Prisión Preventiva
Prisión Preventiva
Prisión Preventiva
La prisión preventiva estatus jurídico con el cual el legislador que aprobó la ley número 76-02 promulgada el 19 de julio del 2002,
que instituye el Código Procesal Penal, abrogando de paso el otrora centenario y vilipendiado Código de Procedimiento Criminal
vigente durante ciento veinte años, identifica al privado de libertad a requerimiento del Ministerio Público en el fuero de la
audiencia de medida de coerción.
La prisión preventiva se dicta en principio, por su periodo de tiempo de tres meses y no mayor a un año. Está prevista en el inciso 7
y último del artículo 226 del Código Procesal Penal, siendo reservado por el legislador para las ocasiones procesales en las cuales
no puede evitarse razonablemente la fuga del imputado mediante la imposición de una o varias de aquellas que resultan menos
gravosas para la persona, para evitar la destrucción de pruebas relevantes para la investigación, y cuando la libertad del imputado
pueda constituir una amenaza para la sociedad, la víctima o sus familiares, o los testigos del proceso.
La prisión preventiva tiene legalmente un límite temporal razonable de doce meses, a los fines de evitar que se
convierta en una pena anticipada, excepcionalmente el plazo máximo de la prisión preventiva puede
incrementarse a dieciocho meses; 1° en los casos declarados justicialmente complejos en razón de la pluralidad
de agentes, del elevado número de imputados o víctimas, o por tratarse de casos de delincuencia organizada; y 2°
por la interposición de un recurso de apelación de parte del imputado o el Ministerio Público, contra una
sentencia de condena dictada por el juzgado de primera instancia.
Sobre el carácter excepcional de la prisión preventiva el constituyente del 2010 luego de incorporar la figura a la
Carta Fundamental de la Nación establece en el inciso 9 del artículo 40; Las medidas de coerción restrictivas de la
libertad personal, tiene carácter excepcional y su aplicación debe ser proporcional al peligro que trata de
resguardar.
La Convención Americana de los Derechos Humanos, pacto de San José de Costa Rica no hace mención de la prisión
preventiva en tanto, que el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos se refiere a ella en una sola ocasión,
para señalar en la parte infine del inciso 3 del artículo 9; La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas
no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del
acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, la pena la ejecución del
fallo.
Javier Llovet Rodríguez, destacado doctrinario del Derecho Procesal Penal, estableció; que la prisión preventiva consiste
en la privación de libertad ordenada antes de la existencia de sentencia firme, por el tribunal competente en contra del
imputado, basada en el peligro de que se fugue para evitar la realización del juicio oral o la ejecución de la eventual
sentencia condenatoria, o en el peligro de que vaya a obstaculizar la averiguación de la verdad. De lege lata en Costa Rica
abarca también la privación de libertad del imputado ordenada por el juez competente para evitar el peligro de
reiteración delictiva.
Resulta oportuno recordar que, en la administración de justicia anterior a la entrada en vigencia del nuevo sistema
procesal, exceptuando los procesos judiciales por infracciones de naturaleza correccionales, entiéndase sancionados con
penas de prisión de seis días a un año, el otorgamiento de la fianza, hoy garantía económica, era automático u
obligatorio, no estaba regulado el procedimiento de la imposición de la privación de libertad.
El viejo artículo 94 del Código del Procedimiento Criminal, disponía: Después del interrogatorio, o en caso de fuga del
inculpado, el juez de instrucción podrá dictar, según la gravedad del caso, mandamiento de prevención o de prisión
provisional. Este último no podrá librarlo sino después de haber oído al procurador fiscal. En el curso de la instrucción
podrá, del mismo modo, ordenar la libertad provisional bajo fianza, siguiendo para ello el procedimiento establecido en
el capítulo VIII de este Código: De la libertad provisional bajo fianza, para a renglón seguido establecer en el párrafo del
mismo artículo:
En el curso de la instrucción podrá, con la anuencia del procurador fiscal y cualquiera que fuere la naturaleza de la
inculpación, suspender el mandamiento de prevención o de prisión provisional, siempre que no existieren indicios graves
de la culpabilidad del procesado y a condición de que éste se comprometa a presentarse todas las veces que fuere
requerido en el curso del proceso y para la ejecución de la sentencia tan pronto como sea requerido al efecto.
La derogada norma no prescribía criterios para determinar cuando y en cuales condiciones o circunstancias se restringía
el bien jurídico protegido más preciado de una persona, después de la vida humana. Consignaba una facultad inocua
para decidir si el ciudadano o la ciudadana, para la cual el Ministerio Público peticionó un acto de sujeción, debe o no ser
privado de libertad. Pero lo mas anacrónico del texto precedentemente citado, lo constituye el hecho de llamar a un
instrumento legal, elaborado por el parlamento bicameral al estado natural de la persona, la libertad, “libertad
provisional”, convirtiendo el estado natural de la persona en una situación excepcional.
