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ÁGORA DIPLOCAT 18

Científicas por el
medio ambiente
Ciclo de debates sobre un mundo
más sostenible
Esta publicación es una coedición entre:

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[email protected]
americat.barcelona
@americatalunya
@americatalunya

Relatoria: Àlex Richter-Boix


Diseño gráfico: Giny Comunicació
Diseño imagen de las jornadas: Vanina De Monte

Primera edición: noviembre 2022


Impresión offset con papel reciclado. Certificado FSC.

Depósito legal: B 12882-2022

Licencia Creative Commons 4.0.


Consultad las condiciones en: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/
Científicas por el
medio ambiente
Ciclo de debates sobre un mundo
más sostenible
Índice
1. Presentación ................................................................................................................ 7
Marta Nin, directora de Casa Amèrica Catalunya
Laura Foraster i Lloret, secretaria general de DIPLOCAT

2. Prólogo .......................................................................................................................... 9
La mujer en la ciencia medioambiental: presente y futuro / Salvador Macip

3. Debates ......................................................................................................................... 12
La pandemia: Antonieta Rojas de Arias / Salvador Macip
El clima: Ana Sofía Varela / Antonio Cerrillo
El fondo marino: Verena Häussermann/ Josep-Maria Gili
El agua: Claudia Suseth Romero / Ramon Folch
El bosque: Tatiana Espinosa / Àlex Richter-Boix
La biodiversidad: Brigitte Baptiste / Vladimir de Semir
La sostenibilidad: Yolanda Kakabadse / David Bueno

4. Conclusión..................................................................................................................... 83

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América Latina: un continente en construcción / Yolanda Kakabadse

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


Científicas por el medio ambiente
1. Presentación

Marta Nin, directora de Casa Amèrica Catalunya


En los últimos años de forma cada vez más acentuada, fenómenos naturales y emergencias de
nuevo cuño han modificado el modus vivendi de las poblaciones mundiales, y los expertos vaticinan
un aumento de estas situaciones si no hacemos cambios profundos en el modelo de desarrollo
predominante. En medio de esta tendencia y el debate sobre cómo afrontar el cambio climático, en
2020 la pandemia de la covid-19 irrumpió haciendo evidente que la ciencia ecológica, que investiga
el bienestar del planeta y de los seres que lo habitan, debe ser prioritaria a la hora de pensar el futuro.

Hace tiempo que la comunidad científica internacional se suma a las demandas de movilización para
un cambio de paradigma. Y dentro de esta comunidad, hay mujeres que han destacado de forma
excepcional en el cultivo de la ciencia ecológica moderna. Latinoamérica es prueba de ello. Pero a
menudo las mujeres no han sido el rostro más visible de la ciencia. Este hecho ha inspirado el ciclo
Científicas por el medio ambiente, que organizado por Casa Amèrica Catalunya con la colaboración
de DIPLOCAT en 2021, ha puesto el foco en científicas que han brillado por su perseverancia en la
defensa de algún ámbito de investigación de las ciencias naturales. Mujeres que se han convertido en
un referente en su materia; que han creado escuela de trabajo o han realizado algún descubrimiento
científico determinante; que han firmado en destacadas publicaciones científicas y también recibido

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premios internacionales.

Este ciclo, que empezamos en formato virtual (debido a la pandemia), continuó de forma presencial
(cuando se reanudaron los viajes transatlánticos) y que ahora les ofrecemos en formato digital e
impreso, es una reivindicación de la ciencia medioambiental y un homenaje a las científicas que la
han cultivado. Escucharlas a ellas da una visión verdaderamente real de lo que ocurre en el mundo y
de cómo queremos seguir construyéndolo.

Ha sido un honor poder acompañarlas a lo largo de todo el ciclo y hoy es un privilegio tener en nuestras
manos una recopilación de sus conocimientos científicos, tan valiosos como sus recomendaciones
para un futuro sostenible, digno y justo para todos y todas.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
Laura Foraster i Lloret, secretaria general de DIPLOCAT

DIPLOCAT es un consorcio con una composición diversa y plural, formado por 38 entidades del
mundo institucional, académico, empresarial y social de Cataluña. Con todas ellas organizamos
actividades conjuntas para aunar esfuerzos y fomentar la participación de la sociedad civil catalana
en el debate de los temas globales que más preocupan y generar diálogo e intercambio de buenas
prácticas con expertos internacionales.

A menudo también organizamos estos debates en colaboración con otras entidades. Estamos
convencidos que sumando esfuerzos y cooperando podremos llegar más lejos ante los retos
globales que compartimos. El ciclo Científicas por el medio ambiente, organizado por Casa Amèrica
Catalunya con la colaboración de DIPLOCAT, con los diálogos que recogemos en esta publicación,
es buena prueba de ello.

Este ciclo ha querido poner el foco en el compromiso y el trabajo de relevantes científicas


latinoamericanas en el ámbito de la ecología y en su lucha por la preservación del planeta y de
nuestras vidas. Los países no son compartimentos estancos y la globalización se da en todos los
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ámbitos, también en la lucha por el bienestar del planeta y los seres que lo habitan. Se trata de
una lucha que no tiene género y nos interpela a todos. Por este motivo quiero resaltar el formato
escogido para este ciclo, con diálogos entre científicas latinoamericanas y divulgadores científicos
catalanes, que aportando visiones geográficamente distantes coinciden en un compromiso común.

Con su sabiduría y la acción conjunta de todos, instituciones y sociedad civil, conectando personas
y culturas, podemos aportar más conocimiento sobre nuestro entorno y la necesidad de revertir su
desgaste. Porqué, en definitiva, el futuro de nuestro planeta es responsabilidad de todos.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
2. Prólogo

La mujer en la ciencia medioambiental: presente y futuro


Salvador Macip. Doctor en medicina e investigador, catedrático de los Estudios de Salud de la
Universidad Oberta de Catalunya y catedrático del Departamento de Biología Celular y Molecular
en la Universidad de Leicester
Siete debates, siete científicas del más alto nivel internacional, más de siete horas de diálogos
repletos de ideas y un libro entero lleno de conclusiones imprescindibles para redefinir nuestro
futuro. Este es el balance del ciclo de conferencias Científicas por el Medio Ambiente organizado
por Casa Amèrica Catalunya y DIPLOCAT a lo largo de 2021 y 2022, durante los momentos
más duros de una pandemia que cambió nuestra forma de entender el mundo. Sin duda era el
contexto más adecuado para poner sobre la mesa una serie de retos urgentes que la ciencia tiene
que intentar resolver en las próximas décadas, relacionados de una manera muy estrecha con los
conceptos de salud planetaria y One Health, cada vez más ubicuos y necesarios.

La salud planetaria, definida como la consecución del nivel máximo de salud, bienestar y equidad
en todo el mundo, respetando los límites de los sistemas naturales de la Tierra mediante la
integración en los sistemas humanos (políticos, económicos y sociales), es un campo de estudio

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creado recientemente pero que, en poco tiempo, ha adquirido una gran relevancia. Es más: la crisis
de la covid-19 ha subrayado que es esencial cuidar el planeta y nuestro entorno porque, si no lo
hacemos, las consecuencias revierten no solamente en efectos como el cambio climático, sino
también en problemas como nuevas pandemias, que son cada vez más probables por culpa de la
degradación de los ecosistemas y la invasión progresiva de los hábitats de los animales. Para evitar
o reducir al máximo las posibilidades de que esto pase de nuevo, tenemos que considerar la salud
de todo el planeta a la vez, como una gran red interconectada, cuidando el ecosistema y mejorando
nuestra relación con los animales, la plantas y también los microbios.

Hay consenso de que estos son los cimientos sobre los que deberíamos edificar un mejor futuro
para todos: si no entendemos que el conjunto de organismos que habita la Tierra, del más grande a
los microscópicos, formamos parte de una sola entidad, junto con nuestro entorno, nunca seremos
capaces de evitar ni solucionar crisis como las que hemos vivido estos últimos años, o como las
que los expertos llevan tiempo prediciendo. Por eso los científicos que trabajan en las ciencias
medioambientales son tan importantes: tienen en su poder las herramientas necesarias para
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

reconstruir los puentes entre los humanos y los demás habitantes de la Tierra y así redefinir como
tiene que ser nuestra relación con el planeta.

Para abordar esta difícil tarea, se escogió en este ciclo acentuar la contribución de Latinoamérica
Científicas por el medio ambiente

y de las mujeres en los avances científicos medioambientales que, a pesar de ser numerosas y de
gran calidad, como se evidenció en cada uno de los debates, a menudo quedan eclipsadas por las
que provienen de ámbitos con altavoces más potentes. Pero es imposible que seamos capaces de
entender la salud como un concepto planetario si, ya desde el inicio, ignoramos sistemáticamente
las opiniones y los estudios de una parte de la población. Y he aquí la importancia de ciclos como
este, tan necesarios para visibilizar profesionales que contribuyen a mejorar el presente y que son
esenciales para el futuro. En él se ha considerado en concreto el papel que juegan actualmente
las mujeres en la ciencia y, específicamente, en las disciplinas relacionadas con la salud planetaria.
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, una celebración internacionalizada y oficializada
por la ONU en 1977 pero que, de una manera u otra, ha estado presente en muchos países desde
principios del siglo XX. El objetivo de la efeméride es “conmemorar los logros culturales, políticos
y socioeconómicos de las mujeres” pero es, ante todo, una fecha especialmente importante para
resaltar las desigualdades de género que aún existen y proponer formas de eliminarlas. A pesar
de los grandes avances que se han visto en los últimos 50 años, aún estamos lejos de que las
mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades y reciban el mismo respeto y retribución que
los hombres, incluso en aquellos países que se consideran más progresistas. La ciencia es uno de los
muchos campos donde esta igualdad está lejos de conseguirse.

Como profesor de universidad de varias materias relacionadas con las ciencias, año tras año puedo
constatar que, desde el momento en que se entra en un aula, es evidente que más de la mitad
de los estudiantes de estos grados son mujeres. Los porcentajes siguen siendo los mismos hasta
el momento de la graduación, e incluso en los masters que suelen venir a continuación. Muchas
mujeres deciden también subir el siguiente escalón en la escalera educativa y comenzar después un
doctorado, el paso final hacia la especialización que las permitirá entrar en la vanguardia intelectual
de la temática que hayan escogido estudiar.

De los veinte miembros que han pasado por mi laboratorio de investigación desde que se fundó en
2008, catorce han sido mujeres, muchas de ellas estudiantes de doctorado que defendieron con éxito
su tesis y contribuyeron de manera importante a los descubrimientos que nos han permitido avanzar
en nuestro campo de estudio. Este es solo un ejemplo, pero el patrón se repite en laboratorios y
universidades de todo el mundo. La mayoría de estas doctoras pasarán después a una posición
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posdoctoral para mejorar sus conocimientos y sus currículos, mientras esperan que aparezca la oferta
de trabajo adecuada para liderar sus propios grupos de investigación y, probablemente, empezar su
ascensión en los rangos académicos.

Aquí es donde las cosas empiezan a cambiar. Los puestos de jefe de laboratorio son escasos y la
competencia es feroz, lo que lleva a muchos posdoctorados de ambos sexos a abandonar la carrera
en busca de opciones más seguras. Sin embargo, las mujeres todavía representan una porción ya no
dominante pero sí importante de los académicos júnior. Pero a medida que avanzan de profesoras
asistentes a asociadas, el número comienza a disminuir y, si miramos entre los catedráticos, decanos,
directores o rectores, las mujeres casi han desaparecido. ¿Cómo pasan de ser prácticamente mayoría
en el período formativo a perder su lugar en los puestos de decisión de las universidades? ¿Cómo
podemos revertir esta tendencia y hacer que los casos aislados de científicas líderes en sus campos
sean cada vez más habituales?

Estas siete conferencias del ciclo Científicas por el Medio Ambiente nos han demostrado que hay
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

mujeres que están contribuyendo de manera esencial a cómo entendemos y nos relacionamos
con nuestro planeta, y que están definiendo las líneas de investigación que seguirán las próximas
generaciones de científicos que van a liderar la tan necesaria revolución medioambiental. Sin
embargo, aún son pocas en un mundo excesivamente masculinizado. El hecho de que perdamos
tantas profesionales prometedoras durante el proceso formativo es un error preocupante que aún
Científicas por el medio ambiente

no hemos conseguido solucionar. La humanidad no puede permitirse el lujo de desperdiciar casi la


mitad de las mentes brillantes por motivos que nada tienen que ver con sus capacidades.

Se podría argumentar que los catedráticos actuales son generalmente hombres de una generación
en la que las mujeres a menudo no podían siquiera acceder a una carrera universitaria. Es probable
que esto juegue un papel en las cifras finales de científicos senior en muchas instituciones, pero a
estas alturas el efecto ya tendría que haberse diluido. Los miembros de la Generación X tenemos ya
la edad suficiente para haber empezado a ingresar en los rangos académicos superiores, y la brecha
de género en el aula ya se había cerrado cuando estábamos en los ciclos superiores. Sin embargo, la
realidad nos demuestra que el techo de cristal aún existe en el mundo de las ciencias y que hacen
falta esfuerzos como estas conferencias y este libro para denunciarlo y acabar de romperlo.

La investigación científica es un trabajo duro, tanto para hombres como para mujeres, esto es
innegable. Es un entorno donde, a menudo, quien dedica más tiempo a un proyecto es quien acaba
obteniendo el premio gordo. Por desgracia, muchas veces no hay medallas para los que cruzan la meta
en segundo lugar. En los laboratorios se siguen horarios imposibles, los salarios son relativamente
bajos teniendo en cuenta el esfuerzo invertido y, debido al ritmo acelerado que la ciencia ha tomado
hoy en día, no es el tipo de trabajo donde uno pueda hacer una pausa de un par de años y retomar
sus investigaciones exactamente donde las había dejado. Además, la época crucial que determina
las posibilidades de conseguir una plaza de líder independiente coincide con el momento en el que
se suele decidir formar una familia, y la conciliación familiar en la ciencia es especialmente compleja.
Son obstáculos todos ellos que castigan especialmente a las mujeres.

Aún no hemos sido capaces de encontrar las soluciones adecuadas a este problema, a pesar de
que hace tiempo que somos conscientes de él. Para empezar, hay pasos que se pueden tomar para
asegurar una mejor compatibilidad entre la vida familiar y un trabajo exigente. Hay que asegurarse
también de que visualizamos los prejuicios inconscientes y fomentamos una acción positiva. También
hacen falta modelos que todas las mujeres que empiezan su carrera científica puedan tomar como
referencia y guía, personas como Antonieta Rojas de Arias, investigadora clave en el área de las
zoonosis y las enfermedades tropicales; como Brigitte Baptiste rectora de la Universidad Ean y líder
internacional en temas ambientales y de biodiversidad, además de experta en diversidad de género;
como Tatiana Espinosa ingeniera forestal ganadora del premio Jane Goodall Hope and Inspiration

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Ranger Award en reconocimiento a su labor de conservación ambiental; como Claudia Romero,
creadora de un método natural de descontaminación biológica; como Verena Häussermann, experta
en la biodiversidad de la Patagonia; como Ana Sofía Varela, nombrada una de las 15 científicas
más prometedoras del mundo por la UNESCO por sus investigaciones sobre el aprovechamiento
del dióxido de carbono; o como Yolanda Kakabadse, referente a nivel mundial en la búsqueda de
soluciones a conflictos medioambientales. Sin ellas, nuestro futuro sería más desolador de lo que ya
es en estos momentos y sería mucho más difícil encontrar las herramientas para curar este planeta
enfermo. Es importante que celebremos y publicitemos sus trabajos, que es uno de los objetivos
principales de este libro.

Es crucial que garanticemos que, en la próxima generación de científicos, las mujeres estén
representadas como merecen. No es solo una cuestión de justicia, sino también lo más inteligente que
se puede hacer para asegurarnos de que encontramos la manera de relacionarnos con este planeta
sin destruirlo ni agotar sus recursos. Los siete debates son ejemplos perfectos de la importancia de
escuchar más las voces de las científicas, y en especial las que emergen de Latinoamérica, si queremos
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

encontrar soluciones a los muchos problemas de salud planetaria a los que nos enfrentamos. Son un
abanico de propuestas multidisciplinares para definir las áreas que requerirán nuestra atención en
el futuro, desde los bosques al agua, pasando por las enfermedades infecciosas, la biodiversidad y
la crisis climática, y son un aviso de que este futuro no se puede construir sin la contribución de las
mujeres.
Científicas por el medio ambiente

El ciclo de conferencias, y este libro que las resume, son un documento fabuloso para incentivar
el cambio hacia una ciencia más inclusiva y orientada más hacia el todo que hacia las partes, una
ciencia que ponga en primer plano la salud del planeta en vez de centrarse en el hombre, como
hasta ahora, y deje de lado la discriminación absurda que aún sufren muchas personas en el mundo.
Tenemos que ver estos debates como una hoja de ruta que define cómo debemos afrontar los retos
medioambientales en las próximas décadas, y actuar en consecuencia. Esperemos que sirvan como
testimonio de unos tiempos especialmente convulsos y de las esperanzas que tenemos de evitar
cometer en el futuro errores como los que han plagado nuestra historia más reciente.
3. Debates
La pandemia
9 de febrero de 2021

Antonieta Rojas de Arias (AR)


Es bióloga de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNA y
Licenciada en Ciencias de la Educación por la Facultad de Filosofía de
la UNA. Posee un doctorado en Zoología Aplicada de la Universidad
de Gales, Reino Unido. Realizó además estudios de posgrado en Salud
Pública y Entomología Médica en la Universidad de Sao Paulo, Brasil. Ha
desarrollado una carrera en torno a las enfermedades transmitidas por
vectores con énfasis en la enfermedad de Chagas y las leishmaniosis
y sus escenarios multifactoriales. Su producción científica incluye más
de 100 artículos publicados en revistas internacionales. Actualmente
es consejera del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Presidenta de la Sociedad Científica de
Paraguay, Secretaria General de la Federación Latinoamericana de Parasitología (FLAP), Miembro
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de la Junta Expandida de la Federación Internacional de Medicina Tropical – IFTM. Es investigadora


Nivel III del Programa Nacional de Incentivo al Investigador (PRONII) e investigadora senior a tiempo
completo en el Centro para el Desarrollo de la Investigación Científica (CEDIC). Ha sido elegida
recientemente miembro del foro consultivo de Uniting to Combat Neglected Tropical Diseases.

Salvador Macip (SM)


Salvador Macip estudió Medicina en la Universidad de Barcelona,
donde se doctoró en Genética molecular. De 1998 a 2008 trabajó en
el hospital Mount Sinaí de Nueva York y estudió las bases moleculares
del cáncer y el envejecimiento. Desde entonces, profundiza sus
investigaciones en el laboratorio que dirige en la Universidad de
Leicester (Reino Unido), donde es catedrático del departamento de
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

Biología Molecular y Celular. También es catedrático e investigador


de la facultad de Estudios de la Salud de la Universidad Oberta
de Catalunya (UOC). Colabora habitualmente en la prensa como
divulgador científico y ha publicado cuentos, novelas y libros para niños, por los cuales ha obtenido
Científicas por el medio ambiente

diversos premios. Entre sus libros están Las grandes plagas modernas (Ediciones Destino, 2010) y
Lecciones de una pandemia (Anagrama, 2021).
SM: Es un buen momento para explicar y concienciar sobre los problemas que existen en el mundo
vinculados a enfermedades infecciosas transmitidas por animales, y de las que somos poco
conscientes en Europa, más allá de la covid-19. ¿Cuáles cree que son los retos más importantes
por su impacto social y global que tendremos que afrontar en un futuro cercano, una vez
hayamos superado la covid-19?

AR: Enfermedades como la de Chagas o la leishmaniosis, desatendidas en general, son en su mayoría


zoonosis, como también se cree que lo ha sido la covid-19. Las enfermedades zoonóticas son
aquellas que ocurren en animales y se transmiten a las personas, generalmente por la proximidad
existente entre las poblaciones humanas y de animales silvestres. Estas enfermedades suelen ser
causadas por microorganismos, que pueden ser virus, bacterias, o parásitos. Estos suelen tener
una estrecha relación histórica, a veces de millones de años, con sus reservorios y con sus vectores,
pues algunas de estas enfermedades no pasan directamente de los animales silvestres que actúan
de reservorios a la población animal, sino que son transmitidos a través de vectores que suelen ser
insectos, como, por ejemplo, mosquitos y triatominos gracias a su proximidad con el ser humano.

Uno de los retos de futuro, una vez superada la actual pandemia, es reducir la proximidad que
tenemos con los ciclos silvestres: cuidar las zonas de amortiguamiento para evitar que se produzca
la zoonosis. Cuando estas zonas se quiebran –ya sea por la deforestación, un cambio de uso del suelo,
o por la entrada de poblaciones humanas en nuevas regiones por la construcción de carreteras o
para cazar animales silvestres–, nos exponemos a una situación de riesgo. Necesitamos establecer
sistemas de vigilancia efectivos para monitorear los virus y bacterias que puedan aparecer entre

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las poblaciones humanas y los animales domésticos próximos a áreas silvestres.

SM: La covid-19 ha demostrado que no estábamos preparados para monitorizar la emergencia de


nuevos virus que pueden saltar a los humanos en las zonas de contacto. Esto se engloba dentro
de la nueva idea de salud planetaria que es intentar afrontar la salud humana también desde
el punto de vista de la salud del planeta. Proteger al planeta para protegernos a nosotros, y
entender que el problema de nuestra salud planetaria no es sólo debido al cambio climático en sí
mismo sino por todos los efectos que este tiene también al promocionar y atraer enfermedades
nuevas que antes no veíamos.

Es importante destacar que todos estos mecanismos que estás exponiendo, vinculados a la
proximidad con la selva o con la invasión de los ecosistemas, a los europeos nos parecía algo
remoto, algo que podía suceder en Sudamérica o en África pero que no nos podía afectar.
La covid-19 ha sido un ejemplo de cómo una enfermedad que puede comenzar en un lugar
remoto, mucho más cercano a las zonas silvestres, puede convertirse en un problema global.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

Por eso, la defensa contra las pandemias, contra las infecciones, es un trabajo de coordinación
global porque al final nos afecta a todos.

AR: Claro que sí. Uno no puede controlar lo que no conoce. Por eso, es muy importante saber
Científicas por el medio ambiente

qué virus circulan entre la fauna silvestres en aquellas zonas donde las poblaciones humanas
conviven cerca de los ecosistemas silvestres. Ahí es donde entra en juego la ciencia. Hay que
investigar más, queda mucho por aprender de estos procesos incluso en lugares como España.
Las investigaciones sobre leishmaniosis que se han llevado a cabo en la península con personas
que viven próximas a zonas boscosas, han revelado novedades. Se consideraba que las llagas
cutáneas que sufrían algunas de las personas tratadas eran causadas por el parásito de la
Leishmania braziliensis, pero su estudio demostró que se trataba de leishmaniosis visceral, y que
quien la transmite es una mosquita que, en estudios anteriores, no solía considerarse como
vector de esta variante. En Italia se ha detectado que la deforestación y la alteración del medio
natural están alterando los ciclos zoonóticos de la leishmaniosis visceral, incorporando nuevos
vectores hasta ahora no conocidos. Estamos aprendiendo que los vectores no son específicos
de un solo parásito, y que a medida que alteramos los ecosistemas van apareciendo procesos
de adaptación incorporando nuevos vectores a los ciclos que ya conocíamos. No todo sucede
en las regiones tropicales, cerca de Madrid se ha detectado un número considerable de casos
de leishmaniosis en torno a un parque en el cual la enfermedad se transmite entre las ardillas.

SM: Un concepto clave que apuntas es el de la evolución de la vida: la vida en cambio constantemente.
Por mucho que pongamos obstáculos a los microbios, estos encontrarán o intentarán encontrar
la manera de saltárselos. Así es como funciona la evolución natural. Por eso, no podemos
relajarnos en la lucha, relación, que mantenemos con los microbios.

AR: Así es, de ahí la importancia de vigilar a las personas que viven cerca o se relacionan con animales
silvestres. En la medida en que detectásemos anticuerpos contra ciertos virus entre estas personas,
sabríamos que existe un riesgo potencial de que estos patógenos se dispersen y empiecen a
circular entre nuevas poblaciones. Las enfermedades infecciosas han moldeado las civilizaciones
a lo largo de la historia. Todas las pandemias han supuesto un proceso de selección natural sobre
los humanos. Las enfermedades nos moldean como especie, hacen evolucionar nuestro sistema
inmunológico y volvernos resistentes a los patógenos. Solo eventualmente, cuando se pierde el
equilibrio entre el huésped y el agente infeccioso, se dispara la enfermedad, de ahí la importancia
de lograr una relación de amnistía entre los agentes infecciosos y nosotros. Afortunadamente, los
humanos, como todos los vertebrados, convivimos con millones de microorganismos diariamente.
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SM: Justo esto es algo que sorprendió mucho a los lectores cuando hace diez años publiqué el libro
sobre epidemias modernas. No somos conscientes que estamos llenos de microorganismos,
por dentro y por fuera. El cuerpo humano está repleto de bacterias con las cuales tenemos una
simbiosis y la mayor parte de ellas no causan ninguna enfermedad. Compartimos el planeta
con estos microbios, estaban antes que nosotros y si la especie humana se extingue seguirán
ahí, porque los virus y bacterias están más adaptados a sobrevivir que nosotros. Aún así, a
nivel histórico, en este siglo y a finales del XX, habíamos asimilado la idea de haber ganado
“la lucha” contra los microbios cuando en realidad no se trata tanto de una lucha sino de una
simbiosis, una convivencia en la que no se gana, porque siempre va existir, como siempre va
existir la evolución por parte de ambos. Una coevolución que, como bien apuntas, conlleva
una tensión intrínseca que debemos tener en cuenta para no bajar la guardia. El temor a la
siguiente pandemia siempre está ahí. Ahora tenemos un problema con la covid-19 pero esto
se acabará aquí. Después tendremos que pensar cómo hacer frente a las posibles pandemias
del futuro. Como bien dices, lo que tenemos que hacer es prepararnos para evitar o reducir la
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

posibilidad al máximo de zoonosis y pandemias futuras que pueden ser aún peor que la actual.

AR: Por supuesto, y esto debería llevarse a cabo de un modo global. Hay que establecer redes de
información y de acción para poder prepararnos simultáneamente, porque a nivel individual no se
Científicas por el medio ambiente

puede salir de ninguna pandemia. El impacto producido sobre la naturaleza por la acción antrópica
ha sido, y está siendo, de carácter planetario. Por eso, las acciones para frenar estos procesos o
para preparar una buena respuesta ante las futuras pandemias también deberían ser planetarias.

SM: Totalmente de acuerdo, y creo que la gestión de la covid-19 es un gran ejemplo de mala gestión
al no estar siendo tratada como una enfermedad global. Me gustaría oír tu opinión sobre el
problema al que nos enfrentamos ahora ante la distribución de las vacunas. En Europa nos
estamos peleando por ver quién se vacuna más, si Reino Unido, si Alemania o España, y no
estamos pensando que hay países que no tienen previsto empezar a vacunarse hasta el año
que viene. Ante un problema global como éste, de poco sirve que tu país esté vacunado si el
resto de los países no lo están. ¿De qué va a servir en España estar todos vacunados si en Brasil
siguen sin vacunarse y el virus sigue mutando hasta que al final surja una variante que resista a
los anticuerpos que tenemos y nos veamos volcados a recomenzar el periodo de vacunación?

AR: La pandemia de este virus nos ha demostrado que todos somos iguales, indistintamente de nuestra
etnia, sexo, credo o localización geográfica. Ha habido un esfuerzo sin precedentes por parte de
la comunidad científica a nivel mundial que ha permitido desarrollar vacunas en menos de un año.
Un primer esfuerzo mancomunado para acelerar el proceso de nuestro sistema inmunitario. Pero,
una vez estas vacunas han sido puestas en distribución, observamos cómo se pierde este sentido
de comunidad y empiezan a primar cuestiones individuales, proteccionismos tecnológicos, y una
serie de elementos que van a dificultar el control de la pandemia. Si no nos vacunamos todos,
no será posible poner freno a esta pandemia. Si se vacuna Europa y Estados Unidos, pero África
sigue sin vacunarse y América Latina sigue a un ritmo tan bajo, la multiplicación del virus puede
aumentar y por consiguiente sus variantes. En consecuencia, todo el esfuerzo de millones de euros
invertidos para conseguir en menos de un año una vacuna eficaz se puede ir por la borda a causa de
la aparición de nuevas variantes.

Otro aspecto que me llama la atención es que tenemos organismos multilaterales que hemos
creado y que deberían ser reforzados, sin dejarlos de lado. La pandemia debe ser abordada de
manera holística. Existe el Mecanismo COVAX (Mecanismo de Acceso Mundial a las Vacunas
covid-19), creado para que la vacuna llegue de manera igualitaria a todo el mundo, sin discriminar
a los países pobres. Pero, aunque sigue funcionando, hoy vemos como este mecanismo se ha

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dejado prácticamente en un segundo plano perdiendo todo el esfuerzo de cooperación científica.
Un esfuerzo deteriorado desde el extremo político. Es una lástima que se pueda perder la idea
original de que la ciencia no tiene límites, de la fortaleza de la ciencia en nuestro planeta, a causa de
factores externos como el dinero.

SM: Tú y yo somos científicos, por lo que somos un poco partidistas en este tema. Es cierto que
los científicos han dado un gran ejemplo de buena coordinación para obtener un beneficio
social común y que la política no ha seguido este camino, como el caso del COVAX que has
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
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mencionado: un programa en principio muy bueno cuya implementación no está funcionando.
Algo está fallando. Creo que existe una preocupante separación entre lo que recomiendan los
científicos y lo que hacen los políticos. Incluso a un nivel puramente egoísta, por parte de los
países europeos y norteamericanos, nos interesa que todo el mundo se vacune, pero parece
que esto no se entiende. En el futuro, ¿qué papel crees que tenemos que jugar los científicos
y la ciencia en la vigilancia y la gestión de crisis futuras? ¿Tenemos que dar más relevancia a los
científicos? ¿Deben los científicos implicarse más en política o en gestión? ¿Hay que montar
organismos internacionales de vigilancia? ¿Hay que otorgar más poder a la ciencia para que
esta pueda participar más de estos recursos?

AR: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, ningún país tomó decisiones políticas sin antes
leer las publicaciones científicas refrendadas por pares. Una cuestión de código, por la que los
científicos hemos peleado hasta el cansancio, para lograr que una publicación científica deba
ser evaluada por otros científicos para tener calidad. Desde la actual pandemia, tengo la clara
sensación de que las personas han tomado conciencia de la importancia de la veracidad y calidad
vinculada a las publicaciones científicas. Una culturización científica significativa e importante
ante el gran bombardeo de artículos y estudios científicos, como los de, por ejemplo, el uso de las
mascarillas, el lavado de mano o la distancia social, que han ayudado a una mayor concienciación de
prevención. En Paraguay, por ejemplo, hemos visto por primera vez al ministro de Salud rodeado
de científicos y técnicos de salud para tomar decisiones tan importantes como establecer un
sistema de cuarentenas. Decisiones tomadas con el respaldo del bagaje y la evidencia científica.
Creo que es un posicionamiento muy importante y que debería aprovecharse para la creación de
nuevos sistemas en los que la ciencia dictamine los caminos a seguir. Habrá nuevas pandemias y es
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fundamental un mayor posicionamiento de la ciencia.

La ciencia ha salido airosa de esta pandemia, pero, en algunos aspectos, la comunicación perdió
la partida. A pesar de que ha habido un gran esfuerzo de transparencia y honestidad a través de
la ciencia, no hemos podido llegar a convencer a todo el mundo de que se vacune. En este punto
nos faltó ese traductor cultural para llegar a la sociedad de una manera más convincente. Por eso,
reivindico la figura del divulgador científico y su función de trasladar la información a la sociedad.

SM: Hay que aprovechar, como muy bien dices, que la ciencia está ahora en un primer plano para
impulsar una mayor implicación en la gestión política y a nivel social. Sin duda, nos falta trabajar
mejor el mensaje, este traductor al que apuntas, para hacer llegar la información científica de
forma más clara al público. Necesitamos más científicos que den el paso a divulgar y necesitamos
más gente que quiera escuchar a los científicos. La pandemia ha generado un mayor interés
sobre el mundo de los microbios, y somos nosotros quienes debemos explicárselo. Esto es clave
para el futuro, no sólo por el puro conocimiento, sino para hacer comprender, por ejemplo, lo
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seguras y necesarias que son las vacunas.

