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V
JENGIBRE
Un día que Jengibre y yo nos hallábamos solos á la sombra del nogal, tuvimos ocasión de hablar muchísimo. Deseaba ella saber las circunstancias de mi nacimiento y doma y se lo conté todo.
—Bueno —me dijo;— yo no soy inferior á ti en nacimiento y pude haber tenido tan buen carácter como tú; pero no creo que ya lo tendré nunca.
—¿Por qué no?-le pregunté.
—Porque todos se han portado conmigo de muy diferente manera. Nunca he tropezado con caballo ú hombre que haya sido bueno para mí, ó á quien tuviera interés en complacer; pues, en primer lugar, fuí separada de mi madre tan luego como me destetaron, y colocada entre otros potros, ninguno de los cuales me quería, ni yo