarenta días en lugares desérticos. (Éx 34:28; Mt 4:1, 2.) Ambos vinieron en el nombre de Jehová, y el propio nombre de Jesús significa “Jehová es Salvación”. (Éx 3:13-16; Mt 1:21; Jn 5:43.) Al igual que Moisés, Jesús ‘declaró el nombre de Jehová’. (Dt 32:3; Jn 17:6, 26.) Ambos fueron excepcionalmente mansos y humildes (Nú 12:3;Mt 11:28-30) y tuvieron las credenciales más convincentes de que Dios los había enviado: sorprendentes milagros de muchas clases, en los que Jesús superó a Moisés al resucitar a los muertos. (Éx 14:21-31; Sl 78:12-54; Mt 11:5; Mr 5:38-43; Lu 7:11-15,18-23.)
Moisés fue el mediador del pacto de la Ley entre Dios y la nación de Israel. Jesús fue el Mediador del nuevo pacto entre Dios y la “nación santa”, el “Israel [espiritual] de Dios”. (1Pe 2:9; Gál 6:16; Éx 19:3-9; Lu 22:20; Heb 8:6; 9:15.) Ambos fueron jueces, legisladores y caudillos. (Éx 18:13; 32:34; Da 9:25; Mal 4:4; Mt 23:10; Jn 5:22, 23;13:34; 15:10.) A Moisés se le confió la mayordomía de la ‘casa de Dios’, es decir, la nación o congregación de Israel, y fue probado fiel. Jesús mostró fidelidad en la casa de Dios que él, como Hijo de Dios, edificó, a saber, la nación o congregación del Israel espiritual. (Nú 12:7; Heb 3:2-6.) Hubo un paralelo incluso en su muerte, pues en ambos casos Dios hizo desaparecer el cadáver. (Dt 34:5, 6; Hch 2:31; Jud 9.)
Hacia el fin de los cuarenta años que Moisés estuvo en el desierto, el ángel de Dios se le manifestó milagrosamente en la llama de una zarza, al pie del monte Horeb, mientras pastoreaba el rebaño de su suegro. Allí Jehová le comisionó para libertar a su pueblo de Egipto. (Éx 3:1-15.) Así Dios nombró a Moisés su profeta y representante, por lo que entonces podía llamársele correctamente un ungido o “Cristo”. Para llegar a estar en esa posición privilegiada, tuvo que abandonar los “tesoros de Egipto” y dejarse ‘maltratar con el pueblo de Dios’, siendo así objeto de vituperio. Pero estimó ese “vituperio del Cristo como riqueza más grande que los tesoros de Egipto”. (Heb 11:24-26.)
También este aspecto de la vida de Moisés tiene paralelo en la de Jesús. Según anunció un ángel cuando Jesús nació en Belén, tenía que llegar a ser un “Salvador, [...] Cristo el Señor”. Llegó a ser Cristo o el Ungido después que el profeta Juan lo bautizó en el río Jordán. (Lu 2:10, 11; 3:21-23; 4:16-21.) A partir de entonces, reconoció ser “el Cristo” o Mesías. (Mt 16:16, 17; Mr 14:61, 62; Jn 4:25, 26.) Jesucristo también mantuvo su vista en el premio y despreció la vergüenza de que le hicieron objeto los hombres, tal como Moisés lo había hecho. (Flp 2:8, 9; Heb 12:2.) La congregación cristiana es bautizada en este Moisés Mayor: Jesucristo, el predicho Profeta, Libertador y Caudillo. (1Co 10:1, 2.)
https://wol.jw.org/en/wol/d/r4/lp-s/1200003118
www.miapic.com/a-quien-vio-moises-en-exodo-33-23
1.
2.
A quién vio Moisés en Éxodo 33:23?
Éxodo 33:23: “Después apartaré la palma de mi mano, y verás mis espaldas, pero mi rostro no se dejará ver”.
Jesús, en Juan 6:46, dice: “No que alguno haya visto al Padre, excepto el que es de parte de Dios. Éste ha visto al Padre”. Jesús declaró que nadie ha visto al Padre. Pablo también lo dice en 1ª Timoteo 6:16: “el Único que tiene° inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. A Él sea honor y dominio eterno, amén”. El Espíritu Santo se manifiesta como llama, viento; pero nunca en forma humana. Por lo tanto, cuando entendemos que Dios fue visto en el Antiguo Testamento, no fue el Padre o el Espíritu Santo. Tuvo que haber sido el Mesías pre-encarnado. Considere estos versículos:
Éxodo 6:2-3: “Y habló ’Elohim a Moisés, y le dijo: Yo soy YHVH. 3 Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como ’El-Shadday, pero con mi nombre YHVH no me di a conocer a ellos”.
Éxodo 24:9-11: “Y subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú, y con setenta de los ancianos de Israel, 10 y vieron al Dios de Israel: Bajo sus pies había como una hechura de piedra de zafiro, semejante en pureza a los mismos cielos. 11 Y no extendió su mano contra los distinguidos de los hijos de Israel que pudieron contemplar a ’Elohim, y después comieron y bebieron”.
La Biblia nos dice que Dios fue visto, sin embargo, Juan 1:18, dice: “Nadie ha visto jamás a Dios; el Unigénito Dios, que está en el seno del Padre, Él lo reveló”. En el evangelio de Juan, el v. 14 dice que la Palabra (la cual es Dios [Juan 1:1]) se hizo carne y habitó entre nosotros. Desde ahí y en donde Juan se refiere a “Dios”, se está refiriendo al Padre; porque la Palabra se encarnó en el hombre Jesús.
Por lo tanto, podemos ver que donde Dios es visto en el Antiguo Testamento es el Mesías pre-encarnado. Moisés, en el Antiguo Testamento, vio la Palabra (al Mesías) antes que este se hiciera carne.
NOTA: Las citas bíblicas en el artículo, son tomadas de la Biblia Textual (BTX3) 3ª Edición (2010). Las citas de enlace, son de La Biblia de las Américas (LBLA).
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Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están en diferentes naciones: ministros, congregaciones, iglesias, hermanos creyentes en Cristo. Que las bendiciones de Cristo sean sobre todos ustedes aquí presentes, sobre los que están en otras naciones y sobre mí también; y nos abra las Escrituras en esta ocasión. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Leemos en San Mateo, capítulo 16, verso 27 al 28; y capítulo 17, verso 1 al 13, de San Mateo también. Dice de la siguiente manera:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”
Y sigue San Mateo capítulo 17:
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.
Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.
Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.
Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis.
Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.
Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.
Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?
Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.
Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LOS MINISTERIOS DE MOISÉS Y ELÍAS OPERANDO EN EL FIN DEL TIEMPO.”