AR: Antes de la pandemia, muchas personas nunca se preguntaron sobre la creación de la vacuna para
la fiebre amarilla, se la ponían y punto. Ahora no, ahora quieren saber sobre su composición, su
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procedencia, su eficacia, si se trata de un virus atenuado, o cualquier otro aspecto. El público ha


empezado a interesarse por un mayor conocimiento, pero ¿cuántas veces nos hemos vacunado
en el pasado sin preguntarnos nada? Este cambio en la sociedad debe ser aprovechado por
la ciencia y demostrar que podemos generar y transferir conocimiento para el bienestar del
ser humano. Pero no solamente para la salud de las personas, pues hasta que no englobemos
la salud ambiental, la salud animal y la salud humana en una sola salud, seguiremos viendo la
pandemia muy de cerca.
SM: Una de las lecciones de esta pandemia es que debemos estar más preparados para la siguiente,
más coordinados de forma global y transversal. Humanos, ecosistemas, animales y microbios,
todo tiene que considerarse un todo. Antes de que se nos acabe el tiempo, hay un tema
que me interesa mucho relacionado con tu carrera. Eres una persona que ha producido gran
cantidad de artículos científicos de mucha calidad, una persona muy respetada en tu campo,
y me pregunto si has experimentado los problemas que sufren las mujeres en la ciencia. En mi
caso, por ejemplo, como profesor de universidad observo que muchas mujeres dejan la carrera
académica justo cuando empiezan a producir sus primeros artículos. Pocas mujeres científicas
llegan a hitos tan significativos como el tuyo, como, por ejemplo, ser la primera presidenta de la
Sociedad Científica de Paraguay. Ser científica en un mundo de hombres, añadiendo el factor
histórico y geográfico, debe ser complejo. ¿Cómo lo ves tú? ¿Qué podemos hacer para que las
mujeres cumplan todo el potencial que tienen como científicas? ¿Qué consejos darías a todas
las mujeres que están en la ciencia?

AR: En mi caso, uno de los factores más importantes ha sido el apoyo familiar. Mi familia y yo somos un
equipo en el que jugamos todos juntos, y si eso no existe, es un imposible. Hay que ser realistas,
y tener en cuenta que el rol de la mujer no va a cambiar de un día para otro, ya que se trata de
una cuestión cultural. Un consejo para los que tienen hijas es otorgar las mismas posibilidades de
aprendizaje que a los varones en la escuela. Dejar ya la división estereotípica de roles desde su más
tierna infancia, como vincular muñecas para ellas y robots para ellos. Aunque no todo recae en los
padres, porque según mi criterio el rol clave lo tiene la escuela ya que es el maestro el que debería
identificar el talento y estimular la creatividad en todos los alumnos por igual. Si el maestro no hace
esto, desde los primeros años de escolarización, va a ser muy difícil que la alumna pueda salir de

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ese entorno cultural en el que estamos inmersas.

Las mujeres científicas con trayectoria deben ser un ejemplo para las más jóvenes. Todas las que
hacemos ciencia debemos salir a mostrar que se puede hacer ciencia. Es una evidencia para mí
que las mujeres nos doctoramos más pero que tenemos menos cargos de decisión, y nos vamos
quedando por el camino, tal y como apuntas. Al preguntarme los motivos entiendo que los salarios
son demasiado bajos o que se es más duro con las mujeres a la hora de evaluarlas, inclusive entre

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


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ellas mismas. Te voy a contar un ejemplo que he vivido en cuánto a diferencia de salarios. Aquí, en
Paraguay, el área más desarrollada de la ciencia es el de la salud, y la mayoría son mujeres. Esto es
debido a que en los años ochenta los cargos que había en la universidad eran los de menor salario,
y por eso los ocupaban las mujeres, que a la vez se dedican a la investigación. Y estas son cosas
que deberían someterse a un cambio importante, una transformación con políticas públicas que
ahora se están empezando a generar e introducir en el plan 2030 teniendo en cuenta la cuestión
de género para facilitar el acceso y desarrollo de las mujeres en los ámbitos laborales, no sólo el
científico.

Hay que desmembrar y desestructurar los sistemas en los que hay una clara predominancia del
hombre para dar un mayor lugar a la mujer. Abrir la posibilidad de que la mujer compita de igual
a igual, con todas las prerrogativas necesarias. Por ejemplo, durante la pandemia muchísimas
científicas han tenido que dejar su trabajo para quedarse en casa cuidando o ayudando a los hijos
con las tareas y conexiones a las clases virtuales. Han dejado de trabajar y, te puedo asegurar,
que esto va a suponer un impacto muy importante en sus carreras académicas. Las mujeres cada
vez asumen más roles y más cuidados, hasta perder la oportunidad de embarcarse en la carrera
científica. Esta es muy exigente, en la que, si una quiere abrirse camino en una línea de investigación
y producir publicaciones de calidad, requiere compartir los esfuerzos familiares, donde la mujer no
cargue con todas las responsabilidades.

SM: Estamos perdiendo una cantidad inmensa de talento, como profesor veo a mujeres muy
preparadas, a menudo más inteligentes y prometedoras que los hombres, que a menudo
desaparecen de la carrera académica por alguno de los motivos que mencionas. Es necesario
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hacer el cambio cultural al que te refieres, y dar las mismas oportunidades y obligaciones a
hombres y mujeres para contribuir de un modo igualitario a la sociedad. Es un tema pendiente
tan urgente como la prevención de futuras pandemias.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
El clima
4 de abril de 2021

Ana Sofía Varela (ASV)


La Dra. Ana Sofía Varela obtuvo su Licenciatura en Química por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 2008.
Posteriormente realizó una Maestría en Tecnologías y Combustibles
para el futuro, en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España
con la tesis: Evaluación de catalizadores tolerantes a CO2 para pilas de
combustible tipo PEM H2/O2. En el año 2013, obtuvo el Doctorado
por la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU) con la tesis Reducción
electroquímica de CO2 y procesos relacionados. Del 2014 al 2016,
realizó una estancia postdoctoral en la Universidad Técnica de Berlín
(TUB), Alemania, para seguir estudiando catalizadores para la reducción de CO2. En diciembre de
2016, se incorporó al Instituto de Química como Investigadora del departamento de Inorgánica,
donde trabaja actualmente. Como reconocimiento a su investigación, en 2019 fue nombrada
“International Rising Talents” por parte de L’Oréal-UNESCO.

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Antonio Cerrillo (AC)
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona,
Cerrillo ha sido el primer redactor especializado en periodismo
ambiental en el diario La Vanguardia, donde comenzó en 1983 y
continúa en la actualidad. En este periódico, impulsó el Canal Natural,
un área específica sobre conservación de especies de fauna. Es uno
de los periodistas pioneros en la información ambiental en España.
A lo largo de su trayectoria ha abordado numerosos temas como la
conservación de la biodiversidad, el cambio climático, la destrucción
de la capa de ozono, o los problemas ambientales que afectan
particularmente a España, como son todos los relativos al agua o los residuos. Es autor y coautor
de diversos libros sobre medio ambiente. Su trabajo de investigación periodística permitió conocer
la contaminación del embalse de Flix (río Ebro) –vertedero subacuático de desechos industriales
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

durante decenios–, lo que propició un plan europeo de descontaminación.


Científicas por el medio ambiente
AC: Es obligado al iniciar esta charla relacionar la información con el gran reto que supone cambiar
el rumbo con el que hemos actuado hasta ahora. Es decir, el cambio climático nos ha situado
en una perspectiva que pone en jaque el propio modelo de desarrollo que tenemos, modificar
ese camino supone cambios drásticos e irreversibles; cambios que la propia humanidad ha
sido incapaz de desarrollar hasta el momento. Los informes de la ONU indican que debemos
llevar a cabo cambios a los que la humanidad no se había enfrentado antes. Es cierto que
hemos logrado modificaciones concretas, pero el volumen de la reducción de emisiones
obliga a un mayor esfuerzo en el ámbito del transporte, de la energía, de la alimentación, en
definitiva, de todo nuestro sistema actual. Hoy en día, observamos incipientes cambios en el
sector de las energías renovables y del transporte, pero en el mundo de la industria tenemos
grandes retos y cuestiones por dilucidar. Retos que van a significar, con la contabilidad actual,
una incapacidad para lograr una descarbonización de la economía hacia el año 2050. Es
decir, tenemos el hito de reducir las emisiones un 40% en el año 2030 respecto al 2010 si
queremos que la temperatura no suba por encima de 1,5 grados y, sin embargo, carecemos
de las herramientas para conseguirlo. En este sentido, la labor que efectúa Ana Sofía Varela es
una buena referencia para indicarnos en qué punto nos encontramos en el presente. Por eso,
me gustaría comentar con ella la reciente publicación del nuevo libro de Bill Gates, titulado
‘Cómo evitar el desastre climático’, y en el que escribe sobre posibles soluciones tecnológicas.
Bill Gates nos informa de numerosos ámbitos en los que deben reducirse las emisiones, ya
sea en el mundo del acero, del plástico o del hormigón. Pensamos que todo se resuelve con
el modelo energético y con el transporte, pero hay muchos más ámbitos, ¿verdad?

ASV: Totalmente de acuerdo, ya hemos empezado a cambiar un poco el chip de cómo vemos la
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cuestión de las emisiones de CO2, pero lo primero que nos viene a la mente son las energías
renovables, aunque estas solo representan un tercio, o incluso menos, del problema actual. Lo
mismo en el caso del transporte, que no representa más que un 15%. Hay mucho más. Más
de la mitad no suele estar contemplado en lo que normalmente pensamos o se debate. Por
ejemplo, la agricultura es una gran fuente de emisión de CO2, como también lo es la industria
del acero o del cemento. Debemos empezar a contemplar soluciones en todos los ámbitos
y no en unos pocos. Las energías renovables son un sector en el que ya hemos empezado a
avanzar. Hace unos 10-15 años, estas se reconocían como funcionales, pero se tildaban de
caras, y actualmente ya son más competitivas. Un claro ejemplo es el caso de las energías
termoeléctricas, que dependen en gran parte de las condiciones climáticas de cada país, pero
que cada vez son más competitivas. También veo un camino para los autos eléctricos que en
algún momento también serán competitivos. Los científicos y los ingenieros ya están poniendo
mucho de su parte en este tipo de retos. Tendremos que ver cambios en el ámbito de las
políticas sociales para adaptarnos a estas nuevas tecnologías. Pero hay otros campos, como el
de la industria, en el que todavía no existen soluciones tecnológicas y ahí es donde entramos
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

los científicos. Los científicos debemos buscar soluciones para reducir las emisiones de CO2
que se generan. Por ejemplo, en la industria del cemento, una industria muy importante en
México, se busca migrar hacia otros materiales de construcción. Pero todas las necesidades de
construcción como las conocemos seguirán necesitando cemento, aunque seamos capaces
Científicas por el medio ambiente

de reducir un poco su uso, seguirá siendo necesario durante tiempo. Ahí es donde entran
las nuevas tecnologías que denominamos ‘Captura y almacenamiento de CO2’, que consisten
básicamente en atrapar el CO2 allí donde lo estamos produciendo para que no salga hacia
la atmósfera y no contribuya al cambio climático. Existen dos opciones: almacenarlos en el
subsuelo a través de su mineralización, formando carbonatos; y una segunda opción más
novedosa es pensar en cómo reutilizarlo. Aquí es donde entra mi investigación. Yo investigo
cómo tratar de convertir ese CO2, ya sea en combustibles neutrales en carbono, o bien en
precursores de la industria química como podría ser la producción de plásticos.
AC: La propia ONU, ante este reto de reducir emisiones en el 2050, reconoce que no tenemos
la tecnología adecuada para poder lograrlo. Pero, cuando hablamos y entramos en este
capítulo de las mejoras tecnológicas o del secuestro de carbono, metemos en el mismo saco
tres ámbitos que me parecen muy diferentes. Hablamos de sacar el CO2 de la atmósfera
con las estrategias forestales, hablamos de la captura de carbono de las centrales térmicas,
pero también incluimos la posibilidad de introducir tecnologías para fertilizar con hierro los
océanos, crear sistemas para disminuir la radiación solar, etc. ¿No te parece que el capítulo de
‘captura de carbono’ queda demasiado anecdótico en relación con el papel que tú consideras
que puede jugar?

ASV: Yo creo que el reto está en que no sabemos cuál es la respuesta. Los científicos somos muy
precavidos. El reto está en ver por dónde tenemos que ir, y la realidad es que para solucionar
el problema del cambio climático no va a haber una solución única. Por supuesto, la mejor
manera de capturar CO2 la tiene la naturaleza y es la reforestación. Nosotros no tenemos la
capacidad de hacerlo tan bien como lo hace la naturaleza, los ecosistemas son una maquinaria
que se ha ido perfeccionando durante millones de años. Por eso, es importante que nosotros
contemos con muchas posibles soluciones, muchos desarrollos tecnológicos, donde cada
ciencia y tecnología aporte soluciones desde su conocimiento. En mi caso, como química, voy
a aportar desde la transformación química del CO2; pero otros buscan soluciones desde sus
propios ámbitos, ya sea el de la biología, la marina, la geotérmica o la física. Cada uno con sus
herramientas. Debemos recordar que, más allá de la electricidad y el transporte, la mitad de las
emisiones se generan en agricultura, en la construcción, y en la industria.

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AC: Naomi Klein, en su último libro ‘En Llamas’, critica la apuesta por la geoingeniería que expone
y defiende Bill Gates. Existen, como ella, ciertos detractores de llevar a cabo una apuesta por
la tecnología. Hay quien habla de manera negativa de tecnolatría, que es la idea de que la
tecnología va a resolverlo todo, cuando, por otra parte, sabemos que va a ser muy necesaria
dada nuestra necesidad de construir con cemento y con plásticos, por ejemplo. El desarrollo
que estamos experimentando significa una dependencia hacia todos estos materiales que
son tan intensivos en el CO2. Por lo tanto, mientras no haya materiales alternativos vamos a
tener que seguir explorando las posibilidades de lograr mitigar su efecto invernadero, ¿es así?

ASV: Por supuesto. Los críticos tienen un punto de razón al destacar que existen cosas mucho más
amigables con el medio ambiente. Por ejemplo, en el ámbito de la agricultura actualmente
se usan fertilizantes cuyo proceso de fabricación es muy poco respetuoso con el medio
ambiente, ya que requiere de hidrógeno, que se obtiene de reformar hidrocarburos, y de
trabajar a altas temperaturas que suponen un alto consumo de energía. Pero existen métodos
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

tradicionales de practicar la agricultura como la rotación de cultivos o utilizar plantas que


sean capaces de fijar nutrientes. En México, por ejemplo, se usa el frijol, una especie capaz
de fijar nitrógeno en el suelo. Una solución que no requeriría de ninguna nueva tecnología.
Sin embargo, creo que estas soluciones tradicionales no son suficiente. Del mismo modo,
Científicas por el medio ambiente

existen personas que dicen que no necesitamos cemento, que podemos construir con
materiales naturales, y quizá estén en lo correcto porque habrá lugares donde este tipo de
construcciones sean posibles, pero la realidad es que, en muchas sociedades, la vida a la que
estamos acostumbrados requiere de cemento. Considero que, como sociedad, cada uno de
nosotros debe reflexionar en qué aspectos podemos reducir de nuestro consumo. Debemos
ser conscientes de que el esfuerzo individual no es suficiente para alcanzar las emisiones
cero a las que aspiramos en unos 30 años.
AC: Cada ámbito tiene una casuística diferente. En el ámbito de la agricultura, por ejemplo, la
ONU, en su último informe sobre tierras y cambio climático, planteaba aprovechar terrenos
baldíos para no hacer una agricultura menos intensiva, disminuir los residuos, apostar por la
agricultura ecológica...

ASV: Los huertos urbanos también son una opción.

AC: ¿Cómo percibes todos estos cambios en México? Un país que se caracteriza por ser un gran
productor de cemento y hierro, dos de los grandes focos.

ASV: ¡Y de petróleo! Lo percibo con pena, me preocupa que en mi país el cambio climático no esté en
el debate público como lo está en España o en otros países, incluso de América Latina. México,
por ejemplo, estamos experimentando la peor sequía en décadas, una consecuencia directa
del cambio climático, pero en lugar de hablar de ello, estamos hablamos de la contaminación
del agua. Se necesita más divulgación científica para hacer comprender a la sociedad que la
escasez de agua no solo se debe a la contaminación de los cuerpos acuíferos, sino también a
que estamos cambiando el equilibrio de los ecosistemas.

AC: Pero hay ámbitos en los que se ha avanzado mucho. Por ejemplo, en España este 2021 está
previsto aprobar la Ley de Cambio Climático. Aquí se plantea poner fecha de caducidad a los
coches de combustión interna para el año 2040. Otros países europeos se están planteando
adelantar esta fecha. En el ámbito automovilístico, aparte de por el factor climático, se está
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avanzando muy rápido también por el factor de la competencia, ya que se piensa que China
podría ganar muchas posiciones. Es decir, a veces se necesita la sinergia de distintos factores
para que actuemos. ¿Cómo ves tú, que también has trabajado en este ámbito, esta apuesta
por un coche limpio?

ASV: La tecnología para crear coches eléctricos ya existe. Los coches eléctricos funcionan para
movernos en las ciudades e incluso para desplazarnos de una ciudad a otra. Pero, para su
completa implantación creo que debe haber una demanda por parte de la sociedad, y que las
políticas promuevan y faciliten su uso. En México, actualmente, los coches eléctricos e híbridos
son muy caros a pesar de que gozan de una reducción de impuestos. En mi caso, traté de vivir
sin coche en Ciudad de México. La gente me decía que estaba loca, así que acabé por adquirir
un coche híbrido, pudiendo comprobar que pese a la reducción de impuestos por su compra
sigue siendo más caro que un coche de combustión. A la larga, es cierto que es más barato,
por el ahorro en combustible, pero esto a la gente le cuesta verlo. Un problema adicional es
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

que, en México, el coche eléctrico lo tienes que cargar en casa porque casi no hay estaciones
de carga. Se necesitan más infraestructuras y políticas públicas que faciliten esta transición.
Seguimos dependiendo mucho del petróleo. Pemex sigue siendo estandarte en México. Una
gran empresa petrolera a la que hay que reconocerle el valor económico que ha aportado al
país, pero sin olvidar que tenemos mucho sol y viento. Recursos energéticos que podríamos
Científicas por el medio ambiente

usar más allá del petróleo.

AC: En algún momento el coche de combustión iba a ser sustituido, y en la carrera por su sucesión
entraban también las pilas de combustión de hidrógeno. ¿Crees que el coche eléctrico será el
sucesor natural del coche convencional, o crees que los de combustión de hidrógeno todavía
tendrán futuro?
ASV: Yo trabajé con las pilas de hidrógeno y quiero pensar que sí, pero creo que la tecnología de
ambas no es la limitante sino la infraestructura de un país. En Europa y Estados Unidos están
apostando por los coches eléctricos, poniendo más puntos de carga eléctrica que de recarga
de hidrógeno. La tecnología de los coches de hidrógeno existe, Toyota la tiene y quien quiera
comprar un coche de estas características puede hacerlo en estos momentos. El problema es
la escasez de puntos de recarga. Un claro ejemplo de cómo más allá de desarrollar tecnologías,
también debemos desarrollar políticas públicas e infraestructuras que permitan la transición
de un sistema a otro.

AC: Hay grandes empresas energéticas en España que eran muy reacias a dar el paso hacia las
energías renovables pero que progresivamente han ido apostando por ellas, y ya son muy
pocas las que se resisten. Algo similar puede estar sucediendo en el caso de los coches
eléctricos, con la posibilidad de que en un futuro podamos recargar las baterías en las
gasolineras, las cuales se van a reconvertir en electrolineras. Frente a los que piensan que se
tenía que haber evitado este modelo repetitivo, dando protagonismo a las grandes petroleras
que ahora apuestan por la electricidad y la recarga, se tendría que haber apostado por facilitar
la conexión en inmuebles o instalaciones públicas. A veces hay un poder económico que
resiste a los cambios, pero si cae de su lado todo se allana, ¿lo ves así?

ASV: Sí, justo aquí radica la complejidad del problema: queremos seguir viviendo como hasta ahora y
regresamos a lo mismo. Primamos la comodidad. Volviendo a mi caso, me gustaría comprarme
un coche eléctrico pero vivo en un piso, ¿qué alternativa tendría para poder cargarlo? Podría

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mudarme, comprarme una casa, o invertir en la comunidad del edificio para tener un lugar donde
cargar los coches eléctricos. Esto nos remite a la manera en la que estamos acostumbrados y
que a final de cuentas no facilita los cambios. Es más fácil hacer un solo cambio, que tener que
realizar muchos a la vez. Para que la gente cambie hay que ponérselo fácil.

AC: A veces se ha planteado que las políticas contra el cambio climático podrían depender de
estas soluciones tecnológicas o, como dice Naomi Klein, centrarlas en un cambio de valores,

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


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en cambios políticos, en la presión ciudadana, en una transformación desde la base. ¿Cuál
es tu percepción ante esta cuestión? ¿Los cambios se demandan o la ciudadanía solamente
busca la comodidad y una transición suave?

ASV: Yo considero que los cambios se tendrían que demandar. La sociedad empieza a concebir el
problema climático como un factor importante a la hora de votar, lo veo en Alemania y en
otros países en los que sus poblaciones acuden a las elecciones pensando en los problemas
ambientales. Esto repercute en que acabemos teniendo más herramientas a nuestro alcance.
A nivel individual uno puede llevar a cabo cambios menores, se puede circular en bicicleta y
crear un huerto urbano, acciones que ayudan, pero debemos ser conscientes que la meta es
mucho más amplia. Lograr una reducción absoluta de las emisiones en 30 años requiere un
esfuerzo gigantesco, no basta con el esfuerzo individual, debe haber un esfuerzo colectivo.
Necesitamos que las administraciones y los gobiernos pongan de su parte para completar la
transición.

AC: De aquí que la ecuación no salga del todo. Por ejemplo, hace un año China asumió el reto de
lograr una descarbonización para 2060 y ellos seguro que lo harán, porque sus promesas son
casi leyes. Pero estamos estableciendo un hito para el 2050 que carece de planes de acción
más inmediatos, y esto es contradictorio. Es decir, sabemos cuál es el escenario final pero
la realidad es que muchos países todavía no están haciendo planes de acción climática. En
algunos casos los presentaron en París en el año 2015, ahora tendremos la nueva cumbre
climática en Glasgow a finales de 2021, y algunos países se resisten a presentar nuevos
planes. Por el conocimiento que tú tienes, ¿crees que México planteará planes ambiciosos?
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¿Está en el debate ciudadano la necesidad de que estos planes se presenten al convenio de


las Naciones Unidas?

ASV: No, lo veo yo muy poco. Quizás sí entre la comunidad científica, pero hasta ahí. Y creo que
debemos empezar a entender en México, y quizá en otros países de Latinoamérica, que ya
estamos viviendo los efectos del cambio climático. Efectos como la poca cantidad de agua de
la que disponemos en Ciudad de México en estos momentos. El problema en Latinoamérica
es tener gobiernos que no tienen visión de futuro, no hacen planes a largo plazo, por lo que
no tenemos estrategias de aquí a 30 años. Incluso, la inversión en ciencia y tecnología es
muy poca. Una inversión que podría abaratar los cambios hacia las nuevas tecnologías en
lugar de comprarlas. Estos temas no están en el debate público. Estamos en lo inmediato.
Algo comprensible, por otro lado, pues son muchas las necesidades inmediatas que hay que
resolver en los países en vías de desarrollo, que hace difícil pensar en el cambio climático y sus
consecuencias dentro de 30 años. El cambio climático sigue siendo algo abstracto, uno puede
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

ver que un río está contaminado, que una selva está siendo deforestada, pero no puede ver
que el CO2 que emite la industria del papel es lo que está causando la sequía en mi ciudad.
Es un proceso complejo, no siempre directo, que no es fácil de hacer comprender. Debemos
buscar la manera de convertir este mensaje abstracto en uno que llegue a toda la sociedad.
Científicas por el medio ambiente

AC: Este es un tema que me afecta como periodista porque la manera con la que a veces se informa
del cambio climático va a condicionar la percepción ciudadana. Fíjate que, muchísimas veces,
los periodistas cometimos el error de hablar de cambio climático presentando a un oso en
el ártico, en el lugar más distante de sus problemas. Esto fue un fallo enorme pedagógico
que crea un imaginario absolutamente lejano. Aunque, por otro lado, también se cae en el
exceso de atribuirlo todo al cambio climático. Tenemos que aprender, sin duda. Informar del
cambio climático no es fácil pero una manera puede ser valorando las ventajas y desventajas
asociadas que tiene a los efectos sobre nuestra salud. Es decir, cada vez está más claro que
la emisión de muchos gases que calientan la atmósfera, y que son finitos, también nos daña
los pulmones. De modo que necesitamos la muleta de aportar muchos argumentos en uno
para que la gente tome conciencia.

ASV: Claro, es mucho más urgente hablar de los efectos que tiene el cambio climático en nuestras
vidas y en el planeta, que del hecho de que se nos vaya a acabar el carbón. El carbón es finito,
pero nos queda mucho más carbón que el tiempo que nos queda para actuar y tratar de
minimizar los efectos del cambio climático.

AC: Lo que está claro es que cada vez que vamos avanzando en el debate vamos viendo focos
en los que se debe actuar. Por ejemplo, la pandemia nos ha demostrado que se puede vivir
con muchos menos vuelos. El tráfico aéreo, que aporta el 3% de las emisiones globales,
se ha desplomado y hemos visto que podemos vivir con teleconferencias, teletrabajo, que
podemos ser mucho más eficientes y reducir las emisiones. También el turismo ha caído.
¿Cuál es tu visión de la pandemia sobre el cambio climático?

ASV: La pandemia nos ha hecho ver dos cosas: la primera, que tenemos la capacidad de adaptarnos
a nuevas situaciones y circunstancias, como la del teletrabajo y viajar menos; la segunda, la
importancia de la ciencia para solucionar los problemas a los que nos enfrentamos. La velocidad
con la que salió la vacuna se la debemos a toda la investigación básica anterior. Hay que tener
en cuenta a la gente que colaboró en estos estudios previos que nos han permitido llevar a

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cabo un desarrollo tecnológico, gracias al cual, empezamos a ver luz al final del túnel.

AC: En este sentido, cuando se planteaba la necesidad de cambio frente al cambio climático
enseguida aparecían voces apelando a que estos cambios implicaban demasiado sacrificio.
Una renuncia ante la que nadie quiere perder sus comodidades. Y resulta que hemos realizado
sacrificios enormes durante esta pandemia, perdiendo libertades, aprendiendo a cocinar pan
en casa, renunciando al contacto físico con la familia y amigos, etc. Una lección que nos lleva
a comprender que para proteger el clima podemos realizar sacrificios que ni siquiera son tan
elevados como los vividos durante el confinamiento.

ASV: Exacto, y otro ejemplo es que mucha gente gracias a la opción del teletrabajo está optando por
salir de las ciudades e irse a vivir al campo. Una apuesta por llevar una vida mucho más benigna
con el medio ambiente. Con esto se cuestiona la idea de que dejar de llevar una vida más
‘moderna’ sea un sacrificio, pues quizá renunciar a ciertos aspectos nos otorga otras ventajas.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

AC: Cada vez que nos aproximamos al debate vamos descubriendo cosas nuevas. En la Ley
Española de Cambio Climático que se aprobará en breve este 2021 se presenta un elemento
nuevo que ha propuesto un mexicano, el señor Arredondo. Él es uno de los representantes
de México en las cumbres del clima y la persona que planteó el hecho de que en la Ley de
Científicas por el medio ambiente

Cambio Climático española se presentaron 25 empresas públicas de las que casi ninguna
tenía compromisos con el clima. Algunos partidos políticos recogieron este guante y van
a proponer que las empresas públicas españolas como Correos, Aena, Renfe o Adif, hagan
planes de acción climática; porque hasta ahora simplemente tenían la obligación de que
presentaran informes. Lo que quiero poner en relieve con esto es la importancia de que
la administración pública sirva de ejemplo como motor de cambio para que las empresas
privadas actúen de la misma manera. ¿Cuál es tu percepción de la responsabilidad de un
gobierno en este sentido?
ASV: La apuesta por una responsabilidad climática por parte de los gobiernos es muy importante.
En México empezamos a ver que parte del transporte público se realiza con automóviles
eléctricos. En algunas ciudades chinas todo el transporte público es eléctrico. Es importante
como sociedad apreciar que tanto el gobierno como las empresas privadas están haciendo
cambios en esta dirección. En cuánto al tema de presentar planes que comentas, considero
que se han cometido errores muy grandes al permitirse presentar metas, pero no planes para
alcanzarlas. Debemos ser mucho más quisquillosos en esto y preguntarnos qué tenemos que
hacer para cortar nuestras emisiones en un 50% en 15-20 años, así como preguntarnos si es
o no alcanzable. Necesitamos más planes que metas.

AC: Como persona dedicada al mundo de la ciencia quiero preguntarte por el papel de la mujer
vinculada al campo de la ciencia en México en comparación al panorama global. ¿Cómo
percibes el papel de la mujer y de las investigadoras en tu país?

ASV: En México somos bastantes las mujeres investigadoras, pero nos encontramos con el mismo
problema que existe a nivel global. Existe un sistema nacional de investigadores que se divide
en tres niveles; si vas al primer nivel observamos cierta paridad, pero a medida que subes al
nivel dos o al tres, la paridad se pierde y la mayoría son hombres. Las mujeres se involucran
mucho en el sistema científico, pero se mantiene el problema de que los directores, y los que
toman las decisiones, siguen siendo mayoritariamente hombres.

AC: Podrías ampliar un poco la información sobre tu trabajo.


- 26 -

ASV: Mi trabajo consiste en el desarrollo de nuevos materiales que puedan absorber CO2 y llevar
a cabo una transformación química. Es un reto grande porque el CO2 es un compuesto muy
estable, le gusta quedarse como CO2, y ese es nuestro problema, porque una vez que lo
echamos al ambiente es muy difícil que reaccione con algo y forme cualquier otra cosa que
no sea CO2. Para lograrlo hay que usar energía, algo complicado porque la mayoría de la
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
energía que usamos es de combustibles fósiles que, precisamente, generan CO2. Mi idea es
aprovechar energía eléctrica renovable para transformar el CO2 en precursores útiles a base
de carbono que la industria pueda utilizar para fabricar plásticos o combustibles sintéticos.

AC: Haciendo un paralelismo, buscáis fijar el CO2 en productos para la industria como cuando en
los bosques el CO2 se neutraliza y se fija en madera.

ASV: Exacto.

AC: ¿Esto serviría tanto para el mundo del cemento, como para el del acero o el plástico?

ASV: Mi investigación no concreta de dónde proviene el CO2, pero yo, como me lo imagino, es
que necesitamos acoplar tecnologías de captura de CO2 a industrias en las que todavía no
sabemos cómo reducir las emisiones de CO2 y luego lograr aprovechar ese CO2.

AC: Me viene en mente una investigación que se ha realizado en Noruega en la que hay alguna
instalación de captación de CO2. Imagino que todavía no hay demasiadas referencias. ¿Sirven
casos como éste o son muy diferentes?

ASV: Todavía no existen muchas referencias y todavía estamos entre dos debates. Hay investigadores
que quieren desarrollar materiales que capturen el CO2 del aire, algo que contemplo como un

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sueño muy lejano, ya que la concentración del CO2 es muy baja en el aire; circunstancia que
me lleva a considerar que para que los captadores de CO2 sean eficientes deben estar allí
donde se producen las emisiones. En ambos casos se están desarrollando tecnologías, pero
todavía no tenemos muy claro en qué dirección vamos a ir.

AC: La captura del CO2 más conocida es la del caso de las técnicas, que se puede enterrar. Pero
¿puede haber una captura directa in situ?

ASV: Hay quién habla de captura y utilización, y hay quién habla de captura y almacenamiento.
Cuando nos referimos a captura y almacenamiento es cuando hablamos de enterrarlo en el
subsuelo, pero una vez que lo capturas tienes que licuarlo o transportarlo para poder utilizarlo.
Se trata de varios procesos acoplados.

