La Argumentacion

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MSc.

FREDY OLIVOS ROMERO


1. QUE ES LA ARGUMENTACION?
– Situaciones de carácter interpersonal
– Situaciones de carácter social
– Situaciones técnicas
– Situaciones académicas
2. ESTRUCTURA DE LOS TEXTOS ARGUENTATIVOS
– Presentación o introducción
– Exposición de la tesis
– Cuerpo argumentativo y antÍtesis
– Conclusión
3. COMO SE HACE UN TEXTO ARGUMENTATIVO?
– Explorar la cuestión
– Ordenar los puntos principales
– Escribir el texto argumentativo
– Evitar las falacias
4. IMPORTANCIA DE LOS CONECTORES ARGUMENTATIVOS
5. BIBLIOGRAFIA
Toda argumentación tiene un carácter dialógico,
es decir, presupone un diálogo con el
pensamiento del interlocutor para transformar su
opinión (tesis y argumentos, por un lado;
antÍtesis y contraargumentos, por el otro). Por
ello se ha de presuponer la existencia de dos o
más interlocutores (el escritor y su/s
oponente/s). De aquí se deduce la necesidad de
tener en cuenta al destinatario (identificarlo,
conocer sus gustos y valores, prever su opinión...)
para seleccionar los argumentos o premisas más
adecuados y eficaces, y para contraargumentar
(exponer razones que contrarresten o invaliden
los razonamientos ajenos).
Las situaciones más comunes en que se emplea
la argumentación son las siguientes:
a) Situaciones de carácter interpersonal: vida cotidiana
(discusión entre dos personas con diferente punto de
vista), entrevista laboral, etc. Se caracterizan por la
utilización de un discurso poco planificado.
b) Situaciones de carácter social: cartas al director,
artículos de opinión, manifiestos, anuncios
publicitarios, debates, mesas redondas... Emplean un
discurso más planificado y estructurado, con una
gramática más elaborada y precisa.
c) Situaciones técnicas: ámbito científico, jurídico y
administrativo... (artículos de investigación, tratados,
instancias, alegatos, sentencias, demandas...). Usan
estructuras muy formalizadas, en un discurso técnico.
d) Situaciones académicas: los exámenes, informes,
trabajos académicos
Los textos argumentativos, como los expositivos, basan
una parte importante de su efectividad en la buena
organización de las ideas con las que se pretende
convencer o persuadir. Todo texto argumentativo se
articula en torno a cuatro partes fundamentales:

1. Presentación o introducción
Tiene como finalidad presentar el tema sobre el que se
argumenta, captar la atención del destinatario y
despertar en él el interés y una actitud favorable.
2. Exposición de la tesis
La tesis es la postura que se mantiene ante el
tema. Puede aparecer al principio o al final del
texto y es el núcleo de la argumentación.
Una tesis puede ser una opinión subjetiva, en el
caso de la argumentación informal; en cambio, si
se trata de un trabajo académico de
investigación, la tesis tiene que ser una hipótesis
científica. Cabe destacar que una tesis que no se
apoye en argumentos racionales no constituye
una argumentación académica. Solamente los
datos objetivos o las afirmaciones demostrables
científicamente constituyen argumentos válidos
en un texto científico-técnico.
Al defender una opinión suele adoptarse una de
estas tres posturas argumentativas:
a) Postura positiva: el emisor-argumentador aporta
argumentos que apoyan su tesis (argumentación
positiva o de prueba).
b) Postura negativa: se ofrecen razones que
refutan o rechazan argumentos contrarios al
propio punto de vista (argumentación negativa o
de refutación).
c) Postura ecléctica: se aceptan algunas razones
ajenas (concesiones) y se aportan argumentos
propios.
3. Cuerpo argumentativo y antitesis