En el pasaje que tuvimos, en donde Cristo dice que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles y entonces pagará a cada cual conforme a sus obras; y también dijo que muchos de los que estaban allí no gustarían la muerte hasta que vieran al Hijo del Hombre viniendo con Sus Ángeles; y luego los lleva al Monte de la Transfiguración, se transfiguró delante de Sus discípulos, y aparecen a cada lado de Jesús: Moisés y Elías, hablando con Jesús... La Escritura dice que hablaban acerca de la ida de Jesús a Jerusalén.
Este es el orden para la Segunda Venida de Cristo; pues la Escritura, en San Mateo, capítulo 24, versos 30 al 31, dice que Él, el Hijo del Hombre, “enviará a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntará a Sus escogidos desde un extremo de la Tierra hasta el otro… desde un extremo del Cielo hasta el otro.”
La promesa es que enviará a Sus Ángeles, en San Mateo, capítulo 24, verso 31. Y en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, dice que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, “y entonces pagará a cada cual conforme a sus obras.”
Y por cuanto allá iban a estar personas que no verían muerte hasta que vieran eso, lo cual verían en una visión, lo cual estaría mostrando lo que será en la Venida del Hijo del Hombre en el tiempo final: Aquellos que estaban vivos (Pedro, Jacobo y Juan), encontramos que representan a los que estarán vivos en este tiempo final.
Y Cristo glorificado allí, Cristo resplandeciendo en gloria, nos muestra la Venida de Cristo en gloria, la Venida de Cristo glorificado para el Día Postrero.
Y allí, aquellas personas viendo a Moisés y a Elías, uno a cada lado, hablando con el Señor; por lo tanto, los que estarán vivos en este tiempo final, así como Pedro, Jacobo y Juan viendo a Moisés y a Elías hablando con el Señor en Su Venida allí, mostrada en visión, muestra que los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, que estarán vivos en el Día Postrero, estarán viendo en la Venida del Hijo del Hombre a Moisés y Elías, los ministerios de Moisés y de Elías repitiéndose en el tiempo final.
No serán Moisés y Elías literalmente sino los ministerios de Moisés y Elías, que son los ministerios de los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 11 en adelante. Y lo vamos a ver: Zacarías, capítulo 4, dice verso 11 al 14:
“Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?
Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?
Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.”
Los Dos Ungidos, los cuales son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el tiempo final; los cuales cumplirán con el llamado a ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu.
En Apocalipsis, capítulo 11, y Apocalipsis, capítulo 7, encontramos ese llamado. En Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, dice:
“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.”
Y así sigue mencionando cada tribu y doce mil sellados de cada tribu, que son ciento cuarenta y cuatro mil sellados de las doce tribus de Israel.
Estos son los mismos que aparecen en Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 en adelante, donde dice:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.
Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.
Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero…”
Son las primicias de Israel. Ciento cuarenta y cuatro mil elegidos, escogidos, que reconocerán, creerán y recibirán al Cordero en Su Venida en el Día Postrero: doce mil de cada tribu de los hijos de Israel; lo cual está por cumplirse.
“…y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.”
Aquí podemos ver este evento profético, el cual va a ser cumplido muy pronto; para lo cual, los ministerios de Moisés y Elías estarán siendo operados por el Espíritu Santo en este tiempo final.
En Apocalipsis, capítulo 11, dice:
“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses (o sea, tres años y medio).
Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.”
Los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, versos 11 al 14, son estos ministerios proféticos, estos ministerios de Moisés y Elías, que estarán repitiéndose en este tiempo final. Un profeta como Moisés y un profeta como Elías. Por eso es que Israel está esperando un profeta como Elías, un hombre del tiempo en que se cumpla la profecía de Malaquías, capítulo 4, versos 5 al 6, que dice:
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.
Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”
El ministerio de Elías lo hemos visto manifestado en Elías Tisbita. Es el ministerio del Espíritu Santo, el Espíritu Santo operando ese ministerio en Elías Tisbita.
Luego lo vimos por segunda vez en Eliseo. Los hijos de los profetas cuando vieron que Eliseo regresó solo… Ya se había llevado un carro de fuego a Elías Tisbita, luego regresa solo, hiere las aguas del Jordán con el manto de Elías (como lo había hecho Elías), y se abrieron las aguas del Jordán. Los hijos de los profetas dijeron: “El espíritu de Elías ha reposado sobre Eliseo.”
Eso fue lo que Eliseo había pedido a Elías: que una doble porción del espíritu que estaba en él, viniera sobre él, sobre Eliseo. Y Elías le dijo: “Si tú me ves cuando yo sea quitado de en medio de ti, te será concedido; si no, no te será concedido.”
Es importante vigilar a Elías, porque le será concedido ver la Venida del Señor en el Día Postrero, a todos aquellos que estarán atentos esperando la Venida del Señor; y verán primero a Elías, y luego verán a Moisés, y luego verán la Venida del Señor, el Señor viniendo por Su Iglesia.
Y eso será el Séptimo Sello, que será abierto a la Iglesia del Señor Jesucristo para darle la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. El Séptimo Sello es la Venida del Señor. El Sexto Sello es Moisés y Elías, son Moisés y Elías en sus ministerios; o sea, Dios por medio de Su Espíritu repitiendo los ministerios de Moisés y Elías en el tiempo final. Esos son los Dos Olivos prometidos, los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, así como estaban al lado de Jesús, uno a cada lado.
Por lo tanto, la venida de Elías en el Día Postrero como el quinto Elías o el ministerio de Elías por quinta ocasión, y el ministerio de Moisés por segunda ocasión… o si contamos el ministerio de Moisés por segunda ocasión en Jesús (un profeta como Moisés), entonces sería la tercera vez que el ministerio de Moisés sería manifestado en la Tierra; si no la contamos, entonces sería la segunda vez. Eso será el Espíritu Santo, la Columna de Fuego, ungiendo en el Día Postrero para operar los ministerios de Elías y de Moisés en el Día Postrero.
Lo que tiene que ver con el ministerio de Moisés y de Elías para el Día Postrero, el ministerio de Elías por quinta ocasión y el de Moisés por segunda ocasión (o tercera ocasión si contamos como segunda ocasión la manifestación del Espíritu en Jesús); entonces esos ministerios son y están ligados al Sexto Sello.
El Sexto Sello son Moisés y Elías, los Dos Ungidos, los Dos Olivos. Y cuando se abre en cumplimiento y se revele a la Iglesia y al pueblo hebreo (sobre todo), el Sexto Sello está ligado al juicio divino que ha de venir sobre la Tierra. Por lo tanto, bajo el ministerio de Moisés y Elías, de los Dos Olivos, será realizado el llamado de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. También van a ser dadas a conocer las plagas, los juicios divinos que han de venir sobre la Tierra.
O sea, que bajo esos ministerios se estará revelando en la Tierra todas esas plagas que han de venir, esos juicios divinos; como en el tiempo de Moisés allá en Egipto fue revelado por Dios a través de Moisés, las plagas o el juicio divino que vendría sobre Egipto, el rey y su imperio; pues Dios había dicho a Abraham que su simiente iba a estar en tierra ajena, cautiva. Capítulo 15 del Génesis, versos 13 en adelante, dice:
“Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.
Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.
Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.”
Ahora vean, cuatrocientos años estaría esclavizado el pueblo hebreo en Egipto; y luego Dios los libertaría con mano fuerte, con juicios divinos; y castigaría a esa nación, la juzgaría, la castigaría; saldría el pueblo libre y regresarían a la tierra donde estaba Abraham, la tierra que Dios le juró a Abraham que le daría para él y su descendencia, la tierra de Israel (como se le llama actualmente; antes se le llamaba la tierra de Canaán, por eso la promesa fue la entrada a la tierra de Canaán).
La cuarta generación es muy importante, porque en la cuarta generación surge la vida o el germen de vida de lo que va a suceder más adelante. En Abraham estaba y más adelante surgió: En la cuarta generación, allí estaba un pueblo descendiente de Abraham con sus doce tribus.
Aunque aparecen trece: la tribu de Efraín y la tribu de Manasés, pero es que la tribu de Efraín y la tribu de Manasés, hijos de José, forman la tribu de José. Cuando se dice la tribu de José hay que contar a Efraín y a Manasés, y son doce; y cuando se dice la tribu de Efraín y la tribu de Manasés, entonces son trece.
Es que la bendición de la primogenitura, la cual tenía José, tiene una doble bendición; y tiene una doble bendición hasta en tribu: dos tribus. Sin esa tribu de José no habrá restauración para Israel, no habrá restauración del Reino y Trono de David.
Los derechos de la primogenitura, dice Primera de Crónicas, capítulo 5, que ese derecho lo tienen los hijos de José:
“Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito;
bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José).”
Por eso se requiere la restauración de las tribus de Israel, el llamado y recogimiento de las tribus perdidas, de las diez tribus del norte, del reino del norte, que estaban encabezadas por Efraín.
Sin la bendición de la primogenitura, que corresponde a José, a la tribu de José… y José tiene doble bendición de tribu, dos tribus: la de Efraín y la de Manasés, donde está la bendición, los derechos de la primogenitura. Y José representa a Cristo, y Manasés representa a los judíos, y Efraín representa a la Iglesia-Novia del Señor Jesucristo. Y no vamos a explicar mucho sobre eso.
Y ahora, en la cuarta generación, que es la generación de oro, donde se cumplen las promesas de Dios de liberación, del éxodo, encontramos que así también es en el campo espiritual.
Allá hubo un éxodo físico, literal, saliendo de la esclavitud del reino de los gentiles de aquel tiempo y de aquel territorio donde estaban los hijos de Israel como esclavos; y ese Faraón de aquel tiempo y su reino, su imperio, representaba el reino o imperio y rey o príncipe de las tinieblas, que es el maligno; también tenían la religión babilónica, el imperio egipcio.
Luego encontramos que así como Dios libertó a Israel del imperio del Faraón, y dejó destruido ese imperio; y los ejércitos que iban, el ejército que iba en los carros para destruir a Israel, al pasar por el Mar Rojo que fue abierto, cuando ya estaban por en medio del mar, por donde pasaron los judíos o los hebreos, fue cerrado y ahí se ahogaron: Dios destruyó caballos, jinete; e Israel pasó al otro lado, en seco, pasó el Mar Rojo, para ir al Monte Sinaí y recibir el Pacto Divino, la Ley; y de ahí seguir rumbo a Canaán, la tierra prometida, para establecerse como una nación libre y soberana, con las Leyes Divinas, con ordenanzas y Leyes para todo Israel, con la interpretación de los diez mandamientos, colocada esa interpretación en Leyes y ordenanzas que le fueron dadas a Israel por medio del Espíritu Santo a través de Moisés.
Encontramos que eso fue un éxodo físico para ser colocados en la tierra prometida, donde Dios estaría con ellos; les acompañó en el camino y estaría con ellos, habitando con Su pueblo y gobernando Su pueblo por los diferentes hombres que Él levantaría, los jueces que levantaría; y que terminaría ese tiempo de los jueces, con el último de ellos, que fue el profeta Samuel.
Era el lapso de tiempo de la teocracia; lo cual luego, en el tiempo de Samuel, cuando ya estaba anciano, el pueblo menospreció a ese hombre de Dios, a ese profeta de Dios; lo encontró que ya estaba muy anciano y quiso tener un rey como las demás naciones, quiso un cambio de teocracia a monarquía. En la teocracia Dios gobierna por medio de un hombre. En la monarquía un hombre gobierna para Dios.
Colocaron al primero en la permisiva voluntad de Dios, el cual fue Saúl. Luego él falló y luego Dios les dio a David: un hombre conforme al corazón de Dios, un hombre con las dos consciencias juntas, un profeta. Los pensamientos del corazón de Dios, por medio del Espíritu de Dios pasaban a David.
Y luego hubo un lapso de tiempo de monarquía; pero luego, con el tiempo, desapareció la monarquía de David. Pero la promesa es que será restaurada esa monarquía: el Reino de David y Trono de David será restaurado. Esa es una promesa, la cual está en Ezequiel, capítulo 37*, versos 15 al 28*, y también el capítulo 34 de Ezequiel, versos 21 al 29.
También lo encontramos en San Lucas, capítulo 1, versos 30 al 36, donde el Arcángel Gabriel le aparece a la virgen María y le dice que ella va a tener un hijo, y que será llamado Hijo de Dios, y Dios le va a dar el Trono de David su padre, y reinará para siempre sobre Su pueblo. Esa es una promesa que nos muestra quién es el heredero al Trono y Reino de David.
También en Isaías, capítulo 9, versos 1 al 9, también nos habla de un niño que nacerá: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Lo pueden leer para que lo tengan en orden, todo lo que dice acerca de este niño). Lo vamos a ver aquí: Capítulo 9, verso 6 al 7, dice:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
Esto es lo que dice Isaías que Dios va a hacer. Y en el capítulo 11, verso 1 en adelante, dice, de Isaías:
“Saldrá una vara del tronco de Isaí (o sea, un hijo, un retoño), y un vástago retoñará de sus raíces.
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;
sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca (o sea, con la Palabra), y con el espíritu de sus labios matará al impío (o sea, que traerá el juicio divino sobre la raza humana, sobre el planeta Tierra).”
Cristo, el Ángel del Pacto, la Columna de Fuego, estará hablando en este tiempo final, y se va a saber las cosas que Él ha prometido que va a hablar, y de las cuales Él va a hablar.
Por lo tanto, este es un tiempo muy importante para todos los creyentes en Cristo. Es el tiempo más importante de todos los tiempos, porque es el tiempo para la Venida del Señor, es el tiempo para el llamado de todos los hijos de Dios que estarán formando y que formarán el Cuerpo Místico de Cristo en la etapa que corresponde a este tiempo, que es la Edad de Oro, la Edad de Piedra Angular, la etapa de la cuarta generación en el proceso de la restauración de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Esta es la etapa donde los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, llegarán a la perfección, y en donde serán transformados los que estén vivos, y los que murieron serán resucitados en cuerpos eternos; pero no sabemos en qué año.