AC: ¿Qué barreras deben ser superadas para favorecer este tipo de investigación? Creo recordar
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

que en los informes del IPCC esta cuestión que tratas es irrelevante, prácticamente no
aparece; supongo que aparecerá en los próximos informes, pero ahora mismo es muy reciente.

ASV: Probablemente vamos a necesitar motivaciones económicas, quizá a través de los impuestos
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a las emisiones, de manera que las empresas se vean forzadas a elegir entre invertir en
tecnología o pagar. Desgraciadamente, ahora mismo nos encontramos frente a una serie de
procesos industriales que mueven mucho dinero y sin motivaciones económicas para reducir
sus emisiones.

AC: ¿No hay industrias en la actualidad que estén apostando por la investigación? ¿Tu investigación
es del mundo público vinculado a la universidad o hay alguna empresa del sector químico que
también esté interviniendo?
ASV: De momento, yo investigo con recursos públicos del gobierno, con un poco de la universidad
pública y con proyectos del CONACYT, que es la agencia de ciencia de México. Sé que, en
Alemania, donde la industria tiene planes concretos para reducir sus emisiones en un par de
décadas, si muestran interés por estas tecnologías y su desarrollo.

AC: ¿Detectas en la industria mexicana un desinterés por estas investigaciones y procesos?

ASV: La industria grande se muestra bastante ajena a estas investigaciones, aunque he observado
cierto interés por parte de pequeñas empresas. Las empresas más tradicionales, y que están
acostumbradas a hacer dinero, no desprenden un gran interés a diferencia de algunos pequeños
empresarios, los cuales quizá sean algo más idealistas o estén más concienciados con el medio
ambiente y el clima.

AC: Debemos pensar que no todo lo va a resolver la tecnología. Vamos a tener que considerar
otras cuestiones. No va a haber una varita mágica que nos diga: ‘bueno, no os preocupéis
por las emisiones porque luego va a aparecer un sistema tecnológico que lo va a resolver
todo’. Esto sería poner toda la carga sobre una confianza milagrosa. Debemos avanzar en
muchos cambios y esto no solo significa actuar en el mundo de la ciencia sino también en el
de la política actual, en la legislación, en los cambios personales y llevar a cabo un uso más
respetuoso y racional en el modelo de consumo. Es una receta múltiple, todos los esfuerzos
van a ser necesarios.
- 28 -

ASV: Totalmente de acuerdo. No hay que enfrentar una posible solución con otra, siempre te
cuestionan qué ventajas tiene una ante la otra, pero vamos a tener que atacar un mismo
problema desde muchos frentes. Una de las cuestiones que más me preocupa en el
desarrollo tecnológico es que siempre se habla de sus elevados costes económicos, pero
hay que comprender que estos van a ir disminuyendo con el tiempo. Las nuevas tecnologías
son caras, pero hay que tener en cuenta que pueden llegar a ser competitivas, tal y como
sucedió con las energías renovables hace una década. Poner el foco en su coste actual es
un error muy grande.

AC: Exacto. Como profesional que lleva años dedicándose a este ámbito, soy testigo de una
campaña mundial contra las energías renovables a la que se apuntaron las propias empresas
españolas. Un fenómeno muy extraño en el cual las empresas españolas del sector eléctrico
estigmatizaron a las energías renovables tachándolas de subvención y poco rentables.
Actualmente, las renovables ya no necesitan ayuda y son plenamente competitivas. En
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

España, los recursos eólicos y solares han pasado de ser denostados a ser muy considerados
para grandes instalaciones. Por lo tanto, la economía de escala va a ser sin duda muy decisiva.
Científicas por el medio ambiente
El fondo marino
11 de mayo de 2021

Verena Häussermann (VH)


Verena Häussermann está llevando a cabo una investigación
multidisciplinar necesaria para facilitar la conservación y la gestión
sostenible de los recursos en la Patagonia chilena. Se dedica a
proyectos de investigación de línea de base tales como inventarios de
especies y estudios de patrones de la diversidad biológica a través del
espacio y el tiempo. Fue la organizadora y editora principal del libro
Fauna Bentónica Marina de la Patagonia chilena, la primera guía de
campo marino para múltiples grupos de organismos en la región de los
fiordos. Participa activamente en el asesoramiento a organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales sobre la conservación y la gestión adecuada de los recursos
marinos y aporta los resultados de la investigación no solo a la comunidad científica, sino también a
los responsables de la toma de decisiones, representantes de la industria, pescadores y al público en
general. Su equipo presentó una propuesta para un área marina protegida (AMP) en dos fiordos con
bancos de coral de agua fría únicos. Junto con otras ONGs, han estado trabajando en una propuesta
de una red de AMP para la Patagonia chilena para el gobierno de Chile. Ha contribuido a iniciativas
internacionales como el Censo de vida marina, el programa Discover Life, Mission Blue y Google

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Ocean. Ganó la Beca PEW Marine en 2011, el Premio Rolex a la Empresa en 2016 y el Premio
Friedrich-Wilhelm-Bessel de la Fundación Alexander von Humboldt en 2020.

Josep-Maria Gili (JMG)


Catedrático de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas (CSIC) en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona,
donde creó dos grupos: el de Ecología de los bentos marinos, y de
Biología del zooplancton gelatinoso. Durante 40 años ha trabajado en
diferentes campos: el estudio integrado de ecosistemas costeros, la
estructura, conservación, ecología trófica y dinámica de comunidades
bentónicas, ecología del zooplancton, biodiversidad y taxonomía de
los cnidarios, y educación y divulgación del campo marino. Desde
el Instituto de Ciencias del Mar, desarrolla proyectos de divulgación
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

y educación como El Mar a fons. Josep-Maria Gili fue galardonado con el Premio Sant Jordi de
Medio Ambiente 2010, concedido por el Institut d’Estudis Catalans junto con la Obra Social Caixa
Sabadell, en reconocimiento por “su trayectoria de estudio investigación y difusión del conocimiento
sobre calidad ambiental y patrimonio natural”. Ha dirigido más de 110 proyectos de investigación
Científicas por el medio ambiente

nacionales e internacionales en el Mediterráneo, Atlántico, Pacífico y Antártida, 18 tesis doctorales y


ha publicado unos 300 trabajos de investigación en revistas científicas internacionales. En el ámbito
de la divulgación, ha escrito más de 100 trabajos, y ha editado y escrito 16 libros. Fue profesor de
Ecología de la Universidad de Barcelona. Es el director del proyecto educativo “elmarafons.ic.csic.
es” que durante 15 años ha creado recursos educativos sobre el medio marino. Actualmente es
vicedirector de Cultura Científica del Instituto de Ciencias del Mar y dirige proyectos de conservación
y restauración marina en el Mediterráneo con un compromiso de colaboración entre sectores sociales,
administración y centros de investigación.
JMG: Hace años que te conozco y soy un gran entusiasta de tus investigaciones. Aunque desarrolles
tu actividad en un lugar tan remoto e inhóspito como la Patagonia chilena, tu investigación
llega a todo el mundo. Los científicos seguimos con atención lo que estáis llevando a cabo
en los fiordos chilenos. No deja de sorprendernos la extraordinaria biodiversidad que alberga
ese ecosistema, así como su fragilidad frente a cualquier perturbación humana. Desde que
coincidimos, ya hace unos años, en Puntarenas he querido preguntarte qué hace una mujer
como tú en un sitio como ese. ¿Cómo surgió tu interés por ir a la Patagonia y quedarte allí
desarrollando tu trabajo?

VH: La primera vez que llegué a Chile fue con una beca de intercambio de la Ludwig Maximilians
Universität München junto a mi actual marido. En 1994 nos fuimos durante un año a Concepción
para estudiar. Recuerdo que llevábamos con nosotros todo el equipo de buceo con la idea de
conocer el mar de Chile. Buscábamos descubrir bosques de algas gigantes, pero justo cuando
llegamos, durante el mes invernal de agosto, no había demasiadas algas por lo que decidimos
centrarnos en otros objetivos, encontrando un gran número de anémonas de mar de todos los
colores y especies. Fue allí donde empezamos a trabajar en este campo. Nos dimos cuenta de
que casi no se sabía nada sobre estas especies, de manera que nos propusimos, para la tesis
doctoral, realizar una expedición que recorriese todo el país, desde la ciudad de Arica hasta
el Cabo de Hornos, estudiando el estado marítimo de Chile. Nos compramos un coche, del
que hicimos nuestra casa durante la expedición, y viajamos a lo largo de toda la costa. Fue una
experiencia espectacular, pasando por el desierto de Atacama, y realizando nuestras primeras
captaciones marítimas. Llegar a la entrada de la Patagonia nos causó una impresión increíble.
Quedamos impresionados. Sentimos que era el lugar de nuestros sueños. Así que decidimos
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que era aquí donde queríamos vivir y estudiar. Es un espacio tan hermoso, justo allí donde se
unen las montañas con el mar originando unos maravillosos fiordos, que tomamos la firme
decisión de quedarnos a vivir en la Patagonia, cerca del objeto de nuestro estudio. En el lugar
más lindo del planeta.

JMG: Sin duda, y lo demuestra que aún estéis allí. A mí lo que a veces me sorprende es que fuisteis
a un lugar donde aparentemente casi nadie había ido, y no sé hasta qué punto fuisteis de
los primeros en observarlo. ¿Qué información previa teníais? ¿Se conocía algo de lo que os
encontrasteis? ¿Teníais algún precedente que os orientase o fuisteis realmente aventureros?

VH: La verdad es que por entonces sólo había leído sobre anémonas de mar. Estaba empezando mi
tesis doctoral sobre ellas, y descubrirlas en la Patagonia fue una completa sorpresa, pues no
conocía a nadie que hubiese buceado en la región. Me sentía como los naturalistas que hace
200 años llegaban a un lugar del cual la ciencia aún no sabía nada. Yo tampoco sabía lo que iba
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

a encontrar bajo el agua. Era como vivir el sueño de ser una verdadera exploradora y descubrir
cosas desconocidas. En realidad, así fue. En las primeras inmersiones descubrimos unos corales
inmensos. Recuerdo que nos cuestionamos por qué estaban allí esos corales y cómo era posible,
no teníamos constancia de que hubiese corales en aguas tan frías como aquellas. Tuvimos
Científicas por el medio ambiente

que recolectar algunos especímenes y mandárselos a un especialista para confirmar nuestras


sospechas: hay miles de corales aquí. Cuando se lo contamos a otros científicos chilenos no se
lo creían, tardaron años en darse cuenta de los tesoros biológicos que alberga la Patagonia: unos
bancos de corales de aguas frías impresionantes. Incluso, diez años después del descubrimiento
de los corales, aún había algún científico que dudaba de su existencia y daba por hecho que
de existir sería a gran profundidad. Pero, no es así, estos corales se encuentran cerca de la
superficie, a una profundidad de siete o diez metros. Hasta que toda la comunidad científica
tomó conciencia pasó más o menos una década. Hoy hasta los pescadores locales que faenan
en los fiordos reconocen la existencia de los corales y cuidan de ellos. El descubrimiento de tal
diversidad gustó a la gente local, algo que me alegra profundamente.
JMG: Sorprendentemente, hoy en día los corales de aguas frías son uno de los objetivos más
importantes de la investigación biológica en todo el mundo. Corales que viven en el final
de la plataforma continental, entre a 100 y 300 metros de profundidad, incluso a mayores
profundidades. El hecho de que se haya desarrollado toda una tecnología como la robótica
marina, submarinos, o incluso equipos de buceo profundo, ha permitido descubrir que en
el océano hay otro tipo de corales que quizás son tan o más abundantes que los corales
propiamente conocidos de las zonas tropicales. Por eso, uno de los aspectos más relevantes
y sorprendes de vuestro estudio es que los encontrabais a apenas 7 metros de la superficie.
¿Qué tipo de condiciones y sistemas tan especiales hay en los fiordos para que exista este
fenómeno? ¿Habéis desarrollado una teoría al respecto?

VH: Este es un tema que, justo en la actualidad, estoy estudiando con varios colegas y en cuya
publicación estamos trabajando. Se trata de un fenómeno que denominamos “emergencia de
aguas profundas” o “emergencia polar”, previamente mencionado en diferentes regiones de
fiordos de Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos, Noruega y Suecia. Sin embargo, no existe
ningún estudio detallado que explique y pruebe la hipótesis planteada. Solamente se menciona
de forma anecdótica al identificar ciertas especies vinculadas al fenómeno. Si lo analizamos,
en cada región de fiordos se dan distintas explicaciones para el fenómeno de emergencia
de aguas profundas pero lo interesante es que es un fenómeno mundial, y por eso, es poco
probable que la explicación sea distinta en cada región. De aquí la importancia de realizar
una comparación a nivel mundial, un proyecto ambicioso y extenso que quizá sea propio de
un doctorado. Por el momento, hemos empezado a unir todos los datos existentes, así como
las distintas hipótesis y explicaciones formuladas. Es muy interesante. Por ejemplo, en Nueva

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Zelanda se aprecia que hay dos aguas superficiales, creyéndose que la secundaria tendría
características similares a las del mar profundo pues le llega poca luz y es muy fría, entre otras
características. En otras regiones, se piensa que las aguas profundas llegan enseguida arriba
por el hecho de carecer de plataforma continental. Existen diferentes explicaciones, pero en
Chile no funciona ninguna de ellas, pues aquí no tenemos dos aguas superficiales y sí estamos
en una plataforma continental. Esto demuestra la complejidad del fenómeno.

Realizando este resumen me di cuenta de la existencia de una lista de más de treinta especies
y géneros, que en la Patagonia son de lo más comunes, y están descritos hasta Coquimbo.
Al compartirla con colegas que bucean en la costa central y costa norte, y preguntarles si las
conocían me dijeron que nunca las habían visto. Después, analicé en detalle su distribución y
encontré que al norte de Puerto Montt desaparecen de la superficie y se encuentran a mayor
profundidad. Un fenómeno sumamente interesante. Es posible que el fenómeno de la existencia
de corales a poca profundidad en la Patagonia sea consecuencia de una combinación de varios
factores, pero tiene que haber algo adicional, pues observamos distintos lugares del mundo
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

donde se dan varios de estos factores y, aun así, no hay rastro de las especies de profundidad
como las que encontramos en Chile. Nos hemos dado cuenta, recientemente, que en todos
los lugares donde hay especies de profundidad no hay macroalgas. Esto nos hace pensar que
quizá exista alguna relación directa o indirecta, puesto que los lugares oscuros, con mucho
Científicas por el medio ambiente

sedimento o con abundante agua dulce, tampoco son buenos para las grandes algas. Quizá las
condiciones ecológicas en las que tienen lugar los bosques de algas sean distintas a las que
necesitan las especies de profundidad pero hasta el momento no lo sabemos con certeza. Es
un tema apasionante que debería estudiarse. Si tuviese que hacer de nuevo mi doctorado me
interesaría profundizar en este fenómeno.

JMG: Es apasionante lo que explicas, encontrar algo totalmente diferente es algo que tan solo
sucede cada muchos años en investigación marina. Tengo la sensación de que, cada cierto
tiempo, el mar nos descubre y descubrirá muchas sorpresas. Por lo que comentas, la costa
chilena goza de una gran diversidad de ecosistemas a lo largo de su extensa costa. ¿Cómo
te sientes al ser protagonista del descubrimiento de algo desconocido a nivel mundial? Para
un científico, el día a día puede ser algo rutinario, pero tú estás explicando al mundo algo
desconocido hasta el momento. ¿Cómo ha respondido la sociedad chilena a vuestros estudios?
¿Les ha sorprendido tanto como a vosotros? ¿Han tomado conciencia de su impresionante
patrimonio y de la necesidad de protegerlo?

VH: Considero que ha habido una gran demora, pero estamos en el camino correcto. Cada vez
más y más gente lo sabe. En esta región, los chilenos viven de un modo bastante aislado,
hay muchos pueblos, y todavía tardaremos hasta llegar a todos. Es necesario que haya más
personas trabajando específicamente en divulgar el conocimiento adquirido porqué como
investigadora no puedo dedicar todo mi tiempo a este ámbito si quiero seguir investigando.
Ojalá tuviésemos apoyo en este sentido. Desde el descubrimiento ha habido un gran cambio
por parte de la sociedad chilena. Al principio no se creían lo que contábamos, pero ahora, por
lo menos, ya han oído algo al respecto. La Patagonia es tan grande que hasta para nosotros
sigue siendo un misterio. Bucear en uno de sus parajes todavía es una sorpresa. Recuerdo
que en una inmersión en una zona a la que habíamos llegado con GPS, y dado que el sistema
de geolocalización no era del todo exacto, al desviarnos poco más de 100 metros del punto
de interés descubrimos especies que no esperábamos encontrar. En la Patagonia el patrón
de distribución de las especies es fragmentado y heterogéneo, formado por pequeños
ecosistemas que pueden variar mucho en tan solo centenares de metros. Esto, por un lado,
es fascinante, pero por otro es preocupante, pues todavía no entendemos en qué lugares se
encuentran ciertas especies y por qué. Aún carecemos de todos los factores abióticos, como
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la oceanografía, la geología, la pluviometría, las corrientes, la radiación o el impacto del agua


dulce de los ríos, que puedan explicar la presencia o ausencia de las especies. Hay tantos
factores que se solapan en este sistema de fiordos y canales que su complejidad varía en
cuestión de metros. Por eso la planificación espacial y la de conservación es muy difícil. No
podemos predecir qué vamos a encontrar en un fiordo, aunque conozcamos lo que hay en
varios puntos cercanos.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
Nuestras expediciones empezaron a partir del descubrimiento de los corales. Recuerdo que
al principio hablamos con el Ministerio de Medio Ambiente de Chile para proponer la idea de
desarrollar un plan de conservación de estos bancos de corales tan únicos, y nos contestaron
que la Patagonia es gigante y que justo la zona norte donde los encontramos no les generaba
demasiado interés. A raíz de esas reuniones, decidimos ir a explorar la Patagonia Central con
el fin de averiguar si dichos corales se encontraban en todos los fiordos o tan solo en los
de la Patagonia Norte. Un año después, pudimos comprobar que los fiordos de la Patagonia
Central están junto a glaciares que arrastran mucho sedimento fino. Esto no solo anula la
visibilidad de las aguas en algunas áreas, sino que se acumula en el fondo, en algunas zonas hay
tanto sedimento que era posible sumergir el brazo hasta el hombro. Obviamente ahí no viven
corales ni moluscos. Solo podía apreciarse algo de vida en las paredes verticales de los fiordos,
pero nada de corales. Ahí nació la idea de seguir explorando nuevos lugares para entender su
diversidad y cómo conservarla. No tiene sentido trazar círculos de conservación sobre un mapa
si no conoces los hábitats que albergan. Éste es, aún hoy en día, un desafío enorme.

JMG: Lleváis 20 años con vuestra línea de investigación y descubrimientos, imagino que en algunas
zonas donde trabajáis más a menudo habréis observados cambios, ¿es así? ¿Han afectado
las actividades humanas a algunas de las zonas que estudiáis desde hace años? ¿Habéis
detectado recientemente algún impacto en las comunidades de corales?

VH: Los cambios en la Patagonia, en estos 20 años que hace que la conozco, han sido fuertes.
Sólo hay que pensar en la carretera Austral: en 1997 era una simple línea de ripio, tan
estrecha que cuando te cruzabas con otro coche debías detenerte para dejarle paso. En esos

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tiempos, ni tan siquiera había granjas de salmón en la región. Hoy la carretera Austral es ancha,
pavimentada en su mayor parte, y en algunas áreas hasta parece una autopista. Y todo, porque
tienen que pasar los camiones de las salmoneras, una industria con muchas estructuras,
muchas jaulas, y que ha cambiado drásticamente el paisaje. A principios de 2003 existían
tres pequeñas salmoneras, en un fiordo grande de 60 kilómetros de largo, que diez años
después habían aumentado hasta ser 23. Y, cada salmonera era por lo menos diez veces más
grande que las originales. Un cambio que conlleva cambios en el ecosistema.

Cuando nos establecimos aquí, no había más que un par de lanchas diarias, pero de
repente empezaron a aparecer cientos de pescadores y lanchas de tránsito en el fiordo.
A partir de este cambio, realizamos la comparación entre el antes y el después de un
paraje especialmente virgen y fascinante que descubrimos en 2003. Una zona situada
en la punta de una pequeña península poblada por un gran banco de corales gigantes,
anémonas naranjas muy grandes y viejas, y una extensa pradera de gorgonias. El resultado
de la comparación temporal, a partir de las fotos que realizamos en 2003 y diez años después,
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

muestra que el cambio ha sido mucho más fuerte y brusco de lo que pensábamos en un
inicio. La densidad de gorgonias se ha reducido a un cuarto, tres cuartos de las anémonas han
desaparecido y no hallamos ni rastro de los numerosos cangrejitos ermitaños de las primeras
inmersiones. Otro cambio detectado en 2012 fue la mortalidad de los bancos de coral situados
Científicas por el medio ambiente

en el fiordo Comau. De una semana a otra, el 99% de los corales murieron a lo largo de 15
kilómetros. El fenómeno nos sorprendió mucho, llegando a deducir que tuvo que deberse
a la alta actividad volcánica de la zona. Se olía el sulfuro desde la superficie y se apreciaban
en el fondo grietas de las cuales habían emergido sustancias volcánicas. Estos elementos
causan una reducción de oxígeno bajo el agua que seguramente mató a la mayoría de los
corales. Un cambio brusco e impresionante, en esta ocasión, no causado por los humanos.

Un compañero estudió los sedimentos de otro fiordo que iban de 1990 a 2010, descubriendo
que la producción primaria se duplicó en esos 20 años. Esto significa que las personas estamos
incorporando muchos nutrientes al sistema, algo que se está observando en todas partes del
mundo, provocando una disminución de la diversidad biológica. Existen varias especies que
son buenas aprovechando este exceso de nutrientes, llegando a crecer y multiplicarse mucho,
pero, a cambio, hay muchas especies que se ven desplazadas o eliminadas por no poder
competir con aquellas que pueden aprovechar los nuevos recursos introducidos al sistema
por nuestra especie.

JMG: Acabas de tocar un tema importante: la pérdida de biodiversidad tiene un componente


natural, como las emisiones volcánicas o incremento de la temperatura que se relaciona
con el cambio climático, pero también hay un componente antropogénico. Aquí, muchas
veces, me da la sensación de que el cambio climático es la gran excusa para explicar que los
ecosistemas están perdiendo su potencial de biodiversidad, están cambiando su función,
pero que las actividades humanas no son tan importantes; y esto no es así. Muchos
fenómenos que causamos al sistema, con nuestra actividad, incrementan los efectos del
cambio climático o fenómenos naturales de gran envergadura como es el vulcanismo.
Existen mortandades masivas, por ejemplo, en el Mediterráneo o en el Atlántico, a causa
del incremento de temperatura, o del incremento de la sedimentación. Fenómenos que
nos preocupan muchísimo a nivel global. Tal vez no nos damos cuenta, y has hecho bien en
explicarlo, que las actividades humanas como por ejemplo la pesca industrial excesiva o las
granjas de cultivos con los correspondientes piensos que se dan a los peces, están creando
una degradación de las costas. Cambios en el fondo marino que incrementan aún más los
efectos del cambio climático, pues si tuviéramos la precaución de no causar estos cambios al
menos mitigaríamos estos efectos.
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VH: Sí, claramente. Casi todo lo que sucede tiene razones multifactoriales, nunca una sola razón.
Este mes de marzo de 2021, vivimos una ‘marea café’ muy fuerte en el fiordo Comau. Una
marea que produjo la primera floración de algas nocivas (“FAN”, como se denomina) en la
zona. Y este es uno de los cambios probablemente provocados por el aumento de nutrientes
en las aguas. Ahora hay más nitrato y amonio en el fiordo, así como una disminución de otros
elementos. Se está dando un cambio en la red trófica. Actualmente, existe en Chile la discusión
sobre quién causó esta floración de algas nocivas, ¿quién o cuál es el responsable? Algunos lo
adjudican a las salmoneras, otros al cambio climático, pero, en realidad, es muy posible que la
causa se encuentre en ambos. Considero que el cambio climático crea las condiciones para una
floración de algas, también de las algas nocivas, al elevar la temperatura del agua. Este 2021
Chile sufrió un verano muy seco, con mucho sol y sin apenas lluvia, que calentó la superficie
del agua. Pero, a esto se le sumó el incremento de nutrientes por parte de las salmoneras, con
la consecuente floración tan fuerte de algas que observamos.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

El fiordo Comau cambia sus aguas entre dos y tres veces por año. Actualmente, en el fiordo se
sufre la producción de las salmoneras con 23 cercos gigantes, cada una de las cuales emiten
los mismos residuos orgánicos que una población de 55.000 habitantes. Es lo mismo que
tener una ciudad de un millón de personas que arroja sus aguas sin tratar al fiordo. Un gran
Científicas por el medio ambiente

cambio en sus ecosistemas. Al final, y teniendo en cuenta el debate sobre los responsables del
fenómeno de las algas nocivas, uno llega a la conclusión de que no importan quién tenga la
culpa más grande, si la agricultura o el cambio climático. La única cosa que podemos cambiar
a corto plazo es verter menos nutrientes.

JMG: En este sentido, es importante la concienciación de la sociedad frente a la preservación


de estos hábitats tan espectaculares. Tener en cuenta que el control de nuestra actividad
puede reducir muchísimo los impactos del cambio climático. Todos vemos el mundo marino,
conocemos bien los peces, conocemos bien los cetáceos y las especies de explotación. Pero,
la gente, hoy en día, puede preguntarse si estas especies, estos corales, estas gorgonias y
hasta estas anémonas que viven en las paredes, son tan importantes para la salud de nuestro
ecosistema. A veces, tengo la impresión de que la gente los observa desde su faceta más
decorativa pero no es consciente de que el fondo marino es extremadamente esencial. He
leído en tus trabajos, y estoy de acuerdo contigo, que los bentos marinos (las comunidades
que habitan el fondo) son imprescindibles para que todo el ecosistema acabe funcionando.
Los bosques de corales, también de algas, son esenciales para que muchas especies puedan
hallar refugio, encontrar alimento, y cerrar su ciclo de vida. Por ejemplo, los bancos de corales
de las costas del norte de Europa como las de Noruega son esenciales para que el bacalao
pueda reproducirse ¿Cómo ves esta necesidad de transmitir no solamente que el fondo
marino es una riqueza de biodiversidad extraordinaria, sino que encima tiene una función
fundamental para que todo el ecosistema pueda sobrevivir?

VH: Sí. Hay varios componentes, por un lado, están los animales que son bioingenieros, como
los corales y las gorgonias, así como organismos como las macroalgas; todos ellos tienen un
rol especial porque además de estar allí crean unas estructuras de vida tridimensional que
dan refugio y alimento a otras especies. Por otro lado, está la idea fundamental de que un
ecosistema es más estable si goza de todas las especies que estaban originalmente en el mismo,
volviéndose inestable a medida que va perdiendo especies. De esta manera, podemos concluir
que la mayoría de las especies que están despareciendo pueden afectar a la desaparición de
las especies de interés económico. El equilibrio de los ecosistemas y de nuestras economías
puede verse afectado con gran facilidad.

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Aquí, por ejemplo, en el fiordo cerca de Puerto Montt se cosecharon en exceso unos bancos
gigantes de unos 40 centímetros de grosor compuestos por muchas especies alrededor. Las
actividades extractivas llegaron a dejar las piedras lisas. Hoy en día, en alguno de estos bancos
encontramos una anémona, pero nada más. Una especie que aprovechó que el lugar había
quedado libre, se asentó y formó una alfombra extensa que elimina cualquier competencia y
larva de otras especies que se acerquen a la zona a colonizarla. Aquí ya no podemos encontrar
chorritos, unos moluscos comestibles que eran consumidos por la gente de la zona. Y ahora
hace justo una semana, me llamaron unos compañeros para informarme de que los pescadores
de una región de Puerto Montt denuncian que ha aparecido una pradera de anémonas en la
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
que ya no encuentran ni un solo erizo. Ha sucedido exactamente lo mismo. Al haber pescado
tantos erizos, y dejar el fondo marino sin erizos, las anémonas lo poblaron todo y ahora el erizo
no puede volver. Esto demuestra que, si uno produce un cambio antropogénico, este puede
hacer cambiar el ecosistema entero.

Cada especie tiene su papel en este sistema complejo y, mientras no entendamos cada uno
de estos papeles, es mejor no tocarlos. Este es el principio de cautela, según el cual si no
entendemos lo que estamos cambiando mejor no lo cambiamos, y más sabiendo que la
naturaleza sobrevivirá de una forma u otra, hagamos lo que hagamos, pero que los humanos
vamos a ser los primeros afectados por nuestras acciones. Por eso considero que incluso
aquellos a los que no les importan los gusanos o las anémonas deben tomar conciencia de
que les conviene mantener los ecosistemas estables. Todos dependemos de los servicios
ecosistémicos del mar y si queremos que se mantengan debemos cuidarlos con todas sus
especies y no solo con aquellas que nos interesan económicamente.

JMG: Sin duda, estos ecosistemas maduros y de alta diversidad que mencionas son mucho más
resistentes a los cambios ambientales que los ecosistemas simples; y esto les otorga un
gran valor. En tus trabajos y en tus conferencias he apreciado que destacas la importancia
de las áreas marinas protegidas. Hay que preservar grandes superficies, no solamente por
la preservación de la biodiversidad, sino por ser como grandes laboratorios vivos que nos
permiten entender cómo funcionan realmente los ecosistemas, conocimiento que nos puede
ayudar a saber cómo regenerar los ecosistemas degradados. En este sentido, he visto que
propones una larga lista de reservas marinas a lo largo de la costa de Chile, una proposición
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en la línea de lo que se está pidiendo desde organismos internacionales como la UNESCO


y la ONU entre otras. ¿Cuál es tu opinión sobre el papel y la importancia que pueden tener
estas grandes áreas de preservación?

VH: Estas áreas son claves. El problema es la diferencia en los niveles de protección de estas
áreas. Por ejemplo, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) está
proponiendo definir cinco niveles de protección; desde el más estricto que es el de ‘no tocar’
hasta un nivel en el que se permiten muchos usos de explotación. Desgraciadamente, a pesar
de que Chile goza de la mitad del mar como zona protegida, estas áreas están situadas muy
lejos de la costa o son áreas de poco conflicto. Mientras que las áreas con verdaderos niveles
de degradación, situadas en la Patagonia norte o en la costa central del norte de Chile, no
gozan de áreas de protección de alta conservación. Y, esto para mí es clave, pues debe tenerse
en cuenta qué tipo de protección es eficiente y cuál no. Existe un estudio muy interesante,
publicado en 2014, sobre la eficiencia de la protección de las áreas marinas a nivel global. En
este estudio se llega a la conclusión de que los únicos métodos de protección que son eficientes
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

son aquellos que cumplen cuatro de los cinco factores a tener en cuenta. Por ejemplo, para las
áreas de ‘no tocar’ se debe cumplir el ser una gran extensión territorial, que estén aisladas, sin
impacto durante un periodo de 10 años, y con una buena fiscalización. Es importante discutir
y decidir cómo proteger en base al conocimiento científico.
Científicas por el medio ambiente

JMG: Me gustaría ir acabando con un par de conceptos. Como bien dices, la protección sobre
papel es muy bonita pero luego hay que tener un compromiso de invertir en medidas
y que las áreas se conviertan en auténticos núcleos de restauración del mundo marino.
Hoy en día existen proyectos fantásticos para proteger miles de kilómetros cuadrados en
medio del Océano Pacífico; pero se necesita más vigilancia, inversión y protección, en las
costas donde se producen fenómenos en los que el hombre necesita del medio marino.
La preservación del mundo marino pasa por un compromiso general de la sociedad. ¿Qué
opinas tú sobre el papel y el compromiso de los científicos en esta cuestión? La ciencia
tiene un campo maravilloso de trabajo, nos gusta mucho realizar nuestro trabajo y publicar
los resultados obtenidos, pero, tengo la impresión de que la situación del océano actual no
solo requiere de buenas investigaciones sino también de un compromiso por parte de los
científicos para alertar a la sociedad de qué es lo que habría que hacer para proteger mejor
este medio y para evitar que no pierda su función. Sé que tú eres una persona activista
y quiero preguntarte: ¿Cómo ves esta necesidad de la figura del científico no solamente
como profesional sino como persona comprometida con la sociedad para la protección del
medio?

