aterrado


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Sinónimos

aterrado

, aterrada
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones
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aterrado

atterrito
Ejemplos ?
Esto causaba adrenalina pura en mí, pero yo confié en mi ladrador amigo. Drogón había aterrado a un dromedario insaciable de beber que había madrugado para cargar el odre de su joroba.
en lugar de hallarse con la cabeza de plata, hallaron bañada en sangre la propia de Valentina, su parición formidable. «¡Mi pupila!» exclamó el viejo aterrado arrodillándose.
-Cuando la sangre que mancha tus manos, que en balde me ocultas, haya desaparecido -exclama el terrible bracmín, lanzando una mirada de indignación al príncipe, que permanece aterrado ante aquella prueba de la sabiduría del solitario.
¿Qué hace usted que no corta su pluma, la moja en hiel?... EL DUENDE.- Amigo, ¿qué quiere usted? Así me han dicho; estoy aterrado... Es verdad que no hay motivo para estarlo..., pero...
—alzó más la voz, ya alterada. Y el silencio fue tan fúnebre para su corazón siempre aterrado, que la espalda se le heló de horrible presentimiento.
¡una mujer! Y me alejaba aterrado; porque parecía sentir caer detrás de mí el fuego del cielo. Mas las avenidas del pueblo estaban cerradas por dobles filas de soldados; y en todas, un imperioso ¡atrás!
¡Guau, guau! El intendente buscó con los ojos al capitán Pérez, aterrado por aquel indecible «titeo». Por fin lo vio, con el brazo recostado en el marco de la puerta, las piernas cruzadas y un palito entre los dientes; se encogía de hombros, «jugándole risa», declarándose impotente, porque él tampoco «las iba» con la ordenanza.
En su lívido rostro se veía ya impresa la indeleble marca de la muerte. El Capitán estaba aterrado por primera vez en su vida. -¡Déjanos, Rosa!...
Yo, asustado, me dispuse a huir, pero cuando aterrado iba haciéndome para atrás, sentí en mi espalda las filosas ramas de otros árboles fantasmales y largas enredaderas iban aprisionando mis piernas y ascendían sobre mi cuerpo, sujetándolo.
Llevaba aterrado mis manos hacia mi boca cansada de gritar; mi corazón latía mucho más fuerte que nunca; las piernas se me doblaban y mi respiración agitadísima parecía ahogarme.
Tuvo aún fuerzas para arrancarse a ese último espanto, y de pronto lanzó un grito, un verdadero alarido, en que la voz del hombre recobra la tonalidad del niño aterrado: por sus piernas trepaba un precipitado río de hormigas negras.
Quedó aterrado el santo religioso Al pié de la vacía sepultura Mirando por el aire nebuloso Veloz huir la aparicion impura; Hasta que al cabo de terror transido Desfalleció sin voluntad ni aliento Y cayó sin sentido (198) Al desgarrarse airado el firmamento De un trueno con el cóncavo estampido.