En la nueva legislación se concibe ese estado original del hombre como natural y la prisión como una condición extrema,
excepcional, indispensable para el proceso, solo imponible para evitar la fuga del imputado, evitar la eventual
destrucción de las pruebas, así como la repetición del delito, sin embargo deviene en el punto más neurálgico, el crespón
negro, de los operadores del sistema de justicia penal instituido por el Código Procesal Penal con casi veinte años de
vigencia, el incremento exponencial de la población carcelaria preventiva superando ventajosamente y de forma
desproporcional la generada por el antiguo Código del Procedimiento Criminal, por lo que resulta oportuno buscarle una
solución a esta crisis de hiperpoblación carcelaria preventiva.
La prisión preventiva como medida coercitiva o cautelar se encuentra establecida en el Código Procesal Penal Dominicano
en su artículo 226, al igual que otras seis (6) medidas cautelares menos gravosa; y se imponen a los fines de asegurar la
presencia del investigado durante todo el proceso; y evitar la destrucción de pruebas relevantes para la investigación, así
como también, para proteger la víctima o sus familiares, y los testigos del proceso.
Además, que, la prisión preventiva solo procede cuando convergen las siguientes circunstancias: 1) Existen elementos de
prueba suficientes para sostener que el investigado es con probabilidad autor o cómplice de una infracción; 2) Cuando
existe peligro de fuga basado en una presunción razonable, por apreciación de las circunstancias particulares del caso; y 3)
La infracción que se le atribuye se sanciona con pena privativa de libertad.
Debemos señalar que la prisión preventiva como medida de coerción, no puede ser ordenada en los procedimientos de
infracciones de acción privada; y tampoco procede su imposición, sobre personas mayores de sesenta y cinco (65) años de
edad, en los casos en que se estime que, en caso de condena no le será impuesta una pena mayor a cuatro años de
privación de libertad; así como, no procede la prisión preventiva para mujeres embarazadas, de madres durante el periodo
de lactancia, o de una enfermedad grave y terminal
Por lo antes planteado, se desprende que la prisión preventiva es una medida cautelar creada para salvaguardar la tutela
judicial efectiva y el debido proceso, evitando el retardo procesal, la fuga del imputado, el ocultamiento de evidencias, y
para proteger la integridad física de la víctima y testigos del hecho punible.
Ahora bien, ya que la prisión preventiva sirve para garantizar o salvaguardar la tutela judicial efectiva y el debido proceso,
sobre el cual versa el artículo 69 de la Constitución de la República Dominicana, el mismo artículo en su numeral 3,
establece el derecho a que se presuma la inocencia y a ser tratada como tal, mientras no se haya declarado su culpabilidad
por sentencia irrevocable sobre el imputado o el presunto autor del hecho punible. De igual modo, el artículo 40 numeral 9
de la Constitución, expone que las medidas de coerción restrictivas de la libertad personal, tienen un carácter excepcional
y su aplicación debe ser proporcional al peligro que tratan de resguardar.
Además, sobre los principios fundamentales del proceso penal, los artículos 14 y 15 del código procesal penal, tratan sobre
la presunción de inocencia y el estatuto de libertad, respectivamente, y estos hacen mención sobre la presunción de
inocencia que pesa sobre cada persona, teniendo que ser tratado como tal (inocente) hasta que intervenga sentencia
definitiva e irrevocable, que declare lo contrario; y sobre la libertad personal que goza cada persona. Teniendo la medida
de coerción restrictiva de libertad personal un carácter excepcional.
En el contexto de un estado democrático de derecho en donde la libertad es configurada constitucionalmente como
un valor superior de todo el ordenamiento jurídico, la prisión preventiva debe estar presidida por el principio de
excepcionalidad. Su compatibilidad con la presunción de inocencia, exige que dicha medida tenga un carácter
excepcional, y nunca debe ser obligatoria ni utilizarse con fines punitivos; ya que, la generalización del uso de la
prisión preventiva es inaceptable, pues trasgrede la presunción de inocencia establecida también, en el artículo 8
numeral 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, y el artículo 9 del Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos, de los cuales la República Dominicana es signataria
A pesar de todo lo expuesto, la realidad es otra en la Republica Dominicana, y es que, para septiembre del año 2020, la
población carcelaria era de veintiséis mil doscientos treinta y seis (26,236) privados de libertad, de los cuales quince mil
doscientos dieciocho (15,218) estaban en modalidad de prisión preventiva, es decir, un cincuenta y ocho por ciento (58%)
de los privados de libertad se encontraba en prisión preventiva.