5 Los Árabes en La Península Ibérica
5 Los Árabes en La Península Ibérica
5 Los Árabes en La Península Ibérica
INTRODUCCIÓN
La mayoría de los europeos no han valorado exactamente la importancia
de la aportación que han recibido de la civilización islámica ni han
comprendido la naturaleza de lo que han tomado de esta civilización en
el pasado, y algunos llegan hasta a desconocer totalmente todo lo que
con ello se relaciona. La realidad sacada de la historia misma hace
constar perentoriamente que la ciencia y la filosofía griegas fueron
transmitidas a los europeos por los musulmanes.
Podemos ver una prueba segura de la extensión de esta misma
influencia en Occidente, en la existencia de términos de origen y de raíz
árabes mucho más numerosos de lo que generalmente se cree,
incorporados a casi todas las lenguas europeas y cuyo empleo se ha
proseguido hasta nosotros, aunque muchos de los europeos que los
utilizan ignoren totalmente su verdadero origen.
Lo lógico, lo sensato, lo culto, lo normal y lo práctico sería que en
España el árabe fuera considerado no solo una parte esencial de la
herencia nacional, sino que se comprendiera su gran importancia,
empezando, si se quiere, con su importancia comercial en el mundo
contemporáneo. También se puede notar que la presencia musulmana
en la Península Ibérica permitió el intercambio cultural entre Oriente y
Conquista de la Península Ibérica. Al-Ándalus
Al inicio del siglo VIII, después de la muerte del rey
Witzia, el reino visigodo con capital en Toledo quedó
dividido en dos mitades: la ocupada por los partidarios
de Agila II y la de los partidarios de Rodrigo. El primero
pidió ayuda a los musulmanes (árabes, sirios y
berberiscos), que desembarcaron en Gibraltar en el año
711 comandados por el bereber Tarik Ibn Ziad, que
venció a Rodrigo en la batalla de Guadalete.
Comenzaba así la invasión musulmana que, en tan solo
siete años, dominó la Península Ibérica, con la
excepción de las zonas montañosas cántabras y
pirineas. La ocupación musulmana con capital en
Córdoba duro ocho siglos, hasta que en el año 1492 los
Reyes Católicos ocuparon Granada.
Las etapas de la existencia de los árabes en la península ibérica a lo
largo de 8 siglos
La conquista fue
rápida; Al-Andalus se
hallaba sometida al
califa de Damasco,
aunque sus
gobernadores
dependían de Ifriqiya
(Túnez). La capital
estuvo en un primer
momento en Sevilla
pero pronto se trasladó
a Córdoba.
Emirato omeya independiente (756-929)
La llegada de los árabes rompió con todo el desarrollo histórico anterior: no fueron
sólo una superestructura de poder, como había ocurrido con los visigodos, sino
que pusieron en marcha procesos que dieron como resultado una realidad no
continuadora de la Hispania visigótica.
Con los conquistadores llegó, entre otras cosas, una lengua de naturaleza bien
distinta a las románicas: el árabe, con sus diferentes manifestaciones escritas y
orales, que se impuso como lengua oficial y de cultura.
Esta lengua, el árabe, actuó como superestrato del romance andalusí y como
adstrato de los otros romances peninsulares. Fueron muchos los que dominaban
ambas formas lingüísticas: Al-Andalus fue una sociedad bilingüe al menos hasta el
siglo XI o XII.
Al-Andalus se vio inmersa en un nuevo proceso cultural y junto al árabe coloquial
o al escrito, en la zona conquistada se continuaba con el romance hispánico: el
mozárabe, «la variedad lingüística románica hablada en Al-Andalus, especialmente
hasta finales del siglo XI, no sólo por los cristianos que permanecieron en territorio
musulmán, sino también por los muladíes o conversos al islam y, en menor
medida, por parte de la población conquistadora» (Galmés, 1999: 97). Los árabes
la llamaron 'ayamiya ( > aljamía) «lengua de extranjeros», aunque esa
denominación podía aplicarse a cualquier lengua no arábiga.
Es difícil establecer el alcance de este periodo de bilingüismo: se mantuvo durante
el Califato y las Taifas (siglo XI), pero a partir de ese momento la presión de los
reinos cristianos en la Reconquista y la llegada de nuevos pueblos africanos
(almorávides y almohades) a mediados del XII, hicieron que los mozárabes
emigraran hacia el Norte o fueran deportados. Esto no debió suponer la
desaparición de ese romance, pero sí su debilitamiento: en las ciudades
reconquistadas en el siglo XIII no parece existir ningún núcleo de hablantes
mozárabes.
El conocimiento de ese romance hablado en Al-Andalus -el mozárabe- presenta
grandes problemas, debidos sobre todo a la falta de documentación. Podemos
caracterizarlo gracias a los rasgos que se deducen de diferentes fuentes: glosarios
latino-árabes o hispano-árabes, tratados de Medicina o Botánica y los restos
literarios.
Desde el siglo XIII, los musulmanes que vivían en zonas conquistadas por los
cristianos reciben el nombre de mudéjares. Estos siguieron utilizando su lengua, el
árabe, hasta que se prohibió su uso y ellos fueron obligados a convertirse al
cristianismo. Fueron los llamados moriscos, expulsados definitivamente de la
Península en 1609, bajo el reinado de Felipe II.