VH: Considero que todos los científicos deberíamos ser más activos en este aspecto y participar
activamente en la formación de opinión. Como científicos, deberíamos ser los primeros en
darnos cuenta de la crisis en la que estamos inmersos. Estamos en la crisis medioambiental
más grande que ha habido, estamos perdiendo una especie cada 7-10 minutos. La situación
es muy dramática, pero muchos científicos nos concentramos tanto en nuestros proyectos, en
lo que queremos investigar y publicar, que olvidamos un poco que nuestra tarea también es la
de alertar a la sociedad y la de ayudar a formar opiniones para lograr cambios. Por ejemplo, me
gusta mucho el movimiento de Científicos para el futuro. Un grupo de científicos que se han
unido para respaldar a los jóvenes que ya están pidiendo cambios y que necesitan el apoyo de
la ciencia. Jóvenes a los que no se puede dejar solos, porque tienen razón al reclamar su futuro.
Las próximas generaciones se merecen un planeta en el que poder vivir y gozar de la misma
calidad de vida que nosotros. Tenemos la obligación de apoyar sus reivindicaciones.

JMG: Sin duda, por esto creo que ha sido una excelente elección, por parte de Casa Amèrica

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Catalunya, la de darnos la oportunidad de hablar sobre el mar y tus proyectos, destacando
cuatro componentes fundamentales: descubrimiento, pasión por lo desconocido, un trabajo
continuado y riguroso para conocer la diversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, y
un excelente compromiso entre la ciencia, la conservación y la difusión. Estoy encantado y
muy orgulloso de estar aquí contigo, así como de compartir los mismos sentimientos. Gracias.

VH: Gracias a ti, José María, por una conversación tan interesante, podríamos seguir durante horas.
Estoy segura de que estamos en la misma línea. Es obvio que debemos trabajar en conjunto
para proteger nuestro planeta, del cual el mar es un 71%. El futuro es el mar.

JMG: Exacto, y lo más desconocido. Terminaré con una pequeña analogía: hasta la fecha han ido
12 astronautas a la luna, pero solamente han bajado tres personas al lugar más profundo del
océano. El planeta está en déficit de conocimiento, buscamos la vida en Marte, pero aún no
conocemos mucho del tipo de vida que hay en las profundidades del océano. ¡Qué fantástica
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

pasión por ir a buscar vida al espacio exterior cuando tenemos tanto por descubrir aquí!

VH: Claro, es posible que conozcamos mejor la luna que la Patagonia Chilena, cuando, en realidad,
es mucho más costosa la planificación de vivir en Marte que invertir en salvar nuestro planeta.
Científicas por el medio ambiente

¡Sería, y es absurdo, planificar la salida de la Tierra dando por hecho que ya la hemos destruido!
El agua
13 de julio de 2021

Claudia Romero (CR)


Doctora en Ecología Acuática, ganadora del Premio TWAS (The
Academy of Sciences for the Developing World) para jóvenes
científicos en el año 2018 en Guatemala. Es investigadora del Centro
de Estudios Atitlán de la Universidad del Valle de Guatemala y ha sido
docente en la Universidad de San Carlos y del Valle de Guatemala; ha
publicado artículos científicos en revistas internacionales indexadas
con factor de impacto y entre sus estudios se encuentra el primer
reporte de cianotoxinas para Guatemala, específicamente para el lago
Amatitlán. Sus estudios más recientes se han enfocado en encontrar
soluciones integrales para la recuperación y bioremediación de ecosistemas acuáticos. Se doctoró
con el grado CUM LAUDE en Ecotoxicología de la Technische Universität Berlin, Alemania. Posee
también dos licenciaturas, una en la rama de Biología en la Universidad de San Carlos de Guatemala
y la segunda en Filosofía con especialidad en Ecología Acuática en la Linnaeus Universität, Suecia. En
2006 obtuvo un Diplomado en Gestión de ONGs en la Universidad Rafael Landivar y FLACSO. Ha
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desarrollado investigación científica en proyectos internacionales y nacionales en áreas de ecología


acuática, ecotoxicología de campo y más recientemente en el área social con estudios de la diáspora
científica guatemalteca.

Ramon Folch (RF)


Biólogo, ecólogo, profesor y botánico, es uno de los más destacados
científicos de Cataluña. Doctor en Biología, fundador y presidente
de la consultoría ERF (Estudi Ramon Folch i Associats). Ha sido
vicepresidente del Consejo Consultivo del Hábitat Urbano del
Ayuntamiento de Barcelona (2011-2015), presidente del Consejo
Social de la Universidad Politécnica de Catalunya (2004-08), secretario
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

general del Consejo Asesor Internacional del Foro Latinoamericano


de Ciencias Ambientales (La Plata, Argentina) y profesor de su
Cátedra UNESCO/FLACAM para el Desarrollo Sostenible (1989-
2006). También miembro del consejo de administración de Aguas de Barcelona. Ha publicado una
Científicas por el medio ambiente

cuarentena larga de títulos. Es director y coautor de una obra de carácter enciclopédico, en doce
volúmenes, publicada por F. A. Brockhaus en 2002 (Leipzig-Mannheim) con el título Biosphäre. Die
Lebensräume der Erde. Su penúltimo libro en castellano, del que es coautora la dra. Josepa Bru, se
titula Ambiente, territorio y paisaje (Editorial Barcino, Barcelona-Madrid, 2017), con libre acceso a
la red a través de la Fundación Aquae. También es autor del Diccionario de Socioecología, obra que
publicó Editorial Planeta (Barcelona, 1999), un diccionario de autor que compendia buena parte de
su pensamiento sobre las cuestiones socioambientales.
RF: Es un placer estar con Claudia Romero y con todos ustedes. En esta charla voy a actuar, en
cierto modo, de sparring de Claudia y voy a tratar de contribuir a que sus conocimientos y sus
amplios trabajos en el campo de la hidrología sean conocidos por todos ustedes con arreglo al
espíritu de este ciclo. Un ciclo que pone de relieve la tarea de mujeres científicas en diferentes
ámbitos del conocimiento. Para ello, voy a tratar de incorporar a esta exposición que nos
hará Claudia un cierto contrapunto basado en mi propia trayectoria en el dominio del agua.
Claudia Romero y yo tenemos trayectorias profesionales distintas, pertenecemos a universos
geográficos diferentes. Nuestra edad, por suerte para ella, no es la misma: yo soy un hombre
al final de su trayectoria profesional, mientras que ella se encuentra en un momento álgido
de actividad. Pero compartimos un interés común por el agua. Centrándome en este aspecto,
para ayudar a comprender el rol que puedo desempeñar en este acto, me presento como
alguien que ha trabajado mucho en cuestiones relativas al mundo del agua desde una óptica
distinta de la suya, puesto que mis últimos proyectos se han desarrollado en el ámbito de una
compañía público-privada gestora de agua como es ‘Aguas de Barcelona’. Hasta hace muy
poco tiempo, he sido miembro del consejo de administración, ahora que he terminado con
estas funciones, puedo decir que tengo el conocimiento de la problemática de la captación,
potabilización, distribución y tratamiento de aguas residuales en grandes zonas urbanas del
mundo, pues ‘Aguas de Barcelona’ opera en 26 países diferentes.

Claudia Romero es una científica de Guatemala que está trabajando en Alemania actualmente
¿Qué hace una científica guatemalteca trabajando en Alemania?

CR: Gracias a todas y todos, y, en especial, a Casa Amèrica Catalunya por facilitar este diálogo y

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resaltar el trabajo de otras científicas que luchan día a día en su contexto y en su realidad
para poder aportar en las transiciones actuales. A su pregunta, he tenido la dicha de realizar
estudios muy regionales. Siempre he centrado mis investigaciones en Guatemala, trabajando,
principalmente, en el campo de la ecología y, más recientemente, de la toxicología. Realicé mis
estudios de postgrado en Europa, lo que me permitió establecer una conexión con el continente.
Luego volví a Guatemala y empecé a trabajar como catedrática en dos universidades de mi
país: en la Universidad San Carlos de Guatemala, y en la Universidad del Valle de Guatemala.
Después, me surgió y acepté la oportunidad de dirigir el Centro de Estudios Atitlán (CEA), un
centro multidisciplinario que se dedica al estudio de las cuencas para el país, y me centré en
ello. Actualmente, por cuestiones familiares y personales, resido en Alemania junto a los cinco
miembros de mi familia, aunque pronto seremos seis (sonríe, señalándose la barriga). Aun así,
pese a mi traslado a Europa, sigo ligada académicamente a las universidades de mi país y del
CEA. Vivo la estancia en Alemania como una oportunidad, y como una muestra de confianza y
de desarrollo por parte de mi país al contratar a alguien residente en otro continente con fondos
nacionales. Pues, aunque siempre se persigue apoyar al científico local, considero muy positivo
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

apostar también por estas conexiones. Además, la pandemia ha ayudado a abrir del todo la
puerta que representa el trabajo remoto. Un trabajo que llevo a cabo, con dicha, desde nuestra
casa en Berlín junto a mis niños pequeños. De este modo, actualmente, sigo ayudando a mi país
a la vez que puedo ser madre, esposa, amiga, y ciudadana del mundo.
Científicas por el medio ambiente

RF: Estás trabajando desde Berlín, pero el ámbito de tu trabajo, por tu propia condición profesional,
es Guatemala. Probablemente, la mayor parte de las personas que nos están escuchando
tengan un conocimiento limitado de la realidad social y ambiental de Guatemala y te propongo
empezar por aquí. ¿Por qué estás trabajando en el lago de Amatitlán? ¿Qué significa ese lago
en el contexto sociológico y ecológico de Guatemala?
CR: El lago de Amatitlán está situado a 23 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, una capital que
engloba entre el 30% y 40% de la población urbana del país. Guatemala, por datos históricos y
acontecimientos, se define por ser un país agrícola que, justo ahora, está tratando de cambiar
hacia otras prácticas que implican una incipiente concentración hacia las urbes. Urbes que en
Guatemala podemos contabilizar en 3 o 4 ciudades, ya que las demás son tan solo cabeceras
departamentales que siguen teniendo un toque más rural. La ciudad de Guatemala, a causa
de su alto crecimiento demográfico y su falta de planificación urbana, está experimentando
el desarrollo de micro-comunidades alrededor sin disponer de los servicios sanitarios básicos.
Una situación alarmante si tenemos en cuenta que una práctica muy común en todo el país es
el desfogue de aguas residuales en las fuentes naturales. Mi interés por este lago se debe a su
proximidad a la capital.

Actualmente, el lago de Amatitlán recibe las descargas de aproximadamente 3 millones de personas


de la ciudad capital. Esta dispone de un servicio de tratamiento de aguas residuales muy precario,
a pesar de que la contaminación en los últimos 50 años está siendo muy elevada a nivel industrial
y agrícola. En Guatemala, las urbes se concentran en el sur del país, al ser el área más productiva
a nivel agrícola, con tierras más fértiles que en el norte, donde el suelo es kárstico. Me interesa
mucho el caso del lago Amatitlán porque tiene un impacto antropogénico muy fuerte, sobre todo
si tenemos en cuenta que las primeras ocupaciones alrededor del mismo datan de la época de los
Mayas. El estudio del lago representa un enigma, un estudio que nos remonta a la contaminación
del tiempo de los Maya hasta la contaminación actual. Me interesa analizar la evolución de esta
contaminación.
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RF: Hay similitudes y diferencias entre la situación que describes y la que estamos viviendo,
aquí en Barcelona, que considero interesantes de destacar. En términos demográficos nos
encontramos en el mismo orden de magnitud, pues estamos hablando de un área de entre
tres y cuatro millones de personas, pero, en cambio, existe una diferencia enorme respecto al
funcionamiento hidrológico de ambas. La principal es que nuestros vertidos no tienen lugar
en un vaso cerrado como sucede en el caso de vuestro lago en Guatemala, sino que aquí nos
encontramos con el mar Mediterráneo. Una dilución en el mar que, obviamente, es muy distinta
de la dilución en un lago. En el pasado, en Barcelona, como en todas partes, se vertían las aguas
residuales sin tratamiento alguno, pero eso fue cambiando progresivamente: empezando por
un tratamiento primario, de carácter físico, que consistía en la retirada de elementos físicos o
degradantes, luego con un tratamiento secundario de carácter biológico, y actualmente, con un
tratamiento terciario a partir del cual el volumen total de las aguas vertidas acaba siendo objeto
de un tratamiento que las convierte en aguas limpias y susceptibles de experimentar un cuarto
nivel, que es el de la regeneración. En el ámbito de Barcelona todas las aguas residuales son
tratadas y han dejado de representar un problema de contaminación inmediata. Ahora bien,
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

esto a nosotros nos produce una gran insatisfacción, porque esa agua tratada, con un nivel
de calidad superior a las aguas superficiales que captamos para, debidamente potabilizadas,
ser servidas a la población, es vertida al mar. Y subrayo nuestra insatisfacción porque en un
contexto de escasez general de agua esto no debería de estar sucediendo.
Científicas por el medio ambiente

Creo que en Guatemala estáis en una media de 2.000 mm de precipitación al año; en Barcelona
estamos en una media de 500 mm. Así que en vuestro país recibís una media de precipitaciones
cuatro veces superior a la nuestra, y probablemente incluso más. Por consiguiente, tenéis una
disponibilidad de recursos hídricos mucho mayor que nosotros. Por eso nos produce tanta
insatisfacción verter el agua tratada al mar. La idea sería rescatar esa agua y reincorporarla al
ciclo. En vuestro caso, ¿la totalidad del agua servida va a parar al lago Amatitlán o va a parar a
otros puntos?
CR: La Ciudad Capital de Guatemala está dividida en 21 zonas. Se dispone de diferentes plantas de
tratamiento y en función de estas existen distintos lugares en los que desfogar. De los tres millones
de habitantes, más de la mitad de sus aguas termina en el lago de Amatitlán. Respecto al tratamiento
terciario, según lo que he leído, aproximadamente el 67% sí es tratada; pero existe un 33% que no
tiene ningún tratamiento y que va a parar al río Villalobos.

RF: Esa agua sin tratamiento es urbana o industrial, pero también habrá agua de lluvia y de
escorrentía agrícola, supongo.

CR: Sí, exacto. Por eso, la insatisfacción que experimentáis en Barcelona ante el desfogue de agua de
muy buena calidad al mar es comparable a nuestra insatisfacción con el agua de lluvia. Sufrimos
de escasez de agua. En Guatemala, a nivel meteorológico, tenemos una época seca y una lluviosa,
divididas en las dos mitades del año. La época seca empieza en octubre y termina en marzo, y la
etapa lluviosa es a partir de mayo. La mayor parte de la agricultura no es industrial y depende
del agua de lluvia, solamente en la industria del azúcar existe tecnificación en su producción. La
agricultura guatemalteca está a merced de las aguas de lluvia, que pueden ser muy abundantes o
escasas, en función de la estación, además de verse afectadas por fenómenos como El Niño y La
Niña, ahora agravados por el cambio climático.

RF: Respecto a esta escorrentía agrícola que comentas, ¿cuál es su composición? ¿Carga sólida por
disolución de tierra, contaminantes por productos sanitarios…?

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CR: ¡De todo! Lo que llega es un desagüe de todo. Desde contaminantes farmacéuticos, hospitalarios,
residuales, agrícolas, etcétera. Lo que observamos cuando se agravan las lluvias son toneladas
de material sólido que van a terminar al lago. Existe una autoridad para el manejo sostenible
de la cuenca del lago de Amatitlán y sus entornos, que tiene un presupuesto anual de unos 80
millones de quetzales, que son alrededor de 8 millones de dólares, cuyas acciones están más
enfocadas en reaccionar en lugar de en remediar. Entonces, cuando sufrimos esas crecidas del
río por las lluvias y llegan toneladas de material sólido su trabajo se enfoca en disponer de bardas
para la eliminación de este material.

RF: Es decir, que a ese cuerpo de agua le llegan, por una parte, las aguas servidas de los núcleos
urbanos; y, por otra parte, procedente de las áreas agrícolas, llega un vertido por escorrentía
con carga sólida por arrastre de materiales sueltos térreos, pero también de excedentes en
fitosanitarios o en productos de abono, etc. Y, todo esto, conduce a una situación que es la
que justamente tratas de remediar con tu trabajo. ¿Cuál es el grado de deterioro del agua del
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

lago? ¿Es lo mismo en aguas superficiales que en las más profundas? ¿Qué régimen de mezcla
tiene el agua?

CR: El lago tiene una dinámica muy interesante. A raíz de la construcción de una línea férrea a principios
Científicas por el medio ambiente

de siglo XX, hacia 1920, el lago quedó dividido en dos secciones. Una sección este y una sección
oeste que tiene el aporte del río Villalobos, proveniente de la ciudad, y del río Michatoya que
también es utilizado como fuente de irrigación por la industria azucarera. Esta división del lago
por más de 100 años ha desencadenado dos condiciones distintas a nivel ecológico, mostrando
un metabolismo diferencial. El sector este del lago, hace 50 años, dada su proximidad a la ciudad
capital, servía como un bien estético para la población, gozaba de un teleférico turístico, y se
construyeron a su alrededor casas de veraneo de familias adineradas que aún hoy prevalecen junto
a conocidos campos de golf. El sector oeste, sin embargo, recibe toda una influencia antrópica de
contaminación y muestra sus mayores índices de contaminación de plomo, de metales pesados,
etc. Por desgracia, carecemos de bases de datos históricas y no conocemos como estaban las
concentraciones de agroquímicos, contaminantes farmacéuticos, u otros tipos de contaminantes
en su pasado reciente. Este lado, que recibe el desfogue de dos ríos, muestra una contaminación
más de nivel industrial y de aguas servidas. Con el tiempo, el lago ha ido perdiendo su belleza
escénica y se ha visto volcado a un proceso de deterioro. Un proceso de contaminación que
se denomina eutrofización, causado por el aumento de nutrientes en el agua, principalmente
nitrógeno y fósforo, procedentes mayoritariamente de la actividad humana. La eutrofización es
muy distinta a ambos lados del lago.

¿Cómo mediar esta diferencia en la remediación de este cuerpo de agua? En primer lugar, debemos
tener la información base. Una premisa que forma parte de los estudios que realizo para investigar
esta diferenciación entre los dos lados del lago. Un estudio que puede contribuir, por ejemplo, a
que las autoridades locales y gubernamentales entiendan que el tratamiento tiene que ser distinto.
El lado este debe ir más enfocado a la parte agrícola, y el lado oeste más hacia la regulación de las
partes altas de la cuenca.

En Guatemala el reto es grande, porque existen acuerdos ministeriales o gubernamentales que


regulan la calidad del agua. A diferencia de Europa, que tiene un ‘consejo de agua’ para la Unión
Europea, y existen directrices que pueden ser modificadas según el contexto local, en Guatemala
los controles son independientes en cada región y no hay un consenso común. Por ejemplo,
los controles del nivel de calidad de agua para la red urbana son más laxos que los existentes
en otras regiones del país. Y esto se debe, en parte, al cabildeo de las personas. En el lago de
Amatitlán las personas que desfogan, con algún tipo de impacto negativo para sus aguas, han
tratado de llevar a cabo gestiones para orientar las decisiones de las autoridades o actores
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políticos, con el fin de lograr una legislación más laxa. De este modo se ahorran impuestos,
multas y pérdida de control. Esta es una de las consecuencias de la corrupción que existe en el
país. En otros aspectos, la legislación ha logrado más éxitos, por ejemplo, en Guatemala el 47 %
de la población somos indígenas de origen maya, y digo somos, porque me considero de la etnia
ladina que incluye a indígenas y a cualquier tipo de mestizo. Existen 23 grupos étnicos con sus
diferentes lenguajes y cosmovisiones. Unas cosmovisiones en las que el ser humano es parte
del metabolismo cósmico y es también parte de un todo, a través de las cuales se ha pedido una
legislación más acorde con su modo de entender la existencia.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
RF: ¿En qué consiste tu trabajo al tratar de encontrar una solución?

CR: Yo trabajo con el objetivo de incorporar el conocimiento local ecológico. Un ejemplo es la defensa
del uso de plantas acuáticas como medida biotecnológica para eliminar contaminantes. En mis
estudios en el lago de Amatitlán, esta biotecnología verde puede sonar muy poco prometedora.
La idea imperante en Ciudad Capital es que la tecnología nos salve de los problemas ambientales
creados por los humanos. En un contexto urbano y occidentalizado, esperar que una planta con su
metabolismo regenere de manera natural el ecosistema puede llevar mucho tiempo, sin embargo,
esta biotecnología es mucho más prometedora en el contexto del lago Atitlán ya que en este lago
el manejo ancestral de plantas acuáticas ya existe. Hace 2000 años una planta acuática a la que
nosotros llamamos tul (Typha domingensis) fue llevada, por las comunidades ancestrales, hasta las
orillas del Lago de Atitlán con el fin de mantener el lago en sus niveles tróficos normales.

RF: La cuestión de la cosmovisión es un concepto que en labios de según qué europeo, más o
menos fashion, suena a pose, aunque, en la posición en la que tú la describes suena distinto
dado su vínculo a poblaciones cuyo imaginario ha integrado esa forma de ver las cosas de
manera completamente espontánea y natural desde siempre. En este caso, no estamos ante
una posición frívola de pose, sino de una continuidad en el imaginario. Estas plantas a las cuales
te estás refiriendo, ¿serían plantas flotantes?

CR: El tul, o Typha domingensis, es una planta acuática, enraizada, con forma de grandes gramas,
situada en la orilla del lago. También existen las plantas sin corneas que son un bien estético,

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como el conocido jacinto de agua, y son reconocidas como potentes acumuladores de metales
pesados. Actualmente, en mis estudios, estamos investigando la biorremediación desde la
perspectiva sociocultural. Por ejemplo, en el lago de Atitlán las plantas son totalmente acuáticas,
sin embargo, hace muchos años fue introducida la planta Hydrilla verticillatta, una especie
totalmente sumergida y no local que se reproduce rápidamente hasta desplazar a las especies
nativas. En la década de los noventa, la Hydrilla verticillata empezó a extenderse, no sólo en el
lago de Amatitlán, sino en otros lagos, y empezó a generar una idea colectiva según la cual, ‘la
planta alienígena’, como se apodó, había llegado para convertir nuestros lagos en pantanos. La
gente empezó a extraerla, con el fin de erradicarla, llegando a vivirse un poco de psicosis ecológica
por la planta, algo que despertó mi interés por ella y su propagación. Al estudiar la ecología de
la Hydrilla verticillatta descubrí que podía acumular una toxina que puede generar problemas de
salud, así que miré de averiguar si también podía llegar a acumular otros contaminantes.

RF: ¿El lago Amatitlán es un lago estratificado?


Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

CR: Sí, es mesotrófico, pero no existe información de la mezcla de ese lago.

RF: ¿Qué profundidad tiene?


Científicas por el medio ambiente

CR: El lago de Amatitlán tiene una profundidad de 23 metros. No demasiado si lo comparamos con el
lago de Atitlán, de 423 metros de profundidad.

RF: Estás trabajando con una vegetación helofítica, ribereña y enraizada pero también estás
trabajando con vegetación flotante. En todo caso, una vegetación que ocuparía las zonas
periféricas. En cuanto a las cianobacterias, ¿qué observas?, ¿retención de algunos elementos
concretos como la fijación del exceso de nitrógeno?, ¿de qué forma se desarrolla el metabolismo
bacteriano en los cuerpos de agua?
CR: Existen algunos cuerpos de agua que están más limitados por el nitrógeno, y en los que las
cianobacterias se ven favorecidas cuando hay un cambio leve en el nitrógeno. En cambio, existen
otros ambientes que están más limitados por el fósforo, como es el caso del lago de Amatitlán,
y cuando el nivel de fósforo varia se produce una proliferación de estas algas pertenecientes
al filum cyanobacteria que denominamos Microcystis aeruginosa. Estas algas pueden afear
el ambiente y desprender mal olor cuando se descomponen, pero, en el caso de Microcystis
eeruginosa, se sabe que puede producir por lo menos 100 metabolitos diferentes de una toxina
que se llama microcistina, que, en los países desarrollados, es parte de la norma de calidad de
agua para aguas naturales. Hay un límite de 1 microgramo por litro, considerado lo permisible
que tiene que haber en aguas recreativas para poder utilizarlas. En Guatemala existen varios
lagos que tienen florecimiento de diferentes especies de cianobacterias, pero hasta hace muy
poco no se sabía nada de estas toxinas llamadas microcistinas. Como era algo desconocido
para nuestro país, y de hecho para Centroamérica, hace muy poco que usamos una prueba
rápida, con metodología de inmunoflorescencia, para identificar la toxina. De esto modo ahora
ya existen más informes sobre su estado en los últimos años; pero fue justo cuando reportamos
la presencia de microcistina en el lago de Amatitlán que pudimos confirmar que el lago está
hipertrófico, contaminado, y además es tóxico.

Al confirmar la presencia de esta toxina, la idea, de nuestro grupo de investigación, fue estudiar
por qué estas plantas existían de un modo tan exuberante en un ambiente tan tóxico y
contaminado. Hay animales que son capaces de metabolizar esta toxina y eliminarla, pero las
plantas la acumulan, llegando a descubrir que esta toxina puede ser modificada dentro de la
planta, hasta el punto de que la sustancia que se acumula en ella no es tóxica. De esta manera,
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un pez expuesto al agua que acumula esta toxina, sin embargo, no se intoxica cuando ingiere
la planta. Hemos llegado a la conclusión de que estas plantas son biorremediadoras, tanto para
metales como para otros contaminantes agrícolas y farmacéuticos.

RF: Entiendo pues que la idea sería crear un anillo perimetral de ese conjunto de plantas con el
objetivo de capturar los contaminantes propiciadores de la eutrofización del lago para frenar la
expansión de cianobacterias en el agua.

CR: Así es.

RF: Por otra parte, y por lo que comentas, esos elementos tóxicos generados por las cianobacterias
a su vez son susceptibles de ser retenidos y, en cierto modo, desnaturalizados por la vegetación.

CR: Sí. En la toxicología un factor clave es la dosis, todo es tóxico o no tóxico en función de la dosis.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

Las concentraciones de toxinas microcistinas que se encuentran en el agua del lago de Amatitlán
es de 90 microgramos por litro, un 90% más de lo permisible. Una dosis que las plantas pueden
transformar. Durante el estudio me centré en este componente tóxico, pero cuando hablamos de
biorremediación debemos pensar en la diversidad de contaminantes existentes. De manera que,
Científicas por el medio ambiente

muy probablemente, un sistema funcional, y que en su momento propusimos, sería la creación de


una combinación de sistemas donde existiese ese componente de plantas acuáticas que velara por
la eliminación de toxinas. Un componente posterior a la combinación de otros tratamientos, pues
las plantas tienen también un metabolismo limitado y no pueden salvar un lago ellas solas, aunque
sí pueden constituir a la eliminación de ciertos tóxicos. Son ideas que existen, propuestas que,
todo y no ser tecnología punta, podrían ayudar. Por desgracia, en Guatemala se considera que hay
problemas más básicos que recuperar un lago y devolverlo a su estado natural. En el imaginario
de los políticos, de los administradores, la nuestra es una propuesta que tienen apuntada en su
agenda, sin ninguna prioridad.
RF: En todo caso, el lago de Amatitlán ha experimentado un proceso de deterioro que interfiere
en su propia dinámica y fauna pero que además limita los usos lúdicos y recreativos a los que
tradicionalmente la población se vinculaba. ¿Pero, qué ocurre con el resto de las captaciones
hídricas de la zona? Imagino que el agua que se potabiliza y se distribuye en la población no se
bombea desde el lago, sino desde otras partes. ¿Es así? ¿En tal caso, de dónde procede el agua
potable para la Ciudad Capital?

CR: El tema de la distribución de agua potable a nivel urbano para la Ciudad Capital es actualmente, y ha
sido durante estos últimos 20 años, causa de muchos conflictos. Hoy en día la Ciudad Capital sufre
de un déficit hídrico muy alto. Las fuentes subterráneas de agua, que eran la fuente convencional
para subsidiar a la población que antes era de 2 millones, ya no da abasto. Los pozos, que antes
iban de los 10 a los 20 metros, ahora tienen que llegar casi a los 100 metros de profundidad para
encontrar agua. Esta deficiencia se empezó a atisbar hace ya 50 años y lo que se ha llevado a cabo,
por lo menos en Ciudad Capital, es traer agua de otras fuentes. Por ejemplo, para abastecer la
Ciudad Capital se ha ido a buscar agua hasta el altiplano de la región de Chimaltenango, situado
a unos 60 kilómetros aproximadamente; sin embargo, en 2016 hubo una protesta ciudadana
descontenta por el discontinuo abastecimiento de agua, una situación muy agravada en un
municipio, muy cercano al lago, denominado Villanueva, en el que a veces sólo disponían de dos
horas de agua potable al día. Tenemos una necesidad hídrica tremenda.

RF: Esto me remite a la comparativa del principio de nuestra charla, pues la experiencia nos muestra
que, aunque los contextos sean distintos, la presión antrópica acaba generando problemas

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parecidos. Es decir, partimos de situaciones distintas, pero acabamos administrando problemas
semejantes: en Guatemala partimos de una situación muy distinta a la de Barcelona, con
independencia de la existencia de un cuerpo de agua como son el lago de Amatitlán o el lago
Atitlán que pueden ser vistos por su propio interés ecológico y recreativo, pero al final resulta
que compartimos problemas parecidos. Problemas que yo creo que, en realidad, tienen la
totalidad de los países del mundo. Desde mi experiencia, y para aportar una pequeña reflexión
en este punto de la charla, debo confesar que, tras haber trabajado en ambientes muy distintos,
siempre es lo mismo al final: acaba faltando agua. Claro que, que falte agua en un lugar como
Barcelona en el que caen una media de 500 mm de lluvia al año es fácil de comprender, la
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
sorpresa viene cuando falta en lugares como Guatemala, con una media de 2.000 mm de lluvia
al año. Pero si reflexionamos sobre ello, la cosa no resulta tan sorprendente.

En primer lugar, como has aludido al principio, en Guatemala hay dos estaciones, por lo que
esos 2.000 mm no se distribuyen de una forma regular; situación común en el mundo. No
basta con tener mucha agua en un momento determinado, hay que tener agua cada día.
Con lo cual, se presenta un primer problema de pauta de distribución a lo largo del año. En
segundo lugar, se debe considerar cómo esa agua se comporta a lo largo de su recorrido,
desde que cae hasta que llega. En Ciudad Capital estás hablando de una zona kárstica,
también en Barcelona tenemos parte del territorio netamente kárstico y también zonas de
naturaleza caliza o por lo menos muy permeables. Si hay zonas kársticas lo más probable es
que haya acuíferos, aunque en el caso de Barcelona los acuíferos son más de origen aluvial
y suelen encontrarse en los grandes conos fluviales y en las desembocaduras donde estos
conos se acaban desarrollando en forma de deltas.

A nivel histórico, el agua que utilizamos en Barcelona procedía del bombeo de las dos
grandes zonas de acuíferos en el Delta de Llobregat y en el Delta del Besós, agua que ahora
sólo supone un 25% del total de agua consumida. Con el paso de los años, y el incremento
de la demanda, empezaron a usarse aguas superficiales, que ahora representan un total
de otro 25%. Estas aguas superficiales deben ser tratadas de modo severo para lograr su
potabilización, con procesos de filtrado, clorado, ósmosis inversa, tratamiento con rayos
ultravioletas, etc. Pero llega un momento, y aquí van llegando las convergencias entre
nuestros respectivos países, en que con esto no basta y se recurre a traer agua de otros
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lugares, aguas que hoy en Barcelona representan un 50% del agua consumida. Una acción
que supone, de un modo más o menos camuflado, trasvases de cuenca. El resultado final
es que las grandes aglomeraciones urbanas, como consecuencia de todos estos procesos,
acaban necesitando agua más o menos lejana y acaban produciendo disfunciones en alguna
otra parte.

