Clase Duelo
Clase Duelo
Clase Duelo
Consecuencias psico-afectivas
Manifestaciones exteriores
Expectativas
Cambios
Aceptación
Adaptación
Proceso del duelo
Inicia
inmediatamente
después
Fase de depresión
• De un mes a un año (Silverman).
1. Shock, conmoción.
2. Negación
3. Recuperación del
equilibrio
4. Reorganización
La crisis implica una pérdida, un duelo; se pierde al hijo cargado con las expectativas, deseos,
esperanzas de la pareja y de la familia en general. La familia debe afrontar un proceso de duelo
que le permita aceptar esta pérdida para poder conectarse con el hijo real que tiene delante.
Todas las familias tienen la misma modalidad y los mismos tiempos para la elaborar el duelo.
Es importante para la elaboración del duelo el hecho de que ambos padres permanezcan unidos
en una actitud de mutuo apoyo, comunicación y responsabilidad compartida frente al niño.
Uno de los factores que inciden en la modalidad de elaboración de la situación de crisis es la
capacidad de la familia para recurrir y/o aceptar los sostenimientos externos: la capacidad de
utilizar con provecho a otras personas, amigos, parientes y recursos que el medio ofrece.
Blanca Núñez explica que una forma de defensa a la que recurre frecuentemente la madre ante
el sentimiento de fracaso es la fantasía de recuperar el hijo ideal que esperaba; esta fantasía
está en la base de su conducta de hacer muchas cosas por el niño, dedicarse por entero a él,
buscar curas milagrosas, etc. Esta idea luego se desmorona y es presa de estados de
impotencia, fracaso y desesperanza de recuperación del hijo deseado y por tanto la pérdida de
valor de todo lo que puede hacer por el niño.
El tener un hijo con déficit suele producir en el padre sentimientos de castración, desilusión,
fracaso, desesperanza, culpa, etc. La forma de defensa a la que habitualmente recurre es la de
delegar el problema a su esposa con la consiguiente toma de distancia.
A veces los hermanos oyentes se presentan como niños sobreadaptados, independientes que
han tenido que arreglárselas solos desde muy pequeños a causa de una madre sobreexigida por
los cuidados hacia el niño sordo.
Los hermanos nunca aparecen postergados, no renuncian a necesidades propias a favor de su
hermano sordo, ni adoptan una actitud hiper solícita de cuidados hacia él.
Pueden aparecer sentimientos de hostilidad, envidia y celos por los privilegios obtenidos por el
hermano sordo. Tales sentimientos contrastan con los de culpa surgida en la relación con el
hermano, por tener ellos lo que a él le falta: la audición y el lenguaje.
Los grupos de familias con niños sordos (como Asociaciones de Padres) producen la vivencia de
ser los únicos que tienen dificultades.