Por lo tanto, mientras avanza el tiempo vamos siendo preparados, vamos recibiendo la Palabra revelada para nuestro tiempo y vamos trabajando en el Programa Divino correspondiente a este tiempo. Y trabajando en el Programa Divino es que llegaremos a la perfección: obtendremos todo el conocimiento que se requiere o que Él ha prometido darnos, para darnos la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, estamos en una etapa de un proceso de preparación y de trabajo; porque así como Dios obró por medio de Cristo, ungió a Cristo con Su Espíritu, la Columna de Fuego, y por medio de Él llevó a cabo la Obra correspondiente a aquel tiempo… por eso Él decía: “Escudriñad las Escrituras; porque en ellas os parece que tenéis la vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí.” [San Juan 5:39].
Él decía también: “Como el Padre me muestra, así yo hago. No hago nada de mí mismo,” decía Cristo. Y decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.”
Era Dios haciendo las Obras que Él prometió llevar a cabo en ese tiempo. Él prometió enviar al Mesías, y allí estaba ungido con el Espíritu Santo; porque Mesías lo que significa es: El Ungido, El Cristo; y estaba ungido con el Espíritu Santo, con la Columna de Fuego.
Y todo lo que Dios prometió que haría por medio del Mesías para ese tiempo, lo hizo por medio de Jesucristo. Y coronó Su Obra en la Crucifixión, efectuando allí la Redención, derramando Su Sangre, muriendo por nuestros pecados, quitándolos de nosotros y muriendo por nosotros al tomar nuestros pecados. Luego de la sepultura resucitó glorificado, para nunca más morir. Y por consiguiente, llevó a cabo la Obra que estaba prometida que llevaría a cabo en esta Tierra.
Luego subió al Cielo y continuó la Obra de Intercesor, de Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec allá en el Cielo, donde se encuentra intercediendo por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador, los cuales tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y Dios por medio de Su Espíritu está… estaba, está y estará en Su Iglesia. Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” San Mateo, capítulo 28, verso 20.
Y ahora, el mismo Espíritu Santo que obró por medio de Cristo, la Columna de Fuego, ahora pasó a Su Iglesia y ha estado obrando en y por medio de Su Iglesia por dos mil años; y todavía sigue en medio de Su Iglesia obrando.
Todo lo que Dios ha hecho por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, en la Tierra, desde el Día de Pentecostés hacia acá, ha sido por medio de Su Iglesia. La Obra de Cristo continuó en Su Iglesia.
Y Su Iglesia para este tiempo final recibirá la adopción, que será la redención del cuerpo para cada creyente, su transformación, para tener cuerpos eternos y glorificados, y así entrar al Reino de Dios físicamente con vida eterna.
En lo espiritual ya hemos entrado al Reino de Dios. Dice el mismo San Pablo, conocedor de esos misterios divinos, en Colosenses, capítulo 1, verso 13 al 14:
“…El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas (o sea, nos ha librado de la potestad, del poder, del enemigo y de su reino), y trasladado al reino de su amado Hijo (hemos sido trasladados del reino de las tinieblas al Reino de Cristo, y por eso estamos sentados con Cristo en lugares celestiales, en Su Reino),
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Así como hemos sido sacados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios, en el Reino del amado Hijo: Jesucristo; en lo literal, en lo físico, vamos a ser sacados también de este reino terrenal y colocados en el Reino de Cristo, en el Reino celestial; o sea, seremos sacados de esta dimensión física que está bajo el control del reino de las tinieblas, y colocados en la dimensión donde está Cristo y donde Él es Rey.
Físicamente va a suceder eso. Para lo cual, necesitamos una transformación física, como tuvimos necesidad de una transformación interior donde tuvimos que nacer de nuevo como dice Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua (o sea, del Evangelio) y del Espíritu(del Espíritu Santo), no puede entrar en el reino de Dios.”
Así ha sucedido espiritualmente, y ahora viene la parte física para pasar físicamente al Reino de Cristo, al Reino que Él obtendría.
Capítulo 19, verso 11 al 12 de San Lucas, dice:
“Oyendo ellos (o sea, Sus discípulos) estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.”
Ellos pensaban que el Reino de Dios iba a ser establecido sobre la Tierra ya en esos días; pero físicamente todavía tenían que transcurrir unos dos mil años, porque el establecimiento físico del Reino de Dios es para el tiempo del Reino Milenial, para el séptimo milenio.
“Dijo, pues: Un hombre noble (ése es Jesucristo)…”
Recuerde que Él viene de la virgen María, nació de la virgen María, y ella es descendiente del rey David por la línea del hijo de David: Natán; y fue adoptado por José como hijo suyo, y José es un hijo de David, descendiente del rey David por la línea del rey Salomón; por eso el Ángel Gabriel le dice a José: “José hijo de David.” Y ahora, Él pertenece a la realeza al nacer de la virgen María y también ser adoptado por José, el marido de María.
“Un hombre noble se fue a un país lejano (¿para qué se fue?), para recibir un reino y volver.”
Cristo cuando resucitó, luego de estar unos cuarenta días con Sus discípulos, se fue al Cielo; y allá es que recibirá el Reino. Recibió el Reino al sentarse en el Reino de Dios en el Cielo, como nos dice en San Mateo, capítulo 26. Él sabía lo que iba a pasar. Dice, capítulo 26, verso 64... Esto es cuando lo están juzgando en el Sanedrín:
“Jesús le dijo: Tú lo has dicho…”
Vamos a leer desde el verso 63, del capítulo 26 de San Mateo:
“Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios.
Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”
Aquí encontramos que Jesús dice que Él se va a sentar a la diestra del poder de Dios. Y por consiguiente, todo el poder… Dice la Escritura… Él mismo dice: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20.
Y ahora en Apocalipsis, capítulo 3, versos 20 al 21 nos dice:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Por lo tanto, esto es para el tiempo de la tarde, para el tiempo en que el Evangelio ha recorrido desde el Este (la tierra de Israel) hasta el Oeste (el continente americano). En el continente americano es donde se pone el sol, y por consiguiente es el territorio para esta Cena.
“…cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono (o sea, en el Trono de David, que es el Trono de Cristo).”
Él se sentó en el Trono del Padre en el Cielo, pero el Trono − Su Trono es el Trono de David, al cual Él es el heredero y el cual Él reclamará en este tiempo final.
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Así como Cristo venció y se sentó con el Padre en el Trono celestial del Reino celestial; así será en el Reino terrenal de Cristo y Su Trono.
Los ministerios de Moisés y Elías son los ministerios que corresponden a la posición que Jacobo y Juan querían obtener en el Reino de Cristo.