Una vez expuesta la tesis, empieza la argumentación


propiamente dicha. Se trata bien de justificar la tesis con la
presentación de pruebas y argumentos variados
(argumentación positiva), refutar la tesis contraria, o
admitir algún argumento contrario (concesión) para contra-
argumentar.
Con el objetivo de lograr persuadir al destinatario, el
emisor puede desplegar una serie de estrategias
argumentativas. Puede recurrir a las citas de autoridad y a
la ejemplificación, a la analogía, a la exposición de las
causas y las consecuencias que comporta la adopción de
sus ideas, al refuerzo de su opinión mediante datos
objetivos (como, por ejemplo, resultados estadísticos o
sondeos), o a la discusión y desestimación de posibles
objeciones a la tesis adoptada.
4. Conclusión

Se recuerda al interlocutor la tesis, las partes más relevantes de


lo expuesto y se insiste en la posición argumentativa adoptada.
En las argumentaciones escritas (textos científicos y técnicos,
humanísticos, ensayos...), los esquemas más utilizados son:
a) Argumentación deductiva. Presenta una orientación
demostrativa: se parte de una o varias ideas generales (tesis)
para llegar a una conclusión (que reafirma la tesis de partida o
propone nuevas tesis) mediante la presentación de hechos,
pruebas y argumentos.
b) Argumentación inductiva. Se parte de la presentación de una
serie de argumentos y, tras análisis y razonamientos variados,
se llega, a modo de conclusión, a una tesis que se infiere de
dichos argumentos.
c) Argumentación mixta. Contiene a la vez elementos del esquema
deductivo y del inductivo. Se formula al principio la tesis, se
muestran hechos, casos o razonamientos que la confirmen y, al
final, se repite la tesis, casi siempre con alguna variante.
A. Explorar la cuestión
El primer paso es la indagación; antes de empezar a escribir un
texto argumentativo hay que explorar la cuestión, es decir, el
problema o situación que admite posiciones a favor o en contra de
una tesis, y considerar las diversas posiciones. Para ello se requiere:

a) Explorar los argumentos sobre todos los aspectos de la cuestión


Nuestra tarea consiste en dar una opinión bien informada que
pueda ser defendida con argumentos sólidos. Nos informaremos
sobre la cuestión, leeremos artículos y hablaremos con personas
con diferentes puntos de vista. Así empezaremos también a
formular argumentos propios.
b) Cuestionar y defender la tesis

Tendremos que examinar también los argumentos a


favor y en contra de la tesis. Hay que convencer al
lector de que los argumentos son ciertos, y de que la
tesis deriva coherentemente de ellos.
c) Revisar y reconsiderar los argumentos

Después de haber decidido la conclusión que


queremos defender y de haber explorado los
argumentos, tenemos que pensar en la forma más
adecuada de organizarlos: es eficaz discriminar los
argumentos fuertes frente a los débiles.
B. Ordenar los puntos principales
Supongamos que hemos llegado a una tesis que pensamos que
podemos defender adecuadamente. Ahora hace falta organizar el
texto de manera que trate todo lo necesario; prepararemos el
esquema.

a) Explicar el problema
Empezamos presentando la pregunta a la que queremos responder.
También hay que considerar al público al que nos dirigimos.

b) Formular una propuesta o afirmación definitiva


Si estamos formulando una propuesta, tenemos que ser
específicos. Expondremos, en primer lugar, nuestra afirmación de
una manera simple y, a continuación, ofreceremos tantos detalles
como sea necesario. Hay que formular de manera clara cuál es
nuestro propósito.
c) Desarollar los argumentos de un modo completo
Una vez que hayamos aclarado la importancia de la cuestión que
estamos tratando, y una vez que hayamos decidido exactamente lo
que nos proponemos hacer, estamos en condiciones de desarrollar
el argumento principal.
Planificar es importante. Un argumento bien desarrollado es mejor
que tres argumentos tan sólo esbozados.

d) Examinar las objeciones (contraargumentos)


Hay que anticiparse a preguntas escépticas. De este modo,
podemos matizar la tesis de partida.
La mayoría de las tesis no tienen un solo efecto, sino muchos.
Tenemos que examinar qué desventajas puede tener nuestra tesis
(anticipándonos a las desventajas que otros puedan argumentar
como objeciones). Argumentaremos que las ventajas superan a las
desventajas (y nos aseguraremos de que realmente lo hacen) y
trataremos de responder a las críticas más fuertes o más comunes.
C. Escribir el texto argumentativo
Una vez explorada la cuestión y desarrollado un esquema, es el momento de escribir el texto.

