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Vigorexia: qué es, causas, síntomas y tratamiento

7 minutos
Las personas vigoréxicas se obsesionan con tener un cuerpo musculoso. Eso las lleva a incurrir en conductas poco saludables en torno al entrenamiento y la alimentación.
Vigorexia: qué es, causas, síntomas y tratamiento
Macarena Liliana Nuñez

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez

Escrito por Jonatan Menguez
Última actualización: 11 septiembre, 2024

Hacer ejercicio de manera regular es un hábito saludable para la mayoría de las personas. Sin embargo, cuando se practica en exceso, puede responder a un trastorno con consecuencias negativas para la salud física y mental. Se lo conoce como vigorexia o dismorfia muscular, y tiene que ver con una percepción distorsionada del propio cuerpo que lleva a una obsesión por «mejorarlo».

Quienes lo padecen se creen más débiles o menos musculosos de lo que son en realidad. Para revertir esta idea, recurren a prácticas compulsivas, como pasar demasiadas horas en el gimnasio, modificar drásticamente su dieta o ingerir esteroides. Identificar ciertas señales es útil para reconocerlo y prevenirlo.

Características de una persona con vigorexia

En este trastorno mental, la persona percibe su cuerpo como enclenque y con poca masa muscular, independientemente del estado físico real. Se lo clasifica dentro del grupo de los trastornos dismórficos corporales (TDC), donde pequeños o inexistentes defectos generan preocupación obsesiva.

Algunos especialistas sugieren que podría compartir características con los trastornos alimentarios, debido a la importancia que se le da a la dieta para modificar la figura. Y, si bien hay una relación con comportamientos como la ortorexia (obsesión por la comida saludable), la clasificación más común es dentro de los TDC.

De manera coloquial, la vigorexia también es llamada complejo de Adonis, en referencia al mito griego de un hombre sumamente bello, que fue amante de Afrodita. Puede ocurrirle a cualquier persona, tanto a las que no poseen un físico con musculatura desarrollada, como a las que sí.

Padecer este trastorno no es lo mismo que entrenar demasiado. Los síntomas son de carácter psicológico y pueden derivar en problemas físicos.

La presencia de los siguientes comportamientos sirve para identificarlo:

  • Contemplación compulsiva en el espejo.
  • Comparación constante con otros cuerpos.
  • Ingesta regular de suplementos y esteroides en un periodo extendido de tiempo.
  • Estrés ante el incumplimiento de una jornada de ejercicio o de una parte de la dieta.
  • Imagen corporal distorsionada al percibir el cuerpo demasiado débil o delgado, más allá de la masa muscular real.
  • Alejamiento de otras actividades sociales y relaciones personales por dedicar demasiado tiempo al entrenamiento.
  • Necesidad constante de hacer ejercicio, con pensamientos recurrentes sobre el tema cuando no se realiza actividad física.
  • Comportamientos compulsivos en torno a la dieta. Por ejemplo, conteo de calorías permanente, exceso en la ingesta de proteínas y búsqueda obsesiva de una «alimentación perfecta».

Causas de la dismorfia muscular

Si bien las causas específicas son difíciles de hallar, existen una serie de factores que promueven la aparición de vigorexia. No son los mismos en todos los casos y más de uno puede contribuir, al mismo tiempo, a su desarrollo.

Sexo masculino

Los varones de 18 a 35 años tienen mayor tendencia a desarrollarla. Se calcula que a los 19 años es la edad de inicio promedio, sobre todo, en hombres usuarios de gimnasios.

Existen casos reportados de vigorexia en mujeres, pero no son tantos. De acuerdo con algunos estudios de prevalencia, se estima que, entre adolescentes, 2,2 % de los varones tienen dismorfia muscular, mientras que en ellas el número asciende a 1,4 %.

Problemas de autoestima

La percepción negativa sobre uno mismo y el propio cuerpo puede conducir a una obsesión por el ejercicio. Si una persona insegura encuentra reacciones externas positivas con los resultados del entreno, es posible que desarrolle este trastorno para buscar aprobación constante. Ten en cuenta que la baja autoestima es tanto una causa como una consecuencia.

Influencias culturales

La cultura del «cuerpo perfecto», tanto en hombres como en mujeres, afecta de manera negativa la autopercepción. El intento por alcanzar los estándares idealistas que, con frecuencia, se muestran en publicidades, redes sociales o programas de televisión, puede contribuir al desarrollo del trastorno.

Rasgos perfeccionistas

Las personas con tendencia al perfeccionismo son más propensas a ver defectos en el propio cuerpo. Por lo tanto, pueden pretender cambiar su estado físico para eliminar aquello que consideran una imperfección, como la falta de masa muscular.