Recuerden que ellos vinieron con su madre para que intercediera por ellos para que Cristo les prometiera la posición en Su Reino: de la derecha y de la izquierda, que es la posición que vemos en el Monte de la Transfiguración que tenían Moisés y Elías: uno a la derecha y uno a la izquierda.
Y como ellos vieron eso en el Monte de la Transfiguración (en el capítulo 17), después en el capítulo 20 de San Mateo vienen con su madre a pedirle esa posición en el Reino de Cristo. Capítulo 20, verso 20 en adelante, de San Mateo, dice:
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.”
Ellos querían la posición más grande que Cristo tiene en Su Reino para otorgarla a quienes corresponde.
“Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.”
El que está buscando una bendición no puede mirar los problemas. Tiene que ser positivo y siempre decir: “¡Sí podemos! ¡Podemos alcanzar tal bendición! ¡Podemos alcanzar esta promesa que está en la Escritura!”
“Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.”
O sea, que está preparado para darlo a alguien, la posición de la derecha y de la izquierda.
En todo gobierno, la mano derecha del presidente o del rey, y la mano izquierda del presidente o del rey: esos son dos personas. Por eso en los negocios también, algunos dicen: “Este es mi mano derecha.”
Y ahora, esto nos habla de las posiciones más altas que Cristo tiene en Su Reino, para otorgarlas, como Él dice, para aquellos para quienes está preparada. Es como el Faraón que colocó a José como su mano derecha, colocó a José como el administrador del reino, como el Primer Ministro, como el Virrey.
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Esa es la posición que buscaban Jacobo y Juan, y la madre de ellos quería esa posición para sus hijos; pero no le fue concedida, porque esa posición no es de Jesús darla a quien Él quiera sino para aquellos para quienes está preparada. Eso corresponde a los Dos Olivos, a Moisés y a Elías, conforme a como Cristo mostró en el Monte de la Transfiguración.
Ellos querían ser, uno ser Moisés y el otro ser Elías; por eso en una ocasión le dicen a Jesús, cuando Jesús fue con Sus discípulos para Samaria y allá no lo dejaron entrar, ellos le dicen, Jacobo y Juan (llamados también, apodados: los hijos del trueno), le dicen: “Señor, ¿quieres que mandemos descender fuego del cielo, como hizo Elías, sobre Samaria?” ¿Ven? Querían esa bendición, ese ministerio de Elías y de Moisés.
Y ahora, esos ministerios van a operar para Israel en este tiempo final. Y lo que es la Séptima Trompeta para Israel, es el Séptimo Sello para la Iglesia del Señor Jesucristo; o sea, que para Israel el cuadro es con la Séptima Trompeta, que son Moisés y Elías. El Sexto Sello, que son Moisés y Elías, el reverendo William Branham dice que ellos saben cómo abrirlo, y que lo pueden abrir cuando ellos quieran.
Por lo tanto, vigilen a Israel; y vigilen porque en algún momento se les va a cumplir lo que ellos están esperando: Están esperando a Elías, precursor de la Venida del Señor para Israel, y están esperando también a Moisés; un profeta como Moisés y un profeta como Elías. Eso es lo que está esperando Israel. Ellos no creerán a ninguna otra persona, tiene que ser un profeta. Ellos creen a los profetas porque a los profetas es que viene la Palabra del Señor: “Porque no hará nada el Señor sin que revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas.” Amós, capítulo 3, verso 7.
Por lo tanto, Israel depende del cumplimiento de la Venida del Espíritu Santo operando los ministerios de Moisés y Elías en el Día Postrero; y ellos saben que el Elías que están esperando será un hombre del tiempo en que esa promesa se cumpla, y que vendrá conforme a como está prometido en Malaquías, capítulo 4, versos 5 al 6; y las palabras de Jesús del capítulo 17, versos 10 al 13, que dice: “A la verdad, Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas.” [San Mateo]
Va a restaurar las doce tribus, va a restaurar el Reino, va a restaurar la fe. Por lo tanto, para que surja un avivamiento, un despertamiento espiritual en Israel, necesitan a Elías restaurando el corazón del pueblo, restaurándolos a la fe original, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; y eso está muy cerca.
Lo escucharon siendo leído del libro de “Las Edades,” página 30, donde dice:
“Ahora, ¿cuándo volverá el Evangelio a los judíos? Cuando se haya terminado la dispensación de los gentiles. El Evangelio está listo para volver a los judíos. Oh, si tan sólo les pudiera decir algo que está a punto de suceder hoy, en este nuestro día. Esta gran cosa que va a suceder recorrerá hasta Apocalipsis 11 (que son ¿qué? Los Dos Olivos); y aquellos dos testigos, aquellos dos profetas, Moisés y Elías, trayendo el Evangelio de nuevo a los judíos. Estamos listos. Todo está en orden. Igual como los judíos trajeron el Evangelio a los gentiles, así también los gentiles se lo llevarán de regreso a los judíos, y el Rapto sucederá.”
Página 30 del libro de “Las Edades”, del libro del reverendo William Branham. En la página 34 y 35 de ese mismo libro, también habla de Israel.
Estamos en el tiempo para que de un momento a otro surja este evento profético de los ministerios de Elías y Moisés operando —y operados por el Espíritu Santo— en el fin del tiempo para Israel; y el Séptimo Sello para la Iglesia del Señor Jesucristo. Séptimo Sello por el cual hubo silencio cuando fue abierto en el Cielo; y si hubo silencio y no fue revelado, hay que esperar al cumplimiento de ese evento en el Cielo, para que luego sea abierto a la Iglesia del Señor Jesucristo. Hay que esperar un poquito de tiempo, y mientras tanto estar trabajando en todos los proyectos que están señalados para, la Iglesia del Señor Jesucristo, llevar a cabo en este tiempo final.
Y en la Tercera Etapa, que se cumplirá en una Gran Carpa-Catedral, ahí será revelado lo que necesitamos para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; ahí la gloria de Dios va a ser manifestada en medio de Su pueblo, de Su Iglesia; y por consiguiente, la presencia de Cristo en la Columna de Fuego, en Espíritu Santo, será una realidad manifestándose, trayendo el cumplimiento de lo que está prometido para la realización, el cumplimiento de la Visión de la Carpa.
Por lo tanto, estemos a la expectativa y trabajando siempre, y con nuestros ojos bien abiertos, porque algo grande está prometido para ser cumplido en medio de los creyentes en Cristo.
Los creyentes en Cristo tienen una promesa grande de una bendición grande para este tiempo final; y los que aman Su Venida lo van a ver, van a ver esa manifestación de Cristo, del Espíritu Santo, en medio de Su Iglesia.
Por lo tanto, continuemos hacia adelante trabajando en la Obra del Señor, en todos los campos: la evangelización, toda esa Obra misionera, y cada cual también en su Iglesia, todas las personas en su Iglesia trabajando en pro del Evangelio de Cristo y trabajando en favor de todos los hermanos y trabajando por el bienestar de su país, para que cada día las cosas sean mejores para los creyentes en Cristo; y trabajando en todo proyecto que ya hemos visto las promesas que van a ser llevados a cabo en este tiempo final, los cuales Dios ha prometido.
