Partiendo del reconocimiento de derechos, el concepto de
distribución justa y equitativa de beneficios busca crear las
condiciones para nivelar el poder de negociación entre las partes,
empoderando a aquellos que se encuentren en desventaja, a fin de
que las negociaciones sobre los beneficios puedan darse en
condiciones de justicia y equidad. Ello bajo la premisa de que una
distribución de los beneficios que se derivan por el uso de la
biodiversidad contribuirá a generar incentivos para su conservación y
reducir la pobreza de aquellos que tradicionalmente conservan esta
biodiversidad.
Es decir, que el monto del beneficio económico
no es lo fundamental aquí, pues este podrá variar
según cada escenario y el nivel del aporte al
proceso y resultado final de cada parte
involucrada. Si bien lo que es justo y equitativo
podrá variar según los actores, las condiciones y
características del negocio y/o producto, existen
una serie de condiciones que se deben generar y
que son indispensables para lograr relaciones
justa y equitativas y, por ende, acuerdos que
satisfagan y beneficien a todas las partes por
igual, lo cual está ligado al Principio 3 de
Biocomercio.
El Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) y la distribución
justa y equitativa de beneficios
Los tres objetivos principales del
CDB son: 1) la conservación de la
Diversidad Biológica; 2) la
utilización sostenible de los
componentes de la Diversidad
Biológica; y 3) la participación justa
y equitativa de beneficios que se
deriven de los recursos genéticos.
Para los países megadiversos, este tercer objetivo
es especialmente relevante debido a que en
conjunto, estos países poseen la mayor
biodiversidad del planeta, una alta diversidad
cultural y su población es altamente dependiente
de dicha biodiversidad y, al mismo tiempo,
altamente vulnerable a su pérdida. Para ello las
nuevas reglas de acceso a recursos genéticos y
conocimientos tradicionales planteadas por el CDB
son un incentivo y una oportunidad para la
conservación de la biodiversidad y su puesta en
valor.
En términos generales, el acceso a los
recursos genéticos y conocimientos
tradicionales asociados a éstos se
realizan dentro del marco de
actividades de investigación científica
sobre biodiversidad o de
bioprospección con fines de
investigación y desarrollo, por lo
general en el campo farmacéutico o
agroindustrial.
Aunque las actividades de
investigación y recolección de
muestras de biodiversidad no tengan
un fin comercial inmediato, pueden
llevar, eventualmente, a la
identificación de material o
conocimiento con un potencial uso
comercial. Por lo tanto, se considera
que aún en los casos que no existen
un fin comercial directo, es necesario
considerar la posibilidad de que ello
ocurra y establecer acuerdos para una
eventual distribución de beneficios.
Por otro lado, los conocimientos tradicionales también
han demostrado ser de gran importancia en la industria
farmacéutica y cosmética así como para la
rehabilitación de la dependencia a drogas o el
tratamiento de problemas emocionales o de salud
mental, con la asistencia de sabios o “curanderos”. Es
ampliamente sabido que las zonas de mayor
biodiversidad se encuentran generalmente habitadas
por pueblos indígenas y que los recursos genéticos de
estas zonas por lo general tienen algún tipo de
conocimiento tradicional asociado. En ese sentido, se
afirma que los conocimientos tradicionales ahorran
tiempo y dinero en los procesos de bioprospección e
investigación.
Es importante conocer el marco normativo de la
distribución justa y equitativa de los beneficios
derivados del uso y aplicación de conocimientos,
innovaciones y prácticas tradicionales.
A nivel internacional, el Perú suscribió la Decisión
391, Régimen Común de Acceso a los Recursos
Genéticos que tiene como objetivo normar el acceso y
uso de los recursos genéticos, productos derivados
y conocimientos tradicionales asociados,
y a partir de sus principios y obligaciones busca
determinar condiciones para una participación
justa y equitativa del Estado y los actores
nacionales de los países de la Comunidad Andina
de Naciones - CAN en los beneficios que se
derivan del acceso a los recursos genéticos.
Asimismo, establecer bases legales para
reconocer y valorar los conocimientos,
innovaciones y prácticas de las comunidades
indígenas, afroamericanas y locales.
A nivel nacional, existen dos normas fundamentales que
regulan la distribución justa y equitativa de los beneficios:
•El Reglamento de Acceso a Recursos Genéticos (Decreto
Supremo N°003-2009- MINAM), en el marco de la Decisión 391
de la Comunidad Andina de Naciones..
•La Ley Nº27811, Ley de Protección de los Conocimientos
Colectivos de los Pueblos Indígenas vinculados a los
Recursos Biológicos, promulgada en el año 2002.