Práctica de culturismo

Un estudio científico encontró una prevalencia elevada de vigorexia en los practicantes de culturismo. Los investigadores evaluaron a 120 culturistas con pruebas de actitud alimentaria y con un test psicológico. El 58,3 % de los participantes tuvo puntuaciones altas en los parámetros que hacen sospechar un trastorno de dismorfia muscular.

Otros trastornos del estado de ánimo

La vigorexia se relaciona con trastornos como la ansiedad y la depresión. Estos se pueden presentar antes o después de comenzar con los síntomas propios de la dismorfia. También hay un fuerte vínculo con alteraciones del comportamiento alimentario, como la bulimia.

Posibles consecuencias

Las consecuencias de la vigorexia se expresan tanto a nivel físico como psicológico. El control compulsivo de la dieta, la ingesta de anabólicos y el ejercicio en exceso pueden derivar en lo siguiente:

  • Amenorrea o ausencia de menstruación en mujeres.
  • Desgaste muscular y lesiones por sobreentrenamiento por no respetar los descansos semanales.
  • Daños hepáticos y renales e incremento del riesgo de afecciones cardíacas por efecto de la ingesta de esteroides.
  • Desproporciones en el cuerpo al dedicar demasiado tiempo a un solo sector muscular, como los pectorales, los brazos o la espalda.
  • Estancamiento en el progreso del entreno, debido al desgaste muscular, lo que genera mayor ansiedad por dejar de notar resultados.
  • Bajo rendimiento laboral o pérdida del trabajo por seguir un programa de ejercicios demasiado exigente y desatender las obligaciones del empleo.

¿Cómo se diagnostica y trata la vigorexia?

El psicólogo es el encargado de diagnosticar y proponer el tratamiento adecuado. Ante todo, es importante diferenciarla de otros trastornos vinculados a la percepción física, como la dismorfofobia o la anorexia nerviosa.

Respecto a esta última, vale aclarar que las personas con anorexia, en general, se autoperciben con exceso de peso. En cambio, las vigoréxicas se creen débiles o pequeñas.

Para el abordaje se aplica la terapia cognitivo-conductual, con el objetivo de que el paciente mejore su autoestima y la percepción de la imagen corporal. A su vez, se buscan reducir las tendencias perfeccionistas y las conductas obsesivas.

En casos más graves, es posible que la terapia se acompañe con fármacos, como la fluoxetina. Los medicamentos podrán ser útiles para tratar depresión, ansiedad o comportamientos obsesivo-compulsivos.

Estrategias para prevenirla

No hay que ver al ejercicio físico como algo negativo. Al contrario, si se practica en el tiempo y la forma adecuada, es un hábito que nos vuelve más sanos y más felices. Lo importante es mantener un equilibrio entre el entrenamiento y el resto de las actividades cotidianas.

Como parámetro general, conviene tomar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre la carga de entrenamiento semanal. El organismo aconseja de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa para los adultos. Puedes dividirlo en tres o cuatro jornadas de 45 a 90 minutos cada una.

Otras estrategias para tener en cuenta son las siguientes:

  • Descansar, al menos, dos días a la semana.
  • No trabajar más de tres jornadas un mismo grupo muscular.
  • Detenerse al sentir fatiga, dolor o molestias físicas por el ejercicio.
  • Llevar una buena higiene del sueño y una alimentación equilibrada.
  • Realizar exámenes físicos antes de comenzar una rutina de entrenamiento.
  • Variar los entrenamientos con rutinas diferentes y no solo tener jornadas de levantamiento de peso.

Diferenciar la vigorexia del ejercicio saludable

Hacer ejercicio no es algo negativo. Es importante distinguir entre la actividad física saludable y las conductas obsesivas que caracterizan a la vigorexia.

La dismorfia muscular tiene que ver con un trastorno mental que afecta la imagen de uno mismo. Puede manifestarse tanto en desequilibrios alimenticios como en la frecuencia e intensidad del entreno. En cuanto al uso de esteroides, no siempre está presente el comportamiento.

Si tú sospechas que tienes tendencia a la vigorexia, porque te aíslas de tus conocidos para ir a entrenar o porque todo el tiempo estás pensando en la dieta y el ejercicio, entonces consulta con un profesional. Hazlo también si experimentas angustia o ansiedad en torno a la actividad física.

Por otro lado, si te parece que un amigo o un familiar la sufre, ten en cuenta que, posiblemente, la persona con el trastorno niegue su condición. Tendrás que encontrar vías alternativas para ayudarlo a reconocer su situación y que busque ayuda.

El equilibrio es la clave. Por eso, tienes que responder con sinceridad a la pregunta: «¿por qué te entrenas?». Si lo haces para sentirte mejor, por un gusto personal, para prevenir enfermedades y como parte de tu estilo de vida, está perfecto. Ahora bien, si tu único objetivo es tener músculos más grandes porque consideras que eres débil o tienes poca masa muscular, entonces revisa tus actitudes y no tengas miedo de consultar con un psicólogo.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.