Porque ¿a quién va a usar Dios?, ¿a quién va a usar Cristo para el cumplimiento de toda promesa que Él ha hecho? Va a usar, Cristo en Espíritu Santo, a los miembros de Su Iglesia. Es por medio de Su Iglesia que Cristo ha estado obrando, y continuará obrando Cristo en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo usando diferentes personas.
Por lo tanto, adelante trabajando en la Obra de Cristo, conscientes que los ministerios de Moisés y Elías van a estar operando en el Día Postrero, en el fin del tiempo, para hablarle Dios por medio de Su Espíritu al pueblo hebreo, y llamar y juntar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos.
El Sexto Sello son Moisés y Elías, son los ministerios de Moisés y Elías surgiendo en el Día Postrero. Y cuando se abra ese Sexto Sello, cuando esté en pleno cumplimiento en el Día Postrero y tratando con Israel, para abrirse se abrirá con un grande terremoto.
Por lo tanto, estaremos preparados porque nosotros estamos esperando nuestra transformación para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Siempre los creyentes en Cristo en todos los tiempos, tenían que estar esperando la transformación, la Venida del Señor con los muertos creyentes en Él y la transformación para los que estén vivos.
Hay que estar esperando la Venida del Señor y nuestra transformación en tiempo presente, o sea, hoy; y si no sucede hoy, entonces mañana; y si no sucede mañana: pasado mañana. Siempre estar preparados y consagrados a Cristo, esperando Su Venida, la venida de los muertos creyentes en cuerpos glorificados, y nuestra transformación, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
“LOS MINISTERIOS DE MOISÉS Y ELÍAS OPERANDO EN EL FIN DEL TIEMPO.”
Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión, y hemos visto que todo es sencillo. Todo eso va a ser abierto, ese misterio, a la Iglesia, tanto el del Sexto Sello como el del Séptimo Sello.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos, y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino; para lo cual, puede pasar el frente y estaremos orando por usted.
Y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por los que estarán viniendo a los Pies de Cristo. Y los niños de diez años en adelante, también pueden venir a los Pies de Cristo.
Vamos a dar unos minutos para darles tiempo a los que están presentes y a los que están en otras naciones mientras están viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador en diferentes naciones.
Lo más importante es la salvación y vida eterna; no hay otra cosa más importante para la persona; porque sin vida eterna, de nada sirve el presente. Sin vida eterna, el presente sería para los seres humanos como lo es para los animales; pero por cuanto Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, hay un futuro glorioso para el ser humano que despierta a la realidad y recibe a Cristo como único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” San Juan, capítulo 5, verso 24.
También dice Cristo en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante. Ahora vean cuál es la voluntad de Dios para con usted y para conmigo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Los que tienen la promesa de ser resucitados en el Día Postrero son los creyentes en Cristo; serán resucitados en cuerpos inmortales, cuerpos glorificados, cuerpos eternos y jóvenes para vivir con Cristo por toda la eternidad, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en diferentes países. Con nuestras manos levantadas a Cristo:
Padre celestial, en el Nombre del Señor Jesucristo vengo a Ti con todas las personas que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Te ruego los recibas en Tu Reino. En el Nombre del Señor Jesucristo te lo ruego.
Y ahora, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociendo que no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.
He escuchado la predicación de Tu Evangelio y nació tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma. Creo en Tu Nombre y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la vida eterna.
Señor, manifiesta Tu Salvación que ganaste en la Cruz del Calvario para mí y para toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Haz Tu Salvación una realidad en mi vida: ¡Sálvame, Señor!
Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Me preguntarán todos ustedes que están en diferentes naciones.
Bien pueden ser bautizados en estos momentos. El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado; pero el bautismo en agua es un mandamiento de Cristo en el cual la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
Por lo tanto, es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual ha estado siendo obedecido por todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador. Aun el mismo Cristo fue bautizado por Juan el Bautista.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua, los que no han sido bautizados. Y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma y puedan ser bautizados los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador en estos momentos.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean con todos ustedes y también conmigo.
Continúen pasando todos, una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Y el próximo domingo, como siempre: la transmisión para todos los países y en las pantallas, ya sea en persona o a través de la pantalla (la transmisión), estaremos viéndonos y escuchando la Palabra del Señor.
Que Dios les bendiga y les guarde. Y dejo con ustedes al reverendo José Benjamín Pérez.
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7 características de servicio a imagen de Moisés
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Por: Francisco Avello
En esta nueva edición de Revista Pentecostés, me han pedido que pueda compartir con ustedes acerca del EL SERVICIO y del SER SERVIDOR; comprendiendo que es un tema amplio en el océano de la fé y la formación cristiana, he querido trabajar en esta oportunidad lo que me parece una introducción básica al llamado que tiene todo hombre y mujer que ha tenido una experiencia genuina de Jesús resucitado en medio de su vida, y que gracias a esta acción ha decidido aceptar el llamado de servir al Señor como respuesta a esta manifestación.
Es por esto que en siete características tomadas de la vida de Moisés quisiera compartir acerca del llamado que tenemos como servidores, para así adoptarlas en nuestra propia vida.
Cuando hablamos de características, muchas veces cometemos la equivocación de confundir esta palabra con el término “requisito”, pero ciertamente es que ambos términos están muy lejanos de cumplir un mismo sentido. Cuando nos referimos a requisito, este hace referencia a las actitudes y cualidades que debemos tener para acceder a algo, ya sea un puesto de trabajo, estudio o alguna otra instancia en la que necesitemos ser evaluados, y no a las actitudes y cualidades a las que debemos aspirar para crecer en el camino que queremos desarrollar, definición que cumple con el sentido verdadero de la palabra característica.
Si hablamos de características en el plano cristiano, nos referimos a las cualidades y actitudes que debemos pedirle a Dios nos regale, para poder prestar de la mejor manera el servicio que Él nos está encomendando.
Al pensar en un ejemplo de vida sobresaliente y de intimidad con Dios, por consecuencia natural no he podido pensar en otro que no sea el de la vida de Moisés, que siendo un hombre humilde de corazón, logró realizar la tarea que Dios le encomendó; razón valiosísima que me lleva en esta oportunidad a resaltar en él, siete características de su liderazgo en el servicio, a las cuales debemos aspirar para trabajar con excelencia a nuestro Dios.
“Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios. El ángel de Yahvé se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía. Dijo, pues, Moisés: «Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza.» Cuando vio Yahvé que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: « ¡Moisés, Moisés!» El respondió: «Heme aquí.»Le dijo: «No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.» Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios”.
