PRINCIPIO DE LIDERAZGO Lección 3 Y 4.pptx - 20240904 - 214038 - 0000

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PRINCIPIOS DE LIDERAZGO

Conceptos de la
lección
Jesucristo es el Buen Pastor.

Los líderes de la familia así como los de la Iglesia


deben esforzarse por seguir el modelo de
liderazgo que el Señor estableció.
En la Biblia, los pastores representan a los líderes del
pueblo de Dios (véase Isaías 63:11; Jeremías 23:2). Ellos
vigilan para ver a los enemigos que puedan atacar a las
ovejas, y las protegen cuando sea necesario; atienden a
las que estén enfermas o heridas y buscan a las que se
hayan perdido o estén atrapadas o atascadas. En las
enseñanzas de Cristo, los pastores aman a sus ovejas y
tratan de ganarse su confianza; éstas, a su vez, conocen al
pastor, lo aman y confían en él más que en cualquier otra
persona. Un buen pastor incluso moriría por sus ovejas.
Cristo compara al pastor con un asalariado, que
abandona las ovejas en momentos de peligro porque no
las ama.
El élder Henry B. Eyring, del Quórum de los Doce Apóstoles,
comentó lo siguiente: “Un pastor cuida sus ovejas. En los relatos
de las Escrituras, las ovejas están en peligro; necesitan
protección y alimento. El Salvador nos amonesta que debemos
cuidar las ovejas de la misma manera en que Él lo hace. Él dio Su
vida por ellas, le pertenecen...

“Los miembros de la Iglesia son ovejas; son de Él y Él nos llama a


nosotros para cuidarlas. Debemos hacer más que simplemente
prevenirlas del peligro; debemos alimentarlas”
¿Por qué son tan importantes los pastores?

¿Qué hacen los pastores?

¿En qué sentido son diferentes los pastores de los asalariados?


CONCEPTO 2: LOS LÍDERES DE LA FAMILIA, ASÍ COMO LOS DE LA
IGLESIA, DEBEN ESFORZARSE POR SEGUIR EL MODELO QUE EL
SEÑOR ESTABLECIÓ.

El élder Henry B. Eyring explicó lo siguiente: “Él, que ve todas las


cosas, cuyo amor es infinito y que nunca duerme, vigila con
nosotros. Él sabe lo que las ovejas necesitan en todo momento.
Por el poder del Espíritu Santo, nos lo hace saber y nos envía a
donde ellas estén...
“El amor es lo que debe motivar a los pastores de Israel. Al
principio podrá parecer difícil, porque tal vez ni siquiera
conozcamos bien al Señor, pero si comenzamos con siquiera
un granito de fe en Él, el servicio que prestemos a las ovejas
aumentará nuestro amor por el Señor y por ellas; esto
proviene de las cosas sencillas que todo pastor debe hacer.
Oramos por las ovejas, por cada una de las que somos
responsables. Si preguntamos: ‘¿Podrías decirme quién me
necesita?’, recibiremos respuesta; acudirá a nuestra memoria
una cara o un nombre; o tal vez tengamos un encuentro
fortuito con alguien y sintamos que no fue casualidad. En esos
momentos sentiremos el amor del Salvador por ellas y por
nosotros. Conforme cuiden a Sus ovejas, el amor que sientan
por Él aumentará, y eso incrementará su confianza y valor”
• De acuerdo con el élder Eyring, ¿qué puede aumentar nuestra confianza
nuestro valor como líderes?
• ¿En qué se relaciona el servicio con el amor?
Los líderes las reciben y las dan, y esto forma parte de un principio muy importante y
necesario que es el de delegar.

La enseñanza más completa, aunque breve, sobre el liderazgo la dio el Salvador mismo
cuando dijo a Sus discípulos: “Y les dijo: Venid en pos de mí” (Mateo 4:19). Un líder no puede
pedir a otros lo que él no esté dispuesto a hacer; lo más seguro para nosotros es emular el
ejemplo del Salvador, y escuchar y seguir la dirección de Su Profeta, el Presidente de la Iglesia.

Los que son llamados a dirigir en el ministerio del Maestro no son elegidos para ser ni jefes ni
dictadores, sino para ser buenos pastores. Tienen que capacitar constantemente a otros para
que tomen su lugar y se conviertan en mejores líderes que sus maestros. Un buen líder
espera mucho de aquellos a quienes haya sido llamado a dirigir, los inspira grandemente y
enciende en ellos la llama del entusiasmo.

Un líder también debe tener iniciativa y llegar al corazón de aquellos a quienes dirija.

Además, debe saber escuchar y estar dispuesto a recibir consejo, así como demostrar un
genuino interés y amor por aquellos que estén bajo su responsabilidad.