a) Seguir el esquema
Seguiremos el esquema que hemos desarrollado y no pasaremos de un punto
a otro, si éste debe venir más tarde.
b) Formular una introducción breve
La introducción debe ser breve y precisa; no puede ser una introducción
demasiado general.
c) Exponer los argumentos de uno en uno
Como regla general, expondremos un argumento por párrafo. Incluir muchos
puntos diversos en el mismo párrafo sólo confunde al lector y hace perder
aspectos importantes. Usaremos el argumento principal para plantear los
párrafos.
Un buen ensayo primero explica la importancia de la cuestión, luego formula
la tesis y finalmente dedica un párrafo (o, a veces, varios párrafos) a cada una
de las premisas.
d) Claridad
Las cuestiones que a nosotros nos parecen que están
relacionadas, a algún lector le pueden parecer
totalmente desvinculadas. Es, por tanto, esencial
explicar las conexiones entre las ideas, aun si nos
parecen absolutamente claras.

e) Apoyar las objeciones con argumentos


Además de desarrollar nuestros propios argumentos
de una manera cuidadosa y completa, también
desarrollaremos en detalle los posibles
contraargumentos, si bien de un modo no tan
completo como los argumentos a favor de la postura
defendida.
f) No afirmaremos más de lo que hemos probado
Terminaremos sin prejuicios. Muy rara vez
responderemos a todas las objeciones de manera
adecuada, y siempre pueden aparecer nuevas
objeciones, que no podemos infravalorar.

D. Evitar las falacias


Las falacias son errores en los argumentos. Llamar a
algo una falacia normalmente es sólo otra manera de
decir que viola una de las reglas de los buenos
argumentos que acabamos de exponer.
La función básica de los textos argumentativos es presentar una
serie de informaciones de manera convincente para guiar al
lector hacia las conclusiones que nos interesan. Es
imprescindible por ello relacionar las secuencias textuales entre
sí.
De acuerdo con las funciones que realizan los conectores
argumentativos, distinguiremos tres grupos distintos:
I. Conectores contraargumentativos
a) Expresiones conectivas como aunque, a pesar de (que), pese
a (que) y si bien (de las que aunque es el conector prototípico).
b) Conectores como pero, sin embargo, no obstante, ahora bien,
con todo, aun así o de todas formas (pero es el representante
paradigmático de este grupo).
c) Grupo formado por conectores tales como mientras que, en
cambio y por lo contrario (básicamente modifican en el segundo
miembro algún aspecto de lo formulado en el primero)
II. Conectores consecutivos
a) Conectores integrados en la oración (que presentan la
conjunción que): así que, de modo que, de manera que, por lo
que, de ahí que, etc.
b) Conectores de tipo parentético: por ello/eso, por ese/ tal/
dicho motivo/ razón/ causa, por (lo) tanto, en consecuencia, por
consiguiente, por ende, pues, así pues.

III. Conectores aditivos


a) Conectores que introducen un nuevo aspecto o punto de vista
del tema que se está tratando sin valorarlo desde el punto de
vista argumentativo: asimismo, igualmente, de igual/ mismo
modo, por otra parte, por otro lado, por su parte, a su vez.
b) Conectores que introducen un nuevo aspecto informativo del
tema, presentándolo como más fuerte desde el punto de vista
argumentativo que los aspectos anteriores: además, encima, por
añadidura, por demás, incluso, inclusive.
ARNOUX, E.; DI STEFANO, M.; PEREIRE, M.C.
(2000) Prácticas de Lectura y Escritura en la
Universidad. UBA
CALSAMIGLIA, H.; TUSÓN, A. (1999) Las cosas del
decir. Barcelona: Ariel.
MONTOLÍO, E.; FIGUERAS, C.; GARACHANA, M.;
SANTIAGO, M. (2000) Manual práctico de
escritura académica. Barcelona: Ariel.
WESTON, A. (1994) Las claves de la
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