Ex 3,1-6
Primera característica
“Sale de su comodidad para ir más allá”
Moisés, un simple pastor que cuidaba ovejas para que le fuera encomendada su misión tuvo que salir de la comodidad y de la cotidianidad en la que se encontraba, su vida se había trasformado en una monotonía, todos los días guiaba a las ovejas de su suegro Jetró, por el mismo sendero, por un camino que ya conocía y que se le hacia fácil de recorrer, transformando así su vida en una experiencia rutinaria y sin mayores objetivos que los ya alcanzados diariamente, esto fue así hasta que un día tuvo que ir más allá para conocer la misión que Dios le tenía preparada, (conducir al pueblo de Israel de Egipto hacia su libertad), pero para realizar esto, tuvo que ir más allá de su rutina diaria y su cotidianidad.
Cuantos hermanos hoy están cautivos de su propia soledad, de su propio dolor, de ataduras que llevan consigo durante años y esperan sedientos de alguien que los conduzca a su liberación en Jesucristo, Dios está haciendo un llamado importante en cada uno de nosotros y nos está invitando a ser verdaderos Moisés en la vida de muchos corazones oprimidos, cautivos y desolados por no haber encontrado a Jesús.
Para esto sin duda debemos ir más allá, mirar donde otros no miran, ir en busca de la conquista que nadie busca, fijar nuestra mirada en nuestro objetivo y alcanzarlo.
Tantas veces escuchamos que todo tiempo pasado fue mejor, que ya no es lo mismo de antes, etc. Lo cierto está en que Dios nos invita a ir hacia adelante, pues quien pone su mano en el arado no mira atrás (Lc 9, 62), en nuestro pasado no hay nada nuevo, todo está finalizado, no hay nada por conquistar, es en nuestro futuro donde hay mucho que conquistar y es hacia esa dirección donde debemos dirigirnos con decisión.
Nuestra tarea debe ser siempre, trabajar por ser hombres y mujeres de excelencia, que luchen por ser mejores cada día en Jesús consiguiendo nuevos objetivos y capaces de fijarnos metas constantes, ya sea en la oración, en la formación y por sobretodo en testimonio personal, abandonar nuestra cotidianidad para conquistar nuevos horizontes en la fe y no esperar que otro venga y lo haga por mí.
No olvidemos que toda agua estancada, es presa fácil de la infección y la putrefacción, no así el agua que corre libremente de cordillera a mar, para dar vida en medio de su transcurso.
Segunda característica
“Rompe el circulo de cotidianidad, para salir del estancamiento”
En el momento que por fin Moisés rompe el círculo de lo cotidiano y deja de hacer lo mismo de siempre, es cuando ya está listo para convertirse en el gran conductor de libertad del Pueblo de Israel.
Romper el círculo nos es nada más que dejar hacer lo que YO quiero hacer y comenzar hacer lo que Dios tiene por voluntad para mi vida; no olvidemos que somos instrumentos para SU obra y no administradores del Reino del Señor. Lamentablemente, muchas veces nos encontramos con el panorama de que en las comunidades cada día de reunión se hacen las mismas cosas, las mismas canciones, son lo mismos quienes hablan y comparten, todo está perfectamente pronosticado y luego de un par de semanas de perseverancia en la comunidad es fácil saber lo que va suceder en cada momento determinado.
De esta manera dejamos de lado al Espíritu Santo, que tiene múltiples maneras de manifestarse y que es capaz de regalar un nuevo Pentecostés cada mañana y romper así todo esquema y estructuración establecida
Ser un servidor de excelencia, es estar dispuesto
a romper todos los círculos de estancamiento que se
formen a nuestro alrededor
Para entender mejor lo que estamos compartiendo, señalare algunos ejemplos de estancamiento y vivencia en un círculo de comodidad:
• A mi no me dejen los niños, sólo ayudo con los adultos.
• Yo les ayudo, pero no me pasen al frente porque no me gusta
• Si quieren doy un tema, pero déjenme el amor de Dios.
• Al siguiente retiro da el mismo tema y cinco años después... sigue con amor eterno
• Yo sirvo pero en la cocina, cantar y dar temas, nunca.
• Si predico en el encuentro, pero hacer visitas por las casas no porque nunca las he hecho.
• Cantar en la Misa sí, pero hacer las lecturas ni me lo pidas.
Dios el día de hoy, nos llama a quebrantar nuestras propias normas de comportamiento y atrevernos a hacer nuevas cosas, pero siempre guiados por el Espíritu Santo, entendiendo que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios teniendo inserto en nuestro corazón como característica principal de Dios, la creatividad.
El llamado al liderazgo es también explorar nuevos talentos, avanzar hacia nuevos retos, no olvidemos que la palabra de Dios nos dice que a quien se le dio mucho incluso se le confío mucho más luego de trabajar con excelencia en el talento que se le deposito en sus manos (Cf. Mt 25); no podemos ser agentes de monotonía de la obra de Dios en medio de nuestra historia, sino más bien canales de la gracia de Dios para que Él escriba una Historia nueva en el corazón de muchos que no le conocen.
Tercera característica
“Se arriesga”
“Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía. Dijo, pues, Moisés: «Voy a acercarme para ver este extraño caso” (versículo 3)
Aun siendo algo que no conocía Moisés se acercó a ver esto que era tan extraño para él.
“Quien no se arriesga y no deposita su confianza en Dios, es porque aún no ha dejado que Dios sea el dueño de su vida”.
Dios nos invita incesantemente a dejarnos sorprender por su gran amor y poder en medio de nuestra vida, confiar plenamente en su voluntad y su capacidad creadora, Él es el dueño de todo y nosotros sus hijos amados; por esta razón, Él nos ha prometido en su palabra que todo lo que pidamos en su nombre, será dado, Dios nos invita a arriesgarnos en su nombre del mismo modo que lo ha hecho Moisés, que sin saber lo que estaba experimentando, fue un hombre que se arriesgó en el nombre del Señor.
¿Cuál será nuestra actitud al encontrarnos con algo que no conocemos, pero que Dios nos señala?,
El Secreto está en pedir a Dios, que frente a estas situaciones podamos tomar una actitud de confianza en Él y no de temor, Aventurarnos al riesgo.
Sin duda, hay una primicia importante en este punto, y es que: “Quien se arriesga en Jesús, definitivamente no lo hace”.
Así es, ya que Dios bajo ninguna circunstancia, implica un riesgo para nosotros, sino más bien lo contrario, una SEGURIDAD ABSOLUTA, porque Él es un Padre amoroso que jamás permitirá que experimentemos algo que vaya más allá de nuestras propias fuerzas (1 Cor 10, 13).
De esta manera es que debemos depositar en Dios nuestra confianza, creer en Él y saber que el riesgo en Jesucristo implica certeza de ganancia.
Cuarta característica
“No se sorprende al ser llamado por su nombre”
Quien tiene una relación constante con Dios no se sorprende que este lo llame por su propio nombre, quien ha forjado una relación de fidelidad con el Padre sabe que Él lo llamará en cualquier momento para servirle.