No quisiera terminar sin tratar un tema fundamental y vigente, tanto para Guatemala como
para Barcelona, y es que hay que regenerar el agua. Hasta ahora, hemos vivido tres etapas
en la distribución de agua en los grandes núcleos demandantes. Primero, el uso del agua
que había en el lugar. Segundo, una etapa muy tecnológica en la que parecía que la solución
era llevar agua de cualquier otra cuenca, en el caso de Ciudad Capital proveniente de los
altiplanos de Chimaltenango y en el caso de Barcelona del río Ter. Tercero, una etapa de
auténtica regeneración. Una regeneración cuya base se centra en la idea de que toda
el agua es en sí agua regenerada, lo que sucede es que es agua regenerada por el ciclo
natural. El agua se evapora y por lo tanto se destila, forma las nubes, y cae en forma de
lluvia purificada. Todo esto, que lo enseñamos en las escuelas, no solemos reproducirlo
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

tecnológicamente. ¿A qué clase de tecnología habrá que remitirse en un futuro bien próximo?

En Barcelona, el consumo de agua por persona y día es de 110 litros. Pero, la presión
sociológica por un entorno limpio, como la que Claudia está llevando a cabo al defender un
Científicas por el medio ambiente

lago en mejores condiciones, aplicado aquí a la calidad de las playas, nos ha llevado a defender
la idea de la conveniencia de tratar las aguas servidas, ya que estamos contaminando el
entorno. Una tercera etapa que nos llevaría al vertido de un agua razonablemente limpia. Tan
razonablemente limpia que, en estos momentos en Barcelona, se da la siguiente paradoja:
el agua que vertimos al mar es mucho más limpia que ese 25% de agua superficial que
obtenemos del río Llobregat. Tratamos el agua residual con tan gran esfuerzo que queda
mucho más limpia que el agua que captamos del Llobregat 10 kilómetros más arriba y que
sometemos al proceso de potabilización. Es una situación absurda. Desde el año 2020, una
parte de esa agua tratada ya se vierte aguas arriba del punto de captación del Llobregat, de
modo que es captada en la planta de potabilización y reinyectada al sistema. El objetivo,
asumido por la Agencia Catalana del Agua y por las autoridades del área metropolitana de
Barcelona, es que la totalidad del agua tratada sea regenerada, y que empecemos a funcionar
como un semi-circuito cerrado. Lo estamos haciendo de modo experimental y, con cierta
anticipación, en Santiago de Chile a través de Aguas Andinas, una compañía vinculada a Aguas
de Barcelona. Un objetivo que abre unos horizontes extrañamente interesantes si tenemos en
cuenta que utilizamos la tecnología para volver a rescatar los procesos espontáneos. Y creo
que esto está llamado a revolucionar el manejo del agua antrópica en el mundo. ¿Cómo lo ves?

CR: Con respecto a la regeneración, quiero destacar que cuando en ecología hablamos de regeneración
esta depende de los contextos. Guatemala tiene una dualidad entre el conocimiento occidental
y el conocimiento ancestral, y yo soy partidaria de una mezcla de ambos. Tengo esas ideas, dos
cosmovisiones del mundo. A fin de cuentas, la historia es una montaña rusa que nos ha llevado
hacia la tecnocracia, con cambios políticos y económicos que nos empujan a recuperar nuestra
naturalidad, ¿verdad? La especie humana es una de tantas especies. Hemos tratado de ignorar
nuestra naturaleza dentro de los ecosistemas, de creernos por encima de sus leyes, pero, al final,
nuestras acciones nos están llevando a volver a ellas, a regresar al respeto de la naturaleza de la
que formamos parte y de la que dependemos. La regeneración debe considerar estas visiones
del mundo. En mi región, la tecnología puede ser aceptada desde la visión occidental, pero no
por el 47% de la población que no comparte dicha cosmovisión. Con mis investigaciones sobre
biotecnología del metabolismo de las plantas y las toxinas, y su biotransformación, miro de
acercarme a los problemas de la ecotoxicología desde un contexto local. En Guatemala, yo no
puedo dar una respuesta a través de un laboratorio y decir: ‘Esta es la tecnología que usted debería

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implementar y que podemos replicar en todos los lugares’. Mi experiencia al regresar fue que la
tecnología debe ser diseñada para el contexto y pensando en los habitantes que deben aceptar y
aplicar dicha tecnología.

Considero que Guatemala goza de una gran oportunidad, gracias a la dualidad de conceptos, hay dos
ciencias que coexisten y que van paralelas. Lamentablemente, nuestra historia no nos ha permitido
aprender el uno del otro. Aquí se ha sentido que los métodos de manejo de la funcionalidad de la
sociedad han sido impuestos por los políticos, mientras que la parte de la población maya vive en
paralelo. Ellos tienen sus propias tradiciones, sus propias acciones. Hay ejemplos icónicos, como la
‘Organización de los 48 cantones’ en Totonicapán, un grupo totalmente maya que aboga por sus
recursos naturales, incluida el agua, algo que llevan haciendo 3.000 años. No tenemos el desarrollo
socioeconómico y tecnológico de otros países. El nuestro es un país relativamente joven pero que
dispone de un conocimiento ancestral; yo estoy tratando de entender como la ciencia occidental
puede conversar con la ciencia ancestral para acortar la brecha que separa a ambas comunidades.
Es cierto que no tenemos mucha información sobre los contaminantes farmacéuticos, por ejemplo,
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

pues son tóxicos recientes, pero su manejo, así como la provisión de servicios ecosistémicos
del agua y sus contaminantes puede abordarse desde la dualidad que suponen lo ancestral y lo
tecnológico. Podemos adoptar, y lo hemos hecho, tecnologías de manejo occidentales, pero
lamentablemente, su éxito se ve reducido al no considerar a la mitad de la población, la cual tiene
Científicas por el medio ambiente

su propia tecnología y conocimientos y podrían aportar soluciones alternativas. Por eso, para mí, el
concepto de regeneración, de recuperar, o de abastecer a la población de un recurso tan vital como
es el agua, debería incluir el conocimiento de diferentes saberes.

RF: Pienso que esto sería, y lo digo con convencimiento, todo un tema para abordar en una sesión
específica sobre la coexistencia en el tiempo de cosmovisiones distintas con todo lo que ello
conlleva. Sin embargo, en cuánto a lo que nos ocupa en este momento, creo que conviene darse
cuenta de algunas realidades complementarias a las que expones. En realidad, tal y como yo lo
veo, es que tecnológicamente en muchas ocasiones se ha perdido el sentido de la proporción
y el sentido de las cosas que se están haciendo, de modo que el artefacto se ha comido al
concepto. Y esto es intrínsecamente negativo, una situación que las personas que vivimos en el
mundo de la ciencia y de la tecnología debemos admitir y combatir. Pero, a la vez, creo que hay
que darse cuenta de que todas estas tecnologías, en el contexto europeo, representan la forma
ancestral de funcionar. Es decir, que estas tecnologías han surgido como resultado de nuestra
propia cosmovisión. No es que la tecnología se haya comido nuestros saberes, sino que esta
es el resultado de una evolución de estos saberes. El manejo ancestral del agua en el contexto
europeo y euroasiático es interesantísimo, y lo que sabemos del agua lo hemos extraído de
todas estas experiencias anteriores. Lo que quiero decir con todo esto, es que se nos presenta
el reto de admitir que debemos ser capaces de encontrar la manera de evitar una coexistencia
traumática entre diferentes culturas, y que resulte educativa en ambas direcciones, tal y como
comentas. Pienso que has expuesto dos cosas muy interesantes, además de tus líneas de
trabajo en concreto: nos has puesto en contacto con una realidad sociológica manifiestamente
distinta a la nuestra, lo cual es enormemente interesante, motivante, y fascinador; a la vez
que has resumido una línea interesante al identificarte como una persona que se autocalifica
como latina pero que, por otra parte, está desarrollando su trabajo en Berlín, algo que te
confiere una gran capacidad para comprender todas estas realidades de las que nos ha dado
una enriquecedora muestra durante esta sesión. Quiero agradecerte que nos hayas hecho
participar de todos estos saberes.

CR: Muchas gracias. Quisiera terminar la intervención con un mensaje del libro sagrado de los
Cakchiqueles, que se llama Popol Vuh, considerado como la biblia de los mayas, en el que se
dice: ‘Quién no cuida su tierra no se ama a sí mismo’. Una lección que, si no hubiésemos olvidado,
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nos habría evitado muchos problemas.


Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
El bosque
17 de noviembre de 2021

Tatiana Espinosa (TE)


Ingeniera en Ciencias Forestales con Maestría en Manejo y
Conservación de Bosques Tropicales en el CATIE (Costa Rica) con 15
años de experiencia en gestión y manejo de bosques en la Amazonía,
así como en adaptación al cambio climático en Perú y Mesoamérica.
Acreditada por la International Analog Forestry Network como
capacitadora en Forestería Análoga para la restauración de bosques.
En el año 2019 ganó el Jane Goodall Hope and Inspiration Ranger
Award.

Hoy protege un área de casi 1.000 hectáreas de selva amazónica, donde ha realizado inventarios
de árboles en peligro de tala ilegal, así como monitoreo de aves, mamíferos, anfibios y reptiles. La
investigación de las especies que ahí se mantienen protegidas es uno de sus principales enfoques,
por la importancia que tienen para el equilibrio del ecosistema. De esta manera, se puede incentivar
a las poblaciones locales y a la comunidad en general a tomar medidas para la conservación del área.

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También ha logrado desarrollar un modelo de conservación dirigido a cualquier persona en el mundo
que quiera ser parte de la conservación del ecosistema amazónico apadrinando árboles y hectáreas
del bosque mediante plataformas virtuales de adopción desde la web www.arbioperu.com.

Àlex Richter-Boix (ARB)


Doctor en Biología con 15 años de experiencia profesional en el campo
de la investigación. Ha tratado temas de ecología, como la estructura
de las comunidades, el efecto de las especies invasoras, los efectos del
Cambio Climático sobre las especies, además de aspectos evolutivos
como la estructura genética de las especies y sus mecanismos de
adaptación. Ha gestionado varios proyectos, colaborado a nivel
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

internacional y publicado decenas de artículos científicos, además de


los libros de divulgación científica “El primate que cambió el mundo”
y “Genes”. En la actualidad trabaja en la Universidad Pompeu Fabra
(UPF) en el marco del proyecto de ciencia ciudadana Mosquito Alert.
Científicas por el medio ambiente
ARB: Muchas gracias a todos y muchas gracias, Tatiana, por venir. Es un orgullo y un placer poder
hablar hoy contigo y aprender junto a ti. Para dar comienzo a esta charla, me gustaría
preguntarte por tu proyecto de reconocimiento internacional, ‘Arbio Perú’. ¿Podrías hacernos
una breve introducción al mismo?

TE: Muchas gracias, un gusto estar aquí. Arbio Perú es una asociación, sin fines de lucro y fundada
en 2010, con la que trabajamos en la Amazonía peruana, concretamente, en la región de
Madre de Dios, situada en la frontera entre Brasil, Bolivia, y Perú. Es una organización liderada
por mujeres con la que trabajamos para tender un puente entre las personas y el bosque,
para así lograr una conservación compartida. Nuestro objetivo es poder compartir todas las
actividades que realizamos en el bosque, a nivel de investigación y de conservación, tanto con
las personas, a nivel individual, como con el sector privado, ya que se trata una responsabilidad
real de todos.

ARB: ¿Por qué te has centrado en esta región de Perú en concreto?, ¿fue una casualidad, una
oportunidad?, ¿cómo has llegado hasta este lugar?

TE: Yo llego a Madre de Dios en el año 2003 por motivos laborales y vinculados a mi formación
profesional. Por esos tiempos trabajaba en una ONG vinculada a la conservación que me
llevó hasta Madre de Dios, lugar en el que realicé mi tesis para el título de ingeniera forestal,
centrándome en la zona de los Bosques de Castaña, un tipo de bosque, el de castaña
amazónica, que solo crece en esta región. Ahí me interné mucho tiempo en la selva y descubrí
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mi pasión por el trabajo de campo, que me hizo decidir que quería trabajar para el bosque y
desde el bosque. Al poco tiempo, tuve la oportunidad de solicitar un área de concesión situada
en Madre de Dios. Durante esos años el estado peruano estaba otorgando concesiones, áreas
de bosque en concesión, para diferentes modalidades y esta zona la estaban adjudicando para
reforestación, algo extraño, considerando que suelen ser áreas con bosques en buen estado
de conservación, por lo que reforestarlas resulta algo contradictorio.

ARB: ¿Se concedían para reforestación zonas que ya eran boscosas?

TE: Exacto. Justo por eso, la motivación de pedir esta área fue para evitar que una compañía,
empresa o persona con ánimo de lucro, la solicitara teniendo en cuenta que legalmente
podía cortar los árboles justificando que luego iba a reforestar. Había que hacer algo al
respecto. En ese momento, como ya trabajaba con estos temas, sabía cómo realizar estas
solicitudes, pues hay que formular todo un expediente al estado peruano con los mapas
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

y la justificación necesaria. Solicité el área en 2004 y, después de dos años de trámites


burocráticos, me la otorgaron a mi nombre por un plazo de 40 años renovables. En realidad, yo
no sabía muy bien qué hacer con el bosque. Sólo tenía claro que lo estaba salvando para que no
lo talasen. Sin embargo, al poco tiempo, viajé a Costa Rica para estudiar un posgrado, volviendo
a Madre Dios en 2009 con nuevas ideas y herramientas con las que poder realizar un proyecto
Científicas por el medio ambiente

interesante a partir del bosque, y de la responsabilidad de cuidarlo y gestionarlo. Así fue como,
en el año 2010, nace Arbio, que significa “Asociación para la Resiliencia del Bosque frente a la
Interoceánica”. Actualmente este proyecto está liderado por 4 mujeres: me acompañan mis dos
hermanas y la guarda parque, Estrella.

La interoceánica es una carretera que se estaba construyendo, y que se terminó en Madre de


Dios en el año 2012. Sabemos que las carreteras en el Amazonas generan mucha deforestación,
y que representan el inicio de todo un proceso de pérdida de bosque. Por ejemplo, esta misma
carretera, en su tramo por Brasil, deforestó 50 kilómetros a cada lado de esta. El bosque, del que
soy responsable, está situado a 30 kilómetros de la carretera interoceánica, y lo que queremos
lograr en Arbio es que el bosque sea lo más resiliente posible frente a sus impactos negativos.
La interoceánica viene desde Brasil, conecta el Océano Atlántico con el Pacífico, y cruza el
continente de este a oeste. La deforestación que deja a su paso es un hecho factible. Madre
Dios está situado en una zona donde recién se estaba generando un núcleo de deforestación,
sobre todo por causa de la tala ilegal y cambio de uso hacia cultivos.

ARB: ¿Cuál es el objetivo principal de la carretera interoceánica?, ¿se trata de una carretera de
transporte que conecta Brasil con la Costa del Índico o fue una excusa para explotar el
Amazonas?

TE: Se supone que era una carretera para los camiones, para el transporte de los productos de
Brasil hacia el Océano Pacífico y facilitar así su traslado hacia Asia, pero en término reales no
pasan muchos de estos camiones por ella.

ARB: En vuestro proyecto me llama la atención que seáis todo mujeres, liderado por mujeres. ¿Esto
añade dificultades a vuestro trabajo en una zona que se caracteriza por la deforestación y
la minería ilegales?, ¿el hecho de ser mujeres supone algún tipo de desventaja en vuestro
desarrollo?

TE: Sí, la verdad es que sí. Es más complicado porque todo el sector forestal, maderable, ha sido
siempre muy dominado por hombres, y además estamos en un país y sociedad altamente

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machista. Sobre todo, es complicado el hecho de hacerte respetar, por ejemplo, cuando como
mujer le hablas a los madereros y estos no hacen caso, como si no existieras, y te tratan como a
la loca que viene a decir quién sabe qué. En cambio, si estoy con un hombre a mi lado, aunque
este no hable, ya me miran con otra cara y hay un poco más de respeto. La verdad es esta,
muchas veces he tenido que pedir a algún amigo que me acompañe al monte para obtener
mayor presencia y poder entablar una conversación con la gente en campo, que en su mayoría
son hombres.

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


Científicas por el medio ambiente
ARB: Cuando intentas detener un acto ilegal, ¿en nombre de quién hablas? ¿Te presentas como tú
misma o disponéis de algún tipo de apoyo estatal o gubernamental que te permita hablar en
nombre suyo?

TE: Es difícil. Hasta el momento la comunicación ha sido en nombre mío, como concesionaria y
finalmente como vecinos, pues en la cuenca todos somos vecinos y la idea es poder trabajar
en conjunto. Yo respeto el trabajo de los madereros, pero que respeten también el mío. En
nuestra zona, en el bosque que nosotras gestionamos, hay mucha madera dura considerada de
alto valor comercial de la que cada vez hay menos, dada la incesante tala de árboles desde las
concesiones de reforestación, y que hoy siguen cortando, cuando una se agota van cambiando
de especies y siguen…, por suerte, mi bosque está intacto, lo que genera tensión y algo de
peligro.

ARB: Por parte de las instituciones no tenéis ningún apoyo, ¿pero, con vuestro proyecto Arbio,
buscáis el apoyo de la gente, del ciudadano de a pie, al otorgarle la oportunidad de adoptar
un árbol o pequeña parcela para ayudar a contribuir su conservación?

TE: Sí, desde el año 2012 creamos una plataforma de conservación de hectáreas y ahora tenemos
una plataforma de conservación de grandes árboles. Justamente para que participen las
personas y pueda participar también el sector. Hay que ser creativos, hay que crear productos
diferentes, porque no existen fondos para organizaciones pequeñas como la nuestra.
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ARB: ¿Cómo lo hacéis para llegar a la gente? Lo pregunto por ser el tema de la conservación un
problema que hablo mucho con mis compañeros científicos. Una problemática que depende
de la existencia de un conocimiento muy científico y académico, como es el de la conservación
de un bosque o especie animal, y del que tanto la sociedad como los científicos tenemos
conciencia a pesar de que ni los políticos, ni nosotros mismos, hacemos nada por cambiar.
Incapaces de cambiar nuestros propios hábitos. Es un hecho, que cuesta mucho trasladar
un mensaje y provocar un cambio en la gente, para defender y proteger las cosas. Tengo
la sensación de que se habla mucho, desde el mundo académico y científico, de cuantificar
las cosas, de dar datos, de demostrar, pero que se habla muy poco desde el punto de vista
emocional. Los científicos tenemos el tabú de las emociones porque si hablamos de ellas
perderíamos objetividad como profesionales. Sin embargo, tengo la sensación de que para
llegar a la sociedad y tratar el tema de la conservación hace falta más sociología que ecología.
¿Cuál es tu experiencia?

TE: Pues sí, como tú dices. Tenemos que generar ciencia, pero también debemos comunicar esta
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

ciencia, y comunicarla no sólo a través de datos sino también como un tema tan vital como
lo son los bosques y los ecosistemas. Es vital, y urgente, detener la destrucción de nuestro
planeta, y, por eso, hay que generar un vínculo de reconexión de las personas con la naturaleza.
Un vínculo que hemos perdido y que debemos recuperar, creando nuevamente esa empatía
Científicas por el medio ambiente

por la vida, comenzando por nosotros mismos, y luego hacia fuera, con la naturaleza para así
poder valorarla. Te puedo dar datos, te puedo dar cifras, pero eso no dice nada. Las cifras no
te dicen nada, las cifras y una imagen, de repente, te dicen un poco más.

ARB: Las emociones, ¿no?

TE: Sí, hay que generar emociones. Hay que generar empatía.
ARB: Y el mostrar emociones, con tus compañeros científicos o académicos, ¿te genera problemas?

TE: En mi caso no me considero tan científica, aunque sí hago ciencia en el bosque. No sé si por
ser mujer o por otros motivos, yo sí trato de añadir más feeling a lo que hago y lo comparto
en redes a través de fotografías y vídeos. Muchas veces, en este contenido, aparezco mirando
hacia los árboles o abrazándolos. Es cierto que me dicen que le pongo mucho sentimiento,
¡cómo si eso fuese malo! La verdad, me parece genial que me tilden de sentimental.

ARB: Comparto esta impresión: las emociones son realmente necesarias. Hoy en día, en el caso de
la deforestación de los bosques, todos estamos muy concienciados de su importancia para
combatir el cambio climático. Se sabe que los bosques son necesarios porque nos ayudan
a capturar el CO2 y ayudan a impedir que se sobrecaliente el planeta, pero al mismo tiempo
estos mensajes a veces nos llevan a situaciones contradictorias como la que tú expones.
Situaciones como las concesiones para reforestar un bosque sin tener en cuenta que un
bosque recién reforestado no es lo mismo que un bosque primario. Un bosque no es un
simple conjunto de árboles sino mucho más. ¿Cuál es la diferencia entre un bosque primario
y unas plantaciones o un bosque reforestado? ¿Por qué es tan necesario proteger el bosque
primario?

TE: Como dices, los bosques primarios están otorgando servicios ecosistémicos muy importantes
que una reforestación o plantación no puede reemplazar. Un bosque primario es un bosque que
tiene una estructura vertical, desde plantas pequeñas de cobertura como son los helechos, las

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lianas, las epifitas, las plantas trepadoras, a una cantidad de diversidad de árboles que va entre
200 y 300 especies distintas por hectárea. Una diversidad que genera un hábitat increíble
para montones de organismos. Sin olvidar el suelo, pues el suelo es una capa repleta de vida
y de millones de organismos que viven en él para poder degradar toda esta biomasa que se
genera. El bosque primario no es solo árboles, sino que va mucho más allá. Los árboles son la
base y la estructura del bosque, pero la biodiversidad es fruto de todo lo que estos generan.
En cambio, en una plantación, con sólo tres o cuatro especies presentes, es imposible imitar la
funcionalidad de un bosque primario.

Hablando de servicios ecosistémicos, un bosque va mucho más allá del carbono y de la


captación de CO2. Un vínculo muy importante es el que existe entre los bosques y el agua.
Los bosques generan agua, cada árbol está bombeando grandes cantidades de agua a la
atmósfera. El bosque amazónico, el bosque tropical gigante del que gozamos en Sudamérica,
genera muchísima agua. Un solo árbol grande bombea una media de 1.000 litros de agua al
día; mediante las raíces la succiona del subsuelo y la envía hacia el cielo a través de las hojas
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

por evapotranspiración. De este modo se crea un río volador, conocido como ‘flying river’, que
mueve más agua que el propio río Amazonas, un hecho alucinante. Este fenómeno también
se caracteriza por los vientos del Océano Atlántico que empujan este río volador hacia los
Andes hasta generar lluvias, y allí alimentar nevadas y glaciares, que dan origen a los ríos que
Científicas por el medio ambiente

alimentan toda la costa sudamericana. De aquí el peligro de que el abastecimiento de agua


en ciudades como Lima, y en la gran mayoría de ciudades de la costa sudamericana, peligre si
continuamos deforestando la Amazonía.

Este vínculo con el agua es el más importante de la Amazonía, más allá del carbono, si tenemos
en cuenta que el bosque amazónico no está capturando mucho carbono. Los árboles capturan
carbono cuando crecen, pero un bosque primario, maduro y estable, ya no captura tanto,
aunque sigan creciendo plantas. La cantidad de carbono más importante de este tipo de
bosque es el que ya se ha acumulado en el suelo, en las raíces, en los árboles, en toda la
biomasa, y que justamente se puede perder al deforestar.
ARB: ¿Estos ciclos corren riesgo con el cambio climático? Hace poco leí que el cambio climático, y
el exceso de calor, puede alterar estos ciclos al cambiar la relación entre la fotosíntesis y la
respiración de los árboles.

TE: Así es, corren riesgo tanto por el cambio climático como por la deforestación. El cambio
climático provoca que todo esto se vulnere y se altere.
ARB: Hace poco, me sorprendió mucho un artículo sobre biodiversidad en el que se alertaba que
la deforestación actual está poniendo en peligro a casi más de 10.000 especies, entre las que
se incluyen 8.000 especies de plantas y más de 2.500 de animales. Aunque debe de ser una
cifra subestimada pues, como ya sabemos, serían muchas más especies si también hubiesen
tenido en cuenta a los pobres invertebrados, teniendo en cuenta que estos se cuentan a
centenares y miles en el hábitat de un solo árbol.

TE: ¡Imagina si es grande la diversidad que en un solo árbol grande de la especie shihuahuaco
se han encontrado 5.000 especies de insectos distintos! En una sola hectárea de bosque
amazónico se hallan una media de 432 toneladas de CO2, que representan entre 120 y 150
toneladas de carbono, más de 400 especies de plantas, y entre 150 y 300 especies de árboles.
El bosque es un sistema muy complejo que ha coevolucionado durante miles de años, y por
eso no podemos alterarlo sin más, pues si alteras una de las especies que lo componen estás
alterando todo el sistema.

ARB: Cuando trabajé en Argentina, justo uno de los estudios a los que nos dedicamos fue el
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de comparar zonas sin deforestar con zonas forestadas y zonas abiertas. Durante esa
investigación pudimos observar que, en las zonas deforestadas, la temperatura sobre el suelo
y sobre las charcas que utilizaban los anfibios para reproducirse aumentaba mucho, entre
3 y 4 grados, pues el microclima que genera un bosque sobre el suelo quedaba totalmente
alterado. Los anfibios de esas zonas ya no podían sobrevivir a esas temperaturas. Entre un
bosque primario y un bosque deforestado cambia todo el ecosistema.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
TE: Exacto, y hay especies que son más vulnerables, como es el caso de los anfibios, que lo pasan
terrible.

ARB: Y las especies pequeñitas también, las que viven en el sotobosque.

TE: Como dices, hay muchas especies que no son estudiadas, y ni siquiera sabemos qué les sucede.
Hablamos siempre de vertebrados, de mamíferos..., ignorando a otros muchos grupos. Nos
encontramos ya en la sexta extinción masiva de vertebrados del planeta, y entre ellos estamos
los seres humanos. La quinta fue causada por un meteorito, pero esta vez se debe a nuestra
conducta. Somos nosotros mismos los que nos estamos autodestruyendo, a nosotros y a gran
parte de las especies.

Cuando hablábamos del peligro que corremos a causa de la deforestación, debemos tener
en cuenta que la Amazonía está llegando a su punto de no retorno. Y esto es importante
saberlo, porque cuando se sobrepase este límite de deforestación la Amazonía puede entrar
en colapso. Un sistema puede soportar ciertos disturbios, pero hay un momento en el que
colapsa. Existen unos límites a la resiliencia de la que hablamos antes. Hay indicios de que
la Amazonía está entrando en un periodo de colapso. Las consecuencias de la deforestación
son: una reducción de la biodiversidad, la degradación del bosque, y el cese de emisión de
toda el agua que solía emitir creando los ríos voladores, dejando de brindarnos los servicios
ecosistémicos clave. Las consecuencias son negativas, tanto para los millones de personas que
en Sudamérica dependemos de su agua como para toda la humanidad a nivel global. Es una

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situación extremadamente grave.

En Perú estamos deforestando muchísimo. El año 2020 hemos batido el récord de deforestación
a nivel histórico. En plena pandemia, porque había menos autoridades, menos gente en el
campo, menos control, menos fiscalización, con toda la ilegalidad disparada. Incluso, sólo
durante la pandemia, asesinaron a cinco defensores ambientales; uno de ellos en Madre de
Dios, cuidando una concesión similar a la nuestra. Perú es un país netamente amazónico, más
de la mitad del territorio está cubierto por la Amazonía. Después de Brasil, es Perú el segundo
país del planeta con mayor cantidad de bosque amazónico. Por ello, es clave lo que sucede
aquí. A medida que un bosque se va degradando, va perdiendo los servicios que nos ofrece. No
sólo es importante que exista el bosque, sino también que no esté degradado. Las causas del
deterioro pueden ser muchas, desde la presencia de carreteras, a la eliminación de los árboles
principales, o la pérdida de humedad en el suelo que aumente la probabilidad de incendios,
etc… hay tantas.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

Otro de los grandes factores o causas de la deforestación es la minería. La minería aurífera, en


el territorio de Madre de Dios, no sólo deforesta, sino que también contamina con mercurio y
arsénico, y conlleva muchísimos problemas sociales, como es la trata de personas, entre otras
cosas, dejando un paisaje desolador a su paso. Otro problema es la implantación de cultivos
agrícolas. Al cortar los grandes árboles el bosque pierde valor, porque ya no tiene más madera
Científicas por el medio ambiente

‘valiosa’, y acaban por cortar todo lo que queda en él. Lo queman con fuego y luego instalan
monocultivos. Justo en la zona donde nosotros trabajamos han plantado cacao, maíz y papaya.

ARB: Estas son las principales amenazas en la zona donde tu trabajas.

TE: Exacto, en Madre Dios, y también en Perú, a nivel general. Otra causa, más impactantes todavía
en Brasil, es la ganadería y los monocultivos a nivel industrial como serían la soja y los cultivos
transgénicos. Aunque en Perú todavía gozamos de una moratoria a los transgénicos, que ojalá
siga vigente por tiempo, que hace que no suframos tanto por la ganadería. Por eso, siempre
digo que en Perú todavía hay esperanza, pues aquí sufrimos de la agricultura a pequeña escala.
Es más fácil trabajar con los pequeños empresarios que con las empresas gigantes. Aquí, a
gran escala, solamente hay plantaciones de palma aceitera en la zona de San Martín, y de
cacao en la zona de Loreto Selva. En la agricultura a pequeña escala que sufrimos en Perú,
tras la deforestación, se quema la zona para limpiar lo que queda e instalar monocultivos, sin
embargo, cuando los bosques de alrededor están degradados, muchas veces, se pierde el
control de los incendios y arden zonas del bosque que no deberían haberse incendiado.

ARB: Y en estas zonas, como la tuya, que son concesiones para reforestar, ¿la gente realmente
hace un esfuerzo por su reforestación a pesar de su explotación?

TE: Hasta el momento, lo único que han hecho es cortar madera y no se ha reforestado nada.
Incluso en estas concesiones forestales llevan a cabo el mismo proceso de cortar madera,
quemar la zona, y su cambio de uso, pese a que se supone que está prohibido.

ARB: ¿No hay control sobre esto?

TE: No, no hay control. Y, de repente, surgen carreteras en medio de la selva por las que empiezan
a transitar camiones. Carreteras que en un inicio no parecen muy grandes, pero son muy
dañinas.
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ARB: ¿Carreteras para retirar los árboles que cortan?

TE: El tema es que normalmente en la Amazonía cuando se corta madera se transporta a través
de los ríos, pero en el caso del árbol shihuahuaco la cosa cambia, pues es una especie de
madera muy densa y pesada que no flota. En consecuencia, abren grandes carreteras para
poder trasladar la madera del shihuahuaco. Y al crear estas carreteras, generan mucha más
deforestación y degradación.

ARB: Entiendo que el árbol más buscado, hoy en día, es el shihuahuaco. He leído, en tus estudios,
que el shihuahuaco puede llegar a tener una antigüedad de 600 años, estamos hablando de
árboles que ya estaban allí antes de que los europeos llegaran al continente. ¿Qué importancia
ecológica o biológica tiene este árbol?
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

TE: Así es, el más buscado ahora es el shihuahuaco y más del 80% del shihuahuaco en Perú se
encuentra en la zona de Madre de Dios. El 15% de los árboles que estudiamos tienen más de
1.000 años y, como bien dices, la edad promedio es de 600 años. Son árboles muy longevos y
antiguos, son monumentos naturales. Son árboles emergentes que sobresalen por encima de la
Científicas por el medio ambiente

copa de los otros árboles. Son pocas las especies que son tan altas como ellos en el ecosistema
amazónico. Se trata de una especie clave que cumple múltiples funciones ecológicas en el
bosque. Los grandes árboles están unidos por redes subterráneas, compuestas por sus raíces
y hongos, a través de las cuales comparten agua y nutrientes. Los árboles más grandes están
conectados con los más jóvenes para proporcionarles agua y nutrientes, pero también para
compartir información. Funcionan como redes neuronales.

ARB: ¿Conectan sólo con individuos de su especie o también con otras especies de árboles?
TE: Se ha descubierto que también lo hacen con otras especies de árboles. Son colaborativos.

ARB: Así pues, el bosque funciona como el ecosistema ficticio de la película ‘Avatar’. La idea de
que todos los organismos están conectados entre sí, comparten información, comparten
recursos.

