Investigar y desarrollar, la deuda de A. Latina

Aunque Chile y México lideran en innovación, la región tiene una brecha muy grande frente a Europa y Asia y parece que intenta volar sin las alas para competir. La inversión todavía se queda corta.

En Latinoamérica y el Caribe los países parecen estancados, pues en los últimos años apenas México ha conseguido subir puestos constantemente en el índice de innovación. Las métricas en esta zona del mundo son lejanas a las de territorios de ingresos altos, y el progreso es disparejo, pues cada año alguno que otro país se destaca, pero no mantiene su ritmo.

Así las cosas, Chile y México dominan el ecosistema innovador; el primero, muy enfocado en un ambiente atractivo para invertir y hacer negocios y concentrado en formar mano de obra acorde con las necesidades de las empresas, mientras que el segundo está creciendo en la manufactura de bienes de alta tecnología que después exporta.

Llama la atención que la tarea de ambos —y de la región, en general— es integrar a todo el aparato productivo en la misma dirección, pues para las empresas más pequeñas resulta complejo gozar de los beneficios de la innovación en ventas o competitividad, partiendo de que acceder a financiamiento es toda una dificultad.

Tanto Chile como México tienen entre sus planes aumentar la inversión en investigación y desarrollo en relación con su producto interno bruto (PIB), y, de hecho, el país que lidera Gabriel Boric estructuró una estrategia que requiere el trabajo conjunto de empresa y Estado para movilizar recursos equivalentes a 1% del PIB.

De acuerdo con la Cepal, la crisis del covid-19 dejó ver más claramente la importancia de la ciencia, las tecnologías y la innovación para el desarrollo, no solo para responder a las necesidades coyunturales derivadas de la pandemia, “sino también para atender a demandas más estructurales, relacionadas con la mejora de la productividad y el aumento del valor agregado; la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo; el acceso a bienes y servicios básicos como la salud y la educación”.

Según ese organismo internacional, mientras Estados Unidos, la Unión Europea, los países de la Ocde y China tienen un nivel de gasto en investigación y desarrollo relativo al PIB superior al 2%, en América Latina y el Caribe esa proporción es una cuarta parte e incluso se redujo de 0,65% a 0,56% del PIB entre 2013 y 2019.

Así, aunque algunos países sacan la cara por esta zona del mundo, la región continúa con una brecha respecto a las potencias mundiales y en los últimos años ha marcado un retroceso.

El nivel de gasto en investigación y desarrollo relativo al PIB en A. Latina y el Caribe es de 0,56%.

CHILE

En el territorio austral hay una de las mayores inversiones en software. “Chile tiene el sistema de innovación más equilibrado y está bien clasificado en indicadores como gasto en programas informáticos, matriculación en educación terciaria y nuevas empresas”, de esa forma el Índice Mundial de Innovación define las características del país austral, que figura en la casilla 53 en el planeta, y en la primera en América Latina.

No es un secreto que ese país es uno de los referentes económicos de la región y con gran atractivo para la entrada de capital foráneo. Solo el año pasado, el Banco Central informó que la inversión extranjera directa (IED) que arribó entre enero y diciembre alcanzó 16.782 millones de dólares, una recuperación de más del 90% frente a lo que se perdió en 2020 debido a la pandemia.

La receta para este dinamismo tiene como uno de los principales ingredientes la innovación. El país es uno de los que más invierte en software en Latinoamérica, posee empresas que ofrecen formación a sus colaboradores y goza de tasas arancelarias que estimulan a las empresas para hacer negocios.

Al igual que sus pares en esta zona del mundo, pese a que Chile parece ser el que mejor está haciendo la tarea, también tiene varias pendientes, como facilitar el acceso al crédito, exportar más servicios TIC o diversificar su industria.

En cuanto al ecosistema, el país refleja instituciones sólidas —a nivel regional— y una infraestructura acorde con el avance científico y tecnológico. Sobre el futuro, el presidente Gabriel Boric ha manifestado una fuerte apuesta que requiere de articulación público-privada.

Es así como Chile espera lograr que el 1% del PIB vaya a investigación y desarrollo, lo que implicaría más de 2.000 millones de dólares.

90% de recuperación tuvo la inversión extranjera directa en Chile, el año pasado.

MÉXICO

El país es un modelo por cómo ha involucrado la innovación en el comercio. México, el segundo país más innovador de la región, tiene un equilibrio en gran parte de los pilares que evalúa el Índice Mundial. Allí hay universidades con grandes aportes a la investigación y el desarrollo, fabricación de productos de alta tecnología y bajas barreras arancelarias, lo que le permite tener un mercado abierto para vender o importar bienes necesarios para el desarrollo industrial con facilidad.

A nivel mundial, el país ocupa el puesto 55 entre las 132 economías evaluadas, y destaca principalmente por su comercio exterior, que encuentra en la exportación de teléfonos inteligentes, televisores o microprocesadores buena parte de sus ingresos. Esto le vale para destacar.

Aun así, en el país existe la percepción de que es un territorio emprendedor, sí, pero no tan innovador, debido a que las empresas más pequeñas tienen dificultades para entrar a este ecosistema y aprovechar sus beneficios en investigación, digitalización y mayor productividad.

Pero esto no significa que las compañías no estén interesadas, pues un estudio de KPMG reflejó que el 83% —que también se puede expresar como ocho de cada diez— manifestó tener más atracción por la innovación, después de la pandemia de covid-19.

No obstante, “en México, 35% de las empresas invierten menos de 2% de sus ingresos en iniciativas de innovación”, por lo cual está entre las tareas brindar mayores posibilidades de financiamiento para que más compañías se interesen o, en su defecto, destinen más dinero a este aspecto.

Entonces, aunque en México la innovación está haciendo cada vez más competitiva la industria y eso favorece las ventas externas del país, la gran tarea es que ese potencial se irrigue a las demás cadenas y también beneficie a otros sectores sociales y económicos.

8 de cada 10 empresas mexicanas se sienten más atraídas por la innovación, tras la pandemia.