Muchas veces cuando recibimos una llamada telefónica de alguien que no conocemos, nuestra primera pregunta al no edentificar su voz es: ¿Quién es?, ¿Quién habla?, etc. pero, por el contrario, cuando recibimos una llamada de una persona con la cual compartimos nuestra vida, historia e intimidad, no es necesario que nos diga su nombre para saber quien nos está marcando, incluso muchas veces con el solo escuchar nuestro teléfono sabemos quien nos está llamando ¿Te ha pasado?...
De esta misma manera se asemeja nuestra vida y la relación que tenemos con Dios; mientras mayor intimidad tenemos con Él, es menor la sorpresa cuando nos está haciendo un llamado y precisa de nosotros para llevar a cabo la obra edificadora en plan de su pueblo.
La clave del servicio en Jesús, sin lugar a duda, es el grado de intimidad que tenemos con nuestro creador, conociendo hasta lo más profundo de sus pensamientos, sentimientos y emociones.
Dios no es un Dios que quiere ocultarse a sus hijos, por el contrario es un Dios que quiere mostrarse en plenitud y darse a conocer sin reservas. Está en nuestra actitud que podamos acercarnos a los pies de Jesús, para descubrirle, ya que:
¿Cómo hemos de hablar y servir a aquel que no conocemos?
¿Cómo hacer lo que Él nos indica, por sobre lo que nosotros mismos nos indicamos?
Más vale orar por lo que he de decidir, más que tener que orar por lo que ya hemos decido por mi mismo.-
El llamado final en este cuarto punto es a no dejarnos engañar y caer en la tentación de que podemos servirle sin estar en comunión con Él.
Quinta característica
“Acepta la voluntad de Dios en medio de su vida”
Cuando Dios suscita un llamado, da las herramientas para hacerlo, Moisés tenía todas las excusas para no aceptar este llamado que el Señor le hacia: tartamudo, grabe defecto a la hora de pensar que su instrumento de conducción es la voz, pastor de un rebaño que sin duda podía haber generado en él una baja autoestima, etc.), pero Dios entregó todas las herramientas necesarias para que pudiera cumplir a cabalidad el servicio que el mismo le había encomendado.
La palabra de Dios nos dice que su voluntad, es lo bueno , lo agradable y lo perfecto (Rom 12, 2), y si nuestra vida esta sometida a su autoridad desde que le hemos entregado todo lo que somos y tenemos ¿Cómo podemos muchas veces rechazar la voluntad de Dios en nuestra vida?, ya lo hemos mencionado anteriormente , Dios es toda seguridad que el hombre puede necesitar y si Él se hace presente en medio de nuestra vida, bajo su voluntad es que debemos aprender a confiar que todo lo que Él hace , es por y para bien de los que Él ama ( Rom 8,28)
La certeza que debemos tener en nuestra vida, es que en la propia incapacidad, Dios nos capacita:
Algunos ejemplos de respaldo en la vida de Moisés son los siguientes:
Bastón de pastor (Ex 4,1-5):
Nuestra propia capacidad en las manos de Dios, se transforma en capacidad divina
Yo estaré contigo (Ex 3,11-12):
La promesa que Dios jamás nos abandonará y siempre estará a nuestro lado impulsando nuestra misión.
¡Soy torpe de palabra! (Ex 4,10-16) ;(Ex 7, 1-2):
A pesar de la incapacidad de Moisés (Tartamudez), Dios dispone todo para que su voluntadse desarrolle en la vida de su escogido.
Sexta característica
“Se saca las sandalias”
Un buen servidor y líder es humilde, se deja ayudar y cumple sus responsabilidades. Lamentablemente vemos a diario hermanos y hermanas que se dejan llevar por sus propios intereses, tratando de llenar vacíos personales, no dejando a nadie más servir en sus comunidades y queriéndolo acaparar todo; de esta manera, transforman la comunidad en lugar de desarrollo personal y no en un regalo de Dios para crecer en hermandad.
Dios hoy nos invita a ser humildes de corazón y la primera respuesta a este llamado que Dios nos hace es ser agentes de bendición para otros, colaborando a que nuestro liderazgo no se transforme en una moda sino más bien en una instancia de creación y formación de nuevos líderes y servidores que puedan llevar a cabo las distintas tareas que hay por hacer, no olvidemos que: “Un buen líder no es el que trabaja por 100, sino más bien, el que hace trabajar 100”
En el caso de Moisés contaba con un equipo que le ayudaba en las distintas labores propias de la misión que se le había confiado, creando así instancias de servicio en a comunidad, de este modo debemos procurar que lo que hacemos no sea un moda sino más bien una instancia de formación y desarrollo para otros.
- JETRÓ: (Ex 18,1-20)
Su consejero
- 70 ANCIANOS Eldad y Meldad: (Ex 18,21-26)
Colaboradores
- AARÓN: (Ex 7,1-2)
Su boca
- JOBAB: (Num 10,31)
Sus ojos
- JOSUÉ: (Num 11,28)
Su ayudante y sucesor
- AARÓN Y JUR: (Ex 17,8)
Su apoyo
Séptima característica
“Ser un hombre con temor de Dios”
“Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios” (versículo 6)
Un servidor en Dios se reconoce porque teme a Dios, hace su voluntad para agradarle y cumple lo que Dios le esta pidiendo y no así lo que a él se le ocurre.
Tener temor de Dios no es bajo ninguna perspectiva entrar en pánico por lo que Él nos pueda hacer por no cumplir con su voluntad, Cuantas veces hemos escuchado la frase “Si no te comes toda la comida, Dios te va a castigar”
Y esto se queda grabado en nuestro corazón y mente, Dios nos es un Padre sádico que castiga a sus hijos o permite que le sucedan cosas malas para “Aprender una lección”; por el contario, es un Padre Celestial lleno de amor y ternura, el temor de Dios es la capacidad que desarrollamos en nuestro interior de no querer dañar el corazón de el Señor con nuestras actitudes.
Es como el pequeño, al cual su madre le dice que no coma de las galletas que tiene en el horno y no las come, no por temor a que su madre le castigue o le golpee sino porque sabe que para su madre esta actitud de comerlas sabiendo que ella ha mencionado lo contrario, puede dañar su corazón.
Cada día debemos pedirle el Don del SANTO TEMOR DE DIOS para acercarnos más a su forma de servir y de amar de este modo alcanzar la plenitud en nuestro servicio.
Pido a Dios bendiga abundantemente el corazón de cada uno de ustedes, le animo en su misión evangelizadora en su servicio a Dios y la Iglesia cuerpo de Cristo, y le pido al Señor Jesús bendiga cada una de sus vidas y corazones.
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2. https://cristianoenconstruccion.wordpress.com/2008/01/25/moises-un-lider-intercesor/
3. ttps://csalazar.org/2007/10/26/dificultades-de-moises/
bbchispanic.com/2014/11/17/dios-comienza-preparar-moises-como-lider/