TE: ¡Es tal cuál!, y de los árboles más grandes depende la supervivencia de los más jóvenes, ya que
estos disponen de menos recursos. ¡Imagínate toda la sabiduría de la que goza un árbol de
1.000 o 800 años! Cuando se le caen las ramas viejas dejan unos huecos que son aprovechados
por los guacamayos, unas aves muy llamativas y coloridas. Estos nidos solo se forman cuando
se trata de individuos muy longevos, con las ramas bien extendidas. Un shihuahuaco de 100
años no le sirve al guacamayo, deben tener por lo menos 500 años. Aquí otro motivo por el
que no se deben cortar los árboles considerados viejos, pues estos siguen muy vivos, dando
semillas y regenerándose. ¡Hemos llegado a encontrar shihuahuacos vivos de hasta 1.300
años, y todavía no sabemos si puede llegar hasta los 2000 años! Desgraciadamente, son
estos árboles, también denominados los árboles madre del bosque, los que se están cortando
por motivos industriales; y al talarlos, se está eliminando un rol clave del ecosistema. Los
shihuahuacos son los ‘hub’, son el centro de energía de las grandes redes que conectan el
bosque. Lamentablemente, en Perú sufrimos un récord de deforestación. A lo largo de 2020
se deforestaron más de 200 mil hectáreas, lo que equivale a destrozar una superficie de 1.150
estadios de fútbol al día, en las cuales, cada día son talados 504 shihuahuacos.

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ARB: ¿Qué situación legal tienen los shihuahuacos? ¿Por dónde se distribuye?

TE: El shihuahuaco se distribuye por toda la Amazonía, son varias especies de Dipteryx., que es
el nombre científico del género de estos árboles. En todo Perú hay 3 variantes, luego hay
otras que se distribuyen más hacia Brasil y otras hacia Bolivia. Pero, Dipteryx también hay en
Centroamérica, en Panamá y en Costa Rica, país en el que sí protegen a este árbol que ellos
llaman ‘el almendro’ ya que las especies del género Dipertyx se caracterizan por un fruto con
una cáscara muy gruesa en cuyo interior encontramos una almendrita. Lo protegen porque en
ellos anida la lapa verde, un guacamayo que está en peligro de extinción. Lamentablemente,
en Perú no está protegido por la demanda de pisos de parqué y el poder de la industria
maderera. Actualmente, cada día se talan más de 500 árboles de shihuahuaco. Con ello, no
sólo perdemos los pilares del bosque, sino que, al mismo tiempo, se genera toda una terrible
cadena de deforestación: después de talarlos el bosque pierde valor, lo que lleva a que se
termine por cortar todo lo que queda y fabricar carbón con los restos que quedan, como
ramas y raíces arrancadas. El carbón de shihuahuaco es considerado de muy buena calidad,
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

por tratarse de una madera tan densa, y se vende en la capital de la región: Puerto Maldonado.
Lugar, donde hay un gran incremento de consumo de pollo a la brasa, por lo que cuánto más
pollo a la brasa consuma la gente más carbón de shihuahuaco se requiere. La cuestión es que,
después de deforestar la zona, le prenden fuego e instalan monocultivos en su mayor parte de
Científicas por el medio ambiente

maíz para darle de comer a esos pollos que luego cocinan a la brasa.

ARB: Estos árboles entiendo que no forman bosques como tal, sino que aparece un individuo
solitario y a unos 300 metros otro y así sucesivamente. Por este motivo, cuando van en su
busca, arrasan con todo lo que hay en medio.

TE: Exacto, crecen de un modo disperso. Y, además de arrasar con todo, está la inmensa carretera
que deben crear para llegar a cada uno de los árboles. Es terrible.
ARB: Y, a nivel político, me dices que no hay ningún tipo de protección hoy en día.

TE: La comunidad científica ya se ha manifestado. Hay todo un movimiento en contra de su tala, sin
embargo, hasta el momento, esta especie no ha sido categorizada como una especie amenazada.
Legalmente se puede cortar, se puede vender, se puede exportar. Aunque obviamente, a la
vez, existe muchísima ilegalidad. Hacen falta más de 300 años para que un shihuahuaco llegue
al diámetro mínimo de corte, y no vas a esperar más de 300 años para que la especie se
reponga. Su crecimiento es muy lento, tanto, que llega a crecer un milímetro o hasta menos de
un milímetro por año.

ARB: Desde la comunidad científica, ¿qué se está haciendo para intentar que este árbol suba de
categoría de protección?
TE: Se intenta, pero la presión de la industria es enorme. Tanto es así, que el servicio nacional forestal
se ha quedado mudo, hace más de seis años que estamos a la espera de la categorización de la
especie, pero de momento nada, no se manifiestan. Sin embargo, WWF Internacional (Fondo
Mundial para la Naturaleza) sí ha propuesto que todo el género Dipteryx entre en un apéndice
de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especie) con toda la justificación
científica que acredita que hay que proteger al árbol.

ARB: Claro, porque toda esta inacción política y hasta académica, es la que da lugar a que seáis
los agentes sociales y los activistas los que acabáis protegiendo el bosque y el territorio.
Un problema, si tenemos en cuenta que en muchas zonas del mundo y en Sudamérica, en
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particular, hay defensores de la tierra y de la conservación que sufren amenazas de muerte


e incluso asesinatos. En tu caso, ¿has sufrido algún tipo de amenaza o has sentido algún tipo
de violencia por tu dedicación?

TE: Hay una preocupación constante, permanente. En el campo todos usan escopetas para cazar
animales, todos están armados. A veces, sucede que estamos dentro de nuestros linderos y
de repente se escuchan escopetazos, ya sea porque están cazando o para advertirnos de que
no nos acerquemos mucho. Y sí, hemos sufrido algunas amenazas, aunque hasta el momento
no ha habido violencia y esperemos que así siga. En nuestra región, en Madre de Dios, hubo
un asesinato en 2020. Mataron con dos disparos a la cabeza a Roberto Pacheco, defensor
ambiental. Él cuidaba de su concesión ambiental para evitar que la ocuparan los mineros
ilegales. El tema de la minería es peor aún que el de los madereros, más peligroso.

ARB: Me sorprende mucho lo que planteas. Tengo la sensación de que, con la excusa de estas
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

concesiones, en el bosque amazónico se está siguiendo un mecanismo de explotación


similar al que seguimos en Europa. Por ejemplo, cuando yo vivía en Suecia, recuerdo que
muchas parcelas en las que trabajaba, de un año para otro, aparecían arrasadas a causa de
su explotación para el uso de la madera. Aunque, en este caso, se trataba de parcelas en
Científicas por el medio ambiente

bosques templados, fascinantes bosques boreales, en los que crece una sola especie, que
además crece relativamente rápida, y que reforestan a sabiendas de que en 20-30 años
podran volver a explotar. En Suecia, casi no existen bosques maduros, quedan, como quien
dice, cuatro parcelas de bosques primarios, y todo son bosques jóvenes con la pérdida que
esto supone. ¿Tú ves viable este modelo en la Amazonía?

TE: Este es el gran problema. Lo que se está haciendo en el sector forestal es imitar este tipo
de modelos que dividen toda un área en parcelas de 20 años, correspondientes a los ciclos
de corta. Pero aquí no es viable. ¡Aquí, un shihuahuaco habrá crecido como máximo 2 o 3
centímetros de diámetro en 20 años! Aun así, lamentablemente, el manejo forestal que se
está realizando en Perú es este, esperando que dentro de 20 años puedan volver a cortar en
la parcela inicial, aunque no funcione, algo que ya observamos en las concesiones que dieron
en 2002-2003.

ARB: ¿Existen estudios o seguimientos de algún tipo al respecto? Por ejemplo, a través de las
concesiones de parcelas que se reforestaron ya hace casi 20 años.

TE: Estudios públicos no. Habrá que preguntar a las grandes empresas de explotación de madera
en qué se basan para seguir este de tipo de manejo, y te van a decir: ‘Porque es legal.
Porque me lo aprueban. Porque el estado me dice que lo puedo hacer y lo hago.’ Lo peor,
es que no existe información y no hay estudios sobre las especies que están cortando. Del
shihuahuaco ahora empieza a haber un poco más de información, y podemos afirmar que su
tala no es sostenible; pero como el shihuahuaco, hay muchas otras especies de madera dura
que actualmente están siendo explotadas de las que ni tan siquiera conocemos su ciclo de
vida, ni su edad, ni la función que está cumpliendo en el ecosistema. Lo que sí sabemos es la
trazabilidad de la madera, la densidad de la madera, el secado de la madera y otros aspectos
técnicos de la madera. Se están estudiando los árboles como un producto y no como seres
vivos que nos lo ofrecen todo; al final, dependemos de la salud de los bosques; si ellos están
enfermos, también enfermaremos nosotros como sociedad. ¡Es increíble que no se esté
estudiando el ciclo de vida de los árboles antes de convertirlos en producto comercial!

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ARB: ¿En qué tipo de producto comercial se convierten los shihuahuacos?
TE: El shihuahuaco se utiliza para pisos de parqué. En el mercado local, sobre todo de Lima, los
apartamentos nuevos están creados con este tipo de parqué. A nivel internacional, China es el
principal comprador, aunque España también lo compra.

ARB: ¿Es madera de lujo? Igual que sucedía con la caoba.

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


Científicas por el medio ambiente
TE: La caoba ya casi la extinguimos, y eso que no era una madera tan dura, pero se apreciaba
su acabado y el hecho de que no se pica gracias a su durabilidad natural, entre otras cosas.
La caoba crece en una media de 30 años, el shihuahuaco no. La madera de shihuahuaco es
considerada madera de súper lujo y es peor aún. El problema radica en que no le damos valor
a los árboles en pie. Ya hemos hablado de todos los beneficios de los árboles en pie: albergan
vida, bombean agua, almacenan carbono, etc., y aún así siguen sin tener valor comercial en
comparación con el árbol talado.

ARB: Volvemos al tema del principio, ¿por qué no llega a la sociedad este conocimiento tan valioso?
¿Cómo comunicamos este problema?

TE: Toda esta madera de países tropicales que se está exportando queda exenta de normas con las
que vetar o prohibir su extracción. Tal vez, una posible solución sería intervenir en la demanda
y fijarnos en los compradores. ¿Por qué compran madera de árboles que están causando la
deforestación de la Amazonía?

ARB: Esta madera cuando se vende, ¿lleva algún tipo de etiquetaje? ¿Si un español compra madera
de shihuahuaco, tiene alguna manera de saber las consecuencias de su acción?

TE: La madera de shihuahuaco la venden de manera legal e irónicamente la llaman sostenible:


‘Madera Sostenible de Cumarú de la Amazonía’, ‘Cumaru Ironwood’, ‘Shihuahuaco’, tiene varios
nombres porque así también marean un poco al comprador. En serio, la llaman de un montón
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de formas y todas son Dipteryx.

ARB: ¿Se vende como madera ecológica?

TE: Dicen que es sostenible, aunque no lo es, y se acogen al hecho de que es legal. Ahora están
empezando a llamarla ‘responsable’ y colocarle nuevas etiquetas. Nos encontramos ante un
conjunto de empresas que son legales, y que al menos reforestan, a las que se suman todas
aquellas que además lo hacen de manera ilegal y generan un cambio de uso del suelo. El hecho
es que, tanto si es de manera legal como ilegal, es lamentable que se corten árboles como el
shihuahuaco, y no solo por su lento crecimiento, sino también porque sabemos que tienen
muy poco reclutamiento, es decir, no hay suficientes árboles juveniles que vayan a remplazar
a los árboles adultos que se están cortando.

ARB: Si dices que tienes una media, en tu parcela, de shihuahuacos de 600 años, se entiende que
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

hay muy pocos juveniles.

TE: La gran mayoría son viejos, hay algunos juveniles, pero poquísimos. Por algún motivo que
desconocemos hay un gran hueco generacional. Algo debió suceder hace 500 o 200 años que
Científicas por el medio ambiente

no dejó que los árboles continuaran, pero no lo sabemos.

ARB: Lo peor de todo es que se está explotando un bosque sin ningún tipo de conocimiento
científico.

TE: No se está utilizando el conocimiento científico, sino que estamos a expensas de las
necesidades de demanda, de lo que la industria solicita. Entonces, si China quiere pisos
de parqué, y crea una gran demanda, Perú hace todo lo que China quiera; aunque sea a
expensas de degradar el bosque amazónico.
ARB: ¿Y tú crees que existe algún tipo de explotación sostenible del bosque amazónico? ¿Un
sistema como el que comentábamos anteriormente del bosque sueco?

TE: Si, en el bosque sueco ya existen problemas, porque carecen de bosques maduros,
imagínate con estos bosques altamente biodiversos. Soy consciente de que se va a
seguir extrayendo madera, pero, por lo menos, deberían dejar de cortarse las especies de
madera dura. Mi visión es que estamos en plena crisis climática y pandémica y el bosque
amazónico cumple un rol importantísimo en todo esto. ¡Dejemos de sacar madera del
bosque amazónico! Si queremos madera hay que plantarla. En Perú disponemos de más
de 8 millones de hectáreas que no tienen bosques, áreas degradadas donde sí habría que
plantar madera para luego cosecharla. Pero el bosque amazónico cumple otras funciones,
como proveernos de medicinas y otro tipo de productos no maderables. Al cortar los grandes
árboles estamos matando a la gallina de los huevos de oro. Al final, no podremos ni dar
respuesta a las demandas comerciales. Hoy China supone el destino del 70% del parqué de
shihuahuaco, y Europa el 30% restante, destacando Francia, Bélgica, Dinamarca y Holanda.

Es muy fácil blanquear madera, muchas veces las certificadoras lo que certifican es la trazabilidad
del producto. Es decir, esta madera viene de este bosque. Pero no te dicen que esa especie
de árbol no es sostenible, de manera que el cliente compra muy contento al leer el certificado
que confirma que vienen de Perú y que todo es legal. Este es el problema.

Hablando de ciencia, ya que me preguntabas sobre la necesidad de estudiar los grandes


árboles. Nosotros, a pequeña escala, estamos llevando a cabo, en el bosque, un estudio sobre

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los árboles de madera dura en peligro de tala, aquellos que están comercialmente valorados;
para ello identificamos la especie, geolocalizamos los árboles, tomamos datos, estudiamos su
fenología, sus épocas de cosecha y semillas, y recolectamos las semillas con la intención de
poder reforestarlos en un futuro. Todos los árboles que estudiamos están en nuestra web, a
disposición de cualquier persona que quiera escoger uno de ellos y adoptarlo con la finalidad
de protegerlo.

ARB: Entonces, ¿cualquiera de nosotros puede adoptar un árbol de los que tenéis identi icados?

TE: Exacto, cualquier persona del mundo puede adoptarlos. Se puede adoptar un shihuahuaco,
que es la especie emblemática, y la que más nos hemos dedicado a estudiar por ser la más
amenazada, pero también hay quinillas y catahuas, entre otras. La quinilla, por ejemplo, es de
madera muy dura y sobre todo se utiliza para crear columnas en las casas de la selva, pero
todavía no sabemos la edad de estos árboles.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

ARB: Nos queda claro que no sabemos casi nada sobre el bosque y que, sin embargo, lo estamos
perdiendo a un ritmo vertiginoso.
Científicas por el medio ambiente

TE: Así es, pero nosotras, vamos a seguir protegiendo el bosque.


La biodiversidad
1 de diciembre de 2021

Brigitte Baptiste (BB)


Brigitte Baptiste está considerada una experta internacional en temas
ambientales y de biodiversidad, y además es una importante líder en
diversidad de género. También ha sido un referente en la consecución
de importantes puentes entre la política, la academia y la ciencia.
De hecho, fue elegida como una de los 25 expertos mundiales de la
Plataforma Intergubernamental para la Biodiversidad y los Servicios
de los Ecosistemas (IPBES).

Preside el Comité Asesor de Políticas Científicas del IAI (Iniciativa


Ambiental Interamericana para el Cambio Global) y es miembro activo del Comité Científico del
Programa Global PECS (Ecosystem Change and Society). En 2018 recibió el Premio Fulbright a la
Excelencia en Colombia y en 2019 el Premio en la categoría Medio Ambiente Colombiano Ejemplar.

Se licenció en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia y cuenta con una Maestría en


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Conservación y Desarrollo Tropical de la Universidad de Florida. Es Doctora Honoris Causa en Gestión


Ambiental de Unipaz, y durante diez años fue directora del Instituto de Investigación de Recursos
Biológicos Alexander von Humboldt. Actualmente, es rectora de la Universidad Ean, institución de
educación superior enfocada en el emprendimiento sostenible.

Vladimir de Semir (VS)


Es un reconocido periodista y profesor universitario especializado
en comunicación científica y médica. En la actualidad es presidente
del Consejo Asesor y del Consejo Social del Centro de Estudios de
Ciencia, Comunicación y Sociedad de la Universidad Pompeu Fabra
de Barcelona; coordinador del área de Periodismo y Divulgación de las
Ciencias del máster de Comunicación Científica, Médica y Ambiental
de la Barcelona School of Management-UPF y coordinador del módulo
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

de Periodismo científico del máster de Periodismo Barcelona-NY. Ha


sido subdirector del diario La Vanguardia (1983-1997).
Científicas por el medio ambiente
VS: Brigitte Baptiste es una de las científicas más respetadas de Latinoamérica, actualmente una
de las rectoras de la Universidad EAN, Escuela de Administración de Negocios en Colombia,
enfocada en el emprendimiento sostenible. Hemos convenido que esto va a ser un debate
abierto y no muy formal, por tanto, me ha permitido que haga una pequeña introducción casi
personal. Estamos a punto de cumplir 30 años de la famosa declaración sobre medioambiente
de Río de Janeiro, donde se desarrollaron veintisiete puntos centrados en el desarrollo
sostenible cuya validez continúa vigente. También se cumplen 50 años de la primera cumbre
del clima que se celebró en Estocolmo en el año 1972, un evento que fue un intento de
sensibilizar políticamente la toma de resoluciones adecuadas. Hace 30 años escribí el libro
‘Salvar la Flora y la Fauna. Comprender la naturaleza’, muy inspirado en lo que había escrito un
año antes Edward O. Wilson en su obra sobre biodiversidad The Diversity of Life, quien marcó
un antes y un después en el ámbito de la conservación de la biodiversidad. Considero que,
desde entonces, tanto mi sensibilización sobre la biodiversidad como la del público general ha
avanzado. Ha avanzado en aspectos políticos, como en la creación de consejerías de medio
ambiente, o de organismos que se ocupan del tema antes ignorado. Aún así, cuando miro con
perspectiva lo que hemos avanzado en temas de conservación, confieso que soy bastante
pesimista. Prefiero ser realista y sorprenderme un día descubriendo que mi pesimismo es
erróneo. Llevo tantos años con esta sensación. Sigo esperando a que realmente avancemos.
No hay que olvidar que, como alguien dijo antes, un pesimista es un optimista con experiencia,
y yo tengo mucha experiencia. Hemos visto las últimas reuniones de la Cumbre del Clima, la
última en Glasgow este 2021, y tengo la impresión de que desde las últimas cumbres a pesar
de que hayamos avanzado en sensibilización, e incluso a nivel político, no hemos avanzado a la
hora de actuar ni de resolver los problemas. ¿Crees que soy pesimista? Tú me has dicho, y aquí

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me avanzo, que eres una optimista radical, ¿es así?

BB: Así es Vladimir, pero no sé si es porque no estoy bien informada.

VS: ¡Jajaja, no creo que no estés bien informada!

BB: En gran medida, creo que la nuestra es una profesión de fe. Confío mucho en que la complejidad
y, en cierto sentido, la falta de información que tenemos en todos los frentes haga que no estemos
detectando las buenas noticias suficientemente a tiempo. Nuestro énfasis occidental, y a veces un
poco nihilista, nos lleva a una visión un poco más desesperanzada de lo que hay en realidad. Lo que
está claro, es que los datos del cambio climático nos golpean fuerte a la cara y de manera diaria,
pero tengo hijas jóvenes y en cierto modo me siento obligada a construir escenarios positivos,
escenarios esperanzadores. Durante nuestra juventud nos acostumbramos a la amenaza de la
bomba atómica, a la sensación de que el mundo se iba a acabar cada día. Recuerdo que, durante mi
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

infancia en Bogotá, a los siete años, cavaba refugios antiatómicos en la huerta de mi casa pensando
que ese sería el destino de la humanidad. Llegué a crear un agujero de dos metros en el que me
hubiese podido sepultar accidentalmente sin que hubiese estallado una bomba atómica. Por eso,
creo que hay razones para pensar que, aunque es cierto que el discurso se ha mantenido y no ha
Científicas por el medio ambiente

parado de dar vueltas sobre si mismo, están pasando cosas en muchas partes del mundo para
sobreponernos al pesimismo. Y esto es lo que quiero compartir, el mensaje de algunas visiones
disruptivas del ambientalismo y de la manera en la que interpretamos el funcionamiento del
mundo y de su evolución.

Como bióloga me satisface mucho leer sobre los descubrimientos que se logran vinculados
al funcionamiento ecológico del planeta. Se está avanzando mucho, gracias, por ejemplo, a los
satélites que aportan datos que desconocíamos hace 20 o 30 años. Actualmente, disponemos de
la posibilidad de utilizar la tecnología a favor de la construcción del conocimiento, y de así poder
divulgar y liberar todo este conocimiento de un modo masivo a través de los medios. Gran parte de
mi trabajo en el Instituto Humboldt de Colombia tuvo que ver con la construcción de un sistema
de información en biodiversidad. Un sistema público accesible a cualquier persona a través de una
página web y desde la cual puede descargarse información sobre las especies animales y vegetales
de Colombia. También en el desarrollo de un software para revisar la distribución y comportamiento
de las poblaciones, y las historias que arman alrededor de la biodiversidad con la que conviven. El
sistema permite a los alumnos de las escuelas conocer los miles de aves, otros animales y plantas
que tienen a su alcance, y trabajar todo tipo de tareas, crear juegos o redactar poemas a partir de
esta información. De todos modos, considero que la conciencia sobre la complejidad biológica del
mundo sigue siendo algo muy incipiente y tal vez aquí radica la controversia principal de lo que hay
que hacer hacia el futuro. Una cuestión que volverá a plantearse el próximo año en China, donde
se celebrará una nueva versión de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, y en la que
se adoptará un nuevo plan para el 2030. Es cierto que vamos de plan en plan, pero peor sería no
tener un plan.

VS: ¡Y tiro porque me toca!

BB: Una de las razones por las que no fui a la Cumbre Climática de Glasgow fue el hecho de que entre
las delegaciones masivas que representaban a los países llegaron a ser 37.000 personas, mientras
que apenas 200 pudieron tomar parte en las negociaciones directas.

VS: 400 aviones privados acudieron a esta Cumbre de Glasgow.


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BB: ¡Imagina la huella ecológica de todo esto! La ruta de adaptación y dignificación del cambio
climático está bastante estructurada y considero que pararse en un atril, en un podio, a exigir
que se aceleren las medidas cuando China e India dicen: ‘No podemos’, o cuando Europa está
con el gasoducto siempre en vilo y el invierno encima, y nadie quiere enfrentarse a Putin en este
momento, es si más no extraño. Sin embargo, una visión como la que quiero compartir puede
plantear la idea de que hay sorpresas positivas en las que podemos confiar, pero que conllevan
un precio en la construcción cultural del conocimiento. Aquí es donde quiero hablar sobre la
construcción del conocimiento ecológico en clave queer. Voy a empezar con la imagen de una
noticia de prensa, publicada hace poco más de un año. En ella leemos que se ha hallado en Ecuador
una abeja con la mitad de su cuerpo macho y la otra mitad hembra. Una mezcla de caracteres
que en biología denominamos ginandromorfología. No es un fenómeno nuevo en biología. Se ha
observado previamente en algunas aves y en otros muchos animales que tienen estos niveles de
intersexualidad. También entre los humanos existen personas intersexuales. Personas que, con
frecuencia, sufren violencia de género y violencia médica desde su nacimiento al ser asignadas
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

con un sexo erróneo, aunque éste no esté claro en su anatomía. A veces, se llega a intervenir
anatómicamente a estas personas, y al alcanzar la adolescencia reconocen que tomaron una
decisión equivocada y sin su consentimiento. Decisiones que pueden afectar gravemente su
identidad. Pero, volvamos a las abejas. Ellas no sufren por su ginandromorfología, aunque tampoco
Científicas por el medio ambiente

sé si la disfrutan. En el texto de la noticia en cuestión describe que ‘la abeja tenía una mandíbula
grande y robusta en el lado femenino’, que es el derecho; algo muy típico en las abejas: el carácter de
los órganos robustos para cortar y morder, mientras que el texto describe así la mitad izquierda:
‘el insecto tenía los rasgos delicados de un macho’. Es un detalle bonito por parte del periodista.
Uno esperaría que cayera en la descripción estereotípica al describir los rasgos de la abeja, pero
no. Huye de los estereotipos humanos, sin embargo, la noticia nos habla de cómo los humanos
acostumbramos a hablar del género y del sexo como si fueran la misma cosa. Se suele hablar
de macho-masculino en el mismo sentido, y de hembra-femenino también en el mismo sentido,
uniéndolo de modo inmediato al comportamiento y a la política. Un trascurrir muy particular.
En la siguiente fotografía que os muestro de la revista New Scientist, observamos el árbol nacional
de Colombia, la palma de cera del Quindío. Una palmera muy alta y hermosa de las montañas
andinas, que sólo existe en Colombia. Recientemente se está investigando mucho sobre ella
al encontrarse amenazada por la deforestación, aunque de momento, carece de medidas de
protección en ningún parque o área particular. Su área de distribución se encuentra en un área
muy poblada que está sufriendo una gran transformación ecológica, donde la tierra y el suelo
vale mucho dinero y es difícil tomar medidas de actuación. Actualmente, la palmera se salva por
la voluntad de los propietarios de las tierras que la valoran. Lo simpático de la palma de cera
es que, hace unos tres años, se demostró que esta especie cambia de sexo. Yo siempre hago el
chiste malo: nuestro árbol nacional es transexual y representa a un país, oficialmente católico
hasta hace muy poco, sin que yo, que por entonces trabajaba en el Instituto Humboldt, tuviese
nada que ver. Ellas solas, las palmas se rebelan contra el orden constitucional.

Entramos aquí en el espacio de la monstruosidad. Espacios de lo inadecuado, de lo proscrito, de


lo antinatural. Espacios en los que, como sucede en el caso de la abeja o en la palma de cera,
se plantea esta condición intermedia que abarca la distancia que va del macho a la hembra, de
lo femenino a lo masculino. Lo cierto es que, actualmente, no hay ninguna evidencia de que
en la evolución esta condición, que los humanos consideramos bipolar, sea real. Una condición
que, hoy en día, se comprende como una construcción cultural a través de la cual pretendemos
organizar el conocimiento y el mundo. Una condición, aparentemente natural, que se ha
expandido a todos los juicios acerca de los roles de género, de los derechos de las personas,
de la estética, de la salud, etc. Actualmente la comunidad LGBTIQ está viviendo una aparición,
un crecimiento, y una formalización muy elevada. Una comunidad, cada vez con más siglas, que

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reivindica su existencia y el hecho de ser absolutamente naturales. Pues, como bien apuntan
muchos autores, es una evidencia que el comportamiento de las especies contiene una gran
diversidad sexual. Si hubiese géneros entre los animales y las plantas, habría decenas de géneros.
Un hecho que también afectaría a la constitución de las familias y de las estructuras de crianza,
ya que esta también sería tremendamente heterogénea. De manera que somos relativamente
naturales, a pesar de la crítica con la que se quiere excluir a ciertas personas o con la que
se quiere construir un discurso de naturaleza que deja al margen la normalidad que nosotros
creemos que está operando.

SV: ¿Se sabe por qué la palma de cera cambia de sexo? ¿Lo hace por alguna razón en concreto? ¿Lo
ha hecho para adaptarse?

BB: Se trata de una condición genética, pero no sabemos si es una condición adaptativa. El núcleo de
tu pregunta es: ¿Por qué hay animales, plantas o personas gay por condiciones genéticas? ¿Por
qué no se han extinguido los genes de la homosexualidad si no dan lugar a la reproductividad?
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

¿Son antinaturales? La evidencia es que estos genes y estos individuos no desaparecen de


las poblaciones. Existen peces transexuales, ranas homosexuales y monos con todo tipo de
comportamientos. Debe haber alguna razón por la cual la diversidad sexual es relevante para
la evolución, un asunto que ocupa las investigaciones de la bióloga estadounidense Joan E.
Científicas por el medio ambiente

Roughgarden. Lo importante aquí es que los seres humanos hemos ido descubriendo que la
reproducción biológica ya no es una prioridad en nuestras sociedades. Somos demasiados,
y además debemos cuidar más a nuestras crías antes que tener muchas crías. Y así, vamos
liberando la noción de sexualidad atada a la reproducción biológica, aunque seguimos siendo
seres profundamente sexuales y la sexualidad sigue siendo la que genera la recombinación
genética y la potencia más grande de la evolución. Por eso, debemos replantearnos qué hacemos
con la sexualidad, dónde la ponemos y cómo la manejamos. Esta manifestación quedó muy clara
gracias al feminismo de los años sesenta y el advenimiento de las prácticas anticonceptivas,
sobre todo con la aparición de la píldora. Con ella podemos disfrutar sin procrear, de manera
más responsable, dejando a la sexualidad más identificada con el goce que con la reproducción:
un vínculo que generó grandes conflictos morales.

La pregunta que nos hacemos ahora es: en qué queda el género si la sexualidad se identifica con el
disfrute del cuerpo, con el goce de la práctica. En el pasado, el género estaba atado a la identificación
de los roles sexuales y de la potencial pareja sexual. ¿Qué hacemos con el género? ¿Para qué sirve
el género? Imagínate que estuvieses saliendo con una chica muy maja, fueseis a un motel a pasar
una noche, y descubrieras que se trata de un chico en lugar de una chica. ¡Ah, espantoso! ¿Y cómo
sabes que es un chico? ¿Por su anatomía? Entonces te preguntas si te gusta, y reconoces que te
gusta su sentido del humor, su capacidad para hablar de cosas interesantes, y por qué no, porque
te ha llamado la atención. Sin embargo, tu disposición a estar con esta persona se rompe por un
detalle anatómico que sobresale, entonces, ¿estamos comportándonos como los animales que
tratamos de dejar de ser al construir una cultura? Una construcción que nos mantiene unidos
como colectividad y que es capaz de sobreponerse a todos los determinantes biológicos.

SV: Este 23 de noviembre de 2021 salió en el diario El País la noticia de que dos cóndores en peligro
de extinción han tenido crías por reproducción asexual pese a disponer de machos cerca.
Según el artículo las hembras ya habían tenido descendencia por vía sexual en numerosas
ocasiones anteriormente, es el primer caso de partenogénesis conocido en cualquier especie
aviar donde la hembra tenía acceso a un macho.

BB: Sí, son cóndores de California y representan una señal. Una de las muchas señales biológicas de que
el sexo es mucho más diverso de lo que habíamos pensado y de las implicaciones que esto puede
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suponer en la construcción de lo adaptativo. Tratar de definir la naturalidad del comportamiento


humano es complejo. Pongamos el ejemplo de las avispas hiperparasitarias: avispas que depositan
sus huevos en el vientre de una araña, hasta que eclosionan y sus larvas devoran a la araña viva
desde dentro hasta salir. ¿Es esto natural? Sí, pero no lo querríamos de modelo político o familiar
para nosotros. En su lugar, sí aceptaríamos hablar de las avispas que cooperan entre ellas y que
son capaces de abrirse camino hacia el interior de un higo, al que fertilizan, hasta su maduración y
nacimiento. En el primer ejemplo, estamos ante una relación hiperdepredatoria y en el segundo ante
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
una relación de simbiosis. Como sociedad, tenemos la posibilidad moral de interpretar y escoger
qué ejemplos queremos utilizar para organizar nuestras instituciones o nuestro comportamiento
social. Pero, es tan natural hacer cosas tan espantosas, según nuestro criterio, como las de la avispa
hiperparasitaria, como hacer cosas positivas. Naturalizar el comportamiento no funciona.

