Cruzar el Atlántico en esa época del año significaba correr un riesgo considerable, como demuestra la afirmación de Fernández de que su navío apenas pudo completar el viaje.
De este modo reconocían su incapacidad para forzar la entrada de la ciudad; una incapacidad que dejaba ver, sobre todo, su repugnancia a correr un riesgo semejante debido a que para ellos, lo esencial del conflicto era el control del territorio.