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teratura.

Esto, que parece ser una consecuencia -aún en tránsito- de los


procesos de mediatización, resulta, en primer lugar, de ciertas
transformaciones operadas sobre los esquemas cognitivos y perceptivos,
cuya estructura profunda se correspondería con la forma en que las
tecnologías producen sentido en sociedades que han pasado de su
condición de "mediáticas" a organizarse como "sociedades
mediatizadas"1
Esta "época de mediatización" coincide, o bien puede explicarse también
como el paso de la preeminencia del sentido, antes ubicada en el nivel
de lo simbólico, a una lógica en la que se advierte una articulación entre
lo icónico y lo indicial, lo cual implica pasar de lo representacional a lo
presentativo. La sociedad muta cada vez más hacia una condición
performática en la que cobran una signficativa fuerza el exhibicionismo y
el desvanecimiento de las bambalinas tras las cuales se organizaban los
imaginarios y representaciones de la época. Este cambio de foco de la
relación que el signo establece con su referente provoca vínculos
sociales básicamente pulsionales y "de contacto", es decir, de tipo
afectivos2, puesto que la interpretación fuertemente emotiva que resulta
de esta relación del signo con su referente supone una alta implicación y
actúa como evidencia de lo real.
En este contexto, consideramos necesario hacer un repaso por los
estudios que se han detenido a analizar los "efectos" que los medios
producen, y aún hoy continúan produciendo, sobre los sujetos y el
entorno en el que estos intervienen, puesto que de la interpretación que
se dé a los efectos dependerán el modo y las condiciones bajo las cuales
la sociedad actual construye sentido.
Los debates en torno a los efectos que los medios ejercen sobre el
conjunto social son variadas, no obstante pueden resumirse en las
siguientes: un primer período, cuyos exponentes principales serían
Adorno y Horkheimer, representantes de la Escuela de Frankfurt, para
quienes los efectos "fuertes" de la comunicación conducían a los sujetos
a un estado de alienación a través del cual podían ser manipulados;
resumidamente, es lo que se llamó el "efecto hombre-masa". Un
segundo momento estaría enmarcado por un "corpus de textos e
investigaciones desarrollado a partir de la década del 40 del siglo XX,
principalmente en Estados Unidos, cuyo principal espacio de desempeño
se produjo alrededor del trabajo, de Paul Lazarsfeld, Robert Merton, Elihu
Katz, Carl Hovland, etc., y que, de manera genérica, se nombró como
"Mass Communication Research", "teoría situacional o fenoménica",
teoría de los "efectos limitados" o de los "efectos mínimos", o teoría de
la "persuasión" o influencia" (Valdettaro; 2013: 110)
Sin pretender hacer un listado exhaustivo de las teorías sobre los efectos
de la comunicación, lo que nos interesa es deternernos en los estudios
que abordan la cuestión desde un punto de vista 'negativo' que asocia la
mediatización con una lógica de la desrealización (Debord), producto de
la espectacularización desmedida que los medios operan sobre la vida
en general; así como de los análisis de Baudrillard en los que se propone
mostrar que en esta sociedad de la información, aquello que era
considerado real alcanza un grado superior de realidad hasta adquirir la
condición de hiperre

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