Ya se discutía de ello en el siglo XIX, pero sigue vigente cuando, por ejemplo, vemos a
grupos feministas actuales reclamar que las mujeres trans estamos usurpando el ámbito de
los derechos de la mujer, considerando que las personas que no gozan de una experiencia
reproductiva, o de una anatomía femenina, no tienen derecho a ponerse en la posición de una
mujer que requiere una perspectiva de protección contra la violencia o de derecho particular.
Lo considero muy lamentable, ya que uno de los objetivos de la sociedad debe ser garantizar
que todas las personas tengan derechos equivalentes y que, de acuerdo con las diferencias
de las personas, exista un acceso a la salud, el asesoramiento, etc. Un rol muy importante de
la comunidad LGBTIQ, en la medida en que desnaturalizamos estas ideas o cuestionamos la
naturalidad, es volver a discutir sobre el valor de la independencia de la cultura. Hay que retomar
la noción de que es la diversidad la que construye soluciones constantemente. Se necesita
diversidad para sobreponernos a los problemas adaptativos del mundo. Problemas adaptativos
que no tienen porque ser necesariamente biológicos, pues no hablamos de que vayamos a
reproducirnos por partenogénesis o vayamos a hacer que las máquinas críen a nuestros niños
al estilo de Matrix, pero sí, recuperar una perspectiva en la cual quepan más formas de mirar e
interpretar el mundo, y, con ello, poder relacionarnos de una manera más positiva con el mundo.

¿Qué opciones tenemos de reconstruir la biodiversidad en un mundo en el que el 70% de

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las especies han sido desplazadas o reemplazadas por la biomasa humana, sus animales y sus
cultivos? El ser humano ha reducido las poblaciones de todos los animales. La ecología queer
surge, hace uno treinta años, como una propuesta de la diversidad humana entendida como
proceso creativo. Por eso, la teoría queer aparece en las humanidades, aparece en las artes, y
aparece en la literatura manteniendo, antes que nada, que la diversidad es lo que contiene la
capacidad creativa humana. Con el tiempo, aparecen autores como Catriona Sandilands, Joan
Roughgarden o Timothy Morton, que afirman que se trata de algo ecológico. Estos autores se
preguntan si se trata de una analogía, una metáfora, una correlación o si realmente la naturaleza
humana está imbuida por una capacidad de innovación que la lleva hacia una modificación
particular de sus identidades de género y de las prácticas sexuales como recurso adaptativo al
desastre que hemos construido en el pasado.

VS: ¿Y de ahí viene tu mensaje optimista?

BB: Exacto, de ahí viene mi mensaje optimista.


Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

VS: Perdona la comparación, pero esto liga con el mensaje de aquellos que, ante el acoso del
ser humano y de toda la acción antropogénica al planeta, dicen: ‘No, no, no importa, el
planeta ya reaccionará, ya sobreviviremos, esto siempre ha funcionado así...’. A pesar de que,
Científicas por el medio ambiente

evidentemente, el hecho demográfico sea un factor disruptivo. ¿Viene de ahí?

BB: Viene exactamente de ahí, y vuelvo al tema anterior sobre la monstruosidad del género. Algunos
piensan que eventualmente el planeta se adaptará, nos reorganizaremos y la vida continuará,
mientras la crisis ecológica causada por los seres humanos no se sostiene ni un siglo más sin
resolverse. Se cree que en 100 años sucederá algo drástico.

VS: ¿Y seremos de otra forma?


BB: Sí, seremos de otra forma. El miedo es que lleguemos a usar camisas como las que usamos hoy,
y que el cambio climático nos vaya a volver feos o muy guapos según se mire, algo meramente
estético (risas). Aquí hay un tema de fondo que Timothy Morton aborda en su libro Ecology without
Nature, donde considera que la interpretación ecológica del mundo y del papel de los humanos
en el mundo, tiene un fuerte componente estético. Sostiene que somos reacios a entender la
dinámica de la evolución y del cambio. Nos da miedo innovar demasiado, nos da miedo pensarnos
muy distintos a finales de este siglo. Lo que sucede es que ese ‘muy distintos’ puede significar
incluso extintos. Entonces, el ejercicio de supervivencia no es un ejercicio meramente artístico
ni ideológico sino material. ¿Y cuál es la materialidad de la supervivencia humana al final de siglo?
Esta es una pregunta que nos hacemos constantemente. ¿Vamos a sumergirnos en profundos
refugios para sobrevivir al desastre climático? ¿Vamos a habitar las vías del metro como en
las películas de Mad Max? En fin, no hay que ir demasiado lejos porque todos los escenarios
apocalípticos ya son muy distópicos. Pero, también disponemos de una ciencia poderosísima, algo
que ha quedado demostrado en esta pandemia gracias a la vacunación. Joan Roughgarden en su
libro Evolution’s Rainbow hace una compilación de la diversidad sexual, de la diversidad de género,
y de la diversidad de familias y de formas de criar, que en biología se ignoraron deliberadamente
en el siglo XX. Un siglo marcado por la ciencia masculina, por un filtro particular que se negaba a
reconocer que había comportamientos homosexuales y que existía la transexualidad en muchas
otras especies. Un fenómeno visible al que los prejuicios de los hombres científicos impidieron dar
cabida hasta nuestros días. Ahora hay una mirada queer que ayuda a identificar estos hechos en
el mundo. Si uno mira con unos ojos distintos, encuentra cosas distintas. La ciencia siempre debe
promover la diversidad de miradas. Afortunadamente, en ciencia, todo se puede volver a revisar.
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Debemos reflexionar cómo vivimos y cómo queremos vivir para definir nuestro papel en los
ecosistemas. ¿Qué tenemos que hacer? Hoy recibimos mensajes y soluciones desde todas partes,
por ejemplo, poco antes leía en ‘La Vanguardia’ que tenemos el precio más alto por kilovatio/
hora de la historia: 280 euros por kilovatio. Una locura. La noticia, nos daba consejos para reducir
nuestro consumo de electricidad: apagar las luces, bajar la calefacción, comprar más jerséis, comer
más chocolate, y más ideas para, en teoría, ayudarnos a superar la crisis a partir de lo individual.
Pero, hay una reflexión sobre nuestra identidad, y nuestra posición en el mundo, muy derivada
de nuestro cuerpo y de las prácticas sexuales, de cómo liberarnos de la fuerza de la sexualidad
reproductiva y utilizarla de manera constructiva para superar la crisis ambiental actual.

Cuando miramos la migración humana, observamos que hace apenas 200.000 años que salimos de
África y tras cruzar la Península Arábica llegamos a Colombia hace unos 14.000 años. Los humanos
hemos colonizado una gran diversidad de ambientes, del Polo Norte a los desiertos de Sudáfrica,
adaptándonos en cada lugar, construyendo en cada uno de ellos una cultura, un lenguaje y una
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

manera distinta de referirnos al mundo. Un fenómeno que ha generado una condición que apenas
ha empezado a estudiarse a fondo: la neuroecología, que estudia como nuestros sentidos, nuestro
sistema nervioso y nuestra capacidad de procesamiento neuronal se vincula con la historia y el
territorio material. ¿Cuál es la relación ecológica entre una persona, que lleva tres mil o cinco mil
Científicas por el medio ambiente

años vinculada a un ecosistema y que tiene toda una construcción biológica y cultural del lugar?
Es a partir de esta relación que las personas desarrollan ciertas capacidades, como los inuits,
famosos por sus innumerables palabras para describir el color blanco. Su capacidad perceptiva
y de supervivencia está amarrada a esa capacidad de nombrar el blanco. Estamos hablando de
ontologías, pero si hay cincuenta palabras para distinguir los blancos, es porque hay cincuenta
realidades materiales que los inuits pueden identificar.

VS: Y a conocer mejor la naturaleza.


BB: Claro, pero es un proceso muy particular, seguramente, a mí me pueden repetir los nombres más
de cien veces, que yo no los voy a aprender.

VS: Porque no los necesitas.

BB: No, no los necesito. Yo puedo hacer manifestación simbólica de que reconozco la existencia de
cincuenta objetos que tienen colores distintos, pero debo llevar a cabo un acto de fe al no estar
viviendo esos objetos. Aquí aparece un problema de intraducibilidad de las ontologías entre
las culturas. Por ejemplo, un pueblo bereber del desierto del Sáhara no piensa el mundo de
la misma manera que un indígena ticuna en la amazonia colombo-brasilera. Estructuralmente,
esos veinte mil años de indagar por el mundo de un modo material y racional distintos, han
conducido a ideas casi incompatibles del mundo. La idea del mundo está llena de valores,
comportamientos y juicios, referentes a los deberes y a los derechos, que se traducen en
instituciones. Y este sea tal vez uno de los problemas más grandes de la diversidad. Aceptarla
es una cosa, pero también hay que operar con ella, con toda esta diversidad de visiones. Hemos
construido ontologías muy distintas, algo que queda patente en las Naciones Unidas, donde
se hablan seis idiomas al mismo tiempo mientras se discuten ciertos temas, y los traductores
tienen la culpa. ‘No, yo no dije eso’, pero es que en árabe esta palabra no quiere decir nada.
Y, se acaba simplificando para poder entendernos en inglés, francés, ruso, árabe, chino o
castellano; y el resto que se las apañe. Perdiendo una riqueza gigantesca en la diversidad.

El problema es la diversidad en la gobernanza. ¿Cómo hacer para que cada factor o cada

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componente de la variedad de condiciones en el mundo pueda participar sin entrar en conflicto
con la visión del otro? Un conflicto que observamos, por ejemplo, en la diversidad sexual o
de género y con la lectura queer. Una teoría que plantea la existencia de una diversidad que
es radicalmente distinta y que actualmente molesta a muchas personas. Pues, no es lo mismo
aceptar que existen cincuenta tipos de blancos para definir un objeto, que aceptar que hay
cincuenta tipos de géneros, y que tú tienes la posibilidad de relacionarte con otros cuarenta y
nueve distintos al tuyo.

VS: Yo estoy en proceso de aprendizaje gracias a mis nietas, que me lo explican, me lo enseñan y
me ayudan a pensar sobre esto. Estoy aprendiendo muchísimo con ellas.

BB: Allí está, la evolución en proceso. En tu vivencia vemos como la neuroecología empieza a pasar
culturalmente hablando a través de los memes, a través del comportamiento, a través de una
vivencia del mundo en la que existen conflictos o maravillas intergeneracionales. Tus nietas están
viviendo en otro momento y cambiando de mentalidad, por eso tenemos esperanzas.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

VS: Por eso eres optimista.


Científicas por el medio ambiente

BB: Exactamente.

VS: Hace años un periodista africano, Patrick Luganda, con el que coincidí y nos hicimos amigos, me
dijo que el periodismo científico en el mundo eurocéntrico es una cosa, pero para nosotros una
simple información puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Por razones ecológicas
tener una información determinada nos puede cambiar. ¿Hasta qué punto todo este mundo y
este planteamiento disruptivo que propones, y del que estoy aprendiendo muchísimo, necesita
que la información se canalice de otra manera?
BB: Total. La ecología es ante todo un sistema de intercambio de información. Lo que hay en un
ecosistema es flujo constante de información de todo tipo que vincula las especies con su
entorno y con los objetos que van apareciendo. La ecología es lo más parecido al modelo
atómico contemporáneo, de constantes conexiones y desconexiones que mantienen una
identidad operativa funcionando. Por eso se dice que los ecosistemas son sistemas complejos
que tienen miles de componentes, como bacterias, hongos, licuadoras, teléfonos, ordenadores,
personas, etc. Un ecosistema es un sistema de relaciones de objetos vivos y no vivos que
están en constante interactividad a través de la energía. Mantiene la coherencia a través de
la energía. Entonces, el dato es el que marca toda la diferencia. El venado que no ve que el
depredador está atrás, o la araña que resbala y no tiene el pelo adecuado para no caer en el
pozo de brea, o quién pierde la chaqueta el día anterior a una gran nevada, como me pasó a
mí la primera vez que fui a Suecia, puedes sufrir graves consecuencias. O, como sucede en
el Amazonas, lugar en el que si no estás leyendo todo el tiempo la complejidad del entorno
seguramente no comas al día siguiente.

VS: Justo lo que me decía Patrick Luganda.

BB: Existe una diversidad de condiciones asociadas a qué información es vital para sobrevivir y cuál no
lo es, apareciendo así el problema del exceso de información o la información exógena. Por ejemplo:
¿Ustedes creen que para sobreponernos al cambio hay que convertirse en vegetarianos? Observo
que algunos asistentes del público ya dicen que sí, y es una proporción que va creciendo. Mis hijas, y
seguramente tus nietas, van a consumir menos carne. Pero, resulta que en los pueblos amazónicos
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el 80% de su dieta son peces y cacería, a pesar de que hoy en día los animalistas consideren nefasto
que se cacen animales. Una polémica a flor de piel.

En la prensa colombiana, hace unas semanas, apareció publicada una fotografía en cuyo pie
se leía ‘capturados dos asesinos de un chigüire’. Un chigüire es un roedor muy abundante en
Colombia que se come y es muy bueno. El hecho es que estos dos individuos que eran migrantes
venezolanos con hambre, y que habían sacrificado al animal por supervivencia, habían sido
arrestados y juzgados según la ley colombiana por maltrato animal. Una versión surrealista de Los
Miserables. Las preguntas son: ¿Deberíamos todos responder a los mensajes globales de la misma
manera? ¿El cambio climático se trata con ese nivel de generalidades? ¿Estamos entrando en un
nuevo modelo de colonialismo en la cual el ambientalismo se convierte en un discurso que te
mira a los ojos y te pregunta How you dare? Diciendo: ‘Greta Thunberg tienes toda la razón, pero
Ecuador es otra cosa’.

VS: Debemos tener en cuenta las desigualdades que hay en el mundo.


Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

BB: Mira estos indígenas de la diapositiva, los conozco muy bien y viven en una región colombiana
llena de manglares. En este tipo de zonas hay ciertos niveles de pesca que les permite
alimentarse, pero casi no hay nada vegetal comestible. Estas personas lo que hacían hace
Científicas por el medio ambiente

cincuenta años era cazar cocodrilos y vender su piel en un mercado globalizado para hacer,
por ejemplo, carteras. Entonces, Colombia prohibió su caza porque se estaban empezando
a extinguir y estas personas se organizaron y le propusieron al gobierno: ‘Y si nosotros
recuperamos las poblaciones de caimanes, ¿ustedes nos dan permiso para volver a hacer
carteras?’ El gobierno, escéptico, les dijo que si creían que podían lograrlo tenían su permiso.
Tras treinta años de buen manejo de su ecosistema, de cincuenta caimanes que quedaban en
1970 pasaron a ser 130.000. Un éxito en conservación comunitaria maravilloso. Levantaron
la mano, avisaron al gobierno de su logro y le preguntaron si ya podían empezar a exportar, ya
que disponían de cuero certificado que no causa daño ambiental. El gobierno cumplió, emitió
el permiso y de repente se acabó, porque llegaron los animalistas y dijeron que sacrificar a los
caimanes es un acto inmoral. Durante este tiempo los valores de afuera cambiaron y los suyos
no. En la actualidad han logrado exportar las pieles, pero el debate resurge cada cierto tiempo.

Hay una serie de datos, mensajes y narrativas que están emergiendo en el mundo a raíz de la crisis
que pueden tener efectos muy contraproducentes en los derechos humanos, en las dietas, y que
disminuyen la misma diversidad a la que apelamos para buscar estrategias alternativas. Como, por
ejemplo, sucede en las comunidades que dicen no al turismo a pesar de que en todo el mundo se diga
que el turismo nos va a ayudar a salir de esta crisis pandémica. Y llega el turismo, el turismo en masa,
el turismo sexual, el turismo depredador por excelencia. Una situación comprensible por parte de
los que no quieren turistas en su país, pero que muy rápido puede dar la vuelta hacia su opuesto y
convertirse en resistencia a la migración, xenofobia, racismo, etc. La complejidad es lo que yo quiero
destacar aquí, como es de difícil aceptar la diversidad de verdad. Es difícil convivir con la diferencia.

Actualmente están pasando cosas muy sorprendentes. Por ejemplo, pensábamos que el
transgenerismo era un fenómeno muy urbano, muy ligado a la liberación de las categorías de género
y de la mezcla de ideas que se producía en el mundo cosmopolita, pero doña María ha crecido y
vivido aislada en una montaña en Colombia hasta cuando fue descubierta en los años 50’s al ser
abandonada por su familia porque desde pequeñita vivía en el cuerpo que no consideraba. Ella se
vestía de niña y trabajaba como niña, pero le tocó esconderse, sobreviviendo gracias a que una
vecina le llevaba comida una vez por semana. Doña María creció queriendo ser la Virgen María.
Ella no sabía escribir porque no la dejaron entrar en la escuela, pero tiene su casa, sus gallinas, y
sobrevive a pesar de que no la dejaron ser parte del mundo. Y no es un caso psiquiátrico, aunque

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si se confirmara que fuese un caso psiquiátrico, entonces la pregunta sería si éste lo causamos
nosotros al negarle toda posibilidad de participar activamente en la sociedad. Ahora Doña María
está bien y vive en la tierra con un nivel de reconocimiento muy importante.

En la comunidad embera, la etnia mayoritaria en el Occidente de Colombia, nos encontramos


con un grupo de chicas trans que vivían en las selvas colombianas, y algunas de las cuales ahora
son modelos en Londres, mostrando y vendiendo sus collares y chaquiras hechos a mano. Y la
gente dice: ‘confiamos en los indígenas como los guardianes de la naturaleza por su sabiduría,

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


Científicas por el medio ambiente
por su experiencia particular, y ahora resulta que se van a Londres dos chicas trans que son parte
de una comunidad de treinta, y de repente empiezan a aparecer chicas indígenas trans en todos
los pueblos indígenas de Colombia, Perú, Ecuador, etc. Y, resulta que es el final de un ciclo de
degeneración y de destrucción racial de los pueblos indígenas’. Cuando les preguntas sobre este
fenómeno a los viejos de las tribus estos te contestan que el mundo sigue, que el mundo se
reorganiza, y que ellas están haciendo algo tan importante como es llevar nuestra cultura hasta
los otros países.

VS: ¿Cómo se asimilan estos fenómenos en un país como Colombia?

BB: Yo creo que no se asimila, son eventos muy sorprendentes.

VS: Colombia ha sido catalogado como el primer o segundo país más peligroso del mundo para los
ecologistas e imagino que para otras cosas disruptivas, ¿es así?

BB: Vayamos a los datos, cuando tomé el dato del observatorio de violencia de género en Colombia
este mes de agosto de 2021 ya había 423 feminicidios, mujeres asesinadas por sus parejas y/o
familiares cercanos claramente identificados.

VS: Más que ecologistas, cuyo dato del año 2020 es de 65 asesinados.
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BB: Y este año 2021 ya van 30 líderes ambientales asesinados. Personas que están defendiendo un
lorito endémico y que llevan toda la vida viviendo y haciendo publicidad y pidiendo ayudas en el
municipio.

VS: Y son asesinados porque molestan a alguien económicamente

BB: Así es. La pregunta es quién está detrás de los asesinatos de los líderes ambientales, líderes
desarmados e incluso que no son activistas profundos, pero reclaman el derecho a no ser
intervenidos de manera colonial desde el gobierno central. Líderes que cuestionan un proyecto
del cual no están convencidos de sus bondades porque históricamente no se ha demostrado. Lo
cierto es que sí, hay una violencia tremenda contra toda clase de disidencias culturales.

VS: ¿Tú la has sufrido?


Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

BB: No, afortunadamente. Yo creo que estoy muy protegida hasta el momento, y también porque con
los años trato de establecer más puentes y conversaciones, incluso con sectores tan complicados
como la minería, las corporaciones y las agroindustrias. Actores importantes en la definición
del futuro, haya más o menos desconfianza, hay que conversar. Pero sí, el tema de la violencia
Científicas por el medio ambiente

es impresionante. De agosto de 2020 a noviembre de 2020 hay casi 80 casos adicionales de


asesinatos de mujeres, de todas las mujeres, y no sólo trans.

VSS: Creo que tenemos que ir terminando.

BB: Concluimos pues con una imagen de mujeres trans indígenas que en sus comunidades también
están hartas de los hombres, de la violencia contra ellas, y del machismo.

¿Qué es lo que dicen estas mujeres que están ‘enfriando’ la tierra en un ejercicio de meditación en
la Sierra Nevada de Santa Marta? Son mujeres que dicen: ‘Desde la conquista nos acostumbraron
a que los hombres solo hablaban con hombres, y eso hizo que nosotras quedáramos relegadas
cuando habíamos tenido voz. Así que ahora nosotras retomamos nuestro papel en cada una
de nuestras comunidades y les decimos a los hombres que se callen’. En pueblos indígenas,
que son recontramachistas, porque la violencia machista en estas comunidades es atroz.

Tenía preparadas unas imágenes sobre los paisajes para analizar como construimos nuestras
nociones de naturaleza, la ambigüedad de la naturaleza que también es constante. Lo que se
inunda, lo que está seco, lo que se foresta, lo que se deforesta. Y tener presente una categoría
más fluida de la interpretación de los ecosistemas, que tal vez nos hace falta porque la ciencia
ecológica que se hace en muchos de nuestros países no tiene suficiente recursos ni capacidades
y todavía dedica muchísimo tiempo a la clasificación, al catálogo. Yo, por ejemplo, pasé 10 años
en el instituto Alexander von Humboldt ayudando a construir el catálogo de la diversidad
colombiana; van ya 63.300 especies. Un trabajo casi del tiempo de la ilustración, enviando
personas al campo para realizar expediciones con la misión de colectar las plantas, crear sus
gabinetes, y mostrar esa diversidad.

VS: Edward Wilson en 1992 compiló 1.143.000 especies, pero ya dijo que había millones más que
todavía no conocemos.

BB: Pero casi todas las especies de vertebrados, de plantas, son conocidas. Ya tenemos la obra de
Wilson que impulsó la enciclopedia de la vida, gran referente. En Colombia tenemos nuestra propia
enciclopedia de la vida con más o menos 65.000 especies sin contar con demasiados invertebrados.

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Pero, pasamos tanto tiempo descubriendo nuevas especies que nos falta tiempo para interpretar
la conectividad y la variabilidad que se está dando en lo cotidiano. Por lo que, cuando tengamos
el catálogo de las especies ya no van a ser las mismas, porque incluso los métodos para describir
especies han cambiado. Antes se hacía por morfología, ahora se hace por genética y seguramente
empezaremos a darnos cuenta de que estamos haciendo cosas incompetentes. Antes la descripción
de los componentes de los sistemas nos distraía de la interpretación de la funcionalidad o de las
relaciones y eso también nos sucede en la sociedad. Estamos muy ocupados en el eje, en darle
género a cada persona, y no tanto en construir unas comunidades a partir de la comunicación y
la cooperación para encontrar soluciones a los problemas. Por eso, yo creo que estamos ante un
tema de prioridades. Y por eso concluyo, para que podamos conversar un poquito más.

VS: Y estas mujeres tan maltratadas en Colombia, y también en otros sitios, ¿a lo mejor toman el
modelo de los cóndores de California?
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

BB: Puede ser. Existe todo un conjunto de nuevas comunidades feministas en el mundo que ya no
necesitan a los machos para nada.
Científicas por el medio ambiente
Retos para un futuro
sostenible en América Latina
5 de abril de 2022

Yolanda Kakabadse (YK)


Fue Ministra de Ambiente del Ecuador. Coordinó la participación de las
organizaciones de la sociedad civil de la Conferencia de las Naciones
Unidas para Medio Ambiente y el Desarrollo (Cumbre de la Tierra) de
1992. Fue Presidente de la Unión Mundial para la Conservación –
UICN (1996 – 2004) y presidió el Directorio de WWF Internacional
(Fondo Mundial para la Naturaleza) desde 2010 hasta 2017. Fue
la primera Directora Ejecutiva de Fundación Natura en Ecuador
(1979-1988) y en 1993 creó la Fundación Futuro Latinoamericano.
Actualmente preside el Panel Independiente Técnico - Científico de
Asesoría a la Fundación Renova en Brasil. Es miembro del Directorio de varias organizaciones de la
Sociedad Civil y de Empresas en Ecuador e internacionales. Desde hace unos años se ha concentrado
en la lucha por reducir la Pérdida y Desperdicio de Alimentos.
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David Bueno i Torrens (DBT)


Doctor en Biología y profesor e investigador de la Sección de
Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo de la Universidad
de Barcelona. Desde octubre de 2019, además, dirige la Cátedra de
Neuroeducación UB-EDU1st, la primera en todo el mundo que se
dedica exclusivamente a esta temática. Su trayectoria profesional y
académica se ha desarrollado principalmente en Barcelona, centrada
en la genética del desarrollo y la neurociencia, y su relación con el
comportamiento humano, especialmente durante los procesos de
aprendizaje. También he sido investigador en la Universidad de Oxford,
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

y he realizado estancias en el European Molecular Biology Laboratory de Heidelberg, en Alemania,


en la Universidad de Innsbruck, en Austria, i en el Cold Spring Harbour Laboratory de Nueva York.
Ha publicado setenta artículos científicos en revistas especializadas, veintitrés libros de divulgación
y ensayo, y diversos libros de texto. En 2010 ganó el Premio Europeo de Divulgación Científica
«Estudio General», en 2018 el Premio Magisterio por su contribución a la neuroeducación, y en 2019
Científicas por el medio ambiente

el Premio ASIRE por la labor realizada desde la Cátedra de Neuroeducación, entre otros.
DBT: Quiero empezar agradeciendo esta invitación y este ciclo tan necesario para que personas
afines, pero de distintas culturas, conversemos sobre temas que representan un pilar
indispensable para continuar avanzando. En la presentación de Yolanda Kakabadse hay dos
aspectos que no se han mencionado, que no salen en tu currículum, como son la inmensa
humanidad que transmites y tu gran sabiduría. Sabiduría que va más allá del conocimiento y
de la que estoy seguro vamos a poder disfrutar en esta conversación. Mi papel es estimular
el diálogo y conducirlo un poco. Quiero empezar hablando sobre el futuro sostenible y el reto
por el medio ambiente. Un medio ambiente, que es natural y que es social, porque a veces
cuando pensamos en el medio ambiente pensamos en la parte natural de los ecosistemas,
pero poco en las personas que vivimos en él; son dos aspectos totalmente mezclados.
Entrelazados y que ambos estudiamos desde distintas perspectivas a nivel científico. La
ciencia debería servir, como he leído en uno de tus escritos, para mejorar las políticas públicas
y la gestión de los gobiernos. Asumiendo la ciencia como un conocimiento que no entiende
de género, y aquí surge un primer problema pues tradicionalmente la mayor parte de ciencia
la han hecho hombres y su aplicación política también ha estado en su mayoría en manos
masculinas. ¿Puede esto influir en la dificultad que tenemos por la sostenibilidad? ¿Podría ser
que este sesgo de género, tan importante, que ha habido, aunque cada vez menor, suponga
un impedimento y explique la lentitud con la que estamos logrando la sostenibilidad?

YK: Una amiga líder del movimiento de mujeres en Ecuador, en un momento crucial de negociación
levantaba la mano de modo insistente para que le permitieran hablar hasta que al final golpeó
la mesa para llamar la atención y que le dieran la palabra. Empezó diciendo: ‘Nosotras, las
mujeres, somos el 50% de la población y las madres del otro 50%’. Así es. Pero a pesar de que

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la voz de la mujer es tan importante, ha estado ausente en gran parte de las decisiones que
afectan a la humanidad.

Además de agradecer a todas ustedes por este lindo momento y coloquio, en cuánto al primer
punto que has mencionado, David, sobre las ciencias naturales y las ciencias sociales, comparto
con ustedes que mi interés en el tema ambiental surge por el reconocimiento de su importancia
en la calidad de vida del ser humano. El objetivo vital del cuidado ambiental y del buen uso del
recurso natural es mejorar o mantener la calidad de vida de los seres humanos, de la vida. El
conocimiento de la naturaleza y sus elementos debe ser la base para la construcción de políticas
públicas. Como hemos visto durante la pandemia – sobre cuyos orígenes teníamos muy poca
información – debimos enfrentarnos a una amenaza desconocida. Esta pandemia, evidenció
nuestra incapacidad de responder a nivel planetario a lo desconocido, aunque probablemente
existía información en algunos laboratorios, universidades y centros de investigación. Pero,
en el ámbito de la política pública, los Ministros de Salud, los Jefes de Estado, los tomadores
de decisión no sabian qué hacer ni por dónde empezar, no tenían acceso – o no existía – al
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

conocimiento científico necesario para enfrentar la crisis; y esto causó una gran demora en
la respuesta. Por eso, ante tu pregunta, considero que aún se toman decisiones de política
pública sin los suficientes conocimientos, sin evidencia científica.
Científicas por el medio ambiente

Voy a dar un ejemplo que va más allá del covid-19. Cuando fui Ministra de Ambiente tuve que
tomar una decisión sobre el pepino de mar, una especie en las Galápagos, que los pescadores
locales querían pescar, para responder a la demanda del mercado asiático muy interesado en
él – una especie que no se consume en nuestra región, pero es muy apetecida en el sureste
asiático. Los pescadores ecuatorianos tenían la intención de vender una gran cantidad de
pepinos de mar, pero yo, como Ministra, quería limitar su pesca a un número que no afectara
el equilibrio natural de la especie en Galápagos. Para ello, debía conocer cómo se reproduce la
especie, su estado de madurez, en qué momento es mejor pescarlo, etc. Debía estudiar como
limitar su pesca para evitar la desaparición del pepino de mar de las Galápagos, pero no había
suficiente información. De aquí la importancia de promover la investigación pura y la aplicada,
manteniendo un equilibrio que permita alimentar el conocimiento y las decisiones de política
pública, apuntando hacia la sostenibilidad en los procesos de desarrollo que en la mayoría de
casos son lentos por falta de información.

DBT: Has tocado muchísimos temas, no paro de anotar cosas. Por cierto, los pepinos de mar
también están aquí en las costas catalanas y, a pesar de su horrible aspecto, son mis
animales marinos preferidos, pero no me preguntes por qué.

YK: ¿Y los comes?

DBT: No, no debo, pero me encanta verlos y observar su comportamiento y lentos movimientos. De
todos los temas que has tocado hay dos que son cruciales. Has dicho: ‘la ciencia para mejorar
y mantener la calidad de vida’ y esto es importantísimo si tenemos en cuenta que durante
mucho tiempo la ciencia ha servido para mejorar la calidad de vida, pero actualmente ahora
en muchos sitios ya no es mejorarla, sino mantenerla. Un cambio que genera una dicotomía
pues a la especie humana, y ahora hablo desde mis conocimientos en neurociencia, nos
encanta progresar, ir más allá.

YK: ¿Y qué es el progreso?

DBT: Claro. ¿El progreso es mejorar o el mantenimiento? Porque mantener es quedarte como
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estás. Y aquí me pregunto cómo podemos gestionar esta necesidad humana de ir más allá
de los límites, algo que llevamos casi inscrito en nuestros genes. Si no lleváramos escrita
esta necesidad de romper límites jamás nuestros ancestros hubiesen salido de África, jamás
hubiesen cruzado la sabana, jamás hubiesen viajado hasta Siberia o Alaska para colonizar u
ocupar todo el continente americano hace miles de años. Ahora, nos encontramos con un
cambio, ¿o no es un cambio de paradigma dejar de ir a más para pasar a mantener lo bueno?

YK: ¡Qué difícil es trazar la línea! ¿Qué es racional y dónde empieza la irracionalidad en el uso de
los recursos? Este es uno de los temas en el que debemos centrarnos ahora, en este siglo XXI,
y es el de recuperar la racionalidad. Es un hecho, que estamos consumiendo más recursos de
los que el planeta es capaz de regenerar. Hay una organización muy linda fundada en 2003
en California que se llama ‘Global Footprint Network’, creada por expertos independientes
para manejar mejor los recursos naturales ante el cambio climático, que expone unas
cifras escalofriantes. Por ejemplo, cuando nos advierten que en agosto del año pasado ya
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

habíamos consumido los recursos de todo el año 2021. Debemos encontrar un equilibro entre
disponibilidad de recursos, producción y consumo. Un equilibrio que hemos roto.

Estos dos años de pandemia nos han servido para recapacitar, para reflexionar sobre lo que está
pasando en el planeta. De golpe, una guerra desvía y vuelca toda la atención de los decisores
Científicas por el medio ambiente

públicos hacia otros temas. Pero, hasta que empezó la guerra, estábamos planteándonos qué
vamos a hacer ahora que nos estamos recuperando del covid-19 ¿Queremos volver al 2019 o
queremos recrear una nueva serie de procesos de consumo en el 2022 que nos lleven hacia
un 2030 donde se evidencien cambios positivos e importantes de nuestra relación con el
planeta?