Con ellos acabó la presencia de comunidades de hablantes árabes en la Península
Ibérica.
Influencia lingüística del árabe
A pesar de que,
había hablantes que
dominaban las dos
lenguas, las
diferencias
lingüísticas entre
ellas eran tan
grandes que el
influjo quedó en los
aspectos más
externos, sobre todo
en el léxico.
Fonología
Tal como afirma Cano (1999:52) no hay en español ningún
fonema prestado del árabe ni ninguna pronunciación
particular. «Todos los estudios realizados sobre
correspondencia de fonemas de una lengua a la otra han
resultado negativos: los respectivos sistemas fonológicos
fueron siempre impermeables el uno al otro».
Parece posible, y así lo recogen tanto Lapesa (1981:145)
como Cano Aguilar, que la influencia de los préstamos
árabes modificara la frecuencia de ciertos tipos de
acentuación: se incrementaron las palabras oxítonas y
proparoxítonas y se produjo el aumento de polisílabas:
almogávar, berenjena...
Morfología
Desde los siglos VIII - finales del XV, el árabe fue lengua oficial de gran
parte de la península -Al-Andalus-, progresivamente reducida hasta su
desaparición. Los préstamos léxicos del árabe en la lengua española son
muy abundantes.
Algunos estudios señalan que en el español hay unas 4000 palabras
procedentes del árabe, lo que supone un 17% del vocabulario español.
Los arabismos abarcan casi todos los campos de la vida y según Rafael
Lapesa (1981: 133) son, después del latino, el caudal léxico más
importante del español, al menos hasta el siglo XVI.
Así, encontramos algunos arabismos referidos a:
•La ciencia: algoritmo, álgebra...
•instituciones y costumbres: alcalde, alguacil, albacea...
Toponimia
La mayor cantidad de topónimos de origen arábigo se encuentra, como es natural, en la
zona sur del territorio español y da cuenta del tiempo de permanencia y del tipo de
dominación ejercida allí por el pueblo musulmán. Granada, Alicante, las islas de Menorca
y Mallorca concentran, en conjunto, la mayoría.
En cuanto a su estructura:
comunes son los que presentan artículo (al), los cuales se componen de un elemento
que expresa filiación o calificativo y que, en general, están constituidos por un genitivo
posterior.
Topónimos en que aparece el artículo (al):
Alcalá < al-qal'a 'el castillo' *Alhamra < al-hamra 'la roja'
Alcains < al-kani'is 'las iglesias'
Topónimos compuestos de un genitivo posterior:
Guadalquivir < wadi al-kabir 'el valle del grandioso'
Guadalupe < wadi al-lubb 'el valle del lobo'
Características fonéticas de los arabismos
VOCALISMO:
El sistema vocálico de árabe, con tres fonemas /a, i, u/, dos grados de abertura y
distinción de cantidad se acomodó al del romance, con tres grados de abertura y
perdiendo la función distintiva de cantidad.
El diptongo au > o (hauz > alfoz, as-saut > azote)
El diptongo ai > e (mais > almez) o se conservó (baitar > albeitar).
CONSONANTISMO:
Dado que el romance no tenía más sibilantes fricativas que la /s/ sorda y la /z/ sonoras
apicoalveolares, las sibilantes fricativas dentales árabes se acomodaron a los africados
romances /ŝ/ y / ẑ/, con grafia c o ç y z respectivamente.
Las aspiradas árabes se asimilaron con el único aspirado romance, la [Ḥ], alófono de /f/ y
produjeron diferentes resultados: o bien se representaron por [h], (alharaca, alheña), o bien
fueron reemplazadas por /f/. De ahí las alternancias en algunas formas: Alhambra /
Alfambra, alholí / alfolí.
En otros casos dieron como resultados /g/ o /k/: al-'arabiyya > algarbía.
A veces llegaron a desaparecer (sobre todo el 'ain árabe): 'arab > árabe, al-'arif >
alarife.
Las terminaciones de los masculinos árabes eran consonantes o grupos
consonánticos no admitidos por el español desde el siglo XIV. En estos casos: -el
romance añadió una vocal de apoyo: sucq > zoco, alard > alarde, algib > algibe. -
en otros, se sustituyó esa consonante árabe por otra tolerable en romance:
al-'agrab > alacrán, al-muhtasib > almotacén.
Los nombres árabes terminados en vocal acentuada eran insólitos en español (sólo
en la conjugación había casos: canté, salí), por ello se colocó una consonante
paragógica, asimilando así su forma a los sustantivos habituales en español: al-
kirā' > ant. alquilé > alquiler, al-bannā' > albañí > albañil.
Una vez admitidos, los arabismos sufrieron los mismos cambios fonéticos que el
romance:
Palatalización de geminadas: an-nil > añil.
El grupo /st/ > /s/ (grafía c/ ç): musta'rib > moçarabe > mozárabe, 'ustuwan >
çaguán > zaguán. Este cambio afectó incluso a toponimos latinos: lat. Caesar
Augusta > ár. Saraqusta > Çaragoça > Zaragoza.
Almorávides De una tribu guerrera del Atlas que fundó un vasto المرابطين
imperio en el occidente de África y llegó a dominar
toda la España árabe desde 1093 hasta 1148.