Reglamento de Acceso a Recursos Genéticos (Decreto Supremo
N°003-2009- MINAM), en el marco de la Decisión 391 de la
Comunidad Andina de Naciones
Establece un Régimen común sobre Acceso a los Recursos
Genéticos, designa al Ministerio del Ambiente como ente rector
en materia de acceso a los recursos genéticos, siendo autoridad
normativa que orienta y supervisa la gestión del acceso. Asimismo,
designa a instituciones del Estado como Autoridades de
Administración y Ejecución, encargadas de la evaluación,
aprobación de la procedencia o improcedencia de las solicitudes de
acceso, suscripción de contratos, emisión de resoluciones para el
acceso y verificación del cumplimiento de las condiciones de
acceso, según su competencia sectorial:
El Ministerio de Agricultura y Riego
(MINAGRI): recursos genéticos,
moléculas,
combinación o mezcla de moléculas
naturales, incluyendo extractos crudos y
demás derivados contenidos en las
especies silvestres continentales.
MINAGRI evalúa las solicitudes de
acceso a los recursos genéticos de las
especies silvestres parientes
de especies cultivadas en coordinación con
el INIA.
El Instituto Nacional de
Innovación Agraria (INIA):
recursos genéticos, moléculas,
combinación o mezcla de
moléculas naturales, incluyendo
extractos crudos y demás
derivados contenidos en las
especies cultivadas o
domésticas continentales.
El Vice Ministerio de la Pesquería
del Ministerio de la Producción
(VMPPRODUCE): recursos
genéticos, moléculas, combinación o
mezcla de moléculas naturales,
incluyendo extractos de crudos y
demás derivados contenidos en las
especies hidrobiológicas marinas y
de aguas continentales.
Ley Nº27811, Ley de Protección de los Conocimientos
Colectivos de los Pueblos Indígenas vinculados a los Recursos
Biológicos, promulgada en el año 2002.
Establece a la Dirección de Invenciones y Nuevas
Tecnologías (DIN) del Instituto Nacional de Defensa de la
Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual
(INDECOPI) como autoridad nacional competente
encargada de conocer y resolver en primera instancia todo
lo relativo a la protección de dichos conocimientos
colectivos. Asociado al tema de distribución de beneficios, el
Perú también regula lo relacionado con los derechos de
propiedad intelectual y la protección de los conocimientos
tradicionales del uso indebido a través de la solicitud de
patentes. Al respecto, cabe mencionar las siguientes
normas:
Decisión 486
En el tema de patentes, el Perú se rige por la
Decisión 486 de la Comisión de la Comunidad
Andina, Régimen Común sobre Propiedad
Industrial, que regula el proceso administrativo
para la obtención de una patente de invención,
entre otros derechos de propiedad industrial.
Dicha Decisión establece como obligación al
solicitante de un derecho de patente, la
presentación del contrato de licencia de uso de
los conocimientos tradicionales, cuando la
invención ha sido obtenida o desarrollada a partir
de un conocimiento tradicional originario de
cualquiera de los países miembros de la
Comunidad Andina.
Ley N° 28216 que crea la Comisión Nacional para la
Protección al Acceso a la Diversidad Biológica
Peruana y a los Conocimientos Colectivos de los
Pueblos Indígenas (CNBio).
También conocida como Comisión Nacional contra la
Biopiratería (CNBio), esta Comisión se encuentra
adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros,
está conformada por 13 instituciones entre
estatales, academia, centros de investigación y
ONG, y es presidida por el Instituto Nacional de
Defensa de la Competencia y de la Protección de la
Propiedad Intelectual - INDECOPI.
Tiene como misión “desarrollar acciones para
identificar, prevenir y evitar actos de
biopiratería con la finalidad de proteger los
intereses del estado peruano” y como visión
“que el estado peruano cuente con un sistema de
protección contra actos de biopiratería
contribuyendo al desarrollo sustentable del
Perú”.
El Biocomercio ha intentado adaptar este concepto a la
realidad de los negocios relacionados a los productos
de la biodiversidad y a sus diversos tipos de actores
que conforman la cadena, por lo general integradas por
productores pobres (comunidades o agricultores) y
pequeñas y medianas empresas, en las cuales la
investigación y desarrollo no suelen ser elementos
centrales, aunque en ocasiones surjan o sus productos
sirvan de orientación para identificar propiedades,
por ejemplo el sacha inchi, que hoy es
utilizado en la industria cosmética; la
maca o la uña de gato, son también
ejemplos que poseen conocimientos y
prácticas tradicionales de pueblos
indígenas que han sido aprovechados
por grandes empresas para desarrollar
sus productos, sin que las comunidades
o agricultores reciban beneficios
proporcionales a su contribución.
El texto del CDB ni el Protocolo de Nagoya,
establecen lineamientos precisos sobre cómo asegurar
que la distribución de beneficios sea efectivamente
“justa y equitativa” en las actividades de acceso a
recursos genéticos y conocimientos tradicionales.