Tema 1-2.1 Introducción Al Pentateuco
Tema 1-2.1 Introducción Al Pentateuco
Tema 1-2.1 Introducción Al Pentateuco
1 Introducción al
Pentateuco
Aprendamos a interpretar
Con
Yo So y ”
Bib lia
C o m u n ic a c ió n
nuestra “
correctamente
Tema 1-2.1 Introducción al Pentateuco
LA LEY. El pentateuco: Los cinco primeros libros de
la Biblia contienen una parte narrativa, que comien-
za con la creación del mundo y concluye con la
muerte de Moisés.
Las narraciones sirven de marco a las leyes que
dieron su impronta característica al pueblo de Israel,
y por eso la tradición judía designa a este conjunto
de Libros con el nombre de “Torá”, palabra hebrea
que significa “LA LEY”.
En el siglo II de la era cristiana, se les dio el nombre
de PENTATEUCO. Esta palabra de origen griego
significa “cinco instrumentos” y se la usó
originalmente para designar los “cinco estuches”
donde se guardaban esos Libros.
Aunque está compuesto de elementos muy hetero-
géneos, el Pentateuco constituye una verdadera
unidad.
La división del mismo en cinco partes se funda en
razones de orden práctico: su finalidad era facilitar
el manejo de una obra tan voluminosa.
Los judíos de Palestina designaban cada una de
esas partes con la palabra inicial del texto.
El primer libro, por ejemplo, se llamaba (Al) principio
Pero en los medios de habla griega, se prefirió dar-
les un título que expresara algún aspecto de su con-
tenido, y de esa manera surgieron los nombres con
que se los conoce actualmente.
El primer libro se llama GÉNESIS, (origen), porque
describe los comienzos del universo, de la humani-
dad y del Pueblo de Dios.
El segundo recibe el nombre de ÉXODO, que signi-
fica “salida”, porque la primera parte de este libro tra-
ta de la salida de Egipto.
Luego viene el LEVÍTICO, así llamado porque contie-
ne el ritual que debían observar los sacerdotes de la
tribu de Leví.
El libro de los NÚMEROS debe su designación a los
diversos censos mencionados en él.
Y el último se llama DEUTERONOMIO que quiere de-
cir “segunda ley”, porque completa la legislación del
Sinaí con las normas y preceptos promulgados por
Moisés en las llanuras de Moab.
La formación del Pentateuco: Resulta equívoco y al-
go anacrónico considerar al Pentateuco como un
“libro” en el sentido moderno de la palabra.
En realidad, se trata de una compilación de varias
fuentes o tradiciones narrativas, legales y litúrgicas,
que se fueron formando y transmitiendo en el Pue-
blo de Dios a lo largo de muchos siglos.
Las etapas de ese proceso pueden ser reconstrui-
das en parte, mediante el análisis literario de los
textos.
Algunos elementos de esas tradiciones se remontan
hasta la época de Moisés y aún antes, y se fueron
transmitiendo oralmente antes de ser fijados por
escrito.
Los antiguos santuarios de Palestina, Siquém, Betel,
Hebrón y Jerusalén fueron el medio original donde na-
cieron y se conservaron muchas de esas tradiciones.
Las gestas de los antepasados se contaban a los
peregrinos en las asambleas cultuales.
Los relatos épicos servían de comentario en las
fiestas religiosas, donde se revivían las grandes
obras de Dios en favor de su Pueblo.
De una manera especial, los santuarios contribuye-
ron a la formación de los textos legislativos: allí se
tenía necesidad de leyes sagradas para el ordena-
miento del culto, para determinar las obligaciones
de los fieles y para la administración de la justicia.
Las cuatro tradiciones del Pentateuco:
El estudio detenido de los textos permite afirmar
que en la composición definitiva del Pentateuco rea-
lizada después del Exilio, hacia el siglo V a.C. se em-
plearon principalmente cuatro fuentes o tradiciones
diversas: la “yahvista”, la “elohísta”, la “sacerdotal”
y la “deuteronómica”.
La recopilación de estas tradiciones, procedentes de
ambientes y épocas muy diferentes, explica la va-
riedad de vocabulario y estilo, la existencia de rela-
tos paralelos o “duplicados”, las incongruencias y,
de una manera más general, la rica complejidad lite-
raria y doctrinal que caracteriza a toda la obra.
La tradición “yahvista”: La tradición más antigua re-
cibe el nombre de “yahvista”, porque su autor utiliza
desde el comienzo del relato el nombre de Yahvé,
nombre propio del Dios de Israel, traducido habitual-
mente “el Señor” (Gn 4,26).
Estas narraciones se distinguen por su estilo simple
y sin artificios, que revelan el arte de un narrador
consumado.
El autor “yahvista” no expresa su pensamiento por
medio de enunciados abstractos, sino mediante la
selección y encadenamiento de narraciones, que
recoge de la tradición oral y escrita de su pueblo.
Sin perder nunca de vista la trascendencia de Dios,
describe su acción con rasgos marcadamente
antropomórficos.
El horizonte del “yahvista” es universal.
Según su concepción, la historia del mundo se en-
cuentra bajo el signo de la “maldición” introducida
por el pecado (Gn 3, 14-19).
Pero la voluntad salvífica de Dios enfrenta al peca-
do, y con la elección de Abraham hace irrumpir la
“bendición” en el mundo (Gn 12, 1-3).
El pueblo de Israel es el portador de esa bendición,
y su presencia es germen de bendiciones para to-
dos los pueblos.
La tradición “elohísta”: La segunda tradición se de-
nomina “elohísta”, porque designa a Dios con el
nombre de “Elohím” palabra hebrea que significa
“dios” hasta el momento en que el nombre propio
del Dios de Israel o sea, Yahveh es revelado a
Moisés en el Sinaí (Éx 3,15).
Esta tradición acentúa la distancia entre Dios y el
hombre, y en ella, las revelaciones divinas se reali-
zan con rasgos menos antropomórficos: Dios per-
manece invisible y habla desde el fuego o desde la
nube; dirige a su Pueblo por medio de un profeta
como Moisés, y comunica libremente el espíritu
profético (Num 11,25).
La tradición “sacerdotal”: Esta tradición se carac-
teriza por el predominio de las prescripciones legis-
lativas, sobre todo, las referentes a la organización
del Santuario y del culto, a las fiestas litúrgicas, y a
las funciones del sacerdote Aarón y de sus hijos.
Por eso se la designa con el nombre de sacerdotal.
Los textos jurídicos y rituales pertenecientes a esta
tradición aparecen encuadrados en un marco narra-
tivo, porque tanto las instituciones de Israel como
las leyes que lo rigen, se fundan en las intervencio-
nes salvíficas del Dios “santo”, que quiere crear
para sí un Pueblo “santo”.
Los rasgos más salientes del estilo “sacerdotal” son
las repeticiones, el gusto por la exactitud cronoló-
gica y numérica, las genealogías y la predilección
por todo lo referente al culto.