“reprendiendo en el momento oportuno con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo; y


entonces demostrando mayor amor hacia el que has reprendido, no sea que te considere su
enemigo” (D. y C. 121:41–43).
Si tiene fe en el Señor y humildad, un líder del sacerdocio puede, sin ninguna duda, estar
seguro de que recibirá ayuda divina para solucionar sus problemas. Quizás para ello tenga
que esforzarse y meditar; mas de cierto será recompensado. Quizás reciba la respuesta como
Enós, que dijo: “...la voz del Señor de nuevo penetró mi mente” (Enós 1:10). O puede ser por
medio del ardor en el pecho que se menciona en la sección 9 de Doctrina y Convenios.

Presidente Stephen L. Richards, que dijo: “Tal como yo lo veo, el espíritu del gobierno de la
Iglesia es gobernar por medio de consejos… Raramente pasa un día en que no pueda darme
cuenta de la sabiduría de Dios al organizar los consejos para gobernar Su reino. Debido al
espíritu con el que nosotros trabajamos, hombres con diferentes puntos de vista y
procedentes de diversas culturas, si actúan bajo la influencia de ese espíritu, pueden reunirse
y llegar a un acuerdo”

Quienes dirigen en esta Iglesia deben dar el ejemplo de una vida justa; deben buscar
constantemente la guía del Espíritu Santo; deben mantener en orden tanto su vida como su
hogar; deben ser honestos y pagar con prontitud todas sus deudas; deben ser un ejemplo en
todas sus acciones y ser hombres de honor e integridad.

El consejo que el Señor dio a Josué es inapreciable: “Mira que te mando que te esfuerces y
seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera
que vayas” (Josué 1:9).
Conceptos de la
lección
CONCEPTO 1: SI LOS LÍDERES SE ESFUERZAN POR DESARROLLAR
ATRIBUTOS COMO LOS DE JESUCRISTO, SERÁN UN BUEN
EJEMPLO PARA AQUELLOS A QUIENES PRESTEN SERVICIO.
Cuando el Señor resucitado visitó las Américas, explicó a Sus discípulos
que la frase “Alzad... vuestra luz para que brille” quiere decir emularlo a
Él (véase 3 Nefi 18:24).

El presidente James E. Faust, cuando era miembro del Quórum de los


Doce Apóstoles, comentó lo siguiente refiriéndose al liderazgo:
“Quienes dirigen en esta Iglesia deben dar un ejemplo de rectitud;
deben buscar constantemente la guía del Espíritu Santo; deben
mantener en orden tanto su vida como su hogar; deben ser honestos y
pagar con prontitud todas sus deudas; deben ser un ejemplo en todos
los aspectos de su conducta”
El élder Dean L. Larsen, cuando integraba la Presidencia de los
Setenta, explicó: “Se espera que todos los que reciban el
Evangelio pongan de manifiesto sus frutos en su estilo de vida,
no sólo por su propio beneficio y bendición, sino también para
atraer a otras personas a la verdad...

“...En formas importantes, su vida manifestará los frutos del


Evangelio y los distinguirá del resto de la gente como una
antorcha que guíe a todos los que busquen la luz y la verdad”
El presidente Gordon B. Hinckley escribió esto: “Por su misma
naturaleza, el verdadero liderazgo trae aparejado la carga de
que el líder sea un buen ejemplo... Si los que dirigen no
establecen los valores y se adhieren a ellos, la conducta de los
seguidores se pone seriamente en peligro y queda minada.
Ciertamente, en cualquier organización donde suceda eso —ya
sea una familia, una corporación, una sociedad o una nación—
los valores que se descuiden terminarán por desaparecer”
Los líderes están más capacitados para ayudar a los demás cuando
tratan de ser un ejemplo de la vida y las enseñanzas del Salvador.
El Señor “continuó de gracia en gracia” hasta llegar a ser perfecto
(D. y C. 93:13). Entre Sus atributos se encuentran el conocimiento,
el poder, la justicia, el criterio, la bondad, la misericordia, la
paciencia, la veracidad, la humildad, la mansedumbre, la sumisión,
la gentileza, la amabilidad, la sabiduría, la abnegación, la
obediencia, la determinación de honrar nuestro albedrío, la
compasión, el valor, la integridad y el contentamiento.

Los líderes que desarrollen esos atributos sabrán comunicarse


claramente con aquellos a quienes dirijan, amarlos sin tratar de
controlarlos, alegrarse por su bondad y sus logros, y resistir las
tentaciones de Satanás. Si no seguimos el ejemplo de Jesucristo,
corremos el riesgo de desalentar a la gente de venir a Cristo.
¿Por qué deben los líderes de la Iglesia y de la familia vivir los
principios del Evangelio ellos mismos en lugar de sólo limitarse
a exhortar a los demás a hacerlo?

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