Si seguimos con los mismos patrones de desarrollo, el planeta va a colapsar como ya vemos en
todos los continentes. Ya somos testigos de síntomas de la crisis climática como, por ejemplo,
la crisis del agua que está empezando a sufrir América Latina. El continente más rico en agua
está siendo afectado por la escasez. Los glaciares han perdido mas del 40% de su tamaño.
Lagos y lagunas han decrecido. Y al mismo tiempo múltiples inundaciones han destruido vidas,
sembríos e infraestructura. Estas son evidencias preocupantes de impactos climáticos que
surgen de la sobreexplotación de recursos naturales y concepción del desarrollo con miradas
de corto plazo. Vemos una serie de esfuerzos alrededor del mundo, en distintas sociedades y
países, en distintas generaciones, para revertir, para enmendar, pero no son lo suficientemente
grandes.

DBT: Sí, desde el punto de vista biológico, la especie humana está cruzando el umbral de una
especie en expansión a una plaga.

YK: Así es.

DBT: Es algo que se observa en insectos. Hay insectos que están en expansión y de repente cruzan
un umbral, se convierten en plaga, y arrasan con todo hasta que mueren en su mayoría,
aunque siempre sobrevive alguno. Estamos como especie humana llegando a este umbral.

YK: Me encanta esta analogía que haces del ser humano convirtiéndose en plaga. ¡Ese es nuestro
riesgo!

DBT: Exacto. Lo que hacen las plagas es consumir mucho más de lo que los campos que están
afectando pueden regenerar. Volviendo a tu respuesta anterior, también sigo a la organización

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‘Global Footprint Network’, y creo que son ellos mismos los que han calculado que la tierra
podría llegar a sostener el doble de población de la actual si el consumo fuese racional.

YK: En cuánto al consumo y los límites del planeta me gustaría hablar de un tema totalmente
irracional: el hecho de que nuestra sociedad en todos los continentes tira a la basura el 40%
de los alimentos que produce. Además de irracional es inmoral, es antitético mientras hay 800
millones de personas que cada día van a dormir sin comer. Este es un claro ejemplo del modelo
de producción y consumo que está dominando nuestras sociedades.

Hace un tiempo, se creía que esta pérdida de alimentos se daba únicamente en los países
industrializados, los de alto consumo, y que de las mesas de Europa y Norteamérica iban a
la basura la mayor parte de los desperdicios de comida. Los datos actuales nos dicen que la
realidad es otra, ya no es así. En todo el planeta, en todos los continentes, estamos perdiendo
tanto en el campo como en la cadena alimenticia y en la mesa. En América Latina, que es un
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

continente tan rico en alimentos, desde México hasta la Patagonia, el comportamiento y la


cultura está cambiando también hacia la del desperdicio. Una vicisitud muy triste pues América
Latina enfrenta ya serias dificultades en sus procesos de desarrollo y debería promover
comportamientos mas responsables.
Científicas por el medio ambiente

DBT: Tu exposición me lleva a otra reflexión que has compartido justo al principio de esta
conversación, y que conecto con una de las preguntas que quiero realizarte a continuación.
Toda esta información de la que disponemos, igual que la información que teníamos justo
al principio de la pandemia de covid-19 que nos permitió conocer qué tipo de virus era,
qué ciclo tiene este virus, toda esta información estaba allí. La información sobre el cambio
climático, sobre los problemas de sostenibilidad, esta información la tenemos y, en algunos
casos, la pasamos al área del conocimiento. No es lo mismo información que conocimiento.
El conocimiento se basa en gozar de una información y diseñar una serie de políticas y de
actuaciones para el beneficio social de la naturaleza y de la sostenibilidad. Pero, hay todavía
un paso más, y es el de pasar este conocimiento a sabiduría, es no sólo aplicarlo sino aplicarlo
con criterios éticos. ¿Cómo crees que podríamos contribuir, desde la ciencia y la divulgación
científica, para que la sociedad fuese capaz de transformar estos pasos de información, de la
que todos disponemos, en un conocimiento que no todo el mundo tiene y a la sabiduría que
muy poca gente alcanza?

YK: Es frustrante saber que gran parte del conocimiento científico se encuentra archivado en centros
de investigación y universidades. Esa información, valiosa e importante para el desarrollo, en la
que científicos han invertido años de trabajo y sabiduría, debe salir a la luz. Uno de los desafíos
de nuestra generación es la creación de intérpretes de la ciencia. El científico necesita ayuda para
convertir el conocimiento en información, que le sirva al jefe de estado, al ministro, al alcalde, al
gerente de una empresa y a la persona que camina por la calle.

Tal vez, lo que más me frustra en este momento, es que muy pocos conocen lo que es la crisis
climática. Todo el mundo habla de cambio climático, porque recibimos mensajes terroríficos
sobre las toneladas de carbono, sobre los gases de efecto invernadero, ¿pero qué significado
tienen esos datos? ¿Qué quiere decir una tonelada de carbono? Por otro lado, si entiendo
que la pérdida y desperdicio de alimentos de todo el mundo, si constituyese un país, sería la
tercera nación emisora de gases. China, Estados Unidos y ‘Pérdida y Desperdicio de Alimentos’.
A partir de aquí, empiezo a armar el vínculo entre la información científica, conocimiento y
acción; no solamente es importante la decisión a nivel de política pública, sino las acciones
individuales. Una vez informado, cada ciudadano puede y debe actuar para frenar, disminuir, o
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encarar estas amenazas en aumento.

DBT: De hecho, como dices, una vez disponemos de esta información, la pasamos al conocimiento,
y los gobiernos promueven una serie de políticas, la dificultad reside en este empoderamiento
de cada individuo. ¿Qué puedo aportar yo? Seguro que no lo puedo aportar todo, pero
sí puedo en cierta medida. Por eso, en mi opinión, para este empoderamiento hace falta
estar muy convencido de que el problema existe y de que ese es el camino. Y este también
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
Científicas por el medio ambiente
debe ser un reto común. ¿Es posible que toda la población mundial pueda terminar estando
convencida y empoderada cuando la ciencia está sesgada a nivel cultural? Me refiero, a que
la mayor parte de la ciencia se ha realizado, a lo largo de la historia, en occidente, un concepto
muy generalista pues occidente no solo es Europa sino toda Latinoamérica y parte de Asia,
etc.; pero es un concepto que escapa a las culturas tradicionales que se han dejado de lado
y hasta despreciado desde la ciencia. ¿Es posible cautivar a todas estas poblaciones cuando
tradicionalmente se las ha dejado de lado en el desarrollo científico, político y económico?

YK: Yo creo que toca, que toca y que hay que ilustrar. Te voy a contar una anécdota que ilustra
aspectos que yo aprendí sobre el conocimiento tradicional: En la organización donde trabajaba,
Fundación Natura, llevamos a cabo un proyecto con comunidades locales de la Amazonía que
habían perdido su fuente de proteína. Esa fuente de proteína venía de una serie de animales de
la selva que habían sido desplazados por la operación petrolera. Comunidades indígenas que,
de un día para otro, dejaron de disponer de carne, su única fuente de proteína. Nosotros desde
la organización decidimos invertir en un proyecto que consistía en volver a traer la guanta, un
gran roedor tradicional de la Amazonía, y parte de la antigua alimentación de los indígenas.
Junto con los indígenas, promovimos criaderos de guantas y llevamos a cabo una serie de
cursos y de actividades, como la siembra de alimentos para la guanta, prácticas veterinarias
clave, técnicas de contabilidad, etc. Abrimos mercados con restaurantes en distintos lugares
para que, además de alimentarse, pudieran comercializar su carne. Cuando ya tuvimos todo
listo, y en los criaderos las guantas empezaron a multiplicarse, cuando parecía que el proyecto
iba a despegar, las personas de las comunidades locales nos dijeron: ‘Nosotros los indígenas,
no comemos animales criados por nosotros; ese animal comparte nuestro espíritu’. ¡Nunca

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se nos ocurrió preguntar! Nuestra intención era salvar una situación que creíamos poder
mejorar, pero fallamos al no saber reconocer un conocimiento tradicional de los indígenas, tan
importante como la investigación de microscopio: la transmisión de un valor espiritual entre el
ser humano y la naturaleza que la provee. ¡50 mil dólares tirados a la basura por no preguntar
a los indígenas cosas tan básicas sobre su cultura! Tuve que contarle al donante.

Este ejemplo tan concreto ilustra el abismo que puede existir entre distintas culturas, y el peligro
de no reconocer el conocimiento de cada una de ellas. Actualmente, tras tantos fracasos, creo
que ya se está empezando a entender, que no solamente la ciencia del laboratorio es la útil para
fortalecer el conocimiento, sino también el rescate de prácticas tradicionales de comunidades
locales. Está surgiendo una nueva práctica que promueve el mundo de la conservación a partir
de soluciones basadas en la naturaleza, y con este empuje estamos poniendo en práctica
muchos conocimientos de comunidades locales. No está todo perdido, hay que hacer un
esfuerzo por rescatarlos.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

DBT: Me encanta este ejemplo que has compartido con nosotros porque une el medio ambiente
natural con el social y demuestra que son indisociables. No se puede entender uno sin el otro.
Relacionado con esto, viví una situación algo similar cuando hace unos años estuve durante
un periodo corto en Paraguay haciendo unas formaciones, ahí me contaban que estaban
Científicas por el medio ambiente

intentando acercar las poblaciones rurales a la cultura universitaria. Querían incrementar el


nivel cultural, acercar la formación universitaria, mejorar la calidad de vida, y se encontraban
con un problema, y es que en todas estas comunidades rurales su idioma es el guaraní y
en la universidad no había ningún profesor que hablase guaraní. Una barrera lingüística
infranqueable que me ha recordado a tu ejemplo con las comunidades locales, anécdotas
que manifiestan la gran importancia de escuchar. Algo tan humano como escuchar y que a
veces no realizamos; porque muchas veces hablamos y damos consejos sin haber escuchado
antes.
YK: ¡Ni se nos ocurre hacer la pregunta! Lo cierto es que a mí lo que más me dolió en el proyecto
de la Amazonía fue no haberles preguntado a ellos seis meses antes. Aprendí.

DBT: Hay otro aspecto a destacar en todo esto y es que, en múltiples ocasiones, las muchas
soluciones que se encuentran por ejemplo en el ámbito médico son soluciones que
provienen de las culturas tradicionales, de remedios tradicionales cuyo principio activo se
puede sintetizar. Existen lo que se llaman cazadores de remedios tradicionales, yo conocí
a uno durante una visita turística a Perú, que se dedicaba a viajar por la selva amazónica
y cuya misión era estudiar los remedios tradicionales y llevarse muestras para que, en los
laboratorios norteamericanos y europeos, se aislara el principio activo, y generar con ello
nuevos fármacos. Básicamente buscaba nuevas sustancias antibióticas, era su trabajo.
Esto me hizo reflexionar sobre la brecha que genera esta situación al estar aprovechando
conocimientos tradicionales que después no revierten en estas comunidades generadoras
sino en las compañías farmacéuticas.

YK: Yo creo que en este tema hay un desafío importante para personas como nosotros. El desafío
de racionalizar cuáles son los costos y beneficios de una decisión de ese tipo; si tu ves que
una de esas substancias va a tratar una enfermedad, tú te alegras de que se haya encontrado
ese principio activo, pero, por otro lado, te preguntas cuánto se pagó a la comunidad, y no
solamente por haber encontrado esa especie, sino por el conocimiento detrás de su uso.
Caminar por la selva amazónica con una persona que conoce de etnobotánica es uno de los
placeres más interesantes que existe. A cada paso descubres una especie que sirve para el
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dolor de muela, y esa otra como desodorante, y esto de acá es un buen jabón, y esto es una
pintura. Es increíble observar como los animales, y las hojas o raíces de las plantas puedan tener
tantos usos, pero, al mismo tiempo, alarma como se han convertido en productos del comercio
occidental, que no reporta ningún beneficio a las comunidades locales. Hay una convención
muy importante que se llama la Convención de Biodiversidad, que ya plantea, exige y regula el
pago por el conocimiento ancestral; pero no hay muchos ejemplos, y no solamente porque no
se reportan, sino porque en algunos casos, ni siquiera se sabe quién debe recibir el beneficio.
¿Cómo retribuyes financieramente a esas comunidades locales, dispersas en uno o mas países?
No tengo respuesta. Es muy complicado, incluso a nivel político.

DBT: Seguro. No me gustaría estar en la piel de alguien que tiene que negociarlo, pero, a nivel
ético, es imprescindible porque también se trata de sostenibilidad.

YK: Claro, como bien dices, también estamos ante una cuestión ética. Las farmacéuticas ganan
trillones, y por lo menos una tercera parte de este dinero, debería ir sino es a las comunidades
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

locales, por lo menos a la región de donde se extraen estas especies y principios activos.
Estamos ante un tema de geopolítica.

DBT: Estamos empezando a agotar el tiempo, sería estupendo poder organizar otra sesión, para
Científicas por el medio ambiente

seguir hablando del tema, pero antes de terminar hay dos temas que me gustaría que
comentaras: el primero, se basa en uno de tus trabajos, en relación con la pandemia que
hemos vivido, y que nos ha tenido a todos, más o menos, aislados y confinados, donde decías
que ‘ahora, volver a la normalidad no es una opción’. ¿Qué quieres decir con esto?

YK: Yo siento que esta pandemia que hemos vivido es el fruto natural de un planeta enfermo. No
ha sido porque sí, aparece porque hay un abuso de los ecosistemas y un deterioro de sus
capas vegetales, de sus recursos naturales; en todo ecosistema hay virus, ahí, escondido. En el
momento en que destruyes la capa superior, los virus afloran. Entonces, cuando pienso que la
pandemia es fruto de lo que llamábamos ‘normalidad’, yo no quiero esta normalidad. Debemos
repensar y recrear la sociedad en la que queremos vivir, y la relación entre la sociedad humana
y la naturaleza. El cambio climático, la crisis climática, tampoco es accidental, sino el fruto
de la destrucción de los ecosistemas del planeta, del abuso de los océanos, de los ríos, de
los campos, de la destrucción de los bosques. En definitiva, aunque nos inventemos unos
términos rarísimos para describir la crisis climática, lo cierto es que debemos recuperar la
naturaleza. Volvamos a permitir que esos bosques puedan crecer nuevamente, que los ríos
vuelvan a ser espacios de recreación, a recuperar suelos degradados y dejar de abusar de ese
ecosistema tan importante, como el de los océanos, para que el Planeta pueda recuperar su
equilibrio.

DBT: Y yo añadiría, si me permites, que la agricultura pudiese convivir en armonía y equilibrio con
la naturaleza.

YK: ¡Exacto, armonía es la palabra!

DBT: Para terminar, y conectando con la idea de que la normalidad, como la conocíamos no es una
opción, quiero hacerte una pregunta compleja que trata sobre una reflexión que leí hace un
tiempo, que forma parte del proyecto de una filósofa catalana que se llama Marina Garcés,
quien se plantea cómo debería ser ‘una vida vivible’. ¿Cómo definirías tú en tu experiencia,
con todas las relaciones y trabajos que has realizado, en tu propia manera de concebir la vida,
‘una vida vivible’?

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YK: Pienso en Bután, que mide la felicidad como índice de desarrollo. Yo me quejo permanentemente
de que medimos el desarrollo con barriles de petróleo, o con la producción de la industria
farmacéutica o agrícola. Un índice cuantificable en toneladas, o en una cantidad de peso,
no es un índice de desarrollo ni de felicidad. No estamos midiendo cuántos niños más han
sido educados o han recibido servicios de salud básico, no estamos midiendo cuánto ha

Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible


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disminuido la desnutrición en un país. Y es allá donde tenemos que avanzar para medir qué es
vivible. Mientras yo vea en mi propio país, y en mi propio continente, tanta gente desnutrida,
tantos niños desnutridos, y tantas ciudades que emiten una cantidad de gases que afectan
particularmente a mujeres embarazadas y a niños pequeñitos, no puedo hablar de vida vivible.
Hay que trabajar estos aspectos, y hacer como Bután que mide la calidad de vida a través de
la felicidad; tal vez allí estén las respuestas para esta filósofa maravillosa.

DBT: Felicidad, qué gran palabra. ¡Si nos la aplicásemos cada día al levantarnos por la mañana! ¿Qué
puedo hacer hoy para ser feliz y llevar esta felicidad a mi entorno?

YK: Cuántas personas hay en este planeta que se levantan y se dicen a sí mismas: ‘¡Qué horror,
otro día que me pesa!’ – no es mi caso. Cada mañana me digo: ‘¡Qué maravilla!, ¡qué voy a
poder hacer hoy! Y creo que algo que caracteriza a muchos ambientalistas, o ecologistas, es
encontrar que cada día hay un avance, hay un nuevo descubrimiento, hay una alternativa para
llegar a una vida vivible.

DBT: Y una ilusión.

YK: Y esa ilusión, así es.


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Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible
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4. Conclusión

América Latina: un continente en construcción


Yolanda Kakabadse. Exministra de Ambiente del Ecuador
La riqueza y el potencial de América Latina se ven reflejados entre otras cosas, en sus mujeres científicas.
Expertas en biodiversidad, agua, bosques, el fondo marino, el clima y, sobre todo, en la salud del planeta
y el ser humano, buscan respuestas al gran desafío que nos plantean importantes amenazas a la vida
misma. Su trabajo es admirable; desde centros de investigación, desde el campo y desde organizaciones
instaladas en la región o en otros continentes, aportan al conocimiento y a la gestión necesaria para
contribuir al desarrollo sostenible de América Latina. Han desafiado obstáculos y trabas construidas
a lo largo de muchas décadas que dificultan la participación de mujeres en la ciencia, un campo que por
muchos años ha pertenecido principalmente a hombres, quienes aún controlan algunas de las grandes
decisiones para y desde la ciencia.

El trabajo de mujeres científicas es aún más relevante durante una crisis mundial como la de la pandemia
del covid-19, donde se ha demostrado que la evidencia científica ha sido clave para la construcción
de políticas públicas y para determinar y conducir la gestión de gobiernos nacionales y locales,
especialmente en las entidades encargadas de la salud pública y aquellas construidas para prevención

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y reducción de riesgos.

Los riesgos sociales que constituyen una amenaza para América Latina son muchos y se han puesto
en evidencia durante la crisis sanitaria; casi todas las entidades relacionadas al ámbito de salud
no estaban preparadas para enfrentar el impacto del virus y en la mayor parte de los países de la
región, médicos, hospitales y más, estuvieron desbordados. Lo positivo de estos dos años ha sido
el fortalecimiento del sistema y el reconocimiento de la importancia de invertir en “prepararse y
anticipar” futuras crisis.

Los riesgos ambientales son igualmente graves; originados en los fenómenos climáticos, que a su vez
son consecuencia del mal manejo de los ecosistemas naturales. América Latina sufre el impacto de
sequías, inundaciones y destrucción de vidas e infraestructura que no fue construida para resistir estos
embates. No es consuelo decir que todos los continentes están sufriendo dramas parecidos. Duele en
la región el reconocer que la planificación del desarrollo y las consecuentes inversiones públicas no
están a la altura de la información ya existente sobre las amenazas al Planeta.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

América Latina es un continente de muchas riquezas: agua, suelo, cobertura vegetal, biodiversidad,
nevados y océanos que cobijan culturas indígenas y mestizas que despliegan creatividad, belleza y
diversidad, en las artes y el conocimiento ancestral, matizadas por importantes valores humanos como
la solidaridad, la generosidad y amabilidad para propios y ajenos. Su biodiversidad alimenticia se refleja
Científicas por el medio ambiente

en comidas muy especiales que decoran las mesas de los distintos países de la región y que hoy en día
constituyen parte importante de la dieta de otros continentes y culturas.

No todo es color de rosa... las prácticas agrícolas y ganaderas actuales en su mayoría, no reconocen
ni respetan las condiciones y las limitaciones del suelo y casi todas han sido construidas – copiando
modelos de producción intensiva – para producir más, no mejor; exceso de agroquímicos, uso de
instrumentos que deterioran el suelo que una vez que ha rendido lo que puede, es abandonado y
sustituido por suelos nuevos que semanas atrás albergaban bosques milenarios son disparadores de
pobreza y deterioro en la calidad de vida. Súmese a ello un manejo poco sustentable del agua de riego.
Siempre hay luz al final del túnel! Una de las lecciones aprendidas durante la pandemia del covid
ha sido el reconocimiento de la existencia y valor de la agricultura familiar. Pequeños agricultores
acercaron sus productos a las poblaciones aledañas y los consumidores no acostumbrados a ello
comenzaron a descubrir un mundo que no conocían: personas y productos nuevos, saludables y a
menor precio que los del supermercado. Nuevas redes y nuevas prácticas ante nuevas situaciones.

Como en la mayor parte del mundo, la población en América Latina ha adoptado un patrón
de producción y consumo insostenible en el largo plazo. Este proceso se hace evidente en la
creciente demanda de recursos renovables y no-renovables y como consecuencia, es más visible
la generación de residuos orgánicos, agrarios, e industriales que exceden los límites del planeta.
Entre los residuos orgánicos se encuentran alimentos provenientes de toda la cadena alimenticia:
en el campo, en el transporte, en el manejo y comercialización y en el consumo. Los últimos
datos relacionados al tema son alarmantes: el 40% de los alimentos producidos en el mundo,
van a la basura, mientras cada día más de 800 millones de personas van a dormir sin comer. Las
implicaciones deben llamar a la acción: incremento de la pobreza y el conflicto social, deterioro de
ecosistemas naturales, emisiones de gases (6%) que agravan la crisis climática. Si el desperdicio de
alimentos fuese un país, sería el tercer país en emisión de gases: China, Estados Unidos y ‘Pérdida
y Desperdicio de Alimentos’.

América Latina posee un tercio del agua dulce del mundo. Desde glaciares hasta humedales, desde
ríos hasta lagos y lagunas, desde aguas subterráneas hasta lluvias generosas. Pero el 5% de la población
no tiene acceso a agua potable y el 15% espera todavía acceder a los servicios de saneamiento
básico, indispensables para reducir su vulnerabilidad. Como consecuencia de la crisis climática,
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algunas regiones están empezando a sufrir escasez de agua durante períodos no acostumbrados. La
posible respuesta no es solo tecnológica – importantes sectores de la población proponen revisar
tecnologías basadas en conocimientos locales para tratar el problema. Ello implica apertura por parte
de los tomadores de decisión a diálogos inter-sectoriales que apunten al intercambio y combinación
de conocimientos y prácticas. En un momento en que muchos países y organizaciones trabajan el
concepto y aplicación práctica de “Soluciones Basadas en la Naturaleza”, es posible responder a
los desafíos con soluciones a bajo costo que resuelven problemas importantes, involucrando a las
comunidades beneficiadas.

Una posible solución a la escasez de agua superficial es la que tomó México en su programa de reservas
de agua. El programa consiste en proteger cuencas hidrográficas, asegurando que sus aguas estén
destinadas exclusivamente al consumo humano. Organizaciones como WWF México y CONAGUA
(Consejo Nacional del Agua) definieron la cantidad de agua que requieren los ecosistemas naturales,
así como la población humana circundante en los siguientes 50 años.
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

Estas reservas de agua fortalecen y complementan las estrategias de desarrollo y manejo de la


biodiversidad – se protegen 82 áreas de conservación que incluyen 64 humedales de importancia
internacional, 4 de los 5 ríos que fluyen dentro del país, además de beneficiar a 45 millones
de personas (WWF México). Con este programa México ha establecido un parámetro global,
y ha logrado inspirar a varios países a transformar la gestión del agua en una herramienta de
Científicas por el medio ambiente

conservación de biodiversidad para asegurar los servicios del ecosistema para sus habitantes. En
muchas zonas de Latinoamérica, la respuesta a la escasez de agua ha sido la excavación de pozos
profundos para resolver desafíos de producción de corto plazo; como resultado, se ha agravado el
déficit hídrico. En el otro extremo vemos importantes esfuerzos para recuperar suelos degradados
o frenar procesos de erosión mediante la agro silvicultura, herramienta útil para restaurar tierras
degradadas y cursos de agua. Los procesos de capacitación en el uso eficiente del agua para cultivos
necesitan fortalecerse y multiplicarse, creando, paralelamente, conciencia sobre la importancia del
uso racional del agua.
La pandemia ha generado un espacio de reflexión importante sobre los patrones de consumo y estilos
de vida: alternativas a viajes y reuniones de trabajo, re-evaluación de la importancia del vestido y el
calzado cómodo, re-distribución de las tareas domésticas o mejora de la calidad del aire en las ciudades
debido a la reducción del transporte. ¿Por qué son estos temas importantes? Porque proponen un
nuevo diálogo social, porque obligan a reflexionar y cambiar códigos y comportamientos que se habían
construido en realidades muy diferentes a las actuales, y que no eran sustentables. Hoy, luego de la
crisis, se discute más el significado de sustentabilidad y, sobre todo entre las nuevas generaciones se
proponen conductas y procesos más responsables y solidarios con el presente y el futuro del Planeta.
El regreso a la “normalidad” ya no es una opción. Está claro que esa normalidad no es sustentable.

Entre las múltiples propuestas de cambio de la región está la relacionada con la medición del índice
de desarrollo de nuestros países. Al momento está determinado por el crecimiento – o no – del
Producto Interno Bruto (PIB). En distintos foros sociales se proponen modelos económicos que
prioricen el bienestar y la calidad de vida y no solo el crecimiento económico. Hay interés en fortalecer
el sentido de pertenencia y apropiación por parte de la comunidad de los programas de desarrollo
que se enfoquen en sus necesidades, que vayan más allá de la receta. La participación activa en
programas de salud y educación, en la restauración de sistemas naturales y en la construcción de
alianzas entre productores y consumidores, podrán acelerar la transición hacia una economía de
bienestar y prosperidad dentro de los límites planetarios.

La inclusividad es una de las bases del éxito colectivo. “Mientras más formas haya de interpretar la
relación entre las especies, más podemos intervenir en el mundo de una forma positiva” (Brigitte
Baptiste). El mundo ya es biodiverso, solamente tenemos que aprender a operar en él. América

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Latina es una de las regiones más biodiversas del mundo; contiene el 60% de la vida silvestre mundial
(PNUMA); sus especies terrestres y acuáticas en mares, lagos, ríos y humedales, tienen un enorme
potencial para el desarrollo. América Latina no ha investigado gran parte de su biodiversidad aun –
hay mucho trabajo por hacer en este laboratorio natural.

La pandemia del covid nos demostró que una crisis sistémica, sumada a la crisis climática y la
destrucción de la naturaleza, tiene consecuencias inmensurables en el bienestar de las personas,
en su economía, en la justicia social y en la construcción de un futuro predecible. Esta y otras
pandemias han sido el resultado de una sobreexplotación irracional de los recursos naturales –
renovables y no renovables – por parte del ser humano. Responden a una cultura orientada al
consumismo irracional que es cada vez más cuestionada. Como consecuencia de la crisis, ha surgido
en muchas sociedades un inesperado acercamiento a la ciencia: conocer más sobre el virus mismo,
sobre su origen, sobre la importancia de trabajar en el control de las condiciones que llevaron a la
pandemia, sobre cómo se producen las vacunas y comprender mejor las implicaciones de grandes
inversiones necesarias para producirlas (Antonieta Rojas). Por primera vez, muchas sociedades
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

reclaman mayor inversión en la investigación y ciencia sobre todo en temas relacionados a la


salud. Aunque débilmente, aparecen algunos debates donde se vinculan la salud del Planeta y de
la humanidad, donde se cuestiona el desequilibrio entre oferta y demanda de recursos, o los límites
del planeta y la capacidad de regeneración de las especies de las cuales dependemos entre otras
cosas para la alimentación y la relación causa-efecto con la crisis climática.
Científicas por el medio ambiente

La necesidad de “saber” sobre temas científicos y la de construir puentes con la Academia, es un


tema pendiente. No se trata únicamente de tener más información sobre temas importantes para la
vida. Se trata también de traducir dicha información para uso de los tomadores de decisión (Verena
Hausserman). Los sectores de ciencia e investigación necesitan de “intérpretes” entre la ciencia
y la política pública. Hay un déficit importante en los centros de investigación y universidades
para que cumplan con el papel de compartir información sobre los resultados de su trabajo con
públicos más amplios. Adicionalmente es necesario crear redes de información y organizaciones
especializadas en facilitar la divulgación de conocimientos importantes y despertar en el ciudadano
común el interés por entender más sobre temas relacionados con el ser humano y su entorno. La
destrucción del ambiente es principalmente fruto de la ignorancia. Y no se valora lo que no se
conoce (Tatiana Espinosa).

La crisis climática hay que enfrentarla desde varios frentes. Los impactos no solo tocan a “otros” – cada
día que pasa, los golpes están más cerca: en mi país, en mi ciudad, en mi barrio, o en aquel país, ciudad
o barrio de un hermano, de un amigo. Y casi siempre de los más vulnerables. El conocimiento también
inspira el esfuerzo colectivo y permite aunar visiones entre diversos sectores claves para construir el
desarrollo sostenible: la ciudadanía, el gobierno, el sector privado y el sistema legislativo.

“Es difícil cambiar la comodidad de la gente” (Ana Sofia Varela), pero no es difícil inspirar a la gente
a hacer lo correcto, y entender que un cambio individual pequeño puede significar uno colectivo
masivo. Entender la situación, fomenta la creatividad en busca de soluciones y alternativas. Grandes
y pequeñas acciones tienen valor. Desde modelos energéticos a materiales que sustituyan al plástico
en varios de sus usos, desde alternativas a la madera hasta la producción de fuentes proteínicas en
los océanos. Seguiremos utilizando energía fósil, y por lo tanto seguiremos emitiendo gases de efecto
invernadero; seguiremos construyendo con materiales poco sustentables y continuaremos dejando
suelos degradados con prácticas agrícolas inadecuadas. Lo importante es reducir los impactos
negativos con la participación de todos. En algunos países de la región tenemos ya incentivos tributarios
que fomentan la sustentabilidad: eliminación de impuestos para vehículos eléctricos, posibilidad de
entregar a la red de energía convencional la energía renovable producida en instalaciones privadas,
etc. No está suficientemente instalado todavía el tema de la plantación de bosques productivos, para
el uso más extenso de madera en diverso tipo de construcciones. El bambú americano, por ejemplo, es
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una especie con características extraordinarias: resistencia, flexibilidad, captación de carbono, tiempo
de vida, etc. Para regiones de América Latina, donde los terremotos son frecuentes, el uso más extenso
de este material protegería mejor a sus habitantes. Los bosques de bambú bien manejados pueden
capturar el carbono hasta en una cantidad de 13 toneladas de carbono por hectárea por año (IMBAR).

A pesar de que la región se enfrenta a muchos riesgos, hay grandes oportunidades. En la agenda de
América Latina para el año 2030, la ciencia debe ser la base de las decisiones de política pública,
la solidaridad debe guiar la respuesta a crisis globales, el desarrollo económico tiene que avanzar
no solo hacia el crecimiento sino también al bienestar. Los compromisos climáticos en el marco de
los ODS, deben asegurar mayor inversión en tecnología que asegure soluciones integrales, donde
el rol del Estado y la gobernabilidad sean claros y compatibles con los desafíos del mundo de hoy,
y donde se desarrollen nuevos modelos de negocios que incluyan objetivos económicos, sociales y
ambientales (ESG). “The future is no longer what it used to be”; hace 20 años era mucho más fácil
predecir el futuro político, social, o ambiental; hoy tenemos nuevas variables que se modifican a una
velocidad imprevista, con frecuencia inesperada, y que modifican nuestra capacidad de predecir el
Ciclo de debates sobre un mundo más sostenible

futuro.

Tener una agenda clara y ambiciosa para la región puede posiblemente ayudar a reducir esos
impredecibles, y a prepararse mejor para enfrentar problemas y amenazas.
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“Quien no cuida su tierra no se ama a sí mismo” (Claudia Romero – libro de Kaqchikeles). Sabiduría
de comunidades ancestrales, que resume la importancia de comprender que no puede haber una
sociedad humana sana en un planeta enfermo, concepto adoptado también por la Organización
Mundial de la Salud al acuñar el término “One Health” – la salud de los seres humanos y de la
naturaleza, de los ecosistemas que nos brindan sus servicios, es una sola.

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